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Visitando Madam Malkin
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Visitando Madam Malkin
Londres. Las primeras brisas frescas del otoño ya comenzaban a sentirse entre días. Aquel día en particular, en el callejón Diagon, cerca de las 4 de la tarde, era uno de aquellos días. Llevaba media hora sentada afuera de Florean Fortescue saboreando un helado de vainilla y chocolate, observando a los más pequeños flotar por los aires o hablar excitados sobre el nuevo buffet de sabores que los asistentes a Hogwarts se estaban perdiendo.
No pudo evitar una sonrisa. Si de pequeña se hubiese enterado que Florean Fortescue sacaba una nueva línea de sabores de otoño mientras ella estaba encerrada en el castillo, hubiese hecho una pataleta infernal.
Había quedado de encontrarse con Oliver a las cuatro en punto en la tienda de túnicas. Necesitaba recoger unas cuantas y hacer el pedido de una nueva que usaría para la fiesta de otoño de la universidad. Lo había hecho prometer que pagaría por ella, aquello de mantener un armario de calidad era demasiado costoso, y su madre se había negado a aumentarle el dinero de aquel mes. Su padre de misión en algún rincón del mundo, no estaba disponible para caer ante sus pedidos.
Le parecía increíble que Labella le hubiese enseñado a elegir tan exquisitas ropas, pero no apoyara sus gastos. En fin, esperaba que Oliver apareciera. Lo había extrañado aunque no se lo fuese a decir.
Terminó su helado y con tiempo aún para gastar, caminó por el callejón hacía la famosa tienda. Entró y observó. Era su día de suerte sin lugar a dudas. Madam Malkin la vio entrar y por dos segundos tuvo una extraña reacción, pero tras observarla bien y parecer descartar las ideas en su cabeza, se le acercó sonriendo. Ginger sabía el motivo de su reacción, parecía haberla reconocido en una primera estancia, pero como muchos otros había desecho la posibilidad al notarla cambiada.
La primera y última vez que había puesto pie en aquel lugar, dos secciones de costosísimas túnicas hechas a medida para una sociedad de brujas de renombrada fama en el mundo de damas ricas y refinadas, habían terminado en llamas. Los daños habían sido memorables y su fotografía había permanecido en la sección de banned (la habían creado en su honor) por años.
- Muy buenas tardes, Madam Malkin – nunca sabría si era la original, su hija o su nieta - Vengo a recoger un pedido de túnicas para Bonnaire – no especificó su nombre, ya que el resto de su familia tenía acceso libre a aquel lugar.
- Por supuesto – sonrió haciéndole un gesto a una de las brujas que la ayudaban
- Puede empacarlas y dejarlas a un lado, por favor. Estoy en espera de mi acompañante, me urge un traje para la fiesta de otoño – se movió con gracia entre las filas de túnicas expuestas, desdeñando todas y cada una - la quiero a la medida y única en su estilo – como otra bruja llegase con lo mismo al baile o siquiera parecido, iba a haber fuego en más de dos secciones de aquel establecimiento.
Madam Malkin rio nerviosa al notar la seriedad con que la bruja demandaba aquella nueva prenda - Estoy segura que una bruja con su exquisitez y experiencia – halagó en busca de los mejores resultados - no tendrá problema con tal labor – presionó y como si con un simple gesto lograra suavizarlo todo, sonrió encantadoramente.
Buscó asiento en una enorme silla de cuero negro y esperó a su hermano pacientemente mientras repasaba una tablilla de colores que la modista le entregó antes de perderse en la trastienda a verificar que el pedido fuese empacado correctamente. O eso le pareció, bien podría haber ido a maldecirla por lo bajo. No que le importara mucho en realidad mientras las túnicas llegasen completas y sin un rastro de maldiciones.
No pudo evitar una sonrisa. Si de pequeña se hubiese enterado que Florean Fortescue sacaba una nueva línea de sabores de otoño mientras ella estaba encerrada en el castillo, hubiese hecho una pataleta infernal.
Había quedado de encontrarse con Oliver a las cuatro en punto en la tienda de túnicas. Necesitaba recoger unas cuantas y hacer el pedido de una nueva que usaría para la fiesta de otoño de la universidad. Lo había hecho prometer que pagaría por ella, aquello de mantener un armario de calidad era demasiado costoso, y su madre se había negado a aumentarle el dinero de aquel mes. Su padre de misión en algún rincón del mundo, no estaba disponible para caer ante sus pedidos.
Le parecía increíble que Labella le hubiese enseñado a elegir tan exquisitas ropas, pero no apoyara sus gastos. En fin, esperaba que Oliver apareciera. Lo había extrañado aunque no se lo fuese a decir.
Terminó su helado y con tiempo aún para gastar, caminó por el callejón hacía la famosa tienda. Entró y observó. Era su día de suerte sin lugar a dudas. Madam Malkin la vio entrar y por dos segundos tuvo una extraña reacción, pero tras observarla bien y parecer descartar las ideas en su cabeza, se le acercó sonriendo. Ginger sabía el motivo de su reacción, parecía haberla reconocido en una primera estancia, pero como muchos otros había desecho la posibilidad al notarla cambiada.
La primera y última vez que había puesto pie en aquel lugar, dos secciones de costosísimas túnicas hechas a medida para una sociedad de brujas de renombrada fama en el mundo de damas ricas y refinadas, habían terminado en llamas. Los daños habían sido memorables y su fotografía había permanecido en la sección de banned (la habían creado en su honor) por años.
- Muy buenas tardes, Madam Malkin – nunca sabría si era la original, su hija o su nieta - Vengo a recoger un pedido de túnicas para Bonnaire – no especificó su nombre, ya que el resto de su familia tenía acceso libre a aquel lugar.
- Por supuesto – sonrió haciéndole un gesto a una de las brujas que la ayudaban
- Puede empacarlas y dejarlas a un lado, por favor. Estoy en espera de mi acompañante, me urge un traje para la fiesta de otoño – se movió con gracia entre las filas de túnicas expuestas, desdeñando todas y cada una - la quiero a la medida y única en su estilo – como otra bruja llegase con lo mismo al baile o siquiera parecido, iba a haber fuego en más de dos secciones de aquel establecimiento.
Madam Malkin rio nerviosa al notar la seriedad con que la bruja demandaba aquella nueva prenda - Estoy segura que una bruja con su exquisitez y experiencia – halagó en busca de los mejores resultados - no tendrá problema con tal labor – presionó y como si con un simple gesto lograra suavizarlo todo, sonrió encantadoramente.
Buscó asiento en una enorme silla de cuero negro y esperó a su hermano pacientemente mientras repasaba una tablilla de colores que la modista le entregó antes de perderse en la trastienda a verificar que el pedido fuese empacado correctamente. O eso le pareció, bien podría haber ido a maldecirla por lo bajo. No que le importara mucho en realidad mientras las túnicas llegasen completas y sin un rastro de maldiciones.
Última edición por Ginger Bonnaire el Jue Oct 11, 2012 8:16 pm, editado 2 veces
Ginger Bonnaire- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 11/09/2012
Re: Visitando Madam Malkin
4.05 pm.
Esa era la hora y casi podía apostar que iba a tardar un par de minutos más hasta terminar de caminar el trecho que faltaba para poder llegar a la tienda para poder encontrarse con Ginger. Ir de tiendas no era particularmente una de sus actividades preferidas, para nada, pero podría hacer la excepción para ver a su hermana por algo mas de tiempo ya que no había visto demasiado de ella últimamente y la idea iba más por ese lado justamente, el de poder pasar algo más de rato con ella sin tener que verse enclaustrados bajo las paredes universitarias y aprovechar que estaban afuera. Si, quizás ella misma había olfateado que Oliver la había extrañado y lo había hecho prometer pagar por los vestidos que Ginger quería comprar para las fiestas venideras.
Y él no iba a decir que no, después de todo podía subvencionar los gastos (o caprichos) de su hermana. No tenía idea de si es que ella tenía pensado comprar varios vestidos o si es que se trataría de uno absurdamente costoso pero tendría que negociar con ella dentro de las mismas circunstancias y ver qué le apetecía y qué no. Apresuró un poco el paso porque hacer esperar no parte de la costumbre familiar y además que Oliver no quería perderse cómo sacaba de quicio a la paciente Madam Malkin ante cada una de las peticiones de Ginger y seguramente desdeñando diseños pasados de la tienda.
Llegó y entró en la tienda acomodándose un poco la ropa y el cabello antes de poder ver a su hermana sentada en una silla de cuero negro, con toda la apariencia y actitud como si fuera la dueña de la tienda. Sonrió de soslayo y se acercó a ella para saludarla con los dos besos en la mejilla de ley del típico saludo tomándola luego suavemente por la parte de atrás de su cabeza para que no se separara demasiado.
-Perdona que llegué tarde, ya sabes, contratiempos inesperados-
Se disculpó susurrándole aquello al oído, disculpándose sin necesidad pero dándose el gusto de hacerlo de ese modo y luego saludando con un gesto a la Madam que lo había visto llegar, correspondiendo ella también el saludo, pero que en realidad parecía mucho más ocupada arreglando y moviendo cosas, yendo de un lado hacia otro seguramente con la carga de la petición que Ginger ya debía haber hecho.
-¿Ya sabes qué quieres? ¿Ya te hiciste las pruebas? ¿Me perdí de todo?-
Sinceramente no esperaba que ese fuera el caso porque tampoco se había tardado una vida pero hacerle notar que eso hubiera sido una decepción profunda le gustó. Y habían anécdotas de él de pequeño entrando al probador de su hermana y cosas así y haber si es que ella hacía tal asociación. En todo caso estando él podría dar su opinión si es que era requerida o lo que ella quisiera, la idea era no aburrirse y pasar el tiempo con ella. En realidad sabía que no se había perdido de mucho hasta el momento. Estuvo a punto de sacar un cigarrilo pero dado lo inflamable de todo el lugar, restringirse por un rato no haría daño, solo había que ver los antecedentes familiares.
Oliver Bonnaire- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 12/09/2012
Edad : 33
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