OGMIOS: 275 PUNTOS
CERRIDWEN: 150 PUNTOS
ARIANRHOD: 35 PUNTOS
SMERTIOS: 175 PUNTOS
Últimos temas
¿Quién está en línea?
En total hay 3 usuarios en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 3 Invitados :: 1 Motor de búsquedaNinguno
El record de usuarios en línea fue de 49 durante el Miér Jul 19, 2017 4:26 am
Este foro está creado enteramente para esparcimiento y diversión sin fines de lucro. La temática, tramas y personajes son 100% originales creados por el equipo administrativo y los usuarios de este mismo foro. Todo lo demás, pertenece a J.K.Rowling.
"Universidad Brigantia de Estudios Mágicos" está protegida por una licencia creativa. Cualquier reproducción total o parcial del contenido del foro, así como el diseño, será considerado como plagio. Por favor, se original, no robes ni copies.
Un capricho.
2 participantes
Página 1 de 1.
Un capricho.
La cleptomanía no era una de sus costumbres pero justamente era lo que le había traído más problemas a lo largo de toda su vida. Y en eso estaba metido en aquella tarde de sábado fría como un témpano y encapotada a más no poder, londinense como pocas. Jadeaba y el vaho de su boca chica salía con más rapidez de la ordinaria, sus piernas se flexionaban con rapidez y tenía la mirada puesta en un punto inexacto del Callejón Diagón; todo ello mientras se esforzaba por esquivar transeúntes y obviar sus miradas aceradas. Pero vamos a explicar las cosas desde el principio.
Llevaba media hora paseando por aquella encantadora calle mágica, llena de todos esos utensilios y figuras ataviadas de forma conservadora que alguna vez lo habían embelesado, cuando vio que habían abierto una tienda nueva en una arteria aledaña al emporio de lechuzas de toda la vida.
Como no tenía nada que hacer, o quizás sí y en verdad solo estaba buscando un motivo para no sentirse culpable por no estar redactando algún ensayo o leyendo algún tratado de esos que tanto le mandaban, se metió dentro y se encontró con el ambiente familiar y absurdamente mágico del que gozaban todos los establecimientos de Diagón. Hasta podía percibir como su pelo rojo se volvía más oscuro, el olor a incienso se pegaba a su ropa gruesa y colorida y sus ojos tardaban más en acostumbrarse a esa inmensidad de formas que rara vez se encontraba en una tienda muggle. En definitiva, todo ese conjunto de sensaciones que le parecían inherentes en la realidad a la que también pertenecía.
Empezó a caminar con sus ligeros mocasines y vio una pajarita con un estampado entre necesario y decadente que le encantó y al ver que no tenía dinero suficiente para pagarla supo que tendría que llamar a sus padres para que le dejaran más libras con las que poder costearse sus caprichos. Jarvis Gilshaw, sin embargo, recordó con una mueca de total desagrado que esa semana ya le habían dado la paga y que últimamente las cosas no iban bien en la inmobiliaria así que no podría sacar más tajada económica de momento. Pasó cinco minutos debatiéndose entre llevársela o no, sintiéndose por una parte culpable pero notando por otra como su tonta necesidad se apoderaba de él.
Sin pensarlo se la guardó en el bolsillo y salió de la tienda rápidamente, advirtiendo como el dependiente se daba cuenta de lo que había hecho y abandonaba su tranquilo mostrador para salir poquísimo después por la puerta varita en mano. Esquivó tres hechizos y corrió todo lo que pudo, jadeando como un loco, despeinado y con la expresión más estúpida que sus facciones no precisamente armónicas alcanzaron a desdibujar. Después de minuto y medio sin parar, de brujas a las que había empujado y de un griterío incesante a sus espaldas por el escándalo que estaban montando atajó por otro callejón y siguió corriendo un poco hasta que pudo agazaparse detrás de un barril cuyo olor le recordaba a la cerveza de mantequilla que bebía cuando tenía quince años.
¿Qué podía hacer? Esperaba haber burlado al dependiente, pensó mientras sonreía a causa del nerviosismo y antes de notar que su corazón iba más acelerado que de costumbre. Dejó de respirar fuerte enseguida.
Llevaba media hora paseando por aquella encantadora calle mágica, llena de todos esos utensilios y figuras ataviadas de forma conservadora que alguna vez lo habían embelesado, cuando vio que habían abierto una tienda nueva en una arteria aledaña al emporio de lechuzas de toda la vida.
Como no tenía nada que hacer, o quizás sí y en verdad solo estaba buscando un motivo para no sentirse culpable por no estar redactando algún ensayo o leyendo algún tratado de esos que tanto le mandaban, se metió dentro y se encontró con el ambiente familiar y absurdamente mágico del que gozaban todos los establecimientos de Diagón. Hasta podía percibir como su pelo rojo se volvía más oscuro, el olor a incienso se pegaba a su ropa gruesa y colorida y sus ojos tardaban más en acostumbrarse a esa inmensidad de formas que rara vez se encontraba en una tienda muggle. En definitiva, todo ese conjunto de sensaciones que le parecían inherentes en la realidad a la que también pertenecía.
Empezó a caminar con sus ligeros mocasines y vio una pajarita con un estampado entre necesario y decadente que le encantó y al ver que no tenía dinero suficiente para pagarla supo que tendría que llamar a sus padres para que le dejaran más libras con las que poder costearse sus caprichos. Jarvis Gilshaw, sin embargo, recordó con una mueca de total desagrado que esa semana ya le habían dado la paga y que últimamente las cosas no iban bien en la inmobiliaria así que no podría sacar más tajada económica de momento. Pasó cinco minutos debatiéndose entre llevársela o no, sintiéndose por una parte culpable pero notando por otra como su tonta necesidad se apoderaba de él.
Sin pensarlo se la guardó en el bolsillo y salió de la tienda rápidamente, advirtiendo como el dependiente se daba cuenta de lo que había hecho y abandonaba su tranquilo mostrador para salir poquísimo después por la puerta varita en mano. Esquivó tres hechizos y corrió todo lo que pudo, jadeando como un loco, despeinado y con la expresión más estúpida que sus facciones no precisamente armónicas alcanzaron a desdibujar. Después de minuto y medio sin parar, de brujas a las que había empujado y de un griterío incesante a sus espaldas por el escándalo que estaban montando atajó por otro callejón y siguió corriendo un poco hasta que pudo agazaparse detrás de un barril cuyo olor le recordaba a la cerveza de mantequilla que bebía cuando tenía quince años.
¿Qué podía hacer? Esperaba haber burlado al dependiente, pensó mientras sonreía a causa del nerviosismo y antes de notar que su corazón iba más acelerado que de costumbre. Dejó de respirar fuerte enseguida.
Jarvis Gilshaw- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 09/12/2012
Re: Un capricho.
Había oído un escándalo en el callejón sin saber a qué se debía. Me había comprado un péndulo de cuarzo nuevo en una de las tiendas de adivinación que había en Diagon Alley, eran como tres seguidas y me gustaban las cosas de las tres, todas eran distintas pero se hacían competencia y los dueños se volvían locos pensando como vender más que los otros, pasaban el día intentando desacreditarse y eso era bien conocido por cualquier cliente de ahí, como yo.
Envuelto en un lindo papel de china estampado con estrellas titilantes que uno de los tenderos empezó a usar para que le compraran más, estaba mi nuevo péndulo para responder preguntas, y pensaba cargarlo de energía en la próxima luna llena. Iba distraída con eso y me tropecé con un barril dándome cuenta que le había pegado a alguien. No era inoportuna y miré alrededor antes de enfocarme en ese chico, dándome cuenta que era un pelirrojo un año menor de Gryffindor, de esos extrovertidos con los que yo nunca había tenido contacto. Disimulé un poco antes de hablarle.
-¿Encontraste un buen lugar para sentarte? ¿ Qué haces ahí?
Ese era un escondite, no cabía duda, yo no era ninguna tonta. Tuve de buen grado interponerme entre un mago que iba corriendo y escudriñando cualquier rincón, y el escondido de los barriles. O sea, que le estaba casi salvando el pellejo por alguna suerte de simpatía. Miré al mago con una sonrisota de esas que se me daba bien poner y le dije "Vi correr a alguien por allá", engañándolo vilmente y no volviendo al pelirrojo hasta que vi a ese hombre alejarse. Me agaché un poco.
-¿Te buscaba a ti?
Envuelto en un lindo papel de china estampado con estrellas titilantes que uno de los tenderos empezó a usar para que le compraran más, estaba mi nuevo péndulo para responder preguntas, y pensaba cargarlo de energía en la próxima luna llena. Iba distraída con eso y me tropecé con un barril dándome cuenta que le había pegado a alguien. No era inoportuna y miré alrededor antes de enfocarme en ese chico, dándome cuenta que era un pelirrojo un año menor de Gryffindor, de esos extrovertidos con los que yo nunca había tenido contacto. Disimulé un poco antes de hablarle.
-¿Encontraste un buen lugar para sentarte? ¿ Qué haces ahí?
Ese era un escondite, no cabía duda, yo no era ninguna tonta. Tuve de buen grado interponerme entre un mago que iba corriendo y escudriñando cualquier rincón, y el escondido de los barriles. O sea, que le estaba casi salvando el pellejo por alguna suerte de simpatía. Miré al mago con una sonrisota de esas que se me daba bien poner y le dije "Vi correr a alguien por allá", engañándolo vilmente y no volviendo al pelirrojo hasta que vi a ese hombre alejarse. Me agaché un poco.
-¿Te buscaba a ti?
Sky Berrycloth- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 27/11/2012
Re: Un capricho.
Estuvo un rato contando los segundos que pasaban, mirando hacia atrás de vez en cuando, y riéndose entre dientes como un tonto hasta notó un golpe en la espalda y giró la cabeza tan bruscamente que notó un leve tirón seguido de un caliente estímulo. Estaba en lo peor, de verdad que sí, y ya se estaba preparando para sacar la varita e intentar desaparecerse (incluso sabiendo que en ese estado de nerviosismo podría acabar con un pie en Picadilly y con la mano en Bond Street)
Después de un segundo viéndose desmembrado por toda la geografía londinense sus ojos enfocaron a una chica que le sonaba de Hogwarts aunque, bien pensado, cualquier mago joven de por allí habría estado en esa escuela así que no se aventuró a pensar cómo se llamaría. Bufó fuerte y rápidamente se rió, una vez más nervioso, y se levantó de su escondite particular porque le daba vergüenza estar agazapado como un criminal delante de ella. Bueno, de ella o de cualquiera pues intuía que esa no era la mejor carta de presentación.
- Estaba escondiéndome, seguro te habrás dado cuenta. - pero tenía que inventarse algo, pensó, sobre todo cuando le preguntó si lo buscaba a él. - Sí, culpable: se me había caído un frasco de algo en la tienda de ese tipo y no podía pagarlo. - se encogió de hombros antes de incorporarse totalmente, intercalando miradas entre ella y la calle, lejos de ambos, donde todo seguía como antes de su sprint hacia la amnistía en forma de barril.
- Creo que ya se ha ido... - le dijo mientras caminaba hacia la esquina y miraba hacia ambos lados con una mezcla de satisfacción y temor en su rostro. Al ver que quizás estaba ya fuera de peligro se metió de nuevo en el callejón, miró a la chica rubia y le dijo: - Te acabas de convertir en mi nueva mejor amiga. Y no te conozco, ¿prometedor, verdad? - se rió de nuevo y dio un saltito espontáneo de felicidad, acercándose un poco con su sonrisa poco agraciada pero absurdamente feliz. Real. Le habría dado un abrazo de estúpida alegría, como hacía siempre con sus amigos, pero se controló mucho porque no quería que pensara que estaba loco o borracho o las dos cosas.
Después de un segundo viéndose desmembrado por toda la geografía londinense sus ojos enfocaron a una chica que le sonaba de Hogwarts aunque, bien pensado, cualquier mago joven de por allí habría estado en esa escuela así que no se aventuró a pensar cómo se llamaría. Bufó fuerte y rápidamente se rió, una vez más nervioso, y se levantó de su escondite particular porque le daba vergüenza estar agazapado como un criminal delante de ella. Bueno, de ella o de cualquiera pues intuía que esa no era la mejor carta de presentación.
- Estaba escondiéndome, seguro te habrás dado cuenta. - pero tenía que inventarse algo, pensó, sobre todo cuando le preguntó si lo buscaba a él. - Sí, culpable: se me había caído un frasco de algo en la tienda de ese tipo y no podía pagarlo. - se encogió de hombros antes de incorporarse totalmente, intercalando miradas entre ella y la calle, lejos de ambos, donde todo seguía como antes de su sprint hacia la amnistía en forma de barril.
- Creo que ya se ha ido... - le dijo mientras caminaba hacia la esquina y miraba hacia ambos lados con una mezcla de satisfacción y temor en su rostro. Al ver que quizás estaba ya fuera de peligro se metió de nuevo en el callejón, miró a la chica rubia y le dijo: - Te acabas de convertir en mi nueva mejor amiga. Y no te conozco, ¿prometedor, verdad? - se rió de nuevo y dio un saltito espontáneo de felicidad, acercándose un poco con su sonrisa poco agraciada pero absurdamente feliz. Real. Le habría dado un abrazo de estúpida alegría, como hacía siempre con sus amigos, pero se controló mucho porque no quería que pensara que estaba loco o borracho o las dos cosas.
Jarvis Gilshaw- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 09/12/2012
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
|
|
Lun Jul 15, 2013 1:57 pm por Gerhard Immëndorff
» PANGEA RPG - !UN FORO DIFERENTE! Ven y conócenos.
Sáb Abr 06, 2013 5:04 pm por Morten J. Harket
» Anybody home?
Sáb Abr 06, 2013 4:57 pm por Morten J. Harket
» Morsmorde Era Tom Riddle {Elite} No es cualquier rpg de Hp
Sáb Mar 30, 2013 11:41 am por Invitado
» Morrigan's Mental Asylum FORO NUEVO DE JULIA MCREARY
Lun Mar 25, 2013 2:28 am por Julia McCreary
» San Valentín
Sáb Mar 16, 2013 12:17 am por Aldrich Burroughs
» Necronomicon [Normal]
Vie Mar 08, 2013 1:37 pm por Invitado
» Inferio RPG ~ Afiliación Elite {Nuevos Botones y Nuevo Dominio}
Jue Mar 07, 2013 5:49 pm por Invitado
» Partis Temporus [elite]
Lun Mar 04, 2013 5:04 pm por Invitado
» Into the darkness {Afiliacion Normal}
Lun Feb 25, 2013 6:34 pm por Invitado