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Baila, baila, baila
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Universidad Brigantia de Estudios Mágicos :: Mundo mágico :: Callejón Diagon :: Heladería Florean Fortescue
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Baila, baila, baila
La cena de navidad había estado bien y mal. Bien porque por fin había dejado los libros un rato, que la habían mantenido absurdamente ocupada durante todo el semestre luego de que retomara con demasiada pasión la carrera tras el exabrupto con su hermano y el asunto de la licantropía. Por cierto, estaba bastante preocupada por lo que estaba pasando en el Ministerio, pero Angus parecía estar más preocupado por ser estúpidamente feliz dentro de su relación amorosa que por esas cosas, algo que por supuesto, a su hermana y a su padre les ponía los pelos de punta. En navidad había tenido que soportarla, además, y así seguiría siendo cada luna llena también hasta que Angus entrara en razón, si alguna vez lo hacía.
Amargada por eso y amargada por que le daba síndrome de abstinencia por no estudiar –así de mal- y no tener nada que hacer, habiéndolo adelantado todo hacía un par de días, lo único que le quedó fue ir al Callejón Diagon a la droguería para cambiar unas pociones que le habían dado por navidad pero que no le servían, así que buscaría unas que igualaran el precio y le fueran mucho más útiles. Le sentaba bien estar sola así que hasta se entretuvo entre las tiendas y también en Slug & Jigger mirando los frascos y poniéndose curiosa como hacía mucho que no hacía.
Cuando terminó de eso, solo le quedó ir a la Heladería, no por helado porque el clima estaba inclemente como para eso, sino para ver si le servían ahí algo que le calentara el cuerpo. Afortunadamente su menú era variado así que no se decepcionó y se sentó en una mesa cercana a la puerta y a una ventana que daba a la calle principal. Desde ahí podía ver a la gente pasar cuando alzaba su libro de la novela que le había robado a su padre de su habitación y que se llamaba “Baila, Baila, Baila” y que además era como viejísima.
Fue en una de esas afortunadas casualidades que vio a Adair pasar. Por un momento prefirió dejarlo estar pero terminó dando unos golpes casi frenéticos en el vidrio para llamar su atención y una vez hecho eso, le hizo señas para que entrara al local. Tenía como bastante que no hablaba con él, desde la fiesta de muertos de Regina, lo que ya parecían muchos años, aunque no.
Amargada por eso y amargada por que le daba síndrome de abstinencia por no estudiar –así de mal- y no tener nada que hacer, habiéndolo adelantado todo hacía un par de días, lo único que le quedó fue ir al Callejón Diagon a la droguería para cambiar unas pociones que le habían dado por navidad pero que no le servían, así que buscaría unas que igualaran el precio y le fueran mucho más útiles. Le sentaba bien estar sola así que hasta se entretuvo entre las tiendas y también en Slug & Jigger mirando los frascos y poniéndose curiosa como hacía mucho que no hacía.
Cuando terminó de eso, solo le quedó ir a la Heladería, no por helado porque el clima estaba inclemente como para eso, sino para ver si le servían ahí algo que le calentara el cuerpo. Afortunadamente su menú era variado así que no se decepcionó y se sentó en una mesa cercana a la puerta y a una ventana que daba a la calle principal. Desde ahí podía ver a la gente pasar cuando alzaba su libro de la novela que le había robado a su padre de su habitación y que se llamaba “Baila, Baila, Baila” y que además era como viejísima.
Fue en una de esas afortunadas casualidades que vio a Adair pasar. Por un momento prefirió dejarlo estar pero terminó dando unos golpes casi frenéticos en el vidrio para llamar su atención y una vez hecho eso, le hizo señas para que entrara al local. Tenía como bastante que no hablaba con él, desde la fiesta de muertos de Regina, lo que ya parecían muchos años, aunque no.
Peach Finnerty- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 16/10/2012
Re: Baila, baila, baila
Harto estaba de las mujeres, una no terminaba de meterlo en un lío que la siguiente ya estaba tramando planes maquiavélicos para robar su tiempo y atenciones. Unos días en Cancún, amargado y gruñón, aguantando la frescura de Autumn y la jovialidad de Elizebeth habían casi terminado con su santísima paciencia. Fue buena idea claro pero para las hermanas pues él no había hecho otra cosa que tostarse bajo el sol junto a Flema, escuchando los cuchicheos y cotilleos de las dos hermanas que por poco hacen que Adair buscara su varita para auto avadarse, un hechizo seco.
Lo peor no fue eso, no, ya cuando creyó haber cumplido con sus obligaciones familiares, ejercer de buen hermano y dejar satisfecha a su madre, Clarisse apareció estresada con su hijo de dos años para que Adair cuidara unas horas de él mientras ella dedicaba sus esfuerzos a ejercer más o menos su profesión en el ministerio. Claro que puso mil objeciones, negó rotundamente, pasó la responsabilidad a Autumn pero desgraciadamente no sirvió de nada pues tras diez minutos de acalorada discusión, quedó con el niño en brazos y un gruñido en la garganta mientras la otra Brackminster desaparecía.
El problema no era el mocoso con quien tenía muy buena relación, más bien se trataba de estar concediendo día a día deseo a cada mujer que pasaba delante de sus narices, fuera novia, amiga, hermana o vecina. Resignado, cargó a Thaddeus y desapareció con él hacia Diagón. El niño casi de inmediato quiso bajar y raudo, corrió directo hacia la tienda de Quidditch unos metros en línea recta mientras su tío con total naturalidad, vigilando en la lejanía, sacaba un cigarro para fumar, hastiado con la vida.
Justo en el momento en que estaba encendiendo el cigarro, unos golpes en el vidrio hicieron girar la cabeza de Adair hacia el interior de la heladería donde ni más ni menos se encontraba Peach Finnerty. Enarcó una ceja y sonrío guardando el cigarro, ya creía que estaba muerta entre toneladas de libros médicos. Asintió ante la oferta de acompañarla y tras silbar a su sobrino como perro para que viniera, esperó a que llegara corriendo, abrió la puerta y entró tras él en la heladería respondiendo a las preguntas del niño sobre si iban a comer helado con un “sí, claro” seco y rotundo.
- Quitaré la orden de busca y captura que había contra ti en el ministerio – añadió empujando a Thaddeus por los hombros para que fuera hacia la mesa. El niño a su llegada colocó las manos encima la mesa y miró a la chica con fascinación mientras Adair ocupaba el asiento delante de la chica – Te presento a mi hijo – por la edad hasta resultaría creíble. Una larga pausa y añadió entre carcajadas – Mentira, es mi sobrino Thaddeus. Gañán, saluda a tu futura mujer – el niño murmuró algo como “yo no quiero niñas” y tomó la carta de helados para mirar los dibujos pues aún ni leer sabía – ¿Me la quedo yo? – el niño asintió y Adair soltó una carcajada – Es un infame. ¿Qué te cuentas, Peach?
Lo peor no fue eso, no, ya cuando creyó haber cumplido con sus obligaciones familiares, ejercer de buen hermano y dejar satisfecha a su madre, Clarisse apareció estresada con su hijo de dos años para que Adair cuidara unas horas de él mientras ella dedicaba sus esfuerzos a ejercer más o menos su profesión en el ministerio. Claro que puso mil objeciones, negó rotundamente, pasó la responsabilidad a Autumn pero desgraciadamente no sirvió de nada pues tras diez minutos de acalorada discusión, quedó con el niño en brazos y un gruñido en la garganta mientras la otra Brackminster desaparecía.
El problema no era el mocoso con quien tenía muy buena relación, más bien se trataba de estar concediendo día a día deseo a cada mujer que pasaba delante de sus narices, fuera novia, amiga, hermana o vecina. Resignado, cargó a Thaddeus y desapareció con él hacia Diagón. El niño casi de inmediato quiso bajar y raudo, corrió directo hacia la tienda de Quidditch unos metros en línea recta mientras su tío con total naturalidad, vigilando en la lejanía, sacaba un cigarro para fumar, hastiado con la vida.
Justo en el momento en que estaba encendiendo el cigarro, unos golpes en el vidrio hicieron girar la cabeza de Adair hacia el interior de la heladería donde ni más ni menos se encontraba Peach Finnerty. Enarcó una ceja y sonrío guardando el cigarro, ya creía que estaba muerta entre toneladas de libros médicos. Asintió ante la oferta de acompañarla y tras silbar a su sobrino como perro para que viniera, esperó a que llegara corriendo, abrió la puerta y entró tras él en la heladería respondiendo a las preguntas del niño sobre si iban a comer helado con un “sí, claro” seco y rotundo.
- Quitaré la orden de busca y captura que había contra ti en el ministerio – añadió empujando a Thaddeus por los hombros para que fuera hacia la mesa. El niño a su llegada colocó las manos encima la mesa y miró a la chica con fascinación mientras Adair ocupaba el asiento delante de la chica – Te presento a mi hijo – por la edad hasta resultaría creíble. Una larga pausa y añadió entre carcajadas – Mentira, es mi sobrino Thaddeus. Gañán, saluda a tu futura mujer – el niño murmuró algo como “yo no quiero niñas” y tomó la carta de helados para mirar los dibujos pues aún ni leer sabía – ¿Me la quedo yo? – el niño asintió y Adair soltó una carcajada – Es un infame. ¿Qué te cuentas, Peach?
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Baila, baila, baila
Giró la cabeza para ver cuando entraba Adair, curiosamente acompañado de un niño pequeño que le sacó una sonrisa. No solía convivir con muchos niños chicos porque todos eran ya mayores de 18 en sus círculos más cercanos y nadie tenía hijos todavía –ojalá no los tuvieran además, Peach no terminaba de entender los idilios amorosos de los que antaño fueran los hombres de su vida- así que más bien lidiar con un niño chico era refrescante.
-No seas exagerado, estaba en Ogmios todo el tiempo, estudiando y siendo esclava de McCreary.
Pero se lo dijo sonriente y un poco avergonzada porque era verdad que se había desprendido del mundo solo para hundirse en su amargura y sus estudios, y lo mismo parecía haber pasado con sus amigas, incluyendo a Loreen y a Annalena, necesitaba nuevas amistades que fueran menos ñoñas, parecía que estaba de moda ir a fiestas secretas y ponerse ebrio hasta la inconsciencia.
Miró a Thaddeus con una sonrisa amplia y le pasó la mano por el cabello mientras él la miraba, aunque alzó la mirada hacia él sorprendida por la declaración de que era su hijo –seguro no con Sofie, claro- algo condenadamente creíble ya que hasta Joe tenía uno. Pero luego Adair se carcajeaba dándole a entender que no era más que una broma.
-Por los dioses, te lo creí por completo. Hola Thaddeus.
El niño, por supuesto, no quería saber nada de niñas y Peach fingió que hacía un puchero por su rechazo, riéndose después porque al muy desprendido le daba igual si Adair se quedaba con ella. Le dio un sorbo a su taza, porque no había helados para ella y se le quedó mirando a Thaddeus también fascinada por a manera en que veía los dibujitos de la carta.
-Ahora mismo mi reloj biológico está volviéndose loco, creo que quiero un crío. Como el de Robin.
Pero no, seguro no podría con ello y tal. Robin parecía ser genéticamente extraordinaria en ese sentido, pero Peach seguro se volvía loca entre la carrera y un bebé, aunque era cierto que estaba enternecida hasta la médula.
-¿Qué tal las fiestas? Mi papá mencionó al tuyo en medio de la borrachera de navidad, habló de quidditch y de los talentos de sus generaciones. Se puso mal mal mal.
No era secreto para nadie que David Finnerty tenía un trauma por no haber logrado entrar al quidditch profesional por ser un licántropo a pesar de sus talentos innatos casi absurdos, talentos que además ninguno de sus hijos había heredado, a diferencia de Adair.
-No seas exagerado, estaba en Ogmios todo el tiempo, estudiando y siendo esclava de McCreary.
Pero se lo dijo sonriente y un poco avergonzada porque era verdad que se había desprendido del mundo solo para hundirse en su amargura y sus estudios, y lo mismo parecía haber pasado con sus amigas, incluyendo a Loreen y a Annalena, necesitaba nuevas amistades que fueran menos ñoñas, parecía que estaba de moda ir a fiestas secretas y ponerse ebrio hasta la inconsciencia.
Miró a Thaddeus con una sonrisa amplia y le pasó la mano por el cabello mientras él la miraba, aunque alzó la mirada hacia él sorprendida por la declaración de que era su hijo –seguro no con Sofie, claro- algo condenadamente creíble ya que hasta Joe tenía uno. Pero luego Adair se carcajeaba dándole a entender que no era más que una broma.
-Por los dioses, te lo creí por completo. Hola Thaddeus.
El niño, por supuesto, no quería saber nada de niñas y Peach fingió que hacía un puchero por su rechazo, riéndose después porque al muy desprendido le daba igual si Adair se quedaba con ella. Le dio un sorbo a su taza, porque no había helados para ella y se le quedó mirando a Thaddeus también fascinada por a manera en que veía los dibujitos de la carta.
-Ahora mismo mi reloj biológico está volviéndose loco, creo que quiero un crío. Como el de Robin.
Pero no, seguro no podría con ello y tal. Robin parecía ser genéticamente extraordinaria en ese sentido, pero Peach seguro se volvía loca entre la carrera y un bebé, aunque era cierto que estaba enternecida hasta la médula.
-¿Qué tal las fiestas? Mi papá mencionó al tuyo en medio de la borrachera de navidad, habló de quidditch y de los talentos de sus generaciones. Se puso mal mal mal.
No era secreto para nadie que David Finnerty tenía un trauma por no haber logrado entrar al quidditch profesional por ser un licántropo a pesar de sus talentos innatos casi absurdos, talentos que además ninguno de sus hijos había heredado, a diferencia de Adair.
Peach Finnerty- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 16/10/2012
Re: Baila, baila, baila
- Te regalo este, no es mío.
Seguramente Clarisse y futuro cuñado, Jonathan, no estaría muy contentos con que Adair regalara a la criatura como si fuera caramelo de reyes pero si la chica quería un hijo mejor prestarle ese saco de desesperación por dos horas (no aguantaría más) y todas las ganas se irían a pique. El niño miró a Peach nuevamente fascinado como si en cambio de ver a la chica vislumbrara su mejor juguete, la cosa más bonita del mundo pero tozudo por genética, volvió los ojos oscuros a la carta de helados y tirando de la chaqueta de Adair con fuerza, señaló el helado más grande de toda la puñetera carta como si su tío fuera multimillonario. Los ojos del smertios se posaron en la carta, rodó los ojos, tomó a Thaddeus de cualquier manera por la cintura y sentó su menudo cuerpo sobre una de sus piernas.
- Bien, viajé con mis dos hermanas pequeñas unos días, era el regalo de cumpleaños de Elizabeth y mejor pues pasemos la Navidad lejos de todo el asunto de marcas tenebrosas. ¿Y tú? – encogió sus hombros, no era algo común entre hermanos pero fue decisión de los dos regalar algo extraño por el dieciséis cumpleaños de la más joven Brackminster – Seguro Darren también mencionó el tuyo en la cena. No olvida aún que tu padre besó primero de todos a la primera mujer del mío, ahí donde lo ves con toda su “bondad” de profesor, es un hombre rencoroso – negó con la cabeza y miró a Thaddeus que picaba con un dedo la foto del helado para captar la atención de su tío – Gana dinero y te compras cuantos quieras – el niño arrugó la nariz sin entender y Adair rodó los ojos divertido, Thaddeus tenía su gracia después de rato – Complace a tu mujer. Saluda a Peach como es debido y tendrás tu puto helado.
Thaddeus abrió la boca para replicar pero una mirada asesina de Adair bastó para volver a cerrar el pico del menudo ser que dejando de malas maneras la carta encima de la mesa, reptó pierna abajo de su tío hasta quedar de pie en el suelo y caminó hacia donde estaba Peach para estirarle con una mano el jersey – Es un comprado – añadió Adair, haciendo una señal a la camarera para que tomara nota del helado prometido y un café americano para él, bien cargado y sin azúcar. Pasó las dos manos por su rostro cansado y dejando los codos apoyados en la mesa, deslizo las manos por su cabello mirando a su sobrino pedir un beso a la chica en la mejilla - ¿Cómo lleváis el tema de la nueva enmienda del ministerio? Tu hermano no ha perdido el trabajo, ¿verdad? Hace años que no me paso por Redegast con los entrenamientos de Quidditch tan apretados.
Seguramente Clarisse y futuro cuñado, Jonathan, no estaría muy contentos con que Adair regalara a la criatura como si fuera caramelo de reyes pero si la chica quería un hijo mejor prestarle ese saco de desesperación por dos horas (no aguantaría más) y todas las ganas se irían a pique. El niño miró a Peach nuevamente fascinado como si en cambio de ver a la chica vislumbrara su mejor juguete, la cosa más bonita del mundo pero tozudo por genética, volvió los ojos oscuros a la carta de helados y tirando de la chaqueta de Adair con fuerza, señaló el helado más grande de toda la puñetera carta como si su tío fuera multimillonario. Los ojos del smertios se posaron en la carta, rodó los ojos, tomó a Thaddeus de cualquier manera por la cintura y sentó su menudo cuerpo sobre una de sus piernas.
- Bien, viajé con mis dos hermanas pequeñas unos días, era el regalo de cumpleaños de Elizabeth y mejor pues pasemos la Navidad lejos de todo el asunto de marcas tenebrosas. ¿Y tú? – encogió sus hombros, no era algo común entre hermanos pero fue decisión de los dos regalar algo extraño por el dieciséis cumpleaños de la más joven Brackminster – Seguro Darren también mencionó el tuyo en la cena. No olvida aún que tu padre besó primero de todos a la primera mujer del mío, ahí donde lo ves con toda su “bondad” de profesor, es un hombre rencoroso – negó con la cabeza y miró a Thaddeus que picaba con un dedo la foto del helado para captar la atención de su tío – Gana dinero y te compras cuantos quieras – el niño arrugó la nariz sin entender y Adair rodó los ojos divertido, Thaddeus tenía su gracia después de rato – Complace a tu mujer. Saluda a Peach como es debido y tendrás tu puto helado.
Thaddeus abrió la boca para replicar pero una mirada asesina de Adair bastó para volver a cerrar el pico del menudo ser que dejando de malas maneras la carta encima de la mesa, reptó pierna abajo de su tío hasta quedar de pie en el suelo y caminó hacia donde estaba Peach para estirarle con una mano el jersey – Es un comprado – añadió Adair, haciendo una señal a la camarera para que tomara nota del helado prometido y un café americano para él, bien cargado y sin azúcar. Pasó las dos manos por su rostro cansado y dejando los codos apoyados en la mesa, deslizo las manos por su cabello mirando a su sobrino pedir un beso a la chica en la mejilla - ¿Cómo lleváis el tema de la nueva enmienda del ministerio? Tu hermano no ha perdido el trabajo, ¿verdad? Hace años que no me paso por Redegast con los entrenamientos de Quidditch tan apretados.
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Baila, baila, baila
Se rió porque Adair le regalaba un crío que ni suyo era como si nada. Sonrió enseñando casi todos los dientes y aplaudiendo como si estuviera emocionadísima por su milagroso regalo de navidad. Luego de esa exageración y a sabiendas que no iba a ser madre espontáneamente, le regresó la mirada de fascinación a Thaddeus, con una sonrisa menos loca, hasta que el niño volvió a lo que le interesaba más, exigiendo la atención de Adair, quien sí que parecía un padre joven.
Escuchó la anécdota del viaje y murió de envidia aunque no sabía a donde habían ido. Los Finnerty siempre pasaban la navidad en Escocia acompañados de los Ayres, a veces de los Brownstein, a veeeeces los Alechinsky y más nada, aunque era mucha gente, a Peach no le parecía nada emocionante porque ya conocía a esa gente demasiao. Y lo mismo sería con Año Nuevo, seguramente.
-Genial, ¿a dónde fueron? En mi casa al contrario, se habló de Marcas Tenebrosas hasta no poder más, siempre es así, sobretodo cuando van los de la KAU, yo la verdad es que no sé…
Interrumpió la frase para hacer caso del pequeño, volviendo a sentir que moría de ternura y dándole un beso muy tronado en sus cachetes de bebé, aunque sin dejar de poner atención a lo que decía Adair, que justo tocaba lo que ella había intentado seguir diciendo antes de preocuparse más por besar al crío. Antes de contestar le hizo otra caricia a Thaddeus en el cabello y luego clavó los ojos en Adair.
-Cuando pasó lo de Angus me preocupé demasiado por todo eso, pero Angus parece estar viviendo en un mundo de caramelo con esa semiveela y nada, es el menos preocupado por sus situación política
Eso no era precisamente cierto, pero Peaches no tenía en nada de estima a Aquila y la felicidad de Angus, que le hubiera parecido perfecta de ser Loreen, Elisa u otra chica la provocadora, ahora le parecía casi como una maldición, un hechizo.
-No, los decanos son muy considerados con él, pero no sé cuánto tiempo pase antes de que el Ministerio los empiece a presionar, por más autónomos que sean. El profesor de zoología es tu amigo, ¿no? Ya se empieza a correr la voz de que es licántripo también, ¿es cierto? Yo no sé mucho.
Escuchó la anécdota del viaje y murió de envidia aunque no sabía a donde habían ido. Los Finnerty siempre pasaban la navidad en Escocia acompañados de los Ayres, a veces de los Brownstein, a veeeeces los Alechinsky y más nada, aunque era mucha gente, a Peach no le parecía nada emocionante porque ya conocía a esa gente demasiao. Y lo mismo sería con Año Nuevo, seguramente.
-Genial, ¿a dónde fueron? En mi casa al contrario, se habló de Marcas Tenebrosas hasta no poder más, siempre es así, sobretodo cuando van los de la KAU, yo la verdad es que no sé…
Interrumpió la frase para hacer caso del pequeño, volviendo a sentir que moría de ternura y dándole un beso muy tronado en sus cachetes de bebé, aunque sin dejar de poner atención a lo que decía Adair, que justo tocaba lo que ella había intentado seguir diciendo antes de preocuparse más por besar al crío. Antes de contestar le hizo otra caricia a Thaddeus en el cabello y luego clavó los ojos en Adair.
-Cuando pasó lo de Angus me preocupé demasiado por todo eso, pero Angus parece estar viviendo en un mundo de caramelo con esa semiveela y nada, es el menos preocupado por sus situación política
Eso no era precisamente cierto, pero Peaches no tenía en nada de estima a Aquila y la felicidad de Angus, que le hubiera parecido perfecta de ser Loreen, Elisa u otra chica la provocadora, ahora le parecía casi como una maldición, un hechizo.
-No, los decanos son muy considerados con él, pero no sé cuánto tiempo pase antes de que el Ministerio los empiece a presionar, por más autónomos que sean. El profesor de zoología es tu amigo, ¿no? Ya se empieza a correr la voz de que es licántripo también, ¿es cierto? Yo no sé mucho.
Peach Finnerty- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 16/10/2012
Re: Baila, baila, baila
Soltando el aire incorporó su cuerpo hasta dejar pegada la espalda en la silla y una mano encima la mesa para jugar con el servilletero, miraba su sobrino interactuar con Peach y el niño parecía encantado recibiendo las atenciones, tanto, que sonreía como un jodido gañán, feliz con la mujer que su tío había seleccionado para él. Supuso que no iba a dar mayor guerra que fascinarse con la ogmios así que volvió a poner la atención de sus ojos miel en la muchacha que hablaba sobre Angus y la semiveela, mujer. Adair no conocía nada a Aquila, creía que era amiga de Pearlie pero no tenía contacto con la cuñada de Peach más allá del mero saludo protocolario aunque obviamente como cada hombre, no podía evitar mirar embobado su rostro cuando pasaba, era cuestión de magia y susceptibilidad.
La camarera regresó con el pedido de los chicos, dejó las cosas encima de la mesa, dedicó una sonrisa hacia el niño y desapareció por donde había venido. Adair silbó para captar la atención de Thaddeus, el niño fue casi corriendo cuando vislumbró la gran torre de helado aunque antes de sentarlo en una silla, Adair procuró quitarle el abrigo, la bufanda y el gorro, luego dejó su menudo cuerpo y deslizó la copa por encima la mesa para que el niño comiera cuanto quisiera.
- ¿Shaun? – apretó los labios no hacía gracia que la gente supiera la condición del profesor, no por falta de confianza o receleo a la chica pero el puto asiento del noruego en la universidad peligraría – Sí, lo es – procuró un sorbo de café antes de continuar, pasando la lengua por sus labios para quitar todo rastro de él – Me toca mucho los cojones la dichosa ley. Es complicado para ellos pasar por la transformación cada mes, he visto a Shaun desde hace muchos años, soy quien me encargo de encerrarlo y liberarlo a la mañana siguiente, joder, hasta una vez tuve que salir por patas porque el imbécil se descuidó la poción matalabos – apartó con la mano la taza y puso más énfasis a sus palabras – y no solo esa noche, los días previos y posteriores, es una jodida maldición, no son licántropos por gusto – no como él con su elección de animagia, no era águila por imposición más bien por capricho y no perdía la razón durante su vida como animal – Fue un maldito incidente el percance con Dan. Estaba ahí con tu hermano, transformado y fuera de control, casi podía notar su aliento pero no considero culpable, un accidente y la ley solo consecuencia de la presión ejercida por los puristas sobre el ministerio.
Claro que la postura de Adair era liberal por familia, amigos, ambiente en que se movía y opinión propia, quizás por eso hablaba con tanto énfasis en sus palabras, no llegaba a ser extremista pero esas cosas ponían a Brackminster de mal humor como si la sociedad fuera estúpida y no viera las cosas que pasaban ante sus narices. Giró la mirada hasta Thaddeus, ya con toda la cara llena de helado y tomando una cucharada de helado que tendió con sus cortos brazos hacia Peach, invitándola a comer con él – ¿No era mia? Deja de darle helado o vamos a tener un problema
La camarera regresó con el pedido de los chicos, dejó las cosas encima de la mesa, dedicó una sonrisa hacia el niño y desapareció por donde había venido. Adair silbó para captar la atención de Thaddeus, el niño fue casi corriendo cuando vislumbró la gran torre de helado aunque antes de sentarlo en una silla, Adair procuró quitarle el abrigo, la bufanda y el gorro, luego dejó su menudo cuerpo y deslizó la copa por encima la mesa para que el niño comiera cuanto quisiera.
- ¿Shaun? – apretó los labios no hacía gracia que la gente supiera la condición del profesor, no por falta de confianza o receleo a la chica pero el puto asiento del noruego en la universidad peligraría – Sí, lo es – procuró un sorbo de café antes de continuar, pasando la lengua por sus labios para quitar todo rastro de él – Me toca mucho los cojones la dichosa ley. Es complicado para ellos pasar por la transformación cada mes, he visto a Shaun desde hace muchos años, soy quien me encargo de encerrarlo y liberarlo a la mañana siguiente, joder, hasta una vez tuve que salir por patas porque el imbécil se descuidó la poción matalabos – apartó con la mano la taza y puso más énfasis a sus palabras – y no solo esa noche, los días previos y posteriores, es una jodida maldición, no son licántropos por gusto – no como él con su elección de animagia, no era águila por imposición más bien por capricho y no perdía la razón durante su vida como animal – Fue un maldito incidente el percance con Dan. Estaba ahí con tu hermano, transformado y fuera de control, casi podía notar su aliento pero no considero culpable, un accidente y la ley solo consecuencia de la presión ejercida por los puristas sobre el ministerio.
Claro que la postura de Adair era liberal por familia, amigos, ambiente en que se movía y opinión propia, quizás por eso hablaba con tanto énfasis en sus palabras, no llegaba a ser extremista pero esas cosas ponían a Brackminster de mal humor como si la sociedad fuera estúpida y no viera las cosas que pasaban ante sus narices. Giró la mirada hasta Thaddeus, ya con toda la cara llena de helado y tomando una cucharada de helado que tendió con sus cortos brazos hacia Peach, invitándola a comer con él – ¿No era mia? Deja de darle helado o vamos a tener un problema
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Baila, baila, baila
Peach también puso cara de circunstancias con la noticia de que Shaun sí era un licántropo como comenzaba a sospecharse. Angus no había tenido alternativa, había nacido licántropo y por ende, su condición era casi de dominio público, pero sabía también que había gente que durante mucho tiempo había preferido mantenerlo en secreto más allá de las paredes del Ministerio, ahora con la nueva enmienda y las nuevas leyes, eso parecía casi imposible.
Y pues sí, sabía que no eran licántropos por gusto. Había visto a su padre y a su hermano luchar cada luna llena contra eso, y luego ella misma había tenido que encargarse de las heridas posteriores, de su mala condición de salud. Era un verdadero suplicio y encima decidían agregarle otro. Y solía quejarse mucho de Angus pero ella lo conocía bien, sabía que con todo y todo, seguía sintiéndose culpable y seguía sintiendo que él había matado a Dan casi como si verdaderamente fuera un asesino. Y las cosas no eran así.
Alzó la mirada hacia Adair cuando le relataba lo cerca que había estado de Angus esa noche. Tragó saliva y desvió momentáneamente la vista hacia la taza que tenía delante de ella.
-No creo que haya sido un accidente. Fue llevado ahí por alguien, fue secuestrado la noche previa y …Aquila dijo que se había tratado de Holland. También ella y Angus lo culpan directamente de lo sucedido en la noche de la fiesta, pero ya has visto las declaraciones que dio.
Lo único que la hizo sonreír un poco fue la actitud de Thaddeus, que compartía el sagrado helado con ella. Cualquiera hubiera puesto malas caras de compartir helado de la misma cuchara con un crío batido, pero sinceramente era lo menos preocupante. Con media sonrisa se inclinó hacia él y probó el helado haciendo un sonido con la boca cerrada para darle a entender que estaba muy bueno, y sí que lo estaba. Luego alargó la mano para acariciarle el cabello, rió por lo dicho por Adair y le guiñó el ojo…a ambos, para que nadie se quejara.
-Supongo que hay gente que cree que tragándose todo lo que dice Holland van a evitar una guerra.
Y pues sí, sabía que no eran licántropos por gusto. Había visto a su padre y a su hermano luchar cada luna llena contra eso, y luego ella misma había tenido que encargarse de las heridas posteriores, de su mala condición de salud. Era un verdadero suplicio y encima decidían agregarle otro. Y solía quejarse mucho de Angus pero ella lo conocía bien, sabía que con todo y todo, seguía sintiéndose culpable y seguía sintiendo que él había matado a Dan casi como si verdaderamente fuera un asesino. Y las cosas no eran así.
Alzó la mirada hacia Adair cuando le relataba lo cerca que había estado de Angus esa noche. Tragó saliva y desvió momentáneamente la vista hacia la taza que tenía delante de ella.
-No creo que haya sido un accidente. Fue llevado ahí por alguien, fue secuestrado la noche previa y …Aquila dijo que se había tratado de Holland. También ella y Angus lo culpan directamente de lo sucedido en la noche de la fiesta, pero ya has visto las declaraciones que dio.
Lo único que la hizo sonreír un poco fue la actitud de Thaddeus, que compartía el sagrado helado con ella. Cualquiera hubiera puesto malas caras de compartir helado de la misma cuchara con un crío batido, pero sinceramente era lo menos preocupante. Con media sonrisa se inclinó hacia él y probó el helado haciendo un sonido con la boca cerrada para darle a entender que estaba muy bueno, y sí que lo estaba. Luego alargó la mano para acariciarle el cabello, rió por lo dicho por Adair y le guiñó el ojo…a ambos, para que nadie se quejara.
-Supongo que hay gente que cree que tragándose todo lo que dice Holland van a evitar una guerra.
Peach Finnerty- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 16/10/2012
Re: Baila, baila, baila
Holland y sus intervenciones. Darren estaba casi convencido que era el culpable del desorden actual de la sociedad mágica por una cuestión antigua, no se tragaba las palabras del hombre pues ya habían compartido años de colegio en su vieja adolescencia y conocía más o menos la calaña del señor profesor. Jessy, la madre de Sofie, también parecía convencida que todos los problemas del mundo derivaban de Holland. Adair no sabía que pensar, había escuchado día a día las palabras de su padre como los comentarios de su madre y también la insistencia de Clarisse en que si no encontraban pruebas contra él, sería por una cuestión de inocencia, claro que su rubia hermana era correcta en todo y Adair sabía que en el fondo, opinaba igual que los otros.
- No hay nada que evite una guerra – tarde o temprano, ya fuera por un sector u otro, si necesitaban un cambio y una reforma en las bases de la sociedad, no tardaría el mundo en hacer eclosión y desencadenar los designios a los que estaba predestinada para dirigirse en una dirección u otra. Muchos habrían olvidado como infestada de puristas estaba Inglaterra y el mundo en el pasado, los hijos mestizos como él eran considerado escoria barata que ni derecho a estudiar tenían, claro que el tiempo siempre echaba tierra encima de esas historias y condenarlas al olvido, no obstante, quienes habían vivido aquello o sufrido sus consecuencias, tal como su padre, ya hacían el esfuerzo por transmitir aquella realidad pasada – algo se cuece ahí. Se que tu hermano es tan cuidadoso como Shaun en luna llena además la fiesta iba bien hasta que apareció la marca tenebrosa en el cielo, yo estaba ahí, no me trago que digan que era una broma de mal gusto realizada por algún estudiante. ¿Quién cojones dedicaría su tiempo a quemar un edificio y además pintar marcas en el cielo?
Negó con la cabeza y giró hacia donde estaba su sobrino, comiendo su helado feliz de la vida pero prestando atención a su tío como si entendiera sus palabras. Adair buscó la servilleta ofrecida por la camarera, la extendió y a mano abierta cubierta por ella, pasó el trapo por la cara del niño para limpiar los restos de nata y chocolate que traía pegados ahí – Darren siempre explica sus historias, batallas del pasado y parece paranoico con el tema aunque tiene motivos para estar loco en ese sentido - tomó las manos del niño y repitió operación, limpiando ante las quejas del mocoso y dedicó una mirada dura – Tu no le digas nada de esto que hablamos a tu madre – Thaddeus negó con la cabeza – o me cuelga de los huevos en el árbol de Navidad. – el niño señaló a Peach y luego buscó otra nueva cucharada de helado aunque preguntó por la cara de la chica “¿estás triste?”
- No hay nada que evite una guerra – tarde o temprano, ya fuera por un sector u otro, si necesitaban un cambio y una reforma en las bases de la sociedad, no tardaría el mundo en hacer eclosión y desencadenar los designios a los que estaba predestinada para dirigirse en una dirección u otra. Muchos habrían olvidado como infestada de puristas estaba Inglaterra y el mundo en el pasado, los hijos mestizos como él eran considerado escoria barata que ni derecho a estudiar tenían, claro que el tiempo siempre echaba tierra encima de esas historias y condenarlas al olvido, no obstante, quienes habían vivido aquello o sufrido sus consecuencias, tal como su padre, ya hacían el esfuerzo por transmitir aquella realidad pasada – algo se cuece ahí. Se que tu hermano es tan cuidadoso como Shaun en luna llena además la fiesta iba bien hasta que apareció la marca tenebrosa en el cielo, yo estaba ahí, no me trago que digan que era una broma de mal gusto realizada por algún estudiante. ¿Quién cojones dedicaría su tiempo a quemar un edificio y además pintar marcas en el cielo?
Negó con la cabeza y giró hacia donde estaba su sobrino, comiendo su helado feliz de la vida pero prestando atención a su tío como si entendiera sus palabras. Adair buscó la servilleta ofrecida por la camarera, la extendió y a mano abierta cubierta por ella, pasó el trapo por la cara del niño para limpiar los restos de nata y chocolate que traía pegados ahí – Darren siempre explica sus historias, batallas del pasado y parece paranoico con el tema aunque tiene motivos para estar loco en ese sentido - tomó las manos del niño y repitió operación, limpiando ante las quejas del mocoso y dedicó una mirada dura – Tu no le digas nada de esto que hablamos a tu madre – Thaddeus negó con la cabeza – o me cuelga de los huevos en el árbol de Navidad. – el niño señaló a Peach y luego buscó otra nueva cucharada de helado aunque preguntó por la cara de la chica “¿estás triste?”
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Baila, baila, baila
Ella pensaba igual, que las señales demostraban que la guerra era inminente y que nada la iba a detener. Sonaba tonto pero ojalá que no se desatara hasta que ella terminara la carrera, porque ya estaba a nada y lo que menos querría era que quedara trunca, aunque en lo que realmente le interesaba, que era encontrar curas para la licantropía, iba relativamente atrasada. Y bueno, la KAU no dejaba de soltar ataques terroristas aquí y allá. Por el momentos aislados, aparentemente lejanos, pero Peach sabía que pronto formarían una cadena, y eso tampoco le parecía la mejor de las posturas, aunque el resto de su familia parecía pensar distinto.
-Una broma…solo un mago extremadamente poderoso o con una marca en el brazo podría conjurar una marca tenebrosa como la que apareció ahí, o como la que apareció arriba de la casa de Leslie.
Lo de Leslie le seguía doliendo muchísimo, no dejaba de ser, con creces, lo peor que le había sucedido en mucho tiempo. Su tío Joachim ya no tenía fuerzas, ni ganas de vivir, aunque era completamente comprensible, había perdido a sus tres hijos, su mujer lo había dejado. Todo estaba mal para él y ni las visitas de su padre parecían ayudar en nada.
-Papá es igual, siempre contando cosas, diciendo que hay que estar atentos, que no compremos lo que dice nadie, y muchas cosas más.
Respiró profundo y ahogó un suspiro en su taza antes de que Thaddeus le ofreciera más helado con esa carita de cuestionamiento que le estrujó el corazón, de nuevo su reloj biológico volviéndose completamente loco. Se estiró por encima de la mesa para tomar la cucharada y cambió el semblante solo por el niño a uno mucho más sonriente, pensando en cosas bonitas y no en licántropos.
-Es una cosa adorable y tú tienes pinta de que vas a ser un padre excepcional. Ya sabes, eres exigente pero le compras el mejor helado, lo dejas que se bata un rato pero luego le limpias las manitas. Y tienes mirada de autoridad. ¿Cómo lo llevas con tu chica?
No era pregunta de chismosa, sino una imperante necesidad de cambiar el tema de conversación porque lo de Leslie le había formado nudo en la garganta y lo de Angus la estaba estresando a puntos insospechados, de tal forma que se sentía muy capaz de ir a pegarle unas bofetadas para gritarle “HAZ ALGO”, aunque eso supusiera poner en peligro a su Aquila, papá siempre decía que el bien común era primero. Alargó la mano para volver a tocar el pelito del niño.
-¿Y tú cuántos años tienes, Thaddeus?
-Una broma…solo un mago extremadamente poderoso o con una marca en el brazo podría conjurar una marca tenebrosa como la que apareció ahí, o como la que apareció arriba de la casa de Leslie.
Lo de Leslie le seguía doliendo muchísimo, no dejaba de ser, con creces, lo peor que le había sucedido en mucho tiempo. Su tío Joachim ya no tenía fuerzas, ni ganas de vivir, aunque era completamente comprensible, había perdido a sus tres hijos, su mujer lo había dejado. Todo estaba mal para él y ni las visitas de su padre parecían ayudar en nada.
-Papá es igual, siempre contando cosas, diciendo que hay que estar atentos, que no compremos lo que dice nadie, y muchas cosas más.
Respiró profundo y ahogó un suspiro en su taza antes de que Thaddeus le ofreciera más helado con esa carita de cuestionamiento que le estrujó el corazón, de nuevo su reloj biológico volviéndose completamente loco. Se estiró por encima de la mesa para tomar la cucharada y cambió el semblante solo por el niño a uno mucho más sonriente, pensando en cosas bonitas y no en licántropos.
-Es una cosa adorable y tú tienes pinta de que vas a ser un padre excepcional. Ya sabes, eres exigente pero le compras el mejor helado, lo dejas que se bata un rato pero luego le limpias las manitas. Y tienes mirada de autoridad. ¿Cómo lo llevas con tu chica?
No era pregunta de chismosa, sino una imperante necesidad de cambiar el tema de conversación porque lo de Leslie le había formado nudo en la garganta y lo de Angus la estaba estresando a puntos insospechados, de tal forma que se sentía muy capaz de ir a pegarle unas bofetadas para gritarle “HAZ ALGO”, aunque eso supusiera poner en peligro a su Aquila, papá siempre decía que el bien común era primero. Alargó la mano para volver a tocar el pelito del niño.
-¿Y tú cuántos años tienes, Thaddeus?
Peach Finnerty- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 16/10/2012
Re: Baila, baila, baila
Estaba prestando atención a su café, bebiendo un delicioso sorbo cuando por poco y el trago se atraganta con el comentario inocente de Peach sobre sus dotes paternales. Tosió hasta encontrar aire en vez de café en los pulmones y buscó una servilleta con la que limpiarse la boca, negando rotundo con la cabeza, intentando diluir esa imagen mental.
Era un tío pésimo que llamaba a su sobrino a silbidos como si fuera un can cualquiera y no un niño con sentimientos, además, solo cuidaba bien de Thaddeus porque después resultaba ser un maldito que golpeaba a su propio padre en las bolas con la escoba hecha a su medida, bueno, tenía cariño al mocoso pero no consideraba tener madera de padre, es más, no quería hijo alguno en su vida.
- Dos y medio – añadió Thaddeus, sonriendo un poco antes de tomar una nueva cucharada de helado, mirando a su tío para que ni se le pasara por la mente negarle el medio año. Adair alzó una ceja ante ese rostro inocente, negó divertido con la cabeza y regresó a su café, intentando prolongar la respuesta a la pregunta de Peach sobre su relación con Sofie.
- Es la misma pregunta que me hago yo – encontró confesándose con la muchacha, tiró su espalda otra vez hacia atrás y pasó un brazo de forma despreocupada por encima el respaldo de la silla de Thaddeus, permitiéndose un segundo para mirar a través de la ventana el caminar de los magos y brujas de Diagón - ¿Cómo estamos? No sé – encogió sus hombros - Ella se fue a Barcelona y no tiene pensamientos de regresar a la Universidad después de fiestas – volvió la mirada a la chica Finnerty – parece que su madre es más estricta que los nuestros y no quiere “verla” implicada con marcas tenebrosas ni incendios fortuitos en fiestas ilegales.
Tenía planes en la cabeza pero aún no había hecho nada para solucionar ese inconveniente en su relación, tal vez porque estaba alargando y meditando la situación o quizás porque después de las vacaciones, veía las cosas mucho más claras y no, no había solución factible para la distancia – y Sofie accede a cada capricho de su madre, creo que no quiere seguir con la relación – alzó las manos y ocultó lo mucho que jodia esa situación tras una sonrisa genuina - me concentraré en el partido que tenemos la plantilla recién incorporados a la Universidad a ver si tengo suerte esta vez.
Era un tío pésimo que llamaba a su sobrino a silbidos como si fuera un can cualquiera y no un niño con sentimientos, además, solo cuidaba bien de Thaddeus porque después resultaba ser un maldito que golpeaba a su propio padre en las bolas con la escoba hecha a su medida, bueno, tenía cariño al mocoso pero no consideraba tener madera de padre, es más, no quería hijo alguno en su vida.
- Dos y medio – añadió Thaddeus, sonriendo un poco antes de tomar una nueva cucharada de helado, mirando a su tío para que ni se le pasara por la mente negarle el medio año. Adair alzó una ceja ante ese rostro inocente, negó divertido con la cabeza y regresó a su café, intentando prolongar la respuesta a la pregunta de Peach sobre su relación con Sofie.
- Es la misma pregunta que me hago yo – encontró confesándose con la muchacha, tiró su espalda otra vez hacia atrás y pasó un brazo de forma despreocupada por encima el respaldo de la silla de Thaddeus, permitiéndose un segundo para mirar a través de la ventana el caminar de los magos y brujas de Diagón - ¿Cómo estamos? No sé – encogió sus hombros - Ella se fue a Barcelona y no tiene pensamientos de regresar a la Universidad después de fiestas – volvió la mirada a la chica Finnerty – parece que su madre es más estricta que los nuestros y no quiere “verla” implicada con marcas tenebrosas ni incendios fortuitos en fiestas ilegales.
Tenía planes en la cabeza pero aún no había hecho nada para solucionar ese inconveniente en su relación, tal vez porque estaba alargando y meditando la situación o quizás porque después de las vacaciones, veía las cosas mucho más claras y no, no había solución factible para la distancia – y Sofie accede a cada capricho de su madre, creo que no quiere seguir con la relación – alzó las manos y ocultó lo mucho que jodia esa situación tras una sonrisa genuina - me concentraré en el partido que tenemos la plantilla recién incorporados a la Universidad a ver si tengo suerte esta vez.
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Baila, baila, baila
No le quedó más que sonreír cuando Adair se tomaba tan a pecho lo de ser padre. Lo miró con inusitada ternura, igual que al niño que le indicaba que tenía dos años y medio y sintió que en ese momento ya podía morir de ternura y amor por ese par, aunque solo fuera el golpeteo de las manecillas de su tan alocado y muy citado reloj bilógico, que Thaddeus había descontrolado totalmente.
-Uy, dos y medio. ¿Y cómo te gusta que te digan? ¿Thad? ¿Thaddeus? ¿Thaddy? ¿Eus?
Dejó de payasear con la criaturita cuando Adair comenzaba a hablar de su relación con Sofie, que no parecía ser el paraíso que todo mundo pensaba, aunque el asunto no se trataba de peleas, cuernos e incompatibilidades como le había pasado a su trío familiar –por llamarlo de algún modo- sino por algo todavía más complicado, al menos desde su perspectiva. No entendía que alguien, a la edad de Sofie, estuviera tan apegada a los deseos de una madre. Peach y Angus eran muy apegados a su familia también, pero no se imaginaba a ninguno de los dos renunciando a la universidad o a alguien a quién querían por una imposición de Birdie o de David. Eso o más bien era que ni Birdie ni David tenían caprichos, aunque también todo dependía del cristal con el que se mirara.
-Entonces…¿Se queda por que su mamá no quiere verla implicada en la vida? Estoy segura de que la señora Luttrell lo sabe pero ni Barcelona, ni Macau, ni la Patagonia la va a resguardar de una inminente guerra. Sofie ya está envuelta…aunque sea con sus amigas, contigo. Alejarla no va a…mejorar nada para ella, al contrario. Bueno, qué se yo, es solo mi opinión.
Lo miró casi como disculpándose, porque en realidad era un asunto muy subjetivo. Le sonrió un poco, esperando que entendiera que tenía todo su apoyo si quería seguir hablando sobre el tema.
-Los del Puddlemere son geniales. ¿No mueres de nervios? Yo en tu lugar estaría temblando, pero eres un profesional, a que sí.
-Uy, dos y medio. ¿Y cómo te gusta que te digan? ¿Thad? ¿Thaddeus? ¿Thaddy? ¿Eus?
Dejó de payasear con la criaturita cuando Adair comenzaba a hablar de su relación con Sofie, que no parecía ser el paraíso que todo mundo pensaba, aunque el asunto no se trataba de peleas, cuernos e incompatibilidades como le había pasado a su trío familiar –por llamarlo de algún modo- sino por algo todavía más complicado, al menos desde su perspectiva. No entendía que alguien, a la edad de Sofie, estuviera tan apegada a los deseos de una madre. Peach y Angus eran muy apegados a su familia también, pero no se imaginaba a ninguno de los dos renunciando a la universidad o a alguien a quién querían por una imposición de Birdie o de David. Eso o más bien era que ni Birdie ni David tenían caprichos, aunque también todo dependía del cristal con el que se mirara.
-Entonces…¿Se queda por que su mamá no quiere verla implicada en la vida? Estoy segura de que la señora Luttrell lo sabe pero ni Barcelona, ni Macau, ni la Patagonia la va a resguardar de una inminente guerra. Sofie ya está envuelta…aunque sea con sus amigas, contigo. Alejarla no va a…mejorar nada para ella, al contrario. Bueno, qué se yo, es solo mi opinión.
Lo miró casi como disculpándose, porque en realidad era un asunto muy subjetivo. Le sonrió un poco, esperando que entendiera que tenía todo su apoyo si quería seguir hablando sobre el tema.
-Los del Puddlemere son geniales. ¿No mueres de nervios? Yo en tu lugar estaría temblando, pero eres un profesional, a que sí.
Peach Finnerty- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 16/10/2012
Re: Baila, baila, baila
La misma opinión tenía Adair que estaba pensando seriamente en pedir por primera vez en su vida un favor a su padre, rebajarse hasta la altura del betún, agachar las orejas y tragarse su santo orgullo para intentar que Sofie regresara después de clase, enviándolo hasta Barcelona para que hiciera de intermediario con Jessy pues parecía que la mayor Luttrell tenía casi que predilección por Darren. ¿Y si el problema no era Jessy después de todo? Sofie estaba complaciendo el capricho de su madre pero ya tenía una edad para poner un límite así como él hizo en su día con Darren, cuestión: él era menor de edad (en el mundo muggle) cuando se largó de casa, Sofie era ya una mujer hecha y derecha con suficiente sentido común para decidir si se quedaba en el mundo magico que tanto gustaba o en el quinto coño de mundo con su madre borracha.
- Eso traté de decirle pero parece reticente a volver – la excusa barata sobre “no se vuelve de la muerte” no valía, total, la guerra iba a ser un suceso internacional, los magos sangre pura barrerían todo el mundo a la búsqueda de traidores así que ni el lujoso apartamento español con vistas al mar y con muebles de diseño iban a frenar un ataque a avadazos puros. Mostró una sonrisa ladeada cuando ella disculpó sus palabras, negó con la cabeza quitando importancia, podía hablar cuanto quisiera el problema radicaba en que Adair estaba bastante cabreado con el asunto, sentía que era un jodido gilipollas que podía estar haciendo cosas mejores que procurar hacer regresar a su novia de la Patagonia - ¿Debería? – inquirió alzando una ceja y río buscando un café pero alzando la mano para pedir otro, claro que estaba nervioso con el puto partido, seguro habrían cazatalentos buscando carne fresca para sus filas.
- No creo que sea profesional – encogió sus hombros – pero necesito esa oportunidad para demostrar que valgo y claro que estoy nervioso, joder, me pasaría el día entrenando pero sé que me lesionaría y sería peor el tocino que la velocidad – negó con la cabeza y miró a Thaddeus otra vez, el cual ya estaba terminando el helado como todo un campeón, relamiendo sus labios y pudiendo prestar atención a la señorita que tenía en frente sin distracciones dulces. Limpió su cara con las manitas, ensuciándose más y haciendo que Adair rebufara, dándole un manotazo suave para que dejara el cochinearse y poder limpiar cara y manos – Contesta a tu mujer, canalla. Te hizo una pregunta, ¿Cómo quieres que te llame?
El niño lógicamente arrugo la nariz como un animalillo silvestre y miró a su tío enojado, casi a punto de hacer un berrinche pero guardándose las ganas porque sabía que Adair capaz y dejaba su menudo cuerpo tirado en la heladería, haciendo espectáculo para nada – Thaddeus – añadió bastante decidido mientras su tío, molestaba limpiando su cara con más ganas y riendo, Thaddeus manoteó para quitarse las manos de la cara y frunció el ceño, cruzándose de brazos malhumorado – pero también Thad.
- Eso traté de decirle pero parece reticente a volver – la excusa barata sobre “no se vuelve de la muerte” no valía, total, la guerra iba a ser un suceso internacional, los magos sangre pura barrerían todo el mundo a la búsqueda de traidores así que ni el lujoso apartamento español con vistas al mar y con muebles de diseño iban a frenar un ataque a avadazos puros. Mostró una sonrisa ladeada cuando ella disculpó sus palabras, negó con la cabeza quitando importancia, podía hablar cuanto quisiera el problema radicaba en que Adair estaba bastante cabreado con el asunto, sentía que era un jodido gilipollas que podía estar haciendo cosas mejores que procurar hacer regresar a su novia de la Patagonia - ¿Debería? – inquirió alzando una ceja y río buscando un café pero alzando la mano para pedir otro, claro que estaba nervioso con el puto partido, seguro habrían cazatalentos buscando carne fresca para sus filas.
- No creo que sea profesional – encogió sus hombros – pero necesito esa oportunidad para demostrar que valgo y claro que estoy nervioso, joder, me pasaría el día entrenando pero sé que me lesionaría y sería peor el tocino que la velocidad – negó con la cabeza y miró a Thaddeus otra vez, el cual ya estaba terminando el helado como todo un campeón, relamiendo sus labios y pudiendo prestar atención a la señorita que tenía en frente sin distracciones dulces. Limpió su cara con las manitas, ensuciándose más y haciendo que Adair rebufara, dándole un manotazo suave para que dejara el cochinearse y poder limpiar cara y manos – Contesta a tu mujer, canalla. Te hizo una pregunta, ¿Cómo quieres que te llame?
El niño lógicamente arrugo la nariz como un animalillo silvestre y miró a su tío enojado, casi a punto de hacer un berrinche pero guardándose las ganas porque sabía que Adair capaz y dejaba su menudo cuerpo tirado en la heladería, haciendo espectáculo para nada – Thaddeus – añadió bastante decidido mientras su tío, molestaba limpiando su cara con más ganas y riendo, Thaddeus manoteó para quitarse las manos de la cara y frunció el ceño, cruzándose de brazos malhumorado – pero también Thad.
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Baila, baila, baila
Era terrible, pero ya había escuchado de su padre que la guerra solía separar a la gente de muchas maneras, no solo mediante la muerte y ahí estaba ella corroborando sus palabras con alguien cercano. Ladeó los labios poniendo cara de circunstancias.
-Cualquier cosa que necesites sabes que cuentas conmigo.
Si necesitaba una poción poderosa para confundir o convencer a su suegra- o a su novia, cualquiera que fuera el caso porque no daba con cuál de las dos era más necia- pues le ayudaría a hacerla también de ser necesario. En Hogwarts, que ella recordara, no se le había visto a Adair así con ninguna niña, no sabía si en sus últimos cursos se había asentado con alguien pero si lo había hecho en Brigantia con una niña como Sofie e iba a todos lados con ella, significaba que iba a bien. Sería una pena que terminara así como así. Con el tema del quidditch en cambio, sonrió y suspiró con nostalgia.
-Ya te digo, que mi padre hubiera matado por vernos a mi o a Angus en un partido como ese, pero yo soy una papanatas y Angus nunca se lo tomó en serio. Y bah, no era tan bueno.
Angus tenía más culpas, porque al menos su mamá biológica sí había sido jugadora de quidditch así que no había excusas para él que sus genes no hubieran salido bien.
-Igual y apuesto que los del Puddlemere les ponen una paliza. Aunque las fans más enardecidas aseguran que entre tú y Kristjánsson pueden hacer un dúo dinámico de anotaciones y brazos rotos contra cualquier equipo del mundo. Babean tras de ustedes, como locas.
Le sacó la lengua y luego fijó la vista en Thaddeus, a quien ya había decidido que llamaría por el nombre completo porque era más de hombre. Y era bonito, además.
-Thaddeus será.
-Cualquier cosa que necesites sabes que cuentas conmigo.
Si necesitaba una poción poderosa para confundir o convencer a su suegra- o a su novia, cualquiera que fuera el caso porque no daba con cuál de las dos era más necia- pues le ayudaría a hacerla también de ser necesario. En Hogwarts, que ella recordara, no se le había visto a Adair así con ninguna niña, no sabía si en sus últimos cursos se había asentado con alguien pero si lo había hecho en Brigantia con una niña como Sofie e iba a todos lados con ella, significaba que iba a bien. Sería una pena que terminara así como así. Con el tema del quidditch en cambio, sonrió y suspiró con nostalgia.
-Ya te digo, que mi padre hubiera matado por vernos a mi o a Angus en un partido como ese, pero yo soy una papanatas y Angus nunca se lo tomó en serio. Y bah, no era tan bueno.
Angus tenía más culpas, porque al menos su mamá biológica sí había sido jugadora de quidditch así que no había excusas para él que sus genes no hubieran salido bien.
-Igual y apuesto que los del Puddlemere les ponen una paliza. Aunque las fans más enardecidas aseguran que entre tú y Kristjánsson pueden hacer un dúo dinámico de anotaciones y brazos rotos contra cualquier equipo del mundo. Babean tras de ustedes, como locas.
Le sacó la lengua y luego fijó la vista en Thaddeus, a quien ya había decidido que llamaría por el nombre completo porque era más de hombre. Y era bonito, además.
-Thaddeus será.
Peach Finnerty- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 16/10/2012
Re: Baila, baila, baila
Adair solo conocía a David por las divagantes historias de su padre en cuanto a sus años en Hogwarts pero casi todas esas anécdotas terminaban haciendo alusión a ese marco político tan complicado que experimentó como todos lo de su generación. Conocia que el padre de Peach fue a Hufflepuff y por ende era el rival directo de su padre, capitán de Gryffindor por aquellos entonces, también que Darren era sincero y no desmentía las habilidades de Finnerty en cuanto a Quidditch, si era bueno era bueno, no había más y obvio sentía que si un hijo suyo no amara tanto el santo deporte como él, terminaría deprimido, no era cuestión de que fuera a tener niños (estaba convencido que él no valía para esa parte de la naturaleza humana) era solo que “si sucedia” sabía que no iba a perdonarles que no golpearan bludgers o cazaran quaffles o fueran buenos porteros o buscadores.
- El apoyo se agradece – dijo con ironía, además así a simple vista, solo confiaba en Hákan en su equipo. No porque ambos hubieran salido en la revista, eso eran detalles, era más bien una cuestión de día a día, compartir vestuarios y el condenado islandés era bueno en su posición, cazando quaffles como ave rapaz - ¿Tantas fans tenemos? Mejor no las presentas porque creo que no hay ninguna a la salida del vestuario esperando nuestras firmas sobre su lencería – alguna había aparecido a la salida de los entrenamientos pero tampoco una estampida de niñas con sus nombres pintados en la cara o medio desnudas, sí, la mente de Adair simplificaba en todo, incluso en ropa.
Sentado a su lado, Thaddeus miraba maravillado a Peach que había decidido llamarle por el nombre completo, el niño gustaba más y sentía que sus dos años se multiplicaban por dos, haciendo un niño un poco más mayor, alguien capaz de defender a su hermana Romina y hablar con el fantasma de su tía Paula en la casa Vercelli. Las conversaciones de adultos, no obstante, traían más aburrido a Thaddeus que una marmota así que empezó a jugar con la cuchara encima la mesa, haciendo algo de ruido y cantando canciones inventadas que ni él mismo conocía mientras Adair fruncía el ceño, fulminaba su sobrino con sus ojos miel y obtuso en quedarse allí con Peach, quitaba el cubierto de un gesto rápido.
- Cuando seas mayor, aprenderás a guardar la Quaffle como tesoro – si no iba a tener hijos, adoctrinaría a su sobrino en todas las artes de la vida, más Thaddeus que era el más cercano, Eloise con su embarazo y el niño vivía en París y ni modo de ir cada día a batear bludgers a su perfecta casa – Cuéntame algo más, no me gusta concentrar la conversación en mi, seguro que medimagia te ha aportado mil casos curiosos. ¿Te vomitó alguien encima? ¿Reventaste un ojo? ¿Un viejo verde te tocó el culo? Puedo ir y amenazarlo con su tacataca.
- El apoyo se agradece – dijo con ironía, además así a simple vista, solo confiaba en Hákan en su equipo. No porque ambos hubieran salido en la revista, eso eran detalles, era más bien una cuestión de día a día, compartir vestuarios y el condenado islandés era bueno en su posición, cazando quaffles como ave rapaz - ¿Tantas fans tenemos? Mejor no las presentas porque creo que no hay ninguna a la salida del vestuario esperando nuestras firmas sobre su lencería – alguna había aparecido a la salida de los entrenamientos pero tampoco una estampida de niñas con sus nombres pintados en la cara o medio desnudas, sí, la mente de Adair simplificaba en todo, incluso en ropa.
Sentado a su lado, Thaddeus miraba maravillado a Peach que había decidido llamarle por el nombre completo, el niño gustaba más y sentía que sus dos años se multiplicaban por dos, haciendo un niño un poco más mayor, alguien capaz de defender a su hermana Romina y hablar con el fantasma de su tía Paula en la casa Vercelli. Las conversaciones de adultos, no obstante, traían más aburrido a Thaddeus que una marmota así que empezó a jugar con la cuchara encima la mesa, haciendo algo de ruido y cantando canciones inventadas que ni él mismo conocía mientras Adair fruncía el ceño, fulminaba su sobrino con sus ojos miel y obtuso en quedarse allí con Peach, quitaba el cubierto de un gesto rápido.
- Cuando seas mayor, aprenderás a guardar la Quaffle como tesoro – si no iba a tener hijos, adoctrinaría a su sobrino en todas las artes de la vida, más Thaddeus que era el más cercano, Eloise con su embarazo y el niño vivía en París y ni modo de ir cada día a batear bludgers a su perfecta casa – Cuéntame algo más, no me gusta concentrar la conversación en mi, seguro que medimagia te ha aportado mil casos curiosos. ¿Te vomitó alguien encima? ¿Reventaste un ojo? ¿Un viejo verde te tocó el culo? Puedo ir y amenazarlo con su tacataca.
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Baila, baila, baila
-No te hagas el que no las ha visto. Son un grupo de niñitas súper identificables que se la pasan cuchicheando a su alrededor. Desde que salieron en la revista esa. Pregúntale a Regina, no te miento. Tú eres el producto nacional y el islandés es como el misterioso extranjero. El combo de la muerte. ¡Es en serio!
Se rió, hasta con alegría y todo como si hacía un rato no hubiera estado hablando de política y hasta de lo enojada que estaba con Angus por su relación o por lo que fuera. La verdad no podía juzgar a su hermano, ¿ella qué iba a saber de lo que significaba en serio vivir con algo como la licantropía como para encima irle con las exigencias más absurdas de la vida diaria. Y sonreía a Thaddeus, también maravillada y sintiéndose bien porque el niño hubiera tenido buen recibimiento hacia ella, porque eso significaba que no la encontraba de sangre pesada o esas cosas.
-A que sí, tienes pinta de buen jugador de quidditch, ¿ya te regalaron tu primera escoba?
Le siguió preguntando al crío. Había visto unas escobitas miniatura en la tienda de Artículos de Quidditch que apenas y se levantaban como diez centímetros del suelo pero eran una preciosidad y seguro que los niños se veían adorables en ella. Se volvió a reír de buena gana con las suposiciones disparatadas de Adair respecto a la medimagia.
-No, ningún viejo verde me tocó el culo. ¡Y eso que sí tuve una práctica en San Mungo en la que me tocó un viejo! No de tocar tocar, sino de que me lo asignaron. Pero tenía una infección rarísima porque se había tragado unas plantas con mierda de doxy. Una asquerosidad total.
Frunció la nariz e hizo un gesto de desagrado. No le habían vomitado encima pero escuchar esas historias era también bastante feo. Apuró lo último que quedaba de la taza.
-Mira que a la gente se le ocurre hacer cada cosa de dementes que…de verdad no sé de donde sacan las ideas. También me tocó ver a uno al que se le reventó totalmente la mano por intentar montarse un circo con escregutos de cola explosiva.
Se rió, hasta con alegría y todo como si hacía un rato no hubiera estado hablando de política y hasta de lo enojada que estaba con Angus por su relación o por lo que fuera. La verdad no podía juzgar a su hermano, ¿ella qué iba a saber de lo que significaba en serio vivir con algo como la licantropía como para encima irle con las exigencias más absurdas de la vida diaria. Y sonreía a Thaddeus, también maravillada y sintiéndose bien porque el niño hubiera tenido buen recibimiento hacia ella, porque eso significaba que no la encontraba de sangre pesada o esas cosas.
-A que sí, tienes pinta de buen jugador de quidditch, ¿ya te regalaron tu primera escoba?
Le siguió preguntando al crío. Había visto unas escobitas miniatura en la tienda de Artículos de Quidditch que apenas y se levantaban como diez centímetros del suelo pero eran una preciosidad y seguro que los niños se veían adorables en ella. Se volvió a reír de buena gana con las suposiciones disparatadas de Adair respecto a la medimagia.
-No, ningún viejo verde me tocó el culo. ¡Y eso que sí tuve una práctica en San Mungo en la que me tocó un viejo! No de tocar tocar, sino de que me lo asignaron. Pero tenía una infección rarísima porque se había tragado unas plantas con mierda de doxy. Una asquerosidad total.
Frunció la nariz e hizo un gesto de desagrado. No le habían vomitado encima pero escuchar esas historias era también bastante feo. Apuró lo último que quedaba de la taza.
-Mira que a la gente se le ocurre hacer cada cosa de dementes que…de verdad no sé de donde sacan las ideas. También me tocó ver a uno al que se le reventó totalmente la mano por intentar montarse un circo con escregutos de cola explosiva.
Peach Finnerty- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 16/10/2012
Re: Baila, baila, baila
Los dos, sobrino y tío, escucharon con atención las anécdotas de Peach fascinados con las asquerosidades contadas, lanzándose una mirada en medio entre ambos como si fueran capaces de leerse la mente antes de volver a poner los ojos en la muchacha que continuaba con la anécdota de la mano explotada por escregutos que sacó una carcajada a Adair y Thaddeus giró hacia su tío, mirando casi con el interrogante pintado en las facciones.
- ¿Qué es un escoroguto, tío?
- Escregutos – rectificó su tío, poniendo las manos en la mesa y mirando a Peach como buscando ayuda aunque en realidad quien tenía más posibilidades de explicar allá como eran esos bichos era Adair para algo era hijo de una zoóloga así que regreso las orbes hasta el pequeño - ¿Recuerdas qué comiste para Navidad? – el niño asintió. No, no estuvo presente aquel día pero sabía las tradiciones arraigadas de su familia que parecían repetir todos los años el sacrosanto menú sin importar el paladar de los comensales, sí, una langosta siempre estaba hervida y servida en la mesa – pues eso pero con colas que explotan y gigantes – para simplificar la enseñanza rápida en criaturas mágicas.
El niño miró hacia delante construyendo inocente una imagen mental y terminó abriendo la boca, impresionado por el esquema construido, mirando a Peach aún con más fascinación como si fuera la amazona que cabalgaba aquellas criaturas del demonio. Adair arqueó una ceja con las extrañas reacciones de su sobrino, negó con la cabeza y regreso la mirada hacia el frente – Tiene escoba y equipación. Mi padre prácticamente voló hasta la tienda cuando nació para preparar el arsenal de Quidditch a su primer nieto, esta obsesionado con qué toda la familia debamos dedicarnos a esto aunque mi hermana más pequeña ya empieza a aborrecer su persistente insistencia – Bebió también su segundo café hasta el fondo y suspiró echando una mirada hacia toda la heladería, buscando a alguien que no sabía quien era, regresó con Peach tras unos segundos de escutrinio.
- ¿Entonces no pas…?
Fue interrumpido por su sobrino que gritó desde su asiento un - ¿Quieres conocer a Hortensia?! – Adair miró a su sobrino y entrecerró los ojos, negando con la cabeza para que dejara eso, esa rata había traído ya problemas a casa – Tengo una rata pelona – se bajo del asiento el condenado, reptando cual gusarajo y corrió hasta donde estaba la chica para cogerle de la mano, tirando con su poca fuerza de ella para que se pusiera en pie – es bonita, pelona y sonrosada. Más bonita que mi hermana semiveela, ¡tengo una hermana semiveela! – argumentó con su gracia natural como si ese hecho fuera a abrirle las puertas de todos los lugares aunque aún no sabía ni el significado completo del calificativo semiveela. Miró a su tío para suplicarle ayuda y Adair encogió sus hombros.
- Habrá que ir a ver a Hortensia. Tengo un oso en casa, no te asustes – cansado se puso en pie y fue hacia la barra a pagar todo cuanto había en la mesa.
- ¿Qué es un escoroguto, tío?
- Escregutos – rectificó su tío, poniendo las manos en la mesa y mirando a Peach como buscando ayuda aunque en realidad quien tenía más posibilidades de explicar allá como eran esos bichos era Adair para algo era hijo de una zoóloga así que regreso las orbes hasta el pequeño - ¿Recuerdas qué comiste para Navidad? – el niño asintió. No, no estuvo presente aquel día pero sabía las tradiciones arraigadas de su familia que parecían repetir todos los años el sacrosanto menú sin importar el paladar de los comensales, sí, una langosta siempre estaba hervida y servida en la mesa – pues eso pero con colas que explotan y gigantes – para simplificar la enseñanza rápida en criaturas mágicas.
El niño miró hacia delante construyendo inocente una imagen mental y terminó abriendo la boca, impresionado por el esquema construido, mirando a Peach aún con más fascinación como si fuera la amazona que cabalgaba aquellas criaturas del demonio. Adair arqueó una ceja con las extrañas reacciones de su sobrino, negó con la cabeza y regreso la mirada hacia el frente – Tiene escoba y equipación. Mi padre prácticamente voló hasta la tienda cuando nació para preparar el arsenal de Quidditch a su primer nieto, esta obsesionado con qué toda la familia debamos dedicarnos a esto aunque mi hermana más pequeña ya empieza a aborrecer su persistente insistencia – Bebió también su segundo café hasta el fondo y suspiró echando una mirada hacia toda la heladería, buscando a alguien que no sabía quien era, regresó con Peach tras unos segundos de escutrinio.
- ¿Entonces no pas…?
Fue interrumpido por su sobrino que gritó desde su asiento un - ¿Quieres conocer a Hortensia?! – Adair miró a su sobrino y entrecerró los ojos, negando con la cabeza para que dejara eso, esa rata había traído ya problemas a casa – Tengo una rata pelona – se bajo del asiento el condenado, reptando cual gusarajo y corrió hasta donde estaba la chica para cogerle de la mano, tirando con su poca fuerza de ella para que se pusiera en pie – es bonita, pelona y sonrosada. Más bonita que mi hermana semiveela, ¡tengo una hermana semiveela! – argumentó con su gracia natural como si ese hecho fuera a abrirle las puertas de todos los lugares aunque aún no sabía ni el significado completo del calificativo semiveela. Miró a su tío para suplicarle ayuda y Adair encogió sus hombros.
- Habrá que ir a ver a Hortensia. Tengo un oso en casa, no te asustes – cansado se puso en pie y fue hacia la barra a pagar todo cuanto había en la mesa.
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Baila, baila, baila
Muerta de ternura por la manera en que Adair le explicaba a Thaddeus qué era un escroguto –y además aceptando que la explicación era bastante completa y apta para el niño haciendo alusión a las langostas y que ella no lo habría hecho tan bien- se tuvo que reír porque había descubierto, con el paso de los años, que los chicos disfrutaban cuando contaba anécdotas asquerosas o rarísimas que solía ver ya fuera en las clases o en San Mungo. Ante la imagen de Thaddeus no hacía más que soneírle de vuelta, porque era una ternura, aunque ponía atención a Adair con sus historias sobre la obsesión de su padre con el quidditch, una parecida a la de David aunque David también le diera una dosis de rencor a todo el asunto por no poder jugar.
Ya estaba haciéndose hacia delante para escuchar la pregunta de Adair cuando Thaddeus la hizo alzar las cejas preguntándose quién carambas era Hortensia, provocándole una carcajada cuando le dijo que era una rata pelona. Ya estaba acostumbrada a los bichos horribles teniendo un hermano que era fanático de la zoología así que no solía asustarse con esas cosas. Siguió al niño con la mirada y lo tomó de la mano, otra vez sintiendo que se lo podía robar en ese mismo instante cuando le decía que la rata era bonita, pelona y sonrosada. Se volvió a reír y hasta le brillaron un poco los ojos olvidándose por completo de las tribulaciones que la habían jodido tanto.
-Ooooh una hermana semiveela, yo tengo una cuñada semiveela. Habría que presentarlas o algo.
Cosa que no le hacía nada de gracia, aunque no por el hecho de que fuera semiveela sino por todas las otras cosas a su alrededor. Se levantó haciendo caso a Thaddeus, guardando apresuradamente el libro y sacando los sickles para pagarle a Adair y que la cuenta no corriera solo por él, porque le daba vergüenza.
-¿Un oso, en serio? No te preocupes, vivo con dos licántropos y uno es zóologo.
Le sacó la lengua y le dibujó una gran sonrisa. Claro que no era lo mismo, además técnicamente ya no vivía con uno de ellos, así que no contaba tanto. Pero si podía soportar hasta los humores de ese par, podía soportar a un oso. Ya hasta comenzaba a emocionarle la perspectiva. Y de pronto todo eso era muy raro, pero qué más daba.
-¿Y dónde vives?
Preguntó tomada de la mano de Thaddeus, haciéndole cariños al niño sin poder parar.
Ya estaba haciéndose hacia delante para escuchar la pregunta de Adair cuando Thaddeus la hizo alzar las cejas preguntándose quién carambas era Hortensia, provocándole una carcajada cuando le dijo que era una rata pelona. Ya estaba acostumbrada a los bichos horribles teniendo un hermano que era fanático de la zoología así que no solía asustarse con esas cosas. Siguió al niño con la mirada y lo tomó de la mano, otra vez sintiendo que se lo podía robar en ese mismo instante cuando le decía que la rata era bonita, pelona y sonrosada. Se volvió a reír y hasta le brillaron un poco los ojos olvidándose por completo de las tribulaciones que la habían jodido tanto.
-Ooooh una hermana semiveela, yo tengo una cuñada semiveela. Habría que presentarlas o algo.
Cosa que no le hacía nada de gracia, aunque no por el hecho de que fuera semiveela sino por todas las otras cosas a su alrededor. Se levantó haciendo caso a Thaddeus, guardando apresuradamente el libro y sacando los sickles para pagarle a Adair y que la cuenta no corriera solo por él, porque le daba vergüenza.
-¿Un oso, en serio? No te preocupes, vivo con dos licántropos y uno es zóologo.
Le sacó la lengua y le dibujó una gran sonrisa. Claro que no era lo mismo, además técnicamente ya no vivía con uno de ellos, así que no contaba tanto. Pero si podía soportar hasta los humores de ese par, podía soportar a un oso. Ya hasta comenzaba a emocionarle la perspectiva. Y de pronto todo eso era muy raro, pero qué más daba.
-¿Y dónde vives?
Preguntó tomada de la mano de Thaddeus, haciéndole cariños al niño sin poder parar.
Peach Finnerty- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 16/10/2012
Re: Baila, baila, baila
Adair negó con la cabeza cuando ella sacó las sickles y pagó toda la cuenta solo, vigilando con ojo avizor a su sobrino mientras tanto que andaba ya muy suelto con la chica, demasiado, el niño era más bien huraño y mal educado, nunca era tan simpático con las mujeres fueran cual fuera su edad. Guardó el cambio en el bolsillo de su chaqueta sin orden, allá junto el paquete de cigarros y el mechero antes de regresar con el dúo, rodando los ojos ante la mención de los zoólogos en la familia, él tenía una madre amante de los animales y su casa era un hervidero de criaturas de todas las índoles, incluida la rata pelona del niño.
Thaddeus lógicamente estaba encantado por ir de la mano con la chica, Adair sujetó la puerta y esperó a que ambos cruzaran para seguirlos – En un barrio mágico a las afueras de Londres – encogió sus hombros sin muchas más explicaciones, no era un lugar elitista más bien familiar y perfecto para una familia como la suya donde aparecían, desaparecían y volvían a aparecer personas a cada minuto del día junto a animales, entre ellos muchas veces crías de dragón – Tomaremos un traslador hacia la morada de los locos – hizo una señal con la cabeza para ir hacia arriba en Diagón, conjuro sobre un ladrillo tirado en el suelo la dirección de su hogar, tomó a Thaddeus por la camiseta y a Peach por la mano libre y desaparecieron hacia su casa.
- ¡COGE AL OSO!
Buen recibimiento pues nomás aparecieron los tres en el jardín delantero de la casa, Darren emergió a través de la puerta como rojo en ira y señalo la masa marrón que se acercaba hacia ellos, raudo y veloz, grande y feroz, para saltar cual perro fiel sobre su dueño, derribando a Adair contra el suelo sin demasiado cuidado en sus modos y empezó a lamer obediente la cara del muchacho – Aparta – gruño desde abajo Adair, intentando derribar el oso de encima suyo y es que pasaba que Teddy parecía oler cuando llegaba el smertios casi con locura demencial y cuando Darren fue a recoger las lechuzas de la mañana, el animal corrió a dar la bienvenida a su amo – Maldita sea, aparta – espetó y el oso se hizo a un lado, sentando su enorme trasero en el suelo y mirando a los tres como si fuera la cosa más adorable del mundo.
- Esta no es Sofie.
- Qué brillante comentario, Darren
- Ah, ¡Finnerty chica! – el señor Brackminster se había acercado hasta donde estaban el trío, saludo a la muchacha tendiendo la mano y palmeó el lomo del animal mientras Adair volvía a ponerse en pie, Thaddeus soltaba la mano de Peach y corría a los brazos de su abuelo - ¿Cómo estás muchacha? Has crecido mucho desde que dejaste Hogwarts. Me da gusto volverte a ver. Pasa y toma algo así me cuentas como esta el gañán de tu padre – llevando a Thaddeus en brazos se metió de nuevo en la casa y Adair con gesto cansado, miró a la chica.
- Abuelo, es mi novia
- Eres demasiado chico para novias, no tengo ganas de darte aún la charla – y se perdieron tras la puerta
- Te dije que es disfuncional y aún no has puesto un pie dentro – puso una mano en su espalda para acompañarla y silbó para el oso que los siguió desde atrás como si fuera un fiel guardaespaldas - ¿Qué quieres para beber?
Thaddeus lógicamente estaba encantado por ir de la mano con la chica, Adair sujetó la puerta y esperó a que ambos cruzaran para seguirlos – En un barrio mágico a las afueras de Londres – encogió sus hombros sin muchas más explicaciones, no era un lugar elitista más bien familiar y perfecto para una familia como la suya donde aparecían, desaparecían y volvían a aparecer personas a cada minuto del día junto a animales, entre ellos muchas veces crías de dragón – Tomaremos un traslador hacia la morada de los locos – hizo una señal con la cabeza para ir hacia arriba en Diagón, conjuro sobre un ladrillo tirado en el suelo la dirección de su hogar, tomó a Thaddeus por la camiseta y a Peach por la mano libre y desaparecieron hacia su casa.
- ¡COGE AL OSO!
Buen recibimiento pues nomás aparecieron los tres en el jardín delantero de la casa, Darren emergió a través de la puerta como rojo en ira y señalo la masa marrón que se acercaba hacia ellos, raudo y veloz, grande y feroz, para saltar cual perro fiel sobre su dueño, derribando a Adair contra el suelo sin demasiado cuidado en sus modos y empezó a lamer obediente la cara del muchacho – Aparta – gruño desde abajo Adair, intentando derribar el oso de encima suyo y es que pasaba que Teddy parecía oler cuando llegaba el smertios casi con locura demencial y cuando Darren fue a recoger las lechuzas de la mañana, el animal corrió a dar la bienvenida a su amo – Maldita sea, aparta – espetó y el oso se hizo a un lado, sentando su enorme trasero en el suelo y mirando a los tres como si fuera la cosa más adorable del mundo.
- Esta no es Sofie.
- Qué brillante comentario, Darren
- Ah, ¡Finnerty chica! – el señor Brackminster se había acercado hasta donde estaban el trío, saludo a la muchacha tendiendo la mano y palmeó el lomo del animal mientras Adair volvía a ponerse en pie, Thaddeus soltaba la mano de Peach y corría a los brazos de su abuelo - ¿Cómo estás muchacha? Has crecido mucho desde que dejaste Hogwarts. Me da gusto volverte a ver. Pasa y toma algo así me cuentas como esta el gañán de tu padre – llevando a Thaddeus en brazos se metió de nuevo en la casa y Adair con gesto cansado, miró a la chica.
- Abuelo, es mi novia
- Eres demasiado chico para novias, no tengo ganas de darte aún la charla – y se perdieron tras la puerta
- Te dije que es disfuncional y aún no has puesto un pie dentro – puso una mano en su espalda para acompañarla y silbó para el oso que los siguió desde atrás como si fuera un fiel guardaespaldas - ¿Qué quieres para beber?
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Baila, baila, baila
Si hubiera sabido que por lo general Thaddeus no era un amorcito con las chicas, seguramente se habría enternecido al doble, pero en ese momento creía que era natural que fuera tan confianzudo. Asintió a Adair con lo del traslador y apretó su mano por inercia con el viaje, porque odiaba los trasladores, aunque no se había atrevido a decirlo en voz alta. Tuvo un extraño momento como de shock cuando, tras el mareo que siempre le daba por aparecerse con esas cosas en conjunto con la esperada pero no por ello menos sorpresiva aparición del oso atacando como un perro gigante.
Su instinto natural la hizo hacerse unos pasos hacia atrás con todo y Thaddeus como si el animal los fuera a atacar o algo, pero esa sorpresa solo duró un par de segundos cuando vio al animal lamer la cara de Adair con tanto amor y dedicación como Robin Van Persie lamía la cara de papá y de Angus cuando los veía. Soltó una risa cuando el oso se sentaba en su trasero y se mordió los labios nada más para aguantarse las ganas de hacer un “awwwwww” muy ridículo de ver su carita, sonriendo más cuando Darren Brackminster afirmaba que ella no era Sofie, aunque no se lo tomó con incomodidad ni mucho menos.
Apretó la mano de Brackminster padre, todavía con sonrisilla radiante, la que una tiene bien ensayada cuando desde niña se le ha enseñado a ser un encanto con los adultos, cortesía de mamá, por supuesto. Y a que sí, varios años habían pasado desde Hogwarts.
-Muy bien, gracias, ¿y usted?
Thaddeus era un amor por no negar su romance enfrente de la familia y Peach los siguió con la mirada mientras se metían a la casa, sonriéndose un poco por la conversación. Siguió el ritmo de Adair aunque giró un poco la cabeza para poder ver bien al oso.
-¿Y se deja tocar? No me irá a arrancar la mano si lo acaricio, ¿no?
Preguntó porque moría de ganas, ¿cuándo se estaba tan cerca de un oso así nada más porque sí? Le hizo un gesto con la mano de “anda ya” cuando decía lo de la disfuncionalidad. Y sobre qué beber, pues en su casa la cerveza era la ley.
-¿Cerveza, tienes? Luego del chocolate y a estas horas, ya es menester.
Su instinto natural la hizo hacerse unos pasos hacia atrás con todo y Thaddeus como si el animal los fuera a atacar o algo, pero esa sorpresa solo duró un par de segundos cuando vio al animal lamer la cara de Adair con tanto amor y dedicación como Robin Van Persie lamía la cara de papá y de Angus cuando los veía. Soltó una risa cuando el oso se sentaba en su trasero y se mordió los labios nada más para aguantarse las ganas de hacer un “awwwwww” muy ridículo de ver su carita, sonriendo más cuando Darren Brackminster afirmaba que ella no era Sofie, aunque no se lo tomó con incomodidad ni mucho menos.
Apretó la mano de Brackminster padre, todavía con sonrisilla radiante, la que una tiene bien ensayada cuando desde niña se le ha enseñado a ser un encanto con los adultos, cortesía de mamá, por supuesto. Y a que sí, varios años habían pasado desde Hogwarts.
-Muy bien, gracias, ¿y usted?
Thaddeus era un amor por no negar su romance enfrente de la familia y Peach los siguió con la mirada mientras se metían a la casa, sonriéndose un poco por la conversación. Siguió el ritmo de Adair aunque giró un poco la cabeza para poder ver bien al oso.
-¿Y se deja tocar? No me irá a arrancar la mano si lo acaricio, ¿no?
Preguntó porque moría de ganas, ¿cuándo se estaba tan cerca de un oso así nada más porque sí? Le hizo un gesto con la mano de “anda ya” cuando decía lo de la disfuncionalidad. Y sobre qué beber, pues en su casa la cerveza era la ley.
-¿Cerveza, tienes? Luego del chocolate y a estas horas, ya es menester.
Peach Finnerty- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 16/10/2012
Re: Baila, baila, baila
Echó una rápida ojeada hacia atrás cuando Peach preguntó sobre si el oso mordía, entrecerró los ojos y negó con la cabeza – a lo sumo te puede arrancar la mano a lametazos, mi madre ha amariconado el oso – dicho y hecho, como si entendiera a su dueño, Teddy se acercó hasta ellos, metiendo el hocico bajo la mano de la chica para empujar hacia arriba, buscando el contacto o una suave caricia. El gesto no gustó a Adair que pegó un manotazo en la cruz para alejarlo de la chica, más que nada, la gente no estaba acostumbrada a tratar con un animal de su embergadura pero el oso era inofensivo, fue criado desde pequeño entre perros y ahora casi se comportaba como uno – ¿Qué tienes que hacer? – ahí parados en medio del pasillo que conducía a la cocina, Teddy se sentó y alzó la pata para dársela a Peach - ¿No ves? .
- ¡Le han cortado los huevos! – gritó el otro Brackminster desde la cocina donde ya había sentado a Thaddeus en la trona y el niño jugaba con sus camiones de juguete. Adair rodó los ojos por la intromisión de su padre (significaba que no perdía detalle), avanzó hasta la cocina junto a la chica y fue directamente hacia la nevera para sacar dos cervezas negras, no tenía de otras – Yo estoy muy bien muchacha, no te respondí antes, soy un maleducado – estaba el hombre ya sentado en la mesa pero alargó el brazo para abrir la silla a la muchacha con toda la galantería que podía reunir – Toma lugar que no te voy a cobrar por el asiento – sonrisa de que era broma. Era agradable para Darren ver que sus hijos habían hecho migas con los hijos de sus antiguos compañeros de colegio, Finnerty fue un grano en el culo con Marie (¿para qué engañarse?) pero luego ya todo quedó en el olvido.
- Aquí tienes – Adair ya había regresado, puso las tres cervezas encima de la mesa y un zumo de estos de cartón para su sobrino, no tenía espíritu que se quejara. Asustó con la mano una cotorra que estaba sentada en el respaldo de su silla, libre como si no existiera en casa los Brackminster la palabra “jaula”, y tomó asiento entre Peach y Thaddeus – No empieces con tus batallitas prehistóricas, Darren.
- Soy tu padre, no Darren – argumentó a ojos entornados pero terminó prestando atención a la muchacha – Cuéntame. ¿Te cambió por Sofie? No me mientas muchacha – Adair que estaba bebiendo la cerveza solo rodó los ojos antes de negar con la cabeza – ¿Pues qué quieres que piense? Hace dos días me vienes pidiendo ayuda para que saque a la rubia de su encierra y ahora vienes con esta hermosura a casa.
- Es una amiga y en verdad, invitada por tu nieto.
El aludido levantó la cabeza y mostró una sonrisa de oreja a oreja antes de asentir y mascullar un.
- Es mi novia, es bonita.
- ¿Ves?
- La próxima vez búscatela de tu edad – negó divertido con la cabeza y regresó hacia su imprevista invitada – Punto solventado, ¿qué hace tu padre? Dile que se pase un día por Hogwarts que voy a enseñarle como sube la juventud, tengo una gran cantera.
- ¡Le han cortado los huevos! – gritó el otro Brackminster desde la cocina donde ya había sentado a Thaddeus en la trona y el niño jugaba con sus camiones de juguete. Adair rodó los ojos por la intromisión de su padre (significaba que no perdía detalle), avanzó hasta la cocina junto a la chica y fue directamente hacia la nevera para sacar dos cervezas negras, no tenía de otras – Yo estoy muy bien muchacha, no te respondí antes, soy un maleducado – estaba el hombre ya sentado en la mesa pero alargó el brazo para abrir la silla a la muchacha con toda la galantería que podía reunir – Toma lugar que no te voy a cobrar por el asiento – sonrisa de que era broma. Era agradable para Darren ver que sus hijos habían hecho migas con los hijos de sus antiguos compañeros de colegio, Finnerty fue un grano en el culo con Marie (¿para qué engañarse?) pero luego ya todo quedó en el olvido.
- Aquí tienes – Adair ya había regresado, puso las tres cervezas encima de la mesa y un zumo de estos de cartón para su sobrino, no tenía espíritu que se quejara. Asustó con la mano una cotorra que estaba sentada en el respaldo de su silla, libre como si no existiera en casa los Brackminster la palabra “jaula”, y tomó asiento entre Peach y Thaddeus – No empieces con tus batallitas prehistóricas, Darren.
- Soy tu padre, no Darren – argumentó a ojos entornados pero terminó prestando atención a la muchacha – Cuéntame. ¿Te cambió por Sofie? No me mientas muchacha – Adair que estaba bebiendo la cerveza solo rodó los ojos antes de negar con la cabeza – ¿Pues qué quieres que piense? Hace dos días me vienes pidiendo ayuda para que saque a la rubia de su encierra y ahora vienes con esta hermosura a casa.
- Es una amiga y en verdad, invitada por tu nieto.
El aludido levantó la cabeza y mostró una sonrisa de oreja a oreja antes de asentir y mascullar un.
- Es mi novia, es bonita.
- ¿Ves?
- La próxima vez búscatela de tu edad – negó divertido con la cabeza y regresó hacia su imprevista invitada – Punto solventado, ¿qué hace tu padre? Dile que se pase un día por Hogwarts que voy a enseñarle como sube la juventud, tengo una gran cantera.
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Baila, baila, baila
La sonrisa fue idéntica a la de cualquier niña cuando el oso, confianzudo, metió el hocico bajo su mano, aunque se esperó a que Adair le diera al animal su permiso oficial para hacerle cariñitos cuando le dio la pata, como un perro total. Le dijo algo como “es lo más bonito que he visto” y terminó acariciando las orejas del animal, con una carcajada por aquello de que le habían cortado los huevos. Entró a la cocina con natural timidez, agradeciendo la cerveza con una sonrisa y sentándose donde le tocaba agradeciendo que no le fueran a cobrar el asiento. Se le quedó mirando a la cotorra y pensó que, ese era el tipo de hogar que seguramente Angus querría tener en el futuro.
Se hubiera reído mucho por la pregunta del cambio de novia de no ser porque sabía más o menos el trasfondo de lo que en realidad estaba pasando entre Adair y la chica, a la que de todos modos nunca le iba a perdonar el amarillismo exacerbado con el que había tratado la noticia de su hermano en su dichoso programa de radio. Negó con la cabeza y se encogió de hombros. Antes de asentir a que había sido Thaddeus quien la había llevado ahí en realidad.
-Me quería presentar en sociedad.
Pero era cierto que Thaddeus necesitaba a alguien de su edad. Bebió un reconfortante sorbo de la cerveza y luego miró a Darren con los ojos brillantes, tras esa noticia que seguramente sí que entusiasmaría a su padre.
-Papá está bien, atendiendo el bar, ese que puso con Ayres desde hace mil años y…no sé, creemos que está otra vez ayudando al heredero Alechinsky pero no nos ha querido confirmar nada.
Ya sabía que, al menos esa parte de los Brackminster, eran “de los buenos” sin ser necesariamente radicales, por más que Amy también hubiera sido miembro de la KAU en sus tiempos, por eso no temía decir esas cosas, ni mucho menos. Ya se temía que su papá estaba metiéndose en problemas otra vez para ayudar a esa generación, a la que ella no pensaba pertenecer.
-No sabe cómo le alegraría poder ver jóvenes vigorosos con prometedor futuro, justo le decía a Adair que no supera nunca que ni Angus ni yo hayamos nacido con el gusano de montar en una escoba. Cuidado que adopte a alguno de tus alumnos.
Se hubiera reído mucho por la pregunta del cambio de novia de no ser porque sabía más o menos el trasfondo de lo que en realidad estaba pasando entre Adair y la chica, a la que de todos modos nunca le iba a perdonar el amarillismo exacerbado con el que había tratado la noticia de su hermano en su dichoso programa de radio. Negó con la cabeza y se encogió de hombros. Antes de asentir a que había sido Thaddeus quien la había llevado ahí en realidad.
-Me quería presentar en sociedad.
Pero era cierto que Thaddeus necesitaba a alguien de su edad. Bebió un reconfortante sorbo de la cerveza y luego miró a Darren con los ojos brillantes, tras esa noticia que seguramente sí que entusiasmaría a su padre.
-Papá está bien, atendiendo el bar, ese que puso con Ayres desde hace mil años y…no sé, creemos que está otra vez ayudando al heredero Alechinsky pero no nos ha querido confirmar nada.
Ya sabía que, al menos esa parte de los Brackminster, eran “de los buenos” sin ser necesariamente radicales, por más que Amy también hubiera sido miembro de la KAU en sus tiempos, por eso no temía decir esas cosas, ni mucho menos. Ya se temía que su papá estaba metiéndose en problemas otra vez para ayudar a esa generación, a la que ella no pensaba pertenecer.
-No sabe cómo le alegraría poder ver jóvenes vigorosos con prometedor futuro, justo le decía a Adair que no supera nunca que ni Angus ni yo hayamos nacido con el gusano de montar en una escoba. Cuidado que adopte a alguno de tus alumnos.
Peach Finnerty- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 16/10/2012
Re: Baila, baila, baila
La mención de Ayres hizo que los dos hombres presentes (el niño no contaba) se miraran a los ojos como entendiendo de inmediato qué pensaba el otro. Darren había jugado contra el profesor de vuelo durante años y Adair había vivido la vida entera con Leslie, la vida fue injusta para esa familia de magos. Efectivamente los Brackminster (solo esa rama) eran liberales pero exceptuando la guerra, Darren no solía tomar participación en cuanto asuntos políticos, criticaba y gritaba, contaba anécdotas pero intentaba no perjudicar su familia con sus intrusiones en el marco social, eso sí, no dudo en enarbolar una varita contra su padre cuando el mundo estaba bajo el mandato de un tirano purista.
- La guerra parece inminente - añadió el más mayor de la familia ensombreciendo el rostro y volviendo a leer sus cartas, la mayoría, correo certificado de Hogwarts, tal vez hojas para evaluaciones o nueva normativa. Adair echó un trago más a su bebida y miró de reojo a Peach, queriendo intervenir pero su padre cortó su participación – Claro, hay muchas promesas, este año hacen buen equipo Gryffindor y Ravenclaw, Slytherin va falto de buscador y Hufflepuff sigue en su línea – sin desmerecer pero Darren ya había visto mil veces esa casa perder, eran demasiado honestos no iban a llegar demasiado lejos – pero es una invitación formal, yo mismo enviaría una lechuza a Finnerty pero si su hija esta aquí, mejor ella para pasarle el mensaje – una sonrisa cálida y un trago a la cerveza – y me parece mal. En esta casa, todos mis hijos deben saber blandir un bate aunque puedo hacer excepciones y dejar que sean cazadores… o buscadores como mi niña pequeña.
- Si Elizabeth ha dejado el equipo por tu culpa – ahí estaba uno de los puñales de Adair hacia su padre pero eso era común y recíproco, no era la mejor relación paternofilial la de esos dos. Darren fulminó a su hijo, apretando los labios pero negó con la cabeza volviendo a su correo porque en el fondo era cierto que la menor Brackminster había dejado el equipo por presiones familiares – Oh, en la diana – sonrisa de haber ganado el partido y miró a Peach – Tengo hambre, voy a hacer unas hamburguesas – hizo un gesto con la cabeza a la chica para que acompañara, fue hasta la nevera, sacó la carne en bandeja y luego, indicó el camino hacia el jardín donde había una barbacoa – Puede ser muy pesado, mejor te rescato. ¿Quieres? – ya estaba echando el líquido para prender la barbacoa, sacó el mechero y prendió un extremo creando un pequeño fuego, sacó la carne y la echó sobre la parrilla – Espero que este semestre me quieras más. No me gusta ser usado como saco de boxeo y luego echado a la basura… - sonrisa ladeada, estaba bromeando pero por si las moscas. Un nuevo trago a su bebida y continuó cociendo la carne.
- La guerra parece inminente - añadió el más mayor de la familia ensombreciendo el rostro y volviendo a leer sus cartas, la mayoría, correo certificado de Hogwarts, tal vez hojas para evaluaciones o nueva normativa. Adair echó un trago más a su bebida y miró de reojo a Peach, queriendo intervenir pero su padre cortó su participación – Claro, hay muchas promesas, este año hacen buen equipo Gryffindor y Ravenclaw, Slytherin va falto de buscador y Hufflepuff sigue en su línea – sin desmerecer pero Darren ya había visto mil veces esa casa perder, eran demasiado honestos no iban a llegar demasiado lejos – pero es una invitación formal, yo mismo enviaría una lechuza a Finnerty pero si su hija esta aquí, mejor ella para pasarle el mensaje – una sonrisa cálida y un trago a la cerveza – y me parece mal. En esta casa, todos mis hijos deben saber blandir un bate aunque puedo hacer excepciones y dejar que sean cazadores… o buscadores como mi niña pequeña.
- Si Elizabeth ha dejado el equipo por tu culpa – ahí estaba uno de los puñales de Adair hacia su padre pero eso era común y recíproco, no era la mejor relación paternofilial la de esos dos. Darren fulminó a su hijo, apretando los labios pero negó con la cabeza volviendo a su correo porque en el fondo era cierto que la menor Brackminster había dejado el equipo por presiones familiares – Oh, en la diana – sonrisa de haber ganado el partido y miró a Peach – Tengo hambre, voy a hacer unas hamburguesas – hizo un gesto con la cabeza a la chica para que acompañara, fue hasta la nevera, sacó la carne en bandeja y luego, indicó el camino hacia el jardín donde había una barbacoa – Puede ser muy pesado, mejor te rescato. ¿Quieres? – ya estaba echando el líquido para prender la barbacoa, sacó el mechero y prendió un extremo creando un pequeño fuego, sacó la carne y la echó sobre la parrilla – Espero que este semestre me quieras más. No me gusta ser usado como saco de boxeo y luego echado a la basura… - sonrisa ladeada, estaba bromeando pero por si las moscas. Un nuevo trago a su bebida y continuó cociendo la carne.
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Baila, baila, baila
La leyenda contaba que cuando Finnerty y Ayres habían estado en el equipo de Hufflepuff, habían sido los años dorados de la casa del tejón y que nunca se había visto tan motivado al equipo como en ese entonces, cuando habían perdido contra Slytherin en la final únicamente por una sucia jugada de…ah, la ironía, Damien Holland. La leyenda contaba, también, que había sido la única época de gloria de los tejones y Hufflepuff había tenido que vivir con eso toda la vida. Solo pensar en esas anécdotas la hicieron sonreír a medias luego de la afirmación de que la guerra era inminente. Ella lo sabía bien y su familia lo estaba viviendo desde el núcleo, con Angus.
-Tal vez si aparece David Finnerty por ahí, los de Hufflepuff se inspiren y se revolucionen. Se lo diré, claro, estará contento de volver ahí.
Se rió por aquello de que en casa todos debían saber blandir un bate. Ella jugaba pero en la vida se había interesado de verdad, o sea que solo jugaba en su casa, con los miles de primos-más-bien-amigos que no tenían intenciones profesionales o eso. Angus había estado en el equipo de su casa pero también le había puesto muy poco interés. No intervino en la obvia tensión familiar entre Adair y su padre, cuando eso ocurrió desvió la vista hacia cualquier parte, por suerte había animales sorpresivos con los que entretenerse.
-¿Eso es una iguana…?
Pero no terminó por señalar al animal que entraba dando pasos lentos a la cocina cuando ya se estaba levantando para acompañar a Adair a hacer las hamburguesas. Cerró un poco los ojos y arrugó la nariz cuando le dijo que su padre podía ser un poco pesado, pero a ella no se lo parecía.
-Sí, quiero. Pero bien bien bien cocida, no sabes la lata que es cocinar hamburguesas en casa. Horrible.
Porque con los hombres que vivían ahí, no se podía tenerlos contentos sin un poco de enrojecimiento o cosas así. Enrojeció al escuchar la referencia a su episodio más demente en todo lo que llevaba de la carrera y se tapó la cara con las manos con vergüenza.
-¡No, perdóname! Ese día perdí la cabeza y bueno, supuse que preferías estar con tu novia luego de que yo te arañara todos los brazos, consolándola porque se había echado a perder su programa y así.
Pero honestamente, qué bueno que se le había ido a la basura. Fomentar las idioteces de Milou y hasta ponerle música de fondo al asunto le había parecido de lo más humillante para Angus y para toda la situación, pero no se iba a quejar con Adair. Le pasó los dedos por el antebrazo como si inspeccionara cual sanadora.
-Pero te has curado bien, te veo íntegro. En realidad no soy tan violenta. Y te quiero, y te agradezco lo que hiciste ese día por mi, en serio. Jamás te tiraría a la basura…¿en qué te ayudo?.
No era de las que cocinaban, pero qué más daba, no debía ser difícil ayudar en eso.
-Tal vez si aparece David Finnerty por ahí, los de Hufflepuff se inspiren y se revolucionen. Se lo diré, claro, estará contento de volver ahí.
Se rió por aquello de que en casa todos debían saber blandir un bate. Ella jugaba pero en la vida se había interesado de verdad, o sea que solo jugaba en su casa, con los miles de primos-más-bien-amigos que no tenían intenciones profesionales o eso. Angus había estado en el equipo de su casa pero también le había puesto muy poco interés. No intervino en la obvia tensión familiar entre Adair y su padre, cuando eso ocurrió desvió la vista hacia cualquier parte, por suerte había animales sorpresivos con los que entretenerse.
-¿Eso es una iguana…?
Pero no terminó por señalar al animal que entraba dando pasos lentos a la cocina cuando ya se estaba levantando para acompañar a Adair a hacer las hamburguesas. Cerró un poco los ojos y arrugó la nariz cuando le dijo que su padre podía ser un poco pesado, pero a ella no se lo parecía.
-Sí, quiero. Pero bien bien bien cocida, no sabes la lata que es cocinar hamburguesas en casa. Horrible.
Porque con los hombres que vivían ahí, no se podía tenerlos contentos sin un poco de enrojecimiento o cosas así. Enrojeció al escuchar la referencia a su episodio más demente en todo lo que llevaba de la carrera y se tapó la cara con las manos con vergüenza.
-¡No, perdóname! Ese día perdí la cabeza y bueno, supuse que preferías estar con tu novia luego de que yo te arañara todos los brazos, consolándola porque se había echado a perder su programa y así.
Pero honestamente, qué bueno que se le había ido a la basura. Fomentar las idioteces de Milou y hasta ponerle música de fondo al asunto le había parecido de lo más humillante para Angus y para toda la situación, pero no se iba a quejar con Adair. Le pasó los dedos por el antebrazo como si inspeccionara cual sanadora.
-Pero te has curado bien, te veo íntegro. En realidad no soy tan violenta. Y te quiero, y te agradezco lo que hiciste ese día por mi, en serio. Jamás te tiraría a la basura…¿en qué te ayudo?.
No era de las que cocinaban, pero qué más daba, no debía ser difícil ayudar en eso.
Peach Finnerty- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 16/10/2012
Re: Baila, baila, baila
En verdad después de aquella interesante pelea, Adair no estuvo con Sofie, cogió su escoba y regresó a ese entrenamiento que tenía pendiente pues solo pasó por la cafetería a buscar una bebida. Podía entender el motivo de Sofie para continuar con la retransmisión aquel día pero no compartía su opinión, tal vez por saber cuan de complicada era la vida de los licántropos así como porque conocía a Peach y sabía que no era del tipo de niñas que perdían la razón para golpear a sus compañeras, era la típica señorita bien portada y ejemplar, una digna ex prefecta.
- No tienes uñas de harpía pude sobrellevar cuatro arañazos – miró con una sonrisa como pasaba los dedos sobre su antrebrazo antes de volver la atención a sus hamburguesas. Ya empezaba a sentir cierto gruñido en su estómago, agarró unas pinzas y volteó las hamburguesas solo por ver un tono más oscuro que el rojo de la sangre aún en la carne, además, tomó nota, el también prefería la carne bien hecha que a la cruda, era cuestión de gusto – Pregúntale a mi padre si quiere algo, si no te molesta, somos los dos orgullosos, no creo que salga a decir que esta muriéndose de hambre pero no se resistirá a tu encanto.
El oso abrió la puerta en ese momento, olfateó el aire y dirigió sus pasos hacia los muchachos, sentándose con un gruñido para ponerse sobre sus patas traseras y alzas las dos patas, tendiendo la mano (o su equivalente osil) repetidas veces hacia Peach como si exigiera su atención – Si eso trae el pan también, esta en el segundo armario arriba junto el Ketchup. Urga en la nevera a ver que encuentras, elige cuanto quieras yo vigilo que tu carne se ase bien.
Y la suya que pronto iba a desfallecer. Clarisse apareció un segundo por la puerta, saludó en la distancia con la mano y volvió a meterse hacia dentro antes que Adair pudiera dar su típico movimiento de cabeza. Estupendo, ya empezaba a llegar la gente de la familia (nótese el sarcasmo).
- No tienes uñas de harpía pude sobrellevar cuatro arañazos – miró con una sonrisa como pasaba los dedos sobre su antrebrazo antes de volver la atención a sus hamburguesas. Ya empezaba a sentir cierto gruñido en su estómago, agarró unas pinzas y volteó las hamburguesas solo por ver un tono más oscuro que el rojo de la sangre aún en la carne, además, tomó nota, el también prefería la carne bien hecha que a la cruda, era cuestión de gusto – Pregúntale a mi padre si quiere algo, si no te molesta, somos los dos orgullosos, no creo que salga a decir que esta muriéndose de hambre pero no se resistirá a tu encanto.
El oso abrió la puerta en ese momento, olfateó el aire y dirigió sus pasos hacia los muchachos, sentándose con un gruñido para ponerse sobre sus patas traseras y alzas las dos patas, tendiendo la mano (o su equivalente osil) repetidas veces hacia Peach como si exigiera su atención – Si eso trae el pan también, esta en el segundo armario arriba junto el Ketchup. Urga en la nevera a ver que encuentras, elige cuanto quieras yo vigilo que tu carne se ase bien.
Y la suya que pronto iba a desfallecer. Clarisse apareció un segundo por la puerta, saludó en la distancia con la mano y volvió a meterse hacia dentro antes que Adair pudiera dar su típico movimiento de cabeza. Estupendo, ya empezaba a llegar la gente de la familia (nótese el sarcasmo).
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
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