Dia de muertos

Todavía no tenía el valor de desanotarse como oyente de Magia del Mundo aunque casi ni siquiera iba a las clases y le estaba costando puntos negativos a su facultad, pero era cómo alguna vez había dicho Loreen, eso ya era tan de Hogwarts que no le asustaba, a veces pensaba que a los ganadores les deberían aumentar el subsidio para incentivarlos o algo. Pero el punto era que seguía anotada por que sentía feo del profesor con su cara de depresión y eso, aunque ni le hablaba, y sentía o más bien quería creer, que le hacía ilusión tener alumnos ajenos a esa facultad como ella.

El otro día habían hablado de los diferentes rituales religiosos (y no tanto) que se le hacían a los muertos en otras culturas y Annalena le mencionó a Dan bajito cuando la despertó por que nunca se le había dado eso de escuchar las chacharas de los profesores. Desde que su hermano murió casi todos sus amigos lo habían tomado como tema tabú y todos le hablaban con cuidadito para no lastimar sus sentimientos, pero ella lo mencionó como si estuviera de un viaje largo largo.

Y tenía mucha razón. La muerte de Dan había sido tan repentina que a penas le habían hecho un breve funeral, chiquito, solo con los más allegados a los Cleverley. Por eso, después de las clases y aprovechando que ya les habían levantado el castigo, decidieron visitarlo. También les habían dicho a sus amigos y gente que lo conoció en Hogwarts.

No era algo triste, por que el profesor había dicho que era una noche en la que los muertos regresaban para estar con las personas que habían dejado atrás, para convivir y celebrar y más cosas que Regina no alcanzó a escuchar.

También quería olvidarse un poco, solo un poco, de lo preocupada que estaba por Leslie. Tenía muchísimo miedo por que no había contestado sus llamadas, incluso le había pedido a Bleeker que le llamara por teléfono, tampoco señales de humo, lechuzas ni nada y ya se estaba poniendo super paranoica. Su papá mejor ya ni le abría la oficina por que dia y noche lo buscaba a ver si ya.

Estaba enterrado en el cementerio de Hogsmeade,

Le habían dicho que llevara consigo las cosas que a su hermano le gustaban en vida por eso llevaba consigo algunas de las hierbas chistosas que tenía también debajo de la cama (muy lejos de las ratas) que Karim le había dado para cultivar, todavía estaban frescas pero suponía que Annalena o alguien sabría de algún hechizo para secarlas, tenía también una botella del mismo vodka barato de Leslie que no estaba tan a terminar, estaba a la mitad y se lo había tomado prestado cuando le había esculcado para ver si adivinaba a donde se había metido. También llevaba unas flores y tras desvanecer con la varita las viejas se las acomodó para que se vieran bonitas. Por más que lo intentó, no recordaba si a Dan le gustaba llevar flores a sus novias, ella creía que no por que sino tendría que soltar un comentario ridículo como “no son más lindas que tú”, así que más bien lo hizo para molestarlo. Y su escoba, también llevaba la escoba de Dan, aunque la había hecho chiquita con hechizo a pesar de que decían que no volvían a ser las mismas, su foto en movimiento, otra familiar, otra muggle y otra en la que salía él con sus amigos.

Vamos a tener que convivir con mi abuela (la de verdad) también por que está debajo de Dan –le dijo a Annalena mientras se sentaba en la tumba contigua y ponía sus cosas sobre ella, se había sentido algo tonta murmurando un “perdón a su ocupante” pero no tenía intenciones de hacerlo enojar-, pero era muy linda. Se le iba el avión y chocheaba, pero de seguro te hubiera caído muy bien.

Sacó un cigarro por que si y lo prendió con la varita por que todavía no reemplazaba su otro encendedor, le costaba un poquito estar ahí.

Le sonrió a medias a Regina con eso de la abuela de verdad. Pensaba que, en definitiva, ese festejo les haría bien a todos, nada había sido fácil después de la muerte de Dan y, bueno, la peor (o mejor) parte era que la vida seguía y tenían que ir a clases, ver a la misma gente, ser los de siempre, pero con algo ausente para siempre. Sabía lo que eso se sentía desde que había perdido a su padre a los ocho y después a su madre aunque en sí aún estuviera viva. Por eso le había parecido buena idea el ritual mexicano extraño de los altares de día de muertos.

-Seguro que sí. A ver, según los apuntes de Magia del Mundo, tenemos que hacer un decorado con esas flores que compramos... y lo que le gustaba de comer a Dan. ¿Qué le gustaba? Yo no lo recuerdo, los dulces seguro que no, por que cuando trabajaba en Honeydukes no lo vi ni una vez comprando algo para él

Puso unas velas sin encender sobre esa tumba sin poder creer que alguien más joven que ella tuviera ya una lápida y que, además, hubiera ocurrido tan pronto. Todo era un lío, pero sentía que tenían qué hacer algo así por que entre la universidad, una cosa y otra, todos habían estado en una especie de estado de negación.

-Bueno, yo traje un whisky, por que en una de esas legendarias fiestas de Hogwarts lo vi bebiendo esto, pero bueno, de adolescente te gusta todo lo que emborrache. Y tenemos que compartirlo

Con el difunto. No le gustaba nombrarlo así en voz alta todavía por más cierto que fuera. Por alguna razón eso que habían escuchado en una clase servía para recordarlo pero no de la peor manera, no como el último mes, sino como antes. A los diecisiete no podía creer que un chico de quinto le coqueteara, pero era así. Además, chico cuyo hermano había sido su novio, había que ser descarados... volvió a mirar el diagrama de la clase con la figura del pan de muerto. No entendía ¿Era pan en forma de huesos de difunto?

-Por más que pregunté en Honeydukes no sabían del pan de muerto ¿Crees que sea muy necesario?

Le puso un vasito de whisky a Regina. Sabía que no era fácil para ella estar ahí, pero se suponía que el día de muertos era para recordar de la mejor manera a los que ya no estaban y se parecía más a una fiesta que a una reunión de golpes de pecho para sentirse culpables y desgraciados. Sólo se le ocurría emborracharse mientras se contagiaba del espíritu de la exótica festividad.

Iba con pésima cara, ¿la razón? A su gracioso hermanito se le había ocurrido decirle que llegaran juntos, ¿por qué? Pues porque quería llegar como en terreno neutral, acompañado de ella que todavía le hablaba como si nada a Regina, con la firme intención de firmar la paz con los Cleverley y todo eso pero no llegar, a la vez como un apestado. Peach se había enternecido y además, ¿cuándo le había negado algo a su hermano?. Pues nada, le dijo “te veo afuera del bar, y nos vamos juntos” y sí, por un momento hasta se ilusionó con la idea de ir solo con él y pasar un buen rato de hermanos hermosos y todo eso, como antes, beber juntos y estar con sus amigos del alma. Ni siquiera había quedado con nadie aunque había soltado invitaciones a diestra y siniestra para los que quisieran unirse –que no fueran odiosos, claro- a la locura de Regina y Anna.

Pero ah no. Casi se ahoga en su propia bilis acumulada en la boca cuando al llegar al bar, se encontró con su hermano y también con su odiosa terrible mujer. No la soportaba, no había poder humano que la convenciera de que no tenía espantosas intenciones. Había escuchado por ahí que Govinda Mills estaba diciendo como loca que las novias de Karim, Angus y Joe no eran más que señuelos infiltrados tratando de conseguir información para traicionar por la espalda o algo así de paranoico muy KAU, que a Peach le venía valiendo sombrilla. No creía a ninguna tan lista como para eso, si acaso hubiera sospechado más de Sofie Lutrell o Gianna –que de todos modos no eran una molestia como las otras-, o esa Othilia, o alguien que se viera más avispada. No no, su odio era completamente visceral. No quería a esa mujer para su hermano. Punto.

No le quedó más remedio que aguantarse porque se hubiera visto muy mal si hubiera hecho un berrinche y llegó en un traslador acompañada de la pareja, con mala cara y nada que ofrecer a Regina más que un ramo de flores que había confeccionado en Brigantia.

-Tu eres la herbóloga, así que si alguna ahí es venenosa, perdóname.

Ninguna lo era, Peach también sabía de plantas, pero así había llegado a saludar a Regina.

-No hay problema por él, ¿verdad? Viene a intentar hacer las paces con Bleeker y todo, supongo, ¿va a venir tu hermano o mejor le digo que se regrese con la arpía esa que tiene por novia por donde vino?

Le decía eso, bajito y refiriéndose a Angus mientras se abrazaba a la abuela Annalena porque le daban algo de miedo las tumbas aunque no lo admitiera.

-¿Y de dónde se les ocurrió esta idea eh?. Abrázame, tengo miedo.

Llevar a un niño a un cementerio no era, en definitiva, la mejor opción posible. Era algo que tenía muy en claro, pero si solamente iba a poder salir de la universidad una vez a la semana, era una vez a la semana que iba a estar con él. Por poco y se vuelve loca durante ese tiempo que les había durado el castigo y había estado a nada de decidirse a mandar a la mierda todo y regresare a casa. Ya se sentía la peor madre del mundo y que cuando volviera, Roman ni la iba a reconocer. A lo mejor solo estaba de ridícula, pero nunca había pasado tanto tiempo lejos de él, ¡un jodido mes!

Tenía entendido que la cosa iba más de recordar a Dan en buen ánimo, tanto en la medida de lo posible, que ponerse a llorar como magdalenas frente a su lápida, le parecía que era bueno hacerlo. No creía que la cosa fuera a degenerar mucho que a fin de cuentas estaban en un cementerio y había que mostrar algo de respeto. Confiaba en que Roman se iba a comportar y no iba a ponerse a pintarrajear lápidas - que por prevenir igual le había sacado las crayolas de la mochila -. Tal vez más tarde quisieran seguir en la casa de alguien más.

Así que llegó con él de la mano por medio de un traslador a Hogsmeade, que la parada en Honeydukes era necesaria. Lo llevaba abrigado de pies a cabeza, que el frío comenzaba a calar, con todo y gorro de búho que era de lo más estridente: plan con maña, así nunca se le perdía de vista. Roman cargaba con su mochila de juguetes en la espalda y cogido por la cola el peluche de dinosaurio que no soltaba nunca. Sintió algo de escalofrío al llegar al cementerio, no iba a decir que no. Le había explicado al niño tan bien como pudo y creyó que podría entender a donde iban, pero nunca se sabía. Para cuando llegaron ya estaban sus amigas ahí reunidas frente a la tumba de Dan. Al acercarse esbozó una sonrisa de circunstancias y se encogió de hombros un poco. Quería estar con ellas un rato. Quería estar con su bebé también. El punto medio sería entonces.

- Ándale, saluda a tus tías y a la Abuela, ve. - Le hizo una seña con la cabeza al niño para que fuera a abrazarlas a todas aunque fuera arrastrando el peluche por todo el suelo (menos mal lo había encantado para que no se ensuciara). Su trabajo le costaba que se comportara más o menos decente con todo la carga genética que traía. Ella también se acercó a saludarlas, besándolas a cada una en la mejilla, y al final exhalando algo de aire al tener en frente la tumba de Dan, era la primera vez que la veía. - Yo no traje nada más que cigarros y el peso del Muppet en galletas. ¿Cuenta eso como pan de muertos? -

Cuando volteó vio a Angus acercándose con su flamante mujercita. Sólo dirigió una mirada para nada discreta a Peach y se tuvo que morder la lengua para no ponerse a hacer ruidos de pájaro ahí mismo. La moda esa de conseguirse la novia más improbable de la vida le parecía también de lo más rara, pero Angus ya estaba muy viejo como para saber lo que hacía, ¿no? Mejor hizo como Regina y sacó también un cigarrillo para ella, mirando a Roman que había decidido que abrazarse de las piernas de Lena era lo más interesante para hacer ahí.

No es que lo de ir a reunirse en un cementerio le pareciera el plan más atractivo del mundo. Ni siquiera conocía tanto a Dan, aunque si tenía más relación con Regina y de hecho, se consideraba culpable de haberla tratado como chica de cristal, temiendo que el más mínimo comentario al respecto haría que se rompiera cuando en realidad si ella hubiera estado en su posición habría aborrecido a todos los que la hubieran tratado de ese modo.

Por eso era que había decidido ir, a pesar de no tener ni idea de tradiciones, rituales ni nada de eso. No había puesto un pie (ni planeaba hacerlo) en clase de Magia del Mundo, que seguramente le habría dado más pistas acerca de si hubiera sido politicamente correcto presentarse a la reunión trayendo algo consigo. En vez de eso le había dicho a Adair que la acompañara.

Claro que se había enterado del escándalo armado a raíz de lo que había hecho su hermano en el Samhain, a pesar de que para ese entonces ella y Luke ya habían desaparecido del comedor llevados por los efectos de las bebidas adulteradas, motivo por el cual llevaba evitándole desde esa noche, a pesar de que Clarisse le contó más tarde que había sido culpa de una poción.
Sin embargo no quería pensar en eso, tenía la esperanza que eventualmente se olvidarían de aquello y podrían volver a actuar con normalidad. Aquella noche era para estar con amigos, y para animar a su hermano que parecía hundido en un pozo de vergüenza (al final había resultado que si sabía lo que era eso). Evidentemente ella no le juzgaría por nada, primero porque todo fue culpa de una poción, segundo porque ella misma no era el mejor ejemplo de decencia y en tercer lugar porque era su hermano, y nunca podría pensar nada demasiado malo sobre él.

- Esto es un poco... tétrico, ¿no? - le dijo a Adair mientras caminaban hacía el lugar donde habían quedado, en el cementerio de Hogsmeade.

No es que le diera miedo estar ahí, pero había algo en los cementerios que le daba escalofríos y desde luego no es que fueran su lugar favorito en el mundo. No eran los fantasmas, porque estaba más que acostumbrada a ellos, por Hogwarts. Eran más bien los espíritus y las leyendas acerca de ellos que el mismo Adair solía explicarle cuando eran pequeños cuando quería fastidiarla y no dejarla dormir.

No tardaron en localizar la pequeña reunión. Había poca gente todavía, pero reconoció evidentemente a Regina, a Anna, a Peach que seguramente era con la que tenía menos trato, con su hermano, y a Robin con el pequeñajo, cosa que le hizo esbozar una sonrisa. Vaya que ese pequeño era una de sus debilidades.

- Yo no traje nada. ¿Me van a echar? - fue todo lo que dijo, en tono de broma, después de sus saludos iniciales a todos los presentes y de guiñarle un ojo al niño. Al fin y al cabo el objetivo de reunirse ahí era recordar a Dan sin ponerse tristes, ¿no?

Regina me había avisado de esa celebración que había aprendido en Magia del mundo, al principio me pareció raro pero ya que no le iba a poner ningún pero, le dije que la vería ahí, porque ella iba a llegar con sus amigas o algo así. Era un alivio poder salir de Brigantia porque aunque era un lugar muy grande, uno terminaba necesitando cambiar de aires de todas maneras. Aproveché para comprar una botella de vodka en el mundo muggle antes de ir hacia el cementerio donde estaba Dan. Me había tenido que iluminar con un lumos para dar con el lugar, aunque luego me orientaron las voces.

Cuando llegué, Regina ya estaba ahí con otras chicas y Angus. Me di cuenta de que tenía que ser más sociable porque ahí no estaban Leslie ni Sofie y si quería entrar más en la vida de Regina, me iba a hacer falta comportarme con más que un par de chicas de lo que parecía un gran y movido círculo social. Por eso me presenté con todas. Bueno, a Angus lo conocía del hospital, no era buena cosa pero era algo, le estreché la mano y también saludé a la que lo acompañaba, que era muy guapa, seguramente semiveela porque esas cosas se notaban.

Por suerte al menos conocía a Peach así que solo me quedaba presentarme con Annalena, a la que ya había visto por ahí en mi facultad, pero no le hablaba. Le dije mi nombre y luego de las convenciones de sociedad, dejé la botella de vodka recargada en lo que parecía una lápida que no era nuestra. Si se levantaban los muertos a protestar, ni modo.

-Cuéntame de tu locura con el cementerio, porque me quedé en las mismas cuando me contaste en la facultad.-Eso se lo dije a Regina antes de atraerla hacia mi y besarle la mejilla, mientras le rodeaba la cintura y la zarandeaba para que dejara de hacer lo que fuera que estuviera haciendo, jugando. Lo que había pasado en el baile me había arruinado las intenciones, así que ahora estábamos en un punto medio incierto que esperaba concretar pronto.

-Traje esa botella, ¿pero te gusta el vodka? -No tenía ni idea, en la fiesta habíamos tomado solo margaritas envenenadas, aunque por suerte nada me había permitido hacer una estupidez, ni había embarazado a nadie.

A veces Milena le contaba cosas de sus clases de Magia del Mundo, y tuvo de buena suerte que le dijera algo del día de muertos que tanto muggles como magos en México celebraban para convivir con el espíritu de sus difuntos o algo así. Según la rusa, no tenía que tener nada de tétrico ni triste esa celebración sino todo lo contrario, y bueno, no es que hubiera investigado dos años al respecto, sólo tomaba en cuenta lo poco que le había dicho antes de que se pusieran a hablar de otra cosa. No esperaba que Angus tuviera ganas de invitarla a ese evento, menos por que iban a ir con su hermana que no disimulaba ni un poco lo mucho que la odiaba. No le quedaba más remedio que tolerarla y no ponerle malas caras, pues por más liberales que fueran, la familia era intocable.

Le sonrió a Peach sin exagerar por que, para empezar, no iba a humillarse con nadie y por que pensaba que si algún día iba a dejar de odiarla no sería por sus esfuerzos. Tenía más que bien sabido que insistir no era la manera adecuada de hacer que alguien aceptara, así que era mejor dejarlo estar y guardarse todo lo malo que tuviera por decir. Era uno de los sacrificios que hacía con Angus, el de ir y hacer como que lo pasaba bien con su gente.

La peor parte de ese asunto era quizás que ella misma se sentía tan culpable como Angus por el infortunio de los Cleverley aunque nada de eso fuera directo y seguiría pensando que el único responsable, alevosamente, era Holland, pero había que tener cuidado con lo que decían sobre una especie de héroe nacional. No iba en el mejor ánimo, pero sí que llevaba algo. Saludó con la mano a todos, incluídas ese par de chicas a las que le encantó fastidiar en su tiempo de colegio, o sea Hartmann y Freud. Incluso estaba el niño ahí. Le sonrió como sonreía a todos los niños y lo saludó con más entusiasmo que a cualquier otro, levantándole las cejas y siendo sinceramente simpática con él, aunque no dijera nada.

Tomó la mano de Angus, desenganchándose la falda de un hierbajo que crecía en una tumba contigua. No se iba a poner a opinar con todo mundo al respecto, así que se limitó a hablar con él a riesgo de parecer antipática.

-Yo traje esto, lo conseguí en Honeydukes. Son cráneos de azúcar, se supone que se usan en estas cosas. ¿Se los das a Regina?

No tenían rosas ni flores mágicas carnívoras sino unas con muchísimos pétalos y de color naranja que habían conseguido en el Callejón Diagon, en muchas florerías las habían visto con cara de locas al leer el papelito en el que tenían anotado el nombre por que ni siquiera podían pronunciar bien el nombre que tenían hasta que encontraron una con unas cuantas. Ahora ya creía que en Diagon sí vendían de todo literalmente. Volvió a tomar las flores y se las fue pasando de una en una para que ella hiciera el decorado bonito por que era muy buena para esas cosas.

Ay no, le empalagaban. Le gustaban puras cochinadas grasientas y la carne. Pero traigo cheetos, se va a tener que conformar con eso –le dijo después de hacer memoria un ratito para acordarse-. Una vez nos dieron dinero para comida y nos los gastamos en un monopoly muggle, bien tetos, y comimos puras porquerías. No lo traje por que nunca lo supimos jugar.

Se encogió de hombros para no decirle que no si tal vez sí. No pensaba que fuera realmente necesario como la vela que era para guiar su espíritu o algo así. Tomó el vasito de whisky y le dio un minitragito.

Abuelita, también tenemos que dejarle un vaso de agua por si tiene sed –dijo de pronto como si se hubiera acordado de algo muy importantísimo pero ni lo pudo invocar ni conjuró un aguamenti por que vio llegar a Peaches con Angus y Aquila. Le lanzó una larga mirada a Analenna por que la semiveela todavía no le caía bien por mucho que ahora fuera la nueva madre Teresa y Angus… bueno Angus era Angus. Por eso le dio un trago más largo al vaso-. Si le dije y a lo mejor se pasa por aquí un ratito, aunque tiene mucho trabajo –le contestó a Peaches bajito mientras tomaba las flores, mirando de reojo a Angus y a su mujer, y era cierto por que tenía que hacer el reporte del Samhain y quién sabe cuántas cosas más.

Dejó que Analenna le contestara de donde habían sacado la idea por que en ese momento llegó su bebé, que ya era más bien “niño grande”, favorito. Se bajó de la tumba en la que estaba sentada de un brinquito y lo interceptó antes de que llegara con sus tías.

Ven acá, Muppet, saludame –lo cargó no sin exagerar haciendo como si ya pesara muchísimo y le hizo cosquillas. Casi no escuchó a Robin por que se distrajo pero le sonrió a modo de saludo-. ¿Me trajiste galletas? Yo si te traje dulces, ¿quieres verlos?

No esperaba encontrarse a Autumn y Adair ahí por que era un cementerio y si sonaba tétrica y extraña la idea de celebrar ahí, pero le dio mucho gusto por que ellos también habían estado en Gryffindor con Dan. Incluso Adair y él habían estado en el mismo equipo por un par de años. Se volvió a sentar en la misma tumba, después de acomodar al Muppet a su lado.

Frunció un poquito la nariz cuando James la besó en la mejilla y la movió como ardilla para él, luego la sangoloteó y Regina comenzó a reírse moviendose exageradamente .

Ya te lo dije, es una celebración… es en serio –se rio por que sonaba un poco raro y de seguro si ella no hubiera estado en la clase tampoco lo habría entendido-, mejor que te explique la Abuela, es la del cabello corto y si, si me gusta el vodka. Yo también traje, mira –se giró un poquito para enseñarle la botella a medio terminar que había llevado. Lo jaló un poquito y lo giró para que le diera la espalda y asi poderlo abrazar con las piernas, también recargó la cabeza en su hombro-. Que bueno que veniste –le dijo quedito-, creo que se hubieran llevado bien.

Pero no había querido decirle eso. Más bien era que su sola presencia le daba valor y le quitaba las ganas de llorar o la angustia por que en ese momento extrañaba más que nunca a su hermano.

Le iba a comprar un crup a Regina pero Shadow lo convenció de comprarle un puffskein, dijo que eran mejores compañeros y que no iban ladrándole a cada muggle que pasase como si la vida se les fuese a acabar si llegaba a menos de un metro de ellos. A Dan lo conocía poco pero luego de que Shadow le explicase acerca de esa celebración decidió llevarle whisky de fuego y unos cigarrillos, a todo el mundo le gustaban esas cosas y supuso que a Dan también, si no Regina podía disponer.

Llegó junto a su hermana como pocas veces porque Shdow ahora se sentía muy social, muy parte del grupo de gente que se reunía para ese tipo de eventos y él más porque era amigo de Regina y la quería aunque fuese poco afectuoso o expresivo a veces. Llegó con las cosas metidas en el bolso mágico de Shadow, todo menos el animalito ese que lo llevaba en una caja con huecos que acababan de comprarlo, hacía menos de media hora.

Aldrich vestía de forma más casual que formal, eso era una celebración y no un funeral. Divisó pronto a Regina y le iba a decir a Shadow que se acercasen pero ella ya había ido a hablar con alguien más, entonces fue solo hasta donde estaba ella con la caja del animalejo en la mano. Estaba con Annalena, Peach, Robin y su hijo Roman. A Annalea la conocía poco en realidad, más que nada por sus primos Alechinsky; a Peach apenas la pasaba por el antiguo incidente que tuvo con una de sus novias y Robin con su hijo eran más bien conocidos indirectos de él. Quizá la presencia de esos dos últimos fue lo que ahuyentó a su hermana.

Cuando estaba a un par de pasos vio a Autumn Brackminster allí, era la que estaba más cerca de él y por eso la saludó primero con una sonrisa, hacía tiempo no la veía y siempre era agradable aunque jamás hubiesen recuperado esa cita frustrada que continuaba posponiéndose. Luego saludó a Peach, a Robin y Roman, a Annalena y finalmente a Regina, que como se iba a detener en ella no quería dejar de saludar al resto.

-Regina, ¿cómo estás? Le trajimos a Dan cigarrillos y whisky de fuego, Shadow y yo. Pero… además a ti te trajimos un regalo aunque ya sé que no es costumbre.-le adelantó la caja que seguía tapada con algo similar a un pañuelo grande. Al abrirla, encontraría al animalito ese que le causaba gracia desde que vio al que tenía Milou Leloup.-A ver si te gusta, o si Peach no me lanza alguna cosa por ridículo.-a ver si no se tomaba a mal la broma, era hasta capaz.-

Angus había hecho a propósito eso de decirle a Peach que llegaran juntos. Al contrario de Aquila, creía que forzando las cosas se iban a dar en algún momento, que tenían que ceder y que la convivencia forzada era la mejor de las opciones. Había notado sus caras de odio aunque él la había medio abrazado mientras tomaban el traslador. Quería decirle que no fuera rencorosa, que pensara en todo lo que había hecho Aquila, pero eso era arriesgar mucho, podía hacer enfurecer más a su hermana.

Al llegar ahí dejó que fuera Peach quien saludara a Regina primero. Él seguía nervioso por acercarse a ella porque todavía recordaba su reacción en el hospital, de que le tenía miedo. En lo que todos los demás llegaban, recibió los dulces de Aquila y la tomó del rostro para besarle la cabeza por haber tenido ese detalle. Peach tenía que verlo, Aquila se esforzaba.

La besó y le hizo un gesto de que fuera con él si quería. Se acercó a Regina que ya estaba muy cómoda con James y le dio las calaveras de azúcar. -Dice mi mujer que esto también se estila en estas fiestas. Se comen. Y yo te quiero mucho, ¿estamos?-No era muy hábil con las palabras, pero lo que le decía era honesto: la quería y quería seguirla cuidando hasta que tuviera fuerzas para hacerlo, y seguir siendo parte de su vida. Dio unas palmadas a James en el hombro y puso la mano momentáneamente en la tumba de Dan.

Saludó a las chicas y se detuvo en Roman. Estaba casi seguro que él había convivido mucho más con el niño que el mismo Joe, aunque fuera culpa de Peach más que nada. De todos modos era camaradería de hombres lo de ellos, así que saludó al niño chocando con él las manos y luego lo levantó como muñeco sin permiso de la mamá, aunque guiñándole después de que se estuviera tranquila porque no lo iba a tirar en un hoyo recién excavado para tumba.

Saludó a Adair y a Autumn con la mano antes de ir con todo y Roman directo a Aquila. Y Angus no le llamaba Muppet, eso se lo dejaba a las niñas.-Hey! No te había presentado a este, es el chiquillo de Joe. Saluda a Aquila anda, ¿verdad que es muy guapa?-Seguro al crío ni le importaba y además, había dicho todo eso como si nada olvidando por completo que hasta el momento era un asunto no mencionado. Para Angus no era un delito, así que ¿cómo se le iba a ocurrir tener más tacto?.

No estaba esperando que todos se deshicieran en saludos para con ella y la verdad era mejor. Ella no iba a ser grosera con nadie por que de hecho aún antes de Angus había dejado ya esas actitudes pues Brigantia no era el colegio y había que madurar alguna vez. Sin embargo, tenía el ligero regusto amargo de que ahora su vida social quedaría limitada de esa manera y que si no se deshacía al menos de algunos prejuicios iba a ser una de esas novias con la única vida social enfocada en su hombre. Claro, tenía a Pearlie y a Milena, pero todo lo demás había quedado muy limitado. Si quería hacer una fiesta, ellas dos serían las únicas que llegarían seguramente.

Sonrió con el beso cariñoso de Angus y le puso una mano en el pecho, sonriendo suavemente antes de que le indicara que iría con Regina. Prefirió quedarse donde estaba, unos pasos atrás y sacó su cámara fotográfica. No era de reciente adquisición, la había comprado al principio del semestre por que pensó que la necesitaría pero no la había tocado. Hasta el momento sólo había tomado fotos de sus perros, algunas de Angus y unas cuantas de la ciudad, al menos de los alrededores del apartamento antes de ir a Brigantia. Eran un par de retratos y esas imágenes las que le habían despertado cierta inquietud por seguir tomando fotografías, y el cementerio parecía tener buenos lugares.

Se quedó mirando una lápida diminuta de un mago que había muerto a los ocho años y lo miró con cara demasiado triste antes de sacarle una fotografía. Volteó a donde estaba Angus saludando al chiquillo de Robin, lo que la hizo sonreír y volverse cuando ambos caminaban hacia ella. Sonrió, por supuesto, por que siempre era amable con los niños y se hubiera reído con su tontería de decirle que era guapa a un criajo de tres años, pero antes le soltaba que ¿Qué? ¿El chiquillo de Joe? ¿De Pearlie-Joe? Claro, no conocía a a otro. Se quedó pasmada mirándolo y hasta le dejó de sonreír al niño.

-¿Cómo que el hijo de Joe? ¿De qué estás hablando?... Y claro, esto Pearlie no lo sabe ¿Verdad? ¡¿El chiquillo de Joe?!

No lo había gritado como una loca, sólo lo había susurrado con los dientes apretados, todavía transtornada por lo que acababa de escuchar, tanto que apenas si vio llegar a los hermanos Brackminster a la celebración de cementerio. Pensó un montón de cosas, como por ejemplo que tal vez Pearlie ya lo sabía y le daba igual... ¿Pero y si no? ¡¿Y si no?!

Vio llegar a Peach Finnerty con cara de incomodidad y pronto supo su motivo. Angus llegaba con su nueva mujer, y eso no la tenía nada contenta; ella no sabía qué pensar, se podía poner muy paranoica al respecto pero al menos en ese caso había optado por ser muy neutral por que Angus no era ningún idiota y por que, bueno, aparentemente la tipa no estaba sacando ventajas aparentes de todo eso sino lo contrario. O eso se veía de lejos, pero no quería entregarse al prejuicio. Su padre siempre decía que de ser por ideas preconcebidas, ellos hubieran sido mortífagos y no hubieran estado en la KAU, así que le otorgaría el beneficio de la duda.

La abrazó como saludo, correspondiéndole, y sonriendo un poco cuando la escuchaba hablar mal de la mujer. Peach era transparente, si no le gustaba alguien, no podía ocultarlo. Angus era igual. Se puso a acomodar flores y velas según lo que decían los diagramas de la clase mientras las escuchaba, después de los abrazos y saludos. Saludó a Roman con un abrazo fuerte aunque lo alejó de las velas diciéndole que a esas no podía acercarse tanto o se iba a quemar, en sus modos protectores de siempre. Saludó a Robin y dejó el altar un momento para abrazarla, notando las miraditas cómplices entre ella y Peach y negando con la cabeza como diciendo "Niñas, no sean tan groseras". Revolvió el cabello de Roman que seguía cerca de ella, y le encargó deshojar una flor naranja para hacer una cruz con los pétalos. No entendía por qué una cruz, sólo seguía "las reglas".

Puso el agua que sugería Regina y estaba hablando aquí y allá del día de muertos, de que dejaran de pensar que era tétrico por que era una celebración felíz para estar con los difuntos y esas cosas que decía a unos y a otros, antes de saludar a Autumn y a Adair con una sonrisa. No se quitó del altar casi hecho hasta que Angus se llevaba a Roman, y completaba con las calaveras de azúcar que, ahora se enteraba, había llevado la semiveela. Pudo al fin saludar a Autumn con un beso igual que a su hermano, quedándose con ellos y tomándole un cigarrillo de los que había llevado.

-Bueno, no es tanto como un ritual de ponerse a hacer rezos y reflexiones. Hagan de cuenta que venimos a la nueva casa de Dan a hacerle una fiesta, y de eso se trata todo. Yo hasta traje de cenar, pero primero bebemos un poco para hacer estómago ¿Están bebiendo algo?

Con la varita se acercó su bolso donte traía mil cosas aunque daba la apariencia de ser pequeño y sacó unas cervezas, que se quedaron levitando frente a los Brackminsters.

-No sé ustedes, pero para mi el whisky es precipitado. Vámonos con calma

- Si, muchas galletas y pastelitos, de esos de las mamá de Peach, para que nos vayamos de aquí rodando y lamentándonos por los 50 kilos que engordamos de una sentada. – Le respondió a Regina riéndose y hasta inflando las mejillas, haciendo caras ridículas para hacer reír al niño. Mucha mentira no había en lo que decía, sí que creía que los pastelitos de la señora Birdie tenían mucho de adictivos. Como pastelitos de crack azucarado, nunca eran suficientes. Si no se había puesto como morsa embarazada era porque Lena siempre había estado insistiéndole que eso de comer por dos era pura patraña si nada más hincaba el diente en dulces. No quería que su hijo naciera con melaza en vez de sangre. A aguantarse con los vegetales que no hubo otra opción.

Roman iba muerto de risa con las cosquillas que le hacía Regina hasta que se soltó de ella y se puso a deshojar flores – una flor muy chistosa, había que decirlo – como la Abuela le pedía, mirando de vez en cuando a Robin con insistencia para que se fijara en lo que hacía y el caso que estaba haciendo a lo que le pedían. Ella le sonrió, fumándose su cigarrillo en tranquilidad, y riéndose entre dientes cuando Peach y ella se hacían merecedoras de ese pequeño regaño silente. Que no, no iba a ponerse a lanzarle lodo y fango a la señorita y Angus ya estaba grande para saber donde se metía, pero ella no soportaba a Aquila Lillyvick. No la creía agente encubierto para hacerse de los secretos turbios de una familia de licántropos, no le veía tanta cabeza como para eso. Simplemente la pensaba tonta, así, sin más.

- Vale, vale, me porto bien. – Sacó la lengua y se encogió de hombros, acercándose muy sonriente a saludar a Autumn y Adair que recién llegaban. A quien no le hizo la más mínima gracia de ver acercarse fue a los Burroughs. A Aldrich apenas y lo recordaba, pero Shadow era otra de las que no soportaba, la encontraba aún más irritante y odiosa que la misma Aquila. Apretó los labios y miró a Regina de reojo, como queriendo preguntarse qué hacían esos dos (o mejor dicho, esa) ahí si hasta donde recordaba ni le hablaba a Dan pero ni le puso atención porque ya estaba saludando a un muchacho que no conocía pero había visto por ogmios, y bien, no iba a ponerse a hacer berrinches en un cementerio. Que Shadow se mantuviera lejos o le tiraba arañas en el pelo, que esas ni con ventiscas dejaban de rondar por ahí.

No le puso mala cara a Angus cuando agarró a su niño como costal de papas, que ya iba muerto de la risa nada más ver al licántropo y hasta trató de tocarle la barba, porque aunque ya le había pasado la manía de jalar cabello y pendientes y todo lo que tuviera a la mano cuando lo cargaban la barba de Finnerty seguía dándole mucha curiosidad. Se rio cuando le guiñó el ojo y todo, pero ya no le causó tanta gracia cuando vio hacia donde lo llevaba.

– ¿Queeeeeeee cree que está haciendo con mi niño? – Eso lo dijo entre dientes, con sonrisa falsa congelada en el rostro, porque como Aquila le pusiera mala cara a Roman aunque fuera por un segundo se lanzaba hacia allá y se lo arrebataba a Angus. El chiquillo, por su parte, ni enterado de lo trastornada que la semiveela se había quedado con la manera en que le habían dejado caer el pequeñísimo detalle de su paternidad. Él ni enterado que Joseph era algo suyo, primero se agarraba diciéndole “Papá” a Angus antes que a Crawford, porque a él lo veía más y hacían más cosas de machos (y mini machos) juntos. El Muppet estaba más interesado y por mucho en la chica y lo bonito que brillaba su cabello. No dejaba de mirarla con insistencia, ahí su primer encuentro con una semiveela.

Si apartó la vista de ellos tres, con todo y el cambio en la expresión de la cerridwen – su reino por unas orejas extensibles ahora mismo – fue porque Lena tomaba la palabra. Tomó una de las cervezas que había hecho levitar, le sonrió a Regina y pasó un brazo por el cuello de Peach. – Pues a la salud de Dan. Y a la nuestra, para no ponernos muy locos y romper alguna lámpara en su nueva casa. -

Respondió a todos los saludos, ya fuera con una sonrisa o con un leve gesto con la mano con los que tenía menos confianza, y hasta le dio un sonoro beso en la mejilla a Roman antes que Angus lo cargara.

Se encogió ligeramente bajo la chaqueta. Fuera como fuera la temperatura otoñal estaba bajando y el aire que soplaba en el cementerio era frio. Por lo menos su hermano parecía haber olvidado de seguir hablando de cuerpos muertos y almas errantes...

- Ahorrate lo de los cuentos de miedo. Ya no tengo ocho años. - le dijo dándole un leve codazo en las costillas, más en broma que en serio. A decir verdad le gustaba recordar aquellos días cuando eran pequeños en los que él intentaba asustarla con aquel tipo de historias (y en realidad lo conseguía la mayoría de las veces).

Iba a confesarle que no, que no tenía ni idea de sobre que trataba aquella "celebración", y hasta a comentarle lo raro que le parecía reunirse en un lugar así para celebrar nada. Sin embargo Autumn tampoco era de las que ponían demasiadas pegas a nada, y con que los muertos no se alzaran le era suficiente para acomodarse en el lugar a hacer cualquier cosa que se suponía que debían hacer. Por suerte Annalena que acababa de acercarse a saludar se lo explicó.

- Bien, porque las fiestas se me dan bastante mejor que los rituales. - e inmediatamente pensó en lo que iba a beber, sin querer pensar en que en la última fiesta que bebió terminó haciendo cosas de las que se arrepentiría durante mucho tiempo.

Declinó el ofrecimiento a cigarrillos de su hermano. El tabaco no era uno de sus vicios, y realmente. Sin embargo si le cayó bien la cerveza que ofrecia Anna. Aquello era, empezar suave y mantenerse así para no acabar haciendo barbaridades. Le dio un trago a su cerveza paseando una vez más su mirada por entre todos los presentes. No podía dejar de parecerle una reunión curiosa.

- ¿Que trajiste para comer? Tengo antojo de algo dulce. - le preguntó a Anna sin querer pensar que el querer comer dulce no era nada normal en ella, sobretodo desde el momento en que se obligaba a seguir la dieta estricta para poder seguir el ritmo de lo que le exigía el entrenamiento para aurores, pero últimamente estaba habiendo muchos cambios en su vida.

El licántropo no se dio cuenta de lo que había hecho hasta que vio la cara de Aquila cambiar completamente. Él también borró la sonrisa y abrió mucho los ojos. No se daba cuenta de la gravedad del asunto porque él veía todo eso diferente a como seguro lo harían Aquila y peor, Pearlie. No recordaba habérselo dicho, no recordaba que Crawford le hubiera dicho que se lo había dicho, no creía que Malik se lo hubiera dicho, no creía que nadie se lo hubiera dicho porque se lo habría dicho a Aquila y su mujer no estaría tan sorprendida. Qué complicadas eran las malditas niñas.

Por lo menos Roman seguía muy interesado en Aquila y el brillo de su cabello como para darse cuenta del momento de tensión generado a su alrededor. Pobrecito, el niño ni tenía la culpa de nada. Lo peor era que seguro Joe llegaría en cualquier momento acompañado de Pearl y eso no iba a resultar bien a juzgar por la expresión de Aquila.

Dejó a Roman en el suelo y le señaló a Regina que estaba muy cómoda con James.-¿Ves a esos dos? Necesitan que les tires moronitas de galleta encima. O pégales con tu muñeco, anda. ¡Cuidado al caminar!-Lo miró alejarse y abrazó a Aquila. -No sé, no es gran cosa, estaban muy chicos. Seguro Pearl sí sabe y ni le importa, por eso tú no sabías.-Eso no sonaba muy convincente pero le sonrió de todas maneras y le besó el cuello.-Da igual, no es nuestro asunto.-No sabía si esa frase empeoraba las cosas, pero él tenía política de no meterse en los asuntos de Joe ni de Karim.

-¿Qué quieres tomar?-Hizo levitar unas cervezas hasta ellos y le destapó a Aquila la suya con los dientes como esa primera vez que habían ido a comer hamburguesas y luego hizo lo mismo con la de él, antes de levantar la botella en dirección a donde hacían el brindis feliz por Dan. Él nunca iba a dejar de sentirse mal por todo lo que había pasado, pero poco a poco lo estaba digiriendo y superando, aunque a veces no durmiera pensando que nunca iba a poder lidiar de verdad con eso.

-Yo no tengo hijos más que nuestros perretes, por ti te interesa saber.-Tampoco le importaba estar hablando exclusivamente con ella por el momento, esperaba que nadie se lo tomara a mal porque sería muy desafortunado.

Se estaba entreteniendo haciéndole cosquillitas con la nariz en el cuello a James, aunque seguramente terminaría pensando que era una igualada o algo peor y no le importaba mucho por que ya se debía de estar acostumbrando. Regina solía pasar muchísimo tiempo con él por que estudiaban lo mismo y casi siempre buscaba sentarse a su lado, aunque a veces mejor se iba lejos para no hostigarlo.

¿Regalo? Inmediatamente se enderezó cuando escuchó a Aldrich y le sonrió. Tomó la cajita al tiempo que se hacía un poquito hacia aun lado, aunque todavía seguía con sus piernas alrededor de James y la abrió encontrándose con la cosita más bonita y cursi y chistosa y empalagosa de la vida. Inhaló con sorpresa y lo sacó de ahí, peor que niña con juguete nuevo.

¡Aldrich qué bonito! Gracias, no tenías que hacerlo –lo jaló con un brazo, quizá algo brusca, y le dio un beso sonoro en la mejilla. No tenía ni idea de cómo iba a llamar al pumfskein, pero pensaría en el nombre luego. Le habían regalado muchísimas galletas como pésame, flores y otras cosas, pero nada le gustó más que aquel animalito.

Le pasó al sin nombre a James y tomó las calaveritas que le daba Angus, esta vez no se encogió de miedo ni nada. Su mujer le caía gorda por que la había tratado horrible en Hogwarts (aunque Regina siempre se las había arreglado para hacer cosas que la fastidiaran) y había cosas que no se olvidaban así tan fácil, por mucho que dijeran que ya había cambiado; pero él… él era Angus y también lo quería mucho, muchísimo. Le medio sonrió pero no le dijo nada. No se le ocurrió que decir, aunque tenía ganas de abrazarlo y al mismo tiempo (odiándose a sí misma por cierto) empezar a golpearlo por ser tan idiota.

Miró con el entrecejo fruncido a Analenna cuando decía que él whisky le parecía precipitado.

Oye, pero tú me diste whisky… ¿o era para mi hermano? –soltó una risita, total Dan ya estaba acostumbrado a tomarse sus babas. Tomó también una cerveza, la destapó con la tumba en la que estaba sentada y brindó también por Daniel. No se dio cuenta de que ya estaban mandando al Muppet de regreso con ellos.

Encendió un cigarro, aunque no sabía muy bien si a James le molestaba que fumara. Ojala que si, al menos para tener un tema de conversación. Sacó un tubito de dulces de limón, los mismos que le habían echo reprobar la clase de Holland, y se lo metió a la boca.

¿Se me ve la lengua verde? –preguntó en general y la sacó para que todos la vieran, aún con el dulce en la boca. Qué lástima que no vino Luke para cantar, oye Aldrich… a mi me dijo un pajarito que tu también lo hacías muy bien.

Quería hablar con Angus, pero mejor se iba a esperar un rato más que estuviera más valiente por el alcohol.

Tenía una de esas caras de enojo mezclado con sorpresa que no podía contener aunque no estuviera enojada con Angus ni mucho menos con el chiquillo. Le había vuelto a sonreír por que se le había quedado mirando e incluso se agachó a su nivel para despeinar un poco su cabello amistosamente antes de que se fuera, o más bien, que Angus le indicara que fuera a molestar a la niña Cleverley. Se abrazó de él todavía con cara de enfado y ni siquiera sentir ese beso en el cuello le puso mejor cara; no sentía que estuviera sobre dramatizando ¡Eso no era cualquier cosa! Pearl nunca le había mencionado nada y estaba segura, muy segura, de que esas cosas le provocarían si no un conflicto, al menos una plática con ella.

-¿No es mi asunto? Pearlie es mi amiga, y estoy segura que no lo sabe. Y nadie había tenido la delicadeza de mencionarlo, gracias.

Él tenía la política de no meterse en los asuntos de sus amigos, pues bueno, ella tenía la política de comunicar la paternidad de los novios de sus amigas. Lo seguía mirando con mala cara pero le aceptó la cerveza y sonrió a medias cuando veía cómo destapaba la botella, como siempre alarmándose cuando lo veía hacerlo. Le dio un trago y le sonrió falsamente como diciéndole "muy gracioso" con eso de que él no tenía hijos. Si ella encontraba complicado asimilar una cosa así no quería saber de Pearlie. Respiró profundo y lo jaló de la camisa para besarlo. A ella tampoco le importaba sólo estar hablando con él aunque seguía tomando en cuenta a todo el mundo y, cómo no, las miradillas fugaces que alguna le dedicaba aquí y allá.

-Vaya, pues es bueno saber esos pequeños detalles de la vida de los demás, sobre todo cuando tienes algo con ellos ¿No? Miró de nuevo al chiquillo discretamente

-...Pues no se le parece mucho Hubiera añadido un "¿Estaba segura que era de él?" pero hubiera sido la más perra del mundo, y podía serlo, pero la verdad no quería decir esas cosas con Angus, mucho menos por que intuía que le tenía alguna clase de aprecio a la mujer o algo así. De nuevo respiró profundo, no quedaba más que armarse de valor para esas cosas.

Con la mirada que le lanzó Robin, Peach solo se encogió de hombros como diciéndole “qué te puedo yo decir, nada más no entiende el animal” y luego lanzó un exagerado suspiro resignado. Saludó al Muppet cariñosamente como siempre hacía y luego saludó a Autumn y a Adair, primero de lejos, que ya iría personalmente a saludarlos. Alzó una ceja molestando a Regina a propósito al ver las confiancitas que tenía con el tal James y luego le guió un ojo con complicidad. Después del regaño de la Abuela, lo que menos quería era seguir pareciendo antipática a los ojos de todos o amargarse de más por la presencia de Aquila.

Tan mal la ponía la presencia de la semiveela, que lo de Aldrich y el pasado ya le parecía cosa de nada. Por eso, con la broma del chico acerca de pegarle por ridículo, solo puso los ojos en blanco y respiró profundo como si estuviera exasperadísima, pero fingía. En realidad hasta le había parecido bonito y todo que le hiciera ese regalo a Regina.

-Ufff, ridiculísimo. Y 150 puntos menos para Slytherin por tu ridiculez.

Agregó sacándole un poco la lengua y dándole un par de palmadas a Aldrich en el pecho mientras pasaba por su lado para ir a donde estaba Robin, en el momento en que Angus se hacía del Muppet para presentárselo a Aquila.

-No te preocupes, Angus es responsable. ¿No has visto al maricón como cuida a sus perretes? Es un santo, tan bueno con los niños. Voy a saludar a Adair, que la última vez que hablamos en condiciones le dejé los brazos arañados, y no fue precisamente sexy o algo.

Pero antes de eso, brindó por iniciativa de Robin a nombre de Dan, alzando un poco de whisky de fuego porque a ella no le parecía tan precipitado, seguro por todas las veces que había bebido así con Angus –aunque su hermano tenía mil veces más aguante que ella- sonrió a Regina y le guiñó por enésima vez antes de ir a donde estaban Autumn, Adair y Abuela.

-¡Brackminster! Hey, ¿ya te recuperaste de los bracitos arañados? Perdóname, ni te pude pedir disculpas en forma luego de ese día fatídico. ¿Y tu chica?

Sofie no le caía tan bien, pero era educado preguntar por ella ¿no?. Ni que fuera Aquila.

La idea era primero pasar a tomarse un par de cervezas y luego irnos directo al cementerio de Hogsmeade, porque Regina había organizado una especie de festejo en memoria de nuestro querido amigo, hermano y colega Daniel Cleverley. Antes de pasar al pub, había medio logrado convencer a Pearlie de que me acompañara usando a Aquila como señuelo para el asunto, pero luego de estar un rato en el lugar, de estar diciendo idiotez y media y de ponerse medio briaga tras varios tragos, a Pearlie se le ocurrió decidir que siempre no le gustaba la idea, que estaba demasiado borracha como para ir a un lugar en el que no encajaba y en donde se iba a sentir terriblemente incómoda para de paso incomodar a los demás. Ni cómo insistir, porque cuando Pearlie se ponía en su plan… joder, ni como hacerle cambiar de parecer.

Así que ya sin poner demasiado de mi parte para llevarla, la llevé de regreso a Brigantia y tras asegurarme de que llegara a su dormitorio sana y salva, busqué en Smertios a Hakan Kristjánsson; ese mismo islandés medio famoso cuya existencia ya se me había olvidado en las últimas semanas, pero que en ese momento parecía el sujeto perfecto para ir con los demás colegas a Hogsmeade. Eso sí, como yo ya estaba medio entonado, pasamos primero por otro pub para tomarnos unos cuantos tragos más y joder… que se me pasaron las horas y para cuando me había dado cuenta ya no podía hilar una enunciado completo sin que sintiera que la mandíbula se me resbalaba de su lugar.

Pero de todas maneras asistiríamos. Fue Hakan, quien estaba en mejores condiciones, el que utilizó una aparición conjunto para que los dos llegáramos a Hogsmeade y eventualmente al cementerio aquel. Cuando llegamos, en el lugar ya se encontraban la propia Regina, Peach, Autumn, James, una chica que no identificaba, Adair, Aldrich... ¿Robin?, la insufrible de Aquila y angus cargando a... adivinen.

Angus dejó en el piso a Roman y el jodido crio caminó hacia donde se encontraba Reg junto al buen James Radan. ¿Estaría James flirteando con Regina?, posiblemente, y créanme que prefería mil veces que lo hiciera él a que la muy idiota anduviera tonteando con el pijo aquel… ¿cuál era su nombre?, bueno; seguro ya saben de quien hablo. Así pues, le di una palmada en la espalda a Hakan y le dejé la botella de vodka que había estado llevando en la mano para caminar medio tambaleante hasta donde estaban Reg, James y mi pequeño bastardo… así sin saludar a nadie ni nada.

Voy a ser breve con esto. Cuando me enteré de que Robin estaba embarazada, lo primero que hice fue reclamarle por tratar de meterme un niño que seguro era de otro cabrón… y ya se imaginarán la serie de chistosadas por las que pasamos durante los siguientes meses y años. ¿Qué puedo decir?, tenía yo dieciséis años y no tenía ni puta idea de cómo llevar la situación… de hecho creo que sigo sin ser capaz de manejarlo. La verdad no soy muy paternal, y sé que Miller le manda un cheque cada mes por algún argumento idiota acerca de su bendita descendencia; pero aun con eso, aun si no he funcionado como el padre que debería ser y aun cuando ni siquiera recordaba la última vez que había ido a visitarlo, al final de cuentas ese pequeño hijo de puta llevaba mi sangre, y la sangre llama… o algo así.

-Hey coleguita, ven y saluda a tu padre-

Lo cargué con ambas manos y lo dejé en el aire frente a mí, y de inmediato el niño hizo un gesto de pocos amigos mirándome directamente a los putos ojos. Hice a un lado la cabeza, observándolo, y él hizo exactamente lo mismo… entonces me di cuenta de que el muy listillo en realidad trataba de imitarme. “¿Te crees muy listo eh?, pequeño cabrón”, le solté, y lo acerqué más a mí rostro para que el bastardo se asustara o algo, pero no, solo seguía mirándome... fijamente a los ojos...

-¿Simpático eh?...-

Lo alejé de mi y se lo di a Regina para que lo cargara. No sé yo, pero el pequeño cabrón tenía un algo que me ponía como inquieto o nervioso. A saber...

Qué lástima no haber conocido más al hermano de Regina, porque se notaba que ella lo había querido mucho y todo. Cuando me dijo eso de que me habría llevado bien con él solo le acaricié el brazo y luego se lo besé exageradamente, terminando por darle una mordida. -¿No vamos a pegar una carrera entre las tumbas?-Pregunté alzando la mano y un poco la vista para poder picarle una de sus mejillas con la punta del dedo índice.

Estaba llegando bastante gente pero yo ni me iba a mover de donde estaba y más le valía a Regina tampoco moverse, porque la comodidad primero. Todo eso de ser más sociable me importaba poco si me estaba rodeando con las piernas. Por cierto ya estaba acariciándole un poco el tobillo esperando que su hermano en la tumba no se lo fuera a tomar a mal, pero tampoco le estaba trepando las manos por los muslos todavía.

Solté una carcajada por la aparición del regalo de Aldrich, el animalejo le encantó a Regina y me dio más risa que cuando jaló al chico casi me cae encima. No sabría decir que era lo que más me gustaba de Regina, pero definitivamente sus impulsividades estaban en los primeros lugares de la escala de mis afectos. Tomó el animal entre sus manos y me hice el sordo mientras Angus y ella hablaban. Había visto la reacción de Reg en el hospital y me alegró que ahora no le tuviera miedo porque el hombretón ese se veía realmente arrepentido.

Seguía sin saber mucho de cómo habían sido las cosas en ese momento y en el pasado pero a Regina le hacía bien limpiar sus aires. Jugó con la porquería esa de animal, que parecía muy amoroso, también era como una pelota, ¿serviría para jugar? Tendría que preguntárselo a su dueña.-¿Bota contra el suelo?-Le preguntó a Regina cuidando al animal y saludando al niño que iba hacia ellos sin saber que era el hijo de Joe, porque ese cabrón no me había contado nada.

Estiré el cuello para ver si la lengua se le veía verde pero no alcancé a ver nada. Me incorporé para quedar sentado frente a ella, no porque no quisiera que me siguiera abrazando, sino para comprobar el color. Le quité el cigarrillo y le di una calada. -A ver, enséñame la lengua.-Le pedí pero solo fue excusa para adelantarme y darle un beso. Nada escandaloso, nada más estaba jugando con ella, que no era algo de meterle la lengua hasta la garganta enfrente de todos sus amigos. A menos que ella quisiera, claro.

Alcé la mirada hasta Joe y su hijo, pensé que lo iba a tirar. Y no me importaba que tuviera un hijo, ni iba a preguntar el chisme. Cuando se lo dio a Regina para que lo cargara, estiré la mano para alborotarle el cabello (al niño, no a Regina).-Muy simpático, ¿cuántos años tiene? ¿Le prestamos a este animal? ¿Será seguro?

Regina gana 15 puntos de experiencia
Aldrich gana 8 puntos de experiencia
Angus gana 11 puntos de experiencia
Adair gana 8 puntos de experiencia
Annalena gana 11 puntos de experiencia
Peach gana 11 puntos de experiencia
Joe gana 8 puntos de experiencia
Robin gana 11 puntos de experiencia
Autumn gana 11 puntos de experiencia
James gana 11 puntos de experiencia
Aquila gana 14 puntos de experiencia