Tatuaje

Estaba emocionada por la idea del tatuaje, aunque él todavía no le hubiera revelado qué era lo que pensaba hacerse y gran parte del camino había intentado adivinar sin éxito, dando ideas absurdas para carcajearse, aunque la que más risa le daba de todas era la que él mismo había dicho, lo de tatuarse su nombre. Se había acostumbrado ya al mundo muggle al punto que no saltaba de susto cuando un auto pasaba haciendo ruido, aunque había muchas zonas como en construcción y veía pocos autos. Y no podía parar de ser una ridícula, besándolo en la mejilla de vez en cuando, acariciando el dorso de la mano con el pulgar o cualquier tontería espontánea que le llamara a hacer.

-¿Por qué me engañas y me traes a una escuela para chinos?

Le preguntó apenas vio el letrero y luego negó con la cabeza cuando le preguntaba si ya se había decidido qué se iba a tatuar, respondiendo después "tu cara, claro". Hasta donde sabía, los tatuajes era algo que dolía en los dos mundos por igual, aunque se hicieran de manera distinta. Solo que no se imaginaba como alguien era capaz de hacerse cualquier cosa con una aguja. Le parecía fascinante a la par que aterrador y aunque había visto un poco de cómo se hacían en un programa de televisión, no podía parar de vincularlo con un instrumento de tortura de película de Angus.

Pensaba seriamente aprovechar esa salida para contarle de la idea de Aldrich que apenas y habían medio hablado luego de que se medio reconciliaran en navidad y año nuevo (todo a medias). Aldrich había propuesto ir a cenar con su novia Marianne con el objetivo de limar las obvias asperezas que se habían creado desde la vez que la había citado como loco a medianoche y Malik había ido con afán de no escatimar en precauciones. Le daba nervios la respuesta.

Entró al local y trató de no mirar todo como una loca y actuar normal. Solo se giró un poco para sonreírle, emocionada por el asunto. Llamaron la atención los dibujos en las paredes. Y como no, una silla de tortura que podía ver desde su posición. Alzó las cejas y sonrió un poco, sabiendo que por fin se revelaría el misterio.

Le hubiera creído completamente eso de que lo tendría que sacar en silla de ruedas solamente por ver la silla y los suplementos que iban a utilizar para tatuarlo, porque en el mundo mágico no era igual, pero esa leyenda urbana ya no iba a funcionar. Miró sin ser indiscreta al recepcionista tatuado en cada zona de su cuerpo, pensando que los tatuajes de los que estaban en Brigantia no eran mucho –en cuanto a cantidad- comparados con ese tipo. Seguía pensando en como decirle lo de Aldrich pero cuando Malik lo dejó caer, intuyendo que no estaba muy en el mundo por pensar en muchas otras cosas, no respondió inmediatamente.

La verdad era que no sabía bien cómo iba a tomárselo. Milena le había contado –todavía en plan de amigas – de su pelea por el asunto de la carrera de hipogrifos en Dubai y aunque estaba consciente de que no era para nada lo mismo, seguía teniendo la sensación de que no le iba a caer nada en gracia la invitación de Aldrich por muchas razones que tal vez si incluirían eso de las costumbres burguesas, o simplemente el roce obvio que habían tenido esa noche atrás de la cafetería.

-No se vale, te vas a tatuar justo lo que yo quería hacerme. ¿Dónde va a ser? ¡Ya quiero que te lo hagan! ¿Te va a doler? Ya sé que no te tengo que sacar en silla de ruedas, no seas chismoso.

Ladeó la cabeza para recibir su beso, aunque fuera fugaz y luego le acarició un poco la cara y la curva de su nariz antes de soltar un suspiro delator. Miró hacia el recepcionista y a todos lados para ver si algo había cambiado, porque aunque iba a soltar el anuncio de sopetón, no quería quedarse a medias y movió un poco el hombro para que se incorporara bien y la mirara. Antes de decir cualquier cosa lo besó como loca, acordándose después de que estaban en un lugar público y finalmente tanteó el terreno.

-Aldrich quiere limar asperezas contigo. Y también quiere presentarme a su novia y no sé qué, creo que es la chica Heard, la de la familia esa que hace escobas…bueno, el punto es que, pues nada, quiere que vayamos a comer o a cenar con ellos, no sé. Hasta me ofrecí para cocinar, probablemente sea en su casa.

Lo miró a la expectativa, consideraba un buen gesto de parte de Aldrich que dejara a un lado su orgullo y extendiera esa invitación, y no quería volver a pelearse con su primo porque a fin de cuentas, pues era su compañero de toda la vida. No había razones para que Malik se negara, o eso pensaba ella.

En algún punto se había imaginado una respuesta parecida, pero lo había desechado rápidamente porque no quería pensar negatividades y había cometido el error de dejar de planteárselo como una posibilidad. No había esperado tampoco que le dijera que sí con una sonrisota, ni mucho menos, porque luego de lo que había pasado estaba consciente de que había un mutuo desagrado, pero a su modo de ver, si Aldrich quería arreglar las cosas en pos de estar bien con ella y convivir con el mundo, ¿cómo que no había por qué molestarse?.

-Precisamente te estoy diciendo que quiere intentar arreglar las cosas, ¿para qué molestarse? Pues porque es mi primo, mi amigo también. Yo jamás te respondería una cosa así, no creo que te cueste nada hacer un pequeño esfuerzo, él esta intentando poner de su parte.

No era lo mejor pensarlo pero, ¿qué si Angus no le hubiera caído bien o hubieran tenido choques al principio por cualquier malentendido? O qué si hubiera decidido que no se le daba la gana conocer del mismo Malik más que lo que a ella misma le interesaba. No estaba diciendo que fuera un sacrificio el cambio que había dado a su vida porque lo quería, y le gustaba estar con él con quien fuera, como fuera, pero no podía evitar pensar las cosas fríamente –o demasiado viscerales, podía ser- y llegar a la conclusión de que, poniendo las cosas en la balanza, ella era la que técnicamente había cedido en todo, era ella la que se estaba involucrando en su mundo, ¿y ahora resultaba que no había que molestarse cuando le pedía algo que significaba erradicar choques con una de las personas que a ella le importaban más?.

-Déjalo, si te cuesta tanto trabajo y es tantísima molestia, olvídalo.

Claro, decía eso pero por dentro ya estaba con sus propias resoluciones tipo: próxima vez que te inventes un plan alternativo, seré yo la que no me voy a molestar. Un tipo igual de tatuado que el recepcionista hizo acto de presencia, seguramente su tatuador. Se sintió inmediatamente incómoda y solo atinó a acomodarse el cabello mirando hacia otro lado, pensando que todos eran lectores de mentes de pronto y que se le notaba a leguas que estaba en estado de ebullición interior.

Frunció muchísimo el ceño por aquello de que estaba programada para ser amable. Casi le dieron ganas de reclamárselo porque en realidad si se había metido en todas esas cosas había sido por él y nada más, por curiosidad, pero nunca porque lo sintiera como una obligación social. Ni que fuera el Ministro de Magia y sus amigos fueran los Jefes de Departamento de todo el ministerio. Claro que decirle eso habría sido una cosa muy fea y no lo dijo. Solo frunció también los labios por lo de los beneficios.

Ella no tenía sospechas dementes de Aldrich. Se había asustado esa noche por el tono, la hora y todo lo demás, pero en las fiestas habían dejado las cosas claras. Y Aldrich había inventado una historia para justificar su locura de esa noche en particular que por supuesto, Pearlie había creído totalmente porque toda la vida así había sido. Y no tenía motivos para sospechar de él. Creía que los beneficios eran estar bien con ella, como siempre. Pearlie pensaba que Aldrich creía que era un buen gesto para con ella, y nada más, que tuviera ganas de hacer algo así.

Miró de nuevo al tatuador y después fijó la vista en Malik, escuchando sus palabras que, inesperadamente, la ablandaron en medio segundo. Desvió la vista de él un segundo, fijándola en cualquier cosa antes de encogerse de hombros, tratando de hacerse la dura aunque en realidad estaba ya completamente convencida de que solo quería lanzársele encima y decirle que lo amaba, y que no era necesario que fuera si no quería.

-No odio a ninguno de tus amigos, soy sincera contigo. Y no es una cena de caviar de beluga con charlas de política, tienes una idea demasiado cerrada de lo que somos nosotros. Y tampoco van a ser cuatro horas, si quieres nos vamos rápido, y si todo es incómodo y sale mal, no te voy a torturar haciéndote quedar, sabes que no te haría eso.

Se acercó a darle un beso en la comisura del labio. El estado de ebullición se había modificado a uno más lánguido, como si estuviera más triste que enojada.

-Pero no quiero pensar que esto significa que siempre pensarás que las cosas que tienen que ver con lo que yo he tenido antes sean una pérdida de tiempo total. Es casi como si dijeras que todo mi pasado ha sido un sinsentido, ¿Sabes?.

Sonrió a medias y luego le dio un empujón.

-¿Te puedo acompañar a ver cómo te dejan lisiado?