Porque sí, porque no

Los cambios de ciclo llegar a tu vida de manera fortuita, así tal cual, cuando menos te lo esperas y cuando crees que menos lo necesitas. Usualmente esos cambios llegan con un evento de magnitudes monstruosas que para bien o para mal, lo cambian absolutamente todo; y no es como si pudieras resistirte a ello, no es como si lo pensaras un segundo y pudieses decidir que te importa una mierda y te quedas como estabas. Y en estos cambios de ciclo, en estos eventos monstruosos, es cuando se decide la clase de persona que vas a ser para el resto de tu vida.

Leslie Ayres estaba muerta. Era tan sencillo decirlo como imposible reconocer que era real, simplemente no me cabía en la cabeza que la habían asesinado, que su vida había dejado de existir, que al día siguiente no llegaría con esa misma cara de idiota de siempre a burlarse de que había perdido el Chelsea o alguna mierda. Había estado ahí mismo, me había puesto un puto traje negro, había asistido a la ceremonia, al entierro; había abrazado a su familia y a nuestros amigos, había visto su rostro dentro de ese ataúd y a pesar de que ya habían pasado varios días desde entonces, aun me resistía a aceptar que Leslie se había ido.

No soy quién para decir que en ese momento ya lo tenía bien asimilado o no, principalmente porque esa era la primera vez que perdía a alguien tan cercano. No había llorado, ni había gritado, ni mencionado su nombre un centenar de veces ni ninguna otra cosa con la que se pudiera decir que a Joseph Crawford le dolía hasta el fondo de la puta alma. Pero ahí estaba, creciendo dentro de mi pecho, y creo que saben de lo que estoy hablando; esa especie de terrible agujero en el pecho que se va haciendo más y más profundo y que sientes que en algún momento simplemente va a salir a derrumbarlo todo. Iban a pagar caro lo que le habían hecho a Leslie, y de eso me iba a encargar costara lo que costara.

Regresé a Brigantia porque a pesar de todo, resulta que en algún momento recuerdas que el tiempo sigue corriendo y que tú vida está ahí, esperando a que la retomes y a que vuelvas a lo que se suponía que estabas haciendo antes de que todo se viniera abajo. Era algo así como medio día, pero a pesar de la hora me sentía profundamente cansado, como si lo único que pudiera curarme parcialmente fuera un largo y profundo sueño de dos semanas, así que eso era justo el plan que se desarrollaba en mi cabeza. Llegué al edificio de cerridwen, seguí el camino hasta legar a mi dormitorio, abrir la puerta, y me encontré con la persona a la que probablemente más necesitaba ver, para bien o para mal.

-Felicia. ¿Qué… haces aquí?-

Por alguna razón evité su mirada. Era terrible pensarlo, estaba pésimo pensar en todas esas mierdas que revoloteaban en mi cabeza, pero aun sabiendo lo mal que estaba, me era imposible mirarla y esbozar una sonrisa. Tomé una botella de ron que estaba ahí sobre uno de mis muebles, también el único vaso que tenía dentro de mi dormitorio y lo llené hasta la mitad para luego ofrecérselo a Pearlie. Me senté junto a ella pero aun sin poder hacer un contacto visual directo, y ni siquiera sabía si era recelo o vergüenza… o vergüenza por tener recelo. Había pensado en ella todos los días, cada minuto, llegando a resoluciones que no me enorgullecían pero que me parecían tan certeras como nunca; y ahora estaba ahí a mi lado.

-¿Qué tal la clase de Historia?... a que me perdí de algo fantástico con nuestro profesor Petrikóv. A que no te interesa que hablemos una mierda de la clase…-

No pude evitar fruncir el ceño al escuchar aquella pregunta, esa que no se podía responder de otra forma si es que se me daba la gana hacerlo y que por supuesto no haría. Hablar con Pearlie me estaba significando algo así como volver al mundo, acordarme de ciertas cosas que se me habían ido de la cabeza durante días a pesar de haber estado pensando en ella todo el tiempo; cosas que en momentos no tenían significado alguno… pero que ahora parecían ser parte de todo lo que estaba mal.

Asentí con la cabeza cuando preguntó que si estaba listo, aunque ciertamente no lo estaba. ¿Quién lo estaría?, ¿quién coño estaría listo para algo?. Bebí del vaso que ella había rechazado y luego, por fin, la miré directamente a los ojos, sintiendo de pronto una terrible molestia que de hecho no podía ser más pequeña en relación a como lo sería si estuviera consciente de lo que ella escondía.

-Ni siquiera sé por qué estás preguntándolo de ese modo. Es decir, antes de la fiesta… durante la fiesta incluso, las cosas iban de puta madre; pero no lo sé, siento que a pesar de que en ese momento estaban lo estaban, de pronto ya no. Ya no están bien Felicia, y joder…

Mis dedos rodeaban con insistencia la orilla del vaso, y luego apuré ese mismo trago hasta terminarlo para luego tomar la botella y servir un poco más, haciendo esos largos silencios más incómodos que nunca, pensando en que efectivamente, de su parte resultaba extrañísimo que llegara preguntando “estás listo para hablar de nuestras cosas?”, como si entre nosotros hubiera sucedido algo terrible con todo y que en esencia, no había sucedido absolutamente nada más que unos cuantos gritos en el descampado antes de que le prendieran fuego a la puta fiesta.

-No me gusta cómo estás llevando todo esto, ¿sabes?. No me… no me gusta que Karim se involucre tanto entre nosotros, ni me gusta que pases tanto tiempo con él. ¿Qué coño pasa ahí?, ¿tienes algo que decirme?, porque esa vez de la fiesta… joder no lo sé, titubeaste como nunca y solo para decir que habías salido afuera con él y que luego había llegado Sofie y no sé cuánta mierda. Dime Felicia, ¿tienes algo qué decirme?-

Hacer esa clase de preguntas me habían resultado en algún momento casi como un trámite de una relación normal, una de esas conversaciones que las parejas tienen porque alguno de los dos tiene celos de otra persona aunque sepa muy en el fondo que no pasa absolutamente una mierda. Era gracioso, es decir yo la había cuestionado en varias ocasiones… justamente de ese modo, como una simple llamada de atención de lo que no me gustaba y punto, pero sin dar por hecho nada ni pensar seriamente que entre ella y Karim había algo. Él era mi amigo desde que recordaba, y ella era una chica que en apariencia parecía guardarle todos los respetos a una relación, como tenía que ser. Resultaba muy curioso… sentirme amenazado cuando no lo había sentido durante tanto tiempo.

-Solo dime lo que sea y ya, te prometo que... podemos platicarlo-

Mentiras...

No dije nada cuando la idiota optaba por arrebatarme la botella, cerrarla y lanzarla sobre la cama, tomándose libertades que ciertamente en ese momento no le pertenecían ni de cerca; como si con o sin ron hubiera alguna puta diferencia en cualquier cosa de lo que se fuera a hablar en esa habitación. Como fuera, dejé pasar ese detalle, y me limité a beber de lo último que me había servido mientras ella me explicaba lo mal que estaban las cosas desde su perspectiva y del por qué. ¿Estaba de coña?, venga, que estaba de coña…

-¿De qué putas estás hablando? ¿Miedo de qué? Por favor Felicia, si vamos a tratar asuntos que sean de seriedad, no sandeces de niña mimada-

Porque sí, eso eran y nada más, sandeces de niña mimada que no estaba acostumbrada a que las cosas se llevaran como tenían que ser, punto. A cada segundo me convencía más de que todo era un puto error, de que la había cagado bastante al pensar que Pearlie iba a ser capaz de soportar lo que yo tenía para darle, porque joder eran un montón de cosas, es decir, ¿me están diciendo que la intensidad con la que nos habíamos reconciliado estaba mal? ¿Qué todo lo que había hecho para quedarme a su lado estaba mal? ¿Qué putas esperaba entonces? ¿Qué fuera como cualquier noviecito que solo tiene mierdas cursis para que se sienta bien la muñequita?, venga…

-Escucha, yo siempre te he tratado bien, joder … que las cosas que he hecho han sido siempre por nuestro bien, por los dos. Si te dije que eras mía y que te quería era porque lo sentía… lo sigo sintiendo. No me vengas con que “no voy a soportar ñañaña” porque eso no te lo cree ni tu puta madre. No, yo sé que hay algo más pero eres una jodida cobarde y no me quieres decir un carajo, lo puedo ver-

Pearlie era la única mujer a la que había tratado de ese modo, pero eso es algo positivo, porque ella me había resultado la única a la que me había dispuesto a retener de la forma que fuera y como fuera; eso era algo que había sentido de forma muy certera prácticamente desde que la había conocido. Pero en esos momentos… no sé, parecía otra maldita persona, otra Felicia, una que no era ni remotamente parecida a la que me había aceptado una cita por primera vez, y me sentía completamente desesperado y frustrado por no saber qué hacer ni cómo decirle que la que tenía bastante poco qué reclamar era ella.

-¿Sientes algo?, ¿qué cosa eh?, ¿te gusta?. Anda, lárgate entonces con tu puto Malik, a ver si él soporta lo imbécil que te pones. ¿Sabes quién es Karim?, ¿de verdad crees que sabes quién es y cómo es? No tienes una puta idea… de verdad no la tienes, pero si quieres ir y darte contra la maldita pared es tu problema-

Completamente molesto ya a un nivel medio incontrolable, volví a tomar la botella que Pearlie me había arrebatado, y simplemente la abrí para beber directamente de ella, un gran trago. Sentía los labios resecos y esa ansiedad de querer acabarla toda de una sola vez, esa smismas ganas de acercarme y besarla y al mismo tiempo sacarla a patadas de mi puta habitación. De verdad el que no tenía una idea era más bien yo, porque aquellas cosas respecto a Malik las seguía diciendo medio a tumbos, solo como provocaciones sin saber realmente que podían tener más peso del que tenían, sin saber que ahí dentro había en realidad algo mucho más amargo y más crudo de lo que alguien como yo podía soportar. Leslie estaba muerta, por todos los cojones, estaba muerta y uno en esa habitación hablando de mierdas…

Había estado a medio segundo de continuar, de seguirle diciendo lo imbécil que me parecía que se hiciera la víctima y la niña sufrida por tonterías mientras yo le reclamaba lo que me parecía como uno de nuestros principales problemas. Como fuera, no importó cualquier cosa que yo tuviera qué decirle, porque arbitrariamente y con una hijoputez de escala monumental, Pearlie optó por sacar la varita y lanzarme un puto silencius que en efecto, me dejó literalmente sin habla. Bastante bien conjurado, había que decirlo, y además de una forma tan rápida que ni siquiera me había dado cuenta de ello hasta que ya tenía su varita apuntándome sobre la boca.

Inevitablemente traté de decir algo, sin obtener por supuesto una mierda de resultados; y eso le dio vía libre para tomar su turno por la fuerza y sí, seguir lloriqueando exactamente por lo mismo, porque se sentía como la novia maltratada solo por unas cuantas putas palabras que de cualquier forma no era como si se las dijera a ella todos los días.

Estaba cabreado, ¿cómo cojones quería que le hablara?. No, ¿qué cojones pretendía?; a cada segundo que pasaba silenciado por ese puto hechizo sentía que mi sangre hervía a más y más temperatura, y entre más tiempo siguiera con esa mierda silenciándome más me daban ganas de dejar las palabras y tomar acciones, ahora sí, para que de verdad lloriqueara con motivos.

Y créanme que estuve a nada de avanzar y, justamente, lanzarla contra la jodida pared, pero aquello último que soltó terminó por ser un factor para que no lo hiciera, para no darle la puta razón aunque estuviera a cuatro segundos de no importarme un carajo dársela o no. En algún momento y de alguna manera, sentí que mi lengua era capaz de hacer formas para soltar palabras.

-¿Y entonces? ¿Qué coño piensas hacer?. ¿Vas a terminar conmigo otra vez?-

Sonreí de forma burlona y con botella en mano, me acerqué a ella, ambos ya de pie. No importaba que diera pasos hacia atrás o tratara de alejarse, igual el dormitorio no era demasiado espacioso y me las arreglé para llegar hasta donde se encontraba, entonces tomé su barbilla con una mano aun sin pegar mi cuerpo al suyo, pero con unas incontrolables ganas de apretar esa misma mano hasta lastimarla de verdad. No lo hice, solo la tomé y traté de mirarla a los ojos, de buscar esas expresiones que de una u otra forma siempre decían un montón de cosas. Tenía miedo, yo sabía que estaba jodidamente aterrada; pero más que complacerme aquella situación no hacía más que hacerme sentir peor de lo que ya me sentía. No había amor, no había cariño ni respeto, solo miedo…

-Si lo haces, vas a tener que atenerte a las consecuencias, cielo. Te lo prometo-

Pues al final resultaba que sí, que aunque no me lo pudiera creer y pensara que más bien estaba parado en un universo alterno que no correspondía a la realidad; Pearlie tomó la puta decisión de hacerlo de nuevo, de mandarme al diablo y con ello mis advertencias, mis besos, mis palabras, mis agresiones, mis deseos, todo. Solté un ”¿qué” de manera completamente incrédula a pesar de haber escuchado perfectamente bien lo que había dicho, y entonces comencé a sentir todo ese torrente empezar a desbordarse, eso que había comenzado casi desde que la había visto dentro de mi dormitorio y que había crecido drásticamente cuando había lanzado ese silencius; hablo de esa puta furia que salía a borbotones de quien sabe dónde diablos, de mi cabeza, de mis entrañas, de cualquier cosa que tuviera dentro y que me provocaba justamente lo que menos me gustaba… perder el control.

-No sabes de lo qué estás hablando, no…

Me sentí titubeante, inseguro, expuesto; como probablemente solo dos personas en la vida me habían visto. Negué con la cabeza y dejé de mirarla, fruncí el ceño y la volví a mirar, encontrándome otra vez con esos ojos que no querían decir otra cosa más que lo que sentían, más que la verdad. Era lo que ella quería y me pesaba demasiado, era una puta loza demasiado pesada, demasiado grande como para ser soportada por lo que significaba y porque decidía hacerlo en el peor de los momentos. Luego habló acerca de las amenazas y me cuestionó acerca de ellas, pero mi cabeza ni siquiera daba para eso, no daba para nada; ni para pensar en consecuencias ni para dar crédito a lo que pasaba. Lo estaba haciendo de nuevo, la hija de puta lo estaba haciendo de nuevo, tratándome como un don nadie, desechándome como basura mientras Leslie se pudría en un puto hoyo.

-Tan solo cállate…¿sí?, solo…-

Sentí sus manos en el pecho y, obedeciendo a sus propios deseos, me separé de inmediato de ella, tomando varios metros de distancia y aun negando con la cabeza. Apreté la mandíbula y mi puño aferró fuertemente la botella que aun permanecía en mi mano; entonces me la llevé de nuevo a los labios, nervioso, casi temblando, y bebí de ella como si quisiera que el puto licor me quemara de una vez las entrañas. Decía que me quería… y se borró todo, de verdad les digo, se borró todo en mi mente y no quedó más que un jodido palpitar punzante, quemante, rojo y asfixiante como ninguna otra cosa en el mundo.

Me di la vuelta y tomé la botella por el cuello para luego lanzarla con todas mis fuerzas hacia la pared. La botella se hizo pedazos y en tan solo un instante acorté de nuevo las distancias con ella. Ahora si la arrinconé, pegué mi cuerpo al suyo y volví a tomarla de la barbilla, esta vez sin importarme una mierda nada. Estaba lastimado, muy lastimado, Pearlie parecía estar tan solo jugando mientras la gente allá afuera estaba muriendo, mientras la gente a la que quería se iba una a una. Era su culpa, todo era culpa de ella, de esos terribles ojos grandes y brillantes, de esos malditos labios carnosos, de sus mejillas, de su sonrisa, de su cara de niña pija… era jodidamente su culpa.

-Mírame… ¡MÍRAME!-

Le grité en la cara tan fuerte que probablemente ya no era un secreto para los demás dormitorios, aunque probablemente el ruido de la botella sobre la pared ya habría alertado a alguien. Me daba puto igual, me daba igual tanto lo que pensaran las personas de afuera como lo que creyera la propia Pearlie. Estaba consciente de que todo estaba perdido, de que no había nada más allá de esa patética sensación de quedarme sin ella, de vivir sin ella, sin Leslie… estaba muerta, jodidamente muerta. No me quedaba nada, y aun así me aferraba a mi más básica naturaleza de vago y simplón orgullo barato.

-Te crees muy importante, ¿no?, te crees tan jodidamente importante. ¿Sabes lo que pasó realmente?, ¿tienes una puta idea de lo que de verdad pasó?. Leslie está muerta, ¿entiendes lo que es eso?. LESLIE ESTÁ BIEN PUTA MUERTA, ¿ESO TE GUSTA?. ¿Sabes cómo la mataron?, ¿te importa cómo paso?, le vaciaron toda la jodida sangre… la mataron unos hijos de puta y todo eso sucedía mientras yo solo tenía ojos para ti. ¿Entiendes?, no hice nada… NO HICE NADA POR ELLA Y TÚ VIENES Y ME TOCAS LOS HUEVOS CON TUS MIERDAS. LÁRGATE DE UNA PUTA VEZ-

Ni siquiera había sentido que tenía la punta de su varita enterrada en el estómago, y de haberme dado cuenta posiblemente le hubiera exigido que lanzara algo, que me atacara con lo que tuviera, con la mejor mierda que pudiera sacar de su varita para dejarme quiero de una puta vez. Pero no la sentí, no era capaz de sentir nada que no fuera toda esa porquería que no hacía más que cegarme y no dejarme ver lo que de verdad sucedía. ¿Qué sucedía?, que había perdido auténticamente todos los papeles sin el menor rastro de cordura, y que lo único que había hecho era gritarle a Pearlie algo que ni siquiera sentía. Por supuesto, no había sido su culpa.

Luego vinieron sus gritos, esa respuesta obligada que yo mismo me había buscado y que en efecto, era enteramente cierto. Era como si inconscientemente hubiera deseado que Pearlie me hiciera ver que en realidad si alguien tenía algo de culpa era yo; y eso era justamente lo que estaba haciendo, exponiendo la cantidad de veces que me lo había preguntado y la absurda conclusión de simplemente pensar que así era Leslie, que siempre se desaparecía y que nunca pasaba absolutamente nada con ella. Pero lo cierto es que se había desaparecido mas tiempo del que comúnmente hacía, lo cierto es que nunca antes nos había dejado sin noticia alguna de ella durante tanto tiempo, y aun así…

Vino la bofetada y no pude hacer más que ladear el rostro ante la fuerza de su arremetida, y de inmediato sentí el empujón de su depulso que me provocó dar unos pasos hacia atrás y llevarme una mano hacia el estómago a causa del dolor, que por supuesto no tenía punto de comparación con lo que sucedía en esos momentos. Haciendo injustamente a un lado lo de Leslie, ni siquiera estaba del todo consciente de cuándo es que había perdido a Pearlie, porque era evidente que su desprecio venía ya de hace mucho tiempo. Quizás siempre había tenido razón, aquello de que en realidad no éramos compatibles y era imposible que lo fuéramos.

-No te vayas, Felicia...-

Demasiado tarde. Pearlie ya había hasta girado el pomo de la puerta y seguramente ni siquiera había alcanzado a escuchar mi petición. La chica cruzó la puerta y salió de mi dormitorio, de ese mismo lugar en donde habíamos compartido espacio un montón de veces. Tuve que sentarme en el suelo mientras mantenía una mano en el vientre y otra me la llevaba a a cabeza, porque el depulso había logrado sacarme el aire, pero también por la sensación de no tener con qué soportar el peso de mis propios errores. Leslie se había ido de una forma, Pearlie se iba de otra; y como ya lo había dicho, uno a uno iban desapareciendo de mi puta vida.

Sofie había ido a historia, pues no pensaba perderse una clase de nada en las seguramente últimas semanas que le quedaban en la uni, y por entretenerse con unos compañeros de universidad volvía al galope hacia su sala común, para dejar un par de libros, tomar otro tanto y volver a salir, que solo contaba con 40 minutos para comer, cruzar a Adair, besarlo un rato y entrar en periodismo. No iba a decirle a nadie que dejaría la facultad y por eso estaba haciendo lo de todos los días, aunque con un poco de más ímpetu. No perdía momento de charlar con nadie, no salteaba ni una clase de las pocas que tomaba y no dormía en demasía porque cada segundo en el mundo mágico ahora parecía más valioso que nunca.

Fue llegar a la cala común, con el pecho agitado, pero cruzándose con demasiada gente en la boca del pasillo a los dormitorios, que le hizo parar el ritmo de su andar y reparar en el cotilleo. Nadie dijo ni mu de los que estaban chismeando, pero en eso un portazo reventó del eco los oidos de todos y Pearlie apareció en su campo visual. Sin dudas, Sofie que ya venía atravesada con el tema Felicia (en todos los sentido, con su amiga misma, con quien la llamaba así), codeó a quien le impedía pasar, aunque la muchachita seguro y se corría gentilmente si le pedían permiso, y tomando a Pearlie de la mano para parar su andar, con ojos espantado le preguntó

- Que pasó!? Te pegó!? - no gritaba porque eso no se le daba bien, pues cuanto más tensados sus músculos menos voz. Y llevó la vista del rostro de Pearl a la puerta para verificar rápidamente que sí! era la habitación de los chicos... - estás bien?... Lo voy a matar! - y a nada estaba de abrir la puerta y entrar a bajarle todos los dientes. claro que con varita! tampoco tan loca era.

Ya se había decidido que no iba a creerle una palabra más, porque no iba a pasar por confiada y tonta ingenua así de fácil otra vez, pero fue un rápido fruncir del ceño, entender que Pearlie solo quería alejarse de allí, y la seguridad de saber que cuanto mucho más tarde podría hasta juntar un grupo numeroso para partirle la cara a Joe, que la decidió a dejar las cosas y acompañarla…

Era complicado, porque Sofie misma se había hecho a la idea de Joe en toda la extensión de sus ser: como persona particular con un humor raro al que ya le cazaba la onda, como parte del grupo brigante al que pertenecer, como novio de su amiga incluso. Y no lograba odiarlo, por más que estuviera volando de fiebre cada vez que pensaba en que había sido capaz de violentar a Pearlie.

Al menos por derecho de antigüedad, la chica estaba primero, y la moral de respetar la integridad de las personas también! O sea, aun Sofie no podía creer que hubiera hombres que amenazaban a sus novias, eso era edad antigua, DIOS! Tampoco se hacía a la idea de que esos pudieran ser juegos de pareja que excitaban como ninguna otra cosa. Para ella la violencia era violencia, como ahora que quería cachetear a Joe, o como antes que había pretendido dejar calva a Pearlie.

- Ay Pearl! – le dijo primero que todo abrazándola en los terreno – si! deberías habérmelo dicho!... No es que quiera saberlo todo porque si y de chusma – la apretó más fuerte -… es que en cuanto me enteré me di cuenta que… ahhh… -suspiró, la tomó de los hombros para alejarse y mirarla a los ojos, reformulando la frase – tendrías que habérmelo dicho... Pero para que te ayudara… sabes? –

Eso podía llegar a estarse confuso, porque la morocha no sabía que Sofie le había leído la mente. Y la rubia estaba más preocupada por lo último descubierto, aquello de que Joe era violento, que por lo primero de la infidelidad. Ahora no podía darle un cortito en la nuca por hija de su madre de haberse besado con el novio de una amiga. – Estoy preocupada por ti. Puedes entender eso? No estás sola, no estabas sola antes… Eso es lo que más me preocupa, que creas que nadie iba a apoyarte o a creerte o… Lo que sea!... – se mordió una uña y miró hacia todos lados, respiró profundo

- No me causa ninguna gracia que Joe sea violento contigo… Esas cosas no son buena… No se si vas a dejarlo, pero yo creo que así no se puede seguir… y… - bajó más la voz y dejó la cara de preocupación para pasar a ladear el rostro y mirarla con un poco menos de consideración-… y lo otro… O sea Pearl! Adair los vio concreto… - besándose, así como ella no había llegado a ver, con los ojos, y cuanto mucho exponía a Adair como animago, para dar explicaciones creíbles llegado al caso, pero no a ella como legermaga. Y todos felices.

Sofie siguió a Pearlie paso a paso, en el andar hasta la espalda del edificio, en los gestos de limpiarse las lagrimas que apenas si pudo acompañar tragando saliva con un poco más de dificultad que la normal, y sobre todo en el decir con el ceño aun algo fruncido por sin dobles intenciones de andar leyéndole la mente. Si en verdad quería arreglar las cosas con ella y plantarse en un lugar de iguales con las confianzas del caso debía dejar eso atrás. Una semana probándola a hurtadillas por los pasillos o en clase era suficiente o excesivo.

- yo también tengo cosas que decirte... pero yo siempre tengo cosas para decir. - abstracto y figurado, en el sentido de que le había ocultado alguito y en el otro de que siempre la rubia hablaba y hablaba. Apoyó una mano en la construcción como si estuviera mirando sus propias uñas nacaradas pero estaba penando, el punto era que no le interesaba que le contase todo, en especial porque ya sabía demasiado por andar metiéndose donde no le llamaban. - me enojé muy feo, porque lo primero que pensé es que yo era la ingenua que te contaba todo así como enamorada de la idea de que tu eras super amiga mía, y me sentó horrible darme cuenta que yo no era tan importante para ti o...- se mordió apenas el labio - o que yo no te generaba confianza... Y ya se que me lo tengo merecido porque siempre ando con el chisme, pero no es así... o si, pero algo tan mmm... "grande" no lo hubiera esparcido..-

Como siempre hablaba más ella y no es que le molestara, es que sentía parte de culpa y se le daba muy fácil hablar y hablar para desahogar, además de que tenía aquello interiorizado como una estrategia para que el otro se sintiera en confianza. - no quiero que me cuentes "todo", como si fuera obligación, nunca ni ahora porque me enteré de la peor manera de que había secretos... quiero que me cuentes porque quieres contarme, porque confías en mi o en mi criterio... bueno eso no capaz, no soy Gianna...- alzó los hombros pues era la italiana la que tenía ese título y se lo había ganado con su rectitud mordaz -... pero que confías como si yo pudiera ser al menos un pensadero... no se... Para descargar...-

Miró a cualquier lado y se rascó la nuca haciendo una pausa, pues llegaba el momento de que Sofie tuviera que poner su parte también, aunque estrictamente no fuera necesario pues Pearlie había estado en falta antes. Pero a la española le gustaba el concepto de una cosa a cambio de otra. - Cuéntame al menos dos cosas... - dijo como si empezara un juego - que yo tengo al menos dos para contarte.

Se hubiera sentado frente a Pearlie para así mirarla a la cara que se le hacía más cómodo, pero para secretear y usar el mínimo tono de voz, mejor justito a su lado, bocas y oídos a nada de distancia. Además pared maciza detrás, ambas podían ver todo el panorama a 180 grados, sin sorpresas de esas desagradables: de esas que andas a mitad de la frase y tu compañero de charla empieza a hacer caras raras que no sabes como interpretar y que resultan ser producto de que un tercero se apareció por detrás y tu ilusa, hablando y hablando de por ejemplo posiciones sexuales con animagos.

AL mismo tiempo que Pearlie concluyó la frase con "milena" en mínimo tono de voz, y asintiendo con el rostro. Primero porque era obvio que esa era la cosa, segundo porque ya lo sabía de leer mentes. A veces las cosas se presentaban tan obvias al final que terminaba dando gracia haber sido tan ciego en su momento, y Sofie lo pensaba en general, pero lo corroboraba con sucesos como esos, o con tonterías por andar leyendo a la gente por las grutas.

Cuestión que más allá de la comprensión que quisiera ponerle al asunto al tema de la amistad no pudo responder con un "nahhh no te preocupes, lo hiciste por el bien de todos", solo se alzo de hombros y cayó hasta que fue su turno... Es que eso de la amistad estaba muy complicado. MUY, y no había tomado Sofie una posición al respecto. O Si: le parecía una putada lo que Pearlie le había hecho a Milena, más allá de que entendía que uno se enamoraba sin querer.. Pero decirlo así sonaba raro.

- Lo primero es pedirte perdón, bueno lo segundo también. Pero lo primero: Gianna se enteró. Lo siento! no se lo dije. Simplemente nos escuchó a Adair y a mi discutiendo el tema en su casa al otro día... Estábamos charlando super discreto, pero ella apareció y puff... igual le dije lo mínimo para que no sacara mayores conclusiones, pero... ya sabes como es, ella... Igual le hice re jurar que no iba a decir una palabra. - Y volvió a pedirle disculpas, ahí estaba Sofie, hace dos segundo queriendo hacerse creer a si misma que no era una chismosa, y luego debía confesarle a Pearlie que la italiana se había enterado por su culpa.

- Lo segundo...- miró al cielo y a cada lado, volvió a mirar a Pearlie y bajó los ojos para ver como sus uñas arruinaban la piel de su brazo sin querer, segundos eternos y respirar profundo. - no te pido que prometas que no lo vas a esparcir porque se que no lo harías y llegado el caso capaz hasta me lo merezco pero... - si! se lo estaba pidiendo igual, que no lo dijera ni en sueños - sabes de legermancia? - todo mago sabía lo que era, modismos muggles que le quedaban - pues yo si... y se me da muy bien. - sonrió por que el ego le podía, pero se arrepintió al instante y le tomó una mano, en pos de confidencia y para dejar de rascarse fanática a su misma -... me enojé tanto ese día y después... que hoy sé hasta el color de tus bragas aproximadamente... - eso era una exageración obvia, pero así hablaba Sofie. - También deberás perdonarme por eso.

Y Sofie también se quedó congelada esperando la reacción de Pearlie, y en esos instantes de pensamiento no supo si hubiera preferido la fiesta, el enojo o lo que siguió, lo que sí supo es que ya lo sabían tres personas y eso pintaba a que pronto, quisiera o no, por una cosa o por otra, terminaría enterándose hasta el más despistado de los magos. Negó con el rostro, no se lo merecía, solo había sido un exabrupto de su parte.

Y ahí se evidenciaba otra cosa, manipulación adrede o no, Pearlie lograba que Sofie le siguiera, le siguiera el juego, la siquiera queriendo, incluso que se cambiaran los roles y ahora fuera la rubia quien se sentía en deuda, culpable o pecadora. No en un mal sentido, pero… todo aquello no había empezado con las malas acciones de Pearl?! Por suerte no pensaba en esto, ni lo pensaría más tarde, solo sonreía ante el alago aunque simple y se disponía a responderle.

- Pues… lo primero que piensas muy enredado y es difícil seguirte – la realidad no era tal cual, así interpretaba Sofie lo que ella no sabía sobre las comparativas de inteligencia que le dificultaban más meterse en una mente que en otras. Adair era tannnn simple. Y lo dijo sonriendo, para luego darle el abrazo que Pearlie no se permitió – se que tu temor a Joe no es una actuación, que lo sentiste de verdad en la fiesta, que te apuntó con la varita antes en el pasado, aunque no se bien en qué contexto pero igual eso está mal – y claro contaba las cosas con su propia interpretación- que hay una gruta brillosa en Brigantia, que te gustan las mariposas…- miró hacia arriba recordando más tonterías – que no te gusta Adair. – y se carcajeó.

-Perdón mil!!… no es que pensara que fueras a besarte con él a escondidas, solo fue un momento ayer en el corredor que nos mirabas y pues… nada me puse celosa! Pero era solo que te gustaba la pareja que hacíamos y andabas recordando conversaciones viejas nuestras. – aclaró rapidito, aunque si! era un alivio que ellos no se gustasen sexualmente entre si. – que lo de eMe.... – por las dudas buscar apodos – en la fiesta no fue la primera vez. – ahí puso los ojos en ella y fue a lo concreto ya no dentro de lo leído sino como amiga simplona – y que no será la última, porque piensas todo el santo día en él.

Sus palabras tenían algo de resignación, de duda, de “mi más sentido pésame”. Y obvio que le daba vergüenza expresar en voz alta tal cual había visto las cosas, pero de todos modos no era el punto. – que vas a hacer, Pearl?... es el novio de … - milena. Nada de decir nombre en voz alta por las dudas. – no la conozco a ella, pero yo no te volvería a dirigir la palabra, si me sacaras el novio… perdón – pidió disculpas pues quizá sonaba muy fuerte lo que decía, pero así sentía.

Mientras Pearlie relataba Sofie asentía, negaba, abría la boca para hablar y la cerraba finalmente. Le tomó la mano y suspiró de lo lindo como si fuera ella la afectada. claro que había algo de actuación exagerada pero la comprendía y - tienes que hablar con él, obvio que si!... yo trataría de ir con las cosas claras porque no parece un chico compresivo, más bien lo veo creído y egoísta, pero... capaz y hasta vas con tus dudas y entre los dos lo resuelven... no se. - opinaba peor aun de Malik, pero ni ella se hacía a la idea de que había gente que le sentaba mal, dijo las características del chico como al pasar, agregando que seguramente podía ser de otro modo, aunque lo dudaba, pero, pero... - ... te dijo que te amaba, no?... tu lo gritaste! Loca! - Sonriendo asombrada O sea!! que gritar en medio del caos, donde cualquiera podría haberlo escuchado!!!! se balanceó de lado para chocarle con el hombro. DIOS! que locura haber gritado eso!.

Trató de volver a la compostura pero seguía sonriendo y negando, sonriendo y negando. - Yo te dije el día que charlamos mil y mi diste mis hermosos regalos! Que las pelis, que la emoción que tu sonrisa... pero tu "no, no, no es solo un amigo!"- la parodió a ceño fruncido así toda modosita, y luego le alzó ambas cejas. - viste?... pues nada, ahora ya está! - y si! ya estaba, ya se había besado y más con él cagando a su amigos mutuamente, ya se había admitido que sentía cosas fuertes por él y incluso ya había terminado su relación con Joe... así que nada.

- Yo la primera en que me gusten dos chicos a la vez, e igual no lo cagué a Luke porque no estaba saliendo con él... ese es el punto, te equivocaste feo... y si se enteran tendrán que pedir disculpas... Aunque... - y ahí el punto sobre el que había discutido con Adair: Sofie pensaba que no se debían enterar, Adair parecía pensar lo contrario. - si siguieras con Joe... incluso si eMe te dice que no, y prefiere quedarse con pajarita, yo opino que hay que decirlo... ya sabes los cuer... Pero, si pueden terminar bien con los otros y empiezan su propia historia juntos o por separado: pasado pisado y acá no ha pasado nada.... no? - Que caso tenía hacer leña del árbol caído? Ninguno! cada quien a su vida y ya.

Después de todo: de restablecer la comunicación, de ver las chicas pasar y callar, después de que Pearlie asumió su mal tino y sofie acotó "quien nunca se equivoque, que tire la primera piedra" como criada católica que era, después incluso de que la morocha justificara la locura del grito de amor y la rubia le acompañara asintiendo que si! "que hay momentos que ahhh.."... exactamente en el instante justo en que apoyada en su hombro le pedía perdón, Sofie se giró lo más que pudo, la rodeó con ambos brazos muchísimo, apoyando su mentón en el hombro ajeno y se rió de ella, con un comentario en todo de maestra ciruela - así, se abraza! -

Rápidamente se balanceó de un lado a otro, entre risas llevándose en el vaivén a su amiga, hasta ya soltarla por fin. - Debo decir que me encanta arreglar las cosas contigo, confesarnos nuestras metidas de patas y secretos más oscuros... pero... - pausa dramática - estoy muriendo de hambre. - La sinceridad ante todo. Su plan inicial donde tenía 40 minutos para cambiar unos libros por otros, comer, besar a Adair y volver a clase habían sido truncados, y muy gratamente al final. Pero aunque a clase ya ni ganas de ir, y a Adair podía verlo luego, colarse en su dormitorio y hacer cosas indebidas... comer era otra cuestión. Un cuestión vacía que debía llenar.

Se alzó primero y tiró de Pearlie con una mano, para iniciar andar hacia algún sitio con alimento. Comedor ya no porque no habría ni migas de pan, pero la cafetería podía funcionar. - Yo tengo otra cosa para contarte.... pero no puedo decírtelo, pues aun no se lo digo a Adair. - Recordando la cafetería y la deuda acumulada que debía saldar antes de partir, es que llegó a su mente aquel pequeño secreto, que si bien no era un hecho total, las posibilidades de que no sucediera eran mínimas. - No es nada terrible... pero no quiero que él se entere por boca de terceros, no digo de ti, sino que las paredes escuchan y los cuadros hablan, y el escuchón se mete hasta en los sueños de la gente... - andando como iba alzó las manos al cielo como desperezándose pero en realidad era pura fascinación, que le producía lo dicho, y que verbalizó así: - que lindo es el mundo mágico! - aunque sonara estúpido y contradictorio con las razones antes expuestas.

Y aunque no se lo contaba exacto, de algún modo le estaba compartiendo que había algo que decir, que anunciar. Pero bueno, le debía a Adair cierta prioridad esta vez, con Pearlie ya había vivido a la distancia, nada cambiaría. Esperaba que la chica lo entendiese en ese instante en que se hacía la misteriosa sin querer, y luego cuando saliera a la luz. - Bird me dijo la otra vez que estaba tratando de hacer unas notas para el profeta, para ver si le tomaban.... Yo podría hacer igual, no?... Aunque quizá debiera apuntar a corazón de bruja... no se...-