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Compras compensatorias
Ese fin de semana había sido totalmente genial, perfecto, y todo gracias a su querida y amada mujercita. La única chica por la que Elazar se sentía capaz de perder el culo, aunque no fuera nada tan literal como podría serlo en boca de otro hombre…
Si no hubiera sido por ella y por su forma de poner celoso a Stall seguramente no habría ido todo tan bien, pero claro, eso había tenido una consecuencia, la había dejado totalmente sola en mitad de una de sus crisis, porque se notaba que no estaba bien, carajos.
Si no había acudido a ella directamente fue por un simple motivo: las clase. Después de un fin de semana como ese había terminado agotado y el domingo por la noche cayó rendido. Ya era difícil colarse en una facultad que no era la tuya como para encima de todo tener que hacerlo un día que estabas al borde del agotamiento… no no, ese día durmió, tanto que llegó tarde a la primera clase de la mañana siguiente y por ello tuvo que hacer cosas extras ese día y fue incapaz de encontrarse con la chica.
Maldita su suerte, pues pensaba compensarle y recompensarle por haberla dejado tan solita…
Pero no importaba porque para eso estaban el resto de días de la semana y ya se le había ocurrido la mejor forma de agradecerle y hacer de paso algo entretenido con ella, sin posibilidad de ser interrumpidos.
Se duchó y arregló con todo el cuidado de siempre, ya antes le había mandado a su amiga una nota con el práctico hechizo que hacía que le pergamino se convirtiera en avión y volara hasta su destinatario. Y su mensaje era muy claro.
Querida esposa mía.
Creo que te debo una tarde completa de compras por la ciudad y una cena romántica. Ponte algo bonito y espérame en la entrada de la gruta que nos sacará de este aburrido lugar.
Con todo el amor que se te puede dar… tu esposo y amante Selvaggi.
Sabía de sobra que la chica ya conocía a otro Selvaggi, pero dudaba que primo le escribiera algo así y dudaba que ella se confundiera de italiano al leer que alguien la llamaba esposa o algo parecido. Era una broma muy de ellos y no iba a cambiar y sabía que la chica no la tendría con nadie más, sería algo así como ponerle los cuernos ¿no?
La cosa es que después de arreglarse y ponerse él también tan atractivo como siempre (pelo perfectamente alisado, ropa al más puro estilo muggle y hecha a su medida para no desentonar en la ciudad, y también, para que negarlo, algo de perfume masculino) se marchó a esperar a la chica. Ya tenía todo el plan elaborado dentro de su cabeza y esperaba que nada pudiera estropearlo. Desde luego el feo que le hizo a Dadou se merecía un bonito regalo, y como él mismo había dicho, una cena para dos.
Si no hubiera sido por ella y por su forma de poner celoso a Stall seguramente no habría ido todo tan bien, pero claro, eso había tenido una consecuencia, la había dejado totalmente sola en mitad de una de sus crisis, porque se notaba que no estaba bien, carajos.
Si no había acudido a ella directamente fue por un simple motivo: las clase. Después de un fin de semana como ese había terminado agotado y el domingo por la noche cayó rendido. Ya era difícil colarse en una facultad que no era la tuya como para encima de todo tener que hacerlo un día que estabas al borde del agotamiento… no no, ese día durmió, tanto que llegó tarde a la primera clase de la mañana siguiente y por ello tuvo que hacer cosas extras ese día y fue incapaz de encontrarse con la chica.
Maldita su suerte, pues pensaba compensarle y recompensarle por haberla dejado tan solita…
Pero no importaba porque para eso estaban el resto de días de la semana y ya se le había ocurrido la mejor forma de agradecerle y hacer de paso algo entretenido con ella, sin posibilidad de ser interrumpidos.
Se duchó y arregló con todo el cuidado de siempre, ya antes le había mandado a su amiga una nota con el práctico hechizo que hacía que le pergamino se convirtiera en avión y volara hasta su destinatario. Y su mensaje era muy claro.
Querida esposa mía.
Creo que te debo una tarde completa de compras por la ciudad y una cena romántica. Ponte algo bonito y espérame en la entrada de la gruta que nos sacará de este aburrido lugar.
Con todo el amor que se te puede dar… tu esposo y amante Selvaggi.
Sabía de sobra que la chica ya conocía a otro Selvaggi, pero dudaba que primo le escribiera algo así y dudaba que ella se confundiera de italiano al leer que alguien la llamaba esposa o algo parecido. Era una broma muy de ellos y no iba a cambiar y sabía que la chica no la tendría con nadie más, sería algo así como ponerle los cuernos ¿no?
La cosa es que después de arreglarse y ponerse él también tan atractivo como siempre (pelo perfectamente alisado, ropa al más puro estilo muggle y hecha a su medida para no desentonar en la ciudad, y también, para que negarlo, algo de perfume masculino) se marchó a esperar a la chica. Ya tenía todo el plan elaborado dentro de su cabeza y esperaba que nada pudiera estropearlo. Desde luego el feo que le hizo a Dadou se merecía un bonito regalo, y como él mismo había dicho, una cena para dos.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Compras compensatorias
La nota de Elazar pilló a Dadou con la guarda baja, estaba escondida en la biblioteca estudiando sin necesitarlo solo por permanecer en un lugar seguro y lleno de paz. Leyó la prolija letra del rubio como cinco veces e incluso escribió una nota de disculpa que ponía algo como “Dejemos esa cita romántica para cuando podamos dormir juntos” sin mucha parafernalia como solían ser sus notas hacia Elazar pero tras un suspiro pesado, suspiró, arrugó el papel y cogiendo sus cosas fue hacia Smertios para ponerse algo adecuado para la perfecta velada propuesta por Selvaggi.
Había tantas cosas que quería contarle a su maridito pero no estaba segura si él las comprendería. Daphne, Alessandro, Parker… las últimas semanas de su vida había sido un foco de problemas tanto físicos como psicológicos y la verdad, estaban terminando por mellar su voluntad de hierro. Evitó mostrar las marcas del encuentro con Parker, no quería preocuparlo y pese a que hacia un día relativamente caluroso, cargó sobre su cuerpo un abrigo rojo, podía poner la excusa que no se encontraba muy bien con su diminuto cuerpo cualquier corriente podía superar las barreras de su sistema inmunitario.
La elección de la ropa, especialmente pensada para evitar dar explicaciones sobre los múltiples morados feos que tenía en sus brazos, la llevó más tiempo de lo estimado y casi llegó tarde a la hora propuesta por Elazar para su encuentro. Los tacones de su calzado resonaron cuando la castaña llegó a la gruta donde su amado esposo la esperaba vestido tan elegantemente que hizo que arrugara la nariz – Pensé que tenía un gusto muy bueno por la moda pero tu me superas – y en contra de su voluntad, pese a que ese momento no podía, sonrío abiertamente como si no hubiera pasado nada.
Dio un par de saltitos hacia Elazar como si fuera un duendecillo, alzó su cuerpo sobre las puntillas, abrazo su cuello y beso la comisura de sus labios con mimo antes de rozar su nariz con la de él – Esposito mío, mío, mío… ¿me llevas de compras? – río y beso con amor la punta de su nariz antes de separarse mirando la gruta y acomodando la boina marrón que llevaba ese día sobre su lacio cabello - ¿Dónde esta el amante de Selvaggi? – murmuró refiriéndose a Draken, ahora que lo conocía podía decir que le caía realmente bien, pese a sus constantes gruñidos y la santa manía de fumar hasta dejar sus pulmones como carbón - ¿Y dónde exactamente me vas a llevar? – ladeó un poco la cabeza poniendo unos ojitos de cachorrito abandonado - ¿Ya tienes galeones en la tarjeta de crédito? Mira que por compensar te voy a arruinar.
Había tantas cosas que quería contarle a su maridito pero no estaba segura si él las comprendería. Daphne, Alessandro, Parker… las últimas semanas de su vida había sido un foco de problemas tanto físicos como psicológicos y la verdad, estaban terminando por mellar su voluntad de hierro. Evitó mostrar las marcas del encuentro con Parker, no quería preocuparlo y pese a que hacia un día relativamente caluroso, cargó sobre su cuerpo un abrigo rojo, podía poner la excusa que no se encontraba muy bien con su diminuto cuerpo cualquier corriente podía superar las barreras de su sistema inmunitario.
La elección de la ropa, especialmente pensada para evitar dar explicaciones sobre los múltiples morados feos que tenía en sus brazos, la llevó más tiempo de lo estimado y casi llegó tarde a la hora propuesta por Elazar para su encuentro. Los tacones de su calzado resonaron cuando la castaña llegó a la gruta donde su amado esposo la esperaba vestido tan elegantemente que hizo que arrugara la nariz – Pensé que tenía un gusto muy bueno por la moda pero tu me superas – y en contra de su voluntad, pese a que ese momento no podía, sonrío abiertamente como si no hubiera pasado nada.
Dio un par de saltitos hacia Elazar como si fuera un duendecillo, alzó su cuerpo sobre las puntillas, abrazo su cuello y beso la comisura de sus labios con mimo antes de rozar su nariz con la de él – Esposito mío, mío, mío… ¿me llevas de compras? – río y beso con amor la punta de su nariz antes de separarse mirando la gruta y acomodando la boina marrón que llevaba ese día sobre su lacio cabello - ¿Dónde esta el amante de Selvaggi? – murmuró refiriéndose a Draken, ahora que lo conocía podía decir que le caía realmente bien, pese a sus constantes gruñidos y la santa manía de fumar hasta dejar sus pulmones como carbón - ¿Y dónde exactamente me vas a llevar? – ladeó un poco la cabeza poniendo unos ojitos de cachorrito abandonado - ¿Ya tienes galeones en la tarjeta de crédito? Mira que por compensar te voy a arruinar.
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: Compras compensatorias
Espero paciente junto a la gruta, sin prisas ni nada. Había avisado de manera un tanto apresurada y si la chica se hacía de esperar sería totalmente normal. Él por su parte estuvo totalmente puntual, porque pensaba compensarle con creces todo lo que le había hecho (que tampoco había sido para tanto, pero así era él, siempre entregado a sus amigos). Además, sabía de sobra que si no iba a aparecer avisaría de antemano, no era del tipo de chicas que solía dejarlo plantado y sin escusa.
Cuando la vio aparecer se quedó mirándola por un instante, evaluando su vestimenta. Iba tan bonita como siempre, con esa falda corta que le quitaría la respiración a más de un por el hermoso par de piernas que dejaba el descubierto… negó con la cabeza a su afirmación y le cogió de la mano para hacerla dar una vuelta sobre si misma mientras aún sonreía.
-Somos la pareja perfecta, nuestros gusto por la moda nos delata como tal – le guiñó el ojo, juguetón. Supuso que el abrigo que llevaba era simplemente porque le había dicho que la llevaría a cenar, cuando oscurecía solía refrescar bastante y al ser media tarde no es que quedara demasiado para ello.
Cuando sintió como le abrazaba y le daba ese beso se dejó hacer, asintiendo con la cabeza a su pregunta
– Te llevaré de compras y a cenar, como te dije, yo no falto a mi palabra nunca, ya deberías saberlo… – dejó por un momento de lado la charla sobre su “amante” y la cogió por el brazo como a veces solían hacer, o más bien hizo el gesto para que ella se sostuviera de él, era un poquito más alto que la chica pero como llevaba tacones iban bastante bien compensado –vamos a ir de compras por el Londres muggles, a una de esas calles que tanto nos gustan donde todo es muy caro – bromeó por un instante con aquella tontería, en realidad el convertir galeones a libras ellos salían ganando y los precios siempre le parecían más bajo de lo que cualquier muggle podría imaginar. Era obvio que la sociedad mágica era bastante más elitista que la no mágica, al menos desde el punto de vista de Selvaggi – te voy a regalar algo que seguro te encanta, pero no diré que es hasta que lo veamos… no puedo desvelar todos los secretos nada más salir.
Habían emprendido la marcha, aquella era una de las grutas “secretas” más concurridas, por decirlo de algún modo, nunca sabías donde te iba a dejar, pero siempre era fuera del campus, por lo que podrían aparecerse después de caminar un poquito.
Elazar se encargaría de la aparición, sabía muy bien donde ir a parar para que nadie les viera y estaba muy cerca de las tiendas más lujosas del lugar, incluyendo esa a la que iba a llevar a la chica para que se comprara algo de lencería cara y de última moda, sabía que era una de sus debilidades, eso, un par de tacones y buen bolso, y así iría más que feliz para el resto de la semana. Claro que él no sabía de todos los problemas que acosaban a la chica… de los cuales comenzaría a indagar en cuanto pasara un ratito, no quería molestarle con todas las preguntas que se quedó sin hacerle esa supuesta noche de chicas.
-Mi amante, como tú le dices, está ahora mismo en una aburrida clase de pociones con el decano – suspiró un poco, con él tampoco había podido queda después del fin de semana, pero ya se daba por satisfecho con eso en realidad – Creo que no habías tenido mucho contacto con él ¿verdad? ¿Te resultó simpático? La verdad es que a veces es un poquito bruto… pero en el fondo es un encanto.
Ahora sí que se mordió el labio, y negó con la cabeza, riendo un poco.
- Parezco una nena enamorada Dadú, ni yo me caigo bien hablando así…
Cuando la vio aparecer se quedó mirándola por un instante, evaluando su vestimenta. Iba tan bonita como siempre, con esa falda corta que le quitaría la respiración a más de un por el hermoso par de piernas que dejaba el descubierto… negó con la cabeza a su afirmación y le cogió de la mano para hacerla dar una vuelta sobre si misma mientras aún sonreía.
-Somos la pareja perfecta, nuestros gusto por la moda nos delata como tal – le guiñó el ojo, juguetón. Supuso que el abrigo que llevaba era simplemente porque le había dicho que la llevaría a cenar, cuando oscurecía solía refrescar bastante y al ser media tarde no es que quedara demasiado para ello.
Cuando sintió como le abrazaba y le daba ese beso se dejó hacer, asintiendo con la cabeza a su pregunta
– Te llevaré de compras y a cenar, como te dije, yo no falto a mi palabra nunca, ya deberías saberlo… – dejó por un momento de lado la charla sobre su “amante” y la cogió por el brazo como a veces solían hacer, o más bien hizo el gesto para que ella se sostuviera de él, era un poquito más alto que la chica pero como llevaba tacones iban bastante bien compensado –vamos a ir de compras por el Londres muggles, a una de esas calles que tanto nos gustan donde todo es muy caro – bromeó por un instante con aquella tontería, en realidad el convertir galeones a libras ellos salían ganando y los precios siempre le parecían más bajo de lo que cualquier muggle podría imaginar. Era obvio que la sociedad mágica era bastante más elitista que la no mágica, al menos desde el punto de vista de Selvaggi – te voy a regalar algo que seguro te encanta, pero no diré que es hasta que lo veamos… no puedo desvelar todos los secretos nada más salir.
Habían emprendido la marcha, aquella era una de las grutas “secretas” más concurridas, por decirlo de algún modo, nunca sabías donde te iba a dejar, pero siempre era fuera del campus, por lo que podrían aparecerse después de caminar un poquito.
Elazar se encargaría de la aparición, sabía muy bien donde ir a parar para que nadie les viera y estaba muy cerca de las tiendas más lujosas del lugar, incluyendo esa a la que iba a llevar a la chica para que se comprara algo de lencería cara y de última moda, sabía que era una de sus debilidades, eso, un par de tacones y buen bolso, y así iría más que feliz para el resto de la semana. Claro que él no sabía de todos los problemas que acosaban a la chica… de los cuales comenzaría a indagar en cuanto pasara un ratito, no quería molestarle con todas las preguntas que se quedó sin hacerle esa supuesta noche de chicas.
-Mi amante, como tú le dices, está ahora mismo en una aburrida clase de pociones con el decano – suspiró un poco, con él tampoco había podido queda después del fin de semana, pero ya se daba por satisfecho con eso en realidad – Creo que no habías tenido mucho contacto con él ¿verdad? ¿Te resultó simpático? La verdad es que a veces es un poquito bruto… pero en el fondo es un encanto.
Ahora sí que se mordió el labio, y negó con la cabeza, riendo un poco.
- Parezco una nena enamorada Dadú, ni yo me caigo bien hablando así…
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Compras compensatorias
Gustosa de estar acompañada por el único hombre que nunca iba a fallarle, abrazó el blanquecino brazo del rubio, dejando caer su cabeza hacia él y pegando su mejilla al hombro de Elazar mientras caminaban rumbo a ese oasis de prometidas compras. Escuchaba la animada voz del italiano contarle el plan de la tarde – noche, Dadou no estaba muy por la labor de ser la muñequita del muchacho aquel día (más que nada por las marcas de su cuerpo) pero iba a complacerlo, buscaría alguna excusa para evitar mostrar los cardenales. La sonrisa, un poco más triste que habitualmente, apareció otra vez en los labios de Dadou cuando Elazar empezó a hablar de Draken, no hacía falta fijarse en los ojos del muchacho pues sus palabras estaban impregnadas de un tono cálido, afectuoso y muy sentimental, era la hora de compartir a su marido y aunque ese hecho no le gustaba, quería su felicidad y sabía que solo Stall era capaz de dársela en ese momento.
- A mi me encanta escucharte hablar así – confesó apartando la cabeza de dónde la tenía y volviendo a colocar con una mano su boina bien – Estás feliz, contento y enamorado. Sí, sí, e-na-mo-ra-do – río entre dientes tras casi deletrear la palabra, aguardó unos segundos mientras caminaban antes de responder a la pregunta lanzada de Elazar que parecía querer que ambos congeniaran para evitar futuras disputas y por su parte, no las tendría – Me gusta Stall – confesó mirando hacia el frente aunque se tomó la pequeña licencia de espiarlo por el rabillo del ojo y sacarle la lengua - Es malhablado y gruñón pero encantador – habían pasado pocas horas hablando aquel sábado pues quien llevaban el peso de la conversión siempre eran ellos dos pero la intuición de la castaña nunca fallaba así como ese don innato para descifrar cuando Draken aparecería de la nada – Fuma demasiado y morirá joven de cáncer de pulmón pero quitando esas pequeñas cosas…
En ese momento el camino se ponía algo más difícil. Dadou paró con Elazar, dejó de abrazar para encarar la pequeña cuesta que había con los tacones. Costó un gran esfuerzo, diablos seguro tendría un enorme dolor de pies pero alcanzó la cima y el exterior viendo la libertad ante sus ojos – Te hace feliz – dijo avanzando unos pasos y girando sobre si misma para caminar hacia atrás, teniendo las manos tras ella – Si te hace feliz a mi también y por ende, tiene mi amor eterno – ladeó la cabeza y esperó a que él llegara a su lado para abrazarlo por la cintura – No me importa compartirte con él pero que no sea acaparador y me deje pasar tiempo contigo, últimamente te he necesitado demasiado – hundió su rostro en el del chico y quiso empezar a llorar para contarle todas las cosas pero retuvo las ganas, luchó contra su voluntad, deshaciendo el nudo de la garganta y empujando lejos de su mente los malos pensamientos – La vuelta a la universidad se hace difícil, ¿no crees? – dijo apartándose de él para empezar a caminar, tragando aire y quitando con disimulo con el reverso de la mano la única lágrima que había rodado por su mejilla - ¡Mis regalos! ¿Dónde están?
- A mi me encanta escucharte hablar así – confesó apartando la cabeza de dónde la tenía y volviendo a colocar con una mano su boina bien – Estás feliz, contento y enamorado. Sí, sí, e-na-mo-ra-do – río entre dientes tras casi deletrear la palabra, aguardó unos segundos mientras caminaban antes de responder a la pregunta lanzada de Elazar que parecía querer que ambos congeniaran para evitar futuras disputas y por su parte, no las tendría – Me gusta Stall – confesó mirando hacia el frente aunque se tomó la pequeña licencia de espiarlo por el rabillo del ojo y sacarle la lengua - Es malhablado y gruñón pero encantador – habían pasado pocas horas hablando aquel sábado pues quien llevaban el peso de la conversión siempre eran ellos dos pero la intuición de la castaña nunca fallaba así como ese don innato para descifrar cuando Draken aparecería de la nada – Fuma demasiado y morirá joven de cáncer de pulmón pero quitando esas pequeñas cosas…
En ese momento el camino se ponía algo más difícil. Dadou paró con Elazar, dejó de abrazar para encarar la pequeña cuesta que había con los tacones. Costó un gran esfuerzo, diablos seguro tendría un enorme dolor de pies pero alcanzó la cima y el exterior viendo la libertad ante sus ojos – Te hace feliz – dijo avanzando unos pasos y girando sobre si misma para caminar hacia atrás, teniendo las manos tras ella – Si te hace feliz a mi también y por ende, tiene mi amor eterno – ladeó la cabeza y esperó a que él llegara a su lado para abrazarlo por la cintura – No me importa compartirte con él pero que no sea acaparador y me deje pasar tiempo contigo, últimamente te he necesitado demasiado – hundió su rostro en el del chico y quiso empezar a llorar para contarle todas las cosas pero retuvo las ganas, luchó contra su voluntad, deshaciendo el nudo de la garganta y empujando lejos de su mente los malos pensamientos – La vuelta a la universidad se hace difícil, ¿no crees? – dijo apartándose de él para empezar a caminar, tragando aire y quitando con disimulo con el reverso de la mano la única lágrima que había rodado por su mejilla - ¡Mis regalos! ¿Dónde están?
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: Compras compensatorias
Se sintió bastante avergonzado al oír aquello de “enamorado”. No es que no lo supiera, era bastante obvio, para él y para cualquiera que lo conociera. Por supuesto que el chico no solía ir aireando sus cosas por ahí y tan solo se permitía hablar de esa forma tan odiosa cuando estaba ella delante, pero aún así, excepto para Draken, para cualquier otro era obvio que lo que Elazar sentía por el chico no era pura atracción sexual ni nada así.
Ante todo lo que dijo de su “amante” fue asintiendo. Todo menos lo último, claro.
-Me agrada que te caiga bien, mejor… pero no digas que se morirá joven, seguro que los medimagos son capaces de curar esas mierdas, por malas que sean – dijo aquello en parte para defenderse él también. La verdad es que cuando comenzó su estricta dieta para perder todo lo que tenía de más el mejor consejo fue “cuando quieras comer te pones a fumar” y así… bueno, él también estaba un poco enganchado a la nicotina, aunque menos que el metamorfomago y estando con su mejor amiga procuraba no fumar, primero para que no le regañara y además, para no intoxicarla, por supuesto.
Siguió a la chica de cerca, vigilando que no se cayera ni nada con aquellos tacones, sabiendo que tendrían que andar por allí podría haberse calzado más cómodamente en un principio… pero sabía de sobra lo que le gustaba a ella estar siempre perfecta por lo que no diría absolutamente nada. Oyó lo último que dijo sobre Draken, sobre querer estar con él de vez en cuando, y se sintió bastante culpable por lo del fin de semana, de nuevo. Abrazó a la chica y se dejó abrazar, tratándola con tanto mimo como solía hacer.
-Siento haberte dejado este fin de semana. Da igual que esté con Draken, igual que él no interrumpió tu puedes llegar a interrumpir cualquier cosa si es que me necesitas. Siempre estoy para ti.
Le dio un beso en la cabeza, más bien sobre la boina que llevaba, un poquito antes de soltar el abrazo, sin poder ver su rostro al separarse. Por lo que no notó aquello que había hecho. Lo que si sabía era que estaba mal, eso era demasiado obvio. Pero seguramente no sería nada que no pudieran curar entre zapatos y bolsos, además de que siempre podrían ir antes a cualquier cafetería, tomar una bebida bien caliente y desahogarse entre dulces de chocolate.
-La vuelta a la universidad siempre es una tortura - dijo sin pensar realmente en eso, su verano había apestado por lo que la vuelta allí le supo a gloria, pero no iba a andar llevándole la contraria a su mujer, estaría bastante feo – tus regalos… pues hay dos opciones, podemos ir directamente a por ellos – hablaba mientras salían de la gruta que los había guiado más allá de las montañas que rodeaban el castillo, al otro lado del lago. Era lo mejor de esas grutas, te llevaban muy lejos, pero al estar encantadas en realidad andabas muy poco – y la otra opción, y creo que la mejor de todas, es que me des la mano, cierres los ojos y respires bien fuerte, porque tienes que contarme muchas cosas que una buena taza de café capuccino sabe oír mejor que nadie.
Y nada más terminar de hablar, sin darle tiempo a escoger opción la agarró fuerte de la cintura e hizo que ambos aparecieran en los baños de una cafetería del mismo barrio al que iban a ir para la compras. Claro que ahí no podría aspirar el olor a café, pero aparecer en mitad de la cafetería habría sido más digno de alguien de la KAU que de él.
-Y ahora que ya escogí la segunda opción no tienes más opciones que contarme que te pasa con Daphne, porque no puedes mentirme y esa carita de cachorrito de antes tiene algo que ver con ella.
Ante todo lo que dijo de su “amante” fue asintiendo. Todo menos lo último, claro.
-Me agrada que te caiga bien, mejor… pero no digas que se morirá joven, seguro que los medimagos son capaces de curar esas mierdas, por malas que sean – dijo aquello en parte para defenderse él también. La verdad es que cuando comenzó su estricta dieta para perder todo lo que tenía de más el mejor consejo fue “cuando quieras comer te pones a fumar” y así… bueno, él también estaba un poco enganchado a la nicotina, aunque menos que el metamorfomago y estando con su mejor amiga procuraba no fumar, primero para que no le regañara y además, para no intoxicarla, por supuesto.
Siguió a la chica de cerca, vigilando que no se cayera ni nada con aquellos tacones, sabiendo que tendrían que andar por allí podría haberse calzado más cómodamente en un principio… pero sabía de sobra lo que le gustaba a ella estar siempre perfecta por lo que no diría absolutamente nada. Oyó lo último que dijo sobre Draken, sobre querer estar con él de vez en cuando, y se sintió bastante culpable por lo del fin de semana, de nuevo. Abrazó a la chica y se dejó abrazar, tratándola con tanto mimo como solía hacer.
-Siento haberte dejado este fin de semana. Da igual que esté con Draken, igual que él no interrumpió tu puedes llegar a interrumpir cualquier cosa si es que me necesitas. Siempre estoy para ti.
Le dio un beso en la cabeza, más bien sobre la boina que llevaba, un poquito antes de soltar el abrazo, sin poder ver su rostro al separarse. Por lo que no notó aquello que había hecho. Lo que si sabía era que estaba mal, eso era demasiado obvio. Pero seguramente no sería nada que no pudieran curar entre zapatos y bolsos, además de que siempre podrían ir antes a cualquier cafetería, tomar una bebida bien caliente y desahogarse entre dulces de chocolate.
-La vuelta a la universidad siempre es una tortura - dijo sin pensar realmente en eso, su verano había apestado por lo que la vuelta allí le supo a gloria, pero no iba a andar llevándole la contraria a su mujer, estaría bastante feo – tus regalos… pues hay dos opciones, podemos ir directamente a por ellos – hablaba mientras salían de la gruta que los había guiado más allá de las montañas que rodeaban el castillo, al otro lado del lago. Era lo mejor de esas grutas, te llevaban muy lejos, pero al estar encantadas en realidad andabas muy poco – y la otra opción, y creo que la mejor de todas, es que me des la mano, cierres los ojos y respires bien fuerte, porque tienes que contarme muchas cosas que una buena taza de café capuccino sabe oír mejor que nadie.
Y nada más terminar de hablar, sin darle tiempo a escoger opción la agarró fuerte de la cintura e hizo que ambos aparecieran en los baños de una cafetería del mismo barrio al que iban a ir para la compras. Claro que ahí no podría aspirar el olor a café, pero aparecer en mitad de la cafetería habría sido más digno de alguien de la KAU que de él.
-Y ahora que ya escogí la segunda opción no tienes más opciones que contarme que te pasa con Daphne, porque no puedes mentirme y esa carita de cachorrito de antes tiene algo que ver con ella.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Compras compensatorias
No había dicho Elazar que cerrara los ojos que Dadou había puesto los párpados sobre sus orbes azules alargando las manos para que su amigo las tomara, totalmente confiada y sin ningún tipo de reparos de ir hasta donde él la llevara así fuera el fin del mundo. Tras la típica sensación nauseabunda, llegaron donde fuera que estuvieran en ese momento, Dadou abrió lentamente los parpados, tragó un poco de saliva para pasar el típico mareo y fijo los dos zafiros que tenía por ojos en el muchacho cambiando el rostro calmado por uno más compungido. ¿Cómo iba a contarle todos los problemas con Daphne si su primo estaba directamente metido en ellos? Suspiro, asintió con la cabeza y tomó con delicadeza su mano para tirar de él fuera de los baños de la cafetería.
Salir de la mano de un chico de unos baños públicos fue algo mal visto por un par de señoras ya entradas en año que permanecían sentadas en las mesas cercanas a la puerta de los servicios. Ignoró todas sus miradas y comentarios sobre lo “frescas” que eran las niñas de este tiempo y arrastró a Elazar hasta la mesa más apartada del local que resultó estar justo al lado del gran ventanal de la cafetería donde la gente pasaba a tu lado tan solo separado por el vidrio. Dadou dejó el bolso colgado del respaldo de la silla, tomó asiento y quitó la boina de su cabello, dejándola encima de la mesa y aunque se moría de calor, evitó desprenderse del abrigo rojo, solo cruzó una pierna por encima de la otra para tirar un poco hacia bajo de la falda evitando enseñar más de la cuenta – Esto… mejor que te asientes – no ordenó ni nada así, Elazar tomaba sus propias decisiones pero era como un consejo para evitar que cayera con el culo al suelo. Esperó hasta que pasó la camarera por su lado, pidió dos capuchinos y un par de muffins de chocolate para pasar todas las penas y centró toda la atención en su amigo.
- A ver… - suspiró pasando un mechón de pelo tras la oreja algo nerviosa - ¿Recuerdas que te dije que todo el problema venía a raíz de que Daph conoció a tu primo verdad? Bueno, pues me molestó. En un primer momento creí que el problema venía de que Daphne por una vez no había necesitado de mi, estaba separándose por las razones que te dije en Italia – hizo una pausa clavando los ojos en Elazar – y es eso, quiero decir, mis abuelos están haciendo que poco a poco ella ya no sea tan mía, ¿comprendes? La compran para que se vaya con ellos a las vacaciones y los fines de semana, lejos de mi “mala influencia” – volvió a pasar otra vez el mechón tras la oreja pero el condenado se escapaba cada vez que ella tiraba hacia delante – Fuera como fuera, enterarme del lío que tuvo con Sand… con Alessandro y no por Daphne, me dolió – y eso pasó en primer lugar, ella era la víctima y su hermana la culpable de todo delito pero las cosas cambiaron a penas unos días después para ahora sentirse la peor persona del mundo. No es que Sandro y ella tuvieran algo oficial, según palabras textuales de su gemela, pero… no podía quitar de la cabeza todo, si añadiendo el incidente que tuvo con Parker, bueno, ya no sabía que hacer.
La camarera llegó con todo el pedido, Dadou aguardó unos segundos, bajando las manos hacia su falda y subiendo un poco las mangas del abrigo por el calor pero cuando bajó la mirada viendo las marcas en su muñeca, tan negras como la oscuridad, las volvió a bajar rápidamente y miró hacia otro lado. Esperó paciente a que la mujer se fuera y cuando hizo, tomó rápidamente el tazón de capuchino, bufó sobre él y sin mirar a Elazar, tras suspirar con resignación soltó con un hilito de voz – Pero me líe con tu primo el otro día y ahí esta el segundo problema…
Salir de la mano de un chico de unos baños públicos fue algo mal visto por un par de señoras ya entradas en año que permanecían sentadas en las mesas cercanas a la puerta de los servicios. Ignoró todas sus miradas y comentarios sobre lo “frescas” que eran las niñas de este tiempo y arrastró a Elazar hasta la mesa más apartada del local que resultó estar justo al lado del gran ventanal de la cafetería donde la gente pasaba a tu lado tan solo separado por el vidrio. Dadou dejó el bolso colgado del respaldo de la silla, tomó asiento y quitó la boina de su cabello, dejándola encima de la mesa y aunque se moría de calor, evitó desprenderse del abrigo rojo, solo cruzó una pierna por encima de la otra para tirar un poco hacia bajo de la falda evitando enseñar más de la cuenta – Esto… mejor que te asientes – no ordenó ni nada así, Elazar tomaba sus propias decisiones pero era como un consejo para evitar que cayera con el culo al suelo. Esperó hasta que pasó la camarera por su lado, pidió dos capuchinos y un par de muffins de chocolate para pasar todas las penas y centró toda la atención en su amigo.
- A ver… - suspiró pasando un mechón de pelo tras la oreja algo nerviosa - ¿Recuerdas que te dije que todo el problema venía a raíz de que Daph conoció a tu primo verdad? Bueno, pues me molestó. En un primer momento creí que el problema venía de que Daphne por una vez no había necesitado de mi, estaba separándose por las razones que te dije en Italia – hizo una pausa clavando los ojos en Elazar – y es eso, quiero decir, mis abuelos están haciendo que poco a poco ella ya no sea tan mía, ¿comprendes? La compran para que se vaya con ellos a las vacaciones y los fines de semana, lejos de mi “mala influencia” – volvió a pasar otra vez el mechón tras la oreja pero el condenado se escapaba cada vez que ella tiraba hacia delante – Fuera como fuera, enterarme del lío que tuvo con Sand… con Alessandro y no por Daphne, me dolió – y eso pasó en primer lugar, ella era la víctima y su hermana la culpable de todo delito pero las cosas cambiaron a penas unos días después para ahora sentirse la peor persona del mundo. No es que Sandro y ella tuvieran algo oficial, según palabras textuales de su gemela, pero… no podía quitar de la cabeza todo, si añadiendo el incidente que tuvo con Parker, bueno, ya no sabía que hacer.
La camarera llegó con todo el pedido, Dadou aguardó unos segundos, bajando las manos hacia su falda y subiendo un poco las mangas del abrigo por el calor pero cuando bajó la mirada viendo las marcas en su muñeca, tan negras como la oscuridad, las volvió a bajar rápidamente y miró hacia otro lado. Esperó paciente a que la mujer se fuera y cuando hizo, tomó rápidamente el tazón de capuchino, bufó sobre él y sin mirar a Elazar, tras suspirar con resignación soltó con un hilito de voz – Pero me líe con tu primo el otro día y ahí esta el segundo problema…
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: Compras compensatorias
A él, al parecer, también le iba a venir bien tener una buena taza de humeante café delante. Aún no sabía nada, pero todo lo que ella tenía que contarle era realmente peliagudo, sobre todo porque… le costaría juzgar mal a Sandro.
En un principio se fijó en que la chica, aún estando en esa cafetería donde hacía un ambiente bastante cálido no se quitó el abrigo, iba a preguntarle pero con aquella advertencia de que mejor se sentara y demás su atención se redirigió a todo lo que tendría que decirle fuera del ámbito de la ropa, quien sabe, igual simplemente le había pillado en mal momento y debajo solo llevaba una camiseta un poco fea y no quería enseñarla… ya más tarde le preguntaría e incluso compraría algo lindo si ella se dejaba.
Oyó con paciencia la pequeña historia. Asintió donde era necesario e iba tomando nota mental de todo, hasta ese momento nada le pareció demasiado grave. Estaba dolida por su hermana, eso le había quedado claro la última vez que se vieron y bueno… la comprendía en cierto modo. Pero no veía normal que tras una charla no la perdonara ¿Qué había estado haciendo hasta ese día? ¿Evitarla? ¿Podía de verdad evitar a alguien con quien pasaba tanto tiempo?
Durante el instante en que se quedó callada él hizo lo mismo, ya tenía pensado que decirle. Incluso pensaba ofrecerse para hacer de intermediario y hablar con su hermana si de verdad estaba tan enfada con ella por haberle “dejado tirada” y no contarle aquello… pero en cuanto siguió hablando, lo que dijo fue tan… tan… zas, que no pudo decir nada, no pudo contestar inmediatamente. ¿Se había liado con el chico con el que había estado previamente su hermana?
Cogió el capuccino, intentando con ello ganar algo de tiempo ¿Cuánto podría permanecer callado sin que pareciera que la estaba juzgando? Vale, ni un segundo más o se comenzaría a sentir incómoda además, pensaba tener ya la solución a todo aquello, recordando algo que le había dicho antes o el día anterior, ya ni seguro estaba de ello.
-A ver… para empezar. ¿Aún no habías hablado con Daphne? – era una cuestión que debería aclarar antes de seguir con todo aquello – creo que me dijiste que lo que ellos habían tenido fue una especie de romance veraniego… eso siempre es pasajero. Dime cuantos affairs de ese tipo que tu conozcas han terminado en algo más.
Negó suavemente con la cabeza. Ahora comprendía que estuviera tan mal. Su primera misión era que dejara de sentirse culpable, la segunda, hacerle ver que si alguien debía hacerlo ese era Sandro… y la tercera, hacer que se olvidara de su primo. Con aquella historia estaba más que claro que no le convenía. ¿Cómo podía ÉL ser tan cabrón como para ponerse a enemistar a dos gemelas? ¿Cómo se le ocurrió liarse con ambas?... la verdad es que no se lo habría esperado jamás de él.
-Supongo que fue… un… llamémoslo desliz ¿no? A mí no me habías dicho que te gustara, aunque he de admitir que tiene sus encantos, en muchos sentidos, así que comprendería que fuera así – adelantó uno de los muffins pedidos para que lo cogiera ella y comenzara a comer, se la veía mal y lo dulce siempre ayudaba – nadie debería darle tanta vuelta a algo así, creo que es importante aclarar si fue un pequeño fallo que no se comentará más o algo que te gustaría repetir, en el segundo caso tu hermana debería saberlo… por mucho que le duela. En esta universidad los rumores no corren, vuelan, y siento decirte que si ella se entera por una tercera persona el dolerá incluso más que cuando tu te enteraste, piensa que a ella probablemente le guste mucho… ambos la conocemos.
No quería hacer que se sintiera peor, solo intentaba darle un choque de realidad.
En un principio se fijó en que la chica, aún estando en esa cafetería donde hacía un ambiente bastante cálido no se quitó el abrigo, iba a preguntarle pero con aquella advertencia de que mejor se sentara y demás su atención se redirigió a todo lo que tendría que decirle fuera del ámbito de la ropa, quien sabe, igual simplemente le había pillado en mal momento y debajo solo llevaba una camiseta un poco fea y no quería enseñarla… ya más tarde le preguntaría e incluso compraría algo lindo si ella se dejaba.
Oyó con paciencia la pequeña historia. Asintió donde era necesario e iba tomando nota mental de todo, hasta ese momento nada le pareció demasiado grave. Estaba dolida por su hermana, eso le había quedado claro la última vez que se vieron y bueno… la comprendía en cierto modo. Pero no veía normal que tras una charla no la perdonara ¿Qué había estado haciendo hasta ese día? ¿Evitarla? ¿Podía de verdad evitar a alguien con quien pasaba tanto tiempo?
Durante el instante en que se quedó callada él hizo lo mismo, ya tenía pensado que decirle. Incluso pensaba ofrecerse para hacer de intermediario y hablar con su hermana si de verdad estaba tan enfada con ella por haberle “dejado tirada” y no contarle aquello… pero en cuanto siguió hablando, lo que dijo fue tan… tan… zas, que no pudo decir nada, no pudo contestar inmediatamente. ¿Se había liado con el chico con el que había estado previamente su hermana?
Cogió el capuccino, intentando con ello ganar algo de tiempo ¿Cuánto podría permanecer callado sin que pareciera que la estaba juzgando? Vale, ni un segundo más o se comenzaría a sentir incómoda además, pensaba tener ya la solución a todo aquello, recordando algo que le había dicho antes o el día anterior, ya ni seguro estaba de ello.
-A ver… para empezar. ¿Aún no habías hablado con Daphne? – era una cuestión que debería aclarar antes de seguir con todo aquello – creo que me dijiste que lo que ellos habían tenido fue una especie de romance veraniego… eso siempre es pasajero. Dime cuantos affairs de ese tipo que tu conozcas han terminado en algo más.
Negó suavemente con la cabeza. Ahora comprendía que estuviera tan mal. Su primera misión era que dejara de sentirse culpable, la segunda, hacerle ver que si alguien debía hacerlo ese era Sandro… y la tercera, hacer que se olvidara de su primo. Con aquella historia estaba más que claro que no le convenía. ¿Cómo podía ÉL ser tan cabrón como para ponerse a enemistar a dos gemelas? ¿Cómo se le ocurrió liarse con ambas?... la verdad es que no se lo habría esperado jamás de él.
-Supongo que fue… un… llamémoslo desliz ¿no? A mí no me habías dicho que te gustara, aunque he de admitir que tiene sus encantos, en muchos sentidos, así que comprendería que fuera así – adelantó uno de los muffins pedidos para que lo cogiera ella y comenzara a comer, se la veía mal y lo dulce siempre ayudaba – nadie debería darle tanta vuelta a algo así, creo que es importante aclarar si fue un pequeño fallo que no se comentará más o algo que te gustaría repetir, en el segundo caso tu hermana debería saberlo… por mucho que le duela. En esta universidad los rumores no corren, vuelan, y siento decirte que si ella se entera por una tercera persona el dolerá incluso más que cuando tu te enteraste, piensa que a ella probablemente le guste mucho… ambos la conocemos.
No quería hacer que se sintiera peor, solo intentaba darle un choque de realidad.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Compras compensatorias
La espera entre su confesión y las palabras de Elazar fueron una tortura para ella. Dadou bajó la vista incapaz de mirar a los ojos a su mejor amigo, avergonzada por su actitud y sobretodo arrepentida por haber traicionado en cierto modo a su hermana. ¡Eso es lo que más le dolía! Qué Selvaggi la juzgara y llegara a la conclusión que más valía no juntarse tanto con ella por los problemas que traía. Dejó la taza de nuevo encima del plato de cerámica y negando con la cabeza ante la primera pregunta de Elazar, desvió los ojos azules hacia la calla donde la gente muggle caminaba tranquilamente con sus bolsas de compras. Escuchó sus palabras, cohibida e incapaz de articular ninguna palabra sin terminar derramando un mar de lágrimas porque por más que sonara cruda, el rubio solo dijo la verdad. El paso de las personas ante sus ojos la tenía sumida en una especie de trance pero las últimas palabras del italiano hicieron voltear lentamente el rostro de Dadou y los ojos claros de la francesa acabaron por posarse en los de su amigo.
- Lo sé – las palabras salieron casi sin fuerza por el maldito nudo de la garganta. Mordió su labio inferior y los ojos empezaron a enrojecerse, rota por la culpa. ¿En qué diablos pensaba para hacer eso? No estaba aún convencida, la culpa eran los ojos verdes de Alessandro y su santa manía de decir pocas pero las palabras adecuadas en los peores momentos. Contuvo el llanto solo porque estaban en un lugar público, no quería avergonzar más a Elazar pues suficiente tenía con conocer de primera mano como era y más con alguien de su familia. Estiró la mano hacia el chico, tirando el Muffin de vuelta hacia él, ya no quería comer o más bien no podía pasar esa cosa por su garganta pero cuando estiró la mano, la manga se subió y dejó ver la zona dañada por culpa de Parker solo un día atrás.
Y ahí estaba el tercer problema de su vida, Parker, el chico que no dejaba de acosarla y maltratarla. Era una estupidez bajar la manga otra vez, estaba convencida que esta vez Elazar si había visto los morados, así que retiró la mano antes que él pudiera verla, tiró su cuerpo hacia atrás en el respaldo y miró a través de la ventana. Tal vez estaba pasando por un mal momento pero las palabras del chico ahora casi que cobraban más fuerza, si, era una fresca y todas esas cosas tan espantosas que había dicho en su momento - ¿Sabes lo peor? – dijo casi con la voz quebrada y a punto de romper en el llanto – Que para mi no es un desliz – y no, ella no solía decir esas cosas de los hombres, pocos habían llegado hasta su corazón pues consideraba otras cosas más importantes que andar detrás de un hombre cual perrito pero Sandro había resultado para ella de todos los modos diferente – Y creo que Parker tenía razón – soltó de repente sin venir a colación, tirando su cuerpo hacia delante, clavando los codos en la mesa y escondiendo su rostro entre sus manos – Estoy usada, demasiado, ahora voy a perder definitivamente a Daphne y todo por alguien que ni estará interesado en mi. ¡Y te puedo perder a ti! Porque Sandro es de tu familia y… y… me merezco lo que tengo.
- Lo sé – las palabras salieron casi sin fuerza por el maldito nudo de la garganta. Mordió su labio inferior y los ojos empezaron a enrojecerse, rota por la culpa. ¿En qué diablos pensaba para hacer eso? No estaba aún convencida, la culpa eran los ojos verdes de Alessandro y su santa manía de decir pocas pero las palabras adecuadas en los peores momentos. Contuvo el llanto solo porque estaban en un lugar público, no quería avergonzar más a Elazar pues suficiente tenía con conocer de primera mano como era y más con alguien de su familia. Estiró la mano hacia el chico, tirando el Muffin de vuelta hacia él, ya no quería comer o más bien no podía pasar esa cosa por su garganta pero cuando estiró la mano, la manga se subió y dejó ver la zona dañada por culpa de Parker solo un día atrás.
Y ahí estaba el tercer problema de su vida, Parker, el chico que no dejaba de acosarla y maltratarla. Era una estupidez bajar la manga otra vez, estaba convencida que esta vez Elazar si había visto los morados, así que retiró la mano antes que él pudiera verla, tiró su cuerpo hacia atrás en el respaldo y miró a través de la ventana. Tal vez estaba pasando por un mal momento pero las palabras del chico ahora casi que cobraban más fuerza, si, era una fresca y todas esas cosas tan espantosas que había dicho en su momento - ¿Sabes lo peor? – dijo casi con la voz quebrada y a punto de romper en el llanto – Que para mi no es un desliz – y no, ella no solía decir esas cosas de los hombres, pocos habían llegado hasta su corazón pues consideraba otras cosas más importantes que andar detrás de un hombre cual perrito pero Sandro había resultado para ella de todos los modos diferente – Y creo que Parker tenía razón – soltó de repente sin venir a colación, tirando su cuerpo hacia delante, clavando los codos en la mesa y escondiendo su rostro entre sus manos – Estoy usada, demasiado, ahora voy a perder definitivamente a Daphne y todo por alguien que ni estará interesado en mi. ¡Y te puedo perder a ti! Porque Sandro es de tu familia y… y… me merezco lo que tengo.
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: Compras compensatorias
Había que decir que se sentía un poco, bastante más bien, mal por haber dicho todo aquello, por haberla en parte regañado o por haber soltado toda la mierda que tenía dentro jodiendo a su mejor amiga de pronto. Que si, que había que poner los pies en la tierra y él solo había dicho lo que cualquier podría haber pensado o visto desde fuera. Había sido sincero y todo lo dijo por su bien.
Suspiró al ver como rechazaba el dulce, él no comía cosas tan dulces, normalmente no comía dulces en general porque no quería volver a ganar todo lo que había perdido con mucho esfuerzo, pero viendo como ella había pedido dos y no parecía dispuesta a comerse ninguno se sintió tentado y dio un pequeño pellizco de una de los muffins y se lo llevó a la boca, una forma de digerir la sorpresa. Su mujercita, como solía decirle, con su primo… no le sabía a mal, joder, los quería a ambos y si había algo pues bien…
En ello estaba cuando vio como la chica retiraba la mano apresurada, haciendo que, sin que antes se hubiera fijado, el rubio clavara los ojos en la muñeca de la chica. No pudo ver que tenía, ni que trataba de esconder, pero el gesto fue muy obvio y algo raro si que había entrevisto, así que se preocupó. Como no. Conocía a Sandro, era buen chico (a pesar de todo) y dudaba que pudiera haberle hecho nada, pero ella parecía estar tan mal, tan preocupada. Tan abrigada para ser esa época y estar en un lugar cálido… no pudo evitar pensar mal y sentirse agobiado, si sus conjeturas eran ciertas no tendría ni idea de que hacer o decir, o si…
-No es tan… – no es tan malo, no pasa nada. Es mejor que no sea un simple desliz… iba a intentar consolarla. Pero entonces fue cuando soltó lo de Parker, se echó adelante y de pronto juró que o estaba llorando o estaba a punto de hacerlo y lo que era peor, ahora si que vio que tenía en las manos y sintió toda la rabia del mundo. No era cosa de su primo. Era por ese jodido idiota, si había hablado de él, si había dicho todo aquello, estaba claro que algo le había hecho, y menuda puta mierda, porque nada de lo que decía tenía sentido… ¿usada? ¿En serio alguien diría algo así sin más? En la época en la que vivían disfrutar de la vida era algo que todos hacían, joder, no podía creer que hubiera alguien tan amargado con la vida como para ir diciendo esas idioteces – Dadou, no te vayas a poner a llorar por ese puto gilipollas.
Se puso en pie, movió una silla rápidamente y se sentó a su lado, estaban dándole la espalda a casi toda la cafetería, y si les miraban le daba igual, nada le importaba más que ella.
-Tiene que contarme que te ha pasado con él exactamente y sobre todo decirme que mierda tienes en el brazo… pero antes que eso tienes que sacarte de la cabeza todas esas idioteces - le había pasado un brazo por la cintura y la tenía más bien abrazada. En ese momento se inclinó un poco sobre ella y le dio un beso en la cabeza y otro en el cuello, la cara era inalcanzable – no es propio de ti pensar así. ¿Qué me vas a perder por Sandro? Por muy familia que sea no voy a ponerle por delante de ti, y de cualquier modo. No has hecho nada malo, que te entre en esa cabecita loca que tienes. No – has – hecho – nada. Lo que haya pasado entre él y tu es algo que ninguno forzó a hacer al otro. Si tu hermana se enfada contigo se le pasará tarde o temprano si te ve feliz. Si Sandro no quiere estar contigo… – paró un segundo porque se le estaban escapando las palabras por la boca de manera tan atropelladas que no sabía si tenía sentido algo de lo que decía – si mi primo lo hizo para jugar contigo es él quien ha metido la pata, no puedo odiarte por ello. Has dicho que no fue un desliz… si te gusta… no puedes luchar contra tus sentimientos.
Suspiró un poco, bajó la vista, y se quedó simplemente abrazándola. No quería verla llorar, estaba preocupado porque todo aquello parecía ser más que lo dijo en un principio y eso apestaba a mierda.
-Dad… no dejes que nadie mine tu moral, tu eres más fuerte que todo esto y sabes que conmigo vas a poder contar, siempre.
Y lo que quiera que hubiera pasado con Parker... ya estaba también pensarlo en discutirlo con él. No le gustaba que insultaran a su mejor amiga. No iba a consentirlo, y había aprendido a defenderse tras tantos años siendo el tipo más raro de la escuela o algo así.
Suspiró al ver como rechazaba el dulce, él no comía cosas tan dulces, normalmente no comía dulces en general porque no quería volver a ganar todo lo que había perdido con mucho esfuerzo, pero viendo como ella había pedido dos y no parecía dispuesta a comerse ninguno se sintió tentado y dio un pequeño pellizco de una de los muffins y se lo llevó a la boca, una forma de digerir la sorpresa. Su mujercita, como solía decirle, con su primo… no le sabía a mal, joder, los quería a ambos y si había algo pues bien…
En ello estaba cuando vio como la chica retiraba la mano apresurada, haciendo que, sin que antes se hubiera fijado, el rubio clavara los ojos en la muñeca de la chica. No pudo ver que tenía, ni que trataba de esconder, pero el gesto fue muy obvio y algo raro si que había entrevisto, así que se preocupó. Como no. Conocía a Sandro, era buen chico (a pesar de todo) y dudaba que pudiera haberle hecho nada, pero ella parecía estar tan mal, tan preocupada. Tan abrigada para ser esa época y estar en un lugar cálido… no pudo evitar pensar mal y sentirse agobiado, si sus conjeturas eran ciertas no tendría ni idea de que hacer o decir, o si…
-No es tan… – no es tan malo, no pasa nada. Es mejor que no sea un simple desliz… iba a intentar consolarla. Pero entonces fue cuando soltó lo de Parker, se echó adelante y de pronto juró que o estaba llorando o estaba a punto de hacerlo y lo que era peor, ahora si que vio que tenía en las manos y sintió toda la rabia del mundo. No era cosa de su primo. Era por ese jodido idiota, si había hablado de él, si había dicho todo aquello, estaba claro que algo le había hecho, y menuda puta mierda, porque nada de lo que decía tenía sentido… ¿usada? ¿En serio alguien diría algo así sin más? En la época en la que vivían disfrutar de la vida era algo que todos hacían, joder, no podía creer que hubiera alguien tan amargado con la vida como para ir diciendo esas idioteces – Dadou, no te vayas a poner a llorar por ese puto gilipollas.
Se puso en pie, movió una silla rápidamente y se sentó a su lado, estaban dándole la espalda a casi toda la cafetería, y si les miraban le daba igual, nada le importaba más que ella.
-Tiene que contarme que te ha pasado con él exactamente y sobre todo decirme que mierda tienes en el brazo… pero antes que eso tienes que sacarte de la cabeza todas esas idioteces - le había pasado un brazo por la cintura y la tenía más bien abrazada. En ese momento se inclinó un poco sobre ella y le dio un beso en la cabeza y otro en el cuello, la cara era inalcanzable – no es propio de ti pensar así. ¿Qué me vas a perder por Sandro? Por muy familia que sea no voy a ponerle por delante de ti, y de cualquier modo. No has hecho nada malo, que te entre en esa cabecita loca que tienes. No – has – hecho – nada. Lo que haya pasado entre él y tu es algo que ninguno forzó a hacer al otro. Si tu hermana se enfada contigo se le pasará tarde o temprano si te ve feliz. Si Sandro no quiere estar contigo… – paró un segundo porque se le estaban escapando las palabras por la boca de manera tan atropelladas que no sabía si tenía sentido algo de lo que decía – si mi primo lo hizo para jugar contigo es él quien ha metido la pata, no puedo odiarte por ello. Has dicho que no fue un desliz… si te gusta… no puedes luchar contra tus sentimientos.
Suspiró un poco, bajó la vista, y se quedó simplemente abrazándola. No quería verla llorar, estaba preocupado porque todo aquello parecía ser más que lo dijo en un principio y eso apestaba a mierda.
-Dad… no dejes que nadie mine tu moral, tu eres más fuerte que todo esto y sabes que conmigo vas a poder contar, siempre.
Y lo que quiera que hubiera pasado con Parker... ya estaba también pensarlo en discutirlo con él. No le gustaba que insultaran a su mejor amiga. No iba a consentirlo, y había aprendido a defenderse tras tantos años siendo el tipo más raro de la escuela o algo así.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Compras compensatorias
No quería llorar ni podía montar tremendo escándalo en un lugar público pero era inevitable. Tomó aire como pudo sin quitar las manos de su rostro, escuchó el clásico ruido de una silla arrastrada y a los segundos un cálido brazo rodeando su cintura. No, no, no, no, Elazar no debía obrar así o ella terminaría como magdalena. Tras volver a coger aire, apoyó su cabeza en el hombro del rubio y dejó que la llenara de atenciones más por necesidad que por capricho. ¿Cómo podía exigirle que contara lo acontecido con Parker? Era imposible, el problema con él venía de lejos, ni tan siquiera sabía el motivo por el cual la odiaba tanto (Aunque el suyo había resultado a raíz de sus maltrato recibido) pero la última vez ya había sido la gotita que colmó el vaso.
- ¿Seguro Elazar? – murmuró con verdadera curiosidad ante la mención que iba a tenerlo por siempre. Quitó las manos de su cara para mirar directamente los ojos de su amigo desde tan cerca - Me siento el ser más despreciable sobre la faz terrestre – espetó con las lagrimas a punto de brotar por sus ojos, tragó saliva y mordió su labio con fuerza, desviando los ojos hacia el frente para ver un par de mujeres mirando hacia ellos con la oreja puesta en la conversación. Dadou, sorbió su nariz y rebuscó en el bolso un pañuelo con el que sonarse antes de secar con dos dedos la humedad bajo sus ojos.
– Primero culpo a Daph para días después caer bajo los encantos de tu primo y perdóname pero los tiene – suspiró con pesadez dejando caer su cabeza otra ve contra el hombro de su amigo y poniendo su roja nariz sobre el perfecto jersey del muchacho. Cerró los ojos cuando olió el perfume masculino que tan habitual era en Elazar, arañó con los diente superiores su labio inferior y llevó una mano hasta la cintura del rubio para abrazarlo.
- No lo culpo, igual, no es su culpa ahí la culpa fue mía – susurró ya más calmada con voz casi apagada y frotando un poco su mejilla contra el jersey con suavidad casi como si estuviera ronroneando – Siento que todo últimamente me pesa. Venía contenta del viaje a la India y las cosas se complicaron mucho – besó el cuello de Elazar en señal de gratitud, volvió a ponerse bien sobre la silla y bajó la mirada hacia su capuchino. Tomó la taza de vuelta a sus manos, bebió un poco y por fin, esta vez, bajó por su garganta. Necesitaba contárselo a alguien y ser escuchada por una vez, fue buena elección tomar a Elazar como confesor – Y olvídate de esto de Parker, ya sabes la relación que mantenemos, no te deberías preocupar, él es así tuvo un derrame o algo cuando nació y el pobre quedó gravemente afectado – igual no enseñó las marcas, no hacia falta, pronto sanarían.
- Deberíamos cambiar de tema – sugirió devolviendo la taza en su plato, tomando el Muffin pellizcado por Elazar y quitando el papel con cuidado. Cortó un trocito con sus manos para ponérselo en la boca a su amigo, Dadou estaba enterada de su pasado como… bollete y no tenía intenciones de devolverle a ese mundo pero si que compartiera el dulce ese día con ella – Tal vez me puedes enumerar otra vez todas las virtudes de Stall y así mi cabeza deja de pensar estupideces – sonrío como pudo antes de meter en su boca otro trozo del pastel. Masticó con calma perdiendo la vista en un punto de la mesa y dejar su mente viajar hasta aquel día en el comedor cuando la suerte o la desgracia hizo que cayera encima de Sandro.
- ¿Seguro Elazar? – murmuró con verdadera curiosidad ante la mención que iba a tenerlo por siempre. Quitó las manos de su cara para mirar directamente los ojos de su amigo desde tan cerca - Me siento el ser más despreciable sobre la faz terrestre – espetó con las lagrimas a punto de brotar por sus ojos, tragó saliva y mordió su labio con fuerza, desviando los ojos hacia el frente para ver un par de mujeres mirando hacia ellos con la oreja puesta en la conversación. Dadou, sorbió su nariz y rebuscó en el bolso un pañuelo con el que sonarse antes de secar con dos dedos la humedad bajo sus ojos.
– Primero culpo a Daph para días después caer bajo los encantos de tu primo y perdóname pero los tiene – suspiró con pesadez dejando caer su cabeza otra ve contra el hombro de su amigo y poniendo su roja nariz sobre el perfecto jersey del muchacho. Cerró los ojos cuando olió el perfume masculino que tan habitual era en Elazar, arañó con los diente superiores su labio inferior y llevó una mano hasta la cintura del rubio para abrazarlo.
- No lo culpo, igual, no es su culpa ahí la culpa fue mía – susurró ya más calmada con voz casi apagada y frotando un poco su mejilla contra el jersey con suavidad casi como si estuviera ronroneando – Siento que todo últimamente me pesa. Venía contenta del viaje a la India y las cosas se complicaron mucho – besó el cuello de Elazar en señal de gratitud, volvió a ponerse bien sobre la silla y bajó la mirada hacia su capuchino. Tomó la taza de vuelta a sus manos, bebió un poco y por fin, esta vez, bajó por su garganta. Necesitaba contárselo a alguien y ser escuchada por una vez, fue buena elección tomar a Elazar como confesor – Y olvídate de esto de Parker, ya sabes la relación que mantenemos, no te deberías preocupar, él es así tuvo un derrame o algo cuando nació y el pobre quedó gravemente afectado – igual no enseñó las marcas, no hacia falta, pronto sanarían.
- Deberíamos cambiar de tema – sugirió devolviendo la taza en su plato, tomando el Muffin pellizcado por Elazar y quitando el papel con cuidado. Cortó un trocito con sus manos para ponérselo en la boca a su amigo, Dadou estaba enterada de su pasado como… bollete y no tenía intenciones de devolverle a ese mundo pero si que compartiera el dulce ese día con ella – Tal vez me puedes enumerar otra vez todas las virtudes de Stall y así mi cabeza deja de pensar estupideces – sonrío como pudo antes de meter en su boca otro trozo del pastel. Masticó con calma perdiendo la vista en un punto de la mesa y dejar su mente viajar hasta aquel día en el comedor cuando la suerte o la desgracia hizo que cayera encima de Sandro.
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: Compras compensatorias
Dejó que la chica se desahogara como mejor quisiera, no iba a ponerle pegas por nada, ni por manchar su chaleco de lágrimas (si es que realmente llegaba a emanar de ella dicho fluido) ni por hablar así. No podía culparla por dramática, no tendría sentido, él mismo era el rey de los dramas normalmente, decir que ella estaba montando uno era un poco estúpido, ya que si, lo hacía, per cualquiera en su situación lo haría, lo que le estaba pasando era digno de ser escrito en una novela rosa.
Oyó hasta la parte de Parker, claro que sabía que iba de mucho antes, pero no había entrado en su problema porque siempre pensó que había algo raro, algo de tensión, o simplemente porque Dadou no se dejaba ayuda… pero si había llegado al punto en que le hacía daño físico aquello dejaba de ser un problemilla cualquiera y pasaba a ser un problema real, algo grave más bien.
-Está bien, cambiemos de tema, pero solo si me prometes que dejarás de pensar así. Venías contenta de tu viaje porque fue genial, piensa en ello y piensa que estamos en la universidad, es la única época en la que podrás hacer tonterías, meter la pata y aún así lograr salir airosa.
Dijo aquello como si intentara darle un último toque a esa función de amigo oyente y psicólogo. Aceptando de paso el pequeño trozo de dulce que su amiga le ofrecía, cogiéndolo primero con la mano y después llevándoselo a los labios. No tenía mucho más que hacer con eso, además de comérselo,
-Que conste que me lo voy a comer solo por ti, pero espero que mañana no me de pereza salir a correr o me estaré sintiendo culpable por todo el día.
Sonrió un poco, de esa manera tan encantadora y propia de él. Y después de terminarse el bocado que había dado se apartó un poco el pelo de la cara, suspirando. Virtudes de Stall. Si que podría pasarte horas pensando en Draken y hablando de él, pero no le parecía lo más oportuno teniendo en cuenta el cómo estaba la chica. Dio trago al cappuccino al que ya le quedaba bastante poco y se encogió de hombros.
-Creo que volver a oír lo mismo de nuevo te aburriría. Y realmente el fin de semana no pasó mucho más de lo que supongo que viste. El sábado volvió a quedarse conmigo, a veces hace justo lo que quiero sin tener que pedírselo… – se dio cuenta de que había empezado la lista de la que quería librarse – y pues… salimos a beber un rato y no hicimos mucho más. El domingo, obviamente, volver a la facultad. Supongo que avanzamos despacio.
Se relamió un poco, por evitar que quedase mancha de café o algo sobre los labios y después puso cara de travieso, como si estuviera a punto de hacer algo que no debería, y así era en cierto modo, desvelaría sus planes, todo para tenerla contenta. Dejaría la sorpresa final sin aclarar, pero oye, al menos podría intentar animarla un poco y empezar ya lo que realmente iban a hacer en un principio, ahora con más motivos aún, pues tenía que darle una buena dosis de felicidad suprema.
-¿Quieres saber que es lo que haremos ahora? – notó el leve asentimiento de ella y después mirar a ambos lados de manera estúpida se acercó a ella –nos vamos de compras, a dos de tus tiendas favoritas… y todo corre a cuenta de los Selvaggi, así que siéntete libre de romper nuestras arcas, así te vengas un poquito por los encantos con los que nos dotaron al nacer… – dio por hecho que ella sabía de sobra que “dos de su tiendas favoritas” eran la tan aclamada nuevísima tienda de Victoria’s Secret en Londres y la otra era una también muy conocida donde vendían todo tipo de complementos para chicas, tacones tan altos que a él le darían vértigo, y que a ella, por el contrario, le enamorarían – pero aún me guardo una sorpresa más, porque si no, nuestra cita deja de tener sentido.
Ahora si, le dedicó una bonita y amplia sonrisa, esperando que se animara y sintiera con ganas de salir y romper realmente con las arcas del banco de su padre, él siempre estaba dispuesto a ello.
Oyó hasta la parte de Parker, claro que sabía que iba de mucho antes, pero no había entrado en su problema porque siempre pensó que había algo raro, algo de tensión, o simplemente porque Dadou no se dejaba ayuda… pero si había llegado al punto en que le hacía daño físico aquello dejaba de ser un problemilla cualquiera y pasaba a ser un problema real, algo grave más bien.
-Está bien, cambiemos de tema, pero solo si me prometes que dejarás de pensar así. Venías contenta de tu viaje porque fue genial, piensa en ello y piensa que estamos en la universidad, es la única época en la que podrás hacer tonterías, meter la pata y aún así lograr salir airosa.
Dijo aquello como si intentara darle un último toque a esa función de amigo oyente y psicólogo. Aceptando de paso el pequeño trozo de dulce que su amiga le ofrecía, cogiéndolo primero con la mano y después llevándoselo a los labios. No tenía mucho más que hacer con eso, además de comérselo,
-Que conste que me lo voy a comer solo por ti, pero espero que mañana no me de pereza salir a correr o me estaré sintiendo culpable por todo el día.
Sonrió un poco, de esa manera tan encantadora y propia de él. Y después de terminarse el bocado que había dado se apartó un poco el pelo de la cara, suspirando. Virtudes de Stall. Si que podría pasarte horas pensando en Draken y hablando de él, pero no le parecía lo más oportuno teniendo en cuenta el cómo estaba la chica. Dio trago al cappuccino al que ya le quedaba bastante poco y se encogió de hombros.
-Creo que volver a oír lo mismo de nuevo te aburriría. Y realmente el fin de semana no pasó mucho más de lo que supongo que viste. El sábado volvió a quedarse conmigo, a veces hace justo lo que quiero sin tener que pedírselo… – se dio cuenta de que había empezado la lista de la que quería librarse – y pues… salimos a beber un rato y no hicimos mucho más. El domingo, obviamente, volver a la facultad. Supongo que avanzamos despacio.
Se relamió un poco, por evitar que quedase mancha de café o algo sobre los labios y después puso cara de travieso, como si estuviera a punto de hacer algo que no debería, y así era en cierto modo, desvelaría sus planes, todo para tenerla contenta. Dejaría la sorpresa final sin aclarar, pero oye, al menos podría intentar animarla un poco y empezar ya lo que realmente iban a hacer en un principio, ahora con más motivos aún, pues tenía que darle una buena dosis de felicidad suprema.
-¿Quieres saber que es lo que haremos ahora? – notó el leve asentimiento de ella y después mirar a ambos lados de manera estúpida se acercó a ella –nos vamos de compras, a dos de tus tiendas favoritas… y todo corre a cuenta de los Selvaggi, así que siéntete libre de romper nuestras arcas, así te vengas un poquito por los encantos con los que nos dotaron al nacer… – dio por hecho que ella sabía de sobra que “dos de su tiendas favoritas” eran la tan aclamada nuevísima tienda de Victoria’s Secret en Londres y la otra era una también muy conocida donde vendían todo tipo de complementos para chicas, tacones tan altos que a él le darían vértigo, y que a ella, por el contrario, le enamorarían – pero aún me guardo una sorpresa más, porque si no, nuestra cita deja de tener sentido.
Ahora si, le dedicó una bonita y amplia sonrisa, esperando que se animara y sintiera con ganas de salir y romper realmente con las arcas del banco de su padre, él siempre estaba dispuesto a ello.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Compras compensatorias
Tardó un poco en volver a la realidad desde el mundo de sus pensamientos pero cuando hizo, logró escuchar la última parte sobre quemar las calorías con una carrera. Dadou sonrío algo forzadamente, pellizcó otro trozo de Muffin y lo llevó hasta sus labios para volver a masticarlo con cuidado. Pese a la pequeña negativa inicial estaba claro que Elazar tenía cuerda para hablar de Stall por horas y días hasta perder el habla. La francesa volvió a sonreír, sorbiendo aún algo la nariz pero prestando atención para escuchar como el muchacho enumeraba alguna de las “virtudes” de su… ¿amigo? Aún no sabía el título por el cual bautizarlo cuando hablara con Elazar sobre él… ¿novio? Quizás más adecuado un término medio, ¿follamigo? Ese era el ideal. Echó una mirada por el rabillo del ojo al rubio y lo envidió, estaba radiante por ser correspondido, soltó un suspiro y tomo otro trozo de pastel, era estúpida, definitivamente.
La pregunta sobre las malévolas intenciones de Selvaggi la tomó con la guardia baja, seria y pensativa. Dadou giró el rostro hacia él aún con un trozo de pastelito en la boca y asintió con los ojos grandes y vidriosos, incluso más azules a causa de las pocas lágrimas que habían vertido sus ojos unos segundos atrás. Parpadeó pues ahora si fue consciente que esa sonrisa maliciosa escondía alguna cosa más allá de los planes iniciales, conocía a Elazar y no era costumbre suya desvelar las sorpresas que iba a hacerle (más bien era ella la que siempre suplicaba una y otra vez que por favor le digiera sus regalos).
- Tienes más encantos tu que tu primo, lástima que no quieras ser mi novio oficial y solo mi maridito – rodó los ojos como si acabara de soltar una gran revelación y volvió a pellizcar más Muffin, metiéndolo otra vez en su boca, degustándolo… ¡Qué ricos! Tal vez hasta robaba el pedido a Elazar – Nuestras citas siempre tienen sentido – agregó moviendo la cejas con algo más de humor dándole un golpecito con su hombro en el pecho para que no creyera que sus quedadas eran plato de malgasto – Perooo… si tu me invitas a cenar, yo te invitó a esto. Ni una queja quiero escuchar – y antes que él pudiera objetar nada, ágil, levantó su trasero del asiento, tomó el bolso para ir directa hasta la barra pagando con algo de libras que tenía esparcidas por su bolso.
Regresó a la mesa unos minutos más, algo satisfecha y aliviada, había devuelto un poco del importe de la consulta psicológica en forma de especies a Elazar. Aprovechando que estaba sentado, abrazó su cuello por atrás hundiendo su nariz en su cabello rubio y dedicando un pequeño beso en la coronilla - ¿Y qué es esa sorpresa? – hizo que tirara la cabeza hacia atrás para verle a los ojos aunque estuviera a la inversa - ¿No me lo vas a decir? ¿Ni aunque ponga ojitos de cachorrito abandonado y haga un puchero? ¿No? Anda, por fa, dímelo – sonrío con malicia y soltó el abrazo para coger el Muffin sobrante antes de caminar hasta la puerta del local, abriendo la puerta y haciendo una señal con la mano – Las señoritas primero. Cuéntamelo de camino a mis tiendas… – le guiñó un ojo. Tenía que animarse por Elazar, él había preparado aquella velada y ella no iba a arruinarla con sus dramas rosas.
La pregunta sobre las malévolas intenciones de Selvaggi la tomó con la guardia baja, seria y pensativa. Dadou giró el rostro hacia él aún con un trozo de pastelito en la boca y asintió con los ojos grandes y vidriosos, incluso más azules a causa de las pocas lágrimas que habían vertido sus ojos unos segundos atrás. Parpadeó pues ahora si fue consciente que esa sonrisa maliciosa escondía alguna cosa más allá de los planes iniciales, conocía a Elazar y no era costumbre suya desvelar las sorpresas que iba a hacerle (más bien era ella la que siempre suplicaba una y otra vez que por favor le digiera sus regalos).
- Tienes más encantos tu que tu primo, lástima que no quieras ser mi novio oficial y solo mi maridito – rodó los ojos como si acabara de soltar una gran revelación y volvió a pellizcar más Muffin, metiéndolo otra vez en su boca, degustándolo… ¡Qué ricos! Tal vez hasta robaba el pedido a Elazar – Nuestras citas siempre tienen sentido – agregó moviendo la cejas con algo más de humor dándole un golpecito con su hombro en el pecho para que no creyera que sus quedadas eran plato de malgasto – Perooo… si tu me invitas a cenar, yo te invitó a esto. Ni una queja quiero escuchar – y antes que él pudiera objetar nada, ágil, levantó su trasero del asiento, tomó el bolso para ir directa hasta la barra pagando con algo de libras que tenía esparcidas por su bolso.
Regresó a la mesa unos minutos más, algo satisfecha y aliviada, había devuelto un poco del importe de la consulta psicológica en forma de especies a Elazar. Aprovechando que estaba sentado, abrazó su cuello por atrás hundiendo su nariz en su cabello rubio y dedicando un pequeño beso en la coronilla - ¿Y qué es esa sorpresa? – hizo que tirara la cabeza hacia atrás para verle a los ojos aunque estuviera a la inversa - ¿No me lo vas a decir? ¿Ni aunque ponga ojitos de cachorrito abandonado y haga un puchero? ¿No? Anda, por fa, dímelo – sonrío con malicia y soltó el abrazo para coger el Muffin sobrante antes de caminar hasta la puerta del local, abriendo la puerta y haciendo una señal con la mano – Las señoritas primero. Cuéntamelo de camino a mis tiendas… – le guiñó un ojo. Tenía que animarse por Elazar, él había preparado aquella velada y ella no iba a arruinarla con sus dramas rosas.
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: Compras compensatorias
Dejó que la chica pagara, no iba a ir de tipo antiguo que pretende pagarlo todo para cortejar a la chica, que además, él ya no necesitaba cortejo alguno con ella, solo pagaba por el placer que le suponía saber que estaba vaciando poco a poco las arcas de su padre y con pleno derecho además. El muy cabrito solo hacía de padre para cubrir gastos, el resto del tiempo se desentendía de él, de modo que, hacerlo cubrir más gastos de los necesarios era su objetivo en la vida.
Cuando regresó con él a la mesa y comenzó de nuevo a preguntarle sobre la sorpresa negó con la cabeza una y otra vez.
-No, no te lo voy a decir, es imposible, si te lo dijera dejaría de ser sorpresa y mi intención es ver la cara que pones cuando te lo muestre – le sacó un poquito la lengua según se dirigían a la puerta y una vez fuera volvió a adquirir la posición de “novio” que llevaría todo el tiempo que estuvieran de compras. Era mucho más divertido así, sobre todo cuando iban a comprar ropa íntima. Por mucho que su aspecto fuera un tanto femenino, en ese momento iba vestido de tal forma que era imposible confundirle –de camino a tus tiendas voy a desvelarte otro gran secreto del día de hoy – dijo mientras caminaban despacio, a pasos largos. Ya la chica habría reconocido el lugar en el que estaban y sabría hacía donde iban, era obvio – se supone que ahora mismo debería de estar en una clase aburridísima de historia de las costumbres en leyes. Me has salvado de morir.
La achuchó un poco sin parar de andar y no tardaron nada en llegar hasta la nuevísima tienda de Victoria’s Secret.
-Creo que viniste a la inauguración de la tienda ¿no? – le abrió y dejó que pasara antes que él, una vez dentro se sintió tentado a comenzar a curiosear todo, pero se contuvo, había poca gente dentro y una de las dependientas se acercó rápidamente a preguntar si necesitaban ayuda o soporte. Elazar se libró de ella rápidamente con escusas y muy buena educación de modo que se quedaron solos y pudieron mirar libremente todo – ahora es cuando enloqueces y te lo pruebas todo - le dijo aquello más en broma que en serio, en un susurro y se dedicó a ir tras ella, no quería llamar la atención demasiado siendo él quien le ofreciera cosas… pero no tardó demasiado en no poder aguantarse las ganas y empezó a curiosear alejándose de ella, volviendo con una pequeña gran cantidad de conjuntos para mostrarle, argumentando que estaba seguro de que a su primo le encantaría en cualquiera de ellos, pero de manera disimulada, para no hacerla sentir incómoda.
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Conjunto 1
Conjunto 2
Conjunto 3
Cuando regresó con él a la mesa y comenzó de nuevo a preguntarle sobre la sorpresa negó con la cabeza una y otra vez.
-No, no te lo voy a decir, es imposible, si te lo dijera dejaría de ser sorpresa y mi intención es ver la cara que pones cuando te lo muestre – le sacó un poquito la lengua según se dirigían a la puerta y una vez fuera volvió a adquirir la posición de “novio” que llevaría todo el tiempo que estuvieran de compras. Era mucho más divertido así, sobre todo cuando iban a comprar ropa íntima. Por mucho que su aspecto fuera un tanto femenino, en ese momento iba vestido de tal forma que era imposible confundirle –de camino a tus tiendas voy a desvelarte otro gran secreto del día de hoy – dijo mientras caminaban despacio, a pasos largos. Ya la chica habría reconocido el lugar en el que estaban y sabría hacía donde iban, era obvio – se supone que ahora mismo debería de estar en una clase aburridísima de historia de las costumbres en leyes. Me has salvado de morir.
La achuchó un poco sin parar de andar y no tardaron nada en llegar hasta la nuevísima tienda de Victoria’s Secret.
-Creo que viniste a la inauguración de la tienda ¿no? – le abrió y dejó que pasara antes que él, una vez dentro se sintió tentado a comenzar a curiosear todo, pero se contuvo, había poca gente dentro y una de las dependientas se acercó rápidamente a preguntar si necesitaban ayuda o soporte. Elazar se libró de ella rápidamente con escusas y muy buena educación de modo que se quedaron solos y pudieron mirar libremente todo – ahora es cuando enloqueces y te lo pruebas todo - le dijo aquello más en broma que en serio, en un susurro y se dedicó a ir tras ella, no quería llamar la atención demasiado siendo él quien le ofreciera cosas… pero no tardó demasiado en no poder aguantarse las ganas y empezó a curiosear alejándose de ella, volviendo con una pequeña gran cantidad de conjuntos para mostrarle, argumentando que estaba seguro de que a su primo le encantaría en cualquiera de ellos, pero de manera disimulada, para no hacerla sentir incómoda.
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Conjunto 2
Conjunto 3
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Compras compensatorias
En cuanto tomaron el camino fue consciente que Elazar iba a llevarla a esa tienda de ropa interior de la que era fan. Apuró el Muffin, dando grandes bocados y limpiando su boca con un pañuelo limpio que sacó de su bolso. Dadou miró a su amigo por el rabillo del ojo cuando mencionó la revelación de otro gran secreto y frunció el ceño. ¿Cómo era eso? ¿ Se saltó una clase de derecho? Esa no era su intención ni mucho menos, estaba feliz por pasar su día con él pero no a costa de clases teóricas de su carrera, a fin de cuentas era su futuro y Dadou era constante con sus estudios. Decidió no exponer con palabras sus pensamientos, no quería terminar en una discusión banal con la persona que necesitaba en ese momento a su lado, solo se dejó achuchar y conducir hasta la tienda.
- Sí – murmuró con un leve asentimiento cuando él paró enfrente la conocida marca de ropa interior. Sonrío un poco, solo para contentarlo, y entraron a su interior. Dadou parpadeó, habían tantas cosas, lugares donde ir y curiosear que estaba algo aturdida, incluso dispuesta a aceptar el consejo de una comercial para quitarse de encima el peso de decidir (suficientes cosas ya estaba decidiendo en aquellas semanas) pero Elazar se encargó de quitarse a la pobre mujer de encima con una educación exquisita y pasar él a aconsejar sus futuras compras – La verdad es que… hay demasiadas cosas – murmuró, curioseando entre algunas perchas y haciendo una mueca con los labios. Ponía compulsivamente mechones tras su oreja y cuando volteó la mirada para mostrar algo a Elazar, vió su cabellera rubia tras un montón de lencería - ¿Qué haces? – abrió la boca algo impresionada pero la volvió a cerrar un segundo después cuando Elazar dijo con toda la alegría del mundo lo de su primo.
- Esos comentarios no son propios de ti – agregó tomando la pila de ropa entre sus brazos y haciendo una señal con la cabeza para que la siguiera aunque se las apañó para dejar todo el fino encaje en una mano y tomar un brazo de Elazar a fin de arrastrarlo con ella a los probadores. Pese a la mala cara de la chica encargada de ellos, Dadou logró colarlo dentro con la alegación que si él tenía que quitársela debería estar contento. Una vez en el interior, se probó el primero. Cuando observó su aspecto en el espejo lo primero que vieron sus ojos azules fueron las marcas. Arrugó el ceño, la francesa intentó con todos los hechizos conocidos quitarse los morados pero fue imposible, no había tomado clases de medimagia y eso no se solventaba con un pequeño episkey – Te has emocionado mucho– susurró aún sin abrir las cortinas y examinando el conjunto ante el espejo. Vuelta por delante, vuelta por detrás, lateral, el otro lateral, frontal nuevamente y suspiro, sacando una de sus manos por las cortinas, palpando a ciegas y cogiendo a Elazar por el chaleco para entrarlo junto a ella en el probador.
- Deberías probártelo tu, tienes más posibilidades de que Stall te lo arranque en un estallido de testosterona con los dientes de que tu primo me mire otra vez. ¡Además que digo! No tiene que ser del gusto de tu primo… o bueno, si….¡No! – gruñó y volvió a mirarse antes de buscar el reflejo de Elazar – Es ridículo pensar así. Ya, largo, voy a por el segundo o bueno, quédate, no habrás visto nada nuevo – tomó la lencería blanca y se la mostró.
- Sí – murmuró con un leve asentimiento cuando él paró enfrente la conocida marca de ropa interior. Sonrío un poco, solo para contentarlo, y entraron a su interior. Dadou parpadeó, habían tantas cosas, lugares donde ir y curiosear que estaba algo aturdida, incluso dispuesta a aceptar el consejo de una comercial para quitarse de encima el peso de decidir (suficientes cosas ya estaba decidiendo en aquellas semanas) pero Elazar se encargó de quitarse a la pobre mujer de encima con una educación exquisita y pasar él a aconsejar sus futuras compras – La verdad es que… hay demasiadas cosas – murmuró, curioseando entre algunas perchas y haciendo una mueca con los labios. Ponía compulsivamente mechones tras su oreja y cuando volteó la mirada para mostrar algo a Elazar, vió su cabellera rubia tras un montón de lencería - ¿Qué haces? – abrió la boca algo impresionada pero la volvió a cerrar un segundo después cuando Elazar dijo con toda la alegría del mundo lo de su primo.
- Esos comentarios no son propios de ti – agregó tomando la pila de ropa entre sus brazos y haciendo una señal con la cabeza para que la siguiera aunque se las apañó para dejar todo el fino encaje en una mano y tomar un brazo de Elazar a fin de arrastrarlo con ella a los probadores. Pese a la mala cara de la chica encargada de ellos, Dadou logró colarlo dentro con la alegación que si él tenía que quitársela debería estar contento. Una vez en el interior, se probó el primero. Cuando observó su aspecto en el espejo lo primero que vieron sus ojos azules fueron las marcas. Arrugó el ceño, la francesa intentó con todos los hechizos conocidos quitarse los morados pero fue imposible, no había tomado clases de medimagia y eso no se solventaba con un pequeño episkey – Te has emocionado mucho– susurró aún sin abrir las cortinas y examinando el conjunto ante el espejo. Vuelta por delante, vuelta por detrás, lateral, el otro lateral, frontal nuevamente y suspiro, sacando una de sus manos por las cortinas, palpando a ciegas y cogiendo a Elazar por el chaleco para entrarlo junto a ella en el probador.
- Deberías probártelo tu, tienes más posibilidades de que Stall te lo arranque en un estallido de testosterona con los dientes de que tu primo me mire otra vez. ¡Además que digo! No tiene que ser del gusto de tu primo… o bueno, si….¡No! – gruñó y volvió a mirarse antes de buscar el reflejo de Elazar – Es ridículo pensar así. Ya, largo, voy a por el segundo o bueno, quédate, no habrás visto nada nuevo – tomó la lencería blanca y se la mostró.
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: Compras compensatorias
Claro que esos comentarios no eran típicos de él, pero en el fondo, muy en el fondo, se alegraba de que la chica quisiera estar con su primo de un modo más serio que mediante un simple rollete. Sandro no era de aventuras sin más, él lo sabía muy bien, quizás la muchacha también significaba algo para él (por muy jodido de pensar que estuviera teniendo en cuenta a la tercera en discordia), pero… tenía que admitir que tener a Dadou en la familia le alegraría la vida completa, sobre todo porque así, con un poco de suerte, Alessandro se olvidaba un poco de esa mierda del purismo que tan bien arraigada tenía.
Dejó que ella se probara tranquilamente, sin intentar meter la cabeza en el probador, no porque nunca le hubiera visto desnuda ni nada parecido, al contrario, estaba más bien acostumbrada a que se cambiara frente a él, la francesa era una chica poco pudorosa y él era gay. Una bonita suma de coincidencias que les hacían compartir mucho.
Cuando finalmente sintió como le jalaba hacía el interior se dejó arrastrar. Observó a la chica, a SU chica, estaba preciosa con eso, con heridas y todo, no entendía como alguien podía no comérsela con la mirada antes de pensar en… vete a saber que mierda tendría Parker en la cabeza.
-Si Draken me viera con algo como estoy creo que en lugar de comerme entero se descojonaría por un par de años o algo así, prefiero no arriesgarme – le contestó a aquella loca ocurrencia – y no es una locura pensar en que debe gustarle a él, es un hombre con muy buen gusto, no es que solo vayas a gustarle en lencería fina… pero seguro que ganas puntos.
Le guiñó el ojo por un segundo, poniendo las manos en la cintura de ella, era genial, perfecta. Recorrió su perfil, disfrutando del tacto de su piel, y finalmente le dio un beso en la cabeza.
-Eres preciosa Dadou, y todos te van a quedar genial, pero creo que estoy decidiendo que sería mejor que lo comprarás para ponértelo solo para mí – lo decía en un tono bastante serio, pero claramente no era cierto, por mucho que pudiera observar la belleza en la mujer había algo que no le cerraba con ella, pero si con Draken, así de fácil – venga, cámbiate, ya quiero ver el siguiente modelo, creo que es mi favorito.
Dejó que ella se probara tranquilamente, sin intentar meter la cabeza en el probador, no porque nunca le hubiera visto desnuda ni nada parecido, al contrario, estaba más bien acostumbrada a que se cambiara frente a él, la francesa era una chica poco pudorosa y él era gay. Una bonita suma de coincidencias que les hacían compartir mucho.
Cuando finalmente sintió como le jalaba hacía el interior se dejó arrastrar. Observó a la chica, a SU chica, estaba preciosa con eso, con heridas y todo, no entendía como alguien podía no comérsela con la mirada antes de pensar en… vete a saber que mierda tendría Parker en la cabeza.
-Si Draken me viera con algo como estoy creo que en lugar de comerme entero se descojonaría por un par de años o algo así, prefiero no arriesgarme – le contestó a aquella loca ocurrencia – y no es una locura pensar en que debe gustarle a él, es un hombre con muy buen gusto, no es que solo vayas a gustarle en lencería fina… pero seguro que ganas puntos.
Le guiñó el ojo por un segundo, poniendo las manos en la cintura de ella, era genial, perfecta. Recorrió su perfil, disfrutando del tacto de su piel, y finalmente le dio un beso en la cabeza.
-Eres preciosa Dadou, y todos te van a quedar genial, pero creo que estoy decidiendo que sería mejor que lo comprarás para ponértelo solo para mí – lo decía en un tono bastante serio, pero claramente no era cierto, por mucho que pudiera observar la belleza en la mujer había algo que no le cerraba con ella, pero si con Draken, así de fácil – venga, cámbiate, ya quiero ver el siguiente modelo, creo que es mi favorito.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Compras compensatorias
Ganar puntos…
Esa expresión no mejoró el estado de ánimos de Dadou. ¿Eso es en lo que se estaba convirtiendo toda aquella locura? ¿Una competición entre ella y Daphne? Claro que por lo menos, ella conocía la rival su hermana aún vivía en la más estricta ignorancia. Observó su figura reflejada en el espejo y luego miró a su amigo con un semblante tan serio mientras recorría su figura que por un momento deseó que Elazar no fuera homosexual para que las cosas fueran mucho más fáciles, seguro terminaban juntos y enamorados, ¿no qué ya jugaban con la idea de un ficticio matrimonio?
- Mmm… cuando quieras me escurriré bajo tu cama y te haré todo un hombre – le guiñó un ojo antes de reír un poco, queriendo corresponder con una broma a los halagos de su amigo así como la intención de animarla. Tomó el conjunto blanco que venía a continuación, examinó la tela a contraluz y arrugó el ceño, cada vez había menos tela. Apartó un poco su cuerpo de él para ponerse el otro conjunto deteniéndose algo más en poner correctamente el lazo del centro de la “camiseta” que parecía más un corsé que algo cómodo para llevar bajo la ropa – Es bonito, sí…
Repitió la acción. Volteó de un lado, hacia otro, moviendo su pelo para mirarse bien y una vez cerciorada que era también el preferido hasta ese momento volvió a poner la mirada en Elazar - ¿Cuan de purista es tu familia, Elazar? – el tema no estaba a flote y en verdad, no gustaba sacar esa faceta del mundo mágico a colación prefería eludir los temas políticos pero si Alessandro era de su gusto quería saber hasta que punto su apariencia nublaba su raciocinio – Las compañías de mis abuelos son siempre las mismas, importantes… “empresarios” del mundo… eso – no podía hablar como si estuvieran en Brigantia era un lugar de muggles y prefería dejar las cosas así sobrentendido que tener que atender a un tema – Daphne seguro conoció a Alessandro en alguna fiesta de esas… ¿es? Bueno… no le gustan los… -hizo una señal hacia afuera para referirse a los muggles – Quizás cambié la opinión que tengo de él y pueda mirar hacia otro lado… -la verdad iba a costarle pero eso ayudaría a que quitara de su cabeza la imagen de Sandro desvalido en aquella butaca pero no podría borrar la sensación cuando sus ojos verdes enfocaban directamente los suyos.
Esa expresión no mejoró el estado de ánimos de Dadou. ¿Eso es en lo que se estaba convirtiendo toda aquella locura? ¿Una competición entre ella y Daphne? Claro que por lo menos, ella conocía la rival su hermana aún vivía en la más estricta ignorancia. Observó su figura reflejada en el espejo y luego miró a su amigo con un semblante tan serio mientras recorría su figura que por un momento deseó que Elazar no fuera homosexual para que las cosas fueran mucho más fáciles, seguro terminaban juntos y enamorados, ¿no qué ya jugaban con la idea de un ficticio matrimonio?
- Mmm… cuando quieras me escurriré bajo tu cama y te haré todo un hombre – le guiñó un ojo antes de reír un poco, queriendo corresponder con una broma a los halagos de su amigo así como la intención de animarla. Tomó el conjunto blanco que venía a continuación, examinó la tela a contraluz y arrugó el ceño, cada vez había menos tela. Apartó un poco su cuerpo de él para ponerse el otro conjunto deteniéndose algo más en poner correctamente el lazo del centro de la “camiseta” que parecía más un corsé que algo cómodo para llevar bajo la ropa – Es bonito, sí…
Repitió la acción. Volteó de un lado, hacia otro, moviendo su pelo para mirarse bien y una vez cerciorada que era también el preferido hasta ese momento volvió a poner la mirada en Elazar - ¿Cuan de purista es tu familia, Elazar? – el tema no estaba a flote y en verdad, no gustaba sacar esa faceta del mundo mágico a colación prefería eludir los temas políticos pero si Alessandro era de su gusto quería saber hasta que punto su apariencia nublaba su raciocinio – Las compañías de mis abuelos son siempre las mismas, importantes… “empresarios” del mundo… eso – no podía hablar como si estuvieran en Brigantia era un lugar de muggles y prefería dejar las cosas así sobrentendido que tener que atender a un tema – Daphne seguro conoció a Alessandro en alguna fiesta de esas… ¿es? Bueno… no le gustan los… -hizo una señal hacia afuera para referirse a los muggles – Quizás cambié la opinión que tengo de él y pueda mirar hacia otro lado… -la verdad iba a costarle pero eso ayudaría a que quitara de su cabeza la imagen de Sandro desvalido en aquella butaca pero no podría borrar la sensación cuando sus ojos verdes enfocaban directamente los suyos.
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: Compras compensatorias
A pesar de sus esfuerzos la chica no parecía mucho más dispuesta a comprarse nada, o a dejar de estar triste, ni nada. Parecía diferente, por mucho que intentara comportarse como siempre se notaba demasiado que todo aquello con su primo la había afectado, estaba… distante y un tanto fría, y mejor no hablar de su entusiasmo habitual. A pesar de ello Elazar seguiría fingiendo que no pasaba nada, sería la mejor opción, había intentado ayudarla haciendo de psicólogo, oyendo lo que le aquejaba, lo que le molestaba, lo que le pasaba por la cabeza. Pero ni ella parecía más dispuesta a hablar de nada de eso ni él podía hacer más, y aunque parecía un poco mejor no parecía haber sido ninguna terapia maravillosa…
-¿Purista? – preguntó aquello porque le había pillado bastante desprevenido, no se había esperado aquella pregunta en ese momento, no solían hablar de esos temas, a no ser que fuera por puras quejas, por ello tardó en responder y por eso a ella le dio tiempo a hablar mucho más, no se explicó del todo bien, pero a pesar de la curiosa explicación de su amiga (por el lugar, no podían ir hablando de cualquier forma mientras estaban en una tienda muggle) pudo entender perfectamente sobre que lo estaba interrogando, quería saber de su primo y él podría decirle lo que ella quería oír. No solo era purista, sino que además era de los extremistas. Sabía de sobra que Sandro lucía ya la marca, pero no estaba del todo seguro de que aquello le hiciera ningún bien a su mejor amiga – mi primo… ¬– negó con la cabeza un poco y le indicó para que se fuera cambiando de nuevo mientras hablaba, no quería que cogiera frío por estar en ropa interior o algo parecido – es muy… es extremadamente racista – hizo uso de aquella palabra que sabía que no significaba exactamente lo mismo pero dicho en ese contexto seguro que ella lo entendía a la perfección – mi familia entera lo es, sabes que si yo me desvié del camino fue seguramente porque nunca he tenido cariño ni atención de mi padre y eso. Él sigue la vereda marcada y bien señalada del resto de la familia… supongo que es lo que querías oír… y también deberías oír que tienes que tener cuidado Dadou, aprende a mirarlo con otros ojos, como dices, no quiero que te metas en problemas por estos temas.
Podía soportar que la chica estuviera enamorada de su primo y que hiciera con él lo que quisiera, pero no permitiría que por la culpa de Sandro ella se metiera en temas indebidos, mucho menos que intentara cambiar de “bando” por él, seguramente eso si le cabrearía, mucho, pero dudaba seriamente de que su esposita fuera capaz de hacer algo así.
-Vamos a ver cómo te queda ese… y cuanto antes decidamos cuál es tu preferido antes podremos ir a ver qué tacones nuevos van a ocupar espacio en tu armario.
-¿Purista? – preguntó aquello porque le había pillado bastante desprevenido, no se había esperado aquella pregunta en ese momento, no solían hablar de esos temas, a no ser que fuera por puras quejas, por ello tardó en responder y por eso a ella le dio tiempo a hablar mucho más, no se explicó del todo bien, pero a pesar de la curiosa explicación de su amiga (por el lugar, no podían ir hablando de cualquier forma mientras estaban en una tienda muggle) pudo entender perfectamente sobre que lo estaba interrogando, quería saber de su primo y él podría decirle lo que ella quería oír. No solo era purista, sino que además era de los extremistas. Sabía de sobra que Sandro lucía ya la marca, pero no estaba del todo seguro de que aquello le hiciera ningún bien a su mejor amiga – mi primo… ¬– negó con la cabeza un poco y le indicó para que se fuera cambiando de nuevo mientras hablaba, no quería que cogiera frío por estar en ropa interior o algo parecido – es muy… es extremadamente racista – hizo uso de aquella palabra que sabía que no significaba exactamente lo mismo pero dicho en ese contexto seguro que ella lo entendía a la perfección – mi familia entera lo es, sabes que si yo me desvié del camino fue seguramente porque nunca he tenido cariño ni atención de mi padre y eso. Él sigue la vereda marcada y bien señalada del resto de la familia… supongo que es lo que querías oír… y también deberías oír que tienes que tener cuidado Dadou, aprende a mirarlo con otros ojos, como dices, no quiero que te metas en problemas por estos temas.
Podía soportar que la chica estuviera enamorada de su primo y que hiciera con él lo que quisiera, pero no permitiría que por la culpa de Sandro ella se metiera en temas indebidos, mucho menos que intentara cambiar de “bando” por él, seguramente eso si le cabrearía, mucho, pero dudaba seriamente de que su esposita fuera capaz de hacer algo así.
-Vamos a ver cómo te queda ese… y cuanto antes decidamos cuál es tu preferido antes podremos ir a ver qué tacones nuevos van a ocupar espacio en tu armario.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Compras compensatorias
Las palabras del rubio quedaron grabadas a fuego en su cabeza y negó con la cabeza, intuyendo la clase de “problemas” a los que se refería Elazar con su comentario. ¿Qué punto los unía si él era purista? Absolutamente nada, efectivamente, Daphne tenía las cartas ganadas en ese juego. Tomó el último conjunto y se lo puso, volvió a mirarse en el espejo y asintió como aprobación. No podía escoger de los tres así que apelando a la propuesta de Elazar de enmendar su pequeño desliz en Italia, una vez hubo cubierto otra vez su cuerpo con su vestimenta habitual, tomó los tres conjuntos para tendérselos a Elazar.
- Consiénteme y cómprame los tres – puso cara pena y se sentó a su lado en un pequeño banquito que había dentro del probador. Tiró su cuerpo hacia él, dio un golpecito con el hombro para animarlo antes de besar la mejilla del muchacho – Elazar… - murmuró tras unos segundos mirando hacia el frente – Hoy no soy buena compañía y creo que unos zapatos requieren un humor excelente, ¿Verdad? – añadió con una sonrisa forzada pero que intentaba mostrar que en verdad estaba bien- No quiero arruinar una velada organizada por mi marido, romántica y sensual. ¿Qué tal si posponemos ese caprichito marital hasta la semana que viene? – alzó una mano y puso la otra en el pecho a estilo promesa – Juro que llevaré uno de esos conjuntos y haré todas las guarradas que tu propongas – se puso en pie para tirar de las manos del rubio – y me haré perdonar por este desconsiderado plantón pero se que me entiendes mejor que nadie. Necesito ordenar todo lo de aquí – señaló con un dedo su cabeza – y volver a ser la Dadou de siempre.
Salieron del probador. Dadou con la certeza que debía dar un golpe de cabeza y cambiar toda su actitud porque hasta donde ella estaba viendo, nada de lo hecho hasta ahora iba a aportarle nada bueno en la vida. Colgada del brazo del rubio se dejó llevar hasta los mostradores y tras pagar, pedirle mil perdones a Elazar y darle besos para ganarselos, desapareció de vuelta a la universidad.
- Consiénteme y cómprame los tres – puso cara pena y se sentó a su lado en un pequeño banquito que había dentro del probador. Tiró su cuerpo hacia él, dio un golpecito con el hombro para animarlo antes de besar la mejilla del muchacho – Elazar… - murmuró tras unos segundos mirando hacia el frente – Hoy no soy buena compañía y creo que unos zapatos requieren un humor excelente, ¿Verdad? – añadió con una sonrisa forzada pero que intentaba mostrar que en verdad estaba bien- No quiero arruinar una velada organizada por mi marido, romántica y sensual. ¿Qué tal si posponemos ese caprichito marital hasta la semana que viene? – alzó una mano y puso la otra en el pecho a estilo promesa – Juro que llevaré uno de esos conjuntos y haré todas las guarradas que tu propongas – se puso en pie para tirar de las manos del rubio – y me haré perdonar por este desconsiderado plantón pero se que me entiendes mejor que nadie. Necesito ordenar todo lo de aquí – señaló con un dedo su cabeza – y volver a ser la Dadou de siempre.
Salieron del probador. Dadou con la certeza que debía dar un golpe de cabeza y cambiar toda su actitud porque hasta donde ella estaba viendo, nada de lo hecho hasta ahora iba a aportarle nada bueno en la vida. Colgada del brazo del rubio se dejó llevar hasta los mostradores y tras pagar, pedirle mil perdones a Elazar y darle besos para ganarselos, desapareció de vuelta a la universidad.
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
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