¿Una oportunidad?

Angus estaba muy nervioso, sabía que estaba corriendo muchos riesgos pero desde el momento en que Aquila había sacado el tema en el bar se sentía con la responsabilidad de acompañarla en eso tal como le había pedido que acompañara a su madre y a Peaches la noche de la luna llena. Era casi lo mismo. La iba a apoyar en todo eso aunque él estuviera tan desconfiado de todo. Eso de tener las salidas restringidas los llevaba a tener que planear minuciosamente los fines de semana y las salidas, pero como querían tomar al señor Lillyvick de sorpresa, no podían hacerlo un fin de semana. Antes de arriesgarse a nada, Angus había convencido a Aquila de hablar con la decana de la facultad, quien sabía de todo lo que estaba pasando con ellos y con el asunto familiar como para expedirle un permiso especial para salir al Ministerio a las 9 de la mañana, hora de entrada de muchos funcionaros.

Para ese fin, Julia le había puesto una rara pulsera a Aquila que aseguraría su regreso a la universidad dentro de dos horas como un traslador ultrapoderoso que para Angus fue muy conveniente, porque significaba que Aquila estaría de vuelta en Brigantia pasara lo que pasara. Justo lo que temía era que su familia, y concretamente su papá aunque Aquila ya lo había puesto al tanto de que era el más sensato, se pusiera en un plan terrible de no dejara regresar, u obligarla a encerrarla hasta el día de su nueva fecha de boda.

Iba bien vestido, no tanto como la noche del samhain pero había hecho un esfuerzo, porque no iba a presentarse con su suegro en fachas de bar, aunque ya sabía que probablemente eso no sirviera de nada y que de todos modos a ojos de ese señor siguiera siendo un licántropo que no merecía a su hija, con un asesinato en las manos, un departamento pobre y pésima educación. Se sentía tan pesimista que hasta pensaba que iban a tomar lo de la ropa sacada de su casa como una afrenta directa. Le bullía el estómago y no de hambre cuando, al diez para las nueve de un jueves, salieron de Brigantia directo a la entrada del Ministerio de Magia. Según Aquila, su padre era muy puntual.

No lo conocía personalmente y mientras esperaban pegados a un costado de la entrada, intentaba adivinar cuál de todos los señores que se le parecían por las fotos que había visto era el padre real de Aquila. Muchos magos entraban al Ministerio y en una muy mala hora la entrada pareció congestionarse. Angus se puso nervioso porque no quería que se perdieran al señor. Y ya que Aquila le aseguró que no entraba por la chimenea, sino por ahí, tenían que tener los ojos pelados.

Aquila le señaló un mago que se veía más bajo que él, lo que le dio seguridad inmediata. Y como lo había pensado, se perdía entre la gente así que tras hacer caso de la desesperación de su mujer, a Angus no le quedó más remedio que entrar al banco de peces ministeriales, tomar al señor Lillyvick por el brazo y arrastrarlo hacia fuera de la gente que caminaba en dirección a su trabajo, hasta donde estaba Aquila. Interceptar a alguien de ese modo, como un secuestro, era el peor de los comienzos.

Le había parecido bochornoso planearlo todo, bochornoso hablar con McCreary para tener permiso de ir al Ministerio y bochornoso tener que buscar a su padre así, como si fuera una delincuente, pero un montón de cosas habían contribuído a que todo fuera así, y si quería remediarlo, tendría que enfrentarse a eso. Se había puesto lo que en cualquer día de escuela (o sea, que iba bien arreglada) pero los nervios hacían que estuviera un poco más sonrojada y con los ojos brillantes. Tenía a Angus fuertemente tomado de la mano cuando veían pasar a todos esos magos ahí, esperando en una esquina como si fueran fugitivos. En momentos como ese extrañaba estar en cualquier calle muggle, donde a nadie le importaba nada y eran sólo una pareja caminando de la mano.

Vio pasar a su padre y sintió que todos los colores se le iban del rostro. Chester Lillyvick no trabajaba en el Ministerio de Magia, era dueño de los Appleby Arrows y se presentaba cada jueves de la segunda semana del mes a rendir cuentas sobre el equipo, sus espectáculos y su contabilidad al departamento de deportes mágicos. Lo podría hacer algún empleado suyo, pero le gustaba hacerlo personalmente, era un hombre de costumbres.

La primera reacción que tuvo el señor Lillyvick fue la de sacar un dispositivo mágico extraño que era equivalente a un gas venenoso para inmovilizar a sus atacantes. Aquila lo reconoció por que tenía uno igual en el bolso aunque ya no solía cargarlo, a petición expresa de su padre, que no confiaba en nadie, pero no le gustaba andar de arriba a abajo acompañado de seguridad personal. Abrió mucho los ojos al ver el aparatillo y tuvo que alzar un poco la voz, poniéndosele enfrente y evitando que le hiciera nada a Angus o iban a terminar en San Mungo quitándole con pociones la picazón de los ojos.

-¡Papá, espera, soy yo! ¡Guarda eso!

No supo si hubiera tenido el valor de decirle algo parecido o de acaso hablarle si no hubiera sido una situación de moderado peligro. Chester Lillyvick se quedó mirándola con el ceño fruncido, con una mezcla de enojo y sorpresa en el rostro pero contuvo su reacción y no usó el aparato, aunque alternara miradas entre Angus y su hija. Lo primero que hizo fue mirar a su alrededor como procurando que nadie más pudiera verlos, y Aquila no supo si lo hacía por él mismo o por ella.

-¿Qué estás haciendo aquí, qué diablos quieres? ¿De pronto tu familia te hace falta? ¿Necesitas dinero?

Aquila bajó la mirada sintiéndose más culpable aún por haber esperado tanto. Habían casi pasado dos meses y era el primer contacto que intentaba, no era que su padre le hubiera cerrado la puerta en la cara cuarenta veces luego de tener que recurrir a eso. Su única razón era que moría de miedo, y quizás también de vergüenza, y que seguía pensándose cobarde. Al no obtener respuesta de su hija, el señor Lillyvick puso cara de enojo y buscó un lugar alternativo por dónde llegar a una de las modestas oficinas donde solían atenderlo, pero que en ese momento estarían vacías. Llegaron por detrás de un librero desordenado y no tomó asiento ni esperó que nadie lo hiciera.

-Discúlpame, papá... no sabía si ibas a querer verme. Él es Angus...

-¡Ya sé quién es él, todo el mundo lo sabe! Me he estado preguntando todo el tiempo cómo vives, qué haces, y cómo pudiste olvidarte así de la familia ¿Y qué haces tú aquí? ¿Pensabas que iba a matarla? ¡Es la sangre de mi sangre, no le pondría un dedo encima! Empieza a conocer a su familia, tú que crees que eres su dueño ahora.

La primera reacción de Angus ante el inminente ataque del señor Lillyvick fue nada más y nada menos que echarse para atrás. A ese hombre por el momento no pensaba enseñarle los dientes, sacar la varita para atacarlo o írsele encima como un salvaje. Tomando en cuenta que era el padre de Aquila, su reacción ante el dispositivo fue solo cubrirse un poco como un pobrediablo indefenso y ya, por suerte Aquila salió en su defensa y nada pasó a mayores. Le sorprendió que Aquila hablara en ese tono por defenderlo, porque pensó que todos los acercamientos iban a ser lánguidos y taimados. Era buena señal, aunque hubiera sido peligroso.

Angus no iba a decir una sola palabra, solo estaba ahí para acompañarla. Se sintió ofendido por la pregunta del dinero pero no dijo nada y ni siquiera hizo gestos de salvaje, ni de estar ofendido. Ahí todas las cosas se dirían y se harían como Aquila quisiera mientras no se traspasara ningún límite. Se quedó quiero hasta que el señor Lillyvick los hizo moverse a otro lado. Él iba atrás de su mujer como un guardaespaldas, pero no tenía malos presentimientos por el momento. De todos modos se alegraba de haber dejado a los perretes.

Aquila todavía tenía la entereza de presentarlo. Las siguientes palabras del señor Lillyvick en esa oficina que ahora le recordaba a un escenario de interrogatorio clandestino. Él tampoco sabía si era por proteger a Aquila o si era por proteger la imagen, la segunda opción no le gustaba para nada.

-No, no pensaba que fuera a matarla, pero…-Se trabó como un desgraciado, sabía lo que quería decir pero no lo podía expresar correctamente. No pensaba que él en particular fuera a matarla pero ya habían corrido tantos riesgos y habían estado en peligro lo suficiente como para no dejar nada al tanteo.-…no, no, no me creo su dueño.-Eso sonaba horrible, era su mujer y él era de ella pero dicho así sonaba como si se creyera con derechos sobre la vida y las decisiones de Aquila y no era así.

-Solo quiero cuidarla, es todo.-Terminó diciendo luego de todo el tartamudeo y las dudas. Pero no dijo más ni intentó hacer más justificaciones a sus actos porque ahí el tema era otro.

Las palabras de su padre le habían calado, pero no había bajado la mirada. Si había ido hasta ahí era precisamente por que sabía que ni siquiera dándoles una oportunidad de ser comprensivos tampoco se podía quejar de intolerancia. Sabía que el asunto del dinero iba a molestarle a Angus por que era como si directamente su padre estuviera diciendo que era un pobrediablo, pero también sabía que no iba a perder los estribos y todo el tiempo iba a estar controlándose. No notó nada a su alrededor, ni lis libros, los archivos con olor a humedad y los escritorios desgastados, sólo existía la voz de su padre y las respuestas de Angus. Después de que dijera eso lo tomó de la mano, pues si bien iba hasta ahí bajando la guardia y pidiendo disculpas, no se iba a avergonzar de estar con él, ni frente a la universidad ni frente a nadie.

Su padre entornó los ojos exactamente como hacía ella cuando algo no le parecía justo después de escucharlo decir que quería cuidarla. Tuvo que tomar aire para lanzarse a responderle antes de que despotricara contra lo que el licántropo decía, con muy poca elocuencia, todo había qué decirlo. Ella también estaba nerviosa, pero era su padre después de todo, se sentía un poco como cuando había estado en casa de los Finnerty, teniendo claro que nadie iba a sacarla de ahí por el cabello, pero tampoco estando muy segura de lo que iba a pasar.

-Lo siento, debí haberte hablado antes. Tenía miedo, sabes en dónde me metí...

-¡¿Y crees que no iba a sacarte de ahí yo mismo?! Nadie iba a dejarte morir en una cloaca, hubieras ido a casa y todo hubiera sido como debía ser.

-¡Ya lo sé! ¡Es que no quería que todo fuera como debía ser!

Seguramente Angus no esperaba que todo fueran gritos y reclamos, sino fría indiferencia o mucho tacto para hablar, pero las cosas en su familia no eran así. Todos eran viscerales, hablaban fuerte y decían las cosas exactamente como querían decirlas en ese momento, lo que no siempre los llevaba a resolver las cosas de mejor manera. Chester Lillyvick les dio la espalda, pasándose una mano por el cabello desesperado y diciendo un "Ya lo sé" entre dientes en el que confesaba que sabía lo que estaba pasando con su hija aún antes de que "huyera" con Finnerty. Se volvió a él y lo escrutinó, tenía qué mirar hacia arriba por que le sacaba varios centímetros.

-Mi hija no es estúpida, y más vale que de verdad tengas lo que cree ver en ti. No le voy a permitir arruinar su vida por un holgazán sin futuro ¿Tienes una carrera, tienes un trabajo? Yo trabajé por lo que tengo, me construí un nombre, nuestro apellido no fue nada hasta que me partí el alma para hacerlo importante. Volteó a ver a Aquila con la misma cara -¿Qué quieres que haga ahora? ¿Que te de mi bendición para que dejes de sentirte culpable? Pues no lo haré. No pasé una vida esforzándome para que hagas las cosas de esta manera, como una cualquiera. Si estaba dejándote ir con el menguado de Sowerberry era por que te estaba ofreciendo garantías.¿Estás tan segura de lo que tienes ahora?

La conversación que Aquila mantenía con su papá no era lo que Angus hubiera pensado del encuentro, al menos no en el tono en el que se estaba llevando. El licántropo siguió manteniéndose al margen porque aunque ya se sentía en eso inmiscuido hasta el cuello, no quería tampoco parecer un engreído enfrente del papá de Aquila y ya bastante había hecho contestándole torpemente como lo había hecho hacía un rato. Si no iba a tener nada lúcido o lo suficientemente inteligente o necesario que decir mejor se iba a callar y a seguir con su papel de acompañarla porque la quería, le gustara o no al señor, que le podía hacer todas las malas caras del mundo pero no iba a cambiar el hecho de que ya sentía que daría todo por ella.

Por cierto, le hizo inflar el pecho de disimulado orgullo cuando le dijo a su padre que no había querido que las cosas fueran como debían ser ya que eso significaba volver a su compromiso, a sus costumbres y olvidarse de él. Era otra desde Hogwarts hasta ahora, alguien mucho más segura de sí misma y consciente de sus decisiones y del mundo. Y no veía arrepentimientos en ella a pesar de que no estaba siendo sencillo lo que estaba haciendo con su padre.

A pesar de que Chester Lillyvick lo tenía que ver hacia arriba, Angus estaba nervioso, porque la mayoría de los hombres sentían esa mirada de escrutinio y odio cuando conocían a los papás de sus chicas, pero en esta ocasión todo eso estaba todavía más grave. Esperó tragando saliva y mirándolo sin ser altanero cuando le soltaba todo eso que no lo ofendía porque no era cierto, no la iba a dejar desamparada y se sabía un tipo honrado. Tal vez todavía no tenía millones y millones de galeones como ellos, pero era todo un Hufflepuff, y trabajaba duro, sabía de lo que el señor estaba hablando. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para no reírse como un niñote cuando lillyvick llamaba al exprometido de Aquila menguado.

-Trabajo duro. Tengo una carrera completa en zoología mágica y me especializó en hipogrifos y abraxans.-Que siempre dejaban bien, ahora el caso era que en algún momento quería hacer de eso un negocio más redondo, pero la licantropía la había puesto muchas trabas. Eso no lo iba a decir porque no quería sonar autocondescendiente.-Y por la tarde tengo un segundo empleo.-Ni que Lillyvick no fuera a saber todos esos datos, solo quería ponerlo a prueba de seguro. Admiraba que admitiera que se había partido el alma para conseguir que su apellido fuera importante pero no quería sonar como un menguado.

-Yo le garantizo que voy a cuidar de ella, que la quiero y que no voy a permitir que le falte nada, nunca-Aunque por el momento eso significaba que las cosas no precisamente le sobraban tampoco pero tiempo al tiempo.

Su madre, desde que tenía memoria, había sido una verdadera privilegiada del mundo mágico, contrario a su padre. Lo sabía bien por que conocía los orígenes de su apellido y su padre, ahora dueño de los Appleby Arrows nunca se había mostrado avergonzado de venir de una familia que por más sangre limpia que ostentara, sólo tenían tradición de haber sido constructores de escobas y curiosamente, también criadores de abraxans, su abuelo lo había sido. Apretó un poco la mano de Angus cuando le respondía con entereza a su padre, pero haciendo gala de todo lo Hufflepuff que era.

-Yo también trabajaré... la Universidad ahora me interesa de verdad

Su padre se cruzó de brazos y se recargó en el escritorio, mirándolos a ambos. Aquila no esperaba verlo sonriendo ni entusiasmándose con verla ahí acompañada de Angus pero había ocurrido al menos lo que ella había pensado, y los estaba escuchando.

-¿Quién crees que sugirió el asunto de la Universidad cuando ibas a casarte, Evandra? Ya sé que tienes intereses, y potencial. Y si quieres enterarte de lo que es la vivir la vida de la manera difícil, entonces hazlo. Tu madre no puede verte ni en retrato, y no creo que pueda hacerlo jamás. Ni qué hablar de tu hermano, Brigitte está muy ofendida. Hay cosas que ellos no pueden tolerar en sus vidas, y tú las hiciste todas. Todas, Evandra...

No quería culpar a su familia, por que le habían dado todo, pero seguía pensando que si al menos como Pearlie, tuviera cierta flexibilidad al menos de conocer y experimentar cosas nada hubiera tenido que ser tan extremo. Aún así, no iba siquiera a mencionarlo, y por supuesto que le dolía escuchar que con su madre las cosas sí que parecían ser más que irreconciliables, igual que con Octavian. Su padre la conocía bien, seguramente sabía que su frivolidad aparente era sólo para parecer tonta y que nadie le exigiera más compromiso con la causa purista. Su padre era muy conservador, y poco tolerante con la cultura muggle en el mundo mágico, pero tratándose de ella no iba a ponerse como un maniático. Ahí estaba la prueba. La había llamado por su segundo nombre ¿Angus sabría eso? Lo detestaba, por cierto.

-Lo sé, padre. Me duele que haya sido así, mucho... los extraño, los quiero, siempre me dieron todo. Pero no entiendo por qué todo esto tiene que ser así, estoy con alguien bueno. Más que bueno, y...

-Ya basta. Sabes cómo son las cosas, eso no va a cambiar. Ni tu madre ni tu hermano, ni lo terriblemente mal que decidiste hacer las cosas. Ya sé que era la única forma de que lo hicieras, yo también lo siento. Pero lo sabías ¿No es así? Entonces no esperes algo distinto.

Así que la quieres, bien. Espero que la quieras cuando las cosas sean difíciles, por que lo serán, serán mucho peores, y no es una amenaza. Es la vida misma... al menos pareces más un hombre que Sowerberry. La única manera en que terminaré de creerlo es cuando exista un compromiso real. Tus palabras no significan nada para mi, muchacho

Se infló más de orgullo porque Aquila decía que ella también iba a trabajar. No iba a mentir diciendo que no se había preocupado en algún momento de que ella quisiera seguir con su vida de princesa creyendo que él se iba a partir todo para darle caprichos, pero ya había visto que tenía una percepción equivocada con eso y que Aquila no quería ser una mantenida, lo que estaba bien por él.

No sabía que también se llamaba Evandra y no sabía por qué Aquila no usaba su segundo nombre porque a él le gustaba mucho. Empezaría a llamarla Evandra si ella no le daba un golpe en toda la cara por hacerlo. Le gustaba como sonaba y hasta se hubiera distraído repitiéndolo en su mente mientras el señor Lillyvick le confirmaba a Aquila esas historias que él ya intuía de que su mamá y su hermano no la iban a perdonar. A él le daba lo mismo si la perdonaban o no mientras no le pusieran una mano encima para mal, pero ya se sentía más tranquilo al ver que el señor Lillyvick era un ser sensato.

Una sonrisa que su barba escondió asomó cuando le dijo que parecía más hombre que Sowerberry. ¡Sí que era más hombre que cualquier marica que hubiera pretendido estar con ella antes! Lo demostraría con cualquier cosa, cualquier día. Pero eso no quitó que se pusiera de piedra cuando el señor Lillyvick sugería (no, exigía), lo de un compromiso. Miró a Aquila rápido para ver su reacción pero si quería seguir pareciendo más hombre que Sowerberry tenía que seguir con eso de la entereza y seguir contestando sin titubear a todo lo que le dijeran.

Estaba anímicamente listo para comprometerse cualquier día con ella, pero no lo estaba económicamente. Eso solo significaba que trabajaría el doble de duro, pero que no se iba a salir por la tangente con todo eso. No se le iba a declarar a Aquila en ese mismo momento pero firme y mirando a los ojos a su interrogador, a su suegro, asintió como un militar.-Lo habrá.-Ya le había dicho que sus palabras no significaban nada para él pero no iba a crear un anillo de compromiso de la nada, esas cosas costaban.

¿Sería adecuado darle las gracias por haberlos recibido y haberlo escuchado? No sabía si se iba a llevar otro grito de que no fuera iluso, idiota y que claro que iba a recibir a la sangre de su sangre, pero no estaba de más.-Muchas gracias, significa mucho para mi que me reciba, que me escuche. Sé que por ahora lo que digo no le hace ninguna diferencia pero con hechos demostraré que lo que digo es cierto.-Que la amaba, que le daba todas las garantías y que no le iba a fallar a Aquila. Y sabía que las cosas se iban a poner peores, eso también, pero igual en eso estaría con ella.

Había soltado un "¡Papá!" a media voz luego de escuchar eso del compromiso. La verdad era que ella no había tenido intención alguna de salir de un compromiso para ir a otro de inmediato, pero era cierto que si había terminado con ese montón de cosas en su vida no era sólo por un chico que le había gustado para un rato. Su padre era así, demasiado tradicional. Fuera con el mago más respetable de la sociedad o con un vagabundo, no aprobaría jamás que estuviera viviendo con él sin papeles de por medio, eso era lo que había querido decir. Que si ella había visto algo en él, y era un tipo honesto que se esforzaría por una buena vida en común, entonces no tenían razones para no hacer las cosas como eran debido.

Ella no tenía prisas, no sólo por él sino por ella misma, disfrutaba esa vida en la que no tenía planes concretos y a la vez estaba absolutamente segura de con quién quería estar, pero su padre no iba a cambiar de un día para otro e igual que Angus ya pensaba que era un triunfo que no se hubiera simplemente negado a escuchar nada. Miró de reojo a Angus con cierta sorpresa al decir ese "Lo habrá" tan seguro, queriendo contener una sonrisa extraña.

-Ya, no agradezcas nada. No pareces un tipo deshonesto. Pero sábete bien que no será fácil, y vas a ser la persona con la que ella tenga que contar para todo. Para todos y cada uno de los aspectos de su vida, primero que nadie. Si es que la conozco bien y estoy seguro que es así, estás primero en la lista de sus prioridades. Si la decepcionas, te mataré

-¡Papá!

Esta vez no había sido a media voz, y hasta había levantado las manos como preguntándole qué le pasaba y por qué decía esas locuras, pero curiosamente sus ojos se habían llenado de lágrimas, por que sí, la conocía bien, y no se había equivocado con lo que decía. Chester Lillyvick negó con al cabeza como hacía cuando se enfrentaba a las cosas que no tenían remedio, y palpó sus bolsillos buscándose un cigarrillo, dándole igual que estuvieran encerrados en un cubículo pequeño, aunque ya sabía que prácticamente sólo iba a encenderlo y a darle dos caladas a lo mucho, como hacía cuando iba tenso.

-La próxima vez que me busques hazlo en mi oficina de los Arrows, usa la red flú de mi oficina, sólo yo la manejo. Y la próxima vez que lo hagan, quiero que sea con noticias serias de lo que harás con tu vida, no quiero volver a escuchar que estás amancebada con este muchacho y pretendes seguir viviendo así. Ya veo que eres orgulloso, pero soy su padre y un padre siempre se encarga de que sus hijas se casen bien ¿Entendido?

Angus iba a ser honesto, el señor Lillyvick ya le caía bien. Con toso y su severidad y las amenazas de muerte que le estaba haciendo ya iban varias veces que le daba un voto de confianza y eso lo hacía sentir bien consigo mismo, y con el mundo, porque le indicaba que no toda esa gente estaba hecha de mierda. No se tomó lo de la muerte como algo exagerado, aunque tampoco como una amenaza ligerita que cualquier papá haría. Angus sabía en qué terreno estaba jugando, Aquila también lo sabía, pero no iba a dejar que nadie le hiciera la vida difícil a ella.

Al voltear a verla y notar ese gesto casi con lágrimas tuvo el impulso de acercarse a ella y abrazarla, pero no sabía que tanto podía incomodar al señor Chester con ese gesto y solo le tomó la mano, sin ser nada abrumador frente a su suegro. Y el hombre seguía gustándole cada vez más, porque los estaba ayudando mucho tan solo con esa calidad moral, con esa apertura a escucharlos y ayudarlos.

Pero por mucho que le cayera bien el señor y por mucho que sus intenciones fueran limpias y sinceras, estaba cada vez más asustado de que le estuviera ya exigiendo que le pusiera un anillo en el dedo. No asustado como para huir por eso de sus compromisos, pero sí asustado como para sentir más presión de la que hubiera querido en esas circunstancias.

-Sí señor.-Dijo otra vez como militar. Comenzó a pensar que tal vez lo mejor era dejarlos solos, por si quería hablar de algo más personal, de cosas de familia y todo eso que él podía no tener derecho a escuchar.

Tal vez estaba pecando de confiado y era un plan elaborado y terrible para que Angus confiara en el señor Lillyvick y luego dejara a Aquila a su suerte, pero ya sabía quién era, dónde encontrarlo, y si algo le pasaba a su mujer, no se iba a detener ante nada. -Si quieren me puedo quedar afuera, no sé si tengan asuntos más personales que tratar, no tengo problemas.-No se iba a poner en el plan de que estaban juntos, era su mujer y tenía derecho a escucharlo todo, sería muy malo luego de la confianza que ese señor le estaba mostrando a él.

Le dio otra miradita de reclamo a su padre por estar asustando a Angus con exa exigencia peros eguía pensando que era un triunfo haber pensado que al menos él iba a escucharla y quedaría algo de su familia y de la vida que tenía antes. Quería mucho a su madre, pero si sus ideas iban a estar por encima de aceptarla a ella, no iba a renunciar a Angus con complacerla, mucho menos después de todo lo que había pasado, y de lo mucho que lo quería, más cada día, por ridículo que sonara.

Su padre no puso objeciones cuando Angus se ofrecía a salir un momento, y ella le sonrió un poco, incluso dándole un beso en la mejilla antes de que se decidiera a salir como había anunciado. No estaba equivocándose, su padre no era ningún maniático que le fuera a hacer un Obliviate para regresarla al buen camino ni nada por el estilo. No se demoró demasiado en esa oficina; se dieron un abrazo, hablaron poco de los primeros días de su ausencia e incluso su padre le había dicho que le hacía felíz que hubiera tenido la entereza para ir a buscarlo, acompañada por Angus, sin temerle a sus decisiones. Que si hubiera ido sola, seguiría pensando que lo de huír era un capricho de niña malcriada.

Salió por la puerta mientras Angus esperaba en el pasillo y no pudo ocultar su sonrisa al salir de ahí. Se había quitado un gran peso de encima, y aunque sabía que aún así tenían muchas cosas en las cuales pensar, y muchas complicaciones alrededor de lo que tenían, se había puesto optimista. Lo besó y después lo tomó de la mano, siguiendo el pasillo esperando encontrar una salida pronto, no tenía idea de cómo orientarse en el Ministerio de magia.

-Tenemos casi dos horas ¿Me llevas a desayunar?

Al mundo muggle, por supuesto. Estaba ya tan acostumbrada a estar por ahí que cada vez le gustaba más, por que sentía que ya podía más o menos desenvolverse pero a la vez todo seguía siendo nuevo e interesante, y había tantas cosas que sentía que nunca se iba a aburrir, por más común que fuera ya algunas cosas como los alrededores del apartamento.

-Le caíste bien a papá...

Se quedó afuera sin decir nada ni pegar oreja a la puerta aunque le hubiera gustado. Solo estaba como guardaespaldas de película haciendo guardia en ese lugar esperando a que Aquila saliera. El licántropo pensaba que todo había salido bien y que tenía que estar confiado de que al menos tenían el apoyo paternal moral. Él no había ido ahí esperando que el señor Lillyvick se ofreciera a darles dinero, sino por la tranquilidad emocional de Aquila y nada más, de hecho se habría ofendido si las intenciones de la semiveela hubieran sido conseguir pasta.

Cuando Aquila salió, él también le sonrió y la abrazó después de que lo besara, incluso cargándola un poco como si se muriera de felicidad y dándole otro beso antes de que se tomaran de la mano, tampoco muy bien orientado acerca de cómo salir de ahí porque solo había estado en el Ministerio de Magia una vez por asuntos legales de licantropía y no había sido agradable.

-No puedes usar tu encantamiento brújula o eso.-Pidió impacientándose porque eso se estaba poniendo laberíntico. Ojalá encontrara una chimenea y ya. Claro que la llevaría a desayunar porque si tenían tiempo fuera entre semana no lo iba a desperdiciar sin hacer nada o regresándola a Brigantia y ya. Disfrutaba hacer cualquier cosa con ella, desayunar se incluía.

Se sonrió por el aviso de que le había caído bien a su papá, agradeciendo que el señor no se hubiera puesto a llamarlo bárbaro asesino híbrido maldito por toda la herencia que cargaba en su historia. Besó la mano de Aquila que sostenía entre las suyas y siguió caminando tranquilo buscando la salida.-A mi también me cayó bien. Esperaba algo completamente distinto pero es un gran hombre.-No lo decía por decir, era por lo del trabajo, por lo de aceptarla como era, por conocerla y por quererla. Un hombre con esa posición ya en el mundo podía darse el lujo de ser otro tipo de persona, pero él no lo hacía.

-¡Alabado! Ahí está la salida.-Dijo señalando una puerta por cuyo cristal se veía el Atrio del Ministerio, con mucha gente yendo y viniendo todo el tiempo como para que pasaran perfectamente desapercibidos de todos modos.

Ella no había sentido la desesperación de no encontrar rápido la salida y sólo se había sonreído cuando Angus le pedía que usara algún encantamiento para irse de ahí. Sólo estaba pensando en que había salido todo bien, quizás mejor de lo que había imaginado, y que su padre al menos confiaba en su juicio y no la creía sólo una tonta caprichosa que había huído por zafarse de la represión o una cosa parecida. Al menos confiaba en sus decisiones, en que no eran a la ligera, y se había llevado una primera buena impresión.

Recordaba que él había sido el primero el poner peros cuando se había comprometido con Jeremiah y si había cedido era por que era el único que no lo veía tan conveniente después de todo, y a solas le había dicho que a ese hombre le faltaba una buena cantidad de personalidad. Le sonrió de vuelta y le dio un apretón a su mano cuando decía que esperaba algo completamente distinto, intentó imaginar qué, seguramente a un tipo estirando que iba a mirarlo hacia abajo todo el tiempo, no en el sentido literal, o quizás hasta en ese sentido. Su padre se había hecho con trabajo, por más "sangre limpia" que tuviera, en su juventud había sacrificado muchas cosas por ser un esforzado pocionista y después hacer fortuna con el Quidditch. No era lo mismo que nacer sin carencia alguna, como a ella le había tocado, pero de todos modos su padre siempre se había encargado de decirles cómo habían sido las cosas.

-¿Ah sí, qué esperabas? Bueno, no me digas. Mira, es un hombre muy tradicional, no te preocupes mucho por las cosas que terminó diciendo, yo no tengo prisa

Quería que le quedara claro, su padre nunca iba a aceptar que ella viviera con un tipo sin compromisos de por medio, y ella había pensado también que estar con alguien sin esa clase de acuerdos no valía la pena, pero Angus había cambiado todo, y si le decía que era en serio que no tenía prisa alguna era cierto.

-¿A dónde me vas a llevar? Quiero ir a un lugar nuevo.

Le dio igual que los viera todo el mundo por que si tenía la aprobación de su padre no se iba a detener en preocuparse por saber qué pensaba quién sabe quién. Lo quería demasiado, lo seguiría queriendo aún si su padre se hubiera negado a hablar con ella, pero eso mejoraba todas las cosas, se sentía un poco más segura, como que nada podía estar mal.

duh

Angus no le iba a responder de todos modos qué era lo que había esperado de su padre pero lo que había esperado era a un hombre conservador hasta la médula, que comenzara a llamarle asesino indigno por la maldición que cargaba, que estuviera sobrado de sí mismo y que hubiera sido uno de esos que habían nacido en cuna de oro y solo se habían tenido que encargar de mantener ese estatus con un negocio ya creado. Eso era lo que se había esperado pero solo se había encontrado con un hombre tradicional, trabajador y sensato, que le estaba dando una oportunidad aunque no cualquier hubiera hecho algo semejante. Un hombre entero, aunque fuera más bajito que él. Su propio padre era mucho menos tradicional, no se imaginaba que si Peaches se iba a vivir con alguien le pidiera un compromiso formal de por medio, solo se emocionaba de más cuando se hacían de novios o novias escoceses. Aquila no había tenido oportunidad de hablar mucho con David, casi no estaba en casa, así que no podrían ponerse a hablar de las exigencias paternas.

Cuando por fin salieron del ministerio llegaron a una calle donde estaba una de las famosas cabinas telefónicas que también servían como entrada a la institución. La calle estaba bastante vacía así que tomó a Aquila por los hombros y la pegó a la pared solamente para besarla, sin haberle dicho todavía lo que pensaba respecto a todo lo del compromiso, hasta que se separó de ella.

-Si le dije a tu padre que lo voy a hacer, lo voy a hacer. Pero quiero que sepas que no lo hago solo porque le hice una promesa. Quiero estar contigo, no tengo dudas de eso, y quiero que estés segura de estar a mi lado y que presumas el anillo que te de cómo hacías con el del otro tipo, pero más contenta.-Luego de eso la tomó por los hombros otra vez para una aparición.

Llegaron a Bedford Square, la llevaría a un café que a su abuela le gustaba mucho y que solían frecuentar cuando lo llevaba a él y a Peaches a ver algo al museo aunque siempre terminaban aburriéndose y Georgia solo había encontrado un cómplice miniatura en Karim. Pero a Peaches y a él les gustaba la comida del Caffe Nero y para llegar a él solamente tenían que caminar un poco, cruzar Tottenham Court y caminar por la calle Percy hasta el final de la cuadra.

-A mi abuela le gusta mucho este lugar. ¿Sabes qué? Creo que le encantarías a mi abuela, a la mamá de mi papá. Bueno, creo que le encantarías a mis abuelos maternos también.-Y no hizo el chiste, pero le encantaría a sus abuelos maternos por bilogía mortífagos también con toda seguridad, bueno, su abuelo Fionn estaba muerto luego de haberle dado muchos traumas, casi peores que los que había pasado dos lunas atrás.

(jaaajajaja tarado <3)

Se sentía mucho más tranquila en el mundo muggle que antes, pero seguía tomando su mano con más ganas cuando estaban en esas calles, por una mezcla de factores. El primero era que algunas cosas seguían poniéndola nerviosa, como los autobuses o las multitudes. Y también por que le gustaba saber que en el mundo muggle nadie los identificaba con traiciones ni maldiciones ni nada por el estilo, eran un par de novios buscando dónde desayunar, y eso le gustaba todavía más. Sus tacones sonaban por la calle mientras le hablaba, haasta que se detuvo y la besó intempestivamente, pegándola a la pared.

-Yo también quiero estar contigo, estoy segura. Ay, Angus, eso del anillo me importa menos de lo que crees, de verdad

O sea, lo del valor del anillo y esas cosas. Claro que se había acostumbrado a cierto tipo de vida cuando estaba con sus padres, y también cuando había estado comprometida, le encantaba presumir que iba a casarse con alguien de clase acomodada por que no le encontraba mayor divertimento a su compromiso, pero ahora era distinto. De verdad, no le importaba, pero no iba a decir mucho más sobre el tema por que sabía que Angus era orgulloso, y si quería esforzarse, que lo hiciera. Lo quería aún más por eso.

Se recompuso un poco el cabello después de la aparición y lo siguió, mirando alrededor como si fuera una turista. Lo miró sonriente cuando decía que le encantaría a su abuela, no sabía siquiera si era bruja o no y de nuevo volvió a sentirse un poco insegura sobre él, aunque esos momentos eran cada vez más escasos y todo se resolvía hablando, estando con él. Era tan simple que no podía creer que hubiera sido una complicación mayor poder estar con él, y sobre todo aceptar para ella misma que lo quería.

-¿En serio? Tienes que hablarme de tu familia, se muy poco la verdad. Ni siquiera sé qué diría tu padre de esta conversación que tuviste con el mío. Dime cositas, mientras vienen a tomarnos la orden ¿Está bien aquí? Eligió una mesa interior pero con vista a la calle, aunque frunció el ceño dándose cuenta que en ese café no tomaban la orden, sino que había que ir a pedir las cosas a la gente que estaba tras la barra. Lo jaloneó por la muñeca para que fueran a hacerlo, pero no por estar pidiendo se quedó en silencio. -Tú también le gustarías a mi abuela paterna, por que los del lado de mi madre... bueno, ya te imaginarás

El licántropo abrazó a Aquila y la estrechó contra su pecho. Ella podía decir que no le importaba lo del anillo pero él quería darle eso, aunque fuera algo trivial. Angus sí quería esforzarse, porque Aquila tenía razón en que era orgulloso y si no lo dejaba hacer eso con el tiempo pensaría que la semiveela estaba siendo condescendiente y que creía que no le podía comprar algo como lo de su antiguo prometido. No, no podía, esa era la verdad, pero iba a intentar darle lo mejor que pudiera, no iba a ser un mediocre en algo tan importante, además de que la cultura popular le había enseñado que esas cosas sí le importaban a las mujeres aunque dijeran que no.

¿Qué diría David Finnerty de esa conversación que había tenido con el Señor Lillyvick? No sabía bien pero se imaginaba que su papá también notaría que era un hombre íntegro y trabajador, y que no estaba menospreciando a Angus por ser quien y lo que era. Eso siempre era algo a agradecerse en la comunidad licántropa más decente. David había ayudado a la KAU en sus tiempos pero no era ningún radical y Angus no creía que fuera a repudiar a alguien que había conseguido cosas con trabajo y no por haber nacido privilegiado. Sobre la posible boda, esa era otra cuestión.

Dejó que Aquila eligiera la mesa y se sentó a un lado suyo. Estaba bien donde ella quisiera. -No hay mucho que decir sobre mi familia, ya la conoces a toda, sabes cómo son. Mi abuela es muggle, escribía mucho de cine y cuando era joven era guapísima y salió en algunos videos musicales. Mi papá es un licántropo, no de nacimiento, y ha pasado por muchas cosas en su vida porque ha estado en varias guerras desde joven. Siempre habla de mi madre, la biológica, cuando estamos solos. Y creo que le mataron a muchas novias que quiso de verdad.

Se encogió de hombros, porque la historia de su papá no era una historia feliz. En cambio lo hacía feliz imaginar que le gustaría a su abuela paterna.-¿Quién es? ¿Qué hace? ¿Sigue viva o le gustaré mucho a su fantasma?-Esperaba no haber dicho una reverenda idiotez, aunque él mismo se acababa de abrir el corazón con eso de la vida dura de su papá.

Ordenó un desayuno inglés todo incluido y que le dieran mucho pan tostado. Abrazó a Aquila por la cintura poniéndose detrás de ella mientras ordenaba. Le encantaba cuando algunos a su alrededor la miraban como si fuera una visión y sentirse con el derecho de ser el único que podía abrazarla así, y demostrarlo.

Ella había ordenado un latte y un muffin de chocolate aunque estaba casi segura que le iba a robar algod e su plato a Angus, algo a lo que ya tendría que estar acostumbrado. Y no había mentido, le importaba bastante poco ya tener que alardear por bienes materiales si estaba con él, pero también sabía que era motivo de orgullo esforzarse por esa clase de cosas, y qué decirlo, a ella le iba encantar recibir un anillo, esta vez con entusiasmo real. Se había puesto de mejor humor sólo por pensarlo, aún tomando en cuenta que ya lo estaba luego de que su padre hubiera sido comprensivo.

La verdad, así como él se había puesto nervioso con el asunto de su padre, ella seguía poniéndose tensa con su familia, aunque realmente nunca hubieran hablando de temas serios como tal, como había sido con su padre. Estaba segura que a los Finnerty tampoco les encantaba la idea de que ellos estuvieran juntos pero tampoco se veían como dispuestos a hacer todo para separarlos ni esas locuras que seguramente su madre hubiera intentado si acaso se le ocurría poder hacerla comprender lo que ocurría entre ellos. Después de todo, por difícil que fuera, nada le había hecho cambiar de opinión sobre estar con él, y eso también la ponía contenta.

-¿Videos musicales? Eso no me lo has enseñado, sólo música ¿cómo que videos con música?

Apretó un poco su mano después de escuchar sobre su padre, aunque sospechaba ya algunas cosas. No sabía si quería decir algo al respecto, pero valoraba que Angus le contara esas cosas a pesar de saber que en esas guerras de las que hablaba ellos nunca habían sido un blanco, incluso muy por el contrario. Se alegraba de no haberlo vivido, aunque eso mismo había hecho que nunca se molestara realmente por la postura de su familia mientras ella estuviera bien. También le agradecía que hubiera entrado en su vida para cambiar todo eso, aunque hubiera sido bastante difícil. -Madre perdió a un hermano en una de esas guerras. Ya sabrás que fue, bueno... del otro bando. Le sigue doliendo, tenía como quince años y lo vio morir, creo que por eso es tan inflexible... no la estoy justificando ¿Eh? sólo es... no sé, necesito café.

Le dio un trago lentamente a su bebida para no quemarse la lengua y le arrancó un trozo a su muffin, terminando de masticar antes de responderle aunque parecía que quería hacerlo más rápido que eso y había como hablado con la boca cerrada. Recordó que lo había hecho en su primera e improbable cita, y él se había reído.

-Pues se llama Evandra, como mi padre me dice, es mi segundo nombre pero nadie lo usa. Y sí, sigue por ahí, en Cornualles, era pocionista pero ahora sólo cuida su invernadero, y era muy bruja pero una vez le encontré en su cajón una revista muggle de peinados, de esas de los años veinte o algo así. Es curioso ¿No? Se me ocurre que le gustarías por que eres así como mi abuelo, tan trabajador, y tan guapo. Era licántropo, pero lo tenían muy en secreto, yo lo supe hace no mucho, nadie lo heredó en la familia.

Angus ya sabía que lo que Aquila había pedido no iba a ser suficiente para que no picoteara de su plato, pero no era una costumbre que le molestara, lo había hecho desde la primera vez en esa cena en el Pantomime Horse, cuando no eran nada y ni así le había molestado. Sobre su familia, podían no estar pensando en separarlos pero de verdad no estaban nada contentos. De hecho a todo su círculo de amigos se le había hecho raro lo que había pasado, quizá sin contar a Joe y a Karim.

-¿No has visto videos musicales? No, tienes que haberte topado con uno cuando veías la tv. Mira, te explico. Una banda saca una canción al mercado y para acompañar esa canción es como si hicieran una minipelícula, No necesariamente con historia aunque hay unos muy buenos que sí. Tienes que ver el video de Thriller, el tipo se convierte en un hombre lobo que a media transformación le puede gritar GO AWAY a su chica, son tan chistosos esos muggles.-El grito lo hizo rugiendo un poco lo que provocó que algunos comensales voltearan a verlo. Solo se rió y se acercó para besar a su mujer.

Le tomó la mano por lo de su tío. Solo siendo muy objetivo uno se daba cuenta de que las vidas se perdían en todos los bandos y que el dolor era el mismo en los seres humanos, excepto en los Señores Tenebrosos pero de todos modos, perder a alguien debía doler de la misma forma, tuvieras una Marca o no. Debía provocar los mismos vacíos y frustraciones. Pero ser condescendiente con asesinos era algo de una calidad moral que a Angus se le hacía muy lejana de alcanzar.

-Me encanta Evandra. ¿te puedo decir Evandra?-Le daba igual si podía o no, se lo diría por momentos, si no le gustaba en momentos que estuviera excepcionalmente contenta para que no importara. Le gustaba fonéticamente. Se sorprendió de que su abuelo hubiera sido licántropo, en secreto claro, y que lo comparara con una figura así.-¿En serio? Pues tengo que conocer a la abuela Evandra pronto, y que nos de su bendición.-Si no la besó de nuevo aunque tenía muchas ganas fue solo porque tenía sabor a salchicha.

-¿Sabías que los Finnerty éramos magos “sangre limpia”?-Exageró las comillas con un gesto de mímica.-Hasta que mi abuelo se casó con mi abuela, se enamoró perdidamente, no lo pudo evitar. Igual a nadie le importó, tampoco éramos de alcurnia, clasemedieros, nada grave.

Se rió cuando Angus le contaba lo de un video donde había un licántropo. Por sus películas ya había aprendido que muchas cosas comunes en el mundo mágico eran fenómenos sobrenaturales para los muggles que sólo se ponían de moda en el Halloween. A ella los fantasmas, por ejemplo, no le ponían ni tantito nerviosa, a veces le molestaban los que eran muy fastidiosos pero más nada, y había visto varios DVDS donde los fantasmas eran protagonistas de cosas escalofriantes ¿Pero qué podría llegar a hacer uno? En fin, el asunto de los licántropos era más temible, pero aún así se vivía con ello. Ella misma amaba a uno, y su condición no cambiaba nada.

Sabía que ella no buscaba que entendiera por qué había mortífagos en su familia ni que justificara sus acciones, pero era cierto, a final de cuentas el dolor era dolor y ambos lo habían sentido en alguna manera, aunque lo de ella fuera mucho más indirecto. Le pasó una mano por el cabello y le dio un beso en la mejilla, no iba a estarlo besuqueando mientras comían pero eso no significaba que siguiera siendo tan encimosa como siempre, acariciando su espalda, pegando la cabeza a su hombro, tocando su antebrazo. También le dio risa lo de su segundo nombre, absolutamente nadie más que su padre y Octavian le decían así. Y claro, su abuela, por que le era motivo de gran orgullo.

-Claro que puedes, y seguramente si visito a mi abuela en este momento nos recibe contentísima, la verdad es que no se entera mucho del mundo, a mamá casi no le gustaba ir a Cornualles por que es una casa vieja que se parece más a una granja que a una mansión, ya te imaginarás por qué no le gustaba. Pero yo nací ahí, fue un accidente, llegué como varios meses antes al mundo y todo eso, era un renacuajo chiquito, viví en San Mungo mis primeros tres meses de vida.

Le quitó un trozo de pan tostado del plato y se lo comió mientras sonreía, escuchando que los Finnerty, antaño seguramente, habían sido sangre limpia. Bueno, no tan antaño, por que hablaba de su abuelo. Como ya se habría dado cuenta, los Lillyvick tampocoe ran precisamente de alcurnia hasta que su padre se encargó de hacerse de nombre y de casarse con una mujer que sí era de alcurnia como para validarlo todo. Así se hacían las cosas, y así se había negado a hacerlas, aunque después de todo, a él no le había parecido tan mal.

-Bueno, muchas familias fueron de Sangre Limpia alguna vez, yo siempre pensé que era una cosa lógica lo del mestizaje, pero ya sabes, las ideas con las que uno crece. La verdad me lamentaba mucho tener que elegir de entre los que mi madre encontraba casables, todos eran feísimos, y no sé, será mi mala suerte, pero creo que tuve un par de novios que me usaban para que no creyeran que eran homosexuales o algo así.

Angus pensaba que de no ser por el estúpido traslador, las reglas de regresar a la universidad y la confianza de McCreary, sería una estupenda idea levantarse de la silla y aprovechar el valor que ya tenía con los asuntos familiares para decirle a Aquila que lo llevara a conocer a la abuela Evandra ya que estaban encarrerados en eso. Y de ahí irse con la abuela Georgia Finnerty y así sucesivamente como si fueran una pareja de enamorados que estaba en pleno crecimiento y reconocimiento familiar. Lo eran, pero las cosas no eran tan fáciles como pintaban.

Estaba disfrutando ese momento, no por el desayuno que estaba buenísimo y sabía exactamente igual que cuando tenía siete años y su abuela los había llevado ahí por primera vez, sino porque estaban conociéndose más sin haberlo planeado o sin pretender que la charla fuera por ahí como automatizada. Ella podría no haber sabido lo de sus antepasados sangre limpia, él no se había imaginado que había nacido varios meses antes de lo previsto.-¿Eres sietemesina? ¿ochomesina? Peach es ochomesina-Todavía recordaba que su papá se había puesto histérico porque no era momento, pero que Birdie al final parecía muy contenta de haberse librado de la carga. Recordar era un decir, era muy niño, pero se lo habían contado tantas veces que hasta sentía que tenía el recuerdo real.

Le gustó escuchar que a ella le parecía una cosa lógica lo del mestizaje aunque su educación hubiera acabado por inculcarle otras ideas. El mestizaje daba más magos, más igualdad de condiciones, más diversidad, menos secretismo y todas esas cosas clasistas que los magos de sangre pura (no todos) parecían valorar tanto. Al final sin mezclarse terminarían extinguiéndose pero no parecían entender esas cosas tan simples.

Igual le gustó lo de los novios feísimos y lo de los homosexuales y se rió muy fuerte otra vez, aunque ya nadie lo volteó a ver como si ya dieran por hecho que era un tipo ruidoso al que no valía la pena juzgar. -Tu hombre ese, Markus el asistente junior del Ministro de Magia era homosexual seguro.-Ni era asistente junior ni nada, pero siempre se acordaba de lo de la fiesta y el glorioso batazo de Pearl.-Por eso Pearl le dio en toda la cabezota.-Se volvió a reír tapándose la boca para que no se le saliera el pan tostado y se apresuró a abrazarla para que no se enojara.

-Pero eso se acabó, ahora eres mi mujer, nada de casarse por compromiso.-Sonaba muy bien y estaba muy bien saber que estaban haciendo lo que querían, sin que nadie los obligara a nada, porque ni siquiera las exigencias del señor Lillyvick le pesaban.

Le hizo gestos a Angus cuando hablaba de Markus de nuevo, ya una vez le había dicho que no lo criticara por que era bueno. Y sí, lo era, al menos como lo recordaba en esos tiempos en que estaba enamorada de él y todo eso. Naturalmente, ya no lo veía de ese modo y todo era una especie de nostalgia por los buenos tiempos, tan lejos del afecto que le había tenido que hasta se pudo reír un poco.

-Ya te dije por qué fue lo del bate ¡Y no era homosexual! Sólo seleccionaba con muuuucho cuidado sus corbatas

Sacó la lengua después de decirlo y se volvió a reír, sobre todo recordando el asunto de pensar que él y Crawford iban a irrumpir en la habitación para violarlas, aunque la verdad era que el asunto de Crawford ya no le daba tanta risa como antes, por que en ese tiempo lo creía un idiota inofensivo, pero ahora quizás eso ya fuera un poco más grave. Esperaba estar exagerado, exagerando y nada más, tenía qué dejar de preocuparse por eso o un buen día frente al tipo estallaría diciendo algo como "NO LA TOQUES MÁS, MALDITO DESQUICIADO" o una de esas cosas que tan bien le salían decir cuando contenía enojo.

Se abrazó a él, recargándose en su hombro y miró hacia arriba, con ese orgullo absolutamente cursi que lo hacía mirarlo como el mejor hombre del mundo y esas cosas. Acarició su barba y le dio un beso rápido en los labios después de que dijera que nada de casarse por compromiso. Respiró satisfecha y volvió a arrancar un trozo de su muffin, luego de darle un buen sorbo a su café, ahora a una temperatura segura para hacerlo con más ganas.

-Ya lo sé, y ahora eres mi hombre también, nada de ponerles tragos gratis a las que enseñen casi todas las tetas en el bar Por supuesto que nunca lo había visto hacer eso, pero era un juego de celosilla sólo para que no sintiera que no lo hacía. Claro que era celosa, pero no de las que se histerizaban en plan serio por cualquiera de sus amigas aunque había algunas en particular que no le agradaban nada. Se recargó un poco en su silla a medida que se sentía satisfecha con el desayuno -¿De verdad quieres casarte?

La carcajada del licántropo por lo de las corbatas, porque Aquila cedía a su propio chiste. Y sabía por qué había sido lo del bate pero no dejaba de regodearse por que el tipo hubiera salido de ahí con una contusión provocada por una niña como Pearl. Aunque el golpe hubiera sido inicialmente dirigido a él o a Crawford por querer entrar a violarlas. Respecto a eso, no sabía de las costumbres de Joe, hasta el momento ninguna chica se había quejado y aunque no era el mejor de los padres con el bebé de Robin, Angus sabía que eso era porque lo había tenido muy chico, todos esos problemas. Era su hermano menor, no se lo imaginaba intimidando a una chica, porque lo seguía viendo como un chiquillo aunque ya no lo fuera.

Miró hacia abajo cuando se le recargaba e hizo malabares para besarle su frente de semiveela, sonriendo por las caricias en su barba y el beso que le siguió. La amaba y era muy sincero con lo que sentía, estaba completamente a su merced y aunque su hermana viera eso como un defecto, no le importaba.

-Nunca le he puesto tragos gratis a las que me enseñan casi todas las tetas-Varias sí habían ido al bar en escotes reveladores, o directamente a coquetearle pero no podía decir que hubiera correspondido con toda sinceridad a todas. Antes había coqueteado de vuelta para mejores propinas o para que consumieran más pero cuando estaba interesado de verdad en alguien era más como era con Aquila. Se interesaba en serio. También en contraparte él había tenido la iniciativa de regalar tragos a las chicas que le gustaban, pero nunca había sido un suertudo en potencia ni con eso.

-Como barman siempre he sido más del tipo pañuelo de lágrimas, nada sexy.-Dio un trago al latte de Aquila pero hizo gestos porque no le gustó. Terminó su desayuno y alzó la vista hacia ella con la pregunta. Se tomó su tiempo para responder y esperaba que ella no se lo tomara a mal pero era que de verdad estaba pensando en todas sus opciones.

-Sí quiero. Nunca lo había pensado, ni siquiera se me pasó por la cabeza cuando empezamos esto, si te soy sincero. Pero ahora me parece algo coherente, natural, y estoy seguro de que quiero estar contigo lo que resta de mis días. Sé que podemos hacerlo sin ese tipo de cosas de por medio, sin las instituciones, pero quiero comprometerme de todas las formas.

Por supuesto que le creía, no iba a ponerse paranoica de la nada. Se rió un poco y le puso atención, dándole a su café el penúltimo trago y mirándolo con atención con esas vagas crónicas de lo que significaba ser bartender en Brigantia. Ella misma lo había visto, poniendo tragos, a veces manteniendo una especie de charla con gente que iba por ahí sola, teniendo que ser amable. Lo hacía bien, no se le olvidaba que su padre y el profesor Ayres tenían un pub desde hacía años y que prácticamente había crecido estando en ese lugar mucho tiempo. No pensaba en absoluto que un negocio como ese fuera algo de poca monta, siempre le habían gustado los pubs (aunque conociera puros mágicos antes de involucrarse con Angus) y la idea de que fuera un lugar donde cualquiera pudiera sentirse como en casa.

También le dio risa que no le gustara su cafecito con crema y apenas azucarado, luego de que hiciera a un lado su desayuno, o mejor dicho su plato vacío. De su muffin sólo quedaba el papel y algunas migajas; no se tomó a mal el silencio, de hecho, le parecía sospechoso que alguien respondiera demasiado rápido a preguntas importantes. Si a ella le hubieran preguntado si de verdad quería casarse tampoco hubiera gritado como loca que sí al instante.

-A mi tampoco.

Le rerspondió con sinceridad, casi interrumpiéndolo. Ella tampoco había pretendido saltar de un compromiso a otro y de hecho no sabía claramente qué pasaba por su cabeza cuando lo había ido a buscar y no se había ocultado de Damien Holland. Nada. Sólo una especie de seguridad visceral sobre lo que tenía qué hacer, un impulso. Ese impulso se había ido, pero se alegraba de que le quedara algo real, como tenerlo a su lado. Sonrió de nuevo, jugueteando con los restos de chocolate en su plato con el dedo índice, como hacía desde niña.

-Sabes que esas cosas son importantes. Es que lo son, quiero decir, la gente que creció siendo muy liberal tal vez no le de importancia pero nosotros... bueno, tus padres están casados. Si uno crece creyendo que es importante pues... ¿Pero sabes qué es más importante? ¡Que te amo! ¡QUE TE AMO, LOBO!

No quería seguir muy solemne con la conversación y se le había lanzado a abrazos haciendo ruido de cerámica por que movía toda la mesa con sus platos y tazas casí vacías, riéndose y lanzándosele como una niña. Angus ya sabía de sus arrebatos de cariño ridículo, aunque era la primera vez que lo hacía tan en público aunque fueran un montón de muggles desconocidos. Se quedó tranquila poco a poco, mirándolo directamente y después volviendo a sonreír. Una especie de alarma sonó y puso los ojos en blanco, era el aviso de que el traslador se activaría pronto. Por un momento se le había olvidado que tenía que volver a la universidad.