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RADIO UNIVERSITARIA
+9
Loreen Luttrell
Joseph Crawford
Adnan K. Yesenes
Akira Oishi
Adair Brackminster
Peach Finnerty
Aldrich Burroughs
Milou Leloup
Sofie Luttrell
13 participantes
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Re: RADIO UNIVERSITARIA
Lo que inició como un apoyo moral a Sofie y sus deseos de ser periodista mágica quedaron perdidos entre la palabrería de Milou. Él le tenía a Angus un aprecio inmenso que llegaba desde su madre al padre del mismo, tanto por las historias repetidas y reprimidas en casa hasta por aquella admiración que de niño sentía por el licántropo pues al llevarle algunos años apenas y parecer tener tanta resolución respecto a su condición y a lo referente a su vida.
Las cosas parecieron suceder infinitamente rápido, el conflicto se había acrecentado de forma imposible y no intervino porque su compañero de mesa negó con la cabeza cuando estuvo a punto de levantarse porque aquello estaba ya hecho un loquerío, buscó quitar la mirada y mantenerse alejado. No lo lograba, pero debía ser mejor. Ernest sabía de lo que hablaba al decirle que mejor no intervenga, podía defender al licántropo pero no mejor que la pesada de su hermana, sin embargo al no tener una ideología del todo marcada podía escaparse cualquier signo de que no seguía del todo lo enseñado por su madre y eso lo avergonzaba.
Barunka Jentsch les enseñó a sus hijos desde muy pequeños que debían olvidar cualquier tipo de ideas conservadoras porque el hecho de tener sangre considerada mejor por un grupo de retardados no les daba habilidad, inteligencia o un futuro asegurado; sin embargo los chicos Burroughs estuvieron expuestos a más ideas, a las de su familia paterna por ejemplo. Siempre se mencionaba el caso de su tía Frances como un algo trágico que nadie debía repetir, porque su tío Tobías era un sangre sucia pobre, lo peor.
Aldrich no podía hablar por Shadow pero sabía que si bien era algo más ligera de mente para esos asuntos, no tenía en la cabeza el embrollo que él. Aldrich desde que tenía unos cuatro o cinco años llevaba claramente en su cabeza el temor infundado que de no ser conservador su vida sería desgraciada como la de su tía, al crecer y ver a su primo Per ese temor hizo pesar más ese temor infantil, reavivando la idea de que ser liberal era luchar contra todo y todos, era joder el propio futuro. Pero no era conservador, no podía serlo, creía en la igualdad pero no se creía capaz de ser un militante sangriento, además no podía negar que algunas cosas que los conservadores decían le sonaban demasiado lógicas para su gusto.
Encerrado en esas ideas sólo terminó enfocándose en la escena cuando Ayres intervino, pero eso no mejoró los ánimos de nadie. Ver a Peach hecha una loca por el amor a su hermano le sacó una sonrisa amigable hacia ella aunque consideraba que no tenía mucho que ver con su hermano y que por ende no le agradaba. A quien no le sonrió fue a Milou, creyó que su prima estaba loca si pensaba que podrían tener algo, la miró serio esperando que se fuese de una maldita vez. Se levantó entonces para acompañar a Ernest hasta afuera de la cafetería, ya no había nada que hacer allí, buscó la mirada de Sofie para despedirse pero no supo si llegó a verlo. Con Leloup debía hacer algo, estaba loca.
Las cosas parecieron suceder infinitamente rápido, el conflicto se había acrecentado de forma imposible y no intervino porque su compañero de mesa negó con la cabeza cuando estuvo a punto de levantarse porque aquello estaba ya hecho un loquerío, buscó quitar la mirada y mantenerse alejado. No lo lograba, pero debía ser mejor. Ernest sabía de lo que hablaba al decirle que mejor no intervenga, podía defender al licántropo pero no mejor que la pesada de su hermana, sin embargo al no tener una ideología del todo marcada podía escaparse cualquier signo de que no seguía del todo lo enseñado por su madre y eso lo avergonzaba.
Barunka Jentsch les enseñó a sus hijos desde muy pequeños que debían olvidar cualquier tipo de ideas conservadoras porque el hecho de tener sangre considerada mejor por un grupo de retardados no les daba habilidad, inteligencia o un futuro asegurado; sin embargo los chicos Burroughs estuvieron expuestos a más ideas, a las de su familia paterna por ejemplo. Siempre se mencionaba el caso de su tía Frances como un algo trágico que nadie debía repetir, porque su tío Tobías era un sangre sucia pobre, lo peor.
Aldrich no podía hablar por Shadow pero sabía que si bien era algo más ligera de mente para esos asuntos, no tenía en la cabeza el embrollo que él. Aldrich desde que tenía unos cuatro o cinco años llevaba claramente en su cabeza el temor infundado que de no ser conservador su vida sería desgraciada como la de su tía, al crecer y ver a su primo Per ese temor hizo pesar más ese temor infantil, reavivando la idea de que ser liberal era luchar contra todo y todos, era joder el propio futuro. Pero no era conservador, no podía serlo, creía en la igualdad pero no se creía capaz de ser un militante sangriento, además no podía negar que algunas cosas que los conservadores decían le sonaban demasiado lógicas para su gusto.
Encerrado en esas ideas sólo terminó enfocándose en la escena cuando Ayres intervino, pero eso no mejoró los ánimos de nadie. Ver a Peach hecha una loca por el amor a su hermano le sacó una sonrisa amigable hacia ella aunque consideraba que no tenía mucho que ver con su hermano y que por ende no le agradaba. A quien no le sonrió fue a Milou, creyó que su prima estaba loca si pensaba que podrían tener algo, la miró serio esperando que se fuese de una maldita vez. Se levantó entonces para acompañar a Ernest hasta afuera de la cafetería, ya no había nada que hacer allí, buscó la mirada de Sofie para despedirse pero no supo si llegó a verlo. Con Leloup debía hacer algo, estaba loca.
Aldrich Burroughs- Mensajes : 252
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: RADIO UNIVERSITARIA
Adnan Yesenes no tuvo tiempo de salir de la cafetería. Un golpe que seguramente le dolería más que el episkey y el puñetazo de Crawford juntos le golpeó en toda la cara como un rayo. El decano Immëndorff le había cruzado la cara con un movimiento de varita parecido al de un látigo y le clavaba la mirada acerada desde la entrada de la cafetería con el gesto más enfurecido que se le había visto en muchos años.
No solamente se trataba de haber escuchado como se había saltado la autoridad de Joachim Ayres con su palabrerío de niño que creía que no le iban a tocar ni un pelo, sino del golpe que le había dado a Loreen Luttrell demostrando que era uno de esos especímenes misóginos. Un comportamiento como ese era algo que un hombre como Gerhard Immëndorff jamás iba a tolerar dentro de su recinto como un acto deliberado de rebeldía. No se trataba de salvar ideales, ni de luchar por causas, o por la vida frente a alguien, se había tratado solamente de provocaciones, de orgullos y de falsa valentía.
Un siguiente movimiento de varita y el muchacho terminaría con las manos imposibilitadas por grilletes de metal. Si quería ese tipo de aleccionamiento, eso era lo que iba a tener. Tampoco iba a poder soltar ni una sola réplica, porque ni una sola palabra le saldría de la boca. Ya bien podían calificar los métodos de Immëndorff como represivos, pero él no se andaba con tonterías.
-No tienen nada de respeto por su recinto, ni por su carrera, ni por sus profesores, ni por ustedes mismos. No le vamos a quitar puntos a Ogmios, les vamos a quitar la matrícula. Yesenes, usted no va a volver a poner un pie en mi facultad, tampoco en Brigantia. Y no me importa la clase de excusas que tenga para creer que es válido golpear a una mujer, agradezca que ahora mismo no le corto las manos.
Los grilletes se apretaron sobre las muñecas del muchacho, como si de verdad en cualquier momento fueran a convertirse en instrumentos para quitar el miembro de su lugar. Ya no había una decana que pudiera calmar a Immëndorff, ni siquiera Vernice Orlowsky, que lo acompañaba en ese momento. Luego se acercó a Loreen, sin quitarle a Adnan los hechizos de encima, le arregló la nariz de un episkey y la miró con la misma severidad.
-Usted también acaba de perder su lugar en esta Universidad. Creen que lo saben todo, creen que son intocables. Según ustedes las cosas están demasiado mal, entonces no importa lo que pase; no importan los castigos, los puntos, no importan sus profesores. Eso solo demuestra su infinita inmadurez. No les queda más que esperar que de verdad no haya una guerra después de esto porque no están preparados. Todo importa. Cada hechizo que se aprende, cada poción, cada estrategia. Lárguense a aprenderlo afuera si creen que pueden y que lo que hacen aquí no importa. Si este es el comportamiento que van a tener para defender lo que creen, no se merecen ningún lugar aquí.
Ellos nunca habían estado en un campo de batalla, no habían vivido ninguna guerra en su propia piel. Tenían historias y testigos directamente afectados, pero hasta el momento, nada se le había acercado a lo que el pasado había dejado ver. Lo que quedaba claro ahí, era que si acaso era verdad que podía desatarse una y que las cosas se iban a poner peor, no iban a tener la capacidad para afrontarlo.
Y era cierto, si de verdad poco les afectaba ser expulsados como para hacer tonterías, ahí estaban sus resultados. Podían pensar que no importaba, pero una vez afuera, se darían cuenta de todo lo que les iba a faltar.
No solamente se trataba de haber escuchado como se había saltado la autoridad de Joachim Ayres con su palabrerío de niño que creía que no le iban a tocar ni un pelo, sino del golpe que le había dado a Loreen Luttrell demostrando que era uno de esos especímenes misóginos. Un comportamiento como ese era algo que un hombre como Gerhard Immëndorff jamás iba a tolerar dentro de su recinto como un acto deliberado de rebeldía. No se trataba de salvar ideales, ni de luchar por causas, o por la vida frente a alguien, se había tratado solamente de provocaciones, de orgullos y de falsa valentía.
Un siguiente movimiento de varita y el muchacho terminaría con las manos imposibilitadas por grilletes de metal. Si quería ese tipo de aleccionamiento, eso era lo que iba a tener. Tampoco iba a poder soltar ni una sola réplica, porque ni una sola palabra le saldría de la boca. Ya bien podían calificar los métodos de Immëndorff como represivos, pero él no se andaba con tonterías.
-No tienen nada de respeto por su recinto, ni por su carrera, ni por sus profesores, ni por ustedes mismos. No le vamos a quitar puntos a Ogmios, les vamos a quitar la matrícula. Yesenes, usted no va a volver a poner un pie en mi facultad, tampoco en Brigantia. Y no me importa la clase de excusas que tenga para creer que es válido golpear a una mujer, agradezca que ahora mismo no le corto las manos.
Los grilletes se apretaron sobre las muñecas del muchacho, como si de verdad en cualquier momento fueran a convertirse en instrumentos para quitar el miembro de su lugar. Ya no había una decana que pudiera calmar a Immëndorff, ni siquiera Vernice Orlowsky, que lo acompañaba en ese momento. Luego se acercó a Loreen, sin quitarle a Adnan los hechizos de encima, le arregló la nariz de un episkey y la miró con la misma severidad.
-Usted también acaba de perder su lugar en esta Universidad. Creen que lo saben todo, creen que son intocables. Según ustedes las cosas están demasiado mal, entonces no importa lo que pase; no importan los castigos, los puntos, no importan sus profesores. Eso solo demuestra su infinita inmadurez. No les queda más que esperar que de verdad no haya una guerra después de esto porque no están preparados. Todo importa. Cada hechizo que se aprende, cada poción, cada estrategia. Lárguense a aprenderlo afuera si creen que pueden y que lo que hacen aquí no importa. Si este es el comportamiento que van a tener para defender lo que creen, no se merecen ningún lugar aquí.
Ellos nunca habían estado en un campo de batalla, no habían vivido ninguna guerra en su propia piel. Tenían historias y testigos directamente afectados, pero hasta el momento, nada se le había acercado a lo que el pasado había dejado ver. Lo que quedaba claro ahí, era que si acaso era verdad que podía desatarse una y que las cosas se iban a poner peor, no iban a tener la capacidad para afrontarlo.
Y era cierto, si de verdad poco les afectaba ser expulsados como para hacer tonterías, ahí estaban sus resultados. Podían pensar que no importaba, pero una vez afuera, se darían cuenta de todo lo que les iba a faltar.
Última edición por Gerhard Immëndorff el Dom Oct 21, 2012 4:31 am, editado 1 vez
Re: RADIO UNIVERSITARIA
Pensaron que las cosas se iban a tranquilizar con la presencia de un profesor, pero aparentemente esa nueva camada de estudiantes estaba compuesta por un montón de gente que no tenía la más mínima noción del respeto por la autoridad. Si en diez minutos Ayres no enviaba a los causantes del lío, entonces había habido problemas. Lo sabía, con una combinación de lógica e instinto. Se levantó de su gran sillón negro, dejó los papeles que revisaba sobre el escritorio y haciendo sonar sus botas ridículamente altas fue por un pasadizo en dirección a la Cafetería.
En dos frases habían quedado de acuerdo. Apenas entrar en el comedor, la luz parecía atenuarse y toda la cafetería se oscurecía. No era ningún truco para asustarlos, simplemente, con un movimiento de varita, impedía que cualquier aparato muggle pudiera funcionar en el recinto, y cuando eso ocurría en algún punto de la Universidad, la luz parecía cambiar. No quería ninguna clase de escándalo.
Antes que nada, hizo una complicada floritura en el aire, hacia arriba y muy notoria como cualquier hechizo que estaba destinado a cubrir un área grande. Todos los presentes podrían escuchar un chasquido seco y después de eso, una fuerza que juntaría sus muñecas como un magneto, con un leve dolor inicial aunque después sólo los dejaría inmovilizados. Después de ver que ni la presencia de Ayres era capaz de hacerles entender, parecía que estaban exigiendo ser tratados como animales. Todos y cada uno. Así eran las cosas en la Universidad, si uno se comportaba mal, demasiado mal, todos terminarían pagando. Que lo tomaran como un cautionary tale.
No le movió ni un cabello la reacción de Immëndorff, pues le parecía apenas justa para las salvajadas que estaban ocurriendo, y que ya habían ocurrido. Sabía muy bien que Yesenes era un mago con tendencias conservadoras, pero tendría que empezar a aprender de los errores de sus compañeros de causa. La arrogancia de muchos mortífagos había resultado en desacuerdo interno, y el desacuerdo interno había debilitado a un potencial señor oscuro. Casi sonreía con el fervorín sutilmente liberal de Immëndorff, pero sabía mantener las formas. Y respetaba demasiado a su colega.
Aclarándose la garganta, hizo notar que hablaría después del alemán.
-Y como creo firmemente que tantas libertades los están haciendo irrespetuosos, es momento de que sepan que estas no son unas vacaciones subsidiadas por el Ministerio: en adelante NADIE podrá salir del campus cuando le venga en gana. Quien salga del campus utilizando la red flú o trasladores, será inmediatamente expulsado sin excepción. Este es un recinto educativo de alto rendimiento, no un campamento de verano. No hay algo que me importe menos que dar de baja a quien no se tome su educación en serio.
Los miró con la ceja levemente arqueada, uno a uno. No le importaba quién había empezado, ni quién había seguido, no estaba tratando con estudiantes de once años. Más valía que entendieran que las faltas tenían consecuencias. Buscó entablar contacto visual con Loreen Luttrell, para que la escuchara dentro de su cabeza, sus palabras para ella y nadie más.
-Cuídese allá afuera, Luttrell... fuera de estas paredes el mundo puede ser muy, muy frío.
Ella jamás tocaría a un estudiante, al menos no directamente. Por los que estaban fuera podría no tener consideración alguna.
-----------------------
OFF: La regla entra en vigor desde ahora. Pueden continuar posts abiertos fuera de Brigantia, pero cualquiera que sea abierto del 21 de Octubre en adelante correrá el riesgo de ser allanado por la autoridad ON ROL y dejar a su personaje en calidad de expulsado. Se decidirá por dado qué post correrá el riesgo de ser sorprendido, puede que los sorprendamos, puede que no.
En dos frases habían quedado de acuerdo. Apenas entrar en el comedor, la luz parecía atenuarse y toda la cafetería se oscurecía. No era ningún truco para asustarlos, simplemente, con un movimiento de varita, impedía que cualquier aparato muggle pudiera funcionar en el recinto, y cuando eso ocurría en algún punto de la Universidad, la luz parecía cambiar. No quería ninguna clase de escándalo.
Antes que nada, hizo una complicada floritura en el aire, hacia arriba y muy notoria como cualquier hechizo que estaba destinado a cubrir un área grande. Todos los presentes podrían escuchar un chasquido seco y después de eso, una fuerza que juntaría sus muñecas como un magneto, con un leve dolor inicial aunque después sólo los dejaría inmovilizados. Después de ver que ni la presencia de Ayres era capaz de hacerles entender, parecía que estaban exigiendo ser tratados como animales. Todos y cada uno. Así eran las cosas en la Universidad, si uno se comportaba mal, demasiado mal, todos terminarían pagando. Que lo tomaran como un cautionary tale.
No le movió ni un cabello la reacción de Immëndorff, pues le parecía apenas justa para las salvajadas que estaban ocurriendo, y que ya habían ocurrido. Sabía muy bien que Yesenes era un mago con tendencias conservadoras, pero tendría que empezar a aprender de los errores de sus compañeros de causa. La arrogancia de muchos mortífagos había resultado en desacuerdo interno, y el desacuerdo interno había debilitado a un potencial señor oscuro. Casi sonreía con el fervorín sutilmente liberal de Immëndorff, pero sabía mantener las formas. Y respetaba demasiado a su colega.
Aclarándose la garganta, hizo notar que hablaría después del alemán.
-Y como creo firmemente que tantas libertades los están haciendo irrespetuosos, es momento de que sepan que estas no son unas vacaciones subsidiadas por el Ministerio: en adelante NADIE podrá salir del campus cuando le venga en gana. Quien salga del campus utilizando la red flú o trasladores, será inmediatamente expulsado sin excepción. Este es un recinto educativo de alto rendimiento, no un campamento de verano. No hay algo que me importe menos que dar de baja a quien no se tome su educación en serio.
Los miró con la ceja levemente arqueada, uno a uno. No le importaba quién había empezado, ni quién había seguido, no estaba tratando con estudiantes de once años. Más valía que entendieran que las faltas tenían consecuencias. Buscó entablar contacto visual con Loreen Luttrell, para que la escuchara dentro de su cabeza, sus palabras para ella y nadie más.
-Cuídese allá afuera, Luttrell... fuera de estas paredes el mundo puede ser muy, muy frío.
Ella jamás tocaría a un estudiante, al menos no directamente. Por los que estaban fuera podría no tener consideración alguna.
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OFF: La regla entra en vigor desde ahora. Pueden continuar posts abiertos fuera de Brigantia, pero cualquiera que sea abierto del 21 de Octubre en adelante correrá el riesgo de ser allanado por la autoridad ON ROL y dejar a su personaje en calidad de expulsado. Se decidirá por dado qué post correrá el riesgo de ser sorprendido, puede que los sorprendamos, puede que no.
Vernice Orlowsky- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 03/09/2012
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