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Tomando atajos
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Tomando atajos
Pensó que después de algunas semanas en Brigantia ya podía jactarse de conocer bien la facultad e incluso tomar un atajo. Antes de una de sus clases había pasado por la cafetería por que creía tener tiempo y ahora resultaba que rodear la facultad iba a retrasarla al menos quince minutos. Hace poco creía haber escuchado que había un atajo que iba directo al pasillo de Cerridwen donde estaban las aulas, pasando por las grutas.
En Hogwarts también había muchos pasadizos y cosas parecidas, no le temía a un pasillo oscuro ni a un par de telarañas, pero lo cierto era que cuando se acercó a las grutas iluminadas tenuemente por esas antorchas se puso ligeramente nerviosa, tal vez sólo por la novedad.
Se peinó un poco como hacía siempre que se ponía nerviosa y empezó a caminar, sus zapatos de tacón bajo resonando en el piso de piedras regulares que parecía ir en una suave pendiente, lo que la hacía caminar más lento por que los tacones y las bajadas no se llevaban. Se afianzó la bolsa cruzada donde guardaba sus pergaminos y libros, con un hechizo para que no pesara tanto, y empezó a caminar.
Un ruido extraño, como de paredes moviéndose, la hizo detenerse de pronto, y fue algo desconcertante mirar atrás y no ver más el pasillo por el que venía caminando. No le parecía buena idea preguntar si había alguien ahí por que saberlo la pondría más nerviosa, pero decidió guardar silencio y seguir caminando.
En Hogwarts también había muchos pasadizos y cosas parecidas, no le temía a un pasillo oscuro ni a un par de telarañas, pero lo cierto era que cuando se acercó a las grutas iluminadas tenuemente por esas antorchas se puso ligeramente nerviosa, tal vez sólo por la novedad.
Se peinó un poco como hacía siempre que se ponía nerviosa y empezó a caminar, sus zapatos de tacón bajo resonando en el piso de piedras regulares que parecía ir en una suave pendiente, lo que la hacía caminar más lento por que los tacones y las bajadas no se llevaban. Se afianzó la bolsa cruzada donde guardaba sus pergaminos y libros, con un hechizo para que no pesara tanto, y empezó a caminar.
Un ruido extraño, como de paredes moviéndose, la hizo detenerse de pronto, y fue algo desconcertante mirar atrás y no ver más el pasillo por el que venía caminando. No le parecía buena idea preguntar si había alguien ahí por que saberlo la pondría más nerviosa, pero decidió guardar silencio y seguir caminando.
Aquila Lillyvick- Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: Tomando atajos
Le había pasado igual que a Aquila. Alguien le había dicho que otro alguien había escuchado que si tomaba las grutas cerca de Ogmios llegaría más rápido a la cafetería. No tenía prisa, pero de todos modos quiso probar ese camino por que, a lo mejor, le terminaba gustando más que todo el rodeadero que hacia siempre.
Se convenció por que para las clases teóricas siempre usaba túnicas y tacones y, como no estaba scostumbrada, siempre terminaba adolorida.
Casi inmediatamente se arrepintió. La gruta le asustaba, le asustaba de verdad. Además tenían como eco y sentía que un murciélago le iba a salir de la nada cuando doblara por un pasillo. Por eso no quiso prender su varita y se quedó con la luz de las antorchas, además, de seguro nadie lo hacía.
Le habían dicho que el camino era derecha, izquierda y derechito. ¿O era izquierda y luego derecha? No podía acordarse y no tuvo que hacerlo por que, cuando se encontró con que el pasillo se dividía en dos, Regina también escuchó un ruido extraño y mejor se sujetó de la pared, olvidando que le había dado asco por que pensó que iba a estrecharse. Mejor cerró los ojos.
Cuando las escaleras de Hogwarts se movían le causaban menos ansiedad por que, además de que ya las conocía, podía ver hacia donde iba. Cuando todo se detuvo abrió los ojos y encontró que sólo había un pasillo que giraba hacia la derecha, detrás de ella otro a la izquierda. No recordaba haber dado vuelta.
Unos pasos la hicieron caminar un poquito más rápido hacia donde los había escuchado. No le importaba quién fuera, ya no quería estar ahí. Las grutas le causaban ansiedad y sentía que iban a estrecharse en cualquier momento.
¿Hay alguien ahí? Por favor, no seas un fantasma -dijo, inclinándose un poco mientras caminaba. La silueta fue definiendo de lentamamente y haciéndose luminosa... y luego se encontró con Aquila-. Ah, eres tú. Buenas tardes.
Mentía. Prefería encontrarse a cualquiera, excepto a ella.
Se convenció por que para las clases teóricas siempre usaba túnicas y tacones y, como no estaba scostumbrada, siempre terminaba adolorida.
Casi inmediatamente se arrepintió. La gruta le asustaba, le asustaba de verdad. Además tenían como eco y sentía que un murciélago le iba a salir de la nada cuando doblara por un pasillo. Por eso no quiso prender su varita y se quedó con la luz de las antorchas, además, de seguro nadie lo hacía.
Le habían dicho que el camino era derecha, izquierda y derechito. ¿O era izquierda y luego derecha? No podía acordarse y no tuvo que hacerlo por que, cuando se encontró con que el pasillo se dividía en dos, Regina también escuchó un ruido extraño y mejor se sujetó de la pared, olvidando que le había dado asco por que pensó que iba a estrecharse. Mejor cerró los ojos.
Cuando las escaleras de Hogwarts se movían le causaban menos ansiedad por que, además de que ya las conocía, podía ver hacia donde iba. Cuando todo se detuvo abrió los ojos y encontró que sólo había un pasillo que giraba hacia la derecha, detrás de ella otro a la izquierda. No recordaba haber dado vuelta.
Unos pasos la hicieron caminar un poquito más rápido hacia donde los había escuchado. No le importaba quién fuera, ya no quería estar ahí. Las grutas le causaban ansiedad y sentía que iban a estrecharse en cualquier momento.
¿Hay alguien ahí? Por favor, no seas un fantasma -dijo, inclinándose un poco mientras caminaba. La silueta fue definiendo de lentamamente y haciéndose luminosa... y luego se encontró con Aquila-. Ah, eres tú. Buenas tardes.
Mentía. Prefería encontrarse a cualquiera, excepto a ella.
Regina Cleverley- Mensajes : 243
Fecha de inscripción : 17/09/2012
Re: Tomando atajos
Estaban hechas unas tontas, o quizás sólo habían sido confiadas. Enarcó una ceja con escepticismo al ver a Regina Cleverley casi frente a ella y casi suelta una carcajada al escuchar la supuesta propiedad de su saludo. La verdad era que se sentía mucho más segura sabiendo que sólo se trataba de ella y no de alguna abominación desconocida en ese edificio que no se parecía en nada a Hogwarts pero también estaba lleno de misterios y rincones extraños.
Era bueno quedarse para sí misma el miedo que había sentido aunque no estaba segura sobre lo que iba a hacer a continuación, si fingir que sabía a donde iba y dejar a Regina ahí con tal de no estar acompañada por ella, o si, todo lo contrario, iba a ser un poco más inteligente y menos prejuiciosa como para hacerse acompañar de ella y encontrar la maldita salida.
-Buenas tardes... ¿Estás perdida o algo así?
Le preguntó como si no estuvieran en la misma situación y un amago de sonrisa cruel que rápido se borró cuando se escuchó de nuevo ese ruido de muros trasladándose o algo así, esta vez acompañado de un rumor de agua, como si una corriente con potencia se dirigiera a ellas o fuera a pasar cerca. No había notado hasta ese momento que el olor encerrado de las grutas era bastante húmedo. Frunció el ceño aunque intentó aún mantener la calma y dio un par de pasos hacia Regina.
-¿Escuchaste eso?
Aunque se hubiera topado de frente con Joseph Crawford o alguien de su calaña, en esa situación parecía ser mejor estar acompañada. Sus ojos viajaron siguiendo la trayectoria de ese sonido acuoso que la ponía cada vez más nerviosa, empezando a asustarse con la idea de que alguna compuerta las fuera a ahogar o una fatalidad por el estilo.
Era bueno quedarse para sí misma el miedo que había sentido aunque no estaba segura sobre lo que iba a hacer a continuación, si fingir que sabía a donde iba y dejar a Regina ahí con tal de no estar acompañada por ella, o si, todo lo contrario, iba a ser un poco más inteligente y menos prejuiciosa como para hacerse acompañar de ella y encontrar la maldita salida.
-Buenas tardes... ¿Estás perdida o algo así?
Le preguntó como si no estuvieran en la misma situación y un amago de sonrisa cruel que rápido se borró cuando se escuchó de nuevo ese ruido de muros trasladándose o algo así, esta vez acompañado de un rumor de agua, como si una corriente con potencia se dirigiera a ellas o fuera a pasar cerca. No había notado hasta ese momento que el olor encerrado de las grutas era bastante húmedo. Frunció el ceño aunque intentó aún mantener la calma y dio un par de pasos hacia Regina.
-¿Escuchaste eso?
Aunque se hubiera topado de frente con Joseph Crawford o alguien de su calaña, en esa situación parecía ser mejor estar acompañada. Sus ojos viajaron siguiendo la trayectoria de ese sonido acuoso que la ponía cada vez más nerviosa, empezando a asustarse con la idea de que alguna compuerta las fuera a ahogar o una fatalidad por el estilo.
Aquila Lillyvick- Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: Tomando atajos
Aquila no le caía bien. La recordaba presumida, odiosa y, además, le gustaba a sus hermanos. Esa ya era razón suficiente para no quererla. Pero, sin embargo, su pregunta tenía un tono burlón que lejos de hacerla sentir afligida, temerosa e inferior, como tal vez le hubiera pasado de estar en el comedor por ejemplo, se sintió segura.
Y es que podía ser malvada como ella sola. Pero era una malvada que la podía llevar a cualquier salida sana y salva. A veces Regina no se daba cuenta cuanto una persona estaba fingiendo o no y con Aquila la verdad nunca se sabía.
¿Yo? No -dijo alargando la letra O-, es sólo que... Bueno, si.
Y había estado tan ocupada intentando sonar como alguien que no estaba perdido (no le gustaba mucho la idea de mostrar vulnerabilidad frente a quien solía maltratarla en Howgarts), que no escucho el ruido que hicieron las grutas. Tal vez fue un alivio por que sino se habría puesto a gritar o moverse como gato enjaulado.
¿Escuchar qué? -no lo dijo con tono altivo, en lo absoluto. Lo hizo en un tono medio alerta y medio temeroso. Aguzó el oído, pero sólo escuchó el crepitar de las antorchas-. Aquila, yo no escucho nada. Debe se tu halo de semiveela que ya se descompuso.
Había estado a punto de abrazarse de ella.
Entonces la miró como sí acabará de resolver por que Ferdinand estaba vivo y sonrió de manera socarrona, entrecerrando los ojos de forma picarona.
No estas asustada, ¿verdad? Mmm... ¿No será que más bien estas perdida tu también?
Y podía resultar tonto hacerla enojar. Era cómo pellizcar una niña llorona o golpear la reja de una perra brava, pero... ¿cuándo la iba a volver a ver así?
Y es que podía ser malvada como ella sola. Pero era una malvada que la podía llevar a cualquier salida sana y salva. A veces Regina no se daba cuenta cuanto una persona estaba fingiendo o no y con Aquila la verdad nunca se sabía.
¿Yo? No -dijo alargando la letra O-, es sólo que... Bueno, si.
Y había estado tan ocupada intentando sonar como alguien que no estaba perdido (no le gustaba mucho la idea de mostrar vulnerabilidad frente a quien solía maltratarla en Howgarts), que no escucho el ruido que hicieron las grutas. Tal vez fue un alivio por que sino se habría puesto a gritar o moverse como gato enjaulado.
¿Escuchar qué? -no lo dijo con tono altivo, en lo absoluto. Lo hizo en un tono medio alerta y medio temeroso. Aguzó el oído, pero sólo escuchó el crepitar de las antorchas-. Aquila, yo no escucho nada. Debe se tu halo de semiveela que ya se descompuso.
Había estado a punto de abrazarse de ella.
Entonces la miró como sí acabará de resolver por que Ferdinand estaba vivo y sonrió de manera socarrona, entrecerrando los ojos de forma picarona.
No estas asustada, ¿verdad? Mmm... ¿No será que más bien estas perdida tu también?
Y podía resultar tonto hacerla enojar. Era cómo pellizcar una niña llorona o golpear la reja de una perra brava, pero... ¿cuándo la iba a volver a ver así?
Regina Cleverley- Mensajes : 243
Fecha de inscripción : 17/09/2012
Re: Tomando atajos
La remedó cuando decía la bobada del halo de semiveela, justo como hacía a los quince años cuando quería ridiculizar lo que alguien decía. Ella también tuvo ganas de acercarse más a Regina pero siguió actuando como chica segura que conocía todos los ruidos raros de las profundidades de la Universidad y arqueó la ceja cuando le sonreía.
-Por supuesto que no estoy asustada ¿Qué peligro puede haber aquí?
Y entonces lo recordó, el asunto del nodo mágico de la universidad, las cosas raras que habían pasado y toda la energía misteriosa que manaba de ese lugar. Podía manifestarse en mil maneras, seguramente, sólo esperaba que no hubiera motivos para creer que iban a terminar ahogadas y a ser los fantasmas de la gruta. Sería lo peor, compartir eternidad con Regina Cleverley y seguro terminarían siendo famosas por ser el par de fantasmas que pasan el tiempo peleándose o sacándose la lengua. Por dioses, qué idioteces estaba pensando.
-Ya ¿Ok? Las dos estamos perdidas. Ahora más vale que caminemos o terminaremos ahogadas. ¡AHH, ESPERA! ¡¿Qué es eso?! ¿Qué no había antorchas encendidas alla?
Ya no había podido contener el grito por que cuando pretendía caminar el lugar que había pensado tomar por dirección ya no estaba, y no es que hubiera un muro sino una oscuridad pegajosa con ese ruido de agua acrecentándose un poco ¿Y si también había un basilisco oculto en las profundidades de Brigantia? Si estuviera con Pearlie seguro ya la hubiera abrazado como una miedosa o algo así pero aún podía más su orgullo que su miedito, y qué más daba, tenía que racionalizar aunque la oscuridad no fuera de sus cosas favoritas en la vida.
Sacó la varita y conjuró un lumos que la tranquilizó momentáneamente por que no había nada por lo que gritar, sólo antorchas apagadas. Aún así, no estuvo segura de que ese fuera el camino. Al final pensó que sería mejor consultarlo aunque fuera con la boba de Cleverley en vez de tomar una decisión que las llevara a un calabozo lleno de picos afilados o algo así.
-¿A dónde vamos?
-Por supuesto que no estoy asustada ¿Qué peligro puede haber aquí?
Y entonces lo recordó, el asunto del nodo mágico de la universidad, las cosas raras que habían pasado y toda la energía misteriosa que manaba de ese lugar. Podía manifestarse en mil maneras, seguramente, sólo esperaba que no hubiera motivos para creer que iban a terminar ahogadas y a ser los fantasmas de la gruta. Sería lo peor, compartir eternidad con Regina Cleverley y seguro terminarían siendo famosas por ser el par de fantasmas que pasan el tiempo peleándose o sacándose la lengua. Por dioses, qué idioteces estaba pensando.
-Ya ¿Ok? Las dos estamos perdidas. Ahora más vale que caminemos o terminaremos ahogadas. ¡AHH, ESPERA! ¡¿Qué es eso?! ¿Qué no había antorchas encendidas alla?
Ya no había podido contener el grito por que cuando pretendía caminar el lugar que había pensado tomar por dirección ya no estaba, y no es que hubiera un muro sino una oscuridad pegajosa con ese ruido de agua acrecentándose un poco ¿Y si también había un basilisco oculto en las profundidades de Brigantia? Si estuviera con Pearlie seguro ya la hubiera abrazado como una miedosa o algo así pero aún podía más su orgullo que su miedito, y qué más daba, tenía que racionalizar aunque la oscuridad no fuera de sus cosas favoritas en la vida.
Sacó la varita y conjuró un lumos que la tranquilizó momentáneamente por que no había nada por lo que gritar, sólo antorchas apagadas. Aún así, no estuvo segura de que ese fuera el camino. Al final pensó que sería mejor consultarlo aunque fuera con la boba de Cleverley en vez de tomar una decisión que las llevara a un calabozo lleno de picos afilados o algo así.
-¿A dónde vamos?
Aquila Lillyvick- Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: Tomando atajos
Regina tomó aire muy indignada cuando la remedó. ¿Qué no se suponía que ya casi era una señora? Se veía ridícula siendo tan infantil; pero ella también lo hizo, repitiendo con voz de tonta lo que ella había repetido del halo y le sacó la lengua.
Tonta semiveelas -dijo entre dientes, no pretendía que la escuchara.
Sonrió con mucha satisfacción cuando por fin admitió que también se había perdido pero ni tiempo le dio de burlarse por que su grito la asustó muchísimo.
Ni cuenta se dio de cómo lo hizo, pero de un salto ya había terminado con la distancia entre las dos y la abrazó muy muy asustada (casi se le había encimado).
¡QUÉ! ¡QUÉ!
Miró a todos lados solo para darse cuenta de que las antorchas se habían apagado y después miró hacia el pasillo de donde había llegado ella. Seguía iluminado y aparentemente normal, pero más al fondo lucía también como boca de lobo.
Se dio cuenta de lo que estaba haciendo y la soltó, se sacudió como si quisiera quitarse un polvillo de semiveela inexistente y encendió su varita.
Yo que sé, mi pasillo se movió. Podríamos caminar por ahí -dijo señalando el pasillo de Aquila o el que ella creía que era su pasillo-. ¿Caminaste mucho?
Ella prefería quedarse ahí y espera a que las sacaran o a que las grutas de movieran. De seguro siempre regresaban a su lugar original, como las escaleras de Hogwarts. También escuho, por fin, el ruido como de agua que ya había escuchado antes Aquila, pero con un golpeteo incluido.
Aquila ¿y si nos ahogamos? ¿Y si las grutas de vuelven a mover? No me quiero quedar contigo para siemore
Tonta semiveelas -dijo entre dientes, no pretendía que la escuchara.
Sonrió con mucha satisfacción cuando por fin admitió que también se había perdido pero ni tiempo le dio de burlarse por que su grito la asustó muchísimo.
Ni cuenta se dio de cómo lo hizo, pero de un salto ya había terminado con la distancia entre las dos y la abrazó muy muy asustada (casi se le había encimado).
¡QUÉ! ¡QUÉ!
Miró a todos lados solo para darse cuenta de que las antorchas se habían apagado y después miró hacia el pasillo de donde había llegado ella. Seguía iluminado y aparentemente normal, pero más al fondo lucía también como boca de lobo.
Se dio cuenta de lo que estaba haciendo y la soltó, se sacudió como si quisiera quitarse un polvillo de semiveela inexistente y encendió su varita.
Yo que sé, mi pasillo se movió. Podríamos caminar por ahí -dijo señalando el pasillo de Aquila o el que ella creía que era su pasillo-. ¿Caminaste mucho?
Ella prefería quedarse ahí y espera a que las sacaran o a que las grutas de movieran. De seguro siempre regresaban a su lugar original, como las escaleras de Hogwarts. También escuho, por fin, el ruido como de agua que ya había escuchado antes Aquila, pero con un golpeteo incluido.
Aquila ¿y si nos ahogamos? ¿Y si las grutas de vuelven a mover? No me quiero quedar contigo para siemore
Regina Cleverley- Mensajes : 243
Fecha de inscripción : 17/09/2012
Re: Tomando atajos
No había escuchado que le decía tonta, sólo "semiveela" y por eso fruncía el ceño por que sabía que necesariamente iba acompañado de algún adjetivo malo, pero se le olvidó en un s egundo por que de pronto Regina la abrazaba y por el impulso del miedo colectivo la correspondió por un segundo antes de que ambas se soltaran por que de no estar en esa situación ni siquiera se darían la mano.
Volvió a hacer un intento por calmarse después de que Regina también encendiera su varita, estaba evaluando si irían por ahí, o por otro lado, o si iban a quedarse paradas hasta que todo volviera a la normalidad aunque empezó a sospechar que quizás no ocurriría y eso le provocó una sensación increíblemente desagradable. Evaluaba si había caminado mucho pero la verdad es que ya no sabía qué tanto era mucho y no estaba segura si volvería a su normalidad, no estaba tan habituada a ese edificio, apenas llevaba un rato ahí.
-¡Yo tampoco! No llames la mala suerte ¿Sí? Vamos a caminar para allá
Estaba harta de ese ruido imaginando que se iba a ahogar y contaría su historia hecha fantasma para siempre, en compañía eterna de Cleverley para pelearse todo el tiempo y estar diciendo "no quiero quedarme contigo aquí para siempre". Medio la jaloneó de la muñeca para que la siguiera, pero procuró que no caminara detrás suyo y tampoco muy adelante. Era mejor ir hombro con hombro, y hasta se sintió un poco confiada con que no pasaría de eso, verían la luz y cada una a su clase sin decir nada, hasta que unas gotas heladas cayeron sobre su cabeza. Otra vez gritó, y la desconcentración apagó su varita.
-ALGO HORRIBLE me cayó en el cabello ¡Unas gotas de algo asqueroso! alúmbrame
Le dijo imperativa acercando la cabeza a la varita de Regina, analizando los rizos bien peinados de su cabello para ver qué era lo que le había caído y qué tan mal se veía. No se podía deshacer de sus viejos hábitos.
Volvió a hacer un intento por calmarse después de que Regina también encendiera su varita, estaba evaluando si irían por ahí, o por otro lado, o si iban a quedarse paradas hasta que todo volviera a la normalidad aunque empezó a sospechar que quizás no ocurriría y eso le provocó una sensación increíblemente desagradable. Evaluaba si había caminado mucho pero la verdad es que ya no sabía qué tanto era mucho y no estaba segura si volvería a su normalidad, no estaba tan habituada a ese edificio, apenas llevaba un rato ahí.
-¡Yo tampoco! No llames la mala suerte ¿Sí? Vamos a caminar para allá
Estaba harta de ese ruido imaginando que se iba a ahogar y contaría su historia hecha fantasma para siempre, en compañía eterna de Cleverley para pelearse todo el tiempo y estar diciendo "no quiero quedarme contigo aquí para siempre". Medio la jaloneó de la muñeca para que la siguiera, pero procuró que no caminara detrás suyo y tampoco muy adelante. Era mejor ir hombro con hombro, y hasta se sintió un poco confiada con que no pasaría de eso, verían la luz y cada una a su clase sin decir nada, hasta que unas gotas heladas cayeron sobre su cabeza. Otra vez gritó, y la desconcentración apagó su varita.
-ALGO HORRIBLE me cayó en el cabello ¡Unas gotas de algo asqueroso! alúmbrame
Le dijo imperativa acercando la cabeza a la varita de Regina, analizando los rizos bien peinados de su cabello para ver qué era lo que le había caído y qué tan mal se veía. No se podía deshacer de sus viejos hábitos.
Aquila Lillyvick- Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: Tomando atajos
Regina comenzó a caminar a su lado. Tampoco le agradaba mucho la idea de ir adelante para que lo que sea que las matara le diera primero a ella ni atrás para cuidarle las espaldas. Mejor aun ladito. Dejo que la tomara de la muñeca por que sí, por que la hizo sentirse segura y por que, la verdad, tenía miedo de que las grutas se volvieran a mover y se llevaran a Aquila.
Cada goteo, cada ruidito y cada sonido extraño la hacían sobresaltarse y mirar para todos lados. A cada paso que daba, sentía como las grutas iban haciéndose más y más angostas, aunque en realidad solo era su imaginación. No le gustaban los espacios cerrados, pero todavía le quedaba un poquitito de orgullo frente a Aquila como para ahora si ponerse a gritar como loca histérica; aunque no le faltaba mucho para que ya lo hiciera.
Se detuvo y también soltó un grito histérico. Luego se rio por que estaba siendo muy tonta, de seguro ni le había caído nada.
Acercate más y no te muevas, no me dejas ver que tienes –le dijo mientras se paraba un poco de puntas y le alumbraba la cabeza. Lo que menos quería era espulgarla para no llenarse de polvo de semiveela o algo así, pero si le tocó el cabello y al hacerlo soltó un grito.
A Aquila no solo le había caído una cosa pegajosa en el cabello, esta brillaba y se movía, o más bien se retorcía y, cuando Regina la tocó, la sintió viscosa.
GUACALA QUE ASCO. TIENES UN GUSARAJO –gritó muerta del asco y se alejó como tres pasos de ella brincando como loca y sacudiéndose toda por si le había caído uno.
Era chistoso por que siempre había podido agarrar a sus ratas con toda la normalidad del mundo por que las había criado ella. También podía machacar toda clase de bichitos para pociones, pero cuando ya estaban muertos. Vivos le daban muchísimo asco y más esas cosas asquerosas.
¡Quítatelo! ¡Quítatelo! –le dijo levantando la varita hacia ella. Ni loca iba a volver a acercársele, ¿qué tal si se lo pegaba o algo? Sin poder evitarlo soltó una carcajada que la hizo hasta llorar y hacer un ruidito por la nariz, como de cerdo.
Cada goteo, cada ruidito y cada sonido extraño la hacían sobresaltarse y mirar para todos lados. A cada paso que daba, sentía como las grutas iban haciéndose más y más angostas, aunque en realidad solo era su imaginación. No le gustaban los espacios cerrados, pero todavía le quedaba un poquitito de orgullo frente a Aquila como para ahora si ponerse a gritar como loca histérica; aunque no le faltaba mucho para que ya lo hiciera.
Se detuvo y también soltó un grito histérico. Luego se rio por que estaba siendo muy tonta, de seguro ni le había caído nada.
Acercate más y no te muevas, no me dejas ver que tienes –le dijo mientras se paraba un poco de puntas y le alumbraba la cabeza. Lo que menos quería era espulgarla para no llenarse de polvo de semiveela o algo así, pero si le tocó el cabello y al hacerlo soltó un grito.
A Aquila no solo le había caído una cosa pegajosa en el cabello, esta brillaba y se movía, o más bien se retorcía y, cuando Regina la tocó, la sintió viscosa.
GUACALA QUE ASCO. TIENES UN GUSARAJO –gritó muerta del asco y se alejó como tres pasos de ella brincando como loca y sacudiéndose toda por si le había caído uno.
Era chistoso por que siempre había podido agarrar a sus ratas con toda la normalidad del mundo por que las había criado ella. También podía machacar toda clase de bichitos para pociones, pero cuando ya estaban muertos. Vivos le daban muchísimo asco y más esas cosas asquerosas.
¡Quítatelo! ¡Quítatelo! –le dijo levantando la varita hacia ella. Ni loca iba a volver a acercársele, ¿qué tal si se lo pegaba o algo? Sin poder evitarlo soltó una carcajada que la hizo hasta llorar y hacer un ruidito por la nariz, como de cerdo.
Regina Cleverley- Mensajes : 243
Fecha de inscripción : 17/09/2012
Re: Tomando atajos
Era bien sabido que el cabello era su debilidad, y estaba impacientándose cuando Regina no podía decirle qué diablos le había caído en la cabeza y tenía demasiada ansiedad como para palparlo y descubrir una cosa espantosa. Con el ceño fruncido esperaba que dijera algo pero cuando gritó se contagió de la locura de Regina y sintió que bien podría volver a hacer un escandalito con lágrimas y todo como en la fiesta de Finnerty, algo muy suyo.
-¡¿QUÉ?! ¿TENGO QUÉ? ¡NO ES CIERTO, MENTIROSA!
Se agitó para ver si era cierto que tenía algo, no quería ni tocarse el cabello pero tuvo qué hacerlo y sintió de verdad que tenía algo pegajoso en su siempre cuidadísimo cabello lo que la hizo gritar más y reclamarle a Regina que no estuviera ayudándola. Gritó más cuando lo tuvo en la mano y lo aventó por ahí en la oscuridad sintiendo demasiadas ansias como para no gritar y seguir sacudiendo el cabello por si tenía otra cosa. Miró hacia arriba para ver una especie de comunidad de gusarajos brillantes que alumbró con la varita y gritó una vez más.
-¡Deja de reírte! ¡Traidora, no me ayudaste!
Aquellas cosas le daban mucho asco pero le podía más ese sentido de venganza que siempre había tenido y con un movimiento de varita despegó a uno de la piedra resbaladiza donde estaban para acercárselo a Cleverley justo como hacían los chicos insufribles en Hogwarts cuando había prácticas de Cuidado de Criaturas Mágicas o algo así.
-¡Te lo pondré en el cabello, para que aprendas la lección!
Se estaba comportando como una tonta, pero entre la oscuridad, los ruidos como de tuberías y la desagradable ansiedad que todavía sentía por tener todo el cabello lleno de baba de gusarajos y además tener a un montón de esos pegados al techo de donde estaban, pudiendo despegarse en cualquier momento, todo se había puesto muy desagradable, y muy propicio para dejar de pensar con claridad. Además la risa de Regina era particularmente molesta y no podía con el hecho de que se burlaran de ella aunque fuera por una tontería así. Se le acercó todavía más, con la intención de pegarle el pobre bicho al cabello que caía por un lado de su cara.
-¡¿QUÉ?! ¿TENGO QUÉ? ¡NO ES CIERTO, MENTIROSA!
Se agitó para ver si era cierto que tenía algo, no quería ni tocarse el cabello pero tuvo qué hacerlo y sintió de verdad que tenía algo pegajoso en su siempre cuidadísimo cabello lo que la hizo gritar más y reclamarle a Regina que no estuviera ayudándola. Gritó más cuando lo tuvo en la mano y lo aventó por ahí en la oscuridad sintiendo demasiadas ansias como para no gritar y seguir sacudiendo el cabello por si tenía otra cosa. Miró hacia arriba para ver una especie de comunidad de gusarajos brillantes que alumbró con la varita y gritó una vez más.
-¡Deja de reírte! ¡Traidora, no me ayudaste!
Aquellas cosas le daban mucho asco pero le podía más ese sentido de venganza que siempre había tenido y con un movimiento de varita despegó a uno de la piedra resbaladiza donde estaban para acercárselo a Cleverley justo como hacían los chicos insufribles en Hogwarts cuando había prácticas de Cuidado de Criaturas Mágicas o algo así.
-¡Te lo pondré en el cabello, para que aprendas la lección!
Se estaba comportando como una tonta, pero entre la oscuridad, los ruidos como de tuberías y la desagradable ansiedad que todavía sentía por tener todo el cabello lleno de baba de gusarajos y además tener a un montón de esos pegados al techo de donde estaban, pudiendo despegarse en cualquier momento, todo se había puesto muy desagradable, y muy propicio para dejar de pensar con claridad. Además la risa de Regina era particularmente molesta y no podía con el hecho de que se burlaran de ella aunque fuera por una tontería así. Se le acercó todavía más, con la intención de pegarle el pobre bicho al cabello que caía por un lado de su cara.
Aquila Lillyvick- Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: Tomando atajos
Aquello era algo digno de verse. Si alguien le hubiera dicho que estaría encerrada en las grutas viendo a Aquila gritando como una loca y a ella sin poder aguantarse la risa, no lo habría creído nunca. Ya ni siquiera podía respirar y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, pero dejó de hacerlo cuando la semiveela lo arrojó al suelo y solo soltó un grito.
Lo siento es que… –un respiro-….fue muy asqueroso –pero volvió a gritar cuando vio el techo de la gruta y se sacudió otros tres pasos más lejos de Aquila-. ¿Qué estás haciendo? ¡Dejalo, no seas asquerosa! No, Aquila, ¡no!
Lo peor que le pudieron haber hecho en la vida era acercarle una de esas cosas, suficiente había sido tener que tocarla por accidente y no Regina no sabía hacer otra cosa más que rogar por su vida. No estaba del todo segura de si Aquila iba a atreverse o no a ponerla en su cara, pero como ya la medio conocía estaba segurísima de que si.
Pudo haberla maldecido para que su cabello se hiciera rosa, para que le salieran pústulas en los brazos y le salieran pelos por las oreyas y la nariz y Regina no hubiera gritado tanto como lo hizo. Se hizo bolita contra la pared y se tapó la cara.
No seas tonta. Ya te lo quitaste, ¿no? No te pasó nada. ¡No Aquila! –nunca le había tenido tanto miedo como ahora y cuando levantó la cara la vio tan cerca con el bichejo que le aventó la mano como acto reflejo y se echó a correr.
Se le olvidó que las grutas se movían. Olvido que no estaba con Aquila por gusto sino por que no le quedaba de otra y olvidó que no sabía cual era el camino. Solo corrió lo más fuerte que pudo para alejarse de la amenaza de los gusarapos brillantes.
Pero se detuvo cuando llegó a una especie de hall circular iluminado por antorchas del que derivaban cuatro pasillos y, con el suyo, cinco.
Aquila, ven… mira –la llamó acordándose de ella. No sabía si encontrar ese lugar era bueno o malo.
Lo siento es que… –un respiro-….fue muy asqueroso –pero volvió a gritar cuando vio el techo de la gruta y se sacudió otros tres pasos más lejos de Aquila-. ¿Qué estás haciendo? ¡Dejalo, no seas asquerosa! No, Aquila, ¡no!
Lo peor que le pudieron haber hecho en la vida era acercarle una de esas cosas, suficiente había sido tener que tocarla por accidente y no Regina no sabía hacer otra cosa más que rogar por su vida. No estaba del todo segura de si Aquila iba a atreverse o no a ponerla en su cara, pero como ya la medio conocía estaba segurísima de que si.
Pudo haberla maldecido para que su cabello se hiciera rosa, para que le salieran pústulas en los brazos y le salieran pelos por las oreyas y la nariz y Regina no hubiera gritado tanto como lo hizo. Se hizo bolita contra la pared y se tapó la cara.
No seas tonta. Ya te lo quitaste, ¿no? No te pasó nada. ¡No Aquila! –nunca le había tenido tanto miedo como ahora y cuando levantó la cara la vio tan cerca con el bichejo que le aventó la mano como acto reflejo y se echó a correr.
Se le olvidó que las grutas se movían. Olvido que no estaba con Aquila por gusto sino por que no le quedaba de otra y olvidó que no sabía cual era el camino. Solo corrió lo más fuerte que pudo para alejarse de la amenaza de los gusarapos brillantes.
Pero se detuvo cuando llegó a una especie de hall circular iluminado por antorchas del que derivaban cuatro pasillos y, con el suyo, cinco.
Aquila, ven… mira –la llamó acordándose de ella. No sabía si encontrar ese lugar era bueno o malo.
Regina Cleverley- Mensajes : 243
Fecha de inscripción : 17/09/2012
Re: Tomando atajos
Él no era muy dado a andar dando vueltas por las grutas de la universidad, a veces cambiaban el destino de salida y podías entrar por la de siempre y terminar a mil metros de la facultad. Eran un coñazo, y eso sin mencionar con que la gente daba por hecho que nadie les iba a encontrar por esas zonas, por lo que solían ir a estar “a solas”, intimar, guarrear, y cosas así. Pues no, en cuantito te perdías un poco y empezabas a caminar por ellas terminabas encontrándote con una o diez parejas que se dedicaban a meterse mano aprovechando la penumbra. Idiotas todos.
Y si estaba ahí era por un solo motivo: tenía que usar un hongo (para una poción que estaba probando de manera externa a clases) que solo crecía en cuevas y bajo tierra, cerca a manantiales subterráneos y que era ligeramente luminiscente. Podría haber ido a cualquier cueva de cualquier lugar del mundo, pero ya que estaban las grutas que eran exactamente eso y donde sabía dónde podría encontrar pequeños arroyos que conducían al lago de la universidad… pues no iba a ir buscando por ninguna otra parte del mundo.
Ya había encontrado los malditos hongos, los había extraído con total cuidado y los había guardado en frasquitos de cristal, para aislarlos y que se mantuvieran bien hasta poder usarlos, y estaba saliendo de allí. Su camino se vio interrumpido cuando oyó una serie de pasos muy fuertes, los identificaba claramente como los que daría cualquier persona que corría, siempre sonaban más fuerte así.
Pensó que quizás alguien se había metido en algún problema, que igual habían aparecido murciélagos y estaban asustando a cualquier estudiante (a él, personalmente, le gustaban esos bichos) o cualquier cosa así. Y no es que él fuera un alma caritativa y llena de amor por los demás, pero sentía los pasos acercarse a donde él estaba, así que supuso que le tocaría encontrarse de frente con quien quiera que fuera, sobre todo porque él no conocía otro camino para volver que no fuera por ahí, y si intentaba esquivar los pasos, terminaría perdido (aunque podría salir cuando quisiera, era lo bueno de tener un traslador colgado en la muñeca).
Cuando salió a la sala circular que llevaba un rato buscando las encontró, dos chicas, posiblemente el foco de las pisadas y los ruidos que habían hecho eco anteriormente. Las miró un poco mal al principio y después se aclaró la voz, intentando ser… considerado, quizás.
-¿Pasa algo por aquí? – sonaba tranquilo, simplemente porque a esa chica, a Cleverley, la había visto en su facultad y su papel, dentro de la universidad, no era el de ser él mismo, si no intentar ser un poco menos… amargado, solo para evitar meterse en tantos líos como en sus días de adolescente, no quería terminar expulsado – oí a alguien correr…
Miró a la otra muchacha, le resultaba familiar pero no terminaba de ubicarla, tampoco importaba. Él seguiría su camino, quería salir de allí, ya había preguntado y con eso podía marchar en paz.
-En fin, da igual, yo me largo ya que no quiero que las grutas vuelvan a cambiar.
Si eran chicas listas sabrían que yendo tras él podrían salir de allí, si no, pues que se quedaran perdidas para el resto del día.
Y si estaba ahí era por un solo motivo: tenía que usar un hongo (para una poción que estaba probando de manera externa a clases) que solo crecía en cuevas y bajo tierra, cerca a manantiales subterráneos y que era ligeramente luminiscente. Podría haber ido a cualquier cueva de cualquier lugar del mundo, pero ya que estaban las grutas que eran exactamente eso y donde sabía dónde podría encontrar pequeños arroyos que conducían al lago de la universidad… pues no iba a ir buscando por ninguna otra parte del mundo.
Ya había encontrado los malditos hongos, los había extraído con total cuidado y los había guardado en frasquitos de cristal, para aislarlos y que se mantuvieran bien hasta poder usarlos, y estaba saliendo de allí. Su camino se vio interrumpido cuando oyó una serie de pasos muy fuertes, los identificaba claramente como los que daría cualquier persona que corría, siempre sonaban más fuerte así.
Pensó que quizás alguien se había metido en algún problema, que igual habían aparecido murciélagos y estaban asustando a cualquier estudiante (a él, personalmente, le gustaban esos bichos) o cualquier cosa así. Y no es que él fuera un alma caritativa y llena de amor por los demás, pero sentía los pasos acercarse a donde él estaba, así que supuso que le tocaría encontrarse de frente con quien quiera que fuera, sobre todo porque él no conocía otro camino para volver que no fuera por ahí, y si intentaba esquivar los pasos, terminaría perdido (aunque podría salir cuando quisiera, era lo bueno de tener un traslador colgado en la muñeca).
Cuando salió a la sala circular que llevaba un rato buscando las encontró, dos chicas, posiblemente el foco de las pisadas y los ruidos que habían hecho eco anteriormente. Las miró un poco mal al principio y después se aclaró la voz, intentando ser… considerado, quizás.
-¿Pasa algo por aquí? – sonaba tranquilo, simplemente porque a esa chica, a Cleverley, la había visto en su facultad y su papel, dentro de la universidad, no era el de ser él mismo, si no intentar ser un poco menos… amargado, solo para evitar meterse en tantos líos como en sus días de adolescente, no quería terminar expulsado – oí a alguien correr…
Miró a la otra muchacha, le resultaba familiar pero no terminaba de ubicarla, tampoco importaba. Él seguiría su camino, quería salir de allí, ya había preguntado y con eso podía marchar en paz.
-En fin, da igual, yo me largo ya que no quiero que las grutas vuelvan a cambiar.
Si eran chicas listas sabrían que yendo tras él podrían salir de allí, si no, pues que se quedaran perdidas para el resto del día.
Adnan K. Yesenes- Mensajes : 479
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