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¿Ocupada? no lo creo...
2 participantes
Universidad Brigantia de Estudios Mágicos :: Facultades :: Facultad Cerridwen :: Salón de convivencia
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¿Ocupada? no lo creo...
Andar en el salón de convivencia de Cerridwen en horas pico no era del todo lo mío, principalmente porque la mayor parte del tiempo estaba infestada de pardillos bastardos tratando de hacerse los intelectuales enfrascándose en discusiones que ni siquiera ellos entendían, repitiendo una y otra vez argumentos que habían oído o leído en algún puto lado. Ya lo he dicho, el colegio estaba lleno de personas interesantes… pero en definitiva mi puta definición de “interesante” iba mucho más allá de ese tipo de basura que hasta tenían el descaro de mirarte como si no tuvieras el derecho de estar en la puta facultad de las humanidades. Resultaba gracioso… haber dejado atrás esas mismas mierdas en Hogwarts y encontrarte con exactamente lo mismo, pero en un tono todavía más absurdo.
Pero aquello lo digo en sentido muy general, porque como podrán adivinar, había algunas personas dentro de esa misma facultad que si bien no eran del todo compatibles conmigo, al menos sí podías intentar cruzar un par de palabras sin toparte con esa puta pared clasista de la que tanto disfrutaban el resto de imbéciles, y esa gente la encontrabas comúnmente ya entradas las 11 o 12 de la noche repartida entre los sillones del salón de convivencia.
Así pues, regresaba yo de dar un pequeño paseo para terminar de una puta vez con mi cajetilla diaria de cigarrillos, y entré al recinto con las intenciones de saludar a alguien que no me cayera demasiado mal (o en su defecto, putear un poco a algún idiota que lo mereciera). Entonces me encontré con esa chica a la que le había estado siguiendo el rastro desde ya casi una semana y a quien prácticamente había pasado acosando con la mirada durante la fiesta organizada hace tan solo un par de días. Pearlie Burroughs era su nombre, una guapa e interesante chica cuyo encanto iba incluso mucho más allá de aquellos atributos físicos que seguramente más de uno ya había notado en este maldito colegio lleno de jodidas pirañas.
-¿Algo interesante, Pearlie?. Oh disculpa igual y ni siquiera sabes mi nombre… soy Joseph Crawford, y ahora mismo considerame como tu fiel seguidor y esclavo. Tú pide y tus deseos son ordenes...-
La chica se encontraba descansando en un sofá leyendo algún libro cuyo título no alcanzaba a visualizar a esa distancia. No creía que me dijera algo como “lárgate de aquí, jodido asqueroso”, porque había notado perfectamente la forma en la que se ponía de nervios cada que habíamos cruzada miradas en la puta fiesta aquella. Lo dicho, solo era cuestión de tiempo…
Pero aquello lo digo en sentido muy general, porque como podrán adivinar, había algunas personas dentro de esa misma facultad que si bien no eran del todo compatibles conmigo, al menos sí podías intentar cruzar un par de palabras sin toparte con esa puta pared clasista de la que tanto disfrutaban el resto de imbéciles, y esa gente la encontrabas comúnmente ya entradas las 11 o 12 de la noche repartida entre los sillones del salón de convivencia.
Así pues, regresaba yo de dar un pequeño paseo para terminar de una puta vez con mi cajetilla diaria de cigarrillos, y entré al recinto con las intenciones de saludar a alguien que no me cayera demasiado mal (o en su defecto, putear un poco a algún idiota que lo mereciera). Entonces me encontré con esa chica a la que le había estado siguiendo el rastro desde ya casi una semana y a quien prácticamente había pasado acosando con la mirada durante la fiesta organizada hace tan solo un par de días. Pearlie Burroughs era su nombre, una guapa e interesante chica cuyo encanto iba incluso mucho más allá de aquellos atributos físicos que seguramente más de uno ya había notado en este maldito colegio lleno de jodidas pirañas.
-¿Algo interesante, Pearlie?. Oh disculpa igual y ni siquiera sabes mi nombre… soy Joseph Crawford, y ahora mismo considerame como tu fiel seguidor y esclavo. Tú pide y tus deseos son ordenes...-
La chica se encontraba descansando en un sofá leyendo algún libro cuyo título no alcanzaba a visualizar a esa distancia. No creía que me dijera algo como “lárgate de aquí, jodido asqueroso”, porque había notado perfectamente la forma en la que se ponía de nervios cada que habíamos cruzada miradas en la puta fiesta aquella. Lo dicho, solo era cuestión de tiempo…
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Ocupada? no lo creo...
El libro en cuestión no era otro más que "El componente investigativo en materia de derecho: las armas para todo joven mago estudiante de las leyes del universo mágico", ese mismo que había estado leyendo desde que había entrado a la universidad y que papá le había recomendado que estudiara a fondo aunque no estuviera en el temario del profesor en turno. Mientras lo leía, iba haciendo anotaciones al pie de página y subrayando algunos fragmentos con su pluma de hipogrifo automática -o algo así le habían dicho en la tienda- y parecía muy concentrada hasta que alguien reclamó su atención.
Al voltear a ver al chico y escuchar como de corrido se presentaba como su seguidor y esclavo, sin esperar respuesta, con un desparpajo imponente que la ponía de los nervios. Cerró el libro de golpe, dejando la pluma como separador. Respiró profundo. Le estaba gustando eso de que los chicos fueran tan atentos y que le dedicaran cumplidos tan seguido, pero Crawford tenía un particular modo de mirar que la hacían sentir...pues a saber cómo, no sabía si era incomodidad, destanteo, nerviosismo puro o qué. Respiró una segunda vez y le sonrió.
-Sí sabía tu nombre.
Siempre había sido sociable y de conversación ligera, no tenía porque cambiar en ese momento. Además, el chico había llegado con buenos modos, no tenía porque encender sus focos rojos ni mucho menos. Si supiera que a su padre se le hubiera desencajado la mandíbula tan solo saber que estaba hablando con él...seguro su nerviosismo habría crecido mucho más.
-No, nada interesante. Estudio, se supone que a eso vengo.
Se encogió de hombros y sonrió de nuevo. Quería agregar algo más, algo que sonara interesante, aunque fuera una respuesta a lo que había dicho de seguidor y esclavo pero no le salía nada, ya fuera por nerviosa o por inexperta en esas artes.
-¿Esclavo? ¿De verdad? ¿Cuáles son los términos? ¿200% a mi disposición para cualquier cosa? Ponte listo, estás hablando con una futura abogada y le voy a poner mucho cuidado a las condiciones.
Al voltear a ver al chico y escuchar como de corrido se presentaba como su seguidor y esclavo, sin esperar respuesta, con un desparpajo imponente que la ponía de los nervios. Cerró el libro de golpe, dejando la pluma como separador. Respiró profundo. Le estaba gustando eso de que los chicos fueran tan atentos y que le dedicaran cumplidos tan seguido, pero Crawford tenía un particular modo de mirar que la hacían sentir...pues a saber cómo, no sabía si era incomodidad, destanteo, nerviosismo puro o qué. Respiró una segunda vez y le sonrió.
-Sí sabía tu nombre.
Siempre había sido sociable y de conversación ligera, no tenía porque cambiar en ese momento. Además, el chico había llegado con buenos modos, no tenía porque encender sus focos rojos ni mucho menos. Si supiera que a su padre se le hubiera desencajado la mandíbula tan solo saber que estaba hablando con él...seguro su nerviosismo habría crecido mucho más.
-No, nada interesante. Estudio, se supone que a eso vengo.
Se encogió de hombros y sonrió de nuevo. Quería agregar algo más, algo que sonara interesante, aunque fuera una respuesta a lo que había dicho de seguidor y esclavo pero no le salía nada, ya fuera por nerviosa o por inexperta en esas artes.
-¿Esclavo? ¿De verdad? ¿Cuáles son los términos? ¿200% a mi disposición para cualquier cosa? Ponte listo, estás hablando con una futura abogada y le voy a poner mucho cuidado a las condiciones.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Ocupada? no lo creo...
Me causo gracia la forma en la que de inmediato cerraba su libro y esa cara que ponía de tratar de ponerse lo más indiferente posible. Era extraño pensarlo de esa manera, pero sentía que con Burroughs debía ser más cuidadoso de lo que normalmente podía ser si es que pretendía avanzar de alguna forma con aquella chica cuyo cuerpo pedía a putos gritos ser tratado de forma adecuada por estas dos jodidas manos. Me tomé la libertad de sentarme en el mismo sofá al no percibir ninguna actitud de rechazo o algo por el estilo, aunque de cualquier forma mantuve cierta distancia para no espantar a la paloma.
-Bueno guapa, teniendo en cuenta que vas a pasar mucho tiempo dentro de estas instalaciones… no creo que estudiar sea la mejor forma de pasar tu tiempo libre.-
Saqué mi último cigarrillo y lo encendí con el mechero que llevaba en el bolsillo de mi chaqueta. Si, ya sé que estaba prohibido prender fuego o fumar dentro de las malditas instalaciones, pero ¿Quién me lo iba a impedir?, el pequeño hijo de puta de la pared contraria que me miraba con recelo por un segundo y luego desviaba la mirada al notar que se la devolvía?, joder que tampoco iba a provocar un maldito incendio…
-Tú eres la experta, yo como soy un jodido ignorante solo te puedo decir que es una entrega total y absoluta… así que tú decides si pedirme servirte el almuerzo todos los días o… aprovecharte de las circunstancias-
El tono de voz con lo que decía aquello era lo bastante claro como para que cualquiera pensara jodidamente mal… pero no directo como para que la chica lo diera por sentado. Mierda, ¿qué coño estaba haciendo?, de pronto me vi como en puta retrospectiva pareciendo un jodido marica lanzando indirectas cuando lo que más deseaba era follármela hasta que no le quedara un mínimo de aliento. Cuando pensé en ello, mis ojos comenzaron a pasearse por el contorno de su cuerpo en un vistazo rápido solo para auto-recordarme el pedazo de culo que estaba en juego.
-Puedes comenzar ahora. Anda, pide cualquier cosa que se te ocurra… ten por seguro que lo conseguirás antes de que sea media noche.-
Bien la chica podía pedir un puto poni nada más por joderme la existencia y entonces sí estaría listo para hacer el ridículo. No, confiaba en que Pearlie estaba lo suficientemente encantada conmigo como para tomarse todo literal y pedirme alguna mierda humanamente imposible de lograr en menos de una hora.
-Bueno guapa, teniendo en cuenta que vas a pasar mucho tiempo dentro de estas instalaciones… no creo que estudiar sea la mejor forma de pasar tu tiempo libre.-
Saqué mi último cigarrillo y lo encendí con el mechero que llevaba en el bolsillo de mi chaqueta. Si, ya sé que estaba prohibido prender fuego o fumar dentro de las malditas instalaciones, pero ¿Quién me lo iba a impedir?, el pequeño hijo de puta de la pared contraria que me miraba con recelo por un segundo y luego desviaba la mirada al notar que se la devolvía?, joder que tampoco iba a provocar un maldito incendio…
-Tú eres la experta, yo como soy un jodido ignorante solo te puedo decir que es una entrega total y absoluta… así que tú decides si pedirme servirte el almuerzo todos los días o… aprovecharte de las circunstancias-
El tono de voz con lo que decía aquello era lo bastante claro como para que cualquiera pensara jodidamente mal… pero no directo como para que la chica lo diera por sentado. Mierda, ¿qué coño estaba haciendo?, de pronto me vi como en puta retrospectiva pareciendo un jodido marica lanzando indirectas cuando lo que más deseaba era follármela hasta que no le quedara un mínimo de aliento. Cuando pensé en ello, mis ojos comenzaron a pasearse por el contorno de su cuerpo en un vistazo rápido solo para auto-recordarme el pedazo de culo que estaba en juego.
-Puedes comenzar ahora. Anda, pide cualquier cosa que se te ocurra… ten por seguro que lo conseguirás antes de que sea media noche.-
Bien la chica podía pedir un puto poni nada más por joderme la existencia y entonces sí estaría listo para hacer el ridículo. No, confiaba en que Pearlie estaba lo suficientemente encantada conmigo como para tomarse todo literal y pedirme alguna mierda humanamente imposible de lograr en menos de una hora.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Ocupada? no lo creo...
No le quedaba ni una sola duda. Podía no haber tenido veinte mil chicos en su historial de amores, pero tampoco era tan idiota. Le estaba coqueteando y con casi todo el arsenal. Se le quedó mirando fijamente como tratando de trazar su propio plan. No era nada feo -de hecho era muy guapo- y al parecer era bastante sociable pero también iba en un plan de listo que...era atractivo a la vez que extraño como repelente. No había chicos así en Beauxbatons o no lograba recordar a ninguno.
Vio mal el cigarrillo, no porque le molestara que fumaran cerca de ella, sino porque las reglas eran claras, pero no dijo nada y lo dejó estar. No sabía qué tanto dejarse marear por las importantes palabras "entrega total y absoluta" y que lo que ella pidiera lo conseguiría antes de la media noche, ni hasta donde "aprovecharse". Ya le estaban dando ganas de pedirle una nutria bebé o alguna ridiculez parecida a ver qué cara ponía.
-¿Y a qué se debe mi suerte?
Preguntó haciendo tiempo, en realidad era que no estaba muy segura de qué pedirle. Ojalá Shadow o Sofie acudieran a su mente en un tris tras con comunicación telepática para darle consejos en el acto. Dejó el libro en una mesita al lado del sillón y se sentó mirando de frente a Joseph, todavía escudriñándolo sin piedad.
-¿Y solo por esta noche? ¿Te das cuenta de que "absoluto" implica que no hay ninguna restricción?
Le sonrió. Por toda la magia, de pronto a ella también le habían entrado unas ganas inmensas de coquetear, pero decidió no jugar al tanteo, porque podría terminar quedando en ridículo, diciendo tonterías que no fueran nada sensuales.La simple idea del ridículo, le provocó risa.
-Tienes muchos tatuajes. Tatúate mi nombre, para saber que eres mío. Eso, primero, pero lo puedes cumplir mañana a menos que conozcas un tatuador aquí. Tengo dos peticiones inmediatas: un poco de tap sobre esta alfombra y...algo de música muggle, ¿me enseñas?
Pues él había dicho que se aprovechara, ¿no?. Lo del tatuaje no iba enserio, pero quería ver qué le respondía. Lo del tap era una prueba de fuego, a ver si cumplía luego de sus alardes y que lo hiciera enfrente de los alumnos que quedaban. Lo de la música muggle...eso sí que era una petición sincera.
Vio mal el cigarrillo, no porque le molestara que fumaran cerca de ella, sino porque las reglas eran claras, pero no dijo nada y lo dejó estar. No sabía qué tanto dejarse marear por las importantes palabras "entrega total y absoluta" y que lo que ella pidiera lo conseguiría antes de la media noche, ni hasta donde "aprovecharse". Ya le estaban dando ganas de pedirle una nutria bebé o alguna ridiculez parecida a ver qué cara ponía.
-¿Y a qué se debe mi suerte?
Preguntó haciendo tiempo, en realidad era que no estaba muy segura de qué pedirle. Ojalá Shadow o Sofie acudieran a su mente en un tris tras con comunicación telepática para darle consejos en el acto. Dejó el libro en una mesita al lado del sillón y se sentó mirando de frente a Joseph, todavía escudriñándolo sin piedad.
-¿Y solo por esta noche? ¿Te das cuenta de que "absoluto" implica que no hay ninguna restricción?
Le sonrió. Por toda la magia, de pronto a ella también le habían entrado unas ganas inmensas de coquetear, pero decidió no jugar al tanteo, porque podría terminar quedando en ridículo, diciendo tonterías que no fueran nada sensuales.La simple idea del ridículo, le provocó risa.
-Tienes muchos tatuajes. Tatúate mi nombre, para saber que eres mío. Eso, primero, pero lo puedes cumplir mañana a menos que conozcas un tatuador aquí. Tengo dos peticiones inmediatas: un poco de tap sobre esta alfombra y...algo de música muggle, ¿me enseñas?
Pues él había dicho que se aprovechara, ¿no?. Lo del tatuaje no iba enserio, pero quería ver qué le respondía. Lo del tap era una prueba de fuego, a ver si cumplía luego de sus alardes y que lo hiciera enfrente de los alumnos que quedaban. Lo de la música muggle...eso sí que era una petición sincera.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Ocupada? no lo creo...
A pesar de lo poco que me importaba lo que la gente opinara de mis acciones (como encender un puto cigarrillo dentro de un salón de convivencia), por Pearlie Burroughs probablemente hubiera decidido apagarlo… si la chica hubiera expresado algún tipo de molestia al respecto. No había expresado absolutamente nada y como tal, preferí tomarlo como una señal de que no había ni un puto problema al respecto. Era mejor que no lo tuviera, porque la verdad sería bastante cansino tratar de no fumar nada más porque ella estuviera presente en situaciones futuras y tal, ya saben…
Me recargué en el respaldo contrario del sillón para esperar alguna divertida respuesta mientras mis ojos se paseaban por sus tetas cada que la chica no me veía directamente a los ojos, lo cual era prácticamente la mayoría del tiempo. Si debo ser sincero conmigo mismo y con todo el puto mundo, debo confesar que había una gran cantidad de chicas que llamaban mi atención en mayor o menor medida, pero el punto aquí era que Pearlie Burroughs alcanzaba un nivel de interés que rebasaba por completo mis nociones básicas de atracción, y no sabía si eran solo las perfectas formas de su cuerpo o el morbo que provocaba ese semblante de niña de casa o qué se yo. De lo que si estaba seguro es de las pocas ganas que tenía para dejar escapar una oportunidad como la que poco a poco sentía que se labraba, y no planeaba echarlo a perder de ninguna forma… ni tampoco que ningún payaso de cuarta viniera a tratar de ocupar un mínimo de su atención. Había muchos, sobre todo de cursos superiores y tal… todos unos auténticos soplapollas.
Sonreí de inmediato, levantando la ceja y haciendo a un lado el puto cigarro al escuchar lo que parecía ser un primer coqueteo completamente directo de su parte. Esa era una puta puerta abierta, lo que significaba que no podía estar en el mejor camino que el que me encontraba, y de inmediato mi mente comenzó a juguetear con la posibilidad de follármela en menos de una semana a partir de esa noche. Tranquilo Crawford, mantén la puta cabeza fría y tu paquete en su lugar hasta que sea ella la que venga a ti…
-Significa lo que significa, Pearlie. No te puedo prometer que esta oferte dure más allá de esta misma noche, pero si eres ingeniosa igual y hasta puedo hacer una extensión de garantías… eso solo por ser tú-
Eché a reír al escuchar su primera petición (con la que de hecho no tenía un puto problema, por idiota que parezca) y asentí varias veces mientras explicaba sus órdenes tal cual las deseaba. Me levanté del sillón en donde me encontraba no para irme, por supuesto, sino para atender tal cual las peticiones que la chica acababa de hacer. No tenía una puta idea del cómo se bailaba el jodido tap… pero había visto las suficientes películas como para tratar de hacer un intento de imitación barata que seguro quedaría fatal. A la mierda, cualquiera de los pocos alumnos que había presentes bien podía burlarse con mucho gusto… y recibir las consecuencias algunas horas después.
-Bueno lindura, si no eres susceptible al dolor ajeno, puedo tatuarme hasta tu rostro con una varilla bien caliente.-
Me subí a la pequeña mesa que estaba dispuesta junto al grupo de sillones en donde nos encontrábamos y saqué un reproductor de música hasta encontrar That’s all right de Elvis Presley. La canción comenzó a sonar, tiré con mis pies cualquier obstáculo que me impidiera moverme y coloqué el cigarrillo en mi boca para después lanzarle un guiño a Pearlie y comenzar con el jodido tap que no quedaba una mierda ni con la música ni conmigo ni con nada. Aquello duro más o menos un mintuo hasta que le extendí la mano para pedirle que ella también subiera a la puta mesa.
-Anda joder, ¿o vas a dejar que haga el ridículo yo solo?... ven aquí.-
Me recargué en el respaldo contrario del sillón para esperar alguna divertida respuesta mientras mis ojos se paseaban por sus tetas cada que la chica no me veía directamente a los ojos, lo cual era prácticamente la mayoría del tiempo. Si debo ser sincero conmigo mismo y con todo el puto mundo, debo confesar que había una gran cantidad de chicas que llamaban mi atención en mayor o menor medida, pero el punto aquí era que Pearlie Burroughs alcanzaba un nivel de interés que rebasaba por completo mis nociones básicas de atracción, y no sabía si eran solo las perfectas formas de su cuerpo o el morbo que provocaba ese semblante de niña de casa o qué se yo. De lo que si estaba seguro es de las pocas ganas que tenía para dejar escapar una oportunidad como la que poco a poco sentía que se labraba, y no planeaba echarlo a perder de ninguna forma… ni tampoco que ningún payaso de cuarta viniera a tratar de ocupar un mínimo de su atención. Había muchos, sobre todo de cursos superiores y tal… todos unos auténticos soplapollas.
Sonreí de inmediato, levantando la ceja y haciendo a un lado el puto cigarro al escuchar lo que parecía ser un primer coqueteo completamente directo de su parte. Esa era una puta puerta abierta, lo que significaba que no podía estar en el mejor camino que el que me encontraba, y de inmediato mi mente comenzó a juguetear con la posibilidad de follármela en menos de una semana a partir de esa noche. Tranquilo Crawford, mantén la puta cabeza fría y tu paquete en su lugar hasta que sea ella la que venga a ti…
-Significa lo que significa, Pearlie. No te puedo prometer que esta oferte dure más allá de esta misma noche, pero si eres ingeniosa igual y hasta puedo hacer una extensión de garantías… eso solo por ser tú-
Eché a reír al escuchar su primera petición (con la que de hecho no tenía un puto problema, por idiota que parezca) y asentí varias veces mientras explicaba sus órdenes tal cual las deseaba. Me levanté del sillón en donde me encontraba no para irme, por supuesto, sino para atender tal cual las peticiones que la chica acababa de hacer. No tenía una puta idea del cómo se bailaba el jodido tap… pero había visto las suficientes películas como para tratar de hacer un intento de imitación barata que seguro quedaría fatal. A la mierda, cualquiera de los pocos alumnos que había presentes bien podía burlarse con mucho gusto… y recibir las consecuencias algunas horas después.
-Bueno lindura, si no eres susceptible al dolor ajeno, puedo tatuarme hasta tu rostro con una varilla bien caliente.-
Me subí a la pequeña mesa que estaba dispuesta junto al grupo de sillones en donde nos encontrábamos y saqué un reproductor de música hasta encontrar That’s all right de Elvis Presley. La canción comenzó a sonar, tiré con mis pies cualquier obstáculo que me impidiera moverme y coloqué el cigarrillo en mi boca para después lanzarle un guiño a Pearlie y comenzar con el jodido tap que no quedaba una mierda ni con la música ni conmigo ni con nada. Aquello duro más o menos un mintuo hasta que le extendí la mano para pedirle que ella también subiera a la puta mesa.
-Anda joder, ¿o vas a dejar que haga el ridículo yo solo?... ven aquí.-
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Ocupada? no lo creo...
Gracias a la magia, no era legeremaga, porque entonces le hubiera cruzado la cara a Crawford de un bofetón de antología, cuando menos, por todo eso de pensar en follársela y estarla mirando cuando ella no se daba cuenta y un largo etcétera. Pero no lo era y solamente veía a un chico esforzándose por llamar su atención, lo que no dejaba de ser halagador por donde se viera, en especial porque era un chico de muy buen ver. ¿Por qué se fijaría alguien en ella habiendo tanta libertina que seguramente ya le había quitado la ropa en cinco minutos? pues no sabía, pero estaba bien.
-No hay "extensión de garantías", no especificaste antes que era solo por esta noche, dijiste completo y absoluto, para mi eso es de por vida.
Y ya, ahí estaba, el sonrojo total e inminente por lo de tatuarse hasta su rostro. No era que esperaba que fuera una verdad absoluta. Sabía perfectamente que estaban jugando y eso le daba a Crawford libertad para mentir, tanto como le daba a ella libertad para pedir tonterías, pero de todos modos tenía el efecto deseado: estaba un poco encandilada, bastante interesada y sobretodo muy muy muy curiosa.
Miró con todavía más curiosidad el reproductor de música. Sabía que había muchos de esos aparatos muggles que la gente había encantado hasta morir para que sirvieran aun dentro de los mágicos terrenos de Brigantia. Le hizo ilusión ver uno y sonrió de inmediato. Luego alzó la vista hacia Crawford, quien se paraba en la mesa importándole poco que lo vieran los demás y comenzó a bailar tap...muy mal...pero ¡lo estaba haciendo!. No pudo evitar la risa y se tapó la boca para no soltar una carcajada.
Cuando le preguntó si lo dejaría hacer el ridículo solo y le estiró la mano para invitarla, Pearlie se mordió los labios, entre nerviosa y divertida, pensando qué hacer. No podía subirse una mesa a la facultad a bailar con un hombre tatuado, porque si eso llegaba a oídos de su padre...las cosas ya estaban lo suficientemente tirantes por lo de las cartas de Sofie y el iPod como para estirarlas más. De todos modos le tomó la mano pero no para subir, sino para jalarlo con la fuerza necesaria para que bajara de ahí.
-No, tú ven aquí...
Negó con la cabeza, gratamente sorprendida. No, no iba a subir a la mesa, pero al menos ahora sabía que Crawford cumplía su palabra y tenía la garantía de que estaba verdaderamente interesado. No era el tipo de chico en el que se hubiera fijado de entrada, es más, lo hubiera visto un poco mal por los pasillos si se lo hubiera encontrado antes de la fiesta esa. Así estaba criada, pero ¡acababa de hacer eso por ella!.
Le soltó la mano en cuanto estuvieron abajo y le dio mucha pena habérsela estrechado como loca. Le dieron ganas de darle un beso -en la mejilla, ¡claro!- pero se lo ahorró al menos por el momento. Le sonreía mucho, eso sí, no podía evitarlo. Aunque algo le quedaba claro y era que todo eso no era nada más para ganarse sus sonrisas.
-Supongo que no estamos hablando aquí de esclavitud en todo su contexto...¿qué quieres? ¿a qué se debe el honor?
No le habló golpeado, ni nada, hasta le pasó el dedo índice por el dorso de la mano otra vez mientras se lo preguntaba. Pero las cosas claras, ¿no?. No iban a jugar a eso para siempre.
-No hay "extensión de garantías", no especificaste antes que era solo por esta noche, dijiste completo y absoluto, para mi eso es de por vida.
Y ya, ahí estaba, el sonrojo total e inminente por lo de tatuarse hasta su rostro. No era que esperaba que fuera una verdad absoluta. Sabía perfectamente que estaban jugando y eso le daba a Crawford libertad para mentir, tanto como le daba a ella libertad para pedir tonterías, pero de todos modos tenía el efecto deseado: estaba un poco encandilada, bastante interesada y sobretodo muy muy muy curiosa.
Miró con todavía más curiosidad el reproductor de música. Sabía que había muchos de esos aparatos muggles que la gente había encantado hasta morir para que sirvieran aun dentro de los mágicos terrenos de Brigantia. Le hizo ilusión ver uno y sonrió de inmediato. Luego alzó la vista hacia Crawford, quien se paraba en la mesa importándole poco que lo vieran los demás y comenzó a bailar tap...muy mal...pero ¡lo estaba haciendo!. No pudo evitar la risa y se tapó la boca para no soltar una carcajada.
Cuando le preguntó si lo dejaría hacer el ridículo solo y le estiró la mano para invitarla, Pearlie se mordió los labios, entre nerviosa y divertida, pensando qué hacer. No podía subirse una mesa a la facultad a bailar con un hombre tatuado, porque si eso llegaba a oídos de su padre...las cosas ya estaban lo suficientemente tirantes por lo de las cartas de Sofie y el iPod como para estirarlas más. De todos modos le tomó la mano pero no para subir, sino para jalarlo con la fuerza necesaria para que bajara de ahí.
-No, tú ven aquí...
Negó con la cabeza, gratamente sorprendida. No, no iba a subir a la mesa, pero al menos ahora sabía que Crawford cumplía su palabra y tenía la garantía de que estaba verdaderamente interesado. No era el tipo de chico en el que se hubiera fijado de entrada, es más, lo hubiera visto un poco mal por los pasillos si se lo hubiera encontrado antes de la fiesta esa. Así estaba criada, pero ¡acababa de hacer eso por ella!.
Le soltó la mano en cuanto estuvieron abajo y le dio mucha pena habérsela estrechado como loca. Le dieron ganas de darle un beso -en la mejilla, ¡claro!- pero se lo ahorró al menos por el momento. Le sonreía mucho, eso sí, no podía evitarlo. Aunque algo le quedaba claro y era que todo eso no era nada más para ganarse sus sonrisas.
-Supongo que no estamos hablando aquí de esclavitud en todo su contexto...¿qué quieres? ¿a qué se debe el honor?
No le habló golpeado, ni nada, hasta le pasó el dedo índice por el dorso de la mano otra vez mientras se lo preguntaba. Pero las cosas claras, ¿no?. No iban a jugar a eso para siempre.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Ocupada? no lo creo...
Al final Pearlie había dejado que hiciera el puto ridículo por mi cuenta y solo tomó mi mano, pero para hacer que bajara de la maldita mesa de una buena vez. Tomé el reproductor todavía entre risas y lo apague antes de que alguna figura de autoridad viniera hasta acá nada más para joder con que no escandalizáramos a tan altas horas de la noche. Por supuesto, no me había pasado desapercibido que un hijo de puta al otro extremo de la sala se había estado divirtiendo mucho con mi actuación, y le lancé una mirada rápida lo suficientemente directa como para hacerle saber al muy cabrón que lo había notado. Luego volví mi atención a Pearlie justo cuando la chica soltaba su pregunta que a todas luces pedía develar todo el puto misterio… aunque en realidad las cosas ya estaban bastante claras.
La mire directamente a los ojos y me puse repentinamente serio. ¿Cómo puedo decir esto?, verán… hace un par de años muy probablemente mi forma de abordarla habría sido completamente torpe y transparente en cuanto a las intenciones se refiere, es decir seguramente me le hubiera lanzado como bestia a besarla y manosearla por donde se pudiera aun cuando la propia chica no fuera del tipo que deja que cualquier hijo de puta se le acercara a más de un metro de distancia. Eventualmente, la chica respondería con una bofetada y yo habría terminado por mandarla a la mierda sin tratar de hacer esfuerzo alguno… y eso habría sido todo.
-¿De verdad quieres saberlo?-
Pero las cosas tenían que ser diferentes. Con el paso del tiempo pronto te das cuenta que no siempre puedes ser auténtico en ese sentido, ni puedes ir por la puta vida queriendo tomar a la fuerza todo lo que se te venga en gana con la misma jodida actitud de siempre. Pearlie Burroughs ya era mía por puto derecho, y estando así las cosas sería muy imbécil de mi parte echarlo a perder a la primera oportunidad, así que tenía el deber de utilizar todas las herramientas que estaban a mi alcance para que simplemente las cosas se pusieran en el lugar adecuado en el jodido momento adecuado. Como diría el tío Charlie… es hora del puto show.
Atrapé su mano cuando se atrevía a pasear su dedo por el dorso de mi mano, y luego jalé suavemente de ella apenas un poco, lo suficiente para que su cuerpo se inclinara y yo hiciera lo propio hasta darle un beso en la comisura del labio. Estaba yo hecho un puto actor de primera clase, y no estoy diciendo que besarla o ser amable no fuera una intención al cien por ciento real, pero mierda… lo único que tenía en la maldita cabeza en esos instantes era arrebatarle las bragas y tirármela ahí en ese maldito sillón sin importar nada.
-Eso es lo que quiero, Pearlie… quiero que me conozcas y te enteres de lo que te puedo dar. Tal vez sientes que es demasiado apresurado pero… mierda, ¿no lo ves?... estoy enloqueciendo…-
Ahí estaba, sin titubear, sin desviar la mirada, sin un rastro de sonrisas en mi rostro ni de ninguna mierda que pudiera parecerle una jodida fachada, tan puro y limpio que si yo fuera ella ya me habría lanzado como loco hacia mis putos brazos. La clave estaba en pensarlo de verdad, en tratar de sentirlo aun cuando supieras perfectamente que no era más que mierda barata, el punto estaba en hacerle sentir que aquello era real y que no se acercaba ni un poco a nada de lo que hubiera vivido antes de esa noche.
La mire directamente a los ojos y me puse repentinamente serio. ¿Cómo puedo decir esto?, verán… hace un par de años muy probablemente mi forma de abordarla habría sido completamente torpe y transparente en cuanto a las intenciones se refiere, es decir seguramente me le hubiera lanzado como bestia a besarla y manosearla por donde se pudiera aun cuando la propia chica no fuera del tipo que deja que cualquier hijo de puta se le acercara a más de un metro de distancia. Eventualmente, la chica respondería con una bofetada y yo habría terminado por mandarla a la mierda sin tratar de hacer esfuerzo alguno… y eso habría sido todo.
-¿De verdad quieres saberlo?-
Pero las cosas tenían que ser diferentes. Con el paso del tiempo pronto te das cuenta que no siempre puedes ser auténtico en ese sentido, ni puedes ir por la puta vida queriendo tomar a la fuerza todo lo que se te venga en gana con la misma jodida actitud de siempre. Pearlie Burroughs ya era mía por puto derecho, y estando así las cosas sería muy imbécil de mi parte echarlo a perder a la primera oportunidad, así que tenía el deber de utilizar todas las herramientas que estaban a mi alcance para que simplemente las cosas se pusieran en el lugar adecuado en el jodido momento adecuado. Como diría el tío Charlie… es hora del puto show.
Atrapé su mano cuando se atrevía a pasear su dedo por el dorso de mi mano, y luego jalé suavemente de ella apenas un poco, lo suficiente para que su cuerpo se inclinara y yo hiciera lo propio hasta darle un beso en la comisura del labio. Estaba yo hecho un puto actor de primera clase, y no estoy diciendo que besarla o ser amable no fuera una intención al cien por ciento real, pero mierda… lo único que tenía en la maldita cabeza en esos instantes era arrebatarle las bragas y tirármela ahí en ese maldito sillón sin importar nada.
-Eso es lo que quiero, Pearlie… quiero que me conozcas y te enteres de lo que te puedo dar. Tal vez sientes que es demasiado apresurado pero… mierda, ¿no lo ves?... estoy enloqueciendo…-
Ahí estaba, sin titubear, sin desviar la mirada, sin un rastro de sonrisas en mi rostro ni de ninguna mierda que pudiera parecerle una jodida fachada, tan puro y limpio que si yo fuera ella ya me habría lanzado como loco hacia mis putos brazos. La clave estaba en pensarlo de verdad, en tratar de sentirlo aun cuando supieras perfectamente que no era más que mierda barata, el punto estaba en hacerle sentir que aquello era real y que no se acercaba ni un poco a nada de lo que hubiera vivido antes de esa noche.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Ocupada? no lo creo...
Alzó las cejas como única respuesta a si de verdad quería saberlo. ¡Pues claro que quería! Pero no sabía a ciencia cierta cuánto le iba a gustar la respuesta o más bien, cuán sincera iba a ser con ella misma respecto a la respuesta. Si alguna vez se había imaginado que un chico se desviviera por ella, definitivamente no le había puesto rostro de Joseph Crawford, no porque no fuera un buen rostro, sino porque no era para nada el tipo de chico que había proyectado para ella misma. Este era rudo, de modales llanos, lleno de tatuajes y con una expresión que la aterrorizaba por momentos.
Cuando la besó…-bueno, la medio besó, porque eso tampoco era un beso tal cual- primero se quedó medio congelada y luego le clavó una mirada entre sorprendida (gratamente), asustada y todo lo demás. Si no se llevó los dedos al lugar donde la había besado fue por puro milagro. Sus únicos dos novios habían sido niños bien, este era toda una revelación y la revelación le provocaba un vértigo nervioso.
Escuchó sus palabras todavía sorprendida, pero la sorpresa iba aumentando cada vez más conforme lo que le decía. Cuando terminó de hablar, primero miró hacia todas partes para asegurarse de que nadie los estaba mirando, pero en realidad todavía había algunos alumnos ahí adentro. No quería hacer una escenita. Lo miró fijamente con expresión indescifrable y luego lo tomó de la mano para jalarlo. Y ya que era tan entregado, esperaba que no pusiera resistencia.
Lo sacó fuera del salón de convivencia. El aire fresco de la noche sirvió para que se le acomodaran mejor las ideas. Una vez afuera, volvió a ponerse frente a él y le dio una bofetada. No fue una muy fuerte, pero si lo suficientemente contundente. ¿Qué si tenía miedo de ahuyentarlo? Por un momento lo pensó y temió un poco, aunque no sabía decir a ciencia cierta por qué se preocupaba tanto por dejar de llamarle la atención. Aunque a la vez, estaba convencida, fruto de todo su bagaje personal, que si se daba por vencido a la primera, entonces no había valido nunca la pena.
Se hizo unos cuantos pasos hacia atrás y se cubrió del frío con sus propios brazos, sin quitarle la vista de encima a Crawford.
-Perdón, pero creo que, efectivamente, estás loco. No nos conocemos de nada. Aunque es lindo todo lo que has dicho. Si me estás diciendo la verdad entonces, puedes invitarme a salir uno de estos días y ya veremos qué pasa.
Claro que estaba encandilada y embobada, pero no pensaba ceder ni un ápice así como así. No confiaba en los de su tipo, eso le habían enseñado toda la vida.
Cuando la besó…-bueno, la medio besó, porque eso tampoco era un beso tal cual- primero se quedó medio congelada y luego le clavó una mirada entre sorprendida (gratamente), asustada y todo lo demás. Si no se llevó los dedos al lugar donde la había besado fue por puro milagro. Sus únicos dos novios habían sido niños bien, este era toda una revelación y la revelación le provocaba un vértigo nervioso.
Escuchó sus palabras todavía sorprendida, pero la sorpresa iba aumentando cada vez más conforme lo que le decía. Cuando terminó de hablar, primero miró hacia todas partes para asegurarse de que nadie los estaba mirando, pero en realidad todavía había algunos alumnos ahí adentro. No quería hacer una escenita. Lo miró fijamente con expresión indescifrable y luego lo tomó de la mano para jalarlo. Y ya que era tan entregado, esperaba que no pusiera resistencia.
Lo sacó fuera del salón de convivencia. El aire fresco de la noche sirvió para que se le acomodaran mejor las ideas. Una vez afuera, volvió a ponerse frente a él y le dio una bofetada. No fue una muy fuerte, pero si lo suficientemente contundente. ¿Qué si tenía miedo de ahuyentarlo? Por un momento lo pensó y temió un poco, aunque no sabía decir a ciencia cierta por qué se preocupaba tanto por dejar de llamarle la atención. Aunque a la vez, estaba convencida, fruto de todo su bagaje personal, que si se daba por vencido a la primera, entonces no había valido nunca la pena.
Se hizo unos cuantos pasos hacia atrás y se cubrió del frío con sus propios brazos, sin quitarle la vista de encima a Crawford.
-Perdón, pero creo que, efectivamente, estás loco. No nos conocemos de nada. Aunque es lindo todo lo que has dicho. Si me estás diciendo la verdad entonces, puedes invitarme a salir uno de estos días y ya veremos qué pasa.
Claro que estaba encandilada y embobada, pero no pensaba ceder ni un ápice así como así. No confiaba en los de su tipo, eso le habían enseñado toda la vida.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Ocupada? no lo creo...
Denme una patada en los huevos si no estoy diciendo la puta verdad, pero cuando besas de esa forma a una chica tímida y discreta como Pearlie Burroughs y notas de inmediato como sus mejillas se tiñen encantadoramente de color rojo, en seguida te imaginas que la chica probablemente acaba de mojar sus braguitas nada más por ese simple detalle que en realidad tenía bastante fuerza. Por supuesto, generalmente así no funciona en asunto y más bien son solo mierdas perversas que uno tiene en la jodida cabeza todo el tiempo, pero qué le vamos a hacer, a uno le gusta pensar en mierdas y punto.
Algo me había dicho el tío Charlie respecto a las chicas… es decir en realidad me había estado diciendo muchas mierdas al respecto durante estos últimos años, pero de entre todas esas mierdas había varias que de verdad eran rescatables, y una de ellas dictaba algo así como… “Por más que pienses que tienes todo asegurado, jamás cometas el puto error de perder la capacidad de sorprenderte. Con las mujeres jamás se puede saber lo que está por suceder, hijo”. Y sí, puedo decir que el muy cabrón tenía toda la razón del mundo… aunque a veces se me olvidaban ese tipo de detalles en ciertos momentos.
Me dejé guiar por Pearlie después de que la muy tonta se asomara de lado a lado como si temiera que alguien pudiera vernos, y por un momento pensé que mi nivel de abordaje había sido tal, que lo de las bragas mojadas podía ser cierto y hasta estaba a punto de recibir las delicias de su cuerpo en cuestión de un minuto. Pero otra vez no eran más que mierdas idiotas dictadas por la cabeza que no tiene masa gris dentro, porque aquello no podía ser ni remotamente posible mucho menos conociendo la clase de chica que era Pearlie. Quien sabe, a lo mejor simplemente quería esconderse de las vistas ajenas solo para besarme como Dios mandaba algo así.
Pero como decía el buen tío Charlie, con las putas mujeres jamás podías perder la capacidad de sorprenderte. La chica me cruzó toda la cara de una bofetada así sin más, y aunque no lo crean, la fuerza que la maldita tenía en ese brazo derecho era digna de ser considerada y recordada para el futuro próximo. Me llevé una mano al rostro y no pude evitar dibujar una sonrisa… no precisamente burlándome de ella, más bien pensando en que aquello me significaba un reto mucho más interesante del que inicialmente había imaginado. Sí joder, que las cosas no estaban caminando como yo lo hubiera querido hace dos minutos, pero solo bastaba con modificar el puto guión y continuar con aquello que pintaba bastante bien. Ella pintaba jodidamente bien… toda ella.
-Bien!... bien, yo soy el que te está abordando y acepto que pongas las condiciones que mejor te convengan. Además recuerda que te ofrecí ser tu esclavo absoluto, lindura… así que me parece bien. ¿Quieres salir conmigo?, es una petición formal, ¿te parece este viernes por la noche?, prometo regresarte a la Universidad antes de medianoche si lo prefieres. Eso sí, dejaras que sea yo quien decida a dónde iremos… ¿aceptas?-
Como ya lo he dicho, Pearlie Burroughs ya estaba en la puta palma de mi mano, solo era cuestión de moldear y moldear todas las situaciones hasta que por fin sus defensas terminaran por derrumbarse para dejarme pasar como Merlín por su casa. Demasiado guapa como para dejarla ir, demasiado buena como para no querer follársela y demasiado lista como para engañarla fácilmente… perfecta.
Algo me había dicho el tío Charlie respecto a las chicas… es decir en realidad me había estado diciendo muchas mierdas al respecto durante estos últimos años, pero de entre todas esas mierdas había varias que de verdad eran rescatables, y una de ellas dictaba algo así como… “Por más que pienses que tienes todo asegurado, jamás cometas el puto error de perder la capacidad de sorprenderte. Con las mujeres jamás se puede saber lo que está por suceder, hijo”. Y sí, puedo decir que el muy cabrón tenía toda la razón del mundo… aunque a veces se me olvidaban ese tipo de detalles en ciertos momentos.
Me dejé guiar por Pearlie después de que la muy tonta se asomara de lado a lado como si temiera que alguien pudiera vernos, y por un momento pensé que mi nivel de abordaje había sido tal, que lo de las bragas mojadas podía ser cierto y hasta estaba a punto de recibir las delicias de su cuerpo en cuestión de un minuto. Pero otra vez no eran más que mierdas idiotas dictadas por la cabeza que no tiene masa gris dentro, porque aquello no podía ser ni remotamente posible mucho menos conociendo la clase de chica que era Pearlie. Quien sabe, a lo mejor simplemente quería esconderse de las vistas ajenas solo para besarme como Dios mandaba algo así.
Pero como decía el buen tío Charlie, con las putas mujeres jamás podías perder la capacidad de sorprenderte. La chica me cruzó toda la cara de una bofetada así sin más, y aunque no lo crean, la fuerza que la maldita tenía en ese brazo derecho era digna de ser considerada y recordada para el futuro próximo. Me llevé una mano al rostro y no pude evitar dibujar una sonrisa… no precisamente burlándome de ella, más bien pensando en que aquello me significaba un reto mucho más interesante del que inicialmente había imaginado. Sí joder, que las cosas no estaban caminando como yo lo hubiera querido hace dos minutos, pero solo bastaba con modificar el puto guión y continuar con aquello que pintaba bastante bien. Ella pintaba jodidamente bien… toda ella.
-Bien!... bien, yo soy el que te está abordando y acepto que pongas las condiciones que mejor te convengan. Además recuerda que te ofrecí ser tu esclavo absoluto, lindura… así que me parece bien. ¿Quieres salir conmigo?, es una petición formal, ¿te parece este viernes por la noche?, prometo regresarte a la Universidad antes de medianoche si lo prefieres. Eso sí, dejaras que sea yo quien decida a dónde iremos… ¿aceptas?-
Como ya lo he dicho, Pearlie Burroughs ya estaba en la puta palma de mi mano, solo era cuestión de moldear y moldear todas las situaciones hasta que por fin sus defensas terminaran por derrumbarse para dejarme pasar como Merlín por su casa. Demasiado guapa como para dejarla ir, demasiado buena como para no querer follársela y demasiado lista como para engañarla fácilmente… perfecta.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Ocupada? no lo creo...
No se había enfadado…de hecho….¿estaba sonriendo?. La sonrisa, más que tranquilizarla, le provocó un escalofrío involuntario. Había intentado sostenerle la mirada pero de nuevo, tuvo que desviarla apenas darse cuenta de que no lo había amedrentado ni un poco. ¿En verdad estaba tan interesado en ella? Pues iba a ser que sí, y eso le gustaba ¡por supuesto!, pero también sabía que no se iba a dejar llevar así como así, por más que el enojo con su padre le hiciera querer escapar con un tipo fumador y tatuado a los confines del mundo muggle.
Negó lentamente con la cabeza, dándole a entender que no aceptaba sus condiciones. Entre más lo veía más guapo le parecía, especialmente porque no se daba por vencido, pero ella tenía claro que debía dejar bien marcados los puntos sobre las íes. Respiró profundo y volvió a mirarlo a la cara, ¿qué clase de autoridad iba a tener si no se atrevía ni a mirarlo como debía ser? Seguridad, Felicia, seguridad era la clave.
-Me estás diciendo que aceptarás las condiciones que mejor me convengan, pero a la vez me dices que debo dejar que tú escojas el lugar. No, no lo creo. Ingéniatelas para que sea algo dentro del campus, el viernes, si quieres, a la hora que tú digas, pero sin salir de la universidad. Ya veremos después si hay madera para que ceda terreno y se empiece a hacer la voluntad del esclavo.
No lo conocía de nada, los secuestros estaban a la orden del día, su papá era un importante funcionario del ministerio, su apariencia no le daba nada de confianza y su decisión de salir con ella era tan atractiva como…pues…la asustaba. Y además, nunca había salido al mundo muggle así como así, con un desconocido, y cuando lo había hecho, tan solo con Niels, se ponía nerviosa. No quería estar en una situación tan vulnerable en una cita, con un loco desconocido que, aunque atractivo, seguía siendo quién sabía quien. No quería que la supiera tan inexperta e inocente a la primera de cambio, no quería quedar en una posición desprotegida. Quería platicarlo con sus amigas, quería pedir consejos, quería no arruinarlo. No era como si sus experiencias anteriores pudieran ayudar en esta situación, él era muy diferente y tal vez alguna de sus amigas lo conociera mejor y le podía dar referencias. Y para empezar ni siquiera estaba segura de que sí fuera a aceptar sus condiciones de verdad, por más empeñado que Joseph estuviera en hacerle creer que ella estaba en control y que podía pedirle lo que quisiera.
-Sí quiero salir contigo.
Le pareció importante aclararlo, que no creyera que sus trabas eran solo darle vueltas por torturarlo. El tap se lo había hecho ganar. “Y también quiero una nutria bebé”, le dieron ganas de agregar, pero no lo hizo porque iba a parecer esquizofrénica bipolar, así que nada más dibujó una sonrisita. Lo peor del caso, era que empezaba a sentir esas tontas snitchs de nervios en el estómago.
Negó lentamente con la cabeza, dándole a entender que no aceptaba sus condiciones. Entre más lo veía más guapo le parecía, especialmente porque no se daba por vencido, pero ella tenía claro que debía dejar bien marcados los puntos sobre las íes. Respiró profundo y volvió a mirarlo a la cara, ¿qué clase de autoridad iba a tener si no se atrevía ni a mirarlo como debía ser? Seguridad, Felicia, seguridad era la clave.
-Me estás diciendo que aceptarás las condiciones que mejor me convengan, pero a la vez me dices que debo dejar que tú escojas el lugar. No, no lo creo. Ingéniatelas para que sea algo dentro del campus, el viernes, si quieres, a la hora que tú digas, pero sin salir de la universidad. Ya veremos después si hay madera para que ceda terreno y se empiece a hacer la voluntad del esclavo.
No lo conocía de nada, los secuestros estaban a la orden del día, su papá era un importante funcionario del ministerio, su apariencia no le daba nada de confianza y su decisión de salir con ella era tan atractiva como…pues…la asustaba. Y además, nunca había salido al mundo muggle así como así, con un desconocido, y cuando lo había hecho, tan solo con Niels, se ponía nerviosa. No quería estar en una situación tan vulnerable en una cita, con un loco desconocido que, aunque atractivo, seguía siendo quién sabía quien. No quería que la supiera tan inexperta e inocente a la primera de cambio, no quería quedar en una posición desprotegida. Quería platicarlo con sus amigas, quería pedir consejos, quería no arruinarlo. No era como si sus experiencias anteriores pudieran ayudar en esta situación, él era muy diferente y tal vez alguna de sus amigas lo conociera mejor y le podía dar referencias. Y para empezar ni siquiera estaba segura de que sí fuera a aceptar sus condiciones de verdad, por más empeñado que Joseph estuviera en hacerle creer que ella estaba en control y que podía pedirle lo que quisiera.
-Sí quiero salir contigo.
Le pareció importante aclararlo, que no creyera que sus trabas eran solo darle vueltas por torturarlo. El tap se lo había hecho ganar. “Y también quiero una nutria bebé”, le dieron ganas de agregar, pero no lo hizo porque iba a parecer esquizofrénica bipolar, así que nada más dibujó una sonrisita. Lo peor del caso, era que empezaba a sentir esas tontas snitchs de nervios en el estómago.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Ocupada? no lo creo...
Parecía un poco impresionada de que no hubiera optado por mandarla a la mierda y simplemente largarme después de la bofetada (que se lo merecía, la verdad ante todo), y me imaginé que era esa clase de chicas que prefería actuar bajo sus propias reglas morales sin importar que eso pudiera ahuyentar a la gente antes de hacer alguna estupidez que pudiera arriesgarla y tal… eso era lo gracioso y me gustaba bastante.
Enarqué las cejas al escuchar que no aceptaba una mierda de mis condiciones y que más bien, era ella la que las impondría decidiendo que era mejor idea que yo me las ingeniara para “salir” a un lugar dentro del campus como primera cita. ¿Qué mierda?, eso no era salir… eso era pasearse por la puta Universidad tal y como lo hacíamos todos los malditos días. Me reí después de su proposición y saqué un nuevo cigarrillo para encenderlo mientras asentía con la cabeza.
-De acuerdo lindura, tú ganas. Será dentro de los límites de la Universidad este mismo viernes… al menos me diste a elegir la hora!, pero de eso yo te avisaré cualquiera de estos días, ¿de acuerdo?-
Qué más daba, de cualquier forma uno siempre podía ingeniárselas para encontrar el ambiente adecuado en cualquier lugar, incluso si ese lugar estaba dentro de un campus por donde caminábamos todos los putos días. La ventaja de todo ello era que había como cien lugares en donde uno podía estar en privado con otra persona… no estoy diciendo que planeaba follármela en la puta primera cita!, aunque la verdad no estaría nada mal ya saben…pero joder, el punto era nada más encontrar un lugar lo suficientemente privado como para encontrar la atmósfera adecuada y… o no sé, a ver qué coño se me ocurría para la dichosa cita, que si me lo preguntan, era más bien como una especie de trámite burocrático para llegar al interior de su vestido.
Giré hacia ella y dejé de fumar cuando aclaró que sí quería salir conmigo. A pesar de que ya lo sabía, si me parecía importante que hiciera esa declaración de forma directa, y tal fue el efecto de sus palabras que me vi en la puta necesidad de estirar mi mano y acariciar su mejilla y deslizarla hasta su cabello detrás de la oreja.
-¿Sabías que mi un tío mío se enamoró de una Burroughs hace mucho tiempo?-
Ni siquiera sabía yo a qué coño venía el tema, y tal vez hasta sentí un deje de arrepentimiento al mencionar aquello. Mi madre me había contado muchas historias de su época como estudiante, historias en las que había incluido a mi tío Ewan, uno de los primeros en oponer resistencia en contra del purismo mágico de aquella época y que había muerto en una batalla contra mortífagos incluso antes de que la propia KAU existiera. No conocía demasiados detalles, en gran parte porque las historias de mi madre al respecto eran historias que a ella le habían contado al llegar a Londres desde Norteamérica.
-Perdón, mierda… qué coño estoy diciendo.-
Enarqué las cejas al escuchar que no aceptaba una mierda de mis condiciones y que más bien, era ella la que las impondría decidiendo que era mejor idea que yo me las ingeniara para “salir” a un lugar dentro del campus como primera cita. ¿Qué mierda?, eso no era salir… eso era pasearse por la puta Universidad tal y como lo hacíamos todos los malditos días. Me reí después de su proposición y saqué un nuevo cigarrillo para encenderlo mientras asentía con la cabeza.
-De acuerdo lindura, tú ganas. Será dentro de los límites de la Universidad este mismo viernes… al menos me diste a elegir la hora!, pero de eso yo te avisaré cualquiera de estos días, ¿de acuerdo?-
Qué más daba, de cualquier forma uno siempre podía ingeniárselas para encontrar el ambiente adecuado en cualquier lugar, incluso si ese lugar estaba dentro de un campus por donde caminábamos todos los putos días. La ventaja de todo ello era que había como cien lugares en donde uno podía estar en privado con otra persona… no estoy diciendo que planeaba follármela en la puta primera cita!, aunque la verdad no estaría nada mal ya saben…pero joder, el punto era nada más encontrar un lugar lo suficientemente privado como para encontrar la atmósfera adecuada y… o no sé, a ver qué coño se me ocurría para la dichosa cita, que si me lo preguntan, era más bien como una especie de trámite burocrático para llegar al interior de su vestido.
Giré hacia ella y dejé de fumar cuando aclaró que sí quería salir conmigo. A pesar de que ya lo sabía, si me parecía importante que hiciera esa declaración de forma directa, y tal fue el efecto de sus palabras que me vi en la puta necesidad de estirar mi mano y acariciar su mejilla y deslizarla hasta su cabello detrás de la oreja.
-¿Sabías que mi un tío mío se enamoró de una Burroughs hace mucho tiempo?-
Ni siquiera sabía yo a qué coño venía el tema, y tal vez hasta sentí un deje de arrepentimiento al mencionar aquello. Mi madre me había contado muchas historias de su época como estudiante, historias en las que había incluido a mi tío Ewan, uno de los primeros en oponer resistencia en contra del purismo mágico de aquella época y que había muerto en una batalla contra mortífagos incluso antes de que la propia KAU existiera. No conocía demasiados detalles, en gran parte porque las historias de mi madre al respecto eran historias que a ella le habían contado al llegar a Londres desde Norteamérica.
-Perdón, mierda… qué coño estoy diciendo.-
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Ocupada? no lo creo...
De nuevo volvió a aceptar sus condiciones. Para ese momento ya estaba más que convencida de que quería salir con él, con todo lo que eso implicaba. Seguramente tendría que besarlo, seguramente tendría que estar con él a solas bastante rato, pero nada de eso le sonaba mal, consecuencia no solo de que era guapo, sino que de verdad parecía estarse esforzando por ella. ¿Se esforzaría así por cualquier otra niña? ¿Sería una técnica usual? Pronto cayó en cuenta que no tenía que preocuparse por eso si no quería vivir traumada de por vida.
Se quedó quieta cuando alargó la mano para pasarle el cabello por detrás de la oreja y acariciar su mejilla, y le dibujó una tímida sonrisa. De pronto de estaba muriendo de ganas de besarlo, pero no pensaba hacer eso, no era su estilo, ni tenía ganas de experimentar con su personalidad en ese preciso instante. Mantuvo la sonrisa y se atrevió a mirarlo más tiempo de lo que lo había hecho hasta ese momento sin desviar la vista. Esa noche no iba a dormir muy tranquila de seguro, porque estaría todo el tiempo pensando en eso que acababa de ocurrir, pensando en qué iba a ponerse, cómo iba a actuar, imaginando a dónde la llevaría...estupideces que a él seguramente le importaban más bien poco, aunque eso ella no lo sabía.
Se le quedó mirando fijo cuando soltó aquél dato. ¿Qué tío? ¿Qué Burroughs? Claro que no sabía nada, aquella historia seguramente estaría betada por su padre. Su abuelo era mucho más flexible pero tampoco era como si se pusiera a contarle historias de amor. Pensó en su tía, en su madre, pero no estaba segura de a quién se refería y hasta ese momento, no había tenido noticias de ningún Crawford, ni recordaba que nadie en su casa lo hubiera mencionado. ¿Por qué? su abuelo había sufrido bastante con eso, su papá nunca lo había aceptado y su tía...pues su tía no tocaba los temas que dolían de verdad. También podía ser que solo la estuviera engañando por ablandarla. Era su deber ver las dos caras de la moneda.
-No, no lo sabía...
Le sonrió de nuevo y caminó hasta recargar la espalda en la fría pared para recargarse, desde ese lugar podía mirarlo fijamente pero la cubrían un poco las sombras que se formaban sobre ella gracias a los tupidos árboles cercanos que rodeaban el edificio.
-¿Quienes? ¿No me estás engañando?
Estiró la mano y le quitó suavemente el cigarrillo de las manos para darle una calada ella. Costumbre de señoritas en Beauxbatons, de la que su padre no estaba para nada enterado. No era un vicio, ni mucho menos, era una convención social. Una vez que soltó el humo hacia un lado, se lo devolvió. Esperaba, a la expectativa, la historia.
Se quedó quieta cuando alargó la mano para pasarle el cabello por detrás de la oreja y acariciar su mejilla, y le dibujó una tímida sonrisa. De pronto de estaba muriendo de ganas de besarlo, pero no pensaba hacer eso, no era su estilo, ni tenía ganas de experimentar con su personalidad en ese preciso instante. Mantuvo la sonrisa y se atrevió a mirarlo más tiempo de lo que lo había hecho hasta ese momento sin desviar la vista. Esa noche no iba a dormir muy tranquila de seguro, porque estaría todo el tiempo pensando en eso que acababa de ocurrir, pensando en qué iba a ponerse, cómo iba a actuar, imaginando a dónde la llevaría...estupideces que a él seguramente le importaban más bien poco, aunque eso ella no lo sabía.
Se le quedó mirando fijo cuando soltó aquél dato. ¿Qué tío? ¿Qué Burroughs? Claro que no sabía nada, aquella historia seguramente estaría betada por su padre. Su abuelo era mucho más flexible pero tampoco era como si se pusiera a contarle historias de amor. Pensó en su tía, en su madre, pero no estaba segura de a quién se refería y hasta ese momento, no había tenido noticias de ningún Crawford, ni recordaba que nadie en su casa lo hubiera mencionado. ¿Por qué? su abuelo había sufrido bastante con eso, su papá nunca lo había aceptado y su tía...pues su tía no tocaba los temas que dolían de verdad. También podía ser que solo la estuviera engañando por ablandarla. Era su deber ver las dos caras de la moneda.
-No, no lo sabía...
Le sonrió de nuevo y caminó hasta recargar la espalda en la fría pared para recargarse, desde ese lugar podía mirarlo fijamente pero la cubrían un poco las sombras que se formaban sobre ella gracias a los tupidos árboles cercanos que rodeaban el edificio.
-¿Quienes? ¿No me estás engañando?
Estiró la mano y le quitó suavemente el cigarrillo de las manos para darle una calada ella. Costumbre de señoritas en Beauxbatons, de la que su padre no estaba para nada enterado. No era un vicio, ni mucho menos, era una convención social. Una vez que soltó el humo hacia un lado, se lo devolvió. Esperaba, a la expectativa, la historia.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Ocupada? no lo creo...
Como les había dicho, no tenía ni puta idea del porqué había soltado aquello que era algo así como una de las cosas que más guardaba de la infancia, y me estoy refiriendo a las historias de mi madre respecto a esa época y más en específico, respecto a un tío del que por supuesto el jodido Miller también me había contado algunas historias… en un corte más bien absolutamente contrario a las que me había contado mi madre. Suponía yo que tocar el tema en ese instante era simplemente por el hecho repetitivo de ser un Crawford y estar abordando a una Burroughs, nada más…
Por supuesto que ella no lo sabía, los Burroughs era una muy reconocida familia en la sociedad mágica cuyo prestigio, autoridad y todas esas mierdas no podían permitir que esa clase de cosas perduraran en la memoria de las personas (aunque ya significaba bastante que de su familia hubiera salido Per Alechinsky, actual líder de la jodida KAU). Dude por un instante en qué tan buena idea era contarle algo así a Pearlie, en primer lugar porque sacaba de contexto mis intentos de conquista… y en segundo porque mierda, esas historias más que simples historias eran parte de mi infancia, demasiado personal para mi gusto.
Pero qué coño, era bien sabido que esa clase de historias eran una herramienta casi infalible para entrar al corazón de una chica, y al final de cuentas era precisamente eso de lo que se trataba. Un buen conquistador usa todas las herramientas que estén a su alcance con tal de obtener un único fin, y si dentro de esas herramientas estaba el usar una historia tan entrañable como mis propias raíces… pues a la mierda, que tampoco era tan importante como para que me sintiera afectado de alguna forma. Dejé que me quitara el cigarrillo y me recargué sobre la misma pared mientras mi mente rememoraba todas esas mierdas en las que no había pensado desde hace ya bastante tiempo.
-No, no te estoy engañando. Mi tío se llamaba Ewan Crawford… y fue algo así como un puto guerrillero que combatía a muerte con los primeros mortifagos justo cuando Lord Voldemort se encontraba en plena ascensión al poder...-
Esperaba que Pearlie de verdad quisiera escuchar aquello, porque no era como si le contara cualquier puta cosa y tal...
Por supuesto que ella no lo sabía, los Burroughs era una muy reconocida familia en la sociedad mágica cuyo prestigio, autoridad y todas esas mierdas no podían permitir que esa clase de cosas perduraran en la memoria de las personas (aunque ya significaba bastante que de su familia hubiera salido Per Alechinsky, actual líder de la jodida KAU). Dude por un instante en qué tan buena idea era contarle algo así a Pearlie, en primer lugar porque sacaba de contexto mis intentos de conquista… y en segundo porque mierda, esas historias más que simples historias eran parte de mi infancia, demasiado personal para mi gusto.
Pero qué coño, era bien sabido que esa clase de historias eran una herramienta casi infalible para entrar al corazón de una chica, y al final de cuentas era precisamente eso de lo que se trataba. Un buen conquistador usa todas las herramientas que estén a su alcance con tal de obtener un único fin, y si dentro de esas herramientas estaba el usar una historia tan entrañable como mis propias raíces… pues a la mierda, que tampoco era tan importante como para que me sintiera afectado de alguna forma. Dejé que me quitara el cigarrillo y me recargué sobre la misma pared mientras mi mente rememoraba todas esas mierdas en las que no había pensado desde hace ya bastante tiempo.
-No, no te estoy engañando. Mi tío se llamaba Ewan Crawford… y fue algo así como un puto guerrillero que combatía a muerte con los primeros mortifagos justo cuando Lord Voldemort se encontraba en plena ascensión al poder...-
Esperaba que Pearlie de verdad quisiera escuchar aquello, porque no era como si le contara cualquier puta cosa y tal...
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Ocupada? no lo creo...
Abrió los ojos atenta como una lechuza cuando le empezó a contar sobre su tío, Ewan Crawford. Le regresó el cigarrillo después de una segunda calada y parecía que el ambiente había cambiado de pronto a uno mucho más tranquilo. Seguía teniendo frío por haberse salido así sin suéter pero no quería hacer ningún gesto que relatara eso por temor a que Crawford lo interpretara como un coqueteo de “ven abrázame”. No era que no se le antojara, pero sería una contradicción total de pronto ponerse así con él luego de que había intentado no parecer tan fácil.
-Eso suena muy bien. Pero no me has dicho quién es la Burroughs.
Arqueó las cejas con interrogación, aunque por lo que decía, comenzaba a sospechar que se trataba de su tía Frances. Alguna vez su papá le había dicho que esperaba que ella jamás saliera como su tía de joven, aunque eran tan físicamente parecidas. Annapola se la pasaba diciendo que ojalá su Frances hubiera tenido no solo la cara de Pearlie, sino su devoción hacia la familia. El prototipo de chico que Joseph catalogaba como su tío, sonaba a alguien que solamente le hubiera atraído a su tía, no a su madre, aunque bien podía llevarse una sorpresa.
Y ya entrados, de pronto le aterró la idea de estar haciendo precisamente lo contrario a lo que su abuela y su papá –y toda la familia- habían esperado de ella siempre. Que, precisamente, estaba aceptando salir con un chico que seguro ellos no aprobarían desde el primer vistazo. Pensar en ello la puso nerviosa, y no quiso quitarle el cigarrillo de nuevo. De pronto se sentía muy cerca de él, muy cerca de su hombro, pero cerca de todos modos. Se acomodó el cabello, carraspeó y se separó de la pared.
-Creo que me voy a meter ya. Nos vemos el viernes ¿entonces?
No quería irse de verdad o al menos, le daba curiosidad ver si había más conversación o algo, porque todo eso era un preámbulo a la cita. Pero de pronto le había dado como un mini ataque de ansiedad por todo lo que había pensado de su familia. Era lo que tenía haber vivido toda su vida tan apegada a ellos. No se arrepentía de nada, ni de sus decisiones, ni quería cambiar su forma de ser, pero era lo suficientemente capaz de darse cuenta de que estaba muy limitada y aceptarlo. ¿Querer cambiarlo? No sabía realmente de qué se estaba perdiendo, así que no podía decir nada al respecto.
Se acercó rápido para darle un beso en la mejilla a modo de despedida, apoyándose en los hombros de él. Después de todo, había sido lo suficientemente lindo como para bailar tap, invitarla a bailar, invitarla a salir, decirle que sí a todo.
-Eso suena muy bien. Pero no me has dicho quién es la Burroughs.
Arqueó las cejas con interrogación, aunque por lo que decía, comenzaba a sospechar que se trataba de su tía Frances. Alguna vez su papá le había dicho que esperaba que ella jamás saliera como su tía de joven, aunque eran tan físicamente parecidas. Annapola se la pasaba diciendo que ojalá su Frances hubiera tenido no solo la cara de Pearlie, sino su devoción hacia la familia. El prototipo de chico que Joseph catalogaba como su tío, sonaba a alguien que solamente le hubiera atraído a su tía, no a su madre, aunque bien podía llevarse una sorpresa.
Y ya entrados, de pronto le aterró la idea de estar haciendo precisamente lo contrario a lo que su abuela y su papá –y toda la familia- habían esperado de ella siempre. Que, precisamente, estaba aceptando salir con un chico que seguro ellos no aprobarían desde el primer vistazo. Pensar en ello la puso nerviosa, y no quiso quitarle el cigarrillo de nuevo. De pronto se sentía muy cerca de él, muy cerca de su hombro, pero cerca de todos modos. Se acomodó el cabello, carraspeó y se separó de la pared.
-Creo que me voy a meter ya. Nos vemos el viernes ¿entonces?
No quería irse de verdad o al menos, le daba curiosidad ver si había más conversación o algo, porque todo eso era un preámbulo a la cita. Pero de pronto le había dado como un mini ataque de ansiedad por todo lo que había pensado de su familia. Era lo que tenía haber vivido toda su vida tan apegada a ellos. No se arrepentía de nada, ni de sus decisiones, ni quería cambiar su forma de ser, pero era lo suficientemente capaz de darse cuenta de que estaba muy limitada y aceptarlo. ¿Querer cambiarlo? No sabía realmente de qué se estaba perdiendo, así que no podía decir nada al respecto.
Se acercó rápido para darle un beso en la mejilla a modo de despedida, apoyándose en los hombros de él. Después de todo, había sido lo suficientemente lindo como para bailar tap, invitarla a bailar, invitarla a salir, decirle que sí a todo.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Ocupada? no lo creo...
Ese tipo de historias en realidad se las había contado a muy pocas personas, o más bien… al único que se las había contado era el jodido de Rayder, y eso solamente porque habíamos compartido demasiado tiempo desde primer grado en Hogwarts. Pero pese a que nunca nadie además de él había escuchado algo como eso salir de mi boca, hablar de ello con Pearlie no me hacía sentir una mierda de incomodidad ni para por el estilo, en gran parte porque su relación con la propia historia era más o menos igual que la mía. Recibí el cigarrillo de vuelta y fumé de él, sonriendo al darme cuenta que efectivamente aun no le decía a quién de sus familiares me refería, aun cuando probablemente ella ya lo supiera, y es que… ¿quién más podría ser?
-¿Segura que no lo sabes?, hablo de tu tía Frances… la misma que parió a Per Alechinsky y… bueno tus cuatrocientos primos. Ella y mi tío Ewan fueron algo así como entes inseparables en algún momento… hasta que un mortifago llamado Marcelo Levine lo asesinó y bueno, ya te imaginarás todo el puto drama.-
Me di cuenta que en realidad no era una historia tan larga como hubiera imaginado, más bien era un hecho aislado del que partían las otras historias que en algún momento me había contado mi madre, cosas y detalles que en realidad no pintaban mucho en el tema y que además no sabía cómo abordar precisamente porque no había un orden del cómo contarlas. Además ni siquiera tenía puto sentido hacerlo.
De lo que no me había dado cuenta era que efectivamente, me había despojado por completo de las intenciones de conquista con las que en principio la había abordado, y ahora todo parecía más jodidamente personal. Noté como Pearlie decidía despegarse de la pared y tomar cierta distancia, lo que significaba que probablemente había algo en lo que había pensado y que tal vez se relacionaba con la idea de una Burroughs y un Crawford. No podía saberlo con certeza, pero algo me decía que la educación de los Burroughs tenía ese jodido prejuicio de “la buena familia” que les impedía aceptar que cualquier desgraciado se relacionara con algún miembro de la familia, el mismo puto pecado neanderthal que a pesar del tiempo aún seguía siendo demasiado persistente en las familias más importantes del mundo mágico.
Claro, a mí me importaba una mierda, y de hecho siempre habían sido un aliciente más para tratar de llevarme a la cama a chicas con ese tipo de condiciones. En ese momento decidí que con Pearlie no tenía por qué ser diferente, al final de cuentas lo que quería justamente era eso… follármela unas cuantas veces y hacer caer ese puto manto virginal con el que contaba, ¿o no Crawford?. Eso era todo, no tenía por que haber una mierda de diferencia…
-Por supuesto lindura, prepárate para un viernes inolvidable, ya lo verás…-
Volví a la misma puta actitud y le guiñé un ojo antes de que fuera ella la que se acercara para plantarme un beso en la mejilla. Si no hubiera sido por la mierda de la historia aquella, era bastante probable que hubiera podido sacar cuando menos un puto buen beso de verdad, como Dios mandaba, pero ahora me tenía que conformar con aquel gesto que si bien calentaba de forma agradable mi cuerpo, no era ni de cerca lo que mis verdaderos deseos necesitaban. Pero eso me pasaba por comportarme como puto novato a la primera oportunidad…
-Hey… gracias por aceptar Pearlie, en serio es un puto placer…-
Se lo dije antes de que la chica finalmente decidiera ingresar al salón de convivencia, y eso en particular no era ningún invento de mi parte. No sé, me sentía como emocionado por el puto viernes y lamentaba que faltaran un par de días para ello, y luego de esas emociones me sentiría como un jodido maricón y muy probablemente mañana en la mañana trataría de provocar a alguien para liarme a golpes para refrescar mi verdadero yo. Me vendría bien…
-¿Segura que no lo sabes?, hablo de tu tía Frances… la misma que parió a Per Alechinsky y… bueno tus cuatrocientos primos. Ella y mi tío Ewan fueron algo así como entes inseparables en algún momento… hasta que un mortifago llamado Marcelo Levine lo asesinó y bueno, ya te imaginarás todo el puto drama.-
Me di cuenta que en realidad no era una historia tan larga como hubiera imaginado, más bien era un hecho aislado del que partían las otras historias que en algún momento me había contado mi madre, cosas y detalles que en realidad no pintaban mucho en el tema y que además no sabía cómo abordar precisamente porque no había un orden del cómo contarlas. Además ni siquiera tenía puto sentido hacerlo.
De lo que no me había dado cuenta era que efectivamente, me había despojado por completo de las intenciones de conquista con las que en principio la había abordado, y ahora todo parecía más jodidamente personal. Noté como Pearlie decidía despegarse de la pared y tomar cierta distancia, lo que significaba que probablemente había algo en lo que había pensado y que tal vez se relacionaba con la idea de una Burroughs y un Crawford. No podía saberlo con certeza, pero algo me decía que la educación de los Burroughs tenía ese jodido prejuicio de “la buena familia” que les impedía aceptar que cualquier desgraciado se relacionara con algún miembro de la familia, el mismo puto pecado neanderthal que a pesar del tiempo aún seguía siendo demasiado persistente en las familias más importantes del mundo mágico.
Claro, a mí me importaba una mierda, y de hecho siempre habían sido un aliciente más para tratar de llevarme a la cama a chicas con ese tipo de condiciones. En ese momento decidí que con Pearlie no tenía por qué ser diferente, al final de cuentas lo que quería justamente era eso… follármela unas cuantas veces y hacer caer ese puto manto virginal con el que contaba, ¿o no Crawford?. Eso era todo, no tenía por que haber una mierda de diferencia…
-Por supuesto lindura, prepárate para un viernes inolvidable, ya lo verás…-
Volví a la misma puta actitud y le guiñé un ojo antes de que fuera ella la que se acercara para plantarme un beso en la mejilla. Si no hubiera sido por la mierda de la historia aquella, era bastante probable que hubiera podido sacar cuando menos un puto buen beso de verdad, como Dios mandaba, pero ahora me tenía que conformar con aquel gesto que si bien calentaba de forma agradable mi cuerpo, no era ni de cerca lo que mis verdaderos deseos necesitaban. Pero eso me pasaba por comportarme como puto novato a la primera oportunidad…
-Hey… gracias por aceptar Pearlie, en serio es un puto placer…-
Se lo dije antes de que la chica finalmente decidiera ingresar al salón de convivencia, y eso en particular no era ningún invento de mi parte. No sé, me sentía como emocionado por el puto viernes y lamentaba que faltaran un par de días para ello, y luego de esas emociones me sentiría como un jodido maricón y muy probablemente mañana en la mañana trataría de provocar a alguien para liarme a golpes para refrescar mi verdadero yo. Me vendría bien…
Joseph Crawford- Mensajes : 248
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