Deshaciendo nudos

Las cosas se habían complicado bastante desde la famosa fiesta secreta, cosas que estaban por resolver, eventos desagradables y otros muy desconcertantes. Había decir que Adair no se tragaba las palabras de Holland, en realidad, nadie de su familia eximía a los mortifagos de la gravedad del asunto y casi todos los Brackminster estaban convencidos que aquello no fue un error de pronunciación de mago novel. Estaba también la muerte de Leslie Ayres, desangrada y abandonada a la puertas de la casa de su padre y profesor, además a raíz de ese incidente, las clases de Quidditch no estaban en su máximo rendimiento y las clases prácticas habían dejado lugar a la clases teóricas como aquella de nutrición a última hora del día.

Ni un minuto más ni menos de la hora de salida, Adair abandonó el aula. Quiso dejar algunos artilugios de Quidditch en su habitación antes de ir en búsqueda de Sofie para cenar, no tenía que ser legeremago como ella ni adivino como otros para darse cuenta que Jessy iba a tardar poco tiempo en intervenir en aquella situación, más había que ver como irrumpió a la mañana siguiente, loca e histérica, así que quería pasar tiempo con la chica, todo el posible que tampoco iba sobrante en horas no lectivas. La sorpresa fue exponencial cuando puso un pie en el salón de convivencia y encontró a Pearlie, esperando.

Recordó entonces otro motivo por el cual últimamente no realizaba bromas o estaba tan callado, no deprimido pero si reflexivo: habían cosas que no digería y una de ellas era Pearlie junto a su hipotética traición hacia Crawford. Hipotética porque Adair no conocía el alcance de los hechos tampoco gustaba en entrar en detalles, la imagen fue simple, cara y concisa, no había margen de error y aunque no juzgaba el contexto si sentía que la imagen de la chica, esa muchacha leal y fiel aquella chica que había pedido con toda su inocencia que vigilara a Crawford de haber una despedida de soltero para que no manoseara de más, había resultado ser todo lo contrario, alguien quien ponía los cuernos, un lobo en piel de cordero y eso precisamente era la cuestión que Adair no digería, ¿cómo cojones cambiaba tanto la gente?

- ¿Te perdiste? – añadió demasiado serio y sin asomar su personalidad jocosa por ningún lugar de su entonación. Miró un segundo a la chica para apartar sus ojos miel en el segundo siguiente y caminar hacia una butaca. Dejó el petate a los pies, cerca del fuego – Si buscas a Sofie creo que tenía clase, no esta aquí – no, no había amabilidad pero también se encontraba en una situación intermedia, sentía la necesidad de contarle el incidente a Crawford por la camadería de antaño pero tampoco quería poner a Pearlie en una situación complicada.

Pues claro, ella también tenía muy en mente todo lo que habían hablado de Crawford, Adair y ella. Y estaba consciente de la imagen que Adair habría podido tener respecto a su forma de ser, como chica, como novia y como amiga. En muchos aspectos nada de eso había cambiado. Seguía siendo la misma chica tímida en esos menesteres, aunque como novia había terminado dejando mucho que desear en un sentido sorpresivo. Haber engañado a Joe no era algo de lo que se enorgulleciera de ningún modo.

Negó lentamente con la cabeza todavía sosteniéndole la mirada todo lo posible. Pues claro que no se había perdido, y además lo buscaba expresamente a él. Bajó la vista cuando él apartaba la mirada, dejando que el cabello se le fuera a la cara, así que lo apartó con un gesto exasperado y se lo acomodó detrás de las orejas.

-No, te buscaba a ti.

Pearlie sabía perfectamente que tenía dos opciones, a lo más: la primera era hacerse la dura y solamente avocarse a pedirle, por favor, que no le dijera nada a Joe por X o Y razón, sin apelar a nada más que se trataba de sus asuntos de pareja y más nada. La segunda era ser un poco más humilde, hablar con el corazón en la mano todo lo posible y dejar que Adair sacara sus propias conclusiones e hiciera lo que quisiera hacer al final.

-Quiero hablar contigo de…bueno, ya sabes de qué. ¿Podemos?

Ya sabía que no tenía que pedirle perdón precisamente a él, pero de todos modos asumía que, como amigo, se merecía unas cuantas explicaciones y que eso también correspondía a los propios intereses de ella.

-Pero no aquí.

Afuera, por supuesto, donde no había cuadros de jugadores de quidditch, decanos de Smertios o cualquiero otro mago o bruja de óleo que fuera muy amigo del Escuchón.

Adair no pensaba cuestionar las elecciones de la chica, era mayor y libre para optar por una opción o por otra, el problema no radicaba en el objetivo del asunto más bien en los métodos, sin contar con el pequeño detalle que él conocía la verdad y desde su perspectiva creía justo que Crawford supiera el incidente, quizás porque el smertios no era persona de secretos y prefería soltar las verdades a la cara.

- Vamos a fumar

No es que fuera alguien condescendiente que estuviera dando como acto de fe una oportunidad de explicación, Adair siempre iba a hablar con Pearlie. No retiraría la palabra o negaría el saludo por una cuestión ajena a la amistad labrada entre ellos, más bien era sentir que por culpa de la muchacha estaba omitiendo información a otro amigo que en mayor o menor medida, fuera como fuese su personalidad, necesitaba saberlo por una cuestión moral. Buscó en uno de los bolsillos de su petate una caja de cigarros, el encendedor y pateando su saco de las cosas para dejarlo en una esquina, hizo una señal a Pearlie para que siguiera sus pasos.

Caminaron unos metros hasta adentrarse en una zona oscura, lejos de mirones e inesperadas visitas que entorpecieran el motivo real de la visita. Sin abrir la boca, tomó su tiempo para encenderse el cigarro, dar una larga calada y dejar escapar el humo pues meditaba buscando las palabras que quería decir en aquel momento porque no quería que salieran bruscas pero la situación general y no ese caso en particular tenían a Adair irritado hasta el punto que había vuelto a fumar con asiduidad, dejando de lado las mierdas sobre condición física para jugadores.

- En realidad no tienes que hablar conmigo – añadió mirando a Pearlie y tendiendo la caja de cigarrillos por si quería tomar uno – la cuestión es si vas a hablar con él porque si no lo haces tú, deberé hacerlo yo – no era un ultimátum, no, más bien un “deber”, algo que necesitaba hacer para pasar página – Aquel día, tu me pediste lo mismo. ¿No es justo para él?

Asintió a la invitación a fumar, era un avance. Todavía no estaba muy segura de qué era lo que iba a decir y todo eso seguía sobrepasándola en gran medida pero no lo pensó medio segundo para levantarse y caminar a su lado fuera de la facultad de los guerreros, como le llamaban por ahí. Se sentía extraña caminando a su lado, como si ahora supiera que él no la veía ni la vería nunca de la misma manera y fuera difícil aceptar ese simplísimo hecho. Se le notaba extraña, además no habló en todo el camino hasta que llegaron a aquella zona alejada de cualquiera que pudiera inmiscuirse en sus asuntos, particularmente porque estaba poniendo en orden sus pensamientos.

Agradeció que le ofreciera un cigarrillo y lo aceptó aunque ella llevaba los suyos. También estaba fumando más que nunca, aunque al menos no tenía a ningún profesor encima de ella por razones de cuidar su salud. Alzó la vista hacia él cuando decía que la cuestión era que tenía que hablar con Joe, porque si no lo hacía ella, lo iba a hacer él. Antes de responder a su pregunta y también al tema, dio una profunda calada y soltó el humo hacia un lado, para luego respirar profundo antes de volver a mirarlo.

-Sé que lo que hice estuvo mal, y sé que Joe se merece saberlo.

Ya Gianna se lo había dicho y bueno, en cierta forma entendía sus puntos, entendía que era lo justo no ser una arpía y afrontar las cosas con honestidad y tal vez se lo plantearía de no ser porque Joe no era el tipo de chico que se tomaba las cosas con calma, o al menos con ella había demostrado tener paciencia nula, en casi cualquier tema que trataran.

-Pero las cosas no son tan fáciles entre nosotros, lo eran cuando te pedí eso, pero después ya no fue lo mismo, por muchas razones. Sé que sientes que es tu deber decírselo pero tienes que…dejarme manejar a mi las cosas, por favor. Esto es más que…más que lo que parece. No quiero que las cosas terminen mal, no es por salvar mi pellejo, tampoco es por salvárselo a Malik.

O al menos no lo era en el sentido más superficial. No iba a ponerse a llorar con Adair y a contarle las cosas como se las había dicho a Sofie –quien de todos modos lo sabría por una lectura de mentes sorpresiva- o como se las había medio dicho a Gianna, porque con un chico era obviamente distinto, pero esperaba que ese argumento sirviera por el momento.

-Tengo que buscar como manejar este asunto porque Joe no actuaría como una persona normal.

O sea, ir a partirle la cara al tipo de la discordia, etc etc y luego odiarla con rencor. Eso era lo normal quizá, pero no estaba muy segura de que las cosas fueran a quedarse así en el caso de Joe.

Prestó atención a las palabras de Pearlie más por amistad que por interés pues Adair tenía las cosas claras, “tenía qué decírselo” debido a ese apelado sentido moral sobre amistad y compañerismo. No iba tampoco a realizar un juicio verbal hacia la chica, los pensamientos del smertios quedaban estrictamente para él (o para Sofie si tenía un día lúcido) así que limitó los actos a fumar silenciosamente sin apartar los ojos miel del rostro carismático de Burroughs. Claro que después de seis años conviviendo día a día con Crawford conocía un poco la complicada personalidad del muchacho pero no creía lícito excusarse tras el carácter de Joseph, las cosas habían sucedido y no podía mirar hacia otro lado, intentando tapar el problema con un dedo.

- ¿Hay patrones de conducta? – esta vez si hubo un resquicio de su clásico humor, varias caladas habían suavizado las respuestas bruscas y poco apropiadas, incluso una liviana sonrisa medio ladeada apareció en su rostro bajo la oscuridad confinada por los árboles – Me pongo en su piel y preferiría que Sofie me espetara la puta verdad a la cara que descubrirla de labios tuyos – otra calada y dejó caerse contra el árbol más cercano para apoyar sobre la corteza la espalda – No hay más opción y sabes que es así.

En su mente no aparecía la posibilidad de maltrato tal vez porque en su caso Darren había impuesto una doctrina explicita sobre tratar bien a las mujeres a pesar de las circunstancias y tras convivir toda la vida con tantas hermanas, intentaría no poner jamás un dedo encima de ellas más por juego (como el Quidditch) o caricias así estaban las cosas, podía desquiciarse, podía perder los nervios pero Adair prefería romperse los nudillos contra la pared más cercana antes de golpear a una chica y eso, desde su perspectiva, extrapolado a cualquier hombre – ¿Malik? – según tenía entendido era el novio o pareja de aquella semiveela de Arianrhod – En serio – soltó una carcajada y dio otra calada a su cigarro para soltar el humo hacia un lado – ¿Tanto apuro por bajarte las bragas en medio bosque? ¿Las leyes no enseñan que es más diplomático ser infiel lejos de fiestas altamente peligrosas? – pausa y volvió a adquirir una expresión seria - ¿Qué te da miedo de Crawford?

Hizo un mohín con lo de los patrones de conducta porque seguramente que no los había, pero sí había ciertos comportamientos que ella simplemente no podía considerar normales en Joe. Y entendía, de verdad, cuando todo mundo le decía que por honestidad y por otro montón de razones, Joe se merecía saber la verdad y que era mejor que ella se la dijera antes que la descubriera por un tercero. Pero dadas las circunstancias suponía que sí había más opción y que esa opción era no decir nada.

Alzó la ceja con la carcajada, que no entendió completamente en qué sentido iba, aunque tampoco estaba para ofenderse. Hasta había pensado que cuando comenzaran a dejarse ver juntos en público y tal, la gente tendría de todo para decir, incluyendo que cómo la podían preferir a ella sobre una semiveela, o que ella iba de mal en peor con sus elecciones románticas, o que simplemente serían lapidados cuando todo mundo empezara a hacer conjeturas y suposiciones. Pero tenía que estar preparada para todo y tal.

Se encogió de hombros por pensar en lo del apuro. Y apenas y dibujó una sonrisilla tímida dadas las circunstancias por la referencia a las leyes y la diplomacia. Pues sí, habían hecho mal, muy mal. Y había sido altamente arriesgado perder el control en la fiesta, lo sabía, tan arriesgado que había tenido sus consecuencias y que justo estaba enfrente de una.

Buscó su mirada con la última pregunta y se mordió los labios tratando de dar una respuesta, precisamente, diplomática. Adair era colega de Joe y aunque sabía que en parte de eso de lo que iba a depender que la dejara hacer las cosas a su manera o no, era distinto.

-Hemos tenido algunos episodios raros en nuestra relación, creo que no es muy bueno controlando su ira y las cosas se nos han ido un poco de las manos, hasta ahora no ha pasado a mayores, lo hemos controlado y tal, pero no sé qué pasaría en caso de que…no sé, que llegue un momento en que no se pueda controlar y todo eso. No creas que es algo que hace en público tampoco…

Terminó su primer cigarro, el cual apagó contra la corteza del árbol antes de tirar la colilla al suelo para pisarla. Escuchaba a Pearlie responder su pregunta, el rostro de Adair era un poema en toda regla hacia las novedades que aparecían ante sus narices, negando con la cabeza, buscó de nuevo su paquete, sacó un cigarro que encendió para dar otra larga calada, diablos, cada vez necesitaba más eso.

- ¿No ha pasado a mayores? – levantó una ceja y evaluó el rostro de su amiga, algo contrariado por las noticias sobre la ira no reprimida de Crawford pues aunque sabía de su tendencia a meterse en líos y que en verdad, el muchacho no esperaba a la segunda para deshacerse en puñetazos con otro pero Adair tenía la creencia que solo era algo entre chicos, igual que él hacia cuando la situación no tenía otra salida o se metían con sus amigos o familia pero ahora que sabía que también se daba con Pearlie, joder, ya no veía tan claro quien era el problema en aquella difícil situación - ¿Me estás contando que no confiesas por qué Crawford te da miedo?

Enarcó la otra y quedó con esa expresión semicómica de no entender nada aunque en verdad estaba solo digiriendo la situación y estaba claro que no tenía intención de añadirle más fuego a esa tormentosa relación pero tampoco veía el punto – No creo que puedas conciliar el sueño – por experiencia propia tras el Samhain, Adair no había podido dejar de sentirse culpable por haber puesto los cuernos a su novia sin intención por eso, metiéndose en la piel de la muchacha y a sabiendas que la semiveela era su amiga, eso debía terminar – Te propongo algo. Si quieres, puedes decírselo y yo vigilar sin que te des cuenta ni él tampoco… qué la situación se pone difícil, intervengo. Qué no, mejor para ti, pero créeme que no vas a poder vivir toda la vida ignorando a Crawford y la verdad.

Era un consejo propio para su bienestar y el ofrecimiento era solo para mantener su protección, no quería ser metiche solo evitar que tanto ella como el otro se metieran en líos peores de los que ya estaban.

Se mordió el labio y negó con la cabeza. El miedo a Crawford era una cosa, claro. No quería ni imaginarse que perdiera el control en ningún momento, ya suficiente había tenido cuando habían terminado, pero no era lo único. Pearlie había tenido mucho tiempo para pensar en los distintos factores por los que era mejor no decir nada, y no solamente eran factores egoístas. Ahora que estaba con Malik sabía que en muchos sentidos iba a ser doloroso para Milena, por ejemplo, pero iba a ser mucho peor si sabía que había estado follando con él durante un tiempo considerable a sus espaldas y casi el mismo precepto aplicaba a Joe, aunque Joe ya sabía que Pearlie sentía algo por Malik, ella misma se lo había dicho. Ni siquiera inventando que solo había pasado en la fiesta de DJ Zap, Angus y Aquila eso dejaría de estar muy jodido.

-Nadie más lo sabe, solo ustedes. Y trato de pensar en todo lo que le estaría ahorrando a Joe y a Milena si mejor no supieran nada. No es solo por mí, cuidar mi imagen o lo que carajos sea, es que quiero evitar que las cosas vayan a peor. Y sí, tampoco quiero que Joe explote, en ese sentido horrible que tan bien se le da.

O sea, la idea de Adair sería adecuada si la comunidad en la que se desenvolvían no fuera un hervidero de locura. Y si Joe mismo no fuera un hervidero de locura, al menos en lo que a ellos como pareja respectaba.

-Aprecio de verdad tus consejos, el de Gianna que opina lo mismo que tú. Pero no puedo, no puedo y quisiera que las cosas se quedaran así, por favor. Sé que lo que te pido es complicado y que seguramente va contra tus principios de honestidad y el colegueo que tienes con Joe, pero también sé que lo que tengo con él, cualquier cosa que sea, es cosa de nosotros y nada más. Ya hice el suficiente daño, no quiero causar más y decir las cosas es lo único que causaría, que la situación de jodiera al triple.

Hizo una pausa y también un mohín. Miró hacia otro lado un momento, suspiró y luego regresó al vista hacia Adair, aunque no estaba siendo dramática a propósito.

-Le dije a Joe que sentía algo por Malik, cuando terminé con él. Me pidió que le dijera la verdad y esa es la verdad. Ni siquiera lo tomó en cuenta, nuestros verdaderos problemas estaban más allá de todo eso.

No soportaba poner a una chica mal con sus palabras ya fuera directamente o indirectamente, terminaba lleno de remordimientos y una voz en su mente, semeja a la de su madre, gritaba que mejor callara. Bueno si Pearlie no quería su ayuda, no podía hacer más nada y sería conveniente cambiar de tema antes que la tozudería de Adair terminara jodiendo la amistad que tenían ambos o tal vez el cambio de personalidad de Pearlie acabaría por romper la imagen impoluta construida en la mente del smertios. Fuera como fuera, calada tras calada junto a las palabras de la chica, terminó por decantar a Adair a dejar el tema a lado, no iban a llegar a conclusión decente aquella noche.

La última frase de Pearlie fue acompañada de un asentimiento de cabeza por parte de Adair que además, abandonó el árbol para colocarse junto a Pearlie, rodeandola a un brazo para darle unas palmadas a la espalda en un extraño abrazo por consolar su estado de ánimo, no podía con el drama – Está bien pero la próxima vez, folla en un lugar que no te pueda pillar – aunque tampoco sabía la chica cuando Adair iba a estar surcando los cielos cual ave rapaz. Fuera como fuera, era una broma y besó su cabeza para que no hubiera confusiones pero sin llegar a dar una risotada pero si mostrando una sonrisa liviana medio ladeada.

- ¿En verdad estamos de acuerdo Gianna y yo una vez en la vida? – aprovechó ese brazo para pasarlo por encima de sus hombros y empezó a caminar junto a la chica en dirección a la facultad pero rodeando un poco la ruta directa para tranquilizar su estado de ánimo – Supongo que has hablado con Sofie. Terminemos discutiendo porque quería contarlo. Piensas que es un hipotético juramento con Joe… que también, pero si Sofie me hiciera eso, me gustaría que Joe me contará. No es una opinión objetiva, lo sé, pero tampoco quiero que tengas problemas por mi culpa, no es mi intención – ya vería que hacer con el tema aunque a este paso ya más que secreto era una confesión a nivel nacional - ¿Solo has venido hasta mi facultad para ganarte mi silencio o también vienes a cenar conmigo y tu amiga la rubia?

Se tuvo que reír por su advertencia, lo de la próxima vez follar en donde no la pudiera pillar. Aunque fue una risa accidentada, casi triste, como si la ahogara. No lo había pensado así, o sí pero no con la cabeza fría, pero sí había sido completamente arriesgado lo que habían hecho en la fiesta. Hasta ese momento no habían tomado un riesgo parecido, pero al mismo tiempo eso había terminado por detonar que fueran mucho más sinceros, al menos en lo que a ella respectaba. Se mordió los labios sin saber si decirle a Adair que había hablado con Malik y todo eso, aunque luego decidió que no, que eso, como lo de Joe, también eran cosas suyas y bueno, de todas formas era algo que eventualmente se sabría y también quería cortar sanamente con esa necesidad de complacer a todo mundo y dar explicaciones de todo tipo.

-Pues sí, están de acuerdo por una vez en la vida.

Pero lo mismo, Gianna no podía saber cómo habían sido las cosas con Joe hasta ese punto, como para opinar una cosa contraria. Asintió todavía con el labio inferior entre los dientes cuando le preguntó si lo había hablado con Sofie, una conversación decididamente distinta a esa que estaba teniendo con Adair, en donde sí había contado detalles sobre el enamoramiento y todo lo demás.

-Yo sé que no es tu intención.

Es decir, entendía que Adair no estaba queriendo que la lapidaran en el centro del bosque de Andarta una noche de luna llena y que su opinión de decirle a Joe no era porque la odiara o tal, así que apreciaba muchísimo que terminara siendo tan comprensivo con ella.

-A cenar contigo y mi amiga la rubia, naturalmente.

Le dijo con una sonrisa apretando momentáneamente su mano. Que no pensara que no se volvía a pensar seriamente sus grados de honestidad, lo pensaba y tenía razón, no era fácil dormir con normalidad por las noches.