Hormigas, hormigas

En los folletos informativos de la Universidad había una parte sobre la flora del campus, alrededor del lago, en el bosque y demás. No sabía si era exclusivo de los que estudiaban herbología o pociones, pero era el segundo día que lo veía con mucha emoción y había decidido ir a explorar de manera práctica, y quizás recolectar algunos ejemplares.

La primera parte de mi camino fue algo accidentada, por que primero me equivoqué de camino, me tropecé sin que nadie me viera y se agujeró mi pantalón. Ese día tenía especial talento para llamar a la mala suerte, lo comprobé después.

Cerca del lago, donde la tierra ya estaba esponjosa por la humedad, había un montón de florecitas rojo encendido con forma de estrella de seis picos. Era un buen ingrediente para una poción sencilla de belleza, que mantenía la piel linda. Claro que era vanidosa aunque no me quitara las gafas ni me interesara la ropa linda como a Jet, pero nada me daba más terror que tener granos en la cara y si esa florecilla era ingrediente para impedirlo, naturalmente la iba a utilizar.

Recolecté las plantitas en un frasco pequeño de cristal, con unas pinzas de madera para tomarlas. Pensé que había tenido éxito y podía volver a mi dormitorio, pero no. Mi blusa de pronto estaba llena de hormigas, y me di cuenta después de sentir un cosquilleo espantoso en el pecho y en los hombros. Con un grito me deshice de la camiseta blanca de tirantes que traía y me sacudí ansiosamente. El problema fue que de pronto escuché, con claridad, que alguien venía caminando.

-¡Ah, espera! ¡Espera no te acerques, date la vuelta! Por que fuera quien fuera, no quería que me viera medio desnuda. Bueno, sin camiseta. Estaba exagerando.

Conforme pasaba el tiempo ya no estaba tan seguro como antes de su incursión al mundo de las pociones. Siempre quedaba muy cansado de su propia carrera como para preocuparse por los deberes de otras, pero ya se había comprometido al menos durante ese mes, no lo iba a dejar así a medias. Precisamente por pociones estaba recolectando algunos ingredientes lejos de donde estaba Juno. Lo que le gustaba y a la vez lo estresaba de Immëndorff era que no les dejaba las cosas fáciles y que los mandaba a recolectar sus propias cosas para no depender siempre de las existencias de las tiendas y entrar en crisis como medio mundo mágico en ese momento.

Llevaba consigo nada más que la varita y unas cuantas bolsas de plástico donde iba metiendo unas hierbas para una poción que lo ayudara a relajar los músculos después de los entrenamientos. Todavía no sabía si estaban permitidas ese tipo de cosas pero suponía que no tenía nada de grave curar su propio dolor con pociones curativas hechas por su propia mano.

Ya que había terminado se disponía a volver al edificio de smertios y a su habitación para poner un caldero y hacer lo suyo cuando escuchó el grito de una chica no muy lejos de ahí. Guardó rápido sus cosas y caminó hacia allá con toda la intención de hacerse el héroe pero ni siquiera pudo llegar bien a ningún lado a ser el nuevo protector de las damiselas en apuros cuando la misma chica que suponía que había gritado, le gritaba que no se acercara y se diera la vuelta.

-Está bien, está bien- Dijo, apenas alcanzando a ver que la chica no tenía puesta camiseta alguna. No se moría de ganas por ver así que acató las reglas y se giró, tampoco era ningún pervertido nato, ni tenía quince años como para espiarla.-Solo que creo que te escuché gritar, venía a ver si todo estaba bien.

-Gracias, me atacaron las hormigas.

Rápido me puse la camiseta que ya estaba sucia por haberla sacudido en un tronco caído, así que quedé otra vez vestida pero muy sucia y con esa sensación de comezón que no terminaba de quitarme de encima. Era curioso que alguien hubiera llegado a ayudarme así como así, más valía controlar mis gritos en Brigantia, por que parecían abundar las almas nobles de los caballeros con ganas de socorrer señoritas. Me acerqué un poco al chico (no le había visto la cara, pero había escuchado su voz)

-Ya puedes acercarte

Le dije medio sonriendo y me di cuenta que iba caminando como si nada con una mancha de lodo justo sobre el pecho izquierdo. Me intenté cubrir discretamente pero era inútil y ya no supe si era más vergonzoso caminar hacia él con ese manchón ridículo o sin camiseta. Mi corpiño después de todo no era nada provocativo y me llegaba casi a la cintura. Recordé que para algo llevaba el cabello tan largo, y me lo puse de lado convenientemente, como si no lo fuera a notar.

No lo había visto por mi facultad, ni en el comedor, pero estaba recolectando cosas para pociones, así que quizás era oyente de otra carrera. Fue ñoñísimo pero me dio gusto que estuviera haciendo lo mismo que yo y por eso le sonreí un poco más, cuidando que el cabello siguiera cayendo convenientemente en mi lado izquierdo donde estaba la mancha. Era la primera persona con la que me topaba casualmente, y tampoco lo recordaba de Hogwarts.

-¿Eso es para hacer una poción? ¿Qué vas a hacer? Yo también estoy recolectando, es maravilloso que Brigantia tenga especies endémicas ¿Lo sabías? yo creo que es por el nodo mágico, se supone que pasan cosas maravillosas aquí, hay una planta casi prehistórica que se creía extinta. No sirve para gran cosa, pero igual es interesante ¿No?

Ataque de hormigas sonaba muy mal. No se giró hasta que ella le dio permiso como había mandado, pero sonrió de inmediato al girarse y verla, con la blusa medio sucia y cara bonita. No había visto hasta el momento ni una chica fea en Brigantia y eso era peligroso para su integridad. Le provocó ternura ver cómo se cubría la mancha con su cabello largo.

-Sí. Es para una poción para relajar los músculos. El quidditch me los deja tensos y adoloridos. Es de esos dolores que gustan, pero me conviene más no tenerlos.- Le dijo con su todavía atropellado inglés. Había encontrado esa poción en un libro de quidditch, no en uno de pociones pero no creía que un libro para jugadores profesionales estuviera mintiendo.

No entendió la palabra “endémica” cuando Juno la dijo, porque fonéticamente era radicalmente distinta a como él la decía en islandés y no era tampoco una palabra muy usual en el idioma inglés del día a día. Puso un gesto de estar luchando y no haber escuchado bien, pero fue entendiendo de qué hablaba por el contexto del nodo mágico y de la planta prehistórica que se creía extinta.

-Sí, es interesante. ¿De qué planta hablas? ¿Está por aquí, me la enseñas?-Preguntó mirando a todos lados. No estaba tratando de quedar bien con Juno, era interés real porque sabía que en Brigantia pasaban cosas importantes.

-Esta planta que tengo aquí es muy común, nada grave.- Le enseñó la bolsa de plástico con todo y su contenido a ver si la reconocía. –Perdón, soy Hákan, ¿segura que ya controlaste el problema de las hormigas? Debería lanzarte un aguamenti por si las dudas- Dijo bromeando, señalándola con la varita de arriba hacia abajo.

Deduje que estaba en la carrera de quidditch profesional, tenía el tipo físico o algo así, los brazos magros y la espalda fuerte en apariencia aunque fuera delgado. Le sonrió automáticamente al darse cuenta que tampoco era inglés, se le notaba en el acento. Además, se interesaba por las cosas que decía y me pregunté si el chico no debió ser herbólogo en vez de jugador de quidditch, pero claro,era sólo la primera impresión y no conocía de la pasión que tuviera por su carrera.

Saqué de mi bolsa el folleto de las especies vegetales, lo doblé por un lado por que nunca había sido muy cuidadosa con mis libros ni con mis fuentes de información y me acerqué a él para mostrarle la fotografía. Era una planta que parecía un microarbolito como un brócoli pero de un amarillo mostaza intenso y con el tallo mucho más delgado.

-No sé si esté por aquí, es linda como para hacer una maqueta, pero creo que sus propiedades son sólo para hacer pegamento de carteles o una cosa así, no es muy interesante. Pero podríamos buscarla, me gustaría verla en vivo

Ya sabía yo que buscar plantas tal vez no era el plan más divertido para un mago cualquiera pero si él me había pedido que se la enseñara tal vez tuviera gustos como los míos. O sea gustos ñoños, lo admitía. Y él no tenía mucho el tipo de un chico ñoño, hasta estiré la mano para pasarla por su cabello cortísimo por que me gustaba cómo se sentían las cabelleras rapadas, era una maña infantil que no se me había quitado aunque ni siquiera supiera su nombre. Ah, bueno, sí lo sabía pero aún no me atrevía a pronunciarlo. Identifiqué la planta que él había buscado y asentí, sabía que tenía propiedades de relajante muscular así que seguro le funcionaría.

-Me gusta cómo se siente tu cabello, perdón. Yo soy Juno... creo que ya se fueron, pero tengo comezón, creo que me están saliendo ronchas

Me asomé dentro de la blusa. En efecto, me estaban saliendo ronchas, y no sabía si la comezón iba a ser grave o era una reacción pasajera... pero tener la camiseta mojada seguramente no lo apaciguaría mucho, o quién sabe. Estaba confundida, sucia y entusiasmada, una mezcla de factores que nunca se me habían presentado juntos.

-¿Y si mejor me meto al agua? Creo que tampoco es buena idea

Dobló un poco el cuello para ver bien la fotografía. Era visualmente agradable la planta prehistórica pero se rió cuando le dijo que solo servía para hacer pegamento de carteles. Uno podía hacerse ideas muy falsas respecto a ciertas cosas, él hubiera creído que una planta prehistórica sobreviviendo por fuerza tendría que servir para fabricar alguna poción especial prohibida de la antigüedad y las cavernas.

El plan de buscar plantas, era verdad, podía no ser el más divertido, pero a él no le molestaba, al contrario. Siempre había tenido ganas de aprender cosas y si su padre había sido claro en algo respecto a la magia en su vida, además de lo que significaba el quidditch, era en decirle que tenían suerte, que ambos tenían suerte en ser magos y en tener la oportunidad de descubrir ese mundo, que no desaprovechara nada. Su padre era hijo de muggles, sin ningún antecedente mágico conocido en su familia nunca y enterarse que era un mago había sido para él lo mejor de su vida. Tenían suerte, se lo repetía a Hákan cada que podía.

En eso pensaba, que le gustaría buscar plantas sin problemas cuando sorpresivamente sintió la mano de la chica sobre su cabello. Las chicas de ahí tenían mucha confianza en tocarlo, besarlo y todo lo demás, a él eso no le molestaba, pero de todos modos el gesto de Juno no era uno abiertamente coqueto y por eso lo hizo reír.

-Está bien, a mi también me gusta como se siente.-Su cabello, no que se lo tocaran, pero tampoco le causaba conflicto. Por reflejo se pasó el mismo la mano sobre la cabeza para corroborar que Juno no había sentido que tenía cuernos de erumpent en el cráneo mientras ponía cara de circunstancias por lo de la comezón e hizo como que se iba a asomar con ella dentro de la blusa, no por pervertido, sino también por reflejo.

-¿Cómo son las ronchas? Tal vez las hormigas también eran prehistóricas, pero creo que sobrevivirás.-No sabía si meterse al agua era buena idea pero, ¿no decían también que el lago de Dagda tenía algunas propiedades curativas también por el nodo mágico?.-Pues dicen que las aguas también tienen sus…dones mágicos…si quieres te acompaño, te metes a ver qué pasa y si sucede algún siniestro estaré ahí para llevarte en volandas a la enfermería.

Sonreí alegrándome un poco de que no hubiera sido muy confianzudo de mi parte andar agarrando su cabello, pero era una bobada que hacía desde niña, cuando un tiempo papá se había hecho un corte de cabello de soldado alemán de la segunda guerra mundial, o al menos así se veían en esos libros de historia muggles que me gustaban, y desde entonces se me había quedado la costumbre. Pero tuve que volver mi atención a la comezón para tratar de describírselas como haría con un medimago.

-Pues son menos feas de lo que suena, sólo son manchitas

Pero sí, también había leído que ese no era un lago común así que al final con toda la vergüenza inicial de que me vieran en corpiño, lo mejor sería meterse en el agua. Le volví a decir que se diera la vuelta, medio tomándolo de los hombros para que me hiciera caso. En un lugar donde no había tanto lodo dejé mi camiseta ya bastante manchada, mis jeans de siempre junto con los calcetines dentro de los tennis, sentí las cosquillas del suelo en la planta desnuda de mi pie y hasta que el agua me llegó a la cintura volví a hablar.

-Ya, si quieres acompáñame. No se sabe cuándo pueda necesitar que me lleves en volandas a la enfermería. Nunca me había metido al lago ¿Tú sí? Está bastante bien

Pensé que iba a tener que aguantar una temperatura templada tirando a frío pero la verdad es que estaba de una tibieza ideal, y se sentía bien en la piel. Las hormigas prehistóricas no iban a poder conmigo. Avancé un poco más en el agua hasta que me llegó a la barbilla y dejé de sentir el piso aunque no había hundido toda la cabeza.

-¿Habrá especies raras dentro del lago también? He oído que hay hechizos para ver bien bajo el agua, pero no los conozco. Con las algas también se hacen muchas pociones, aunque son problemáticas por que una vez deshidratadas pierden propiedades, y es casi siempre como las encontramos en las tiendas... oye ¿De dónde eres?

Hákan, obediente, se volvió a dar la vuelta, riéndose por la manera en que ella lo ayudaba a voltearse tomándolo de los hombros. Mientras esperaba miraba con atención las especies que había ahí enfrente de él, intentando adivinar sus nombres y sus propiedades en lugar de hacer conversación o de llenar su cabeza imaginando qué prenda se estaba quitando Juno según el tiempo y el orden común. Se giró cuando le dio permiso pero se tardó en quitarse la ropa aunque había entendido que Juno le estaba dando permiso para acompañarla, no quería entrar inmediatamente, preocupado de verdad por que algo grave pasara y él no tuviera la facilidad de sacarla del lago rápido y llevarla a la enfermería.

-Sí, me metí el otro día pero no había nadie y ya era algo tarde- Se sentó en una gran piedra seca y no enlodada que sobresalía por ahí, que más bien estaba llena de musgo pero ya lo de menos era que quedara con los pantalones llenos de verde pasto como cuando era niño.

Estaba bien escucharla hablar, eso era signo de que no estaba sufriendo una apoplejía o algo parecido consecuencia de las ronchas. Se notaba que sabía mucho más que él de plantas, algas y propiedades mágicas útiles en pociones, estaba bien encontrarse con una niña así de inteligente, no porque no hubiera tratado con niñas listas pero la mayoría hablaban de quidditch con él.

-Entonces, pocionista. Vengo de Islandia, Skagabyggð. Me gané una beca y me trajeron acá. No creas que fue por estudiar mucho, fue porque soy bueno en el quidditch, no soy tan listo como se nota que eres tú.-No recordaba haberle dicho a nadie lo de la beca que no fuera Joseph. No lo decía no por pena, sino porque no estaba seguro de querer herir susceptibilidades porque sabía que no había muchos becados en su carrera o en Brigantia, de hecho. Al final su papá tenía mucha razón con eso de que tenían suerte. A la familia le iba bien, Kristján les había dejado buena herencia, pero jamás hubiera sido suficiente para mandarlo a estudiar a Brigantia una carrera como esa.

-¿Sí estás sintiendo alivio? ¿se te están desapareciendo al menos?-Preguntó preocupado, si el ataque la había hecho gritar era por algo. No era un as haciendo conversación, ni siendo simpatico, pero lo intentaba.

Se me ocurrió pensar que tal vez Hákan estaba preocupado por mis ronchas como si me hubiera intoxicado con algún alimento al que fuera alérgica y esperaba que en cualquier momento me empezara a salir espuma por la boca o algo así. Lo vi sentarse en la piedra y eso me cohibía un poco por que significaba que, aunque por la distorsión del agua, me iba a ver en ropa interior bajo el agua. El sonrojo no se me notaba por que el agua era tibia y se entraba en calor fácilmente.

-Sí, bueno, estudio pociones, eso de "pocionista" me queda grande todavía ¿No?... Islandia también tiene especies endémicas, seguro tú lo sabes mejor que yo. Siempre he querido ir a ver auroras boreales ¿Cómo son?

Le sonreí pero me dieron ganas de agregar más cuando hablaba de su beca para jugar quidditch. Hasta se me había olvidado la comezón y desde ya podía decir que las aguas del lado de Dagda tenían ciertas propiedades curativas por que al menos ya lo sentía y de hecho las manchas se hacían un poco más ténues. Cuando menosprecio su talento en comparación al mío saqué un poco la mano del agua intentando salpicarlo pero las gotas no llegaron.

-¡Qué dices! Tener talento en el quidditch es todavía más difícil, por que ahí sí que juega un papel la herencia. A mi me encanta el quidditch, mis padres son jugadores profesionales, pero yo no heredé físicamente nada bueno así que no puedo jugarlo como me gustaría. En cambio, sí puedo estudiar como me gustaría ¿Ves? tienes un don

Quizás él no lo pensara así pero para mi era uno de los chicos más agradables con los que había hablado en Brigantia, si no es que el más. Los demás no se quedaban conversando conmigo usualmente y nada pasaba de un saludo o algo así. A él le interesaban las plantas y hablaba de Islandia, además se preocupaba por el ataque de hormigas.

Al final decidí sumergir la cabeza en el agua por varios segundos dándome cuenta que no me había quitado las gafas y estaban llenas de gotitas. Me acerqué primero nadando y luego caminando hasta donde estaba Hákan para dárselas, aunque me avergoncé de mostrarme desde el ombligo hacia arriba como estaba, sólo con la ropa interior. De todos modos, cuando uno estaba en el agua, esas cosas no importaban. Y necesitaba dejar las gafas en un lugar seco.

-¿Las puedes poner por ahí? Dejé mis cosas cerca

Lo veía completamente borroso, pero no iba a decírselo. Sólo notaba sus ojos, su boca y prácticamente nada más así que si hacía un gesto muy sutil de molestia o de lo que fuera yo no iba a darme cuenta. Detestaba estar tan ciega, y que ningún mago tuviera un hechizo no momentáneo para remediarlo. Hasta la invención muggle de las gafas me parecía más efectiva de todo, aunque muggle era un decir por que muchos magos se atribuían su invención.

No se le había ocurrido que desde su perspectiva, podía ver más de Juno de lo que ella había querido en un principio, pero ver a una chica en corpiño metida en el lago, le parecía muy parecido a verla en traje de baño, algo normal. No estaba buscando saciar su lujuria y su perversión quedándose a verla desde la roca. El islandés sonrió con nostalgia, de hecho era buena época para ver auroras boreales ahora que empezaba el otoño y que pronto llegaría el invierno. A sus tres hermanas les encantaban las auroras boreales, pero Ásdís era la que seguía manteniendo más la ilusión, Jóhanna y Pála habían dejado de sorprenderse. No les había escrito en dos semanas, era hora de ser buen hermano.

-Geniales, si quieres en vacaciones de invierno puedo llevarte-Soltaba esas invitaciones a diestra y siniestra porque no creía que alguien se las fuera a tomar enserio para decir que sí, que se compraba un traslador a Islandia con él para pasar las navidades con desconocidos.

-¿Quiénes son tus papás?-Preguntó curioso. Sabía mucho de los jugadores de quidditch de ahí, porque le llegaban revistas hasta Islandia que le costaban un ojo de la cara por el envío, tenía suscripciones anuales a Quidditch Illustrated y otras revistas menores. Sus hermanas las debían estar recibiendo ahora en su nombre hasta finales de año. No renovaría sus suscripciones, porque ahora las tenía a la mano. –Gracias- Le dijo por decirle que tenía un don

Cuando empezaba a tomar confianza era más fácil y natural para él seguir con la conversación o empezar a hacer preguntas para que el otro hablara, aunque él no lo hiciera con la misma soltura. Se estiró para tomar las gafas de Juno, se veía particularmente bonita sin ellas, pero no se lo iba a decir porque si las necesitaba mucho solo iba a crearle inseguridades, no porque se creyera con la presencia y personalidad suficiente como para generarle inseguridades a una niña con un comentario de su parte, pero no sabía qué tan sensible podía ser la gente.

Dejó las gafas cerca de sus cosas y luego regresó a su posición original. Cada vez le daban más ganas de meterse al agua. –Y si pudieras jugar quidditch, ¿qué posición elegirías? ¿Sabes qué quise hacer siempre? Jugar futbol, pero nunca me quedaba tiempo para averiguar si era lo suficientemente bueno, aunque creo que no lo soy. Ah sí, volviste a decir "endémicas", no sé a qué te refieres, no entiendo tan bien tu idioma.

Le sonreí cuando me decía lo de Islandia por que los viajes siempre me entusiasmaban. Papá y mamá nos habían acostumbrado a los viajes y nos habíamos aficionado, aunque casi siempre hubiéramos ido a Alemania y sus alrededores, un poco de Suiza, el norte de Italia y claro, varios lugares de Inglaterra. A mi ya me parecía mucho, pero sentía que era la edad ideal para viajar, ahora que podía usar todos esos hechizos de trasladores y mil cosas más para ahorrar en transporte, no como las maneras muggles, que de hecho también tenían su chiste por que así se recorría un camino tramo a tramo y eso también era emocionante.

-Islandia, por supuesto. Falta mucho para las vacaciones, buscaré un fin de semana sin ocupaciones, por que las auroras boreales pueden apreciarse desde septiembre... bueno, pero qué digo, tú eres de ahí, debes saberlo mejor que yo

Sentía ya que estaba hablando más de lo debido con alguien que apenas conocía así que decidí que era momento de guardar un poco de silencio, hundiéndome en el agua y aguantando la respiración un momento, escuchando ese vacío extraño que siempre se creaba cuando se estaba completamente sumergido. Abrí los ojos, me miré las manos y noté que el agua del lado de Dagda era particularmente cristalina y hasta alcanzaba a ver mis pies. Además, era posible hacer eso por que ya le había dado mis gafas, aunque ni las manos ni los pies me había visto tan nítidamente.

Salí, jalando aire con algo de ansiedad, escuchando que también él hablaba y no era sólo yo la loca de la conversación interminable. Me quedé pensando sobre todo lo que decía, nadé un poco lejos y luego volvía cerca de donde estaba.

-Bastian Immëndorff y Tristana Greenwood, los dos son cazadores. Creo...creo que me gustaría ser guardiana. Pero ni pensarlo, para empezar estoy ciega. Ahora mismo no puedo verte bien, sólo puedo notar si sonríes mucho, o si cierras los ojos.

No quise excederme con las ganas de demostrarle que sabía muchas cosas, entre ellas lo que constituía jugar fútbol, sus reglas y hasta los equipos de la primera liga inglesa. A nadie le gustaban las sabelotodos, ya me lo había dicho Jet muchas veces y pensé que hacerle caso por una vez no estaría mal. Me reí un poco por haber usado la palabra que no entendía un millón de veces en la conversación, como si fuera algo del habla común.

-Ay perdón, cuando diga cosas raras dímelo al instante. Significa que es una especie que sólo crece en determinado lugar y en ningún otro.

Hákan asintió cuando Juno dio el dato certero de que las auroras boreales se podían apreciar desde septiembre, pero seguía sin tomarse en serio que alguien fuera a vacacionar con él o se tomara al dedillo sus invitaciones. Mientras Juno se sumergía, recordó los tiempos en que su madre se ponía muy nerviosa cuando invitaba amigos magos a casa, porque los únicos magos con los que había convivido en su vida habían sido su papá y sus hermanos, pero con el tiempo se fue acostumbrando.

Sonrió visiblemente cuando le dijo el nombre de sus papás. Bastian Immëndorff era un gran jugador con muchos récords que él buscaba romper en el futuro y Tristana Greenwood era una leyenda actual que…El islandés olvidó lo de las especies endémicas, se olvidó de decirle que en Islandia eso se decía radicalmente distinto y que por eso no le entendía. Olvidó hacerle bromas sobre su ceguera.

-¡Tu mamá jugó con mi padre!- Era la segunda vez que alguien tenía relación directa y cercana con Kristján y por eso se emocionaba. Los Crawford podían tener una perspectiva, pero los demás una distinta. Él estaba armando un rompecabezas poco a poco.-Perdóname- Dijo con sobrio acento recuperando la compostura en apariencia aunque el estómago se le había hecho como que muy pequeño

-Kristján Sveinsson, fue cazador dos años, al lado de tu mamá, ¿lo conociste?- Ya estaba acostumbrado a que no muchos lo vincularan inmediatamente con Kristján porque no hacían la relación inmediata del sistema de apellidos que se hacía en Islandia y él tampoco iba por la vida presentándose como Hákan, hijo de Kristján, porque muchas veces solo decía su nombre, lo que podía ser un grave error.

-No sé mucho de su vida fuera de Islandia, me intriga todo-Pero había la posibilidad de que, como Joseph, Juno no hubiera tenido ningún trato directo con él y tuviera que esperar a que escribiera a su madre para saber algo. Y los padres solían ser muy lentos.

Noté cierto cambio en Hákan, curiosamente después de mencionar los nombres de mis padres. Sonreí por que todavía no sabía a quién se refería pero empecé a preparar mi memoria por si acaso. No conocía a detalle todo el historial de juego de mi padre, pero sí el de mi madre, por esas ansias mías de querer saberlo todo y explicarlo todo. Empecé a hacer cuentas, pensando en otros jugadores más o menos de su edad, islandeses, de las Catapultas...

Me encogí de hombros y nadé un poco más por la inercia de estar en el agua, además me gustaba el movimiento demi cabello bajo el agua así que perdí la mirada en este aunque le prestaba total atención a Hákan y levanté la vista cuando decía el nombre de su padre. No era que recordara a cada cazador de las catapultas, pero sí a los famosos, y Kristján Sveinsson en definitiva lo había sido. Sonreí y asentí.

-¡Todo el mundo conoció a Kristján Sveinsson! Bueno, todo buen fan de las Catapultas. Mamá sigue diciendo que no habrá nadie que haga equipo con ella tan bien como Sveinsson ¿Sabes?... eso debió ocurrir...

Me puse a pensar. Hubo un tiempo en que el equipo siempre iba a comer a casa, una vez al mes. Conocí entonces a muchos clásicos del quidditch, algunos que aún ahora jugaban en otro equipo o eran históricos de las Catapultas, pero definitivamente no llegué a conocer a Kristján Sveinsson pues cuando jugó con mamá aún eran jóvenes, y yo seguía en la sala de espera cósmica.

-No, creo que ni siquiera nacía. Pero mamá tiene muchas fotos, si quieres puedo preguntarle y pedirle que me las envíe para mirarlas

El mundo era demasiado chico. Había dicho que era Islandés, que no conocía a nadie en Inglaterra (bueno, no lo había dicho pero era fácil de deducir) y ahora resultaba que nuestros padres se conocían. Bueno, cosas frecuentes en el mundo mágico. Haciendo cuentas, yo conocía indirectamente casi al 100% de la población universitaria. Le salpiqué un poco de agua en los zapatos.

-¿No vas a nadar?