Creo que tengo hambre.

14:50
Jueves. Junto a la puerta el comedor.
Fuera llueve, dentro hace una temperatura agradable (?)
Ropa de Ebba

Lo primero que hizo fue guardar la capa. Ni modo de ir con aquella capa escolar por la vida. NO. Se negaba. Bajo aquella capucha de amargada iba muy cómoda, ese día solo había tenido dos clases por la mañana, y sus profesores (por el momento) no se habían mostrado muy escépticos en cuanto a la hora de vestir así que, por normal general, iba como mejor le venía, como se le antojaba, hablando claro.

En ese momento corría un poco apresurada hacía el comedor. Con la tontería de haber tenido que ir a soltar la capa a su cuarto, de paso se atavió un cómodo gorrito de lana que aplacara un poco el pelo y se quedó por un ratito hablando con Bea contándole rápido lo que habían hecho en esa clase porque a la chica no se le dio la gana de ir… pues iba un poco tarde para llegar al almuerzo. En cosa de quince minutos cerrarían la zona de coger comidas y ella no quería tener que ir a la cafetería a comprar, coño, que para algo estaba pagando las dietas de la universidad.

Mientras corría de manera casi desesperada (ni tanto, que por un par de galeones no se iba a morir, pero si no se equivocaba ese día había algo que le agradaba en el menú) vio, cerca de la puerta, una cara bien conocida. Era Thomas, algo así como el novio de una de sus amigas más cercanas en la facultad, y decía “algo así” porque joder, imaginarse a Bet con novio era casi lo mismo que imaginarse a sí misma con novio, una tarea, además de ardua, inverosímil. Pero ella mantenía algo él algo parecido a la exclusividad y Ebba lo respetaba, no apostaría por cuánto tiempo estarían juntos y “exclusivos” por respeto y porque ella se veía jodidamente feliz con él…

- ¡Thomas! - dejó de correr solo porque iba a estamparse contra él, de otra forma lo habría evadido… siempre había pensado que aquel chico no era lo que ella podría considerar “un amigo” pero mira, entre que estaba con su amiga y lo que había visto de él en el tiempo que llevaban compartiendo universidad se había empeñado en hacer que esa visión cambiara y ahora al fin si pudiera considerarlo como tal- ¿sales del comedor o entras?

Iba bastante apurada, miró su reloj y se dio cuenta de que solo quedaban como diez minutos antes de que no pudiera coger comida, pero con cinco para ello le sobraban así que paró a su lado, a ver que decía.

Por supuesto que no se había fijado en su atuendo, sus pelos, en nada. O sea, como que moría de hambre un poco y a la vez de prisas y era mucho mejor no mirar a Blake más de la cuenta, que le jodido era bien guapo y estaba con Bet, era como mirar los pastelitos expuestos en las pastelerías pijas, algo que jamás podrás comprar porque cuestan como medio apartamento en Brooklyn, pero que es imposible no mirar porque joder, son como tan apetecibles…
Alejó con un rápido saludo aquellos pensamientos de su cabeza. No no y no.

Por suerte él también entraba y no tendría que estar un par de minutos ahí parada, sino que, ya, oficialmente, le daría tiempo de comer ahí. Si, menos mal, porque ni dinero había cogido con las prisas, en el bolso apenas llevaba la varita, su pitillera de siempre y poco más. Una libreta y un estuche, muy muggle, para que mentirse.

- Yo pensaba comer aquí mismo, con un poco de suerte nos dejan el sitio abierto… a veces lo hacen, ya sabes, para los rezagados. Lo más que puede pasar es que veamos elfos limpiando el resto de mesas – lo dijo, no por desestimar su plan, si no para comodidad de ambos. Tendrían que llevar las bandejas y todo hacía donde fueran a comer, pero claro, quizás no les dejaban quedarse ahí, no todo era siempre como ellos querrían.

Pero bueno, al menos no tendría que comer sola y corriendo por descuidada.

- ¡Pasta! Ni me acordaba. Es una de mis comidas favoritas. Creo que moriría de placer si pudiera visitar uno de esos restaurantes italianos donde hay como mil tipos distintos de pasta y pudiera elegir una variedad distinta cada día.

No exageraba. Ella no era como ese tipo de chicas super preocupadas por su físico que no comerían más hidratos de carbono de los justos y necesarios. En ese momento ni cuenta se dio de lo tranquilamente que estaba hablado con Blake, aunque aquello no pudiera considerarse realmente una conversación ya que tan solo había hablado ella sobre la comida, pero como fuera. Cogió la bandeja y se sirvió un plato bastante lleno, de segundo cogió un par de filetes que había y algunas patatas, ni sabía si tendría tanta hambre… retiró un filete del plato mejor y simplemente tomó una manzana para postre, mirando como terminaba Blake de escoger su propia comida.

- Y en tu plan… – miró el desértico comedor, así no lo dejarían abierto jamás - ¿Dónde te imaginabas comiendo?

Toda la culpa era de aquellas horribles costumbres inglesas. ¿Quién en su sano juicio almorzaba entre las 12 y las 15 horas? O sea, nadie. La hora de comer. Como pronto, era a la una de la tarde, pero hasta las tres se hacía extensible… nada de las doce. Ella jamás tendría apetito a las doce.

En cuanto oyó aquella tontería de la habitación se puso nerviosa. ¿Qué pasa? ¿Le había leído la mente sobre todo lo que tenía que hacer para fingir no mirarle cuando en realidad no paraba de hacerlo? Soltó una risita nerviosa, más de lo necesario quizás pero que supuso se habría disimulado buenamente como unas carcajadas por la payasada que había dicho.

-Ni lo menciones Thomas, tu eres un tipo demasiado decente para decir esas cosas. Así que mejor deja de intentar ilusionarme con que me vas a proponer eso y comienza a pensar algo más útil.

Dicho aquello, que intentaba ser una forma estúpida de seguirle la broma, oyó su pregunta, por lo que se puso a cavilar, algo nerviosa… algo nerviosa por lo que él mismo acababa de decirle, joder.

- Ciertamente hoy hace un día completamente horrible. Esta mañana estuvo lloviendo cosa de una hora sin parar… supongo que todo el suelo de los alrededores estará completamente embarrado –se mordió el labio suavemente, en un gesto tan rápido que quizás él ni habría llegado a ver - mi facultad está cerca de aquí – dijo dejándolo caer simplemente por no estar cerca de SU habitación, pero el hecho de que igual a su amiga no le gustaría verlo a él, con ella, le cohibió un poco así que después negó con la cabeza, no es que fueran a hacer nada, pero no sabía tanto de Bett como para poder jurar que no era mujer celosa y posesivas con sus parejas - ¡ah! Pero un par de locos de astrología estaban hoy probando hechizos en la zona común, si vamos a comer allí igual de pronto el sillón salta y nos deja clavados en el techo.

Dicho aquello esperaba que él mismo propusiera la zona común de su facultad, tampoco quedaba lejos. Ninguna en realidad lo hacía.

-Vamos saliendo, quizás quien sabe, nos encontramos un banco cómodo y podemos comer ahí felizmente mientras miramos a la nada… - dijo irónicamente - es como un plan muy triste, pero es un plan.

Lo miró, no pudo evitarlo, de arriba abajo, cuando él mismo lo hizo. Después suspiró y apartó la vista, fingiendo que el suspiro se debía a cualquier otra cosa. ¿A que podría deberse si no a que él era demasiado atractivo y se había ido a dar cuenta justo en la última fiesta? Demasiado tarde Ebba, ya no era momento, ni lugar, ni había modo de hacer aquello de manera moralmente aceptable.

–O sea, que si salimos de aquí y yo me muero de frío, el alemán simpático me dejará robarle su capa. Bien, capté el mensaje.

Estaba claro que ella no iba con ropa que le permitiera salir fuera de los cálidos muros de los distintos edificios y se había movido de pasadizo en pasadizo para llega hasta el comedor sin, oficialmente, salir de los mismos. Como que no le apetecía pillarse un resfriado sin motivo real y por un simple capricho olvidadizo.
Cuando él finalmente propuso ir a su facultad ella asintió y siguió al chico, ya llevaba ahí algún tiempo pero era poco dada a llevar bandejas de un lado a otro y toda su atención iba, de la pasta a la bebida y de la bebida a las patatas que no paraban de moverse y como se le callera todo iba a terminar muerta de hambre y seguramente bien manchada. Vamos, que sería un pequeño desastre.

–Pues mira, no había pensado que podrías dejarme algo si allí hace frío, pero creo que sigo prefiriendo robarte la capa, para no hacerte subir escaleras y tal ¿o los dormitorios de Cerridwen están en la misma planta que la zona común? Porque mi facultad está, como que muy mal organizada…

Y culpa de tanto criticar y tanto decir tonterías había logrado que, despistándose, se le desequilibrara la botella de coca cola que llevaba, eso hizo que toda la bandeja se le torciera, se quemó la mano porque le cayeron encima patatas que estaban realmente calientes y dando un gritito estúpido soltó la bandeja, la coca cola rodó hasta dar con los pies de Blake, la pasta le cayó sobre los pantalones, haciendo un desastre total de tomate y salchichas en ellos y para colmo el resto de la bandeja estaba en estaba bocabajo en el suelo, toda la comida a la mierda.

–¡Ay! Joder… mierda… – se dio cuenta de que estaba soltando puros improperios y suspiró tratando de relajarse – soy un jodido desastre, debí llevarla levitando, habría sido mejor opción.

Ahora no sabía qué hacer, entre otras cosas ya no tenía escusa para ir a acompañarlo a comer, y ella misma podría, después de cambiase, ir a la cafetería a comprar algo…

Agradeció en silencio que el muchacho hiciera aquello por ella, lo de intentar aliviarle la quemadura que fue lo que originalmente ocasionó que se le callera todo como a una buena torpe más.
Se miró la mano, aún con la misma expresión de incomodidad, no le agradaba haber hecho aquello delante de él, no había modo de salir de esa situación sin parecer una gilipollas que ni llevar comida encima puede. Pero incluso suspiró un poco ante aquella sonrisa que él le ofrecía. Ese chico era como… medicinal para sus ánimos, ya iban dos veces ese mismo día que se había alterado (primero mientras corría hacía la facultad, claro) y él la calmaba muy tranquilamente.

–Pero como compartamos la comida te vas a quedar con hambre - dijo cuando él terminó de hablar, después de oír todo lo que había dicho y por lo tanto, después de sentir la necesidad de cambiar de tema, mirar a otro lado, estaba clarísimo que si seguía pensado en meterse en su dormitorio y robarle ropa le saldría una úlcera en el estómago simplemente por el lio mental y moral que ello le producía.

Carraspeó un poco al momento en el que se agachó un poco, ya no notaba la quemadura de la mano y frunciendo un poco el ceño se miró los pantalones, moviéndolos con asco total.

–Por cierto, gracias por lo de la mano, creo que he sido demasiado torpe… – se mordió el labio y miró alrededor no había casi nadie y suspiró –¿crees que si me aplicó un fregotego funcionará? Digo… me daré una ducha, que esto es asqueroso, pero creo que prefiero seguir usando mis pantalones, como que siento que los tuyos me quedaran demasiado largos… y eso – se mordió el labio suavemente algo nerviosa con todo aquello. No había lugar a la malinterpretación en todo aquello, o sea, él iba con toda su buena intención a ayudarla y ella comenzaba a fantasear sobre cuantas ducha tendría que darse antes de poder darle siquiera un beso. Era como la peor persona del mundo.

Por supuesto que en cuanto él le había dicho (hacía un ratito) que le siguiera ella lo había hecho y fue durante el camino que se puso a decir todas esas cosas, y pensó que debería de haberlo guiado ella a su sala común y ahí haberse cambiando en su cuarto y de paso haber cogido algo más abrigado, estaba aprovechándose, sin sutilidades, de su buena fe.

Oyó su explicación sobre el conjuro y al momento supo que hablaba en realidad de la mujer de su padre. Ebba había conocido a Blake cuando era un niño y aún estaba bajo la influencia directa de su auténtica madre, había sido un niño muy bueno, sí, pero a ella la miraba mal y raro por tener un padre muggle y por supuesto eso a Ebba (pequeñita) no le sentó nada bien, de ahí venía esa especie de rencor que no había desaparecido aún del todo, sobre todo porque bueno, no había vuelto a estar con él en una misma habitación y hablando tranquilos hasta ahora, o más bien hasta el día de la fiesta de Samhain, donde pudo apreciar que aquello prejuicios se había evaporado de su mente, pues la trató no solo bien si no mejor. Quizás él ni sabía que era amiga de Bet ¿no? Nunca habían llegado a coincidir los tres formalmente, por decirlo de algún modo.

- Da igual que pudiera no haber funcionado, la cosa es que lo hizo.

Con un suave gesto le quitó importancia, ya le había dado las gracias y no había que darle más vueltas al tema, al fin y al cabo ambos estaban bien, todo estaba bien excepto sus pantalones y su comida. Por supuesto que ella haría como él decía, por probar no pasaba nada, y en el peor de los casos podría ir corriendo a su dormitorio para cambiarse si no funcionaba. Blake podría comer tranquilo y ella podría pasarse por la cafetería para comprarse un bocata, que tampoco es que fueran excesivamente caros.

Había que decir que se sentía un poco intimidada por estar haciendo aquello. Colarse en otra facultad no era nada, pero en los dormitorios de los chicos de otra facultad, para meterse en el baño de uno de esos cuartos y darse una ducha en el mismo, eso ya era otra cosa, sonaba como a actos en mayúsculas, ese tipo de cosas que los profesores amonestaban sin pensárselo, pero joder, antes de darle tiempo a quejarse (que no lo iba a hacer, viendo lo visto) estaban en la habitación del chico. Flanqueó el marco de la puerta y se giró un momento a mirarla, estaba más ordenada de lo esperado. No sabía nada de Blake en realidad…

- Bueno, y … ¿qué hago? ¿Me ducho así sin más? ¿Uso tus cosas? ¿Qué hago? Mira, es la primera vez que me voy a duchar en el cuarto de un chico, así que entra ahí y asegurarte de que tus compañeros no tengan nada que me haga gritar – lo dijo riéndose, como si realmente le pusiera nerviosa eso pero no, en realidad se había duchado en bastantes casas de chicos, y cuartos privados, sabia de que iba todo aquello, pero lo cierto es que no sabía que toalla usar, por ejemplo, o que jabón podría robarle y cosas así, no iba a entrar sin más, y la verdad es que seguía con hambre, así que no quería tardar mucho.