Hambre de Medianoche

¿Qué pensaban en esa facultad, que los deportistas no tenían arranques de hambre a media noche? Pues sí que los tenían, al menos yo. Me encantaba considerarme ya una universitaria en vías de ser deportista profesional sólo por haberme matriculado y las primeras semanas en la universidad iban bien, mejor de lo que había pensado, sobre todo por que ya no estaba en casa mirando South Park, tomando cerveza y malgastando mi futuro.

Al menos ahora hacía mucho ejercicio y podía comer lo que me daba la gana, el problema era que el servicio de comedor se terminaba más temprano que tarde y varias noches las había pasado con el estómago rugiéndome de necesidad calórica.
Había pensado en una solución cuando daba vueltas por las tiendas de ultramarinos y comida extraña de Diagon, y la solución era una especie de caldero desechable al que había que agregarle agua con un aguamenti y calentarlo en una chimenea o lugar no-flamable con incendius. Dos hechizos básicos, toneladas de sabor. Qué slogan más estúpido.

Así que mis tortelinnis de salchicha italiana en salsa de hongos tendrían que estar listos, si las instrucciones no mentían, en cosa de diez minutos. Había cenado pero me daba igual, tenía más que mucha hambre y como no había nadie en el salón de convivencia, seguro lo les molestaría que yo estuviera comiendo como si estuviera en orfanato.

El único problema fue que empezó a oler como si fuera a hacer un banquete para toda la universidad. Empecé a reírme, no me quedaba más, si empezaban a bajar por las escaleras mis furiosos y fornidos compañeros preguntando qué carambas era ese olor que se metía en sus sueños, entonces empezaría a preocuparme. Bueno, ya estaba algo preocupada, sobre todo por que después de servirme un plato el caldero se había vuelto a llenar, y era pecado desperdiciar comida como decía madrina Birdie.

Sin saberlo, estaba de acuerdo con Leslie. Aunque desayunaba bastante pesado y se la pasaba comiendo el resto de la tarde, siempre sentía que necesitaba más, aunque fuera un bocadillo. Hákan se lo atribuía a que hacía mucho deporte, se ejercitaba demasiado y necesitaba mantenerse bien alimentado todo el tiempo. En casa acostumbraba a comer cuando se le daba la gana porque su madre los consentía mucho y recordaba que su padre siempre había sido de muy buen diente, siempre contándoles que de niño no había tenido mucho y que con la abundancia había que aprovechar cada bocado. Pero en Brigantia los bocados estaban limitados a ciertas horas y aunque parecía estoico y decidido a acostumbrarse, le costaba lo suyo.

No dormía temprano, sufría de insomnio por días y aquella era una de esas desgraciadas noches que no conciliaba el sueño, por eso se entretuvo un rato con una revista de quidditch con la que además practicaba su inglés, porque Crawford no servía de mucho para eso de la dicción y el buen entendimiento. No se lo imaginaba en sus clases de historia, respondiendo y dialogando con ese léxico aparentemente limitado. Y no se había juntado mucho con nadie como para tener la confianza de pedirle que le enseñaran a hablar mejor inglés, así que probaba con los libros y las revistas.

Sin nada de sueño, lo alarmó un olor bastante penetrante a comida que parecía provenir del salón de convivencia. Dejó la revista a un lado, se puso una sudadera encima, los pantalones, y llegó descalzo hasta donde Leslie Ayres se daba un banquete de comesola.

La había conocido en las primeras clases de Joachim Ayres, eran parientes de seguro pero no sabía a qué grado, ni le importaba porque de todos modos ella también había tenido que hacer todos los ejercicios físicos demandantes que el resto, lo que indicaba neutralidad, al menos en ese campo. Él por cierto, estaba encantando hasta el momento, pero ya tenía ganas de humillar a todos sobre la escoba. Ni siquiera recordaba si Leslie había dicho en qué posición jugaba, pero la veía menuda y desordenada, debía ser buscadora.

-Eh, compañera. ¿Me das un poco de eso?-Dijo acercándose para sentarse en el sillón más cercano a ella, mientras la miraba con curiosidad. Parecía recién salida de un manicomio, aunque a él ya le habían dicho también que parecía recién salido de un hospicio.

Los pasos que escuché no pretendían ser muy silenciosos así que voltée sin discreción para reconocer a un chico extranjero que había visto ya en las prácticas físicas y le sonreí inmediatamente procurando de no hacerlo enseñando dientes ni nada por que no estaba segura de tenerlos perfectamente limpios.

-Te doy un poco y más, compañero ¿Sabes cuál es el problema? que sólo viene un plato, pero puedes usar el mío, yo ya me llené

Me puse de rodillas para acercarme al dichoso caldero desechable del que brotaba comida sin fin sin siquiera detenerme a analizar si el muchacho no iba a asquearse por que le estaba ofreciendo el mismo plato que yo estaba usando y de paso el cubierto en el que ya había puesto mis babas, aunque bueno, si alguien hubiera hecho lo mismo hacia mi la verdad me hubiera importado bien poco. Me arremangué mi pijama rosa fosforescente a juego con unos pantalones de estampado de cobras multicolores mientras me daba a la tarea de servirle una buena porción.

-¿No te molesta usar mi plato, no? También puedes hacerlo directo del caldero y con la mano, aunque parecerá comedero de ganado. Ya, sería más desagradable, acepta mi plato. Soy Leslie ¿Tú? Ya te había visto en los entrenamientos ¿No estabas en Hogwarts no?

Le volví a sonreír y volví a mi posición de estar sentada en el suelo, recargada en uno de los sillones de la facultar que más bien parecía un cuartel militar de la edad media, lo que a veces me hacía extrañar un poco Hogwarts o el sofá de mi casa donde solía tirarme a fumar hierba y jugar mario kart. Bueno, realmente no extrañaba eso último, por que no se lo había dicho a nadie pero siendo una bruja universitaria me sentía mucho mejor conmigo misma que siendo un lastre para lo que quedaba de mi familia, o sea mi padre.

El islandés había crecido con la suficiente cantidad de hermanos como para que compartir o comer del mismo plato no significara nada, no importaba que unos llevaran tu sangre y la gente como Leslie no, lo importante era que ella parecía tener los principios básicos de higiene necesarios como para que a él no le importara. No parecía vagabunda ni que llevaba seis días sin bañarse.

Agarró primero el cubierto sin hacerle ascos y luego tomó el plato que le extendía, sonriéndole porque había entendido su chiste de los comederos de ganado y podía hacer rápidamente una imagen mental de lo dicho sin tropezar con barreras de idioma. Aunque la textura de la comida lo hacía recordar a la comida corrida de Nonnabiti, a la que su hermana Ásdis era adicta.

-Hákan. Eres hija del profesor, sobrina o algo así, ¿no?-Comió antes de seguir pregutando cualquier cosa y con el bocado en la boca señaló que no, que no había estado en Hogwarts-Me recordarías-Dijo en uno de esos arrebatos de ególatra que le daban de repente, por saberse buen jugador, no se lo decía por ninguna otra cosa más que haciendo alusión al quidditch.

La comida no estaba tan mal pero no se comparaba con la que servían en el comedor a las horas adecuadas. Estaba encorvado comiendo rápido, saciando su hambre que no pareció calmarse aun después del primer plato y como el caldero se había vuelto a llenar, se acuclilló enfrente de él para servirse más él mismo.

-¿Esto nunca se termina? Se lleva y se vuelve a llenar. Y cada que se llena siento que tengo que acabármelo, voy a acabar vomitando-No se veía como una niña delicada que le fuera a poner una cara fea por la palabra “vomitar”. Era verdad que cada que se rellenaba el caldero, sentía que si no lo terminaba estaría siendo imprudente respecto a la pobreza en África.-¿No dice en las leiðbeiningar, las…instruc…instrucciones, eso, cuántas veces se llena?

Mejor no pensar en eso y seguir comiendo hasta reventar, no se iba a poner gordo por una noche que consumiera mucho-¿Cuál es tu posición? Te ves como buscadora, por los brazos. – Le gustaban las niñas con las que podía hablar de quidditch, siempre tenían perspectivas interesantes y en su mayoría eran muy orgullosas con eso de demostrar que eran muy buenas.

Me acomodé mejor para ver a Hákan mientras hablaba, no precisamente para ver cómo comía, sólo por que me gustaba ver a la gente a los ojos durante una conversación. Y no pude ocultar por mucho tiempo que tenía una relación más que estrecha con ese pelirrojo que tenían por profesor, o sea que era mi padre y pronto todo el mundo lo sabría. No sabía si eso me gustaba, pero daba igual, de todos modos mi rehabilitación en Brigantia era mejor que malgastar mi juventud, o eso decía mi tío Gaz.

Entorné los ojos sintiéndome tonta por que no se me había ocurrido ver la caja de las instrucciones así que la tomé estirándome mucho por que la había dejado lejos y no tenía ganas de levantarme. Me había pasado lo mismo que al islandés, el llenar el plato de nuevo por pura gula y por no desperdiciar, claro.

-Ah sí, Ayres, es mi papá. Qué tonta, no había mirado esto... las leidbeiningar dicen que... Aquí, que lo desaparezcas con un Incendio. Y que después del cuarto relleno la comida empieza a bajar de calidad. Claro, si no esta porquería remediaría la habmbruna del mundo. No estaba tan mal ¿No? Para una emergencia...

Era el equivalente mágico a esas sopas instantáneas de los minisupers muggles, y seguro si se llenaba y llenaba sin fin uno terminaría comiéndose algo como una pasta de engrudo a base de periódico o algo así. Ah sí, y había imitado lo que había dicho en su lengua madre por que me gustó la sonoridad, pero seguro me salió mal. Me recargué hacia atrás y puse las manos en mi nuca, sonriéndole cuando, cómo no, iba a empezar a hablar de quidditch. Como música para mis oídos.

-Qué dices, si están fofos como rollo de canela. Pero eso cambiará pronto... y sí, soy buscadora. Lo fui varios años cuando estaba en Hogwarts y el último año tuve titularidad y todo, soñaba con hacer pruebas para las Hollyhead Harpies pero fui inconstante cuando salí del colegio y no fue posible... ¿Tú? Adivino: golpeador

Eso de la inconstancia significaba que me la había pasado fumando hierba, jugando mario kart y emborrachándome con Crawford, y ahora que pensaba en él me parecía haberlo visto por ahí acompañado de ese islandés pero quizás me estaba confundiendo.

Hákan sonrió automático por el intento de Leslie de imitar lo que había dicho en islandés. Cuando dejó el plato vacío se golpeó la panza un par de veces para indicar que estaba satisfecho y se echó para atrás en el sillón, estirando los brazos. Su mamá le había dicho infinidad de veces que no hiciera eso de estirarse y que tampoco se golpeara la panza después de comer porque hacía daño pero él no había dejado esas ridículas manías. No le dio clases de islandés porque pensó que realmente no le interesaba aprender a decir algo como “instrucciones” de manera correcta.

Le echó una rápida ojeada de cuerpo completo tratando de imaginársela en un equipo mundialmente conocido y aclamado como las Harpies. Tenía el perfil, encajaba con el prototipo de chica de ese equipo. Hákan se había enamorado de algunas de esas Harpies durante varios años. Leslie no adivinó bien su posición pero le halagó que pensara que era golpeador, eso le indicaba que tenía pinta de rudo o de fuerte.

-No, fallaste. Soy cazador, el más rápido de Islandia.-No sabía si eso era cierto pero no estaba de más alardear, que ahí de todos modos nadie iba a investigar si era verdad o iba a agarrar una revista de quidditch islandesa para buscar quien era el verdadero cazador más rápido del país.

-Genial que tu papá haya sido jugador de quidditch, mi papá también lo era, en las Catapultas de Caerphilly también era cazador. Kristján Sveinsson, ¿habías oído de él? Jugó como dos años nada más, luego regresó a Islandia a casarse con mi madre.- quería investigar todo lo posible de ese hombre todo el tiempo aunque cada vez pensaba más que lo que pudiera encontrar no le iba a buscar. La mamá de Crawford todavía no le había mandado al tipo las fotografías que tenía de su primo Syd,

-Entonces ¿estuviste en Hogwarts? Creo que casi todos aquí estuvieron en esa escuela. Y tenían casas, en Islandia no había eso, solo grados. Se me hace discriminatorio. ¿Tú en qué casa estabas? ¿Cuál es tu “cualidad”?-Ya había escuchado a sus compañeros hablar de esas cosas, le habían contado parte de lo de las casas y el torneo. Ni sabía en qué casa había estado su papá, aunque Crawford decía que daba su brazo a que ravenalgo como su tío.

Después de comer tanto ese asunto ya no era tema de conversación. El caldero y su relleno infinito, que al final no fue tan infinito, se había quedado ahí a un lado y ahora nuestra atención estaba dedicada exclusivamente al quidditch. Me encantaba poder hablar de eso, por lo general mis amigas no eran tan apasionadas al respecto aunque con Regina sí que podía hablar de la Liga, de las mejores anotaciones de tal o cual jornada y demás. Pero era emocionante hablar con alguien nuevo de uno de mis temas favoritos en la vida.

Le sonreí cuando decía que era el cazador más rápido de Islandia y hasta me sentí con la confianza suficiente para empujarlo un poquito luego de que alardeara de esa manera. Lo miré interesada cuando hablaba de su padre y traté de hacer memoria sobre las cosas que el mío me hubiera dicho, y de las viejas revistas que todavía guardaba de sus tiempos de gloria.

-Ya... déjame pensar, Sveinsson... ¡Sí, claro! Papá llegó a mencionarlo, creo que hasta estuvieron juntos en el colegio, no creo que fueran amigos por que los Ayres somos de sangre pesada, después puedes preguntarle a él si te interesa saber cómo jugaba y tal, seguro lo recordará.

Ya le iba a decir que había jugado para los Appleby Arrows como golpeador por que olvidé de pronto que era mi padre, pero también el nuevo profesor titular de quidditch profesional y que sus datos venían en los folletos de inscripción o algo así.

-Sí, también. Es la situación geográfica, y Hogwarts es un colegio demasiado grande, yo seguro que veo gente aquí con la que estuve en el colegio y ni cuenta me he dado. Estaba en Hufflepuff, pero no es nada discriminatorio por que te separan por algo notable que se supone tienes en tu personalidad, no por algo que se considere malo. Peor sería que fuera la casa de los flojos, o la de los egoístas, o la de los que huelen mal. Eso sí sería discriminatorio

Me reí por que había dicho una tontería, pero lo pensaba así. Tampoco es que se ordenaran las casas por popularidad aunque todos sabían que Hufflepuff no solía tener muchas copas ni premios en su haber, quizás por que el trabajo duro era el camino difícil para todo, aunque seguía considerando que el más honorable.

Leslie gana 14 puntos de experiencia
Hákan gana 9 puntos de experiencia