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De madrugada
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De madrugada
Llamarle obsesiva no sería una cuestión del todo equivocada. Mucho menos tomando en cuenta todo lo que en un lapso de poco más de 24 horas había presenciado. ¿Que si había dormido o comido algo al fin? Ni hablar. Ni siquiera el filtro de paz con el que Gianna tanto había insistido...
Que debería estar con ella en el hospital. Con ella, con Regina, con Dan que por poco y no la libra, y no se había enterado de nada de eso hasta que Imëndorff las había sacado a Gianna, a Beatriz y a ella de dentro de las grutas. Era apenas ahora cuando el peso de todo lo que había pasado le caí y se sentía sobrecogida, diminuta, temerosa cuando ya nadie podía verla y el torrente de adrenalina que su furia y frustración provocaban al fin subsidían.
Que se había visto cara a cara con Mortifagos dos veces en menos de dos días. Que había visto la marca de cerca. Que el chico al que más había querido estaba en San Mungo pendiendo de un hilo y ella no se atrevía a pasarse por ahí porque no dejaba de pensar en el lobo que había quedado en las grutas, mismo que ni siquiera sabía si era Angus o no. ¿Y cómo saberlo? La luna llena seguía brillando en el cielo y esa era la primera vez que decía, con toda sinceridad, que la encontraba atemorizadora y escalofriante. Decían que Suberlland se lo había llevado a algún lugar seguro, y si era así, por la mañana sabrían de quien se trataba... ¿pero y si no era él? ¿Y si lo tenían encerrado o haciendo cosas horribles? ¿Si le habían hecho daño? ¿Si se aferraba al que todo lo que habían hecho daba a entender que lo necesitaban vivo solamente por no querer aceptar la realidad?...
Estaba furiosa. Consigo misma por no haber podido hacer más. Con la puta francesa aquella, la tal Depaul, que lo había jodido todo y ni siquiera lo recordaba. Con todos los demás porque nadie se había tomado en serio lo que les había advertido. Ni siquiera las personas en las que se suponía podía confiar. Y los decanos no habían hecho nada, ¿cómo era posible que se enfrentaran a un testimonio como el de ella y no hicieran nada hasta tener los aullidos haciendo eco por los terrenos? Eso era lo peor de todo, la impotencia. Joder, que borracha abría las piernas para lo primero que le pasara por en frente, no inventaba historias como esa; hubiera aceptado tomar verisaterum, que le leyeran la mente, cualquier cosa, cualquiera con tal de evitar que todo aquello pasara.
No habia llorado, por más deseos que tuviera de hacerlo, porque ahora estando sola era cuando más asustada se sentía, dando vueltas una y otra y otra vez en su cabeza a todo lo que había pasado y lo que eso significaba. Sin comer, sin dormir, y sin nada más que el humo de sus cigarrillos para ayudar a tranquilizarla ahí, a afueras de la facultad. Los ojos oscuros en su rostro maltrecho clavados en la luna llena, porque si de algo estaba segura, es que no iba a conseguir ni un poco de tranquilidad hasta que la muy hija de puta se decidiera a bajar del cielo...
Ahora mismo sentía que se ahogaba, y no había nada que pudiera hacer al respecto.
Que debería estar con ella en el hospital. Con ella, con Regina, con Dan que por poco y no la libra, y no se había enterado de nada de eso hasta que Imëndorff las había sacado a Gianna, a Beatriz y a ella de dentro de las grutas. Era apenas ahora cuando el peso de todo lo que había pasado le caí y se sentía sobrecogida, diminuta, temerosa cuando ya nadie podía verla y el torrente de adrenalina que su furia y frustración provocaban al fin subsidían.
Que se había visto cara a cara con Mortifagos dos veces en menos de dos días. Que había visto la marca de cerca. Que el chico al que más había querido estaba en San Mungo pendiendo de un hilo y ella no se atrevía a pasarse por ahí porque no dejaba de pensar en el lobo que había quedado en las grutas, mismo que ni siquiera sabía si era Angus o no. ¿Y cómo saberlo? La luna llena seguía brillando en el cielo y esa era la primera vez que decía, con toda sinceridad, que la encontraba atemorizadora y escalofriante. Decían que Suberlland se lo había llevado a algún lugar seguro, y si era así, por la mañana sabrían de quien se trataba... ¿pero y si no era él? ¿Y si lo tenían encerrado o haciendo cosas horribles? ¿Si le habían hecho daño? ¿Si se aferraba al que todo lo que habían hecho daba a entender que lo necesitaban vivo solamente por no querer aceptar la realidad?...
Estaba furiosa. Consigo misma por no haber podido hacer más. Con la puta francesa aquella, la tal Depaul, que lo había jodido todo y ni siquiera lo recordaba. Con todos los demás porque nadie se había tomado en serio lo que les había advertido. Ni siquiera las personas en las que se suponía podía confiar. Y los decanos no habían hecho nada, ¿cómo era posible que se enfrentaran a un testimonio como el de ella y no hicieran nada hasta tener los aullidos haciendo eco por los terrenos? Eso era lo peor de todo, la impotencia. Joder, que borracha abría las piernas para lo primero que le pasara por en frente, no inventaba historias como esa; hubiera aceptado tomar verisaterum, que le leyeran la mente, cualquier cosa, cualquiera con tal de evitar que todo aquello pasara.
No habia llorado, por más deseos que tuviera de hacerlo, porque ahora estando sola era cuando más asustada se sentía, dando vueltas una y otra y otra vez en su cabeza a todo lo que había pasado y lo que eso significaba. Sin comer, sin dormir, y sin nada más que el humo de sus cigarrillos para ayudar a tranquilizarla ahí, a afueras de la facultad. Los ojos oscuros en su rostro maltrecho clavados en la luna llena, porque si de algo estaba segura, es que no iba a conseguir ni un poco de tranquilidad hasta que la muy hija de puta se decidiera a bajar del cielo...
Ahora mismo sentía que se ahogaba, y no había nada que pudiera hacer al respecto.
Loreen Luttrell- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: De madrugada
Para que alguien como Joseph Crawford no tuviera una mierda de hambre después de haberse comido tan solo un puto sándwich durante todo el jodido día, tenía que haber pasado de verdad una cosa como de locos. Y sí joder, que vaya que había pasado tan solo unas horas atrás en el propio comedor de Brigantia, y de eso uno simplemente no se podía recuperar así nada más, mucho menos cuando el principal involucrado era tu puto hermano envuelto en cien kilos de carne y pelo.
Pero no solo era el simple hecho de que Angus hubiera sido el responsable de todo el alboroto, también me afectaba demasiado el pensar que Dan Cleverley estuviera al borde de la muerte, y apenas si me había pasado un rato por San Mungo para acompañar a Regina y de paso enterarme que las cosas se habían puesto muy feas dentro de las propias grutas. ¿Quién había atacado dentro de las grutas mientras Finnerty rebanaba a Dan?, ¿otro licántropo?, aparentemente no. Las historias que se rumoraban estaban bastante maltrechas y los decanos no eran capaces de dar una mierda de explicaciones (por no tenerlas o por no querer compartirlas, daba igual). Así que no tenía más remedio que ir directamente con uno de los principales testigos, quien de hecho era la misma persona que me había alertado acerca del secuestro de Angus.
Era ya de madrugada, pero ese detalle me parecía lo de menos considerando la información que aún permanecía inconclusa en el aire, y si Loreen por fin había encontrado descanso en el dormitorio de su facultad, a mí me importaba una mierda. Esa misma noche en la que había acudido a mí en busca de ayuda, sus declaraciones habían sido más confusas que las de un puto chino tratando de hablar inglés, así que ahora me encargaría de que Luttrell soltara toda la información tanto del secuestro de Finnerty como de lo que había sucedido en las mismas grutas.
Pero no hubo necesidad de irrumpir en la facultad de ogmios, porque la propia Loreen se encontraba fuera del edificio, ahí parada con la apariencia de un jodido espectro en pena esperando a que alguien se apiadara de su alma. No es como si yo me viera espléndido después de no dormir ni comer prácticamente nada, pero joder… que la mulata tenía el color del jodido Michael Jackson después de los noventas.
-Luttrell, ahora mismo me vas a decir todo lo que sucedió la noche en la que secuestraron a Angus… y también lo que pasó en las grutas hace un rato, mientras nuestro querido amigo peludo le abría la barriga a Dan-
Le estaba confirmando que ese licántropo no era otro que el propio Angus, y lo hacía porque después de haberlo visto con mis propios ojos, no tenía ninguna duda al respecto. Sabía que era él y punto no había más. La luna llena seguía brillando en el cielo, y a pesar de lo insistente que había sido durante casi toda la puta noche, a pesar de explicarles diez mil veces que yo era como parte de su maldita familia, ninguno de los decanos me había permitido saber qué sucedía con Finnerty ni en dónde lo tenía resguardado Suberland; así que lo menos que me había quedado por hacer era mandarle un patronus a Peach Finnerty explicándole la situación, aunque muy probablemente la chica estaría demasiado ocupada con su propio padre, que por supuesto también era un licántropo.
-Escucha, sé que todo esto es jodidamente difícil para ti… pero necesito saber todos los detalles, saber si reconociste a alguien o joder no sé, saber si de verdad fueron mortifagos-
Pero no solo era el simple hecho de que Angus hubiera sido el responsable de todo el alboroto, también me afectaba demasiado el pensar que Dan Cleverley estuviera al borde de la muerte, y apenas si me había pasado un rato por San Mungo para acompañar a Regina y de paso enterarme que las cosas se habían puesto muy feas dentro de las propias grutas. ¿Quién había atacado dentro de las grutas mientras Finnerty rebanaba a Dan?, ¿otro licántropo?, aparentemente no. Las historias que se rumoraban estaban bastante maltrechas y los decanos no eran capaces de dar una mierda de explicaciones (por no tenerlas o por no querer compartirlas, daba igual). Así que no tenía más remedio que ir directamente con uno de los principales testigos, quien de hecho era la misma persona que me había alertado acerca del secuestro de Angus.
Era ya de madrugada, pero ese detalle me parecía lo de menos considerando la información que aún permanecía inconclusa en el aire, y si Loreen por fin había encontrado descanso en el dormitorio de su facultad, a mí me importaba una mierda. Esa misma noche en la que había acudido a mí en busca de ayuda, sus declaraciones habían sido más confusas que las de un puto chino tratando de hablar inglés, así que ahora me encargaría de que Luttrell soltara toda la información tanto del secuestro de Finnerty como de lo que había sucedido en las mismas grutas.
Pero no hubo necesidad de irrumpir en la facultad de ogmios, porque la propia Loreen se encontraba fuera del edificio, ahí parada con la apariencia de un jodido espectro en pena esperando a que alguien se apiadara de su alma. No es como si yo me viera espléndido después de no dormir ni comer prácticamente nada, pero joder… que la mulata tenía el color del jodido Michael Jackson después de los noventas.
-Luttrell, ahora mismo me vas a decir todo lo que sucedió la noche en la que secuestraron a Angus… y también lo que pasó en las grutas hace un rato, mientras nuestro querido amigo peludo le abría la barriga a Dan-
Le estaba confirmando que ese licántropo no era otro que el propio Angus, y lo hacía porque después de haberlo visto con mis propios ojos, no tenía ninguna duda al respecto. Sabía que era él y punto no había más. La luna llena seguía brillando en el cielo, y a pesar de lo insistente que había sido durante casi toda la puta noche, a pesar de explicarles diez mil veces que yo era como parte de su maldita familia, ninguno de los decanos me había permitido saber qué sucedía con Finnerty ni en dónde lo tenía resguardado Suberland; así que lo menos que me había quedado por hacer era mandarle un patronus a Peach Finnerty explicándole la situación, aunque muy probablemente la chica estaría demasiado ocupada con su propio padre, que por supuesto también era un licántropo.
-Escucha, sé que todo esto es jodidamente difícil para ti… pero necesito saber todos los detalles, saber si reconociste a alguien o joder no sé, saber si de verdad fueron mortifagos-
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: De madrugada
Si había ido con Joe primero que con nadie, antes que con Peach que era hermana de Angus, o Parker, que era su propio hermano y por más mal que estuvieran las cosas entre ellos tenía que creerle, porque no había nadie que la conociera mejor que él, era porque pensaba en el Cerridwen como una persona de actos y que no perdía el tiempo con tonterías. Peach iba a estar ya demasiado ocupada con su padre y Parker no iba a hacer todo lo que pensaba Joe sería capaz con tal de llegar al fondo del asunto. Que Angus era lo suficientemente importante para él como para por lo menos querer investigar y no iba a quedarse tranquilo hasta asegurarse que todo estuviera en orden, porque joder, ¿Cuándo le había llegado con inventos tan histéricos e inverosímiles como eso? Era para que la tomaran aunque fuera un poco en serio, ¿no? Joseph Crawford podía no ser más que un hijo de puta y basura para muchas personas, pero para Loreen era una persona a la que recurrir, así las cosas.
No lo había estado esperando, pero cuando escuchó que alguien se acercaba volteó hacia la dirección por la que se acercaba. Su primer reflejo fue el de tensarse a la defensiva, pero verlo a él le tranquilizó lo suyo… o no tanto, ¿y si venía de San Mungo? ¿Y si traía malas noticias? Sintió que por poco se doblaba en arcadas de nuevo y tratando de combatir el mareo súbito que le atacó se apoyó contra el muro del edificio, exhalando pesadamente.
Escuchar de su boca la confirmación de que era Angus le provocó un escalofrío tremendo. ¿La parte buena? Estaba vivo y sabía dónde estaban. No se lo habían llevado a algún bosque oscuro o lo habían soltado en algún pueblo a aterrorizar gente y comerse muggles o cualquier otro de los mil y un horribles escenarios que le habían cruzado por la cabeza desde anoche cuando vio como se lo llevaban.
Iba a reclamarle que, para empezar, iba a tener que hablarle en otro tono porque ahora mismo no estaba de humor ni para aguantar sus modos. No tenía un problema con él y su manera autoritaria de hablar, tenía un problema con todo ahora mismo. Pero la referencia al ataque, de cómo “su amigo peludo le abría la barriga a Dan” le hizo abofetearlo. – ¡Coño Joseph, no lo digas así! – No había sido un golpe con demasiada fuerza, ya no le quedaban en el cuerpo, estaba exhausta. Pero estaba demasiado alterada como para procesar y reaccionar como una persona normal.
De todas formas, dándose cuenta de lo que acababa de hacer cerró los ojos, levantó ambas manos y las interpuso entre ambos, antes de negar con la cabeza. – Perdón, perdón… todo esto… joder, no puede estar pasando. – Se pasó una mano por el cabello antes de cruzarse de brazos y dar una calada a su cigarrillo. Ni filtros de paz ni una mierda, ya no sabía que más meterse para tratar de serenarse.
- Que sí, que fueron Mortifagos, coño. Vercelli los vio. Witchcombe los vio, la muy zorra. También el cabrón de Imendorff. Nos atacaron dentro de las grutas. ¿Qué el viejo no dijo nada al respecto? – Dio una profunda calada a su cigarrillo y mirándolo de soslayo le ofreció la cajetilla. Era una historia larga. Pero antes de volver a repetirla…
- ¿Estás completamente seguro que es él? ¿Sabes donde lo tienen? ¿Cómo está Dan? Cualquier cosa que sepas, quiero ir a San Mungo pero no puedo, no puedo… – No así. Gianna estaba allá. Dan estaba demasiado delicado según le dijeron. Y ella no se atrevía a poner un pie ahí porque sentía que entonces sí perdería la cabeza.
Asco de medimaga iba a ser
No lo había estado esperando, pero cuando escuchó que alguien se acercaba volteó hacia la dirección por la que se acercaba. Su primer reflejo fue el de tensarse a la defensiva, pero verlo a él le tranquilizó lo suyo… o no tanto, ¿y si venía de San Mungo? ¿Y si traía malas noticias? Sintió que por poco se doblaba en arcadas de nuevo y tratando de combatir el mareo súbito que le atacó se apoyó contra el muro del edificio, exhalando pesadamente.
Escuchar de su boca la confirmación de que era Angus le provocó un escalofrío tremendo. ¿La parte buena? Estaba vivo y sabía dónde estaban. No se lo habían llevado a algún bosque oscuro o lo habían soltado en algún pueblo a aterrorizar gente y comerse muggles o cualquier otro de los mil y un horribles escenarios que le habían cruzado por la cabeza desde anoche cuando vio como se lo llevaban.
Iba a reclamarle que, para empezar, iba a tener que hablarle en otro tono porque ahora mismo no estaba de humor ni para aguantar sus modos. No tenía un problema con él y su manera autoritaria de hablar, tenía un problema con todo ahora mismo. Pero la referencia al ataque, de cómo “su amigo peludo le abría la barriga a Dan” le hizo abofetearlo. – ¡Coño Joseph, no lo digas así! – No había sido un golpe con demasiada fuerza, ya no le quedaban en el cuerpo, estaba exhausta. Pero estaba demasiado alterada como para procesar y reaccionar como una persona normal.
De todas formas, dándose cuenta de lo que acababa de hacer cerró los ojos, levantó ambas manos y las interpuso entre ambos, antes de negar con la cabeza. – Perdón, perdón… todo esto… joder, no puede estar pasando. – Se pasó una mano por el cabello antes de cruzarse de brazos y dar una calada a su cigarrillo. Ni filtros de paz ni una mierda, ya no sabía que más meterse para tratar de serenarse.
- Que sí, que fueron Mortifagos, coño. Vercelli los vio. Witchcombe los vio, la muy zorra. También el cabrón de Imendorff. Nos atacaron dentro de las grutas. ¿Qué el viejo no dijo nada al respecto? – Dio una profunda calada a su cigarrillo y mirándolo de soslayo le ofreció la cajetilla. Era una historia larga. Pero antes de volver a repetirla…
- ¿Estás completamente seguro que es él? ¿Sabes donde lo tienen? ¿Cómo está Dan? Cualquier cosa que sepas, quiero ir a San Mungo pero no puedo, no puedo… – No así. Gianna estaba allá. Dan estaba demasiado delicado según le dijeron. Y ella no se atrevía a poner un pie ahí porque sentía que entonces sí perdería la cabeza.
Asco de medimaga iba a ser
Loreen Luttrell- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: De madrugada
La muy histérica me soltó una bofetada, pero no hice nada más que llevarme una mano a la mejilla y dejarlo pasar, después de todo sabía a la perfección que la chica (ni yo) estaba pasando precisamente por un buen momento (aunque joder… ¿cuándo se había tomado la licencia de pegarme así sin más?). Me rasqué la barbilla medio impaciente en espera a que a Loreen se le diera la gana responder a mis preguntas; claro, si no es que seguía con ganas de tontear o reclamar por cómo le decía a mi puto amigo.
Según Luttrell, tanto Witchcombe como Gianna Vercelli y hasta el propio Gerhard Immëndorff habían visualizado a los mortífagos, razón suficiente como para saber que aquello era real. No pensaba en que fuera necesario ir a preguntarle a las otras dos chicas, pero lo que si me incomodaba era saber que a pesar de todo lo que estaba sucediendo, el decano fuera tan puto terco como para no soltar prenda. Que si joder, que era la autoridad y tenía que ocuparse como de diez mil asuntos para arreglar lo que había sucedido en el comedor antes de preocuparse por lo que pudiera estar pensando un jodido estudiante… pero de cualquier forma, consideraba que no tomarse dos putos minutos para dejarse preguntar algo era como… mierda, desesperante.
-No, no ha dicho nada y supongo que no lo hará. Por lo que a mi concierne, debemos de dejar de pensar en los decanos como un apoyo… es decir sé que están de nuestro lado, pero es muy desesperante su forma tan lenta de actuar-
Luego vinieron más preguntas pero ahora de parte de Loreen. Le arrebaté el cigarrillo de las manos y le du una calada bastante grande antes de responderle cualquier cosa. En realidad había estado muy poco tiempo en San Mungo, lo suficiente como para hacerle saber a Regina que contaba conmigo para cualquier cosa y decirle que Dan estaría bien aunque… Jesucristo… aunque todos hubiéramos visto sus entrañas expuestas ahí en un charco de sangre. Era complicado que sobreviviera, pero aquí en el mundo mágico había métodos bastante buenos para salvar la vida de una persona. Debíamos confiar en ello.
-Es Angus, no tengo ninguna duda. Aun no lo sé, solo sé que el decano Suberland lo tiene resguardado y que no le harán ningún tipo de daño, al menos por ahora. De Dan no puedo decirte absolutamente nada más de lo que ya sabes… está grave y eso es todo. La decano McCreary está haciendo todo lo posible para salvarle la vida.-
Negué con la cabeza y me pasé una mano por el rostro, pagando la factura del cansancio que había acumulado desde la noche anterior. Ninguno de nosotros podía tener una puta idea de lo que estaba sucediendo, pero que los mortifagos hubieran podido atacar aquí mismo, dentro de Universidad llena de magos adultos armados cada uno con una puta varita, era alarmante. Se debía hacer algo al respecto, ya fuera por parte del decanato o de nosotros mismos, y en mi mente se asomaba otra vez el nombre de la KAU como un posible aliado…
-Esto no puede volver a suceder, no aquí dentro. Yo voy a ver que a Angus no le pase nada, porque ya sabes… seguramente no faltara a quien se le haga una excelente idea expulsarlo o encerrarlo o cualquier mierda similar, eso no va a pasar. Tú deberías dormir un poco, estás echa una mierda...-
Según Luttrell, tanto Witchcombe como Gianna Vercelli y hasta el propio Gerhard Immëndorff habían visualizado a los mortífagos, razón suficiente como para saber que aquello era real. No pensaba en que fuera necesario ir a preguntarle a las otras dos chicas, pero lo que si me incomodaba era saber que a pesar de todo lo que estaba sucediendo, el decano fuera tan puto terco como para no soltar prenda. Que si joder, que era la autoridad y tenía que ocuparse como de diez mil asuntos para arreglar lo que había sucedido en el comedor antes de preocuparse por lo que pudiera estar pensando un jodido estudiante… pero de cualquier forma, consideraba que no tomarse dos putos minutos para dejarse preguntar algo era como… mierda, desesperante.
-No, no ha dicho nada y supongo que no lo hará. Por lo que a mi concierne, debemos de dejar de pensar en los decanos como un apoyo… es decir sé que están de nuestro lado, pero es muy desesperante su forma tan lenta de actuar-
Luego vinieron más preguntas pero ahora de parte de Loreen. Le arrebaté el cigarrillo de las manos y le du una calada bastante grande antes de responderle cualquier cosa. En realidad había estado muy poco tiempo en San Mungo, lo suficiente como para hacerle saber a Regina que contaba conmigo para cualquier cosa y decirle que Dan estaría bien aunque… Jesucristo… aunque todos hubiéramos visto sus entrañas expuestas ahí en un charco de sangre. Era complicado que sobreviviera, pero aquí en el mundo mágico había métodos bastante buenos para salvar la vida de una persona. Debíamos confiar en ello.
-Es Angus, no tengo ninguna duda. Aun no lo sé, solo sé que el decano Suberland lo tiene resguardado y que no le harán ningún tipo de daño, al menos por ahora. De Dan no puedo decirte absolutamente nada más de lo que ya sabes… está grave y eso es todo. La decano McCreary está haciendo todo lo posible para salvarle la vida.-
Negué con la cabeza y me pasé una mano por el rostro, pagando la factura del cansancio que había acumulado desde la noche anterior. Ninguno de nosotros podía tener una puta idea de lo que estaba sucediendo, pero que los mortifagos hubieran podido atacar aquí mismo, dentro de Universidad llena de magos adultos armados cada uno con una puta varita, era alarmante. Se debía hacer algo al respecto, ya fuera por parte del decanato o de nosotros mismos, y en mi mente se asomaba otra vez el nombre de la KAU como un posible aliado…
-Esto no puede volver a suceder, no aquí dentro. Yo voy a ver que a Angus no le pase nada, porque ya sabes… seguramente no faltara a quien se le haga una excelente idea expulsarlo o encerrarlo o cualquier mierda similar, eso no va a pasar. Tú deberías dormir un poco, estás echa una mierda...-
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: De madrugada
Exhaló aire, llena de frustración. Immendorff era el decano de su facultad. Siempre lo había considerado alguien indescifrable aunque francamente, con paciencia como de santo como para estar aguantando a su hermano y sus estupideces dentro y fuera del aula de pociones, pero ahora mismo no sabía que pensar. Que el también los había visto, coño. ¿Se iba a quedar callado al respecto? ¿Con toda la historia que existía ya en Brigantia? Ya ni siquiera iba a seguir dándole vueltas porque ni él ni McCreary ni nadie más se habían abierto como para darle aunque fuera un poco del beneficio de la duda en vez de mandarla a volar como a una borracha cualquiera. Era una tontería, ella sola no tenía responsabilidad de nada, pero no dejaba de sentirse culpable y eso estaba comiéndola por dentro.
- ¿Cómo estás tan seguro? ¿Qué están de nuestro lado? – Le miró fijamente, sin titubear ni mostrarse con duda. Nunca había sido muy asidua a escuchar las historias de guerra. Sus padres no tenían muchas por compartir, su tía Jessica se negaba por completo a abrir la boca con cualquier cosa que tuviera que ver con aquella época, no por algo Sophie era tan… bueno, no bruja. Pero de todas esas veces que la había escuchado medio espetar de mala gana un “no confíes en nadie”, apenas ahora comenzaba a encontrarle sentido.
- Ya te digo, todo esto del secuestro… alguien aquí adentro tuvo que ver. ¿Por qué Brigantia? ¿Por qué este hombre lobo en específico? ¿Y qué coño andaba haciendo Angus merodeando por ahí esa noche en vez de irse con sus papás como todos los días de luna llena? Era como si estuviera buscando algo. O alguien. No sé. Algo no me termina de cuadrar. – Se golpeó la sien un par de veces con los dedos. Ella había ido a buscarlo porque estaba harta de que fuera un marica patán evitándola, pero había esperado encontrarlo cerrando el bar como todas las noches y por marcharse a su casa, no así.
- Y creo, creo, que los que lo atacaron a él eran también gente de Brigantia. Tal vez estudiantes. Sabían bien donde esconderse pero no me dieron la impresión de que tenían muy en claro que hacer. No lo que esperarías de un puto Mortifago con años de experiencia según todas las historias. Eso, o eran idiotas. – Volvió a dar otra calada profunda. Tres contra ella sola, claro que llevaba las de perder. La puta de Depaul no había hecho nada de provecho. Estaban desorganizados, no demasiado brillantes además (¿quién pretendía levantar a un hombre adulto con un jodido Wingardium Leviosa?). – Los primeros tres. Los que llegaron después… esos eran otra cosa. De todas formas no sé si los de ayer fueron los mismos que los de hoy, pero he contado por lo menos siete que se anduvieron paseando por aquí. – Le quitó el cigarrillo y volvió a dar una profunda calada, sintiendo un escalofrío recorrerla al recordar la Marca en ese brazo. Ahora que las cosas estaban empezando a resolverse (no de la mejor manera, pero resueltas al fin), lo ocurrido comenzaba ya a caer con todo su peso sobre ella y pasarle factura.
Ese escalofrío no fue nada con el comparado a cuando Joe le confirmaba que se trataba justo de Angus. Sintió nauseas repentinamente, y el tabaco dejaba de parecerle tan apetitoso. Seguía con el pecho oprimido solo de pensar en lo grave que estaba Dan. Todo estaba hecho una mierda. Faltaba que Dan se recuperara, que la luna llena pasara, y luego lidiar con todas las consecuencias, el pánico que iba a generar el ataque, las investigaciones… que si había sido todo obra de Mortifagos no iban a servir da nada porque obviamente esto iba más allá de lo que creían. Un puto caos, eso es lo que era.
- ¿Yo? Qué me dices tú Crawford, estás muy lejos de ser tu encantadora persona ahora mismo. – Primera vez que se reía desde que todo había estallado. Sabía que estaba hecha un desastre, física, mental y emocionalmente, pero daba igual. Y bueno, él tampoco iba en su mejor momento, ¿pero qué otra cosa podían esperar? – No puedo. Gianna me estaba arrastrando a la enfermería a pedir un filtro de paz. ¿No tendrás algo entre tus cosas que me pueda dejar en knock out, ¿no? – Sonrió a medias, no lo decía en serio. No por reparo a drogarse – pffft – si no que no le dejaba tranquila la posibilidad de quedarse dormida y ya no estar al tanto de lo que iba pasando. – Hablando en serio, ¿tú estás bien? Supe que te llevaste un buen golpe.-
- ¿Cómo estás tan seguro? ¿Qué están de nuestro lado? – Le miró fijamente, sin titubear ni mostrarse con duda. Nunca había sido muy asidua a escuchar las historias de guerra. Sus padres no tenían muchas por compartir, su tía Jessica se negaba por completo a abrir la boca con cualquier cosa que tuviera que ver con aquella época, no por algo Sophie era tan… bueno, no bruja. Pero de todas esas veces que la había escuchado medio espetar de mala gana un “no confíes en nadie”, apenas ahora comenzaba a encontrarle sentido.
- Ya te digo, todo esto del secuestro… alguien aquí adentro tuvo que ver. ¿Por qué Brigantia? ¿Por qué este hombre lobo en específico? ¿Y qué coño andaba haciendo Angus merodeando por ahí esa noche en vez de irse con sus papás como todos los días de luna llena? Era como si estuviera buscando algo. O alguien. No sé. Algo no me termina de cuadrar. – Se golpeó la sien un par de veces con los dedos. Ella había ido a buscarlo porque estaba harta de que fuera un marica patán evitándola, pero había esperado encontrarlo cerrando el bar como todas las noches y por marcharse a su casa, no así.
- Y creo, creo, que los que lo atacaron a él eran también gente de Brigantia. Tal vez estudiantes. Sabían bien donde esconderse pero no me dieron la impresión de que tenían muy en claro que hacer. No lo que esperarías de un puto Mortifago con años de experiencia según todas las historias. Eso, o eran idiotas. – Volvió a dar otra calada profunda. Tres contra ella sola, claro que llevaba las de perder. La puta de Depaul no había hecho nada de provecho. Estaban desorganizados, no demasiado brillantes además (¿quién pretendía levantar a un hombre adulto con un jodido Wingardium Leviosa?). – Los primeros tres. Los que llegaron después… esos eran otra cosa. De todas formas no sé si los de ayer fueron los mismos que los de hoy, pero he contado por lo menos siete que se anduvieron paseando por aquí. – Le quitó el cigarrillo y volvió a dar una profunda calada, sintiendo un escalofrío recorrerla al recordar la Marca en ese brazo. Ahora que las cosas estaban empezando a resolverse (no de la mejor manera, pero resueltas al fin), lo ocurrido comenzaba ya a caer con todo su peso sobre ella y pasarle factura.
Ese escalofrío no fue nada con el comparado a cuando Joe le confirmaba que se trataba justo de Angus. Sintió nauseas repentinamente, y el tabaco dejaba de parecerle tan apetitoso. Seguía con el pecho oprimido solo de pensar en lo grave que estaba Dan. Todo estaba hecho una mierda. Faltaba que Dan se recuperara, que la luna llena pasara, y luego lidiar con todas las consecuencias, el pánico que iba a generar el ataque, las investigaciones… que si había sido todo obra de Mortifagos no iban a servir da nada porque obviamente esto iba más allá de lo que creían. Un puto caos, eso es lo que era.
- ¿Yo? Qué me dices tú Crawford, estás muy lejos de ser tu encantadora persona ahora mismo. – Primera vez que se reía desde que todo había estallado. Sabía que estaba hecha un desastre, física, mental y emocionalmente, pero daba igual. Y bueno, él tampoco iba en su mejor momento, ¿pero qué otra cosa podían esperar? – No puedo. Gianna me estaba arrastrando a la enfermería a pedir un filtro de paz. ¿No tendrás algo entre tus cosas que me pueda dejar en knock out, ¿no? – Sonrió a medias, no lo decía en serio. No por reparo a drogarse – pffft – si no que no le dejaba tranquila la posibilidad de quedarse dormida y ya no estar al tanto de lo que iba pasando. – Hablando en serio, ¿tú estás bien? Supe que te llevaste un buen golpe.-
Loreen Luttrell- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: De madrugada
-Immendorff, Suberland y Holland… los tres, junto con la puta KAU, fueron piezas fundamentales para que la última vez que los mortífagos ascendieron al poder terminaran por caer. No me imagino… joder, no me imagino que no estén de nuestro lado ahora-
O al menos eso me quería yo imaginar, es decir no era como si la puta gente pudiera cambiar de parecer de un día para otro, mucho menso sujetos con un rol ya bien definido en el mundo mágico. Por supuesto que estaban de nuestro puto lado, solo sucedía que hacían las cosas de manera… distinta, distinta y jodidamente lenta. Me rasqué la cabeza al encontrarme exactamente con lo mismo que a mi me parecía una mierda, el secuestro había sucedido justo en frente de nuestra naríz aquí adentro en Brigantia, y a un licántropo que siempre había sido jodidamente cuidadoso con su condición.
-No lo entiendo, se supone que… se supone que Angus siempre se encarga de viajar con su padre y entonces son varios de sus amigos cercanos los que, ya sabes… procuran que no le hagan daño a nadie. Yo lo he visto… he estado cerca y puedo asegurarte que no había luna llena en la que no se previnieran al respecto. Hay algo… es decir, todo está jodido, pero joder esos de los que hablas, esos tres… si son estudiantes te juro que los voy a encontrar, de algún puto modo…-
Me estaba comenzando a alterar. La idea de que unos hijos de puta de aquí mismo, de Brigantia, hubieran sido parte de todo, que por culpa de esos cabrones ahora Dan estuviera muerto y Angus estuviera siendo tratado como un puto criminal. Dejé que me arrebatara el cigarrillo y traté de calmarme, porque la solución inmediata no podía ser ir e interrogar a todos los putos puristas que conocía dentro de la Universidad.
-Ya déjalo, no vamos a arreglar nada esta noche. Estoy pensando en comunicarme con la KAU… hacerles saber lo que sucedió si no es que ya lo saben, decirles que los mortifagos están de vuelta, tal vez ellos puedan no sé, darnos más datos… tal vez ellos sepan algo-
O tal vez no sabían una mierda y en realidad ya ni siquiera eran lo que habían sido hace algunos años. Había pasado casi toda mi vida creyendo en ellos, pero por alguna razón en ese instante aquella posibilidad parecía tan… lejana, tan sin puto sentido. Me quedé callado por un momento y luego me reí después de escuchar su respuesta acerca de nuestro terrible aspecto.
-Tengo cocaína, pero no te va a ayudar. ¿Qué?, nah, es decir… ni siquiera me di cuenta. Ahora que lo pienso, ¿quién coño tiene los huevos como para lanzarme un ataque cuando en medio de todos hay un licántropo de 150 kilos?. Vaya cosa…
La observé por un momento y luego me acerqué para abrazarla. Era un momento de demasiado estrés e incluso podía ver físicamente la alteración de sus nervios en cada reflejo, cada movimiento y hasta cada puta mirada. Ella había sido testigo de los sucesos, dos veces; y lo único que había conseguido era que la gente la tomara por loca. Le di un par de palmadas en la espalda y la separé de nuevo para mirarla y sonreírle un poco.
-Hey, ¿qué te parece si vamos por una puta hamburguesa al Queen Burguer de 24 horas?, nos caerá bien-
O al menos eso me quería yo imaginar, es decir no era como si la puta gente pudiera cambiar de parecer de un día para otro, mucho menso sujetos con un rol ya bien definido en el mundo mágico. Por supuesto que estaban de nuestro puto lado, solo sucedía que hacían las cosas de manera… distinta, distinta y jodidamente lenta. Me rasqué la cabeza al encontrarme exactamente con lo mismo que a mi me parecía una mierda, el secuestro había sucedido justo en frente de nuestra naríz aquí adentro en Brigantia, y a un licántropo que siempre había sido jodidamente cuidadoso con su condición.
-No lo entiendo, se supone que… se supone que Angus siempre se encarga de viajar con su padre y entonces son varios de sus amigos cercanos los que, ya sabes… procuran que no le hagan daño a nadie. Yo lo he visto… he estado cerca y puedo asegurarte que no había luna llena en la que no se previnieran al respecto. Hay algo… es decir, todo está jodido, pero joder esos de los que hablas, esos tres… si son estudiantes te juro que los voy a encontrar, de algún puto modo…-
Me estaba comenzando a alterar. La idea de que unos hijos de puta de aquí mismo, de Brigantia, hubieran sido parte de todo, que por culpa de esos cabrones ahora Dan estuviera muerto y Angus estuviera siendo tratado como un puto criminal. Dejé que me arrebatara el cigarrillo y traté de calmarme, porque la solución inmediata no podía ser ir e interrogar a todos los putos puristas que conocía dentro de la Universidad.
-Ya déjalo, no vamos a arreglar nada esta noche. Estoy pensando en comunicarme con la KAU… hacerles saber lo que sucedió si no es que ya lo saben, decirles que los mortifagos están de vuelta, tal vez ellos puedan no sé, darnos más datos… tal vez ellos sepan algo-
O tal vez no sabían una mierda y en realidad ya ni siquiera eran lo que habían sido hace algunos años. Había pasado casi toda mi vida creyendo en ellos, pero por alguna razón en ese instante aquella posibilidad parecía tan… lejana, tan sin puto sentido. Me quedé callado por un momento y luego me reí después de escuchar su respuesta acerca de nuestro terrible aspecto.
-Tengo cocaína, pero no te va a ayudar. ¿Qué?, nah, es decir… ni siquiera me di cuenta. Ahora que lo pienso, ¿quién coño tiene los huevos como para lanzarme un ataque cuando en medio de todos hay un licántropo de 150 kilos?. Vaya cosa…
La observé por un momento y luego me acerqué para abrazarla. Era un momento de demasiado estrés e incluso podía ver físicamente la alteración de sus nervios en cada reflejo, cada movimiento y hasta cada puta mirada. Ella había sido testigo de los sucesos, dos veces; y lo único que había conseguido era que la gente la tomara por loca. Le di un par de palmadas en la espalda y la separé de nuevo para mirarla y sonreírle un poco.
-Hey, ¿qué te parece si vamos por una puta hamburguesa al Queen Burguer de 24 horas?, nos caerá bien-
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: De madrugada
- Supongo que tienes razón. – Suspiró. La época de Mott no había sido tanto tiempo atrás como para cambiar de manera tan radical lo que uno defendía en cosa de un par de años, ¿verdad? O eso quería creer. Pero era desconfiada, quizá incluso algo paranoica, y no lograba identificar bien si acaso se debía todo a que con la falta de sueño y todo lo que había pasado en cosa de 24 horas su mente ya no era algo en lo que pudiera confiar. Tal vez después de caer rendida en su cama y no despertar hasta dentro de dos días vería las cosas de manera distinta. Si, eso…
Le hizo un gesto de las manos como queriendo decir “¿ves? Es lo que te digo”, arqueando una ceja de manera inquisitiva. Claro que sabía que Angus y su padre siempre habían sido muy responsables con su licantropía. Que la rutina de todos los meses era regresar a casa de sus padres, tomar su matalobos y esperar a que amaneciera. Luego su madre y Peach se encargaban de las heridas que pudieran hacerse y de ahí seguía el interminable baño para quitarse el malestar del cuerpo. Todo volvía a la normalidad después, y esperar a que transcurrieran otras cuatro semanas antes de la próxima transformación. Mes tras mes, año tras año, ¿y de repente decidía que esa noche se iba de paseo por el bosque? No, algo ahí le faltaba para poder armar el puto rompecabezas de una vez.
Esbozó una media sonrisa en los labios cuando prometía encontrar a esos mortifagos que, como sospechaba, se paseaban ahí entre ellos. Nada aseguraba que tuviera razón, cierto, pero con lo que le había tocado atestiguar no sería tan descabellado, ¿cierto? Le constaba que más de un cabrón purista andaba por los terrenos tomando clases. Había tenido sus enfrentamientos con más de uno, pero tampoco podía comenzar a levantar mangas de todo el que se le pusiera en frente en busca de marcas de Mortifagos. Era un tatuaje horrible, que dolía solo de verlo. No era en nada parecido como esos que Joe llevaba. No tenía idea de cómo se hacía, dudaba mucho que fuera tinta, a ella le parecía más como… una especie de cicatriz negra. Sí, eso. Una cicatriz grabada en la piel a fuego.
En algo iba acertado Crawford, y eso era que no iban a llegar a ninguna conclusión en ese momento. No cuando iban agotados y con los nervios hechos un desastre y para colmo, el testigo principal y víctima estaba en quién coños sabía donde enloqueciendo como fiera rabiosa por el encierro. – ¿La KAU? – Le miró fijamente a los ojos. Sabía bien que él compartía sus ideas, que no había perdido oportunidad en Hogwarts de hacer alboroto pro abolicionista y por eso se había metido en muchos problemas, y también follado como desquiciado con todas esas chicas a las que terminaba impresionando, ella incluida. Es más, no había ni porque irse tan lejos, tan solo recordar la fiesta donde Angus y Karim y como había estado por casi pedirle un autógrafo a Per Alechinsky cuando llegó. – Sabes… No creo que sea mala idea. ¿Tienes manera de contactarlos? – Y hablaba muy en serio. Ella misma no se pensaba tan radical como para abrazar sus métodos a favor de una causa, y tenía muy en claro que no eran ningún grupo caza Mortifagos, pero si la situación que vivían estaba por tomar un giro tan sombrío como su intuición se lo decía…
- Tal vez mañana cuando dos días sin cerrar los ojos ni una jodida vez me empiece a afectar. Si me pongo muy insoportable cachetéame, te doy permiso. – Se rio. No, en definitivo la coca no la iba ayudar a calmarse. Se rio todavía más cuando le contaba lo último. Ya, en serio, ella creía que había sido un hechizo de rebote porque no podía haber nadie tan mal de la cabeza como para hacer algo así con un hombre lobo furioso en frente, ¿verdad? – Pues alguien enfermito de su cabecita, quien más, si es que… – Se quedó callada al instante en que la abrazaba. No lo esperaba. No era tampoco la persona más afectiva de todas ni de esas chicas que repartían abrazos a diestra y siniestra porque eran así de lindas, pero no dudó ni un segundo en devolverle el abrazo con fuerza. Inspiró profundo, queriendo aguantarse un sollozo que no iba a permitir salir porque todo iba a estar bien, Angus iba a salir bien librado y Dan se iba a recuperar. Tenía que ser así. Y si todo iba a estar bien entonces no había nada porqué llorar.
Le dio un beso en la mejilla, uno cargado de muchísimo sentimiento, y le sonrió antes de pasarle el brazo por los hombros. Que dijeran lo que quisieran de él, que Parker se retorciera en su propia bilis si quería, pero la realidad era que quería y confiaba en ese cabrón infame. – Dices hamburguesas y yo me acuerdo que no he comido nada desde anoche. Es un puto reflejo pavlosiano, ¡me voy a morir de hambre! ¡En serio me duele! – Se llevó una mano al vientre aguantándose la carcajada antes de dar una última calada al cigarrillo, tirarlo al piso y apagarlo con la suela del zapato. – Vamos, creo que nos lo ganamos. Si de todas maneras no vamos a dormir… pero cuéntame cosas, lo que sea que no tenga que ver con zarpazos y destripadero. ¿Ya te contentaste con tu niña bonita? – Le sonrió con malicia. Para ella, Pearlie Burroughs siempre iba a ser “la niña que se hacía pipí” y punto final.
Le hizo un gesto de las manos como queriendo decir “¿ves? Es lo que te digo”, arqueando una ceja de manera inquisitiva. Claro que sabía que Angus y su padre siempre habían sido muy responsables con su licantropía. Que la rutina de todos los meses era regresar a casa de sus padres, tomar su matalobos y esperar a que amaneciera. Luego su madre y Peach se encargaban de las heridas que pudieran hacerse y de ahí seguía el interminable baño para quitarse el malestar del cuerpo. Todo volvía a la normalidad después, y esperar a que transcurrieran otras cuatro semanas antes de la próxima transformación. Mes tras mes, año tras año, ¿y de repente decidía que esa noche se iba de paseo por el bosque? No, algo ahí le faltaba para poder armar el puto rompecabezas de una vez.
Esbozó una media sonrisa en los labios cuando prometía encontrar a esos mortifagos que, como sospechaba, se paseaban ahí entre ellos. Nada aseguraba que tuviera razón, cierto, pero con lo que le había tocado atestiguar no sería tan descabellado, ¿cierto? Le constaba que más de un cabrón purista andaba por los terrenos tomando clases. Había tenido sus enfrentamientos con más de uno, pero tampoco podía comenzar a levantar mangas de todo el que se le pusiera en frente en busca de marcas de Mortifagos. Era un tatuaje horrible, que dolía solo de verlo. No era en nada parecido como esos que Joe llevaba. No tenía idea de cómo se hacía, dudaba mucho que fuera tinta, a ella le parecía más como… una especie de cicatriz negra. Sí, eso. Una cicatriz grabada en la piel a fuego.
En algo iba acertado Crawford, y eso era que no iban a llegar a ninguna conclusión en ese momento. No cuando iban agotados y con los nervios hechos un desastre y para colmo, el testigo principal y víctima estaba en quién coños sabía donde enloqueciendo como fiera rabiosa por el encierro. – ¿La KAU? – Le miró fijamente a los ojos. Sabía bien que él compartía sus ideas, que no había perdido oportunidad en Hogwarts de hacer alboroto pro abolicionista y por eso se había metido en muchos problemas, y también follado como desquiciado con todas esas chicas a las que terminaba impresionando, ella incluida. Es más, no había ni porque irse tan lejos, tan solo recordar la fiesta donde Angus y Karim y como había estado por casi pedirle un autógrafo a Per Alechinsky cuando llegó. – Sabes… No creo que sea mala idea. ¿Tienes manera de contactarlos? – Y hablaba muy en serio. Ella misma no se pensaba tan radical como para abrazar sus métodos a favor de una causa, y tenía muy en claro que no eran ningún grupo caza Mortifagos, pero si la situación que vivían estaba por tomar un giro tan sombrío como su intuición se lo decía…
- Tal vez mañana cuando dos días sin cerrar los ojos ni una jodida vez me empiece a afectar. Si me pongo muy insoportable cachetéame, te doy permiso. – Se rio. No, en definitivo la coca no la iba ayudar a calmarse. Se rio todavía más cuando le contaba lo último. Ya, en serio, ella creía que había sido un hechizo de rebote porque no podía haber nadie tan mal de la cabeza como para hacer algo así con un hombre lobo furioso en frente, ¿verdad? – Pues alguien enfermito de su cabecita, quien más, si es que… – Se quedó callada al instante en que la abrazaba. No lo esperaba. No era tampoco la persona más afectiva de todas ni de esas chicas que repartían abrazos a diestra y siniestra porque eran así de lindas, pero no dudó ni un segundo en devolverle el abrazo con fuerza. Inspiró profundo, queriendo aguantarse un sollozo que no iba a permitir salir porque todo iba a estar bien, Angus iba a salir bien librado y Dan se iba a recuperar. Tenía que ser así. Y si todo iba a estar bien entonces no había nada porqué llorar.
Le dio un beso en la mejilla, uno cargado de muchísimo sentimiento, y le sonrió antes de pasarle el brazo por los hombros. Que dijeran lo que quisieran de él, que Parker se retorciera en su propia bilis si quería, pero la realidad era que quería y confiaba en ese cabrón infame. – Dices hamburguesas y yo me acuerdo que no he comido nada desde anoche. Es un puto reflejo pavlosiano, ¡me voy a morir de hambre! ¡En serio me duele! – Se llevó una mano al vientre aguantándose la carcajada antes de dar una última calada al cigarrillo, tirarlo al piso y apagarlo con la suela del zapato. – Vamos, creo que nos lo ganamos. Si de todas maneras no vamos a dormir… pero cuéntame cosas, lo que sea que no tenga que ver con zarpazos y destripadero. ¿Ya te contentaste con tu niña bonita? – Le sonrió con malicia. Para ella, Pearlie Burroughs siempre iba a ser “la niña que se hacía pipí” y punto final.
Loreen Luttrell- Mensajes : 77
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