Rutinas

Era fácil adaptarse a esa clase de rutinas, donde había cosas qué hacer, ocupaciones, obligaciones y lo que les daba por llamar estrés. Escuchaba de vez en cuando quejas por la comida en el comedor, o por la carga de trabajo en las materias teóricas sin que lo físico dejara de ser exigente también. No podía pensar en nada mejor que eso, mantenerse ocupado, ponerse en forma, acabar el día tan cansado que apenas si quedara tiempo de pensar en algo. Y la comida no podía ser en modo alguno mala, aunque nunca tocaba la avena. Preferiría comer carne humana antes que volver a probarla.

Nadie en los dormitorios le había cuestionado su costumbre de poner una pequeña lámpara que funcionaba con un hechizo y hacía que al menos alrededor de su cama nada estuviera completamente oscuro, por que lo detestaba. Pensó que al menos le iban a lanzar una almohada pero sólo le habían esquivado la mirada y le habían dejado estar. Sabía, por la manera en que algunos lo miraban, sobre todo chicas, que tenía cierta fama de ser un tipo temible y por esa razón había pasado las primeras semanas de Brigantia sin hablar con mucha gente, exceptuando a los viejos conocidos del colegio. No estaba mal, por que sinceramente nada le podría parecer ya tan malo.

Esa noche, después de las navidades y con un par de semanas ya de actividad, se había tomado un tiempo para mirar un periódico deportivo en el salón de convivencia, poco frecuentado a diferencia del de otras facultades. No se había encontrado a nadie casualmente por ahí y si así era, de todos modos, poca gente hablaba con él, aunque a veces al ver pasar a alguien que no conocía esperaba alguna sorpresa. Casi nunca ocurría, pero él mismo ponía poco esfuerzo por mostrarse demasiado amable, pues aunque extrovertido sus modos siempre habían sido predominantemente ariscos.

Empezó a cabecear de sueño con el periódico en el regazo después de pensar un montón de cosas mirando el pequeño fuego de la chimenea, hasta que un discreto ruido le hacía despertarse de golpe.

No era la primera vez que veía a esa chica, la reconoció primero que nada de la facultad, aunque seguramente no sería de las de quiditch por que no la había visto nunca por los campos de entrenamiento a las horas usuales. Tenía pinta de estudiar para ser auror, por ese aire de chica buena y ordenada, aunque claro, sólo estaba lanzando un juicio al aire que seguramente sería equivocado por que no tenía la sensibilidad necesaria para saber cosas de la gente antes de conocerlas.

Ahora a su memoria le venía también que había estado en Hogwarts, pero era mucho más joven, unos tres o cuatro años, y no había estado en su casa. Le llevó un par de segundos volver a la lucidez luego de estar dormitando y medio leyendo y dijo que sí con la cabeza, aunque tuvo que hablar para que no pensara que estaba diciéndole que sí, que lo molestaba, por que no era el caso. Parecía ser suficientemente segura de sí misma como para no tomarse nada a mal y sobre todo para no ir con esas mierdas de temerle como varias chicas en la universidad, algunas de ellas llevando sus prejuicios al extremo y metiéndolo en algún lío menor.

"Claro, siéntate" no hacía falta decirlo, fue más bien como un reflejo. No dobló el periódico, lo retomó para que la chica no se sintiera obligada a hablar con él aunque parecía bastante abierta.

"Gran partido de los Chudley Cannons, generalmente son una mierda, pero esta vez sí que la hicieron buena ¿Te gusta el quidditch, no?"

Pues no podía afirmar que sí, pero era de lo único que se le ocurría hablar de manera tan casual, incluso siendo un poco agresivo al ser tan abierto, como siempre era, y motivo por el cuál nunca había tenido demasiadas amigas en el término estricto de la palabra.