Función Doble

Acompañó su “felicidades” con un aplauso infantil hacia ella misma. Una vez afuera se sintió otra vez cohibida y hasta un poco temerosa, no quería perderse en el mundo muggle pero sentir la mano de Malik en su espalda la tranquilizaba y podía caminar dirigida por eso sin temor a separarse de pronto y tener que buscar un callejón horrible para aparecerse. Si no hizo muchas preguntas en el camino era porque iba concentrada para no perderse y llegar a su destino, que él le había indicado con la mano.

Asintió efusivamente a eso de aprender a hacer malabares. A cada momento pensaba que Malik era genial y que Milena era afortunada, pero eso no se lo iba a decir a él. Se rió por lo de los cuchillos y también por la tontería de que si no le gustaba la comida china, lo podía ver comer a él.

Había ido a un restaurante chino mágico en donde los platillos eran cosas raras como “puré de escamas de bola de fuego chino” y cosas así, que a ella le habían gustado y tal, pero no tenía idea de qué platillos podía haber en el mundo muggle si no había puré de escamas de bola de fuego chino, así que le pidió a Malik que una vez que llegaran ahí, la ayudara a escoger si veía que se perdía.

-¿Malabares con panes al vapor? ¿Luego de cine y caminar por estas calles que me van a provocar una apoplejía? Por supuesto que no, iremos a lo loco, cuchillos y machetes o lo que sea que uses en el nivel “suicidio” de los malabares.

Si no estaba mirando a todos lados era porque seguía con el temor de perderse o de caerse a media calle o esas cosas vergonzosas que se le daba tan bien hacer últimamente. Cuando llegaron al local señalado por Karim empujó la puerta y eligió una mesa sin saber si alguien se las tenía que asignar o no. Era una, obviamente, cerca de la ventana, porque quería ver a los muggles pasar y todo eso.

Aparte de los malabares, ¿cómo que podría hacer yo en un circo callejero? O sea, piensa en todas las profesiones del circo y asígname una.

Yo también pensaba que Pearl era genial y si era sincero, cuando la había visto por primera vez no había pensado que fuera ni la mitad de lo que era, o de lo que empezaba a conocer de ella. Era mucho más abierta que las que se decían muy liberales, y no era una perra. Había tenido que lidiar con demasiadas mujeres pretendidamente difíciles de tratar, como si eso fuera un incentivo para los hombres. Bueno, aparentemente para Finnerty sí lo era, por que le ponía empeño a lidiar con la presumida esa. En fin, la presumida esa también era muy amiga de Pearl y eso la hacía más genial, que pudiera llevarlo bien con alguien como ella y con alguien como yo.

Me senté y me quité le blazer. No tuve que ver la carta y de hecho le dije a Pearl que no lo hiciera, pedí un par de cervezas y dije ese mágico código en cualquier buen restaurante chino para no comer la basura que servían a los turistas.

-¿Nos puede traer lo que tenga fresco? Algo con pollo, con mariscos también. Y una buena sopa

Le guiñé a Pearl, por que eso se llamaba menú secreto. Supuse que en los restaurantes mágicos tradicionales también existían esos códigos, pero era muy particular en los restaurantes chinos. El mesero entendía de inmediato y asentía con una leve reverencia, por que no se podían negar a servir el menú secreto a quien conocía el truco.

-No sé qué nos traerán, pero será bueno. Cuando vengas a un restaurante chino, repite el truco. Se llama menú secreto, y es comida del día, no lo que tienen guardado para servir a los turistas, o a las brujas neófitas que no saben nada de la vida. No que tú seas una...

Bromée después de que nos dieran las cervezas y choqué la mía con la suya. Me reí como una hora después de que dijera lo de los cuchillos y machetes, pero ella no sabría de qué me reía. Tomé los panes, pensando que iba a comerme todo lo que manoseaba por que detestaba desperdiciar pero de todos modos lo de los malabares era una promesa.

-Vamos a empezar con dos panes. Cuando los domines, usaremos cinco cuchillos, por eso quiero que estés preparada. Lanzas cada bola, bueno, pan, bola, lo que sea, cuando recoges la otra, es un principio básico... quizás te sirva lanzar una cuando la otra está en lo más alto, empezando a caer. Lánzalas a poca altura para empezar, o el chino llamará a la policía por que viniste a su restaurante a malabarear sus preciosos panes.

Lo hice yo, con algo de calma para que lo viera, aunque después me puse a alardear haciéndolo rápido y con una sola mano. Los puse sobre la mesa.

-Y más vale que te hayas lavado las manos, por que me los voy a comer cuando domines el truco.

Ya iba a agarrar la carta para al menos leer el menú, pero no la tocó porque Malik le dijo que no era necesario así que solo se rió por lo del menú secreto pero guardó bien el dato en su cabeza. Y ya quería ver qué les llevaban pero sabía ser paciente. Le sacó la lengua pero no se ofendió por lo de las brujas neófitas que no sabían nada de la vida, ni lo entendió como indirecta grosera ni nada de eso, por el contrario luego del gesto se rió un poco y negó con la cabeza. Sabía que estaba aprendiendo demasiadas cosas de golpe pero se sentía bien, como si ahora tuviera los sentidos y las capacidades plenas para entender cabalmente lo que la rodeaba y lo que iba descubriendo.

Bebió un trago de su cerveza brindando en silencio por todo el asunto del cine –en el que por cierto, no dejaba de pensar fascinada- y arqueó una ceja cuando Malik se reía de a saber qué, pero ni le preguntó de qué se estaba riendo. Loco y ya.

Pasar de dos panes a cinco cuchillos sonaba justo y se rió por eso. Cuando Malik empezó con sus lecciones le puso mucha atención. Lo que estaba haciendo parecía fácil pero se desconcentró con una carcajada por lo de los preciosos panes.

-Eres bien tonto.

Le dijo no como una grosería, sino como un cariño, y tal cuál sonó su tono. Se le quedó el fantasma de la risa por su tontería y se miró las manos porque se las había lavado nada más después de ir al baño en el cine, o sea, hacía mil años. ¡Qué diría su madre de que se había sentado a la mesa directo llegando de la calle!. Y se tomó muy enserio eso de no comer con las manos sucias así que le dijo “espera” y se paró como loca buscando el baño –por enésima vez en el transcurso de su amistad- pero ahora solo para lavarse las manos. Aprovechó para mirarse en el espejo. Traía una pinta bárbara de desquiciada, como si se le notara la emoción en la mirada. Cuando regresó con Malik, se estaba riendo de su propia expresión.

-Perdóname, no quiero que comas nada horrible por mis manos infectas, ya están limpias.

Se las enseñó las dos, con las palmas abiertas y luego tomó los panes, respirando profundo como si fuera a presentar una prueba de magia. Ese paso aparentemente fácil no le salió nada mal.

-Mira, mira, ¡ya soy malabarista!

Pero se detuvo en su carrera al éxito porque llegó el mesero con dos tazones de sopa de quién sabe qué.Dejó los panes a un lado de la mesa y le puso cara al mesero de "me los voy a comer, lo juro" como si le tuviera que dar explicaciones. No tenía idea de qué era la sopa esa, pero no le iba a hacer ascos a nada, ya estaba en la labor de probar de todo.

No podía creer que se hubiera levantado al baño para lavarme las manos y me quedé riéndome solo en la mesa, le di un buen trago a la botella de cristal de esa basura lager llamada Tsingtao que era muy barata y dejaba mucho qué desear como cerveza pero daba igual. Me quedé haciendo malabares con una mano sólo por la práctica y no miré a Pearl cuando regresaba, pensando que tuviera lo que tuviera en las manos no me haría enfermar, mi estómago era de hierro.

-Pearl, tengo estómago de acero. Un día te llevaré a la comida india de Hounslow para que sepas lo que es infecto. Es buenísimo, también por cierto. Y cometiste un error, los malabares se hacen mejor con manos sucias.

Eso era una mentira, que le dije negando con la cabeza luego de ver sus manos que despedían el leve olor a jabón de los baños públicos. Pero sí, tenía habilidad y lograba hacer ese primer ejercicio sin problemas, por lo que aplaudí antes de que el chino llegara con comida. Le sonreí agradeciendo aunque no se veía contento por lo de los malabares, pero me dio igual. Y sí, parecía una sopa muy buena, con arroces y cosas fritas flotando en el caldo que despedía un vapor apetitoso. O eso o moría de hambre.

-Y las lecciones son mejores después de comer. Prueba. Se ve que eres valiente en cuestiones gastronómicas.

Por que yo lo era, prácticamente nada me desagradaba. No había una cosa que dijera que no podía comer, como esa gente que detestaba las cebollas, o los tomates, o lo que fuera. Quiero decir, había cosas que no eran mis favoritas, pero no tenía en lista prohibitiva ninguna cosa que me aseguraran, fuera comestible. Y la sopa estaba buena, sentía ese primer bocado como una bendición de los dioses.

-Esta comida está patrocinada por mis malabares, estuve haciendo dinero el verano para los turistas muggles. Deberías ir algún día a la compañía, es divertido... quizás hasta podrías hacer una participación sorpresa y todo, ahora que eres malabarista-

No sabía como “buenísimo” e “infecto” podían ir en la misma frase hablando de comida, y hasta puso cara de asco por eso y por lo de que los malabares se hacían mejor con las manos sucias, cosa que suponía que era una mentira total. Sobre su valentía en cuestiones gastronómicas, pues sí, pero a ella sí había cosas que no le gustaban nada, aunque en ese momento no lograra recordar una en específico a la que le hiciera ascos…¡ah sí! Berenjena.

-¡oooh muchas gracias!.

Le dijo por el patrocinio de la comida. Y sonrió por la oferta de ir a la compañía. Le gustaba que con él fuera fácil hacer planes al parecer, que no se le acababa la inventiva y que tenía buena iniciativa, porque así era simplemente imposible aburrirse.

Probó la sopa y primero le costó acostumbrarse a su sabor. Hasta miró a Malik con los ojos entrecerrados mientras decidía si le gustaba o no. Volvió a comer una segunda cucharada que le supo mejor y así, hasta que se acostumbró y terminó con el bowl.

-¿Y mi diploma del malabarismo? Lo pondré en mi habitación de Cerridwen.

Le dio otro trago a la cerveza, pero le gustaba más las que se había tomado en el cine. Ya llevaba tres con esa pero ni sentía nada, en primera por el tiempo entre una y otra y en segunda porque estaba demasiado emocionada como para pensar en ello. Luego llegaron más platos, con más arroz, y pollo, y mariscos, y otras cosas que sabían muy bien, aunque se llenó muy rápido. Terminó la cerveza y se recargó en el respaldo de la silla.

-Ahora pídele al mesero cinco cuchillos, estoy lista. ¿Vamos a allanar la galería después? ¿Qué hacemos ahora? No me quiero ir aunque esté oscuro.

Sentí que me había quedado en silencio por horas concentrándome en comer y nada más. Primero desconfié de la reacción de Pearl a la comida con arroz y más arroz, aunque en efecto tenía muchas cosas que sabían mil veces mejor que lo del menú común (también lo había probado, el truco del menú secreto lo había aprendido hacía un par de años). También sonreí por que habíamos pensado lo mismo, que era fácil hacer planes y emocionarnos con aparentes trivialidades. Cuando Pearl había llegado a la fiesta de Finnerty, que prefería llamar mi fiesta por que yo había contactado a la mitad de los comensales, de verdad no se me había ocurrido que fuera una chica tan genial.

Tardé más en llenarme que ella y de hecho comía el doble, naturalmente. Hasta le robé algo de su plato cuando vi que su ritmo de comer se ralentizaba, loq ue significaba que iba saciando su hambre. Después de la ingesta obscena, también apuré la cerveza y la miré, asintiendo con normalidad. Le llamé al mesero al instante y el chino fue hasta ahí, pero no le pedí cinco cuchillos sino la cuenta, y después de que se fuera me reí, quise al menos haberle sacado el sustillo a Pearl, de que haría un espectaculo de malabares con cuchillos frente a todos los empleados del restaurante.

-Pearl, tengo dos pastillas en el bolsillo. Fueron un regalo, y la verdad me las dieron de camino para acá... ¿Quieres una? Imagina que es como... como Felix Felicis. No, como una poción de la euforia. Yo que se, podríamos no tomarla y allanar esa galería. O tomarla y allanar esa galería. O tomarla e ir al Madame Jojo's, es un bar con un montón de tipos espantosos vestidos de mujer, es divertido. O ir ahí sin tomarla. Ya te di todas las combinaciones posibles

Era cierto, no tenía planes de drogarme. Un compañero de comuna de Tahira me las había dado por que estaba limpiando su vida de vicios químicos y no quería tenerlas cerca, me había dicho que las tirara, o las tomara, o hiciera lo que me viniera en gana con un par de pastillas de MDMA. Me las guardé en el bolsillo y poco después me encontré con Pearl, y en ese momento esperaba que no cambiara radicalmente su opinión de mi por proponerle cosas tan descabelladas. Ella había empezado.

Al salir del restaurante notó que la sensación de estar llena de comida había mermado sus energías, pero nunca sus ilusiones. Suspiró, pensando en las perspectivas, ya no de ese día, sino a futuro, a futuro largo. Antes no había pensado de ese modo, le gustaba su vida, era cómoda, tranquila, muy bonita, pero ahora era distinto, era vertiginosa, emocionante y pensaba que había tantas cosas por ver, tantas cosas por hacer. La primera vez que Aldrich le había llamado a Malik para compartir con él las bebidas raras de Emmanuel, no pensó que fueran a llevarse bien, de hecho primero lo había visto medio feo, pero entre la borrachera, el relajo del baño, dejó el prejuicio. En la fiesta esa casi no habían hablado nada, pero ahora también tenía una opinión muy distinta y bien forjada al respecto.

Se le quedó mirando cuando le dijo lo de las pastillas. Se mordió el labio inferior dubitativa y por un momento desvió la mirada mientras se lo pensaba. Ya había hecho un montón de cosas ese día que no hubiera pensado hacer nunca o al menos, no de la manera en que lo había hecho. Y toda la sensación en la sala de cine había sido tan intensa, tan indescriptible, que parecía poco dispuesta a decir que no a nada. Había probado algo nuevo y le había gustado, ¿la lección? No se podía saber si no se probaba. Nunca había tomado Felix Felicis. Pociones de la euforia y revitalizantes sí, un par de veces. Lo que la ayudó a tomar la decisión definitiva fue que se dio cuenta de que confiaba en él lo suficiente y eso ya era decir mucho .

Se amarró el cabello con un hechizo que había aprendido desde niña, alargando el momento de la decisión aunque ya sabía qué era lo que iba a elegir de todas las opciones. Olvidó por un instante que estaban en la calle pero el movimiento de varita fue casi imperceptible y nadie se dio cuenta, como si solo se hubiera puesto una goma.

-Te faltó la mejor opción, mira: tomarla, ir al Madame Jojo’s o como sea, y allanar esa galería después.

Luego se rió mucho en efecto retardado porque había captado apenas lo de los hombres horrendos vestidos de mujer. Alargó la mano hasta él para que le diera una de esas pastillas y hasta dobló los dedos como apurándolo, tal cual estuviera hecha toda una impaciente. Luego se volvió a reír. No sabía si se podría hacer todo eso, pero bah! Ya habría tiempo para todo, eso de hacer planes comenzaba a gustarle demasiado.

Sentí que había metido la pata sacando el tema del mdma que estaba en mi bolsillo brillando como una luciérnaga de la tentación, por que Pearl dudaba y seguro me diría algo como "Llévame a la universidad, pervertido aprovechado" o sus derivas y hasta la miré con cara de "perdóname no sé lo que digo" antes de que se atara el cabello con un hechizo como si una mano invisible le hubiera torcido el peinado en un instante. Nunca antes había visto eso, y me gustó la sensación de que la magia me sorprendiera todo el tiempo, a pesar de yo mismo ser un mago. Mago de varita, no mago de trucos de cartas. También sabía hacer eso, por cierto.

La miré sorprendido por que en efecto no se me había ocurrido la mejor opción. Bueno, sí, para mi era la única opción, era un todo o nada, pero no quería que pensara mal de mi. Me reí cuando estiraba la mano casi con prisa y pensé que no traíamos nada de beber, pero bueno, tampoco era una de esas pastillas enormes de complementos de fisicoculturista.

-Lo siento, no traigo agua. Pearl, esto durará varias horas... ¿Sí lo quieres? Si me dices que no, te puedo llevar al Jojo's o a la National de todos modos. Vas a sudar, se te acelerará el corazón y después sentirás que eres la persona más felíz del mundo, o algo así.

Le hubiera empezado a describir un montón de cosas más. Yo no era asiduo a las drogas químicas, la verdad, pero a los diecisiete me había tomado una de esas pastillas sintiendo que un polvo eferverscente se me consumía en el cuerpo justo cuando el efecto comenzaba y que todos los colores del mundo eran más brillantes. Ninguna experiencia era igual, pero qué importaba. Estaba hasta cierto punto responsabilizándome por la novata. Y si la tomaba, tendríamos que ir obligadamente al Jojos, por que iba a querer bailar. Y yo también.

La calle del restaurante chino no estaba muy concurrida, de hecho tenía más calidad de callejón que de otra cosa. Empecé a reírme por que no sabía de dónde me había sacado esos planes ridículos de ir a ver travestis drogados (nosotros, no los travestis) y se me ocurrió que era sospechoso.

-Oye no me gustan los hombres. Tampoco los hombres disfrazados de mujer, no sé de dónde salió ese plan... pero es divertido. Y no me gustan los hombres.

-Nos hubiéramos robado un vaso de agua del restaurante.

Estaba diciendo tonterías, pero al observar la pastilla se dio cuenta de que con mucho esfuerzo, la podría tragar sin problemas. ¿Qué duraría varias horas? ¿Y qué hora era? Ya estaba oscuro pero ella no traía reloj o más bien, se dio cuenta que el reloj que traía, con ciclos lunares, constelaciones y estrellitas, no funcionaba en el mundo muggle ¡pero qué idiotez!. El “vas a sudar, se te acelerará el corazón” estuvo a punto de provocar que le dijera que no, porque ¿qué chica quería estar toda sudada? Pero luego, la idea de sentirse la persona más feliz del mundo no sonaba nada mal, al contrario. Volvió a suspirar pero la decisión ya estaba más que tomada.

Y ya se la iba a poner en la lengua para tragársela cuando Malik se empezó a reír otra vez. Lo miró preguntándose qué le pasaba hasta que empezó a dar explicaciones de que no le gustaban los hombres. Pearlie no lo pudo evitar, se empezó a carcajear, tanto que se tuvo que tapar la boca con la mano. No tanto por la aclaración, sino por la manera en que lo decía. Le dio un empujoncito con todo el cuerpo.

-Yo no había pensado nada extraño, si no me lo hubieras aclarado jamás lo hubiera sospechado o algo. Si te gustaran los hombres no estarías saliendo con Milena…o bueno podría ser que sí, pero ¡jajaja, te juro que no estaba pensando nada raro!

Se tardó unos segundos más en dejar de reírse como loca y entonces sí, una última ojeada a la pastilla esa para metérsela a la boca e intentar tragarla. Le costó muchísimo trabajo los dos primeros intentos y hasta le preguntó si chupada no tenía el mismo efecto, pero finalmente la logró pasar. Luego miró a Malik esperando que explotara el mundo, pero no pasó nada grave.

-Bueno, te sigo. A Madame Jojo’s. ¿Por qué tienen todos nombres raros? ¿Madame Jojo’s, Lady Gaga? ¿De qué se trata?. Ah y por si te lo preguntabas, a mi sí me gustan los hombres, pero no los horrendos vestidos de mujer.

-Te juro que no la utilizo para ocultar gustos alternativos. Mira, en el Soho el setenta por cien de los tipos que haya son homosexuales, pero es una zona barata, y hay fiesta todo el tiempo. Creo que si me sigo justificando pareceré más sospechoso...

También me estaba riendo, me contagiaba, y eso que todavía no teníamos ningún efecto encima. Yo me la había tragado antes de las carcajadas de Pearl, sin pensar en que pudiera arrepentirse de último momento y tuviera que aguantarme colocadísimo y actuando como idiota. Me reí por que me miraba como si estuviera esperando fuegos artificiales, pero no, esto no era tan inmediato, y así era mejor, la tomaría por sorpresa y eso quería verlo. No paraba de reír con sus preguntas.

-¿Lady Gaga? ¿Dónde escuchaste eso? Te falta Queen of Japan, y Black Rebel Motorcycle Club. Ya sé que te gustan los hombres, Pearl. Y quizás cambies de opinión cuando veas a esos travestis, podrías amanecer con un tipo disfrazado de Divine. ¡Ahh, no sabes quién es Divine! Bueno, luego veremos Pink Flamingos, la película.

Nunca faltaba el obeso con peluca rubia y sombras metálicas hasta las cejas cantando Jungle Jezabel o alguna basura parecida. Y a coro. ¿En qué momento me había hecho de gustos tan coloquiales? Quién sabe, pero por peores que parecieran, esa pastilla haría todo más fácil. La conduje calle arriba y luego viramos a la izquierda hasta llegar a un lugar estrecho y con fila para entrar, un montón de gente rara, un tipo con una estola de plumas rosas y bueno, eso, habíamos decidido ir a pasar la noche a un lugar del Soho donde casi todos los presentes llevarían peluca.

-Pearl, lo primero que haremos será comprar una botella de agua. Sentirás que nunca más en la vida te vas a cansar, pero promete que no olvidarás beber agua. Y también promete que no me cambiarás por ningún obeso con tetas postizas.

No paraba de reírse y sabía que eso no era efecto de ninguna droga, sino de él. Asintió para que dejara de justificarse y de parecer sospechoso pero se seguía riendo mucho.

-A Lady Gaga, pues fue culpa de Shadow y de Aldrich. ¿Queen of Japan? ¡Me encanta el nombre!. Bueno no sé, creo que me gusta más Black Rebel Motorcycle Club. ¿Lo dije bien? ¡Y de corrido! Black-Rebel-Motorcycle-Club.

La película Pink Flamingos le sonó a algo muy diferente a lo que era. Se imaginó inmediatamente a los animales pero ya había aprendido que los nombres de las películas eran más ingeniosos respecto al contenido de lo que ella hubiera pensado de primera impresión. De todos modos no imaginaba que fuera una asquerosidad con un nombre como ese. Tal vez por la referencia de color.

En cuanto comenzó a ver a la gente rara, se quedó boquiabierta como cinco segundos. Luego cerró la boca porque debía verse muy estúpida. Fue un segundo nada más en el que se agarró del brazo de Malik como si se sintiera en un lugar tan extraño que daba miedo pero rápidamente se acopló a la visión y se relajó.

Escuchó sus indicaciones con seriedad, asintiendo a todas primero con los ojos muy abiertos y luego, con otra risotada por lo del obeso con tetas postizas. Se le quedó muy grabado que debía beber agua, aunque todavía no entendía bien por qué.

-Te lo prometo todo.

Alzó la mano derecha en un gesto solemne. Volvió a mirar a su alrededor. Todos eran rarísimos y la mayoría parecían tener la cara restiradísima. Y usaban muchos colores brillantes y más maquillaje que su abuela. Los encontraba extrañamente fascinantes aunque seguro era por la novedad.

-Oich ¿y tenemos que hacer fila? ¿No podemos recorrerla toda corriendo lanzando confundus y ya? Con serpentinas. Y luego entrar como Merlín por su casa.

Era impaciente y no estaba acostumbrada a esperar, pero la opción no era enserio, no quería terminar en el Wizengamot por hacer magia frente a muggles, lo del cabello ya había sido demasiado osado. Sonrió a Malik, la impaciencia no era sinónimo de aburrimiento, con él podía esperar la fila de hombres horrendos vestidos de mujer.

-No, definitivamente no te cambiaré por un obeso con tetas postizas.

Le susurró muy bajito luego de seguirle echando ojeadas a la ropa y el maquillaje de los presentes.

-Aaaaah ¿no pensarán que también soy hombre, no?

Dijo con horror. Tapándose la boca en un gesto dramático y todo.

No creí que hubiera nada más enternecedor que su promesa de niña exploradora, palma abierta frente a mi incluída. Yo también me quedaba mirando a los tipos con todo ese maquillaje exagerado, por las mismas razones que Pearl. No iba a seguir justificándome respecto a los hombres pero podría jurarle una noche entera que no me gustaban si la veía sospechar de mi y mis intenciones de llevarla precisamente ahí. Ahora fui yo quien se carcajeó sonoramente haciendo que un drag queen disfrazado de la mujer maravilla con ochenta kilos de más nos mirara divertidos, como si fuéramos los raros de ahí. Y seguro le caímos simpáticos por que gritó "Los niños vienen conmigo" y no tuvimos que esperar. Eso se llamaba suerte.

-Nadie piensa que eres hombre, eres una niña bonita para siempre, aunque lo quieras ocultar

Eché el brazo por sus hombros para que de paso no pensara nadie que yo estaba "disponible" en ese sentido de disponibilidad y le planté un beso a Pearl enfre frente y cabello para que no quedaran dudas, no hacía falta meterle la lengua a la garganta para demostrarlo, y de todos modos, eso arruinaría la noche si se me ocurría hacerlo. Apenas entrar al Jojo's las luces y la música retro, Rock me Amadeus. Me dio risa escucharlo ahí entre un montón de gente rara. El drag mujer-maravilla le dijo a Pearl que debería pensar en vender su cabello por que lo querría en una peluca estilo Audrey Hepburn. Me reí antes de que el tipo se fuera.

-Oye, te acaban de soltar un halago tremendo. Esta noche será un éxito.

Cumplí la promesa y de la muñeca la llevé a la barra para pedir dos inocentes botellas de agua, que costaron lo mismo que dos inocentes pintas de cerveza, pero en ese momento el alcohol había quedado expulsado de nuestra noche. Se la di y le di un buen trago, empezando a notar que me reía de más, lo sentí en las mandíbulas.

-¿Escuchas eso? ¡Rock me Amadeus! es una obra maestra del pop de los ochenta. Y está en alemán, después se la envió a Immëndorff para que la traduzca.

Respiró aliviada porque nadie iba a pensar que ella también era hombre y le sonrió por lo de niña bonita, también. Notó que eso también la hubiera sonrojado como colegiala unos meses atrás, ahora parecía tomárselo con más naturalidad. También entendió que lo de pasarle el brazo por los hombros era como una declaración y le dio risa así que rodeó momentáneamente su cintura en un gesto de apoyo, soltándolo después para tocar su propio cabello recogido luego de que el hombre que los había ayudado a pasar le hubiera dicho que lo vendiera. Entendió que era un halago, pero no uno tremendo hasta que Malik se lo dijo.

-¿Y quién es Audrey Hepburn?

Le preguntó pero no esperó respuesta inmediata, ya había hecho demasiadas preguntas esa noche, en algún momento al menos una se tenía que perder en el limbo. Ella ya sentía desde el primer minuto en que habían comprado los tickets, que todo sería un éxito. Y no estaba siendo defraudada.

Tomó su botella de agua y le estaba pegando un trago justo cuando Malik decía que le mandaría la canción a Immëndorff y casi escupe el agua por culpa de eso, apoyándose de su mano libre y de toda su fuerza de voluntad para no hacer una tontería. Terminó pasándose el trago y riéndose a destiempo de su chistosada.

-¡Pues suena horrible!

La canción, no le gustaba nada, pero le daba muchísima risa. A veces Gianna también ponía músicas que no se le hacían nada atractivas, pero en sobriedad todo se registraba diferente a como lo estaba haciendo en ese momento. Miró a algunos tipos-tipas que bailaban y hacían unos movimientos tan pronunciados que no sabía si reírse o abochornarse. Notaba que varios tenían un gesto recurrente de cerrar los ojos, enseñando el cargado maquillaje y las grandísimas pestañas. Parpadeó un par de veces, o tal vez muchas veces. Las luces le gustaban, cada vez más.

-Pero vas a bailar conmigo, ¿no? ¿O voy a tener que bailar con ese con corona de princesa y vestido de…princesa corrientilla -¡es azul metálico por dioses!-, que está ahí bailando solo?

-Eres una niña.

Se lo dije negando con la cabeza cuando decía que Rock me Amadeus era horrible y le di un empujón amistoso. No sabía cómo iba ella, pero volví a sentir ese cosquilleo en las plantas de los pies, el de los diecisiete años. Sentí que pronto el tiempo iba a dejar de ser un factor importante y eso me puso nervioso, sólo un poco. No quería subir antes que Pearl por si ella empezaba a sentirse extraña, pero era un hecho que no la iba a perder de vista, pasara lo que pasara. Noté que miraba mucho las luces, quizás también estaba subiendo.

Falco se había terminado pero seguía otra cosa ochentera espantosa para los oídos de Pearl. Más valía que se acostumbrara a ese lugar por que la música sólo iría a peor, ahora sonaba Adam Ant y sus famosos Goody Two Shoes. Si seguía conociendo cada canción que tocaban en un lugar de travestis ni siquiera salir con Milena me iba a salvar la reputación. Por cierto ¿Estaba saliendo con Milena? Eso significaba que mi rubia se lo había dicho a Pearl, y eso significaba que no era el exotismo del muchacho o una frivolidad por el estilo ¿Estaba ya sonriendo demasiado?

-Sí, voy a bailar contigo.
La tomé por los hombros para ir a adueñarnos de la pista, pensando en el azul metálico de la princesa corrientilla pero también en la canción y también en que quería bailar, en que Pearl era demasiado genial y no supe en qué momento habíamos pasado de robar unas palomitas mientras veíamos Long, Stock and Two Smoking Barrels a estar potencialmente drogados en un club de drag queens. Si ocurrían cosas impredecibles erapor que ella las había aceptado, y eso estaba perfecto. También miré las luces mientras Adam Ant cantaba algo como we don't follow fashion, that wpuld me a joke.

-¿Me vas a decir que tampoco te gusta Adam Ant? Estás mal de la cabeza

Agité un poco su cabeza y eso se lo había dicho gritando por que ya apenas si podríamos escucharnos con la música tan fuerte. ¿Era mi impresión o los ojos de Pearl se estaban poniendo muy brillantes?

Se llevó la botella de agua consigo aunque no sabía si era necesario, de todos modos ahí la tenía a la mano, porque le había prometido muy seria a Malik que tomaría mucho agua y no se olvidaría. Seguía un poco pasmada por las luces, que veía brillantes, atrayentes y un poco hipnóticas. Era de los mejores días de su vida, aunque no creía poder contárselo a su madre, por ejemplo. El descubrimiento cinematográfico había sido abrumador y ahora sentía que estaba a punto de tener la diversión del año, bailando y tomando agua rodeada de hombres disfrazados.

Manoteó a Malik en juego cuando le agitó la cabeza y le sacó la lengua antes de decirle a gritos que Adman Ant sí le gustaba, tanto le gustaba que brincaba sin parar y bailaba como le mandaba el instinto porque nunca había bailado algo con un ritmo parecido, así que otra cosa nueva que añadir a la lista de los “ya lo hice”. No sabía si al otro día, cuando la volviera a escuchar, le seguiría gustando, pero en ese momento le pareció de lo más divertida, bailable y simpática.

La mejor parte era que no se preocupaba por si lo estaba haciendo bien, por si así se bailaban esas cosas o si solo estaba siendo toda una ridícula, saltando y moviendo los brazos y la cabeza como le marcaba la música y ya, sin saber si era lo correcto. Dejaba de mirar a Malik por momentos, luego regresaba la vista a él para sonreírle a medias o para hacerle algún gesto tonto, le importaba bien poco. A la gente a su alrededor le importaba bien poco y seguro a él le importaba bien poco. Era un tipo de desinhibición perfecta y precisa.

-Estoy muy muy muy muy muy contenta.

Le gritó también, continuando con sus danzas seguramente desorganizadas. Miró a su alrededor y le dieron ganas de haber llevado también un disfraz, de hacerse uno con magia en el baño o algo así.

-Debería robarle la peluca a alguien, me siento fuera de lugar.

Se acercó para hablarle porque no quería que nadie escuchara sus planes de dominación del mundo de los travestidos.

Lo primero que pensé fue que si le gustaba Adam Ant, eso tendría que ser un claro indicio de que estaba subiendo. Sentí ese burbujeo, como si mi sangre se hubiera transformado en algo efervescente y placentero, subiendo, desde mis pies hasta las rodillas, hasta el estómago, y después se desbordaba, como si fuera un perpétuo escalofrío, pero sin la parte de la sacudida desagradable. Seguía moviéndome con las canciones de los ochenta, sintiéndome muy felíz, más que felíz.

Me llevé la mano a las mandíbulas, por que definitivamente estaba ocurriendo, y no bajaría hasta la mañana siguiente o algo así, estaba tan felíz que ni quería pensar en eso, me daba absolutamente igual, sólo me importaba la música, sonreírle a Pearl, bailar. Y bailar.

-Ah no creo que más que yo, Pearl. De verdad no lo creo. No es posible.

Le di un abrazo medio cargándola mientras la música cambiaba y los tipos disfrazados se veían tan felices como nosotros, o un poco menos, por que seguía pensando que nadie en Londres se sentía tan bien como nosotros. Me reí con lo de la peluca y miré alrededor. Casi todos llevaban cabello falso ahí, lo interesante sería elegir cuál de los cabellos falsos era el mejor. Tomé a Pearl por los hombros y me acerqué para hablar a su oído, con la música no se podía escuchar nada dicho con un tono de voz normal.

-¿Cuál te gusta? A que no te atreves a robarles la peluca...

¿La estaba retando? Pues sí, algo así. Me carcajee por que no pensé que fuera a hacerlo pero si acaso se atrevía (ya se había atrevido a bastantes cosas esa noche) iba a tener que escoltarla para que no se metiera en líos. Que no se metiera en líos... ¿Cómo estaba funcionando mi cabeza? Yo mismo estaba provocando los líos, retándola a hacer tonterías pero me ponía a pensar como hermano mayor en cuidarla siendo que yo la incitaba primero. Solté una carcajada muda por que con la música era imposible escucharla hasta para mi y estiré los brazos hacia las luces, mirando la silueta de mis manos entre un montón de colores.

¿Ya tendría edad para cambiarse el nombre legalmente en el Ministerio de Magia? Porque en caso de que fuera así, quería llamare así, como él le decía. Muchos l habían preguntado si ella se presentaba con el diminutivo del verdadero, pero lo cierto era que no, que sus ridículos padres le habían puesto Pearlie, tal cuál. Y ella lo odiaba, siempre le había gustado más el segundo pero casi nadie lo usaba, Joe lo hacía. Aldrich le decía Pear y le gustaba también. Malik le decía Pearl y al menos en ese momento le parecía perfecto. Pearl, Pear, Felicia.

-QUE SÍ, QUE SÍ, QUE SÍ.

Le gritó como una necia soltando risas y medio abrazoneándolo también. Ya no se molestó en preguntar qué sonaba, porque todo le parecía bien, todo le parecía bailable. En las fiestas siempre había un momento en el que se decía “ash no, esa no”, pero en esa ocasión parecía que no iba a haber manera de que se aburriera de la música o que dejara de parecerle perfecta para seguir saltando y bailando, y pasándosela bien. Suponía que eso no podía ser otra cosa más que los efectos y Malik tenía razón, sentía que no iba a cansarse nunca.

Miró a su alrededor sin dejar de bailotear, confundiendo de pronto las pelucas con las luces. Se talló los ojos y luego trató de enfocar para no confundir tonterías y terminó jaloneándo a Malik para ponerlo en su misma perspectiva mientras le señalaba una peluca horrenda color rosa chicle de Honeydukes con unos picos como…pues extraños.

-Esa, esa, quiero esa.

Todavía no estaba segura de que fuera a atreverse a robarle la peluca a ese hombretón-mujersona. No entendía para nada de que iba vestido el tipo. Antes de hacer nada y como si de pronto lo hubiera olvidado, se quedó bailando un rato más, porque era lo que más ganas tenía de hacer. Le dieron ganas de soltarse el cabello al menos para parecer más demente, pero terminó por no hacer nada cuando se le ocurrió que podía robar la peluca con un accio, o con un wingardium muy bien aplicado.

-¿Puedo hacer magia en estado alterado?

Si nadie se daba cuenta, nada de alarmas encendidas del mundo mágico. Era cosa de ser extremadamente buena en el acto de la discreción. Se rió, tenía la varita a la mano pero todavía no estaba segura. Lo intentó de buenas a primeras, un wingardium hacia la peluca rosa, que se le desacomodó al tipo de la cabeza pero no terminó por volar hacia ella. Soltó una carcajada y guardó la varita de nuevo en su lugar. Sin pensarlo mucho, de nuevo, se acercó hasta el tipo y se medio trepó en un banco de la barra cerca de donde estaba.

-Yo te la acomodo…

El plan era ayudarlo y luego. ZAZ, arrebatarla, dejarlo pelón y salir huyendo. Pero al final terminó sí acomodándosela entre risas y se bajó del banco regresando a donde Karim hecha una carcajada.

-¡No pude no pude! ¡Me iba a matar! Es pelón, pelón, pelón.

No sabía que Pearl estaba reflexionando sobre su nombre, que era tan anticuado que hasta parecía moderno. O estaba mintiendo, por que de tener esa característica la llamaría Pearlie como se debía y no Pearl. Ambos sonaban bien. Todo sonaba bien, me gustaba su nombre, Pearlie Pearl, como fuera, le quedaba lindo, pero todo le quedaría lindo, un nombre espantoso también, le daría cierta contradicción adorable. Nunca había pensado tanto en nombres, en su relación con la gente, salvo esos días en que Angus y yo demasiado fumados nos poníamos a pensar qué nombres iban bien con las caras de la gente que conocíamos.

-Tú deberías llamarte Pauline. Tienes cara de Pauline

Y justo después de que le hubiera visto cara de Pauline a Pear, se decidía por una peluca. Empecé a reír más sin responderle lo de la magia en estado alterado por que nunca lo había intentado. No, sí lo había intentado pero nunca me había salido, era como intentar hacer cosas productivas estando borracho, aunque a veces se lograban unas cuantas. Me quedé estupefacto cuando la veía sacar la varita ¿Eso contaba como hacer magia frente a dos mil muggles travestidos? ¿O no contaba por que nadie la tomaba en serio?

Seguí a Pauline un poco confundido pero con una sonrisa estúpida en la cara hasta que vi que al final se acobardaba un poco. El tipo sólo había enarcado la ceja, sonreído a fuerzas y seguido en lo suyo, bebiéndose algunos shots de Jägermeister como si fueran agua de uso. Fue como si el mundo se pusiera en pausa, y le sonreí a Pearl con cierta complicidad.

-Cobarde. ¿Quieres esa peluca más que nada en la vida?

Y los cinco pasos que nos separaban del pobre tipo y su peluca rosa se hicieron nada, por que se la robé, dejándolo en la red esa que se ponían para atraparse el cabello con algunas horquillas, cosas que había visto en la película Birdcage hacía tiempo y seguían matándome de risa. Causamos un alboroto y no supe en qué momento terminaba en el suelo sintiendo un golpe fuerte en el pómulo, riéndome como un idiota y con la peluca abrazada como si hubiera rescatado a un cachorro de una muerte horrenda.

-¡CRÍOS ESTÚPIDOS, ELLOS... ELLOS FUERON!
Lárguense de aquí, drogadictos.
¡Que me devuelvan mi pelúca! ¡MI PELUCA!

-¡Pauline, no me iré de aquí sin Pauline!

Ya tenía a Pearl tomada de la mano, a los guardias de seguridad forcejeando para que el hombretón no nos moliera a golpes y al final me estaba saliendo con la mía, aunque sentí que la cara me punzaba, y también el trasero por la caída del golpe ¿Me había dado un golpe? No lo sentía. Quiero decir, sentía la reacción del cuerpo pero no me dolía nada, ni siquiera cuando me tocaba el pómulo y lo notaba un poco sangrante. Nos habían echado a la calle, pero no había soltado la peluca. Me empece a reír y me senté en la banqueta sucia, por que si no lo hacía me iba a dar un shock de aguantar la risa y caminar al mismo tiempo, si ese efecto era acaso posible.

Lo de Pauline le llegó como con efecto retardado, pero sí, también le gustaba, así que le podía decir Pauline si le daba la gana. Con su nuevo nombre se quedó medio boquiabierta cuando Malik, vuelto loco le daría esa peluca que ella quería más que nada en la vida. Soltó una carcajada de loca cuando vio la red y las horquillas. Y nada, que entre luces, travestidos y horquillas de pronto Malik terminaba en el suelo. Soltó un gritillo y se acercó a él, o a la peluca, porque quería a salvo las dos cosas. Los gritos del tipo parecían resonar en todo el lugar o para ser más exactos, resonaban en alguna parte específica de su cabeza en la que todo retumbaba. ¿La habían llamado drogadicta? ¿A ella? ¿En serio?. El escándalo se convirtió en carcajada pero estaba bien agarrada de su mano porque no quería quedarse ahí para recibir los golpes fúricos del hombretón de la red.

Ya en la calle, no pudo evitar seguirse riendo aunque al mismo tiempo la recorrió una punzada de preocupación cuando vio la sangre en la cara de Karim. Eso sí, primero le quitó suavemente la peluca y se la puso. Le parecía escuchar todavía la música de adentro del lugar como si siguieran adentro pero debía ser como una ensoñación. Revisó la peluca minuciosamente y luego se la puso sin pensar en gérmenes y piojos, cosa que hubiera hecho en estado natural. Hubiera matado por poder verse en un espejo pero ni siquiera alcanzaba a ubicar algún vidrio o escaparate. ¡Y la herida de Karim!.

-¡Mira nada más tu cara!.

Le dijo como si lo reprendiera, con la peluca puesta y acuclillándose enfrente primero, pero fue tan incómoda la posición que terminó sentándose en la misma banqueta, a un lado. Se jaló la manga del vestido para cubrirse el puño de la mano derecha con él y limpiarle un poco la sangre del pómulo, aunque seguro no era lo más higiénico, ni tampoco seguía ninguna norma de Sanador de San Mungo, ella de todos modos lo hizo con cuidado tal cuál le estuviera haciendo un bien a la humanidad, con todo y la vibrante peluca puesta. Luego le pasó los dedos de la mano izquierda por el borde del golpe.

-¿Te duele mucho?

Le preguntó con el fantasma de la risa. Le preocupaba que por el dolor ya no quisiera ir a enseñarle arte muggle, o ir a bailar a otro lado. Por la mañana ya se quedaría pasmada de que la hubieran sacado de un lugar público casi a patadas, con Malik con un golpe y ella todavía pensando en seguir enloqueciendo.

-Amo mi peluca, en verdad, es el tesoro más valioso. Ahora soy Pauline, tengo otra personalidad.

Las luces de afuera del local, que no eran más que faros, o las que venían de otros edificios, le parecían igual de brillantes y fascinantes. Formaban líneas hipnotizantes en conjunto con las fachadas, se demoró unos segundos mirándolas, para luego volver a Malik.

-Olvidé la botella de agua adentro, se me cayó en algún lado yo creo. ¿Nos vamos a morir por no tomar agua? ¿Te echo un aguamenti como fuente?

Todo fue una especie de vórtice de risas por que no entendí si ya estábamos en la calle o no, las luces me parecían más brillantes que nunca y tuve la horrible sensación de que no iba a poder dejar de reír, que la cara se me estaba deformando de tanta felicidad y en particular cuando veía a Pearl acercándose con la peluca puesta, pensando que le había puesto trabajo a ponerse la peluca antes que a acercarme a mi, maltrecho a causa de cumplirle su deseo, esa peluca rosa con picos que me hizo soltar otra carcajada.

-Mira tu cabello, estás guapísima.

No me quejé cuando me limpiaba la herida por que de verdad mi cerebro no estaba programado para sentir dolor, aunque seguramente al otro día me iba a preguntar cómo diablos no me había preocupado por eso. Vi mi propia sangre en su manga y después una pareja en abrigos elegantes pasaba y nos veía con la pena que se mira a los drogadictos. Volví a sonreír como respuesta sobre el dolor que debía sentir pero no sentía. De verdad, estaba anestesiado y sólo me sentía triunfante por haberle conseguido la peluca ¡La pelúca de un drag queen, nuestro trofeo! No quise seguir mirándola con tanta insistencia por que iba a encontrarla demasiado guapa y conocía ya los efectos del MDMA, de querer amar a todo el mundo para siempre, por que sí.

-Pauline à la plage. Así se llama otra película... y no moriremos, a menos que nos quedemos aquí sentados toda la noche. ¿Qué quieres hacer, Pearl? Ya sé, Bar Fly. Bar Fly. Vamos a Camden, no te quites la peluca, seguro alguien te pide matrimonio... ¿Te has subido al metro?

Movido por la falta de agotamiento que me daba la pastilla, me sentía en mi perfecto elemento. Hasta un paseo de Tottenham Court Road a Camden Town me parecía lo más fascinante del mundo, quizás sólo por que sabía que estaba con Pearl, y también por que estaba muy drogado. Calle arriba perdí la noción del tiempo y hasta pensé que me había aparecido por que caminar no me pareció tedioso, ni cruzar el Soho atestado, el barrio chino, los puestos de cambio de moneda, los casinos de máquinas tragamonedas, el ruido de cada pub por el que pasábamos. Bar Fly. Nada, ni todas esas luces, iban a detenerme.

Me encantó el sonido de mi oyster card en la entrada del metro, abriendo puertas automáticamente para entrar. Entré antes para mostrárselo a Pearl, no por pasarme primero por falta de caballerosidad, Se la tendí para que hiciera lo mismo.

-Vas a viajar bajo tierra. No te quites la peluca.

El detalle de la pareja en abrigos elegantes que pasaba a su lado mirándolos con pena no le pasó desapercibido, pero en lugar de darle una tremenda vergüenza, le provocó algo de risa. Luego de limpiar la herida de Malik se sintió todavía mejor con el mundo, aunque seguramente le faltaban muchos cuidados como un glacius y esas cosas. Al escuchar el nombre de otra película, que incluía el nombre de su segunda personalidad, le dio un abrazo atropellado de loca.

-¡Pero escucha qué bonito hablas el francés!.

¡Y tenía una peluca, no iban a morir, iban a ir a otro lado y alguien le iba a pedir matrimonio!. Y la cereza del pastel era que no se había subido al metro y lo iba a hacer. Malik le estaba dando una sobrecarga de información apabullante pero en ese momento sentía que podía procesarlo todo.

-Ay pero no quiero casarme todavía. Mi marido no me va a seguir el paso.

Dijo como si de verdad alguien fuera a pedirle matrimonio en vez de mirarla raro por llevar esa cosa puesta, que no se quitó como él le había pedido. Ni siquiera combinaba con su ropa, pero no le importaba. Y los picos esos eran horribles. Y había estado en la cabeza de alguien más. Con todo y eso se levantó de la banqueta y se colgó del brazo de Malik para ser guiada por las calles, sonriéndole aunque la mandíbula se le quedara eternamente en ese gesto.

Cada lugar por el que pasaban la hacía girar la cabeza, soltar unas risas. Su curiosidad le parecía tan interminable como su alegría. Se sentía como insaciable, como que efectivamente nunca se iba a cansar e iba a poder recorrer todo Londres en una sola noche, a pie si era necesario, para poder ver las luces, escuchar a la gente hablar como un zumbido cuando pasaba a su lado.

-¿Bajo tierra? ¿Cómo Gringotts? ¿Y cómo le hacen aquí?

No creía que tuvieran carritos locos. Puso atención a como tenía que entrar al metro para que se abrieran esas puertitas al cielo –aunque el cielo no estuviera bajo tierra- pero falló la primera vez y se dio de tope con las dichosas. Una carcajada antes de poder lograrlo y aplaudirse a ella misma por que se abrieron las puertas chicas.

-¡Aaaah, lo logré a la segunda!

Se volvió a agarrar de su brazo pero luego se dio cuenta de que ya estaba siendo Pauline la encimosa y se hizo a un lado, siguiéndolo a la par pero sin parecer una loca. Aunque una loca parecía de todos modos, porque sentía que se movía demasiado, que el cuerpo le cosquilleaba, seguía con muchas ganas de verse con la peluca puesta, de escuchar más música aunque el sonido ambiente también le llenaba la cabeza.

-Me encanta como suena Londres.

Era verdad, el sonido de la gente yendo y viniendo, el eco del andén y el ir y venir de los vagones, los sonidos electrónicos, música que venía de quién sabía donde. Los pasos. Todo sonaba increíble.

Yo me había sentido igual de transtornado cuando estuve en Gringotts por primera vez. Me gustaba pensar que la sorpresa venía de un lado y de otro, o sea, que Pearl podía enloquecer por algo tan trivial como el metro para un muggle, y que yo a los once años casi había tenido un derrame cuando había visto gnomos de Gringotts y cuando veía lo de las bóvedas y los carros. Cosa que para un mago sólo significaba burocracia. Me gustaba ser parte de ambas cosas, me sentía felíz por eso, ridículamente felíz, tanto que sentí que mis ojos brillaban como los de un duende y seguramente así era pero no me causaba ninguna paranoia. No era como fumar hierba y sentir que todo mundo tenía los ojos puestos en uno.

Al contrario, sentía que la ciudad era mía, y de Pauline, que estaba frente a mi mientras seguía pensando en su segundo intento para entrar al metro, nada mal. Para entonces ambos teníamos una cara de felicidad química que no podíamos notar por el mismo estado alterado que llevábamos encima. Había un montón de gente yendo hacia Camden como cualquier fin de semana pero ese día todo me parecía genial. En mi mente cambié un montón de veces de idea sobre lo que haríamos. Pensé que nuestras mentes se habían conectado de alguna manera extraña, y ya no tenía qué decir que sonreía. Siempre estaba sonriendo, tanto que me dolía, aunque no sentía exactamente dolor en ese momento.

-A mi también. Y te gustará más.

La tenía tomada por los hombros para no perderla entre la gente por que había bastante, más en esa dirección. También pensé por un momento en ir a Hoxton pero al final se había instalado en mi mente Camden, era el lugar. No supe qué iba a pensar Pearl de esa serpiente ruidosa que era el metro donde toda la gente se enlataba juntísima y sin conocerse. Pensé que eran como las venas del cuerpo, eso del transporte público. Un montón de cápsulas transportando cosas de un lado a otro. Bueno, gente, no cosas. Había oído un millón de veces la voz grabada que anunciaba las estaciones en el metro pero me pregunté qué iba a pensar Pearl de todo eso. Mind the gap between the train and the plaftorm.

-Te dije Bar Fly ¿Pero sabes qué? Cambié de idea. Tenemos que bailar.

De pronto, cuando la puerta estaba a punto de cerrarse en la estación Mornington Crescent, tomé a Pearl de la mano para que saliera corriendo del metro. Solté una carcajada por que me había sentido Indiana Jones pero no hice la anotación.

-Ahh estoy harto del metro ¿Unas carreras?

Con una mano le indiqué hacia dónde tendríamos qué salir. Tenía ganas de correr y de empujar a un montón de muggles en camino ascendente a las escaleras eléctricas y al frío de la calle por que me estaba muriendo de calor. Si ya me había atrevido a robarle la peluca a un travesti de 90 kilogramos, qué más daba echar una carrera desde los andenes hasta la salida.

El metro se sumó a esas cosas fascinantes que había visto en el día. Además fue un excelente momento para subirse a él porque si hubiera ido en sus cinco sentidos se hubiera sentido un poco histérica de la cantidad de gente y la cercanía en lata, pero ahora le parecía normal, también interesante por como nadie parecía tener reparos en juntarse tanto sin conocerse. Tuvo que tomarle la mano a Malik –una de las que tenía sobre sus hombros- en el interior del metro por acto reflejo porque a pesar de encontrar antropológicamente interesante lo que estaba viviendo, no era como para querer perderse y ver qué pasaba, tampoco.

Cuando habló la voz electrónica miró hacia todos lados, esperando ver a una personita, una cabeza reducida o algo extraño, hablando todas esas indicaciones, pero la voz parecía provenir de ningún lado. No le preguntó nada a Malik, quiso pensar que ya lo averiguaría y por eso miraba a todos lados.

Bailar estaba perfecto, de hecho, sentía que era lo que más ganas tenía de hacer. Seguir moviéndose, alzando los brazos, moviendo la cabeza, dejar que sus pies se separaran del suelo. No tuvo tiempo de pensar más, de pronto Malik la jalaba haciéndole sentir como cuando vas en picada en una montaña rusa. O con eso lo hubiera comparado de saber cómo se sentía una.

-¿Qué te pasa loco?

Le preguntó pero se estaba riendo, acomodándose la peluca del drag queen que se le había escurrido a un lado haciéndola ver más ridícula. Era culpa del bulto de la coleta o eso pensaba, así que se soltó el cabello con un bien aprendido movimiento de la mano, el hechizo no era resistente total ni mucho menos. Lo hizo a pesar de que efectivamente, sentía una ligerísima capa de sudor en la frente y en la nuca. Al sentir eso se acordó de las advertencias de Karim.

Asintió sin dudarlo cuando le dijo que si echaban unas carreras. Vio la dirección que le indicaba y supo que iba a molestar a un montón de gente pero no le importó. Además seguro lo iba a sorprender, porque tenía buena condición, pero siempre la subestimaban con las actividades físicas. En Beauxbatons había tenido buen entrenamiento en varios deportes, sino, se solía aburrir. Pero una cosa era correr concentrada y otra correr como loca y a carcajadas, sobretodo era difícil ir salvando la peluca cada tanto.

Cuando llegó a su destino le faltaba el aire por la risa, pero se sentía bien, demasiado bien. Miró a Karim y luego se llevó una mano al corazón, que iba como a cien millones de latidos por minuto.

-Creo que te gané. Y mira, seguro también te gano en latidos del corazón.

Le tomó la mano y le hizo sentir, para que comprobara que estaba a nada de la arritmia.

-¿Dónde vamos a bailar? ¿Aquí en la calle?

En ese momento pasaron un par de chicas con una cámara muggle que le preguntaron si le podían tomar una foto. Se volvió a reír como loca y aceptó sin ponerse cohibidísima nada más porque no estaba normal. La peluca era un éxito.

-Aaaah, ahora soy famosa, ¿qué opinas de eso, eh?

Sorteamos a un montón de gente en la escalera, yo no usé la eléctrica por que siempre iba demasiado llena pero aún así me las agencié para empujar a unos tipos que me gritaron algo a lo lejos y estaba seguro que de haber ido apenas un poco más lento me hubiera ganado otro puñetazo como el que había dado como cuota para la peluca que llevaba Pearl ahora. No podía creer que no estuviera muriendo de calor, pues la llevaba puesta, estoica a pesar de la carrera, confirmando que esa peluca rosa era lo que más quería en la vida.

Me ganaba, por que yo tal vez fumaba un poco demasiado y me dio un ataque de tos cuando me aseguraba que me había ganado, cosa que yo no iba a discutir. Además, se había saltado la salida del metro tan rápido que no habia necesitado la oyster card para salir, contrario a mi. Con la cara de euforia enferma la miré sabiendo que ella no me iba a encontrar raro por que iba colocadísima como yo y sentí su corazón, en efecto demasiado acelerado. A pesar de la tos no me sentía cansado, es más, tenía todavía más energías, podría hacer una carrera de la salida a los andenes, pero el aire fresco se sentía tan bien en la piel que hasta me daban ganas de quitarme la camisa y andar así por la vida como Finnerty haría si no fuera un tanto incorrecto en toda ocasión.

-Opino que te lo mereces, Pauline.

Sentí que el flash con el que de pronto fotografiaban a Pearl se quedaba vibrando en mis pupilas aún cuando ya seguíamos caminando. No era tarde, así que el Koko todavía no cobraba entrada y tampoco tuvimos qué hacer mucha fila. Ahí no había más travestis a quienes robar la peluca, sólo música, música, música de la que aparentemente no nos podríamos saciar. Además me gustaba el interior de ese lugar, como de un teatro antiguo, y tenían un buen juego de luces. Pero qué decir, en ese estado cualquier luz me parecía maravillosa, la de un anuncio de kebabs, o la de un árbol de navidad, o las lámparas con las que checaban los médicos. O un lumos ¡Un lumos! me dieron ganas de conjurarlo como un glowstick toda la noche.

Ya no era posible ampliar la sonrisa, pero escuchar la canción el mundo me parecía un lugar luminoso, perfecto. Me daba tanta ansiedad sentirme tan bien que era imposible no bailar y bailar, no había otra posibilidad. Eso sí, de nuevo tuve que comprar agua y aunque no tenía sed a pesar de la carrera, le di un buen trago antes de pasarle la botella a Pearl.

-¿Extrañas a los travestidos?

No se había dado cuenta de que ella ya tenía también un golpe en la rodilla, pero no lo iba a notar hasta que volviera a la seguridad del dormitorio de su facultad y se quitara las medias. Un moretón de antología por hacer carreras de loca. Le gustaba como sonaba Pauline, mucho, así que dejó que le siguiera diciendo así, aunque cada vez tuviera más ganas de quitarse la peluca, porque moría de calor. No quería perderla por ningún motivo aunque fuera una posibilidad muy grande el que sucediera.

A ella también le gustó el interior, además estaba muy iluminado. Sonrió de inmediato, si era que en algún momento había dejado de sonreír. Malik compró otra botella de agua y Pearlie le dio el trago necesario, riéndose de nuevo por recordar a los travestidos.

-Sí, al que me hizo el halago que nos dejó entrar, y a la princesa corrientilla.

Pero la gente a su alrededor en ese lugar también le parecía bien. Pronto ya no tuvo necesidad de seguir hablando y hablando y hablando como era su costumbre, sino que simplemente bailaba. La música le gustó mucho más que la que había estado en Madame Jojo’s. Tenía un ritmo diferente, hipnotizante, que la hacía saltar pero que al mismo tiempo la mandaba a ralentizar sus movimientos, a acoplarse a lo que escuchaba. Cerró los ojos a saber cuanto tiempo, pero solo porque tenía la seguridad de que Malik estaba ahí, que no la iba a dejar abandonada en drogas.

Una sensación muy agradable le recorría el cuerpo, la de sentirse segura, contenta y con muchísimas energías para muchas horas de diversión en ese Londres muggle del que cada vez se sentía más enamorada, aunque al otro día se diera cuenta de que las cosas no eran tan simples, ni tan encantadoras ni llenas de amor.

-Esta música me gusta más que todas.

No supo por qué, pero se acordó de cuando había puesto “su canción favorita” en el bar de Angus. Y tuvo la sensación tonta de que esta vez la había vuelto a escoger él, aunque no fuera así, por eso le sonrió mucho.

-Toda la música que escoges es perfecta.

Se lo dijo convencidísima de que así era y que todo lo que Malik pusiera con los poderes de su mente, la iba a hacer bailar al ritmo de las luces, acompañada de toda la gente, con la peluca ahora en la mano pero fuertemente agarrada y unos pies incansables para terminar.