Obviando tiempo

Todavía no era de noche y el cielo nublado amenazaba con soltar una gran tormenta, haciendo que pareciese más tarde, aunque no pasaban de las 7:30. Era la oportunidad perfecta para que cualquier buscador entrenara: poca luz, truenos y, dentro de poco, gotitas. Lástima que ella no era buscadora. También era una lástima que en lugar de su escoba y los guantes de guardián llevara el mortero, un caldero pequeño y algunas semillas junto con otros menjurjes.

Hacía años que Regina se preparaba sus propias pociones, no solo para evitar alergias (a su sistema inmune había que tratarlo con pincitas desde que se había contagiado hacia tantos años, pero no era nada de que preocuparse) sino pociones para evitar arrugas, hidratantes y para otras cosas. Esa en especial, necesitaba prepararse con agua de lluvia y obtenía mejores resultados cuando esta caía directamente sobre el caldero, o eso uso de pretexto para no tener que hacerla en Ogmios. No quería que los estudiantes de pociones que estaban por graduarse la vieran; le daba pánico escénico y todo le salía mal.

Además, la sala de convivencia no era toda calma y tranquilidad ni los que vivían ahí se la pasaban todo el tiempo estudiando, corrigiendo notas y haciendo observación. O no, en lo absoluto.

Tal vez el campo de quidditch tampoco lo era y menos ahora que la mayoría estaba entrenando para cuando los equipos se formaran, pero a Regina si la tranquilizaba y le ayudaba a concentrarse.

Había un par de chicos jugando con la quaffle y un par en otras gradas con una cajita en la que seguramente tenían una snitch de entrenamiento; platicaban alegremente y discutían técnicas así que Regina supuso que esperaban a que comenzara a llover para liberarla.

Ella en cambio, disfrutaba de las gradas. En el escalón de abajo tenía el caldero con un fuego portátil diminuto, el mortero sucio junto a ella y un líquido que tenía que reducir casi hasta su tercera parte antes de que le llegara la lluvia y que aún ni siquiera hervía. Y, por mientras, tenía un enorme libro de Herbología apoyado en su regazo y a un ángulo de 45 grados. Se habría visto muy intelectual de no tenerlo al revés y no se había dado cuenta por que en realidad no lo leía. Encima de este tenía el último ejemplar de corazón de bruja y estaba muy entretenida leyendo un reportaje sobre el jugador búlgaro de moda.

(Librisisisisisimo)

¿Que qué hacía ella en el campo de quidditch a esas horas? Se podría decir que buscando al islandés, así de simple. Parecía muy poco un acto que ella haría por voluntad propia, pero en realidad tenía dudas intelectuales muy sinceras. Les habían dejado una tarea sobre los sistemas legales de otros países y a ella se le había hecho muy fácil elegir Islandia…aunque también era una excusa para ver si podía sondear algo sobre Crawford. Primero había ido al salón de convivencia de Smertios, donde alguien le dijo que más bien podría encontrarlo en el campo, así que fue para allá. Ya era algo tarde, pero tampoco nada grave como para andar paseando por ahí.

Llevaba su mochila colgada al hombro, con algunos pergaminos y tinta para escribir por si de verdad se encontraba al islandés, pero en cuanto entrecerró los ojos para ver si lo distinguía- era facilísimo hacerlo una vez que se le había visto jugar- se dio cuenta de que no estaba ahí. Chasqueó la lengua y bajó unos cuantos peldaños más en las gradas. Tal vez en los vestidores podría dar con él.

Al bajar se encontró a una chica leyendo una revista que se le hizo súper conocida. Lo que le hizo gracia fue que la tuviera escondida tras un libro choncho de apariencia seria. Soltó una risilla y terminó de bajar los peldaños para reconocerla como Regina Cleverley, una de las amigas de Crawford hasta donde tenía entendido.

-A mi me gusta más James Mulholland aunque es más grande. ¿Supiste que va por la snitch de oro?.

También la recordaba porque era la chica que el auror ese se había llevado de la fiesta cuando la amenaza a la KAU, que incluía a su primo. Se sentó a su lado y le tendió la mano.

-Pearlie Burroughs, nos vimos en la fiesta de Finnerty, ¿te acuerdas?.

Regina todavía no había leído el ejemplar nuevo de Quidditch Illustrated por que estaba esperando a que Dan lo hiciera para pedírselo prestado, ¿para qué contaminar con más papel? Eso y que ya se había gastado todo su dinero en una cajetilla de cigarros de sabor en Honeydukes por que solita iba a enseñarse a fumar como se debía. Pero había alcanzado a darle algunas leídas de reojo y sabía que el islandés de la fiesta en casa de Finnerty, Leslie y el chico Brackminster estaban en ella por que tan solo unos minutos antes un club nuevo de fans locas había irrumpido en el campo.

La risita de Pearlie le hizo pensar que también era una nueva fan loca rezagada y volteó por inercia. Le hizo casi la misma cara que le hizo a Bleeker en casa de Angus cuando le dijo que se iban, pero no por que le molestara su presencia ni nada, sino por que no podía creer lo que acababa de decir del jugador de los Wingtown Wanderers.

Tengo un póster suyo en casa, autografiado por que es muy guapo –le confesó con una sonrisita culpable. Se lo había pedido muchísimas veces al papá de Leslie y se lo habían dado en su cumpleaños pasado, pero ese era solo un secretito entre ellos tres, casi nadie lo había visto-. ¡Pero lo odio! Lo odio de verdad y por estar en ese equipo feo.

Regina normalmente era muy amable, así que no la miró con cara de “que quieres”. Al contrario, le tomó la mano.

Si, claro. Eres la niña Borroughs –la que estaba muy bien vestida e iba con Aquila y que, además, había besado Clayton, pero no le pareció bueno decir eso-. Yo me llamo Regina.

La semiveela le caía gorda. Mucho, pero Pearlie no se veía igual que ella, a menos que fuera muy hipócrita o no se atreviera a preguntar todavía en donde estaba el islandés.

Siempre sí te quedaste en la fiesta, ¿verdad? –le preguntó con curiosidad. Ella todavía estaba muy enojada por haber tenido que irse cuando llegaron los de la KAU.

-Autografiado, ¿en verdad?

Le preguntó con genuino interés, una sonrisota, algo de envidia y enternecida por su sonrisa culpable, que no entendió hasta que se enteró que Regina odiaba el equipo donde jugaba Mullholland. A ella también le gustaba el quidditch mucho y en general, era rato encontrar a una niña que le gustara tanto, supiera de lo que hablaba y muy importante: no pareciera un mamarracho. Eso sin saber que Regina había tenido su época de ser así, aunque ahora lo que Pearlie veía era una niña demasiado bonita. En Beauxbatons casi no había niñas así de bonitas que se interesaran por el quidditch, pero sí había muchas que se interesaban por el nado sincronizado y tal.

Asintió cuando Regina le preguntó si se había quedado en la fiesta, aunque la verdad la experiencia no había sido increíble. Se había puesto hasta las manitas de marihuana, seguramente había arruinado todo con Alain, pero eso sí, había quedado convencida de que Crawford iba enserio, aunque la experiencia en la dichosa fiesta no hubiera sido de lo más genial.

-Me quedé pero la verdad no me acuerdo de mucho. Llegó Elisa, la chica de la cafetería, con unos pasteles de marihuana y pues, no controlo mucho eso, ¿sabes?. Me quedé con Aquila en el cuarto de Finnerty, no supe a qué hora terminó la fiesta.

Se mordió los labios. Le parecía horrible que Bleeker se la hubiera llevado, pero también una decisión coherente y responsable. Ella misma no había tenido las agallas de irse desde el primer momento en que se sintió incómoda y era obvio que el auror quisiera proteger a su hermana. Más horrible le parecía saber que tenía algún tipo de vínculo con la KAU, que Per era su primo y que fuera como fuera, le temía pero también lo quería por ridícula y eso como que la hizo sentir culpable con Regina por alguna estúpida razón.

-¿Entonces a qué equipo le vas? En mi casa somos fanáticos del Puddlemere United. Y un tiempo nos gustaban los Catapults, cuando tenían la alineación de cazadores estrella, ya sabes. Yo tengo autógrafo de Kieran Parker, pero no es guapo ni nada, solo tiene cara de loco y hace muy buenas anotaciones.

Mejor hablar de quidditch que empezar a pedir disculpas que no le correspondían en nombre de la KAU o alguna tarugada así, porque así era Pearlie de tonta y sentida.

Regina asintió. No le gustaba presumir, pero aquel era como una especie de trofeo.

Me lo consiguió el papá de mi amiga Leslie con los contactos que le quedan. o eso me dijo -por un momento se imaginó a su amiga acosándolo o algo en una firma de autógrafos. Por qué estaba segura de que sí era original.

Regina levantó una ceja, incrédula y no pudo evitar carcajearse cuando le dijo que se habían quedado en el cuarto de Angus. Pearl tenía que admitir que eso se podría prestar para imaginarse muchas muchas cosas.

¿En el cuarto de Angus? De seguro él estaba feliz con dos niñas en su cama -y se calló por que pensó que había sido medio grosera-. Ay... A mi que me importa, ¿verdad?

También sabía que esos brownies hacían que el efecto chistoso regresara muchas veces, por eso ella mejor no los había probado. Prefería mejor experimentar fumándola y acostumbrarse.

Me hubiera gustado quedarme más tiempo. -le confesó. No le entristecía, pero no estaba segura de sí volvería a estar tan cerca de Lucian como ese día. Le gustaba demasiado.

No sabía que a Pearlie le gustará el quidditch y eso le gustó muchísimo. La verdad el haberla visto con Aquila le había causado otra impresión.

Yo soy de los Falcons, de corazón; no se sí mis hermanos también -se río y sacó de su bolsa una credencial medio gastada que tenía la foto de su equipo saludando, era su pase de aficionada para entrar a los partidos-.Solo me queda un partido y lo estoy guardando para cuando jueguen contra las Arpías -le comentó mientras se la pasaba-. Kieran se parece un poquito al profesor del entrenamiento de aurores, ¿no se te hace?

Regina miró al cielo nublado. Todavía no iba a llover. Luego regresó su mirada a Perlie.

Pense que ibas a abofetear a Clayton cuando te beso, la verdad me dio mucha risa -le dijo, acordándose de la fiesta. Así era ella, le gustaba comentar las cosas que habían pasado y eso. Además quería enterarse más de lo que había pasado para reclamarle a Blekeer que los de la KAU no habían hecho un acto homicida exhibicionista-. Pero que bueno que no lo hiciste por que ya estaba ebrio.

- Para Parkers guapos me tienen a mi... - Se incorporó a toda conversación señalándose con la mano que sostenía un cigarro encendido y sosteniendo un libro en la otra. Él no necesitaba escusa de ninguna mierda para estar allí, había vagado como todos los días y había arribado a las gradas, por ver a las dos linduras aquellas de la que todo el puto campus hablaba... También hablaban de otras, pues el verano estaba hecho toda una marica primavera hormonal, pero de ellas en especial hasta rumores de la fiesta esa le habían llegado.

- Este es tuyo? - le pegó despacio con el libro en la cabeza a Pearlie, en forma de juego no de agresión, para luego mirar el título del volumen y negar con el rostro - "101 pociones para adelgazar"... debe ser de de otra hueca, me equivoqué mierda- Sin pedir permiso se sentó unos escalones mas abajo, lo justo para que le diera en la nariz la poción que Regina estaba preparando. No olía tan mal, pero siendo las pociones lo suyo, olvidó a las chicas por un momento para centrarse en el caldero.

A Parker le gustaba lo que estudiaba, y sabía bastante del tema, aunque hicieran tres años que estaba estancado en el primer semestre. Su problema era cumplir con la presencia, la puntualidad, las exigencias... ir a los exámenes y no tener la pereza de entregarlo en blanco o preferir lograr el mejunje sin caer en la tentación de arrojarlo a algún puto que se lo merecía por ñoño o por creído o por cara de pene. tantos años hacía que estaba allí que hasta Immendorff era un colega. Otros le tendrían miedo o el lógico respeto, y no era que Parker no, pero los años hacían a la costumbre y la relación de fastidio/hartasgo involucraba hasta conocerse los pelos del culo mutuamente... Muchos años, muchas anécdotas que no venían a cuento.

- Regina tu sabes que esto nunca va a hervir así, no?... - tenía que decirlo, no era por echarle en cara que era una inútil, aunque tampoco había porque perder la oportunidad de eso. - Bonitas pero huequitas.... - Se burlaba de ellas, pero se notaba que estaba de buenas, volviendo a llevarse el cigarrillo a los labios.

No se ofendió por lo que dijo Regina ni nada, especialmente porque había algo en su tono que al parecer no era malicioso aunque ella bien podía estar confundiéndose y resultaba que Cleverley era una arpía del mal. Como fuera, a lo de Angus solo respondió negando con la cabeza.

-No lo creo, el no participó más que prestándonos unas camisetas para dormir. No sé a qué hora habrá terminado su fiesta, pero seguro le tocó dormir en el suelo. Pobre.

Sonrió medio de lado cuando Regina le confestaba que le hubiera gustado quedarse más tiempo. A ella, por el contrario, le hubiera gustado tener la voluntad para irse antes de ponerse como total ridícula. Extendió la mano para ver su credencial. Su papá tenía una especie de pasaporte que servía para lo mismo de los juegos del Puddlemere.

-¿Tú crees? Creo que en todo caso prefiero a Parker.

No era un halago al jugador ni mucho menos, porque de verdad tenía cara de loco. Pero para locos mejor uno que fuera demente solo sobre la escoba y no uno con un muy largo historial de guerras, matanzas y cosas raras. Se mordió el labio inferior cuando le dijo lo de Joe –aunque por un momento le costó caer en cuenta de quién diablos era Clayton hasta que recordó a medias que en la fiesta le dijo “no sabes quien es Joseph Clayton Crawford"- y negó con la cabeza mientras se acomodaba el cabello, más por nervios que por vanidad. Una bofetada era lo que se merecía y ella, en cambio, terminó besándolo otra vez.

-Ah sí…no…es que…pues sí, pobre. Es tu amigo, ¿no?

Pero adiós al sondeo, adiós a Kieran Parker, adiós a Clayton Crawford, adiós a investigar que a Regina le gustaba Lucian, cuando escuchó una voz que si bien no reconoció enseguida, al ver a quien pertenecía la hizo fruncir inmediatamente el ceño. Alzó la vista esperando ver el libro que le había lanzado la vez pasada, pero nada, era una idiotez de pociones para adelgazar. Por supuesto, pensó que lo había hecho a propósito, que le estaba diciendo gorda de manera sutil o alguna cosa así.

-No te equivocaste, es mío. Pero también me debes uno de primer curso de derecho civil.

Lo vio sentarse con tremenda cara de disgusto, las gradas eran públicas y lo que fuera pero por qué carajos había ido a sentarse justo ahí, ¿por el caldero?. Entrecerró los ojos cuando dijo la tontería de “bonitas pero huequitas” y le dieron ganas de pegarle otra vez en la cabeza con el libro, ahora el de las pociones para adelgazar. No quiso meterse en esa conversación, que ella de pociones había sabido lo básico para aprobar pero no era como si entendiera gran cosa, de hecho las había dejado luego del 6º curso porque era más fácil solo comprarlas. Nada de EXTASIS. Y si no se largó fue por apoyo moral a Regina, que aunque la acababa de conocer, pues era niña y ...Parker era Parker.

Regina no había notado el nerviosismo de Pearlie por que ni siquiera se imaginaba, en lo más mínimo que le gustase su amigo o que quisiera saber de él. Ya estaba a punto de soltar la letanía de abuelita para decirle a Pearlie que Crawford era un buen chico solo que algo incomprendido, que era el mejor amigo que cualquier persona podía tener, que lo quería demasiado y que era único como el solo, como si lo estuviera disculpando de lo que había hecho, aunque ella nunca, nunca, nunca, nunca, se había apenado por causa suya. Pero no lo hizo no por que no quisiera sino por que la bonita voz de Parker la interrumpió.

Se llevó las manos a la cara y se movió la sien con los dedos. En algún punto de su vida lo había adorado con locura y pasión, casi tanto como quería a Clayton, pero ahora que se le había zafado un tornillito por culpa del despecho (y de una niña que de seguro era semiveela) ya mejor preferiría tenerlo un poco lejitos.

Lo vio mover el libro pero no alcanzó a leer el título, solo hasta que él se lo dijo. Frunció un poco el entrecejo sintiéndose otra vez cómo abuelita .¿Dónde había quedado ese chico bueno y de noble corazón?

Sin saber por qué, buscó la mirada de Pearlie como si fuera un gesto de confidencialidad. Como si esperara que con los ojos le explicara algo o lo que sea, algo que hacía con sus amigas.

Rodó los ojos y miró su caldero.

Si lo miras menos va a hervir –le comentó en tono neutro- ¿Tantos años en primer semestre y todavía no sabes que si la pongo a hervir rápido se va a pegar toda? –replicó. Ya no le tenía la paciencia de antes, aunque en cierto modo el tenía razón, solo que a ella no le interesaba que su poción hirviera-. En serio, deja la hormonas. Te están haciendo mucho daño, cuchurrumín –estiró la mano para pellizcarle el cachete en un gesto más bien enfadoso, como de tía-. ¿Quieres jugar quidditch? Nosotras te miramos y te echamos porras desde aquí. ¿Verdad Pearlie?

Dejó caer el libro en la falda de Pearlie no sin antes decirle – Tuyo o no, mal no te va a venir – Estaba más loco de lo que parecía si creía que la chica estaba gorda, pero no era el caso esta vez, solo convenía deshacerse del volumen de manera odiosa, como correspondía a sus modos, para seguir haciéndose odiar. A este punto, aquellos años de molestia por el desprecio ajeno, la incomprensión o cualquiera de esas niñadas no hacían mella en Parker. Incluso podía decirse que se movía con más comodidad cuando no se esperaba nada bueno de él, pero como toda locura irracional dependía del momento y la compañía… Hoy estaba de buenas, y eso era positivo.

Con el cigarrillo en los labios alzó la vista para escuchar las tonterías de Regina, sonrió de lado negando con el rostro, pues la pecosa no tenía idea de lo que estaba hablando y para alguien como él se notaba. – No entiendes ni mierda de pociones -… se rió recargándose sobre una de sus rodillas, haciendo el pucho a un lado para no cometer la torpeza de dejar caer las cenizas sobre el caldero y recibió sin cambiar el rostro el pellizco infame, con basaste fuerza que implicaba reprimenda, sobre su mejilla oscura.

- Yo quiero? O ustedes quieren verme sudar como puerco para deleitarse con mis abdominales? – les respondiós pasándose una mano por el torso para con el gesto acompañar sus palabras descaradas – Otro día bonita, cuando sea carrera de hipogrifos o algo más divertido que un palo de escoba en el culo… Muévete – concluyó diciendo incitando a que Regina se hiciera a un lado para abrir las visuales al caldero y no tener que ambos (Parker y pearlie) estorbarse con sus piernas blancas… Le iba a explicar lo que pasaba con ese caldero antes de que la lluvia les repicara en las cabezas.

- es un caldero numero dos de peltre… Con una llama central, no importa si pequeña o grande, jamás se calentará, menos se pegará la poción sea de lo que sea que esté hecha… Tienes que invocar un fuego circular, que le de al borde de la base, entiendes? – hizo un redondel con el humo del cigarro y alzó una ceja. Iba muy rápido o le estaba siguiendo esa dos?... – … Sabes porque?... porque este tipo de calderos calientan desde los bordes hacia el centro, la llama directa solo pasa de largo…

Tomó la mano de Pearlie sin permiso y la puso arriba del caldero, a unos 10 centímetros pero justo en el centro. Sentiría el calor sofocante que le haría sudar la palma incluso, pero antes de que se quejase, la movió un poco más al borde y la chica podría sentir la nada misma, nada de calor, absolutamente nada. Como Parker bien decía, el calor no estaba afectando al caldero, simplemente pasaba de largo como un láser central…. Soltó a Pearlie y dijo a Regina,- invoca un fuego como la gente, tu puedes… Supongamos. - Dijo por joderla, pues en verdad creía que hasta un niño de kinder podía hacer una coronilla de fuego en vez de una llamita de mierdas.

Entrecerró los ojos de nuevo poniendo un gesto de molestia de esos que ni Dios padre quitaba cuando le dijo que el libro de pociones para adelgazar no le iba a caer mal. Pedazo de idiota total. Se quitó el libro de las piernas y lo puso a un lado. Lo que realmente quería era que le devolviera el verdadero. Y el gesto de molestia pasó a ser uno de asco cuando soltó lo de verlo sudar como puerco para deleitarse con sus abdominales. Lo miró de arriba hacia abajo sin poder creer tanta cosa despreciable en una sola persona. Todavía recordaba cuando se había topado con él en las compras navideñas. Nada que ver con el chico que tenía ahora enfrente, aquel era lindo, amable y todo. Este era un idiota del infierno.

Se quedó callada mientras daba sus explicaciones de sabihondo sobre el caldero. Aunque en algún punto de la explicación dejó de ponerle atención para mejor enfocar la vista en los que jugaban al quidditch. Una verdadera lástima que Parker no se hubiera ido a jugar, no para ver sus abdominales, sino para que se largara. Su presencia la incomodaba muchísimo, la ponía algo nerviosa para mal y también la enfadaba como pocos.

Dio un saltito cuando tomó su mano para ponerla sobre el caldero y le puso cara de “no me toques” tensando todo su brazo, aunque sin forcejear porque asumió que se vería totalmente ridícula. No le gustaba nada el calor así que, efectivamente, ya estaba a punto de quejarse en voz alta cuando el chico la movió y dejó de sentir el infierno chiquito en la palma.

Como no había atendido nada de la explicación tanto por ignorarlo deliberadamente como para mirar hacia el frente, se quedó bastante sorprendida por eso, y solo por un segundo, miró a Parker interrogante y no con odio. Cuando la soltó por fin luego de lo que le pareció una eternidad, no supo donde limpiarse el sudor de la palma ocasionada por el calor del caldero. Miró su propia mano y terminó por repasarla por su propia falda para secarse al no tener otra opción.

-Si eres tan bueno cómo es que sigues en primer semestre.

Puso los ojos en blanco, pero no dijo más nada porque ahí la interesada era Regina. Quién sabía, hasta podía resultar que la estaba ayudando con la poción de forma correcta y desinteresada, así que más valía no encenderle los ánimos y dejarlo ser la bondad, aunque fuera una bondad arrogante y un poquito despreciable...o un mucho.

Regina había creído que si lograba persuadir y encantar su ego de jugador de quidditch, a lo mejor funcionaba para que fuera a jugar y las dejara aunque sea un ratito o que las molestara de lejitos. Pero no. En lugar de eso se quedó ahí para seguir diciendo que su poción para las alergias estaba toda mal.

Nunca le había molestado que le dijeran como hacer las cosas por que siempre había tenido que recurrir a tutores, incluso el mismísimo Parker le había ayudado alguna vez, pero con Pociones, a las que sí les entendía, era un poquito diferente. Por eso hasta ganas le dieron de arrojarle el caldero o pegarle con el librote para adelgazar que tenía Pearlie en su regazo.

Se rio por lo de verlo sudar, eso era asqueroso, y se hizo a un ladito por que le había dicho que lo hiciera.

Pero no estas entendiendo. No quiero que hierva todavía –le dijo al mismo tiempo que el soltaba su cháchara sobre del caldero y tomaba la mano de Pearlie, momento que aprovechó para cerrar el libro y la revista y guardarlos en la bolsa de playa que usaba como mochila. Ya no le veía el caso a tenerlas fuera haciendo bulto si de todas maneras no los estaba usando.

Sí, tienes razón. Pero ni siquiera sabes que poción estoy haciendo… –le medio dijo mientras decía que prendieran un fuego circular. Adiós a su poción. A lo mejor si le decía a Bleeker él le compraba una.

Tronó el cielo, fuertísimo pero no cayeron ningunas gotitas.

¿Y si corremos? –le preguntó a Pearlie bajito.

Ya había entendido que Regina no quería que la estúpida poción hirviera pero lo que la chiquilla no captaba es que así no se estaba cocinando el puto brebaje ese. Que daba igual lo que mierda fuera y que era lo mismo que estuviera en un caldero sobre ese tipo de fuego o esparcido sin gracia sobre un lago congelado. Bufó como toda respuesta pues sabía que si emitía palabra por contestarle terminaría puteandola por cabeza hueca y testadura, al tiempo que giró el rostro intentando dejar aquello a un lado y cambiar de tema con Pearlie.

- Es una buena pregunta de hecho... - comenzó al parecer tomándose la pregunta en serio y pretendiendo contestar de buena gana, pero sus ánimos ya se habían alterado algo y se notó en la frase que siguió - Supongo que Gerardo tiene un problema evaluando pergaminos en blanco... Pobre tipo. -

Un trueno estalló el cielo para acompañar sus palabras e imposibilitarle oír el secreteo de las chicas. Puso evidente cara de enfado por haber sido excluido de la conversación, pero buscó en el cigarrillo la escusa para disimular dándole una última calada antes de que el agua le arruinara la hierba. Se incorporó dejando caer el pucho y preguntó - van a practicar la danza en la lluvia? - Miró el campo y la gente en escoba que parecía alborotarse feliz por el mal pronóstico del clima volviéndose realidad.

Una gota, otra gota, y otra y otra... Incontables, fuertes, gordas gotas de lluvia cayendo sobre sus cabezas. El cielo se cerró de repente y los ojos de Parker también usando una mano como visera para poder preservar los ojos de la molestia - Yo me largo!... Les invitaría un chocolate en el bar del perro, pero han sido muy malas con el pobre Parker - Les sacó la lengua, burlándose de ellas y empezó a bajar las gradas con cuidado pues resbalar y caer de culo no era algo que estuviera en su plan.

Su respuesta le hizo poner los ojos en blanco por enésima vez. Lo que era cierto era que al menos parecía de mucho mejor humor que la vez que anterior que se lo había topado. Seguía sin ser, ni por asomo, el chico lindo que había conocido y tal pero al menos estaba siendo menos desagradable. Soltó un bufido y no le contestó nada sobre sus pergaminos en blanco más que una cara de exasperación.

Dio un saltito cuando un trueno estalló en el cielo y se agachó para escuchar a Regina, dibujando una sonrisilla al pensar en la perspectiva de mejor echarse a correr y dejarlo solo con sus locuras y sus necesidades de sabihondo. Miró hacia arriba para ver cómo estaban las nubes, se notaba que la tormenta iba a ser bastante fuerte. Y seguía sin haber rastro de islandés.

Miró a Regina con cara de circunstancias, mientras Parker se iba diciendo que no les invitaba nada de chocolate porque ellas habían sido malas con él, ¿pues qué esperaba, pleitesía?.

-¿Te ayudo a recoger tus cosas?

Le preguntó conforme la lluvia se hacía más fuerte y su reacción fue conjurar un impervius sobre el caldero para que no se mojaran las cosas de Regina, en lo que recogían y en lo que todo. El libro de las 101 formas para adelgazar seguía sobre la grada, con peligro de mojarse. Se le olvidó gritarle a Parker que le regresara su libro de leyes de una buena vez, pero ya luego le mandaría una nota o algo.

Se estaba mojando pero no importaba, tampoco se iba a echar a correr porque las gradas ahora estaban peligrosas. Era la segunda vez que la lluvia la atrapaba así, ese clima la estaba maltratando. Ahora el plan inmediato parecía ser regresar a la sala de convivencia, ir a sus dormitorios, darse un baño y meterse a la cama. No más.

Regina sabía perfectamente que hasta que a Parker no superara su segunda adolescencia no era buena idea retarlo ni hablarle feo, sino mejor seguirle la corriente para que no se pusiera agresivo, pero es que él lograba desesperarla muy rápido y por eso se ponía terca y no le hacía caso aunque tuviera la razón.

Miró hacia el cielo por que le empezaron a caer gotitas en la cabeza y algunas le mojaron el rostro.

Ya será para la próxima, entonces –le contestó a Parker, aunque sintió feo.

Había sido muy grosero secretearse con Pearlie ahí frente a él y por eso se sintió muy culpable. Se dijo a sí misma que antes de regresar iba a comprarle un chocolate caliente en la cafetería y se lo iba a dar en la sala de convivencia. Total, no iba a irse a ningún otro lugar con esa lluvia.

Tuvo que entrecerrar los ojos por que las gotitas le daban en la cara por que entre sus manías estaba el no agacharse para protegerse de la lluvia. Le sonrió a Pearlie por que le pareció muy lindo de su parte que quisiera ayudarle y asintió.

Si quieres –puso la bolsa en medio y se agachó para recoger el mortero. Lo metió así sucio por que lo iba a lavar en los baños de Ogmios (con magia no quedaba igual, según ella).

Levantó la cara al cielo y se la mojó más. Hacia mucho tiempo, como dos semanas, que solo se la pasaba haciendo tareas y entrenando y no para hacer cosas que le gustaban como hacer cualquier tontería con Leslie.

Así que se volteó otra vez hacia Pearlie. No la conocía de mucho, de hecho era la primera vez que le hablaba, pero se le había hecho amable. Se levantó y se paró frente a ella, poniendo una sonrisa encantadora, la misma que pondría si fuera niño y la estuviera invitando a bailar. De hecho también le extendió la mano.

¿Quieres hacer la danza de la lluvia?

Había imitado el mismo tonito de Parker y se contuvo para no soltar una carcajada por que sino Pearlie iba a pensar que estaba bromeando y no. Lo estaba diciendo en serio.

Va a ser divertido y a lo mejor podemos invocar otra vez al islandés

Lo había dicho solo por decir, por que no sabía que ésa era precisamente la razón por la que Pearlie estaba ahí