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¿Duermes o no?
2 participantes
Universidad Brigantia de Estudios Mágicos :: Facultades :: Facultad Smertios :: Salón de convivencia
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¿Duermes o no?
Llevaba como cinco minutos sin poder dormir dando vueltas en la cama y peleándose con las sábanas para que la dejaran respirar – Agshsf – gruñó antes de proferir un bufido audible por toda la habitación. Escuchó algunas quejas y se incorporó sobre el colchón, ceñuda y rabiosa, dispuesta a pelearse con la primera compañera que soltara un comentario más o menos ofensivo pero por suerte de las chicas, la habitación pronto volvió a ese silencio sepulcral. Dadou giró la cabeza hacia la derecha para observar en silencio a su hermana que estaba dándole la espalda y sumida en los brazos de Morfeo, apartó las sábanas, bajó sigilosamente primero un pie para luego hacer lo mismo con el otro y se acercó hasta donde estaba Daphne con cuidado de no romper diez jarrones en el camino.
- ¿Daph? – quiso moverla pero a pesar de la oscuridad pudo vislumbrar la felicidad que emanaba de su rostro en su descanso. Mordió su labio inferior y suspiró, no habían solventado sus discrepancias de todos modos así que resignada a pasar la vela sola, tomó un libro de la mesa sobre Artes Oscuras del Medieval y abandonó los dormitorios. Ocultó un par de bostezos cubriendo su boca con la mano mientras bajaba las escaleras hacia la sala común, ataviada solo con unos shorts negros arrapados hasta medio muslo y una camiseta del mismo color, el pelo suelto y medio revuelto, llegó hasta el lugar donde la mayoría de los smertios pasaban el día. Miró hacia los lados, frotó el reverso de su mano contra sus ojos para animarlos y tras un suspiro, caminó hacia las butacas que habían cerca de la lumbre.
Estaba tan metida en sus pensamientos que ni se percató de la presencia de una figura en otra de las butacas. Dadou avanzó hasta la más cercana, dejó caer con gesto cansado su cuerpo y subió las piernas encima del asiento en forma de flor de loto. Tras un nuevo bostezo, abrió el libro sobre el hueco de sus piernas para empezar a leer a fin de atraer el sueño pero notó una presencia extraña, incómoda, levantó la cabeza poco a poco, miedosa y los ojos claros de la francesa hallaron unos malditos pies - Mon dieu – ahogó un grito y llevó una mano hasta su pecho muerta del susto porque no esperaba encontrarse a nadie allí. Le costó unos segundos bajar el alto ritmo de los latidos de su corazón pero cuando pudo, tomó una nueva bocanada de aire y terminó por subir los ojos hasta el rostro dueño de esos pies. Frunció el ceño cuando identificó la masa de la butaca como Alessandro Selvaggi, Dadou cerró el libro poco a poco porque parecía o A) que se estaba haciendo el dormido, B) estaba meditando con los ojos cerraods o C) dormía.
- ¿San…Selvaggi? – su voz no sonó muy alta casi fue un susurro. No obtuvo respuesta así que dejando el libro sobre una pequeña mesita volvió a ponerse en pie para caminar hasta donde estaba él. Pasó una mano por delante de su rostro para comprobar que el condenado no estaba jugando con ella pero como no mordió la mano ni nada así, suspiró y se quedó un rato embobada, admirando su dormitado rostro. Tuvo que darse una bofetada mental para salir de su ensoñación y arrugando la nariz, alargó la mano hacia él para mover su brazo y despertarlo – Selvaggi… eh, Selvaggi… Selvaggi…
- ¿Daph? – quiso moverla pero a pesar de la oscuridad pudo vislumbrar la felicidad que emanaba de su rostro en su descanso. Mordió su labio inferior y suspiró, no habían solventado sus discrepancias de todos modos así que resignada a pasar la vela sola, tomó un libro de la mesa sobre Artes Oscuras del Medieval y abandonó los dormitorios. Ocultó un par de bostezos cubriendo su boca con la mano mientras bajaba las escaleras hacia la sala común, ataviada solo con unos shorts negros arrapados hasta medio muslo y una camiseta del mismo color, el pelo suelto y medio revuelto, llegó hasta el lugar donde la mayoría de los smertios pasaban el día. Miró hacia los lados, frotó el reverso de su mano contra sus ojos para animarlos y tras un suspiro, caminó hacia las butacas que habían cerca de la lumbre.
Estaba tan metida en sus pensamientos que ni se percató de la presencia de una figura en otra de las butacas. Dadou avanzó hasta la más cercana, dejó caer con gesto cansado su cuerpo y subió las piernas encima del asiento en forma de flor de loto. Tras un nuevo bostezo, abrió el libro sobre el hueco de sus piernas para empezar a leer a fin de atraer el sueño pero notó una presencia extraña, incómoda, levantó la cabeza poco a poco, miedosa y los ojos claros de la francesa hallaron unos malditos pies - Mon dieu – ahogó un grito y llevó una mano hasta su pecho muerta del susto porque no esperaba encontrarse a nadie allí. Le costó unos segundos bajar el alto ritmo de los latidos de su corazón pero cuando pudo, tomó una nueva bocanada de aire y terminó por subir los ojos hasta el rostro dueño de esos pies. Frunció el ceño cuando identificó la masa de la butaca como Alessandro Selvaggi, Dadou cerró el libro poco a poco porque parecía o A) que se estaba haciendo el dormido, B) estaba meditando con los ojos cerraods o C) dormía.
- ¿San…Selvaggi? – su voz no sonó muy alta casi fue un susurro. No obtuvo respuesta así que dejando el libro sobre una pequeña mesita volvió a ponerse en pie para caminar hasta donde estaba él. Pasó una mano por delante de su rostro para comprobar que el condenado no estaba jugando con ella pero como no mordió la mano ni nada así, suspiró y se quedó un rato embobada, admirando su dormitado rostro. Tuvo que darse una bofetada mental para salir de su ensoñación y arrugando la nariz, alargó la mano hacia él para mover su brazo y despertarlo – Selvaggi… eh, Selvaggi… Selvaggi…
Última edición por Dadou Depaul el Mar Sep 25, 2012 10:03 am, editado 1 vez
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
El haberse alimentado a base de cafés en un par de días por que o bien no sacaba tiempo para comer, o bien por el tema de los estudios, o bien por el tema familiar, o no le gustaba la comida que se ofrecía, le estaban pasando bastante factura.
Apenas conseguía dormir a las noches; dormitaba durante como máximo un ahora, y terminaba por llegarle la hora de despertar. Entonces volvía la rutina de desayunar un café, y el día avanzaba...
Esa vez no es que tuviese realmente ganas de quedarse en la cama dando vueltas, a parte de que con quienes compartía habitación ese día estaban siendo bastante ruidosos, organizando nosequé cosas que a él no le interesaban. No podría intentar dormir, y menos aún, adelantar algo de los estudios para las siguientes clases. Así que simplemente se decantó por coger uno de los libros que tenía, y tras ponerse una capa negra sobre las ropas que se había puesto para no ir informal por zona que no fuera la misma habitación, bajó al salón de convivencias. Allí, a las horas que eran, no debería de haber nadie, o si la había, no tardarían en ir hacia sus habitaciones.
Efectivamente, aquello se vació casi en un abrir y cerrar de ojos, y las siguientes horas, Sandro las pasó a solas, disfrutando del silencio y aprovechándolo para estar con la lectura de aquél libro sobre Artes Oscuras que le iría bien para las clases que le tocaban ese año.
Casi sin darse cuenta, el cansancio y el sueño le vencieron. Se le entrecerraban de vez en cuando los ojos, pero apenas volvía a abrirlos en un pausado parpadeo, para que tras un par de veces hacer aquél mismo gesto, con un brazo apoyado en el posabrazos del sillón que ocupaba, la cabeza apoyada sobre la mano del mismo, y con el libro apoyado sobre el regazo, sujeto en la otra mano, acabar dormido.
Respiraba de forma acompasada, tranquila. El gesto era el mismo de siempre, no solía mostrar en su rostro lo que pasaba por su cabeza; sin un ápice de tensión en el rostro, tranquilo,... no se percató de que alguien había pisado la zona en la que él estaba; no escuchó ni los pasos, ni los bostezos, ni los movimientos. Estaba demasiado agotado; sueño acumulado... y ahí estaba él; demasiado... indefenso en esos momentos.
Por mucho que la chica hablase, el no le escuchaba, o mas bien, no le oía. Apenas sintió el pequeño amarre y movimiento que le había hecho Depaul en el brazo.
Lo que si que hizo Selvaggi fue suspirar un poco, apenas fruncir por un instante el ceño, y acabó por sentir el calor corporal de la chica. No es que hiciese demasiado frío, la habitación estaba a una temperatura agradable, que ni faltaba ni sobraba nada de ropa; pero por costumbre, el cuerpo algo frío del italiano, con la costumbre de que su cuerpo tuviese una temperatura mas bien fría, buscó la fuente de aquél calor; y removiéndose un poco, dejó caer al libro al suelo, cambió la posición de su cabeza, y atrajo a Dadou contra su cuerpo, abrazándola como si se tratase de una almohada cómoda a la que robarle el calor que a su cuerpo le faltaba, acomodando un poco el mentón en el hombro de la chica.
Apenas conseguía dormir a las noches; dormitaba durante como máximo un ahora, y terminaba por llegarle la hora de despertar. Entonces volvía la rutina de desayunar un café, y el día avanzaba...
Esa vez no es que tuviese realmente ganas de quedarse en la cama dando vueltas, a parte de que con quienes compartía habitación ese día estaban siendo bastante ruidosos, organizando nosequé cosas que a él no le interesaban. No podría intentar dormir, y menos aún, adelantar algo de los estudios para las siguientes clases. Así que simplemente se decantó por coger uno de los libros que tenía, y tras ponerse una capa negra sobre las ropas que se había puesto para no ir informal por zona que no fuera la misma habitación, bajó al salón de convivencias. Allí, a las horas que eran, no debería de haber nadie, o si la había, no tardarían en ir hacia sus habitaciones.
Efectivamente, aquello se vació casi en un abrir y cerrar de ojos, y las siguientes horas, Sandro las pasó a solas, disfrutando del silencio y aprovechándolo para estar con la lectura de aquél libro sobre Artes Oscuras que le iría bien para las clases que le tocaban ese año.
Casi sin darse cuenta, el cansancio y el sueño le vencieron. Se le entrecerraban de vez en cuando los ojos, pero apenas volvía a abrirlos en un pausado parpadeo, para que tras un par de veces hacer aquél mismo gesto, con un brazo apoyado en el posabrazos del sillón que ocupaba, la cabeza apoyada sobre la mano del mismo, y con el libro apoyado sobre el regazo, sujeto en la otra mano, acabar dormido.
Respiraba de forma acompasada, tranquila. El gesto era el mismo de siempre, no solía mostrar en su rostro lo que pasaba por su cabeza; sin un ápice de tensión en el rostro, tranquilo,... no se percató de que alguien había pisado la zona en la que él estaba; no escuchó ni los pasos, ni los bostezos, ni los movimientos. Estaba demasiado agotado; sueño acumulado... y ahí estaba él; demasiado... indefenso en esos momentos.
Por mucho que la chica hablase, el no le escuchaba, o mas bien, no le oía. Apenas sintió el pequeño amarre y movimiento que le había hecho Depaul en el brazo.
Lo que si que hizo Selvaggi fue suspirar un poco, apenas fruncir por un instante el ceño, y acabó por sentir el calor corporal de la chica. No es que hiciese demasiado frío, la habitación estaba a una temperatura agradable, que ni faltaba ni sobraba nada de ropa; pero por costumbre, el cuerpo algo frío del italiano, con la costumbre de que su cuerpo tuviese una temperatura mas bien fría, buscó la fuente de aquél calor; y removiéndose un poco, dejó caer al libro al suelo, cambió la posición de su cabeza, y atrajo a Dadou contra su cuerpo, abrazándola como si se tratase de una almohada cómoda a la que robarle el calor que a su cuerpo le faltaba, acomodando un poco el mentón en el hombro de la chica.
Alessandro Selvaggi- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Esperaba un gruñido, grito o insulto por meter la nariz donde no tocaba. ¿Qué tenía ella que decir si él quedaba dormido en el sillón? No es que estuviera molesta por compartir la habitación más bien se trataba de un bien por la salud de la espalda del chico por muy confortables que fueran las butacas de la facultad, no era el lugar ideal para quedarse a dormir toda una noche, ah, sin contar que podría ser un blanco fácil para las novatadas de primer curso. No debería preocuparse pero a fin de cuentas, estaba ahí, solo y vulnerable y a ella los cachorros siempre habían enternecido su duro corazón. Iba a continuar moviéndolo hasta recibir respuesta por su parte cuando los brazos del chico la envolvieron para atraerla hacia su cuerpo. Fue cuestión de un segundo, en el primero estaba de pie y en el segundo, arropada entre los brazos del italiano.
- ¡Selvaggi! – estaba incómoda o más bien muy incómoda. Intentó removerse entre sus brazos para soltarse pero el condenado puso el mentón sobre su hombro y rompió todas sus defensas. La chica quedó mirando el rostro de Alessandro desde tan cerca durante muchos minutos, notando como su respiración movía con suavidad los mechones que caían sobre su rostro y cuando fue consciente de su propia catatonia, volvió a dar una bofetada mental a su mente aunque dejó grabada la imagen para muchos días. ¡No debía estar así! No embobarse, eso no era correcto, no lo conocía y además era la conquista de su hermana gemela – ¡Selvaggi! – espetó intentando ahogar la voz para no alarmar a media facultad. Logró liberar los brazos del agarre del muchacho y tomó el rostro del italiano entre sus manos - ¡Selvaggi! – lo movió entre las manos con suavidad pero ahora si creía que iba a despertarse. No, cuando volvió a soltar el rostro, el muchacho cayó otra vez su hombro. Bufó exasperada, si Daphne bajara en ese momento iba a liarse un gran problema, a saber como interpretaba la gemela que ella fuera la mullida almohada de su queridito.
Entretenida llevó las manos hasta las de él para obligar a que la soltara. Tomó uno de sus dedos y separó de su cintura, obró igual con el siguiente pero cuando ya había liberado el tercero, el maldito volvió a cerrar la mano – Colabora un poquito – volvió a girar el rostro hacia él y sin remedio quedó otra vez hipnotizada por sus marcadas facciones tan varoniles que hasta dolían. Abrió la boca para decir algo pero él movió los labios en un momento y recordó como los humedecía aquel día en el comedor, Dadou sacudió inmediatamente la cabeza, borrando los pensamientos eróticos festivos que llegaron fluidamente a su hormonada mente – Ya, basta la broma – acercó su rostro hacia la de él y abrió con dos dedos uno de sus párpados - ¿Puedes despertarte de una vez? Seeeeeeeeelvaggi – susurró cerca de sus labios a ver si de una maldita vez la escuchaba y decidía colaborar para terminar con aquella extraña situación.
- ¡Selvaggi! – estaba incómoda o más bien muy incómoda. Intentó removerse entre sus brazos para soltarse pero el condenado puso el mentón sobre su hombro y rompió todas sus defensas. La chica quedó mirando el rostro de Alessandro desde tan cerca durante muchos minutos, notando como su respiración movía con suavidad los mechones que caían sobre su rostro y cuando fue consciente de su propia catatonia, volvió a dar una bofetada mental a su mente aunque dejó grabada la imagen para muchos días. ¡No debía estar así! No embobarse, eso no era correcto, no lo conocía y además era la conquista de su hermana gemela – ¡Selvaggi! – espetó intentando ahogar la voz para no alarmar a media facultad. Logró liberar los brazos del agarre del muchacho y tomó el rostro del italiano entre sus manos - ¡Selvaggi! – lo movió entre las manos con suavidad pero ahora si creía que iba a despertarse. No, cuando volvió a soltar el rostro, el muchacho cayó otra vez su hombro. Bufó exasperada, si Daphne bajara en ese momento iba a liarse un gran problema, a saber como interpretaba la gemela que ella fuera la mullida almohada de su queridito.
Entretenida llevó las manos hasta las de él para obligar a que la soltara. Tomó uno de sus dedos y separó de su cintura, obró igual con el siguiente pero cuando ya había liberado el tercero, el maldito volvió a cerrar la mano – Colabora un poquito – volvió a girar el rostro hacia él y sin remedio quedó otra vez hipnotizada por sus marcadas facciones tan varoniles que hasta dolían. Abrió la boca para decir algo pero él movió los labios en un momento y recordó como los humedecía aquel día en el comedor, Dadou sacudió inmediatamente la cabeza, borrando los pensamientos eróticos festivos que llegaron fluidamente a su hormonada mente – Ya, basta la broma – acercó su rostro hacia la de él y abrió con dos dedos uno de sus párpados - ¿Puedes despertarte de una vez? Seeeeeeeeelvaggi – susurró cerca de sus labios a ver si de una maldita vez la escuchaba y decidía colaborar para terminar con aquella extraña situación.
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
No se enteró de nada, de absolutamente nada. Él simplemente estaba robando aquél calor corporal que su cuerpo necesitaba. Ni los leves zarandeos de la chica, ni aquellos quejidos por parte de ella llamándolo por su apellido... ni siquiera los intentos de la muchacha de soltarle dedo por dedo, todo resultó ser en vano.
Al menos eso parecía hasta que la chica le obligó prácticamente a abrir uno de los ojos. Sandro lo único que hizo fu apartar el rostro y frotarse el ojo que había sido molestado, frunciendo ligeramente el ceño. - ¿Qué...? - Quitó la otra mano que aún sostenía la cintura de la chica y suspiró, cerrando los ojos, pasándose la mano con la que se había frotado el ojo, por la cara. Negó un poco y abrió los ojos para quedarse mirando a la chica que se había quedado aún medio acomodada sobre su cuerpo.
Ladeó un poco la cabeza, atontado por el sueño, como si fuese un cachorrito. Tenía un ojo, el que había sido molestado, algo enrojecido, haciendo que el tono mas verde que otras veces, desentonase más. - ¿Daphne...? ¿Dadou...? - En esos momentos no estaba muy seguro de quien era aquella Depaul que tenía en su regazo.
La chica se separó, algo molesta, sonrojada incluso le pareció ver, y él simplemente sonrió un poco, atontado por el sueño, cubriéndose mejor con la capa en el momento en el que se percató de que tenía algo de frío.
Se humedeció los labios con la punta de la lengua ysuspiró, quedándose mirando a la chica antes de volver a cerrar los ojos. Ni siquiera se molestó en mirar donde había quedado el libro con el que había bajado allí. - Creo que debería de tomar algo más en las comidas que solo café, a parte de trastornarme las horas de sueño ni siquiera me despierto como siempre con cualquier mínimo movimiento a mi alrededor.
Pasó de nuevo la mano por la cara, acabando por pasarla por el pelo, peinándose hacia atrás, clavando la vista en las orbes claras de la chica. - Siento si hice algo que no debía.
Al menos eso parecía hasta que la chica le obligó prácticamente a abrir uno de los ojos. Sandro lo único que hizo fu apartar el rostro y frotarse el ojo que había sido molestado, frunciendo ligeramente el ceño. - ¿Qué...? - Quitó la otra mano que aún sostenía la cintura de la chica y suspiró, cerrando los ojos, pasándose la mano con la que se había frotado el ojo, por la cara. Negó un poco y abrió los ojos para quedarse mirando a la chica que se había quedado aún medio acomodada sobre su cuerpo.
Ladeó un poco la cabeza, atontado por el sueño, como si fuese un cachorrito. Tenía un ojo, el que había sido molestado, algo enrojecido, haciendo que el tono mas verde que otras veces, desentonase más. - ¿Daphne...? ¿Dadou...? - En esos momentos no estaba muy seguro de quien era aquella Depaul que tenía en su regazo.
La chica se separó, algo molesta, sonrojada incluso le pareció ver, y él simplemente sonrió un poco, atontado por el sueño, cubriéndose mejor con la capa en el momento en el que se percató de que tenía algo de frío.
Se humedeció los labios con la punta de la lengua ysuspiró, quedándose mirando a la chica antes de volver a cerrar los ojos. Ni siquiera se molestó en mirar donde había quedado el libro con el que había bajado allí. - Creo que debería de tomar algo más en las comidas que solo café, a parte de trastornarme las horas de sueño ni siquiera me despierto como siempre con cualquier mínimo movimiento a mi alrededor.
Pasó de nuevo la mano por la cara, acabando por pasarla por el pelo, peinándose hacia atrás, clavando la vista en las orbes claras de la chica. - Siento si hice algo que no debía.
Alessandro Selvaggi- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
- ¿Tu que crees? – frunció el ceño todo lo que pudo pero apartó el cabello donde tenía el tatuaje para mostrarle el ave fénix impresa sobre su suave piel – Dadou.
No quería más problemas de identificación así que actuó de la manera más sensata, dejando claro que ella no era la muchachita calurosa del verano, solo su reflejo en el espejo. Los gestos del muchacho aceleraron un poquito las pulsaciones de su corazón, secaron su garganta y enrojecieron sus mejillas, la francesa se vio obligada a apartar el rostro, usando el enojo como medida de distracción para evitar ser descubierta en una situación embarazosa, ¿cómo explicar aquella actitud?
No se levantó, quedó sentada justo en el borde de la butaca, pasó distraida un mechón tras su oreja y miró hacia el frente, lejos de la tentación – Si hubiera sido otra persona hubiera empleado mis esfuerzos en gastarte una novatada y no en despertarte para evitar futuros problemas de espalda – espetó con ese tono altanero que ella poseía pues así estaba más cómoda, en cambio siendo amable, sonriendo y mirando directamente los ojos verdes del italiano, solo conseguía desquiciarse un poquito más, odiando a Daphne por tener el santo buen gusto de las Depaul – Así que sí, deberías comer un poco más, no tienes buena cara – tras un suspiro, se levantó de donde estaba sentada, caminó hacia el libro en el suelo y lo recogió, cerrando las tapas en la acción. Dejó la lectura encima la mesa, caminó de vuelta delante de Selvaggi y cruzó los brazos – ¿Qué ibas a hacer? Estabas dormido, todo se perdona.
Volvió a apartar la vista de las orbes verdes de Alessandro, caminó hacia su butaca y se dejó caer de nuevo. Puso los pies encima del asiento y abrazó sus piernas con las manos, apoyando la mejilla encima sus rodillas – ¿Y qué te tiene tan preocupado para estar bebiendo solo café? Si tienes problemas con eso – señaló el libro que ella misma había recogido – Te puedo ayudar. Voy un curso adelantada respecto a ti, no es por alardear pero puedo hacer otra cosa que ver como te vas muriendo de sueño por los rincones… - suspiró y dejó ir las piernas para tirar su torso atrás, pegando la cabeza en el respaldo y dejándola deslizar hacia un lado para mirar directamente a Selvaggi – O bueno, mi hermana también cursa la misma carrera, seguro ella es más de tu agrado que yo.
No quería más problemas de identificación así que actuó de la manera más sensata, dejando claro que ella no era la muchachita calurosa del verano, solo su reflejo en el espejo. Los gestos del muchacho aceleraron un poquito las pulsaciones de su corazón, secaron su garganta y enrojecieron sus mejillas, la francesa se vio obligada a apartar el rostro, usando el enojo como medida de distracción para evitar ser descubierta en una situación embarazosa, ¿cómo explicar aquella actitud?
No se levantó, quedó sentada justo en el borde de la butaca, pasó distraida un mechón tras su oreja y miró hacia el frente, lejos de la tentación – Si hubiera sido otra persona hubiera empleado mis esfuerzos en gastarte una novatada y no en despertarte para evitar futuros problemas de espalda – espetó con ese tono altanero que ella poseía pues así estaba más cómoda, en cambio siendo amable, sonriendo y mirando directamente los ojos verdes del italiano, solo conseguía desquiciarse un poquito más, odiando a Daphne por tener el santo buen gusto de las Depaul – Así que sí, deberías comer un poco más, no tienes buena cara – tras un suspiro, se levantó de donde estaba sentada, caminó hacia el libro en el suelo y lo recogió, cerrando las tapas en la acción. Dejó la lectura encima la mesa, caminó de vuelta delante de Selvaggi y cruzó los brazos – ¿Qué ibas a hacer? Estabas dormido, todo se perdona.
Volvió a apartar la vista de las orbes verdes de Alessandro, caminó hacia su butaca y se dejó caer de nuevo. Puso los pies encima del asiento y abrazó sus piernas con las manos, apoyando la mejilla encima sus rodillas – ¿Y qué te tiene tan preocupado para estar bebiendo solo café? Si tienes problemas con eso – señaló el libro que ella misma había recogido – Te puedo ayudar. Voy un curso adelantada respecto a ti, no es por alardear pero puedo hacer otra cosa que ver como te vas muriendo de sueño por los rincones… - suspiró y dejó ir las piernas para tirar su torso atrás, pegando la cabeza en el respaldo y dejándola deslizar hacia un lado para mirar directamente a Selvaggi – O bueno, mi hermana también cursa la misma carrera, seguro ella es más de tu agrado que yo.
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Aquella respuesta dejó demasiado claro cual de las dos gemelas era ella, pero por si las moscas, al parecer, la chica le mostró el dibujo del ave fénix que tenía tatuado en la parte trasera de la oreja, en la zona del cuello, seguido del nombre de la misma. Sandro simplemente asintió un poco con la cabeza.
Mientras la chica hablaba, él simplemente permaneció en silencio, sonriendo un poco ladeado y acabó por suspirar, negando con la cabeza. - Supongo entonces que no eres tan mala como te haces parecer... o eso o no querías arriesgarte a ser mi victima. - Le guiñó un ojo, bromeando, y acabando por reír un poquito. Debía de dejar de estar en esa especie de estado, aún dormido probablemente; no parecía el mismo Selvaggi que trataba de mostrar frente a la gente... todo por la culpa del maldito sueño.
Negó a sus palabras y volvió a humedecerse los labios con la punta de la lengua; notaba la boca algo seca.
- Supongo que la cara es la de siempre... el problema es que como o no suelo tener tiempo o la comida que hay no es de mi agrado, o es demasiado poco sana. - Miró a la chica, la cual probablemente estaría pensando que era un tarado al no comer nada por simplemente esas razones que acababa de darle..
Suspiró de nuevo un poco, humedeciendo los labios una vez mas. Al parecer aquella Dadou de ese momento no parecía tan mala como aparentaba ser, al menos, delante de Daphne o delante de mas gente.
Cuando la otra siguió con la explicación negó con la cabeza y suspiró de forma suave, apenas notoria. - No creo que necesite de momento ayuda para esto... pero ya que te ofreciste, cuando necesite ayuda con algo de alguna asignatura acudiré a ti, Dadou. - Sonrió un poco de forma leve, ladeado, y tras pasarse la mano por el pelo de nuevo, se incorporó de forma algo perezosa, quedándose un instante totalmente quieto al sentir que se había mareado por incorporarse tan rápido, teniendo que sentarse de nuevo, dirigiendo una mirada de reojo hacia Depaul.
- Igualmente... - Miró el reloj de bolsillo que portaba y suspiró. - Espero que abran pronto el comedor, necesito comer algo.
Mientras la chica hablaba, él simplemente permaneció en silencio, sonriendo un poco ladeado y acabó por suspirar, negando con la cabeza. - Supongo entonces que no eres tan mala como te haces parecer... o eso o no querías arriesgarte a ser mi victima. - Le guiñó un ojo, bromeando, y acabando por reír un poquito. Debía de dejar de estar en esa especie de estado, aún dormido probablemente; no parecía el mismo Selvaggi que trataba de mostrar frente a la gente... todo por la culpa del maldito sueño.
Negó a sus palabras y volvió a humedecerse los labios con la punta de la lengua; notaba la boca algo seca.
- Supongo que la cara es la de siempre... el problema es que como o no suelo tener tiempo o la comida que hay no es de mi agrado, o es demasiado poco sana. - Miró a la chica, la cual probablemente estaría pensando que era un tarado al no comer nada por simplemente esas razones que acababa de darle..
Suspiró de nuevo un poco, humedeciendo los labios una vez mas. Al parecer aquella Dadou de ese momento no parecía tan mala como aparentaba ser, al menos, delante de Daphne o delante de mas gente.
Cuando la otra siguió con la explicación negó con la cabeza y suspiró de forma suave, apenas notoria. - No creo que necesite de momento ayuda para esto... pero ya que te ofreciste, cuando necesite ayuda con algo de alguna asignatura acudiré a ti, Dadou. - Sonrió un poco de forma leve, ladeado, y tras pasarse la mano por el pelo de nuevo, se incorporó de forma algo perezosa, quedándose un instante totalmente quieto al sentir que se había mareado por incorporarse tan rápido, teniendo que sentarse de nuevo, dirigiendo una mirada de reojo hacia Depaul.
- Igualmente... - Miró el reloj de bolsillo que portaba y suspiró. - Espero que abran pronto el comedor, necesito comer algo.
Alessandro Selvaggi- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Dadou se incorporó un poco cuando notó que Sandro pasaba de pálido a blanco nuclear cuando intentó levantarse del asiento. Rauda acudió a su ayuda, acuclillándose ante él y mirando con el gesto ceñudo su rostro, conduciendo el reverso de su mano hasta la frente del italiano y tomando la temperatura de un modo poco exacto. La francesa suspiró, obligó a que se quedara tumbado poniendo dos manos en sus hombros y empujando hacia atrás – Tienes fiebre, no vas a ir a ningún lugar que no sea la cama – agregó con tono autoritario. No era su culpa que Daphne perdonara que ayudara el prójimo (y si era guapo, el perdón era doble).
Peinó su pelo hacia atrás para recogerlo en una coleta alta, hizo una señal para que se mantuviera en el asiento y desapareció de la vista del italiano. Tenía la impresión que ir hasta el comedor en pijama, tomar prestado (o robar) algo de comer y volver a la facultad no iba a ser tan fácil como pensaba y no erró ni un poco. Tuvo que convencer a un par de elfos domésticos que empezaban su turno para el desayuno que era una urgencia y no un capricho nocturno pero logró un sándwich de jamón dulce y un vaso de leche, algo era algo, por lo menos, no iría con la barriga vacía. Casi corrió de vuelta a la facultad, entrando precipitadamente en la sala común y yendo directamente hasta donde debía estar Alessandro.
- Menos mal que me hiciste caso – soltó un suspiro de alivio antes de dejar caer su trasero en uno de los brazos de la butaca del italiano para pasarle el alimento – No pude conseguir más, los elfos son algo cabezones cuando te saltas el protocolo disciplinario – suspiró otra vez e intentó recuperar el aliento tras la carrera del edificio principal hasta Smertios. Levantó otra vez su cuerpo de la almohada, fue hasta la habitación casi de puntillas para tomar uno de sus pañuelos de seda, lo mojó en el baño con agua fría y bajó otra vez donde Sandro para colocárselo en la frente – Esto ya debería ayudar – se lo quedó mirando y aunque su primer impulso fue decir algo poco amable, terminó por sonreír, intentando hacer algo más amena la noche.
- Vas a obligar a pasarle un informe completo a Elazar sobre la precaria situación en la que te encontré – rodó los ojos pues estaba exagerando pero río un poco – No puedes dejar de comer por los estudios, ya ves de que te sirve… haces correr a una pobre muchacha desamparada por los terrenos oscuros de Brigantia para conseguirte un pobre bocadillo y un vaso de leche. Debería pedirte una recompensa por ello, mira que no suelo hacer esto con las conquistas de mi hermana…
Peinó su pelo hacia atrás para recogerlo en una coleta alta, hizo una señal para que se mantuviera en el asiento y desapareció de la vista del italiano. Tenía la impresión que ir hasta el comedor en pijama, tomar prestado (o robar) algo de comer y volver a la facultad no iba a ser tan fácil como pensaba y no erró ni un poco. Tuvo que convencer a un par de elfos domésticos que empezaban su turno para el desayuno que era una urgencia y no un capricho nocturno pero logró un sándwich de jamón dulce y un vaso de leche, algo era algo, por lo menos, no iría con la barriga vacía. Casi corrió de vuelta a la facultad, entrando precipitadamente en la sala común y yendo directamente hasta donde debía estar Alessandro.
- Menos mal que me hiciste caso – soltó un suspiro de alivio antes de dejar caer su trasero en uno de los brazos de la butaca del italiano para pasarle el alimento – No pude conseguir más, los elfos son algo cabezones cuando te saltas el protocolo disciplinario – suspiró otra vez e intentó recuperar el aliento tras la carrera del edificio principal hasta Smertios. Levantó otra vez su cuerpo de la almohada, fue hasta la habitación casi de puntillas para tomar uno de sus pañuelos de seda, lo mojó en el baño con agua fría y bajó otra vez donde Sandro para colocárselo en la frente – Esto ya debería ayudar – se lo quedó mirando y aunque su primer impulso fue decir algo poco amable, terminó por sonreír, intentando hacer algo más amena la noche.
- Vas a obligar a pasarle un informe completo a Elazar sobre la precaria situación en la que te encontré – rodó los ojos pues estaba exagerando pero río un poco – No puedes dejar de comer por los estudios, ya ves de que te sirve… haces correr a una pobre muchacha desamparada por los terrenos oscuros de Brigantia para conseguirte un pobre bocadillo y un vaso de leche. Debería pedirte una recompensa por ello, mira que no suelo hacer esto con las conquistas de mi hermana…
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Cuando en un principio la muchacha se acercó a él, lo primero que hizo fue fruncir un poco el ceño, notado como después ponía la mano sobre su frente y acababa por ser tumbado, obligado, mas dejándose hacer que nada; sintiéndose algo débil a causa del mareo y también, por que si la chica insistía en que se quedase tumbado, le haría caso... al menos hasta que se le pasase un poco el mareo que tenía encima.
Alessandro suspiró y cerró los ojos un momento, escuchando, algo ceñudo, el discursito que estaba dándole la chica.
Se quedó mirándole en silencio, simplemente viendo como la chica parecía debatir en su interior que hacer y que dejar de hacer; recogiéndose el pelo.
La vio salir de allí y negó con la cabeza, suspirando y pasándose una mano por el pelo y la cara, terminó por quedar con la cabeza acomodada sobre uno de los posabrazos de donde ahora estaba acomodado, cubriéndose la cara con el brazo mientras esperaba a que la chica volviera. Ya después le diría que no tenía por qué haber hecho nada por él, que estaba bien y que no tenía que haber salido con ese aspecto tan... ¿provocativo? Para la mirada de cualquier pervertido o degenerado de esos que había sueltos por la universidad.
Cuando escuchó como alguien entró no dudó en ningún momento de que fuera ella, y exactamente; no se apartó el brazo de la cara, pero la voz de la chica era demasiado obvia, ya se había quedado grabada en su memoria, al igual que la de su gemela que tenía un tono mas bajo, suave que el de Dadou, pero que podría identificar sin ningún tipo de problema.
Se incorporó para quedarse bien sentado y entonces la chica tomó asiento a su lado. Suspiró y se humedeció los labios con la punta de la lengua, como acostumbraba a hacer, y entonces desvió la mirada hacia la comida que había podido conseguir, escuchando su explicación, y cogiendo ambas cosas, cada una en una mano. - Gracias. - Dijo en un principio como únicas palabras. - Pero no hacía falta, Dadou. - Murmuró en voz baja, mirando a la chica de reojo, viendo como se marchaba y subía las escaleras; quizás se iría ya a dormir, al fin y al cabo cuidar de alguien que ni siquiera soportas, es algo incomodo.
Pero para su sorpresa la chica volvió, y bajaba con un pañuelo que en cuanto ella se colocó delante de Selvaggi, se lo puso en la frente, notando al momento el alivio del contraste del paño frío y su temperatura corporal.
Se alegró de recibir aquella sonrisa, a la que correspondió de forma suave, marcando el pequeño hoyuelo que se le formaba a un lado cada vez que sonreía de forma sincera con ese tipo de sonrisas. - No creo que a Elazar le importe demasiado que su primo el purista tenga fiebre.
Suspiró un poco y tras mirar ambas cosas, torció un poco el morro y miró a la chica fijamente a los ojos, negando un poco con la cabeza. - No hacía realmente falta que te ocupases de mi Dadou... en unas horas ya abrirían el comedor y podría haber ido a coger algo para comer. - Se quedó mirando de nuevo el sandwich y el vaso de leche y suspiró, negando con la cabeza, nuevamente.- La verdad es que no te pega demasiado cuidar sí de alguien que no sea tu hermana. - Sonrió suavemente y se medio acomodó en el asiento.
Dio un bocado al bocadillo y tras tragar aquello giró el rostro hacia la chica. - La verdad, es que aunque tu hermana no te haya contado nada de mi, sobre el verano, ella no dejaba en ningún momento de hablar de ti. - No quería que estuviesen mal. Aquella chica le había calado hondo y no quería verla mal, por ende, tampoco a su gemela que, en esos momentos, era incluso igual de adorable que Daphne. - Siempre que veía algo que podría gustarte lo decía “Mira, quizás le compre eso a Dad” o “Eso seguro que le gustaría”. - Comentó y se quedó un momento en silencio antes de dar un pequeño trago al vaso de leche.
Alessandro suspiró y cerró los ojos un momento, escuchando, algo ceñudo, el discursito que estaba dándole la chica.
Se quedó mirándole en silencio, simplemente viendo como la chica parecía debatir en su interior que hacer y que dejar de hacer; recogiéndose el pelo.
La vio salir de allí y negó con la cabeza, suspirando y pasándose una mano por el pelo y la cara, terminó por quedar con la cabeza acomodada sobre uno de los posabrazos de donde ahora estaba acomodado, cubriéndose la cara con el brazo mientras esperaba a que la chica volviera. Ya después le diría que no tenía por qué haber hecho nada por él, que estaba bien y que no tenía que haber salido con ese aspecto tan... ¿provocativo? Para la mirada de cualquier pervertido o degenerado de esos que había sueltos por la universidad.
Cuando escuchó como alguien entró no dudó en ningún momento de que fuera ella, y exactamente; no se apartó el brazo de la cara, pero la voz de la chica era demasiado obvia, ya se había quedado grabada en su memoria, al igual que la de su gemela que tenía un tono mas bajo, suave que el de Dadou, pero que podría identificar sin ningún tipo de problema.
Se incorporó para quedarse bien sentado y entonces la chica tomó asiento a su lado. Suspiró y se humedeció los labios con la punta de la lengua, como acostumbraba a hacer, y entonces desvió la mirada hacia la comida que había podido conseguir, escuchando su explicación, y cogiendo ambas cosas, cada una en una mano. - Gracias. - Dijo en un principio como únicas palabras. - Pero no hacía falta, Dadou. - Murmuró en voz baja, mirando a la chica de reojo, viendo como se marchaba y subía las escaleras; quizás se iría ya a dormir, al fin y al cabo cuidar de alguien que ni siquiera soportas, es algo incomodo.
Pero para su sorpresa la chica volvió, y bajaba con un pañuelo que en cuanto ella se colocó delante de Selvaggi, se lo puso en la frente, notando al momento el alivio del contraste del paño frío y su temperatura corporal.
Se alegró de recibir aquella sonrisa, a la que correspondió de forma suave, marcando el pequeño hoyuelo que se le formaba a un lado cada vez que sonreía de forma sincera con ese tipo de sonrisas. - No creo que a Elazar le importe demasiado que su primo el purista tenga fiebre.
Suspiró un poco y tras mirar ambas cosas, torció un poco el morro y miró a la chica fijamente a los ojos, negando un poco con la cabeza. - No hacía realmente falta que te ocupases de mi Dadou... en unas horas ya abrirían el comedor y podría haber ido a coger algo para comer. - Se quedó mirando de nuevo el sandwich y el vaso de leche y suspiró, negando con la cabeza, nuevamente.- La verdad es que no te pega demasiado cuidar sí de alguien que no sea tu hermana. - Sonrió suavemente y se medio acomodó en el asiento.
Dio un bocado al bocadillo y tras tragar aquello giró el rostro hacia la chica. - La verdad, es que aunque tu hermana no te haya contado nada de mi, sobre el verano, ella no dejaba en ningún momento de hablar de ti. - No quería que estuviesen mal. Aquella chica le había calado hondo y no quería verla mal, por ende, tampoco a su gemela que, en esos momentos, era incluso igual de adorable que Daphne. - Siempre que veía algo que podría gustarte lo decía “Mira, quizás le compre eso a Dad” o “Eso seguro que le gustaría”. - Comentó y se quedó un momento en silencio antes de dar un pequeño trago al vaso de leche.
Alessandro Selvaggi- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Sonrío abiertamente cuando él fue sincero respecto a que ella no tenía pinta de preocuparse por nadie más que no fuera Daphne y en parte era verdad. La castaña perdía el sueño por contentar a su gemela, desde que tenía uso de razón siempre cuidado de su bienestar, la ayudaba a integrarse en los lugares y no importaba, era su mitad, adoraba que Daphne viniera a pedirle ayuda pues se sentía que en cierta manera la necesitaba y mientras la necesitara no se separarían. Cada una tenía un rol dentro de esa extra unión pero la aparición de Alessandro en sus vidas había alterado ese orden “natural” de las cosas, no había necesitado de ella y la muy descarada se había desenvuelto muy bien.
No obstante, Dadou también se preocupaba de otras personas. Elazar era otro de sus puntos débiles a quien mimaba, protegía y quería en desmedida así que pese a que Alessandro se definiera como “el primo purista” sabía que su rubio amigo no dejaría que alguien de su sangre, más él, terminara medio muerto en una butaca de Smertios. Colocó su cuerpo bien en el brazo de la butaca, la suerte de ser pequeña en conjunto era que podía acoplarse a los espacios reducidos con gran facilidad, igual, dejó que una pierna cayera por encima de la de Selvaggi mientras escuchaba con detenimiento la historia de verano.
- Sería extraño no contar algo de alguien que es igual a ti – murmuró aunque si, algo se removió en su interior, sintiéndose mal por no haber solventado aún las diferencias con ella. Una parte de Dadou quería salir corriendo a abrazar a Daphne, decirle que no pasaba nada y que todo estaba bien pero luego, había otra, la que pesaba más, que impedía que moviera el culo de donde lo tenía, tal vez orgullo o celos o no sabía identificarlo pero no podía simplemente mirar hacia otro lado para hacer ver que no había pasado todo aquel lío, estaba ahí y era latente. Los ideales siempre pesaban más e incluso Alessandro había dicho “su primo purista” ahí estaba ella la “hermana liberal” – Yo también pensaba cada segundo en ella, supongo que es el nexo ese hipotético que existe – murmuró estirando las piernas y su cuerpo, dando un pequeño bostezo – Igual… gracias por preocuparte por Daphne, esta bien que lo hagas, ella necesita eso.
Igual que Dadou también empezaba a creer que necesitaba alguien que la ayudaba a sobrellevar un poco el peso de las cosas, estaba harta de ser la que siempre tiraba de todos y tener esa pesada actitud, a veces, sería más feliz con el carácter de Daphne, sosegada – Ah no, te comes todo, ya. No me pienso mover de aquí hasta que se te baje la fiebre – alargó la mano, tomó el sándwich y partió un trozo para metérselo en la boca como si fuera un bebé. Esperó que tragara y pegó a sus labios el vaso de leche para que bebiera un poco, quizás no parecía ese tipo de personas pero no iba a dejarlo solo, ya había visto como se desenvolvía (sin comer ni dormir).
- A ella le gustas – dijo de repente clavando sus ojos en los suyos, seria, no sabía como actuar o si estaba decir bien esto tras estar mirándolo embobada mientras dormida pero es lo que tocaba, ayudar a Daphne – No mira mucho a los hombres como lo hace contigo, me bastó dos segundos para saberlo, eres diferente para Daphne – miró hacia el bocadillo, cortó otro trozo y se lo metió en la boca – Traga.
No obstante, Dadou también se preocupaba de otras personas. Elazar era otro de sus puntos débiles a quien mimaba, protegía y quería en desmedida así que pese a que Alessandro se definiera como “el primo purista” sabía que su rubio amigo no dejaría que alguien de su sangre, más él, terminara medio muerto en una butaca de Smertios. Colocó su cuerpo bien en el brazo de la butaca, la suerte de ser pequeña en conjunto era que podía acoplarse a los espacios reducidos con gran facilidad, igual, dejó que una pierna cayera por encima de la de Selvaggi mientras escuchaba con detenimiento la historia de verano.
- Sería extraño no contar algo de alguien que es igual a ti – murmuró aunque si, algo se removió en su interior, sintiéndose mal por no haber solventado aún las diferencias con ella. Una parte de Dadou quería salir corriendo a abrazar a Daphne, decirle que no pasaba nada y que todo estaba bien pero luego, había otra, la que pesaba más, que impedía que moviera el culo de donde lo tenía, tal vez orgullo o celos o no sabía identificarlo pero no podía simplemente mirar hacia otro lado para hacer ver que no había pasado todo aquel lío, estaba ahí y era latente. Los ideales siempre pesaban más e incluso Alessandro había dicho “su primo purista” ahí estaba ella la “hermana liberal” – Yo también pensaba cada segundo en ella, supongo que es el nexo ese hipotético que existe – murmuró estirando las piernas y su cuerpo, dando un pequeño bostezo – Igual… gracias por preocuparte por Daphne, esta bien que lo hagas, ella necesita eso.
Igual que Dadou también empezaba a creer que necesitaba alguien que la ayudaba a sobrellevar un poco el peso de las cosas, estaba harta de ser la que siempre tiraba de todos y tener esa pesada actitud, a veces, sería más feliz con el carácter de Daphne, sosegada – Ah no, te comes todo, ya. No me pienso mover de aquí hasta que se te baje la fiebre – alargó la mano, tomó el sándwich y partió un trozo para metérselo en la boca como si fuera un bebé. Esperó que tragara y pegó a sus labios el vaso de leche para que bebiera un poco, quizás no parecía ese tipo de personas pero no iba a dejarlo solo, ya había visto como se desenvolvía (sin comer ni dormir).
- A ella le gustas – dijo de repente clavando sus ojos en los suyos, seria, no sabía como actuar o si estaba decir bien esto tras estar mirándolo embobada mientras dormida pero es lo que tocaba, ayudar a Daphne – No mira mucho a los hombres como lo hace contigo, me bastó dos segundos para saberlo, eres diferente para Daphne – miró hacia el bocadillo, cortó otro trozo y se lo metió en la boca – Traga.
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Se quedó mirando los gestos de la chica, todos y cada uno, hasta el mas mínimo movimiento que ella hacía, analizándolo meticulosamente, quedándose, según que, grabado en su memoria.
Le gustó aquella sonrisa que acababa de ver dibujarse en los carnosos labios de la copia de su lío de verano, y entonces, sintió como la calidez de una de sus piernas se posaba sobre una de las propias, mirando la pierna de la chica y después mirándola a ella a los ojos.
Negó con la cabeza a aquel tipo de agradecimiento gratuito que acababa de hacerle la chica y suspiró un poco, acomodándose mejor. - Es normal. También me preocuparía por ti. - Comentó sin más, como si nada, y suspiró cerrando los ojos.
Había dejado tanto el sandwich con apenas un mordisco, y el vaso de leche apenas empezado de lado, olvidados, aunque aún los sostenía entre las manos.
Entonces la francesa le llamó la atención por eso mismo, diciéndole a las claras que tendría que tomarse aquello, que no se movería... y lo siguiente que hizo le pilló muy por sorpresa a Selvaggi, tanto que apenas pudo reaccionar mas que para masticar el pedazo de bocadillo que acababa de meterle la chica en la boca. Seguido le quitó también el vaso de leche para cuando tragó, hacerle beber de aquello.
El chico se relamió los labios y se quedó mirando a la chica con el ceño ligeramente fruncido. - Creo que soy lo suficientemente mayor como para poder comer yo solo... - Musitó y desvió la mirada a la comida, sintiendo algo de vergüenza por como le había tratado, como le había hecho, obligado a tomar aquellas cosas. ¡Que era un hombre y no un niño de dos años!
Y entonces lo siguiente que escuchó de los labios de Depaul también le pillo por sorpresa, mas que nada por que no esperaba que ese tema saliese, no entre ellos dos, ya que sabía ya aquello.
Asintió un poco con la cabeza y suspiró, sin apartar la vista de los ojos azules de Dadou.
Sin que pudiera decir nada más un nuevo pedazo de sandwich acabó en su boca, suspirando con resignación.
Mientras masticaba de forma pausada, miró un momento de reojo a la chica, y entonces, sin que ella pudiese esperarselo, tras haberle quitado el vaso de leche, y haberlo dejado en una superficie donde no corriese peligro, la abrazó, obligándola a que se sentase sobre su regazo. - Gracias por cuidar de mi, Dadou. - Habló una vez tuvo la boca libre.
Se separó apenas lo justo para poder mirar a la chica fijamente a los ojos, sin haber dejado de rodearle con ambos brazos, sin romper ese extraño abrazo.
Le gustó aquella sonrisa que acababa de ver dibujarse en los carnosos labios de la copia de su lío de verano, y entonces, sintió como la calidez de una de sus piernas se posaba sobre una de las propias, mirando la pierna de la chica y después mirándola a ella a los ojos.
Negó con la cabeza a aquel tipo de agradecimiento gratuito que acababa de hacerle la chica y suspiró un poco, acomodándose mejor. - Es normal. También me preocuparía por ti. - Comentó sin más, como si nada, y suspiró cerrando los ojos.
Había dejado tanto el sandwich con apenas un mordisco, y el vaso de leche apenas empezado de lado, olvidados, aunque aún los sostenía entre las manos.
Entonces la francesa le llamó la atención por eso mismo, diciéndole a las claras que tendría que tomarse aquello, que no se movería... y lo siguiente que hizo le pilló muy por sorpresa a Selvaggi, tanto que apenas pudo reaccionar mas que para masticar el pedazo de bocadillo que acababa de meterle la chica en la boca. Seguido le quitó también el vaso de leche para cuando tragó, hacerle beber de aquello.
El chico se relamió los labios y se quedó mirando a la chica con el ceño ligeramente fruncido. - Creo que soy lo suficientemente mayor como para poder comer yo solo... - Musitó y desvió la mirada a la comida, sintiendo algo de vergüenza por como le había tratado, como le había hecho, obligado a tomar aquellas cosas. ¡Que era un hombre y no un niño de dos años!
Y entonces lo siguiente que escuchó de los labios de Depaul también le pillo por sorpresa, mas que nada por que no esperaba que ese tema saliese, no entre ellos dos, ya que sabía ya aquello.
Asintió un poco con la cabeza y suspiró, sin apartar la vista de los ojos azules de Dadou.
Sin que pudiera decir nada más un nuevo pedazo de sandwich acabó en su boca, suspirando con resignación.
Mientras masticaba de forma pausada, miró un momento de reojo a la chica, y entonces, sin que ella pudiese esperarselo, tras haberle quitado el vaso de leche, y haberlo dejado en una superficie donde no corriese peligro, la abrazó, obligándola a que se sentase sobre su regazo. - Gracias por cuidar de mi, Dadou. - Habló una vez tuvo la boca libre.
Se separó apenas lo justo para poder mirar a la chica fijamente a los ojos, sin haber dejado de rodearle con ambos brazos, sin romper ese extraño abrazo.
Alessandro Selvaggi- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
- ¡Eh, no te vas a escapar!
No sabía como podía gritar sin llegar a alzar la voz pero estaba haciéndolo en ese preciso instante en que Alessandro arrebató de sus manos el vaso de leche. Frunció el ceño dispuesta a recriminarle la acción pero el gesto del italiano la tomó con la guardia bajada. La abrazó y las palabras de la francesa se atragantaron en su garganta, no supo que hacer o como reaccionar, dejó que la manipulara como si fuera una muñeca y terminó sentada en el regazo del moreno con cara de circunstancias. La voz del muchacho, mostrando su gratitud, no ayudó a que saliera de su perplejidad, Dadou permanecía mirando los ojos verdes de Alessandro sin saber bien que decir e incluso un leve sonrojo apareció en sus mejillas.
Mordió con suavidad su labio inferior antes de alzar la mano hasta el rostro de Selvaggi para acariciarlo con el reverso de su mano y tuvo el impulso de lanzarse sobre su boca, incluso acercó sus rostro hacia el suyo pero una voz interna, tal vez esa de la consciencia, la avisó que solo un piso más allá se encontraba su propia hermana a quien Alessandro había cortejado unos meses atrás. Detuvo su avance, miró los ojos del chico y una última vez sus labios antes de retirarse hacia atrás, apartando sus orbes azules hacia cualquier punto de la sala que no fuera él – No hay de qué, te dije que tengo debilidad por los cachorritos abandonados.
¡Qué había estado a punto de hacer! Era la peor hermana del mundo, se culpaba por solo haber tenido la idea en mente (e incluso efectuar el primer paso), Alessandro era material prohibido por la estrecha relación que lo unía con su viva imagen, no podía ni siquiera pensar en eso. Necesitaba a Elazar de repente, quería salir corriendo y esconderse entre sus brazos, ser débil por una vez y desaparecer de la faz terrestre. ¿No podía soltarla? Las cosas serían más fáciles porque ahora mismo ella no podía (y su cuerpo no reaccionaba) para salir de encima de sus piernas.
- Deberías continuar comiendo… ¿no crees? – susurró girando su cuerpo para coger el vaso de leche y ponérselo delante de los labios. Eso es, si había algo en medio de ellos no se fijaría en la santa manía suya de humedecérselos – Venga, venga. Quizás peso demasiado, debería levantarme.
No sabía como podía gritar sin llegar a alzar la voz pero estaba haciéndolo en ese preciso instante en que Alessandro arrebató de sus manos el vaso de leche. Frunció el ceño dispuesta a recriminarle la acción pero el gesto del italiano la tomó con la guardia bajada. La abrazó y las palabras de la francesa se atragantaron en su garganta, no supo que hacer o como reaccionar, dejó que la manipulara como si fuera una muñeca y terminó sentada en el regazo del moreno con cara de circunstancias. La voz del muchacho, mostrando su gratitud, no ayudó a que saliera de su perplejidad, Dadou permanecía mirando los ojos verdes de Alessandro sin saber bien que decir e incluso un leve sonrojo apareció en sus mejillas.
Mordió con suavidad su labio inferior antes de alzar la mano hasta el rostro de Selvaggi para acariciarlo con el reverso de su mano y tuvo el impulso de lanzarse sobre su boca, incluso acercó sus rostro hacia el suyo pero una voz interna, tal vez esa de la consciencia, la avisó que solo un piso más allá se encontraba su propia hermana a quien Alessandro había cortejado unos meses atrás. Detuvo su avance, miró los ojos del chico y una última vez sus labios antes de retirarse hacia atrás, apartando sus orbes azules hacia cualquier punto de la sala que no fuera él – No hay de qué, te dije que tengo debilidad por los cachorritos abandonados.
¡Qué había estado a punto de hacer! Era la peor hermana del mundo, se culpaba por solo haber tenido la idea en mente (e incluso efectuar el primer paso), Alessandro era material prohibido por la estrecha relación que lo unía con su viva imagen, no podía ni siquiera pensar en eso. Necesitaba a Elazar de repente, quería salir corriendo y esconderse entre sus brazos, ser débil por una vez y desaparecer de la faz terrestre. ¿No podía soltarla? Las cosas serían más fáciles porque ahora mismo ella no podía (y su cuerpo no reaccionaba) para salir de encima de sus piernas.
- Deberías continuar comiendo… ¿no crees? – susurró girando su cuerpo para coger el vaso de leche y ponérselo delante de los labios. Eso es, si había algo en medio de ellos no se fijaría en la santa manía suya de humedecérselos – Venga, venga. Quizás peso demasiado, debería levantarme.
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Sonrió un poco de forma ladeada al escuchar como le llamaba una vez mas, cachorrillo abandonado y no evitó reír apenas un momento. - Supongo entonces que soy un perro con suerte, ¿no? Dadou, la que siempre se porta a la defensiva, cuidando de este pobre chucho enfermo. - Bromeó un poco con aquella forma que tuvo de llamarle, y suspiró, cerrando un momento los ojos.
En ese momento que permaneció con los ojos cerrados, sintió la caricia de la chica sobre la mejilla, ladeando un poco el rostro hacia la misma en busca de aquél calor que manaba de su menudo cuerpo y que sentía que el de él necesitaba.
Pero por desgracia, o fortuna, quien sabe, al haber estado con los ojos cerrados no se percató de que la chica había estado a punto de besarle.
Cuando abrió los ojos, clavó la vista en las orbes claras de Dadou, quedándose por un momento ambos mirándose fijamente a los ojos, en silencio, quedando como en una especie de trance, hasta que ella misma consiguió reaccionar, sacando a ambos de aquel atontamiento momentáneo.
Sandro ya se había vuelto a poner a fantasear. Aquello no era bueno, desde luego... pero era algo inevitable después de tener a una de esas bellezas toda para él en el verano... y ahora saber que había dos, que eran exactamente iguales menos por ciertas cosas... dos. Eran dos. Y las quería, por muy egoísta o ambicioso que sonase, a las dos para él. Por Merlín...
- No es que un simple sandwich de jamón dulce vaya a conseguir mucho... - Susurró muy cerca del rostro de ella hasta que la misma chica se apartó un poco, pero él no soltó el amarre, el abrazo.
Y entonces la francesa le acercó una vez mas el vaso de leche a los labios, queriendo, claramente, obligarle a beber.
No bebió, y tampoco evitó reírse un poco al escucharle decir aquello de pesarle. - No pesas en absoluto Dadou, eres muy ligera, y el calor que emana tu cuerpo es muy agradable... - Le abrazó un poco mas contra si mismo y suspiró.
Con un brazo, que libero del abrazo con el único fin de volver a apartar el vaso de leche que tenía sobre los labios, hizo justo eso mismo, después quedándose mirando de manera fija a los ojos de ella. - Realmente... si no conociese la diferencia que tenéis al hablar... no podría diferenciaros. - Comentó sin saber realmente por que, justo antes de llevar aquella misma mano a la mejilla de la chica, acariciándola con mimo, mirándole fijamente de forma algo seria.
- La pura perfección hecha persona.
En ese momento que permaneció con los ojos cerrados, sintió la caricia de la chica sobre la mejilla, ladeando un poco el rostro hacia la misma en busca de aquél calor que manaba de su menudo cuerpo y que sentía que el de él necesitaba.
Pero por desgracia, o fortuna, quien sabe, al haber estado con los ojos cerrados no se percató de que la chica había estado a punto de besarle.
Cuando abrió los ojos, clavó la vista en las orbes claras de Dadou, quedándose por un momento ambos mirándose fijamente a los ojos, en silencio, quedando como en una especie de trance, hasta que ella misma consiguió reaccionar, sacando a ambos de aquel atontamiento momentáneo.
Sandro ya se había vuelto a poner a fantasear. Aquello no era bueno, desde luego... pero era algo inevitable después de tener a una de esas bellezas toda para él en el verano... y ahora saber que había dos, que eran exactamente iguales menos por ciertas cosas... dos. Eran dos. Y las quería, por muy egoísta o ambicioso que sonase, a las dos para él. Por Merlín...
- No es que un simple sandwich de jamón dulce vaya a conseguir mucho... - Susurró muy cerca del rostro de ella hasta que la misma chica se apartó un poco, pero él no soltó el amarre, el abrazo.
Y entonces la francesa le acercó una vez mas el vaso de leche a los labios, queriendo, claramente, obligarle a beber.
No bebió, y tampoco evitó reírse un poco al escucharle decir aquello de pesarle. - No pesas en absoluto Dadou, eres muy ligera, y el calor que emana tu cuerpo es muy agradable... - Le abrazó un poco mas contra si mismo y suspiró.
Con un brazo, que libero del abrazo con el único fin de volver a apartar el vaso de leche que tenía sobre los labios, hizo justo eso mismo, después quedándose mirando de manera fija a los ojos de ella. - Realmente... si no conociese la diferencia que tenéis al hablar... no podría diferenciaros. - Comentó sin saber realmente por que, justo antes de llevar aquella misma mano a la mejilla de la chica, acariciándola con mimo, mirándole fijamente de forma algo seria.
- La pura perfección hecha persona.
Alessandro Selvaggi- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Ah claro, un simple sandwich de jamón dulce que había costado “solo” una carrera de Dadou hasta el edificio principal y convencer a los elfos domésticos que se podían poner muy cabezones cuando querían. ¡De desagradecidos estaba el mundo lleno! Frunció el ceño, apretó los labios y preparó las palabras perfectas para lanzarle ante su carismático rostro que aún atontada sabía defenderse pero él la estrujó más hacia su cuerpo. Inmediatamente posó una de sus manos en el pecho del italiano, evitando romper demasiado la distancia entre ellos, era peligroso, tan solo unos minutos antes había casi olvidado que tenía una hermana gemela perdida por los huesos del muchacho.
- ¿Qué yo muerdo o qué? – murmuró precisamente con el tono altanero que la caracterizaba cuando él lanzó esa comparativa. En ese preciso instante, cuando estaba dudando entre si coquetearle descaradamente, no venía muy bien que hiciera comparaciones entre hermanas porque sabía que llevaba las de perder. ¿Dadou la liberal y descarada? o ¿Daphne la conservadora y tradicional? Por supuesto la segunda tenía más papeletas. Arrugó la nariz, diablos, no podía pensar seriamente en esas cosas de Daphne, no, ni una comparación, no había juego que ganar.
La mano de Alessandro empezó a acariciar su mejilla, Dadou volvió a posar sus ojos en él y notó algo más acelerado el latido de su corazón. Maldijo para su fuero interno su actitud de cobaya asustada: quedarse quieta ante su roce o proximidad y abofeteó su mente para intentar salir de la maldita hipnosis a la que la tenía forzada el italiano (Bueno, forzada era un decir) – No soy perfecta – murmuró con un hilillo de voz. Nunca había considerado que fuera algo así. Era conocedora de su físico, vamos, Daphne estaba delante de ella como su reflejo y veía lo bonita que era pero como todo el mundo tenía sus imperfecciones, en cambio, Daph, ella era más semeja a ese estereotipo de perfección buscada por los magos como Alessandro.
Los ojos verdes del muchacho y su rostro serio pusieron nerviosa a Dadou que continuó quieta. Cerró la mano que tenía encima del pecho del italiano, tomando un poco de la camisa del muchacho y apretó con fuerza, no, no, no, quería más voluntad en ese momento, ¿dónde estaba su determinación que arrasaba con un pueblo entero? Reducida la nada por culpa de Alessandro. Incapaz de contenerse, volvió a acercar su rostro paulatinamente a él como si fuera un maldito sireno que la llamaba, no obstante, la vocecita interna (empezaba a ser muy molesta) volvió a gritar que Daphne estaba cerca. Paró casi rozando sus labios y cerró los ojos –No hagas eso… Debería irme… – susurró contra sus labios.
- ¿Qué yo muerdo o qué? – murmuró precisamente con el tono altanero que la caracterizaba cuando él lanzó esa comparativa. En ese preciso instante, cuando estaba dudando entre si coquetearle descaradamente, no venía muy bien que hiciera comparaciones entre hermanas porque sabía que llevaba las de perder. ¿Dadou la liberal y descarada? o ¿Daphne la conservadora y tradicional? Por supuesto la segunda tenía más papeletas. Arrugó la nariz, diablos, no podía pensar seriamente en esas cosas de Daphne, no, ni una comparación, no había juego que ganar.
La mano de Alessandro empezó a acariciar su mejilla, Dadou volvió a posar sus ojos en él y notó algo más acelerado el latido de su corazón. Maldijo para su fuero interno su actitud de cobaya asustada: quedarse quieta ante su roce o proximidad y abofeteó su mente para intentar salir de la maldita hipnosis a la que la tenía forzada el italiano (Bueno, forzada era un decir) – No soy perfecta – murmuró con un hilillo de voz. Nunca había considerado que fuera algo así. Era conocedora de su físico, vamos, Daphne estaba delante de ella como su reflejo y veía lo bonita que era pero como todo el mundo tenía sus imperfecciones, en cambio, Daph, ella era más semeja a ese estereotipo de perfección buscada por los magos como Alessandro.
Los ojos verdes del muchacho y su rostro serio pusieron nerviosa a Dadou que continuó quieta. Cerró la mano que tenía encima del pecho del italiano, tomando un poco de la camisa del muchacho y apretó con fuerza, no, no, no, quería más voluntad en ese momento, ¿dónde estaba su determinación que arrasaba con un pueblo entero? Reducida la nada por culpa de Alessandro. Incapaz de contenerse, volvió a acercar su rostro paulatinamente a él como si fuera un maldito sireno que la llamaba, no obstante, la vocecita interna (empezaba a ser muy molesta) volvió a gritar que Daphne estaba cerca. Paró casi rozando sus labios y cerró los ojos –No hagas eso… Debería irme… – susurró contra sus labios.
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Podía notar los nervios de la chica, sus gestos, la mano en el pecho que, por pequeña que resultase, y mas comparada con el cuerpo de él, daba el suficiente calor como para hacerle sentir una agradable sensación, aquella sensación templada sobre su pecho.
- Yo creo que si que lo eres. Totalmente. - “Tú y tu hermana sois perfectas”, claro que eso no lo diría, obviamente.
Se humedeció los labios con la punta de la lengua en un momento dado, notando el estado de Dadou, casi pudiendo incluso decirse que podía ver a través de sus ojos. Las dudas, nervios, de nuevo las dudas, las ganas de llegar a algo más... Ni él mismo en esos momentos sabía si besar a la gemela de Daphne era algo bueno, pero su instinto estaba pidiéndoselo, y ella, sus labios, estaban tan endemoniadamente cerca... La fiebre, quizás, seguramente, fue la culpable de que no pudiese pensar con demasiada claridad, y acabase por actuar mas en caliente que en frío como siempre acostumbraba hacer.
La fiebre, ella fue la culpable, lo tenía totalmente claro. No había duda.
Sintió la mano en puño de la chica aprisionando un poco la prenda, seguido de aquellas palabras cargadas de dudas y nervios. - No hago nada... - Murmuró con voz algo ronca. - Tampoco es necesario que te marches, Dad...
En ese momento no se arrepintió, y dudaba de que se fuese a arrepentir, al menos, hasta que la temperatura que tenía en el cuerpo, enfermo, volviese a ser la normal.
Acercó los labios a los de la chica para finalmente, terminar por rozarlos, uniéndolos en un beso totalmente superficial, con los ojos entrecerrados. Hasta que no pareció que la chica se hubo calmado ligeramente, no entreabrió sus propios labios, por el mismo gesto consiguiendo entreabrir un poco los de ella, y de forma sutil, sin realmente forzarle a ello; lamió los labios de la chica de la misma forma que solía hacer con los propios, con la punta de la lengua, acabando por invadir la oquedad de ella, lamiendo la lengua de la contraria, abrazándole un poco más contra su propio cuerpo.
- Yo creo que si que lo eres. Totalmente. - “Tú y tu hermana sois perfectas”, claro que eso no lo diría, obviamente.
Se humedeció los labios con la punta de la lengua en un momento dado, notando el estado de Dadou, casi pudiendo incluso decirse que podía ver a través de sus ojos. Las dudas, nervios, de nuevo las dudas, las ganas de llegar a algo más... Ni él mismo en esos momentos sabía si besar a la gemela de Daphne era algo bueno, pero su instinto estaba pidiéndoselo, y ella, sus labios, estaban tan endemoniadamente cerca... La fiebre, quizás, seguramente, fue la culpable de que no pudiese pensar con demasiada claridad, y acabase por actuar mas en caliente que en frío como siempre acostumbraba hacer.
La fiebre, ella fue la culpable, lo tenía totalmente claro. No había duda.
Sintió la mano en puño de la chica aprisionando un poco la prenda, seguido de aquellas palabras cargadas de dudas y nervios. - No hago nada... - Murmuró con voz algo ronca. - Tampoco es necesario que te marches, Dad...
En ese momento no se arrepintió, y dudaba de que se fuese a arrepentir, al menos, hasta que la temperatura que tenía en el cuerpo, enfermo, volviese a ser la normal.
Acercó los labios a los de la chica para finalmente, terminar por rozarlos, uniéndolos en un beso totalmente superficial, con los ojos entrecerrados. Hasta que no pareció que la chica se hubo calmado ligeramente, no entreabrió sus propios labios, por el mismo gesto consiguiendo entreabrir un poco los de ella, y de forma sutil, sin realmente forzarle a ello; lamió los labios de la chica de la misma forma que solía hacer con los propios, con la punta de la lengua, acabando por invadir la oquedad de ella, lamiendo la lengua de la contraria, abrazándole un poco más contra su propio cuerpo.
Alessandro Selvaggi- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
La maldita voz en aquella tesitura fue suficiente para romper todas las defensas de Dadou y encerrar la consciencia en uno de los cajones más enterrados de su subconsciente. Notó los labios de él acercarse peligrosamente a los suyos y cerró los ojos, recibiendo su boca primero algo aturdida sin saber reaccionar. Usó la mano que no tenía arrugando la ropa para dejarla sobre el cuello de Alessandro, acarició lentamente solo con la yema de sus dedos hasta que él, lamió de forma desconsiderada sus labios. Todo su cuerpo se estremeció, ahogó un jadeo de placer y clavó sus uñas en la clavícula del chico. En ese punto olvidó por completo quien era Daphne y que relación tenía con ellos dos. ¿Cómo pensar en la traición hacia una hermana cuando estaba recibiendo uno de los mejores y más bizarros besos de su vida?
El maldito la estrechó hacia él y Dadou dejó de hacer presión para separar sus cuerpos, a cambio, llevó esa mano lentamente hacia arriba para agarrarse de su hombro. Dedicó todos sus esfuerzos en saborear con lentitud sus labios, dejar que él tomara el control hasta que un impulso innato hizo que cesara en su empeño por buscar su lengua para atrapar con sus dientes el labio inferior del muchacho – Esto… - susurró con voz baja algo agitada por el momento antes de tirar del labio – No puedes hacer esto… - miró un segundo sus ojos, diciéndole que en verdad podía hacer eso tantas veces quisiera porque en verdad sus palabras no reflejaban sus auténticos deseos, ¿Qué pobre culpa tenía ella? Seguro Selvaggi había contagiado su fiebre a la francesa así que había que señalar a la dichosa fiebre como culpable de todo el caos.
Bajó los besos hacia su mentón, donde mordisqueó de modo juguetón y se removió bajo los brazos de Alessandro para sentarse a ahorcajadas sobre él. Apretó la cara interna de sus muslos hacia las piernas del chico, se sentó bien sobre su regazo y subió los labios desde el mentón hasta sus labios para volverlos a besar con hambre. Las manos de la chica se encontraron en el cuello fuerte del italiano, acariciaron las dos caras del mismo y terminaron por entrelazar sus dedos en la nuca de Alessandro. Volvió a mordisquear el labio inferior en medio del beso y a su vez perdió los dedos entre el cabello del muchacho, acariciando su nuca - ¿Ves lo qué pasa? – añadió tomándose un respiro en el beso, pegando su frente a la suya y respirando agitada deseosa por que aquello no terminara – No lo puedes hacer…
El maldito la estrechó hacia él y Dadou dejó de hacer presión para separar sus cuerpos, a cambio, llevó esa mano lentamente hacia arriba para agarrarse de su hombro. Dedicó todos sus esfuerzos en saborear con lentitud sus labios, dejar que él tomara el control hasta que un impulso innato hizo que cesara en su empeño por buscar su lengua para atrapar con sus dientes el labio inferior del muchacho – Esto… - susurró con voz baja algo agitada por el momento antes de tirar del labio – No puedes hacer esto… - miró un segundo sus ojos, diciéndole que en verdad podía hacer eso tantas veces quisiera porque en verdad sus palabras no reflejaban sus auténticos deseos, ¿Qué pobre culpa tenía ella? Seguro Selvaggi había contagiado su fiebre a la francesa así que había que señalar a la dichosa fiebre como culpable de todo el caos.
Bajó los besos hacia su mentón, donde mordisqueó de modo juguetón y se removió bajo los brazos de Alessandro para sentarse a ahorcajadas sobre él. Apretó la cara interna de sus muslos hacia las piernas del chico, se sentó bien sobre su regazo y subió los labios desde el mentón hasta sus labios para volverlos a besar con hambre. Las manos de la chica se encontraron en el cuello fuerte del italiano, acariciaron las dos caras del mismo y terminaron por entrelazar sus dedos en la nuca de Alessandro. Volvió a mordisquear el labio inferior en medio del beso y a su vez perdió los dedos entre el cabello del muchacho, acariciando su nuca - ¿Ves lo qué pasa? – añadió tomándose un respiro en el beso, pegando su frente a la suya y respirando agitada deseosa por que aquello no terminara – No lo puedes hacer…
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Escondió una sonrisa al sentir como la chica correspondía a aquello, como no se apartaba y como no le separaba; que era lo primero que se le pasó a Sandro por la cabeza que haría ella.
Correspondió a los besos que siguieron, incluso se estremeció un poco con la caricia que le regaló la chica de forma sutil sobre el cuello, aquella zona tan... sensible. Pero no por ello cortó el beso ni nada parecido.
No tardó en sentir como la chica arañaba su clavícula, haciendo un suave sonido a modo de queja; aquello probablemente le dejaría una marca, que al menos, duraría un par de días y que tendría que procurar ocultar.
Con os cuerpos mas pegados ahora que antes, escuchó las quejas de ella, aquellas quejas que, evidentemente, no decían lo mismo que los deseos de ella. Negaba querer hacer aquello, pero su boca tampoco terminaba de dejarlo claro. Las palabras decían que no, pero los actos todo lo contrario. A parte de los besos previos, el bocado que le acababa de dar. Y de nuevo mas palabras dando negativas, incluso culpando al italiano, pero terminando en volverse en más besos.
Incluso ahora parecía que ella tenía ganas de jugar. Se había acomodado de mejor forma sobre el cuerpo de Selvaggi, y la intensidad de los besos y las caricias fueron subiendo.
Tragó saliva cuando la notó jugar en su mentón y le miró con los ojos entrecerrados, notando ahora la nueva presión del cuerpo de ella sobre su regazo. Aquella chica era puro pecado; desde luego, no tenía mucha intención de ir a arrepentirse de aquello, estaba siendo demasiado atrevido, le estaba gustando no ser, al menos por un rato, el Alessandro Selvaggi que trataba de ser siempre, el Alessandro de “bien”.
Devoró la boca de ella sin dejar de notar las manos inquietas de ella por su cuello, por su pelo, y un nuevo mordisco antes de que se interrumpiese el beso por las nuevas palabras de ella.
- Puedo hacerlo... y tú también Dadou... - Murmuró contra sus labios, sin separar su frente de la de ella, acariciando con una de las manos, su espalda en una continua caricia que subía y bajaba por la misma, a veces parando en su cintura, otras en su cadera. - No pasa nada.
Sentenció justo antes de empezar a besarla de nuevo, habiendo llevado la otra mano al cuello de ella, mas concretamente a la nuca, para empezar un nuevo beso, con mas ansia que los de antes, hambriento de su boca, sediento de sus labios.
Correspondió a los besos que siguieron, incluso se estremeció un poco con la caricia que le regaló la chica de forma sutil sobre el cuello, aquella zona tan... sensible. Pero no por ello cortó el beso ni nada parecido.
No tardó en sentir como la chica arañaba su clavícula, haciendo un suave sonido a modo de queja; aquello probablemente le dejaría una marca, que al menos, duraría un par de días y que tendría que procurar ocultar.
Con os cuerpos mas pegados ahora que antes, escuchó las quejas de ella, aquellas quejas que, evidentemente, no decían lo mismo que los deseos de ella. Negaba querer hacer aquello, pero su boca tampoco terminaba de dejarlo claro. Las palabras decían que no, pero los actos todo lo contrario. A parte de los besos previos, el bocado que le acababa de dar. Y de nuevo mas palabras dando negativas, incluso culpando al italiano, pero terminando en volverse en más besos.
Incluso ahora parecía que ella tenía ganas de jugar. Se había acomodado de mejor forma sobre el cuerpo de Selvaggi, y la intensidad de los besos y las caricias fueron subiendo.
Tragó saliva cuando la notó jugar en su mentón y le miró con los ojos entrecerrados, notando ahora la nueva presión del cuerpo de ella sobre su regazo. Aquella chica era puro pecado; desde luego, no tenía mucha intención de ir a arrepentirse de aquello, estaba siendo demasiado atrevido, le estaba gustando no ser, al menos por un rato, el Alessandro Selvaggi que trataba de ser siempre, el Alessandro de “bien”.
Devoró la boca de ella sin dejar de notar las manos inquietas de ella por su cuello, por su pelo, y un nuevo mordisco antes de que se interrumpiese el beso por las nuevas palabras de ella.
- Puedo hacerlo... y tú también Dadou... - Murmuró contra sus labios, sin separar su frente de la de ella, acariciando con una de las manos, su espalda en una continua caricia que subía y bajaba por la misma, a veces parando en su cintura, otras en su cadera. - No pasa nada.
Sentenció justo antes de empezar a besarla de nuevo, habiendo llevado la otra mano al cuello de ella, mas concretamente a la nuca, para empezar un nuevo beso, con mas ansia que los de antes, hambriento de su boca, sediento de sus labios.
Alessandro Selvaggi- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Si, poder, podía pero el problema serían las consecuencias pero decidió no pensar, a fin de cuentas, ya no había vuelta atrás menos con sus manos acariciando su espalda. Logró soltar un último suspiro de resignación antes que volviera a besarla otra vez esta vez con más intensidad. Dadou cerró los ojos, hipnotizado por el aroma a aftershave del muchacho y continuó acariciando la nuca de Alessandro, acabó por enredar uno de sus dedos en un mechón del muchacho, tiró de él con suavidad para separarlo ligeramente de sus labios y empezó a reseguir con la punta de la lengua el contorno interior de sus labios.
Apretó otra vez sus muslos contra las piernas de él y esta vez, mientras bajaba lentamente los labios desde la boca del italiano hasta su hombro, empezó un cadente movimiento de delante hacia atrás para incitarlo en lo que centraba sus besos en el cuello del chico. Besó, lamió y mordió a partes proporcionales incluso en un momento dado succionó con cuidado de no dejar ninguna marca – ¿En verdad no pasa nada? – susurró mientras subía otra vez su lengua por su cuello empleando solo la punta de la misma y moviendo hacia delante su cadera.
La voz de la conciencia quería gritarle que ya bastaba que por mucho calentón que sus manos ejercieran sobre su cuerpo, aún estaba a tiempo de detener aquella locura pero no quería ser racional, ni proteger a Daphne esta vez porque protegerla significaría hacerlo de ella misma, si, esta vez era alguien muy cercano a la chica quien podía hacerle daño pero es que no podía evitarlo, Sandro era superior a sus fuerzas y a su santa voluntad. ¡Ahora entendía el porque de tanto misterio! Ya no quería ser racional por una vez iba a dejarse llevar, lejos de su responsabilidad dentro del rol entre hermanas.
Quitó los sentimientos perturbadores de hermana traicionera de la cabeza, atrapó el lóbulo de la oreja de Selvaggi con la lengua, lo llevó hasta sus dientes, mordisqueó y emitió un gemidito ahogado de puro gozo para transmitirle que no, no pasaba nada. Volvió a separarse para mirar sus ojos verdes y mientras sonreía de manera ladeada, alargó las manos para deshacer la hebilla de la capa, quitándosela del cuello y volviendo a acariciar otra vez antes de besarlo con hambre y sed. No escatimó, recorrió con su lengua todos los recovecos mientras ahora las juguetonas manos bajaban por todo el torso del chico hasta el borde de su jersey oscuro para meter las manos debajo de él donde empezó a acariciar su abdomen hasta que harta de tener una tela por medio, volvió hasta el borde y tiró de él hacia arriba para que se quitara la prenda. ¿No quería quitarse la fiebre? Ella iba a ayudarlo a que sudara.
Apretó otra vez sus muslos contra las piernas de él y esta vez, mientras bajaba lentamente los labios desde la boca del italiano hasta su hombro, empezó un cadente movimiento de delante hacia atrás para incitarlo en lo que centraba sus besos en el cuello del chico. Besó, lamió y mordió a partes proporcionales incluso en un momento dado succionó con cuidado de no dejar ninguna marca – ¿En verdad no pasa nada? – susurró mientras subía otra vez su lengua por su cuello empleando solo la punta de la misma y moviendo hacia delante su cadera.
La voz de la conciencia quería gritarle que ya bastaba que por mucho calentón que sus manos ejercieran sobre su cuerpo, aún estaba a tiempo de detener aquella locura pero no quería ser racional, ni proteger a Daphne esta vez porque protegerla significaría hacerlo de ella misma, si, esta vez era alguien muy cercano a la chica quien podía hacerle daño pero es que no podía evitarlo, Sandro era superior a sus fuerzas y a su santa voluntad. ¡Ahora entendía el porque de tanto misterio! Ya no quería ser racional por una vez iba a dejarse llevar, lejos de su responsabilidad dentro del rol entre hermanas.
Quitó los sentimientos perturbadores de hermana traicionera de la cabeza, atrapó el lóbulo de la oreja de Selvaggi con la lengua, lo llevó hasta sus dientes, mordisqueó y emitió un gemidito ahogado de puro gozo para transmitirle que no, no pasaba nada. Volvió a separarse para mirar sus ojos verdes y mientras sonreía de manera ladeada, alargó las manos para deshacer la hebilla de la capa, quitándosela del cuello y volviendo a acariciar otra vez antes de besarlo con hambre y sed. No escatimó, recorrió con su lengua todos los recovecos mientras ahora las juguetonas manos bajaban por todo el torso del chico hasta el borde de su jersey oscuro para meter las manos debajo de él donde empezó a acariciar su abdomen hasta que harta de tener una tela por medio, volvió hasta el borde y tiró de él hacia arriba para que se quitara la prenda. ¿No quería quitarse la fiebre? Ella iba a ayudarlo a que sudara.
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Si hubiese querido haberse levado un buen tirón, no tenía que haber hecho lo que hizo. Pero era obvio que no lo quería, y cuando la francesa tiró de aquél mechón de pelo, él mismo dejó que su cabeza se echase hacia atrás, sintiendo entonces el juego de la lengua de la chica sobre su boca, asomando él mismo la propia entre los labios para hacerla rozar con la de ella, sonriendo un poco, levemente.
En cambio la sonrisa se desvaneció en el momento en el que las caricias y actos de la chica subieron a un nivel mas caliente, haciendo que un ronco jadeo escapase de entre los labios del italiano, como un acto reflejo, echando la cabeza hacia atrás, dejando mas vía libre a la imaginación, a la boca de Dadou. Craso error. Aquellos besos, mordiscos e incluso aquella succión que sintió que incluso podría dejar marca, y los movimientos de cadera que la chica empezó a hacer le habían conseguido encender sin mucha dificultad. Las palabras de la chica... incluso podría haber adivinado algo de sorna en ellas. - Creo... que si que pasa algo... - Murmuró con voz ronca antes de humedecerse los labios como solía hacer.
Estaba claro que Dadou no tenía ninguna intención de ir a arrepentirse; era lo único que le había “cohibido” hasta ese momento a actuar, pero al verle seguir... sentir aquellos actos por parte de ella... estaba volviéndose loco, y probablemente, ella ya podría haber sentido el calentón que tenía el chico encima, mas que nada por la posición que había adquirido ella antes, y además, los movimientos que tampoco ayudaban en absoluto a que aquél bulto que cada vez se hacía mas notorio en la entrepierna del chico, despareciesen.
Cuando iniciaron aquél breve contacto visual que no duró demasiado, pudo leer en los ojos azules de la chica el deseo de seguir con aquello; y él estaba igual.
Dadou se encargó de deshacerse de la capa que él llevaba, y por supuesto, este último no iba a impedírselo, respondiendo a ese gesto con un buen beso en el que no faltaron las caricias, tanto por parte de él, como de ella.
Lo siguiente que desapareció fue el jersey del chico, donde se podía apreciar un poco el arañazo que antes le hizo Depaul. Al momento Selvaggi se quedó mirando un momento fijamente a los ojos de ella, después bajando la vista a su cuerpo, analizándola por completo, y sin dudar ni un momento, imitó el gesto de la gemela, deshaciéndose de la camiseta que cubría buena parte del cuerpo de ella. Quería verlo.
Cambiaron los papeles en el momento en el que él empezó ahora a lamer el cuello de ella, besar, mordisquear,... habiendo soltado la prenda a un lado del sillón, y ahora acariciando con una mano el abdomen y la cintura de ella, terminó por hacer algo con la mano que no tenía ocupada; llevándola a uno de los pechos de ella para empezar a masajearlo de forma general hasta que decidió centrarse en el pezón del mismo, aún por encima de la lencería.
Llevó los labios a los de ella, apenas rozándolos, para hablar. - No pasa nada. - Sentenció, acallando las posibles palabras de ella con un beso fogoso, ansioso.
En cambio la sonrisa se desvaneció en el momento en el que las caricias y actos de la chica subieron a un nivel mas caliente, haciendo que un ronco jadeo escapase de entre los labios del italiano, como un acto reflejo, echando la cabeza hacia atrás, dejando mas vía libre a la imaginación, a la boca de Dadou. Craso error. Aquellos besos, mordiscos e incluso aquella succión que sintió que incluso podría dejar marca, y los movimientos de cadera que la chica empezó a hacer le habían conseguido encender sin mucha dificultad. Las palabras de la chica... incluso podría haber adivinado algo de sorna en ellas. - Creo... que si que pasa algo... - Murmuró con voz ronca antes de humedecerse los labios como solía hacer.
Estaba claro que Dadou no tenía ninguna intención de ir a arrepentirse; era lo único que le había “cohibido” hasta ese momento a actuar, pero al verle seguir... sentir aquellos actos por parte de ella... estaba volviéndose loco, y probablemente, ella ya podría haber sentido el calentón que tenía el chico encima, mas que nada por la posición que había adquirido ella antes, y además, los movimientos que tampoco ayudaban en absoluto a que aquél bulto que cada vez se hacía mas notorio en la entrepierna del chico, despareciesen.
Cuando iniciaron aquél breve contacto visual que no duró demasiado, pudo leer en los ojos azules de la chica el deseo de seguir con aquello; y él estaba igual.
Dadou se encargó de deshacerse de la capa que él llevaba, y por supuesto, este último no iba a impedírselo, respondiendo a ese gesto con un buen beso en el que no faltaron las caricias, tanto por parte de él, como de ella.
Lo siguiente que desapareció fue el jersey del chico, donde se podía apreciar un poco el arañazo que antes le hizo Depaul. Al momento Selvaggi se quedó mirando un momento fijamente a los ojos de ella, después bajando la vista a su cuerpo, analizándola por completo, y sin dudar ni un momento, imitó el gesto de la gemela, deshaciéndose de la camiseta que cubría buena parte del cuerpo de ella. Quería verlo.
Cambiaron los papeles en el momento en el que él empezó ahora a lamer el cuello de ella, besar, mordisquear,... habiendo soltado la prenda a un lado del sillón, y ahora acariciando con una mano el abdomen y la cintura de ella, terminó por hacer algo con la mano que no tenía ocupada; llevándola a uno de los pechos de ella para empezar a masajearlo de forma general hasta que decidió centrarse en el pezón del mismo, aún por encima de la lencería.
Llevó los labios a los de ella, apenas rozándolos, para hablar. - No pasa nada. - Sentenció, acallando las posibles palabras de ella con un beso fogoso, ansioso.
Alessandro Selvaggi- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Retó a Alessandro cuando él analizó su cuerpo con la mirada, alzando una ceja y sonriendo de modo ladeado, ¿a qué esperaba? Ayudó a desprenderse de la fina camisa negra y quedó en sujetador de encaje negro francés, feliz porque se hubiera decantado de una buena vez por quitarle la ropa. Dadou tiró el cuello hacia atrás, jadeó cuando notó los labios del moreno en su cuello y tras llevar una mano a su cabello donde enredó los dedos, apretó su rostro contra la fina piel de su cuello. No pudo reprimir el gemido ahogado de sus labios cuando él acarició uno de sus pezones, inevitablemente se humedeció, excitada, y mordió su labio inferior para no llamar la atención de nadie con los constantes altos jadeos que emanaban de su cuerpo cada vez más obnubilada por esa oleada de calor provocada solo por el italiano.
Sonrió como estúpida cuando él habló contra sus labios pero cuando fue a responderle fue silenciada con un húmedo beso que cegó más aún su sano juicio. Apoyó las manos en el torso del muchacho mientras respondía a su beso con la misma intensidad sin darle tregua casi ni para respirar, deslizó sus manos hacia abajo pero volvió a usar sus uñas a fin de arañar suavemente toda su piel hasta que llegó a su abdomen. Palpó para cerciorarse que estaba todo en su lugar (bueno, esa era la excusa) y terminó por bajar hasta el borde de su oscuro pantalón, deshaciendo la hebilla de su pantalón así como hizo a su vez con la capa pero tomándose más tiempo de lo debido. En un descuido, una de sus manos se deshizo del trabajo de deshacer la hebilla y bajó hasta el bulto que representaba la entrepierna del joven, indecorosa, se posó sobre ella aún sin moverse ni apretar solo para tentar.
Mordió la punta de la lengua de Sandro cuando intentó inmiscuirse en su boca, río por la acción y rozó con sus labios los suyos, dejando que su respiración jugara contra ellos mientras sus ojos azules buscaban los suyos verdes – Yo creo que si pasa – susurró con la voz más cadente que podía poner, apretando su entrepierna a la vez y soltando un lametón sobre sus labios. Dedicó unos segundos con su mano a esa zona subiendo la mano libre hasta su pecho para acariciarlo pero tras que sus dientes rozaran de nuevo el mentón de Alessandro, mordisqueando de nuevo, soltó el notable bulto para empujar sus hombros contra el sillón de la sala común con toda la fuerza que podía tener (Cabía decir que no era mucha). Usó sus hombros como punto de apoyo y volvió a ponerse bien con cuidado que las dos entrepiernas se rozaran para empezar otro suave vaivén a ver si lograba esta vez si enloquecerlo de una buena vez.
Reemprendió la acción de besarlo con lasciva, intercalando mordiscos y lametones con prolongados besos mientras sus manos se deshacían en caricias sobre el cuello del muchacha pero ávida de sentirlo buscó sus manos para cogerlas y colocarlas sobre su trasero. Entre besos logró mencionar un – ¿solo eso?
Sonrió como estúpida cuando él habló contra sus labios pero cuando fue a responderle fue silenciada con un húmedo beso que cegó más aún su sano juicio. Apoyó las manos en el torso del muchacho mientras respondía a su beso con la misma intensidad sin darle tregua casi ni para respirar, deslizó sus manos hacia abajo pero volvió a usar sus uñas a fin de arañar suavemente toda su piel hasta que llegó a su abdomen. Palpó para cerciorarse que estaba todo en su lugar (bueno, esa era la excusa) y terminó por bajar hasta el borde de su oscuro pantalón, deshaciendo la hebilla de su pantalón así como hizo a su vez con la capa pero tomándose más tiempo de lo debido. En un descuido, una de sus manos se deshizo del trabajo de deshacer la hebilla y bajó hasta el bulto que representaba la entrepierna del joven, indecorosa, se posó sobre ella aún sin moverse ni apretar solo para tentar.
Mordió la punta de la lengua de Sandro cuando intentó inmiscuirse en su boca, río por la acción y rozó con sus labios los suyos, dejando que su respiración jugara contra ellos mientras sus ojos azules buscaban los suyos verdes – Yo creo que si pasa – susurró con la voz más cadente que podía poner, apretando su entrepierna a la vez y soltando un lametón sobre sus labios. Dedicó unos segundos con su mano a esa zona subiendo la mano libre hasta su pecho para acariciarlo pero tras que sus dientes rozaran de nuevo el mentón de Alessandro, mordisqueando de nuevo, soltó el notable bulto para empujar sus hombros contra el sillón de la sala común con toda la fuerza que podía tener (Cabía decir que no era mucha). Usó sus hombros como punto de apoyo y volvió a ponerse bien con cuidado que las dos entrepiernas se rozaran para empezar otro suave vaivén a ver si lograba esta vez si enloquecerlo de una buena vez.
Reemprendió la acción de besarlo con lasciva, intercalando mordiscos y lametones con prolongados besos mientras sus manos se deshacían en caricias sobre el cuello del muchacha pero ávida de sentirlo buscó sus manos para cogerlas y colocarlas sobre su trasero. Entre besos logró mencionar un – ¿solo eso?
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Todo aquello estaba consiguiendo enloquecerlo, sentía que no aguantaría mucho mas reprimiendo sus deseos de aquella forma, apenas teniendo que contenerse con besos, lamidas, mordiscos, arañazos... y no mas que unas estúpidas caricias superficiales. Más. Era todo lo que se le repetía una y otra vez en la cabeza, y las acciones de la chica no hacían mas que conseguir encenderle mas, si aquello era posible.
Nuevos roces... Dadou era la lujuria en persona, al menos, lo era para él, la pura tentación... Aquellos roces demasiado premeditados de la castaña hicieron que él mismo alzase un poco las caderas para intensificar los roces, notando como ella probablemente estaba tan deseosa como él de seguir con eso, de querer avanzar... y todo aquello el quedó totalmente claro cuando escuchó y sintió aquella especie de reto que acababa de hacerle. Que dejase ahí la mano quieta, que le dijese aquello, y que después siguiese sobrando aquella parte de él... Y de nuevo la chica iba dispuesta a calentarlo mas, empezando una nueva fricción, esta vez, estratégicamente mejor colocada, era mucho mas notoria para ambos.
Ella misma, pícara, cogió las manos de Alessandro entre las de ella para colocarlas en el trasero. No evitó sonreír ladeado, pícaro, pervertido incluso.
No iba a seguir conteniéndose. No ahora.
- No.- Respondió a su pregunta y no tardó en llevar las manos al broche del sostén para deshacer el amarre, consiguiendo soltarlo, levantándolo por la parte delantera para dejar sus pechos al descubierto, y entonces asomó la punta de la lengua, mirando fijamente a los ojos de ella queriendo ponerla algo nerviosa, o quizás impacientarla, para empezar a dedicar la atención de sus labios y su lengua, a los pechos de ella.
Tomó un rato humedeciendo, jugando con la lengua sobre sus pezones, notando como se endurecían sin demasiada dificultad; alternando los besos, lamidas y mordiscos en ellos con las caricias y suaves pellizcos, presiones que hacía con otra mano cuando no ocupada ese pecho con la boca.
Aún le quedaba una mano, y no iba a quedarse quieto.
Coló la mano por entre los cuerpos de ambos y empezó a rozar un poco con la mano la entrepierna de ella, por encima de la prenda apenas un momento antes de, quizás de forma algo descarada, acabar por colar la mano dentro de los pantalones de ella, siguiendo ahora si, con aquella fricción que había empezado él mismo hacia unos instantes antes, notando la temperatura, la humedad de la chica.
Nuevos roces... Dadou era la lujuria en persona, al menos, lo era para él, la pura tentación... Aquellos roces demasiado premeditados de la castaña hicieron que él mismo alzase un poco las caderas para intensificar los roces, notando como ella probablemente estaba tan deseosa como él de seguir con eso, de querer avanzar... y todo aquello el quedó totalmente claro cuando escuchó y sintió aquella especie de reto que acababa de hacerle. Que dejase ahí la mano quieta, que le dijese aquello, y que después siguiese sobrando aquella parte de él... Y de nuevo la chica iba dispuesta a calentarlo mas, empezando una nueva fricción, esta vez, estratégicamente mejor colocada, era mucho mas notoria para ambos.
Ella misma, pícara, cogió las manos de Alessandro entre las de ella para colocarlas en el trasero. No evitó sonreír ladeado, pícaro, pervertido incluso.
No iba a seguir conteniéndose. No ahora.
- No.- Respondió a su pregunta y no tardó en llevar las manos al broche del sostén para deshacer el amarre, consiguiendo soltarlo, levantándolo por la parte delantera para dejar sus pechos al descubierto, y entonces asomó la punta de la lengua, mirando fijamente a los ojos de ella queriendo ponerla algo nerviosa, o quizás impacientarla, para empezar a dedicar la atención de sus labios y su lengua, a los pechos de ella.
Tomó un rato humedeciendo, jugando con la lengua sobre sus pezones, notando como se endurecían sin demasiada dificultad; alternando los besos, lamidas y mordiscos en ellos con las caricias y suaves pellizcos, presiones que hacía con otra mano cuando no ocupada ese pecho con la boca.
Aún le quedaba una mano, y no iba a quedarse quieto.
Coló la mano por entre los cuerpos de ambos y empezó a rozar un poco con la mano la entrepierna de ella, por encima de la prenda apenas un momento antes de, quizás de forma algo descarada, acabar por colar la mano dentro de los pantalones de ella, siguiendo ahora si, con aquella fricción que había empezado él mismo hacia unos instantes antes, notando la temperatura, la humedad de la chica.
Alessandro Selvaggi- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Bien decía el dicho que no juegues con fuego o te puedes quemar, Dadou ya hacía rato que estaba quemada pero quería ver a Alessandro perder la cabeza por una cuestión de ego. Notó su mano tras su espalda, deshaciendo el cierre del sujetador y sonrío con malicia, perdiendo la cabeza por aquel maldito hombre. Hacia mucho que no estaba tan cegada o tenía tantas ganas de tomar algo, quizás por el morbo de donde estaban o tal vez se tratara que era algo prohibido y exclusivo de su hermana. Ayudó a deshacerse de la prenda, estirando los brazos antes de volver a colocar las manos en el cuello de Sandro mientras volvía a retarlo con la mirada para que se dejara de provocarla y pasara a la acción.
No tardó mucho en cumplir sus reclamos implícitos, arqueó la espalda un poco cuando notó el contacto húmedo de la lengua del muchacho contra su pezón que reaccionó casi de manera instantáneamente en lo que su dueña tiraba la cabeza hacia atrás, mordiendo con fuerza su labio inferior para evitar soltar un alto gemido. El colmo de la situación fue cuando Sandro coló de manera descarada y apropiada, la mano por dentro de su pantalón para acariciar su entrepierna, Dadou perdió por completo los papeles, agachó la cabeza, tomó con las dos manos el rostro de Alessandro y empezó a besarlo con frenesí y locura transitoria, colando su lengua hasta el último rincón de su boca casi memorizada a la perfección y pegando sus pechos a ese torso desnudo del italiano.
Las palabras ya no se articulaban en su boca más que en gemidos de placer, no pensaba dejarle ganar la partida así tan rápido. Decidida tomó la muñeca de la mano que jugaba con su entrepierna, tiró de ella hacia arriba para sacarla y sonrío con malicia contra sus labios, tomando el labio superior del chico para succionarlo sin cuidado de dañarlo mientras conducía la mano tomada hasta su trasero otra vez. Ahora fue ella la que sin decoro, deshizo el botón del pantalón, bajo lentamente la cremallera, palpó por encima de la ropa interior y tras ello, metió la mano, ahora llevando sus labios hasta la oreja del chico para morder su lóbulo, emitiendo un gemido como si sentir su miembro entre sus manos fuera el colmo de la excitación.
Empezó un suave masaje de arriba hacia abajo, besando ahora la zona bajo su oreja, lentamente, posando solo pequeños besos hasta que su lengua hizo aparición para trazar pequeños círculos con la punta en lo que daba masajes con su mano, ahora acelerando un poco el ritmo pero cuando creyó que el chico ya estaría más que perdido, dejó deliberadamente la zona para mirarlo a los ojos, ladear la cabeza y sonreír con la maldad pura. Bajó de encima de él para quitarse ella misma los pantalones que ya empezaban a incomodar, a su vez, estiró de los de él para quitárselos pero los dejó hasta los tobillos y volvió a subirse casi de un salto, volviendo a su labor, ahora besando su torso desnudo.
No tardó mucho en cumplir sus reclamos implícitos, arqueó la espalda un poco cuando notó el contacto húmedo de la lengua del muchacho contra su pezón que reaccionó casi de manera instantáneamente en lo que su dueña tiraba la cabeza hacia atrás, mordiendo con fuerza su labio inferior para evitar soltar un alto gemido. El colmo de la situación fue cuando Sandro coló de manera descarada y apropiada, la mano por dentro de su pantalón para acariciar su entrepierna, Dadou perdió por completo los papeles, agachó la cabeza, tomó con las dos manos el rostro de Alessandro y empezó a besarlo con frenesí y locura transitoria, colando su lengua hasta el último rincón de su boca casi memorizada a la perfección y pegando sus pechos a ese torso desnudo del italiano.
Las palabras ya no se articulaban en su boca más que en gemidos de placer, no pensaba dejarle ganar la partida así tan rápido. Decidida tomó la muñeca de la mano que jugaba con su entrepierna, tiró de ella hacia arriba para sacarla y sonrío con malicia contra sus labios, tomando el labio superior del chico para succionarlo sin cuidado de dañarlo mientras conducía la mano tomada hasta su trasero otra vez. Ahora fue ella la que sin decoro, deshizo el botón del pantalón, bajo lentamente la cremallera, palpó por encima de la ropa interior y tras ello, metió la mano, ahora llevando sus labios hasta la oreja del chico para morder su lóbulo, emitiendo un gemido como si sentir su miembro entre sus manos fuera el colmo de la excitación.
Empezó un suave masaje de arriba hacia abajo, besando ahora la zona bajo su oreja, lentamente, posando solo pequeños besos hasta que su lengua hizo aparición para trazar pequeños círculos con la punta en lo que daba masajes con su mano, ahora acelerando un poco el ritmo pero cuando creyó que el chico ya estaría más que perdido, dejó deliberadamente la zona para mirarlo a los ojos, ladear la cabeza y sonreír con la maldad pura. Bajó de encima de él para quitarse ella misma los pantalones que ya empezaban a incomodar, a su vez, estiró de los de él para quitárselos pero los dejó hasta los tobillos y volvió a subirse casi de un salto, volviendo a su labor, ahora besando su torso desnudo.
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Acariciaba aquella zona tan sensible de la chica de forma repetitiva, haciendo círculos con el dedo que estaba en aquella labor, de vez en cuando también pasando la misma mano por toda la humedad de la chica, escuchándola jadear, gimotear, queriendo acallarse. Para deleite del italiano aquello no estaba saliendole demasiado bien, o al menos, él seguía escuchando aquellos sonidos aunque fuesen en un tono mas apagado, y aquello le motivaba aún más a seguir con todo aquello.
Las manos de ella prácticamente rodearon su rostro y se apoderó del mismo entre caricias y besos, a los que él, gustoso, correspondía con la misma viveza y ferocidad que lo hacía la francesa.
Para su propio fastidio, Dadou parecía no querer que la mano de Sandro siguiese con aquel juego, y tras un rato “forcejeando” de aquello, el chico terminó por ceder, dejando que ella misma volviese a situar la mano en el trasero, zona que empezó a sobar de manera isntantanea, junto a la otra, masajeando ahora los suaves, blandos glúteos de ella.
De nuevo... había vuelto a conseguir acelerar un poco mas la respiración, las pulsaciones de Selvaggi con tan solo aquellos gestos que acontecían a lo siguiente que llegó; aún mas sobeteo por parte de ella, caricias, masajeos.
Acomodó un poco la cabeza en el respaldo del sillón, dejándose hacer, dejando que la chica se explayara en su quehacer, con los ojos cerrados para sentir todo aquello mejor, notando la lengua de ella ejerciendo presión en la parte del cuello cercana a la oreja.
Jadeó de forma ronca al notar como dejaba de hacer aquello, incluso gruñó un poco y se quedó mirándole con el ceño fruncido hasta que vio el porque hubo dejado aquello... aunque realmente, había sido bastante oportuna Depaul al haber retirado la mano en ese momento.
Tragó saliva, disfrutando de como la chica se deshacía de la prenda, después ayudándole a ella un poco a retirar su propia prenda, alzando un poco las caderas para acabar con los mismos algo bastante mas bajos.
Cuando volvió a tener a la chica encima ya no sabía como reaccionar, si seguir tratando de ser cortés, dándose tiempo a pensar en frío, o volver a lo que estaba, hacer caso a su cuerpo, al calentón que ella misma había provocado... estaba deseoso de más, y estaba demasiado claro que ella también. Sintió los besos de ella, y él lo primero que hizo fue apoyar una de las manos en la barbilla de Dadou para hacer que alzase el rostro, volviendo a unir los labios de ambos en un necesitado beso
Alessandro aprovechó aquella nueva distracción para masajear un momento con ambas manos sus pechos, bajando después una de ellas a la entrepierna de Depaul, separando un poco la tela justo por aquella zona en la que él causaría una intromisión, en un primer momento llenándolo con una de sus falanges, poco después con par de dedos, sin quitarle el ojo de encima a la chica, habiendo conducido la mano que tenía en el pecho de ella a la cintura de la misma. - Eres puro fuego... y ahora tendrás que apagar el que has provocado en mi, Dadou... - Aquello, decírselo así... apenas lo hizo para no tomarla totalmente por sorpresa, o mas bien, sin avisar.
Sacó la mano de aquella zona, y llevó ambas propias a su prenda interior, sacando de la misma la hinchada entrepierna que requería atenciones.
No apartó la mirada de la gemela, apenas lo único que hizo fue conducirla para situarse encima de la erección, incitándola a que ella lo siguiera.
Las manos de ella prácticamente rodearon su rostro y se apoderó del mismo entre caricias y besos, a los que él, gustoso, correspondía con la misma viveza y ferocidad que lo hacía la francesa.
Para su propio fastidio, Dadou parecía no querer que la mano de Sandro siguiese con aquel juego, y tras un rato “forcejeando” de aquello, el chico terminó por ceder, dejando que ella misma volviese a situar la mano en el trasero, zona que empezó a sobar de manera isntantanea, junto a la otra, masajeando ahora los suaves, blandos glúteos de ella.
De nuevo... había vuelto a conseguir acelerar un poco mas la respiración, las pulsaciones de Selvaggi con tan solo aquellos gestos que acontecían a lo siguiente que llegó; aún mas sobeteo por parte de ella, caricias, masajeos.
Acomodó un poco la cabeza en el respaldo del sillón, dejándose hacer, dejando que la chica se explayara en su quehacer, con los ojos cerrados para sentir todo aquello mejor, notando la lengua de ella ejerciendo presión en la parte del cuello cercana a la oreja.
Jadeó de forma ronca al notar como dejaba de hacer aquello, incluso gruñó un poco y se quedó mirándole con el ceño fruncido hasta que vio el porque hubo dejado aquello... aunque realmente, había sido bastante oportuna Depaul al haber retirado la mano en ese momento.
Tragó saliva, disfrutando de como la chica se deshacía de la prenda, después ayudándole a ella un poco a retirar su propia prenda, alzando un poco las caderas para acabar con los mismos algo bastante mas bajos.
Cuando volvió a tener a la chica encima ya no sabía como reaccionar, si seguir tratando de ser cortés, dándose tiempo a pensar en frío, o volver a lo que estaba, hacer caso a su cuerpo, al calentón que ella misma había provocado... estaba deseoso de más, y estaba demasiado claro que ella también. Sintió los besos de ella, y él lo primero que hizo fue apoyar una de las manos en la barbilla de Dadou para hacer que alzase el rostro, volviendo a unir los labios de ambos en un necesitado beso
Alessandro aprovechó aquella nueva distracción para masajear un momento con ambas manos sus pechos, bajando después una de ellas a la entrepierna de Depaul, separando un poco la tela justo por aquella zona en la que él causaría una intromisión, en un primer momento llenándolo con una de sus falanges, poco después con par de dedos, sin quitarle el ojo de encima a la chica, habiendo conducido la mano que tenía en el pecho de ella a la cintura de la misma. - Eres puro fuego... y ahora tendrás que apagar el que has provocado en mi, Dadou... - Aquello, decírselo así... apenas lo hizo para no tomarla totalmente por sorpresa, o mas bien, sin avisar.
Sacó la mano de aquella zona, y llevó ambas propias a su prenda interior, sacando de la misma la hinchada entrepierna que requería atenciones.
No apartó la mirada de la gemela, apenas lo único que hizo fue conducirla para situarse encima de la erección, incitándola a que ella lo siguiera.
Alessandro Selvaggi- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Alzó las dos cejas cuanto él tomo su mentón y se dejó llevar otra vez por el poder de sus orbes verdes, cegada por el placer bebió de sus labios mientras sus dedos se perdían entre las hebras negras del cabello de Selvaggi. Ebria por sus labios no fue consciente cuando tomó la decisión de invadir su intimidad pero soltó un gemido contra su boca que no logró retener y a punto de surgir las palabras a través de su boca, algún tipo de calumnia poco amorosa, fue acallada por las palabras de Alessandro que hicieron que mirara otra vez sus ojos verdes, sonrío de modo ladeado ajena a las ideas del italiano. No logró asentir, el muy osado tomó definitivamente la delantera, Dadou dejó caer su rostro contra el de él, suspiró contra sus labios y abrazando con una de sus manos el cuello de Sandro empezó a bajar su cuerpo para sentir su palpitante entrepierna entrar en ella.
Calló el profundo gemido contras su labios y empezó a moverse suavemente de arriba hacia abajo, apoyando la mano libre en el torso del italiano y acariciando con sus uñas el pezón del muchacho. La respiración de la castaña era pesada mientras mordía, lamía y chupaba los labios del muchacho y no entendía como sus ojos podían hacerla perder la razón hasta ese punto. No recordaba ninguno de sus amantes (no novios) tan fogosos como el italiano, quería decir, solo habían bastado un par de caricias acertadas pero sobretodo el influjo de esos malditos ojos verdes. La francesa empezó a moverse con más ansiedad encima de él, apretó las caderas instando a sus paredes a apretar con más fuerza el miembro del muchacho.
-Sandro… - susurró contra sus labios antes de estremecerse por el intenso placer. Miró sus ojos una vez y subió la otra mano hasta su nuca para apoyarse mejor y moverse con más soltura encima del muchacho. Abandonó por unos segundos su boca, ansiosa por volver a besar su cuello, esta vez, empezó a morder bajo su mentón, una y dos veces, coincidiendo por cada vez que subía su cuerpo y volvía a bajar. La respiración cada vez se agitaba más y un perlado sudor empezó a aparecer por el cuerpo de la francesa – Sandro… - volvió a repetir como una letanía, ah diablos, ahora se venía a enterar que su nombre también le gustaba, sonaba bien en medio de uno de sus gemidos y teniéndolo bajo sus piernas.
Dedicó su cuerpo y alma a darle el más intenso placer, tras unos minutos más de dedicación, notó la culminación y se deshizo entre los brazos del italiano, gimiendo contra su mentón y apoyando su frente en la nariz del chico. Tardó unos segundos en recuperar el aliento pero decidió no cesar en su empeño hasta que él no llegara a la cima y en cuanto hizo, paulatinamente, descendió en el ritmo de sus movimientos pero no en beber de sus labios. Los ojos azules de la muchacha buscaron los verdes de él, apoyó los codos sobre su torso desnudo y apartó con sus manos los mechones de pelo que caían en el rostro de Selvaggi. ¿Ahora que hacía o decía? ¿No era el momento de largarse? Sería mejor irse antes que la echara.
Calló el profundo gemido contras su labios y empezó a moverse suavemente de arriba hacia abajo, apoyando la mano libre en el torso del italiano y acariciando con sus uñas el pezón del muchacho. La respiración de la castaña era pesada mientras mordía, lamía y chupaba los labios del muchacho y no entendía como sus ojos podían hacerla perder la razón hasta ese punto. No recordaba ninguno de sus amantes (no novios) tan fogosos como el italiano, quería decir, solo habían bastado un par de caricias acertadas pero sobretodo el influjo de esos malditos ojos verdes. La francesa empezó a moverse con más ansiedad encima de él, apretó las caderas instando a sus paredes a apretar con más fuerza el miembro del muchacho.
-Sandro… - susurró contra sus labios antes de estremecerse por el intenso placer. Miró sus ojos una vez y subió la otra mano hasta su nuca para apoyarse mejor y moverse con más soltura encima del muchacho. Abandonó por unos segundos su boca, ansiosa por volver a besar su cuello, esta vez, empezó a morder bajo su mentón, una y dos veces, coincidiendo por cada vez que subía su cuerpo y volvía a bajar. La respiración cada vez se agitaba más y un perlado sudor empezó a aparecer por el cuerpo de la francesa – Sandro… - volvió a repetir como una letanía, ah diablos, ahora se venía a enterar que su nombre también le gustaba, sonaba bien en medio de uno de sus gemidos y teniéndolo bajo sus piernas.
Dedicó su cuerpo y alma a darle el más intenso placer, tras unos minutos más de dedicación, notó la culminación y se deshizo entre los brazos del italiano, gimiendo contra su mentón y apoyando su frente en la nariz del chico. Tardó unos segundos en recuperar el aliento pero decidió no cesar en su empeño hasta que él no llegara a la cima y en cuanto hizo, paulatinamente, descendió en el ritmo de sus movimientos pero no en beber de sus labios. Los ojos azules de la muchacha buscaron los verdes de él, apoyó los codos sobre su torso desnudo y apartó con sus manos los mechones de pelo que caían en el rostro de Selvaggi. ¿Ahora que hacía o decía? ¿No era el momento de largarse? Sería mejor irse antes que la echara.
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
Quería hacer disfrutar en todo momento a Depaul, y al parecer no le costó hacerlo, al igual que al contrario, la chica también le había conseguido hacer disfrutar a Selvaggi.
Seguía los movimientos que hacía la chica, escuchaba como repetía su nombre entre una pausa y otra mientras seguían con aquello, moviendo las caderas en un gesto contrario para conseguir hacer cada uno de los movimientos mas profundos, escuchando los sonidos de Dadou, sintiendo como, tras que ella terminase, a él tampoco le costaría mucho más, y así fue.
Cuando todo pasó, simplemente se quedaron el uno pegado al otro, respirando de forma entrecortada. El chico se quedó con los ojos entreabiertos mirando a los ojos azules de ella, diciéndoselo todo el uno al otro solo con la mirada.
Alessandro unió sus labios a los de la chica apenas un momento, dejándolos pegados por un momento antes de separarlos, pasando una de las manos por sus mejillas, acomodando el pelo detrás de la oreja de ella, y suspiró; sintiendo como ella también apartaba su pelo del rostro. Cerró los ojos y aún con la frente algo apoyada en la de ella, estiró el brazo hacia donde habían quedado el sostén y la camiseta de ella, ofreciéndoselo para que fuese a cubrirse cuanto antes, por si aparecía, por lo que fuera, cualquier persona.
Había sido algo bastante arriesgado, y probablemente en parte, por ello mismo se había vuelto aquello tan extremadamente placentero, curioso... desde luego sería una experiencia única e inolvidable para él.
- Creo... que deberíamos de al menos vestirnos. - Susurró con voz ronca contra sus labios antes de suspirar y bajar las manos a su cintura, dejándolas ahí reposar, acariciándole suavemente. - Sería un poco incómodo que nos encontrasen así.
Sonrió apenas un momento, ladeado, y tras pasarle la mano por el pelo una vez mas, le ayudó a dejar de estar aún en aquella posición, saliendo del interior de la chica, haciendo que esta quedase de pie, mientras él aún le sujetaba, habiendo notado como en un primer momento habían parecido fallarle las piernas. - Te ayudaré a vestirte si quieres. - Murmuró tras haberse cubierto él, poniéndose después en pie, subiéndose y atándose los pantalones aún sin soltar con una mano a la chica.
Seguía los movimientos que hacía la chica, escuchaba como repetía su nombre entre una pausa y otra mientras seguían con aquello, moviendo las caderas en un gesto contrario para conseguir hacer cada uno de los movimientos mas profundos, escuchando los sonidos de Dadou, sintiendo como, tras que ella terminase, a él tampoco le costaría mucho más, y así fue.
Cuando todo pasó, simplemente se quedaron el uno pegado al otro, respirando de forma entrecortada. El chico se quedó con los ojos entreabiertos mirando a los ojos azules de ella, diciéndoselo todo el uno al otro solo con la mirada.
Alessandro unió sus labios a los de la chica apenas un momento, dejándolos pegados por un momento antes de separarlos, pasando una de las manos por sus mejillas, acomodando el pelo detrás de la oreja de ella, y suspiró; sintiendo como ella también apartaba su pelo del rostro. Cerró los ojos y aún con la frente algo apoyada en la de ella, estiró el brazo hacia donde habían quedado el sostén y la camiseta de ella, ofreciéndoselo para que fuese a cubrirse cuanto antes, por si aparecía, por lo que fuera, cualquier persona.
Había sido algo bastante arriesgado, y probablemente en parte, por ello mismo se había vuelto aquello tan extremadamente placentero, curioso... desde luego sería una experiencia única e inolvidable para él.
- Creo... que deberíamos de al menos vestirnos. - Susurró con voz ronca contra sus labios antes de suspirar y bajar las manos a su cintura, dejándolas ahí reposar, acariciándole suavemente. - Sería un poco incómodo que nos encontrasen así.
Sonrió apenas un momento, ladeado, y tras pasarle la mano por el pelo una vez mas, le ayudó a dejar de estar aún en aquella posición, saliendo del interior de la chica, haciendo que esta quedase de pie, mientras él aún le sujetaba, habiendo notado como en un primer momento habían parecido fallarle las piernas. - Te ayudaré a vestirte si quieres. - Murmuró tras haberse cubierto él, poniéndose después en pie, subiéndose y atándose los pantalones aún sin soltar con una mano a la chica.
Alessandro Selvaggi- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: ¿Duermes o no?
La camiseta y el sujetador fue la señal perfecta para saber que tenía que largarse de allí cuanto antes posible. Quedó unos segundos contra sus labios aún y cuando Alessandro puso palabras a los gestos, la chica se incorporó, colocándose las prendas superiores aún encima de él. “Sería un poco incómodo que nos encontrasen así”. Dadou inmediatamente giró la cabeza hacia donde estaban las escaleras que conducían hasta los dormitorios y notó el peso de la culpa cayendo como un balde de agua fría sobre ella. Asintió con pesadez, agradeció la ayuda ofrecida por Alessandro y aunque las piernas fallaron por un segundo, logró quedarse de pie sin ayuda.
- Estoy bien, no hace falta que me sujetes. Gracias
Susurró en un tono algo seco, quitando la mano del italiano de su propia cintura para ponerse bien las bragas y colocarse los pantalones de nuevo aunque no sin alguna dificultad, tras tanto ajetreo nocturno estaba algo mareada. No quería mirar otra vez a los ojos de Sandro para no terminar como la última vez pues ya no podía hacer algo más terrible que traicionar a su hermana pero con él las cosas no salían como estaba planeado. Dadou no echaba la culpa de lo sucedido a Alessandro, había sido extremadamente placentero y cosa de dos pero ahora, sentía el peso sobre sus hombros tras fallarle de ese modo a su hermana.
- Esto… debería irme a dormir y tu a descansar por tu fiebre
No podía mirarle a los ojos así que desvió los ojos hacia otro lado mientras pasaba las dos manos por su cabello, ordenando un poco el desarreglo. Fue a recoger su libro de Artes Oscuras que había dejado olvidado en la otra butaca pero el agotamiento la venció y terminó sentándose en el asiento, una vez allí soltó un suspiro largo donde evocó toda su confusión. ¿Qué había hecho? Diablos, estaba loca o más bien loca por él. Frotó su nuca intentando solventar el pequeño mareo que se presentó a raíz de pensar en lo que estaba por venir y que no pensó mucho durante la calentura.
- Por los magos…
Otro suspiro se escapo por sus labios carnosos entreabiertos, dejó caer su cuerpo hacia atrás y apoyó la cabeza en el asiento. Recordó que no estaba sola y abrió los ojos, mirando a Alessandro por primera vez después de vestirse, humedeció un poco sus labios, buscando algun apoyo para decirle algo y no quedar como estúpida aunque no sabía que decir. “Ah, oye, olvida a mi hermana y búscame mañana” o tal vez un “mejor aún, te vienes a dormir conmigo y ya mañana nos ve juntitos”.
- Definitivamente tengo que irme.
- Estoy bien, no hace falta que me sujetes. Gracias
Susurró en un tono algo seco, quitando la mano del italiano de su propia cintura para ponerse bien las bragas y colocarse los pantalones de nuevo aunque no sin alguna dificultad, tras tanto ajetreo nocturno estaba algo mareada. No quería mirar otra vez a los ojos de Sandro para no terminar como la última vez pues ya no podía hacer algo más terrible que traicionar a su hermana pero con él las cosas no salían como estaba planeado. Dadou no echaba la culpa de lo sucedido a Alessandro, había sido extremadamente placentero y cosa de dos pero ahora, sentía el peso sobre sus hombros tras fallarle de ese modo a su hermana.
- Esto… debería irme a dormir y tu a descansar por tu fiebre
No podía mirarle a los ojos así que desvió los ojos hacia otro lado mientras pasaba las dos manos por su cabello, ordenando un poco el desarreglo. Fue a recoger su libro de Artes Oscuras que había dejado olvidado en la otra butaca pero el agotamiento la venció y terminó sentándose en el asiento, una vez allí soltó un suspiro largo donde evocó toda su confusión. ¿Qué había hecho? Diablos, estaba loca o más bien loca por él. Frotó su nuca intentando solventar el pequeño mareo que se presentó a raíz de pensar en lo que estaba por venir y que no pensó mucho durante la calentura.
- Por los magos…
Otro suspiro se escapo por sus labios carnosos entreabiertos, dejó caer su cuerpo hacia atrás y apoyó la cabeza en el asiento. Recordó que no estaba sola y abrió los ojos, mirando a Alessandro por primera vez después de vestirse, humedeció un poco sus labios, buscando algun apoyo para decirle algo y no quedar como estúpida aunque no sabía que decir. “Ah, oye, olvida a mi hermana y búscame mañana” o tal vez un “mejor aún, te vienes a dormir conmigo y ya mañana nos ve juntitos”.
- Definitivamente tengo que irme.
Dadou Depaul- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 18/09/2012
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