planeando navidades

Era la última clase antes de las Navidades y Othilia ya tenía todo preparado para viaja hasta Holanda donde supuestamente en mucho tiempo estaría toda su familia pues la noche del veinticuatro iban a dar una educada cena en honor a su invitado principal, Charles, para hablar de planes de futuro. La carta de su abuela y madre unos días después de la visita a casa los Luttrell fue clara, explicita y sin lugar a rechazo, ya debían poner una fecha para el enlace y no quería que fuera demasiado tarde, los negocios entre ambas familias estaba en un punto crítico, debían ya empezar a cerrarse todos los tratos.

Meditó y masticó la idea durante días. El proceso fue realizado en soledad para hacerse a la idea que quedaba poco tiempo de vivir su vida como alguien independiente y no porque no confiara en Charles para explicar sus dudas que poco a poco iba ocupando necesariamente un papel importante en su vida, más bien era una cuestión de digestión y aceptación de la realidad. Ocupando sus manos con un capuchino tibio abandonó la cafetería asintiendo ante la pregunta de su prometido y recordando que debía dar una parte del regalo de navidad para pasadas todas esas fiestas festejas en casa de uno y otro como pareja dedicada, poder disfrutar de él.

No obstante en su llegada a la sala común y sentándose en uno de los balcones, Othilia quedó un segunda absorta mientras los copos de nieve caían escuchando de fondo a Charles y dejando libros junto el café, encima la mesa – Por supuesto - parpadeó desviando los ojos de la nieve para centrarse en Charles y peinó un mechón rubio tras su oreja derecha – Suena como si escondiéramos algo – seria, tomó un sorbo del capuchino y relamiéndose los labios para quitar todo resto agregó – pero me parece bien – hizo una pausa para tomar una breve y profunda bocanada de aire y continuó con su exposición – debo decirte que mi abuela y mi madre necesitan una fecha, ya – miró un segundo la nieve y suspiró – creo que tengo una en mente, no sé si te gustará y seguro pones mil inconvenientes pero sabes que debemos dar si o sí un número y mes, el lunes – hizo una mueca como “entre tu mamá y la mía, ya no nos podemos escapar” – 21 de marzo.

Suavemente frunció el entrecejo ante el ataque de tos del muchacho y apretó los labios, el uno contra el otro, para no decir alguna palabra malsonante en el context pues en realidad, Othilia entendía esa reacción, ella misma había experimentado aquel nudo en la boca del estómago que no la permitía respirar cuando leyó la carta pero no quedaba de otra y conocía a su familia, una decisión era algo tomado de forma rotunda y tajante, no quedaba de otra.

- Es el final del invierno – agregó con toda la calma que siempre emanaba de su ser en esa cuestiones y dotando algo de frialdad a ese asunto para no caer en el temor constante que taladraba su cabeza cada noche. Bebió un poco más de café para también disipar el nudo de la garganta y buscar en su cabeza las palabras que había usado como auto excusa para aceptar aquel maldito día – ¿Para qué vamos a alargar más esto? – añadió alzando la vista y fijamente miró a Charles, tan flacucho y desgarbado parecía un viejo anciano asustado por que iba a perder su cargo en el ministerio.

– En enero cumplo diecinueve y mi madre ya no quiere atrasar más la boda – ese era el primer motivo, puede que su padre fuera reticente a ese enlace y seguro pondría el grito en el cielo (junto a un par de crucios a los elfos para descargar las tensiones del cuerpo) pero las cosas estaban así y ambos sabían que ya eran más marido y mujer que prometidos. Echó una rápida ojeada para cerciorarse que no había nadie cerca escuchando y agregó – además la situación va a cambiar en el mundo mágico y quiero estar casada contigo para cuando ocurra eso – las señales eran evidentes, ella misma ahora debía servicio a alguien que tenía un plan para solventar toda aquella barbarie y ya que todos hablaban del santísimo matrimonio entre ellos dos pues que por lo menos supiera que diablos esperar – y por último, faltará un trimestre para que termines tu carrera y abandones Brigantia – y tres meses para que pudieran vivir juntos pues luego solo para vacaciones hasta que ella terminara su licenciatura. Un nuevo suspiro antes de beber un sorbo de café – solo era una propuesta, no te atragantes más con el café.

Parpadeó sorprendida ante la pregunta del invierno pues resultaba un cambio radical en la conversación sobre los planes de boda y eludía una respuesta indirecta sobre la opinión de Charles respecto la fecha. Movió la cabeza suavemente para asentir, era de su agrado el invierno, el frío y la nieve pero cuando fue a beber de nuevo otro sorbo de café, Charles acercó de improvisto la silla hacia él haciendo que por poco el capuchino terminara adornando su maravillosa e impecable túnica azul oscuro. Obviamente el muchacho se ganó una mirada de reproche por cortesía de los ojos claros de la holandesa pero Othilia decidió pasar por alto el incidente pues después de todo, las cosas continuaban intactas – La tengo en un cajón de mi baúl – miró a Charles desde la proximidad, reparando un segundo en sus facciones y terminando por beber un sorbito más de café.

Regalos, ahora detalles que llevar a su casa, estaba desviando el tema de la fecha claramente y Othilia no sabía si eso era bueno, malo o indiferente. Había quitado los guantes a su llegada así que notó el contrate de temperaturas cuando entrelazó sus dedos con los suyos, desvió un segundo sus ojos hasta las manos y agregó con tono neutro, algo molesto por no recibir una opinión cuando ella era quien peor estaba pasando las noches – ya tengo los regalos por parte de los dos, conozco mejor a mis padres y abuelos – supuso que no importaría pedir consejo en esas cosas era una cuestión práctica, él podía ayudarla con los de sus padres puesto que ya estaban de vacaciones y quedaban unos días para Navidad – y sí, mi abuela necesita que todos vayamos formales o entrará en paro cardíaco junto a mi madre – no pudo eludir la sonrisa que se instauró en sus labios a razón de la imagen mental, las adoraba y quería pero eran algo exageradas con el protocolo formal.

Recordó entonces la parte del regalo que debía darle por su parte y sin quitar los dedos apresados, alargó la mano libre para abrir uno de los libros que había llevado, sacando un sobre blanco y entregando a Charles – Por Navidad, adelantado – aunque en sí, el regalo iba a ser atrasado porque deberían hacerlo pasado todas las reuniones familiares – Siempre dices que tenemos que hablar y conocernos como ahora con la lista, pensé que podíamos ir dos días a una cabaña que tienen mis abuelos en los Alpes Suizos – señaló el sobre – es la dirección para el traslador – miró sus ojos y arrugó la nariz - ¿Feliz Navidad?

La verdad que el viaje no había estado en sus planes inmediatos pero las chicas Leloup hicieron que Othilia abriera algo más los ojos para ver que una mera vuelapluma no era regalo decente para alguien con quien se suponía iba a compartir la vida… a raíz de un día no definido aún. Fuera como fuera, tomó la decisión ella sola y encargó de hacerse la semana anterior con las llaves guardadas en un cajón de la casa sin decir más nada ni a sus padres ni a sus abuelos. ¿Podía haber hablado con alguno de ellos para ponerlos al día de sus planes? Claro, sería lo ideal pero no veía tampoco la razón de explicar sus planes y menos si no estaban en la casa para esos entonces, no depararían en su ausencia más que para creer que había vuelto a Brigantia para estudiar.

- Esa es la idea pero si quieres puedo pasarte en la cena la lista y vas pensando preguntas – murmuró después de abrir los ojos tras el beso en la comisura de los labios. Recargó la espalda en la silla y desvió la atención de sus orbes hacia la nieve caer, quedando absorta con el sutil movimiento de un pequeño copo que fue a caer en la barandilla, derritiéndose a los pocos segundos - ¿Mi padre, qué? – giró abruptamente la cabeza hacia el chico por la pregunta, parpadeó sin entender el motivo de incluir su padre en el asunto de cabañas y regalos pero algo, una conexión mental, hizo que entendiera si su padre iba a montar gran escándalo por la noticia.

En verdad no iba a decir nada porque no sabía que iban a pasar dos días en plena montaña solos, eso era otro de los motivos por los cuales tomó las llaves a escondidas, no deseaba crear más malos conflictos entre padre de la novia y prometido que los existentes a raíz de esos celos inhumanos de Jev, en verdad, no había hecho ni el esfuerzo de hablar con Charles, limitaba sus actos a avadarlo con los ojos y gruñir todo tipo de impropios a cada tanto veía a Luttrell tomar la mano de su hija.

- Ah… - asintió dibujando lentamente una pequeña sonrisa ladeada y posando una vez más los ojos en el vaivén de los copos de nieve – En realidad no sabe nada de nuestra excursión y espero que siga así – hizo una breve pausa y terminó su café – nadie sabe que vamos a ir allí tampoco es que influya mucho en sus quehaceres, ellos estarán trabajando a esas alturas y yo de vuelta en Brigantia así que ausentarme un par de días de la facultad no va a resultar el fin de la era.

Terminaría con un dolor palpitante en las cervicales cuando durante mucho rato continuara girando la cabeza de manera abrupta a cada tanto que Charles formulara una pregunta. Fijó sus ojos en él, entrecerrando un poco los ojos por la proximidad sospechosa del muchacho y conteniendo la sonrisa por la cara de adivino frustrado que traía en el rostro. No contestó a su pregunta porque Othilia creía que cada uno hacia los regalos que consideraba oportunos para la otra persona aunque fueran inadecuados después pero en especial, gustaba mantener la sospecha del regalo hasta el final pero Charles frustró sus condenados planes cuando dijo en voz alta el detalle de la vuelapluma.

En verdad no supo si la mueca de disgusto vino a raíz de conocer el regalo o por la maldita conexión mental para comprar el mismo regalo sin siquiera dirigirse dos palabras sobre el tema pero rauda, subió un dedo para cubrir los labios de Charles – Shh, no me digas – bajó la mano para recibir el beso, cerrando los ojos y respondiendo con suavidad, suspirando contra ellos antes de separarse para recibir de improvisto la noticia que iban a retomar el tema objeto de discusión.

Prestó mucha atención mientras bajaba la mirada hacia las manos y jugaba con sus dedos para buscar los de Charles y entrelazarlos, empezaba a necesitar aquella calidez – Charles estás hoy muy críptico – añadió como respuesta a su pregunta porque en realidad Othilia no sabía por donde iban los tiros, ni tenía una ínfima idea de que se refería - ¿Qué es, qué? – suspiro, acomodandose mejor en la silla para estar justo cara a cara a él, recargando sus codos en el respaldo de la silla y mirando fijamente los ojos de su prometido – Si preguntas sobre la cena, es algo muy educado y solemne. Comida tradicional holandesa, charlas por parte de mis abuelos y discurso de mi padre, luego el intercambio de regalos y cada uno a dormir. Por cierto, mi abuela quiere que te pregunte si vas a quedarte a dormir para prepararte una habitación en condiciones, no es obligación solo una cuestión.

No importó que rechazara la invitación de su abuela. Mejor así, evitaba roces ocasionales de su padre con Charles en algún pasillo poco transitado y perdía a temprana edad el prometido antes de casarse. Los ojos de la rubia viajaron desde su rostro lentamente por el cuerpo de Charles hasta llegar a esa mano que rozaba sutilmente su rodilla, el contacto cálido estremeció su cuerpo y dejó escapar un suspiro que rápido se condenso en el aire por el frío de la nevada – Todo un plan de huída – en su vida había hecho una cosa como aquella, omitir cierta información a su familia para hacer algo que considerarían poco apropiado, sin embargo la idea era tentadora y hasta podía resultar interesante. Recibió el beso a ojos cerrados pero pronto los abrió para ver donde iba el muchacho, poniéndose en pie y cuando solventó la duda, mencionando a la señora Luttrell, Othilia solo asintió volviendo la mirada hacia el oscuro cielo y ante el susurro, apretó los labios y disimulo el suspiro.

Después de pasarle el problema de la boda, desapareció. Othilia no tenía nada pensado para ese día, excepto la fecha que analizó con detalle para no dejarse nada a esas cosas del azar, importaba poco las flores, el vestido, los invitados y todas esas cosas que a otro tipo de novias traería de cabeza. A esas alturas decir que no quería casarse sería estúpido desde la cena de los Luttrell ya se había hecho la idea así que ella consideraba la ceremonia como algo útil, “la boda” no todo los preparativos de la boda. Cecile ya había enviado varios catálogos que Othilia coleccionaba en un rincón de su escritorio pero que había pospuesto hasta ese mismo momento. Tomó una larga respiración y puso su cuerpo en pie para caminar hasta la barandilla donde alargó la mano para cazar uno de los copos de nieve cuya vida tan efímera terminó sobre la fría piel de la holandesa.

- ¿Yo tengo qué decir como es? – añadió cuando escuchó los pasos a sus espaldas y vislumbró por el rabillo del ojo la figura de Charles – Más bien pregunta a tu madre, parece mucho más dedicada a todo el asunto – no era reproche solo la verdad. Usando un dedo indicó que se acercara a ella y cuando estuvo a su alcance, empezó a acomodar su chaleco – Me ha enviado cien catálogos sobre “la novia bruja del 2012” – hizo una pausa y alargó el cuello para darle un beso suave en los labios – prométeme que durante la cena si mi padre te propone ir a dar una vuelta para enseñarte los jardines, rechazarás la oferta.

- No usa esos métodos.

Respondió contra sus labios antes de sentir como sus labios eran apresados de nuevo y estrujando la tela del chaleco entre sus dedos, estiró el cuello para hacer más dinámico y profundo el beso. Una vez Charles retomó el tema de su madre, Othilia entreabrió los labios para dejar paso a la punta de la lengua que resiguió el inferior, humedeciéndolo un poco mientras escuchaba la verdad de la situación y aunque reticente debía darle la razón a los Luttrell, tomaría las decisiones más importantes pese a su reticencia a intervenir en los preparativos por su apretada agenda.

Hacía tiempo que ya había perdido sentido la definición de espacio vital cuando Charles estaba a su lado, dejó que los brazos hicieran más presión sobre su cintura, acomodándose bajo ellos, rozando con sus rodillas los muslos del chico y pegando los codos en su bajo torso para reseguir con la diestra el filo de su chaleco y ascendiendo la otra mano par acariciar con la yema de los dedos su cuello, lentamente, posando uno a uno sobre la delicada piel. Una caricia provocada por el suave roce de su nariz contra su fuerte cuello y escuchó las palabras susurradas a su oído que en otro momento hubiera hecho enfurecer a Othilia pero ahora, después de un tiempo de trato, veía que a veces las palabras de Charles no iban como un ataque más bien para conocer como ella la mera respuesta a la pregunta formulada.

- Seguiré mi carrera – susurró contra su oído con determinación antes de dejar un delicado y suave beso bajo el hueco de su oreja, separándose un poco para mirar sus ojos directamente – Tendremos tres meses más vacaciones, ¿cinco meses? – argumentó buscando lógica a las palabras. En teoría los matrimonios jóvenes debían buscar tiempo para estar juntos pero Brigantia y los estudios de Othilia (la cosa de llevarse tres años) iban a significar un problema. Realmente había pensado en ello como todo, Othilia no dejaba nada a la eventualidad, y solo había dos opciones – en septiembre empezaré las clases de nuevo y tu buscarás trabajo para llegar a ministro – a esas alturas ya estaba convencida de eso – solo veo dos opciones factibles. La primera buscarme una universidad más flexible o segundo que tu estudies otra carrera en Brigantia – buscó sus labios para dar un suave beso - ¿sigues pensando que tu amigo Burroughs será el padrino?

Nunca nadie dijo que el camino para una boda fuera construido con nubes de algodón, el choque de frentes, suave y cariñoso, hizo que sonriera un poco y encogiera sus hombros sin saber qué decir, las cosas estaban complicadas pero no había más solución, ella encontraría la manera para compaginar estudios y una vida en matrimonio así tuviera que cursar leyes por correspondencia, no pensaba dejar una relación a las eventualidades de la vida, Othilia no era así, si iba a casarse cumpliría con sus obligaciones.

- No me importa que sea Aldrich pero que aprenda a cerrar ese día la boca – no iba a objetar más nada respecto a ese punto. Si Charles deseaba que Burroughs ocupara ese lugar en el enlace, Othilia complacería sin terciar ni una sola palabra más porque ella decidiría otras cosas mucho más importantes solo que el chico aprendiera a no llevarle la contraria ese día en el enlace, respecto a sus ideales, sabía que Charles iba a vigilar que no terminara descarriado y yéndose por mal camino, igual, sentía cierta confianza a raíz de la reunión y sus palabras más o menos acertadas.

Miró hacia abajo donde estaban los codos de Charles, resiguió con sus manos la forma palpando encima de su camisa y terminó llevando las manos bajo sus brazos para abrazarlo suavemente por la cintura. Apoyándose volvió a alargar el cuello para darle otro beso en los labios y en ese momento, cuando la brisa fría de la nevada sacudía sus cabellos platinados hacia Charles, sintió la necesidad de preguntar algo después de todo, importante y vital para que aquello terminara bien dejando de lado los percances entre familias.

- ¿Yo te gusto? – una vez él pregunto si era buen partido y ella respondió que sí pero nunca había escuchado por parte de su prometido nada. Bien podía ser un afán excesivo por cumplir los deseos de la familia o los bajos deseos carnales que empujaban a estar a su lado hasta conseguir aquello que buscaba desde hacia unos días – Hablas siempre de las obligaciones con la familia pero nunca has hecho referencia alguna a eso – un temblor cruzó sus brazos producto del frío, la espalda estaba casi empapada por los constantes copos que se adherían lentamente – me prometes ser feliz pero no sé si yo te puedo hacer feliz. ¿Lo hago? Soy rara pero me estoy esforzando

¿Quién podía saber si las intenciones de Charles para hacer factible aquel matrimonio venían a raíz de un golpe cuando motaba a hipogrifo? Othilia no necesitaba del mucho verbalizar el gusto por su físico, la holandesa solo quería una prueba válida para sentir que los pequeños gestos pero grandes pasos que estaba realizando en los últimos meses eran significativos para el inglés, saber que el gusto era mutuo y no una cosa dirigida en una dirección. Necesitaba aquello para relajarse y sentirse más cómoda en su relación así como segura con la fecha propuesta.

A ojos cerrados, respondió a cada beso suavemente, más atenta a las palabras que a los labios del muchacho. Sonrió a medio lado, divertida por la mención de la primera cachetada porque en realidad el único que estalló en carcajadas aquella interesante noche fue su padre cuando vislumbró el genio contenido de su pequeña puesto que su madre y abuela pusieron el grito en el cielo por tan atrevido gesto. No sabía como era posible pero parecía que las van Lieshout estaban espiando aquel día cada uno de sus movimientos, temiendo que el mal trato fuera a truncar sus planes futuros sobre negocios y dinero pero parecía que a la larga, los planes habían resultado tener un final no esperado para las mujeres.

Descubrió sus orbes azules bajo los párpados cuando escuchó la definición de “mala” y seria, acotó la distancia un paso cuando la mano de Charles instó a ese gesto, afianzando los dedos en la cintura de su prometido y entrecerrando los ojos cuando tragiversó como un patán sus palabras, solo por el puro placer de restregárselas por el rostro. Othilia abandonó el lateral derecho para alzar la mano y paciente, colocó un dedo bajo el mentón de Charles, acercándolo a sus labios para susurrar a escasos milímetros de su boca – hueles muy bien, nunca dije tal cosa.

Rozó con sus labios los del chico, acariciando su superficie muy muy suavemente, tanto que más que beso podía considerarse un afortunado encuentro imprevisto. Lentamente una sonrisa atrevida surgió en sus labios sonrosados y dejando vagar la amenaza indirecta en el tono de las palabras que vinieron a continuación, susurró contra su cálida boca en un lenguaje apto y fácil comprensión para ambos – Si tanto molesta el improvisto cambio de la situación, instauro de nuevo las fronteras de mi espacio personal, te exilio y decreto como pena por infracción de la ley una cachetada, omitiendo el tratado de paz firmado anteriormente entre las dos partes – besó suavemente y terminó estirando su labio inferior entre sus dientes como bien había aprendido hacer unas noches atrás en la casa Luttrell – Esta bien - pausa y agregó entre dientes - Me retracto de la confesión sobre el hipotético asco que sentía para… tu gozo personal. ¿Satisfecho? – odiaba darle la razón y por eso apartó el rostro, mirando hacia un lateral y posando las palmas de sus manos sobre su torso para obtener algo de distancia entre los cuerpos - Pon una misiva en el Profeta- miró el reloj de pulsera y recordó que había quedado con una compañera de clase para repartirse el trabajo para Navidad. Besó sus labios de manera corta y agregó - Llego tarde, nos vemos el lunes - besó de nuevo sus labios y salió rauda a su siguiente reunión