Ya cerramos

Comienzo de nuevo año escolar, y ningún secreto que la fama que se hacían los estudiantes de medimagia era la de hacer una transformación gradual hasta llegar al punto de volverse hermitaños con vida social inexistente para el punto en el que terminaban la carrera y les llegaba el momento de comenzar con sus prácticas. Pues bien, Loreen trataba de ser la excepción a la norma. Dudaba mucho llegar hasta una situación en la que se le olvidara como mantener trato con otras personas, que solamente con su familia tenía ya cubierta el área de desarrollo de habilidades sociales – y ejercicios de memoria para recordar tanto nombre, todo sea dicho -, y por eso mismo se las arreglaba, de la manera que fuera necesario, para estar ahí siempre que alguien la llamaba. En última instancia ya se tenía el tiempo medido y lo más que aguantaba sin dormir eran 36 horas, más que suficiente para ponerse al corriente con trabajos atrasados. Wohoo. Vida de estudiante. Yey…

No siempre le era tan sencillo, había que decir. Su sistema le había funcionado hasta ahora y así había conseguido llegar hasta la mitad de la carrera. No obstante los primeros días eran pesados al tener que reacostumbrarte a aquel ritmo de trabajo después de pasar casi dos meses haciendo de tu vida nada más que dormir y andar de ocioso. Que por lo mismo al momento en que había recibido la nota de Angus sobre pasarse un rato en Radegast obviamente había respondido – como siempre lo hacía – que sí. Loreen no necesitaba de muchas excusas para zafarse un rato de sus obligaciones de futura medimaga antisocial, pero tratándose de Finnerty tenía, además de todo, motivos ulteriores.

No había contado con que esa tarde haciendo investigación en la biblioteca el tiempo se le iba a ir más rápido de lo pensado. Entre la jaqueca que se había ganado el ardor de ojos y las mil y un maldiciones que soltó al ver la hora cuando se percató ya pasaban de las 10:20 y en lo que recogía sus cosas y salía corriendo como desesperada al bar iba a mostrar la cara en el bar cuando quedaba menos de media hora para cerrar sus puertas.

Cuando llegó, aún cargando con el enorme bolso de cuero que usaba de mochila y unos cuantos libros en los brazos, se detuvo un segundo a mirar su casi invisible reflejo en la ventana. ¿Todo en orden? ¿Todo bien? Se esponjó el cabello un poco antes de entrar y se acomodó la camiseta de que manera que casualmente le quedara un hombro al descubierto. Que nadie podía culparla por intentar hacer su lucha, joder.

Entonces sí, abrió la puerta y gravitó hacia el primer asiento libre en la barra que encontró. Había gente aún, pero vamos, esa era la hora en la que los clientes comenzaban a marcharse, no a llegar. – … si te digo que me perdí como que no me la vas a creer, ¿verdad? – Le preguntó al inclinarse un poco sobre la barra, mordiéndose el labio medio apenada medio en broma y aguantándose una sonrisa que tal vez no iba a lugar. – Perdóoooooon, estaba ahogada en pergaminos sobre la maravilla del hígado, interprétese con el tono de ironía necesario, aunque igual prefiero ignorarlo todo para poder seguir bebiendo sin cargo de conciencia. ¡Pero no te abandono! ¿Ves? – Y ahora su pregunta era, ¿colaría?

Ahh Peach, que oportuna, era bueno contar con alguien que comprendiera las particularidades de la carrera que había escogido. Sus padres no lo hacían del todo y Parker tampoco. Él era feliz encerrado frente a un caldero todo el día y no necesitaba más que eso. De cualquier manera rio un poco por lo bajo mientras se llevaba una mano a la nuca y colocaba una sonrisa de circunstancias en sus labios. Vaya que tenía mucho que estudiar y su pila de deberes pendientes no terminaba nunca, pero a su favor tenía que el trabajo pesado nunca le había asustado, una actitud muy Hufflepuff para alguien tan Gryffindor (que a todo esto, desconocía si habían existido Luttrells en la casa del tejón alguna vez. Suponía que sí, por pura estadística).

- Oh, ¿va en serio? Porque podría cuidar mucho más que tu hígado si me dejaras. – Y ahí, que implicaba en tono bromista mucha más verdad de la que llegaba a decir de manera directa, no tanto por miedo sino por prudencia porque por mucho que Angus le gustara tenía que tomar a consideración lo incómodo que podría ser un malentendido en esas proporciones. Hasta donde ella veía no había ninguna señal de que estuviera ni un poquito interesado en ella. Lo de espantarle los pretendientes no era nada demasiado obvio – que si molesto - para ella, con Peach y sus amigas era muy celoso después de todo…

En fin, sin atolladeros mentales, que no iba ahí para eso. – Que para eso me estoy matando en la biblioteca. Advertido quedas Angus, que el día en que necesite llevar a voluntarios y no me quieras ayudar te voy a pintar las puntas de la barba de rosa chicle mientras duermas. Y a ver hasta dónde te dura la apariencia de macho entonces. – Por dar más seriedad a su pseudo amenaza sus palabras iban acompañadas de una gesticulación exagerada de manos, que quedó en nada más que una ligera risa cuando se acercaba para besarla. Claro que la barba hacía cosquillas pero no era una sensación que molestara.

La idea de ponerse a beber refresco a esa altura de la noche le daba risa, para eso mejor se iba a la cafetería. Apoyó un brazo sobre la barra y sobre la palma de su mano recargó la cabeza, mirándolo con una suspicaz ceja en alto antes de chasquear la lengua. – Mejor hacemos como que tu no preguntaste eso ni yo lo escuché, ¿va? Dame una oscura, por favor. – Que sí, en un sentido muy estricto tenía mucho trabajo que hacer, pero bah, no era todo para mañana. Por un par de horas de despeje no afectaban en nada. – ¿Y qué tal va todo por aquí? Si tienes mucho trabajo te puedo ayudar a cerrar y eso. Nada como encerrarme a lavar platos para sentirme como en casa. - Que aquella era una regla en casa de los Luttrell que se cumplía por las buenas o las malas: Nada de magia para zafarse de los deberes o su madre les arrancaba la cabeza a mordidas... casi.

No se le escapó la manera en que la miraba y por lo mismo, sin poder evitarlo, terminó por morderse los labios. ¿Era que al fin había logrado encontrar una grieta por la que comenzar a moverse y dejar ver lo mucho que le gustaba? La historia decía que con Loreen el enfoque que tendía a tomar era un mucho más directo, pero claro, con ninguno de los otros chicos que habían captado su interés tenía un pasado tan extenso. Claro que se preocupaba por él, ¡cómo no iba a hacerlo! Que no fuera detrás de él con un pañuelo todo el día ofreciéndose a secarle las heridas no quería decir que no le importara lo que le pasara. Ella, por su parte, sí que tenía en claro de dónde venían las sensaciones que últimamente le despertaba, pero elaborar en ello sería demasiado.

- ¡Te tomo la palabra! Y hay testigos de por medio y todo, no se vale acobardarse después. - Dio un par de golpecitos a la barra y con un gesto de la mano señaló de manera exagerada hacia la mesa que tenía detrás donde dos chicas de Herbología tomaban ya sus cosas para marcharse. - ... ok, los testigos se van, pero el principio sigue siendo el mismo. - De todas formas intuía que aún y con la barba pintada de los colores del arcoiris y espolvoreada en brillantina Angus se las arreglaba de alguna manera para no perder ni un gramo de testosterona en el cuerpo.

Echó a reír de buena gana cuando le preguntó si no iba a terminar abriéndolo en dos un día de esos por ofrecerse de buena gente a ayudarlo con sus prácticas. Por Morgana que no. Esperaba con impaciencia el día que le permitieran hacer eso - en un hospital, venga -, pero para eso todavía faltaba mucho trecho que recorrer. - No, loco, que si nos ponemos muy legales y estrictos no, no me dejan abrirle el estómago a nadie. Así que no te preocupes por eso. Pero puedes ir comenzando por prestarme tu brazo y ser lo suficientemente altruista como para donarme algo de sangre. - Con la confianza de quien lo conocía de años, o quizá era su manera de ser tan despreocupada, estiró la mano para tomarle el brazo y pasarle con suavidad la punta de los dedos ahí por donde en teoría la aguja debería de entrar si fuera tan buena gente como para ayudarle. - ¿Ves? Si tienes buena vena y todo. Y no me vas a decir que te dan miedo las agujas. -

Le soltó porque hubiera quedado muy raro seguir la conversación con ella medio trepada sobre la barra para andar toquetéandole el brazo. A ella también le daba la impresión de que la población purista había bajado bastante, pero podía ser justo eso, una impresión nada más. De todas formas la manera en que él se expresaba era bastante como para hacerla reir. - ¿Tus años universitarios? ¿Por qué lo dices como si hubieran pasado tres décadas desde que te graduaste? No seas ridículo. La barba te da presencia, no te suma años. -

Se quedó en silencio cuando sujetaba aquel rizo entre sus dedos, no uno incómodo, la verdad es que era muy agradable. Le gustaba su cabello pero sobretodo le gustaba que se lo tocaran, y si se trataba de un chico aún más. Por eso no insistió en nada sobre su cerveza aunque Angus parecía haberse quedado en su propio mundo, ella sólo se limitó a observar su perfil ahora que lo sentía tan cerca. Nada de sonrojos, porque hacerla ruborizar era difícil, pero la evidencia de su creciente nerviosismo quedaba en la manera en que jugaba con sus pies y los barrotes del banco en el que estaba sentada.

Tomó su cerveza y lo dejó hacer lo suyo que ella estaba ahí de ociosa nada más pero él trabajaba. Dio un trago a su bebida y alcanzó uno de los bowls con cacahuates que estaban no muy lejos de donde estaba. - ¿A mí? Pues nada muy interesante aún. Mucho estrés y mucho trabajo, supongo que tendré que hacerme de algún escándalo para sonar menos aburrida, ¿qué dices? - Su pequeño chiste negro le hizo merecedor de un cacahuatazo apuntado a su frente lanzado con más malicia infantil que saña. No sería ella quien adoptaría la posición de mirarlo con lástima y considerarlo un pobre cachorrito en desgracia a causa de la maldición. Le parecía que eso sería una completa grosería hacia él, subestimarlo. Si él se reía, entonces ella también. Cacahuatazos incluidos.

- ¿Mm? Ojalá. Pero ya sabes lo que dicen y si la teoría es cierta estoy a un par de meses de irme a encerrar en una cueva para ya no salir nunca más y moriré sepultada en pergaminos de medicina como toda una digna estudiante de medicina. Promete que si no sabes de mi por más de tres días seguidos irás a buscarme a mi dormitorio con una pala para quitarme los libros de encima. - Se echó un poco hacia atrás para estirarse y destensar los músculos de su espalda adolorida, dirigiéndole una mirada curiosa cuando mencionaba a Crawford.

- Dejémoslo en que es un gusto adquirido. Pero no, ya no me veo ya-sabes-cómo con él. - Y ahí tal vez, solo tal vez, le pareció detectar una nota de falsedad en la manera en que se reía, según él todo natural. Quien mantenía la mirada suspicaz en el rostro era ella. En un arranque de valentía, o tal vez de extrema estupidez, decidió que aquel era un buen momento para subir las apuestas. Volvió a inclinarse sobre la barra apoyada en sus manos para poder acercarse tanto como pudiera y susurrarle como si le confesara el secreto más escandaloso de todos. - La verdad es que si traigo a alguien metido en la cabeza, pero no sé, no veo nada claro. - Se volvió a sentar como si nada para dar otro buen trago a su cerveza, saludando (o despidiendo) con la mano a otro compañero que se acercaba con intenciones de pagar su cuenta.

Fingió una expresión de escándalo absoluto que ni siquiera se molestó por tratar de hacer parecer convincente, dejando la boca bien abierta y hasta llevándose una mano al pecho como si pretendiera impedir que el corazón de le saliera del pecho a causa de la falsa impresión. – ¿Sangre de licántropo? No, no puede ser. ¡Por qué apenas me vengo enterando de esto! Si me has ocultado eso durante tanto tiempo creo que es tiempo de que nos replanteemos nuestra relación. Tonto tú. – Rio y le sacó la lengua. Claro que le costaba aguantarse la risa, mucho más cuando le contestaba el ataque de los cacahuates con aquel golpecito en la frente.

Volvió a coger un puño de cacahuates para comérselos en vez de usarlos de proyectiles y dio otro buen trago a su cerveza; cena de campeones. Puso los ojos en blanco un segundo y curvó sus labios en una sonrisa burlona cuando insistía en lo de las tres décadas, pero quien sabía si cuando ella terminara la carrera y comenzara a trabajar también le parecería que había pasado una eternidad al mirar hacia atrás. Le dejó que hiciera lo que quisiera con su cabello, que en ese momento poco le faltaba para comenzar a ronronear.

- ¿Sabes qué? Creo que sí. El otro día lo vi por ahí en la facultad. Yo si fuera de zoología no me sentiría muy tranquila. Tiene cara de bebé. ¿Qué me va a enseñar? - ¡Obviamente le daba desconfianza que alguien así fuera a hacerse cargo de formar a futuros zoólogos! Que la edad quizá no era tan relevante, ¿pero la experiencia? De igual manera, como ni le afectaba a ella, que con Medimagia ya tenía bastante como para ir a meterse de oyente a otras clases, se encogió de hombros despreocupada para luego beber más. Tal vez algún día se diera una vuelta por una clase por simple curiosidad morbosa, pero poco más. – Pues sí, te viste lento, seguro que si entraras haciendo despliegue de tus feromonas de macho alfa asegurabas el puesto. Las hubieras encandilado. – Más o menos como iba encandilada ella. – Pero no estás tan mal aquí. Caes mejor que el antiguo encargado. –

De alguna manera el imaginarlo arma en una mano y varita en la otra le pareció tan ridículo que apretó los labios en una mueca boba. Y aquel matiz de celos en el comentario era lo que la confundía, porque no le quedaba claro si lo decía en un plan más fraternal adoptando el papel de casi hermano mayor alejando pelafustanes que no le convenían, según él, o había algo más que debería leer entre líneas, y es que las sutilezas no eran precisamente su fuerte.

Hubo un instante en el que al sentirlo tan cerca le provocó un estremecimiento de aquellos que se busca siempre repetir por lo bien que se sintió. Y tuvo la tentación de dejarse de tonterías y besarlo de una maldita vez que se lo estaba dejando en bandeja de plata – o de cualquier otro metal que no fuera a lastimarlo, vamos – pero no quería meterlo en aprietos. Como fuera tenía que cuidarse de lo que hacía y las cosas que llegaran a oídos del decanato para no dar excusas a que lo sacaran de ahí, así que mejor evitarse el que alguien iniciara con el rumor de que el licántropo del bar se ponía a ligar en lugar de cobrar a los clientes que se acercaban para pagar su consumo, los últimos que quedaban al parecer.

- ¿Y para qué te digo si te vas a enojar y a asustarlo como siempre? Mejor dime que pruebas de hombría se te vienen a la mente que me mata la curiosidad. Si se oye interesante igual te digo para que lo tortures un rato. – Oh sí, se hacía la interesante, pero al mismo tiempo le importaba y bastante lo que fuera a decir. Lo dejó que cobrara a aquel último grupo de gente y ella mientras tanto se terminó su cerveza y se puso a recoger con una floritura de varita los vasos que tenía cerca. – Te ayudo a poner en orden esto, aprovecha que me siento hacendosa. - Tomó la cristalería y pasó por detrás de la barra, no por encima como acostumbraba en la taberna de su familia, para luego abrir la puerta de la trastienda con las caderas y llevar los vasos a la pila de cosas por lavar.

Se había salpicado la camiseta con agua y jabón pero no prestó mayor atención a ello, que por fortuna aquel encantamiento que usaba para que los vasos se lavaran solos a ella le ahorraba mucho esfuerzo y esa era toda la verdad. No se daba cuenta de que la miraba ni tampoco era legeremaga como para poder adivinar lo que cruzaba su mente por aquellos momentos. Por lo mismo no pensaba nada realmente que fuera por los rumbos del romance cuando las luces se apagaron, pero el oírlo llamarla de esa manera y sentir sus manos en los hombros se salía, por supuesto, de lo que era normal a la dinámica que existía entre ellos dos.

Se sentó como se lo pedía, mirándole suspicaz. Ni siquiera se planteó el tratar de bromear para quitar algo de tensión alrededor de ellos, que repentinamente acababa de sentir aumentar, porque entonces él le advertía sobre una sinceridad chocante y la tomaba de las manos. Bien, ahora sí comenzaba a inquietarse.

Lo que decía le hizo alzar una ceja de manera inquisitiva. ¿Así que quería besarla? Entonces sí que había algo ahí entre ellos. Le miró entonces de una manera que volvía difícil el descifrar si le estaba riñendo, si iba indignada o cualquier otra cosa en realidad.-Déjame ver si entendí. Tú dices que quieres besarme, y por eso me has espantado a cuanto chico me ha buscado, pero a pesar de que me los asustas a todos no quieres ningún compromiso serio, ¿verdad? -

Que va, que Loreen no estaba esperando proposiciones de matrimonio y promesas de amor para toda la vida. Y aunque creía que aquello de enamorarse de pies a cabeza debía ser lo más intenso que se podía experimentar, y que algún día le iba a llegar el momento de perder la cabeza por alguien y hacer todo por él, no tenía prisas en que sucediera, pero tampoco se negaba a que pasara. Así que entendía el nerviosismo de que por querer explorar algo más allá de lo apropiado en una amistad tradicional lo que tenían fuera a dañarse.

- Me temo que sí, eso te hace quedar como uno de esos patanes que tanto odias y no dejas que se nos acerquen. Tal vez sí debería abofetearte. - Se fingió molesta y su expresión resultaba de lo más convincente en ese momento, pero aún así tiró de sus manos para jalarlo un poco más hacia ella, tenerlo tan cerca como la física y la materia del dichoso banquillo se los permitieran.

Le miró a los ojos con intensidad, antes de aventurarse y sin miedo a hacer algo que nunca más había hecho. No con él. Se acercó lentamente, tomándose su tiempo, hasta colocar los labios sobre el cuello del licántropo para comenzar a subir muy, muy lentamente. No lo besaba, sino que más bien era una suerte de provocación tan sólo por el gusto de poder hacerlo sin miedo. Estaba tan cerca de él que Angus bien podía sentir el calor de su aliento cuando ascendía por su piel, mientras ella iba acariciando con apenas un rose de sus labios el camino que se recorría hasta llegar hacia su oído. Ella también tenía sus secretos guardados. Como por ejemplo, ese que se acercaba a susurrar con un tono de voz que Angus nunca había escuchado en ella hasta ese momento.

- ... pero la verdad es que tengo tiempo imaginando lo bien que se sentiría tu rostro entre mis muslos. -Aquello había sido un ataque a traición, pero era una verdad absoluta. - ¿Vas a creer que estoy loca ahora?... -

Apenas había pasado tiempo con Pearlie, así que decidió que ya era tiempo que aprovechasen el estar lejos de la familia para tener una larga plática, se pondrían al día con todo y hasta le había dicho a Shadow para que los acompañase, algo bien familiar. No había preparado algo especial, de hecho como los hechos ya probaban era un organizador poco prolijo y lo suyo era más bien el tener pequeños detalles en grupos más bien reducidos, había llevado en esa ocasión solo unos cigarrillos que de hecho el plan no era hacer una fiesta o algo similar, si no se hubiesen ido a donde Finnerty o habrían llevado licor de contrabando.

Shadow acabó por cancelarle, dijo que acababan de dejarle unos enormes deberes y que seguía con la gripe horrenda que no podía solucionar porque hasta ahora no encontraba a la enfermera, Aldrich le acabó llevando a la facultad de Arianrhod un té con limón y un par de bizcochuelos, diciéndole que ya para otro día sería. Había regresado a su facultad por una casaca porque si en los pasadizos se sentía una brisa poco saludable afuera habría de parecer una trampa para tontos desprotegidos, se encontró entonces con Sarfield que fiel a lo que había demostrado en al fiesta tenía cosas muy interesantes en su baúl, Aldrich le comentó que si tenía algo como un buen chocolate caliente para el frío y tras una sonrisa que no entendió, recibió de manos de él un termo que agradeció antes de salir

Llegó a recoger a su prima a Cerridwen y salieron entonces, sin rumbo alguno pero con cigarrillos y lo que creía que era chocolate caliente. Estando cerca de la cafetería comenzaron a fumar y a beber sin recato de la bebida, conversando sentados sin sentir nada anormal en ellos, incluso cuando un solitario Karim Malik pasaba por ahí se sintieron suficientemente confianzudos –bueno, Aldrich- como para decirle que se les una y le ofreció del termo, no notaba que aquello respondía a algo más que a su carisma o a sus ganas de socializar con alguien que no conocía.

Hablaron buen rato, fumaron y se rieron de cosas que no entendía, sin creer tener encima efecto alguno hasta que cuando iban apenas por medio termo Aldrich se levantó a recoger el encendedor que había quedado lejos de ellos y sintió un remesón en su cabeza, inmediatamente le preguntó a Pearlie si ella estaba bien pero su sola forma de hablar delataba que algo tenía en la sangre, algo que iba limitando su pensamiento y sus reacciones locomotoras. Pearlie se levantó y sintió lo mismo, eso le pareció a Aldrich que ya buscaba sentarse de nuevo, miró alrededor y pensó que debía ser alguna magia relacionada con el castillo como en la fiesta, pero no, era el termo.

-¡Malik! ¡Esto es…brujería! ¿Se mueve la tierra o soy yo? ¡Contéstame!-pensó que no era él, no podía ser, esos eran cigarrillos de tabaco y eso chocolate, puto chocolate. Comenzó a reírse como un idiota y por poco pierde en equilibrio.-

Sarfield les había dado licor, un muy fuerte licor con sabor a chocolate caliente que hasta la temperatura adecuada tenía, apenas con medio termo ambos ya estaban como si acabasen de llegar de una noche de copas.

-¡Pearlie! ¿Te caíste?-preguntó en medio de una carcajada cuando sintió un peso seco caer sobre la grama, si no era sobre la grama debía haber dolido muchísimo.-

-Te abofetearía si no me gustaran las posibilidades. - Fue su respuesta que, si bien franca, venía en forma de un susurro a medias, puesto que más que la manera en que le acariciaba el cabello, el sentirlo recorrerle la espalda con los dedos, aún por encima de la tela, le habían hecho estremecer y resistir un suspiro que en otras circunstancias no habría tenido ningún inconveniente en dejar escapar. No iba a ocultar ella lo que sentía ni lo que esperaba que pasara, lo que quería que pasara. Y era por eso mismo que no iba a darle ninguna bofetada, por muy contradictorio o hasta hipócrita que pudiera quedar lo que le decía.

Se dejó besar, conteniendo la respiración al sentir el calor de su aliento cada vez más cerca de ellos, hasta cerrar los ojos y morderse suavemente los labios cuando al fin se decidía a besar su cuello. ¿Y si ella lo provocaba porque en realidad quería que pasara algo más entre ellos, era algo malo? No era ninguna niña ya y por lo mismo aquel era un punto que ni siquiera iba a molestarse en discutir. - Y de cualquier manera no estas haciéndome nada, sólamente dices que quieres besarme, eso no quiere decir que vayas a arruinarme la vida. - Su voz seguía siendo un susurro, porque quería que él y solamente él la escuchara, aún y si estaban a solas en el bar.

Para Loreen no era tan complicado. Si él quería besarla y ella también a él, entonces deberían hacerlo. Y si ella quería explorar con él más allá de un beso y él también, ¿qué los detenía? No creía que todo tuviera que complicarse hasta el punto de volverse un drama de proporciones catastróficas. Si después de acostarse con Adair y con Joseph era capaz de mantener una amistad con ellos es que a su juicio las cosas no tenían porque volverse difíciles. Era cosa de simplemente hacer lo que se sentía natural y listo. No era necesario partirse la cabeza tratando de preveer todo lo que podría salir bien y todo lo que podría salir mal. Y creía que Angus lo estaba pensando demasiado. Dudaba que pudieran terminar mal. Tal vez con un beso les bastaría, o verían que en realidad la química no era tanta, o quizá alguno se involucraría más de lo pretendido y los celos harían de las suyas, pero ella no era la clase de persona que frente a la posibilidad de un mal resultado se acobardara.

Inclinó un poco su cabeza para dejarlo moverse por su cuello con mayor comodidad, pero en lugar de mostrarse desesperada o ansiosa colocó con delicadeza las manos los costados de Angus para sujetarse de él, mirándolo a los ojos cuando se apartaba tan sólo lo mínimo de ella.

- Creo que estás pensando demasiado. - Le acarició el brazo mientras alternaba la vista entre sus ojos y sus labios. - Y no hagas eso de echarle la culpa a la luna llena. No tiene que pasar nada en realidad si crees que no sería buena idea. Pero debes saber que me gustas y mucho. - Demasiado, pero con todo y que era de Luttrells insistir e insistir hasta obtener el deseado sí, no iba a tumbarlo sobre la barra y violarlo...

- También deberías saber que a menos que me digas algo voy a besar a un lobo y no me importa nada más. - ... pero con el deseo de un beso no se iba a quedar, pues no veía al caso, si él ya se había sincerado y ella también a quedarse con esa inquietud. Aquello último lo dijo ya mirándolo a los ojos, los propios mostrando un ligero brillo que resultaba difícil explicar, pero que de cualquier manera fue breve puesto que ella cerraba los ojos y se encargaba de hacer desaparecer suavemente la ya casi inexistente distancia que había entre ella y él.

Ponerse al día con Aldrich era de vital importancia. Apenas la primera semana en la universidad habían pasado un montón de cosas y aunque era mejor hablarlas con niñas como Sofie o Shadow, tenía mucha más confianza con su primo por raro –o no- que sonara. Cuando le dijo que la bebida la había conseguido de Emmanuel, ella tampoco se imaginó que fuera algún menjurje extraño que la fuera a poner borracha en cinco minutos –no tanto, pero casi. Aunque ya en la fiesta Emmanuel le había jugado la broma de decirle que no tenía mucho alcohol la bebida cuando sí tenía, Pearlie le había adjudicado su ebriedad chiquita al asunto de la gravedad cero y la magia rara y no a él, así que no iba a dudar de chocolate caliente.

De un momento a otro ya estaba con su primo, y también con Malik, riéndose de tonterías, hablando quién sabía qué cosas y sintiéndose en total confianza con un tipo de pelo largo que desconocía totalmente. Y no se sentía nada incómoda, ni siquiera cuando se levantó para comprobar que el mundo no estaba girando como loco y terminó cayéndose de un ruidoso sentón.

-Auch…sí, me caí horrible. De sentón.

Soltó una risilla de borracha y trató de levantarse de nuevo sosteniéndose de Aldrich y al mismo tiempo, jalándose el borde de la falda para no estar de indecente. Casi se mata en su intento. Era muy poco resistente al alcohol, porque en Beuaxbatons nunca había reventado como loca ni mucho menos, ni en casa le dejaban beber más que de vez en cuando.

-No es por asustarlos pero necesito un baño urgentemente, por favor auxilio.

El único lugar cercano era el bar, pero había visto que habían pagado las luces hacía…¿un minuto? ¿veinte minutos? No importaba, lo que importaba eran dos cosas: necesitaba un baño pero ya y se les había acabado el chocolate caliente envenenado, o sea que necesitaba más bebida.

Si su padre la viera en ese preciso instante, despeinada y ebria, seguramente le lanzaría una maldición de la deshonra. Jaloneó a Malik del brazo.

-Anda, anda, guíanos. No puedo más.

¿Para eso era la universidad, no? Ninguno de los dos Burroughs había sido mi gran amigo del alma en Hogwarts seguro por que en tiempos del colegio las jerarquías de edad eran importantes, pero esas fronteras se hacían invisibles ahora que todos vivíamos bajo la hermandad de Brigantia. Pearlie me parecía jodidamente guapa y Aldrich era buen tipo así que eso ya era más que suficiente para terminar en estado inconveniente en cualquier día y por cualquier razón.

¿La ventaja? Angus, el buen Angus, estaba a cargo del bar de la universidad. Cuando me había contado que se había quedado con el trabajo quise celebrarlo a lo grande pero al final terminé emborrachándome yo solo en Brick Lane antes de que empezara el semestre, así eran las cosas. Y ahora, ah sí, el presente... estaba algo borracho junto con dos Burroughs que fácilmente podrían ser mis mejores amigos en ese instante. Ya no recordaba si había sido yo el de la genial idea de ir al bar, pero ahí estábamos. O era por que Pearl quería ir al baño. Me gustaba más decirle Pearl, le había dicho que sonaba más adulto.

-Está bien, está bien, mira... gritaré, no te espantes

Le dije después de haberme reído un buen rato luego de que se cayera, luego de acordarme de canciones pasadas de moda y más estupideces. Me aclaré la garganta y le di unos golpes fuertes en la puerta del bar que nunca había visto cerrado.

-¡FINNERTY! ¡FINN! HERMANO LOBO, TENEMOS UN PROBLEMA, ABRE! ¡ES DE VIDA O MUERTE!

Sí que lo era, a Pearl le podría reventar la vejiga y a Aldrich... bueno, Aldrich podría sufrir un grave síndrome de abstinencia por no beber más. Esa borrachera que estábamos sufriendo necesitaba ser continuada, de otro modo empezaríamos a darnos cuenta de lo idiotas que nos estábamos portando.

No creía haber parado de reír en lo que llevaban caminando, le pareció un trayecto medianamente largo pero habían sido unos pocos metros hasta el bar de Angus, él había visto las luces encendidas a la lejanía cuando llegaron pero no estaba seguro de si allí habría alguien, parecía todo apagado e incluso intentó fijarse por la ciega mirilla que no le daba otra cosa que una visión distorsionada de puerta. Dejó que Malik gritase entonces, pero cuando lo hizo su ahora casi hermano por el alcohol, le surgió dentro un sentimiento arrebatador que le exigía gritar también.

-¡POUR LA RESISTANCE! ¡POUR LA RESISTANCE MALDITA SEA!-gritó con el masticado francés que su prima le había enseñado y que ahora apenas recordaba, aunque seguramente diciendo cualquier cosa con la boca en forma de círculo creería que hablaba francés fluido.-

Se rió de nuevo, y sin preguntarle a Pearlie la cargó como a novia recién bajada del altar para darle gravedad al asunto, apenas estuviesen adentro la dejaría en el suelo para que vaya al baño o a donde quisiera, ojala Angus les quisiese dar alguito del bar, o que se los apuntase a la cuenta que él apenas llevaba un par de sickles y como ocho knuts, para lo que su cuerpo parecía exigirle eso era una ridiculez. Whisky de fuego, ¡eso necesitaban!

Tocó la puerta un par de veces con la mano que sostenía la espalda de ella pero se alejó por si les abría con un humor de mierda por despertarlo, no tenía ni idea de que estaba allá adentro a punto de tener acción y que estaban jodiendo todo, para él era una visita amistosa que terminaría en ventas a deshora para Angus.

Iba tarareando como idiota la canción de dipsy araña para su prima mientras la mecía, sin saber que la podía estar mareando más como si aquella maldición hecha líquido no los hubiese dejado hechos unos mamarrachos.

-Dile que estás esperando a su hijo, ¡que lo reconozca! ¡que te cumpla como los hombres! ¡No vas a ir a 16 and pregnant! ¡No me importa que tengas 17! ¡Es el honor de la familia, el hermano Malik sabe de eso! ¿Trajeron dinero? Para que nos venda algo, que a esta hora ya nadie da caridad.-se rió de nuevo y si no se dio algunas vueltas con ella en brazos fue para no hacerla caer, ya sentía por ratos que se iba hacia la izquierda sin siquiera pretenderlo. Por lo menos no gritaba como antes.-

No dejó de reírse para nada en todo el camino aunque a cada rato les decía “ya basta por favor” con tono de regaño o de que en cualquier momento se iba a poner a llorar, pero eran solamente las ansias de querer ir al baño y saber que si se reía más le iban a dar más ganas. De todos modos confió en Malik y en su cabello y lo siguió hasta el bar de Finnerty. Soltó una carcajada de muerte cuando comenzó a gritar y un grito de damisela desprotegida cuando Aldrich la cargaba.

-Bájame, bájame estás demente, estás demente, no aguanto más.

Le dijo gritando como loca y dándole golpecitos en el hombro, todavía riéndose por el “maldita sea” que le había agregado a sus gritos heroicos en francés. Se volvió a carcajear por enésima vez cuando le decía todo eso de que le gritara a Finnerty que estaba esperando a su hijo. Ni pensar en lo idiota que se estaba portando tampoco, pero al menos estaba en confianza, con su familia y con su nuevo mejor amigo Karim, que tenía mucha razón en que eso de que Finnerty abriera era de vida o muerte o le iba a explotar la vejiga y el corazón también, del dolor. Sentía un dolorcillo en la garganta por tanto reírse, no recordaba cuando se había carcajeado tanto sin decoro.

-FINNERTY POR FAVOR SOCORRO

No le iba a decir lo del hijo, se quedó con las ganas de ese espectáculo. Le empezó a decir a Aldrich que la bajara porque en cuanto el licántropo abriera iba a echar a correr al baño como poseída y que si la seguía cargando le removía toda el alma.

-Yo no traigo dinero pero no importa, que nos abra una cuenta.

¿Quéee? ¿Iba a seguir bebiendo? Pues sí, al menos si ya estaba borracha aprovecharía por completo para ver hasta donde aguantaba. Aldrich como buen primo se encargaría de llevarla sana y salva a su facultad- como si él no fuera a terminar igual de destruido por el camino por el que iba- y sino, pues ya ni modo, aunque dormir en el bar no le haría nada bien a su imagen.

Loreen le pedía que no pensara demasiado y eso era lo que estaba dispuesto a hacer. No quería hacerle daño, pero no tenía porque suceder eso si los dos parecían llevar tan clara la manera en que se harían las cosas. Si algo cambiaba después de eso, se aseguraría de que fuera para bien. Le acarició la nuca mientras se decidía por fin a besarla, haciéndole caso y dejando que los dos consiguieran lo que necesitaban en el momento. No quería que pensara que la había hecho ir ahí con esa intención, pero no tuvo tiempo de aclarárselo porque le preocupó más besarla y acercarla a él con un movimiento brusco, cuidando de no tirarla del banco.

No tuvo tiempo de más porque reconoció los gritos de Karim afuera del bar. Interrumpió el beso y dirigió la vista hacia las puertas cerradas. Le pareció escuchar una risa, gritos de rebelión y después una llamada de socorro. No supo qué hacer ni como reaccionar inmediatamente. Miró a Loreen incrédulo buscando consejo, podía apagar la última luz y mandar a Karim a la mierda pero si estaban gritando tan alto, corría el riesgo de que algún decano los agarrara haciendo desmanes a esas horas en que ya debían estar en sus facultades. Y de algún modo, a él le agarrarían con las manos sobre la masa también, no literalmente.

El licántropo besó a Loreen rápido en los labios.-Espera.-Le susurró como si no tuviera intenciones de que eso terminara ahí. Sus planes eran resolver el problema y correr a Karim. Si no se daban cuenta de que Loreen estaba ahí, mejor. Volvió a mirarla a ella con cara de disculpas. ¿Estaba enojado? Un poco, pero su amigo era su hermano, se habían salvado mutuamente de muchas y no le iba a dar la espalda.

Con varios movimientos de varita, abrió la puerta hasta que se puso asomar por una pequeña rendija. La estampa era de lo más improbable: Karim acompañado de dos Burroughs, los primos de Per que no eran nada parecidos a los Alechinsky. Pearlie estaba totalmente borracha, algo que no esperaba ver. Y Aldrich y Karim lo estaban también.

-¿Qué quieren? ¡Regresen a sus facultades! Si los ven los decanos los van a matar. ¿Qué de vida o muerte? ¿Estás loco?-Así era Karim de impredecible. El mugroso de pronto se hacía acompañar de la crema y nata de la sociedad e iba a tocar a las puertas de su bar. El licántropo imaginaba que el tema de vida o muerte era que se les había acabado el alcohol. No abrió bien la puerta, esperando a que le hicieran caso y se fueran a sus facultades, pero lo veía difícil.

Apenas pude contener la risa cuando Aldrich cargaba a Pearl como si lleváramos a una herida de guerra, lo cual le daba el necesario dramatismo al asunto. Incluso sentía que el baño ya era urgencia mía con tanta risa y casi paso por alto la respuesta de Angus después de nuestros gritos posesos afuera del Bar.

Papá Finnerty, o abuelo Finnerty, lo que quedara mejor, se ponía muy en su papel de "qué diablos hacen aquí". Lo entendía, lo que no entendía era por qué le parecía de pronto tan inusual que yo hiciera esas tonterías si era algo muy mio para hacer. Ni siquiera me había dado cuenta de lo raro que era verme acompañado por dos Burroughs, un apellido de tradición mágica o alguna idiotez precida que me daba soberanamente igual.

-Que me vean ¡Yo soy quien soy, no tengo nada qué ocultar!

Y sí, estaba gritando de nuevo antes de reirme más, sobre todo por la ridiculez de Angus de abrir sólo una rendija como si fuera una vieja ama de llaves. Por supuesto que no pensaba regresar a Arianrhod danod tumbos, despertando a Eira a gritos para que fumara hierba o algo así, lo que me traería más problemas que estar gritando ahí afuera del bar esperando que Finnerty se apiadara.

-Ya, vieja bruja, con más razón déjanos entrar antes que káiser Immëndorff nos ponga una tunda... Pearl quiere un baño. Pearl necesita un año. Pearl mataría por un baño, anda ¿Pues qué mierda haces ahí adentro? ¿Estás acompañado, maldito suertudo?

Intenté asomarme pero no vi nada más que la luz de la barra y si de verdad estaba acompañado iba a morirme de risa pensando que lo habíamos interrumpido pero lo veía un poco improbable por que no pensé que fuera tan descarado, y si lo era ¿Entonces con qué autoridad moral nos decía que regresáramos a nuestras facultades? Nadie tenía el derecho a juzgar a un trío de borrachos.

Cuando Finnerty abrió la puerta, Pearlie sintió como que el mundo se iluminaba. No escuchó nada del regaño de ama de llaves y solo golpeó a Aldrich repetidas veces en el pecho mientras Karim hablaba.

-Bájame, bájame ya no aguanto.

Le dijo a Aldrich desesperada hasta que la bajó. Karim afirmó que mataría por un baño y era cierto, tan cierto que ni se esmeró en poner ojos de cachorro sino que directamente trató de empujar a Finnerty poniéndole toda la presión del mundo en el estómago para que se hiciera a un maldito lado. Y como las madres que levantan camiones para salvar a sus hijos sacando fuerzas ancestrales de su desesperanza, Pearlie lo empujó como loca con todas sus fuerzas aunque fuera un hombretón bárbaro sajón sangriento para pasar al baño de una maldita vez al ritmo de su mantra del momento: “quítatequítatequítatequítate”.

El local estaba en penumbras, pero sabía donde estaba el baño y su instinto le iba a poder más. O bueno, le pudo hasta que tropezó con algo. Maldijo en sabría dios qué idioma. Tuvo que mover la varita para encender un tercio de las luces –intentó encenderlas todas, pero tuvo mala suerte y mucho alcohol- que le iluminaran el camino al baño. En su camino vio a una chica, pero ni le importó ni nada, ni quien era, ni qué hacía ahí, ni si estaba vestida o desnuda, nada, nada, ni un carajo de nada, soltando un “hola” por inercia mientras entraba corriendo por fin.

Al verse en el espejo después de todo, pensó una sola cosa: “no volveré a beber”. Se veía bastante extraña, como con los labios demasiado hinchados, igual que los ojos, también bastante despeinada. Se pasó los dedos por el cabello tratando de acomodarse, pero su imagen no mejoró tanto ante sus ojos. Se veía bien, pero también mal. Se alisó la ropa y se felicitó a si misma que no hubiera terminado todo en muerte y desgracia. Para ella, claro.

Suspiró, sentía la boca seca pero con gusto a chocolate. Necesitaba beber algo ya mismo. De pronto se acordó de la chica y tuvo como un chispazo de lucidez. Le dio mucha risa. Si acaso habían interrumpido a Finnerty la iba a odiar de por vida. Ya no quería salir del baño, un licántropo la iba a descuartizar, seguro. Esperaría ahí, quieta y aguantándose la risa, hasta que Aldrich o su mejor amigo Malik fueran por ella, eso si no estaban ya destripados en la puerta.

Listo, tan sencillo cómo aquello. No era necesario mortificarse pensando en todo lo que podría salir mal o como cambiarían las cosas entre ellos tras un beso. No creía salir lastimada, pero francamente no se encontraba entre sus planes el hacerlo ni tampoco lastimarlo a él. No tenía por qué terminar todo en catástrofe, o por lo menos de eso se trataba de convencer. De cualquier manera pensar mas en ello justo en ese momento vendría a contradecir eso mismo que le había acotado a él, así que más valía simplemente dejar la mente en blanco y colocar la mano sobre su cuello cuando la acercaba a él de aquella manera para besarla al fin.

No tuvo oportunidad a perderse por completo en aquel beso porque los gritos en la puerta del bar, de voces que no lograba reconocer del todo, llegaban a interrumpir. Si Angus buscaba consejo en ella al mirarla no estaba segura del todo que eso fuera a encontrar, porque aquel escándalo estaba comenzando a irritarla y demasiado, considerando lo que había interrumpido. Recibió algo estoica su último beso rápido y puso los ojos en banco, apoypandose de manera desganada contra la barra. Adiós buen ambiente, adiós entusiasmo, bah.

Miró de soslayo hacia la puerta al reconocer la voz de Kalim, pero antes de hacer o decir nada un relámpago de cabellos claros pasó corriendo como alma que se llevaba el diablo en dirección al baño. Bien, aquello había sido inesperado. ¿Esa era la emergencia? ¿Ahorrarse un charco incómodo en un matorral?

Iba oficialmente molesta. Mejor tomaba sus cosas y se regresaba a su habitación porque obviamente esa noche no iba a pasar nada que le fuera de interés. Se echó la mochila al hombro pero antes de ir a cruzar la puerta y mejor declarar todo por terminado o por lo menos suspendido hasta en otra ocasión, porque ella no iba a ponerse a lidiar con nadie y sus urgencias, dio un suspiro resignado y se acercó al baño de chicas, tocando la puerta un par de veces. Escuchaba carcajadas escandalosas y no había que ser genio para sumar dos y dos. Que además la chica no salía del baño y esas ausencias alcoholizadas en el cuarto de lavar podían no significar nada bueno. Que ya la hacía desmayada, dormida o abrazada de la taza, no se le ocurría que iba muerta de la risa pero escondiendose de licántropos frustrados según ella.

Tocó un par de veces. La medimaga en ella pues. Que si alguien caía en knock out por coma etílico cerca de ella no se lo iba a perdonar. - ¡Hey! ¡Niña que se hacía pipí! ¿Todo en orden? - Hubiera estallado en carcajada ella también al decir eso en voz alta de no ser por lo irritada que estaba. Y esa primera impresión era una que nunca nunca se le iba a quitar.

-¿Qué significa esta mochila? ¿A dónde vas, qué no ves que llegamos poseídos por el ritmo? Atranca la puerta Finnerty, de aquí no sale ni dios padre

Me había convertido oficialmente en el borracho impertinente que cualquiera que tuviera el infortunio de ver sobrio, se molestaría. Además me sentía muy seguro de mi mismo por que iba acompañado de Aldrich Burroughs, mi mejor amigo de esa noche. Por eso me había atrevido a cuasi-gritarle eso a Loreen Luttrell cuando la vi pasando más bien en camino al baño.

Y sí, habíamos interrumpido algo, quizás una asesoría profesional de zoología mágica, o de teoría del aparato reproductor femenino, o algo importantísimo como para que los dos se molestaran. Si estuviera en el lugar de Finnerty me hubiera dado un puñetazo ya, pero él era buen tipo a pesar de su imagen de vengador medieval, yo lo sabía bien. Además íbamos borrachos y lo que menos me importaba era ponerme en el lugar del otro por que mi super-yo se había apoderado de mi y de paso, de la rockola.

Estuve tentado a poner algo de Damien Marley pero recordé que íbamos con Pearlie así que tendría que ponerle algo más femenino para que siguiera de buenos ánimos, así que elegí "La musique" de Yelle pensando que era un genio de descubrir los gustos musicales de los demás, olvidando por completo que era una de esas chicas que no sabían nada del mundo muggle.

-¡PEARLIE, PUSE TU CANCIÓN FAVORITA, SAL DEL BAÑO!

Fui hasta Finnerty recordando las veces en que yo lo había visto en estado inconveniente, sabiendo que sería suficiente para que no me partiera la cara y le puse las manos en los hombros fingiendo un gesto solemne y hablándole de cerca (según yo) para que los demás no me escucharan.

-Guarrazo ¿Y aquí en el bar? Mira, no quería llegar al extremo pero tendré que chantajearte. Emborráchanos o le cuento a káiser Immëndorff y sus monos alados de lo que haces en su sagrado bar.

((La canción para que se prendan))

Dejó que Frances bajase porque pues ya era una emergencia y le gritó algo como que estaba para la WWE -esa lucha americana que había visto un par de veces- por cómo había logrado empujar a Finnerty para cruzar como loca hasta el baño con su ecolocalizador o algo, él mientras sólo se reía de lo que gritaba Karim y levantaba un puño en el aire a cada palabra que sonaba a escándalo. De hecho si la bajó tan rápido fue en parte para poder hacer la pantomima ridícula, pero es que ya su dignidad estaba en cero seguramente, pero como Karim era su mejor amigo qué importaba.

Aldrich ni siquiera estaba pensando en que estaba acompañado, sólo se imaginaba que el licántropo estaba durmiendo y que ahora se los iba a comer. ¡Por qué mierda no llevaban caperuzas rojas para convencerlo! Pero ya, ni que ahora tocase convencerlo de algo, se dio cuenta cuando estuvo a punto de decírselo a su prima pero no la vio, recordando entonces que no estaba. Entraron entonces y fue claro que acababan de interrumpir algo que seguramente no podrían compensarle.

Puso una mueca de señor de medioevo indignado por los modales modernos cuando escuchó a la mujercita de Finnerty diciendo pipí, podía aceptar hasta la música fuertísima y los insultos de camionero, pero era una vieja para ese tipo de cosas porque pues había sido criado de ese modo, no se le habían pegado todas las mañas de su madre y por eso no soportaba esas cosas. Se le hacía familiar en la penumbra en la que la vio pero ni idea de que fuese familia de Sofie, quizá allí lo hubiese visto no tan mal pero por ahora no era el caso ni lo sería.

Ni se puso a analizar la relación entre Malik y Finnerty porque estaba dejándose caer en un banquillo cerca de la barra para de forma disimulada buscar las botellas con mejor contenido para seguir con esa noche de copas que ya habían comenzado, él le iba a pagar, podría jurárselo, pero ahora no tenía el dinero e iba a necesitar que le abriese una cuenta, por eso se acercó hasta donde el arianrhod iba gritando cosas que no entendió a la primera por pensar en lo de su cuenta y en qué mierda era esa canción, y por qué a su prima le gustaba, al menos no era lo que escuchaba Shadow.

-Finnerty, véndenos algo, pero vas a tener que abrirme una cuenta porque no traigo dinero y Pearlie creo que tampoco, a menos que dejes que nuestro hermano Karim te chantajee, si quieres que sea gratis te juro que nadie los jode si se van a terminar sus asuntos por otro lado.-tenía apoyada una mano en Karim, como quien apoyaba su idea y de paso a ver si eso terminaba como presión social sobre Angus, aunque tenía la idea de que les iba a cobrar pero con crecer.-Hazlo por Pear, es tan chiquita y no puede emborracharse por primera vez sin saber que fue adrede. ¡PERO ES QUE NOS DROGARON! ¡Se quisieron aprovechar de nosotros, hombre!