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Sólo por la lluvia
2 participantes
Universidad Brigantia de Estudios Mágicos :: Mundo mágico :: Callejón Diagon :: Heladería Florean Fortescue
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Sólo por la lluvia
Su futuro había sido prometedor: niña modelito de Slytherin, vidente y, además, pocionista nata; también había tenido todas las herramientas para graduarse de Brigantia con honores. Pero, ah no, habia terminado traficando objetos en ese callejón horrible cual vulgar, común y corriente ratera.
El negocio de las pociones iba más o menos bien, se había hecho de clientes desde Howgarts y atendía desde estudiantes hasta mortifagos, pero con eso de la escasez de bezoar comenzaba a menguar un poco. Estaba considerando conseguir sus propias cabras.
Su jornada había terminado por que era domingo y los domingos cerraban temprano, pero no tomo la chimenea de Burgin & Burkes por que hacia años que habían cancelado la red flú. Cuando salió, Emelie sintió frío y se arrepintió de no haber cargado con un suéter o algo.
Caminaba en dirección a Gringotts para tomar una chimenea, por que no tenía el carné de aparición, también por decidiosa u por que jamás había aprendido a hacerlo bien (lo hizo mal una vez y desde entonces le había perdido el gusto), cuando comenzó a llover.
Corrió, como buena bruja que se derrite con el agua, para resguardarse en el primer local abierto que se puso en su camino y resulto ser la Heladería. Tenia frío y estaba lloviendo, un helado no parecía tan buena idea. Aún así...
No tiene bebidas calientes, ¿verdad?
Resoplo cuando le dijeron que no y miró hacia arriba para ver que había; el helado de arándanos con eucalipto no se veía tan mal.
El negocio de las pociones iba más o menos bien, se había hecho de clientes desde Howgarts y atendía desde estudiantes hasta mortifagos, pero con eso de la escasez de bezoar comenzaba a menguar un poco. Estaba considerando conseguir sus propias cabras.
Su jornada había terminado por que era domingo y los domingos cerraban temprano, pero no tomo la chimenea de Burgin & Burkes por que hacia años que habían cancelado la red flú. Cuando salió, Emelie sintió frío y se arrepintió de no haber cargado con un suéter o algo.
Caminaba en dirección a Gringotts para tomar una chimenea, por que no tenía el carné de aparición, también por decidiosa u por que jamás había aprendido a hacerlo bien (lo hizo mal una vez y desde entonces le había perdido el gusto), cuando comenzó a llover.
Corrió, como buena bruja que se derrite con el agua, para resguardarse en el primer local abierto que se puso en su camino y resulto ser la Heladería. Tenia frío y estaba lloviendo, un helado no parecía tan buena idea. Aún así...
No tiene bebidas calientes, ¿verdad?
Resoplo cuando le dijeron que no y miró hacia arriba para ver que había; el helado de arándanos con eucalipto no se veía tan mal.
Emelie Adams- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 18/09/2012
Re: Sólo por la lluvia
Había librado ese domingo y como no, aprovechando su condición de madre de familia, había sacado a su pequeño vástago a dar una vuelta por Londres. Las tiendas cerraban temprano y Clarisse se quedó sin muchas opciones tras que fueran vetados del zoológico muggle por culpa de que Thaddeus lanzó una piedra a uno de los monos con tan buen atino que acabó por desmayar al pobre animalito. No quedó de otra que largarse a la sección mágica para evitar encontrarse con el director del recinto o con alguno de los empleados que volvieran a mirar mal por tener un hijo tan bárbaro cogido de la mano. ¿Pero qué podía hacer ella? Había heredado la buena puntería de su padre.
Frustrada y decidida a no volver a casa pues solo estarían solos ellos dos con la elfina doméstica, tomaron la opción más cómoda y acabaron pisando el callejón Diagón. No estuvieron mucho rato vagando de arriba abajo pues Clarisse necesitaba algo qué tomar para pasar el disgusto horrible del zoológico así que entraron en la famosísima heladería, Florean Frescure. No pretendía recompensar la mala actitud de Thaddeus con un postre pero había que mantenerlo entretenido de alguna manera para que no terminara molestando a los otros clientes así que pidió dos helados de coco y vainilla con virutas de chocolate y ambos se sentaron en una mesa cerca de la ventana.
Pronto empezó a llover o más bien a diluviar, la rubia pasó un mechón de pelo tras su oreja derecha mientras masticaba el trocito de helado que traía en los labios, a su lado, su hijo comía el delicioso postre con cara de extrema felicidad y pinta de no montar más escándalo del ya hecho.
- Mamá – el timbre de voz agudo del pequeño flotó en el aire hasta llegar a los oídos de su madre, la mujer giró el rostro aún ceñuda y molesta – ¿Estás enfadada?
- Sí, mucho. Thaddeus, ¿No ves qué hiciste daño a un pobre animal? ¿Qué dirá la abuela Amy? – el niño se hizo pequeño en su asiento pero continuó comiendo un poco de su helado. Clarisse negó con la cabeza, miró su helado y determinó que no había virutas de chocolate suficientes para hacerle pasar la mala mañana. Tras avisar a Thaddeus que si se movía iba a quedarse cien días sin ir de visita a casa del abuelo Darren, caminó hacia la barra y se colocó tras una chica para esperar su turno y añadir algo más dulce a su helado. Estuvo un rato sumergida en sus propios pensamientos hasta que un par de gotitas dieron en su rostro y llamaron su atención. La chica estaba empapada, en un movimiento habían salpicado las gotas y Clarisse en un gesto altruista, sacó un pañuelo de seda de uno de sus bolsillos, limpio, y tendió a la muchacha – Londres es imprevisible – sonrío como muestra amable.
Frustrada y decidida a no volver a casa pues solo estarían solos ellos dos con la elfina doméstica, tomaron la opción más cómoda y acabaron pisando el callejón Diagón. No estuvieron mucho rato vagando de arriba abajo pues Clarisse necesitaba algo qué tomar para pasar el disgusto horrible del zoológico así que entraron en la famosísima heladería, Florean Frescure. No pretendía recompensar la mala actitud de Thaddeus con un postre pero había que mantenerlo entretenido de alguna manera para que no terminara molestando a los otros clientes así que pidió dos helados de coco y vainilla con virutas de chocolate y ambos se sentaron en una mesa cerca de la ventana.
Pronto empezó a llover o más bien a diluviar, la rubia pasó un mechón de pelo tras su oreja derecha mientras masticaba el trocito de helado que traía en los labios, a su lado, su hijo comía el delicioso postre con cara de extrema felicidad y pinta de no montar más escándalo del ya hecho.
- Mamá – el timbre de voz agudo del pequeño flotó en el aire hasta llegar a los oídos de su madre, la mujer giró el rostro aún ceñuda y molesta – ¿Estás enfadada?
- Sí, mucho. Thaddeus, ¿No ves qué hiciste daño a un pobre animal? ¿Qué dirá la abuela Amy? – el niño se hizo pequeño en su asiento pero continuó comiendo un poco de su helado. Clarisse negó con la cabeza, miró su helado y determinó que no había virutas de chocolate suficientes para hacerle pasar la mala mañana. Tras avisar a Thaddeus que si se movía iba a quedarse cien días sin ir de visita a casa del abuelo Darren, caminó hacia la barra y se colocó tras una chica para esperar su turno y añadir algo más dulce a su helado. Estuvo un rato sumergida en sus propios pensamientos hasta que un par de gotitas dieron en su rostro y llamaron su atención. La chica estaba empapada, en un movimiento habían salpicado las gotas y Clarisse en un gesto altruista, sacó un pañuelo de seda de uno de sus bolsillos, limpio, y tendió a la muchacha – Londres es imprevisible – sonrío como muestra amable.
Clarisse Brackminster- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 08/10/2012
Universidad Brigantia de Estudios Mágicos :: Mundo mágico :: Callejón Diagon :: Heladería Florean Fortescue
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