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Mensaje por Pearlie F. Burroughs Jue Oct 18, 2012 7:14 pm

Era de noche, ya habían terminado las clases. Por una vez y anticipando que el profesor ya se iba a recuperar de su fiebre, no tenía tareas que hacer, seguramente porque estaba bien de ensayos y trabajos sin una clase tal cuál. Por cierto que sí que le habían regresado algunos trabajos y en todos había sacado buena nota por el momento a pesar de que había pasado mucho tiempo con la mente en otras cosas, todo fuera dicho. Y todas eran en cierta medida, bastante malas. Lo de Dan Cleverley estaba muy jodido y tal y como se lo había prometido a Aldrich, le había mandado a Regina unas flores bonitas y una notita con el pésame. Las cosas que habían pasado eran tonterías a comparación como para no tener un buen gesto.

Ahora que tenía la noche libre no sabía qué hacer. Iba a llamar a Sofie por el espejo comunicador para quedar y salir a algún lado pero para eso tenía que ir a su habitación por él. En eso estaba, poniéndose de vuelta las zapatillas que se había quitado para poder subir los pies al sillón mientras platicaba con una chica de leyes que iba un año adelantada, pero de la que ya se había aburrido. No sabía cómo decirle que mejor se iba a contactar a su amiga de periodismo para pedirle que se vieran ahí, sin verse grosera, pero dejó de pensarlo cuando vio a Joe Crawford entrar por la puerta del salón.

Tenía que salir de ahí apresuradamente. Ya no importaba el espejo, ni las no groserías con la chica de leyes, ni nada. Solo irse a su habitación y esperar a que él se largara. Todavía sentía fresco lo de Benjamin, ni hablar de lo que le había dicho a Milou, entre otras cosas. Se había preocupado mucho la noche de luna llena, pero tenía que volver a entrar en sus casillas.

-Lo siento, me tengo que ir.

Se puso rápido los zapatos. No había mucha gente como para que él no la viera, pero si corría lo suficientemente rápido, pues huida exitosa. En realidad terminó siendo torpe, chocó con un taburete y se pegó en el dedo chiquito del pie. Soltó una maldición y se medió sentó en el brazo de uno de los sillones, quitándose la zapatilla derecha para sobarse el pie. ¡El golpe era más fuerte que sus ansias de correr!.
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Mensaje por Joseph Crawford Jue Oct 18, 2012 8:05 pm

Tenía que encontrarme con Ivan Estrada lo antes posible esa misma noche, y tenía que hacerlo porque él era un pardillo brillante que prácticamente no se perdía clase alguna a la que pudiera asistir, y como tal, era perfecto para ayudar a actualizarme un poco. Como ya seguramente sabrán, las cosas en Brigantia estaban bastante chungas estos últimos días, tan chungas que la tensión se respiraba como puto gas mostaza en el aire.

Por mi parte, no me había quedado más que insistir a Gerhard Immëndorff que no se doblegara ante los argumentos de quien quisiera meter a Angus en una jaula, había estado también visitando bastante seguido a Finnerty que no podía con su jodida culpa, y como no… también había estado visitando a Damien Holland para conocer sus opiniones respecto al posible regreso de los mortifagos.

Pero mientras toda esa mierda sucedía, también estaba la Universidad, la carrera y las materias en las que me había registrado como oyente, las cuales sinceramente había desatendido de forma demasiado grave a causa de los sucesos recientes, y era por eso mismo que necesitaba encontrar a Estrada y su increíble capacidad para retener información. El pequeño cabrón, estudiante de leyes, me debía unos cuantos favores, y dudaba mucho que se fuera a negar, así que me bastaba con volver a la facultad después de clases y esperar a que el chico volviera de hacer sus deberes o cualquier mierda que hiciera los jueves en la noche.

Cuando entré al salón de convivencia di un vistazo en general, y con lo primero que me encontré fue con Pearlie Burroughs… ¿escondiéndose? Si cojones, que la chica agachaba la cabeza y se iba casi volando como si hubiera visto a la cosa más insoportable sobre la faz de la tierra. Esa cosa jodidamente insoportable probablemente… era yo. Las cosas no estaban bien con Pearlie, no después de todo lo que había pasado hasta el momento, y aunque durante esos días aquello fuera el menor de mis problemas, simplemente no podía dejar que el asunto continuara así.

La muy idiota al intentar huir, chocó contra un taburete y soltó una maldición que todos los que estábamos presentes logramos escuchar. Reí y negué con la cabeza (probablemente la primera vez que reía desde… ya saben), y luego me acerqué caminando hacia donde se encontraba sentada llorando por su pie. No crean que no me sentía culpable por haberme estado follando a Jet Greenwood mientras me pasaba los días pensando en Pearlie, pero joder qué puedo decir…

-¿Todo bien?, me pareció ver que huías de algo… no será de mí, ¿o sí?, no creo ser un puto peligro…-

Su amiga Milou me había hecho pasar algunos momentos bastante desagradables, pero Milou no era Pearlie, y de verdad quería buscar arreglar las cosas con ella cuando menos para que... justamente no terminara echándose a correr cada que entraba al mismo lugar donde ella se encontrara como si yo tuviera la puta peste. Saqué mi cajetilla de cigarros y también un mechero que de hecho le había quitado ya hace un buen rato a Regina y no le había devuelto porque bueno... no encontraba el momento para decirle "hey me lleve tu mechero joder, toma".

-¿Y entonces? ¿Quieres hablar o ya nos vamos a tratar como perfectos desconocidos? ¿Quieres un cigarrillo?-
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Mensaje por Pearlie F. Burroughs Jue Oct 18, 2012 8:49 pm

Bueno, aparte de la vergüenza eterna y universal por el golpe en su intento de huida, estaba el hecho de que de verdad no quería hablar de cosa alguna con él porque lo único que tendría para decirle eran reproches y cosas que en realidad no le quería decir, pero que sentía necesarias para no caer en lo mismo, de estar pensando en él, de sentirse como una tonta. De hecho seguía pensando en él pero ahora intentaba hacerlo siempre de forma negativa porque era lo más sensato. A veces funcionaba, a veces no.

Alzó la vista hacia él pero seguía sobándose el pie. No le contestó inmediatamente aunque sí había sido muy obvio que huía de él y hasta musitó un “sí eres” respecto a que era un “puto peligro”. Frunció los labios, ahí estaba de nuevo el tache enorme del lenguaje, aunque también recordó que ese mismo detalle le había hecho sonreír cuando lo había comparado con Karim en el cine con el tipo rudo que le había gustado de la pantalla. Se contradecía a sí misma, pero intentaba que no se notara.

-No tengo idea de qué quieras hablar, no tenemos nada que decirnos.

Le dijo tajante, dejando de sobarse el dedo chiquito del pie aunque todavía le dolía. Claro que para todos era más fácil que se trataran como perfectos desconocidos. Regina tenía razón, lo que había pasado en su casa era culpa suya, por necia, por aferrada, a pesar de saber que eso no estaba nada bien. No quería alzar la mirada otra vez porque seguramente flaquearía pero al final terminó haciéndolo. Lanzó un hondo suspiro y asintió por fin.

Caminó hasta la salida del salón de convivencia. Hacía algo de viento y por eso se amarró el cabello con un hechizo, para que no se le fuera a la cara todo el tiempo. Sentía de nuevo una especie de nerviosismo pero no era ni por asomo parecido al que había sentido las primeras veces que había estado cerca de él. Ahora se sentía mucho más segura de sí misma, no sabía si él podía notarlo, pero así era. El nerviosismo era porque ya no sabía qué esperar de él, en palabras violentas. Alargó la mano para que le diera el cigarrillo prometido.

-Mira Joseph. Antes de que vayas a decir cualquier cosa. No me gusta tu actitud. No me gusta tu lenguaje, no me gusta cómo llamaste a Milou, no me gusta como golpeaste a Benjamin, no me gusta lo que todo mundo dice de ti. No puedo estar contigo, ¿entiendes? No creo que…

Tomó aire porque todo eso le estaba costando un trabajo enorme pero tenía que hacerlo de una buena vez.

-…no creo que tengamos nada que ver el uno con el otro, ni que pueda salir nada entre tú y yo. Si lo que quieres es meterme la mano bajo la falda, dímelo y ya, con suerte te doy permiso, pero no…ya no quiero hablar contigo, ni saber nada. Eres detestable y no quiero estar romántica ni amistosamente cerca de un tipo como tú.
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Mensaje por Joseph Crawford Jue Oct 18, 2012 9:25 pm

Me encontré con una Pearlie Burroughs un tanto diferente a la que había conocido en un principio, y poco a poco me daría cuenta de ello conforme pasaran los minutos. De momento lucía algo… ¿más grande?, no sé joder, no sé cómo explicarlo bien, pero el punto es que ya no era la misma niña tímida y frágil a la que había abordado en este mismo salón de convivencia hace tan solo un par de meses, parecía ser más dura… más segura y prácticamente sin un asomo de ese nerviosismo que la había caracterizado en nuestros primeros encuentros.

Lo primero que hizo fue soltar una negativa obvia, después de todo no se podía esperar otra cosa siendo que prácticamente habíamos dejado de hablar por completo después de lo que había sucedido en Hogsmeade y tal. Luego asintió con la cabeza, como resignándose a tener que lidiar conmigo una vez más, así literal, y noté en ella un pesar real, un cansancio que en ese momento me pareció tan palpable como cualquier otra cosa que hubiera sentido de ella en ese nivel de intensidad. Pero a pesar de ello, en ese momento decidí pensar que no era más que una puta fachada para hacerse la infranqueable, tal vez a causa del consejo de alguna de sus amigas pijas o algo así… pura mierda barata. Eso pensé y definitivamente ese fue mi primer error.

Ambos salimos de la facultad y encendí ambos cigarrillos. Me quedé en silencio porque, acertadamente, adiviné que sería ella la que comenzaría a hablar, y no pude hacer otra cosa más que arquear las cejas y contener el humo del cigarro después de la primera carta lanzada por la estudiante de leyes. En resumidas cuentas, decía no gustarle prácticamente nada de mí, y lo decía de una forma tan fría y tan severa que simplemente ya no podía pensar que eso fuera una jodida fachada, de verdad lo estaba diciendo, y era tan puto hiriente no tanto por la gravedad de las palabras… sino más bien por lo que significaban en su contexto y lo contrarias que eran a lo que había esperado de ella.

La cereza en el pastel fue la segunda ronda de artillería, y esa en particular se convirtió en una loza absurdamente pesada, escandalosamente humillante. Estaba cerrando la puerta brutalmente, de tal forma que incluso se atrevía a proponer que le pidiera tocarla para terminar con todo de una puta vez; y no sé si era una mezcla de todo, no sé si era Angus o el mal humor o el sueño o todo el montón de mierdas, pero sentí como si Pearlie Burroughs se hubiera convertido en una perra burlona que disfrutaba de meter la mano en mi pecho y estrujarme el puto corazón. Porque sí joder, ¿ya por qué cojones negarlo? ¿o para qué engañarnos con mierda orgullosa?, la quería… quería a esa pija de mierda y anhelaba que me mirara con otros ojos, con esos mismos que había podido ver tiempo atrás, al principio cuando todo había comenzado. ¿Dónde mierda estaba ella?...

-¿Pero quién coño te crees para decirme toda esa mierda?, ¿quieres saber la puta verdad?, ¿ah?. Te quería joder, de verdad te quería como no tienes idea… probablemente piensas que no era más que un bastardo que solo quería follarte y tal, y puede que haya un poco de eso… porque no, pero llegué a quererte como a nadie, y estuve dispuesto a luchar por lo que pudiera pasar entre tú y yo.-

Me sentía furioso, me acerqué y le arrebaté el puto cigarrillo para luego lanzarlo a cualquier parte y acercarme peligrosamente, pero no precisamente en un abordaje de erotismo salvaje ni esas mierdas. Ese en particular era un acercamiento violento y nada más, era buscarle la mirada y verla con esa rabia que sentía desbordarse, era soltarle todo ahí en la puta cara para que se enterara de una buena vez lo que me pasaba por la cabeza, y ni siquiera pensaba que cualquier cosa pudiera decirle sería suficiente. Estaba herido joder, o más que herido… porque hasta donde yo recordaba, esa era la primera vez que me pasaba algo así, nunca antes me había sentido como me sentía y nunca jamás me habían tratado como Pearlie Burroughs lo estaba haciendo, así que ya daba igual las fachadas o lo que fuera, si ella estaba siendo completamente seria en lo que escupía de su puta boca pues yo también, así sucediera lo que fuera.

-¿Pero qué pasa?, que no eres más que una niñata idiota que no tiene ni puta idea de nada, que va por ahí con su jodida vida cómoda… sin importarle una mierda las demás personas. ¿Crees que puedes venir y lastimarme?, ¿crees que no te merezco por ser como soy?, ¿por hablar como lo hago?. Entérate, más bien eres tú la que no vale la pena, eres tú la que no merece ni el más mínimo esfuerzo. Me importa un carajo lo que pienses de mí, o lo que las putas de tus amigas digan de mí, al menos yo sé lo que soy… y no me disfrazo como tú-


Y pues ya estábamos ahí, para bien o para mal.
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Mensaje por Pearlie F. Burroughs Vie Oct 19, 2012 2:42 am

Sintió de inmediato como su respiración se comenzaba a agitar a cada palabra de Joe. Había salido de la facultad muy segura de si misma, alzando la barbilla, viéndolo fijo. Pero ahora que estaba ahí enfrente de él, escuchándolo, era muy difícil mantener esa fachada. Dispuesto a luchar, pero en tiempo pasado. Apretó los labios y le mantuvo la mirada de todos modos pero era terriblemente difícil y lo fue todavía más cuando se le acercó, de una manera muy distinta a como lo había hecho antes, le quitaba el cigarrillo de las manos y lo aventaba a saber dónde. Dio unos pasos hacia atrás y las piernas le temblaron. Lo miró con miedo aunque hubiera deseado no hacerlo, o que él no se diera cuenta pero seguramente fue demasiado obvio.

Cuando terminó su discurso, tuvo que pegarle. Una bofetada fuerte, muy fuerte, lo más fuerte que pudo. Estaba herida también por muchas razones. Porque nadie le había hablado así antes, diciéndole que era una idiota, porque le había dicho que lo había lastimado y eso le dolía, por decir que no valía la pena, por llamar putas a sus amigas, por decirle que se disfrazaba, por todo.

-Te odio, te odio muchísimo.

En parte porque tenía razón y ella lo sabía. Él era quien era y no le importaba, lo sabía y lo llevaba con orgullo, era él y punto. Ella en cambio estaba descubriéndose apenas, esa podía ser por el momento su mejor cualidad pero también su peor defecto. Y sabía de su propia doble moral. Podía salir al cine con Malik sin problemas pero entregarse a Joe le costaba porque sentía algo extraño por él, y por eso era peligroso. Y tenía que borrar eso, sacarlo de dentro con todas sus fuerzas.

Sollozó, no pudo evitarlo. Se sintió tan tarada que se talló los ojos y se limpió violentamente después con el dorso de la mano las lágrimas que ya no pudo detener. Lo sentía perdido y quiso lanzarse sobre él, llenarle la cara de besos, pedirle que la perdonara por decir esas cosas horribles, pero lo único que hacía era llorar, ninguna de esas otras cosas.

-¿Eso era lo que querías hablar conmigo? Pues muy bien, ya lo soltaste. Ahora no quiero que me dirijas la palabra nunca, nunca más en tu vida. No entiendo tu manera de querer y en todo caso prefiero que no me quieras. Si para valer la pena para ti tengo que convertirme en una idiota que soporte tus tonterías y que me hables así cada que se te de la gana, prefiero estar bien bien lejos de ti. Prefiero no ser nada.

Volvió a sollozar, más fuerte. Se volvió a limpiar las lágrimas y cada vez iba sintiéndose más y más estúpida. No sabía cómo decírselo, que le encantaba, que moría de curiosidad por todo lo que significaba, que ella sentía algo también pero que todo le era muy complicado, que pedía demasiado, que exigía demasiado. Que con todas las letras la habían criado diciéndole casi todos los días de su vida que era “como la flor que crecía en el pantano” y que no, que no quería empantanarse. Que le temía, pero que ese temor era también parte primordial de su atracción, y al mismo tiempo, no quería temerle porque no debía haber razones. Que sí, moría de amor cuando él hacía algo por ella, aunque fuera algo loco, y que quería volver a sentir sus labios entre los suyos. Que le provocaba tantas contradicciones tan nuevas a su vida, que prefería tenerlo lejos antes de hacer una tontería. Volvió a tomar aire y negó con la cabeza, mirándolo mientras apretaba los labios para aparentar furia, no tristeza extrema ni flaqueza como lo que era. Ponerse el disfraz, tal como él había dicho.

-Solo déjame en paz.
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Mensaje por Joseph Crawford Vie Oct 19, 2012 4:52 pm

El asunto de abrir la boca con la cabeza caliente es que nunca sabes lo que eres capaz de soltar en el peor de los momentos, y resulta todavía más grave cuando lo ves en perspectiva, cuando recuerdas lo que has dicho y lo repites en tu cabeza hasta darte cuenta que joder, la has cagado. A veces te das cuenta de ello horas después, ya cuando estás en algún otro puto lado y tal, pero hay otras ocasiones, como esa en particular, en la que te das cuenta de inmediato.

Y me di cuenta, de hecho, justo después de que su mano cruzara mi cara con una fuerza salida de no sé dónde diablos. No es que no fueran verdad… es decir, seguía pensando firmemente que lo que le acababa de decir no era otra cosa más que la puta verdad, pero la forma de decirlo había sido… joder ya lo han visto, todo estaba resultando más terrible de lo que uno podía pensar que se iba a poner, y lo peor de todo ese asunto era que, de alguna forma, sentía que poco a poco las cosas entre Pearlie y yo se ponían jodidamente imposibles.

De cualquier forma la miré con odio prácticamente por puro orgullo, y a cambio ella lo expresó en palabras pero no tanto físicamente como en un principio se había mostrado. Parecía estar temblando, a punto de llorar, pequeña y tímida como se había mostrado en un principio, y entonces me di cuenta de que me dolía verla así, me di cuenta de lo imbécil que estaba siendo y de lo mucho que me hería, todavía más, verla de ese modo, temerosa a lo que yo pudiera hacer o decir, como si no fuera capaz de dar otra cosa que no fuera puto dolor. ¿Era eso lo único de lo que podía ser capaz entonces?, ¿justo a la persona que más me importaba?

¿Pero entonces qué coño hacía?, de alguna manera algo dentro de mi quería aferrarse a cualquier cosa y no pensar en que, de forma definitiva, lo único que podía hacer era dejarla ir. Pensaba y me imaginaba haciéndolo y me resultaba algo completamente imposible, y no tenía ni puta idea de cómo hacer para sentir lo contrario ni de cómo manejarlo; tampoco me sentía capaz de ser diferente para ella ni tratar de cambiar una mierda de lo que era, ¿y entonces qué?, sentía que ya no éramos capaz de sostener toda esta mierda, y que lo único que podía suceder era que todo empeorara. Escuché sus palabras y volví a sentir rabia, ya no tanto por ella si no por mí, por entregarme a esa desesperación y no saber qué decirle ni cómo hacer para que se callara, para que dejara de decir que ya no me quería ver, para que dejara de insistir que la dejara en paz, porque simplemente no podía.

Entre esa desesperación, levanté la mano hacia arriba como si estuviera a punto de golpearla, y juro por todos los dioses que estuve a punto de hacerlo. Pero en lugar de eso, entre sus sollozos, me lancé sobre ella, tomé su rostro con ambas manos y la besé, como si con esa tontería fuera capaz de convencerla de que estaba mal, de que realmente no me quería lejos ni fuera de su vida, como si un puto beso fuera suficiente para solucionarlo todo aunque supiera que no era así.

-Pues no, no te voy a dejar en paz. ¿Quieres saber algo?, desde que me abriste la puerta para conocerte, desde que aceptaste ser parte de mi vida, te jodiste. Ahora ya no puedes sacarme, ya no puedes alejarme de ti… mírame joder, ya no puedes. Ahora soy parte de tus días, soy parte de tu mente y de todo lo que te rodea, soy Joseph Crawford… y óyelo bien, este nombre va a estar contigo mucho tiempo, quieras o no. ¿Entiendes lo que estoy diciendo?, voy a estar aquí. ¿Qué pena, no?...-

Y entonces me reí. No, no me reí… era un puto sonido gutural que intentaba asemejarse a una carcajada, era una especie de risa desesperada de quien ya no puede perder nada más. Y ciertamente era algo parecido, ya no podía perder más dignidad de la que ya había perdido, estaba actuando como un puto demente, como un sucio psicópata que no puede estar sin ver la cara de esa chica que tanto le gustaba. ¿Y qué cojones?, ¿a quién le importaba si era así o no?, ¿Quién se iba a atrever a juzgarlo o a decirme que no era lo correcto?. Aquí se hacía lo que a mi se me daba la puta gana, y si en ello entraba joderle la existencia a Pearlie Burroughs hasta que se rindiera entre mis brazos, pues que así fuera y punto.
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Mensaje por Pearlie F. Burroughs Vie Oct 19, 2012 5:28 pm

Cuando vio la mano de Joe levantarse para pegarle, aguantó a respiración, cerró los ojos, alzó los hombros y giró la cara con rotundo terror. Alguna parte de ella había esperado algo así pero también había creído que no sería tan capaz de pegarle. Si lo hubiera hecho, si se hubiera atrevido a tocarla, seguramente le habría puesto las cosas mucho más simples pero en lugar de eso sentía las manos de Joseph sobre su rostro y luego la besaba. Ella lo tomó por las muñecas pero no era para alejarlo, sino un gesto reflejo de necesidad, de tocarlo. Luego también le tomó la cara con ambas manos, después el cuello. Estaba loca porque no tendría que haber hecho eso. Y cuando se separó de él supo que había cometido un error grave no solo por dejarse besar sino por la manera en que le había correspondido y lo había tocado.

Iba a decir algo pero se vio interrumpida por él. Lo que decía no era otra cosa que una sentencia clara; que no la iba a dejar en paz, que ella nunca dejaría de pensar en él, que nunca lo podría sacar de su vida. Era la declaración de amor más intensa que había recibido nunca y al mismo tiempo la más aterradora. Negó con la cabeza como si acaso él le estuviera dando la oportunidad de negarse, pero ya le había dejado muy claro que no, así fuera solo por hacerle la vida imposible, él iba a estar ahí.

-Por favor. ¡Ya te dije que no, solo déjame en paz!.

No solamente le daba pánico Joseph, todo fuera dicho. Le daba pánico también que alguien saliera de la facultad o fuera llegando y viera toda esa escena. Le hablaba fuerte pero trataba de no gritarle. No quería que eso llegara a oídos de alguien indebido, no quería hacer eso más grande de lo que ya era. Como fuera para ese punto tenía la sangre hirviendo de rabia, de miedo, de una excitación que definitivamente no era normal y no debía ser sana.

Contradiciéndose un poco, se volvió a acercar a él. También quería pegarle, decirle otra vez que lo odiaba y que se le clavara bien en la cabeza, porque pensaba que si seguía apelando a eso, él terminaría por mandarla al diablo tarde o temprano. Seguía sollozando cuando en vez de hacer lo que mandaba la cordura y lo que era necesario para acabar con todo eso de una vez por todas, según su perspectiva y a pesar de la sentencia de Joseph, terminó por tomarlo por las solapas de su camisa y acercarlo a ella para besarlo otra vez, sin calma, sin paciencia y sin el romanticismo que ella siempre había buscado en los besos. No había nada ahí de eso más que una necesidad física, dolorosa y con el mismo sentimiento terrible de que todo eso solo podía ir a peor, que no podía estar con él.

Besarlo era una confirmación de lo contrario a ojos de cualquiera, ella solo quería sacar la angustia que le provocaba de ese modo. Si él se atrevía a hacerla dudar, a espantarla y a decirle esas cosas horribles, ella le iba a jugar al contrario, aunque también lo hacía porque lo deseaba, con todas sus fuerzas. Se separó de él solo para tomar aire pero volvió a besarlo inmediatamente después. Cuando lo soltó estuvo a punto de empujarlo, pero solo se separó lentamente.

-Haz lo que te de la gana, solo aléjate de mi.

Se lo dijo con firmeza y se dio la vuelta para meterse a la facultad de nuevo antes de que sucediera alguna desgracia, sin mirar atrás. Ya estaba bien de comportarse como tonta.
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Mensaje por Joseph Crawford Vie Oct 19, 2012 6:21 pm

Si algo me ha caracterizado en toda mi vida, además de todas esas putas cosas negativas que cualquiera pueda enlistar, es que jamás he sido un jodido hablador. Con esto me refiero específicamente a que lo que le acababa de decir a Pearlie iba muy en serio, por muy demente que suene o patético o lo que sea, así iba a ser y ya no me importaba un carajo si ella estaba de acuerdo o no, sí aquello le aterraba y pensaba en pedirle ayuda a quien mierda fuera o cualquier cosa que se le pudiera ocurrir. Bien podía molestarse en llamar a sus primos, a Aldrich o a Per, a toda su familia, a los aurores, a los mortífagos o a la puta interpol; ninguno de ellos iba a evitar que me quedara ahí con ella y para ella, con o sin su permiso.

Y también es cierto que jamás me había comportado de esa forma a tales magnitudes, y eso era principalmente porque nunca nadie me había despertado tal necesidad. Hasta donde yo recordaba, todas las chicas que habían pasado por mi vida me habían terminado por importar un carajo, incluso la propia Peach. La cosa es que Pearlie, en algún momento que sinceramente no ubicaba, se había convertido en parte fundamental de todo; entre todos los problemas y toda la mierda que existía a nuestro alrededor, era ella en quien siempre terminaba pensando al final del puto día, era ella la que siempre estaba presente. Pearlie Burroughs se acababa de convertir en una puta necesidad de la cual me era impensable despejarme por mucho que ella misma lo pidiera, o por mucho que yo mismo lo tratara de evitar. Así eran las cosas y no había remedio en tratar de cambiarlo.

Pero ahí estaba, esa increíble capacidad que tenía Pearlie Felicia Burroughs de dejar todo más confuso de lo que ya estaba. Había sentido su respuesta favorable al primer beso, reteniendo mis brazos y tocando mi cuello en lugar de forcejear, intentar alejarme o morderme los putos labios. Más aun, después de que le soltara aquella mierda venida de alguien que ha perdido toda capacidad para razonar, la chica terminó por sujetarme fuertemente de la camiseta y besarme, esta vez con una puta ansiedad tan grande como la mía, entre desesperación y sollozos, entre toda aquella situación que no terminaba de cuajar ni convences ni nada, pero que continuaba quemándome por dentro y deseando arrancarle la ropa y follármela hasta matarla. Me soltó, respiro, me besó de nuevo y me volvió a soltar, pidiendo por enésima vez que la dejara en paz de una buena vez.

-Pues haré lo que quiera joder, lo que yo quiera-

Jalé de ella antes de que pudiera meterse al salón de convivencia y volví a besarla, rodeándola con ambos brazos para que no pudiera soltarse de ninguna forma y arrinconándola contra la pared de la entrada, estrechando mi cuerpo contra el suyo completamente incapaz de pensar en otra cosa que no fuera estar con ella de la forma que fuera. Entre toda esa locura, mi mente alcanzó a distinguir la situación y saqué la varita mientras mis ojos lanzaban una fugaz mirada al bosque de Andarta.

-V…-

En un parpadeo, ambos aparecimos a mitad de camino entre la facultad y el bosque, entonces jalé de ella con o sin resistencia, sin decir una puta palabra ni dejando que mis oídos pusieran atención a cualquier cosa que ella pudiera decir. Sentía su resistencia, pero al mismo tiempo estaba seguro que todo su cuerpo pedía exactamente lo mismo que el mío, y pensando en ello llegamos hasta los linderos del bosque. Me sentía como un jodido criminal, como una bestia que estaba a punto de tomar posesión de algo que no le pertenecía, y probablemente ella pensaba que estaba a punto de violarla para luego descuartizarla o algo así. Algo dentro de mí pedía exactamente lo mismo aunque no lo crean… algo muy oscuro y al mismo tiempo más brillante que cualquier puta cosa existente.

La llevé hacia un árbol grande y de tronco ancho e hice lo mismo que había hecho anteriormente: besarla y estrecharla contra la superficie del roble, pero esta vez metiendo mi cuerpo entre sus piernas con mayor intención, aventurando una de mis manos hacia su muslo y tomando posesión de su cuello con mis labios. Sentía que estaba perdiendo todo, mi cordura, mi capacidad de resistencia, mi orgullo, todo eso se evaporaba mientras explotaban esas ansias que tenía guardadas desde siempre, las mismas que no habían hecho más que descomponerlo todo una y otra vez. Y ahí estaban de nuevo, tomando presa de mi mente y también del cuerpo de Pearlie, de su delicada piel, de la suavidad de sus labios, de su propia vulnerabilidad. Un jodido aprovechado, eso era en lo que me convertía y lo peor de todo es que me importaba un carajo.
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Mensaje por Pearlie F. Burroughs Vie Oct 19, 2012 8:15 pm

Sintió su jalón y ya estaba a nada de soltarle un puñetazo o algo para que ya la dejara en paz –y luego echarse a correr como loca- pero volvió a ser interceptada con un beso. Uno distinto porque de pronto la abrazaba tan fuerte que ella supo que no iba a poder soltarse fácil ni nada. Al sentir la pared contra su espalda abrió los ojos, ya dispuesta a empujarlo poniendo las manos contra su pecho cuando vio que sacaba su varita. Se asustó mucho, pensó que la iba a maldecir o que le iba a lanzar un desmaius para secuestrarla, o alguna locura horrible, pero en vez de eso mencionaba una letra del abecedario y de pronto ya habían recorrido media distancia hacia quien sabía donde.

Cuando la empezó a jalar hacia el bosque volvió a entrar en pánico. No tenía idea de qué iba a hacer, porque estaba loco, podía ser cualquier cosa. Enterraba los pies en la tierra, pero él la jalaba con mucho empeño. Le pedía por favor que la dejara tranquila, le decía que no quería ir a ningún lado, que la soltara. Intentaba deshacerse de su agarre, casi resbaló un par de veces pero nada funcionaba para que Joe la dejara irse. Tuvo muchísimo miedo porque en ningún punto llegó a pensar que se darían así las cosas y comenzaba a sentirse tan desprotegida que en algún punto se planteó gritar de verdad. Era muy distinto a la desesperación en drogas que había sentido en casa de Finnerty.

La superficie del árbol contra su espalda le lastimaba. Puso un gesto de inconformidad combinado con su ataque de pánico y luego buscó la mirada de Joe. Apenas encontrar sus ojos supo que él tampoco era el mismo, que estaba como fuera de sí. Pensar que estaba así por ella era excitante en cierta forma pero las cosas habían tomado un ritmo acelerado, tanto como su pulso, como los latidos de su corazón.

Al sentir su mano sobre su muslo la recorrió un escalofrío muy fuerte, ahogó un gemido que parecía no ser de resistencia. Sentía como si las ansias de Joe se traspasaran a su propia piel pero estaba sumamente asustada. Respiró profundo, su cuerpo temblaba violentamente a la par de excitación y de miedo.

-Joe…Joe…por favor escúchame, así no, esto no es lo que yo pensaba, ni lo que yo quería.

Negó con la cabeza, se aguantó las lágrimas solo para no parecer más vulnerable. Tomó con fuerza el brazo de Joe para detener la mano que escalaba por su muslo y adelantó su boca para besarlo con suavidad, como si tratara de calmarlo aunque no estaba segura de que eso fuera posible. El olor de Joe se mezclaba con el del bosque, apenas y podía ver sus rasgos en la creciente oscuridad, solo el brillo de sus ojos.

-Haré lo que quieras, pero por favor no me lastimes.

Dejó de aprisionarle el brazo, como si le diera un permiso explícito de seguirla tocando. Sabía que no eran sus reglas, que se estaba haciendo lo que él quería. Y la verdad no quería detenerlo tampoco, solo sentirse segura, no tan asustada, sin ganas de llorar. Lo volvió a besar y luego fue ella quien besó su cuello mientras metía los dedos entre su cabello cortísimo. Besó con cuidado, con calma, todavía buscando ese punto medio entre ella y él, algo que los uniera de verdad, aunque al final todo terminaba siendo ese arrebato físico que la ponía tan nerviosa y que la llevaba a pasar las manos por su cintura, rodearlo y estrecharlo contra ella todavía más, como si fuera posible.

-Solo no me lastimes.

Le repitió, acariciando la mejilla de Joe con su nariz, haciendo la camisa a un lado para besar la superficie de su clavícula. Debía ser la oscuridad, la adrenalina de la pelea, de la resistencia, del susto; le quedaba bien claro que no había ni una gota de racionalidad en su proceder.
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Mensaje por Joseph Crawford Vie Oct 19, 2012 8:58 pm

No es que estuviera de alguna manera poseído o despojado de mi realidad joder, que no soy un puto animal. Estaba consciente de lo que estaba haciendo, muy consciente de que había estado arrastrando a Pearlie hacia el Bosque de Andarta en contra de su voluntad, y que ahora la besaba y la tocaba como si no hubiera un puto mañana, como si de verdad el mundo y la voluntad de las personas hubieran sido creados a mi placer, por las buenas o por las malas. Era consciente de lo que estaba haciendo y también de que probablemente estaba a punto de echarlo por la borda todo, de que me estaba entregando al deseo que sentía por Pearlie Burroughs aun cuando corría el peligro de cruzar el límite y terminar encerrado en el puto Azkaban. Pero si así sucedía pues venga, valdría la pena.

Mi corazón y mi respiración estaban tan alterados como los suyos, la sangre era bombeada con violencia por todo mi cuerpo y mis pulmones jalaban aire como si estuviera corriendo los cien putos metros planos, nutriendo de oxígeno a todo ese torrente rojo que viajaba a una velocidad descomunal a todos lados… menos al puto cerebro. Como sea, aun sin puta sangre en la cabeza, todavía era capaz de reconocer las señales de Pearlie y sentir esa frágil resistencia que la chica oponía a mis besos, a mis caricias y al empuje de mi cuerpo que ya no podía estar un milímetro lejos de ella. Aquel gemido no era un sollozo, ni tampoco un gesto de dolor, aquello podía ser entendido, a mi favor, como una expresión natural de un todo, algún tipo de combinación entre el enojo o el miedo o la excitación que se había despertado de repente, y entre todo eso logré escuchar e interpretar las palabras que salían con dificultad de sus temblorosos labios.

Aquellas primeras palabras tuvieron una reacción inmediata en mis acciones. Mi cuerpo dejó de empujarla contra el tronco del árbol y mis manos dejaron de tomarla con tanta fuerza. Las revoluciones bajaron un poco, sin embargo mi cuerpo seguía pidiendo a gritos exactamente lo contrario, una gran parte de mi interior deseaba suprimir los propios deseos de Pearlie y entregarse por completo al deseo puro, carnal, violento, ciego y sordo. Trate de mirarla a los ojos y encontrar esa puta cosa, fuera lo que fuera, que había estado buscando, entonces mis labios viajaron de nuevo a su cuello y a su clavícula, mi mano derecha fue hasta detrás de su nuca para tomarla con firmeza mientras que la otra se deslizó por dentro de su falda, sintiendo la textura de esa pequeña porción de su ropa interior que pasaba por encima de su cadera… y escuché de nuevo su voz.

No quería lastimarla, aunque mi cuerpo deseara con todas sus fuerzas tomarla como fuera y de manera inmediata, de verdad lo menos que quería era lastimarla, de ninguna forma. Sentí que su resistencia caía por completo, y dejé que ella me besara, que me tocara por debajo de la camiseta y que atrajera mi cuerpo hacia el suyo en un acercamiento casi imposible de superar. Tomé su rostro entre mis labios por un momento, la miré a los ojos y le dije que no la iba a lastimar, que nunca tendría eso de mí. La besé de nuevo con la misma firmeza, pero sin rastro alguno de la violencia por la que me había dejado llevar; me removí entre sus piernas con suavidad y levanté tanto su blusa como su sostén, a medias, para tocar sus tetas y luego pasar mi lengua por encima de una de ellas. Me moví solo para poder introducir mi mano por entre sus piernas y tocarla por encima de la ropa interior, apenas presionando solo un poco.

Algún otro día, hace semanas, aquello lo hubiera pensado como un puto triunfo, habría pensado en lo bueno que era para convencer a una chica de caer a mis brazos y me habría parecido por mucho el mayor de mis trofeos. Pero no había nada de eso, para mi propia incredulidad, no había arrogancia, ni victorias, ni hijoputismo ni nada que describiera a Joe el desgraciado Crawford.

Aunque no les guste, ahí quedaba claro… no soy un puto animal.
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Mensaje por Pearlie F. Burroughs Dom Oct 21, 2012 4:46 pm

Sintió que sus movimientos se hacían menos agresivos, que la sometía con menos fuerza, lo que significaba que sus palabras habían surtido efecto. Cerró los ojos y dejó que la besara sin poner ni un ápice de resistencia, aunque le gustó la manera en que intentaba retenerla por la nuca de todos modos y sintió que su voluntad flaqueaba cada vez más cuando el borde de sus dedos tocaba la tela de su ropa interior. Asintió hacia él cuando le aseguraba que no la iba a lastimar, pero no sabía si creerle. Casi esperaba que en cualquier momento volviera a perder el control y no se le había quitado el miedo, todavía lo sentía recorrer contradictorio sus piernas.

Correspondió a su beso echándole los brazos al cuello, pegándose a él. Sentía que su excitación aumentaba cada vez que él se movía, que estaba húmeda tan solo por besarlo y por sentir sus labios sobre su cuello, pero que estaba a nada de medio enloquecer cuando la lengua de Joe dibujaba formas invisibles por encima de sus pechos. Era una sensación adictiva e incluso presionó su nuca como si quisiera obligarlo a que no terminara ese contacto.

Había dejado de pensar en lo que era correcto o no, al menos respecto a la persona, el lugar y las circunstancias. Ahogó un gemido al sentir su contacto. Sintió que el nerviosismo la recorría desde la punta de los pies hasta sus mejillas que se tiñeron de un leve rubor rojo que pasaría desapercibido en la cada vez más densa oscuridad. Se aventuró a pasar su mano por encima de su pantalón. Nunca había hecho eso con un chico y temió no hacerlo bien pero se dejó guiar por el instinto, sintiendo su firmeza por encima de la ropa, muriendo de ansias y de curiosidad.

Suspiró, buscó su boca y lo besó con suavidad. Apenas podía creer estar haciendo eso y estar así con él. Sintió un arrebato eufórico, como si algo le ardiera implacable en el interior. No pensaba en las consecuencias, ni quería. Su cuerpo le mandaba a dejarlo hacer, a que se saciara de ella. En medio de ese arrebato, tomó la mano de Joe que la estaba tocando bajo la falda y lo guió para que atravesara el obstáculo de la ropa interior, porque quería sentirlo directamente.

-No quiero hacerlo aquí.

Suponiendo que esas eran las intenciones de Joe. Podía estar todo lo excitada que fuera, pero no planeaba que la primera vez que estuviera así con un chico, fuera apresuradamente en medio de quien sabía qué zona del bosque de la universidad. Quería seguirlo besando, quería seguirlo tocando, y no lo detendría en ninguna circunstancia porque estaba demasiado entregada a él, porque le cumpliría sus deseos, aunque al despertar de esa locura terminara sintiéndose completamente extraña, como fuera de sí misma. Hacerle caso a su cuerpo era lo único que le importaba en ese instante, con todo y sus probables finales. Y que la tocara, que no le quitara las manos de encima.
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Mensaje por Joseph Crawford Dom Oct 21, 2012 11:49 pm

Tenerla tan cerca no podía ser otra puta cosa más que la gloria misma, y en mi mente se dibujaba, pero por supuesto, aquella posibilidad de poseerla en una forma más definitiva tal y como lo había deseado desde el primer día en el que mis ojos se habían cruzado con ella. Sin embargo con todo y que esa idea seguía tan o más poderosa como en ese entonces, la forma en la que se presentaba era completamente distinta; todo era jodidamente distinto con Pearlie Burroughs y aún estaba increíblemente impresionado con todo aquello.

Impresionado pero no confundido. No somos unos putos niños, y tenía en mi cabeza bastante claro que ansiaba quitarle cada una de las prendas que la chica llevaba puesta para después follármela de mil formas, pero aquello lo tenía tan claro como también aquella otra cara de la moneda (que ni siquiera sé si es correcto llamarle “otra cara”), aquella que me pedía a cada segundo mirarla a los ojos y decirle que de verdad la quería, que no podía dejar de pensar en la puta idea de estar con ella durante horas como con nadie nunca y que planeaba por todos los medios de conseguirlo. De ello me había podido dar cuenta durante el transcurso de estas semanas, después de estar alejado de ella, después de follar con otra chica y terminar pensando su nombre, de lo que había pasado con Angus y esa jodida incertidumbre que me había despertado de, tal vez, no amanecer vivo si un día no corría con la suerte con la que había corrido aquella noche.

Había dejado de ser una jodida bestia ciega para convertirme en alguien mucho más cercano, aun cuando fuera yo quien siguiera ejerciendo cierta presión y fuerza sobre el cuerpo de Pearlie. Trataba de que Pearlie se llenara de todas esas sensaciones, de que sintiera cada puto detalle de mi lengua y de mis manos, de que no sintiera ni un poco de temor sino todo lo contrario. Esa era la única forma que tenía de convencerla de retenerla a mi lado al menos en ese momento, y si con eso podía abrir un abrecha en lo que en algún momento se había podido ver como algo tirado ya a la mierda, pues joder… juren que la pobre chica quedaría enloquecida conmigo y fulminaría con la mirada a cualquier pobre insulsa que se atreviera a si quiera mirarme a los ojos.

Dejé de lamer sus tetas y subí de nuevo a sus labios para besarla con cierta ansiedad, pero aun guardando esa pasividad que sabía jodidamente necesaria. Abrí los ojos y no pude evitar sonreir un poco al sentir su mano guiarme para que por fin la pudiera toda por debajo de las bragas. La toqué suavemente, moviendo mis dedos en pequeños círculos y cuidando que aquello fuera más cercano a un roce mientras mis labios besaban en varias ocasiones sus mejillas mientras ella era la que tímidamente tomaba la firmeza de mi sexo por encima de mi ropa, un gesto condenadamente atractivo considerando todas las circunstancias. Cuando escuché las palabras de Pearlie, supe exactamente cuál era el siguiente paso y aunque no lo crean, estaba incluso de acuerdo con ella. Sí joder, que ya quería follármela en ese mismo instante, pero la diferencia era ella misma en el lugar de cualquier otra. Si quería que las cosas fueran diferentes, tenía que empezar por lo más básico.

-Por supuesto que no va a ser aquí… ni esta noche

Le di un muy largo beso en los labios y el roce de mis dedos siguió con el mismo ritmo por algunos segundos hasta que retiré mi mano de esa zona, entonces busqué de nuevo esos ojos y le sonreí. La chica no podía pedir más, estaba siendo un maldito caballero en toda la extensión… bueno exceptuando lo de llevarla al bosque casi a rastras y tal pero… venga ustedes entienden, estaba siendo un hombre correcto dentro de mis putos parámetros y tal, y lo estaba haciendo por ella y por lo que sentía que lo nuestro podía llegar a significar.

-Quiero que seas mi chica, y yo quiero estar única y exclusivamente contigo, con nadie más. Será el día que tú quieras, y me voy a asegurar de que el lugar sea el mejor, no esta mierda de bosque-

¿Cuánto podía hacerme esperar?, tampoco era como si fuera a morir de un puto paro cardiaco por ser por paciente y tal.
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Mensaje por Pearlie F. Burroughs Lun Oct 22, 2012 2:35 am

Tuvo que sonreír a fuerza cuando Joe le decía que no sería ahí, ni esa noche. Podía desearlo mucho, pero sintió que de verdad no se estaba equivocando –por primera vez desde que iniciara esa locura de los besos- al darse cuenta de que a él le importaba lo que tuviera para decir al respecto. Si iba a estar con un chico de ese modo, la cosa no tenía que ser una eventualidad. Y lo decía en todos los sentidos.

Al sentir la manera en que la tocaba sintió que iba a deshacerse. Era una sensación fuertísima, casi violenta, que la hizo gemir bastante de modo que una de sus manos dejó de tocar a Joe para poder taparse la boca y acallar sus propios gemidos porque aunque no estaban cerca de ningún edificio, nunca se sabía. La otra mano lo seguía acariciando por encima de la ropa, cada vez más segura de sus acciones conforme lo sentía endurecerse incluso a través de ella, sin importar que ya le hubiera dicho que no iban a follar ese día ni en ese lugar. Se sintió dueña de él solo por esa facultad, aunque fuera momentánea.

-¡No! ¿Por qué te detienes?

Le dijo deteniéndose también y lo rodeó por los hombros. Ya se iba a reír de su propia demanda cuando Crawford comenzó a hablar. La primera frase fue absurdamente clara. Sintió que se le iba la respiración un momento. Lo que siguió fue la misma declaración, pero con promesas incluidas. Se mordió el labio inferior y lo miró directo a los ojos, tratando de buscar algún error. No había ninguno.

¿Lo iba a hacer? ¿Qué tanto era que su sexo quemaba luego de sentir sus dedos, y que sentía que su corazón iba a mil, que su cerebro funcionaba a medias y todo eso? ¿Qué tanto era que de verdad había muerto de ganas todo ese tiempo de darle una oportunidad? Recordó todas las pláticas con Sofie, hasta de los posibles prospectos nuevos. Recordó también las pláticas con Aquila. Lo que había sentido al verlo ir directamente hacia el licántropo la noche de luna llena.

-Ven acá…

Lo jaló lentamente por el cuello y lo atrajo hacia ella para besarlo otra vez con toda la calma del mundo. Esa era su respuesta. Sería su chica, estaría única y exclusivamente con él. Y se quitaría toda la ropa para él si quería cuando fuera el momento y el lugar.

-Sí a todo. Pero tengo una condición para ti y…es que te quedes conmigo un rato más. Y me sigas besando. Y vuelvas a tocarme, solo un poco.

Las verdaderas condiciones técnicamente él ya las sabía. Lo besó más, volvió a guiar su mano por debajo de su falda, sintiéndose muy osada por ese gesto. No quería demorarse mucho más ahí, para que llegaran a un punto sin retorno faltando a sus propias promesas, pero se sentía caprichosa y demandante.
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Mensaje por Joseph Crawford Lun Oct 22, 2012 6:17 pm

No había sido una mierda de fácil, había pasado ya bastante tiempo desde mis primeros intentos de hacerme de Pearlie Burroughs, y ahora por fin el panorama parecía aclararse y abrirse paso a eso que había estado buscando. Su respuesta fue bastante clara, incluso antes de que lo expresara en palabras y antes de que me atrajera hacia ella para besarme de nuevo, lo había visto en su mirada y en su reacción inmediata al escuchar mis palabras. Pearlie había podido ver que no había otra opción, que tenía que ser mía y que no existía forma alguna de que pasara lo puto contrario; sin importar que tan difíciles fueran las circunstancias, o que tanta mierda opinaran las diez mil personas que había a su alrededor o el simple hecho de aceptar cuánto se moría por tenerme entre sus piernas.

Pero ese momento era solo el comienzo de la lucha, y no significaba de ninguna forma dar por hecho nada. Después de esa noche vendrían cosas todavía más complicadas, porque no era tan imbécil como para no pensar en la cantidad de complicaciones externas que intentarían cruzarse en el camino sin contar que efectivamente, fuera de todo ese torrente pasional con el que habíamos estado jugueteando desde el principio, aún no había nada extraordinario que Pearlie Burroughs hubiera visto de mí como persona, es decir saben de qué cojones estoy hablando… lo único que había visto hasta ahora de Joe Crawford era al cabrón que bien podía reventarle la nariz a cualquier cristiano a la menor provocación, al sujeto que insultaba a cualquiera que se refiriera en malos términos de sus amigos, al yonki, al fumata, al alcohólico, al violento… nada más.

-Puedes ponerme diez mil condiciones si quieres, voy a cumplir todas y cada una de ellas… ¿quieres un auto volador?, ya lo tienes-

Sonreí y me di cuenta inmediatamente del morbo que tenía escuchar a Pearlie Burroughs pedir que la tocaran (ya saben… por ser niña pija y todo eso), y joder, que no era como si pretendiera faltar a mi palabra cuando la primera orden era seguir ponerle las putas manos encima, así que la besé de nuevo y mis manos buscaron de inmediato deshacerme de sus bragas hasta que estas cayeran al piso, entonces mi cuerpo se removió entre sus piernas para estrecharla y provocar que su sexo sintiera directamente la firmeza del mío. La idea de que lo único que me separaba de su coño era mi propia ropa era… joder, muy fuerte.

-¿Sientes eso?, así me pones cada que te pienso desnuda… así me pones prácticamente desde la primera vez que te cruzaste por delante de mis ojos. Vas a tener esto miles de veces, y va a ser lo más delicioso que hayas probado jamás en tu vida. Esto va a ser para ti y para nadie más…-

Mi lengua fue de nuevo a su cuello, mis manos a cada espacio posible de su piel y mis caderas continuaron moviéndose lentamente entre sus piernas. Era imposible no pensar en follármela de una puta vez en ese mismo instante, con todo y que le acababa de decir que ese no sería el lugar en el que pasaría, y de hecho eso era lo único que me detenía, esa era la única cosa que me obligaba a no abandonarme y tener presente lo mucho que me importaba hacer las cosas de forma correcta por primera puta vez. Decidí dejar de provocar a mi propia suerte de ese modo y me separé un poco de ella, apenas lo suficiente para que mi mano pudiera ir hasta su sexo y tocarla nuevamente como lo había hecho antes, solo que ahora después de unos segundos, mis dedos se desplazaron entre su humedad hasta adentrarse lentamente en la calidez de su coño. Los dejé adentro por unos momentos para que Pearlie se acostumbrara a la sensación, y después de eso comencé a moverlos apenas un poco de atrás hacia adelante.

-Felicia, vas a ser solo mía ¿me entiendes?, y yo solo tuyo. Te lo prometo-

Y eso que quedara bien puto claro. Cualquiera que trata de ponerse en medio estaba muerto... literal.
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Mensaje por Pearlie F. Burroughs Lun Oct 22, 2012 9:43 pm

Le sonrió, porque no quería un auto volador, pero le gustaba la idea de poder ponerle diez mil condiciones y que él estuviera dispuesto a cumplirlas todas, según lo que decía. Toda su piel se erizó cuando le bajaba las bragas, pensando primero que no era necesario pero dejando que siguiera después. Joe se movía y ella pudo sentir directamente la presión de sus caderas sobre las de ella, podía sentir como estaba firme a través de la ropa. Sintió una violenta corriente eléctrica sacudirla, que aumentó cuando lo escuchaba. De nuevo era una sentencia, pero esa no era aterradora, ni le provocaba miedo, sino más curiosidad, era una sentencia prometedora, que hizo que incluso los labios le temblaran de ansias, pero tenía que calmarse, eso lo tenía bien claro. No lo iba a dejar follársela ahí, no para la primera vez al menos.

-Nunca me has visto desnuda. Espero que sea mejor que lo que te imaginas.

Le volvió a sonreír. Se lo había susurrado mientras le besaba el cuello. Podía parecer mala idea provocarlo, pero se sintió bien decirle eso, como si se hubiera empapado de seguridad en medio segundo, pero ese era un efecto que él le había provocado, no algo que tuviera intrínseco en su persona. Y sí, quería desnudarse para él, quería ver si superaba sus expectativas, pero también quería torturarlo, que siguiera esforzándose por verlo.

Volvió a tocarla como se lo había pedido, de nuevo se tapó la boca mientras con la otra seguía aferrándose a él. Sentir el roce de sus dedos era demasiado y lo mejor era que no estaba nerviosa por cómo se iba a sentir. Eso la hacía sonreír de nuevo. Lo besó cuando sintió sus dedos dentro de ella, acariciando su lengua, rozando sus labios, buscándolo con avidez.

Ahogó un gemido en sus labios cuando Joe comenzó a mover los dedos dentro de ella. Se aferró a su hombro y luego le mordió los labios. Volvió a besarlo para reprimir los sonidos que salían de su boca, pero también porque era imposible tenerlo tan cerca y no hacerlo. Cuando sintió que comenzaba a perder la cordura, lo tomó por la muñeca y lo obligó a detenerse. Tenía que estar loca para hacer tal cosa pero de verdad, de verdad no quería caer en tentaciones todavía. Le pasó la lengua rápido por los labios como una criatura, jugando con él y luego lo empujó suavemente para tener espacio para subirse las bragas.

Lo volvió a acercar a ella abrazándolo por la cintura y repartió suaves besos en su cuello mientras suspiraba profundo.

-Así que eres mío.

Le dijo con los ojos entrecerrados como si estuviera burlándose de él, aunque también era un juego, nunca se burlaría de una promesa tan seria. Volvió a acariciarle la mejilla con la nariz y repartió suaves besos por su cara. De pronto se había convertido en toda una ridícula.

-No quiero regresar, pero esto de estar contra el roble es muy incómodo. Mejor recárgate tú.
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Mensaje por Joseph Crawford Lun Oct 22, 2012 10:49 pm

La simple idea de pensar en verla desnuda era motor suficiente como para matar si era necesario, y no dudaba ni un poco en que efectivamente, al final terminaría siendo mucho mejor de lo que mi limitada imaginación podía proyectar. Y aunque por obviedad ya hubiera podido ver la forma de sus tetas, o bien me bastara agacharme y meterme debajo de su falda para ver toda la parte inferior de su cuerpo, eso de “verla desnuda” lo tenía en un concepto mucho más elevado. Además estaba muy oscuro en ese puto bosque, joder…

Por otra parte, sentir mis dedos apresados en la humedad interna de su coño me permitía descubrirle otro tipo de desnudez, esa que me dejaba ver su más básico instinto de placer, que le provocaba gemir a pesar de tratar de silenciarse por su cuenta, que la llevaba a buscar mi lengua con la suya como nunca antes lo había hecho, que le hacía besarme y morder mis labios completamente entregada a las reacciones que yo le podía provocar. Todo eso me lo estaba grabando con todo detalle para poder recrearlo en mi mente una y otra vez todas las putas noches a partir de esa.

Cuando tomó mi muñeca para detenerme, de inmediato desvié mi vista hacia el campo que llevaba hacia el campus, creyendo por un momento que había visto a alguien acercarse. Pero no, no había nadie… (y que bueno joder, porque hubiera sido una pena correr a golpes a cualquier pobre gilipollas que se le hubiera ocurrido dar un paseo por el bosque en ese preciso momento), solo había parado aquello porque seguramente consideraba necesario dejar de estar tentando a su suerte y terminar por pedirme que me la follara ya. Respondí con un lengüetazo más exagerado a su tonto gesto, y sonreí mientras me separaba para subirse las bragas; tiempo que aproveché para meterme la mano dentro de los pantalones y acomodarme el endurecido pedazo de carne que había elegido una mala postura para tomar su forma actual.

Me deje guiar por sus brazos cuando decidió acortar distancias de nuevo, y levanté las cejas cuando afirmó su pertenencia respecto a mi persona. Sonaba estúpido y muy ridículo, la verdad sea dicha… pero sí, podía decirse que a partir de ese momento ya lo era en el sentido más esclavizado que se puedan imaginar. ¿Creen que me importaba?, una mierda… no me importaba si de verdad Pearlie se lo tomaba literal y decidía mandarme a comprar golosinas a media noche o me hacía cargar sus putos libros para ir a clase; estaba dispuesto absolutamente a todo a partir de esa puta noche. No está de más decir que confiaba en su buen juicio joder, ya saben…

-Todo tuyo, tan tuyo que hasta… no sé, puedes ordenar que me disfrace de pingüino para cuando quieras presentarme en familia. Eso sí, vas a tener que orientarme respecto a la puta vestimenta… porque supongo que a los tuyos les encanta que la gente use túnicas y capitas y todas esas cosas. Pregunta… ¿cuáles son las mejores marcas de ropa mágica?, me vas a matar pero no tengo una puta idea.-

Cambiamos de posición en un solo movimiento y ahora fue mi espalda la que se recargó sobre el árbol. Aquello de la familia lo estaba tocando en un tono muy relajado, pero no crean que era algo a lo que no le daba importancia en todo puto sentido; es decir, no soy retrasado mental como para no saber que su familia… los Burroughs, no iba a estar precisamente muy contenta si se encontraban a un jodido mal vestido casi muggle y sin modales pretendiendo a su pequeña Pearlie, que por lo que sabía era algo así como… la flor más preciada de su maldito jardín; así que más nos valía pensar en cuáles eran las mejores estrategias si no queríamos que ese rubro en particular fuera un obstáculo demasiado alto. Y a todo esto, Crawford colega… ¿tanta importancia le estabas dando a esa relación como para ya pensar en su familia y todas esas mierdas?; sí pues… y venga, que tampoco es para tanto.

-Supongo que entonces puedo decir que ya eres mi pareja para la fiesta de Halloween. Por cierto… aunque no lo creas ya tengo tu regalo de cumpleaños. pero ni creas que te voy a decir de qué se trata.

¿Se acuerdan del gato que compré junto con Ann aquel día?, justo eso...
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Mensaje por Pearlie F. Burroughs Mar Oct 23, 2012 12:04 am

Se tuvo que reír cuando le empezó a decir de las vestimentas para conocer a su familia. ¿Estaba loco, de qué estaba hablando? No iba a conocer a nadie de su familia que no fuera Shadow, Aldrich o Ben, al menos no por el momento. De hecho ni siquiera quería que tocara el tema y poco a poco fue poniéndose incómoda y sintiendo que le llegaba un ramalazo de seriedad. Se aclaró la garganta y se encogió de hombros.

-¿Para ustedes los ingleses? Ya tienen Madame Malkin.

Era una burla claro, pero no tenía ganas de seguir hablando del tema, porque sentía que si lo hacían, iba a terminar echando a correr de vuelta a la facultad. Fue una suerte que cambiaran de posición y aunque ella ya había comprobado que era muy incómodo ser quien estaba con la espalda contra el árbol, técnicamente dejó caer el peso de su cuerpo sobre el de él mientras le besaba la barbilla y parte del cuello sin decir gran cosa y saltándose olímpicamente el tema familiar,

-¡No es fiesta de Halloween! Es el festejo del Samhain. ¿Cuánto llevas aquí y no sabes que se hacen celebraciones celtas? ¿Sabías que estoy en el comité organizador? Así que voy a estar muy ocupada de aquí al SAMHAIN.

Le sacó la lengua y luego lo volvió a besar. Pues claro, iba a poder decir que era su pareja para esa cosa, aunque en realidad no tenía ni idea de a quién iba a poder querer comunicarle noticia semejante. Y sobre el regalo de cumpleaños, no le iba a preguntar nada para arruinarle la sorpresa, pero le pareció lindísimo que supiera que ya iba a cumplir años y que además, hubiera pensado en un regalo aun y cuando estaban peleados.

-No te preocupes, no voy a acribillarte a preguntas, me encanta que me sorprendan en mi cumpleaños. Pero más te vale que sea un buen regalo. ¡Joe! Yo ni siquiera sé cuántos años tienes tú.

Era cierto, no tenía ni idea. Sabía que era más joven que Angus que tenía como 38, pero nada más. Pegó más su cuerpo al de él a propósito, no solo para seguir ejerciendo presión contra el árbol, sino para tenerlo más cerca. Recargó el rostro en su hombro y volvió a suspirar.

-Abrázame, no he sentido cómo es que me abraces, así nada más.

Romancear después de que le bajara las bragas para tocarla. Parecía como si hubieran hecho las cosas al revés, pero no lo hubiera pedido de otro modo.
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Mensaje por Joseph Crawford Mar Oct 23, 2012 1:00 am

No sé si era una vaga impresión mía o qué se yo, pero había notado cierta reacción de incomodidad o evasión en cuanto me escuchó hablar, aunque fuera en puta broma, acerca de algún contacto con su familia. Fue cosa de un instante, casi nada, pero por muy breve que hubiera sido, era algo que tenía que considerar.

De cualquier forma se podría decir que era obvio, después de todo bien decían que los Burroughs estaban un poco tocados con eso de la reputación en la sociedad mágica, tanto por las cosas que habían hecho Frances y Demetrius Burroughs en el pasado, como por varios miembros de su familia que habían comenzado a optar por relacionarse con personas no precisamente muy compatibles con la altura de su apellido. Mierdas que aunque a mí me importaran bastante poco, podían ser un detalle demasiado fuerte para alguien como Pearlie. Lo deje pasar… al menos por esa noche.

Me reí tras escuchar aquello del Samhain. Por supuesto que conocía la puta celebración, como que llevaba ya un jodido año en Brigantia en donde todo lo querían hacer al estilo celta, y como que mi vocación era la Historia en general. Estuve a punto de retarla con alguna pregunta que no pudiera responder, pero me limité encoger los hombros como si de verdad no tuviera una puta idea de lo que acababa de decir y mejor opinar algo acerca de lo ocupada que estaría los próximos días, según ella.

-¿De verdad, señorita SAMHAIN?, bueno espero que no estés demasiado ocupada como para no salir como tu nuevo novio. ¿Cómo carambas crees que se vería eso? ¿Qué crees que opinaría la gente?, a menos que estés planeando no sé… esconderme o algo así. Te será difícil, porque soy bastante escandaloso…-

Eso sí, por muy en broma que se lo estuviera diciendo, que ni se le ocurriera planear andar por ahí queriendo esconderse cuando quisiera verme mientras me negaba con sus putas amistades, porque de ser así, joder… resultaba hasta cómico pensarlo siendo que esas cosas eran más bien las que yo hacía en Hogwarts cuando no quería que la gente supiera de cuando me follaba a chicas de cursos menores y tal. No es por ser un paranoico, pero más valía ir tentando el terreno con una niña pija que bien podía actuar bajo la influencia de sus prejuicios si se me ocurría caer en distracciones.

-Tengo veintiocho, pero por favor no vayas a llorar… que ya eres una chica grande y no debe importarte salir con un hombre mayor. Por cierto mi cumpleaños es el 25 de junio, así que apréndete bien esa fecha porque quiero montones de regalos, y comida, y fiestas para entonces-

La tonta me pidió que la abrazara, y ahí si me dejo un tanto confundido porque lo decía como si nunca la hubiera abrazado. Y pensándolo bien, en realidad no lo había hecho nunca hasta ahora, y tampoco es algo en lo que fuera un puto experto y ya me imagino lo mucho que se burlarán por estarme complicando con algo tan simple como un puto abrazo. Como fuera, el punto es que la rodee con mis brazos y la estreché contra mi cuerpo sintiéndome un tanto extraño con ese gesto, no porque no quisiera abrazarla, más bien porque… no sé joder, no estaba muy acostumbrado a abrazar sin que hubiera un toqueteo de culo de por medio.

-Ahora que lo pienso… ¿tenemos algún puto amigo en común?, ¿Qué tal te llevas con Regina?... tal vez puedo contar a Brackminster aunque… en realidad solo era mi jodido capitán de quidditch en Hog.
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Mensaje por Pearlie F. Burroughs Mar Oct 23, 2012 1:36 am

No hacía falta ser una lumbrera para darse cuenta de que lo que decía sobre esconderlo se vinculaba directamente con la manera tan poco hábil y discreta con la que había salteado el tema de su familia. Para ella era un tema complicado, sabía que en su casa iban a armar un escándalo, aunque también cabía la posibilidad de que Saffron intercediera por ella y terminara diciendo que era solo un novio eventual o esas cosas de la juventud. Por supuesto, Pearlie no lo pensaba de ese modo, se tomaba en serio a Crawford, se tomaba en serio todo. Nunca habría dejado que un chico la tocara así o le habría dicho que sí a nada si no se lo iba a tomar en serio.

-No, no voy a esconderte, mañana te voy a exhibir como trofeo en el Comedor. ¿Qué tal eso?

Se rió mucho por lo de los veintiocho, y decidió que se podía quedar con la duda un rato más a cambio de sus chistes tontos. Se aprendió la fecha y asintió a los montones de regalos, comidas y fiestas. Tan iba en serio con él que pensaba que sí, que el año entrante, cuando fuera su cumpleaños, celebraría con él.

Notó como parecía dudar con eso del abrazo, pero al final lo hacía, y lo hacía bastante bien. Tanto que volvió a suspirar como una ridícula.

-¿Qué, es la primera vez que abrazas a alguien?

Le preguntó, sacándole la lengua, volviendo a pegarse a él. Encontraba un extraño placer en molestarlo con cualquier cosa, como burlas chiquitas. No sabía si con eso estaba tanteando sin querer un límite en su tolerancia. Antes de contestar lo de los amigos en común, le tomó la cara con ambas manos y lo besó, no se cansaba de ese gesto.

-¿Regina? Mmmm, no, parecía potencial amistad pero luego de la fiesta en su casa las cosas no quedaron precisamente lindas. Brackminster ¡sí! Además sale con Sofie. Aaaah, ¿sabes quién? ¡Angus! Sí mira, ya me dormí en su casa y ya vi películas con él. Y una de mis mejores amigas de la vida es su mujer ahora. Por cierto, eso. No sé si tú ya lo has visto luego de…ya sabes. Pero yo sí. Fui con Malik a ver unas películas a su casa, ¡Malik me enseñó el cine fue increíble!....bueno, ese no es el punto. El punto es que Angus está bien, se ve bien, y está feliz con Aquila. Seguro tú ya habías notado también que se traían algo. Y no pasó ninguna desgracia así que podemos considerar a tu hermano oso como un amigo en común, ¿qué tan genial es eso, eh?

Luego de ese palabrerío, le dio mucha risa y terminó parándose de puntitas para besarle la frente. Se podía convertir en toda una ridícula de la nada, pero no podía evitarlo. No estaba hecha una sensual mujerona que se la pasaba guarreando todo el tiempo. Tenía ilusiones de romanticismo todavía, muchas, muchísimas.

-Hablo mucho, ¿verdad? Eso solo cuando estoy contenta.
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Mensaje por Joseph Crawford Mar Oct 23, 2012 12:36 pm

No es que dudara de su compromiso… bueno sí, al principio sí que temía que los papeles comunes estuvieran absurdamente cambiados ya que joder, ustedes saben que… no es por misógino ni nada, pero lo normal es que las chicas sean las que siempre se preocupan y ocupan de tomar una relación lo más serio posible y todas esas cosas (como que lo había sufrido toda la puta vida), pero bueno el punto es que sí era de mi agrado escuchar que me exhibiría cual trofeo fuera cierto o no; aunque más bien era yo el que debía exhibirla, después de todo no era secreto para nadie el tiempo que había estado intentando conquistar a Pearlie Burroughs… y tampoco era secreto para nadie que había como otros 20 cabrones babeando (sus pantalones) por ella.

-Por supuesto que no!... mi madre me abrazaba en mi cumpleaños hasta que cumplí 16. ¿Eso cuenta, no?-

Me reí de nuevo y dejé que la chica se pegara de nuevo a mi pecho por muy remilgoso que todo me pudiera parecer en todo momento. Sí joder, vaya que me lo parecía, pero que todo me pareciera una tremenda ridiculez en cantidades absurdas no significa que pensara que estuviera mal, de hecho lo estaba disfrutando a mi manera, porque a pesar de que pueda sonar como un poco idiota era cierto… esa era la primera vez que experimentaba algo tan cercano (sin contar el día en el que Peach Finnerty me había quitado la virginidad cuando cumplí 14, porque ahí si había pensado que estaba perdidamente enamorado y hasta había planeado pedirle matrimonio cuando fuera yo “grande”… gilipolleces, ya saben)

Enseguida, luego de preguntarle respecto a los amigos en común, vino una perorata como de un minuto entero en donde me había contado prácticamente como cuatro cosas en una. Me reí sin poder evitarlo aunque luego entorné los ojos al escuchar aquello de que Malik le había mostrado el cine, cosa de la que por supuesto no me había enterado una mierda aunque tampoco era como si me hubiera tenido que enterar, después de todo Angus no estaba como para andar contando mierdecitas y Malik y yo no éramos tampoco los mejores amigos … es decir siempre había estado ahí, lo conocía de como diez mil años, pero siempre había sido “el amigo de Angus”. De cualquier manera no era nada del otro mundo, una temporada había estado llevando a Ann al cine prácticamente todos los días y pues nada…

-Si hablas mucho y me gusta. Yo también hablo muchísimo, pero cuando estoy borracho. Dime que pasó con Regina!, joder hasta esta noche yo creía que se llevaban de puta madre… ¿qué pasó ese día de la fiesta en su casa?, ¿te vio de mala forma o algo?, de verdad no tenía ni puta idea.-

Preguntarle aquello no significaba que el día de mañana me fuera a encargar de ir y reclamarle a Regina una sarta de idioteces, mucho menos ahora que… bueno ya conocen la historia reciente. Respecto a Angus, lo había visto varias veces a lo largo de este par de semanas (tampoco era su puta enfermera), y la verdad es que había estado evolucionando bastante bien con el paso de los días, es decir el cabrón casi no podía dormir, pero lo estaba sobrellevando y algo me decía que en gran parte era gracias a la insoportable de Aquila. La besé de nuevo y mi mano la acarició desde su espalda baja hasta la nuca.

-Y sí, lo de Angus está perfecto, no podría pedir más que te llevaras bien con él. Aunque también está Hakan Sveinsson que me cae de puta madre, y Luke Rayder que bueno, no he tenido mucho contacto con él últimamente pero es un buen colega. Lo que sí es que te vas a tener que llevar muy bien con Ann Star, ¿la conoces?, joder… es un personaje. ¿Brackminster?, no sé… fue mi capitán en el equipo de gryffindor pero hasta ahí, aunque Luttrell si me puede caer bastante bien. Y ya que gracias al buen Malik conoces el cine, podríamos hasta llevarnos a todos ellos un día para ver una película, a Angus, a Aquila… a Ann, a Leslie Ayres!... a Sofie, a quien quieras. ¿O sabes qué?, podríamos montar nosotros mismos un puto autocinema como lo hacían en América... ¿sabes qué es eso?-
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Mensaje por Pearlie F. Burroughs Miér Oct 24, 2012 3:14 am

Cuando Joe le preguntó qué había pasado con Regina, ella solamente le movió la mano en un gesto de “bah, nada importante”. ¿Por qué? Porque aunque en cualquier otra ocasión hubiera aprovechado para hacer un berrinche y dejar mal parada a su amiguita, en ese momento le parecía una auténtica bajeza hacer algo así. La niña podía haberse vuelto insufrible de la noche a la mañana sin razón aparente, pero acababa de vivir una tragedia y Pearlie nunca se había atrevido a ser una perra, menos con esas cosas. Así que no le diría nada de nada.

Se removió un poco al sentir la caricia de Joe recorrerle toda la espalda hasta la nuca. Se le quedó mirando ahí en la oscuridad mientras hablaba y a cada palabra que decía le daban ganas de interrumpirlo y comérselo a besos. Sobre Hákan, pues le hubiera gustado que fuera su primo, porque a Shadow le gustaba mucho y creía que ahora Joe la podría ayudar más abiertamente con eso. Sobre Luke Rayder no dijo nada, no le dijo que lo conocía, ni nada de eso, se lo dejó guardado para ella, no quería sacar ese tema a colación, menos después de lo hablado con Sofie. No no no. Negó con la cabeza cuando le preguntó si conocía a Ann. Sonrió amplísimo cuando le dijo que Sofie le caía bastante bien o que posiblemente pudiera hacerlo.

Y todo iba bien hasta que dijo eso de ir a ver una película con un montón de gente. ¿Volver a ver una película decente con Angus y Aquila? Ni hablar, eran insoportables si no eran porquerías de terror. Y no sabía como decirle, por ejemplo, que Leslie Ayres le parecía muy corriente y que no pensaba ponerse a compartir con ella tiempo y espacio por iniciativa propia. Las cosas como eran, no iba a cambiar de la noche a la mañana y tenía opiniones muy fijas respecto a las personas.

-Sí, sé que es eso…

Pero no iba a alentar la idea, porque de todos los mencionados, solo haría algo así con Sofie, y ni sabía qué tipo de cine le gustaba a Sofie, ni sabía qué tipo de cine le gustaba al mismo Joe. Se remojó los labios y le buscó la mirada.

-Pero opino que estás loco.

Antes de que pudiera refutar nada, volvió a besarlo. De pronto ella misma volvió el beso tan intenso que su respiración se volvió a acelerar, que su cuerpo volvió a buscar el de él y sus manos volvieron a meterse bajo su ropa para tocarle el torso que ya muchas veces le había visto. Se separó de él sonriéndole y poniéndole cara de tener mucha vergüenza por el arrebato, aunque no la tenía.

-Ya veremos lo de tu plan, primero quiero pasar tiempo contigo. Contigo y contigo, no con cien personas más. ¿Te digo algo? Me muero por quitarte la ropa, pero al mismo tiempo no sabes cómo estoy disfrutando hacerte esperar, ¿tiene sentido eso?

No parecía la confesión más recurrente, pero a ella le dio risa decirle algo que era verdad. Entre más cerca lo tenía, más sentía que todo su cuerpo ardía, deseándolo, pero también le encantaba tener ese tipo de control, de decidir cuándo sí y cuándo no, a sabiendas que él no iba a arriesgar lo que había conseguido hasta el momento, por más que un rato antes hubiera creído que sí era capaz de ultrajarla.
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Mensaje por Joseph Crawford Miér Oct 24, 2012 9:16 pm

Probablemente Pearlie prefería no decirme nada acerca de su relación con Regina temiendo que yo pudiera molestarme con la ogmios o hasta con ella, y joder, era muy razonable que lo dejáramos así puesto que era una pésima idea empezar con esa clase de líos cuando no llevábamos ni diez putos minutos de noviazgo. No insistí en ello y mejor la besé mientras estrechaba su cuerpo contra el mío

Luego entorné los ojos al sentir su reacción respecto a la idea esa de montar un autocinema y tal, porque tuve la sensación de que aquello no le había parecido la mejor idea del mundo ni mucho menos. Me daba enteramente igual, podíamos salir con todas esas personas o no, sinceramente pasar “tiempo de calidad” con amistades en común no era algo que me fuera a romper la puta cabeza, me bastaba con pasar el tiempo con ella y si me daban ganas, pasar un rato con mis propios colegas por separado, suponiendo que Pearlie no tendría problemas al respecto (y si los tenía pues venga, se iba a tener que aguantar).

Me besó repentinamente con bastante más intensidad, casi como si estuviéramos en medio de un arrebato como el que habíamos tenido hace unos minutos, algo que la verdad estaba bastante bien si uno se ponía a pensar la posibilidad de que ese fuera un gesto natural que le pasara bastante seguido. Le mordí un poco los labios y me aseguré de acariciar su cintura lentamente mientras ella hacía lo mismo con sus manos bajo mi camiseta.

-Tiene más sentido de lo que imaginas, y tiene mucho sentido porque eres una provocadora del mal. ¿Ves lo que haces?, ahora voy a estar pensando toda la noche en cómo se siente tocarte debajo de esa falda-

Le sonreí y bajé mis manos hasta sus caderas, arrugando su falda con la presión de mis dedos y luego rodeándola hasta tocar un poco su culo, entonces me di cuenta (hasta ese momento y por alguna extraña razón) que el culo de Pearlie Burroughs era en realidad más firme y tocable de lo que uno podía ver a la distancia. Venga, estaba tan jodidamente bueno, que en esos instantes estuve a dos segundos de girarla, levantarle la falda, hacer a un lado sus bragas y follármela mientras admiraba ese precioso monumento ir y venir y… mierda, lo que uno tenía que hacer para tratar de no liarla.

-¿Y yo te digo algo?, estás como para amarrarte a la cama y estar ahí contigo toda la puta vida. Pero vamos… estoy seguro que ya te lo habían dicho antes. Siempre he querido saber… y no sé si sea correcto pero venga, lo voy a hacer. ¿Has tenido como… muchos novios?, es decir me imagino que todos los que has tenido son unos reverendos pijos, ya sabes, de esos que hay de a montones en nuestra facultad-

Igual y no estaba bien preguntarle bien esas mierdas, pero uno no podía simplemente imaginarse la forma en la que Pearlie se habría comportado con otros sujetos cuando a mi me había costado la puta existencia. Vamos a ser más claros, me reventaba los cojones pensar que Pearlie hubiera llegado a cosas más serias con cualquier otro hijo de puta aun si eso hubiera sido hace tiempo… ¿eso es normal cierto?, es decir… eso es normal en las relaciones de verdad, en los noviazgos de verdad. Es absolutamente normal y cotidiano sentir esos celos terribles aunque sean cabrones del pasado… ¿no?... ¿NO?
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Mensaje por Pearlie F. Burroughs Jue Oct 25, 2012 2:32 am

Nunca nadie en la vida se había referido a ella como una “provocadora del mal” aunque eso también tenía que ver con que nunca le había dicho ese tipo de cosas a nadie. Le gustó que le dijera eso así que, de nuevo, dejó que la tocara como quisiera, besándolo mientras sentía sus manos encima, ocasionándole ganas de brincarle encima y rodearlo con las piernas alrededor de su cintura, si era que eso le facilitaba tocarla. Le encantaba la idea de que pensara toda la noche en ella, en tocarla. Le gustaba incluso la manera en que su ropa se arrugaba bajo sus dedos. De verdad moría de ganas por quitarle la ropa, pero se iba a aguantar.

Y no, no se lo habían dicho antes, ninguna de esas cosas. Había tenido como dos novios en la vida, había besado a no más de cinco. Su experiencia en chicos no era para nada amplia, seguro no a comparación del historial de Joe con las chicas. Que le dijera que quería amarrarla a la cama le provocó un cosquilleo en la boca del estómago. Negó con la cabeza por eso, porque no era algo que le hubieran dicho, o que le hubieran insinuado muchas veces en su vida, nada. Y tampoco lo de los novios.

Y no le molestaba para nada que le preguntara esas cosas, aunque por momentos le daban flashazos de vergüenza de que pensara que era una palomilla inocente. Por supuesto pensó en Milena, pero eso no tenía porque decírselo todavía. No le había preguntado nada específico al respecto.

-No Joe, solo dos novios y te juro que ninguno me dijo que quería amarrarme a la cama. Uno sí está en nuestra facultad, pero bah! Tenía 15 años cuando pasó y él era 3 años más grande que yo, figúrate.

O sea fue intensísimo, pero ella no había terminado por concretar con él su exploración sexual aunque todas sus amigas la tacharon de tonta por no haberlo hecho con un chico mayor teniendo la oportunidad, y tampoco le había dicho las barbaridades que ahora le decía a Joe. Se rió y dejó de tocarlo bajo la camiseta para rodearle el cuello otra vez. Se estaba cansando de estar parada pero insistía en que no quería irse. Ah, y ella no le iba a preguntar sobre las chicas, porque sinceramente no quería saber. Ahora era suyo y eso era lo que le importaba. Nunca había sido precisamente insegura pero tampoco quería comprobar si al ver a las otras chicas nombradas pasar por ahí, se iba a poner a compararse con ellas, no creía que fuera a ser una actividad sana.

-Y sí lo hubieran hecho, decirme eso, los hubiera cacheteado. Tú tienes permiso especial.

Y tanto que lo tenía. Pearlie volvió a tomar la mano de Joe y la guió otra vez bajo su falda. Era lo que despertaba en ella, simplemente no podía evitarlo. Apenas lo dejó tocarla unos cuantos segundos y volvió a retirarle la mano.

-Me estoy cansando, ¿nos sentamos? ¿qué hora será?

Se alejó de él rompiendo el abrazo y le hizo gestos para que se sentara recargando la espalda en el árbol otra vez, de modo que ella pudiera acomodarse y sentarse entre sus piernas, recargando la espalda en su pecho.
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Mensaje por Joseph Crawford Jue Oct 25, 2012 7:21 pm

El hijo de puta con tres años más, haciéndole quien sabe que cosas a una pequeña Pearlie de apenas quince años. Cuando lo escuché directamente de sus labios, sentí un repentino arrebato de celos que me hizo fruncir el ceño y pensar en encontrar al que fuera que hubiera sido aquel cabrón aprovechado, más aun cuando según ella, el sujeto aquel estaba aquí mismo, en Brigantia. Una de las ventajas de la sociedad mágica era precisamente la facilidad con la que podías encontrar a casi cualquier persona.

-¿Y puedo saber quien es?, anda… es solo por curiosidad. Dices que es tres años más grande…-

Si ella tenía casi 18 entonces aquel bastardo contaba con 21, lo cual no me significaba ningún puto problema. Dejé de poner cara de puto perro rabioso cuando escuché acerca de mis “permisos especiales” y busqué otra vez sus labios, lamiéndolos un poco y luego acariciando su lengua con la mía mientras ella me tomaba de la mano y la guiaba de nuevo hasta debajo de su falda. Tocarla de nuevo, aunque fuera por unos cuantos segundos, era lo que alguien como yo necesitaba para no entrar en ansiedades al tenerla en un bosque oscuro completamente a solas y no follársela como tenía que ser.

-¿Ya te cansaste?, si gustas puedo traer unos cobertores y sábanas de mi dormitorio. Podríamos quedarnos aquí, prender un fuego… comer alguna porquería de golosina, terminarnos una botella de vodka. Tendrías permiso para tocarme cuantas veces se te de la gana-

Me tiré al piso con la espalda recargada en el árbol tal y como ella me lo pedía. Lo estaba diciendo de broma, pero dejando bien abierta la puerta para que Pearlie pudiera dar un sí de verdad, después de todo para los decanos no sería ningún puto problema que un par de alumnos durmieran en los interiores del bosque y tal, bueno no es que yo les hubiera preguntado si había problema o no, pero tampoco era como si fuera a correr a pedirles permiso. Dejé que se recargara sobre mi pecho y se acomodara entre mis piernas para luego abrazarla, sintiéndome de nuevo como protagonista de película ñoña que se preocupaba por hacerla sentir a gusto en lugar de desvestirla a la primera oportunidad.

-Pues yo no sé Felicia, pero seguro ninguno de tus novios era tan guapo, ni tan jodidamente encantador, ni tan alto ni tan fuerte, así que aprovéchate de mí. Joder mira estos brazos… ¿y sabes qué?, yo jamás había tenido una chica como tú, es decir que fuera así, tan guapa y tan sexy (y tan bien hablada) con tan preciosos ojos y con labios tan… tan… ven acá-

La besé de nuevo tomándola desde la barbilla para buscar sus labios, e inevitablemente mis manos rodearon sus tetas hasta acariciarlas apenas un poco. Yo sé joder, soy un puto cerdo que no puede pasar más de cinco minutos sin tocar o cuando menos echar un vistazo, y les juro que así iba a ser no solo durante los primeros días o semanas. Aun si pasara seis putos años al lado de Burroughs iba a seguir así, queriendo besar y ver y tocar y lamer hasta el jodido cansancio.

-¿Entonces?, ¿Nos quedamos aquí?. Te juro que me voy a portar bien… bueno, tú sabes… lo mejor que se pueda-
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Mensaje por Pearlie F. Burroughs Jue Oct 25, 2012 7:42 pm

-No me quiero arriesgar a que vengan los decanos a corrernos para que nos larguemos al diablo a nuestras habitaciones, podemos prescindir de tu acampada con fuego, vodka y cobijas, solo abrázame mucho cuando empiece a hacer más frío. Y no necesito tu permiso para tocarte cuantas veces se me de la gana. Ah y se llama Lucian, pero ya no me preguntes o pensaré que quieres ir a deshacer las huellas de mi pasado a sangre fría, estás loco.

Le dijo mientras se acomodaba entre sus piernas, asegurándose de estar bien pegada a él. Se rió cuando le dijo que seguro ninguno de sus novios había sido tan guapo, ni tan encantador, alto o fuerte. No sabía si lo decía enserio o si estaba loco y solamente quería ver sus reacciones ante semejante arranque de egocentrismo.

Lo que sí fue que de nuevo hizo que le temblaran las piernas cuando comenzaba a decirle que jamás había tenido una chica como ella, no sabía si era cierto pero le gustó escucharlo de todas maneras, le hacía bien a su vanidad. Se consideraba guapa, pero no se consideraba sexy -¡ni siquiera sabía en qué se basaba eso!- así que escuchar eso de parte de Joe la hacía sentir bien a la par que se ponía nerviosa.

Se dejó besar, también tocar, de hecho parte de ella había estado esperando que hiciera justo ese movimiento y una de sus manos fue hasta una de las de él para darle a entender que esas caricias le gustaban, que siguiera haciéndolas, con más intención si quería.

-Sí, nos quedamos aquí, pero no te muevas, no quiero cobijas ni nada. Solo quiero seguir escuchándote. A menos que las conjures con un accio, pero darías nuestra posición exacta y no quiero que nadie sepa donde estamos, hasta mañana en la mañana.

No le molestaba dormir en el bosque, ni siquiera con la ropa que llevaba puesta. El dedo en el que se había pegado todavía le punzaba un poquito por momentos. Afianzó sus caricias y volvió a estirar el cuello para besarle el mentón.

Lo pensó en apenas un segundo, se medio levantó y se giró para sentarse encima de él, de frente, rodeándolo con las piernas, dejando que la falda se hiciera más corta, apenas cubriendo la mitad de sus muslos. Sabía que estaba provocándolo demasiado de nuevo, ella misma estaba llevándose hasta sus propios límites, sentía que se humedecía rápido al tenerlo así y moría de ganas por sentirlo poniéndose firme aunque fuera a través de la ropa. No le dijo nada, solamente volvió a besarlo, no sin antes regalarle una aparentemente tímida sonrisa.
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