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Claustrofobia (¡Libre!)
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Claustrofobia (¡Libre!)
Todo lo que rodeaba a la decisión de imponer nuevas reglas que los mantenían recluidos en el campus a riesgo de hacerse acreedores a una expulsión era algo que le tenía demasiado ansiosa. Y quien decía "recluidos" bien podía estar exagerando, que en realidad los terrenos de Brigantia eran enormes y había mucho por hacer y a donde ir. Bosque, lago, clases a lo largo de todo el día, decenas y decenas de personas con las que poder pasar el rato. Era un lugar precioso, donde siempre había cosas por hacer, lo sabía, ¡lo sabía! Pero era un lugar precioso del que le tenían prohibido salir.
No era el caso de sentirse ajena a la disciplina. Sabía que circulaba la idea de que en Beauxbotons no hacían otra cosa más que aprender a bailar y cantar todo el día, mezclando por ahí alguna clase de magia, o aprendiendo a besar entre niñas (aquello último lo sabía por cortesía de Karim), pero el punto era que como colegio eran bastante estrictos y la formación académica de sus estudiantes era algo que se tomaban muy en serio, incluidas las normas sobre toques de queda y sitios de acceso restringido. Lo que le tenía tan turbada era la manera en que se habían dado las cosas, que ahora hubiera prohibiciones donde antes no las había, que se sentía encerrada de una manera irracional y sin lógica pero que era incapaz de evitar. Cuestión de su herencia, que nunca había manejado de la mejor manera el que alguien surgiera para decirle "no", pero peor aún, quitarle algo tan básico como la libertad para ir a donde le diera la gana. Todo por un castigo que, aunque podía comprender el por qué había sucedido todo y hasta empatizaba con el motivo por el cual lo levantaron en primer lugar, le parecía que ya estaba durando demasiado.
Que hablando de Karim el método por excelencia de Milena era llevarlo cada vez que pudiera a donde fuera que pudieran estar a solas y desafogar toda aquella energía nerviosa de la mejor manera que sabía quitándole la ropa y dejándose llevar. Era obvio que no podía estar así todo el día. Es decir, de querer quería, pero era sencillamente imposible. Necesitaba encontrar otra manera para canalizar esa ansiedad. Tampoco quería que comenzara a pensar que se había conseguido por novia a una loca insaciable (aunque si eso entraba como defecto no era necesariamente el peor, o eso quería creer).
Había sido asidua del club de duelos en el colegio. No la mejor duelista de record invicto, pero siempre había estado satisfecha con su desempeño. El año pasado si acaso había puesto pie en la Hermandad Bélica habría sido a lo mucho dos veces. Tratar de mantener un promedio alto en Leyes le había costado demasiado esfuerzo y tiempo, no por falta de comprensión al temario, sino porque no le gustaba en lo absoluto lo que hacía.
Esta sería la primera vez que se presentara a la Hermandad como una Brigante Arianrhod. Llegó cuando un duelo estaba por terminar y en cuanto la tarima quedó disponible se apresuró a tomar posición. A estas alturas no le importaba quien fuera a animarse. Ella de igual manera saludó con cortesía.
No era el caso de sentirse ajena a la disciplina. Sabía que circulaba la idea de que en Beauxbotons no hacían otra cosa más que aprender a bailar y cantar todo el día, mezclando por ahí alguna clase de magia, o aprendiendo a besar entre niñas (aquello último lo sabía por cortesía de Karim), pero el punto era que como colegio eran bastante estrictos y la formación académica de sus estudiantes era algo que se tomaban muy en serio, incluidas las normas sobre toques de queda y sitios de acceso restringido. Lo que le tenía tan turbada era la manera en que se habían dado las cosas, que ahora hubiera prohibiciones donde antes no las había, que se sentía encerrada de una manera irracional y sin lógica pero que era incapaz de evitar. Cuestión de su herencia, que nunca había manejado de la mejor manera el que alguien surgiera para decirle "no", pero peor aún, quitarle algo tan básico como la libertad para ir a donde le diera la gana. Todo por un castigo que, aunque podía comprender el por qué había sucedido todo y hasta empatizaba con el motivo por el cual lo levantaron en primer lugar, le parecía que ya estaba durando demasiado.
Que hablando de Karim el método por excelencia de Milena era llevarlo cada vez que pudiera a donde fuera que pudieran estar a solas y desafogar toda aquella energía nerviosa de la mejor manera que sabía quitándole la ropa y dejándose llevar. Era obvio que no podía estar así todo el día. Es decir, de querer quería, pero era sencillamente imposible. Necesitaba encontrar otra manera para canalizar esa ansiedad. Tampoco quería que comenzara a pensar que se había conseguido por novia a una loca insaciable (aunque si eso entraba como defecto no era necesariamente el peor, o eso quería creer).
Había sido asidua del club de duelos en el colegio. No la mejor duelista de record invicto, pero siempre había estado satisfecha con su desempeño. El año pasado si acaso había puesto pie en la Hermandad Bélica habría sido a lo mucho dos veces. Tratar de mantener un promedio alto en Leyes le había costado demasiado esfuerzo y tiempo, no por falta de comprensión al temario, sino porque no le gustaba en lo absoluto lo que hacía.
Esta sería la primera vez que se presentara a la Hermandad como una Brigante Arianrhod. Llegó cuando un duelo estaba por terminar y en cuanto la tarima quedó disponible se apresuró a tomar posición. A estas alturas no le importaba quien fuera a animarse. Ella de igual manera saludó con cortesía.
Milena Nikonova- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 16/09/2012
Re: Claustrofobia (¡Libre!)
Brigantia no estaba mal, era mucho más grande que Beauxbatons, contaba con mucho espacio y le gustaba más en todos los sentidos que su universidad anterior, aunque la transferencia la seguía poniendo nerviosa, sobretodo por las expectativas que tenían sus padres respecto a su estancia ahí. A veces cargar tanto peso sobre sus hombros se le hacía un verdadero parto, pero no le quedaba de otra más que cumplir con su papel, y la verdad las recompensas lo valían, por eso hacía las cosas sin chistar, estaba convencida de que eso era lo suyo.
Ya había tenido varios encuentros desagradables apenas llegar. La universidad estaba llena de gente espantosa, y bajo esos parámetros, no era de extrañarse que fuera poco lo que prefiriera estar en un lugar concurrido que ir a lanzar hechizos a un lugar donde las cosas eran uno a uno y nadie lloraba si hacías algo que parecía socialmente inaceptable para sus pacíficos parámetros. Aunque eso de pacíficos dejara mucho que desear, porque por algo estaban enclaustrados y castigados hasta nuevo aviso. Y no, el enclaustramiento la tenía sin cuidado, no le llamaba la atención casi nada de Londres, ni de Escocia, ni de Irlanda, ya le importaba más bien poco conocer Hogsmeade, ¿qué podía tener de magnífico?.
Al llegar a la Hermandad Bélica, con su nombre condenadamente dramático y todo, se paseó por las tarimas disponibles a ver quién parecía buen contrincante. Entonces vio a Milena de lejos, la reconoció de inmediato, ¿cómo no hacerlo? Llevaba un par de años sin verla, pero esa cara no se olvidaba fácil. Una chica de aspecto amable se estaba apresurando para subir a la tarima con Milena, pero Émilienne la tomó del brazo y le hizo un gesto de “no” con el dedo índice. Iba a subir ella y punto.
-Milena, cuánto tiempo sin verte.
Una sonrisilla. No podía decir que para alguna de las dos fuera de verdad un tremendo placer. No quería ni imaginarse si ya se había vuelto toda una liberal ahora que estaba ahí, en esa universidad del desacato, pero se lo imaginaba, era difícil volver a encaminar a los que llevaban malos pasos.
-¿Aceptas el duelo conmigo?
Tenía que aceptarlo, porque de otro modo lo único que le iba a quedar sería bajar de la tarima.
Ya había tenido varios encuentros desagradables apenas llegar. La universidad estaba llena de gente espantosa, y bajo esos parámetros, no era de extrañarse que fuera poco lo que prefiriera estar en un lugar concurrido que ir a lanzar hechizos a un lugar donde las cosas eran uno a uno y nadie lloraba si hacías algo que parecía socialmente inaceptable para sus pacíficos parámetros. Aunque eso de pacíficos dejara mucho que desear, porque por algo estaban enclaustrados y castigados hasta nuevo aviso. Y no, el enclaustramiento la tenía sin cuidado, no le llamaba la atención casi nada de Londres, ni de Escocia, ni de Irlanda, ya le importaba más bien poco conocer Hogsmeade, ¿qué podía tener de magnífico?.
Al llegar a la Hermandad Bélica, con su nombre condenadamente dramático y todo, se paseó por las tarimas disponibles a ver quién parecía buen contrincante. Entonces vio a Milena de lejos, la reconoció de inmediato, ¿cómo no hacerlo? Llevaba un par de años sin verla, pero esa cara no se olvidaba fácil. Una chica de aspecto amable se estaba apresurando para subir a la tarima con Milena, pero Émilienne la tomó del brazo y le hizo un gesto de “no” con el dedo índice. Iba a subir ella y punto.
-Milena, cuánto tiempo sin verte.
Una sonrisilla. No podía decir que para alguna de las dos fuera de verdad un tremendo placer. No quería ni imaginarse si ya se había vuelto toda una liberal ahora que estaba ahí, en esa universidad del desacato, pero se lo imaginaba, era difícil volver a encaminar a los que llevaban malos pasos.
-¿Aceptas el duelo conmigo?
Tenía que aceptarlo, porque de otro modo lo único que le iba a quedar sería bajar de la tarima.
Émilienne Lefebvre- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 28/10/2012
Re: Claustrofobia (¡Libre!)
Cuando Émilienne Lefebvre subió por la tarima, lo confesaba, por un segundo pensó que su imaginación le estaba gastando una mala jugada a causa de la ansiedad por el encierro. Nunca la había visto ahí, en Brigantia, en lo que llevaba de este semestre y el año anterior. No, no le alegraba verla. Le dejaba un sabor bastante amargo en la boca estársela encontrando de nuevo. Eso, y apenas escuchar su voz le hacía hervir la sangre de una manera que reconocía a la perfección, esa que trataba de mantener siempre bajo control porque si le permitía aflorar, no se reconocía a sí misma.
Le dolía, porque en un tiempo la había querido. Cuando recién había llegado a Francia sin conocer a nadie y convencida de que iba a pasar el resto del año sola porque todos la iban a encontrar insoportable ella había sido la primera que se había acercado. Y a pesar de sus rabietas y lo irascible y que era ella y la manera tan cruel que tenía Émilienne de comportarse con los demás, aún para una niña de 12 años, sí le había tenido cariño.
El problema surgió cuando comenzó a sentirse asfixiada por ella. Cuando ya no cedía a todo lo que Émilienne quería sin protestar ni preguntar. Cuando exigía opinar, cuando ya decía que no. Cuando comenzó a hacerla sentir que en vez de querer cultivar una amistad lo que quería era aleccionar una mascota que se rebelaba y que se soltaba de su correa. Al principio aquella comparación le había parecido muy severa, pero no tardó mucho tiempo en que tanto Émilienne como su hermana le dejaran en claro lo que en realidad pensaban de ella. Los insultos, los malos tratos, el buscar lastimarla siempre que veían la oportunidad para dejarle en claro que, a sus ojos, ella no era otra cosa más que un animal. Exótico, bonito, pero animal a fin de cuentas.
- Hola Émilienne. - Le respondió, sus ojos bien fijos en ella. No, no iba a bajar de la plataforma. Sí le preocupaba un poco que no solo tendría un duelo con la francesa, sino uno consigo misma para no dejar que su impulsividad tomara las riendas y le volviera torpe al momento de conjurar. De cualquier manera, no existía forma de disimular lo que el encontrarse con ella la hacía sentir; era transparente como cristal en la manera en que sus ojos comenzaban a brillar. Le sonrió de la misma manera que ella mostraba. Cuestión ya solo de esperar la llegada del árbitro.
Le dolía, porque en un tiempo la había querido. Cuando recién había llegado a Francia sin conocer a nadie y convencida de que iba a pasar el resto del año sola porque todos la iban a encontrar insoportable ella había sido la primera que se había acercado. Y a pesar de sus rabietas y lo irascible y que era ella y la manera tan cruel que tenía Émilienne de comportarse con los demás, aún para una niña de 12 años, sí le había tenido cariño.
El problema surgió cuando comenzó a sentirse asfixiada por ella. Cuando ya no cedía a todo lo que Émilienne quería sin protestar ni preguntar. Cuando exigía opinar, cuando ya decía que no. Cuando comenzó a hacerla sentir que en vez de querer cultivar una amistad lo que quería era aleccionar una mascota que se rebelaba y que se soltaba de su correa. Al principio aquella comparación le había parecido muy severa, pero no tardó mucho tiempo en que tanto Émilienne como su hermana le dejaran en claro lo que en realidad pensaban de ella. Los insultos, los malos tratos, el buscar lastimarla siempre que veían la oportunidad para dejarle en claro que, a sus ojos, ella no era otra cosa más que un animal. Exótico, bonito, pero animal a fin de cuentas.
- Hola Émilienne. - Le respondió, sus ojos bien fijos en ella. No, no iba a bajar de la plataforma. Sí le preocupaba un poco que no solo tendría un duelo con la francesa, sino uno consigo misma para no dejar que su impulsividad tomara las riendas y le volviera torpe al momento de conjurar. De cualquier manera, no existía forma de disimular lo que el encontrarse con ella la hacía sentir; era transparente como cristal en la manera en que sus ojos comenzaban a brillar. Le sonrió de la misma manera que ella mostraba. Cuestión ya solo de esperar la llegada del árbitro.
Milena Nikonova- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 16/09/2012
Re: Claustrofobia (¡Libre!)
La hermandad bélica era quizás el lugar perfecto para “reparar” daños del pasado o acentuarlos aún más. Para Émilienne, tal vez simplemente se tratara de dejar clara su pancarta ahora que había ingresado a Brigantia. Para Milena, eso tal vez no sonaba a muy buena idea que digamos.
Ambas chicas se preparan para el duelo y el árbitro les dice las normas del mismo que seguramente Émilienne escuchará por primera vez pero que no se le hicieran tan distintas a las del club de duelo de Beuxbatons.
El duelo había dado comienzo.
INICIATIVA: Émilienne Lefebvre (y su link a la ficha, señorita? ¬¬)
Ambas chicas se preparan para el duelo y el árbitro les dice las normas del mismo que seguramente Émilienne escuchará por primera vez pero que no se le hicieran tan distintas a las del club de duelo de Beuxbatons.
El duelo había dado comienzo.
INICIATIVA: Émilienne Lefebvre (y su link a la ficha, señorita? ¬¬)
Julia McCreary- Mensajes : 358
Fecha de inscripción : 02/09/2012
Re: Claustrofobia (¡Libre!)
Escuchó con atención las reglas, asintió a todas y cumplió con el protocolo. Efectivamente, no eran nada distintas a las del club de duelo de Beauxbatons, y tampoco lo eran a las de su universidad anterior, donde por cierto, no había asistido muy seguido, así que muy pulida, no estaba. Pero ver a Milena sobre la tarima le había provocado irremediables ganas de enfrentarse a ella.
Ganara o perdiera, era un hecho que al menos a la semiveela le quedaría claro que Émilienne ahí estaba y que si la chica seguía con la cabecita de pájaro hecha un auténtico nido, las cosas no iban a salir bien para ella.
Notó la mirada de Milena, pero nunca había sido el tipo de chica que se amedrentaba ante una mirada peligrosa, por más mística que pareciera, por el contrario y de hecho, su rival en el duelo lo sabría perfectamente. No borró la sonrisa de autosuficiencia mientras buscaba adelantársele en el primer movimiento, sin perder ni un solo segundo.
-Sectumsempra.
Era de esos hechizos que se habían quedado en la memoria colectiva. Y a sus padres les gustaba mucho a pesar de las habladurías sobre su origen. Mucha traición, sí, pero estaba claro que era terriblemente eficaz y útil cuando salía bien. Y así era Émilienne, no empezaba suave, nunca. Se jugaba el todo por el todo, ¿empezar petrificándola? Por más fácil que fuera hacer eso, a Émilienne le gustaba provocar cierto tipo de dolor, aunque fuera más complicado de lograr.
Ganara o perdiera, era un hecho que al menos a la semiveela le quedaría claro que Émilienne ahí estaba y que si la chica seguía con la cabecita de pájaro hecha un auténtico nido, las cosas no iban a salir bien para ella.
Notó la mirada de Milena, pero nunca había sido el tipo de chica que se amedrentaba ante una mirada peligrosa, por más mística que pareciera, por el contrario y de hecho, su rival en el duelo lo sabría perfectamente. No borró la sonrisa de autosuficiencia mientras buscaba adelantársele en el primer movimiento, sin perder ni un solo segundo.
-Sectumsempra.
Era de esos hechizos que se habían quedado en la memoria colectiva. Y a sus padres les gustaba mucho a pesar de las habladurías sobre su origen. Mucha traición, sí, pero estaba claro que era terriblemente eficaz y útil cuando salía bien. Y así era Émilienne, no empezaba suave, nunca. Se jugaba el todo por el todo, ¿empezar petrificándola? Por más fácil que fuera hacer eso, a Émilienne le gustaba provocar cierto tipo de dolor, aunque fuera más complicado de lograr.
Émilienne Lefebvre- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 28/10/2012
Re: Claustrofobia (¡Libre!)
Las reglas las conocía bien, no había sorpresas desde aquel frente. Cumpliría con todo el protocolo y la ceremonialidad sin importar el cómo verla ahí le estuviera haciendo hervir la sangre de la peor manera. ¿Rencorosa? Pues sí, bastante, no había manera de negarlo ni tampoco de olvidar todas las cosas que le había hecho pasar. Podía ser muy dulce y muy cariñosa, no alzar la voz y manejarse con toda la propiedad posible, pero ni agachaba la cabeza ni era de quienes daban la otra mejilla cuando las cosas iban a mal.
No apartó la mirada de los ojos de Emilienne ni un segundo mientras el árbitro daba las explicaciones. Hizo la reverencia correspondiente y tomó posición en su lado de la tarima, esperando a que les dieran la señal para comenzar. Lo dicho, no era la mejor duelista, esa que impresionaba con su record y sus habilidades para actuar rápido y escoger siempre el hechizo certero, pero aquello ya no iba solamente de hacer algo por descargar energías y pasar el tiempo. Para ella era personal, cuestión de orgullo, y en orgullo no estaba muy alejada de las actitudes de una veela pura.
Conocía bien a Emilienne, en eso tenía razón. Sabía que no iba a haber intentos de desarme o desestabilizara, tampoco inmovilizarla o cualquier acción para imposibilitarle conjurar. Iba a ir directo a tratar de hacerle daño y era más que probable que así ocurriera, y lo haría todo con esa estúpida sonrisa de suficiencia que nunca se le borraba del rostro. La francesa de adelantaba e iba a conjurar primero, tenía que reaccionar.
- Duro. –
Apuntó hacia su pecho. Petrificarla, sí, pero no por completo ni tampoco de una manera tan pacífica como sería con un Petrificus Totalis. Si todo funcionaba como pretendía, no iba a poder ni respirar sin sentir dolor
No apartó la mirada de los ojos de Emilienne ni un segundo mientras el árbitro daba las explicaciones. Hizo la reverencia correspondiente y tomó posición en su lado de la tarima, esperando a que les dieran la señal para comenzar. Lo dicho, no era la mejor duelista, esa que impresionaba con su record y sus habilidades para actuar rápido y escoger siempre el hechizo certero, pero aquello ya no iba solamente de hacer algo por descargar energías y pasar el tiempo. Para ella era personal, cuestión de orgullo, y en orgullo no estaba muy alejada de las actitudes de una veela pura.
Conocía bien a Emilienne, en eso tenía razón. Sabía que no iba a haber intentos de desarme o desestabilizara, tampoco inmovilizarla o cualquier acción para imposibilitarle conjurar. Iba a ir directo a tratar de hacerle daño y era más que probable que así ocurriera, y lo haría todo con esa estúpida sonrisa de suficiencia que nunca se le borraba del rostro. La francesa de adelantaba e iba a conjurar primero, tenía que reaccionar.
- Duro. –
Apuntó hacia su pecho. Petrificarla, sí, pero no por completo ni tampoco de una manera tan pacífica como sería con un Petrificus Totalis. Si todo funcionaba como pretendía, no iba a poder ni respirar sin sentir dolor
Milena Nikonova- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 16/09/2012
Re: Claustrofobia (¡Libre!)
A pesar de ser más rápida, Émilienne no logra conjurar su hechizo. Quizás por el tiempo que Milena alguna vez fue su amiga o porque en realidad estaba algo oxidada por no haber asistido al club de duelo en su antigua Universidad, lo cuál fue suficiente para perder la concentración y alejarse de su objetivo.
Milena, por su parte, conjura con presteza un hechizo básico pero, sin duda, efectivo. Lo demuestra cuando el pecho de Émilienne comienza a endurecerse, impidiéndole respirar con normalidad, sintiendo un poco de dolor con cada uno de sus movimientos por más mínimo que sea.
Podrá seguir lanzando hechizos, sin embargo, cada hechizo que lance le producirá dolor.
--------------------
ESTADÍSTICAS
Émilienne: 0//0 (con el pecho petrificado un turno)
Milena: 1//1
Iniciativa: Milena Nikonova
Milena, por su parte, conjura con presteza un hechizo básico pero, sin duda, efectivo. Lo demuestra cuando el pecho de Émilienne comienza a endurecerse, impidiéndole respirar con normalidad, sintiendo un poco de dolor con cada uno de sus movimientos por más mínimo que sea.
Podrá seguir lanzando hechizos, sin embargo, cada hechizo que lance le producirá dolor.
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ESTADÍSTICAS
Émilienne: 0//0 (con el pecho petrificado un turno)
Milena: 1//1
Iniciativa: Milena Nikonova
Julia McCreary- Mensajes : 358
Fecha de inscripción : 02/09/2012
Re: Claustrofobia (¡Libre!)
Esa breve ventana temporal que se abre para albergar el momento desde que uno conjura un hechizo hasta que espera por si el mismo impacta o no en el contrincante siempre había corrido en cámara lenta para ella al momento de subirse a una tarima para batirse en duelo. Estaba anticipándose al dolor de los cortes para que no la tomaran desprevenida pero no llegó a ser necesario, porque si bien Emilienne fallaba, su duro había funcionado tal como había querido.
No encontraba satisfacción en saber que la estaba lastimando. No era ninguna sádica enferma que disfrutara causando dolor, aunque más de una vez sus peleas con Emilienne habían escalado muy rápido y con mucha fuerza. No quería vengarse ni cobrarse nada; ella se había presentado buscando un duelo como deporte, pero ahora, más que eso, era dejarle en claro, que si acaso llegaba a cruzársele por la cabeza retomar la dinámica tóxica de años anteriores, no iba a dejárselo tan fácil.
- Mobilicorpus. –
Conjuró aprovechándose de lo desconcertada que estaría al sentir el pecho rígido y cómo le costaba tomar aire con normalidad. Quería sacarla de la plataforma y que supiera, que territorial como podía ser, a su espacio no se iba a acercar.
No encontraba satisfacción en saber que la estaba lastimando. No era ninguna sádica enferma que disfrutara causando dolor, aunque más de una vez sus peleas con Emilienne habían escalado muy rápido y con mucha fuerza. No quería vengarse ni cobrarse nada; ella se había presentado buscando un duelo como deporte, pero ahora, más que eso, era dejarle en claro, que si acaso llegaba a cruzársele por la cabeza retomar la dinámica tóxica de años anteriores, no iba a dejárselo tan fácil.
- Mobilicorpus. –
Conjuró aprovechándose de lo desconcertada que estaría al sentir el pecho rígido y cómo le costaba tomar aire con normalidad. Quería sacarla de la plataforma y que supiera, que territorial como podía ser, a su espacio no se iba a acercar.
Milena Nikonova- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 16/09/2012
Re: Claustrofobia (¡Libre!)
Maldita la hora y maldito todo. Casi le dieron ganas de tirar su varita y pisotearla por el fallo en la conjuración. ¡En la maldita conjuración!. Estaba tan enojada consigo misma que ni tiempo le dio a intentar hacerse a un lado para desviar el ataque de una manera austera. Ah no, Milena aprovechó perfectamente su pésimo timing para hechizarla. Sintió de inmediato como su pecho se endurecía, pero no pudo más que pensar que lejos de ser una buena técnica para amedrentarla, era una metáfora bastante linda. Que supiera que pecho de piedra o no, le costara respirar o no, ella iba a seguir hasta el final.
Su objetivo ahí no era hacerle la vida de cuadritos a Milena como en la escuela, era más bien dejar en claro su posición y poner en su lugar a los opositores a una causa que llevaba muchos años cocinándose, pero una ronda en el club de duelo le vendría bien a ambas, lo habían necesitado durante mucho tiempo, la francesa estaba segura de eso.
Se las arregló para sonreírle. Su padre era así, cuando peleaba con ella, siempre siempre se las arreglaba para sonreír. Y era horrible. Claro que seguro a ella le faltaba la presencia de Yves, pero era como hacer un statement. Y no se estaba dando por vencida así de fácil.
-Engorgio.
Conjuró apuntando hacia su mano, esperando que se le empezar a hinchar tanto que tuviera que soltar la varita, además esas hinchazones además de ser grotescas, podían ser dolorosas o bien, volverse buen material para seguir con algo más potente. Dolor o no dolor, no iba a dejar de intentarlo, hasta que se mareara por la falta de aire y perdiera la consciencia, cuando menos.
Su objetivo ahí no era hacerle la vida de cuadritos a Milena como en la escuela, era más bien dejar en claro su posición y poner en su lugar a los opositores a una causa que llevaba muchos años cocinándose, pero una ronda en el club de duelo le vendría bien a ambas, lo habían necesitado durante mucho tiempo, la francesa estaba segura de eso.
Se las arregló para sonreírle. Su padre era así, cuando peleaba con ella, siempre siempre se las arreglaba para sonreír. Y era horrible. Claro que seguro a ella le faltaba la presencia de Yves, pero era como hacer un statement. Y no se estaba dando por vencida así de fácil.
-Engorgio.
Conjuró apuntando hacia su mano, esperando que se le empezar a hinchar tanto que tuviera que soltar la varita, además esas hinchazones además de ser grotescas, podían ser dolorosas o bien, volverse buen material para seguir con algo más potente. Dolor o no dolor, no iba a dejar de intentarlo, hasta que se mareara por la falta de aire y perdiera la consciencia, cuando menos.
Émilienne Lefebvre- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 28/10/2012
Re: Claustrofobia (¡Libre!)
Milena logra conjurar por muy poco y a pesar de que Émilienne está levemente imposibilitada por el endurecimiento del pecho, también logra conjurar. Ambos hechizos se dirigen a sus objetivos pero solo es uno el que logra impactar.
La frustración combinada con furia que sentía Émilienne al haber fallado en la conjuración, fue tal vez el incentivo que necesitaba para que su varita comenzara a cooperar y, poco a poco, la mano de Milena comienza a hincharse desmesuradamente hasta parecer una bola de carne con pequeños bultos como si fueran los dedos. Aquello la imposibilitaría para conjurar correctamente la siguiente ronda, pero quizás la determinación que llevaba encima para vencer a Émilienne y quien mandaba en ese momento era suficiente para incentivarla. No podrá sostener la varita con esa mano.
La mayor de las Lefebvre comienza a sentir levemente que su pecho comienza a ablandarse nuevamente para volver a la normalidad.
----------------
ESTADÍSTICAS:
Émilienne: 1//1
Milena: 1//1 (manito gordita como bola de carne =P)
Iniciativa: Émilienne Lefebvre
La frustración combinada con furia que sentía Émilienne al haber fallado en la conjuración, fue tal vez el incentivo que necesitaba para que su varita comenzara a cooperar y, poco a poco, la mano de Milena comienza a hincharse desmesuradamente hasta parecer una bola de carne con pequeños bultos como si fueran los dedos. Aquello la imposibilitaría para conjurar correctamente la siguiente ronda, pero quizás la determinación que llevaba encima para vencer a Émilienne y quien mandaba en ese momento era suficiente para incentivarla. No podrá sostener la varita con esa mano.
La mayor de las Lefebvre comienza a sentir levemente que su pecho comienza a ablandarse nuevamente para volver a la normalidad.
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ESTADÍSTICAS:
Émilienne: 1//1
Milena: 1//1 (manito gordita como bola de carne =P)
Iniciativa: Émilienne Lefebvre
Julia McCreary- Mensajes : 358
Fecha de inscripción : 02/09/2012
Re: Claustrofobia (¡Libre!)
Sonrió con suficiencia, porque su hechizo esta vez sí había salido. Eso emparejaba en cierta forma el duelo pero Émilienne no buscaba precisamente igualdad de condiciones tanto como una victoria rotunda, así que no pensaba dar tregua si podía tener un poco de ventaja. A menos que Milena fuera ambidiestra, los hechizos que lanzara con la mano con la que no sostenía la varita, no terminarían muy bien, así que a ella le tocaba aprovechar ese momento en específico.
Lo que le gustaba de los duelos era que había que pensar rápido, generalmente seguir el primer instinto, como en una batalla en vivo, más o menos. Eso era parte de la preparación. La chica apuntó a Milena firmemente y aunque estuvo a punto de pronunciar un hechizo ofensivo, al final le pareció tan chistoso lo de la bola de carne que ahora tenía por mano, que decidió optar por algo mucho más infantil.
-Densaugeo
Bueno, no hacía falta ser un genio para notar su declaración de principios en ese duelo, ¿no? De pronto había vuelto a la escuela elemental, a las bromitas, aunque ahí no estaba rodeada de chicos y chicas que hicieran las cosas por ella o que la ayudaran a amarrarla en una silla para amedrentarla un rato, cosas así. Hasta se podía decir que de pronto estaba jugando, pero no era nada así en lo absoluto.
Lo que le gustaba de los duelos era que había que pensar rápido, generalmente seguir el primer instinto, como en una batalla en vivo, más o menos. Eso era parte de la preparación. La chica apuntó a Milena firmemente y aunque estuvo a punto de pronunciar un hechizo ofensivo, al final le pareció tan chistoso lo de la bola de carne que ahora tenía por mano, que decidió optar por algo mucho más infantil.
-Densaugeo
Bueno, no hacía falta ser un genio para notar su declaración de principios en ese duelo, ¿no? De pronto había vuelto a la escuela elemental, a las bromitas, aunque ahí no estaba rodeada de chicos y chicas que hicieran las cosas por ella o que la ayudaran a amarrarla en una silla para amedrentarla un rato, cosas así. Hasta se podía decir que de pronto estaba jugando, pero no era nada así en lo absoluto.
Émilienne Lefebvre- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 28/10/2012
Re: Claustrofobia (¡Libre!)
No hubo un dolor agudo que le hiciera verse tentada a doblarse de dolor o quejarse en voz alta. Lo que sintió fue primero un hormigueo en los dedos, uno demasiado molesto, que tan solo en cosa de segundos se transformaba en una presión abrumadora que se extendía desde los nervios en su hombro hasta aquellos en la punta de sus dedos. Más impactante que la manera en que su mano se deformaba y la piel se le enrojecía de manera natural era aquella sensación sobrecogedora que le hacía sospechar que bien sus dedos podían estallar y abrirse como flores - grotescas y sangrantes -.
La mano derecha le quedaba inservible. Todo su cuerpo se tensó y entre dientes siseó maldiciones que eran ajenas a oídos británicos y galos. Sujetó la varita con su zurda. No era para nada ambidiestra, pero no iba a dejarse amedrentar. Tocaba confiar en sus reflejos y su habilidad, y sobretodo, mantener el control sobre su rabia. Si perdía la cabeza perdía el duelo, aquello lo tenía claro, pero le costaba no volver aquel enfrentamiento algo personal, y aquello se leía en la manera en que sus ojos brillaban. A fin de cuentas había una parte de si misma, visceral e impredecible, que no dejaba de tomar cada gesto de Émilienne como una confrontación directa. Todos y cada uno, inclusive sus elecciones aparentemente inocentes de hechizos, que para los espectadores que desconocían la historia entre ellas podría parecer de lo más inofensivo y hasta absurdo para un duelo entre mujeres adultas.
- Avis. - Irónico tratándose de ellas, pero a como lo veía, no podía fiarse por completo de su puntería. Para un ataque así no necesitaba ser 100% certera, bastaba con dirigir la parvada de aves hacia donde se encontraba el blanco, con suerte incluso se vería forzada a soltar la varita.
La mano derecha le quedaba inservible. Todo su cuerpo se tensó y entre dientes siseó maldiciones que eran ajenas a oídos británicos y galos. Sujetó la varita con su zurda. No era para nada ambidiestra, pero no iba a dejarse amedrentar. Tocaba confiar en sus reflejos y su habilidad, y sobretodo, mantener el control sobre su rabia. Si perdía la cabeza perdía el duelo, aquello lo tenía claro, pero le costaba no volver aquel enfrentamiento algo personal, y aquello se leía en la manera en que sus ojos brillaban. A fin de cuentas había una parte de si misma, visceral e impredecible, que no dejaba de tomar cada gesto de Émilienne como una confrontación directa. Todos y cada uno, inclusive sus elecciones aparentemente inocentes de hechizos, que para los espectadores que desconocían la historia entre ellas podría parecer de lo más inofensivo y hasta absurdo para un duelo entre mujeres adultas.
- Avis. - Irónico tratándose de ellas, pero a como lo veía, no podía fiarse por completo de su puntería. Para un ataque así no necesitaba ser 100% certera, bastaba con dirigir la parvada de aves hacia donde se encontraba el blanco, con suerte incluso se vería forzada a soltar la varita.
Milena Nikonova- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 16/09/2012
Re: Claustrofobia (¡Libre!)
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Damien Holland- Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 11/09/2012
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