Habrá que probar el campo

Nunca había salido de Islandia, esa era una verdad de la que no estaba avergonzado, ni mucho menos. Le emocionaba la idea de estar en un lugar nuevo y aunque al llegar se quedó embobado con los edificios que se alzaban, imponentes en el campus, el terreno natural no le hacía mucha mella, pues consideraba los terrenos de Islandia mucho mejores e imponentes, aunque eso no se lo iba a decir a nadie.

Tras todos los registros debidamente hechos con los decanos, que le parecieron bastante correctos y distintos a los profesores de su escuela islandesa (estaba bien porque necesitaba disciplina ahora que iba a estar lejos de su madre y sus abuelos) decidió recorrer el campus solo. Él no conocía a nadie y probablemente no conocería a nadie. Su escuela no era conocida en el mundo mágico más que en Islandia y zonas aledañas, no participaba en torneos estudiantiles, ni se había destacado en ser uno de los institutos más respetables como Hogwarts, Durmstrang o Beauxbatons, pero para él estaba bien porque eran todas nuevas oportunidades.

Fue tonto, pero lo primero que quiso hacer fue comprobar el campo de quidditch, así que de sus pertenencias, no sacó nada más que la escoba y después de pedir instrucciones en un inglés masticado, logró volver a dar con el campo, que de todas maneras no estaba muy lejos de su facultad. Lo miró con ojo crítico pero era perfecto y decididamente, mucho más grande que el campo de su escuela en Islandia. Ya quería probar en cuantos segundos era capaz de cruzar de lado a lado volando a toda velocidad, pero no llevaba cronómetro. Tendría que contar a la antigua.

Montó en la escoba y tras calentar un poco, intentó romper récords de velocidad como su padre le contó que solía hacer. Empezó en un extremo del campo y fijó la vista en los aros del extremo contrario, cruzó tan rápido como pudo. Lo hacía bien, pero empezó a necesitar de la ayuda de una quaffle porque llevarla en brazos provocaba más peso, ¿dónde guardarían las pelotas?.

Debería estar en la Biblioteca o repasando en su habitación cada cosa que pudieran enseñarle en la carrera de Artes Oscuras, pero no era tanta la devoción por su abuela como para no ir a ver el campo de Quidditch apenas llegase a la Universidad, conocía a algunas personas pero no buscó a ninguna, esa bastedad no era algo que fuese a durarle y no quería compartirlo con nadie.

La brisa del campus era lo que le daba vida, lo que lo hacía sentir más maricón que nunca porque jamás ningún toque de mujer lo había hecho tan bien, pero es que mujeres podrían haber muchas en su vida, en cambio el Quidditch era algo a lo que ya había renunciado por presión familiar, mintiéndole a su propio padre para justificar los deseos de su abuela. Pero ahora estaba ahí solo, y no tenía que hacer otra cosa además disfrutar su escoba y sus bludgers, había llevado su propia caja y su bate.

Llegar al campo era tan bueno como la primera vez, la emoción de volar y golpear cosas que podían matarte era exótica, era un tipo de hedonismo peculiar y adictivo. Por eso el ver a dos muchachos allí no lo hizo feliz, los miró de arriba abajo esperando saber quienes eran pero sólo los vio de espaldas antes de que el que había estado en tierra despegase, apretó con furia el puño y maldijo antes de fruncir el ceño y sentarse en las bancas para esperar que bajasen.

No era antisocial y podía preguntar si se animaban a otra cosa que no fuese un uno a uno, sus ansias estaban a punto de hacerlo gritar para anunciar su presencia y ver si se conocían, pero él hubiese puteado a quien lo jodiese mientras volaba, supuso que tenían tanto derecho como él a estar allí, incluso más si es que esos malditos sí estaban en la carrera que él había querido seguir.

Permaneció sentado mirando a ese par, pasando los brazos por detrás de cuello y esperando un espectáculo digno de ser visto, ver a la competencia nunca estaba de más. Encontró una cajetilla de cigarrillos allí cerca y supuso que era de alguno de ellos, no le importó mucho y sacó uno para luego encenderlo con su varita, no se iban a poner delicados por eso.

-¡Ya, hombres! ¡Comiencen!-gritó sin mucha amabilidad antes de tirar el humo por la nariz, era sólo impaciencia y curiosidad.-

Vestía una simple túnica gris porque había sido el día de fotografía y le habían más que prohibido usar sus ropas muggles regulares. Entre correr aquí y allá completando papelería y recogiendo información sobre sus clases y lista de materiales, se le había incluso olvidado quitársela a pesar de llevar la otra ropa debajo de la misma.

Cuando había completado sus deberes, lo único que quería era una buena dosis de nicotina y descansar los pies. Se le ocurrió que nada sería mejor para arreglarle el carácter que pasar a visitar el campo de quidditch. No había traído su escoba pero siendo que tenían alumnos de la carrera de Quidditch, seguro tendrían alguna por ahí para el uso del estudiantado. El solo poder tomarse un instante para sentir el aire en su cara le sería más que suficiente. Serían unos meses desde la última vez que había subido a una escoba, ni siquiera para movilizarse de su fraternidad hasta el campus, como hacían en Escocia.

Caminó a pasos rápidos y largos atravesando los inmensos terrenos, ignorando casi por completo a los demás estudiantes, en especial porque ninguno tenía un cigarrillo. Y es que los suyos se le habían terminado un par de horas atrás. Quizá debía pensarse aquello que decía Bella de que estaba fumando demasiado últimamente, un paquete solía durarle todo el día.

Al ver la enorme estructura del campo de quidditch se detuvo por unos instantes para observarla en deleite, nunca se cansaba de ver aquella estructura magnifica, Los aros sobresalían y le traían memorias. Por qué no había tomado Quidditch como carrera profesional? se le salía de su propia comprensión.

Avanzó hasta entrar en la arena y la sonrisa de niña frente a una vitrina navideña se le borró apenas vío que ya habían otros en el campo. No sabía por qué se había esperado encontrarlo solo, con estudiantes de aquel deporte había sido una utopía en realidad. Pero no se dejó amargar el momento, no más estar allí abajo hacía que su corazón latiera más rápido y que se sintiera más tranquila.

Caminó con intensión de subir a las gradas sin dejar de observar a los dos magos que probaban el campo. El uno estaba en el aire y el otro, al que reconoció de inmediato, acababa de subir en su escoba al encuentro del primero. El chico Brackminster. Ya sabía por Clarisse que sus hermanos comenzarían la universidad aquel año, pero entre tanta gente no había pensado encontrarlo tan pronto. Sería quizá un año desde que lo había visto por última vez? Los años le hacían justicia al desgraciado.

Terminó de subir las altísimas escaleras y sus pasos se notaron en las tablas de las gradas. Se fue acercando a la figura masculina que fumaba sentado un poco más allá. Quizá fuesen ideas suyas pero le pareció que estaba algo molesto. La forma en que miraba a los otros dos o el cómo sostenía el cigarrillo, no estaba segura pero quizá estaba en el mismo estado que ella, con la idea de poder poseer aquel lugar para si mismo.

- Burroughs - se anunció con simpleza. Le conocía, no precisamente habían cruzado muchas palabras pero conocía a sus primos y eso ya era algo. Posiblemente no el lado de la familia que más le gustaba pero tampoco tenía mucho en contra de él. Se le sentó al lado y apenas terminó de calar el cigarrillo se lo arrebató de los dedos con toda su falta de etiqueta. Estaba loca por un poco de nicotina, a ver si iba a joderle la existencia por eso. Caló largamente y mantuvo el humo en la boca por un par de segundos para después botarlo muy lentamente. Respiró finalmente con alivio y movió su mano hacía el chico en un gesto de que podía tenerlo de vuelta.

- Es mi impresión o estás que te juegas? - dijo sacando la varita de su bota y haciéndola girar entre sus dedos. Su mirada estaba clavada en Adair con la pura intensión de que apenas tomara velocidad para aquel encuentro al parecer 1 a 1, hacerle fallar la escoba. No se le había ocurrido una mejor para hacerse notar que un golpe directo en la boca.

Estaba allí por una muy buena razón, aunque nadie fuera a creerle. Tenía la intención de cruzarse con algún jugador de quidditch para hacerle una entrevista y así empezar a coleccionar artículos para aquel día en que le permitieran entrar en el periódico universitario. Aun no se había informado mucho de como era la cuestión aquella, si acaso había un periódico funcionando que imaginaba que si, o quien estaba a cargo, pero Sofie, metódica como era no quería perder la práctica adquirida y aprovecharía esos días de ocio para ir juntando artículos que mostrar y ofrecer en su momento.

Porque Quidditch? Más allá de que le gustaba mucho ese tema (y eso sin incluir a los jugadores monísimos), era una cuestión de empezar por algún sitio, y el día estaba lindo para pasear al aire libre. Con sus jeans desgastados de fábrica y una camisa lila se adentró en el campus libreta y bolígrafo en mano, para pasearse por los bordes un buen rato hasta que encontró unas figuras irreconocibles a la distancia, ya observando a los jugadores en aire.... Mientras esperaba que esos chicos bajaran para ir a correrlos, mal no le vendría acercarse a los espectadores. Incluso podría hacerles unas preguntas... Porque no?

Su sorpresa cuando vió de quien se trataba. - Aldrich?! Que haces aqui?. - Lo saludó retándolo casi, para luego sonreir y referirse a la chica estirándole una mano. -Buenas... Soy Sofie.... Me puedo sentar con ustedes? - Ni idea quien era la chica, ni idea que hacía su primo postizo allí y por tal no había forma que se acomodase sin preguntar primero... Un zumbido, y alzó la vista al cielo llevándose la mano a la frente para tapar el sol de sus ojos... Quieres serían esos dos... pro la distancia imposible saberlo para ella quizá por que no los conocía, quizá porque se estaba volviendo miope.

Estaba en la parte alta de la tribuna porque quería ver de cerca las tácticas que usaban, reconocer las posiciones que tomaban regularmente y aprender algún amago para usar por sí mismo. Ya había acabado importándole poco que ellos estuviesen en el aire y él no, pero era hora de que empezasen, a menos que fuese una nueva forma de cortejo y quisiesen darse un par de besitos antes.

Sintió los pasos de alguien sobre la ruda madera y el movimiento cuando llegó hasta la tabla que usaba ahora de asiento, volteó apenas los ojos y no se inmutó demasiado, no quitaba los ojos del campo para no perderse alguna cosa importante, ya luego podría ser amable, planeaba saludar o algo para evitar la incomodidad o el drama cuando le quitó su cigarrillo después de la primera calada, bastaba como saludo para él y de no ser por la voz de Sofie Luttrell aquella hubiese sido una tarde hasta amena con Tucker y sus malos modales.

-Si ella no pidió permiso, tú tampoco. Siéntate.-volvió a llevarse el cigarrillo a la boca para darle una larga calada y se recostó sobre la grada inmediata superior para estirar la espalda antes de echarle una larga calada al cigarrillo y se lo ofreció a Sofie por unos segundos, le quitó el ofrecimiento antes de que le aceptase o no porque siempre la escuchaba jodiendo a su hermana para que no fume.-¿Y vienen a mirar hombres o qué? Porque ninguna lleva una escoba.

Su comentario podía haber sonado machista para Tucker pero no lo pensó en el momento y cuando lo hizo no se disculpó, tampoco es que pareciese que sus modales alcanzasen para que se ofendiese por una pregunta que bajo el contexto adecuado podía sonar inocente o hasta amistosa. Igual podían irse si les molestaba, él estaba más interesado en ver las maniobras que iban a usar y no si sus culos se apretaban contra la escoba o si se sacaban la camiseta.

Le pasó la cajetilla a Tucker para que se hiciese con un cigarrillo, ya qué podía importar de quién fuese, ni que fuesen tan caros como para que alguien se pudiese ridículo porque le cogen un par.

¿Qué me juego qué? Debo ser lento que no entendí…-no quitaba la mirada del campo y bajó el torso para juntarlo con las rodillas, a qué puta hora comenzaban a jugar, no estaba allí calmado para que solo diesen un par de vueltas.-Si es que si quiero que comiencen, sí, porque si no que se bajen para que alguien más use el campo. ¿Sabes si son de Quidditch? Eso lo hace más interesante.-miró apenas un segundo a Luttrell sólo para comprobar que ese no era su elemento, así que le habló sin quitar la mirada del campo nuevamente.-No sé qué mierda esperan, una reverencia o que el otro se de vuelta para olfatearle el culo.

- Que estoy segura que no estás aquí no más para verle el pecho a los chicos en escoba. No jugabas quidditch en Hogwarts? - dijo aceptando la cajetilla y sacando un par de cigarrillos, uno de los cuales se puso tras la oreja y el otro lo encendió de inmediato calando largamente. A Sophie la saludó con un simple movimiento de mano, no la conocía ni la chica a ella así que su frialdad era de lo más normal, no se le daba bien hacer amistades con sonrisitas y pendejadas.

Observó a los dos chicos en el campo y asintió - Aquel es Adair Brackminster y si, es de la carrera de Quidditch. Al otro nunca lo había visto. Y no, venía a jugar pero esperaba que tuvieran escobas disponibles, la mía la perdí en el último partido en Escocia y aún no reúno lo suficiente para una nueva - caló de nuevo y lanzó el humo lentamente - Brackminster fue golpeador de Gryffindor si mal no recuerdo - incluyó como dato adjunto. Parecía que Burroughs tenía especial interés en conocer quiénes eran y lo que harían.

Hubiese sido gracioso que se tratase solo de un par de pendejos que ni sabían montar escoba, pero al parecer sabían lo que hacían. Seguro el extranjero había jugado quidditch en su escuela, o alguna cosa así. Finalmente comenzaron a moverse y dejaron libre la quaffle. Por su posición sobre la escoba, sin lugar a duda el que nadie parecía conocer, tenía experiencia de cazador - Parece que aquel es cazador - aunque se había hecho con un bate, conocía bastante bien a los de su clase para confundirlo con un golpeador. Observó la escena, por las acciones se notaba que Adair había decidido ver quién era más rápido. Un golpeador contra un cazador, más le valía al cazador atraparla primero, por su propio honor.

Giró la varita de nuevo, no intervendría, pero si Adair no agarraba la quaffle su escoba iba a fallar brutalmente. Sonrió de lado y se llevó el cigarrillo de nuevo a la boca.

Llegó entonces Pearlie preguntando quién era el del bate. Se ahorró la respuesta, ya lo reconocería en su momento sin lugar a dudas, y ella ya había dado la misma respuesta segundos atrás - Hey, Pearlie - le saludó, más que nada porque sabía cómo se ponía la pequeña cuando se la encontraba, le fascinaba aquel efecto. La vio ponerse al lado de la desconocida y simplemente regresó su vista al centro del campo para ver al par.

- Quizá podríamos meternos, Burroughs, qué posición es que jugabas? - se dirigió al chico tras notar que aquel 1 a 1 iba a estar medio extraño. Si Aldrich tenía experiencia de golpeador quizá podrían jugar dos cazadores contra dos golpeadores, después de todo eran posiciones opuestas, podrían ver quién anotaba más puntos en medio campo. Se inclinó hacia adelante aun tratando de notar si había forma de hacerse a alguna escoba por allí, de verdad quería volar aquel día.

No le dirigió invitación a las chicas porque no tenían pinta alguna de ser jugadoras de quidditch, más parecían estar allí por equivocación o literalmente solo para ver hombres, como había dicho Burroughs unos instantes atrás.

Abigail estaba en lo cierto, estaba muy interesado en los jugadores y lo que hacían, era un aficionado total del Quidditch y no podía dejar pasar ninguna oportunidad para ver de cerca en qué nivel estaba la competencia, o eso pensaba, como se sabía bueno quería inspeccionar un poco las fortalezas y debilidades de los otros para esforzarse más o para repasar los puntos básicos que eran su fuerte. No era demasiado hábil con la quaffle, lo suyo eran las bludgers aunque con sus primos y amigos había jugado en cada una de las posiciones por lo menos una vez.

Escuchó a la castaña con atención mientras miraba hacia dónde señalaba su dedo para reconocer así a los que no había reconocido hasta el momento, al islandés no lo conocía pero al Brackminster de seguro lo había visto en Hogwarts aunque en ninguna situación particular relacionada al deporte, sólo cuando le hizo una mala pasada cuando una vez salió con su hermana, pero eran cosas del pasado que no iban ni al caso.

Estaba más interesado en su juego que en sus identidades, de hecho parecían irlo haciendo bien y eso lo intrigó más, estaba incluso sentado ya cerca del borde de la banca. Los hubiese seguido mirando con esa intensidad si Tucker no le hubiese dicho que ella jugaba, lo que lo intrigaba no porque no creyese que las chicas fuesen buenas para eso, si no porque parecía tener un entusiasmo latente que no creía haber reconocido muchas veces en sus compañeras de estudio o sus amigas, al menos no al conocerlas tan poco como a ella.

Tampoco se le quedó mirando o una de esas cosas, se volvía casi ciego cuando se trataba de Quidditch, cuando sus novias no eran compañeras de equipo o contrincantes se enojaban muchísimo porque podía llegar a parecer un muerto en vida. Reconoció la voz de su prima a algunos metros, miró hacia el lugar e procedencia de la voz y le sonrió antes de volver a mirar a los dos que volaba sin saber si lo había llegado a ver, ella entendía que no se detenía a ser cortés en esas ocasiones.

La propuesta de Abigail le sonó a algo prometedor, aunque hasta no verla jugar pensaría que era mediocre, simplemente así sucedía en su cabeza.-Golpeador.-no fue muy explicativo porque supuso que con eso quedaba en evidencia que quería jugar, cogió su escoba entonces y la miró como esperando que se hiciese de una, él no tenía idea de dónde podría haber algunas de reserva.-Consigue una y a ver si quieren, se ven intensos y nunca se sabe cuándo es un asunto personal. Pero tampoco es que les pertenezca el campo o una cosa de esas.

Pues bien, parecía que ninguno de los dos iba a hacerle mucho caso y para colmo Aldrich se había convertido en un mal educado a pasos agigantados y esa manía de arruinarse la vida fumando. Alejó el rostro cuando le ponía el humo en la cara y se dispuso a hacer lo que vino, mirar el campo y ya para salir corriendo cuando aquellos dos bajasen fueran quienes fueran... Y ahí la respuesta Abigail, que le vino al pelo porque evidentemente se estaba volviendo miope!

Adair Brackminster, a ese lo conocía!!! Adair Brackminster!?!?? el del día anterior!??!? disimuló total su desconcierto con el método estatua congelada y pensaba quedarse así por siempre.... - Hola... pues ese es Adair Brackminster, según dijo ella (señalando a Abi), porque yo no veo bien... creo que me estoy quedando ciega... y el otro un desconocido total.... Fue diciendo a Pearlie como autómata para tomarla de la mano y dejarse caer junto a ella en la banca, pero con atención de dejar una persona o mas de distancia con Aldrich, pues para que mentir, ya tenía alguien mucho muchísimo más agradable con quien perder el tiempo, y una cosa mucho más importante que confesarle!

Al escuchar aquello sobre que tenía algo que decirle, comprendió que debía ser algo medio secreto si es que no tenía intenciones de decirlo y ya y por tal no insistió en el tema... Igual le estaba pasando a Sofie, pero como era una persona algo inquieta, tomó la palabra, casi ignorando a los otros dos esperando que se decidieran de una vez y fueran a jugar y las dejaran solas!! Que que clase de jugadores eran, si no podían ser lo suficientemente agresivos como para reclamar su lugar.... Ella no jugaba al quidditch ni sabía si había códigos ocultos pero le gustaba pensar que ese deporte era mejor rudo! de gente sin cortesías dentro de los límites del campo... Como las harpías que todas mujeres e igual se imponían a quien viniese.

- A ese Adair lo conocí el otro día en el bar de aquí... fue capitán de Gryffindor, así que debe saber lo que hace... No lo dijo en susurro pero solo para Pearlie, y se limitó a lo mínimo por no decir lo que justamente le carcomía dentro. Miró a los otros dos, volviendo a pensar porque diablos no se iba a jugar!!! que no veían que ella tenía cosas que secretearle a SU amiga?!, pero claro como iban a saberlo?...Así que pensó un momento y sugirió mirando a Aby... - En el folleto de Brigantia dice que bajo las gradas están las instalaciones y vestuarios, quizá haya un escobero público...

Adair tiene 16 de fuerza, 13 de destreza
Hákan tiene 16 de fuerza, 16 de destreza

Hákan toma la quaffle primero, el golpe de Brackminster llega después y le da Hákan por la espalda, desestabilizando su escoba. Todavía no lo tumba. Hákan mantiene la pelota.

- Vale – dijo poniéndose de pie, pasando de Sofie porque eso era algo que ella sabía, había pasado años metida bajo las gradas. Dudaba que a pesar del tamaño, la distribución del campo fuera demasiado diferente. Necesitaba una distracción para que aquel par no terminaran su encuentro antes que ella se hiciera con una escoba -Este fin de semana me haré con la mía – lo dijo más para sí misma.

Observó al par de jugadores y volteó los labios en una sonrisita, el extranjero parecía llenar las expectativas y sin lugar a duda tenía todo el corte de cazador. Pero ya lo había pensado, si Adair perdía, tendría su castigo. Agitó su varita asegurándose de no hacerlo muy evidente, y conjuró un reducto a los pelos de la escoba para desnivelar el peso en la misma, la idea, aprovechar el descenso del ex-Gryffindor para que al perder balance terminara sobre el suelo.

Si lo lograba, y no era tan difícil, tendría tiempo suficiente para correr y regresar antes que repararan el daño. Se alejó de las tribunas sin decir más nada y se dirigió a los vestíbulos debajo de ellos. Estaban cerrados como era de esperarse, sin embargo había un área fuera de los mismos donde había encerradas algunas escobas de aspecto deplorable. Agitó la varita y el candado cedió. Una Nimbus 2000 con las cerdas despeinadas era lo único que podía ser rescatable.

- Bueno, esto tendrá que hacer – nunca había jugado en grandiosas escobas, había sido buena por su propio talento, no por la escoba. Aunque siempre había deseado tener una escoba del año, ni siquiera tras trabajar todo el verano podría darse tal lujo. Con duras y había logrado reunir para una Nimbus 2010 que recogería el domingo porque ahora que empezaba clases sabía que terminaría gastándose lo que tenía en otras cosas, y no podía esperar hasta el invierno para reunir lo demás.

Se alzó de hombros, lo que importaba era sentir el aire en el rostro y volver a vivir la adrenalina. Se deshizo de la túnica quedando en sus Ropas Muggles y salió hacía el campo a paso largo y seguro llegando hacía donde fuese que estaban el par, esperando que Aldrich estuviese ya en el suelo también.

- Haber, espero que no pretendan quedarse el campo de quidditch para los dos, no son tampoco tanto como para tener tan exclusiva audiencia – dijo girando su varita entre los dedos y poniéndola en su cinturón - tenemos dos golpeadores – dijo apuntando con la parte de arriba de la escoba a Brackminster y Burroughs respectivamente - y dos cazadores – no hizo ningún movimiento por ser más que evidente - Mucho gusto – se presentó al Islandés con un movimiento de su mano - Abigail Tucker. Ya que la quaffle es tuya, qué tal elijes uno de los golpeadores y hacemos esto a medio campo, 2 de 3? o algo así – ladeó la cabeza y observó la caja donde estaban las demás pelotas, solo necesitaban dejar libre las bludgers y estaban listos.

Cuando Abigail se hubo levantado él cogió su escoba y se estiró antes de coger su caja con la otra mano para afianzarla contra su propio cuerpo, había visto a la chica desaparecer bajo las gradas y eso le dio tiempo e ir hasta el campo para de una vez exigir un espacio en el aire. Lo que no podía dejar de hacer era pasar por donde Pearlie para saludarla como la gente, en el fondo siempre seguía teniendo esos modales que le enseñaron su padre y su abuela, su madre era un poco más de instintos.

No le importaba la conversación que pudiesen estar teniendo, pero como la relación con Sofie siempre se tornaba algo tensa sólo le puso una mano en el hombro a la rubia y a Pearlie le dio un abrazo tan fraternal como los de toda la vida pero sin beso ni nada de eso, sólo le dijo que si le mandaba una lechuza a su abuela no le fuese a contar que había estado haciendo eso, que ya sabía cómo se ponía. Ella los sabía bien, muchas veces Annapola había intentado que Pearlie sea la dama de sociedad que su tía Frances nunca fue, sobretodo en las reuniones de familia en las que Aldrich podía ver esa presión latente en los ojos de la mujer.

Con él nunca había sucedido de ese modo, pero las expectativas que tenía respecto a él eran grandes por el hecho de llevar el nombre del fallecido hijo de ella y además tenía aquel parecido que ella mencionaba pero no con la maldad de los infames de la escuela o de ahora en la universidad. Aldrich buscaba ser un buen muchacho por encima de todo aunque a veces pareciese que sus responsabilidades le pareciesen vanas, fumaba marihuana pero sólo eso, era poco de intoxicarse seguido y la bebida era algo que jamás lo había hecho caer o presentar un espectáculo bochornoso, pero la vida era larga y seguramente le sucedería, sólo esperaba que no de forma muy grotesca.

Bajó rápidamente las gradas después de aquel comentario hacia su prima porque la ansiedad ya la sentía dentro. La sensación era similar al sentir cuando uno está nervioso, aquel vacío incómodo en la boca del estómago y la tensión de los músculos aparecían incluso cuando era algo tan informal como aquella partida casual. Pero más importante que esa sensación que esperaba no perder nunca estaba la idea cliché de que a unos pocos metros de altura parecía que todo lo demás desapareciese, siempre le pareció tonto pensar así pero no encontraba otro modo de describirlo.

Se puso los guantes de golpeador y su bate lo iba balanceando entre sus manos mientras aporreaba a viento con él, sentía el cuerpo frío así que se puso a calentar moviéndose en su propio lugar, ya se había desgarrado los músculos suficientes veces como para no ser un inconciente. ¿A qué maldita hora saldría Tucker? Parecía una infinidad aunque deberían haber pasado sólo un par de minutos. Ya tenía el cuerpo tibio para cuando ella salió y no pudo evitar apretar los labios hacia adentro de la boca cuando la vio, fue puro instinto, repasó su figura rápidamente un par de veces antes de volver a hablar; cómo le gustaban las chicas vestidas de negro.

-Hola, Aldrich Burroughs.-se presentó sin mucha parafernalia, no lo consideraba muy importante en ese momento.-¿Y Brackminster? ¿Se van a poner exquisitos o jugamos? Tengo algunas bludgers por si las quieren, si no usamos las que tengan.

Bien. Abby aceptaba su sugerencia y desaparecía, Aldrich con sus saludos también se retiraba y les quedaban para ella dos las enormes gradas solitarias. – Uh pobre! – se le escapó cuando veía como Adair acertaba a darle en la espalda al desconocido, pero igual y con eso, parecía que era el afectado el que llevaba la ventaja en todo el asunto. Sofie por su parte no podía más que asentir a los dichos de Pearlie, porque sus conocimientos sobre Quidditch eran muy muy básicos y de espectadora o lectora de revistas de deportes que traían más fotos sugerentes que textos sobre tácticas.

Y por muy interesante que estuviera el partido improvisado, los chusmeríos para ella lo eran mucho más así que abriendo los ojos como platos escuchó asombradísima lo que Pearlie le contaba sobre su padre, el ipod y sobre todo el enojo que traía contra él. Igual ni se preocupó porque lo creía eventual, como le sucedía a ella con su madre, que cada tanto se enojaba muchísimo con ella pero al rato volvía a permitirle meterse en su vida para amarla y sobre todo confesarle todo, pues en el caso de Sofie su madre era como su cura confidente, solo que más nada era pecado para Jessy y el libre albedrío del desacato la ley.

- jajaja… no puedo creerlo… Pero ni te preocupes, mañana le escribo a mamá para que compre otro y me lo mande… Como dices ya que estás aquí ya no podrá quitártelo. - En eso que iba a ponerse ella de confidente a contarle que había besado a Adair este mismo empezó a caer en picada… Que diablos pasaba?... Por instinto se levantó del asiento, como si en verdad estar atenta a ver con que cosa se golpeaba pudiera cambiar algo y no volvió a sentarse hasta que Adair estuvo en suelo firme y el partido se tomaba un break para reorganizar posiciones…

Ahora si, se giró a Pearlie y le dijo con sonrisa pícara… - Bueno, lo besé! – A quien?.... Miró de nuevo al campo y volvió a su amiga – A Adair!!, puedes creerlo!?... Creo que estuve mal, porque no lo conozco de nada y ya me dijo Gianna Vercelli que no me conviene…. Pero…..- volvió la vista al campo de juego y como en un suspiro concluyó - … fue fantástico.

No creía que Pearlie fuera de esas que esparcían rumores, pero por las dudas acotó algo como que era a ella, a la primera persona que se lo contaba y que no dijera nada.

El islandés hubiera seguido con su ataque, ya sentía los aros muy cerca y el primer punto suyo, pero antes de volverse loco por anotar, notó la desestabilización de Brackminster que no parecía nada normal. Ya que no estaban en un partido oficial y que el público no era tan nutrido, no le importó no lanzar la quaffle hacia una anotación, sino que la mantuvo agarrada y se acercó volando rápido hacia su compañero para asegurarse que todo estuviera bien. Descendió, pero sin tocar el suelo, sino quedándose a la altura de los dos que llegaban antes de que Brackminster se partiera el cuello.

Curvó las cejas en un gesto raro cuando la chica que iba habló sobre la exclusiva audiencia y por inercia miró hacia las gradas entrecerrando los ojos, trataba de descubrir si la exclusiva audiencia que veía desde abajo estaba compuesta por chicas guapas, pero no alcanzaba a ver tan bien. Se presentó con Abigail diciendo solo su nombre mientras le estrechaba la mano, y después se presentó con Aldrich. Aunque le costaba entender el inglés porque su padre a pesar de hablarlo bien nunca se había esforzado en enseñarle mucho, entendió que querían jugar en parejas.

Dio un rápido repaso a Aldrich. Se veía en forma pero no estaba seguro de que fuera profesional como Brackminster aunque podía ser que se equivocase. Al fin ellos habían llegado después así que podían hacer equipo juntos. –Me quedo con Brackminster- Le costó mucho decir su apellido pero lo logró bien e hizo un gesto en dirección a su nuevo equipo- ¿A medio campo?-No sabía si eran limitantes de entender el idioma y no había entendido lo que Abigail quería decir, que para él, era no usar el campo completo, algo que no le parecía tan bien aunque fueran solo cuatro personas. El medio campo era el tamaño del de su antigua escuela.

No esperó respuesta y se encogió de hombros, porque tampoco quería alardear. De todos modos su falsa humildad no le salió tan bien al momento de decir- Les dejo la iniciativa- y lanzarle la quaffle a Abigail como si fuera condescendiente y le estuviera dando ventaja a sabiendas. Golpeó el hombro de Brackminster con algo parecido a la camaradería y volvió a ganar altura. Ojalá ya pudiera jugar.

Hizo una mueca de burla al verle la cara de histeria a Brackminster, pero no dijo nada en retorno. La idea había sido la misma desde un principio, tumbarlo de su escoba. Usarlo como excusa para darse tiempo de conseguir la escoba y unirse al juego, simplemente había aparecido en el momento. Vio irse al Gryffindor y prestó toda atención al otro par de chicos.

Se notaba que al islandés se le hacía bastante difícil el entender y hablar el inglés, pero ni se esforzó por hacerse entender mejor - Solo creo que es perdida de energía y tiempo el usar el campo completo - levantó el rostro, era enorme! - para 4 jugadores - se aclaró, pero le daba igual si luego querían volar sobre toda la universidad, la verdad, solo quería el rush de adrenalina - Pero como sea, me da igual -

La elección del chico fue predecible, se conformó con solo asentir. Recordaba haberse enfrentado en un par de partidos a Adair cuando aún estaban los dos en Hogwarts, y sabía que era bueno. Pero no se negaría a jugar con Aldrich. Era un partido amistoso, tan amistoso como terminar con costillas rotas podía parecer tras ser golpeado por una bludger.

Aferró la quaffle bajo su brazo y se elevó en el aire. La escoba se movió de un lado al otro por dos segundos, pero no le costó tiempo acoplar su peso y posición sobre la misma. No sería la primera y seguro no la última vez que tenía que usar una escoba ajena y maltratada. Dio un par de giros sobre el campo y finalmente tomó su posición avanzada gracias a la "iniciativa" regalada por el islandecito y su egote.

Negó con la cabeza y miró las posiciones de Aldrich y Adair respectivamente. Una de las bludger le pasó rozando la pierna izquierda y supo que ya era hora de comenzar a moverse. Se inclinó sobre la escoba y arrancó en línea directa hacía los aros pero dispuesta a efectuar maniobra evasiva en picada si notaba que Hakan se le acercaba de más, o su cuerpo peligraba. Era terrible la idea de confiar su salud a alguien que desconocía y que políticamente debería odiar, pero era quidditch y en su libro indicaba que Burroughs haría lo que era correcto.

Los cuatro conocían bien aquel deporte, al menos así parecía, por lo que ahora valía más el instinto y la experiencia que las palabras, gritos o comandos. Para ella solo importaba la deliciosa sensación de vértigo, el viento golpeando en su rostro y sus sentidos agudizados al máximo para prevenir daños colaterales de cualquier tipo. Aferraba la quaffle como si se tratase de su propia vida y no temía sacar las garras para defenderla. Nunca había sido muy limpia para jugar y no dudaría en golpear y romper narices para conseguir anotar.

No habló mucho porque no era que aquello necesitase tanto trámite para darse, sólo le agradeció a Brackminster por el bate pero llevaba el propio, siempre le gustaba jugar con su propio equipo y no por desconfianza –que eso ni era un juego oficial- si no porque conocía el peso de su bate y todo lo que resistía, le parecía de principiantes no tomar en cuenta esas cosas, pero tal vez es que era muy serio a veces porque como se recordaba, aquello no era oficial.

Pasó el bate por detrás de sus codos para estirar bien la columna usándolo como un instrumento de apoyo, hecho eso sacó del bolsillo unos guantes de cuero de dragón negro, eran unos simples que usaba para las prácticas cuando iba a hacerlas. Hákan estaba en lo cierto, no era un profesional y de hecho su estado físico podía ser mucho mejor que el que tenía encima ahora, pero es que realmente lo suyo no era tan dedicado porque además debía estudiar las cosas de su carrera, no se la podía pasar volando y levantando pesas.

No tuvo problema alguno con tener a Abigail de compañera pero al estar en la misma situación que los otros no sabía qué esperar de su ahora compañera, ella era cazadora y entendía inmediatamente como su deber más vital el protegerla, él no estaba al tanto del origen de ella o de si debían tener rencillas personales, de todos modos cuando uno sube a una escoba esas cosas quedan como inexistentes porque nadie necesita a un grupo de resentidos volando y atacando a sus propios compañeros de equipo.

Cogió su escoba y con una suave patada en el suelo se elevó, le daba igual si jugaban en una mitad del campo o en todo el terreno. Apenas comenzó la vio avanzar se adelantó por el mismo camino que ella seguía, sólo que por encima y bateó hacia Brackminster una bludger que no sabía si él había enviado o si por trayectoria propia llegaba hasta Tucker.

Miraba a su alrededor y logró batear con fuerza un par de veces más antes de ver una que iba por delante hacia el rostro de ella.-¡Elévate, yo me encargo!-gritó avanzando por debajo de ella hacia la bludger para golpearla y dirigirla a Hákan, lo último que necesitaba es que en el primer ataque le llegase a robar la quaffle a Abigail.-

Su desahogo había durado bien poco, aunque en realidad no necesitaba mucho más y se quedaba tranquila de saber que Sofie le volvería a dar uno, aunque la verdad…no tenía mucha idea de cómo funcionaban esas cosas y era más la curiosidad de contar con uno en las manos tal cual que porque supiera exactamente qué era lo que le había quitado su padre. Ella solamente alargó el cuello cuando Adair comenzó a caer en picada pero notó de inmediato la manera en que Sofie se levantaba. No le quedó claro si era una preocupación natural o si se trataba de que Adair, al que había conocido hacía poco, le gustaba. Claro que todas sus dudas se aclararon cuando la chica volvió a la conversación.

-¿Lo besaste?

Le dijo con una sonrisota y luego soltó una risilla tonta. Adair era muy guapo y en honor a la verdad, cuando lo había conocido, hacía ya alguito de tiempo, le habían dado ganas de besarlo también, pero no hizo nada porque su amiga la loca ya estaba con las suficientes ganas de arrancarle los ojos como para mover las aguas. Así que Sofie tenía suerte.

Por supuesto que no le iba a decir a nadie y le apretó la mano entre la emoción y la promesa silenciosa.

-Pues es guapísimo, así que no importa si no lo conoces de nada.

Se volvió a reír y se tapó la boca con la mano libre. No estaba muy segura de lo que estaba diciendo, en parte era por su lado a Sofie- no en mal sentido- porque lo que menos quería era quitarle esa ilusión de la carita con una regañina moral de la que ni siquiera ella estaría segura.

-Pero o sea, ¿tú lo besaste? ¿él te besó? ¡cuéntame los detalles!

Por chismosear, hasta había dejado de ver al islandés y a Adair, ahora compartiendo el campo con su primo y con Abigail. Le importaba más atender cosas de chicas que ver quidditch, que aunque le gustaba genuinamente y todo, pues primero lo primero.

-Tienes suerte, no he conocido a nadie que me den ganas de besar.

TEMA CERRADO, SE ME VAN DE AQUÍ
Ah sí y obviamente, ganan los que van en la carrera de quidditch


Hákan gana 15 puntos de experiencia y 73 galeones
Adair gana 9 puntos de experiencia y 43 galeones
Aldrich gana 15 puntos de experiencia y 60 galeones
Abigail gana 12 puntos de experiencia y 70 galeones
Sofie gana 9 puntos de experiencia y 89 galeones
Pearlie gana 9 puntos de experiencia y 67 galeones