Una pausa.

Luke llevaba en un mes desde comenzada su vida como universitario ya una dosis de drama que a su parecer debería ser suficiente para cuando menos todo un semestre, no extrañaba entonces que estuviera de mal humor. Que los golpes que se había llevado al pelearse con Adair eran lo de menos y los había dejado sanar por si solos, nada de pociones para el dolor ni estupideces así. Podría ser un idiota, pero no un maricón. Y aunque se había llevado una mirada bastante severa por parte de Immendorff por presentarse en clases con la boca partida y un ojo morado, pero él se había dedicado a lo suyo por completo a clases y a lo suyo. Era una persona discreta en cuanto a sus desastres personales, pero con las marcas de la golpiza tan visibles resultaba complicado guardar un bajo perfil. Por fortuna ya la boca le había sanado y las marcas de los golpes desaparecido.

Ni de Adair ni de Sofie quería saber nada. Si querían estar juntos que lo estuvieran pero que no le pidieran a él que se alegrara, que le diera de palmadas a Brackminster y que tomara de la manita a Sofie a consolarla cuando las cosas con su novio le fueran mal. Y de cualquier manera aquel resultaba ser el menor de sus problemas. Todo el asunto con Anne lo traía vuelto loco y parecía que no existía fuerza humana ni mágica que pudiera calmar la mala voluntad de Loulou. Cada que se encontraba con su hermana volvía al mismo punto en que no confiaba para nada en que Anne se hubiera aparecido de la nada como lo hizo, que no era más que una vividora queriendo colgarse de la fama de su padre y que qué mierdas era eso de que hasta estuviera contribuyendo en el nuevo disco cuando ni siquiera él lo había hecho y era mucho más hábil para la música. Que de sí misma y su voz de ruiseñor lo entendía, ¿pero de esa? Casi exigía pruebas de ADN, y él pensaba que la única puta prueba que se necesitaba era un espejo.

Intercambiaba muchas cartas con Zack, que era quien peor lo estaba llevando al ser más chico y estar más aislado de todo. Todo lo que él sabía de Anne era lo que leía en los tabloides y lo que Loulou y él le contaban, que por la misma manera tan distinta que tenían de lidiar con todo aquello parecía que hablaban de dos personas distintas. Él no la creía una vividora sin escrúpulos engendro de Satán que llegaba para robarles a su padre. Le parecía que era quien menos culpa tenía de nada y de lo que pecaba era una pésima suerte al ser el foco de un lío tan gordo sin deber nada. Ella sólo quería conocer a su padre, ¿quién la iba a culpar?

Nada de eso significaba que ya la quisiera como si la conociera de toda la vida y hubiera sentido una conexión inmediata con ella. Se sentía extraño y confundido pero se lo guardaba para sí mismo. Probablemente la única persona con la que consideraría contarle sobre todo aquello era Joseph, quien resultaba ser casi hermano de Anne. Incómodo, cuando menos.

Detestaba verse involucrado en aquel tipo de desastres. Él a lo suyo; a sus clases, sus pociones, su música y que pasara lo que tuviera que pasar. Tratar de calmar a Loulou antes de que le tirara un cubo de pintura a Anne, tratar de reafirmarle a su hermano que las cosas no eran tan graves, tratar de pasar por completo de Sofie y Adair. E iba a comenzar por comer en condiciones, que hasta el apetito había perdido con todo. Por eso estaba sentado en el comedor con un plato de comida que parecía hecho para alimentar a dos personas, con todos sus libros metidos en una mochila negra llena, pero con su guitarra – bien resguardada dentro de su funda – reclinada contra la mesa.

(Si no era libre, ceno y me largo!)

El horario lo tenía exhausto, apenas y podía hacer nada con su vida que no fuera quidditch y pociones, pero no se arrepentía de haber tomado la optativa, aunque no fuera completamente capaz de asistir a todas las clases de Immëndorff. Disfrutaba que el semestre hubiera empezado tan cerrado, de hecho hasta había bajado su consumo en tabaco porque la exigencia física era mucha, pero por el contrario, había aumentado su consumo en proteínas.

Él no tenía tantas cosas en la cabeza como Luke, al menos no tantas cuestiones familiares. Seguía sin saber muy bien cómo eran las cosas con él o como habían sido cuando había vivido en Londres, pero podía esperar a encontrar a las personas adecuadas para que le contaran. No había querido abordar a Juno con preguntas todavía aunque ya daba por hecho que alguna relación podría sacar de ahí ya que su madre había sido cazadora de las Catapultas al mismo tiempo que su papá. Como fuera, estaba disfrutando de armar ese rompecabezas poco a poco, si hubiera sabido con lo que se iba a encontrar, lo estaría haciendo mucho más rápido.

Cualquier hora que tuviera programada para comer, ya fuera desayuno, comida, almuerzo, cena o merienda, era tremendamente sagrada. Aunque Leslie le había dado ese tip de las comidas preparadas, no era tan fanático tampoco, estaba bien solo para salvar el hambre un rato pero no para hacerse adicto o para alimentarse a base de ellas.

Tal vez por eso no le sorprendió que Luke Rayder, a quien Hákan no conocía de nombre ya que no se lo había aprendido, pero sí de vista por Pociones, tuviera en su plato una porción como para dos personas. Él por el momento solo se había hecho de su correspondiente dosis de fibra y proteína. Si eligió sentarse con él fue por que era una mesa no muy llena y él era más o menos un conocido de lejos.

-¿Tocas la guitarra? ¿Desde cuándo?-Preguntó sentándose enfrente de él pasando por alto las gentilezas de preguntar si el asiento estaba ocupado. Le llamaba la atención que alguien paseara su instrumento por el comedor. –Hákan Kristjánsson-Se presentó para que nadie dijera que era un grosero completo-soy oyente en tu clase de pociones.

- Desde que me aprendí a sentar solo. – Le respondió al chico que preguntaba por su gritarra, no de mala gana ni con tono antipático. No era ningún antisocial que rehuía de las personas y aunque por lo general no era alguien a quien le gustara presumir de sus logros, de lo desenvuelto que era en la música era algo de lo que se sentía sumamente orgulloso. Alguna vez habría pensado seguir los pasos de Dave, y suponía que sonaba bien ahora que podía hacer de su vida lo que le diera la gana, pero no se veía a sí mismo de esa manera dentro de 20 años, viviendo de gira en un autobús y haciendo de futura familia un desastre, no importaba cuánto dinero ni reconocimiento prometiera ese estilo de vida, ni la adictiva sensación de la adrenalina recorriéndote cuando reunías a miles de personas en un solo lugar sólo para que corearan tus canciones.

El asiento no estaba reservado para nadie pero ni así habría reaccionado de mala manera. – Luke Rayder, sí, te he visto en clases. – Le extendió la mano para estrechársela, que por apartarla del tenedor un segundo su asado no iba a cobrar vida espontáneamente y huir antes de que terminara con él. – Eres el islandés estrella, ¿qué no? Tienes a medio Brigantia hablando de ti ahora que sales en revistas y todo. – Debía ser emocionante, para alguien que se trataba de formar como jugador profesional, que ya te tuvieran en la mira y te reconocieran lo suficiente como para nombrarte joven promesa del quidditch.

Creía haber leído algo sobre que era hijo de un jugador pero su nombre no le parecía muy conocido. Él había crecido con quidditch norteamericano y de eso sí que podía recitar nombres, equipos, temporadas y logros. Adair también había sido reconocido pero le daba igual. Hijo de puta. Todavía recordaba como lo primero que Sofie le había contado de él era como presumía de la copa que había ganado. “Ganado”. Como si ni Joseph ni él hubieran estado ahí y hecho buena parte del trabajo.

- Yo pensé en inscribirme de oyente en quidditch. Fui golpeador. Pero soy demasiado perezoso para tanta disciplina. – Y no le avergonzaba reconocerlo. De entrenamientos diarios, de dietas controladas, de cuidar las estadísticas y practicar practicar practicar hasta dominar la técnica… lo hacía con los instrumentos, pero porque era algo que le apasionaba, y su interés en el quidditch no llegaba a tanta pasión como para cambiar de esa manera sus hábitos.

– No creo que sobreviviría comiendo nada más eso. – Porque no le pasaba por alto lo absurdo y casi obsceno que se veía su plato en comparación de las porciones tan controladas de atleta serio que él tenía. A dar gracias del buen metabolismo y el ejercicio que hacía o no le quedaba una duda que sería una masa sebosa de 1.90 de alto. Dio un trago a su vaso de refresco. Le supo desabrido. Necesitaba una cerveza.

Buena respuesta esa, él también había aprendido a montar escoba a muy temprana edad, pero no desde que se aprendió a sentar solo. Le estrechó la mano de vuelta e hizo gestos con las manos por los halagos incluídos en su saludo. A pesar de haber salido en la revista y que hasta Crawford lo había reconocido por una publicación pasada donde también se hablaba bien de él, no quería perder el piso ni la modestia o por lo menos no hacerlo abiertamente y que todos se dieran cuenta.

–Gracias, tengo grandes zapatos que llenar- Estaba frente a frente con un heredero musical que tenía como ejemplo a un padre músico exitoso, así que él debía saber a qué se refería. No sabía si Luke tenía idea de quien era el padre de Hákan o algo, pero no se iba a poner a explicarlo y la frase bastaría para dar a entender que tenía un buen ejemplo por delante, al menos en cuanto a quidditch se refería. No sabía que era pariente de Dave Rayder, ni siquiera se le ocurrió por el apellido. La fama del músico llegaba hasta Islandia aunque no fuera Björk, en su país era conocido, pero underground. No hizo la conexión.

-Sí, estamos cortos, pero vale la pena. Me hubiera decepcionado si me hubiera encontrado con menos que un intento de régimen militar. En los folletos le veía a Ayres cada de bonachón perdedor, pero se lo toma enserio, ahora pienso todo lo contrario- Si había ido a invadir su mesa, lo menos que le correspondía era hacer conversación y ser amable. Echó una ojeada a los brazos de Luke porque decía que había sido golpeador aunque admitía ser muy perezoso como para seguir con eso. Creía que la musculatura de los brazos hacía notar las posiciones en las que se jugaba.

-Yo tampoco sobrevivo, tengo que arreglármelas con varias comidas al día, pero sin pasarme. Necesito un plato como el tuyo, pero trato de controlarme- De verdad preferiría comer en grandes cantidades y mal a estar controlando tanto lo que comía. Su madre no lo reconocería pero era un gran cambio para bien, podría estar más sano.

-Deberías darte una vuelta en algún horario del entrenamiento técnico, al menos para presumir con el bate. ¿Estudiaste en Hogwarts? Casi todos vienen de ahí. Hay unos buenos, otros más alarde que otra cosa. Pensé que todos iban a ser un derroche de talento pero no tanto. ¿Conoces a Leslie Ayres? Es naturalmente buena-Si hablaba mucho y con la boca llena era porque le emocionaba hablar de quidditch, aunque fuera de quidditch universitario. Compartir opiniones, hablar mal de los que no eran tan buenos, esas nimiedades.

- Claro que iba a poner cara de bonachón reparte caramelos y arcoíris en el folleto. Si lo retratan pareciendo coronel en guerras postapocalíptica nadie se iba a inscribir en la carrera. – Casi rompe en carcajada solo de imaginarlo, pero algo de sentido tenía. Por mucho renombre y tradición que tuviera Brigantia hasta ellos tenían que valerse de algún truco de marketing de vez en cuando para empujar a que los indecisos se decidieran a estudiar ahí y no en cualquier otro lado. No podía decir que el folleto de pociones tuviera mucho atractivo visual. Imendorff salía retratado muy sobrio, muy serio. El de medimagia en cambio… que por McCreary el se dejaba auscultar cualquier día, joder. Pero que morbo le daba esa mujer.

- Quiero decir, obvio que Ayres sabe lo que hace. Si no ni estaría dando clases. Y si alguien se queje porque la cosa va demasiado estricta es que no tiene nada que andar haciendo ahí. Lágrimas, sudor y sangre porque en realidad te apasiona el juego y todo eso. – Si por eso el mismo admitía desde el principio que una carrera profesional no era para él. Si tuviera el talento necesario o no no sabía decirlo, obviamente él iba a decir que era bueno, ¿pero lo suficiente como para nivel profesional? Apenas alguien que realmente supiera de eso podría valorarlo. Pero como no estaba dispuesto a someterse a regímenes militares ni siquiera se planteaba el pararse ahí toda falsedad a fingirse el dios del quidditch.

Por inercia el también se miró los brazos cuando Hakán lo hacía aunque no comentó nada. Se había mantenido en forma tras terminar Hogwarts y vivir cargando equipo pesado en la gira ayudaba lo suyo a no perder tono muscular. Era un estilo de vida pesado, pero la experiencia no la cambiaba por nada.

- Entonces qué, ¿sin comida ni tabaco ni licor? Me voy a comenzar a sentir culpable por ponerte este plato en frente. – Le dijo bromeando antes de llevarse un bocado de carne a la boca. No, ni hablar. Demasiada disciplina para él. No habría durado ni una semana sin poder comer lo que quisiera.

- Tal vez lo haga. Si echo de menos jugar y todo eso. Me imagino que en algún momento alguien organizará un torneo o algo. De amateurs simples mortales como nosotros, ya sabes, para tener oportunidad contra las futuras superestrellas. – Más que presumir con el bate sentía deseos de romper un par de cabezas, pero aquello se lo guardaba para sí mismo. – Si, ahí fui a la escuela, me gradué hace dos años. Y claro que conozco a Leslie Ayres, era un verdadero dolor de cabeza y lo digo desde el fondo de la rivalidad deportiva. Era lo único rescatable de su equipo. No me sorprendió verla en el artículo también, de todos los suyos si alguien tenía talento como para trascender a esos niveles era ella. – Esbozó una media sonrisa. Orgullo Gryffindor ante todo. Y bien, reconocía que con todo y que Hufflepuff la mayoría de las veces no era la gran potencia, ese año que habían ganado la copa apenas y se lo había creído.

– Es lo que digo, yo puedo creerme lo máximo en el quidditch porque me lo tengo muy creído y mi mamá nunca me quiso bajar de mi nube pero eso no quiere decir que tenga lo necesario para ser un profesional. Te puedo asegurar que con lo estrictos de sus entrenamientos la mitad renuncian antes de que termine el año. Si no es que ya hay alguno llorando desde ahora. – Estaba gesticulando demasiado con las manos, pero qué decir, también le emocionaba hablar de quidditch.

-Sin comida que no sirva, sin tabaco y sin licor, pero no te sientas culpable, tú a lo tuyo. – Dijo señalando el plato de Luke. Lo del tabaco y el licor le costaba más que la comida, aunque a simple vista parecía imposible decidirse por alguna de las tres. La última vez que había bebido había sido en la fiesta del licántropo, aunque tampoco había bebido demasiado por estar haciendo cosas más importantes que emborracharse. Hasta ahora no había tenido síndrome de abstinencia pero podía suceder en cualquier momento.

-Ojalá alguien organice un torneo, y sino lo hacemos nosotros mismos, ¿por qué no? Con grupos mixtos de jugadores de la carrera y aficionados como tú –Dijo con risa llevándose un bocado a la boca, ya sabía que tenía el defecto de ser un ególatra pero esa vez lo había dicho completamente de broma, Luke no se veía como alguien que se ofendía fácilmente.

No parecía ser el único que tenía buena opinión sobre Leslie Ayres, pero ahora se lo aseguraba alguien que tenía mucho más de conocerla. –En Islandia las chicas no jugaban quidditch escolar, pero aquí hay por lo menos tres en la carrera, además de ella, otras dos de buen ver. Y he visto una que otra de oyente. Eso está bien, me dan muchas lecciones de humildad.

Se rió, porque ya se imaginaba gente llorando quejándose. Él trataba de no hacerlo pero sí había pasado buen tiempo mitigando sus dolores musculares con pociones que había aprendido desde el colegio pero que no había usado hasta el momento, pero no lloraba, no, eso tampoco.

-Es como todo, yo también me siento un poco inútil cuando estoy de oyente en sus clases de pociones me siento como impedido. Ustedes hacen todo muy rápido y muy bien, siento que un día Immëndorff me va a sacar por lento- Terminó su plato demasiado rápido y se hizo para atrás para golpearse la panza. Estaba satisfecho pero dentro de una hora fácil volvería a tener hambre, tendría que ver si podía llevarse un poco para al rato.

-Justo ahora es cuando me hace falta un buen cigarrillo, pero me voy a aguantar las putas ganas. A ver, a todos los de Hogwarts les pregunto lo mismo, ¿tú en qué casa estabas?. Es que me parece muy curioso todo eso de la repartición de casas. Nosotros nada, solo grupos por edades, tampoco éramos tantos como ustedes. Ah, ¿conoces a una tal Siobhan?-Pues terminó metiendo lo que de verdad quería preguntar en medio de toda una pregunta enredada.

Luke gana 11 puntos de experiencia
Hákan gana 9 puntos de experiencia