Protección

Después de lo sucedido con Angus y con Dan no podía pensar en otra cosa que no fuese la seguridad de su familia dentro de la universidad, no había escrito ninguna carta a sus padres o a su abuela porque esperaba que pasase desapercibido el asunto, sin embargo acabaron enterándose por otros padres y esa mañana había recibido un ruidoso howler en el que le decían que era un irresponsable por dejar a su familia expuesta de ese modo, que esperaban que en el futuro fuese un mejor hombre para ellas. Había sido enviado por su abuela, pero ella tan decente como era no fue la de la voz, sino una de sus tías lo hizo bajo su nombre.

Recibió la crítica con toda la dignidad que pudo y hasta aprovechó la lechuza para enviar una breve disculpa y la promesa de tener más en cuenta su deber, no era que fuese ahora a estar tras ellas obviando su propia vida personal, pero era cierto que podía estar un poco más pendiente de algunas de las mujeres más mujeres más importantes de su vida, estaba rodeado de ellas y las quería mucho, tenía que al menos intentar ser un mejor hermano y primo.

No había decidido nada todavía, pero de todos modos estuvo todo el día intranquilo, incluso salió de la universidad aprovechando que era sábado para comprar un par de cosas en la tarde, compró en el callejón Knockturn lo que necesitaba y fue a la universidad casi al caer la tarde.

Había estado pensando en quién creía que necesitase más lo que acababa de comprar. Shadow no porque era su hermana y con todo el tiempo de convivencia ya estaba seguro de que podía contar con que le hiciese caso, Paprika era un caso perdido, entonces su mejor opción era Pearlie, incluso la había visto cerca de las grutas aquel día de la catástrofe con Angus y por un par de días no pudo estar tranquilo pensando en qué le hubiese pasado si Milou no hubiese estado con ella, tenía que agradecerle a ella por eso.

Citó a su prima en el campo de Quidditch porque sabía que a las siete los alumnos que llevaban la clase tenían Historia del Quidditch y no usaban el campo, inicialmente la iba a citar en el bosque pero la sola idea de verla con algún peligro alrededor podía más que su lado lógico que casi gritaba que era imposible que aquello sucediese. Podía ser una paranoia, pero tampoco es que alguien hubiese esperado lo de Angus.

Se sentó en las gradas en donde la vio hacía ya varios días con Sofie con un paquete en la mano, era una caja pequeña y rectangular con un moño encima, como si aquello se tratase de un regalo de cumpleaños o de navidad.

Ella también seguía asustada por todo lo que había pasado. Por su parte, la situación con sus padres no había incluido ningún Howler, pero sí una extensa carta por parte de Saffron diciéndole que se cuidara e incluso sugiriendo que podía ir a otra universidad si quería, cosa que no estaba a discusión en el caso de Pearlie, porque ya estaba acostumbrándose a todo eso y sobretodo, adorándolo como para decir adiós, aunque sonara infantil de su parte o que estaba arriesgando su seguridad en pos de amigos y otras cosas. Pero nunca su vida había sido tan emocionante como en ese momento específico, y no estaba hablando precisamente de aventuras en luna llena, sino todas las otras, las que no sabía si estaba viviendo tarde, pero a las que no quería renunciar ahora.

Al recibir la nota de Aldrich no dudó en ir. No sabía del regaño que le había tocado a él. Ni siquiera era como si hubiera tenido culpa de algo, de hecho, se había preocupado y la había mandado a irse. Ella no había ido a buscar el peligro gratuitamente, había estado ahí con Milou por casualidad. Por suerte Aldrich estaba bien, -no sabía si anímicamente también, pero ya lo averiguaría- y también Joe y Luke, a quienes había ido el hechizo de Milou que ahora, en calma, atribuía a una falla en su puntería y no a una maldad.

Eran las siete y aunque el profesor de leyes todavía no se recuperaba de su fiebre, seguían teniendo tareas porque al parecer ahí no había tiempo para holgazanear. Luego de dejar unos libros en la biblioteca caminó por los edificios cubriéndose del frío con un suéter ligero, pensando en un montón de cosas, románticas, académicas y extrañas. Para cuando llegó al campo de quidditch había tomado cerca de 50 decisiones absurdas que nunca llevaría a cabo, en especial porque se le olvidaron al verlo y concentrarse solo en eso.

Subió las gradas hasta llegar a él y cuando tuvo a su lado, lo abrazó fuertísimo y le dio tres besos en las mejillas sin reparos. De verdad se alegraba de saber que estaba bien. Sin hablar gran cosa se sentó a su lado y luego, como era obvio, reparó en la cajita.

-¿Y eso? ¿Vas a darme mi regalo de cumpleaños adelantado?

El regaño no había sido culpa de nadie, eso lo tenía claro, era más que nada un llamado de atención para que tratase de no dejar la más mínima posibilidad de que lastimasen a quienes tácitamente tenía bajo su custodia. Por eso mismo no guardaba resentimiento con nadie y no había ido comentando lo sucedido con el howler que se le hizo como castigo para colegial, a los que lo habían presenciado les minimizaba el asunto aduciendo que era cosa de una tía excéntrica que tenía.

No esperó mucho para ver frente a él a su prima y recibir su abrazo, el cual igualó aunque no hizo lo mismo con los besos, los abrazos le parecían mejores para expresar ese respetuoso amor que se profesaban. Apenas la vio le preguntó por la caja, así que no pudo hacer ni una introducción como para darle cierto misterio.

-Claro que no, te voy a regalar algún libro de Boris Souvarine.-era una broma que tenían, hacía años que se decían que ella nació porque aquel historiador muggle había muerto y que era su encarnación, por eso lo intensa que era. Aldrich no recordaba bien cómo fue que salió la broma, pero hasta ahora la recordaba-Voy a sonar como tu padre, pero estás muy delgada, debes comer más.

Le pasó la cajita entonces, bastaba levantar la tapa para revelar su contenido. Dentro, tenía un guardapelo de color negro, era de oro viejo y dentro no llevaba cabello ni una fotografía, ella podría poner allí lo que quisiese. Era un guardapelo comprado en Borgin & Burkes que le permitiría saber el paradero de su prima en todo momento, no se trataba de espiarla, era más bien un asunto de seguridad, de no desear otra cosa más que su bienestar aunque el no darle la confianza suficiente a ella le parecía una bajeza de su parte.

Además, para quitar un poco la atención del guardapelo le había dejado unos tres chocolates pequeños al lado. No se trataba de engañarla, se había dicho ya mil veces que si ella le daba el indicio de saber de qué se trataba se lo contaría todo.-Dime si te gusta, si no lo regreso.

Le dio un empujón amistoso con todo el cuerpo cuando le dijo lo de Boris Souvarine, era una broma vieja y tonta de la que nunca se cansaba aunque hiciera referencia directa a que era una intensa. Extrañamente, la broma le gustaba aunque hubiera investigado todo sobre el tipo y hubiera encontrado muchas ideas peligrosas. Se mordió los labios cuando le dijo que debía comer más, sin poder evitarlo bajó la mirada hasta su propio cuerpo. Siempre había sentido que tenía las caderas demasiado anchas, como todas las Burroughs. No era precisamente moderada con la comida, pero últimamente la consumía el café y el cigarrillo, tenia que admitirlo.

-Casi no voy al comedor, me quedo en la cafetería y supongo que sí, que eso no está muy bien. Comeré mejor, te lo prometo.

Y todo lo que le prometía a su primo, lo cumplía cabalmente. A veces su mamá le contaba que para hacerla comer las verduras, le había dicho cosas como “a tu primo Aldrich si le gustan” o para hacerla dormir temprano le inventaba que su primo Aldrich también se metía a la cama temprano. No recordaba cuando había decidido quererlo tanto, pero era un efecto irreversible a esas alturas.

Tomó la cajita con una sonrisa emocionada y al encontrarse con el guardapelo, abrió mucho los ojos y miró a Aldrich con cara de “¿es para mi?, ¿bromeas?”. Ni se le ocurrió pensar que era un dispositivo para cuidarla –mucho menos para espiarla- sino solo en lo absurdamente lindo que era y lo bien que quedaría con la mayoría de las cosas que siempre se ponía.

Luego encontró los chocolates. De inmediato pensó en la repartición: uno para ella, uno para él y del otro, mitad y mitad. Estaba hecha toda una santa ridícula, pero no importaba, porque él la había conocido así desde siempre.

-¿Estás loco? Me encanta, está lindísimo. Muchas gracias, no debiste molestarte, en verdad es muy bonito.

Se lo colgó de inmediato. Hubiera querido ver cómo lucía en el acto pero confiaría en que se veía bien. Volvió a abrazar a Aldrich medio colgándose como una cría de chimpancé y luego se metió un chocolate a la boca y le puso otro a él en la mano.

-¡Están buenísimos! ¿Son de Honeydukes o de otro lado? ¿Cómo se me ve puesto? Oye, Shadow me dijo que nos iba a llevar a un concierto de no séquéGaga, ¿estaba bromeando?

Estaba acostumbrado a sus empujones y a sus reacciones de cariño curiosas, a él le parecían la cosa más adorable del mundo y si alguna vez le tocaba hacer de su casamentero seguramente apabullaría al hombre que la quisiera desposar entre tantos halagos. Le pasaba lo mismo con su hermana cuando se ponía sentimental, pero debía ser por aquello de que no habían vivido juntos por dieciocho años que a Pear se lo podía expresar con más soltura.

Aceptó con una sonrisa que fuese a comer y hasta le dio algunas palabras de aliento mientras le hacía promoción a la comida del comedor, casi podía haberse echado chispas de colores con la varita para atraer público. La mantuvo cerca pasando un brazo tras sus hombros y casi haciendo que se apoye en él por un rato, pero tras darle el regalo fue evidente que no se iba a quedar ahí quietecita, la miró abrirlo con gusto.

Asintió varias veces para hacerle saber que sí, que era para ella y que era en serio. Parecía no haberse dado cuenta de nada y era mejor así, temía a su reacción si se lo decía, no porque fuese a golpearlo y eso le causase miedo, era más bien que no quería complicaciones con ella, eran tan cercanos y la quería tanto que era de esas cosas que uno previene para evitar conflictos por el simple amor mutuo. Su conciencia parecía haberle dado un golpe en el estómago al verla tan a gusto con el guardapelo, pero su boca ni siquiera se abrió, sólo se curvó en una sonrisa culpable.

Se lo arregló un poco para que quedase perfectamente puesto y le dio su aprobación inmediata, no era tan ostentoso como los que se exhibían en las vitrinas de aquella tienda, por eso esperaba que si alguien alguna vez se daba cuenta no lo tomase como una certeza. Le había dado incluso un poco de dinero al vendedor para que olvidase su rostro, que dijese que jamás estuvo allí, era una tontería pero si alguien se enteraba quería que fuese por él.

-Se te ve mejor que a semiveela. Son de una tienda pequeña del callejón Diagon, tengo el resto en mi baúl, luego te invito otros o te doy algunas bolsas.-no entendía lo de noséquéGaga, pero al unir esa idea con Shadow una tapa de álbum horrenda se le vino a la mente.-Lady Gaga. Dime que no es hoy, carajo.-miró su reloj y eran siete y poco, no sabía a qué hora iniciaría ese espectáculo, pero tenía un par de entradas en su habitación porque su hermana le dijo que fuese con ella y Pear, pero pensó que era una broma. Y lo peor es que aquel era el día, aquel, justo cuando esperaba cuidar a su familia esa rubia con cerebro de grindylow le complicaba la vida.-¿Quieres ir? Es música electrónica, o algo así, Lady Gaga es una mujercita que canta cosas acerca de monstruos y de bailes.

Le pestañeó muchas veces a Aldrich en broma cuando le dijo que le quedaba mejor que a semiveela y dejó que se lo acomodara. Bajaba la vista una vez tras otra para ver el guardapelo, que le parecía cada vez más bonito. No tuvo que prometerle que no se lo quitaría nunca porque él sabría que no lo haría, solo porque era un regalo suyo. Si hubiera sabido lo que era, a saber cómo habría reaccionado, aunque costaba mucho que se enfadara u ofendiera con Aldrich por algo., de hecho no lograba dar con ningún recuerdo a la mano que involucrara que estuviera molesta con él.

Sobre el concierto, pues la verdad la idea no le entusiasmaba mucho, porque se imaginaba que estaría repleto de muggles. Y no era por ser muggles, sino por lo repleto. Se engentaba. Exploración de sexualidad con Milena, palomita. Primer ida al cine con Malik en un cine casi desierto, palomita. Probar pastelitos de marihuana en casa de Finnerty, media palomita. ¿Un concierto lleno de gente en un lugar que no entendía? No sonaba taaan bien.

-¿Electrónica? Nunca acabo de entender esos términos.

Además el nombre de Lady Gaga le sonaba al de una señora vieja con un perrito chihuahua por sombrero, sentada en un trono pintado de negro, con una voz como de cantante de ópera, así que lo de electrónica seguía sin entenderlo y asociarlo bien con un sonido en particular. Ya iba a decir que mejor fueran a otro lado cuando Aldrich agregó que cantaba sobre monstruos y bailes, y que además era una mujercita, se lo pensó mejor. Asumía que estando cerca del Halloween, algo de eso tenía que ver.

-¿Habrá mucha gente?, ¿tú quieres ir?

Se mordió los labios y miró a Aldrich todavía dubitativa. Al final todo se terminaba resumiendo a que se haría lo que él quería. Probablemente no se hubiera dado cuenta todavía, pero su primo era la persona con la que más sumisa se comportaba sin siquiera pretenderlo del todo.

La idea irremediable de tener que ir a ese concierto le había quitado de la mente hasta la culpa, no es que fuese su obligación pero ya no sentía segura a su hermana ni a nadie, quizá podría ir un rato a cuidarla o la haría regresar a la universidad pronto, eso o comprarle un guardapelo a ella también, no lo creía realmente necesario pero si eso le evitaba tener que volver a ir a un concierto como ese estaba feliz.

-Es un conjunto de ruidos que quieren hacer pasar por música, una gran mierda en realidad.-no podía ser tolerante con eso, se sentía incapaz de alguna vez decir que era una expresión artística porque no encontraba más que repeticiones mediocres en cada una de esas canciones, no había nada original, nada real. Y aunque Lady Gaga no era netamente música electrónica, para él todo estaba dentro de la misma pila de excremento de dragón.-

En su cabeza ya estaba maldiciendo a su hermana y a esos genes mal hechos que hacían que esa música le agradase, que el tal Calvin Harris fuese uno de sus ídolos y que no se dignase siquiera a escuchar a Iron Maiden aduciendo que se veían como monstruos horrendos. Como si la ropa de esa mujer Gaga no fuese la cosa más horrible, como si lo de ella que juraba genuino no fuese más que un conjunto de robos, como su nombre salido de ‘Radio Gaga’ de Queen.

-Seguramente, cualquier cantidad y coreando esa basurita. Pero será solo un momento, quiero ponerle a Shadow una de esas pulseras que se reducen según pasa el tiempo para que regrese temprano.-sabía que eso no sonaba muy bien.-No le va a cortar la circulación, es para que recuerde que debe venir rápido y saber si debo ir a buscarla después. Me he quedado preocupado después de lo de Angus.

Meditó por un momento en su mente si ir o no, no quería, esa era su respuesta inmediata porque nada podía parecerle peor que aparecerse allí en medio de tanta mente pútrida que no sabía lo que era una buena canción. Pero no podía dejar de ir, después de lo que le había sucedido a Dan al menos él no dejaba de pensar en lo frágil que era la vida de los suyos, de los que quería.

-No quiero ir, seguro no te gustará, pero acompáñame a ponerle la cuerdita a Shadow y te llevo a donde quieras sin contarle nada a la familia. Haremos lo que quieras, cualquier cosa, hasta te abro un parque de diversiones a base de hechizos de locura.

Sabía que Aldrich tenía unas opiniones muy bien plantadas sobre la música y la que no, pero también que con Shadow era a veces compatible, sobretodo porque ya le había enseñado algunas músicas que le gustaban y que a Pearlie también le habían parecido bien –precisamente como el tal Calvin Harris- y aunque le faltaba muchísima música por conocer de seguro, probablemente ese era el punto en el que más se acoplaba con Shadow y menos con Aldrich. ¡Pero eso no lo iba a decir!.

No pensó que su primo fuera un loco por querer ponerle una pulsera de esas. Su papá lo había hecho una vez con ella, cuando había salido con Lucian, así que su método, lejos de parecerle una barbarie, era una muestra de madurez, liderazgo y responsabilidad. Eso, o quería demasiado a Aldrich.

La idea de salir al mundo muggle siempre le parecía más que bien, de verdad estaba agarrándole un gustillo enfermo, aunque en cierta forma seguía pensando que era eso, un gusto, no algo que de buenas a primeras fuera a hacer por otro tipo de razones que no fueran la recreación, como quien va de vacaciones y tiene que conocer el país por obligación moral. Claro, eso no se aplicaba al cine, eso cada vez lo sentía más suyo como un libro de leyes mágicas.

-¡Ah pero no puedo ir al parque de diversiones de la locura con este vestido, ¿no?

Dijo medio levantándose para estirarse la faldita y luego volvérsela a alisar. Ni siquiera sabía si con eso podía ir al concierto, por más que no fueran a quedarse, no quería que nadie los mirara raro. Sabía que los muggles tenían unos códigos del vestir muy raros, que por eso Gianna siempre le decía de cosas respecto a su ropa. Y con el guardapelo terminaba por verse como toda una ridícula, pero a ella le gustaba así, las faldas, lo delicado. Nada de andar de botas de leñador y camisetas desprolijas, eso era visualmente feo.

-Si me tengo que cambiar me acompañas a la facultad, que no quiero cruzar los terrenos sola.

Pues claro, ella también seguía temerosa de lo que podía pasar, aunque decirlo en voz alta tal cual significaba darle un poco la razón a sus padres de que lo ocurrido podía no ser un hecho aislado.

Podía ser un total odioso respecto a sus opiniones respecto a lo que era música o no, por eso mismo le costaba tanto el saber que formaría parte del relleno del concierto de esa lady que de señorita debía tener muy poco. Afortunadamente ella había tomado bien lo de la pulsera, era una de esas cosas no tan humanitarias que él encontraba no del todo buena pero necesaria, como esos mecanismos de emergencia que uno debe tomar frente a las emergencias, como dejar a los débiles atrás en una guerra importante aunque no sabía si en una situación crítica como esa podría llegar a ser razonable.

En el vestido de ella no reconoció inicialmente si las figuras eran de unas hojas o de unos cuervos, pero al verlo bien vio que se trataba de unas golondrinas que iban de aquí a allá. Le echó una mirada general y de hecho parecía muy recatada, bonita, pero demasiado bien portada para un concierto de ese tipo.

-Para allá sí, al concierto quizá no. Vamos a que te cambies, te van a romper las medias y vas a quedar como Gloria Trevi. ¿Te acuerdas que cuando Shadow estaba aprendiendo español cantaba sus canciones y la abuela casi la mata?

Ella decidió que se atrevía a ir así aunque a Aldrich le pareció notar cierto recelo en sus ojos porque pues no era cualquier ropa, seguramente por eso, entonces él le juró que a cualquiera que ensuciase siquiera su blusa le rompía la cara. Lo dijo en medio de una carcajada, pero luego le dijo que con unos cuantos movimientos de varita se arreglaba todo, un fregotego o un reparo. De todos modos quería cuidar que no la anduviesen empujando o algo, no recordaba haber visto en los conciertos a los que había ido a una chica vestida así, con suerte para lo de Gaga sí fuese normal.

Se apresuraron entonces para ver si encontraban a Shadow en la fila antes de que entrase, al ver las entradas decía que comenzaba a las nueve y eran apenas las siete y media. Lamentablemente ni con magia ni con nada pudieron escabullirse, se hubiesen aparecido de conocer el recinto, escuchaban desde afuera la prueba de sonido y no podían estar seguros de qué ligar estaba desierto como para no ser descubiertos, uno no puede caerle encima a un muggle y ya. Aldrich ni siquiera tenía su viejísimo teléfono celular para intentar llamar a Shadow para que se vayan pronto.

Con sus entradas en mano se pusieron en la cola, afortunadamente no era tan larga como la general, allí tuvieron tiempo para hablar pero de ninguna cosa importante, más se dedicaron a comprar cosas, o más bien Aldrich se las compraba a ella porque le gustaba consentirla. Le compró aquellos tubos luminosos que no sabía cómo se llamaban, algunos dulces, cancioneros, máscaras de cuervo en ridículo plateado, unos anteojos que tenían luces alrededor y hasta una camiseta que hasta a él le pareció cómica.

A las nueve entraron finalmente y aunque no era demasiado grande el lugar no lograban encontrar a Shadow, sin embargo algo más espantoso que el creer a su hermana perdida se presentó ante sus ojos.

-¿Se supone que esas son piernas abiertas como para parir o qué? Qué asco, carajo…-le preguntó señalando hacia el escenario, la tenía del brazo mientras para evitar que cualquiera intentara pasarse de listo.-

Lo primero que notó fue que había un montón de gente, pero decir montón era poco. Le sorprendía no solamente lo grande de la estructura donde iba a ser el espectáculo al parecer –que no era más grande que un campo de quidditch profesional, pero sí era lo más grande que había visto del mundo muggle- sino la cantidad estrafalaria de individuos que acudían al lugar, congregándose para ver/escuchar a una sola persona. Los conciertos en el mundo mágico no los recordaba tan multitudinarios, o al menos no a los que ella acudía.

La mejor parte, de todos modos, no fueron los descubrimientos respecto a los rituales musicales, sino las compras. Como una niñita caprichosa pero sin caer en la cuenta de que era una pedinche total, sino viéndolo normal, pidió tubitos de luz neón, una máscara toda extraña que se puso solo para no desentonar tanto, pero que luego cambiaba por los anteojos y sostuvo la camiseta con mucho amor aunque ni entendía bien lo que tenía impreso.

-Oich, no la veo…pero creo que menos la voy a ver con esta máscara, me tapa el 60% de la visión. Eso o no estoy acostumbrada.

Se rió mientras se mantenía colgada del brazo de Aldrich. Sobraba decir que de verdad quería encontrar a Shadow porque por más curiosidad y emoción que iba creciendo por ver el espectáculo, no quería que Aldrich estuviera incómodo ni medio segundo, así que prefería solo encontrar a su prima, ponerle la pulsera e irse.

O al menos eso pensaba, hasta que empezó toda la parafernalia esa. Se quedó medio pasmada con el escenario primero, pero luego lo de los gemidos o las quejas de dolor en sonido envolvente fue suficiente para hacerla fruncir el ceño, quedarse medio boquiabierta, volver a fruncir el ceño y terminar con una risa sonora por las palabras de Aldrich.

¡Era una locura eso de las piernas y parir!. Pero la gente estaba enloquecida, de verdad enloquecida. Tuvo que aguantarse un gritito de asco combinado con otra risa cuando la tipa salió de entre las piernas con un cierre. Lo que sí, fue que automáticamente le gustó su vestido. Y la gente de verdad, estaba enloquecida y coreaba, era la mejor parte, como sonaba la forma en que cantaba la gente.

-¡Ah claro! Born this way, por eso se tuvo que autoparir

Le dijo a Aldrich medio gritando, acercándosele porque era imperativo para que la escuchara bien con el sonido y los gritos.

-Yo no sé, pero si no encontramos a Shadow pronto vas a tener que bailar conmigo y así.

Le sacó la lengua y volvió a apretar su brazo, ahora entendía porque a su primo no le había hecho mucha gracia la idea de ir a ese lugar, pero para ella esa música no estaba taaaan mal.

Su queja respecto a parir en el escenario era una aversión heredada de su madre, al igual que ella sentía repulsión por ese tipo de cosas y ver una imagen así de grande que desde siempre le había parecido grotesca no ayudaba a que encontrase aquella música como valorable. Era muy cerrado para algunas cosas, como en que esas medias de cocos eran hechas para zorras. Se preguntó por un momento –mientras miraba a cualquier otro lado- si no había sido ella una bruja por cómo se iba moviendo su castillo armado, le recordaba mucho a Hogwarts con sus escaleras caprichosas.

Apenas podía escuchar lo que ella le decía, el ruido de los gritos y los cánticos envolvía el lugar. Él sí había visto conciertos así de multitudinarios, pero de otro tipo, en los suyos nadie bailaba de ese modo. Es decir, hasta se sentía un bicho raro, una paranoica parte de sí creía que descubrirían que era un mago porque no hacía aquella coreografía ni sabía la letra que casi era un mantra.

Se agachó un poco para juntar su oído derecho a la boca de su prima, a sólo así logró medio entender lo que le iba diciendo, asintió y le ayudó para que se saque la máscara. Miró alrededor de nuevo buscando a su hermana, ni siquiera podía enviarle un patronus porque seguramente lo mandaban a Azkaban de por vida al ejecutar magia frente a tantos muggles. Buscó su varita con miedo al recordarla, no la sentía contra la piel, por un par de segundos creyó que se le detenía el corazón pero finalmente la encontró y la acomodó bien para que no hubiese algún riesgo.

Cuando volvía a sentir presión contra su brazo bajó de nuevo la cabeza para escuchar aquella justificación para el parto, sólo asintió aunque le siguiese pareciendo grotesco. ¿Cómo mierda hacían los muggles para encontrarse en ese mar de gente? No podía preguntarle a alguien, sería extraño. Había continuado escuchándola y si bien estaba tenso echó una carcajada que era traducible como ni muerto aunque estaba seguro de que lo haría.

La tomó de la mano y le dijo gritando al oído que quizá estuviese más adelante, entonces avanzaron y en qué mala hora lo hicieron. Esa extremadamente rubia mujer comenzaba a subir gente, subió primero a una chica rubia que inicialmente creyó que era su hermana, pero no, luego a un par de cabello rosado chicle, luego a una chica con cinta de pegar color negro en los senos y para maldición suya, a Pearlie. Quiso subir con ella pero los de seguridad no lo dejaron, le buscó la mirada con desesperación mientras se veía reducido por aquellos hombres robustos.

Lady Gaga entonces comenzó a hablar de cuando tenía once años y alguna tontería respecto a su vida, él sólo podía buscar la manera de bajarla, pero cuando hizo a Pearlie embajadora de algo se detuvo, incluso retrocedió un par de pasos y le pidió a una chica que estaba a su lado que grabe eso con su teléfono para luego subirlo a la red, sabía del internet y esas cosas a un nivel intermedio, no sería tan difícil encontrar luego el video. Quizá hasta le gustase presumirle a sus amigos o hablar de la osadía de estar con la rara gaga.

Se movió con Aldrich para buscar a Shadow esperando que de verdad estuviera más adelante, no porque quisiera irse tal cual, sino porque no quería que Aldrich se angustiara. Eso de abrirse paso entre la gente era fastidioso pero no imposible. Y también pensó en su varita. Ni en mil años se iba a imaginar que le pasara algo parecido a lo que le sucedió en ese momento. Si hubiera tenido siquiera un ápice de fanatismo, o hubiera entendido ese concepto de alguna actividad anterior, seguramente habría sabido que para miles de personas ella estaba siendo privilegia en algo, pero en ese momento solo se le ocurrió entrar en pánico.

Buscó la mirada de Aldrich, hubiera matado porque lo dejaran subirse con ella. El cuerpo le temblaba un poco porque estar así de expuesta ante tantos muggles era demasiado, de verdad, demasiad, demasiado. Los otros parecían estar en éxtasis, ella solo parecía estúpidamente nerviosa, al menos ese nerviosismo la dejaba disimular y no estar como un robot desinteresado enfrente de esa mujer que parecía levantar olas y olas de emociones entre olas y olas de gente.

No quería caminar ni alejarse más de Aldrich, pero al parecer estaba obligada. ¡A ella no le interesaba la historia de Gaga, ni estar al lado de esa niña corriente semidesnuda!. Por todita la magia, estaba más confundida que nunca en la vida, y seguro puso cara de auténtico espanto cuando el estadio se iluminó y mostró a toda esa gente claramente. Y NO, NO ESTABA LISTA PARA CASARSE CON LA NOCHE POR LA MAGIA. Pero la besó y la abrazó como esa otra gente hacía. Y no se sabía la canción, pero que la gente se lo atribuyera a los nervios. Ah, que espanto. Ya quería que esa tortura terminara.

¿Y eso de alzar las manos y brincar? Respiró profundo. ¿Y qué hizo? Acordarse de esa noche con Malik en la que fue absurdamente feliz, bailando sin parar. Ok, aquello había sido consecuencia del MDMA, que si hubiera estado en drogas en ese momento, otra cosa hubiera sido. Pero de verdad, trató de evocar la sensación., esa de querer bailar hasta la muerte, embriagada por las luces. Fue fácil, afortunadamente. Además terminó contagiada y le pudo mucho la idea de no quedar como una retrasada mental frente a todos esos muggles, así que simplemente lo hizo. Sí, mucho brincar, mucho abrazar a Gaga, mucho irse con ella por ese pasadizo que…¡no! ¡¿A dónde iban?!

Otra vez entró en pánico, porque de ninguna manera quería perder a Aldrich por Gaga. La gente con la que estaba seguía extasiada, la abrazaron, la besaron y le dijeron cositas. Ella no sabía ni qué carajos decirle así que solo fingió, siguió la corriente. Joder, esto de salir al mundo muggle se estaba volviendo cada vez más peligroso. Quería volver con Aldrich de verdad.

Y nada, que Gaga tenía que seguir con su concierto, y ella podía ser por fin felizmente escoltada al lugar de donde la habían sacado. Buscó a Aldrich desesperada entre la gente. Con algo de suerte ya habría encontrado a Shadow, si Shadow la había visto y por ende, había buscado a Aldich en el lugar donde habían subido. Mucha gente la tocó y le dijo cosas que ella no entendió pero que parecían de “wow, subiste con Gaga” pero ella no le importaba eso y solo sonreía y dejaba que le agarraran el hombro, aunque cada vez se ponía más ansiosa.

-¡Aldrich!

Gritó como loca cuando lo encontró de nuevo y le tomó la mano. Lo miró a los ojos un instante y luego soltó una risotada de loca. Estaba extrañamente feliz, de la aventura, de tanta tontería y sobretodo, de haberlo encontrado.

-Soy una muggle famosa, por hoy.

Estaba evidentemente nerviosa pero le parecía mejor dejar que pasase por el calvario del cual él ya habría escapado, era mucho más de lo que su poca tolerancia era capaz de soportar. Recordaba haber visto fotos de su madre con el cabello rosado pero aquel par no le recordaban en nada a la sensación que le dio el verla a ella así, ahora era simplemente un disfraz que seguramente formaba parte de la usurpada iconografía que se atribuía la cantante.

En todo el fulgor de esa inmortalización de su prima en miles de teléfonos embrutecedores de mentes llegó hasta él la visión de la cabellera rubia de su hermana, dando de saltos e intentando llamar la atención de Pearlie como para subir o avergonzarlo, en realidad no, pero lo sería si fuese un muggle esclavo de las redes sociales, conociendo a Shadow y su fanatismo por esa mujer hasta le corregiría la coreografía a la mujer.

Con algo de esfuerzo pudo al fin lograr que ella le hiciese caso y le puso la dichosa pulsera, no le explicó lo del howler de su abuela ni tampoco que ahora estaba paranoico pensando en su seguridad, no había tiempo y tampoco lo escucharía pues por si fuese poco el ruido estaba extasiada con la idea de que su prima hubiese subido. Se hubiese quedado a su lado esperando a Pear pero al estar su melliza junto a varias amigas suyas que ya coreografiaban algo acerca de un mal romance aprovechó para escabullirse tras decirle adiós a Shadow y recordarle nuevamente lo de la pulsera para que no se lastime. Llegó hasta adelante, junto a una barrera metálica, ya había bajado su prima pero él no la encontró, si no al revés.

Se asustó un poco cuando le tomó la mano con más fuerza de la normal, pensó que le habían hecho algo, que la habían obligado a perder su virginidad –si es que la conservaba- en el escenario como sacrificio hedonista pero cuando soltó la carcajada rió también pero más que nada por nerviosismo.

-Ahhh pues lo dirás en broma pero es cierto, luego vas a ver, en un aparato muggle vas a estar a la vista de todo mundo. Gracias a todo mago que tu padre no toca una computadora ni para protegerse de un avada.-gritó todo eso al oído de ella pero no estaba seguro de que hubiese entendido todas sus palabras.-Vamos, vamos para allá.

La llevó de la mano hacia afuera de la multitud para no estar en medio de todo el bullicio de los asistentes, en esa zona pero en la parte de atrás había un buen espacio donde podían hasta caminar libremente, allí vendían cerveza y algunos emparedados. Compró un par de cada una de esas cosas y le buscó un disco de la cantante, para que tenga su recuerdo y todo eso, él ya se quería ir pero prefería preguntarle primero a Pear, le pondría a andar una feria si lo hacía salir de allí.

-Ya le di el encarguito a Shadow, está con sus amigas locas. ¿Quieres irte ya o prefieres quedarte? Si nos vamos cumpliré lo de llevarte a donde sea, menos a un cementerio a que desentierres cadáveres.

Escuchó lo que Aldrich le decía a medias: aparato muggle, vista de todo mundo, tu padre, computadora y avada. Juntó la frase como pudo y no entendió nada, porque bien podía ser lo que Aldrich sí había dicho o bien podía ser que su padre se iba a enterar y le iba a soltar un avada. Las dos cosas la habrían hecho carcajearse igual y como todavía seguía con los nervios de punta, eso fue lo que terminó haciendo antes de que Aldrich la llevara de la mano hacia afuera de toda esa gente que ya no le ponía atención como hacía un rato, porque ya había pasado el momentazo de moda.

Justo iba a preguntar si había encontrado a Shadow al menos, pero Aldrich se lo confirmó antes y ella sonrió tranquila antes de dar una buena mordida al emparedado. Nunca iba a cansarse de que Aldrich le comprara cosas, podía ser muy caprichoso de su parte nunca decirle con vergüenza “oh no te molestes” pero mentiría con todos los dientes si dijera que no le encantaban los regalos.

Sopesó la idea de quedarse, pero la verdad ya había pasado un momento demasiado emocionante e irrepetible como para pretender seguir torturando a Aldrich. Lo conocía y sabía que no estaba cómodo y para ella, su primo importaba más que todas las Ladys Gagas del mundo.

-Awww no, justo iba a pedirte que me llevaras a desenterrar cadáveres. ¡Ahora me cumples!.

Bromeó con él y le dio un respetuoso beso en la mejilla para luego abrazarlo por la euforia. De verdad había sido impresionante eso de estar en el escenario. Casi le daban ganas de decirle que quería ir al cine, pero reservaría sus energías cinematográficas para Malik.

-¡Ya sé lo que quiero! London Eye. La única vez que le dije a mi padre que quería subir ahí me dijo algo como “No Pearlie, cariño, está lleno de muggles”. Hazme el favor. Si viera ahora…

Se volvió a reír, reía mucho cuando estaba contenta, como era natural. No sabía si su primo tendría ganas de hacer esa cosa tan tonta, si siquiera eso estaría funcionando a esas horas de la noche o qué, pero no perdía nada intentándolo.

Le dio unas pocas palmaditas en la cabeza como para calmar su dolor por el falso capricho no cumplido-No seas como esos chamanes, que con tierra de muerto ni Voldemort volvió de la tumba. Son puras habladurías, retoña.

No sabía hasta qué hora estaba abierto eso, conocía el London Eye pero jamás había subido y mucho menos sabía del funcionamiento regular, de todos modos asintió sin saber tampoco muy bien la ubicación, pero era tan conocido que podía preguntarle a cualquiera que tras dedicarle una mirada de desconcierto podría darle la información necesaria. La tomó de la mano y se abrió paso entre la gente junto a ella, con la otra mano sostenía la varita que estaba oculta bajo su camiseta mientras que su codo servía para que se hiciesen espacio.

Mientras avanzaban escuchaba a la mujer cantando una canción lo los Beatles, no dijo nada, sólo negó un poco con la cabeza y siguió avanzando, ahora colocando a Pear delante para tenerla a la vista, que la gente por momentos lograba rodearlos de forma casi asesina. Dio más de un empujón fuerte y con un tipo se puso a pelear, pero solo de forma verbal que cuando la novia del chico aquel lo jaló Aldrich decidió seguid avanzando con su prima, no iba a dejarla allí fuera de su vista por romperle la cara a alguien.

Salieron del lugar y tras unas cuantas preguntas estuvieron encaminados, tuvieron que aparecerse desde una calle desierta para llegar hasta un lugar cercano al Támesis, Aldrich había ido pocas veces por allá que tampoco era un hombre muy de mundo, así que de todos modos estaba muy interesado en lo que podía ver alrededor. Apenas estuvieron en el South Bank –incluso un poco antes- la penumbra los hizo saber que ya estaba cerrado, no lo sabían pero en esa época de año sólo hasta las ocho y media se podía subir.

Debería intentar iniciar la atracción con magia, la miró un momento dudando, pero se lo había prometido y lo peor era terminar en una celda muggle, desaparecer de allí no sería un gran problema tampoco, al menos muy tarde podrían intentarlo.-¿Lista? No vale asustarse.-tampoco era que fuese un tren del terror, estaba seguro de que le gustaría. La llevó hasta el lugar en donde deberían subir, tras ayudarla a entras subió él cuando todavía la noche los rodeaba sin tregua, entonces con un movimiento de varita algo complicado bus{o usar un hechizo que su abuelo materno había usado alguna vez frente a él, no lo practicaba así que apenas al quinto intento funcionó, dejando la rueda iluminada y en movimiento.-

-Mira, allá está el palacio de Westminster. Saluda al príncipe Harry, a ver si te hace su esposa y eres la próxima reina de este lugar. ¿Te gusta? Antes de que llegue la policía, son como aurores pero torpes.

Seguía a Aldrich a ciegas, porque asumía que él se movía mucho mejor por el mundo muggle de lo que ella podría hacer jamás. La única vez que lo había recorrido mucho había sido con Malik y obvio no se había aprendido nada del camino, es decir, solo se había llevado un moretón de antología por andar como loca en el subterráneo. Y ya. Pero Aldrich era más listo que ella para esas cosas, algo que era que agradecer cuando estaba con tantas energías. La penumbra que les dejó saber que estaba cerrada la atracción le hizo poner cara de tristeza, pero no se iba a poner de caprichosa a Aldrich para que lo hiciera funcionar. No hizo falta, porque el chico parecía dispuesto a cumplir de todos modos. Casi le dieron ganas de abrazarlo hasta tirarlo al suelo, pero por supuesto no hizo semejante barbaridad.

-¿En serio nos vamos a subir…?

Preguntó todavía incrédula mientras Aldrich la ayudaba a subir a esa cosa. Temía resbalarse y partirse la boca pero al final no ocurrió nada grave. Se acomodó el vestido y fue muy paciente mientras esperaba que los hechizos de Aldrich funcionaran. Cuando el chico la puso en marcha, supo que no pasaría mucho tiempo para que las autoridades muggles fueran a ver qué estaba sucediendo, pero intentó disfrutar eso lo más posible.

Se agarró de su brazo cuando empezaron a elevarse, pero poco a poco fue acostumbrándose a la sensación. Era increíble; la vista, que él hubiera logrado hacerla funcionar, que estuvieran ahí, transgrediéndolo todo por una tontería. Definitivamente las cosas estaban cambiando, aunque Pearlie no sabía si sería del mismo modo para los dos. En cierta forma, ella seguía intentándole buscar una buena chica que hiciera feliz a su abuela y todo eso, pero en cambio, no parecía tan preocupada ella misma por encontrar a alguien de bien, o por cuidarse cuando salía al mundo muggle.

-¡¡Hola Harry!!

Gritó desde donde estaba, saludando en dirección a donde le había indicado Aldrich, irónicamente, mientras ella pensaba todas esas tonterías.

-Me gusta muchísimo. Pero sí, si quieres ya bajamos, torpes o no, no quiero que hagamos magia frente a ellos y el Ministerio se entere, no tienes idea de cómo me he puesto en riesgo últimamente.

Con Malik había hecho magia como tres veces, nadie lo había notado y eso era lo bueno, pero en la compañía de Aldrich se daba cuenta de que había sido de lo más insensata del mundo. Se sintió tan rara y tan vulnerable por todo que antes de bajar de ahí, abrazó a Aldrich rodeándolo por el cuello y le dio un beso en la mejilla.

-Aunque me deshereden, te quiero un montón, que no se te olvide eso.

No sabía cuánto duraba el paseo pero asintió, quizá ya iba a terminar y ellos apresurados. Pero sí, era insensato pensar que no los verían, ya ni siquiera se sentía inteligente al haber aceptado eso, pero bueno, podían ahora ir a comer algo o a hacer cualquier cosa más común, era de noche y a esa hora no habían demasiadas cosas para hacer, sin embargo una conversación que había ido repasando en su mente podía haber encontrado el momento para salir.

-Y yo a ti, para siempre. Aunque acabes convirtiéndome en un bubotubérculo.-él era hombre de abrazos, pero le dio un gran beso en la mejilla como cuando estaban chicos y sus papás le decían que le diese un beso para captarlo con la cámara mágica.-Y no te van a desheredar, eres la flor del pantano. Te aman demasiado, te amo demasiado, te daría la mitad de lo mío o algo. Jamás te vas a quedar desamparada. -sin querer se había explayado más de lo que era necesario.-

Bajaron pronto sin ayuda de magia, saltar no era un gran arte y probablemente al haber sido ese un proceso más mágico que eléctrico la rueda había ido a una velocidad mayor de la normal. Llegaron sin mucho problema al suelo, el tobillo de él quedó algo sentido por la altura pero no era nada grave, de hecho tras un par de pasos ya se había pasado el fastidio. Con un Finite Incantatem hizo que todo se detuviese pero era mejor salir de allí y se lo hizo saber.

La tomó de la mano para salir del lugar y habían avanzado algunos metros cuando escuchó el sonido de una sirena y pronto vio de dónde venían, era de unos automóviles extraños que llevaban a varios hombres dentro con aparente prisa. Le tomó la mano con más fuerza y avanzó con pasos rápidos tras decirle que lo siguiese, no estaba seguro de a dónde iban, pero siempre podían aparecerse en Hogsmeade o algún lugar cercano.

Caminaron a través de Jubilee Gardens por algunos minutos, callados, no era bueno que los encuentren aquellos cuidadores de la ley muggle. Iban hacia el norte, desde allí podían ver el Hungerford Bridge y al otro lado del Támesis las luces eran deslumbrantes.-¿Nos aparecemos allá? No sé muy bien cómo sea al otro lado, así que no sé si me vaya a salir muy bien…pero conozco un sitio llamado Chinatown. Podemos comer algo y hablar, hay algo que debo decirte.

Murió de amor y ternura cuando Aldrich le dijo todas esas cosas. Se volvió a abrazar a él creyendo que de verdad era afortunada por tenerlo, por contar con él de manera incondicional, sin que importara nada, sin que él le pusiera cosas de por medio para quererla. Moría de miedo también por la idea de quedar desamparada, pero no lo tomó literal, sino solo como una arrebatada muestra de cariño de parte de Aldrich que ella correspondió con un abrazo fuerte.

El salto para bajar de esa cosa casi la hizo caer hacia enfrente con toda la boca pero por suerte Aldrich estaba ahí para salvarla de cualquier percance y al final terminó de vuelta en el suelo sana y salva. Le había encantado; la aventura del concierto, ese paseo en las alturas, las palabras que le había dicho, el guardapelo. Todo.

Caminó con él y volteó al escuchar las sirenas, porque nunca había escuchado un sonido similar, era molesto y aparatoso. ¿Para qué advertían con un ruido así la llegada de la autoridad?. Siguió a Aldrich tomando fuerte su mano. No sentía que el peso de la ley le fuera a caer en cualquier momento, para el caso se podían aparecer y ya, en cualquier momento. Eran magos, y con Aldrich se sentía muy bruja, siempre.

Asintió a la propuesta de Aldrich, sobre aparecer al otro lado. Solo le pidió que lo hiciera con cuidado porque no quería sufrir una departición y terminar perdiendo un dedo. Lo que sí era que se moría de ganas por comida china, para entrar al restaurante y aplicar la técnica de menú que Malik le había enseñado para comer lo mejor, y dejar a Aldrich perplejo.

En eso pensaba cuando Aldrich terminó su frase. Por supuesto, Pearlie moría de curiosidad para ver qué era lo que tenía que decirle, sonaba serio porque sino, se lo hubiera dicho y ya. Asintió y tomó su mano, esperando a que Aldrich se apareciera y cuando lograron llegar al otro lado, sanos y salvos, respiró profundo, totalmente aliviada.

-¡Qué bueno que no perdimos el pie!. Fue genial, lo de allá. En serio, la vista era hermosa. ¿Qué me querías decir? Sonaba importante.

Pudo lograr la aparición sin problemas, de todos modos examinó bien las extremidades de su prima y luego las propias para estar seguro. El lugar en el que habían aparecido no distaba demasiado del puente, no se había querido arriesgar demasiado porque tampoco es que conociese demasiado bien la zona. No le soltó la mano en lo que caminaban hacia el lugar, se tuvieron que volver a aparecer y seguía sin dejar su mano, no con un fin romántico, era más bien para poner una barrera entre ella y las personas que pudiesen pasar por allí.

Él mismo había abordado a alguna muchacha muggle para conversar alguna vez porque le pareció guapa o interesante, consideraba que su prima era las dos cosas y ya bastaba con que la estuviese llevando a esos lugares como para además, tener que soportar a un igualado que creyese que estaba a la altura de ella, que podía pasar por encima de él para abordarla con nada más que la intención de pasar una noche con él. No es que pensase que ella era una santa, pero no iba a dejarla a la merced de cualquier tipo.

El barrio chino estaba al voltear la esquina. Hablaron de cosas diversas en el camino y al llegar fue que ella preguntó por lo que le iba a decir. Le respondió que se lo diría en el restaurante. El lugar estaba totalmente iluminado, las clásicas lámparas rojas se mecían sobre sus cabezas y el idioma predominante no era el de ellos aunque seguramente todos en esa calle entendían inglés. Una vez Aldrich había pasado por allí en el año nuevo chino, no estaba seguro de cuando era esa celebración pero le hubiera gustado que fuese ese día, si bien se veía muy bien todo no había punto de comparación.

Ir a uno de los lugares grandes y elegantes era una opción, pero el ir a uno de esos recovecos recomendados de forma clandestina siempre aumentaba la emoción, ya fuese el resultado bueno o malo. La llevó a un sitio no tan grande, se llamaba ‘Joy King Lau’, por una amiga sabía que era uno de los lugares que conservaba la tradición china y que no se fusionaba con la cocina local, para comer fish and chips podían ir a cualquier puesto callejero. Ojalá cumpliese con sus expectativas.

Entraron y se sentaron en una mesa algo alejada para poder hablar a gusto. Ya allí esperarían a que los atendiesen pero iría diciéndole aquello que quería hablar con ella.-Hay dos cosas. La primera es que ese regalo que te hice la compré en el callejón Knockturn, es para cuidarte, me dirá en dónde estás. Por favor no te lo quites, prometo respetar tu privacidad, sabes que siempre lo he hecho.-miró a los lados por si acaso, no quería que los escuchasen, aunque no fuesen a saber de qué hablaban era mejor ni levantar sospechas.-Lo segundo es respecto a la guerra que parece que está iniciándose. Necesito saber qué papel planeas ocupar dentro de todo esto.

Le sonrió como toda respuesta al entendimiento hacia sus intenciones, no iba a ponerse sentimental tampoco, ya había sido suficiente por esa noche y de hecho lo que quería ahora era hablar del otro asunto ya que una de las cosas que quería decirle estaba saldada. Se quedó mirando por un momento el guardapelo sabiendo que tenía ya una herramienta para cuidarla, sucediese lo que sucediese.

La carta acababa de llegar y antes de poder elegir lo que quería ya Pearlie se apropiaba de la situación y pedía la comida del día, lo que le pareció astuto y le sacó una risa poco audible a la que la mesera respondió con una sonrisa, quizá por compromiso. Como la comida ya había sido pedida lo único que pidió fueron un par de cervezas para que bebiesen en la mesa mientras esperaban, estaban uno frente al otro y tras esperar que llegase la mujer a la cocina se dispuso a hablarle, pero ella volvió a tomar la palabra.

-Hace tiempo no veo a Karim, pero sé que anda saliendo o de novio con esa rubia que es tu amiga. Milena, creo, la que te dije que mi madre no pasa desde que sabe que es semiveela, seguro la vio en tu casa.-les llevaron las cervezas, unas Miller que le hicieron recordar que así se apellidaba ese primo que tenían, aquel vástago de la tía Frances- Dile que cuándo nos vamos por unas cervezas, me voy a tener que conseguir una novia para verlos o qué.

Un solo sorbo pudo darle porque ya le respondía ella al otro asunto importante que iban a tratar, se escapó un suspiro de sus labios y con una expresión seria se quedó escuchándola, asintiendo cuando ella mencionaba el bienestar de su familia. Ella había sido criada del mismo modo que él, no importaba que hubiesen ido a distintas escuelas o que hubiesen estado hasta en distintos países por tanto tiempo, los valores eran los mismos y el peso que tenían las costumbres era mucho pese a que ya no eran niños.

-Mira, sabes que mi madre me inculcó el amor desmedido por la tía Frances y sobretodo por Per, Bebé como ella le dice. Pero la última vez que hablé con él ya parecía un loco, esas ideas lo tienen mal, lo quiero muchísimo pero no creo ser capaz de unirme a su causa ni creo que debería.-se acercó un poco más a ella, jalando su silla hacia adelante para continuar tras dar una breve mirada alrededor.-Necesito saber qué harás. Shadow es débil para esas cosas, es frágil, no tiene mucho temple, ella no me preocupa. Pero sé que eres amiga de Angus, yo también, pero tu…relación con Joseph va evolucionando y no dudaría que terminen siendo novios. Todos ellos tienen ya su bando elegido, pero necesito saber qué elegirías.

Sabía que era cierto que si conseguía novia primero pasaría por el filtro de su prima, antes que el de nadie. Su familia nuclear simplemente miraba pero no escudriñaba de forma obvia, al menos la mayoría de novias que había tenido –si no es que todas- siempre fueron muchachas agradables y todo eso, por ello es que seguramente no se pusieron como aves rapaces tratando de sacarle la carne, siempre y cuando no fuese veela o semiveela estaría bien con su madre. Shadow no era de inmiscuirse en esos temas porque tenían un tácito contrato para respetar la privacidad del otro aunque alguna vez ha pasado que a cada uno le agradaba gente que al otro no.

Con Pearlie era distinto, todo. La relación era no llevada por celos enfermizos de familia ni por un sentimiento dejado por aquellas presiones familiares que sobresalían de las insinuaciones que les hacían acerca de que si se casaban serían muy felices. Lo que había con ella era una cercanía elegida que no se sentía forzada por los lazos familiares, sino por lealtades que en algún punto se hicieron fuertes, quizá alguna vez cuando eran bebés le recuperó la sonaja o algo, no recordaba dónde había comenzado pero por algún motivo le pasaba todo, incluso que odiase a sus chicas, no como con Peach Finnerty, a la que no le hablaba por un motivo que iba por ese lado.

Sabía que Joseph le había pegado a Benjamin pero no le parecía más que una competencia de egos que fue más allá, por lo que había dicho Pearlie el muchacho se había esforzado por hacerla sentir bien y esas cosas se apreciaban, no era como enviar un ramo de flores y ya. No podía estar seguro pero le agradaba Crawford pese a las historias que su apellido había significado en las historias familiares, de todos modos aunque sea amigos serían él y su prima, aunque sea por inercia ya que los amigos de él eran los de ella.

Sonrió al escuchar de la lealtad que le manifestaba a él y a su familia, así se los habían enseñado y si bien creía que su educación erraba en muchos puntos no en eso. Si bien Barunka intentó que su hijo sintiese esa misma cercanía y lealtad con sus amigos no fue así, para Aldrich lo primero era su familia y después del bienestar de ella podía quedar el resto pero ni siquiera como un pendiente, más bien como un agregado opcional.

-Ninguno de los dos bandos me parece cercano a lo que quiero. No quiero luchar por algo en lo que realmente no creo totalmente y eso me sucede en los dos lados, además cada uno tiene sus métodos extremos. No me veo matando a alguien por una idea.-la sola idea le parecía horrenda, no quería usar su entrenamiento o la magia para eso, no era un asesino o un despiadado.-Va a llegar el momento en el que tengamos que hacer lo que nuestros padres, sea cual sea el bando que elijamos. Podríamos morir en un segundo como el tío Aldrich, no quiero que te suceda eso, ni a mi. Pero no se puede estar seguro, solamente podemos cuidarnos el uno al otro. ¿Me odiarías si acabásemos en bandos opuestos?
Sabía que era cierto que si conseguía novia primero pasaría por el filtro de su prima, antes que el de nadie. Su familia nuclear simplemente miraba pero no escudriñaba de forma obvia, al menos la mayoría de novias que había tenido –si no es que todas- siempre fueron muchachas agradables y todo eso, por ello es que seguramente no se pusieron como aves rapaces tratando de sacarle la carne, siempre y cuando no fuese veela o semiveela estaría bien con su madre. Shadow no era de inmiscuirse en esos temas porque tenían un tácito contrato para respetar la privacidad del otro aunque alguna vez ha pasado que a cada uno le agradaba gente que al otro no.

Con Pearlie era distinto, todo. La relación era no llevada por celos enfermizos de familia ni por un sentimiento dejado por aquellas presiones familiares que sobresalían de las insinuaciones que les hacían acerca de que si se casaban serían muy felices. Lo que había con ella era una cercanía elegida que no se sentía forzada por los lazos familiares, sino por lealtades que en algún punto se hicieron fuertes, quizá alguna vez cuando eran bebés le recuperó la sonaja o algo, no recordaba dónde había comenzado pero por algún motivo le pasaba todo, incluso que odiase a sus chicas, no como con Peach Finnerty, a la que no le hablaba por un motivo que iba por ese lado.

Sabía que Joseph le había pegado a Benjamin pero no le parecía más que una competencia de egos que fue más allá, por lo que había dicho Pearlie el muchacho se había esforzado por hacerla sentir bien y esas cosas se apreciaban, no era como enviar un ramo de flores y ya. No podía estar seguro pero le agradaba Crawford pese a las historias que su apellido había significado en las historias familiares, de todos modos aunque sea amigos serían él y su prima, aunque sea por inercia ya que los amigos de él eran los de ella.

Sonrió al escuchar de la lealtad que le manifestaba a él y a su familia, así se los habían enseñado y si bien creía que su educación erraba en muchos puntos no en eso. Si bien Barunka intentó que su hijo sintiese esa misma cercanía y lealtad con sus amigos no fue así, para Aldrich lo primero era su familia y después del bienestar de ella podía quedar el resto pero ni siquiera como un pendiente, más bien como un agregado opcional.

-Ninguno de los dos bandos me parece cercano a lo que quiero. No quiero luchar por algo en lo que realmente no creo totalmente y eso me sucede en los dos lados, además cada uno tiene sus métodos extremos. No me veo matando a alguien por una idea.-la sola idea le parecía horrenda, no quería usar su entrenamiento o la magia para eso, no era un asesino o un despiadado.-Va a llegar el momento en el que tengamos que hacer lo que nuestros padres, sea cual sea el bando que elijamos. Podríamos morir en un segundo como el tío Aldrich, no quiero que te suceda eso, ni a mi. Pero no se puede estar seguro, solamente podemos cuidarnos el uno al otro. ¿Me odiarías si acabásemos en bandos opuestos?

Aunque ella se lo acababa de decir no terminaba de pensar que lo terminaría odiando si las circunstancias cambiaban, había mil historias de familias que acabaron así, por las ideas distintas, bastaba ver a su propia familia con la tía Frances que vivía casi en una cueva, que vivía rodeada de cosas viejas y artículos rotos o malogrados, que solamente tenía de gala la ropa que en su juventud le dio su familia. Los Alechinsky no le habían llevado otra cosa además de problemas, de pobreza, de tragedia, de hijos que según creía su padre ni podían pagar la colegiatura y que tenían una beca, pero eso no podía asegurarlo Aldrich.

-Siempre será primero. Al final somos todo lo que tenemos, nuestros amigos se pueden ir para siempre pero siempre nos tendremos el uno al otro. Tenemos que hacerlo así, está en nuestra sangre. No podemos dejar que las cosas se jodan de nuevo, por el abuelo.-no tenía que ser legeremago para pensar en su abuelo tal y como ella lo hacía, ese tema siempre acababa concerniéndolo, a él, que lo dejó todo por ayudar a su hija y que le pagó mal, que acabó destruido, que con mucho esfuerzo pudo recoger las piezas de su propia vida.-

La comida llegó y todo se veía bien, la recomendación de Malik había estado acertada y afortunadamente cargaba una cantidad razonable de dinero muggle para pagar todo eso, aunque sabía que en ese lugar nada era tan caro. Le pasó una cuchara a Pearlie para que bebiese de su sopa, pero antes de comenzar a comer él escuchó la petición de su prima.-

Tomó la mano de ella con la que tenía libre y le sonrió, luego acercó la mano de su prima para besarla con cariño infinito, más que como una muestra de amor desmedido lo hacía como para sellar la promesa que acababa de hacerle. No la dejaría nunca, no pensaba que pudiese hacerlo, no creía que ella fuese como el loco de Per o su tía que dejó todo por el amor de un hombre que no era capaz de darle lo que merecía. Ella no, no Pearlie, porque lo de Joseph si bien lo aprobaba de buena gana no era algo más que un amor pasajero para sentirse rebelde, era cosa de la edad, ella no podría acabar casada con un hombre así.

-Nunca te voy a dejar sola. Te lo prometo. Ninguno de los dos va a terminar hecho un loco idealista, ni vamos a dejar que nos arrastren a pelear algo que no nos concierne. Siempre te voy a cuidar. Ahora come, que no quiero que regresemos muy tarde que se puede poner peligroso y me arrestarían por lanzarle un hechizo a cualquiera que se meta contigo.