Insesperado

Maldijo entre dientes cuando empezó a llover. No esperaba tal clima, pues ayer el cielo había estado tan despejado como un salón después de clases. Se colocó la caperuza y se puso a andar más deprisa, bajando la mirada y viendo solamente el frío suelo donde pisaba, esperando que no hubiera baches y que Merlín la sácara de ahí cuanto antes.

Un tiempo a solas no le vendría mal, había pensado. Pero por supuesto que era imposible encontrarlo, pero alejarse de la universidad quizá calmaría sus recién obtenidas molestías de ser lo que era. Claro que no iba por todo Brigantia gritando a todo pulmón que era licántropa, y aún así todos le gritaban a ella que eran humanos. Suertudos o no, ella aún consideraba su estado una maldición y cada luna llena era igual de dolorosa que la anterior. Por eso estaba ahí, por eso iba al callejón menos transcurrido del mundo mágico pero nadie la molestaría, o eso pensaba ella.

Se abrigó bien esa tarde, pues algo le dijo que debería de prevenir y pues el clima estaba frío y crudo. Se cubrió con una capa grisácea con caperuza y con una bufanda igual oscura que cubría casi la mitad de su rostro, dejando resaltar sus curiosos ojos azules. La luna llena anterior había dejado rasguños en su joven cuello y ella los ocultaba muy bien con la mencionada gruesa bufanda. June caminaba con paso lento, con las manos en los amplios bolsillos y con el cabello recogido en una malhecha trenza. Quizá no la iban a reconocer, pero tenía asuntos pendientes en aquellos lugares.

Su olfato se había gudizado y ahora todo la hostigaba, hasta el olor putrefacto de aquellos callejones donde la gente parecía no tener alma. No la tomarían desprevenida, eso ya no pasaba, aunque en realidad solamente empezaba a acostumbrarse a sus nuevas habilidades. Con precaución, miró hacia varios lados antes de entrar a la tienda de Borgin & Burkes. La tienda estaba deshabitada como esperaba y varios cráneos-que quién sabe si eran humanos.-la observaron en la entrada. Había garras y demás artefactos extraños en aquél lugar y ojos vidriosos la vigilaban desde su lugar. June avanzó unos pasos cautelosos y se bajó la caperuza, revelando su rostro pecoso y aparentemente inocente, si no te fijabas en los raguños de sus mejillas y en el cabello alborotado.

-¿Hola?-Preguntó en voz baja pero sabían que la escuchaban. Una vieja gárgola se movió y la miró desde arriba, con una horrorosa cara con largos colmillos. June sonrió levemente, una sonrisa decente y atendible.-Ya sabes qué vengo a buscar.-Dijo firme. La gárgola se quedó de nuevo estática como si no la hubiera escuchado, pero June partió pronto de la tienda, volviéndose a colocar la caperuza y guardando sus compras en el bolsillo de la gabardina, junto a su varita.
En el exterior seguía lloviendo a cántaros y la gente parecía haberse evaporado al contacto del agua. Ella pensaba ser la única por esos rumbos y su habilidad de olfato se disipaba lentamente con la lluvia. Se sentía una especie de perro faldero y mojado y arrugó el entrecejo molesta; no debería de pensar de esa manera.

Caminó, empapándose, enfriándose hasta la médula. Pero su creencia de la soledad desapareció, chocando contra alguien. Levantó la vista y la bufanda resbaló lentamente por su rostro.
-¡Vaya! De verdad no pensaba encontrarte por aquí.-Dijo sorprendida.

Angus nunca se había imaginado irse a dar abasto de poción matalobos a la cloaca que era el Callejón Knockturn, mucho menos que en algún momento Slug & Jigger iba a quedarse sin pociones que vender. No sabía si eso era una señal de pánico de la comunidad de los lobos ante la nueva enmienda ya expedida por el Wizengamot o si simplemente era una treta para que todo mundo se quedara sin poción y al ser encerrados en las celdas dispuestas por el Ministerio, los licántropos se vieran más salvajes de lo que eran para demostrar un punto o bien, si simplemente se trataba de una treta solo para aumentar las ventas del bajo como.

Fuera como fuera, el asunto lo molestaba y lo ponía de pésimo humor. Generalmente solía ir con Aquila a comprar sus pociones, para él y para su padre, pero desde que se había enterado que solo en Knockturn las conseguiría a buen precio como si ahora se trataran de un suplemento vitamínico ilegal, no pensaba llevar ni de chiste a su mujer.

Se encontró con el tipo que debía vendérselas. Un desgarbado mamarracho al que Angus le sacaba 30 centímetros, que tal vez por esa razón no se atrevió a darle largas y le dio las pociones al precio justo y de buen modo. Angus solo había hablado con monosílabos y gruñidos, odiando la sensación de sentir que estaba haciendo algo por debajo del agua cuando todo el asunto era que no había matalobos en existencia en la tienda que debía tenerlas.

Luego de hacer la compra empezó a llover y tuvo la oportunidad de haberse quedado resguardado bajo un techito de uno de los locales, pues ahí había hecho la transacción y de todos modos su vendedor ya se había ido, pero la verdad la inmundicia del lugar no le agradaba y prefería simplemente echarse la capucha de la sudadera encima y salir de ahí aunque se le mojara la barba. No iba a hacer una aparición para que todo el Ministerio de transportes supiera de sus métodos, y porque últimamente estaba paranoico así que caminaría bajo la lluvia y ya. Metió las pociones en el bolsillo grande de su sudadera, también las manos y comenzó a caminar con la vista nublada y la capucha encima, hasta que chocó con alguien.

Al reconocer a June se dio cuenta de que su sentido del olfato estaba atrofiado por la cantidad nada agradable de olores mezclados ahí, combinados con y por la lluvia. -Yo esperaba menos encontrarte a TI, por aquí, ven.-La rodeó por los hombros con su instinto protector a veces hasta paternal de siempre y caminó con ella por el callejón, sin preguntarse si acaso la chica ni siquiera quería ir por ahí, pero estaba lloviendo, mejor llegar a buen resguardo. Tal vez también buscaba matalobos.-¿Qué haces aquí? Y sola, esto está lleno de…no sé, de violadores y asesinos y delincuentes.-Estaba siendo exagerado, aunque el callejón sí era bastante feo.

El cabello oscuro se le adhería a la cara, a pesar de que la caperuza cubría su cabeza. Al levantar el rostro parecía que las gotas de agua aparentaban lágrimas y éstas al mismo tiempo le nublaban la vista, causando molestia. Lástima que él era más alto que ella y la obligaba a levantar el rostro para mirarlo. Era la última persona a la que esperaba encontrarse y no pudo evitar un sobresalto cuando lo reconoció. Ahora que estaba cercano a ella, su aroma le llegaba familiar y cálido. Le recordaba al bar que manejaba, donde lo había conocido.
Cuando él rodeó sus hombros ella se sobrecogió, dejándose llevar al lugar planeado de Agnus.

-¿Y licántropos?-Completó ella y sonrió ligeramente con sarcasmo. Ella misma se consideraba mucho más peligrosa que un violador o un delincuente. Se preguntaba cómo Agnus podía ser tan calmado a simple vista. No lo conocía muy bien, pero lo suficiente para tomarle admiración y respeto. Siempre había sido algo sobreprotector él y en los ratos donde lo veía, él tomaba actitud de lobo defensor. Llegaron debajo del techo de una tienda que parecía vacía y al fin tuvieron un poco de espacio dónde respirar y que no estuviera cubierto de lluvia. El olfato parecía despejarse y el aroma que despedía Agnus se hacía más fuerte, rodeándola.

Debajo de la capa, su recién adquirida compra parecía tener vida propia. No tardaría él en darse cuenta de su olor y detectaría la poción.
No tenía nombre en realidad pero servía para curar. Curar sus heridas de la reciente luna llena, pues a ella le afectaban de más. Su cuello tenía una fea herida que era mejor no indagar y su pecho le dolía al inhalar aire frío. La poción matalobos había desaparecido del mercado misteriosamente y su castigo por no comprar con más anticipación era escaparse al callejón y comprar aquella extraña pero efectiva poción.-Em...vine a buscar Doxycida.-Dijo mordiéndose el labio inferior y mirando la calle para no verlo a él.-Creo que en Smertios hay una nueva plaga de Doxies, o eso cree Aldrich. Y pues hubo una apuesta que perdí y fui la afortunada de venir al callejón.-Mintió por costumbre.

Se encogió levemente de hombros y sacó las manos de los bolsillos para quitarse la caperuza y descubrir su cabello enmarañado. Tomó un mechón de su cabello y lo exprimió, dejando caer una considerada cantidad de agua fría.-Pfff-Bufó ante el frío contacto.- ¿Y tú qué haces por estos rumbos? Pensé que era malo si te veían por aquí.-Tomó otro mechón y lo exprimió. Con ambas manos finalmente se alborotó todo el cabello, dejándolo realmente hecho un nido de pájaros.

Angus tenía una a veces hasta molesta necedad por ser protector con quién le pareciera correcto. Por eso cuando vio la cara de June, aunque sabía que estaba mojada por la lluvia, no pudo evitar pasarle la palma de la mano, hasta con un poco de torpeza, para limpiársela. -Sí, y licántropos. Peligrosísimos.-Angus había nacido licántropo, por eso lo tomaba con calma. Luego de 25 años de la misma condición, aunque sus transformaciones no habían iniciado en forma hasta los siete años, poco le quedaba lamentarse o preocuparse de más por eso. O eso había pensado hasta los últimos sucesos. Ya se sabía que la enmienda que mandaba a los licántropos a registrarse y pasar la luna llena encerrados como animales en el Ministerio era en parte su culpa*. La maldición apenas comenzaba a pesarle, había pasado muchos años viviendo con normalidad con ella.

-¿También están faltos de doxycida en Slug & Jigger?-Preguntó alzando una ceja, pero no pretendía invadir la intimidad de June, ni meterse en los asuntos que no eran de su incumbencia. Ahora lo que le importaba era que ella no corriera peligro alguno, de ninguna índole, en ese lugar tan feo, por cualquier razón. Si quería decirle que compraba doxycida aunque él no le creyera ni media, entonces doxycida era.

Una vez bajo el techo, él también se quitó la capucha de la sudadera y le dieron ganas de sacudirse como perro, pero no lo hizo. En vez de eso se aguantó la risa por el nido de pájaros, o la melena de leona, como se quisiera ver, que se le había formado a June en la cabeza. A él le seguía escurriendo el agua por todo el cabello amarrado y también por la barba, que a veces era un fastidio pero que no se iba a afeitar ni como broma. -Es malo, pero no me quedó otra alternativa, ¿viste que se quedaron sin matalobos en Slug & Jigger? Tsk…no me creo que se hayan quedado sin abastecerse así nada más. Ahora es cuando más les conviene venderla y hacerla en muchas cantidades.-Se encogió de hombros, sin intenciones de hacer el tema mucho más escabroso de lo que ya era.

-Péinate.-Le dijo jalando un poco un mechón de su cabello, una costumbre que tenía con casi todas las chicas con las que tenía algún grado de confianza. Miró hacia un lado y hacia otro. Para luego ver al interior de la tienda frente a la que se habían resguardado, que primero había parecido vacía y abandonada, pero que ahora que estaban tan cerca, se podía apreciar que el escaparate parecía tener una amplia colección de ojos de distintas especies, como si la mercancía apareciera solo al estar a cierta distancia, algún truco complicado. La poción de June olía a algo curativo, pero no daba con cuál exactamente.-Parece que la lluvia no se va a pasar pronto, mira que asco.-Dijo señalando unos ojos particularmente grandes que seguramente eran de dragón, a sus espaldas.

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* OCC: Te pongo este párrafo por si acaso te sirve y no te me pierdes en lo de la Enmienda y el Ministerio. La cosa con nosotros los licántropos está así:

La enmienda #445 a la Ley de Control de Licántropos fue evaluada por el Wizengamot. En esta enmienda se establece que cada licántropo conocido pase los días de luna llena en las celdas dispuestas por el Ministerio de Magia, así como la entrega de un informe detallado de sus movimientos si salen del país o de su ciudad de origen. La Unidad de Captura de Hombres Lobo recibirá estos informes y tendrá un control estricto sobre el paradero de cada Licántropo.

Al sentir el contacto de Angus sintió un extraño escalofrío, hasta llegarle a las mejillas y sonrojarse con levedad. Se sonrojaba hasta por la mínima tontería y eso la hacía solamente que su rostro se pusiera más rojo. Estaba acostumbrada a ser un poco solitaria y a veces la consideraban extraña pero aún así no se retiró. Hizo aquél gesto a un lado y se echó a reír ante el comentario del hombre lobo.
Seguía intentando sacudirse de la lluvia cuando Agnus la descubrió. Se mordió los labios e hizo una mueca pues no podía engañarlo y era ridículo intentarlo.
-Em... Slug & Jigger ya no tenían en existencia.-Siguió mintiendo, aunque era inútil.

Él también se hizo a un lado la caperuza revelando que también estaba tan empapado como ella. No parecía en tan mal aspecto como June, pues ella lo comprobó cuando el rostro de él delató que quería reírse de ella y de su apantallante peinado. "Peinate" Le dijo mientras le jalaba un mechón. Ella le dio una palmada en la mano como diciendo "No toques mi obra de arte." intentando también no reírse y se alizó el cabello con las manos.-Pareces mi papá.-Le dijo y sintió ganas de mirarlo, jalarlo de la manga de la túnica y enseñarle infantilmente la lengua como una pequeña niña de cinco años. Pero solamente lo obedeció, por increíble que fuera por parte de ella.
Angus le comentó sobre el matalobos. June hizo una mueca al recordar tan mentada poción y se hizo el cabello a un lado; ya mucho más controlado y menos húmedo.

-¿Así que por eso andas por aquí? El matalobos es una poción muy extraña, sí. Pero se me hace ridículo que lo quitaran del mercado..."no prohibido"-Remarcó las comillas con los dedos y bufó un poco angustiada.-Me quedé sin poción la luna pasada...y dolió. Eso hasta para el ministerio y su enmienda es crueldad pura. Se nota que les importa demasiado.-Se empezaba a molestar. Para ella era injusto que hasta hubiera enmienda que los regulara. Se sentía prisionera sin celda, una extraña, pues no estaba para nada acostumbrada a ser licántropa y aún era demasiado novata para que en su mente cupiera la posibilidad de que sus movimientos eran rigurosamente registrados.

June se acomodó cuidadosamente la bufanda para no abrirse la herida ni revelarla. No quería que Agnus se preocupase por ella ni nada por el estilo y sabía que lo haría si la descubría. A veces June era tan terca que no soportaba las muestras de protección, pues había crecido en un ambiente hostil. Agnus de repente la incitó a mirar por la ventana de la tienda que estaba vacía y levantó ambas cejas ante lo que presenció. Se sintió observada y asqueada a la vez.
-¿Son de verdad?-Preguntó tontamente. EL vaho la limitaba, así que con la mano retiró el vapor de la ventana para poder ver mejor y sus ojos azules se asomaron por el cristal.-¿Quieres entrar?-Se separó de la ventana, viendo hacia Angus y señalando la tienda con la cabeza.-Parece estar abandonana. No veo a nadie dentro.

OCC: Excelente, gracias! Sí me fue de ayuda.

Angus no alcanzó a ver su sonrojo, pero fue solamente porque la luz no era la adecuada para notar ese tipo de detalles que al menos para él siempre eran bienvenidos. Se rió con ganas cuando le dijo que parecía su papá y su risotada resonó como con eco en ese horrible callejón en el que seguro nadie se reía sin que fuera una risa de película con muchos villanos. El eco se amortiguó solo con el sonido de la lluvia. No era la primera vez que alguien le decía que parecía un papá, pero eso se daba porque era el mayor de un gran grupo/familia y a veces se sentía responsable de todos.

-Sí, porque suelo comprar provisiones para seis meses en slug & jigger pero ahora no tenían ni una sola gota. Y me recomendaron ver a un tipo aquí, ¿tú no necesitas? Puedo darte una para la siguiente luna llena al menos, si yo no la tomo no importa, porque mi papá me mantiene bien a raya con su sola presencia cuando nos transformamos juntos.-Aunque eso ya no servía, porque desde la Enmienda cada uno tendría su propia jaula en el Ministerio y no podrían cuidarse el uno al otro. Su padre hasta había sopesado la opción de irse del país, pero Angus se oponía terminantemente a eso. Ni siquiera lo había hablado con Aquila, pero no era una opción dejar a nadie con lo mal que se estaban poniendo las cosas.

-¿Te hiciste daño?-Le preguntó mirándola de reojo.-Mi hermana, la que estudia medimagia, desarrolló un ungüento muy bueno que me cura en el acto, lo hace solo para mi y para mi papá, pero seguro que puedo conseguirte algo, para que no tengas que encontrar pociones efectivas en los bajos mundos.-Peach era muy inteligente y muy talentosa, pero todavía no había querido patentar el ungüento ni sacarlo al mercado, aunque suponía que compartirlo con June no le haría daño a nadie, así no tendría que ir sola a ese callejón para conseguir lo que quería.

-No creo que no haya nadie. Ya ves que de lejos parecía abandonada pero de cerca apareció el producto, tal vez cuando entremos aparezca el encargado.-También retiró vapor de la ventana para mirar hacia adentro donde, en verdad, no vio a nadie. Le hizo a June un gesto igual al de ella con la cabeza y la tomó de la mano sin preguntar antes de empujar la puerta. Una campanilla sonó cuando entraron pero detrás del mostrador no había nadie. Además de los ojos de varias especies que habían visto en el aparador, colgaban del techo algunos huesos de dragón, incluso lo que parecía un cuerno de unicornio, escamas de algún pez gigante de apariencia tornasolada, piel de erumpent desplegada en una de las paredes. Olía a canela, aunque no entendía el por qué de ese olor en un lugar como ese.

-Es un lugar horrible.-Le susurró a June aunque su voz gruesa no se escuchaba mucho en susurro tampoco. Para él, que era zóologo, aquél lugar era de los peores que había visto en su vida, porque parecía que todas esas cosas habían sido arrancadas de sus dueños con nada menos que mucha crueldad. -10,000 galeones por la piel de erumpent, ¿puedes creerlo?