Chocolate caliente

Agradeció el momentito a solas. Aprovechó para mirarse el cuello, inspeccionar la supuesta zona afectada por la herida, esa que tan solo un día antes había estado a punto de parecer un volcán en erupción, o a punto de dejarle sin cabeza o vete a saber… ahora no había nada, ni molestias, ni dolor… nada.

Suspiró ante el espejo mientras se aseaba un poco, cortaba (gracias a la magia de manera perfecta y rapidísima) la poca barba que tenía. También se peinó un poco, no se arregló demasiado, en el sentido de ropa, tan solo quería ser visible y no oler a enfermedad como antes, que Rang podía ser educada y no decir nada, pero ciega no estaba y seguro que también tenía olfato. Mejor que lo viera ahora de nuevo que parecería un tío normal.

Salió de allí y en la zona común de su facultad ya estaba esperando Rang, no le costó reconocerla y se acercó llamándola por su nombre, para no sorprenderla por la espalda ni nada. Cuando estuvo lo suficientemente cerca le puso una mano en la cintura y le regaló un beso rápido en el cuello, sin importarle quien había cerca para mirar. Sabía que su relación no sería bien vista por la amplia mayoría de personas que había por allí, él era… bueno, él, y ella era la persona más pequeña de aquella universidad, casi con seguridad.

-Ya estoy, siento si tardé… – le dijo aquello casi en un susurro antes de incorporarse de aquel beso y ponerse a una distancia prudencial de nuevo – vamos, me apetece tomarme ya eso que dijiste.

Se le hacía raro ponerse a pedir algo así, tan dulce, suave, tan infantil, tan todo… pero era Park y bueno, igual por ella hasta ignoraba que perdía mucho de apariencia al hacer aquello.

Oyó lo más atento que podía todo lo que ella le contó en el camino a la cafetería. No terminaba de acostumbrarse a estar dispuesto a oír cualquier cosa solo porque una chica quisiera contárselo, pero con ella hacía todo su esfuerzo, quería hacerla feliz y además que supiera, en todo momento, cuanto se interesaba por ella, todo lo necesario, claro.

En la cafetería él ya sabía bastante bien que pedir, un buen café caliente con algo de chocolate solo por endulzarlo. Pero ella empezó a decir todo aquello del chocolate, cual quería, cuales había… al parecer esperaba que él también tomara algo de eso, por lo que en un momento se mordió el labio.
Pero no iba a llegar a ese punto, se saltó su pregunta y se acercó a la chica que llevaba la cafetería, dándole la orden de servirles lo que la chica había dicho y lo que él había estado pensando todo el rato, un buen café, cafeína. Estaba jodidamente dormido, culpa de lo que consumió hacía un rato.

-Espero que no te moleste que no tome chocolate como tu… aunque sí que le puse un poco a mi café - le dijo aquello mientras la guiaba hacía una mesa un tanto apartada, se sentaron uno frente al otro, en cierto sentido odiaba esas situaciones. ¿De qué debían hablar ahora? –Y… entonces ¿aún quieres quedar este fin de semana? – si, hablar de la siguiente vez que se vieran, eso sería lo que justamente más seguro tendrían en común, al fin y al cabo no tenían más que hablar en ese momento.. o bueno – ¿Al final hablaste con Young? ¿Vendrá a visitarte? Dile que no puede decir que no, que yo también tengo ganas de verlo.

Era otro buen punto en común. Él mismo se lo pediría pero no estaba seguro de si le sentaría bien verlo así con su prima, de modo que prefería, casi, el no estar los tres juntos.

Que ella le siguiera la conversación diciendo que la cita seguiría en pie le tranquilizó, sobre todo porque no estaba seguro de que después de hacerla perder una tarde entera pudiera dedicarle otro día al completo. Y lo siguiente que dijo le hizo pensar en que podrían aprovechar el siguiente día para hacerle una visita a Young en su casa, o donde trabajaba el padre de Rang. Decía que no le respondía a la carta y ya hacía una semana que habían hablado de ello, se le hacía raro que tardara tanto, ella era su prima amada, vamos, la chica a la que había mandado proteger pasara lo que pasara. Era como una hermana para él.

Iba a ofrecerle el plan cuando llegaron las bebidas y vio a la chica tan jodidamente distraída y adorable bebiendo y tomándose su pedido de aquella forma. No evitó reírse cuando vio que se había incluso manchado la boquita un poco al hacerlo así.

-Me alegro de que esté rico – dijo sonriendo, pasándole él mismo un dedo sobre los labios para limpiar cualquier rastro de chocolate que le pudiera haber quedado sobre el mismo, después usando la servilleta para limpiarse él mismo – te pones muy linda al sonrojarte – le dijo aquello al verla totalmente sonrojada, por una tontería tan grande como mancharse un poco. Quería hacerla perder la vergüenza cuando estuviera con él, que fuera ella misma y estuviera totalmente tranquila con ello, sabía que le costaría pero al final lo conseguiría.

-Rang, iba a sugerirte de ir mañana a visitar a tu primo, así quizás se relaje un poco con nosotros y podamos saber que es de él, ya que salimos de la escuela no creo que importe que vayamos a un lugar o a otro…

Sonrió de manera lo más simpático posible y le dio un trago a su café.

-Esto también está muy bueno.

La idea pareció gustarle a la coreana, no tanto como a él al final. Era cierto, si el chico resultaba tener poco que hacer se quedaría con ellos todo el rato y él, en cuestión de unos minutos, había calculado lo que se suele llamar una cita en condiciones, que no estaba seguro de que fuera a gustarle a ella, pero que pensaba hacérsela de cualquier modo, algo más tradicional, al fin y al cabo Rang nunca había tenido novio y él era el encargado de hacerle saber cómo eran aquellas cosas.
El problema de que su primo fuera con ellos es que se quedaría sin la parte más importante, la que se suponía que iba a ser romántica, perfecta, bonita… vamos, lo que él no haría jamás, lo que no quería hacer y lo que haría solamente para hacerla un poquito más feliz a ella. Quería incluso llevarla a cenar…

-Ya veo que debe de estar rico – no evitó reír un poco al verla así, parecía disfrutarlo muy en serio, lo devoraba (casi, y sobre todo sería así si fuera masticable, pero la expresión casi sirve), y sonreía como una cría. Cuando al fin pareció terminar de beber y volvió a hablar Adnan frunció un poquitito el ceño, ella le ofrecía ayuda y demás, y si, era otra forma más de pasar el tiempo juntos, pero Adnan prefería pasarlo con ella haciendo otras cosas, aprovechando un poquito el rato que estarían juntos y no solo estudiando o compartiendo apuntes o cosas así – estoy yendo a medimagia de oyente, ya sabes – – le dijo aquello como si realmente le molestara un poco tener que enumerar a que clases iba y a cuáles no. Paró y dio un trago a la bebida. Estaba un poco… irascible, seguramente por lo que había estado tomando antes, con el café se le pasaría y podría volver a estar con Rang como siempre – si tienes algo más de lo que se dio en clase podrías dejármelo… o podríamos ir tras esto y me explicas lo que hicisteis en la última clase que no pude asistir.

Asintió a su afirmación, irían juntos a estudiar, en ese momento. Lo cierto es que él estaba un poco retrasado con todo el tema de que había estado faltando a algunas clases, pero aún así no se sentía con muchos ánimos para estudiar, no le apetecía en absoluto, lo haría solo por ella… y porque no sabía tampoco que ofrecerle hacer, a decir verdad a él le apetecería volar.
No era aficionado al quidditch, ni siquiera había ido a ninguna clase práctica de esa carrera aún cuando podría hacerlo pues aceptaban oyentes… pero sí que le gustaba volar y hacer piruetas por el aire. Y llevaba encerrado, de la manera más literal posible, casi tres días completos ¿a quién le apetecería volver a encerrarse después de algo así? A él no, desde luego.

El último gesto de la futura medimaga le hizo carcajearse. Olvidarse de lo que había estado pensando y que su atención volviera por completo a que, con ella, aunque estuviera encerrado y estudiando, estaría bien.

-¿Quieres un poco más? Podríamos comprar un dulce o algo así para cuando nos vayamos a la zona común y tal…

Era obvio que a ella el chocolate le había encantado, en su último gesto estuvo la prueba.

-No tienes que disculparte, boba – negó con la cabeza, a él apenas le quedaba un trago de café, pero por hacerla sentir un poquito mejor imitó su gesto, él sin mirar alrededor. Si alguien tenía alguna queja de que se pusiera a comer chocolate con el dedo ya podía decírselo bien claro y a la cara – así está más rico – asintió justo antes de limpiarse el dedo que había usado en una servilleta también. Después cogió el café e hizo que le sabor de su boca volviera a ser más amargo que dulce, como a él le gustaba – yo ya terminé… ahora vamos y me explicas lo que hicisteis, me gustaría poder ponerme al día rápido y así aprovechar el resto del fin de semana tranquilo…

Fue una pequeña indirecta o algo así, después de estudiar le gustaría hacer algo más, y esperaba que ella quisiera hacerlo con él.

No evitó la sonrisa cuando ella dijo que por el azúcar le costaría dormir. Si lo decía en serio realmente la chica era aún más mona e infantil de lo que le gustaba pensar, si no, pues era una buena escusa para mantenerse a raya, por que comer exceso de dulces nunca es bueno.
Cuando se pusieron en pie se dejó coger de la mano, si era ella no importaba, es más, le llegaba incluso a agradar que tuviera ese gesto con él, le resultaba agradable y muy cómodo que la muchacha quisiera hacer esas cosas, quisiera cogerle de la mano, darle o recibir algún beso puntual…

Oyó toda la perorata de palabras que salió de pronto de su preocupada boquita. En realidad no había estado “malo” si no más bien escondido por la herida del cuello, había cosas poco agradables de ver y esa era una de ellas. La dejó reflexionar sobre aquello, todo en general, sobre quien debía ir donde y cuando, pero él ya tenía una idea de que hacer. No sería la primera vez que se colara en la zona de chicas y no le importaba hacerlo por mucho hechizo de protección y mierdas varias hubiera en el camino.

-Está bien, no te preocupes. Si estoy un poquito débil me quedaré estudiando contigo toda la tarde… y en cuanto al sitio, nos vamos a quedar en tu dormitorio, pero antes tendrás que dejarme ir a por algunas cosillas ¿si?

Vio como ella asentía, tenía la curiosidad dibujada en el rostro, quería saber que tenía que coger pero no quería preguntarlo, quizás por pudor, o por no querer sonar entrometida, o lo que fuera, lo importante es que el chico adivinaba que quería saberlo.

-Tengo que ir a por mis apuntes, quiero mantenerlos juntos todos, tú me ayudas a completar con lo que me falte de estos días – la miró intentando ver si había saciado su curiosidad, pero no parecía del todo conforme o quizás si, pero él se imaginaba lo contrario – tardaré un poquito quizás porque voy a fumarme un cigarro, en tu cuarto prefiero no hacerlo para que no tengas discusiones con tus amigas.

La cafetería estaba tan cerca de su facultad que cuando Adnan terminó de hablar ya estaban prácticamente delante de la zona común, justo antes de tener que separarse para ir, cada cual, a su ala de habitaciones.

-Te esperas allí, que no tardaré en ir… ¿o vienes? No creo que haya nadie en el cuarto.

La vio dudar, después aclararse, dudar de nuevo. Rang debía estar pensando lo que conllevaba ir con él, no ir, dejarlo solo… vete a saber. La mente de las chicas a veces eran muy complicadas. El egipcio solo quería ir a fumar, coger sus apuntes, y volver. Sin más. La forma de encontrar su habitación se le hacía bastante fácil, había conjuros para detectar personas, así pensaba hacerlo.

Cuando al final la coreana se decidió a seguirle por el pasillo que iba directo a su habitación él no dijo nada, estaba bien, le había ofrecido ir y no iba a echarse atrás. Le sostenía la mano con la misma fuerza de siempre y en cuanto entraron y el chico se aseguró de que estaban solos cerró bien la puerta y soltó a la muchacha.

-Puedes sentarte donde quieras, solo voy a fumarme algo y nos vamos a empezar con tus clases, señorita profesora.

Le guiñó por un segundo el ojo, solo con pensar en fumar otra vez se le había levantado bastante el ánimo. Fue hasta la ventana y tras abrirla de par en par se quedó ahí, sentado en el marco de la misma. Era una ventana muy típica, la misma que había en todas las habitaciones y la más usual en esa parte del mundo. El marco de madera llegaba hasta el suelo y en lugar de tan solo enmarcar la ventana formaba un pequeño asiento que habían forrado en la escuela con un tapizado de los colores de la facultad. No era exactamente lo más cómodo de la habitación pero para fumar y no apestar todo el lugar estaba muy bien.

-Puedes, si no te molesta el humo, sentarte a mi lado – cogió un porro, se lo puso en la boca y lo encendió con cuidado de que no cayera nada sobre la tela roja del asiento – a ver, después de estudiar un rato… – si, ya estaba pensando en qué hacer después, no podía evitarlo, no le apetecía estar encerrado – ¿te apetecía salir a los terrenos, por aquí cerca, y dar un paseo? La verdad es que creo que necesito algo de aire puro o algo…

Estaba esperando su respuesta. Quería saber que harían. Lo necesitaba saber más bien… era… si pensaba en algo entretenido se le pasaría más rápido el tiempo ¿no? Iban a estudiar, a hacer algo tedioso o al menos normalmente así era. Quería tener en mente algo entretenido y si no pensaba en salir a pasear seguramente se pasaría el rato pensando que están solos en un dormitorio cuya puerta era jodidamente fácil de atrancar, evitar que nadie entrara y así poder disfrutar de la comodidad de una cama, la suavidad de un cuerpo y los mimos de su novia.

Pero la respuesta no llegaba. Y no parecía muy dispuesta a ponerse en camino siquiera. La chica estaba totalmente embobada con él, cosa que no entendía. ¿Qué tenía de interesante? Nunca nadie lo había mirado como ella estaba haciendo. Había notado el deseo en los ojos de otras mujeres, había sentido las indirectas de sus bocas e incluso habría jurado que alguna que otra vez alguna chica le había comido con la mirada, pero siempre había lujuria en esos gestos… ella en cambio parecía encandilada, como si se acabara de tomar una amortentia entera y solo para ella y cuyo poder le hiciera no poder mirar hacía nadie más que hacía él mismo.

-¿Rang? ¿Porqué dices…? – en una mano sostenía el cigarro y la otra de pronto fue robada por la chica que comenzó a comparar sus manos, haciendo que en el rostro del muchacho se dibujara una sonrisa. Era tan jodidamente mona, y sus manos eran tan delicadas, su piel era tan blanquita – tu eres más bonita, más linda. Me gusta que seas chiquita… – se relamió un segundo, dio una honda calada, haciendo un pause en todo eso y soltó el canuto en un cenicero que tenían en la ventana, quedando ahora totalmente disponible para ella. le robó la mano que ella había tomado prestada y sentándose mejor, atrajo a la chica, hasta tenerla sobre sus rodillas, haciendo un gesto con ello – me gusta que seas chiquita porque así puedo cogerte fácilmente… y achucharte muy fuerte – la abrazó. Nunca había tenido tanta confianza con ella como para abrazarla y cogerla de ese modo, es más, era la primera vez, sin contar el momento del lago, en que la tenía encima, y ahora no había agua, ahora podía decir que no pesaba casi nada, no para él – me alegro de gustarte… me gusta darte cosas que te gustan y si yo te agrado… a mi me puedes mirar siempre, estoy totalmente para ti.

Se sintió un puto calzonazos, un idiota, un jodido enamorado. Pero a ver que le iba a hacer, con ella era así, y nadie se enteraría nunca…

-Pero Rang… no respondiste a mi pregunta – le dio un besito en la frente, le divertía pensar que la entretenía tanto mirarle que se le olvidaban cosas.

Le confundía demasiado. Primero le asintió con la cabeza y después dijo que no sabía qué hacer, igual era porque la había pillado un poco desprevenida y no pensaba hacer nada de aquello en realidad, él podría salir solo, es más, al salir solo podría después hacer aquello de irse a volar, con ella sería más difícil ¿no?
Y le sonó a que buscaba una escusa, porque se dice que cuando se desvía la vista, buscando alguna otra parte a dónde mirar era porque se estaba pensando en una mentira… y ella estaba mirando todo el cuarto excepto a él.

-¿De verdad quieres salir? Puedo después airearme yo solo… no tienes que sentirte obligada ni nada parecido.

Oyó que quería que le presentara más sitios, pues si, había muchos a los que no habían ido aún, pero imaginaba que ella sola los abría descubierto… pues esa era mejor opción y le pareció más sincero que lo anterior.

-Vale, después te enseñaré donde quedan los sitios del campus. Te llevaré al campo de quidditch y también al bar que hay dentro de la escuela, no es como la cafetería, ahí suelen ir a beber. El lago imagino que ya lo conoces y al bosque es muy fácil llegar, se ve de lejos.

Le sonrió un poco y haciendo caso de lo que ella misma le decía se terminó de fumar el canuto, le quedaba muy poco y en cuanto notó que ya estaba finiquitado le dio una última calada y lo aplastó contra el cenicero… aprovechando para coger en brazos a la chica y abrazarla muy fuerte en cuanto se puso en pie, notando como se quejaba un poquito y terminando por dejarla en la cama, o más bien… por ponerla suavemente sobre la cama, él sobre ella, sin que pudiera moverse de ahí, y le dio un beso en la nariz.

-Gracias por cuidarme tanto Rang… – alejó un poquito el rostro, y le acarició uno de los brazos, en ese momento estaba… tan fácil hacer algo más, pero se contuvo y se contendría por mucho tiempo.

Suspiró ante el suave roce de su aliento en el oído, estaba muy sensible a todo lo que ella hacía, más aún si se acerca a esos puntos de su cuerpo, coño, que por mucho que fingiera no era de piedra.

Cuando la chica propuso que se quedaran ahí, sin hacer más, o más bien, dando a entender todo lo demás que podían hacer, él tragó saliva de manera disimulada, eso significaría que estarían solos, en su habitación, en su cama. Solos (que ese punto era muy importante). Y si permanecían así… uno muy cerca del otro. Y solos…
En su cabeza se dibujaron de pronto una y mil cosas que podrían hacer, él podría acariciar todo su bonito y perfecto cuerpo, con cuidado y con mimo. Podría besarla de arriba abajo, podría acariciar su cabello también, oler su sutil fragancia de vainilla. Podría tenerla entera para él sin que nadie les interrumpiera, les mirase… y eso podría volverlo totalmente loco pues no podría hacer nada más con alguien como ella. No con Rang.
Para empezar podría ahorrarse a sí mismo la vergüenza del posible error, fallo, lo que siempre le ocurría. Y para continuar porque ella era aún demasiado pequeña e infantil como para que él andara haciendo ese tipo de cosas… pero… Negó con la cabeza. No tenía siquiera que pensar en eso. Ella le había ofrecido estar juntos, abrazándose y ya. Si acaso regalándose algún que otro mimito, nada de besos, nada de cosas más adultas. Rang no había insinuado, si no que él había dado por sentado.

-Yo… creo que preferiría ir a estudiar, y después podríamos hacer el ratito el vago en tu cuarto… ¿Tus compañeras suelen estar allí mucho tiempo? – era una pregunta indiscreta donde las hubiera, pero ella seguro que no la malinterpretaba – si nos quedamos aquí seguramente me termine por dormir abrazándote… lo que me fumé me relaja demasiado y bueno, quiero terminar los apuntes.

Se mordió un poquito el labio, medio angustiado, dejándose caer a un lado de la cama justo antes de darle un buen abrazo, haciendo que quedase totalmente pegada a él.

-Me gusta mucho estar contigo, pero si nos quedamos aquí solos me darán ganas de estar besándote todo el rato Rang… no quiero incomodarte demasiado, no quiero hacer nada que no quieras… así que mejor empezamos por lo otro, y ya después se verá.

Se puso en posición de ir a levantarse en cuanto ella hiciera el gesto o respondiera, si ella asentía ya irían a su cuarto… y todo quedaría resuelto por el momento.

Le gustó saber el dato de sus compañeras. No era bueno en sociedad, no era bueno para estar frente a muchas personas, menos aún si quería estar a solas con Rang y llegaban otros, igual se ponía de un modo un tanto molesto o incluso poco amable, y delante de la coreana no era aquella la actitud que quería coger.
Dejó que le mimara todo lo que lela quiso, disfrutó de su sonrojo, sabiendo que se debía a sus palabras, sabía que ella se ponía así porque él le había dicho que se quedaran besándose, y bueno, había que admitir que le encantaba verla sonrojadita. Se ponía demasiado linda.

Notó su duda, estuvo a punto de besarle en los labios, si dudaba, si no sabía que quería, igual con un par de besos tontos se le pasaba la duda y se animaba a seguir con ello, pero lo que se le pasaron fueron a él los ánimos para besarle en cuanto la chica se recompuso y volvió a hablar. Tartamudeaba incluso. Esperaba, sinceramente, que sus nervios se debieran a timidez y no a otra cosa.

-Pues… si después de hacerlo todo me recompensarás así ya estamos tardando en irnos.

La abrazó por la espalda, que era como había quedado con respecto a él, le dio un rápido beso en el cuello y se puso en pie, recogiendo todas sus cosas, metiendo los pergaminos y libros en una viejísima mochila y guardándose en la capa las cosas para fumar, con un poquito de suerte después de lo de su habitación salían fuera y podría hacerlo bien al aire libre – venga, ahora te tocará a ti guiarme, porque yo no tengo idea de donde está tu cuarto.

Se encogió un poquito de hombros y, recordándolo en el último momento, cogió una poción de su baúl, de manera acelerada, y corrió tras ella para salir del cuarto. Según caminaba le explicó para que servía aquello. Tras tomarse la poción su género quedaba indetectable durante más de una hora, era perfecta para saltarse restricciones tipo dormitorio de las chicas. Ya para salir, si tardaba más, no importaba.

Oyó sus preguntas, en un principio le pilló totalmente desprevenido, no esperaba ese tipo de cuestiones de la chica, más bien suponía que se alegraría de que pudiera pasar con ella, y aquella sorpresa le hizo quedarse un momento en silencio, no muy seguro de que podría decirle en realidad. Agradeció el momento de silencio en el camino para poder pensar y reflexionar sobre sus respuestas, las llevaría más que estudiadas, las llevaría preparadas para que fueran lo que cualquier chica quisiera oír. No podría ser muy difícil lograr eso, suponía, aunque nunca antes lo hubiera intentado…

Cuando pararon frente a la habitación el egipcio se giró a mirar al pasillo, notó alguna que otra mirada dirigida a él, miradas que volaron a cualquier otra parte en cuanto él las interceptó. Supuso que había sido así todo el camino, pero ni cuenta se había dado de lo concentrado que fue pensando en que podría responderle para quedar lo mejor posible.

Pasó tras ella y observó todo, estaba tal y como esperaba del cuarto de una chica, o más ordenado aún. Sabía que Rang lo era, porque había visto su auténtico dormitorio en Corea, pero no esperaba lo mismo del resto de niñas de primer curso.
-¿Puedo ya responder a tus curiosidades? – preguntó como si aquello fuera lo más importante para él en ese momento, queriendo así dejar claro que no tenía nada de raro que él tuviera una poción como esa.

Se sentó donde la chica le indicó, mientras ella cogía otra silla para si misma, ambos sentados en el escritorio de ella, al parecer iban a empezar de verdad con las cosas de clase lo primero, pero entonces recibió el “permiso” para responderle, a lo que él asintió con cuidado.

-Pues lo tengo porque ya sabes que con las pociones soy muy curioso, un compañero me dijo que existía así que fui, me compré una y traté de rehacerla yo mismo. Esta era la prueba definitiva, no te creas, me he llevado más de un buen golpe por haber fallado algún ingrediente y no terminar bien la poción y demás – esperaba que esa respuesta fuera la perfecta, daba a entender que era por curiosidad y que no la había usado hasta ese momento en realidad, así que… todo bien ¿no? -si algún día quieres saber que lleva una poción recuerda que puedes pedírmelo a mí, me entretiene hacer el proceso inverso a la realización y todo eso.

Fue anotando todas y cada una de las recomendaciones de la chica. Era mucho más fácil aprender con ella que con la profesora de medimagia. Todos sus compañeros solían decir que la decana estaba muy buena, que era una profesora jodidamente morbosa, que cualquiera se dejaría castigar si la encargada fuera la profesora… pero a él nunca le había llamado la atención en lo absoluto. Explicaba de manera un tanto tediosa al contrario que la coreana, la chica parecía saber que decir y cuando decirlo para que quedase bien claro, lo explicaba “para tontos”, para que pudiera entenderlo, todo con sus ejemplos, con sus aclaraciones. Era mejor aquello, se planteó, en realidad faltar a alguna que otra clase más, así podría volver a repetir aquello.

Solo dejó de pensar aquello cuando a mitad de la explicación dejó de oír lo que decía y se concentró en el movimiento de sus labios, como abría la boca, la cerraba, entornaba un poquito los ojos, miraba hacía sus apuntes y después le clavaba las pupilas en las propias, como tras eso se había apartado un mechón de cabello que le caía un poquito por la cara. Como había hecho el intento de que Adnan anotara algo y él… él ni lo oyó. Despertó de pronto, dándose cuenta de que debía haber puesto cara de gilipollas e hizo lo que ella le dijo, anotó de nuevo todo y volvió a oír sus palabras, intentando no mirarle la boca, intentando no seguir sus gestos. La asiática le tenía totalmente enamorado.

-No… no se hizo aburrido ni largo – dijo mientras se estiraba una vez terminó todo aquello, bostezó un poquito, sonriendo después. Tenía que admitir que un poquito largo si que se le hizo, pero no aburrido, al fin y al cabo cada vez que se aburría se ponía a mirarla a ella y se iba al aburrimiento bien lejos – muchísimas gracias por ayudarme Rang.

Se lamió un poquito el labio y empezó a guardarlo todo en la mochila, llevaba los apuntes más completos que había hecho en su vida. Y todo gracias a ella.
Una vez tuvo todo guardado se volvió para mirarla. El porro lo había dejado más bien adormilado, contrarrestando cualquier efecto del café de antes, a aún era muy pronto para dormir, es más, hasta dentro de media hora o así no abrirían la cafetería para cenar… pero si que podría ir a tomarse alguna bebida refrescante y que le despertara un poco más, para poder seguir bien con ella.

-¿Qué te apetece hacer ahora? Antes de nada yo exijo mi beso de recompensa, que me porté muy bien – dijo aquello con una enorme sonrisa en los labios y se acercó mucho a ella, tanto que sus narices casi se rozaron. Pero era la chica quien debería besarle a él, y eso le encantó – pero tendrás que hacerlo tu…