Declaración.

No le quedaba duda de quienes eran los que lo habían señalado abiertamente como el culpable de la aparición de las Marcas Tenebrosas una seguida de la otra. Y de las muertes. No le quedaba duda de quién había enviado a los aurores a pedirle que los acompañara a un interrogatorio la mañana del domingo, por culpa de quienes estaba en el Ministerio de Magia desde entonces, en el departamento de Seguridad Mágica, siendo resguardado por aurores hasta que Pandora Bartra, del Wizengamot, había llegado en túnica casual gritando que todo eso era un atropello. Holland lo había tomado con tranquilidad aunque por dentro, seguía sabiendo a la perfección que solo Aquila Lillyvick o el lobo, podrían haber soltado su nombre con tanta tranquilidad como consecuencia de haber arruinado su fiesta o más bien, creyendo que si lo hacía terminaría con todo eso o ayudaría a terminarlo.

Fue hasta el Lunes a primera hora, que Holland tuvo su audiencia con el Wizengamot. Fue interrogado sobre la noche de luna llena en Brigantia, fue interrogado sobre el asesinato de Leslie Ayres, fue interrogado sobre los hechos en la fiesta. No solo negó todo, sino que fue convincente en sus argumentos. Había miembros del Wizengamot que lo seguían viendo recelosos, pero la gran mayoría parecían estar a su favor. Él era quien había hecho una revuelta interna que había terminado con los mortífagos como no se había podido hacer, él era quien había matado a su mejor amigo de la infancia, hermano del auror Suberland, defendiendo la integridad de importantes miembros de la sociedad mágica, él era quien había enviado a su propio hijo a Azkaban reconociéndolo como asesino y cómplice del levantamiento de Mott, él era quien había dado nombres, fechas, direcciones y crímenes que habían ayudado a limpiar la sociedad con el fin de llevarla a tiempos de paz. Todas las pruebas del pasado estaban a su favor, sobretodo esas que hacían mella en los terrenos más íntimos y personales ¿quién podría decir lo contrario?.

Por supuesto todo eso había obedecido a otros intereses, eso ya estaba más que claro, pero las pruebas no eran para nada suficientes para acusarlo de verdad. Eran palabras, suposiciones. Los mismos Lillyvick atestiguarían a su favor de ser necesario, sabía que estaba pisando terreno seguro y el rostro de quien daba órdenes seguía siendo un secreto y un misterio para la mayoría. De hecho, pocos terminaban por saber que era él quien conjuraba directo sobre la Marca Tenebrosa para llamar a los suyos, no había sido descuidado al momento de elegir lealtades.

El Lunes por la tarde, Damien Holland salió caminando de la sala del Wizengamot sin nada que lo incriminara, y encima, habiendo creado polémica respecto a lo terrible que era que los aurores lo hubieran apresado. No dudaba que si los chicos habían tenido un hueco en su plan, terminaran cazándolos, porque los aurores de esta generación eran mucho más avispados que los de antes, pero tenía dos certezas: siempre ayudaba a los suyos, una. La otra, que se hacía lo que fuera necesario para la causa.

Alguien lo detuvo en la entrada del atrio, Stephen Buck, otro miembro del Wizengamot que antaño hubiera pertenecido al departamento de seguridad mágica también. Le recomendó hablar ante los medios de comunicación, dar una declaración oficial.

Todo estuvo arreglado para la noche. El atrio del Ministerio estaba equipado con una tarima y un montón de periodistas apuntaban a Holland con sus flashazos y sus vuelaplumas. Todo mundo sabía que nunca había sido particularmente bueno hablando en público, que era un héroe sencillo, que no apreciaba las mieles de la fama por ser naturalmente tímido, ante el mundo, ante todos. Ni siquiera estaba vestido con una túnica elegante, ni parecía particularmente arreglado para la ocasión. Se aclaró la garganta antes de hablar.

-Los sucesos ocurridos recientemente que han manchado las páginas de El Profeta de sangre, son hechos lamentables que me entristecen tanto como a ustedes. Se corren rumores respecto a un nuevo levantamiento mortífago y esta misma mañana el Wizengamot me ha llamado a interrogatorio por las declaraciones de gente que asegura saber que soy yo el culpable directo de lo que está sucediendo. No tengo que explicarme ni contarles la historia de lo mucho que me importa esta sociedad y lo mucho que deseo mantener la paz.

Estoy dispuesto a someterme a cualquier interrogatorio con tal de ayudar a la investigación que se está llevando a cabo alrededor de estos crímenes. Yo mismo me convierto desde ahora en parte de esta misma caza, prometiendo a las familias de los afectados que perseguiré y castigaré a quien esté involucrado.

Pero es importante que el mundo mágico sepa que estos hechos son aislados. La Marca Tenebrosa no ha brillado en el brazo de nadie demostrando el posible levantamiento de un nuevo Señor Oscuro, no hace falta recordarles que la llevo en el brazo como una muestra diaria de las cosas que tuve que hacer para llegar hasta este periodo pacífico, y que me sirve también para saber movimientos importantes de parte de esta ya inexistente organización.

Y no pienso renunciar a ese periodo pacífico que todos logramos juntos. No pienso dejarme engañar por grupos de choque y vándalos que intentan sembrar el pánico argumentando el regreso de los mortífagos solo porque saben conjurar una Marca Tenebrosa. El Departamento de Seguridad Mágica ha hecho un trabajo notable como no se ha visto en los últimos años y yo me uno a ellos. Le prometo a todos que llegaré al fondo de este asunto. Solo les pido que no entren en pánico, que no se dejen engañar. Tendremos a los culpables y pagarán por sus crímenes de odio, pero esta sociedad no volverá a vivir en el terror.

Agradeció con un gesto a todos y se despidió dibujando una sonrisa a medias, como si de verdad estuviera completamente consternado. Bajó de la tarima, no aceptaría preguntas, pero Buck aseguró a los periodistas alterados, que Holland contestaría a todas sus lechuzas. La declaración salió impresa en El Profeta del día siguiente, con el titular “Los mortífagos no han vuelto”.