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Evadiendo la intimidad
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Evadiendo la intimidad
Después de esa perfecta y jodidamente placentera noche (en la que básicamente durmieron, pero daba igual), Elazar se sentía muchísimo más relajado, sin tanto trauma, sin tanto drama… no tenía ni puta idea de qué tipo de relación tenía con Draken, pero qué más daba. No le importaba si iban a volver a como estaban antes, si iban a follar de manera regular, si por el contrario irían cogidos de la mano por la facultad (casi que prefería evitar esa opción en su imaginación) o como si el otro pensaba usarlo de juguete sexual y hacerle guarradas en los baños cuando le diera el calentón.
A él le iba perfecto. Genial. Del todo.
El sábado al despertarse se encontró con otra pequeña aventura sexual bastante rápida y no muy bien terminada, sobre todo porque de pronto recordó que su mejor amiga estaba allí muy cerca y totalmente abandonada. No iba a olvidarse de ella otra vez y tras prometerle a Draken dejarle bien servido más tarde fueron con ella, desayunaron juntos, también estaba la madre de ella que reconoció a los dos y llegó a la conclusión de que se habían reunido todos ahí como si fuera alguna fiesta de amigos nocturna o algo así…
Pasaron casi todo el día perdiendo el tiempo juntos, y después del almuerzo se separaron y ahora sí que si, hicieron lo que habían quedado. Se aparecieron en una de las calles mágicas de Londres, la más conocida por todos. El Callejón Diagon. Habrían ido con Dadou, pero ella afirmaba no tener ganas de ir de compras, y por supuesto Elazar le insistió a Draken, él mismo había dicho días antes que tenía que ir a comprar no se qué cosa para pociones, y el italiano también quería ir a mirar algunas cosas, de modo que podrían matar dos pájaros de un tiro, pasar un rato juntos, a “solas” y de paso poder comprar lo que necesitaban.
-¿Por donde empezamos? – miró a su mejor amigo, ahora que se habían quedado solos… pues la opción ir de tiendas era la perfecta, sobre y ante todo porque así no tendría que estar preguntándose si podría besarle cuanto quisieran, ese día habían vuelto a la normalidad, a la amistad, pero igual era solo por la compañía, o vete a saber, la cosa era que si se quedaban a solas en un lugar realmente intimo no sabría cómo reaccionar, estar por mitad de una calle rodeados de gente más o menos conocidos venía bastante bien.
A él le iba perfecto. Genial. Del todo.
El sábado al despertarse se encontró con otra pequeña aventura sexual bastante rápida y no muy bien terminada, sobre todo porque de pronto recordó que su mejor amiga estaba allí muy cerca y totalmente abandonada. No iba a olvidarse de ella otra vez y tras prometerle a Draken dejarle bien servido más tarde fueron con ella, desayunaron juntos, también estaba la madre de ella que reconoció a los dos y llegó a la conclusión de que se habían reunido todos ahí como si fuera alguna fiesta de amigos nocturna o algo así…
Pasaron casi todo el día perdiendo el tiempo juntos, y después del almuerzo se separaron y ahora sí que si, hicieron lo que habían quedado. Se aparecieron en una de las calles mágicas de Londres, la más conocida por todos. El Callejón Diagon. Habrían ido con Dadou, pero ella afirmaba no tener ganas de ir de compras, y por supuesto Elazar le insistió a Draken, él mismo había dicho días antes que tenía que ir a comprar no se qué cosa para pociones, y el italiano también quería ir a mirar algunas cosas, de modo que podrían matar dos pájaros de un tiro, pasar un rato juntos, a “solas” y de paso poder comprar lo que necesitaban.
-¿Por donde empezamos? – miró a su mejor amigo, ahora que se habían quedado solos… pues la opción ir de tiendas era la perfecta, sobre y ante todo porque así no tendría que estar preguntándose si podría besarle cuanto quisieran, ese día habían vuelto a la normalidad, a la amistad, pero igual era solo por la compañía, o vete a saber, la cosa era que si se quedaban a solas en un lugar realmente intimo no sabría cómo reaccionar, estar por mitad de una calle rodeados de gente más o menos conocidos venía bastante bien.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
El metamorfomago prácticamente se había dejado arrastrar por Selvaggi, acabando por ir juntos al Callejón Diagon, sitio que era mas que familiar para ellos desde que estuvieron hacía años en Hogwarts ya que en mas de una ocasión se habían escapado allí, y era donde solían abastecerse del tabaco y demás cosas que compraban.
Giró el rostro a mirar al rubio y se encogió un poco de hombros, suspirando y mirando alrededor, mordiéndose la boca y tras decidirse, habló. - En si yo tengo que hacerme con algún que otro ingrediente para algunas pociones que quiero probar... si tú tienes que comprar algo pues podríamos ir antes, total yo no tengo prisa. - Se encogió un poco de hombros y tras buscar con la mirada algún sitio donde quizás después pudieran pasar el rato, volvió a mirar hacia su mejor amigo. - Sino... simplemente después podríamos perder el tiempo en la librería si quieres comprarte algún libro nuevo... o a la heladería o a la tienda de animales. - Musitó aquello último y suspiró; aquello último, lo del helado, sonó bastante a cita ñoña. ¿Por qué cojones lo había dicho?
Chasqueó la lengua y entonces pensó que al haber metido de seguido, en cuanto se dio cuenta, la opción de la tienda de animales, quizás Elazar no habría interpretado aquello del modo que a él le pareció sonarle.
Antes de que el otro dijera nada, sonrió un poco ladeado, cabrón. - Será mejor que nos quitemos ya las mierdas que tenemos que pillar de encima, y ya si eso pues... después podríamos ya ir a hacer cualquier cosa, no sé. Elige tú, mientras no sea ir a comprar ropa, ya sabes que me aburre y para eso ya tienes a Dadou. - Respondió poniendo un poco morros, negando enseguida; aquello podía haber sonado a celos, pero era la verdad. En mas de una ocasión había acompañado a Elazar a comprar años atrás, y él siempre acababa aburrido haciendo de cargador de bolsas.
- Ya sabes que además eso para mi es muy aburrido, si hasta en mas de una ocasión me has tenido que comprar tu a ropa. - Frunció un poco el ceño mientras había echado a andar hacia la tienda que él tendría que visitar para hacer sus compras.
Giró el rostro a mirar al rubio y se encogió un poco de hombros, suspirando y mirando alrededor, mordiéndose la boca y tras decidirse, habló. - En si yo tengo que hacerme con algún que otro ingrediente para algunas pociones que quiero probar... si tú tienes que comprar algo pues podríamos ir antes, total yo no tengo prisa. - Se encogió un poco de hombros y tras buscar con la mirada algún sitio donde quizás después pudieran pasar el rato, volvió a mirar hacia su mejor amigo. - Sino... simplemente después podríamos perder el tiempo en la librería si quieres comprarte algún libro nuevo... o a la heladería o a la tienda de animales. - Musitó aquello último y suspiró; aquello último, lo del helado, sonó bastante a cita ñoña. ¿Por qué cojones lo había dicho?
Chasqueó la lengua y entonces pensó que al haber metido de seguido, en cuanto se dio cuenta, la opción de la tienda de animales, quizás Elazar no habría interpretado aquello del modo que a él le pareció sonarle.
Antes de que el otro dijera nada, sonrió un poco ladeado, cabrón. - Será mejor que nos quitemos ya las mierdas que tenemos que pillar de encima, y ya si eso pues... después podríamos ya ir a hacer cualquier cosa, no sé. Elige tú, mientras no sea ir a comprar ropa, ya sabes que me aburre y para eso ya tienes a Dadou. - Respondió poniendo un poco morros, negando enseguida; aquello podía haber sonado a celos, pero era la verdad. En mas de una ocasión había acompañado a Elazar a comprar años atrás, y él siempre acababa aburrido haciendo de cargador de bolsas.
- Ya sabes que además eso para mi es muy aburrido, si hasta en mas de una ocasión me has tenido que comprar tu a ropa. - Frunció un poco el ceño mientras había echado a andar hacia la tienda que él tendría que visitar para hacer sus compras.
Draken U. Stall- Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Se planteó todas las posibilidades. Comenzar por comprar las cosas para las pociones de Draken sería lo mejor. Después él tendría que ir a comprar algún libro, pero no por gusto, si no por obligación. Lo malo de su carrera es que era prácticamente toda de letras, libros, lecturas… y eran muchos los estudiantes que la cursaban, por lo que depender de la biblioteca llegaba a resultar tedioso. Prefería gastar algo de dinero en conseguir una buena colección de libros sobre todo aquello a terminar la carrera y quedarse sin material de consulta.
Al contrario que Draken él no pensó nada raro con el tema de la heladería ni la tienda de animales ni nada, es más, lo que si hizo fue malinterpretar un poco el que el chico se callara, pensó que lo decía para picarle.
-Sabes que apenas como dulces… aunque quizás algún helado de hielo o así si que podría comerme… – Stall estaba más que al tanto de la “dieta Selvaggi” comía de todo lo que se le apeteciera pero intentaba dejar fuera los dulces (y a veces los fritos, si había algo más sano, mejor), aún tenía ese tonto complejo de su antiguo sobrepeso – de todas formas ya está, no le des más vueltas porque no te voy a llevar de compras ni nada, primero vamos a por tus ingredientes, después a por un par de libros que necesito… y… si quieres helado, eso. Pero si se hace tarde casi mejor nos llegamos a por una cerveza, al fin y al cabo es sábado, podemos desfasar aunque sea un poco.
Le guiñó un ojo, algo juguetón, sin darse cuenta de ello. Para cuando se percató apartó la mirada levemente y se puso mejor la capa, blanca nívea, que llevaba. Le gustaban las capas blancas, sabía de sobra que destacaba un poco sobre el resto, pero le daba igual, era igual de inútil que todas pero al menos a su gusto.
-Vamos, tu sabes mejor que yo lo que necesitas.
Al contrario que Draken él no pensó nada raro con el tema de la heladería ni la tienda de animales ni nada, es más, lo que si hizo fue malinterpretar un poco el que el chico se callara, pensó que lo decía para picarle.
-Sabes que apenas como dulces… aunque quizás algún helado de hielo o así si que podría comerme… – Stall estaba más que al tanto de la “dieta Selvaggi” comía de todo lo que se le apeteciera pero intentaba dejar fuera los dulces (y a veces los fritos, si había algo más sano, mejor), aún tenía ese tonto complejo de su antiguo sobrepeso – de todas formas ya está, no le des más vueltas porque no te voy a llevar de compras ni nada, primero vamos a por tus ingredientes, después a por un par de libros que necesito… y… si quieres helado, eso. Pero si se hace tarde casi mejor nos llegamos a por una cerveza, al fin y al cabo es sábado, podemos desfasar aunque sea un poco.
Le guiñó un ojo, algo juguetón, sin darse cuenta de ello. Para cuando se percató apartó la mirada levemente y se puso mejor la capa, blanca nívea, que llevaba. Le gustaban las capas blancas, sabía de sobra que destacaba un poco sobre el resto, pero le daba igual, era igual de inútil que todas pero al menos a su gusto.
-Vamos, tu sabes mejor que yo lo que necesitas.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Rodó los ojos y suspiró con pesadez, negando. - Ni que fueras a morirte por comer un maldito dulce, Elazar... - Susurró y se quedó mirándole de nuevo de soslayo mientras empezaba a caminar en dirección hacia el primer destino que se había decidido que irían.
Fueron caminando tranquilamente, en una especie de extraño silencio, algo incomodo incluso, hasta que llegaron a la tienda de pociones, donde Stall entró y fue directamente a coger las cosas que necesitaba, después yendo al mostrador a pagar aquello y pedir el resto de cosas que quería y que sabía que no estaban fuera situadas por el precio tan elevado, para evitar los intentos de hurto de cualquier desesperado por conseguirlo.
Cuando obtuvo todo y lo pagó, salió del lugar, yendo esta vez a comprar los libros que necesitaba el italiano; y tras hacer lo mismo, en lo que esta vez pudo ayudar el metamorfomago a buscar lo que Elazar necesitaba, pagaron y terminaron por quedarse quietos, de pie, justo frente a la puerta de aquél último comercio.
- Tenemos tiempo de sobra. - Se encogió de hombros y miró alrededor. - Si te apetece podemos ir a tomar algo, comido o bebido, a mi me da igual. Así que tú eliges, maricona. - Le miró fijamente a los ojos y se quedó mirándole un momentito de arriba abajo, frunciendo el ceño cuando sus ojos dieron con una mancha que se había aparecido en la capa blanca de su mejor amigo. - Sigo sin saber como puedes ir con capas blancas, son demasiado cerdas... - Arrugó la nariz y tras haberse agachado un poco, alzó la parte de la capa que estaba sucia para enseñarle de que hablaba.
Vio como Selvaggi hizo un medio puchero, que probablemente intentaba esconder, cosa que le hizo sonreír divertido, antes de sacar la varita y aplicar un fácil hechizo que hizo que la capa quedase impoluta por completo de nuevo, soltando el pedazo de tela para que siguiese ondeando a cada paso de su compañero.
Fueron caminando tranquilamente, en una especie de extraño silencio, algo incomodo incluso, hasta que llegaron a la tienda de pociones, donde Stall entró y fue directamente a coger las cosas que necesitaba, después yendo al mostrador a pagar aquello y pedir el resto de cosas que quería y que sabía que no estaban fuera situadas por el precio tan elevado, para evitar los intentos de hurto de cualquier desesperado por conseguirlo.
Cuando obtuvo todo y lo pagó, salió del lugar, yendo esta vez a comprar los libros que necesitaba el italiano; y tras hacer lo mismo, en lo que esta vez pudo ayudar el metamorfomago a buscar lo que Elazar necesitaba, pagaron y terminaron por quedarse quietos, de pie, justo frente a la puerta de aquél último comercio.
- Tenemos tiempo de sobra. - Se encogió de hombros y miró alrededor. - Si te apetece podemos ir a tomar algo, comido o bebido, a mi me da igual. Así que tú eliges, maricona. - Le miró fijamente a los ojos y se quedó mirándole un momentito de arriba abajo, frunciendo el ceño cuando sus ojos dieron con una mancha que se había aparecido en la capa blanca de su mejor amigo. - Sigo sin saber como puedes ir con capas blancas, son demasiado cerdas... - Arrugó la nariz y tras haberse agachado un poco, alzó la parte de la capa que estaba sucia para enseñarle de que hablaba.
Vio como Selvaggi hizo un medio puchero, que probablemente intentaba esconder, cosa que le hizo sonreír divertido, antes de sacar la varita y aplicar un fácil hechizo que hizo que la capa quedase impoluta por completo de nuevo, soltando el pedazo de tela para que siguiese ondeando a cada paso de su compañero.
Draken U. Stall- Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Las compras fueron mucho más rápidas de lo que Elazar se había pensado. Él pretendía gastar en eso casi toda la tarde, poder estar dando vueltas por ahí todo el tiempo sin quedarse solos ni un instante, intentando así poder pasar el rato como buenos amigos sin más. Sin la presión interior de “quiero besarle” o “quiero abrazarle y quedarme así por el resto de la tarde y la noche”. Y era una buena mierda, sobre todo porque a Draken no le gustaba ir de compras, si no te le gustaban las compras era prácticamente imposible tenerlo dos horas en cada tienda y eso acababa de quedar más que comprobado.
Cuando dijo aquello de ir a tomar algo se encogió de hombros, después de lo que había soltado por el dulce le daba cosa decir de hacer otra cosa. Iba a pensar que estaba obsesionado con las dietas, no lo estaba, no del todo. Fingió tener que pensárselo un poco, lo justo para que Draken tuviera la oportunidad de hacer aquello con la capa.
¿Tanto se fijaba en él que hasta se había dado cuenta de una pequeña manchita en la capa? Antes de que se diera cuenta el muchacho ya tenía la capa limpia gracias a su mejor amigo, cosa que le hizo agachar un poco la cabeza.
-Vayamos a la heladería, se me apeteció… creo que se me apeteció un gofre con helado – se mostró casi tímido, un tanto idiota, y cuando se dio cuenta de ello se mordió la boca por dentro y negó con la cabeza – bueno, eso o cualquier mierda, me da igual. La cosa es que tengo hambre.
Afirmó aquello, intentando sentenciar la afirmación con consistencia. No quería que pareciera que hacía aquello porque él se lo había pedido primero, lo hacía porque quería, y porque no quería que pareciera que era un obseso y porque quería tener feliz a Draken, y porque en la heladería había menos privacidad que en la taberna a la que solían ir, donde o estaban solos o cada uno iba a su bola.
-Y gracias por lo de la capa. Ya sabes, a mi me gusta el blanco, es un color que me queda bien, y aunque se ensucia ya sabes, es fácil de limpiar – dicho aquello el muchacho se encogió un poquito de hombro y miró de reojo a su mejor amigo, apartándose algo de cabello que se le había puesto para delante sin querer. De pronto parecía ser un poco incómodos el estar solos, tanto tiempo sin intimar de esa forma pasaba factura – venga, no seas lento, si llego antes que tu te pediré lo que yo quiera y tendrás que tomártelo.
Era una forma tonta de romper el hielo, o eso le pareció a él.
Cuando dijo aquello de ir a tomar algo se encogió de hombros, después de lo que había soltado por el dulce le daba cosa decir de hacer otra cosa. Iba a pensar que estaba obsesionado con las dietas, no lo estaba, no del todo. Fingió tener que pensárselo un poco, lo justo para que Draken tuviera la oportunidad de hacer aquello con la capa.
¿Tanto se fijaba en él que hasta se había dado cuenta de una pequeña manchita en la capa? Antes de que se diera cuenta el muchacho ya tenía la capa limpia gracias a su mejor amigo, cosa que le hizo agachar un poco la cabeza.
-Vayamos a la heladería, se me apeteció… creo que se me apeteció un gofre con helado – se mostró casi tímido, un tanto idiota, y cuando se dio cuenta de ello se mordió la boca por dentro y negó con la cabeza – bueno, eso o cualquier mierda, me da igual. La cosa es que tengo hambre.
Afirmó aquello, intentando sentenciar la afirmación con consistencia. No quería que pareciera que hacía aquello porque él se lo había pedido primero, lo hacía porque quería, y porque no quería que pareciera que era un obseso y porque quería tener feliz a Draken, y porque en la heladería había menos privacidad que en la taberna a la que solían ir, donde o estaban solos o cada uno iba a su bola.
-Y gracias por lo de la capa. Ya sabes, a mi me gusta el blanco, es un color que me queda bien, y aunque se ensucia ya sabes, es fácil de limpiar – dicho aquello el muchacho se encogió un poquito de hombro y miró de reojo a su mejor amigo, apartándose algo de cabello que se le había puesto para delante sin querer. De pronto parecía ser un poco incómodos el estar solos, tanto tiempo sin intimar de esa forma pasaba factura – venga, no seas lento, si llego antes que tu te pediré lo que yo quiera y tendrás que tomártelo.
Era una forma tonta de romper el hielo, o eso le pareció a él.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Alzó una ceja y se quedó mirando al chico en silencio, suspirando y negando después un poco con la cabeza, rodando los ojos y acabando por pasarle le brazo por encima de los hombros, empujándole con aquello un poco para que caminasen juntos,el uno al lado del otro, pegados en realidad, hacia la heladería por la que finalmente se había decidido ir el rubio. - Si al llegar ves que con solo oler todo eso puedes engordar tres kilos podemos ir a cualquier otro sitio. - Murmuró queriendo molestarle un poco, guiñándole el ojo antes de soltarle y avanzar un par de pasos, sabiendo de sobra que Selvaggi intentaría pegarle; y ahí estuvo el golpe esperado, apenas tocándole un poco la capa, seguido de un quejido de Elazar.
Se paró y cuando estuvieron de nuevo a la misma altura, volvieron a caminar. - De todas formas si tienes hambre creo que es el sitio en el que hay mas variedad, ya sabes... lo otro son tascas o la mierda de la casa de té esa para parejitas, que ahí como mucho hay pastitas y quizás algún dulce. - Lo dijo por quejarse, por decir algo, y terminó por encogerse de hombros.
Las palabras que dijo el italiano resonaron de nuevo en su cabeza. Y tanto que le quedaba bien el jodido color blanco; aquello solo conseguía hacer resaltar mas el tono pálido de su piel, el color rosado de sus labios, el tono de su cabello y el color de sus ojos... maldito cabrón; no pudo evitar mirarle la boca por un momento que se le hizo demasiado corto. Gruñó y suspiró pesadamente, apenas escuchando las últimas palabras que dijo Selvaggi. - Pues si no me gusta te lo haré tragar a ti, maricona.
Se rió un poco, lo justo para darle el placer a su compañero de ver los hoyuelos de sus mejillas, y no tardaron en postrarse frente a la heladería, mirando el interior de la misma desde fuera. Estaba jodidamente desierto, apenas había un par de niñitas en una esquina de la “terraza” comiendo unos helados, y la dependienta dentro.
- ¿Quieres que entremos, entonces?
Se paró y cuando estuvieron de nuevo a la misma altura, volvieron a caminar. - De todas formas si tienes hambre creo que es el sitio en el que hay mas variedad, ya sabes... lo otro son tascas o la mierda de la casa de té esa para parejitas, que ahí como mucho hay pastitas y quizás algún dulce. - Lo dijo por quejarse, por decir algo, y terminó por encogerse de hombros.
Las palabras que dijo el italiano resonaron de nuevo en su cabeza. Y tanto que le quedaba bien el jodido color blanco; aquello solo conseguía hacer resaltar mas el tono pálido de su piel, el color rosado de sus labios, el tono de su cabello y el color de sus ojos... maldito cabrón; no pudo evitar mirarle la boca por un momento que se le hizo demasiado corto. Gruñó y suspiró pesadamente, apenas escuchando las últimas palabras que dijo Selvaggi. - Pues si no me gusta te lo haré tragar a ti, maricona.
Se rió un poco, lo justo para darle el placer a su compañero de ver los hoyuelos de sus mejillas, y no tardaron en postrarse frente a la heladería, mirando el interior de la misma desde fuera. Estaba jodidamente desierto, apenas había un par de niñitas en una esquina de la “terraza” comiendo unos helados, y la dependienta dentro.
- ¿Quieres que entremos, entonces?
Draken U. Stall- Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Decir que el par de minutos que estuvieron caminando totalmente pegados había estado angustiosamente nervioso era decir poco, sobre todo teniendo en cuenta que era lo que llevaba queriendo hacer ya por un largo rato. Culpa de eso que cuando le dijo aquello e intentó defenderse no reaccionó a tiempo y perdió la oportunidad de darle.
Cuando oyó aquello del salón del té por poco gruñó incluso, solo parejitas, ellos eran algo así ese día, él quería que fueran algo así al menos, le agradaría estar saliendo con él en serio y estar teniendo una cita en la que le comprara cualquier mierda, si así de marica llegaba a ser, o mejor, le gustaría poder ir simplemente por la calle y besarlo sin más, porque le apetecía. Pero dudaba que se dejara.
-¿Entrar? Que si… no voy a engordar por una vez comer algo dulce un solo día, no es tanto… y ya mañana lo quemaré, no te preocupes – Draken no se preocupaba, era obvio, pero a él sí, no quería volver a ser “bollete” para Draken, igual que Draken no volvería a ser “enano” para él, había crecido bastante más que el rubio, siendo ahora el alto de la relación – te compraré algo y si no te gusta me lo como yo, es un castigo justo, pero tu espera en la mesa, a ver si acierto.
Entraron en el recinto de la cafetería, no iban a quedarse en la calle, en la terraza. Para empezar porque si ya era moñas ir a una cafetería juntos más aún lo era si se sentaban fuera. Al hacerlo de ese modo Elazar se sentiría obligado a no mirarle nunca y solo observar a la gente que pasara, cosa que haría que Stall probablemente mirase a tías o que Selvaggi se obsesionara con eso y… simplemente fue a pedir para ambos mientras Drake se sentaba.
-Ya está todo pedido, ahora aparecerá y si no te gusta me lo comeré yo todo y seré un gordo de nuevo y tendrás que llevarme rodando a los sitios porque apenas podré andar.
Exageró un poco con aquello pero había pedido… dos gofres, uno para cada uno, el de Draken con sirope de chocolate, nata y una bola de helado de melocotón en una tarrina, teniendo en cuenta que el gofre era chiquito no era “demasiado”, y el suyo era un gofre (pequeño también) con helado de vainilla y chocolate encima.
Cuando oyó aquello del salón del té por poco gruñó incluso, solo parejitas, ellos eran algo así ese día, él quería que fueran algo así al menos, le agradaría estar saliendo con él en serio y estar teniendo una cita en la que le comprara cualquier mierda, si así de marica llegaba a ser, o mejor, le gustaría poder ir simplemente por la calle y besarlo sin más, porque le apetecía. Pero dudaba que se dejara.
-¿Entrar? Que si… no voy a engordar por una vez comer algo dulce un solo día, no es tanto… y ya mañana lo quemaré, no te preocupes – Draken no se preocupaba, era obvio, pero a él sí, no quería volver a ser “bollete” para Draken, igual que Draken no volvería a ser “enano” para él, había crecido bastante más que el rubio, siendo ahora el alto de la relación – te compraré algo y si no te gusta me lo como yo, es un castigo justo, pero tu espera en la mesa, a ver si acierto.
Entraron en el recinto de la cafetería, no iban a quedarse en la calle, en la terraza. Para empezar porque si ya era moñas ir a una cafetería juntos más aún lo era si se sentaban fuera. Al hacerlo de ese modo Elazar se sentiría obligado a no mirarle nunca y solo observar a la gente que pasara, cosa que haría que Stall probablemente mirase a tías o que Selvaggi se obsesionara con eso y… simplemente fue a pedir para ambos mientras Drake se sentaba.
-Ya está todo pedido, ahora aparecerá y si no te gusta me lo comeré yo todo y seré un gordo de nuevo y tendrás que llevarme rodando a los sitios porque apenas podré andar.
Exageró un poco con aquello pero había pedido… dos gofres, uno para cada uno, el de Draken con sirope de chocolate, nata y una bola de helado de melocotón en una tarrina, teniendo en cuenta que el gofre era chiquito no era “demasiado”, y el suyo era un gofre (pequeño también) con helado de vainilla y chocolate encima.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Se rió un poco, si, de él, y acabaron por entrar, escuchando las condiciones que le había puesto el italiano en apenas un momento. Le dieron ganas de, pidiera lo que pidiera, decirle que no le gustaba solo para que Selvaggi tuviese que comerselo todo, y así, con ello mismo, poder estar metiendose un poco con él.
Stall fue directo a una mesa algo apartada y escondida; por si alguna mirada indiscreta o curiosa les veía o lo que fuera. Discreción, joder, que ahora lo que le faltaba es que pensasen que era una puta jodida nenaza por estar en una heladería comiendo dulces... tsk. Cuando el rubio volvió se quedó mirándole por un momento fijamente a los ojos. Se había sentado justo frente a él y sonreía, parecía feliz; eso estaba bien.
- Mejor que llevarte rodando yo creo que sería hacerte bajar toda esa comida... - Le guiñó un ojo de forma picara y antes de poder decir nada mas, aparecieron las cosas frente a ambos. Enseguida notó el olor del helado que iba respectivamente para él, y lanzó una rápida mirada a Selvaggi, sonriendo ladeado, negando un poco con la cabeza. - Eres un cabrón... no vayas a mi punto débil en la comida. - Se rió un poco y negó con la cabeza, suspirando y alcanzando la cuchara, se llevó un poco de ello a la boca, saboreandolo, mirando a Elazar de reojo. - No me mires tan fijamente, solo acertaste en esto por que eres mi mejor amigo y sabes que es mi fruta preferida. - Dijo casi como si fuese un crío, con los morros puestos y el ceño algo fruncido, después poniéndose a mirar el resto de cosas que había pedido. Al parecer si que tenía hambre esa vez.
Se quedó mirando fijamente a su amigo. - Me alegro de que hayas dejado un poco los complejos esos de mierda de lado, es un poco... irritante que te pases el día calculando que comer y que no. - Arrugó la nariz y desvió la mirada para coger su gofre, partir un pedazo y tras quedarse mirándolo por un ratito, acabar por llevárselo a la boca.
Stall fue directo a una mesa algo apartada y escondida; por si alguna mirada indiscreta o curiosa les veía o lo que fuera. Discreción, joder, que ahora lo que le faltaba es que pensasen que era una puta jodida nenaza por estar en una heladería comiendo dulces... tsk. Cuando el rubio volvió se quedó mirándole por un momento fijamente a los ojos. Se había sentado justo frente a él y sonreía, parecía feliz; eso estaba bien.
- Mejor que llevarte rodando yo creo que sería hacerte bajar toda esa comida... - Le guiñó un ojo de forma picara y antes de poder decir nada mas, aparecieron las cosas frente a ambos. Enseguida notó el olor del helado que iba respectivamente para él, y lanzó una rápida mirada a Selvaggi, sonriendo ladeado, negando un poco con la cabeza. - Eres un cabrón... no vayas a mi punto débil en la comida. - Se rió un poco y negó con la cabeza, suspirando y alcanzando la cuchara, se llevó un poco de ello a la boca, saboreandolo, mirando a Elazar de reojo. - No me mires tan fijamente, solo acertaste en esto por que eres mi mejor amigo y sabes que es mi fruta preferida. - Dijo casi como si fuese un crío, con los morros puestos y el ceño algo fruncido, después poniéndose a mirar el resto de cosas que había pedido. Al parecer si que tenía hambre esa vez.
Se quedó mirando fijamente a su amigo. - Me alegro de que hayas dejado un poco los complejos esos de mierda de lado, es un poco... irritante que te pases el día calculando que comer y que no. - Arrugó la nariz y desvió la mirada para coger su gofre, partir un pedazo y tras quedarse mirándolo por un ratito, acabar por llevárselo a la boca.
Draken U. Stall- Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
No podía dejar de mirarlo, por mucho que el chico le dijera que no lo hiciera, bajó por un segundo la vista, pero al oír que había acertado con aquello no pudo evitar la sonrisa estúpida. Volvió a clavar por ello sus ojos claros en los del muchacho, solo para no ver como fruncía los labios en ese gesto tan deseable, como le miraba a él, como si fuera realmente especial. Carajos, que le hacía ver cosas que no eran.
-No voy contando cuantas calorías como al día… solo evito los dulces y otras cosas que son demasiado insanas. Pero bueno, por un día no importa – se relamió justo antes de clavar el tenedor en su dulce, esparciendo a su gusto el helado por los huequitos del mismo – me alegro de haber acertado, al menos ya sé que tus gustos no cambian.
Él no podía evitar atontarse mientras lo miraba, seguía comiendo, muy despacio, y de pronto se dio cuenta de que no había nada para beber y el helado le daba bastante sed. Miró a ambos lados, la tipa que llevaba la heladería estaba sentada tras el mostrador leyendo tranquilamente una revista, menudo trabajo el que tenía…
-Se me olvidó comprar algo para beber ¿tu quieres…? Iré ahora.
Por supuesto que le preguntaría antes, además ahí si que se quedaba sin ideas, no es que salieran a hacer ese tipo de mariconadas muy a menudo, ellos dos eran más de ir a tomar cerveza y esas cosas… pero buscando el no estar solos habían terminado ahí, que por cierto, menudo plan chafado. La cosa es que, entre los nervios de estar a solas con él, las ganas de besarle, y todo lo demás, estaba deseando de levantarse e ir a por algo de beber. Simplemente esperaría su respuesta para hacerlo.
-No voy contando cuantas calorías como al día… solo evito los dulces y otras cosas que son demasiado insanas. Pero bueno, por un día no importa – se relamió justo antes de clavar el tenedor en su dulce, esparciendo a su gusto el helado por los huequitos del mismo – me alegro de haber acertado, al menos ya sé que tus gustos no cambian.
Él no podía evitar atontarse mientras lo miraba, seguía comiendo, muy despacio, y de pronto se dio cuenta de que no había nada para beber y el helado le daba bastante sed. Miró a ambos lados, la tipa que llevaba la heladería estaba sentada tras el mostrador leyendo tranquilamente una revista, menudo trabajo el que tenía…
-Se me olvidó comprar algo para beber ¿tu quieres…? Iré ahora.
Por supuesto que le preguntaría antes, además ahí si que se quedaba sin ideas, no es que salieran a hacer ese tipo de mariconadas muy a menudo, ellos dos eran más de ir a tomar cerveza y esas cosas… pero buscando el no estar solos habían terminado ahí, que por cierto, menudo plan chafado. La cosa es que, entre los nervios de estar a solas con él, las ganas de besarle, y todo lo demás, estaba deseando de levantarse e ir a por algo de beber. Simplemente esperaría su respuesta para hacerlo.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Alzó un momento la mirada mientras se relamía él mismo para fijar los ojos en los del italiano, arrugando un momento la nariz. - Dejate de chorradas... como para que cambien mis gustos después de siete años, capullo. - Gruñó. No iban a cambiar sus gustos con tanta facilidad, y realmente, esperaba que los de Elazar tampoco hubiesen cambiado... por que joder, si lo habían hecho ya no sabría tanto de él como antes, y eran mejores amigos, ¿no?... tsk.
Cuando se desenfrascó de sus pensamientos miró al italiano, quién consiguió hacer que dejase de pensar en estupideces y asintió con la cabeza, incorporándose antes de que Selvaggi pudiese hacerlo, haciéndole un gesto de que se quedase sentado, que ya iría él, y de paso ya también pagaría todo, lo que ya estaba pedido y lo que iría ahora a pedir de bebidas.
Volvió de nuevo a la mesa tras ausentarse por un poco y se volvió a acomodar, suspirando. - Listo... - Miró a los ojos del rubio, habiendo tenido que desviar la mirada hacia sus labios, no pudiendo evitar sonreír de lado, capullo, tentado, demasiado... se había manchado un poco la comisura de los labios y sabía la forma perfecta de limpiarle. Sin pensárselo dos veces se semi incorporó y se inclinó hacia delante para, tras cogerle del mentón y hacer que alzase un poco el rostro, lamerle los labios, separándose después como si nada para volver a acomodarse en el asiento, viendo como aparecían las cosas que había pedido para beber; un par de zumos, de manzana y de melocotón, a parte de un poco de agua para ambos.
- Espero haber acertado yo también, Selvaggi. - Le dijo sonriendo primero ladeado, acabando por sonreír de forma algo mas amplia antes de alcanzar el zumo de melocotón para darle un trago.
Cuando se desenfrascó de sus pensamientos miró al italiano, quién consiguió hacer que dejase de pensar en estupideces y asintió con la cabeza, incorporándose antes de que Selvaggi pudiese hacerlo, haciéndole un gesto de que se quedase sentado, que ya iría él, y de paso ya también pagaría todo, lo que ya estaba pedido y lo que iría ahora a pedir de bebidas.
Volvió de nuevo a la mesa tras ausentarse por un poco y se volvió a acomodar, suspirando. - Listo... - Miró a los ojos del rubio, habiendo tenido que desviar la mirada hacia sus labios, no pudiendo evitar sonreír de lado, capullo, tentado, demasiado... se había manchado un poco la comisura de los labios y sabía la forma perfecta de limpiarle. Sin pensárselo dos veces se semi incorporó y se inclinó hacia delante para, tras cogerle del mentón y hacer que alzase un poco el rostro, lamerle los labios, separándose después como si nada para volver a acomodarse en el asiento, viendo como aparecían las cosas que había pedido para beber; un par de zumos, de manzana y de melocotón, a parte de un poco de agua para ambos.
- Espero haber acertado yo también, Selvaggi. - Le dijo sonriendo primero ladeado, acabando por sonreír de forma algo mas amplia antes de alcanzar el zumo de melocotón para darle un trago.
Draken U. Stall- Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Él era quien quería ir a por las bebidas, por despejarse, pero Draken se le adelantó. Al menos aprovechó para poder relajarse un poco mientras él no estaba dejante. Siguió comiendo, a veces se sentía incómodo al comer delante de gente, seguramente era porque se había acostumbrado a no hacerlo, pero bueno… era Draken, no importaba nada, si él quería comer un dulce Elazar lo haría también, así compartirían un poco más, se sentiría un poco mejor.
El gesto del chico, cuando llegó, le pilló totalmente despistado, tanto así que no supo como reaccionar. El corazón se le aceleró hasta un punto inimaginable, sintió como el estómago se le encogía por un momento y después el calor que su lengua había dejado sobre sus labios. Fue un segundo, un segundo corto, fugaz, que logró inquietarlo por algún rato más. Se quedó con la mirada fija en esos labios que había tenido tan cerca y no había podido besar, ahora él se dedicaba a beber, aquello no lo relajaba en ningún sentido.
-Acertaste, como siempre – se refería más al intento de beso que le había dado que a la bebida que adquirió – el zumo está bien… – intentó reafirmarse a sí mismo que lo que estaba bien era el zumo y no el chico, aunque fuera mentira.
Volvió a bajar la vista su plato después de beber un poco él también, agua. Se relamió, pasando la lengua por el lugar donde había estado la de su mejor amigo, estaba ansioso por recibir un beso, y sus ojos se desviaban a sus labios demasiado a menudo, por eso se puso a comer de nuevo, aunque no le quedaba demasiado, no sabía cuánto tiempo aguantaría así en realidad.
-¿Volvemos hoy a Brigantia? Yo aún no tengo muchos trabajos que hacer ni nada… pero así me ahorro las preguntas curiosas de mi madre por encontrarnos a los tres esta mañana en la cocina – intentaba sacar un tema de conversación que no fuera muy comprometido, estaban juntos y totalmente solos, sentía que si no hablaba de algo banal se levantaría y le exigiría un beso, como los de la noche pasada.
El gesto del chico, cuando llegó, le pilló totalmente despistado, tanto así que no supo como reaccionar. El corazón se le aceleró hasta un punto inimaginable, sintió como el estómago se le encogía por un momento y después el calor que su lengua había dejado sobre sus labios. Fue un segundo, un segundo corto, fugaz, que logró inquietarlo por algún rato más. Se quedó con la mirada fija en esos labios que había tenido tan cerca y no había podido besar, ahora él se dedicaba a beber, aquello no lo relajaba en ningún sentido.
-Acertaste, como siempre – se refería más al intento de beso que le había dado que a la bebida que adquirió – el zumo está bien… – intentó reafirmarse a sí mismo que lo que estaba bien era el zumo y no el chico, aunque fuera mentira.
Volvió a bajar la vista su plato después de beber un poco él también, agua. Se relamió, pasando la lengua por el lugar donde había estado la de su mejor amigo, estaba ansioso por recibir un beso, y sus ojos se desviaban a sus labios demasiado a menudo, por eso se puso a comer de nuevo, aunque no le quedaba demasiado, no sabía cuánto tiempo aguantaría así en realidad.
-¿Volvemos hoy a Brigantia? Yo aún no tengo muchos trabajos que hacer ni nada… pero así me ahorro las preguntas curiosas de mi madre por encontrarnos a los tres esta mañana en la cocina – intentaba sacar un tema de conversación que no fuera muy comprometido, estaban juntos y totalmente solos, sentía que si no hablaba de algo banal se levantaría y le exigiría un beso, como los de la noche pasada.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Devoró el dulce, a fin de cuentas era algo bastante pequeño, y después siguió con el helado, disfrutando de aquél sabor; le gustaba demasiado cualquier cosa con ese maldito sabor, ni que fuese un yonki o cualquier mierda del melocotón. Bah, gilipolleces a parte...
Se terminó el zumo sin nada de esfuerzo, incluso pareciendole que aquello era menos de lo esperado, y simplemente acomodó uno de los codos y el otro brazo sobre la mesa, apoyando la barbilla en la mano del brazo que únicamente apoyó el codo, para quedarse mirando a su mejor amigo, viendo como terminaba la comida de esa forma tan pausada, tranquila y delicada que tenía él para comer; tan.... único.
Por fortuna el italiano volvió a hablar y el metamorfomago simplemente se encogió de hombros, arrugando la nariz. - La verdad es que no me apetece nada tener que volver antes de tiempo allí... este fin de semana se queda el jodidamente insoportable compañero de habitación que tenemos, y probablemente Yesenes se ponga a gritarle en todo momento o cualquier mierda... yo no tengo ganas de tener que soportar gritos. Por un puto fin de semana que no estoy de mala hostia ni nada... - Chasqueó la lengua y le cogió un momento el vaso de agua para dar un pequeño trago antes de dejárselo de nuevo cerca; que aunque fuese para ambos, Elazar aún no había terminado de comer.
- Podríamos ir a mi casa si lo que no quieres es que tu madre te pregunte o cualquier mierda. Sabes que podemos ir a la mía sin problemas; a mi viejo le da igual y nadie nos molestará ni nada. - Se encogió de nuevo de hombros, quitándole importancia al asunto, terminando por dejar de estar en esa posición para echarse hacia atrás en el asiento, pasándose una de las manos por el pelo, por la nuca, dejándola apoyada en ese mismo último lugar.
Se terminó el zumo sin nada de esfuerzo, incluso pareciendole que aquello era menos de lo esperado, y simplemente acomodó uno de los codos y el otro brazo sobre la mesa, apoyando la barbilla en la mano del brazo que únicamente apoyó el codo, para quedarse mirando a su mejor amigo, viendo como terminaba la comida de esa forma tan pausada, tranquila y delicada que tenía él para comer; tan.... único.
Por fortuna el italiano volvió a hablar y el metamorfomago simplemente se encogió de hombros, arrugando la nariz. - La verdad es que no me apetece nada tener que volver antes de tiempo allí... este fin de semana se queda el jodidamente insoportable compañero de habitación que tenemos, y probablemente Yesenes se ponga a gritarle en todo momento o cualquier mierda... yo no tengo ganas de tener que soportar gritos. Por un puto fin de semana que no estoy de mala hostia ni nada... - Chasqueó la lengua y le cogió un momento el vaso de agua para dar un pequeño trago antes de dejárselo de nuevo cerca; que aunque fuese para ambos, Elazar aún no había terminado de comer.
- Podríamos ir a mi casa si lo que no quieres es que tu madre te pregunte o cualquier mierda. Sabes que podemos ir a la mía sin problemas; a mi viejo le da igual y nadie nos molestará ni nada. - Se encogió de nuevo de hombros, quitándole importancia al asunto, terminando por dejar de estar en esa posición para echarse hacia atrás en el asiento, pasándose una de las manos por el pelo, por la nuca, dejándola apoyada en ese mismo último lugar.
Draken U. Stall- Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Lo de su compañero no le sorprendía. Echaba de menos estar en la misma casa (de Hogwart) que su mejor amigo, allí era mucho más fácil colarse en la habitación del otro cuando no había nadie, también era más fácil quedarse en la sala común hasta que todos se hubieran subido a dormir. Sin contar con que no tenían que atravesar medio campus para verse y todo lo demás. También era mejor así, conocía a todos sus compañeros, los actuales… bueno, no tenía mucho contacto con ellos, por no decir que al tal Yesenes ni lo conocía, solo había oído hablar de él (y no muy bien, y no le agradaba que Draken se llevara bien con él).
-¿A tu casa? - aquello casi lo sorprendió. No tan así, no sería la primera vez que iba allí, pero siempre que habían terminado en el dormitorio de Draken había sido para… hacer eso, o en su defecto cuando eran mucho más pequeños, para fumar a escondidas de todos. Le encantaría poder ir y así guarrear un poco con su mejor amigo, pero… estaba un tanto inquieto, le ponía nervioso no saber actuar, no saber cuando parar con el cariño. Selvaggi se sentía un poco solo últimamente y necesitaba más mimos que sexo, o algo así (aunque el polvo de la noche anterior le supo a gloria, todo había que decirlo) – bueno… si, tu casa estaría bien, hace tiempo que no vamos allí y eso.
Seguro que su mejor amigo notaba los nervios, la angustia que tenía bien dentro, estaba intentando con toda sus fuerzas no quedarse a solas con él pero no se le ocurría que hacer para evitar eso. No podían ir a dormir juntos sin quedarse a solas y bueno, si Draken quería estar con él solo no podía tampoco decirle que no, porque si que quería, en el fondo, muy al fondo.
-Antes de ir a ninguna parte podríamos tomarnos un par de cervezas o algo – pensaba que si bebía un poco y cogía el puntillo se le permitiría hacer cualquier cosa, por borracho.
Ya se había terminado el dulce y se dispuso a tomarse el zumo de manzana, pero esperaría su respuesta, si decía de ir a beber algo sería mejor no tomarse eso.
-¿A tu casa? - aquello casi lo sorprendió. No tan así, no sería la primera vez que iba allí, pero siempre que habían terminado en el dormitorio de Draken había sido para… hacer eso, o en su defecto cuando eran mucho más pequeños, para fumar a escondidas de todos. Le encantaría poder ir y así guarrear un poco con su mejor amigo, pero… estaba un tanto inquieto, le ponía nervioso no saber actuar, no saber cuando parar con el cariño. Selvaggi se sentía un poco solo últimamente y necesitaba más mimos que sexo, o algo así (aunque el polvo de la noche anterior le supo a gloria, todo había que decirlo) – bueno… si, tu casa estaría bien, hace tiempo que no vamos allí y eso.
Seguro que su mejor amigo notaba los nervios, la angustia que tenía bien dentro, estaba intentando con toda sus fuerzas no quedarse a solas con él pero no se le ocurría que hacer para evitar eso. No podían ir a dormir juntos sin quedarse a solas y bueno, si Draken quería estar con él solo no podía tampoco decirle que no, porque si que quería, en el fondo, muy al fondo.
-Antes de ir a ninguna parte podríamos tomarnos un par de cervezas o algo – pensaba que si bebía un poco y cogía el puntillo se le permitiría hacer cualquier cosa, por borracho.
Ya se había terminado el dulce y se dispuso a tomarse el zumo de manzana, pero esperaría su respuesta, si decía de ir a beber algo sería mejor no tomarse eso.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
En un principio parecía como que Elazar no quería ir a su casa. Lo había propuesto por el simple jodido hecho de no tener que ir a Brigantia en cuanto acabasen la vuelta ahí, ya que Selvaggi no tenía muchas intenciones de volver a su casa, y bueno... en la suya nunca nadie solía molestarles, nunca lo habían hecho, y no por esa vez iba a ser diferente, cojones.
Sonrió ladeado cuando pareció cambiar de opinión, y asintió con la cabeza, viendo como acababa de comerse lo que le quedaba. - Ya pagué esto, así que ahora solo sería que nos largásemos de aquí. Podemos pillar lo que sea de alcohol y llevarlo a mi casa, siempre habrá menos ruido, ya sabes. Probablemente esto se vaya a llenar de estudiantes y magos y brujas a secas con ganas de emborracharse o pasar un rato de juerga.
Se puso en pie y le acarició apenas un instante la cabeza, el pelo. - Y cálmate joder, que ni que fuese la primera vez que salimos juntos. - Gruñó y le hizo un gesto para que le siguiera.
En un principio pensó en llevarle directamente a la tasca de toda la vida, donde también solían llenarse de provisiones; y ahí, ya decidirían mejor que hacer; si pillar lo que fuera allí e ir a la casa de los Stall, o si pedir algo y apalancarse en cualquiera de las mesas que pareciese mas pulcra o al menos menos sobada que el resto, tratando de no estar muy cerca de algún grupo de esos típicos problemáticos.
Una vez ya fuera de la heladería, caminando por el Callejón Diagon de camino al sitio de destino, le volvió a pasar el brazo por los hombros a su compañero. - Venga, te dejo elegir; pillar lo que sea y largarnos a emborracharnos en casa, o quedarnos por aquí bebiendo algo. Aunque en esa última opción, si se da el caso de que nos ponemos pedo, sería un poco complicado que aparezcamos de una pieza en casa. - Se rió un poco, después frunció el ceño y arrugó la nariz, torciendo el morro, no tardando en volver la vista al italiano. - Tu mandas, Bollete.
Sonrió ladeado cuando pareció cambiar de opinión, y asintió con la cabeza, viendo como acababa de comerse lo que le quedaba. - Ya pagué esto, así que ahora solo sería que nos largásemos de aquí. Podemos pillar lo que sea de alcohol y llevarlo a mi casa, siempre habrá menos ruido, ya sabes. Probablemente esto se vaya a llenar de estudiantes y magos y brujas a secas con ganas de emborracharse o pasar un rato de juerga.
Se puso en pie y le acarició apenas un instante la cabeza, el pelo. - Y cálmate joder, que ni que fuese la primera vez que salimos juntos. - Gruñó y le hizo un gesto para que le siguiera.
En un principio pensó en llevarle directamente a la tasca de toda la vida, donde también solían llenarse de provisiones; y ahí, ya decidirían mejor que hacer; si pillar lo que fuera allí e ir a la casa de los Stall, o si pedir algo y apalancarse en cualquiera de las mesas que pareciese mas pulcra o al menos menos sobada que el resto, tratando de no estar muy cerca de algún grupo de esos típicos problemáticos.
Una vez ya fuera de la heladería, caminando por el Callejón Diagon de camino al sitio de destino, le volvió a pasar el brazo por los hombros a su compañero. - Venga, te dejo elegir; pillar lo que sea y largarnos a emborracharnos en casa, o quedarnos por aquí bebiendo algo. Aunque en esa última opción, si se da el caso de que nos ponemos pedo, sería un poco complicado que aparezcamos de una pieza en casa. - Se rió un poco, después frunció el ceño y arrugó la nariz, torciendo el morro, no tardando en volver la vista al italiano. - Tu mandas, Bollete.
Draken U. Stall- Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Cuando le pidió que se calmara se sintió aún más nervioso, pero agradeció la caricia que le dio en la cabeza. Salían juntos, a menudo, pero era la primera vez en mucho tiempo. Se sentía un poco obligado a ciertas cosas, a guardar las distancias, a ser un colega más, y con él le costaba ser un colega más. No es que fuera un tonto ñoño que se dedicara todo el rato a dar besos ni nada así, pero sí que era un poco… bastante cariñoso cuando le daba la vena y había que decir que en ese momento la tenía, quería beber y abrazarse a él todo el tiempo mientras lo hacía, y hablar bien, y aclararle, ahora sin sexo de por medio, el porqué de la mentira del verano, y porque no lo había buscado, y porque estaba tan nervioso.
Cuando oyó su proposición completa sobre la parte en la que bebían, bien ahí, o bien en su casa, se lo planteó por un buen momento. Si lo hacían allí, estaría logrando lo que quería, era sábado, la tarde comenzaba a terminar y muchos estudiantes saldrían a beber, a vivir la noche… no habría privacidad, no podría incomodarse. Por otra parte, estaba lo de que se ponía demasiado nervioso, y como él mismo decía, se emborracharía tanto que terminaría sin poder aparecerse siquiera. Ir a su casa sería la mejor opción, y bueno, quien les decía que no podrían beber y hablar sin intimar demasiado. Hace años lo hacían, después comenzaron con esa relación rara y el no intimar cuando bebían se acabó.
-Vamos a tu casa – declaró seguro y convencido – después de comprar whisky de malta, me apetece hoy.
Asintió a sus propias palabras y dejó que el otro guiara, él iba a su lado, le había pasado el brazo por el hombro y no iba a negar ese contacto, además, no había nada raro en que un par de colegas anduvieran un poco así por la calle.
-No tengo ganas de aparecerme en mal estado en ninguna parte, y si no recuerdo mal en tu casa se bebe muy bien, tu cuarto era pura moqueta ¿no? – lo dijo guiñándole un ojo, un poco juguetón, ya quería decirle que se tumbaría en el suelo a soltarle toda su mierda interna, si, pero joder, no podía pedir que no lo hiciera, la mayor parte de la misma era culpa de él, para bien o para mal.
Cuando oyó su proposición completa sobre la parte en la que bebían, bien ahí, o bien en su casa, se lo planteó por un buen momento. Si lo hacían allí, estaría logrando lo que quería, era sábado, la tarde comenzaba a terminar y muchos estudiantes saldrían a beber, a vivir la noche… no habría privacidad, no podría incomodarse. Por otra parte, estaba lo de que se ponía demasiado nervioso, y como él mismo decía, se emborracharía tanto que terminaría sin poder aparecerse siquiera. Ir a su casa sería la mejor opción, y bueno, quien les decía que no podrían beber y hablar sin intimar demasiado. Hace años lo hacían, después comenzaron con esa relación rara y el no intimar cuando bebían se acabó.
-Vamos a tu casa – declaró seguro y convencido – después de comprar whisky de malta, me apetece hoy.
Asintió a sus propias palabras y dejó que el otro guiara, él iba a su lado, le había pasado el brazo por el hombro y no iba a negar ese contacto, además, no había nada raro en que un par de colegas anduvieran un poco así por la calle.
-No tengo ganas de aparecerme en mal estado en ninguna parte, y si no recuerdo mal en tu casa se bebe muy bien, tu cuarto era pura moqueta ¿no? – lo dijo guiñándole un ojo, un poco juguetón, ya quería decirle que se tumbaría en el suelo a soltarle toda su mierda interna, si, pero joder, no podía pedir que no lo hiciera, la mayor parte de la misma era culpa de él, para bien o para mal.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Asintió convencido a todo, sonriendo ladeado y acelerando un poco mas el paso cuando vio que una oleada de alumnos, probablemente de Hogwarts, con ganas de fiesta, apareció de pronto. - Venga, vamos a por el whisky o nos quedaremos sin nada con lo que emborracharnos. - Dijo mientras se reía y terminaban por entrar dentro.
Fue directamente a donde el mostrador y se quedó mirando por un momento el resto de bebidas que se veían desde el mismo sitio, acabando por pedir una de licor nueva (y cara, para que mentir) y el whisky que Selvaggi había dicho que le apetecía beber. A parte de un par de buenas cervezas que nunca sobraban.
Pagó todo escuchando las quejas del italiano, y tras guardar las cosas en su bolsa, se acercó a él, le volvió a pasar el brazo por el cuello, y en un abrir y cerrar de ojos, ya estaban en la habitación del metamorfomago.
Sonrió ladeado y a la par que se quitaba su bolsa de la cintura y la dejaba sobre la cama, se había descalzado, dejando los zapatos a un lado.
La habitación seguía igual que siempre, con el mismo par de fotos que tenía pegadas en la pared, con la misma tenue luz que siempre la iluminaba cuando ya caía la oscuridad en la estancia. Igual de pulcro y ordenado de lo que era Stall, a pesar de las pintas o la apariencia que podría dar a simple vista.
Tras quitarse también la capa, fue directamente a sentarse sobre la cama para, abrir la bolsa y sacar las cuatro botellas, dejándolas en el suelo apoyadas, apartando después el resto también al suelo. - Veo que recuerdas perfectamente como era el suelo de mi habitación. - Se rió un momento, guiñándole ahora él el ojo. - Seguro que tus pies ni tu culo han sentido algo tan suave. - Se rió con una carcajada estúpida y lo primero que hizo fue cogerse para si mismo una de las cervezas, destapándola y dándole un buen trago.
- Bebamos, pues... - Musitó mirando fijamente a los ojos al italiano. Sabía que quería hablar de algo; lo había leído en su rostro, sus gestos.
Fue directamente a donde el mostrador y se quedó mirando por un momento el resto de bebidas que se veían desde el mismo sitio, acabando por pedir una de licor nueva (y cara, para que mentir) y el whisky que Selvaggi había dicho que le apetecía beber. A parte de un par de buenas cervezas que nunca sobraban.
Pagó todo escuchando las quejas del italiano, y tras guardar las cosas en su bolsa, se acercó a él, le volvió a pasar el brazo por el cuello, y en un abrir y cerrar de ojos, ya estaban en la habitación del metamorfomago.
Sonrió ladeado y a la par que se quitaba su bolsa de la cintura y la dejaba sobre la cama, se había descalzado, dejando los zapatos a un lado.
La habitación seguía igual que siempre, con el mismo par de fotos que tenía pegadas en la pared, con la misma tenue luz que siempre la iluminaba cuando ya caía la oscuridad en la estancia. Igual de pulcro y ordenado de lo que era Stall, a pesar de las pintas o la apariencia que podría dar a simple vista.
Tras quitarse también la capa, fue directamente a sentarse sobre la cama para, abrir la bolsa y sacar las cuatro botellas, dejándolas en el suelo apoyadas, apartando después el resto también al suelo. - Veo que recuerdas perfectamente como era el suelo de mi habitación. - Se rió un momento, guiñándole ahora él el ojo. - Seguro que tus pies ni tu culo han sentido algo tan suave. - Se rió con una carcajada estúpida y lo primero que hizo fue cogerse para si mismo una de las cervezas, destapándola y dándole un buen trago.
- Bebamos, pues... - Musitó mirando fijamente a los ojos al italiano. Sabía que quería hablar de algo; lo había leído en su rostro, sus gestos.
Draken U. Stall- Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Por supuesto que le molestaba que lo pagara todo. Aquello no era una “cita” propiamente dicha, y él no era una nena a la que debía consentir y pagar todo. Pero tampoco iba a negar que le gustaba sentirse mimado por su mejor amigo, y si él quería demostrar su “hombría” haciendo aquello de pagar sus cosas y caprichos, pues se lo permitiría. De modo que después de un par de quejas dejó que lo hiciera sin más.
Cuando el chico hizo que ambos se aparecieran en su cuarto Elazar no pudo evitar mirar a todas partes, nervioso de nuevo, sentía un pellizco en el estómago, habían vivido tanto ahí dentro y llevaba tanto tiempo sin pisarlo… era… bueno, melancolía o algo así.
Dejó que él se acomodara, se quitara los zapatos, la capa, todo. Él mismo, por el contrario, no hizo nada así esperó a ver como el chico se sentaba en la cama para él mismo sentarse pero en el suelo, en la moqueta, empezando a desabrocharse los zapatos con parsimonia mientras oía sus palabras.
-No te creas, hay cosas muy suaves en el mundo - dijo respondiendo la broma y alcanzó una de las cervezas para empezar suave, era lo mejor, dio un trago y siguió con el ritual de descalzarse, terminando con un pie antes de decidirse a hablar de nuevo – si bueno… beber y eso está muy bien, pero quería aclararte lo que pasó y todo eso –se sentía nervioso, pensaba que su mejor amigo se sentaría en el suelo, a su alcance, para que pudiera besarle sin problema ni dificultad, pero estando así de separados le ponía las cosas algo más fáciles a la vez que incómodas – supongo que ya sabes… que lo que dije que ocurrió en verano es mentira – se llevó la cerveza a los labios, bebiendo un trago largo, sentía que podría terminar con toda de una sentada así que se detuvo, no miraba a su mejor amigo a los ojos, se sentía incapaz – andaba pensando en cómo… ver si… bueno, si quería liarte conmigo otra vez, y no sabía cómo preguntarte y… quería ver si te importaba que me hubiera estado liando con otro – se humedeció los labios, en ese instante levantó la vista, por un segundo, tenía tanto que decirle y se sentía tan angustiado a la vez que no sabía por dónde empezar o donde seguir, más bien, sentía como se le secaba la garganta y tuvo que parar a beber de nuevo – [b]¿te importaría… pedir algún vaso para el whisky? Y a poder ser, hielo y algo para mezclar, no me apetece ponerme malo ahora mismo y al ritmo al que se me seca la boca creo que terminaría la botella en un segundo.
Cuando el chico hizo que ambos se aparecieran en su cuarto Elazar no pudo evitar mirar a todas partes, nervioso de nuevo, sentía un pellizco en el estómago, habían vivido tanto ahí dentro y llevaba tanto tiempo sin pisarlo… era… bueno, melancolía o algo así.
Dejó que él se acomodara, se quitara los zapatos, la capa, todo. Él mismo, por el contrario, no hizo nada así esperó a ver como el chico se sentaba en la cama para él mismo sentarse pero en el suelo, en la moqueta, empezando a desabrocharse los zapatos con parsimonia mientras oía sus palabras.
-No te creas, hay cosas muy suaves en el mundo - dijo respondiendo la broma y alcanzó una de las cervezas para empezar suave, era lo mejor, dio un trago y siguió con el ritual de descalzarse, terminando con un pie antes de decidirse a hablar de nuevo – si bueno… beber y eso está muy bien, pero quería aclararte lo que pasó y todo eso –se sentía nervioso, pensaba que su mejor amigo se sentaría en el suelo, a su alcance, para que pudiera besarle sin problema ni dificultad, pero estando así de separados le ponía las cosas algo más fáciles a la vez que incómodas – supongo que ya sabes… que lo que dije que ocurrió en verano es mentira – se llevó la cerveza a los labios, bebiendo un trago largo, sentía que podría terminar con toda de una sentada así que se detuvo, no miraba a su mejor amigo a los ojos, se sentía incapaz – andaba pensando en cómo… ver si… bueno, si quería liarte conmigo otra vez, y no sabía cómo preguntarte y… quería ver si te importaba que me hubiera estado liando con otro – se humedeció los labios, en ese instante levantó la vista, por un segundo, tenía tanto que decirle y se sentía tan angustiado a la vez que no sabía por dónde empezar o donde seguir, más bien, sentía como se le secaba la garganta y tuvo que parar a beber de nuevo – [b]¿te importaría… pedir algún vaso para el whisky? Y a poder ser, hielo y algo para mezclar, no me apetece ponerme malo ahora mismo y al ritmo al que se me seca la boca creo que terminaría la botella en un segundo.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Cuando el rubio empezó a soltar todo aquello después de la broma estúpida que le siguió un momento en referencia a lo que había dicho el pelimorado sobre la moqueta de su habitación, se puso serio, simplemente quedándose mirándole fijamente por un momento mientras daba pequeños tragos a la cerveza.
Estaba nervioso, se le notaba demasiado, o al menos Stall se lo notaba con bastante facilidad.
Asintió a sus primeras palabras y después de nuevo, tragando saliva antes de hablar. - Si, lo dijiste la otra noche y eso. - Murmuró arrastrando las palabras, dejándole claro que ya lo sabía, por que él mismo se lo había dicho; y parecía que de lo nervioso que estaba, ese día o el día que se lo contó, ni siquiera se acordaba de ese dato, que además, ya habían tratado.
- Ya te dije que me jodió. Que tú eres solo mio. - Se quedó mirándole aún a los ojos de forma fija. Se lo había dicho la otra noche, y ahora volvía a decírselo. - No quiero que nadie mas que no sea yo te toque, te marque, te bese. - Hizo una pausa para desviar un momento la mirada y darle un trago a la cerveza antes de hacer lo que Elazar quiso en secreto antes, bajarse de la cama para quedarse sentado junto a su mejor amigo, suspirando y apoyando su hombro contra el de él.
En ningún momento había querido distanciarse de Selvaggi, pero aquél año en el que él entró en la universidad se le hizo un tanto jodido, por lo que no se vieron demasiado, y toda la mierda se enfrió. La culpa la tenía que después de eso, tanto el uno como el otro, por gilipollas, por no pensar en sacar algo de tiempo para estar como siempre, y dedicarse, al menos Stall, en acostumbrarse a tener que levantarse temprano todos los días, o casi todos, cuando nunca lo había hecho tan de seguido.
- Creo que lo que dije la otra vez y acabo de repetir dejan las cosas muy claras, Selvaggi. - Dijo antes de dar un nuevo trago a la cerveza, viendo como de pronto aparecían las cosas que el italiano pidió y que el metamorfomago se ocupó de pedir con un simple gesto.
Estaba nervioso, se le notaba demasiado, o al menos Stall se lo notaba con bastante facilidad.
Asintió a sus primeras palabras y después de nuevo, tragando saliva antes de hablar. - Si, lo dijiste la otra noche y eso. - Murmuró arrastrando las palabras, dejándole claro que ya lo sabía, por que él mismo se lo había dicho; y parecía que de lo nervioso que estaba, ese día o el día que se lo contó, ni siquiera se acordaba de ese dato, que además, ya habían tratado.
- Ya te dije que me jodió. Que tú eres solo mio. - Se quedó mirándole aún a los ojos de forma fija. Se lo había dicho la otra noche, y ahora volvía a decírselo. - No quiero que nadie mas que no sea yo te toque, te marque, te bese. - Hizo una pausa para desviar un momento la mirada y darle un trago a la cerveza antes de hacer lo que Elazar quiso en secreto antes, bajarse de la cama para quedarse sentado junto a su mejor amigo, suspirando y apoyando su hombro contra el de él.
En ningún momento había querido distanciarse de Selvaggi, pero aquél año en el que él entró en la universidad se le hizo un tanto jodido, por lo que no se vieron demasiado, y toda la mierda se enfrió. La culpa la tenía que después de eso, tanto el uno como el otro, por gilipollas, por no pensar en sacar algo de tiempo para estar como siempre, y dedicarse, al menos Stall, en acostumbrarse a tener que levantarse temprano todos los días, o casi todos, cuando nunca lo había hecho tan de seguido.
- Creo que lo que dije la otra vez y acabo de repetir dejan las cosas muy claras, Selvaggi. - Dijo antes de dar un nuevo trago a la cerveza, viendo como de pronto aparecían las cosas que el italiano pidió y que el metamorfomago se ocupó de pedir con un simple gesto.
Draken U. Stall- Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Las palabras del chico lo relajaron. Si que recordaba haberlo dicho y explicado antes, y que su pareja le hubiera contestado también, pero es que no estaba seguro de si las palabras de Draken habían sido causadas por el calor del momento, igual que las marcas que le adornaban el cuello aún.
-Es… está bien – dijo asintiendo, mientras se terminaba la cerveza que tenía en la mano. Él se había aproximado, no había tenido la necesidad de pedirle que lo hiciera o de que fuera él mismo el que se moviera para estar cerca de Draken, eso le agradaba. A veces el metamoformago era perfecto, parecía leerle la mente – si… supongo que si.
Quizás, el que admitiera que no quería que nadie más lo tocara, era su forma de decir que realmente estaban “comprometidos” como pareja ¿no? Si no eran novios, aunque fuera de manera informal, no tenía derecho a pedirle exclusividad, y en cierto modo así lo estaba haciendo, y eso le hacía sentirse dichoso.
-Yo tampoco quiero verte con otras… – dijo aquello mientras se servía un cubata, intentando no mirarle a la cara. Se mordió el labio cuando finalmente terminó la tarea de unirlo todo en un vaso y volvió la vista hacía Draken – siento haberme portado como un crio, supongo que debí pensar un poco mejor que era lo que quería y no dedicarme a molestarte. A veces soy un poco infantil.
Se disculpaba con motivos, desde lo ocurrido en el lago se había dedicado a evadirlo, mirarlo mal, evitarlo y sobre todo juzgarle. No era justo para Draken en absoluto que hiciera aquello.
-¿Quieres un cubata? Este whisky es bueno.
Aún seguía con la intención de emborracharse un poco más antes de poder hablar sin tapujos. Quería decirle claramente lo que quería con él, aunque eso hiciera que Draken huyera de su lado… en parte estaba un poco cansado de andar dudando si eran algo, si no eran nada, si podría besarle, si no.
-Por cierto… mientras estemos aquí… puedo besarte siempre que me apetezca ¿no? – parecía un idiota preguntando aquello, pero aún no estaba seguro de nada.
-Es… está bien – dijo asintiendo, mientras se terminaba la cerveza que tenía en la mano. Él se había aproximado, no había tenido la necesidad de pedirle que lo hiciera o de que fuera él mismo el que se moviera para estar cerca de Draken, eso le agradaba. A veces el metamoformago era perfecto, parecía leerle la mente – si… supongo que si.
Quizás, el que admitiera que no quería que nadie más lo tocara, era su forma de decir que realmente estaban “comprometidos” como pareja ¿no? Si no eran novios, aunque fuera de manera informal, no tenía derecho a pedirle exclusividad, y en cierto modo así lo estaba haciendo, y eso le hacía sentirse dichoso.
-Yo tampoco quiero verte con otras… – dijo aquello mientras se servía un cubata, intentando no mirarle a la cara. Se mordió el labio cuando finalmente terminó la tarea de unirlo todo en un vaso y volvió la vista hacía Draken – siento haberme portado como un crio, supongo que debí pensar un poco mejor que era lo que quería y no dedicarme a molestarte. A veces soy un poco infantil.
Se disculpaba con motivos, desde lo ocurrido en el lago se había dedicado a evadirlo, mirarlo mal, evitarlo y sobre todo juzgarle. No era justo para Draken en absoluto que hiciera aquello.
-¿Quieres un cubata? Este whisky es bueno.
Aún seguía con la intención de emborracharse un poco más antes de poder hablar sin tapujos. Quería decirle claramente lo que quería con él, aunque eso hiciera que Draken huyera de su lado… en parte estaba un poco cansado de andar dudando si eran algo, si no eran nada, si podría besarle, si no.
-Por cierto… mientras estemos aquí… puedo besarte siempre que me apetezca ¿no? – parecía un idiota preguntando aquello, pero aún no estaba seguro de nada.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Cuando escuchó lo que le dijo sobre que Selvaggi tampoco le quería ver con otras, frunció el ceño, girando el rostro para mirarle fijamente, aunque este primero estuviese tratando de que no se cruzasen las miradas del uno ni del otro. Negó con la cabeza y suspiró, acabándose él también su cerveza antes de dejarla a un lado apartada, viendo como el chico se ponía a terminar de hacer aquella mezcla.
- Tenías que haberme dicho las cosas directamente, no andarte con gilipolleces... si llego a conocer a ese supuesto tío al que te estabas follando, habría ido a buscarle para partirle las piernas. - Dijo claramente, sin ningún tapujo. - Aunque no te habría dicho que fui yo quién le partió las piernas, o lo que fuese que le habría partido. - Añadió antes de encogerse de hombros. - Además, sabes perfectamente que siempre he sido de tías y de tíos. - En mas de una ocasión el rubio, ebrio, le había comentado que su aspecto tan androgino era para gustarle más; cosa que si era por que creía que solo le gustaban las tías... nunca habría estado con Selvaggi por muy mujer que pareciera físicamente; lo que tenía entre las piernas no era precisamente de tía.
Le quitó el vaso que tenía entre las manos y dio un trago antes de devolvérselo, relamiéndose y sonriéndole de lado. - Sigue bebiéndolo, ya cuando a mi me apetezca algo mas que la cerveza ya lo tomaré o lo que sea.
Se echó hacia atrás para quedar tumbado bocarriba en el suelo, estirándose un poco, despezándose, hasta que escuchó las palabras de Elazar, al cual miró al instante de que llamara su atención, quedando con los ojos clavados en los de su compañero.
- Puedes hacerlo, si quieres. - Dijo sin mas.
Aquello solo le dejó mas “clara” la duda que Stall tenía en ese ámbito para con Selvaggi. Pensaba que le daba palo que les viesen besarse en cualquier sitio; por eso en mas de una ocasión en la que le apetecía besarle, en Hogwarts, siempre tenía que encerrarse en algún sitio con el italiano para hacerlo.
- En fin... - Cerró de nuevo los ojos y suspiró, bostezando de forma perezosa.
- Tenías que haberme dicho las cosas directamente, no andarte con gilipolleces... si llego a conocer a ese supuesto tío al que te estabas follando, habría ido a buscarle para partirle las piernas. - Dijo claramente, sin ningún tapujo. - Aunque no te habría dicho que fui yo quién le partió las piernas, o lo que fuese que le habría partido. - Añadió antes de encogerse de hombros. - Además, sabes perfectamente que siempre he sido de tías y de tíos. - En mas de una ocasión el rubio, ebrio, le había comentado que su aspecto tan androgino era para gustarle más; cosa que si era por que creía que solo le gustaban las tías... nunca habría estado con Selvaggi por muy mujer que pareciera físicamente; lo que tenía entre las piernas no era precisamente de tía.
Le quitó el vaso que tenía entre las manos y dio un trago antes de devolvérselo, relamiéndose y sonriéndole de lado. - Sigue bebiéndolo, ya cuando a mi me apetezca algo mas que la cerveza ya lo tomaré o lo que sea.
Se echó hacia atrás para quedar tumbado bocarriba en el suelo, estirándose un poco, despezándose, hasta que escuchó las palabras de Elazar, al cual miró al instante de que llamara su atención, quedando con los ojos clavados en los de su compañero.
- Puedes hacerlo, si quieres. - Dijo sin mas.
Aquello solo le dejó mas “clara” la duda que Stall tenía en ese ámbito para con Selvaggi. Pensaba que le daba palo que les viesen besarse en cualquier sitio; por eso en mas de una ocasión en la que le apetecía besarle, en Hogwarts, siempre tenía que encerrarse en algún sitio con el italiano para hacerlo.
- En fin... - Cerró de nuevo los ojos y suspiró, bostezando de forma perezosa.
Draken U. Stall- Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
No estaba seguro de si le parecía bien aquello que había dicho sobre que le habría partido las piernas a cualquiera que estuviera con él… realmente se debía sentir bien con eso, si, que fuera posesivo con él no era más que una señal de que no quería compartirle, de que era todo suyo.
Lo que dijo después de que le daban igual hombres o mujeres le hizo fruncir el ceño. Elazar había dicho solo tías por… decir, había tendencia a que a los hombres les gustaran más las mujeres, no iba con doble sentido y él no se consideraba una tía, en absoluto. Pero le gustaba lucir bonito, sexy, y eso, a veces, hacía que se viera muy femenino.
La afirmación para el beso, justo después de tumbarse a su lado hacía que mirar el vaso lleno de alcohol se le hiciera difícil. Claro que quería besarlo. En todo momento.
Dio un trago largo, quería comenzar a sentir ya los efectos del alcohol de una vez.
-¿En… fin? – no había entendido eso último, quizás había dicho algo malo o raro y no se había dado cuenta de ello, bebió un poco más y se giró para poder mirarlo de frente aunque el chico estuviera tumbado – ¿Qué dije esta vez?
Dejó el vaso largo a un lado, suspiró y se quedó apoyado sobre el codo, medio tumbado. Quería que le respondiera y que le diera un beso, pero no estaba segurpo de en qué orden pretendía hacer aquello. Primero el beso, si. pensando en ello se inclinó un poco más sobre el chico y pegó sus labio a los de él, buscando internar el beso, probar su boca, sus labios.
-¿Suspiras por mi? – era una pregunta tonta, pero no importaba, ya tenía su beso, el resto era una tontería, y ahora podría incluso acomodarse un poco en él, si él hacía algún gesto para ello.
Lo que dijo después de que le daban igual hombres o mujeres le hizo fruncir el ceño. Elazar había dicho solo tías por… decir, había tendencia a que a los hombres les gustaran más las mujeres, no iba con doble sentido y él no se consideraba una tía, en absoluto. Pero le gustaba lucir bonito, sexy, y eso, a veces, hacía que se viera muy femenino.
La afirmación para el beso, justo después de tumbarse a su lado hacía que mirar el vaso lleno de alcohol se le hiciera difícil. Claro que quería besarlo. En todo momento.
Dio un trago largo, quería comenzar a sentir ya los efectos del alcohol de una vez.
-¿En… fin? – no había entendido eso último, quizás había dicho algo malo o raro y no se había dado cuenta de ello, bebió un poco más y se giró para poder mirarlo de frente aunque el chico estuviera tumbado – ¿Qué dije esta vez?
Dejó el vaso largo a un lado, suspiró y se quedó apoyado sobre el codo, medio tumbado. Quería que le respondiera y que le diera un beso, pero no estaba segurpo de en qué orden pretendía hacer aquello. Primero el beso, si. pensando en ello se inclinó un poco más sobre el chico y pegó sus labio a los de él, buscando internar el beso, probar su boca, sus labios.
-¿Suspiras por mi? – era una pregunta tonta, pero no importaba, ya tenía su beso, el resto era una tontería, y ahora podría incluso acomodarse un poco en él, si él hacía algún gesto para ello.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Negó por un momento con la cabeza y se mordió la boca, humedeciéndose los labios en el mismo momento. - Nada... solo que tienes muy por costumbre preguntarme cosas que ni siquiera hacen fata preguntar... no entre nosotros. - Soltó como si nada, con toda la naturalidad que esa frase podría contener.
- Así que realmente no tienes que preocuparte por nada, no dijiste nada malo ni nada parecido, Elazar... - Susurró con voz algo ronca las últimas palabras de aquella frase, su nombre, y le miró de reojo, sonriendo ladeado mientras el italiano también tenía la vista fija en las orbes claras del metamorfomago.
Vio como apartaba el vaso y parecía acomodarse algo mas, como se acortaban las distancias entre ambos por el simple gesto que hizo el italiano hasta que los labios de ambos se unieron, notando el sabor del alcohol de los labios del rubio, entreabriendo un poco los labios para asomar ligeramente la lengua por entre los propios para lamer los del contrario, volviendo a saborear sus labios entremezclando su propio sabor con el de la bebida.
- Quién sabe... - Murmuró en un tono suave, divertido ante la pregunta que le acababa de hacer. Seguro que para nada del mundo se habría esperado esa respuesta, y ahí se la acababa de dar. Que pensase lo que quisiera o lo que fuera... ahí ya, según que reacción tuviese...
Se quedó mirándole de forma fija a los ojos y apoyó una de las manos en la cintura del italiano, sin quitarle los ojos de encima, haciendo que se inclinase de nuevo, ligeramente, sobre su propio cuerpo, sonriendo un poco ladeado.
- Así que realmente no tienes que preocuparte por nada, no dijiste nada malo ni nada parecido, Elazar... - Susurró con voz algo ronca las últimas palabras de aquella frase, su nombre, y le miró de reojo, sonriendo ladeado mientras el italiano también tenía la vista fija en las orbes claras del metamorfomago.
Vio como apartaba el vaso y parecía acomodarse algo mas, como se acortaban las distancias entre ambos por el simple gesto que hizo el italiano hasta que los labios de ambos se unieron, notando el sabor del alcohol de los labios del rubio, entreabriendo un poco los labios para asomar ligeramente la lengua por entre los propios para lamer los del contrario, volviendo a saborear sus labios entremezclando su propio sabor con el de la bebida.
- Quién sabe... - Murmuró en un tono suave, divertido ante la pregunta que le acababa de hacer. Seguro que para nada del mundo se habría esperado esa respuesta, y ahí se la acababa de dar. Que pensase lo que quisiera o lo que fuera... ahí ya, según que reacción tuviese...
Se quedó mirándole de forma fija a los ojos y apoyó una de las manos en la cintura del italiano, sin quitarle los ojos de encima, haciendo que se inclinase de nuevo, ligeramente, sobre su propio cuerpo, sonriendo un poco ladeado.
Draken U. Stall- Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Cosas que no hacía falta preguntar entre ellos, al parecer Draken estaba bastante más seguro de esa relación que él. Aquello era raro, se suponía que Elazar era el enamorado, el idiota de ellos dos, él era quien daba todo por sentado y quería una relación más seria… pero en cambio era el otro quien daba todos los pasos. Pues no podía ser así, él haría algo especial para los dos, para demostrar que no era tan inseguro. Pero ¿qué?
-Me alegro, porque pienso besarte siempre que me apetezca.
Seguramente ambos sabían la verdad. No lo haría, no tan así. En la escuela, por pudor, ocultaría la relación un poco. Nunca negaría de él, pero no se dedicaría a ir por la vida de su mano ni nada parecido y por lo tanto tampoco lo besaría sin venir a cuento. Pero la intención estaba ahí, lo intentaría. Procuraría no mirarle a los labios con deseo sin hacer el gesto que era necesario tras esa mirada.
Y ahí comenzaba, le dio aquel beso que tanto ansiaba, y que el otro seguro ansiaría y necesitaría también. Podría hacerse el tonto, pero había notado sus miradas fuera, en la calle, como se fijaba en sus labio, y él, cuando lo hacía, tentaba aún más. Se los humedecía, hacía algún gesto, y alguna vez hasta se lo había llegado a tocar con un dedo, en un gesto coqueto, fingiendo indiferencia.
Y cuando el beso se cortó llegaron sus palabras, tan inesperadas, ¿de verdad era una posibilidad que suspirase por él? ¿Por Elazar Selvaggi? ¿Draken Stall? No, no era creíble… pero era tan… ahora fue él quien suspiró, y aceptó su gesto, que lo cogiera por la cintura, que lo acercaba un poco más a él.
En ese momento, y por ese gestito se lamió los labios un poco, y evitando volver a besarlo sin más le dio un buen trago a su cubata, dejándolo muy cerca de Draken y después le acarició los labios con uno de sus dedos, mientras permanecía sentado junto a él, mirándole mordiéndose un poco la lengua.
-¿Te apetece hacer algo antes de que empiece a besarte y ya no tenga ganas de soltarte para nada? – lo preguntó así de directo, porque sentía que no tardaría mucho en hacer aquello mismo, en ese momento aún se contenía un poco porque, bueno, ¡aún no estaba borracho! Y tenía ganas de estarlo antes de… antes de poder decirle que si eran ya novios o que mierda.
-Me alegro, porque pienso besarte siempre que me apetezca.
Seguramente ambos sabían la verdad. No lo haría, no tan así. En la escuela, por pudor, ocultaría la relación un poco. Nunca negaría de él, pero no se dedicaría a ir por la vida de su mano ni nada parecido y por lo tanto tampoco lo besaría sin venir a cuento. Pero la intención estaba ahí, lo intentaría. Procuraría no mirarle a los labios con deseo sin hacer el gesto que era necesario tras esa mirada.
Y ahí comenzaba, le dio aquel beso que tanto ansiaba, y que el otro seguro ansiaría y necesitaría también. Podría hacerse el tonto, pero había notado sus miradas fuera, en la calle, como se fijaba en sus labio, y él, cuando lo hacía, tentaba aún más. Se los humedecía, hacía algún gesto, y alguna vez hasta se lo había llegado a tocar con un dedo, en un gesto coqueto, fingiendo indiferencia.
Y cuando el beso se cortó llegaron sus palabras, tan inesperadas, ¿de verdad era una posibilidad que suspirase por él? ¿Por Elazar Selvaggi? ¿Draken Stall? No, no era creíble… pero era tan… ahora fue él quien suspiró, y aceptó su gesto, que lo cogiera por la cintura, que lo acercaba un poco más a él.
En ese momento, y por ese gestito se lamió los labios un poco, y evitando volver a besarlo sin más le dio un buen trago a su cubata, dejándolo muy cerca de Draken y después le acarició los labios con uno de sus dedos, mientras permanecía sentado junto a él, mirándole mordiéndose un poco la lengua.
-¿Te apetece hacer algo antes de que empiece a besarte y ya no tenga ganas de soltarte para nada? – lo preguntó así de directo, porque sentía que no tardaría mucho en hacer aquello mismo, en ese momento aún se contenía un poco porque, bueno, ¡aún no estaba borracho! Y tenía ganas de estarlo antes de… antes de poder decirle que si eran ya novios o que mierda.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Le vio beber de nuevo y se quedó mirándole atentamente, fijándose en todos y cada uno de sus gestos, como cogía el vaso, como bebía y el hielo del mismo vaso hacía un suave tintineo con el movimiento, como tragaba, como se humedecía los labios...
No evitó hacer un analisis, de paso, a todo su cuerpo, al menos lo que alcanzaba a ver desde aquella posición, un tanto complicada si se trataba de poder verle entero, y se mordió el labio inferior, sonriendo un poco de forma cabrona al escuchar las palabras que le dijo el italiano justo antes, de que el propio Stall hiciese algo. - Quizás si...
Estiró el brazo que no tenía sobre la cintura del muchacho, y lo llevó al broche de la capa blanca de su mejor amigo para, tras desabrocharlo, hacer que con un simple gesto cayese al lado de Selvaggi, justo a su espalda, obviamente, por la posición y situación, y sonrió. - Así creo que será mejor... para ti tanto como para mi. -Le guiñó el ojo y llevó esa misma mano a su nuca, acariciando en el proceso su cuello, levemente su mentón e incluso se tomó el permiso de rozar sus labios con la yema del dedo pulgar, presionándolo un poco.
- Creo que ahora ya si puedes besarme sin que vaya a poder quejarme... - Susurró con voz algo ronca, mientras hacia que el rubio acercase su rostro al propio, mirándole con los ojos entrecerrados, estrechando mas a Selvaggi contra su cuerpo aprovechando que la otra mano estaba situada justo e su cintura, formando un medio abrazo a la par que empezaban un beso.
Si, joder había tenido ganas, desde que estuvieron en la maldita heladería comiendo, de devorarle, y ahora lo haría, se dejaría besar, y le besaría, cuantas veces hicieran falta para quedar saciado de sus labios.
No evitó hacer un analisis, de paso, a todo su cuerpo, al menos lo que alcanzaba a ver desde aquella posición, un tanto complicada si se trataba de poder verle entero, y se mordió el labio inferior, sonriendo un poco de forma cabrona al escuchar las palabras que le dijo el italiano justo antes, de que el propio Stall hiciese algo. - Quizás si...
Estiró el brazo que no tenía sobre la cintura del muchacho, y lo llevó al broche de la capa blanca de su mejor amigo para, tras desabrocharlo, hacer que con un simple gesto cayese al lado de Selvaggi, justo a su espalda, obviamente, por la posición y situación, y sonrió. - Así creo que será mejor... para ti tanto como para mi. -Le guiñó el ojo y llevó esa misma mano a su nuca, acariciando en el proceso su cuello, levemente su mentón e incluso se tomó el permiso de rozar sus labios con la yema del dedo pulgar, presionándolo un poco.
- Creo que ahora ya si puedes besarme sin que vaya a poder quejarme... - Susurró con voz algo ronca, mientras hacia que el rubio acercase su rostro al propio, mirándole con los ojos entrecerrados, estrechando mas a Selvaggi contra su cuerpo aprovechando que la otra mano estaba situada justo e su cintura, formando un medio abrazo a la par que empezaban un beso.
Si, joder había tenido ganas, desde que estuvieron en la maldita heladería comiendo, de devorarle, y ahora lo haría, se dejaría besar, y le besaría, cuantas veces hicieran falta para quedar saciado de sus labios.
Draken U. Stall- Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Evadiendo la intimidad
Cuando notó como la capa le caía por la espalda no pudo evitar sonreír, joder, maldito cabrón de mierda, como podía tratarlo así, ponerle tanto, y aún así seguir viéndose tan genial, como si todo le saliera natural, como si sus gestos, tan jodidamente sensuales, fueran fruto de la espontaneidad del momento, como si realmente Draken fuera un puto saquito de hormonas apetecibles para cualquiera que gustara de los hombres.
-Si, creo que es el momento.
Mientras se dejaba atraer hacía el muchacho aprovechó para apartar la capa, dejarla fuera del alcance de su vaso, por si caía que no fuera sobre la suavísima tela nívea. Por supuesto que eso le llevó un segundo solamente y después le siguió el beso, más que intencionado, más que deseado. Ansiado.
Bebieron uno del otro. Selvaggi se había medio tumbado un poco sobre el otro, sentía sus manos, en la espalda, en el cuello, en su trasero. Sentía su respiración contra la piel. Lo sentía entero y quería sentirlo aún más.
-Llevo toda la tarde esperando este momento… y evitándolo a la vez – le susurró aquello contra los labios, un segundo antes de tirar del inferior del chico, lo lamió indiscretamente, como si se tratara de otra cosa un tanto más obscena y después separó su rostro unos centímetros, mirándole juguetón – creo que esta será la última vez que lo haga… evitar quedarme a solas contigo. Estaba volviéndome totalmente loco o algo así.
Lo peor de todo es que lo decía completamente en serio. Cada vez que había mirando al muchacho había deseado tenerlo un poquito más, y ahora, al fin, lo tenía bajo él, bajo su cuerpo… espera. Por una vez era Elazar quien tenía el mando, más o menos. Aquello le hizo sonreír abiertamente y de pronto lo abrazó por el cuello, pegando la nariz al mismo, aspirando el olor del chico, mezclado con el gel de baño de su propia casa.
-Stall, quiero todo contigo.
Lo dijo aún en esa posición, se había casi tumbado sobre él, escondido el rostro en su cuello y aspirado su aroma. Selvaggi no sabía utilizar un buen momento, tener el control estando con Draken era una de esas ocasiones que no se repetía muy a menudo.
-Si, creo que es el momento.
Mientras se dejaba atraer hacía el muchacho aprovechó para apartar la capa, dejarla fuera del alcance de su vaso, por si caía que no fuera sobre la suavísima tela nívea. Por supuesto que eso le llevó un segundo solamente y después le siguió el beso, más que intencionado, más que deseado. Ansiado.
Bebieron uno del otro. Selvaggi se había medio tumbado un poco sobre el otro, sentía sus manos, en la espalda, en el cuello, en su trasero. Sentía su respiración contra la piel. Lo sentía entero y quería sentirlo aún más.
-Llevo toda la tarde esperando este momento… y evitándolo a la vez – le susurró aquello contra los labios, un segundo antes de tirar del inferior del chico, lo lamió indiscretamente, como si se tratara de otra cosa un tanto más obscena y después separó su rostro unos centímetros, mirándole juguetón – creo que esta será la última vez que lo haga… evitar quedarme a solas contigo. Estaba volviéndome totalmente loco o algo así.
Lo peor de todo es que lo decía completamente en serio. Cada vez que había mirando al muchacho había deseado tenerlo un poquito más, y ahora, al fin, lo tenía bajo él, bajo su cuerpo… espera. Por una vez era Elazar quien tenía el mando, más o menos. Aquello le hizo sonreír abiertamente y de pronto lo abrazó por el cuello, pegando la nariz al mismo, aspirando el olor del chico, mezclado con el gel de baño de su propia casa.
-Stall, quiero todo contigo.
Lo dijo aún en esa posición, se había casi tumbado sobre él, escondido el rostro en su cuello y aspirado su aroma. Selvaggi no sabía utilizar un buen momento, tener el control estando con Draken era una de esas ocasiones que no se repetía muy a menudo.
Elazar Selvaggi- Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 09/09/2012
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