Confrontación.

Pues hasta donde ella sabía, no a todos los niños les gustaban los animales, pero Pazuzu sí era una cosa especial, aunque a él, en cambio, no le cayera bien casi nadie. Contada la gente a la que quería: Joe, Gianna porque a veces lo cuidaba, Sofie porque era Sofie, Aquila y sus perretes –que no eran gente- y ya, ahí acababa la lista de sus afectos. Igual era listo, así que no se iba a lanzar a los odios con un niño, a menos que le dieran celos o alguna tontería de esas que también se le daban a la criatura. Sonrió al escuchar cómo estaba hablando de un perro “pequeñín” y la importancia de crecer sabiendo cómo cuidar un animal, por no hablar de las fotos de las que no tenía ni idea pero que le sonaban tan ridículas que seguro lo estaba mirando con ojos de estrella.

-Awwwww, ¡no sabía que eras tan cursi!

No se lo dijo con tono de burla. O sí, un poco, pero no para hacerlo enojar. Le sonrió olvidándose por un momento de todos los males del mundo, dándole un ligero empujón antes de salir por el comedor, delante de él porque le había dado el paso, quedándose con la impresión bonita y no con que le estaba midiendo las caderas.

Afuera, de nuevo, siguió escuchando sus expectativas de vida sobre formar una familia y le volvió a parecer que era una parte inesperada de Joe. Tal vez era lo que habían necesitado, no estar todo el tiempo unidos por las bocas para ser un poco más transparentes el uno con el otro. Y eso estaba bien, las relaciones no siempre eran fructíferas en todos los sentidos, ni eran perfectas, a veces parecían funcionar mejor de otro modo. En el caso de Pearlie creyéndole a Joe que no tenía problema alguno con que ella estuviera con Malik y todo eso, comenzaba a pensar cada vez más positivo acerca de las posibilidades de ser amigos y poder vivir con eso sin que fuera un desaguisado horrible. Solo había detalles que había que pulir, por ejemplo, no alzar las cejas como diciéndole “…ooook” cuando hablaba de ensayar cómo hacer críos. O sea, no había que exagerar, como si ella se fuera a poner a contarle que ensayaba también o cosas así, que Aquila y Angus se dieran cuenta de su locura no tenía que ver con andarla pregonando, y eso, ¿no?. Carraspeó, sin saber muy bien qué decirle y volviendo a hacer como que buscaba quién sabía qué en la bolsa solo para ganar tiempo.

-Pues solo es cuestión de que te avoques a convivir más con él, Joe. Y no sé, darle más importancia en tu vida, eso de que no me hubieras dicho que tenías un niño a la primera estuvo muy mal, sé que no fue con malicia para conmigo, pero habla muy mal de tu papel como “adulto responsable”, digo, sigues siendo muy joven pero no sé...y modera tu lenguaje cuando estés con él, y regálale cosas pero juega con él, y no sé, escríbele cartas para que se las lean si no sabe leer todavía, mándale fotos, que te vea al menos una vez cada dos semanas, cosas así...qué se yo.

Se rió de “la tía distinguida Pearlie” porque por alguna razón se imaginaba como una solterona total si le decía de ese modo. Solterona millonaria que criaba kneazles y nada más. Esperaba que Joe no lo estuviera diciendo solo por decir y que de verdad fuera a ponerse más con la tarea de atender a su criatura, que accidente o no, Robin de por medio o no, de todos modos era suya. Hasta ese momento seguía sin imaginarse al “cabrón de Miller” como siempre le decía, sabía que también era el padre de su tío Frank, pero no le conocía, ni siquiera por fotos. Por chismes familiares al parecer se había avocado más a negocios muggles que mágicos, pero hasta ahí, no sabía gran cosa y Joe nunca le había contado gran cosa tampoco. Y no pensaba preguntarle por no meter la pata, aunque precisamente, ahí estaba Joe hablando de sus padres.

-¡Yo no me he enrollado con Angus!

Fue su primera respuesta porque había sonado muy rara la manera en que lo había dicho. Y claro, por toda la magia, que aunque tenía lagunas mentales de esa borrachera estúpida, se acordaba del momento del beso rarísimo y nada, que parecía algo súper tonto y más tonto asustarse por pensar que Joe lo supiera –era que visto de cierta forma estaba pero que muy mal, solo de cierta forma- así que terminó riéndose y negó con la cabeza.

-Ah, dices en general…jajaja…me asustas.

Y ya que lo pensaba, pues sí, era obvio, dah! Técnicamente no se llevaba con nadie más que con ellos, su círculo de amistades femeninas seguía siendo el mismo de siempre.

-Mira, mamá siempre ha sido muy diplomática, lo acepta todo con una sonrisa aunque no le parezca, y siempre trata de ser amable hasta cuando alecciona. Es como su técnica, ¿sabes? Le va más hacerte sentir culpable de algún extraño modo que directamente hacerte saber que lo que haces le parece MAL. Papá en cambio…no se guarda nada. Y bueno, lo de Angus me preocupa, mi abuelo…él está en el Wizengamot, firmó la enmienda, yo no me lo puedo creer. Y me siento mal, es raro. Y…no sé, espero un howler de parte de mi padre en cualquier momento, o regaños en las fiestas de navidad. Sé que no le gustabas tú. Sé que si le llega el chisme como a ti, no le va a gustar Malik, ni siquiera a mis amigos les gusta la idea, aunque ya no me hablan mucho de todos modos…pero bueno, no siempre se puede complacer a todo mundo, supongo. Saben lo que estoy haciendo y con quién, espero también que sepan escuchar razones.

El comentario de “faltaba más” y el odio eterno, la puso incómoda de inmediato haciendo que mirara hacia abajo y se pasara el cabello detrás de la oreja en una especie de tic nervioso, no por Angus, sino por el contexto en el que estaban hablando, y en el que iba ese “faltaba más”, porque sí, ya había hecho demasiadas cosas para fallarle a Joe en cierto sentido, aunque él no supiera la mitad. Seguro si lo supiera, Angus o no Angus, sí que se ganaría su odio eterno de todos modos. El asunto se aligeró –o no, dependiendo cómo se viera- cuando decía que había esperado a que lo llevara a su casa.

-Pensaba llevarte a lo de Dubai, ¿te acuerdas? Pero fue justo cuando…bueno, cuando terminamos. Y pues nada, pero mamá de verdad preguntó por ti. Y no, no creo que te hubieran mandado asesinar con los elfos domésticos.

Escuchó lo de la confianza, sobre que era una adulta, sobre su criterio. Ciertamente lo que menos sentía que tenía últimamente era eso, aunque quería pensar que las decisiones recién tomadas no estaban hechas a la ligera, por el contrario, solo que en un principio había hecho las cosas mal en un principio.

-Frank no dice lo mismo, sobre el papá que comparten pues. ¿Has pensado que somos medio primos de algún lado?

Le sacó la lengua, claro que no pensaba que estaba comparando a su papá con Miller, así que no se lo tomó a mal. Por el contrario, entendía a lo que se estaba refiriendo. Sonrió por el “halago” a su madre, aunque ni la conocía y tampoco sonaba muy bien que le llamaran “delicia” ni que fuera apropiado hablar sobre darle regalos pero bueno, no se iba a poner exquisita.

-No sé, tengo muchas cosas que pensar. No es tan fácil como suena, eso de elegir y ya. Quiero a los míos, ¿sabes? A mis amigos de siempre, aunque casi estoy segura…bueno, no es por hablar mal de ellos ni nada, pero casi estoy segura de que ellos ya no quieren saber nada de mi por…bueno, por todo esto. Y eso al mismo tiempo me hace más fácil elegir, aunque duela, ¿cierto?

Ya que lo pensaba, cuando habían sido novios no había tenido una plática parecida con Joe, ni había sido tan honesta como en ese momento. Dibujó una sonrisilla triste mientras seguían caminando por los terrenos. No le gustaba pensar en eso pero era cierto, no estaba siendo tampoco fácil para ella ese cambio en su vida, aunque sí pensara que le estaba yendo mejor, al menos anímicamente, o que se estaba divirtiendo. No sabía si todo se trataba de eso, tampoco.