OGMIOS: 275 PUNTOS
CERRIDWEN: 150 PUNTOS
ARIANRHOD: 35 PUNTOS
SMERTIOS: 175 PUNTOS
Últimos temas
¿Quién está en línea?
En total hay 2 usuarios en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 2 Invitados :: 1 Motor de búsquedaNinguno
El record de usuarios en línea fue de 149 durante el Miér Oct 23, 2024 12:07 pm
Este foro está creado enteramente para esparcimiento y diversión sin fines de lucro. La temática, tramas y personajes son 100% originales creados por el equipo administrativo y los usuarios de este mismo foro. Todo lo demás, pertenece a J.K.Rowling.
"Universidad Brigantia de Estudios Mágicos" está protegida por una licencia creativa. Cualquier reproducción total o parcial del contenido del foro, así como el diseño, será considerado como plagio. Por favor, se original, no robes ni copies.
Alimentando al león.
3 participantes
Página 1 de 1.
Alimentando al león.
Luego de su última clase siestera, Galatea había pasado alrededor de dos horas leyendo una novela romántica (sí, otra) que 120 minutos antes había pedido a la recepcionista. Ella no era del tipo que extraía un libro prestado, se lo llevaba al cuarto, lo dejaba olvidado arriba de la mesa de noche o la cómoda, y cuando el día terminaba volvía a reencontrarlo, utilizando sus páginas como somníferos para antes de dormir; Galatea los pedía, y se los devoraba. Si no tuviera clases, se hubiese quedado ahí hasta que cierren. Eso, si primero no hubiese tenido tanta hambre, porque para entrar al aula faltaba bastante, pero la insistencia de su estómago era absolutamente desconcentrante. Aunque no desconcertante. Su cuerpo era un reloj suizo, y si almorzaba muy temprano, al rededor de las cinco el león de su vientre ya empezaba a rugir tan fuerte que la muchacha se preguntaba si las personas de su alrededor podían escucharla.
Caminó los pasos que la separaban de la cafetería con su nueva adquisición temporal y la mochila colgada al hombro, pensando que sería genial que los decanos decidieran convertir el comedor en un buffet 24 horas. Al cruzar la puerta, en seguida la envolvió un ambiente dicharachero que distaba mucho de la tranquilidad que la mecía quince minutos antes, pero era un soplo de aire fresco, porque a veces se embotaba sin darse cuenta. Ocupó una mesa vacía en el costado, asegurándose de colocar su libro boca abajo, por las dudas (porque leer Danielle Steele era vergonzoso), habiendo antes colgado su mochila en el respaldo de la silla que en seguida ocupó. En seguida una camarera acudió a traerle la carta, más Galatea ya sabía qué pediría: leche chocolatada y un muffin con chispas de chocolate, como para alegrar a su niña interior. Cosa que en realidad hacía a diario.
Ni bien estuvo sola, observó más detenidamente la mancha que había en su mesa, en la cual se había fijado previamente sin tener oportunidad de atacar. Era el contorno de una taza, hecho aparentemente con café, ya bastante difuminado. Pero las manchas a Galatea le provocaban incomodidad, y sencillamente no iba a poder ingerir su feliz merienda si sabía que esa intrusa se encontraba allí. Sacó una servilleta de papel del servilletero que tenía adelante -pues haría demasiado revuelo si sacaba la varita, guardada en un bolsillo de la mochila-, y limpió disimuladamente la mancha, frotándole el papel por encima. Pero no se iría con tanta sutileza. Volvió a intentarlo, ésta vez con algo de más ahínco y con la uña del dedo pulgar, rasqueteando el pegote, que comenzó a desintegrarse en pequeños puntos marrones. Sonrió victoriosa, rasqueteando y rasqueteando, con los bucles casi rozando la mesa de lo inclinada que estaba.
Caminó los pasos que la separaban de la cafetería con su nueva adquisición temporal y la mochila colgada al hombro, pensando que sería genial que los decanos decidieran convertir el comedor en un buffet 24 horas. Al cruzar la puerta, en seguida la envolvió un ambiente dicharachero que distaba mucho de la tranquilidad que la mecía quince minutos antes, pero era un soplo de aire fresco, porque a veces se embotaba sin darse cuenta. Ocupó una mesa vacía en el costado, asegurándose de colocar su libro boca abajo, por las dudas (porque leer Danielle Steele era vergonzoso), habiendo antes colgado su mochila en el respaldo de la silla que en seguida ocupó. En seguida una camarera acudió a traerle la carta, más Galatea ya sabía qué pediría: leche chocolatada y un muffin con chispas de chocolate, como para alegrar a su niña interior. Cosa que en realidad hacía a diario.
Ni bien estuvo sola, observó más detenidamente la mancha que había en su mesa, en la cual se había fijado previamente sin tener oportunidad de atacar. Era el contorno de una taza, hecho aparentemente con café, ya bastante difuminado. Pero las manchas a Galatea le provocaban incomodidad, y sencillamente no iba a poder ingerir su feliz merienda si sabía que esa intrusa se encontraba allí. Sacó una servilleta de papel del servilletero que tenía adelante -pues haría demasiado revuelo si sacaba la varita, guardada en un bolsillo de la mochila-, y limpió disimuladamente la mancha, frotándole el papel por encima. Pero no se iría con tanta sutileza. Volvió a intentarlo, ésta vez con algo de más ahínco y con la uña del dedo pulgar, rasqueteando el pegote, que comenzó a desintegrarse en pequeños puntos marrones. Sonrió victoriosa, rasqueteando y rasqueteando, con los bucles casi rozando la mesa de lo inclinada que estaba.
Última edición por Galatea Crovendale el Jue Sep 27, 2012 8:55 pm, editado 1 vez
Galatea Crovendale- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 25/09/2012
Re: Alimentando al león.
Que a Pearlie se le podía ver mucho por ahí no era ninguna mentira. Ya hasta se hablaba un poco más con Elisa, la encargada –cuyos pastelitos de marihuana no volvería a comer en la vida- y tenía “su mesa”, que había elegido porque le gustaba como daba la luz, permitiéndole leer insonorizando la zona a su alrededor mientras tomaba café. Su madre odiaba por alguna razón su afición a la cafeína, según ella los dientes, las uñas y la piel sufrían bastante a la larga y por eso siempre prefería un buen té antioxidante, pero Pearlie no había terminado por hacerle caso nunca en ese aspecto, mucho menos ahora. Para cualquiera podía ser una estupidez que eso significara un chiquito acto de rebeldía, pero nadie que no hubiera estado nunca tan controlado como ella podía entenderlo jamás de todos modos.
Ella no leía a Danielle Steel, pero tampoco estaba puesta con cosas de su carrera ni mucho menos. Estaba matando el tiempo con una novela que le había prestado Gianna y su ejercicio favorito era ponerle la cara de Joseph Crawford a todos los personajes masculinos interesantes que aparecían, lo que le aseguraba ya estar convertida en toda una tarada. Desvió la vista únicamente cuando por el rabillo del ojo percibió un movimiento extraño constante y se encontró con una chica que estaba intentando quitar una mancha de café de la mesa. Arqueó una ceja como si no entendiera por qué simplemente no le lanzaba un fregotego o un aguamenti para aflojar la mancha y ya, en lugar de estar luchando tanto.
Con un movimiento de varita, quitó el hechizo que insonorizaba su zona y se inclinó hacia ella.
-Oye…con magia todo sería mucho más fácil
A menos que fuera una de esas brujas reaccionarias que argumentaban que eso de usar la magia para todo era una pérdida de tiempo, no le veía sentido a no facilitarse las cosas. Todo fuera dicho, en su casa no usaban la varita hasta para abrir la puerta nada más por milagro y porque era mucha ridiculez, pero ella estaba acostumbrada a solucionar los problemas así.
-¿Te ayudo?
No quería sonar antipática, ni a que estaba insinuando que la chica no supiera como usar la varita y por eso necesitara su ayuda. Tampoco le faltaba tanto para quitar la mancha ni nada pero le pareció una urgencia que se pusiera mejor a comer en lugar de perder el tiempo con eso. O terminaría comiéndose la mesa de lo inclinada que estaba.
Ella no leía a Danielle Steel, pero tampoco estaba puesta con cosas de su carrera ni mucho menos. Estaba matando el tiempo con una novela que le había prestado Gianna y su ejercicio favorito era ponerle la cara de Joseph Crawford a todos los personajes masculinos interesantes que aparecían, lo que le aseguraba ya estar convertida en toda una tarada. Desvió la vista únicamente cuando por el rabillo del ojo percibió un movimiento extraño constante y se encontró con una chica que estaba intentando quitar una mancha de café de la mesa. Arqueó una ceja como si no entendiera por qué simplemente no le lanzaba un fregotego o un aguamenti para aflojar la mancha y ya, en lugar de estar luchando tanto.
Con un movimiento de varita, quitó el hechizo que insonorizaba su zona y se inclinó hacia ella.
-Oye…con magia todo sería mucho más fácil
A menos que fuera una de esas brujas reaccionarias que argumentaban que eso de usar la magia para todo era una pérdida de tiempo, no le veía sentido a no facilitarse las cosas. Todo fuera dicho, en su casa no usaban la varita hasta para abrir la puerta nada más por milagro y porque era mucha ridiculez, pero ella estaba acostumbrada a solucionar los problemas así.
-¿Te ayudo?
No quería sonar antipática, ni a que estaba insinuando que la chica no supiera como usar la varita y por eso necesitara su ayuda. Tampoco le faltaba tanto para quitar la mancha ni nada pero le pareció una urgencia que se pusiera mejor a comer en lugar de perder el tiempo con eso. O terminaría comiéndose la mesa de lo inclinada que estaba.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: Alimentando al león.
Beatrice no solía visitar mucho la cafetería, pensaba que la mayoría de la gente que se la pasaba pululando esa clase de sitios eran hipsters indeseables. Prefería comprar su café, bocadillos o lo que fuera dirigirse a los lindes del bosque, donde podía sentarse sobre una roca especialmente grande y disfrutar de un poco de soledad, aire fresco y sombra, cortesía de los enormes árboles del bosque de Andarta.
Claro, el clima comenzaba a hacerse cada vez más fresco y ventoso, señal de que el otoño se moría por dar paso al invierno. Maldito invierno, odiaba tener que salir toda abrigada y pasársela de resfriado en resfriado.
No, mejor se quedaba en la cafetería en aquella ocasión. Igual, así le hacía algo de publicidad gratis al libro de su madre que estaba leyendo. Solía tener una política de no leer en público nada de lo que escribía su mamá, pero debía reconocer que aquel trabajo investigativo sobre uso de sustancias y hechizos mágicos para cometer abuso sexual estaba bastante interesante. Y publicidad, claro.
Así que se llevó su libro bajo el brazo, se vio en el espejo para asegurarse de que su cabello luciera un uniforme tono rubio con mechones rosa y que el tinte no le hubiera hecho nada raro después de la inmersión en el lago y se fue a la dichosa cafetería.
Al entrar pidió un mocaccino y una enorme galleta, antes de buscar una mesa. Pensaba más bien en buscar alguna cara conocida, ya que estaba por ahí podría socializar un poco. Entonces vio a una chica con una melena llena de rulos limpiando su mesa con una servilleta.
Beatrice Witchcombe reconocería a esa adorable y neurótica actitud donde fuese.
- ¡Hey tu! –Chilló con una voz agudísima, antes de lanzarse hacia la mesa de su amiga.- No sé por que te empeñas en hacer esa clase de cosas de forma muggle, mujer. Me provoca sacar la varita y limpiar la mesa con un fregotego de solo verte, como cuando te cuelga un pellejito del de… -entonces se dio cuenta de que su amiga no estaba sola. - ¡Hola! Soy Bea, ¿y tú?
Sacudió la mano de la otra chica, con toda la confianza del mundo.
Claro, el clima comenzaba a hacerse cada vez más fresco y ventoso, señal de que el otoño se moría por dar paso al invierno. Maldito invierno, odiaba tener que salir toda abrigada y pasársela de resfriado en resfriado.
No, mejor se quedaba en la cafetería en aquella ocasión. Igual, así le hacía algo de publicidad gratis al libro de su madre que estaba leyendo. Solía tener una política de no leer en público nada de lo que escribía su mamá, pero debía reconocer que aquel trabajo investigativo sobre uso de sustancias y hechizos mágicos para cometer abuso sexual estaba bastante interesante. Y publicidad, claro.
Así que se llevó su libro bajo el brazo, se vio en el espejo para asegurarse de que su cabello luciera un uniforme tono rubio con mechones rosa y que el tinte no le hubiera hecho nada raro después de la inmersión en el lago y se fue a la dichosa cafetería.
Al entrar pidió un mocaccino y una enorme galleta, antes de buscar una mesa. Pensaba más bien en buscar alguna cara conocida, ya que estaba por ahí podría socializar un poco. Entonces vio a una chica con una melena llena de rulos limpiando su mesa con una servilleta.
Beatrice Witchcombe reconocería a esa adorable y neurótica actitud donde fuese.
- ¡Hey tu! –Chilló con una voz agudísima, antes de lanzarse hacia la mesa de su amiga.- No sé por que te empeñas en hacer esa clase de cosas de forma muggle, mujer. Me provoca sacar la varita y limpiar la mesa con un fregotego de solo verte, como cuando te cuelga un pellejito del de… -entonces se dio cuenta de que su amiga no estaba sola. - ¡Hola! Soy Bea, ¿y tú?
Sacudió la mano de la otra chica, con toda la confianza del mundo.
Beatrice Witchcombe- Mensajes : 56
Fecha de inscripción : 25/09/2012
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Lun Jul 15, 2013 1:57 pm por Gerhard Immëndorff
» PANGEA RPG - !UN FORO DIFERENTE! Ven y conócenos.
Sáb Abr 06, 2013 5:04 pm por Morten J. Harket
» Anybody home?
Sáb Abr 06, 2013 4:57 pm por Morten J. Harket
» Morsmorde Era Tom Riddle {Elite} No es cualquier rpg de Hp
Sáb Mar 30, 2013 11:41 am por Invitado
» Morrigan's Mental Asylum FORO NUEVO DE JULIA MCREARY
Lun Mar 25, 2013 2:28 am por Julia McCreary
» San Valentín
Sáb Mar 16, 2013 12:17 am por Aldrich Burroughs
» Necronomicon [Normal]
Vie Mar 08, 2013 1:37 pm por Invitado
» Inferio RPG ~ Afiliación Elite {Nuevos Botones y Nuevo Dominio}
Jue Mar 07, 2013 5:49 pm por Invitado
» Partis Temporus [elite]
Lun Mar 04, 2013 5:04 pm por Invitado
» Into the darkness {Afiliacion Normal}
Lun Feb 25, 2013 6:34 pm por Invitado