¡Robin Van Persie!

Escuchar todo lo que salía de su boca era aliciente suficiente para seguir. Se sentía muy en control, pero no había olvidado tampoco que eso era de dos. La instaba a que forcejeara más, a que pretendiera resistirse más, porque con eso lo llevaba al límite. Saber que lo quería dentro de ella, sentir cómo sus movimientos se lo exigían aunque hiciera gestos y tratara de salir de su prisión, era aliciente suficiente para ir más rápido, para tratar de entrar hasta lo más profundo. Se inclinó para lamer sus pechos, aunque no duró mucho en esa posición y fue más un acto de ansiedad que algo que planeara hacer durante mucho tiempo.

Sentía que estaba muy muy cerca de llegar, más cuando ella apoyaba sus movimientos encontrando su propio ritmo de caderas y le pedía que siguiera así. Solo por eso intentó aguantar más y concentrarse. Frunció el ceño mientras respiraba, porque quería seguirla escuchando hasta que no pudiera más.

Gimió más fuerte, porque sintió que había llegado inevitablemente al punto irreversible. Se corrió dentro de ella, temblando por completo, entregándolo todo. No creía haberse corrido así antes. Cerró fuerte los ojos y casi se dejó caer sobre Aquila pero logró apoyarse con las palmas sobre la cama. Recargó su frente sobre el pecho de la semiveela, aspirando el olor de la piel de sus pechos que volvió a lamer con calma solo porque tenía que hacerlo teniéndolos tan cerca de su boca.

Le costó recuperarse, por eso no se movió inmediatamente ni salió de ella en el acto, acostumbrado al calor de su interior que no quería abandonar. Conforme su respiración se fue acompasando, él la volvió a besar con tranquilidad, recorriendo primero su cuello y luego su boca. Con la misma lentitud se le quitó de encima para ponérsele a un lado. Su pecho seguía subiendo y bajando a un ritmo no natural, pero cada vez más calmado.

-Te amo, no me voy a cansar de repetírtelo.-Mucho menos luego de ese acto que los hacía tan afines, que se dejara follar así y que ella hubiera correspondido como lo había hecho a todas sus exigencias.

Sintió que él estaba cerca, así que se dejó ir sin contenerse más cuando lo veía acelerar el ritmo y esa poderosa sensación la embargaba. Todo lo que quiso fue sentirlo por que ella ya estaba siendo recorrida por ese delicioso estremecimiento que se apoderaba de su cuerpo. Sintió cómo se venía sin contenerse en absoluto, intenso, sus gemidos más fuertes y graves, casi roncos. Sonrió al ver que cerraba los ojos y después se recargaba en su pecho, tiempo que aprovechó para acariciar un poco su cabello y suspirar un poco cuando volvía a poner la lengua en la piel de sus pechos. No tenía prisa por que le dijera nada, Quería que se quedara ahí y nada más, que no saliera de ella, que durmiera tres días así.

Dormitó por algunos segundos hasta que se besaban y ella hundió los dedos en su cabello otra vez, mirando sus facciones, recorriendo con la mirada su naríz recta, la oscuridad de su barba por la cual pasó el dorso de la mano antes de besarlo de nuevo y sonreírle con calma, con todo el amor que le tenía. Apenas se puso en paralelo a ella fue a acurrucársele en el pecho como hacía siempre que estaba acostada a un lado suyo. No se cansaba de hacerlo, era demasiado cariñosa, parecía que cada vez más.

-Yo no me voy a cansar de escucharlo. Y te amo también

Le dio un beso en el pecho, después en el cuello y al final subió a sus labios, tomándose la unión de sus labios con calma aunque sentía la boca un poco seca después de tanto desenfrene. Era casi una rutina, pero no le parecía aburrida. Solía huír a la cocina un rato después de follar, y eso fue justo lo que hizo, poniéndose las bragas y la camisa que él se había quitado. Al abrir la puerta los perros entraron felices y como locos.

-¡Ponte algo de ropa, lobo, o vas a traumar a mis bebés!

Le gritó a lo lejos. Del refrigerador sacó agua y se comió algo que quedaba en todas las cosas que había elegido para comer ese día. Regresó a la habitación con su cuaderno de notas había comprado uno para esos efectos, los pergaminos le parecían incómodos, y por puro consumismo muggle, también. Regresó a la cama dejando el cuaderno en el piso y se volvió a acurrucar a su lado, besándolo en la mejilla y después ofreciéndole el agua que había llevado.

Se había olvidado por completo de los perros hasta que los volvió a escuchar rascando la puerta. Como siempre, le dio una repasada visual a Aquila cuando se levantaba y a él tampoco le parecía aburrido eso de verle el culo mientras se alejaba. Robin Van Persie hizo todo lo posible por subirse a la cama pero Angus solo le soltó un repetido “no” mientras el loco saltaba.

Ginger Fitzgerald le daba ternura, seguro porque era hembra. Por eso se levantó, buscó sus bóxers para ponérselos y no traumar a los bebés y luego la cargó un poco bajo las protestas de Van Persie que mejor se fue a buscar a su madre. Pegó la cara al pelo de Ginger para aspirar su olorcillo de animal, pero le pareció que estaba perfumada o algo.

La volvió a poner en el suelo y se echó de nuevo en la cama mientras Aquila regresaba. Le tomó al agua porque se sentía como deshidratado y luego la abrazó, recorriendo su hombro y aspirando el aroma de su cabello, que claro que era mucho más agradable que el de Ginger Fitzgerald. Notó que tenía con ella un cuaderno y que no era de los que él había estado guardando en su estudio, sino uno nuevo, con un diseño que él jamás adquiriría.

-Muchas compras muggles en mi ausencia. -Le dijo besándola en la mejilla. No dejaba de mirarla, cada vez que lo hacía le parecía más hermosa. La mejor parte era haber follado de ese modo y luego sentirse tan cómodo a su lado demostrándole que la amaba aunque fuera de forma ridícula. Jamás lo había imaginado, estar con ella, o con alguien como ella, pero ahora que estaban ahí, era perfecto, porque ella se lo permitía.

-¿Ahí es dónde escribes? Es más cómodo que un pergamino, ¿no?.-A él le habían gustado mucho los pergaminos recién entrando a Hogwarts, pero sus apuntes siempre habían sido un asco, con toda la tinta manchada y volcada, su letra ilegible y notas de los profesores para que fuera más aseados en sus trabajos, y por eso terminó odiándolos.

Le hubiera encantado ver esa muestra chiquita de afecto para Ginger Fitzgerald pero todavía no regresaba cuando ocurría, así que se quedó pensando que los perretes todavía no ablandaban el corazón endurecido de Angus mientras se le acurrucaba a un lado y dejaba botado todo lo demás. Le sonrió con lo de las compras muggles, pues si de por sí a veces era algo consumista aunque no compraba baratijas, cuando iba al Marks and Spencer sí terminaba llevando muchas cositas que no necesitaba sólo por no saber qué eran. Una vez hasta había comprado unas pastillas eferverscentes para controlar síntomas de resfriado.

-Sí, pero juro que ahora sí fueron cosas útiles, y me gustó la portada. Ya no volveré a comprar tabletas para la gripe, ni pastillas para el excusado. ¡Es que tenían forma de pato! pensé que eran jabones o algo lindo.

Esa era la otra cosa inservible que había comprado y había dejado las pastillas con forma de pato hiper-olorosas e hiper-azules destapadas en la cocina sin saber qué hacer con ellas hasta que Angus regresara y le dijera para qué servían. Ella también creía que compartieran esas naderías y también pudieran follar hasta cansarse, y que detrás de todo eso de verdad lo amara. No había nada mejor, aunque seguía temiendo que eso fuera sólo una especie de luna de miel que perdería el encanto en algún momento. Se iba a esforzar por que no ocurriera.

-Ahí tengo mis ensayos de editorial, pero deja que recupere el aliento y te bese un rato...

Ella mantenía sus notas lindas y ordenadas, pero en ese cuaderno era todavía más fácil de hacer que en los pergaminos, que requerían el doble de cuidado. Qué ingeniosos eran los muggles. Era la primera vez que lo pensaba sin prejuicio alguno. Le dio un beso en el hombro y medio se le puso encima, recorriendo su barba con el dedo, algo que hacía casi todo el tiempo que estaba en la cama con él y no dormía, o no follaban. Intentó meter su dedo índice a su boca en plan infantil como si temiera que fuera a morderla o algo así. Se le ocurrió que lo amaba muchísimo, qué pensamiento más original.

-Oye ¿Crees que los decanos levanten la prohibición pronto? Ya no quiero ver esa champaña en el refrigerador, deberías hacer otra fiesta.

Angus se carcajeó fuerte de recordar cuando había encontrado a los patos para el baño en la cocina. Ese día hasta le había preguntado con temor si no se le había ocurrido morderlos o algo. Ahora estaban guardados en la repisa del baño, como correspondía. Los primeros días había enloquecido cuando ella compraba cualquier estupidez solo porque le parecía bonita, pero luego habría aprendido a vivir con eso y tal vez hasta extrañara que hiciera esas cosas que le sacaban buenas risas.

Él también se esforzaría porque al volver al mundo real, Aquila y él siguieran siendo lo que se habían convertido en ese mes. Sabía que no podían vivir así para siempre, él tenía muchas cosas con las que lidiar y ella también, y no podrían ser completamente felices si no lo enfrentaban, porque de no hacerlo solamente estarían viviendo una fantasía sin fondo. La quería de verdad, se lo demostraría enfrentando todo lo que eso quería decir.

-Está bien.-Ya tenía muchas ganas de escuchar sus ensayos de editorial, pero también las tenía de seguirla besando, mimarla un poco más y sentir su cuerpo contra el de él aunque no estuvieran necesariamente follando. Cuando jugaba con su dedo, Angus intentaba atraparlo con los dientes y eso hizo, aunque solo apretaba la yema de sus dedos de forma tan infantil como su juego.

-No creo que la levanten pronto, están realmente enojados. A veces siento que todo es mi culpa, todavía, no puedo evitarlo. Loreen es brillante, Peaches nunca había perdido los papeles, y sé que no es fácil para el decanato lidiar con los problemas que se les vienen por mantenerme.-No quería hablar de eso pero no lo pudo evitar.

La abrazó rápido para olvidarlo y volvió a estrecharla, besando las yemas de sus dados, uno de ellos tenía la leve marca de sus dientes.-Yo también quiero otra fiesta. No pensé que lo fueras a sugerir.-Con eso sintió que la amaba todavía más, porque se estaba mostrando receptiva en todo, tolerante en todo, curiosa con sus cosas. No podía pensar que todo lo hecho no valía la pena el esfuerzo. -Para que dejes otro beso en mi espejo.

También estaba segura que tendrían mucho qué superar y que todo eso de ir conociendo el mundo muggle y vivir con él ese tiempo era sólo la parte más amable, pero también sentía que no había mejor incentivo que ese para seguir haciéndolo. Quizás se habían olvidado un poco del mundo, un poco de todo, pero tenía que convencerse de que lo amaba, cada día más. Desde que habían compartido esa cama así había sido, por supuesto que se sacaban de quicio todo el tiempo, tenían mil y un diferencias y aún así no había nada que la disuadiera de querer estar ahí y a su lado.

Estiró un poco la mano para acariciar la redonda cabeza de Robin Van Persie después de que Angus mordiera su dedo cuando jugueteaba con sus labios y soltara un Auch exagerado, aunque se puso un poco meditabunda cuando volvía al asunto ese que había ocurrido en la Universidad. Miró hacia abajo, hacia ningún lado, haciendo que sus ojos se oscurecieran por las pestañas, dándole vueltas a lo que había ocurrido aunque supiera más bien poco, por una lechuza de Pearlie que tampoco había sido testigo en el alboroto. Negó un poco con la cabeza.

-Claro que no es tu culpa, no vuelvas a decir eso.

Pero para no tener una discusión, ella no le dijo que más culpa tenía ella en todo ese alboroto. Detestaba pensar en eso, pero quería convencerse de que al menos estaba siendo honesta con lo que sentía y no había hecho lo más fácil, o sea, seguir manteniendo las apariencias y mirarlos sufrir solo. La situación estaba muy jodida, pero al menos estaban juntos. Le dio un rápido beso en los labios y sonrió apenas, encogiéndose de hombros, cuando decía lo de la fiesta.

-Pero no volveré a probar marihuana... oye ¿Te acuerdas del batazo de Pearlie? Es que, mira, te lo voy a confesar, pero no te rías. Estábamos aquí y empezamos a temer que Crawford y tú entraran a violarnos. Estábamos aterrorizadas. Le dije a Pearlie que si Crawford entraba, apretara las piernas

Se cubrió la cara con la almohada y después levantó la mirada hacia él, sacándole la lengua por lo del beso en el espejo. Supo que se había dado cuenta cuando le había pasado el dedo por los labios ese día aunque pensó en su delirio que quizás también lo había soñado.

Angus adoraba el gesto remilgado de Aquila, ese de dejar sus ojos cubiertos por sus tupidas pestañas oscuras. Eso era solo parte de todo lo que de verdad le gustaba de ella, que incluía más gestos que ese o haber descubierto que era cariñosa. Se la había imaginado, antes, algo frígida o siempre correcta, nunca cariñosa como si no tuviera corazón pero se encontró con que era todo lo contrario y eso le gustaba mucho de ella. Nunca había tenido una novia tan cariñosa como ella, pensaba que era una dosis innecesaria pero ahora moriría si Aquila dejaba de serlo con él, a ese grado estaba acostumbrándose a ella.

La mantuvo abrazada mientras ella le contaba lo que en realidad había pasado en la fiesta y por qué Pearlie había enloquecido y había bateado a ese tipejo que se había intentado meter a su recámara cuando ellas supuestamente estaban dormidas. Con la confesión se murió de risa al grado de tenerse que incorporar para toser cuando se le fue chueca la saliva. Se lo tenía que contar a alguien, a Joe. En esos momentos los dos habían estado demasiado ocupados embriagándose como para pensar en entrar a violar a las niñas. Lo de apretar las piernas fue demasiado.

-¿Tú crees que apretando las piernas iba a detener la violación de Crawford?-Eso se lo dijo entre risas, aunque soltó más cosas del tipo, limpiándose una lágrima que se le había escapado de tanto carcajearse.-Pero le agradezco a Pearl ese batazo, me ahorró tener que partirle yo la cabeza a ese secretario del ministerio lleno de gel en la cabeza.

Se acomodó para quedar otra vez un poco encima de ella y la besó, tranquilizando su risa. El licántropo de verdad había deseado ponerle las manos encima a ese tal Markus para partirle el cuello por la manera en que había intentado hacerse con la atención de Aquila, fingiéndose el muy controlado. -Al final no necesitamos de entrar a la fuerza y violarlas. Tenemos mejores técnicas que esas.

La acarició por encima del vientre mientras besaba su cuello, sin buscar nada más que sentirla. -¿En alguna parte de tu subconsciente no deseabas que entrara esa noche de verdad?-Se lo dijo como broma porque seguramente habían estado aterradas.

Ya sabía que se iba a reír pero no esperó que lo poseyera Pazuzu luego de su penosa confesión. Volvió a ocultar la cara en la almohada y Angus hacía tanto ruido que los perros se alborotaban y ponían sus patas encima de la cama como queriendo trepar pero sabiendo que no tenían permiso del alfa, moviendo la cola insistentemente. Le puso fingidas malas caras cuando hablaba del secretario del ministerio. Ya sabía, desde que lo había visto ahí, que Markus ni pintaba nada en lugares como ese pero ultimadamente ella tampoco y bueno, carajo, todavía le tenía cariño a su querido ex-novio.

-Ay no hables mal de Markus, él es bueno. ¡Y deja de reírte! De verdad estábamos vueltas locas. Yo pensé en cómo iba a dar cuentas con los Burroughs, de su princesa

No tenía qué decirle a Angus "y de la virginidad de Pearlie" pero era algo que se hacía obvio por sí mismo. Lo besó pasando la mano por su barba de nuevo, algo que no se cansaba de hacer. Ella había pensado, así como él, antes de conocerlo que tenía modos horribles y seguramente no iba a gustarle nada pero había encontrado que era receptivo a todos esos cariños que incluso ella llegaba a tachar de ridículos. Le dio un golpecito con la palma abierta con eso de que no había necesitado entrar a la fuerza a violarla. Le mostró su gesto de falsamente enojada.

-¡Por supuesto que no! Pensamos que podríamos escapar por la ventana pero había un perro, y le dije a Pearlie que le conjuraría un locomotor mortis antes de que Crawford me dejara inconsciente a golpes Ahora que lo pensaba sí que había sido ridículo pensar que de verdad las querían violar. Soltó una carcajada -Y le dije a Pearlie que me lo había buscado por dejar besos en tu espejo ¡Qué puta!

No había manera de no reírse de eso así que volvió a hacerlo, manteniendo a Angus muy cerca, riéndose fuerte con los ojos cerrados, esta vez siendo ella quien alteraba a los perros con sus tonterías. Esa noche se había jurado a sí misma que jamás volvería a esa habitación y que había sido una suerte que no terminara esa noche deshonrada junto con Pearlie. Después le atribuyó todo al estúpido pastel que se habían comido ese día.

-¿Qué hiciste el resto de esa noche, por cierto? Además de planear ultrajarme, claro

Por lo general, Angus era de risa floja, pero en esa ocasión estaba riéndose mucho más que nunca. Ni siquiera tomó en cuenta lo dicho por Aquila sobre que Markus era bueno por estar tan de buen humor con sus anécdotas de princesa. Imaginaba sin esfuerzo a Pearlie buscando su bate entre sus cosas, a Aquila mirando por la ventana encontrándose con el perro enorme del jardín de al lado, ya ni decir que con la altura porque él vivía en un segundo piso.

Ya quería contarle a Joe lo que le estaba confesando Aquila, pero no sabía si contaba con el permiso de su mujer para hacer eso. Le gustó mucho el sonido de sus carcajadas y que se tapara con la almohada avergonzada de sus tonterías. Se rió más cuando se llamó a si misma puta por la inocentada del beso en el espejo, que en ese entonces lo había hecho rabiar, pero ahora le parecía un detalle jodidamente sexy.

Los perretes estaban necios con subirse a la cama, casi les dio permiso de hacerlo pero con una vez que los dejara ya no se los iba a quitar de encima nunca, así que los dejó sufrir, solo alcanzando a rascarle detrás de las orejas a Robin Van Persie para aplacar su desesperación de perros chicos.

-¿Qué hice?-Preguntó rascándose la barba, entrecerrando los ojos y haciendo memoria para acordarse. Había bebido mucho, era lo que tenía más presente. En algún punto de la noche brincó con Joseph en un slam improvisado al que nadie se unió con una canción que ya no recordaba, también había cantado The Passenger con Karim cuando dejó de estar embobado con Milena Nikonova. -Emborracharme, eso hice. Planear con Crawford la mejor manera de irrumpir en sus vidas y abrirles las piernas, cantar un poco desafinado y acomodar a la gente para que se durmiera en el piso.-Nada importante. La besó otra vez, eso sí que era importante.

-Miraba hacia mi habitación todo el tiempo, pero no tenía pensamientos de violador, solo que sabía que estabas ahí. Y ahora sigues aquí. No te puedes mover de aquí.- Y hablando de abrir las piernas, no lo pudo evitar y le metió la mano entre ellas para acariciarla un poco, acordándose de la presencia de Ginger y Robin cuando Ginger ladró agudo. Al parecer era celosa.

Estaba riéndose mucho pero se volvía a sentir tonta recordando esa noche, sumándole las veces que Pearlie y ella se habían partido de risa recordándolo y hacían sus chistes cuando se veían vestidas, diciendo algo como "te ves lindísima, seguro que Crawford ahora sí te viola" y cosas así. También le volvió a dar risa la culpabilidad que habían sentido, ambas, por haberlos estado "provocando descaradamente" para haberse ganado esa posibilidad, de ser ultrajadas. Lo miró con interés cuando le iba a decir qué había hecho el resto de la noche y le volvió a dar risa que siguiera con el chiste.

-¡Lo planeaste, desde esa noche! ¡Cínico desgraciad...!

Interrumpió sus falsas acusaciones para besarlo y se tomó un poco más de tiempo antes de que la risa volviera a ganarle y acariciara de nuevo el contorno de su rostro, mirándolo de cerca y sabiéndose enamorada perdida, como ya había sospechado que podría ocurrir desde que había estado en su habitación, con su camiseta puesta aunque él no estuviera presente.

-Pues a nosotras nos salieron moretones en las rodillas de mantenerlas apretadas mientras dormíamos. Le dije a Pearlie que había bastado verlos al principio de la noche... Sintió su caricia y la correspondió con un suspiro placentero, besándolo de nuevo -...con los ojos desorbitados de lujuria

Se carcajeó por decir esa tontería, interrumpiendo su beso y haciendo que los perros se alteraran más. Ya tenía ganas de que Angus alfa los corriera de la habitación para no traumarlos con sus actos de carnalidad desenfrenada aunque eso seguramente a los perros les daba igual. Por su mente se cruzó el terrible pensamiento de que eran hembra y macho y aunque fueran de razas distintas iban a terminar apareándose y a tener hijos mestizos horribles. Ese pensamiento la hizo reír también, se estaba poniendo muy tonta.

-Mira, a mi me preocupaba más la pobre Pearlie, al menos yo ya tenía idea de la que me esperaba. Sólo la hice jurar que sería madrina de mis hijos mestizos.

Como los que tendrían sus perros.

A cada dato que le daba sobre sus tonterías con Pearlie y la violación, Angus no podía evitar reírse más. También estaba infiriendo muy fácilmente que la chica era virgen. No lo había pensado así hasta ese momento, con mayor razón Pazuzu se iba a aprovechar de su inocencia.

No hizo hincapié en ese tema, que a él poco le debía importar si Joseph se iba a almorzar a una inocente, pero ya le pondría a su amigo las cosas claras porque Aquila la quería mucho y ahora él comenzaba a apreciarla desde lo de Lynch. Sabía de la fama de Joseph, una advertencia no le iba a venir mal.

-Nuestros hijos van a ser criaturas mestizas muy guapas.-Le dijo besándola repetidamente apretando los labios jugando. No se había imaginado teniendo hijos con Aquila, eso era muy pronto, pero ahora que lo decía no sonaba loco, solo que primero tenían que sortear todas las dificultades y Angus tendría que comenzar a dejar de malgastar el dinero, pensar en un mejor lugar donde vivir y todas esas cosas que definitivamente NO tenía que estar pensando.

-Bueno, ya tenemos unos…-Señaló a Ginger y a Robin, que estaban frenéticos. Robin hasta estaba olvidando las leyes del hogar y había empezado a saltar como loco para intentar aferrarse a las cobijas y escalar. Angus negó con la cabeza, se levantó y empezó a hacer gestos con los brazos para correrlos mientras les decía “fuera fuera” repetidamente. Los perretes salieron obedientes y contentos, seguro pensando que los iban a alimentar, a los pobres.

-Hay que comprarles su comida cuanto antes.-Dijo después de cerrar la puerta provocándoles la decepción de su canina vida por no tener comida. y solo haber sido corridos de la habitación.

Se volvió a acostar en la cama, a un lado de Aquila y volvió a acariciarle el vientre y a repartir besos en su cuello de costado. Ya no se sentía tan observado con los perros fuera.-Y unas camitas, para ponerlas al lado de la nuestra si quieres.-Ya era la primera señal de que sí se le había ablandado el corazón.

No sabía que Angus había pensado también lo de Pearlie que sería blanco fácil para Pazuzu con toda su inocencia pero ella antes de dormir, esa noche de las películas, le había dicho que más valía que perdiera pronto su virginidad o el demonio la iba a poseer. Ella estaba más que a salvo, se habían reído de eso en la cocina y nunca supo que de verdad Pearlie estaba tan asustada como decía.

Por cierto, ella tampoco se había puesto a pensar en hijos mestizos ni nada de eso; si lo había pensado antes, al comprometerse, era por que ambas familias se habían puesto a delirar con los "nietos" que esperarían apenas con un año de matrimonio y esas cosas, su madre hasta le decía que no iba a aceptar que alguna de sus nietas no llevara su nombre, pero estaba segura que ahora lo que menos querría imaginar sería su sangre mezclándose con la de un licántropo. Además, Angus era licántropo ¿Él alguna vez habría pensado en no tener hijos a causa de eso? La conversación al respecto, de tenerla, podría ponerse horriblemente seria, y era algo de lo que definitivamente no quería hablar, ni pensar.

-Y tienes que educarlos y hacerlos tu orgullo

Ya le había relegado toda la responsabilidad de educarlos por que ella ya había decidido que sólo iba a mimarlos, y asintió con eso de que había que comprarles comida cuanto antes. Los vio salir moviendo la cola y puso cara triste hacia Angus por haberlos desterrado del paraíso sin ningún beneficio a cambio. También lo acarició cuando regresaba a la cama y le dio risa su sugerencia de las camitas a un lado y todos viviendo juntos en la misma habitación como cuando estaban en el sillón, toda la familia frente al televisor.

-Ay no ¿Cómo voy a querer volver a la Universidad así? Mejor me quedo aquí contigo siempre...

Él sabría que no hablaba estrictamente en serio, sólo era una manera de decirle que estaba demasiado bien haciendo eso, estando en casa sin hacer mucho más, que perdía la noción del tiempo y sentía que llevaba sólo tres días así aunque la realidad fuera distinta, y claro, ambos necesitaban seguir haciendo lo que hacían y las cosas que les interesaban. Lo besó con más ganas y pegó su cuerpo al suyo.

No había pensado en los hijos, ni en tenerlos ni no tenerlos, pero en todo caso, con todo había una posibilidad del 50/50. Angus no quería pensar que llegado el momento tuviera que empezar a plantearse la posibilidad de tener hijos licántropos y pensar en si era responsable o no hacer esa tirada, dejar eso como un volado, esperar lo mejor. David lo había hecho dos veces, una vez había resultado y la otra no. Sabía que su mamá había sido metamorfomaga, pero él había nacido con mala suerte y Peach con estrella, había cosas que estaban destinadas a salir mal. No era el tipo de hombre que estuviera pensando en una herencia genética, ni en llevar a sus hijos al parque y ser feliz. Primero porque no había encontrado nadie con quien quisiera procrear.

-Orgullo si fueran unos perrotes, pero esas cositas nunca van a crecer, nunca serán como su padre. Y puedo decir eso porque no están escuchando y no se van a traumar.-Claro que notó que Aquila ya le había relegado todo respecto a su educación, pero Angus iba a ser muy firme en todo lo que a ella le iba a corresponder hacer. Se iban a tardar un poco en aprender a ir al baño, iban a morder algunos zapatos o hacer tonterías, ella tendría que encargarse también de regañarlos un poco o nunca la iban a respetar.

-No volvamos al estudio ni al trabajo, que Karim se encargue de nuestra manutención. -La idea era tan estúpida que se carcajeó porque ¿en qué mundo ese zángano se iba a poder encargar de ellos?. Dejó de reírse cuando ella lo besaba, acarició su cabello sin cansarse de ese permiso especial de hacerlo y la tomó por la cintura para colocarla encima de él, así la podía seguir besando y de paso la tocaba un poco.

-Esa es la idea de todos modos, que te quedes aquí conmigo siempre. Bueno, no aquí aquí, pero conmigo sí.-Acarició su cintura y su espalda baja. Sabía que era una petición fuerte pero las promesas que se habían hecho ya significaban más que eso, no tenía miedo de hacer esas declaraciones.

Le dio risa lo del perrote y empujó un poco su cara con la palma de la mano antes de volver a besarlo como loca por que no sabía si le daba más ternura que dijera "como su padre" o ese asunto de que no los estaba escuchando y no les iba a generar traumas de la niñez. Eran unas mirruñas de perro y seguramente por más que crecieran seguirían siéndolo y parecía una tontería pero lo amaba todavía más por haberle llevado cinco minutos aceptar a sus bichos. Por supuesto que iba a regañarlos, sobre todo si se metían con sus sagrados zapatos, pero eso no se lo iba a decir a él.

Y también se carcajeó con lo de la manutención de Malik. La verdad el tipo no le desagradaba del todo (más valía que no) y seguía pensando que si Milena le veía algo entonces tendría que valer la pena, pero no se veía del tipo de hombre que fuera a hacer mucho dinero pronto, no por que no lo creyera capaz, más bien por que no parecía tener interés alguno en ello. Y de todos modos, no había qué pensarlo mucho, todo era una fantasía absurda que seeguía dándole algo de risa hasta que se mitigó un poco cuando de un movimiendo la volvía a poner encima suyo. Acarició su pecho con tranquilidad y se inclinó para darle un beso. Sabía, o quería pensar, que estar con él no era un capricho, aunque el sentido de permanencia de lo que tenían aún le imponía un poco.

-Y tú conmigo. Aquí se está bien...

Se lo decía sin mentir, por que era cierto. Si bien la casa familiar no tenía nada que ver con ese apartamento pequeño, ni tampoco la casa donde pretendía vivir con su entonces prometido era así, pero eso era lo que menos importaba, era la primera vez que sentía que cualquier lugar sería bueno si podían tener lo que tenían entonces, entenderse así, descubrir cosas uno del otro, quererse a pesar de un montón de cosas que les diferenciaban. Se inclinó sobre él y cerró los ojos escuchando su respiración tan de cerca.

-Aquí, o en otro apartamento muggle, o en una casita del árbol. Yo tenía una, era una preciosidad...¿No te conté que de niña mordí los jabones perfumados de mamá? Se veían tan lindos y olían tan bien, fue el mismo principio que con las pastillas de pato. Estuve a punto de probarlas, pero no soy tan idiota

Se volvió a reír, dormitando un poco y pensando que, de verdad, podría estar bien en cualquier lugar mientras estuviera a su lado.