Función Doble

Pearl Burroughs (insistía en decirle su nombre sin el diminutivo original) era una de las amistades más improbables que había forjado los últimos meses. Todo en nuestra relación había sido fortuito y extraño pero la verdad era que la chica me agradaba lejos de encontrarla guapa, por que claro, la encontraba guapa, pero por alguna razón su belleza de niña bonita no despertaba mis instintos más bajos, cosa importante en cuestiones de ligue. Simplemente, charlábamos bien, hablábamos de cosas que nos interesaban y daba igual el abismo de diferencias que podríamos tener.

Lo que más me sorprendía de ella era esa rara apertura que tenía para ciertas cosas, y el férreo respeto que tenía por otras costumbres. De hecho encontré qu era mucho más fácil ser su amigo antes que su prospecto como el pobre de Crawford, que al parecer se volvía loco cada noche pensando cómo hacer para tenerla a su lado. Mientras tanto yo la había invitado al cine, sin dobles intenciones.

El cine era una cita bastante sexualmente intencionada, pero no en este caso, por que Pearl sabía bien poco del mundo muggle. Me pareció un detalle casi infantil, como cuando uno piensa que a un niño le interesaría un museo de historia natural. En L'Odeon de unas calles más lejos de Leicester Square había una función interesante, que empezaba con "Long, Stock and Two Smoking Barrels" y seguía con "Delicatessen", película en la que Pearl seguramente no tendría ni qué ver los subtítulos por que venía de Beauxbatons.

Esa vez no había quedado de verla en Diagon ni nada, simplemente habíamos salido de la Universidad, usado un traslador simple y caminado más o menos desde un pequeño jardín en el Soho donde me gustaba aparecerme por que era muy discreto hacia nuestro destino.

-¿Y qué dicen los libros de "Mugglelogía" sobre el cine?

Se lo preguntaba mientras pasábamos frente a varios pubs llenos de gente de traje, tomándose una cerveza en su receso del almuerzo antes de volver a sus divertidísimos trabajos burocráticos de oficina, igualito que los del Ministerio de Magia en los pubs de Diagon. Pero claro, eran mundos absolutamente diferentes.

Estaba emocionadísima por la salida y en efecto, era una emoción infantil en la boca del estómago. No sabía por qué no se le había ocurrido antes eso de pedirle a alguien que la llevara al cine pero suponía que llegaba en buen momento eso de estar haciendo cosas que no había hecho antes, por más que las comparativas entre cosas y cosas salieran disparadas. No sabía si Aldrich tenía conocimiento tal cual de esas cosas pero no se le había ocurrido preguntarle hasta ese momento, tampoco a Shadow y definitivamente, había sido un error no pedirle a Sofie que la llevara, pero el error estaba a punto de ser enmendado. Aquella noche en casa de Gianna ni siquiera se había mantenido lo suficientemente despierta para ver la dichosa película, pero ya no había espacio para lamentarse por lo que había hecho y no hecho, porque Karim iba a enmendar todo eso.

Karim, por cierto, era el tipo de chico que a su padre no le haría ninguna gracia ver cerca de ella, pero no se sentía nerviosa en ese sentido por dos razones principales: él estaba saliendo con Milena y por ende, no había interés romántico. El nerviosismo o el trauma se hubiera generado si hubiera tenido otro tipo de interés escandaloso en Karim, y así de fácil y de raro funcionaba su esquema de moralidad y culpas. No había más, no había aprendido a hacer diferencias más contundentes. Ni siquiera había puesto particular interés en arreglarse aunque de todos modos iba bien vestida, por costumbre, que no le veía nada de simpático a eso de ser “casual” y terminar siendo fodonga.

Iba viendo todo en el mundo muggle, no era la primera vez que estaba ahí pero siempre encontraba algo nuevo interesante y nunca había sido penosa en preguntar; esa vez había sido sobre los colores y las regulaciones de los semáforos.

-Pues cosas técnicas que no entendí, eso dicen. Imágenes en movimiento, supongo que es como las fotografías, ¿no?. La verdad en esa clase me enfermé y terminé saliéndome a la mitad, un caramelo saltaclases que me comí el día anterior para saltarme el examen de Pociones me hizo efecto tardíamente.

Frunció los labios y se encogió de hombros. Estaba ansiosa ya por llegar al lugar y cuando por fin estuvieron en la taquilla se quedó viendo algunos pósters de estrenos. De pronto quiso verlo todo, pero al parecer las películas que verían no eran precisamente una novedad.

-¿Dónde cambias el dinero mágico a muggle? ¿En Gringotts? ¿Hay una sección especial para eso? ¿Y las palomitas? Me dijeron que el cine no es cine sin palomitas.

-Imágenes en movimiento. Carajo ¿En serio te dijeron eso? ¿Sabes qué creo? Que los magos muy magos tienen un grave problema de apreciación artística. Incluso la música, o los libros... aparentemente no sienten ni piensan otra cosa más que en ser magos. Son aburridos. Al menos los muggles piensan en guerra, en sexo, en tráfico, en estatus... yo que sé, son la misma mierda, pero al menos hay buenas películas. Ya verás.

Era muy pobre tomando en cuenta que yo había visto ya Long, Stock and Two Smoking Barrels al menos tres veces y me daba igual verla una vez más. El asunto con las películas efectivas era que uno siempre quería compartirlas y viéndolas al lado de alguien que no las había visto todo se volvía emocionante. Mejor aún si esa persona nunca había visto una película en su vida, ninguna, literalmente. Primero pensé que Pearl tendría que ver Pulp Fiction pero la función implicaba esperar cinco días más, y yo no podía permitirme ese lujo.

-Antes que nada, entraremos aquí... No hay cine sin acciones ilegales, al menos no para mi.

Yo iba colocado, por que había fumado bastante antes de encontrarme con Pearl, cosa que tal vez ella no sabía, y además entrábamos en una de esas tiendas de asiáticos donde la cerveza no era horriblemente cara y podíamos meter al menos seis latas en su bolso mágico sin que nadie se diera cuenta. El plan perfecto. Desde los dieciseis años no podía concebir el cine sin cerveza introducida de manera ilegal. Después, en cosa de minutos, llegamos a L'Odeon.

Pearl se había quedado mirando unos posters con esos foquitos de estrenos mientras yo compraba los boletos. Y como era una cita amistosa se había encargado de darme el cambio de moneda mágica equivalente al costo de su boleto, lo cual me caía bien por que me gustaría decir que podía invitar a mis amigas al cine a placer, pero no era cierto, mi presupuesto quedaría gravemente mermado sin esos sickles extras. Dos boletos para la función doble de clásicos de los años noventa.

-Sí, se hace en Gringotts. Es el único lugar donde los duendes son terriblemente ineficientes, sospecho que encargan a los menos capacitados ¿Dónde te quieres sentar?

No se había dado cuenta de que iba colocado, claro que no. Y tampoco se había dado cuenta de la fechoría de meter cerveza al cine hasta que hizo conexiones en su cabeza emocionada por la película. ¿Pero eso era legal?. No lo creía, aunque en su locura de estar haciendo algo nuevo en la vida comenzaba a pensar que hasta sería divertido si la policía muggle los agarraba y ellos huían mediante la desaparición. Y luego la vergüenza caería sobre su familia pero en esos momentos de adrenalina pura no lo pensaba. Aunque a más del 80% de la población mundial no le pareciera que ir al cine fuera un acto de adrenalina.

Ver la sala la hizo quedarse callada por fin más tiempo del requerido. La pantalla le imponía mucho porque nada tenía que ver con el tamaño de una fotografía mágica. Se mordió los labios poniéndose muy nerviosa de pronto. No había mucha gente tampoco y los que estaban tenían una sesión de besos tan intensa que no repararon en ella, lo que le dio rienda suelta a recorrer la sala como una loca –sin correr, pero sí como loca- probando posiciones distintas en los asientos. Escogió unos en medio, en una fila igual en medio.

-Creo que aquí, ¿están bien?

Desde ahí sentía que su mirada abarcaba toda la pantalla pero tenía miedo de estar sufriendo algún engaño óptico. Tragó saliva con un gesto de nerviosismo, hasta respiró profundo. Parecía más nerviosa que en su EXTASIS de Historia de la Magia, hasta sentía golpecitos violentos en su estómago. Iba a resultar que las cervezas le iban a caer bien y todo.

-Oye, ¿las cervezas son para la película, es legal?

Preguntó en voz muy bajita como si la pareja que estaba al final de las filas fuera a escucharlos o mejor aún, les fuera a importar.

-Pero a ver entonces…¿tú cómo definirías el cine?

Era una pregunta muy importante, no caía en cuenta de cuanto, o al menos, cuanto lo sería a nivel personal para alguien a quien de verdad le gustaba mucho, aunque si hubiera sabido que Karim iba colocado, seguramente hubiera pensado de antemano que la respuesta sería mucho más fácil.

-Cuando termine de ver las películas yo te contesto lo mismo.

¿Y a qué hora la oscuridad? ¿Las imágenes? ¿El sonido? El tiempo se le estaba yendo lentísimo.

Sólo me quedé mirando a Pearl evaluando qué asiento ocupar sin percatarme de que había unos tipos que habían encontrado en L'Odéon el equivalente barato a un motel. Sólo asentí cuando decidía dónde sentarse, por que era un buen lugar, y ese día habíamos tenido suerte por que los guardias a veces se ponían pesados con el asiento numerado y te indicaban con una lámpara el lugar que te correspondía así estuviera la sala desierta.

-No, no está permitido Pearl, pero no terminaríamos en la cárcel por esto. Lo más grave sería que nos pidieran amablemente que nos largáramos, y eso no va a pasar, por que somos maestros de la discreción.

No pensé en ponerme a explicarle a Pearl que había ciertas distinciones entre lo permitido y lo legal. Si sacara una pipa de crack en un museo terminaría en una estación de policía, pero si me sorprendíeran con una lata de cerveza en el cine, bueno, a lo más me sacarían de ahí con mala cara. Normas muggles que me daba pereza explicar, contrario a hablar del cine, que me emocionaba un poco más. Me quedé pensando cómo definiría el cine siendo que se lo hubiera respondido más rápido de no ir colocado.

-Yo diría... que es como contar una historia con imágenes, aunque eso también es un poco simplista si te pones quisquillosa. Pero sí, contar una historia con imágenes, con diálogos, con música. Con un montón de cosas que...

Cosas que ya vería, por que las luces se apagaban y los dementes del dolby stereo se encargaban de aturdir con la potencia de sus bocinas. Casi podría imaginarme el brinco que daría Pearl con ese sonido repentino aunado a la oscuridad. Y sí, tenía ganas de preguntarle, después de Long, Stock and Two Smoking Barrels cómo definiría el cine. Y había sido bueno, al final le había comprado las palomitas. Bueno, no se las había comprado, técnicamente se las estaba robando con un confundus + wingardium leviosa a otra pareja unos cuantos asientos más lejos que nosotros.

-Palomitas. Ahora sí hay cine

No supo si alegrarse o ponerse triste por la noticia de que no iban a ir a parar a la cárcel por meter cervezas al cine. Todo eso era consecuencia directa de su emoción desmedida porque en otras circunstancias no hubiera pensado ni loca que era chistoso eso de ser atrapada en un delito. De hecho por alguna razón rara pensaba que era todavía más terrible que solo les pidieran que se largaran del cine, como si la vergüenza pública chiquita fuera más insoportable que la vergüenza pública de escándalo.

Y Karim comenzaba a contestarle pero no hubo tiempo de saber el final de la respuesta. Efectivamente, dio un respingo cuando el sonido inclemente inundó la sala y puso los ojos abiertos como de búho directamente de la pantalla, tanto así que ni cuenta se dio de que las palomitas eran robadas, aunque ya a esas alturas le hubiera dado más risa que preocupación, al girarse para verlas pensó que las había aparecido mágicamente y ya. Bueno sí, técnicamente eso había hecho.

Le medio sonrió, tirando varias palomitas en el proceso cuando quiso agarrar muchas con el puño. Apenas estaba la publicidad y ella ya estaba absolutamente fascinada y esa sonrisa fue la última vez que prestó atención en Karim y hasta en las palomitas, porque cuando salió un tipo calvo y extrañamente atractivo que al parecer era un vendedor que tenía una labia más trabajada que la de cualquier vendedor de Hogsmeade.

Estaba encantada, no lo entendía del todo pero le fascinaba. No era como las fotografías, no se repetía una y otra vez, sin sonido, sin nada. Era algo continuo, como la vida real, que no se detenía, aunque a la vez se cortaba, porque salían en la pantalla cosas como que era una película de Guy Ritchie –y no supo si eso era algo que tenía que ver con algún sentido de propiedad o si era el creador o qué- luego llegaba la persecución, una con música. Pearlie se removió en su asiento, sentía la respiración agitadísima.

Luego pasó algo increíble, porque en medio de la persecución, las cosas en la maleta del tipo sin pelo flotaron en el aire como doxys hechizadas por un immobilus. Y alguien hablaba pero no hablaba o al menos, ella no lo podía ver. Quiso concentrarse, poner atención a la historia. Se hundió en el asiento porque había estado en tensión todo el inicio.

-Me estoy muriendo.

Le susurró a Malik, aunque no era literal. Le echó un vistazo rápido para sonreírle otra vez. Demasiada información al mismo tiempo, pero todo eso era, por mucho, la cosa más genial que había visto en el mundo muggle jamás.

Primero se me había ocurrido que quizás era buena idea invitarle a Pearl algo de hierba antes de la función pero después tuve claro que eso era una locura, tomando en cuenta que ella ya estaba enloqueciendo con las puras imágenes en la oscuridad, bastaba con escucharla decir que se estaba muriendo aunque supe que no era una reacción mala.

Era un gran inicio, el de esa película. Me recliné un poco en el asiento y a pesar de las posibles malas miradas que iba a recibir subí un poco los pies en el asiento de enfrente, donde no había nadie por cierto. También agarré un puñado de palomitas pero me sentí instantáneamente sediento y tuve que perdirle su bolso a Pearl para que me dejara sacar las cervezas. Abrí una para ella también con un sonoro psssssst que me hizo reír por que siempre me había parecido un sonido descarado.

No me iba a ponerle a explicar a Pearl que me negaba a pagar los precios grotescos de los productos que vendían en el cine, mucho menos del bar a precio del Four Seasons. Empecé a tener una urgencia por hacer locuras mientras el negocio negro de la película tomaba parte, no en ese instante quizás pero sí después. Pearl no lo sabía pero era la primera vez que me robaba algo con un confundus y se había sentido bien, arriesgado, aunque tal vez era sólo por que iba un poco colocado y too se acrecentaba.

-¿Escuchas ese acento? Es como oír hablar a Joe

No lo mencionaba con dobles intenciones, sólo lo hice por que era cierto y me había hecho demasiada gracia, y me había quedado también tarareando esa canción de Ocean Colour Scene como siempre que veía el principio de esa película mientras todas esas cajas de perfume volaban. Fruncí el ceño cuando veía cómo le hundían la cabeza en el agua a un tipo pero después volví a reírme un poco. Y ahí venía, ese montón obsceno de marihuana.

-Vengo colocado de esa hierba que tienen ahí. Pon atención, no te pierdas ni un segundo, la trama es compleja

Claro que no era compleja, por eso no la había llevado a ver Mullholland Drive ni alguna locura así, pero quería asustarla como para que se pusiera en plan académico de que tenía que estar absolutamente atenta a todo lo que ocurría. Le di otro trago a la cerveza repitiendo una línea que decían en ese instante.

Pearlie ni supo bien de qué se reía Karim pero tomó la cerveza recién abierta que sirvió para tranquilizarse un poco. Sí trataba de poner toda la atención pero si era honesta, tendría que admitir que por momentos se le iba el hilo de lo que estaba pasando porque era imposible para ella prestar atención a todo en esa primera vez. La mención de Joe le sacó una sonrisa porque en algún momento ella había pensado exactamente lo mismo, aunque más que el acento se lo había atribuido al léxico o algo así.

Veía demasiadas cosas que le llamaban la atención además de eso: los muebles, los audífonos, las máquinas de apuestas con tres coronas brillantes, las cantidades de marihuana, las armas de fuego, los gritos, la música. Era demasiado como para seguir todo al hilo, querría verla una vez más, dos veces más, quizá tres. Cuando comprendiera todo el misterio cabalmente sería más capaz de poner atención a la historia.

Olvidó por completo las palomitas pero no la cerveza. En algún punto también le habían dado ganas de encender un cigarrillo, pero no de marihuana, que tenía mala experiencia con ella y no estaba muy segura de que se le antojara. Hubo una escena increíble en el que todo mundo bebía cantidades de alcohol, que tenía un extraño efecto a la vista; lento, rápido, de cabeza, con música de fondo.

El mundo de la marihuana parecía más peligroso que el batazo que le había dado a Markus en la fiesta de Angus. No quería que terminara, ni siquiera había medido el tiempo, ni mucho menos. Había continuado bebiendo la cerveza, se había terminado la lata y le habían dado ganas de ir al baño pero se aguantó, no eran unas ganas de loca como aquella vez en la noche cuando había empezado esa amistad improbable.

-¿Cuántas veces has visto esto? Yo voy a necesitar verla otra vez.

Se lo preguntaba porque hacía un rato lo había escuchado repetir una línea. No sabía el tono en el que se tenía que hablar en el cine, ni siquiera sabía si era práctica común hablar y comentar la película todo el tiempo, ella había estado anonadada. Solo había cerrado un poco los ojos cuando el loco Big Chris golpeaba al tipo con la puerta del coche en la cabeza como loco.

Medio recordé que Pearl había estado un poco mal ese día en la fiesta de Finnerty por los pasteles de Elisa (yo había terminado igual esa noche, pero era tan tarde que nadie lo notó) así que sólo me quedé pensando un montón de cosas sobre ese día, y sobre el día en que la había conocido y habíamos terminado borrachos como cubas irrumpiendo en Radegast como dementes. Ese día bebí una porquería francesa llamada pastis sólo por que reté a Finnerty a que me diera un licor capaz de darme asco. Y si, terminé vomitando en el mismo baño del bar a donde Pearl entrara antes con urgencia.

No sé por qué habíamos terminado siendo amigos, pero lo estaba disfrutando. No había nada mejor que compartir una película y que el otro se queda igual de fascinado. Por cierto, no había nada mejor en el mundo que esa escena de fiesta de Long, Stock and Two Smoking Barrels y cada fin de semana tenía la necesidad de emularla, pero siempre me faltaba un piano donde beber whisky de cabeza, y una razón para festejar también, pero esas eran fáciles de encontrar.

-Creo que esta es la cuarta, completa. Y espera... aú no ha ocurrido lo mejor.

Por que el final me parecía excelso, para reír y morir de ansiedad al mismo tiempo. Le di otro trago a la cerveza sintiendo la relajación del alcohol y acomodándome un poco en el asiento, cruzándome de brazos para estar un poco más cómodo, intentando recordar cuál era la primera película que había visto en la vida. Sospechaba que alguna de Disney, posiblemente El Rey León. Y si no era esa, entonces era de la primera que tenía memoria, y eso era lo más importante del cine.

Me pregunté si Pearl había visto algo de animación y me dieron ganas de entrar a ver la última película de pixar que hubiera en cartelera pero recordé que habíamos pagado el dos por uno y claro, una cosa a la vez. Si estaba alucinando con Guy Ritchie que al menos en esa película era algo modesto visualmente, con animación tridimensional le iba a dar una apoplegía. Y dado el caso, primero la pondría a ver Spirited Away o algo así, quizás en casa. Estaba haciendo demasiados planes, pero si era así, era sólo por que la veía entusiasmada con el cine. Sentí como si le estuviera haciendo un gran bien a la humanidad. Exigía el nobel.

El final la dejó pasmada, literal. Cuando empezaron a correr los créditos, efectivamente, tuvo un ataque de ansiedad. No tenía ni idea de cuanto era el equivalente de todas esas libras en galeones pero parecía muchísimo. Y el tipo ahí tratando de recuperarlas, la discusión, el celular sonando –gracias a todas las santas Sofies porque entendía como funcionaba un celular o eso hubiera sido una desgracia- vio los créditos pasar sin leerlos realmente.

O sea, ¿qué? ¿así terminaba? ¿y qué pasaba? ¿Las recuperaba para lanzarlas o las vendía?. En un ataque de locura arrebatada, tomó a Malik por cualquier lado de su camisa y jaló de más, desabotonándole sin querer porque los botoncillos eran de presión. Ni cuenta se dio de su tontería por estar con su locura.

-¡Pero Malik! ¿Y qué pasa ahora? ¿Hay segunda parte? ¿Las recupera y las lanza? ¿O se van a enriquecer o …?

Tomó aire y lo soltó. Poco a poco comenzaba a entender que así terminaba la película y punto y no sabía si eso la emocionaba y la hacía pensar muchas cosas positivas o si la enojaba. Frunció el ceño por estar tan confundida, pero era la confusión más emocionante de la semana.

Lo único que sabía de seguro era que le había encantado todo, que le había parecido muy extremo –tanto en historia como visualmente- pero que estaba ansiosa por ver más. No asumía que todo el cine era parecido y de pronto sentía unas ganas tremendas de conocerlo todo, de consumirlo todo, aunque la historia del cine era bastante grande según había captado del poco tiempo que había estado en esa clase de Muggleología.

-Fue increíble. De verdad, gracias, en serio. Me siento angustiadísima, pero es la angustia más…no sé, me gusta. Me gusta mucho. Y me muero de ganas de ir al baño. ¡pero si ya va a empezar la otra me aguanto!.

Soltó una risa inevitable, a esas alturas Malik iba a pensar que tenía un problema con el baño pero todo era culpa de la cerveza, siempre. Igual si había tiempo entre una película y otra, mejor que le enseñara de una buena vez donde estaba el baño.

El tiempo me seguía corriendo relativamente lento y seguía riéndome silenciosamente con ese final cuando Pearl enloquecía de ansiedad y hasta destrababa los botones de mi ajada camisa, lo que me confirmaba que esa tarde había sido un triunfo total: no había nada mejor que ver emocionado a otro con la película que uno había elegido. Me reí antes de beber de nuevo, con todo y la locura de Pearl que parecía estar a punto de aparecerse en la mansión de Guy Ritchie para preguntarle el final.

-¡Nunca lo sabremos! Esa es la mejor parte

Se lo dije cuando me soltaba. Había películas así, frustrantes. Hacía poco había visto una pieza argentina llamada "Carancho" que me había dejado justamente con esa sensación, además de que mi lengua aglosajona apenas si podía pronunciar ese título. Era odioso y placentero a la vez, así era el arte, pero al parecer los magos muy magos no estaban en contacto cercano con la catársis aristotélica que no pretendía explicarle, a menos que estuviera realmente borracho.

-Tienes tiempo de ir al baño. Está donde está esa luz azulada que indica salida ¿Ves al muñeco? Eso lo usan los muggles para indicar cosas... sabes, parece normal pero he notado que los magos no tienen esa gráfica simple. Iconicidad, luego te lo explico.

Sí, me reí por que nuestra amistad realmente había empezado por sus ganas de ir al baño. Me sentí en responsabilidad de al menos escoltarla hasta la entrada, no fuera que algún gañán quisiera embaucarla a la salida así que me levanté, sin temor de que alguien se robara el blazer horrible que llevaba ese día y lo dejé sobre el asiento, para apartarlo. También las cervezas que quedaban, nadie iba a hurgar en nuestra bolsa plástica.

-Mejor te acompaño. No quiero que termines en un asunto de trata de blancas.

¿Qué no saberlo era la mejor parte? Se quedó meditando muy seriamente eso. Era cierto, la sensación había sido buena, pero a ella le estaba costando entenderla todavía. Le gustaba desglosar lo que sentía, podía ser un defecto o que era demasiado racional, pero siempre había sido así y siendo la primera vez que tenía ese tipo de experimentación, le estaba costando digerirla aunque no por ello era menos emocionante, ni placentero en un sentido desconocido. Tenía muchas ganas de seguirle agradeciendo a Karim.

-Pero, un final tan abierto…¿qué buscan con eso? Los que hacen el cine pues. Y además, esa gente de la pantalla, ¿en la vida real se ven igual? Te digo, como en las fotos. Ese hombre Bacon me gustó.

Soltó una risa por su tontería mientras Karim la acompañaba al baño. No lo bombardeó de preguntas sobre la iconicidad ni eso porque creía que estaba dando demasiados pasos a la vez y prefería, por su bien, ir con más calma o no entendería nada al final. Su pase al baño fue relativamente veloz y salió con las manos húmedas del agua del lavabo porque no sabía como usar las máquinas de aire caliente –de hecho las vio con curiosidad pero no andaba ahí picándole a las cosas- y el dispensario de papel para secarse estaba vacío –no se le ocurrió que podía usar el mismo papel del cubículo- así que al volver a encontrarse con Malik lo salpicó un poco.

-¿Qué querías decir con eso de trata de blancas?

Le preguntó caminando de regreso a la sala y una vez adentro quiso abrir otra cerveza pero intuyó que debían esperar a que las luces estuvieran apagadas. En el mundo mágico había negocios ilegales de criaturas mágicas, ingredientes de pociones, secuestros de KAU, pero no había escuchado de la trata de blancas.

-Tengo que esperar a que apaguen las luces para abrir la otra lata. ¿También me dará tiempo de un cigarro? Lo necesito, sigo procesando lo que vi. Pero eso sí lo puedo aguantar de veras. ¿Qué vamos a ver ahora? ¿Te hago muchas preguntas? ¡Perdóname! Pero me haces muy feliz con la pantalla grande.

-No sé, que cada quién imagine lo que quiera. O que te devanes los sesos un rato pensando en lo que pudo ser. Eso busca el arte, trastocar mentes... o eso dice Tahira.

Me refería a mi madre pero quizás Pearl no lo sabía, por que ella se había negado a que la llamara así. Me reí cuando decía que Bacon le había gustado, era el tipo duro clásico que gustaba a las chicas aunque no fuera un chico lindo de esos que tendrían que gustar sino casi lo contrario. No era para mi un misterio que entonces tuviera morbo por Joe, aunque tal vez no lo admitiera ni para ella misma. Quería responderle a todas sus preguntas con respuestas muy largas, y como el efecto de la hierba se iba pasando sería capaz de hacerlo sin perderme en mil pensamientos más.
Cerré los ojos cuando me salpicaba el rostro, seguro por que no había podido secarse las manos. Se me había olvidado que la tecnología muggle era otro mundo para muchos magos como Pear precisamente.

-Ok, dos cosas. Jason Statham se ve prácticamente igual que en ese filme, luego te llevaré a ver otro con él, es un tipo que siempre interpreta a hombres duros. Imagina que quisieras hacer una película sobre Joe en diez años. Bueno, quizás lo elegirías a él. Y me refería a que terminarías en una casa de putas si no te cuido, pagarían buen dinero por ti.

En efecto, para volver a la cerveza tendríamos que disimular un poco, por que quería desquiar el boleto completo y ver la segunda película. Pero cuando hablaba del cigarro evalué nuestro tiempo y asentí, yendo a la salida y unos pasos más allá, asegurándome de tener los boletos conmigo para que no tuvieran problemas cuando entráramos de nuevo. Le ofrecí el cigarrillo y se lo encendí, de paso.

-Ahora veremos algo en francés, yo necesito los subtítulos pero tú no. Se llama "Delicatessen" y es muy diferente a la que acabamos de ver.
La abracé de lado con fuerza y le di un beso en el cabello por que eso hacía con mis amigas, diciéndole que ella también me hacía muy felíz, por que bueno, se sentía bien llevarse con alguien sin estar pensando todo el tiempo en el siguiente movimiento para acercarse un poco más al deseado acto de follársela. Yo no quería follarme a Pearl, por cierto. Me conformaba con ser el dueño de su virginidad cinematográfica.

Terminó secándose las manos en la falda mientras meditaba sobre esa frase de “eso busca el arte, trastocar mentes” sonaba aterrador y al mismo tiempo muy interesante. Quería saber más cosas, hasta quien era Tahira pero decidió que bombardear como loca a Malik tampoco era tan buena idea y decidió ser más selectiva con lo que preguntaba por lo mientras. Hizo una mueca de niña caprichosa frunciendo la nariz y los labios cuando le sacaba a colación a Joe de nuevo.

-¿Y como para qué querría hacer una película sobre Joe?

Fue su manera de saltar a la defensiva porque seguía en su actitud de “ni me interesa” aunque para ser sincera, extrañaba sus atenciones de loco y otras cosas más, pero primero muerta –según ella- antes que aceptar una cosa como esa. Y que hiciera de su vida un papalote. Punto. Al menos se le pasó el mini coraje, que no era nada culpa de Malik, cuando dijo lo de la casa de putas y que pagarían buen dinero por ella. Soltó una carcajada inevitable, no supo si era halago u ofensa, pero dudaba que fuera lo segundo.

-Pues eso me ayudaría a ser independiente de mis padres más pronto, ¿no? Igual gracias por cuidarme.

Estaba diciendo pura tontería todavía con la risa floja por el término “casa de putas” aunque pensándolo fríamente no era nada chistoso. Dio una calada que le sentó muy bien porque la ayudó en el acto a sentirse más tranquila después del rush de locura que le había dado. Ya tenía ganas de ver la otra película.

Le sonrió y lo abrazó por la cintura también luego de recibir sus muestras de cariño, que en otro momento la hubieran sonrojado muchísimo aunque no hubiera interés romántico, pero estaba ya acostumbrándose a Malik como para no ponerse como una tonta y en cambio, tenerle confianza como la tendría con algún amigo cercano, por más raro que fuera.

-¿Qué otro tipo de arte tienen los muggles? ¿Todo el cine tiene que trastocar mentes?

No creía que Malik se incomodara o se hartara con esas preguntas, por eso se atrevía a hacérselas. En cualquier caso ya bien podría callarla de ser necesario.

-Por que puedes hacer una película sobre lo que sea. Hay un cineasta finés, Aki Kaurismaki, hace películas sobre las personas más ordinarias del mundo. Es genial, después las veremos, pero tendrá que ser en el apartamento, no todo se puede ver en pantalla grande.

Noté su falso enojo con lo de Joe, que no hubiera ocurrido si el tipo le fuera completamente indiferente a Pearl y sólo por eso le quité el cigarrillo de los dedos para darle una calada antes de devolvérselo, como si le estuviera diciendo "Está bien, no tienes que fingir conmigo". Me reí por que se reía con lo de la casa de putas, y de verdad pensaba que si la dejaba sola en el mundo muggle terminaría presa de alguno de esos pimps que embaucaban ucranianas prometiéndoles un marido decente.

De verdad me hacía felíz, como había dicho ella, que se interesara por las cosas de las que podía hablar. El cine era una, por que en mis ratos libres del mundo mágico, o sea en vacaciones, era algo así como actor experimental, cosa que seguro ella no sabía. Ah, y lo que yo no sabía era que hacía un mes, por ejemplificar, mi acercamiento le hubiera parecido bochornoso. Me quedé con el brazo sobre sus hombros mientras ella fumaba y preguntaba sobre el arte. Me reí, sólo por que podría hablar de eso muchas horas.

-Todo el arte tiene qué hacerlo ¿Sabes? Conmover. Generar una reacción en el espíritu... podría hablar de esto por horas, pero no podré hacerlo por que Delicatessen empieza en... exactamente siete minutos. Si cuando salgamos de aquí no has tenido un derrame cerebral, te llevo a la National Gallery. Hay una cosa llamada catársis y explicándolo de manera muy vulgar es así: un momento de identificación. Uno, por lo general, está metido en su punto de vista siempre. Bueno, el arte sirve para experimentar lo que otros experimentan, para vivir por un rato en la piel de otro, experimentar lo de otro. Aunque al final la experiencia te enriquece a ti mismo... ¿Se entiende?

Entramos de nuevo al cine, mostré de lejos los boletos al guardia que no puso peros por que nos reconoció (la sala estaba bastante vacía como para no hacerlo) y busqué con la vista nuestro lugar, donde había quedado mi blazer y lo más importante, las cervezas. Teníamos una película más por ver.

Que mal que no todo se pudiera ver en pantalla grande. Y qué raro le sonó lo del apartamento porque de inmediato recordaba sus locuras por no poderse controlar. Igual decidió no sacarlo a colación porque era bochornoso. Había captado su mirada, sobre lo de Joe, pero se hizo la loca porque si empezaba por admitirlo ante los demás, quienquiera que fuera, terminaría admitiéndolo para ella misma también y eso sería una catástrofe. Era un no rotundo a todo eso.

Decidió mejor concentrarse en el arte, en lo de la catarsis. Le hubiera gustado seguir escuchándolo hablar pero tenía las mismas ganas de ver la película. Asintió cuando le preguntó si se entendía lo de la catarsis, porque por la experiencia recién adquirida, podía hacer una fácil relación entre lo que le explicaba Karim y sus propias sensaciones durante la proyección. Miró a Karim de reojo mientras entraban a la sala con un poquito de admiración casi infantil. Estaba muy contenta y era cosa suya.

Se sentó de nuevo en su lugar, seguía queriendo abrir esa cerveza pero por las normas no dichas de esperar a que estuviera oscuro con el sonido estridente. Se acomodó hundiéndose en el asiento. Se había quedado un poco callada porque seguía procesando cosas, esperaba que Malik no se lo atribuyera a nada raro, porque de verdad aunque tuviera el ceño medio fruncido y se hubiera puesto seria sin hablar, estaba de verdad contenta con lo que estaba aprendiendo.

Pronto las luces se apagaron de nuevo y Pearlie le apretó el brazo a Karim en un gesto de emoción. Y luego fue ella quien le abrió su cerveza esta vez para pasársela, pero manteniendo los ojos fijos en la pantalla. Le gustó el color que se veía, diferente al de la película pasada. Lo que estaba pasando no lo entendía y todo le parecía muy misterioso.

Tenía los ojos entrecerrados como si no pudiera ver bien entre la niebla de la pantalla, tal cual estuviera ahí, aunque no pudiera captar más de lo que la película le mostraba. Saltó un poquito con la escena antes de que empezaran los créditos, aunque no había sido más que un cuchillazo de carnicero. Lo mejor fue la música que siguió después, los pequeños objetos que aparecían en la pantalla, uno tras otro. Se veían como muy bonitos, aunque seguro esa era una palabra pobre para describir cabalmente lo que estaba viendo.

-Jeunet, suena muy bonito.

Le susurró a Malik poniendo atención al asunto del negocio ese. Nunca había visto uno igual tal cual, pero hizo asociación con como se veían algunos otros locales de comida, especias y pociones que sí conocía. El edificio y las personas ahí eran extrañas, pero no podía apartar la mirada. Otra vez estaba entrando en una especie de estado alterado, pero diferente al anterior.

-¿Y esta? ¿Cuántas veces la has visto?

Sonreí en la oscuridad cuando Pearl me pasaba esa cerveza que había aprendido a abrir con las luces apagadas. Delicatessen presentaba más misterio para mi por que la había visto sólo una vez y hacía tiempo, ya sabría ella que ver la película una sola vez era casi como no verla, o eso pensaba yo. También me emocioné pensando que encontraría este filme muy distinto al primero, del cielo a la tierra, empezando por el idioma. Le di un trago a la lata pensando que no hubiera sabido qué hacer en una situación como esa, de desabasto de alimento. Seguro sería como el tipo de las ranas y los caracoles. Moría de ganas por que Pearl lo viera.

Y sí, la música de Jeunet siempre era un orgasmo auditivo. Lo curioso era que yo siempre había pensado que la estética de ese director en particular se parecía un poco al mundo mágico, con sus cosas viejas y a la vez no, con esa rara manera que tenía de suspender en el tiempo cosas comunes. Quizás estaba delirando, o más bien estaba teniendo esa experiencia compartida de estar frente a una gran demostración cinematográfica. Mi único deseo en ese instante era que la mente de Pearl estuviera también trabajando a mil por hora.

-Sólo una, lo que significa que ambos somos casi vírgenes. Mira, mira ahora... amo a ese personaje. Ahora verás.

El tipo del circo. Con su serrucho musical y los recuerdos del mono al que se habían comido. No podía con eso. Me conmovía tanto que sentía que lloraba y por eso mejor bebí cerveza, recordando de pronto la sensación de estar enamorado cuando se encontraba con la hija del carnicero, que por verse bien prefería quitarse las gafas y no ver nada. Yo me reía bastante con la primera cita, y de verdad esperaba que Pearl también lo encontrara trágico y gracioso por igual.

-Me encanta como ensaya, mira... dios, estoy enamorado de esa primera cita.

No sabía si le estaba gustando más esa o la anterior. Muchas cosas en esta le parecían geniales, por ejemplo, lo de las burbujas y la manera en que el tipo se le había quedado mirando a la hija del carnicero. La música de fondo, los colores, los sonidos extra que no eran precisamente canciones. Hasta había soltado un involuntario suspiro, risa con el jaleo. También comenzaba a preguntarse qué haría ella en caso de carecer de alimento, y en ese momento comprendió un poquito a lo que se había referido Malik, porque la falta de alimento como para comerse hasta los zapatos, le habría parecido una idea lejanísima y absurda en otro momento, pero ahora se lo estaba planteando en la cabeza.

Le daba escalofríos pensar en un hambre espantosa y a la vez, estaba fascinada. Y claro, se quedó boquiabierta con el tipo de las ranas y los caracoles. El sonido que había en ese lugar –el de las ranas- le parecía tan hipnotizante. Y quiso retener en su mente la montaña de casitas de caracol que había en ese lugar. Incluso volteó a ver a Malik después de eso con una sonrisa extraña como entre el asco, la sorpresa y la ilusión total.

Y sí, en cuanto la chica comenzó a ensayar para la cita sin usar sus lentes, comenzó a morderse los labios con ansias porque le pareció lo más tierno y lo más increíble del mundo. Como si entendiera el amor de pronto desde una perspectiva distinta, solo por estarlo viendo en otros cuerpos, en otra historia. Contaba los pasos, acomodaba la silla y cuando las cosas se salieron del guión que tenía preparado y ella comenzó a hacer tonterías, solo porque él se había sentado en otro lugar, se sintió rarísima porque como que quería reírse mucho, pero también estaba angustiada por ella.

De nuevo volteó a ver a Malik y se acercó para susurrarle que era lo más lindo que había visto nunca. Ni historias de pijamadas, ni secretos contados en los dormitorios de Beauxbatons, nada le había parecido nunca tan lindo como eso, como esos tropiezos, esos golpes. Y todo por estar ciega como un topo, pero verse más bonita.

-Ese instrumento que toca él, no entiendo, los muggles de verdad lo...

Estaba hablando más que en la otra película, pero no podía evitarlo. Encontraba el sonido de la sierra musical fascinante, melancólico, como fantasmal, algo triste, pero muy bonito. ¿Cómo se les podía ocurrir todo eso?.

No pudo evitar tampoco una sonrisa con los toqueteos del carnicero a la mujer que se veía fastidiadísima, pero la sonrisa solo fue porque en otro momento no hubiera sabido qué se sentía nada de eso, aunque ahora en teoría sí que lo sabía. Miró a Malik de reojo otra vez, pero de eso no iba a decirle ni preguntarle nada, qué locura.

Se rió de buena gana cuando entre el tipo del circo y la mujer esa brincaban en la cama para ver por qué rechinaba. Le daban escalofríos las voces que escuchaba la pobre Aurore, pero todas las intrigas y todos esos detalles le gustaban por igual. Era una auténtica locura todo. Y ahogó un gritito que se tapó con la mano cuando la mujer de las voces casi muere, pero no.

-¿De dónde sacan todo esto? Esta historia…es asombroso.

Dijo con los ojos fijos en la pantalla, a tono de voz normal. No iba a poder dormir pero nada esa noche.

Cuando se compartían las cosas que solían conmover era como vivir todo de nuevo. Yo volví a pensar en lo que haría si acaso hubiera tal escasez, y me sonreí cuando ocurría la escena de las ranas. Me parecía lo más loco, improbable y efectivo en lo que alguien podía pensar en tiempos desesperados. Por eso sonreí después de la escena y también pensé que Pearl tendría que ver alguna animación, empezando por las Trillizas de Belleville, donde también había ranas involucradas para la subsistencia básica.

Y sí, yo también pensaba que era lo más lindo que había visto jamás, lo de los pasos y ensayos para verse linda a pesar de todo. Y ciega como un topo. Lo curioso de la escena no era lo improbable de que una chica miope quisiera impresionar, sino que siendo exageradamente lejano a la realidad, fuera tan humanamente cierto, eso de querer agradar a toda costa cuando uno se enamoraba. Qué estupidez.

-Ah no no, eso es inusual hasta para los muggles. Es lo interesante de Jeunet, sus personajes siempre son anormales.

Feos incluso, hubiera dicho. Pensé que también tendría que ver Amelie, y un montón de otras películas. Yo también estaba entusiasmándome demasiado pero no pensé que su identificación estuviera cerca de la amante del carnicero. Aunque lo de la cama rechinante siempre me había dado risa y pensé que también era una analogía de esas cosas que se hacían sin malas intenciones y que a ojos de todos parecían una putada. No sabía si Pearl lo estaba entendiendo del mismo modo, pero me reí.

-No sé, yo no podría hacer algo así. Es increíble... y mira, mira al tipo que hace creer a la otra que está loca...

Por que muggles o magos, nadie podría explicar jamás el misterio de las cosas hechas con genialidad. ¿O sí?.

Todo lo enternecida que estaba con la primera parte y ese romance, se convirtió en angustia rara primero por lo de la viejita seguramente a punto de convertirse en alimento, luego por la pierna mutilada, finalmente por la cabeza del tipo que en realidad solo era un truco. Se angustió por el intercambio de palabras entre padre e hija, y se quedó callada durante un buen rato de la película porque tuvo un momento de confusión con los tipos subterráneos que tanto valoraban el maíz.

También le gustó el baile con las tres piernas, pero fue muy triste que Julie se enojara por eso, aunque entendía perfecto donde era que le veía ella lo malo, sobretodo después de todo lo que había hecho por él. Y las cosas se veían cada vez más intrigantes, tanto que ni cuenta se había dado de que estaba al borde de su asiento. No tenía idea de cuántas películas existían en el mundo, pero ya quería ver muchas más y todavía ni terminaba su segunda. Por un segundo le pasó por la cabeza “todos los magos deberían ver esto, y acogerlo” pero se asustó de su propio pensamiento que era sin duda, lo más radical sobre el tema que había pensado nunca y había sido provocado por una historia en pantalla.

-Oye…y el circo. Nunca he ido al circo, ¿es bueno?

Esperaba no estar agobiando a Malik con todas las cosas que quería hacer, con todo lo que no conocía. Que si el arte, que si el circo, que si otras novecientas películas como mínimo. Otra cosa que le parecía francamente fascinante de eso, era que se contaban muchas historias a la vez, pero todas siguiendo la misma línea, por decir algo. Estaba la tipa de las voces y los suicidios, estaba Julie y el del circo, estaba el tipo de los caracoles, la amante del carnicero, y todos eran personajes definidos.

Se agarró de la camisa de Malik otra vez con la pelea entre el carnicero y Louison pero soltó una risa cuando la señora comenzaba a gritar por la señal de la televisión. Que raro tener todas esas sensaciones al mismo tiempo provocadas por una imagen tan bien creada. Y luego también se rió de la mala suerte de Aurore porque definitivamente, no se podía suicidar, todo le salía mal. Y se quedó boquiabierta cuando se descubrió el misterio en pantalla de las voces espantosas. Todo era un lío total, pero le encantaba.

-Pobre Louison...

Tenía miedo de que no los rescataran a tiempo.

Más valía que nadie me entendiera, por que yo amaba el mundo mágico. De verdad, lo hacía. Me había parecido la manera perfecta de saber por que no me terminaba de sentir exactamente adaptado al mundo, pero también, una vez dentro, pensé que como cualquier otro mundo había convenciones que nunca iba a cumplir. Mejor dicho, estaba condenado a nunca ser la convención. ¿Que por qué pensaba todo eso? Bueno, por tener la clara idea de que a los magos les hacían muchas cosas que los muggles tenían y al contrario, entendía por que, finalmente, tampoco podía ser un muggle y nada más. Y todo eso por una película.

-¿No? Bueno, hay muchas clases de circo. Yo estuve en uno callejero ¿No lo sabías? Hago malabares. Pon atención, va a pasar algo interesante...

Y tenía razón, por que al tiempo Pearl volvía a arrugar mi camisa de por si arrugada y yo no podía evitar reír con el suicidio fallido, todo causado por el tipo obsesionado con ella. Le di el trago final a la cerveza pensando que no estaría mal ir al baño, pero podía aguantar. Sabía cómo terminaba la escena pero quería verla de nuevo. Insistía, ver una película vista en compañía de alguien que no la había visto era como hacerlo todo de nuevo.

No había nada como un final felíz, con la certeza de lo que ocurriría y la incertidumbre de quien miraba a un lado. Me sonreí, sólo por que disfrutaba los finales felices como cualquier otra persona en el mundo, y después de la angustia del agua, podíamos respirar tranquilos. Definitivamente el efecto de la hierba se había dio, pero la emoción de las películas bastaba para mantener el efecto.

-¿Qué piensas de esta elipse? Es casi la misma escena, los mismos elementos, pero ocurrida después de toda una historia. Es absolutamente distinta, aunque sea lo mismo.

Me refería, claro, al dueto de cello y serrucho con sonido que ya había ocurrido pero no era en absoluto lo mismo. Además, la indeterminación era buena. Que no se explicara nunca cuál era el mal, de dónde venía la neblina y por qué la vida no era normal. Era lo que menos importaba cuando había un final felíz.

Sintió que Louison estaba loco, porque se asustó muchísimo con el asunto del agua, no entendía qué carajos había estado pretendiendo hacer hasta que, precisamente, sucedió. Cuando murió el carnicero suspiró aliviada -¡qué horrible que una muerte aliviara, aunque fuera falsa! Pero qué interesante, también- y de hecho, sí entrecerró los ojos cuando los vio tocando sus instrumentos de nuevo, en ese escenario en decadencia, pero que le provocaba un sentimiento extrañamente feliz. Se mordió los labios pensativa e inesperadamente, Malik le preguntaba acerca de eso. Se tomó un minuto para responder. No se sentía todavía capaz de profundizar en nada así que dijo lo primero que todo eso le hizo sentir, suponía que de eso se trataba al fin y al cabo, del momento, después racionalizarlo, pero primero lo primero.

-Es un final lindo porque sobreviven a esa locura pero creo que también algo engañoso –no en un mal sentido-, al fin y al cabo, siguen en ninguna parte. Es romántico pero también un poco triste.

Frunció los labios, pensando más cosas. Se le ocurrían solo conceptos, palabras sueltas que tenían que ver con la unión, con la música, con la esperanza dentro del caos y la miseria. Se le ocurrió que toda esa niebla no era gratuita sino simbólica y también que el uso de ese instrumento que era raro hasta entre los muggles, formaba parte de la narrativa tanto como los diálogos, pero no sabía como expresar esas cosas ni ponerlas sobre la mesa para hablar largo y tendido de ellas.

-Cuando ocurrió la primera vez pensé que era la confirmación de su amor, que hacer ese dueto musical era tan íntimo como si se hubieran besado con desmedida pasión, algo lindo. Y que cierre así reafirma ese sentimiento. La primera vez lo hacen dentro de una casa, técnicamente el tipo corre peligro porque lo quieren hacer barbacoa, pero en su mente él tiene cierta seguridad, ¿no?, la segunda vez ocurre en el exterior con esa niebla, sin nada que los retenga, pero sin garantías tampoco al menos sin garantías respecto a lo que les depara ahí afuera, ese mundo estaba ya muy jodido, por eso me parece hermoso pero algo trágico.

Terminó bebiendo de su cerveza y tratando de terminársela de dos o tres tragos rápidos porque la había dejado a la mitad quien sabía en qué momento. Metió las latas vacías de nuevo a la bolsa porque suponía que no las iban a dejar por ahí. Tal vez cuando lo pensara más tarde, le encontraría otro significado a todo eso, pero por el momento se quedó con lo que recibió de primera impresión. Tal vez era su estado de ánimo, tal vez era que había procesado demasiado al momento.

Le apretó la mano a Malik un momento y respiró profundo. No quería moverse de ahí, quería que empezara otra película, no sabía ni cuando tiempo había pasado.

-Muchas gracias, no tienes idea de lo mucho que me ha gustado. Creo que voy a llorar.

Se rió casi de inmediato para que no se asustara, aunque en muchos momentos sí le habían dado ganas de llorar de lo abrumada que estaba, pero le había dado pena con él.

-No es triste, sólo es real. Es como cuando te enamoras ¿No? Todo puede estar muy jodido, puedes estar traficando carne humana pero... al final esas cosas no importan. Nos idiotizamos por las mismas cosas, en la desgracia o en la rutina, o en donde sea.

Le rebatí por que también me ponía a pensar cosas mientras mirábamos los títulos, yo seguía con los pies sobre el asiento vacío de entrente. Me sonreí con la segunda reflexión de Pearl, por que me parecía genial, tanto que volteaba a verla fascinado de su capacidad de abstracción o algo así. Aunque el cine a veces no era necesariamente simbólico, como la pintura. Había elementos meramente eséticos que no debían interpretarse más que como lo que se veían.

-Creo que podrías desde ya ser la mejor crítica de cine que haya escuchado. Pero no todo es simbólico en el cine, la imagen también es imagen por sí sola, no son códices egipcios tampoco.

No iba a empezar otra película, pero le devolví el gesto con la mano por que también me había gustado ir al cine con ella, era distinto a haber ido con cualquier otra persona y sólo por eso volví a medio abrazarla dándole un beso entre la frente y el cabello. No me había asustado, venia de una familia (¿familia?) con exceso de sensibilidad para esas cosas. Me dieron ganas de que viera un montón de cosas distintas: algo de Kusturica, algo de Almodóvar, cosas en distintos idiomas, con distintos colores, cosas crudas, Historia Americana X, animaciones soñadoras y fantásticas, Princesa Mononoke, todo. Estaba casi eufórico.

-Siento muchísimo que esta sea la última función aquí, Pearl... ¿Quieres tomar algo en Waxy's little sister?¿Mueres de hambre? La national gallery ya está cerrada, pero yo que sé... estamos en Londres, podríamos hacer cualquier cosa.

Y esa sí era una frase simbólica.

Le gustó de inmediato esa frase, aunque fuera un poco cruda, que no era triste, solo real. Pero ante el resto se encogió de hombros como diciéndole “no lo sé, nunca me he enamorado” aunque no estaba muy segura de eso. Ella quería pensar que todo lo de Joe era curiosidad, era que había aprovechado sus libertades nuevas demasiado pronto y le había salido mal y que lo que sentía no era estar enamorada en toda su extensión.

Se rió y tuvo que besarle la mejilla luego de que él le besara la frente y el cabello con eso de que podría ser la mejor crítica de cine que hubiera escuchado. Claro que tomó nota mental, muy importante, de que no todo era simbólico en el cine. Estaba bien porque sino se iba a devanar los sesos demasiado.

-Sí, ¡muero de hambre! Quiero un mono. Y más cerveza, no mucha, poca.

Le dijo sacándole la lengua. No se había dado cuenta de su hambre hasta que él lo había mencionado pero todavía tenía muchas cosas en la cabeza como para concentrarse en la propuesta de nada más comer.

-¡No importa que esté cerrada la National Gallery, somos magos! ¡allanemos!.

Se volvió a reír porque pensaba que ya estaba perdiendo la cabeza, como si siguiera en éxtasis por las películas. De verdad se sentía como ansiosa, como que quería hacer todo a la vez y que no terminara el día o la noche, no tenía idea del color del cielo afuera del cine. Las luces ya estaban prendidas de nuevo por completo y la poquísima gente que estaba, se comenzaba a marchar. Pearlie se levantó, se sacudió la ropa, se estiró como animalejo y tomó la bolsa de las latas basura de cerveza para tirarlas afuera, para luego darle un estironcito a Malik a su camisa.

-¿Allanar una galería así de noche cuando ya no hay nadie no es una escena como de cine? ¡Ah y cuéntame de los malabares!, del circo callejero. Por favor.

-¿Un mono, cómo que un...? Ahh ya, ya entendí tu referencia ¡Hey, tu primera referencia! ¡Felicidades!

Yo tampoco me había dado cuenta de mi hambre hasta que pensé que estábamos cerca del barrio chino. Por supuesto que me sorprendía escucharla tan osada pensando que estaba creando a un monstruo a partir de haberla alentado a meter cervezas al cine y ahora querría asaltar un banco. Empecé a preguntarme si ningún mago tendría una carrera criminal en el mundo muggle por que realmente no había manera de perseguirlo si uno era discreto. Ya se lo plantearía a Pearl, luego de que llenáramos el estómago.

Yo también empezaba a ponerme ansioso; Leicester Square era un hervidero y sentí la necesidad de tocar su espalda para que caminara hacia donde le indiqué con la mano. Un par de calles arriba. Me puse a pensar que, en efecto eso de la galería era muy cinematográfico y me acordé de dos cosas, de Dreamers y de Bande à Part, de una referencia dentro de una referencia. Había tantas cosas que tenía que ver que me sonreí sin decir nada. Bueno, ni Eva Green ni Anna Karina habían entrado en deshoras a una galería, así que Pearl pasando frente a un Van Dyke, corriendo o no, sería una escena original y no una referencia.

-Te puedo enseñar a hacer malabares si quieres. Cuando estemos en el restaurante puedes malabarear panes al vapor... o cuchillos, ya sabes, algo fácil. Sí te gusta la comida china ¿No? Si no, puedes verme comer

Salir del cine a todas esas luces del lugar precisamente más activo de Londres no ayudaban mucho para la calma, pero no iba a perdonar la comida china. No pretendía ir al lugar más caro del soho, pero conocía un buen lugar con una relación calidad / precio bastante decente. También habría cerveza, poca, no mucha. O mucha.