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Nariz rota
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Nariz rota
Había pasado las vacaciones en América del Sur, se había hospedado inicialmente en una vieja casona con algunos amigos de Veterinarios Sin Fronteras con los que se iba moviendo de un lado a otro para buscar ayudar en albergues y crear conciencia entre la población de los países que iban visitando. Lo que necesitaban eran albergues sostenibles que fuesen manejados por gente de confianza para que no malversase los fondos, ella se sintió tentada a ser de las que se quedasen en uno de ellos pero debía volver a la universidad, Sandra la había convencido y para bien o para mal siempre escuchaba a su madre.
No tenía demasiadas ganas, su hermano Luke estaba viajando con Dave que seguía la gira, incluso le había enviado una foto suya con los de Sonata Arctica, habían tenido una fecha con ellos en un festival y parecía que a su hermano eso lo estaba dejando infinitamente feliz. Incluso le habló de una chica, ya era hora, si no el idiota se iba a quedar sin novia por esperar a que Sofie dejase al novio actual por él.
Las clases estaban aburridas, ya en la universidad se arrepintió de haber regresado y añoraba clandestinamente esas salidas estrepitosas por ciudades desconocidas, algunas más rústicas que otras y en las que podía acabar bailando un colorido baile típico en el que hasta una máscara llevaba. Esa era la vida que quería, no estar en esa podrida universidad con esa podrida gente que sólo se interesaba por sus fiestitas y sus dramas rosas. Aburridos y lastimeros, todos, o casi todos.
Una cosa que le había gustado mucho de su verano fue ver a su primo Christian, había estado sin verlo por mucho tiempo porque ahora jugaba quidditch de forma profesional en un gran equipo inglés y en los pocos días que estuvieron juntos le había enseñado a jugar. Ya sabía, pero lo que él podía decirle iba más allá de todo, le mostró sus técnicas, sus amagos, sus pelotas especiales y le regaló una escoba porque ni eso se había comprado. En su nombre fue ese día al campo, con su escoba nueva y lista para ver si le salían los putos amagos o si se acababa rompiendo la nariz otra vez.
Se elevó mucho desde el inicio, era poco prudente y ni siquiera midió el viento invernal que corría, comenzó a dar unas vueltas y cuando quiso intentar una bajada en picada que debía acabar con un regreso a la posición inicial cuando uno estaba a tres metros del suelo fue que sucedió lo natural. No logró aferrarse bien a la escoba, terminó soltándola y cayó dando vueltas al suelo, golpeando su espalda contra las gradas. No veía en dónde estaba su escoba.
No tenía demasiadas ganas, su hermano Luke estaba viajando con Dave que seguía la gira, incluso le había enviado una foto suya con los de Sonata Arctica, habían tenido una fecha con ellos en un festival y parecía que a su hermano eso lo estaba dejando infinitamente feliz. Incluso le habló de una chica, ya era hora, si no el idiota se iba a quedar sin novia por esperar a que Sofie dejase al novio actual por él.
Las clases estaban aburridas, ya en la universidad se arrepintió de haber regresado y añoraba clandestinamente esas salidas estrepitosas por ciudades desconocidas, algunas más rústicas que otras y en las que podía acabar bailando un colorido baile típico en el que hasta una máscara llevaba. Esa era la vida que quería, no estar en esa podrida universidad con esa podrida gente que sólo se interesaba por sus fiestitas y sus dramas rosas. Aburridos y lastimeros, todos, o casi todos.
Una cosa que le había gustado mucho de su verano fue ver a su primo Christian, había estado sin verlo por mucho tiempo porque ahora jugaba quidditch de forma profesional en un gran equipo inglés y en los pocos días que estuvieron juntos le había enseñado a jugar. Ya sabía, pero lo que él podía decirle iba más allá de todo, le mostró sus técnicas, sus amagos, sus pelotas especiales y le regaló una escoba porque ni eso se había comprado. En su nombre fue ese día al campo, con su escoba nueva y lista para ver si le salían los putos amagos o si se acababa rompiendo la nariz otra vez.
Se elevó mucho desde el inicio, era poco prudente y ni siquiera midió el viento invernal que corría, comenzó a dar unas vueltas y cuando quiso intentar una bajada en picada que debía acabar con un regreso a la posición inicial cuando uno estaba a tres metros del suelo fue que sucedió lo natural. No logró aferrarse bien a la escoba, terminó soltándola y cayó dando vueltas al suelo, golpeando su espalda contra las gradas. No veía en dónde estaba su escoba.
Loulou Rayder- Mensajes : 48
Fecha de inscripción : 12/09/2012
Re: Nariz rota
Con escoba en mano, se acerco al campo, suspirando. No era buena en vuelo con escoba y sinceramente, nunca los seria. Sin embargo, tenía que entrenar... Lo que decía su padre “un buen brujo nunca deja de aprender”. Sabía que probablemente se rompería la nariz o algún hueso del cuerpo al menos dos veces antes de darse por vencida. Así pues, se aseguro de tener el botiquín en mano y en mente los hechizos de curación correspondiente. Llego a la entrada principal, mirando al cielo. Realmente, era increíble la sensación de estar en el aire, aspirar el cielo mismo... saborear la brisa... pero, se le daban mejor las apariciones y la red flu. Bueno, ni que se le haría.
Era su segundo día en el campus. El día anterior había recorrido casi todo lo relacionado a las clases, gracias al antiguo maestro Auror. Sinceramente, no confiaba ni un poquito en ese sujeto, pero tampoco podía acusarlo de nada con semejante poder. Lo único que quedaba era vigilarlo de cercas, hacerse su amiga, pretendiendo que tampoco tenía escrúpulos. Bueno, no es que tuviera mucho tampoco. Aun así, ella respetaba el valor de la vida... a menos que tuvieras la marca. Definitivamente, ahí no merecías respeto alguno.
Despejo su mente mientras sacudía la cabeza, aferrando la escoba con fuerza. Esta escuela necesitaba orden, protección... enseñanza. Río para si misma... no se sentía capaz de hacer ninguna de las tres cosas.
Seguiría con el hilo de pensamientos de no ser por un ruido sordo de algo arrastrándose por la tierra. Se apresuró, temiendo que alguien se viera involucrado en una situación desastrosa. De pronto ya veía catástrofes; mortifagos matando alumnos, terroristas secuestrando a alguien de sangre pura... mas cuando vio lo que sucedía, respiro aliviada.
Una escoba yacía a un lado del campo, se había traído consigo trozos de césped. El mango necesitaba una pequeña reparación. Levanto el rostro mientras buscaba a su dueño y se encontró con una chica contra las gradas. Lucia algo desorientada, con un poco de tierra y el cabello revuelto. No tenia que ser un genio para dar cuenta de lo sucedido. Como si un interruptor se activada en su interior, salio disparada, corriendo hacia ella. Su capa de color negro con bordes rosas brillantes ondeo, con lo brusco de su movimiento.
Quito un par de mechones de su rostro, mientras miraba a la chica con preocupación -¿Te encuentras bien?- preguntó, ladeando el rostro mientras estiraba la mano hacia la alumna –o bien podía ser una maestra, nunca se sabia- creo que fue un duro golpe... – dijo viendo sangre - ¿puedes levantarte? – En el fondo, Lunae agradeció no ser ella la que se había roto algo, porque, a decir verdad, no le gustaba el dolor que venia con la herida... y el hechizo para reparar huesos le daba escalofríos.
Era su segundo día en el campus. El día anterior había recorrido casi todo lo relacionado a las clases, gracias al antiguo maestro Auror. Sinceramente, no confiaba ni un poquito en ese sujeto, pero tampoco podía acusarlo de nada con semejante poder. Lo único que quedaba era vigilarlo de cercas, hacerse su amiga, pretendiendo que tampoco tenía escrúpulos. Bueno, no es que tuviera mucho tampoco. Aun así, ella respetaba el valor de la vida... a menos que tuvieras la marca. Definitivamente, ahí no merecías respeto alguno.
Despejo su mente mientras sacudía la cabeza, aferrando la escoba con fuerza. Esta escuela necesitaba orden, protección... enseñanza. Río para si misma... no se sentía capaz de hacer ninguna de las tres cosas.
Seguiría con el hilo de pensamientos de no ser por un ruido sordo de algo arrastrándose por la tierra. Se apresuró, temiendo que alguien se viera involucrado en una situación desastrosa. De pronto ya veía catástrofes; mortifagos matando alumnos, terroristas secuestrando a alguien de sangre pura... mas cuando vio lo que sucedía, respiro aliviada.
Una escoba yacía a un lado del campo, se había traído consigo trozos de césped. El mango necesitaba una pequeña reparación. Levanto el rostro mientras buscaba a su dueño y se encontró con una chica contra las gradas. Lucia algo desorientada, con un poco de tierra y el cabello revuelto. No tenia que ser un genio para dar cuenta de lo sucedido. Como si un interruptor se activada en su interior, salio disparada, corriendo hacia ella. Su capa de color negro con bordes rosas brillantes ondeo, con lo brusco de su movimiento.
Quito un par de mechones de su rostro, mientras miraba a la chica con preocupación -¿Te encuentras bien?- preguntó, ladeando el rostro mientras estiraba la mano hacia la alumna –o bien podía ser una maestra, nunca se sabia- creo que fue un duro golpe... – dijo viendo sangre - ¿puedes levantarte? – En el fondo, Lunae agradeció no ser ella la que se había roto algo, porque, a decir verdad, no le gustaba el dolor que venia con la herida... y el hechizo para reparar huesos le daba escalofríos.
Lunae Cruzade- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 09/01/2013
Edad : 36
Localización : En algun sitio...
Re: Nariz rota
Eso le pasaba por intentar emular a Christian, él era una superestrella, él era de lo mejor que existía en el deporte. No sabía mucho del deporte pero él era su primo y eso bastaba para que pensase que era el mejor, su tío Edward decía que estaba yéndole muy bien y que pensaba que tenía futuro, él había sido periodista y sus antiguos colegas le habían dicho que en la sección deportiva del periódico se hablaba bien de Christian. Para Loulou se trataba de un talento extraordinario como el de su padre, pero era incapaz de ser objetiva.
Pero no pensó en eso ni…en nada. Cuando uno cae no piensa en nada, sólo siente, y había sentido temor y acabó haciendo lo que no debía, cerrando los ojos los últimos segundos del descenso y aún más en el impacto, no atinó a cubrirse la cabeza ni alguna otra parte del cuerpo, sólo se dejor ir y afortunadamente el césped había disminuido su velocidad al momento de ir a impactar contra las bancas.
El dolor fue intenso inicialmente pero luego se expandió, no se había dado contra la columna, más bien fue contra sus costillas y había acabado rompiéndose una costilla aunque en el momento no doliese tanto, al pararse ya sería otra historia. Se quejó desde donde estaba, frotó su cabeza por inercia aunque no le dolía, uno de sus codos estaba sangrando al igual que el antebrazo de su otra extremidad, se había deslizado un tramo corto pero considerable por la grama y el ardor lo evidenciaba sin necesidad de que viese la sangre.
No escuchó las pisadas de quien se acercaba pero sintió su tacto cerca cuando le quitó unos mechones de cabello, no pudo ser amable en ese momento, tenía una fea mueca en la cara que la hacía ver poco agraciada y primero negó con la cabeza, rehusándose a que la ayudase aunque se arrepintió al intentar un movimiento que la hizo sentir el dolor latente en su costilla. De su nariz salía también sangre, pero no estaba rota como le había pasado hacía poco, simplemente se había golpeado gracias al impacto.
-Estoy bien, estoy bien. Sangrando y adolorida, pero no me quedé retardada ni nada.-puso una palma delante de su rostro para que le dé espacio para intentar levantarse, pudo hacerlo, pero con un dolor intenso por la costilla rota.-¿Quién eres? No te he visto…antes.-buscó la varita pero no la encontró, estaba a unos metros de ella, en el pasto.-
Pero no pensó en eso ni…en nada. Cuando uno cae no piensa en nada, sólo siente, y había sentido temor y acabó haciendo lo que no debía, cerrando los ojos los últimos segundos del descenso y aún más en el impacto, no atinó a cubrirse la cabeza ni alguna otra parte del cuerpo, sólo se dejor ir y afortunadamente el césped había disminuido su velocidad al momento de ir a impactar contra las bancas.
El dolor fue intenso inicialmente pero luego se expandió, no se había dado contra la columna, más bien fue contra sus costillas y había acabado rompiéndose una costilla aunque en el momento no doliese tanto, al pararse ya sería otra historia. Se quejó desde donde estaba, frotó su cabeza por inercia aunque no le dolía, uno de sus codos estaba sangrando al igual que el antebrazo de su otra extremidad, se había deslizado un tramo corto pero considerable por la grama y el ardor lo evidenciaba sin necesidad de que viese la sangre.
No escuchó las pisadas de quien se acercaba pero sintió su tacto cerca cuando le quitó unos mechones de cabello, no pudo ser amable en ese momento, tenía una fea mueca en la cara que la hacía ver poco agraciada y primero negó con la cabeza, rehusándose a que la ayudase aunque se arrepintió al intentar un movimiento que la hizo sentir el dolor latente en su costilla. De su nariz salía también sangre, pero no estaba rota como le había pasado hacía poco, simplemente se había golpeado gracias al impacto.
-Estoy bien, estoy bien. Sangrando y adolorida, pero no me quedé retardada ni nada.-puso una palma delante de su rostro para que le dé espacio para intentar levantarse, pudo hacerlo, pero con un dolor intenso por la costilla rota.-¿Quién eres? No te he visto…antes.-buscó la varita pero no la encontró, estaba a unos metros de ella, en el pasto.-
Loulou Rayder- Mensajes : 48
Fecha de inscripción : 12/09/2012
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