Solo por los preparativos

Aunque no era la tutora de su facultad, la decana McCreary le había otorgado un permiso para faltar toda esa semana siempre y cuando se pusiera pronto al corriente con sus materias. No había que ser un genio ni conocerla de toda la vida para darse cuenta de que estaba destrozada.

Había estado con Leslie cuando Aleida murió y ahora se daba cuenta de lo difícil que le habría resultado, aunque a Aleida la había matado un mortífago y no uno de sus mejores amigos en un accidente para salvarle la vida. Sentía que tenía la misma cara de zombie, que solo vivía en automático y que debía esconderse a llorar en los rincones para que nadie la viera y sintiera lástima.

No había llorado con nadie, ni siquiera cuando lo velaron, por que no quería que su familia la viera derrumbarse. Su madre estaba destrozada y Regina solía consolarla, también su papá aunque el no decía mucho, sentía que ambos estaban derrochando su atención en ella, su pequeña. A Bleeker trataba de evitarlo para no soltarse a llorar en sus brazos nuevamente, además el parecía estar muy ocupado de pronto en el trabajo.

Pero en la noche, cuando nadie la veía, cruzaba el pasillo y se metía en la habitación de Dan. Corría las sábanas, que aún olían a él, y se tapaba con ellas para sentir que estaba siendo abrazada por su hermano y así se quedaba dormida.

Aquella mañana le había llegado una carta del comité de celebraciones de la universidad. Ni siquiera se acordaba de ese estúpido comité ni de que se había inscrito en cuando ingresó a Brigantia por la emoción de ser nueva y todo eso, pero le estaban notificando que ya habían empezando con las planificaciones de la celebración celta de fin de mes y que la entendían si se negaba a participar, pero también le decían que, aunque sonara frívolo le podía servir para distraerse y distraer a los demás por que la universidad necesitaba una distracción para olvidar lo que había pasado.

Terminó aceptando y le contestaron que tenía que ir al callejón Diagon ese mismo día con Pearlie Burroughs para comprar algunos adornos y que podían encontrarse frente a Gringotts en un rato. Casi deseó haber dicho que no.

Siento llegar tarde. Estornudé y terminé en otra chimenea –le dijo cuando la vio sentada en las escaleras del banco, de todas maneras no la había hecho esperar tanto, vestía una túnica simple y negra por que seguía de luto-. ¿Te dieron a ti el dinero? Por que solo traje muy poquito, por si las dudas.

Su capital estaba reducido a la mitad y de eso se dio cuenta cuando lo sacó de donde lo escondía.

Ella también estaba medio arrepentida de haberse unido al comité, pero no por las mismas razones que Regina, obviamente, sino porque no estaba segura de contar con la paciencia y el tiempo de planear el Samhain justo cuando las cosas estaban tan enrarecidas en el Colegio. Le había mandado el detalles de las flores y la nota a Regina, pero de todos modos no le hacía mucha gracia tener que pasar tiempo con ella, ya no porque le cayera gorda, sino porque no iba a saber como actuar con ella en una situación tan delicada y de hecho, le había pedido a Sofie que las acompañara aunque esa actividad en particular no le había tocado a ella. Sofie era más liviana y ligera con las situaciones incómodas.

La esperaba afuera de Gringotts prolija pero sin exagerar porque tenía la sensación de que si se iba con alguno de sus vestidos lindos la iba a molestar, aunque ese prejuicio era de lo más tonto de su parte. No debía llenarse la cabeza de ideas idiotas pero le era inevitable.

Cuando la vio llegar respiró profundo muy discretamente, trató de dibujar una sonrisa y la saludó con un gesto de la mano, para luego asentir que sí, a que le habían dado a ella el presupuesto de los adornos, que en total eran como 40 galeones, cantidad que le parecía exagerada. Le enseñó la bolsita del dinero y se la pasó por si quería guardarla ella.

-Son 40 galeones, tenemos que pedir nota de todo para comprobar los gastos. Regresar el cambio y todas esas cosas.

Miró a ambos lados de la calle y luego hacia atrás, esperando ver a Sofie en algún momento. Casi tenía ganas de sacar el espejo comunicador y gritarle “DÓNDE CARMABAS ESTÁS?”. Pero en vez de eso, se mordió los labios y miró a Regina.

-Hay que ir a una tienda que está en el callejón contiguo a este. Se llama Río Unius. La tienda, no el callejón. Le dije a Sofie que viniera, ¿la esperamos al menos unos cinco minutos?

Esperar sonaba igual de torturante que ponerse en marcha y hacer las compras rápido, pero ya qué más daba.

Cuando se inscribió a Brigantia hacía ya muchísimos meses y vio que existían allí también esos famosos clubes que encasillaban a la gente por hobbies, intereses o capacidades, y que eran un escalón seguro para la sociabilidad, por tal Sofie no lo pensó ni un segundo en anotarse al comité que organizaban todo tipo de eventos. Podía que en el mundo mágico no fueran tan populares quienes presidían esos clubes, como sucedía en su antiguo universo, pero estar en ello de seguro le garantizaba a Sofie conocer a mucha gente y la rubia no era de desperdiciar fáciles oportunidades, por más miedito real que tuviera a no entender de qué iban las celebraciones mágicas o cuales eran los in y los out del mundo oculto.

A todo esto, la celebración celta del Samhain se les venía encima y Sofie apenas si había tenido tiempo de conocer a un par más de los integrantes del club e informarse un poquito de qué iba la cosa aquella que remplazaba al famoso Halloween. Ella lo veía así desde su lugar muggle, simplemente por que coincidían en fecha, pero podía que algún mago se ofendiera por sus dichos y entre el miedo del desconocimiento y las mil cosas banales con que ocupaba su tiempo había terminado ofreciéndose para emprolijar unas cartelerías y no más.

Quien iba a confiarle a la muggle que no sabía la historia del Samhain, ni sumar galeons con knust, cosas serias e importantes, como en qué gastar el dinero, que colores elegir para la ocasión o si habría espectáculo o no. Y Sofie les daba la razón, pues en el contexto inverso ella no hubiera permitido que un don nadie arruinara la fiesta más importante de su comunidad…. Así que cuando Pearlie le sugirió que la acompañase de inmediato aceptó y calló la boca, no importaba si era solo por hacer de nexo con Regina, eso también le interesaba.

- Voy llegando!! – venía corriendo desde quien sabe donde esquivando brujas de sombrero y un hombre que de normal ni la barba tenía. Una bolsa tambaleaba colgada de su brazo pues con el otro sostenía que su falda no se alzara de zancada en zancada – hola Pearlie! – y le dio un beso – Hola Regina… - y al beso le siguió un abrazo fuerte. No iba a ponerse condescendiente y decirle cuanto lo sentía pues no hubiera sabido como, menos aun preguntarle cómo estaba de manera liviana en medio de la calle, pero tampoco por su personalidad cariñosa y metiche, iba a dejar de abrazarla afectuosamente para demostrarle cariño… Aunque fuera un cariño tirado de los pelos, pues amigas amigas no eran, pero Sofie quería quería!

- Me esperaron mucho?... Perdón… me perdí unas calles más allá y comprando eso – alzó la bolsa – me peleé con el dependiente porque creo quería estafarme… 1 galeon por cada piruleta es excesivo… más cuando a la chica que compró antes le vendió toda una caja de ranas por el mismo precio – a Sofie le veían la cara los dependientes malos y astutos siempre, se le notaba en como tomaba las monedas, en como contaba con los dedos que no se le daban bien las cuentas rápidas de ese sistema monetario no decimal, pero ya estaba aprendiendo a defenderse. – una para cada una. – y entregó una piruleta a cada una, que cambiaban la lengua de color y sabían riquísimo pero no tenían mayor chiste. Hizo un bollo la bolsa vacía y la guardo en el bolsillo dispuesta ya a abrir su piruleta e ir hacia donde fuera.

- Es la quinta vez en mi vida que estoy aquí… tres han sido la última semana, y aun no logro identificar donde está el norte. Voy a tener que salir más seguido de la uni... si nos queda tiempo luego tomamos un helado o un te, te parece Regina? Yo invito!

Tarde, pero le hizo también un gesto con la mano para saludarla después de haber preguntado todo lo del dinero y después asintió. Confiaba en que Pearlie supiera bien qué comprar y en dónde por que ella hacia mucho que no iba ahí; de hecho ya ni iba por sus útiles, todos los pedía vía lechuza.

Pues sí –le dijo mientras se sentaba junto a ella para esperar a Sofie. Tenía entendido que a ella le había tocado otra cosa, pero no le molestaba, al contrario, así no tendría que quedarse sola con Pearlie-. Gracias por las flores, están muy bonitas

Y ya no dijo nada más. No sabía por qué pero le caía gorda, aunque en realidad no le había hecho nada y eso le molestaba poquito por que hasta le había parecido agradable al principio. Pensó que tal vez podían ser celos por Joseph.

Regina levantó la vista hacia las nubes pero estaba nublado, luego la bajo al piso y luego siguió con la mirada a una hormiguita, después la aplastó con el dedo. Iba a silbar pero no sabía si eso iba a molestar a Pearlie, además iba a verse muy grosero, pero gracias al cielo llegó Sofie y la abrazó.

La verdad les agradecía que no mencionaran nada de su hermano por que, aunque moría y necesitaba hablar sobre él, lo que hacía en Hogwarts, las tonterías que decía, sus novia, sus cosas, no eran ellas precisamente con quién quería desahogarse. Aunque Sofie le agradaba. Le sonrió y le dio las gracias mientras tomaba la piruleta.

Si claro, para allá hay una heladería buenísima. Nadie hace helados más ricos, podemos ir y decimos que los estábamos probando para el postre y añadirlos a la cuenta –le dijo mientras se ponía de pie y se sacudió un poquito la túnica. Nunca le había dicho que no a un helado-. Ahora sí ya nos vamos, ¿no esperamos a nadie más?

Y como no vio que le dijeran que si, comenzó a caminar hacia donde le había dicho Pearle, pero no estaba viendo en realidad el camino por que estaba abriendo su dulce.

¿Qué es lo que vamos a comprar? En mi cartita solo me dijeron que si quería venir

¡Claro que 1 galeón por cada piruleta era excesivo! A Pearlie hasta le dieron ganas de ir a la tienda esa y decirle unas cuantas cosas con lenguaje de Wizengamot al tipo ese por querer abusar de una clienta. Tomó el dulce y sonrió a Sofie, porque un dulce siempre era bien recibido, le encantaban. Hizo desaparecer la basurita con la varita y se metió la piruleta a la boca, sacándosela solo para decir “yo tampoco sé dónde está el Norte, pero no me pierdo”. No iba a decir nada del té y los helados, ya se vería si sobre la marcha se le quitaba la incomodidad y también a Regina, porque mientras habían esperado a Sofie, para la cerridwen había sido obvia la tensión.

-Jaja, claro que no vamos a añadir nuestro consumo a la cuenta

Pues ¡no! Regina podía estarlo diciendo solo de broma –o eso esperaba- pero ella era responsable de ese dinero o así se sentía y no iba a andárselo gastando en eso y diciendo mentiras al decanato. Y mejor dejar claras las cosas, broma o no. De todos modos se rió –falsamente, pero no notorio en la falsedad, como bien le había enseñado mamá- y todo. Si Regina no tenía dinero pues ya ella podía invitarla, no había ningún problema.

-Pues tenemos que comprar los adornos. Para eso habría qué pensar cómo quieren que se vea la fiesta. La gente estaba diciendo que sería mejor adaptar el comedor que hacerlo en los terrenos porque había posibilidades de lluvia, pero si lo hacemos en los terrenos podíamos poner un hechizo protector, un impervius colectivo a una distancia considerable y ya.

Se volvió a meter la piruleta a la boca mientras avanzaba, un poco adelante de Sofie y Regina porque la primera ni sabía bien donde estaba y la segunda iba muy metida en su dulce. Tenían que recorrer casi todo el callejón para llegar al otro pero si iban a buen paso, llegarían pronto.

-El otro día vi en un catálogo unas series que tienen símbolos celtas y flotan como esferas o algo así. También hay que pensar en las luces. Si vamos a poner algo en las mesas…

No se iba a poner a hablar de nada que no fuera la fiesta por iniciativa propia.

¿Por qué no? A lo mucho tomaríamos un galeón, tal vez un poquito más si los paga Sofie –añadió bromeando un poquito por eso de que los dependientes la estafaban, pero Pearlie parecía que nunca nunca lo iba a hacer. Regina siempre había sido de las que pedía dinero y nunca lo pagaba, por eso mejor siempre apostaba para no tener que deberle nada a nadie. Se encogió de hombros y ya mejor no dijo nada para no hacerla enojar. ¿Qué tal si hacía un berrinche y la dejaba ahí con las compras? No iba a saber qué escoger y que no, terminaría haciendo una fiesta tipo muggle como las que veía en las comedias.

Asintió. Le gustaba más la idea de los terrenos que tener que hacerlo en el comedor, no solo por los malos recuerdos y eso sino por que… no, todo lo hacían siempre en el comedor y el bosque era muy pintoresco.

Iba caminando detrás de Pearlie casi como si la fuera escoltando por que se había rezagado abrochándose los tenis y por que Sofie le había señalado un sombrero de lo más horripilante con un buitre o algo así en lugar de una simple pluma bonita, luego le había dicho algo así sobre ver un vestido en la tienda de túnicas, pero Regina le había dado el avión musitando un “ah, si que bonito, no te tardes” por que se había entretenido mirando una escoba y después había caminado rápido para no perderse, sin escuchar casi lo de la iluminación.

Voto por la idea del bosque, ¿y tú Sofie?... ¿Sofie? Ay a ver, Pearlie, espera –le dijo deteniéndose y jalándola suavemente con la mano para que no siguiera caminando, dejando a medio escuchar su cháchara sobre el tema celta por que, según ella, Sofie estaba a su lado y de pronto ya no. Miró hacia atrás pero de pronto el callejón se llenó de personas y no lograba encontrar ni su cabellera rubia.

Tal vez iba a sonar horrible pero tenían que caminar rápido por que iban a recorrerlo todo y no quería que se le hiciera tarde buscandola por que sino les iban a cerrar todo. No se preocupó, mucho, por que Sofie había sabido llegar hasta ahí sola y era una bruja y sabía aparecerse o tomar una chimenea.

¿Crees que deberíamos ir a buscarla? Creo que dijo algo sobre ver una túnica o algo así. A mira, va por ahí –y le señaló una rubia que iba delante de ellas caminando por donde Pearlie les había dicho que estaba la primera tienda a la que iban a ir.

Decidió no contestarle más a Regina sobre lo de tomar un galeón o dos para consumo personal, porque no quería seguir alentando la bromita, pero por su cuenta corría que nada de ese dinero del fondo de preparativos de Samhain fuera para otra cosa que para lo que tenían que comprar. Se abstuvo de decirle “Sofie y yo podemos invitarte si lo necesitas”, o cualquiera de esas frases que a veces daban a entender “yo sí tengo dinero, pobretona, y me apiadaré de ti”, aunque no fuera dicho con esa intención.

Tampoco dijo nada de que tanto Sofie como ella fueran tan distraídas. Que si los vestidos, que si abrocharse los zapatos, que sí esto, lo otro. Parecía que esa salida pintaba para durar una eternidad y ella lo que quería era terminar con eso y ya estaba, aunque Regina parecía de buen humor y tal. No iban escuchando nada, así que ya más igual daba que hubiera ido a hacer esas compras sola.

Se detuvo con gesto adusto de “¿ahora qué?” cuando Regina la jaló para detenerse. Sofie no estaba al parecer, la tonta quién sabía a dónde había ido. Hizo un mohín. ¿A dónde se había ido? ¡No era momento de ver túnicas! Y lo que era peor, ¡no era momento de ver túnicas SIN ELLA!. Por cierto no le había dicho todavía sus traumas de no saber con quién iría al Samhain, si elegía una pareja, o si iría sola. O qué. Y también tenían que hablar de eso, pero no con Regina enfrente, claro.

Cuando vio la cabellera rubia, ella también pensó que era la de Sofie, así que ahora fue Pearlie quien tomó a Regina por la muñeca y la jaló para alcanzarla, gritando el nombre de su amiga, pero ella no respondía. Para cuando llegaron a donde la tipa rubia, se dieron cuenta de que no era Sofie. Ya un poco malhumorada, buscó en su bolsa el espejo comunicados.

-¿Sofie? ¿Estás ahí? ¿Dónde estás?

Pero nadie contestó al otro lado. Se mordió los labios dubitativa y luego miró a Regina un poco molesta por la vida y la situación.

-Ash, es que vinieron todo el camino distrayéndose. A ver, vamos a comprar esas series y luego salimos a buscarlo, andando.

Dijo como toda una mandona, poco le faltó para tronarle los dedos a Regina, ¡pero era el estrés de no encontrar a Sofie e ir con todo ese dinero caminando como tortugas!.

Sofie se tomó las palabras de Regina sobre pagar los helados con dinero de la uni a broma, y en tal sentido ignoró los comentario de Pearlie, como decirlo? para Ella ambas estaba bromando, quizá un poco ácidas la una con la otra pero bromeando. Por el otro lado, estar allí entre tanta gente extraña, entre tanta vidriera exhibiendo cosas que jamás en la vida había visto, la estaba distrayendo. Era consciente claro, pero no podía evitarlo. Primero comentaba a Regina "ay mira el sombre" "ayyy eso que es?" pero luego ya se perdió sola en su mundo de curiosidades.

- OMG!! que es eso? - preguntó al aire del puro asombro, pero una señora de dos metros de alto y tapado de piel de algún animal extraño le hizo sombra entera a ella y a la vidriera por completo, primero asustando, pero luego tenía una sonrisa tan afable como boba que conmovió a Sofie, quien le escuchó atenta toda la explicación. Trifulia era la dependienta de aquella tienda de variedades, y la rubia no pudo resistirse a entrar y verlo todo. antes de dar un paso dentro relojeó a ver si sus amigas estaban allí, pero no las vio y no podía perder la oportunidad.

No se dió cuenta del tiempo que había pasado charlando con Trifulia, hasta que en algún punto ambas alzaron la cabeza del mostrador donde miraban unas gemas y medio local estaba atestado de gente que haciendo sonidos guturales intentaba llamarles la atención para que los atendieran. Sofie se excusó y con el permiso de Trifulia se fue a pasear por entre las cajas y objetos extraños. Buscó su espejo y llamó a Pearlie...

- Pearlie estás por ahí? Pearlie?!?!? - a ver si aparecía!! -Tienen que venir a ver esto, estoy... - miró por la ventana buscando alguna señal distintiva - frente a una heladería donde un señor vende globos de murcilagos aleteantes... Oh my god! esos bichos están vivos? pobresitos!!... si si! me concentro!... a ver... estoy en el local de Trifulia, es violeta por afuera y hay unas esferas gelatinosas en la vitrina... tienen que venir hay muchas cosas aquí que nos pueden servir!!-

Comenzó a enojarse con Sofie por odiosa y no voltearse ni siquiera para decirles que se adelantaran, lo peor era que ambas la estaban persiguiendo como locas gritando su nombre. Si de por si a penas la estaba conociendo y luego salía con sus aires de “ahora ya no las conozco”, no iba a dirigirle la palabra nunca más. Luego soltó una carcajada cuando se dio cuenta de qué no era y por el ridículo que habían tenido que pasar.

Ya ni le dijo nada a Pearlie por hablarle así pero solo por que Sofie no estaba, sino lo más probable es que se hubiera regresado a su casa. Total, para estar aguantando genios mejor el de Dawn Cleverley o el de Bleeker que el de ella.

En algún momento, completamente en silencio, terminaron en la primera tienda que Pearlie había dicho de las series celtas y eso. Regina solo la miraba y asentía mientras la escuchaba hablando con el dependiente sobre lo que más o menos estaban buscando.

Ya habían visto un par de series y a todas Regina les decía que no por que eran muy cursis, pero solo lo estaba haciendo para sacarla de quicio. Al final iba a terminar diciéndole “tenías razón las mejores eran las primeras”.

Esa me gusta, mira la de allá. ¿Entonces si va a ser en los terrenos? Podríamos iluminarlas y usar tonos cafés. Bueno, es una idea

Nunca había sido tan femenina como Pearlie y Sofie, ella de hecho había querido formar parte del comité de la comida. Así que al final solo si veía algo demasiado exagerado iba a reprochar (o igual a cualquier cosa que Pearlie escogiera). Entonces escuchó una vocecilla que llamaba a Pearlie y levantó una ceja, con una curiosidad casi medio ofensiva por que no le parecía de esas brujas.

¿Usas celular?... ¿sabes usar un celular? –pensaba que Pearlie con sus costumbres de niña de Beauxbatons y eso no sabía ni si quiera qué era, por eso se le hacía rarísimo. No sabía que era un espejo comunicador lo que estaba sonando.