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No quiero estar allí...
3 participantes
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No quiero estar allí...
Había salido corriendo prácticamente, dando algún que otro mal paso en el camino mientras se alejaba de la fiesta, amenazando casi con ir a caerse al fallar el paso, por culpa del tacón de los zapatos, falta de costumbre.
Trató de evitar llorar, simplemente marchándose de allí lloriqueando, con los ojos humedecidos, llenos de lágrimas en realidad. No quería estar en esa fiesta, no tenía que haber ido desde un principio... aunque Prewett le había prestado el vestido y había conseguido distraerla durante la tarde, el llegar a la fiesta y ver a tanta gente, y eso que aún a esas alturas no habría casi nadie, le hizo sentir algo mal. Ella no conocía a casi nadie, y ahí, mientras la pelirroja se había ido a saludar a la gente, ella simplemente se habría quedado sin hacer absolutamente nada. Y ver a la gente, a las parejas... le hizo recordar que Adnan había sido expulsado, que no estaba ahí, y ella solo quería ir a esa tonta festividad que a ella no le tocaba por ningún lado, con él, para pasar un rato juntos, ignorando a la gente pero estando juntos.
Cuando dejó de caminar a paso rápido se paró poco a poco, respirando de forma algo agitada, mirando alrededor. Se había alejado sin querer mas de lo que en un principio había pensado. Pensó en salir apenas justo a la parte exterior del sitio, pero con la tontería se había alejado ya casi hasta llegar al bosque, quedando en una zona de mas bien jardín que había en la zona, en la cual había algún que otro asiento. Se mordió la boquita un poco, dejando de hacerlo en el instante en el que recordó que tenía un poquito de color, y de brillo, en los labios.
Tragó saliva y suspiró, apretando entre las manos el bolsito que llevaba. Caminó un poco mas para terminar por acercarse a uno de esos bancos, sentándose y quejándose un poquito de que el asiento estaba realmente frío, pero terminando por acomodarse en él como buenamente pudo, y suspirando pesadamente, se quedó ahí cerrando los ojitos.
Tenía que dejar de estar tonta, tenía que dejar de pensar en aquello, tenía que estar bien...
En cuanto se tranquilizase, probablemente volvería a la fiesta y allí buscaría a su nueva amiga la pelirroja, se disculparía con ella por desaparecer tan de golpe, y entonces ya, si ella se lo permitía y no le pedía que se quedase allí con ella, se iría a su habitación a pasar a limpio algunos apuntes, a leer o lo que fuera.
Apretó un poquito mas entre las manos el bolsito y tragó saliva, llevando una de las manos a uno de sus brazos para frotarlo un poquito, terminando por abrir los ojos y bajar la vista al suelo, notando como después de la pequeña carrera que había hecho, sentía el frío en la piel.
Había sido tonta, ahora tenía frío y tampoco tenía ganas, por el momento, de moverse.
Trató de evitar llorar, simplemente marchándose de allí lloriqueando, con los ojos humedecidos, llenos de lágrimas en realidad. No quería estar en esa fiesta, no tenía que haber ido desde un principio... aunque Prewett le había prestado el vestido y había conseguido distraerla durante la tarde, el llegar a la fiesta y ver a tanta gente, y eso que aún a esas alturas no habría casi nadie, le hizo sentir algo mal. Ella no conocía a casi nadie, y ahí, mientras la pelirroja se había ido a saludar a la gente, ella simplemente se habría quedado sin hacer absolutamente nada. Y ver a la gente, a las parejas... le hizo recordar que Adnan había sido expulsado, que no estaba ahí, y ella solo quería ir a esa tonta festividad que a ella no le tocaba por ningún lado, con él, para pasar un rato juntos, ignorando a la gente pero estando juntos.
Cuando dejó de caminar a paso rápido se paró poco a poco, respirando de forma algo agitada, mirando alrededor. Se había alejado sin querer mas de lo que en un principio había pensado. Pensó en salir apenas justo a la parte exterior del sitio, pero con la tontería se había alejado ya casi hasta llegar al bosque, quedando en una zona de mas bien jardín que había en la zona, en la cual había algún que otro asiento. Se mordió la boquita un poco, dejando de hacerlo en el instante en el que recordó que tenía un poquito de color, y de brillo, en los labios.
Tragó saliva y suspiró, apretando entre las manos el bolsito que llevaba. Caminó un poco mas para terminar por acercarse a uno de esos bancos, sentándose y quejándose un poquito de que el asiento estaba realmente frío, pero terminando por acomodarse en él como buenamente pudo, y suspirando pesadamente, se quedó ahí cerrando los ojitos.
Tenía que dejar de estar tonta, tenía que dejar de pensar en aquello, tenía que estar bien...
En cuanto se tranquilizase, probablemente volvería a la fiesta y allí buscaría a su nueva amiga la pelirroja, se disculparía con ella por desaparecer tan de golpe, y entonces ya, si ella se lo permitía y no le pedía que se quedase allí con ella, se iría a su habitación a pasar a limpio algunos apuntes, a leer o lo que fuera.
Apretó un poquito mas entre las manos el bolsito y tragó saliva, llevando una de las manos a uno de sus brazos para frotarlo un poquito, terminando por abrir los ojos y bajar la vista al suelo, notando como después de la pequeña carrera que había hecho, sentía el frío en la piel.
Había sido tonta, ahora tenía frío y tampoco tenía ganas, por el momento, de moverse.
Park Hye Rang- Mensajes : 327
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 29
Re: No quiero estar allí...
Lo había pensado mucho y lo había planeado todo para que cuadrara a la perfección. Odiaba hacer aquello en cierto modo, pero sabía que era la única forma de poder verla. Aprovechar uno de los días más ajetreados de la escuela y así poder colarse con menos posibilidades de ser visto.
Lo había hablado con Ayyûb, pero no obtuvo su beneplácito en ningún momento, por lo que terminó sin contarle todos los detalles de lo que haría… de lo que había hecho. Encerrado durante muchísimo tiempo logró una cantidad bastante considerable de poción multijugos, había salido a Berlín, no quería llevar la cara de ningún mago, no quería réplicas. Le dio todo el asco del mundo, y se lo seguiría dando por años solo de pensarlo, pero si, iba a ir “vestido” de muggle. Adquirió una cantidad de pelo suficiente como para no hacer solo una poción, si no varias, por las moscas y una vez llegó el día marcado en el calendario como la fiesta más importante de la universidad lo arregló todo.
Se vistió con ropa que no llamaba en absoluto la atención y se puso la túnica por encima. Tendría que fingir ir al baile, buscar a Rang, encontrarla y sacarla de allí para decirle que era él. Por supuesto.
Entró en la escuela con más facilidades de las esperadas, sobre todo porque había un bonito traslador con el que se había hecho justo para ese día. Llegó al comedor, donde tenía lugar la ceremonia y todo lo demás y después de dar mil vueltas por allí pensó que, o bien era demasiado pronto o bien había decidido no ir… sola, claro, como iba a ir sola.
Salió del comedor. Procuró mirar mal a todo el mundo, en ese momento odiaba a todos y cada uno de los estudiantes de esa puta universidad de mierda. Ya en serio, tras todo lo ocurrido, se planteaba seriamente no intentar volver el semestre siguiente. Quería terminar la carrera, pero eso no era más importante que su orgullo.
Una vez fuera sacó la varita e hizo un conjuro localizador, este, para su sorpresa, le guió hasta los linderos del bosque, donde pudo verla sin dificultad alguna, encogida, helada seguramente, él mismo llevaba la capa y la chaqueta y notaba que no hacía una temperatura nada agradable… ella, con un vestido como ese…
Suspiró y se quitó la capa. Miró a todas partes. Debía disimular o algo, aún podría pasar cualquiera y encontrárselo ahí, sospechar, lo que fuera. Era una multijugos, no era infalible.
La chica, en apenas unos segundo podría notar como la calidez de la capa del muchacho caía sobre sus hombros y como un total desconocido se sentaba a su lado, mirándola medio de reojo. Él la sintió llorar, pero aún no estaba seguro de poder abrazarla así sin más…
-¿Estás bien…?¿Como puede una chica tan bonita como tu estar sola y tan alejada de la fiesta? – sentía rara su voz, todo… lo único bueno es que había logrado encontrar a alguien cuyo aspecto no era tan diferente al suyo, al menos no se sentía tan jodidamente incómodo como cabía esperar.
[OFF: su aspecto de aquí en adelante y durante muchos post ¬_¬ así pero con la ropita de antes ] [poción comprada y gastada (?)]
Lo había hablado con Ayyûb, pero no obtuvo su beneplácito en ningún momento, por lo que terminó sin contarle todos los detalles de lo que haría… de lo que había hecho. Encerrado durante muchísimo tiempo logró una cantidad bastante considerable de poción multijugos, había salido a Berlín, no quería llevar la cara de ningún mago, no quería réplicas. Le dio todo el asco del mundo, y se lo seguiría dando por años solo de pensarlo, pero si, iba a ir “vestido” de muggle. Adquirió una cantidad de pelo suficiente como para no hacer solo una poción, si no varias, por las moscas y una vez llegó el día marcado en el calendario como la fiesta más importante de la universidad lo arregló todo.
Se vistió con ropa que no llamaba en absoluto la atención y se puso la túnica por encima. Tendría que fingir ir al baile, buscar a Rang, encontrarla y sacarla de allí para decirle que era él. Por supuesto.
Entró en la escuela con más facilidades de las esperadas, sobre todo porque había un bonito traslador con el que se había hecho justo para ese día. Llegó al comedor, donde tenía lugar la ceremonia y todo lo demás y después de dar mil vueltas por allí pensó que, o bien era demasiado pronto o bien había decidido no ir… sola, claro, como iba a ir sola.
Salió del comedor. Procuró mirar mal a todo el mundo, en ese momento odiaba a todos y cada uno de los estudiantes de esa puta universidad de mierda. Ya en serio, tras todo lo ocurrido, se planteaba seriamente no intentar volver el semestre siguiente. Quería terminar la carrera, pero eso no era más importante que su orgullo.
Una vez fuera sacó la varita e hizo un conjuro localizador, este, para su sorpresa, le guió hasta los linderos del bosque, donde pudo verla sin dificultad alguna, encogida, helada seguramente, él mismo llevaba la capa y la chaqueta y notaba que no hacía una temperatura nada agradable… ella, con un vestido como ese…
Suspiró y se quitó la capa. Miró a todas partes. Debía disimular o algo, aún podría pasar cualquiera y encontrárselo ahí, sospechar, lo que fuera. Era una multijugos, no era infalible.
La chica, en apenas unos segundo podría notar como la calidez de la capa del muchacho caía sobre sus hombros y como un total desconocido se sentaba a su lado, mirándola medio de reojo. Él la sintió llorar, pero aún no estaba seguro de poder abrazarla así sin más…
-¿Estás bien…?¿Como puede una chica tan bonita como tu estar sola y tan alejada de la fiesta? – sentía rara su voz, todo… lo único bueno es que había logrado encontrar a alguien cuyo aspecto no era tan diferente al suyo, al menos no se sentía tan jodidamente incómodo como cabía esperar.
[OFF: su aspecto de aquí en adelante y durante muchos post ¬_¬ así pero con la ropita de antes ] [poción comprada y gastada (?)]
Última edición por Adnan K. Yesenes el Miér Oct 31, 2012 6:34 pm, editado 1 vez
Adnan K. Yesenes- Mensajes : 479
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 33
Re: No quiero estar allí...
El mohín que hizo se cortó al notar la calidez de algo caer sobre sus hombros, una capa como pudo identificad al ver la misma prenda caer un poco por su pecho. En un primer instante se sintió extraña bastante. Le había llegado un olor familiar, muy familiar, a partir de esa prenda, tanto que en un acto inconsciente amarró entre las manos la capa y se cubrió algo mejor con ella.
Se mordió la boquita y tragó saliva, dándose entonces cuenta de que, tan atontada como estaba, no se había dado cuenta de que las capas no aparecían por arte de magia, al menos, no podrían aparecer en ese momento, estaba sola, o al menos eso creía.
Vio como alguien que no conocía de nada se sentaba a su lado, y ella tranquilamente en un principio, hizo una leve inclinación de cabeza, pasándose un poquito, con mucho cuidado de no arruinar el maquillado, la manita, mas concretamente los dedos, por debajo de los ojos para impedir que las lagrimas cayesen por sus mejillas y que estas se eliminasen en sus manos. Miró entonces la túnica, y de nuevo al chico.
- La... la túnica es tuya, ¿no? - Dijo nerviosa, quitándosela de encima de los hombros y quedándose mirando al chico un momento, con un gesto tranquilo, al menos hasta que le escuchó hablar.
¿Qué forma era aquella de hablar a alguien que no conocía? Le miró entrecerrando un poco los ojitos, frunciendo el ceño e incluso poniendo un poco morritos. No le gustó, para nada, que le hablase de aquella forma, diciendo esas cosas, para ser mas concretos.
Desvió la mirada hacia el frente, dejando la capa de aquél que para ella era un total desconocido en medio de ambos. Si no hubiera sido por la forma en la que le habló, probablemente se la habría quedado aunque fuera en el regazo para que no se le siguiesen helando las piernas y de paso, si hacía algún movimiento de la misma prenda, poder percibir aquél olor tan familiar para ella.
- Estoy bien. - Dijo segura, aunque no pareciendo realmente estar bien, pero bueno, hizo su mejor esfuerzo por sonar convincente. - Y tampoco soy bonita. - Añadió antes de mirar de reojillo a aquél hombre que no conocía.
Se separó un poquito mas, haciendo un pucherito al notar que en el nuevo pedazo de asiento que se había sentado, estaba aún mas frío. - Y... no estoy en la fiesta por que no quiero, y estoy sola... por que la única persona con la que quiero estar no está aquí... - Dijo cambiándole el tono de voz a uno tembloroso, lloroso, aconteciendo que la chica se pondría a llorar si no conseguía controlarse en un momento u otro.
Había agachado de nuevo la cabeza, haciendo que la coleta del recogido que llevaba se fuese un poco mas hacia sus pechos y se mordió la boquita. Suspiró de forma pesada y se quedó tal cual, sin decir ni hacer nada más.
Se mordió la boquita y tragó saliva, dándose entonces cuenta de que, tan atontada como estaba, no se había dado cuenta de que las capas no aparecían por arte de magia, al menos, no podrían aparecer en ese momento, estaba sola, o al menos eso creía.
Vio como alguien que no conocía de nada se sentaba a su lado, y ella tranquilamente en un principio, hizo una leve inclinación de cabeza, pasándose un poquito, con mucho cuidado de no arruinar el maquillado, la manita, mas concretamente los dedos, por debajo de los ojos para impedir que las lagrimas cayesen por sus mejillas y que estas se eliminasen en sus manos. Miró entonces la túnica, y de nuevo al chico.
- La... la túnica es tuya, ¿no? - Dijo nerviosa, quitándosela de encima de los hombros y quedándose mirando al chico un momento, con un gesto tranquilo, al menos hasta que le escuchó hablar.
¿Qué forma era aquella de hablar a alguien que no conocía? Le miró entrecerrando un poco los ojitos, frunciendo el ceño e incluso poniendo un poco morritos. No le gustó, para nada, que le hablase de aquella forma, diciendo esas cosas, para ser mas concretos.
Desvió la mirada hacia el frente, dejando la capa de aquél que para ella era un total desconocido en medio de ambos. Si no hubiera sido por la forma en la que le habló, probablemente se la habría quedado aunque fuera en el regazo para que no se le siguiesen helando las piernas y de paso, si hacía algún movimiento de la misma prenda, poder percibir aquél olor tan familiar para ella.
- Estoy bien. - Dijo segura, aunque no pareciendo realmente estar bien, pero bueno, hizo su mejor esfuerzo por sonar convincente. - Y tampoco soy bonita. - Añadió antes de mirar de reojillo a aquél hombre que no conocía.
Se separó un poquito mas, haciendo un pucherito al notar que en el nuevo pedazo de asiento que se había sentado, estaba aún mas frío. - Y... no estoy en la fiesta por que no quiero, y estoy sola... por que la única persona con la que quiero estar no está aquí... - Dijo cambiándole el tono de voz a uno tembloroso, lloroso, aconteciendo que la chica se pondría a llorar si no conseguía controlarse en un momento u otro.
Había agachado de nuevo la cabeza, haciendo que la coleta del recogido que llevaba se fuese un poco mas hacia sus pechos y se mordió la boquita. Suspiró de forma pesada y se quedó tal cual, sin decir ni hacer nada más.
Park Hye Rang- Mensajes : 327
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 29
Re: No quiero estar allí...
Sonrió al ver como se aferraba a la capa, si hubiera sabido que era de él posiblemente no solo se habría abrazado a la prenda si no a él por completo, lo sabía más que de sobra. Por muy enfadada que pudiera estar con él por haber desaparecido así de su vida… sabía que lo estaría, pero ahí había llegado para intentar compensar aquello. Rompiendo las mil reglas, saltándose la expulsión y jugándose la pequeña e ínfima posibilidad de poder volver alguna vez a estar dentro de la universidad de nuevo. Todo aquello le daba bastante igual, era ella la que se merecía que estuviera a su lado, más aún viéndola como estaba.
-Si, es mía – seguía sintiéndose muy raro por tener aquella voz, pero debía sonar natural, al menos hasta que le dijera que era él, lo haría pronto, pero bueno, antes tenía que asegurarse de que no hubiera nadie mirando ni espiando. Se mostró un poco molesto cuando se la quitó. Estaba bien saber que ella no confiaría en cualquiera y todo eso, pero joder, no tenía porque quitársela como si fuera un puto apestado, además iba a morirse de frío a ese paso – puedes dejártela, yo estoy bien así.
Frunció el ceño ahora él, estaba bien no confiar, pero joder, podría ser un poquito más abierta, no quería que le pasara nada por pura cabezonería y ahí estaba, ni la capa quería. La recogió de en medio de ambos, teniéndola en la mano por un buen rato.
No pudo evitar, finalmente, un movimiento brusco, volvió a envolver a la chica con la túnica, pasándosela por los hombros, inclinándose por delante de ella, y aprovechó ese movimiento, que hizo que su boca quedase muy cerca de su oído para susurrarle unas palabras.
-Rang, soy Adnan. No hagas escándalos no vayan a verme…
Volvió a quedarse sentado tal cual y volvió a levantar la voz de nuevo, a un tono normal.
-No seas cabezona, vas a helarte así que ya puedes quedarte la capa encima si no quieres que te lleve en volandas hasta la facultad y te obligue a entrar en ella.
Lo dijo en un tono reprendedor. No creía que fuera a pasar nadie por allí a esas horas en día de fiestas pero prefería no arriesgar y si alguien veía a un chico abrazar a la coreana tan cariñosamente como habría hecho de poder sospecharía, como poco.
-Entonces… ¿tienes novio? ¿No vino a la fiesta el muy desconsiderado? – esperaba que de verdad hubiera creído sus palabras, por si acaso le diría algo que se lo asegurase, muchos podrían saber que eran pareja, pero pocos sabrían algo tan concreto como… - por cierto ¿qué tal el puffskein que te regaló? Dicen que son animales de climas cálidos, con este frio…
-Si, es mía – seguía sintiéndose muy raro por tener aquella voz, pero debía sonar natural, al menos hasta que le dijera que era él, lo haría pronto, pero bueno, antes tenía que asegurarse de que no hubiera nadie mirando ni espiando. Se mostró un poco molesto cuando se la quitó. Estaba bien saber que ella no confiaría en cualquiera y todo eso, pero joder, no tenía porque quitársela como si fuera un puto apestado, además iba a morirse de frío a ese paso – puedes dejártela, yo estoy bien así.
Frunció el ceño ahora él, estaba bien no confiar, pero joder, podría ser un poquito más abierta, no quería que le pasara nada por pura cabezonería y ahí estaba, ni la capa quería. La recogió de en medio de ambos, teniéndola en la mano por un buen rato.
No pudo evitar, finalmente, un movimiento brusco, volvió a envolver a la chica con la túnica, pasándosela por los hombros, inclinándose por delante de ella, y aprovechó ese movimiento, que hizo que su boca quedase muy cerca de su oído para susurrarle unas palabras.
-Rang, soy Adnan. No hagas escándalos no vayan a verme…
Volvió a quedarse sentado tal cual y volvió a levantar la voz de nuevo, a un tono normal.
-No seas cabezona, vas a helarte así que ya puedes quedarte la capa encima si no quieres que te lleve en volandas hasta la facultad y te obligue a entrar en ella.
Lo dijo en un tono reprendedor. No creía que fuera a pasar nadie por allí a esas horas en día de fiestas pero prefería no arriesgar y si alguien veía a un chico abrazar a la coreana tan cariñosamente como habría hecho de poder sospecharía, como poco.
-Entonces… ¿tienes novio? ¿No vino a la fiesta el muy desconsiderado? – esperaba que de verdad hubiera creído sus palabras, por si acaso le diría algo que se lo asegurase, muchos podrían saber que eran pareja, pero pocos sabrían algo tan concreto como… - por cierto ¿qué tal el puffskein que te regaló? Dicen que son animales de climas cálidos, con este frio…
Adnan K. Yesenes- Mensajes : 479
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 33
Re: No quiero estar allí...
Escuchó como aquél desconocido le insistía en que se quedase tapada con la túnica, que él no tenía frío, entonces Rang se mordió la boca y terminó por negar con la cabeza, suspirando un poquito. - No hace f-... - Sus palabras se cortaron en el momento en el que el chico se puso delante de ella tras envolverle con la túnica, pasándosela por los hombros, haciendo que la coreana entrecerrara los ojos al notar que con esta se notaba el considerable cambio de temperatura, la calidez que sintió en apenas en ese momento...
Lo que si que no se habría esperado a parte de la cortesía con la que aquél tipo le hubo prestado su túnica sin conocerle de nada, fueron las siguientes palabras que escuchó de sus labios. Entreabrió los propios y parpadeó un poco, girando el rostro para mirarle en el momento en el que se sentó a su lado, mordiéndose la boquita, negando con la cabeza. No se lo podía creer, no quería... ¿Adnan tomando el aspecto de otra persona? Le sonaba tan... raro.
Antes de poder decir nada se quedó mirando al chico mientras hablaba, a aquél que supuestamente era Adnan, el chico por el que acababa de decir que no estaba en la fiesta, por que él no estaba con ella, por esa razón era por la que estaba sola...
Al escucharle decir que la obligaría a entrar en la facultad puso morritos, ligeramente molesta por que intentasen tomarle el pelo, por que era lo que parecía se mirase por donde se mirase... al menos, a ella era lo que le parecía.
Tras resoplar un poquito se quedó con la túnica sobre los hombros, volviendo a abrazarla, con los brazos por debajo de la misma para que no se le quedasen fríos ,y entonces agachó un poquito el rostro para quedar con la nariz cerca de la prenda, cogiendo aire de forma profunda, simplemente para poder olisquear el aroma de Adnan que tanto añoraba... Era tan igual, tan... aquél olor que solo había captado en él... Abrió los ojos que había cerrado un momento antes, justo cuando fue a aspirar el aroma de la túnica, y ató aquél primer cabo.
La túnica tenía el mismo aroma que Adnan, y aquél chico decía ser él...
Cuando el desconocido sacó el tema del novio la coreana volvió la vista a el, frunciendo un poquito el ceño, poniendo morritos. ¡No le creía! O quizás no quería... ¿Estaba metiéndose con él mismo en el caso de ser Adnan?
Pero entonces ya no le quedó mas opción, escuchar como hablaba de Kady... era él, no había duda alguna. La única persona que sabía eso era Adnan, que fue quien se lo había regalado, a nadie mas le había dado el dato de que su puffskein había sido un regalo de su novio.
En apenas un instante los ojos se le llenaron de lagrimas, las lagrimas que había intentado evitar derramar en todos esos días después de los dos primeros lloriqueando sin parar, sin poder evitarlo. El idiota de Adnan estaba frente de ella, con el aspecto de alguien que no conocía de absolutamente nada, pero era él...
Cerró los ojos con fuerza y se abrazó a si misma, sin saber si estaría bien abrazarle a él. - Quiero... quiero abrazarte... - Dijo con voz algo ahogada, queriendo realmente hacerlo, agachando algo la cabeza una vez mas. - Te quiero Adnan... mucho... mucho... - No sabía que decir, no conseguía que saliese ninguna palabra que no fueran aquellas de entre sus labios.
Lo que si que no se habría esperado a parte de la cortesía con la que aquél tipo le hubo prestado su túnica sin conocerle de nada, fueron las siguientes palabras que escuchó de sus labios. Entreabrió los propios y parpadeó un poco, girando el rostro para mirarle en el momento en el que se sentó a su lado, mordiéndose la boquita, negando con la cabeza. No se lo podía creer, no quería... ¿Adnan tomando el aspecto de otra persona? Le sonaba tan... raro.
Antes de poder decir nada se quedó mirando al chico mientras hablaba, a aquél que supuestamente era Adnan, el chico por el que acababa de decir que no estaba en la fiesta, por que él no estaba con ella, por esa razón era por la que estaba sola...
Al escucharle decir que la obligaría a entrar en la facultad puso morritos, ligeramente molesta por que intentasen tomarle el pelo, por que era lo que parecía se mirase por donde se mirase... al menos, a ella era lo que le parecía.
Tras resoplar un poquito se quedó con la túnica sobre los hombros, volviendo a abrazarla, con los brazos por debajo de la misma para que no se le quedasen fríos ,y entonces agachó un poquito el rostro para quedar con la nariz cerca de la prenda, cogiendo aire de forma profunda, simplemente para poder olisquear el aroma de Adnan que tanto añoraba... Era tan igual, tan... aquél olor que solo había captado en él... Abrió los ojos que había cerrado un momento antes, justo cuando fue a aspirar el aroma de la túnica, y ató aquél primer cabo.
La túnica tenía el mismo aroma que Adnan, y aquél chico decía ser él...
Cuando el desconocido sacó el tema del novio la coreana volvió la vista a el, frunciendo un poquito el ceño, poniendo morritos. ¡No le creía! O quizás no quería... ¿Estaba metiéndose con él mismo en el caso de ser Adnan?
Pero entonces ya no le quedó mas opción, escuchar como hablaba de Kady... era él, no había duda alguna. La única persona que sabía eso era Adnan, que fue quien se lo había regalado, a nadie mas le había dado el dato de que su puffskein había sido un regalo de su novio.
En apenas un instante los ojos se le llenaron de lagrimas, las lagrimas que había intentado evitar derramar en todos esos días después de los dos primeros lloriqueando sin parar, sin poder evitarlo. El idiota de Adnan estaba frente de ella, con el aspecto de alguien que no conocía de absolutamente nada, pero era él...
Cerró los ojos con fuerza y se abrazó a si misma, sin saber si estaría bien abrazarle a él. - Quiero... quiero abrazarte... - Dijo con voz algo ahogada, queriendo realmente hacerlo, agachando algo la cabeza una vez mas. - Te quiero Adnan... mucho... mucho... - No sabía que decir, no conseguía que saliese ninguna palabra que no fueran aquellas de entre sus labios.
Park Hye Rang- Mensajes : 327
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 29
Re: No quiero estar allí...
Sabía que sería una información difícil de asimilar, y por eso es que había después hecho hincapié en algo que tan solo él podría saber. Notaba como Rang desconfiaba al principio, notó su mirada, rara, escrutiñadora, como si realmente quisiera leer en su rostro quien era. Pero la poción estaba tan bien hecha (lo sabía, la había hecho él) que no lo podría saber a simple vista.
La vio hacer, cubrirse, olisquear disimuladamente su prenda. Notó como parecía en parte aliviada y aún así sorprendida o sin querer creerlo. No podía ponerse a demostrárselo con mil besos. No quería meterla a ella en serios problemas ni quería hacerla pasarlo mal si alguien los veía. Tampoco pretendía que a ojos de los demás la chica pareciera una facilona que se iba con cualquiera… no. Aquello era mucho más complicado que todo eso, debía medir sus actos, demostrarle que no estaba sola a la vez que estar con ella sin estarlo.
Pero cuando la vio llorar sintió que algo se iba a ir a la mierda en breve, no aguantaría fríamente que ella se pusiera así, no la podía ignorar y no consolar, no le saldría de dentro, joder, que no era un puto insensible. Ella era su novia, y la quería y la había extrañado, aún con los raros acontecimientos de su apartamento.
-Shh… – le pasó una mano por encima del hombro, no era un abrazo, más bien parecía que simplemente intentaba consolarla, de la manera más despegada que fue capaz – en un rato nos movemos, nos vamos a algún lugar más privado y ahí ya si podrás abrazarme – hablaba muy bajito, no tenía intención alguna de dejar que nadie se volviera a meter con su chica, y eso incluía ese tipo de cuidados – no quiero meterte en ningún tipo de lío, por ahora vamos a fingir que apenas nos conocemos ¿si?
Su plan había sido acercarse a ella en la fiesta, charlar, ofrecerle algo de beber y sacarla de allí como hacían las parejas normales cuando pasaba un rato y ya querían intimidad, estar ahí fuera le descolocaba. ¿Y si alguien los espiaba por vete a saber qué motivo? Él no era tan importante como para eso, pero sabía que en esa universidad los rumores corrían como la pólvora.
-¿Estás contenta de que esté aquí? No quiero verte llorar… si te pone mal mi presencia puedo irme… – evitó morderse la mejilla, estaba un poco nervioso, aún hablaba en voz muy baja, solo para ellos – siento no haberte contactado, han pasado unos días muy raros y… bueno, es difícil desde mi casa.
La vio hacer, cubrirse, olisquear disimuladamente su prenda. Notó como parecía en parte aliviada y aún así sorprendida o sin querer creerlo. No podía ponerse a demostrárselo con mil besos. No quería meterla a ella en serios problemas ni quería hacerla pasarlo mal si alguien los veía. Tampoco pretendía que a ojos de los demás la chica pareciera una facilona que se iba con cualquiera… no. Aquello era mucho más complicado que todo eso, debía medir sus actos, demostrarle que no estaba sola a la vez que estar con ella sin estarlo.
Pero cuando la vio llorar sintió que algo se iba a ir a la mierda en breve, no aguantaría fríamente que ella se pusiera así, no la podía ignorar y no consolar, no le saldría de dentro, joder, que no era un puto insensible. Ella era su novia, y la quería y la había extrañado, aún con los raros acontecimientos de su apartamento.
-Shh… – le pasó una mano por encima del hombro, no era un abrazo, más bien parecía que simplemente intentaba consolarla, de la manera más despegada que fue capaz – en un rato nos movemos, nos vamos a algún lugar más privado y ahí ya si podrás abrazarme – hablaba muy bajito, no tenía intención alguna de dejar que nadie se volviera a meter con su chica, y eso incluía ese tipo de cuidados – no quiero meterte en ningún tipo de lío, por ahora vamos a fingir que apenas nos conocemos ¿si?
Su plan había sido acercarse a ella en la fiesta, charlar, ofrecerle algo de beber y sacarla de allí como hacían las parejas normales cuando pasaba un rato y ya querían intimidad, estar ahí fuera le descolocaba. ¿Y si alguien los espiaba por vete a saber qué motivo? Él no era tan importante como para eso, pero sabía que en esa universidad los rumores corrían como la pólvora.
-¿Estás contenta de que esté aquí? No quiero verte llorar… si te pone mal mi presencia puedo irme… – evitó morderse la mejilla, estaba un poco nervioso, aún hablaba en voz muy baja, solo para ellos – siento no haberte contactado, han pasado unos días muy raros y… bueno, es difícil desde mi casa.
Adnan K. Yesenes- Mensajes : 479
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 33
Re: No quiero estar allí...
Sintió su brazo por encima de sus hombros, y un poquito, solo muy poquito, se permitió apoyar un poco su hombro sobre el pecho de aquél Adnan transformado, negando con la cabeza, abriendo los ojos consiguiendo que apenas un para de lagrimas mojasen la túnica con la que estaba cubierta. - Yo... yo no lloro, estoy bien... - Digo con la voz en un tono muy bajito e incluso con un tono algo roto, pero cogió una bocanada de aire y la expulso, repitiendo el mismo gesto de antes de secarse las lagrimas de los ojos sin querer arruinar la pintura, y tras morderse un poquito los labios, expulsó el aire, girando un poquito el rostro para mirarle.
Asintió a sus palabras, diciendo que le parecía bien estar a solas un ratito con él. Ni siquiera sabía adonde quería ir, pero bueno, no pasaba nada... por él iría y listo, a donde fuera, en esos momentos le daba igual.
Volvió a asentir con la cabeza a lo de apenas conocerse, y giró el rostro hacia el chico, quedándose mirándole de forma fija, como si estuviese analizandole, mirando todos y cada uno de sus rasgos, mordiéndose la boca, tratando de ver algo del verdadero Adnan en aquella imagen que había cogido. Ni siquiera había hecho para conservar el color de ojos.
Puso un momento morritos y agachó la cabeza. - No quiero que te vayas... - Comentó en un tono de voz bajito, incluso acercando una de las manos a la chaqueta que llevaba, para agarrarse a ella por la zona del pecho mirándole de reojillo desde su posición.
- Quédate conmigo... por favor... no quiero estar sola, no aún... no quiero estar aún sola sabiendo que has venido a donde mi... - Suspiró entrecortadamente, cerrando los ojos y terminando por separar la mano de donde ella misma la había dejado. Se incorporó un momentito, notando casi como el trasero se le estaba quedando completamente helado, al igual que las piernas, y no tardó en anudarse bien la capa que le había prestado Adnan al cuello, envolviéndose por completo en ella y terminando por volver a sentarse, aún manteniendo las distancias por muchas ganas que tuviese de achucharle con fuerza.
Dudó un poquito antes de preguntar. - ¿Puedo... quedarme con tu capa? Huele a ti y... ya que no nos podemos ver... al menos para poder abrazarla mientras duermo hasta que se le vaya tu olor... - Comentó con voz suave, mirándole a los ojos fijamente, después quedándose mirando sus rasgos, eran mas suaves que los del Adnan que estaba acostumbrado a ver, incluso parecía mas joven.
Cambió de tema, a lo de la comunicación que había mencionado poco antes el egipcio. - Umm... Ad-... - No sabía como llamarle, así que simplemente cortó el nombre ahí. - Yo... intenté mandarte alguna carta, por lechuza... pero volvían a mi como si nada. - Hizo una pequeña pausa. - Hyun me dijo que quizás era por que donde estuvieses tendrías algún hechizo para que nada ni nadie pudiese localizarte... ¿es eso? O... - Ni quería pensar que había estado ignorando sus cartas.
Asintió a sus palabras, diciendo que le parecía bien estar a solas un ratito con él. Ni siquiera sabía adonde quería ir, pero bueno, no pasaba nada... por él iría y listo, a donde fuera, en esos momentos le daba igual.
Volvió a asentir con la cabeza a lo de apenas conocerse, y giró el rostro hacia el chico, quedándose mirándole de forma fija, como si estuviese analizandole, mirando todos y cada uno de sus rasgos, mordiéndose la boca, tratando de ver algo del verdadero Adnan en aquella imagen que había cogido. Ni siquiera había hecho para conservar el color de ojos.
Puso un momento morritos y agachó la cabeza. - No quiero que te vayas... - Comentó en un tono de voz bajito, incluso acercando una de las manos a la chaqueta que llevaba, para agarrarse a ella por la zona del pecho mirándole de reojillo desde su posición.
- Quédate conmigo... por favor... no quiero estar sola, no aún... no quiero estar aún sola sabiendo que has venido a donde mi... - Suspiró entrecortadamente, cerrando los ojos y terminando por separar la mano de donde ella misma la había dejado. Se incorporó un momentito, notando casi como el trasero se le estaba quedando completamente helado, al igual que las piernas, y no tardó en anudarse bien la capa que le había prestado Adnan al cuello, envolviéndose por completo en ella y terminando por volver a sentarse, aún manteniendo las distancias por muchas ganas que tuviese de achucharle con fuerza.
Dudó un poquito antes de preguntar. - ¿Puedo... quedarme con tu capa? Huele a ti y... ya que no nos podemos ver... al menos para poder abrazarla mientras duermo hasta que se le vaya tu olor... - Comentó con voz suave, mirándole a los ojos fijamente, después quedándose mirando sus rasgos, eran mas suaves que los del Adnan que estaba acostumbrado a ver, incluso parecía mas joven.
Cambió de tema, a lo de la comunicación que había mencionado poco antes el egipcio. - Umm... Ad-... - No sabía como llamarle, así que simplemente cortó el nombre ahí. - Yo... intenté mandarte alguna carta, por lechuza... pero volvían a mi como si nada. - Hizo una pequeña pausa. - Hyun me dijo que quizás era por que donde estuvieses tendrías algún hechizo para que nada ni nadie pudiese localizarte... ¿es eso? O... - Ni quería pensar que había estado ignorando sus cartas.
Park Hye Rang- Mensajes : 327
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 29
Re: No quiero estar allí...
Casi le dio risa que intentara negar que estaba llorando, se le notaba demasiado, no solo por la voz y los gestitos, sino que además se había pasado ya las manos por los ojos como dos o tres veces… a él no lo engañaría así de fácil. Notó como lo observaba, se sentía un poco vigilado, de manera demasiado atenta, casi era incómodo aquello, pero no diría nada por ser ella, por ser la chica que más le gustaba en todo el puto planeta, así de claro, si ella quería mirarle, que lo hiciera, no iba a andar quejándose por ello. Además en esa situación era muy normal.
-No me mires mucho, así soy asquito o algo… es la apariencia de un muggle, para asegurarme de que nadie me reconocería – aquello no era en broma, lo dijo muy en serio, a él le daba en gran parte repugnancia parecerse a un muggle, pero no podía hacer nada contra ello, le había parecido lo más adecuado viéndola situación en la que estaba y lo fácil que sería confundirse y coger la apariencia el primo de fulanito de tal si es que iba vestido de brujo aleatorio – no me voy a ir por ahora… pero sabes que no me puedo quedar en la facultad.
Suspiró. No iba a dejarla sola y todo aquello que decía se le hacía demasiado doloroso. Saber que ella lo estaba pasando mal solo porque se le fue la mano en la puta cafetería por la puta de Loreen, que si, podría haber golpeado al idiota de Crawford también, pero era esa negra toca cojones quien le tenía con los nervios exasperados, para empezar porque le había golpeado de la forma más rastrera posible, y además, había ido a darle a Milou. Tenía pocos amigos en la escuela, ella contaba entre esos pocos, o algo así.
-No me iré por ahora, me quedaré aquí y si, puedes quedarte mi capa, es para ti hasta la próxima vez que nos veamos… entonces te quedas con otra, para que no se le gaste mi olor – bromeó un poquito, intentando animarla con aquello. Visto desde fuera simplemente parecería un chico cualquier interesado en ella, suponía que estaba fingiendo bien.
-Puedes llamarme Ayyûb – dijo dando el nombre de su hermano, para que evitar oídos indiscretos y a la vez para que a él le sonara lo suficientemente familiar como para identificarse – y tu primo tiene razón, mi casa está totalmente aislada, no doy nunca la dirección, tiene un conjuro para desorientar a las lechuzas y ya mejor ni te cuento la de protecciones contra trasladores, conjuros localizadores y demás… puedes llamarme obseso, pero no me gusta dejar cabos sueltos en cuanto a mi seguridad se refiere.
Miró alrededor, la chica estaba preciosa pero le faltaba algo de alegría, una sonrisa, la cosa más bonita de su rostro siempre había sido esa sonrisa que tanto costaba quitarle, y ahora de pronto no estaba, él la encontraría. Se puso en pie, dio un par de pasos largos y cogió lo que había visto de lejos. Aplicó un conjuro que ella no podría oír ni ver al estar de espaldas y volvió a su lugar. Lo bueno de tener otro rostro es que seguramente la sonrisa que le ofreció se vería mucho más natural.
-Te falta algo que te adorne… como esto – le mostró entonces una rosa, el conjuro que había hecho fue para volverla azul, del mismo tono que el vestido, y otro para que perdiera los pinchos de su tallo, la puso sobre la única tiranta del vestido que llevaba e hizo que se fijara ahí, mirándola satisfecho. Era bastante detallista cuando quería y suponía que algo así alegraría un poquito a la muchacha – ahora si… eso y una sonrisa y serás la chica más bonita de la universidad.
-No me mires mucho, así soy asquito o algo… es la apariencia de un muggle, para asegurarme de que nadie me reconocería – aquello no era en broma, lo dijo muy en serio, a él le daba en gran parte repugnancia parecerse a un muggle, pero no podía hacer nada contra ello, le había parecido lo más adecuado viéndola situación en la que estaba y lo fácil que sería confundirse y coger la apariencia el primo de fulanito de tal si es que iba vestido de brujo aleatorio – no me voy a ir por ahora… pero sabes que no me puedo quedar en la facultad.
Suspiró. No iba a dejarla sola y todo aquello que decía se le hacía demasiado doloroso. Saber que ella lo estaba pasando mal solo porque se le fue la mano en la puta cafetería por la puta de Loreen, que si, podría haber golpeado al idiota de Crawford también, pero era esa negra toca cojones quien le tenía con los nervios exasperados, para empezar porque le había golpeado de la forma más rastrera posible, y además, había ido a darle a Milou. Tenía pocos amigos en la escuela, ella contaba entre esos pocos, o algo así.
-No me iré por ahora, me quedaré aquí y si, puedes quedarte mi capa, es para ti hasta la próxima vez que nos veamos… entonces te quedas con otra, para que no se le gaste mi olor – bromeó un poquito, intentando animarla con aquello. Visto desde fuera simplemente parecería un chico cualquier interesado en ella, suponía que estaba fingiendo bien.
-Puedes llamarme Ayyûb – dijo dando el nombre de su hermano, para que evitar oídos indiscretos y a la vez para que a él le sonara lo suficientemente familiar como para identificarse – y tu primo tiene razón, mi casa está totalmente aislada, no doy nunca la dirección, tiene un conjuro para desorientar a las lechuzas y ya mejor ni te cuento la de protecciones contra trasladores, conjuros localizadores y demás… puedes llamarme obseso, pero no me gusta dejar cabos sueltos en cuanto a mi seguridad se refiere.
Miró alrededor, la chica estaba preciosa pero le faltaba algo de alegría, una sonrisa, la cosa más bonita de su rostro siempre había sido esa sonrisa que tanto costaba quitarle, y ahora de pronto no estaba, él la encontraría. Se puso en pie, dio un par de pasos largos y cogió lo que había visto de lejos. Aplicó un conjuro que ella no podría oír ni ver al estar de espaldas y volvió a su lugar. Lo bueno de tener otro rostro es que seguramente la sonrisa que le ofreció se vería mucho más natural.
-Te falta algo que te adorne… como esto – le mostró entonces una rosa, el conjuro que había hecho fue para volverla azul, del mismo tono que el vestido, y otro para que perdiera los pinchos de su tallo, la puso sobre la única tiranta del vestido que llevaba e hizo que se fijara ahí, mirándola satisfecho. Era bastante detallista cuando quería y suponía que algo así alegraría un poquito a la muchacha – ahora si… eso y una sonrisa y serás la chica más bonita de la universidad.
Adnan K. Yesenes- Mensajes : 479
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 33
Re: No quiero estar allí...
Se rió un poquito por la queja que tuvo diciéndole que no le mirase mucho y negó un poquito, suavemente, con la cabeza. - Es... tan raro... eres tú, pero a la vez no. - Se mordió la boquita, después escuchando la explicación que acababa de darle, poniendo un poco morritos. - Bueno... solo es su apariencia, piensa eso... no es que te hayas metido en su cuerpo o cualquier cosa que si pudiese resultarte realmente desagradable... es solo un disfraz. - Le sonrió. Con aquella explicación, razonamiento, solo intentaba que no sintiese repugnancia por su actual apariencia. Tampoco era feo como para tener que repugnarse... si hubiese tenido los ojos en donde la boca, las orejas donde la nariz y algo así.... le hubiera parecido una razón mas que coherente para que Yesenes le hubiese dicho eso, pero con esa cara... incluso a Rang le pareció adorable.
Negó con la cabeza, dejando de pensar en tonterías y le sacó la lengua. Entonces escuchó aquello que ella tan bien sabía, no podía quedarse allí. Simplemente asintió un poquito con la cabeza. - Lo sé... solo ahora, no te vayas, de momento.
Sonrió ámpliamente, incluso de forma tonta cuando escuchó lo de la capa, abrazándola con fuerza como buenamente pudo en aquella posición, aspirando su aroma ahora sin cortarse, expulsando después el aire de forma tranquila, mirando a Adnan, ahora algo bastante más animada. Saber que podría quedarse con su capa... no, era mas que eso, saber que no tardarían en verse para tener otra capa con su aroma, le hacía muy feliz. No solo por poder tener su olor para no echarle tanto de menos, ¡sino que se podrían ver! Aunque ni sabía cuando... ni como... bueno, no pensar en eso, por el momento, sería lo mejor.
Asintió un poquito con la cabeza, memorizando el nombre que tenía ahora que usar con él, escuchando también después la aclaración que le dio sobre el porqué nunca le llegaban las lechuzas que le mandaba. - Es normal... si quieres estar en un sitio que no sepan cual es, lo más lógico es protegerlo contra todo lo posible. - Asintió un poquito de nuevo, diciéndole con ello que entendía perfectamente por que lo hacía. - ¿Entonces... hay algún modo de que pueda mandarte cartas o algo para poder ponernos en contacto? - Le preguntó curiosa, queriendo tener un modo de comunicarse con él.
Le vio ponerse en pie y puso morritos, entrecerrando un poco los ojos, suspirando. Pero en cuanto el chico se giró y volvió a donde ella diciendole aquello, los ojos se le iluminaron. Ciertamente... nunca habría imaginado a Adnan haciendo algo así. Se sonrojó y vio como colocaba la rosa, después quedándose mirándola por un ratito, acariciando un poco con una de las manos la flor, apenas con un par de dedos. Y con una amplia sonrisa, alzó sus ojos verdes a los del chico. - Muchísimas gracias, Ayyûb. - Le susurró.
Cuando las otras palabras salieron de los labios del egipcio sonrió de forma mas amplia. - Bobo... dejame abrazarte, porfi, porfi... ¿si? - Le dijo mordiéndose la boquita. Escucharle decirle todas esas cosas bonitas y no poder abrazarle le estaba costando mucho. - Profii... - Insistió un poquito, sin siquiera pensar que si le abrazaba, con todas las ganas que tenía, podría aplastar la flor.
Negó con la cabeza, dejando de pensar en tonterías y le sacó la lengua. Entonces escuchó aquello que ella tan bien sabía, no podía quedarse allí. Simplemente asintió un poquito con la cabeza. - Lo sé... solo ahora, no te vayas, de momento.
Sonrió ámpliamente, incluso de forma tonta cuando escuchó lo de la capa, abrazándola con fuerza como buenamente pudo en aquella posición, aspirando su aroma ahora sin cortarse, expulsando después el aire de forma tranquila, mirando a Adnan, ahora algo bastante más animada. Saber que podría quedarse con su capa... no, era mas que eso, saber que no tardarían en verse para tener otra capa con su aroma, le hacía muy feliz. No solo por poder tener su olor para no echarle tanto de menos, ¡sino que se podrían ver! Aunque ni sabía cuando... ni como... bueno, no pensar en eso, por el momento, sería lo mejor.
Asintió un poquito con la cabeza, memorizando el nombre que tenía ahora que usar con él, escuchando también después la aclaración que le dio sobre el porqué nunca le llegaban las lechuzas que le mandaba. - Es normal... si quieres estar en un sitio que no sepan cual es, lo más lógico es protegerlo contra todo lo posible. - Asintió un poquito de nuevo, diciéndole con ello que entendía perfectamente por que lo hacía. - ¿Entonces... hay algún modo de que pueda mandarte cartas o algo para poder ponernos en contacto? - Le preguntó curiosa, queriendo tener un modo de comunicarse con él.
Le vio ponerse en pie y puso morritos, entrecerrando un poco los ojos, suspirando. Pero en cuanto el chico se giró y volvió a donde ella diciendole aquello, los ojos se le iluminaron. Ciertamente... nunca habría imaginado a Adnan haciendo algo así. Se sonrojó y vio como colocaba la rosa, después quedándose mirándola por un ratito, acariciando un poco con una de las manos la flor, apenas con un par de dedos. Y con una amplia sonrisa, alzó sus ojos verdes a los del chico. - Muchísimas gracias, Ayyûb. - Le susurró.
Cuando las otras palabras salieron de los labios del egipcio sonrió de forma mas amplia. - Bobo... dejame abrazarte, porfi, porfi... ¿si? - Le dijo mordiéndose la boquita. Escucharle decirle todas esas cosas bonitas y no poder abrazarle le estaba costando mucho. - Profii... - Insistió un poquito, sin siquiera pensar que si le abrazaba, con todas las ganas que tenía, podría aplastar la flor.
Park Hye Rang- Mensajes : 327
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 29
Re: No quiero estar allí...
Durante el tiempo que llevaba expulsado había pensado mil y una vez en que le daba igual no tener que volver a la escuela, dejarlo todo, abandonar sus estudios y vivir la vida que, en realidad, había sido preparada para él. Fuera convivencia con diez mil personas más, fuera el tener que tratar bien a gente que le repugnaba, en definitiva, hacer como había hecho su hermano, dejar de lado esa estúpida idea de que necesitaba estudios para vivir y adoptar la posición mucho más cómoda de trabajar de lo que se puede y vivir de lo que te gusta.
Pero en ese momento… con Rang tan cerca, pidiéndole por favor que no se fuera… se le hacía añicos todo ese mundo que había construido en su mente y que era tan jodidamente fácil de mantener para él. La chica parecía tan desdichada estando sola de nuevo. Lo había cambiado hasta un punto tan remotamente imposible de imaginara para él que, en cierto modo, había llegado a pensar que no le convenía. Pero de nuevo la miraba y recordaba el porqué se había dejado cambiar. Por ella. Tan dulce y buena. Llenaba ese trocito de él que nadie hacía llenado nunca y en ese instante le daba igual que pudieran decir los demás, él quería a Hye Rang, y que le importara a quien quisiera.
-Habría un modo – se había abstraído del todo, pero en cuanto ella se puso a hablar de cómo mantener el contacto volvió a angustiarse un poco – si las cartas fueran hacía… Egipto. Al lugar donde trabaja mi hermano. Él podría llevármelas a casa cada día, y bueno, mandarte yo solo es cuestión de ir a una lechucería de Berlín. No tiene más complicación.
La idea que le acababa de dar no cuadraba del todo con su idea de perfecto o de sencillo. No sabía que diría su hermano cuando le dijera que sería su mensajero personal, seguramente se lo tomaría a mal y por supuesto sabía que no todas las cartas llegarían hasta él ¿no? O quizás estaba pensando peor de lo debido sobre su hermano.
Ya, después de todo el tema de la rosa y demás, aquella tontería que había hecho para lograr contentarla un poquito, llegó su especie de súplica, no. No iba a dar su brazo a torcer, no era él mismo y se suponía que eran novios. No quería que nadie la viera abrazando a otro… aunque bueno, podría abastecerse de poción para mil años e ir a la facultad de seguido. Por supuesto no tardó en desechar aquella idea, si ya sentía repugnancia por un día no quería imaginarse más tiempo.
-No… – se mordió un poco la boca, no sabía negarle nada a ella y se sentía obligado a hacerlo. Miró alrededor, se puso en pie y le tendió la mano, para que se pusiera en pie ella también – vamos a dar un pequeño paseo. Podemos… caminar por las lindes del bosque y alejarnos un poquito más de la facultad. Cogidos de la mano – le sonrió como buenamente pudo, aquella era su forma de dar el brazo a torcer, si al final todos pensaban que ella estaba con otro pues bueno. Adnan se suponía que ya no estaba en esa facultad, nadie podría mirarle con cara de “pobre cornudo” o algo así – cuando nadie nos vea podremos abrazarnos y besarnos… ¿piensas que si entramos en la universidad saltará alguna alarma por ser yo? Siento que vas a morirte de frío aquí fuera.
Lo preguntaba bastante en serio, no quería tenerla congelándose, y un dormitorio sería muchísimo más apacible y cómodo para poder besarla en paz.
Pero en ese momento… con Rang tan cerca, pidiéndole por favor que no se fuera… se le hacía añicos todo ese mundo que había construido en su mente y que era tan jodidamente fácil de mantener para él. La chica parecía tan desdichada estando sola de nuevo. Lo había cambiado hasta un punto tan remotamente imposible de imaginara para él que, en cierto modo, había llegado a pensar que no le convenía. Pero de nuevo la miraba y recordaba el porqué se había dejado cambiar. Por ella. Tan dulce y buena. Llenaba ese trocito de él que nadie hacía llenado nunca y en ese instante le daba igual que pudieran decir los demás, él quería a Hye Rang, y que le importara a quien quisiera.
-Habría un modo – se había abstraído del todo, pero en cuanto ella se puso a hablar de cómo mantener el contacto volvió a angustiarse un poco – si las cartas fueran hacía… Egipto. Al lugar donde trabaja mi hermano. Él podría llevármelas a casa cada día, y bueno, mandarte yo solo es cuestión de ir a una lechucería de Berlín. No tiene más complicación.
La idea que le acababa de dar no cuadraba del todo con su idea de perfecto o de sencillo. No sabía que diría su hermano cuando le dijera que sería su mensajero personal, seguramente se lo tomaría a mal y por supuesto sabía que no todas las cartas llegarían hasta él ¿no? O quizás estaba pensando peor de lo debido sobre su hermano.
Ya, después de todo el tema de la rosa y demás, aquella tontería que había hecho para lograr contentarla un poquito, llegó su especie de súplica, no. No iba a dar su brazo a torcer, no era él mismo y se suponía que eran novios. No quería que nadie la viera abrazando a otro… aunque bueno, podría abastecerse de poción para mil años e ir a la facultad de seguido. Por supuesto no tardó en desechar aquella idea, si ya sentía repugnancia por un día no quería imaginarse más tiempo.
-No… – se mordió un poco la boca, no sabía negarle nada a ella y se sentía obligado a hacerlo. Miró alrededor, se puso en pie y le tendió la mano, para que se pusiera en pie ella también – vamos a dar un pequeño paseo. Podemos… caminar por las lindes del bosque y alejarnos un poquito más de la facultad. Cogidos de la mano – le sonrió como buenamente pudo, aquella era su forma de dar el brazo a torcer, si al final todos pensaban que ella estaba con otro pues bueno. Adnan se suponía que ya no estaba en esa facultad, nadie podría mirarle con cara de “pobre cornudo” o algo así – cuando nadie nos vea podremos abrazarnos y besarnos… ¿piensas que si entramos en la universidad saltará alguna alarma por ser yo? Siento que vas a morirte de frío aquí fuera.
Lo preguntaba bastante en serio, no quería tenerla congelándose, y un dormitorio sería muchísimo más apacible y cómodo para poder besarla en paz.
Adnan K. Yesenes- Mensajes : 479
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 33
Re: No quiero estar allí...
Al escucharle decir que habría un modo de comunicarse, casi ni podía creérselo. Quería saberlo, quería poder comunicarse de forma mas o menos seguida con Adnan, quería saber si estaba bien, si dejaba de estarlo, que hacía en el día... quería saber que estaba bien, sin hacer ninguna tontería por encima de todo.
En el momento en el que escuchó la propuesta del chico asintió segura con la cabeza. A ella le daba igual a donde mandar las cartas mientras le pudiesen llegar, eso lo sabía de sobra. Se mordió la boquita y haciendo memoria de las cosas que su chico le había contado sobre su hermano, habló. - ¿Entonces con hacer que las cartas fuesen a donde los hipogrifos, en tu casa de egipto, ya bastaría? - Recordaba que le contó que trabajaba allí, y también que no era muy parecido a él. - Pero... ¿A tu hermano no le molestará? Siempre... podrías decirle que son apuntes o cosas que están pasando por la universidad, no se. - Se encogió de hombros y suspiró. - Decirle que es algo importante para que no pueda negarse.
Insistió a poder abrazarle, y se quedó esperando una respuesta con una suave sonrisita, hasta que escuchó aquél no, se le hizo morderse el labio inferior, y agachar la cabeza. A ese paso el brillo de labios que tenía puesto apenas le duraría.
Le vio incorporarse y parpadeó un poco antes de ver como le tendría la mano para que ella también se pusiera en pie, y entonces, apoyando su mano fría sobre la de él, se incorporó, notando como realmente el trasero se le había helado un tanto al haber estado sentada ahí por ese ratito con el frío que hacía.
Los pensamientos del frío se fueron en el momento que el egipcio siguió hablando, y entonces, sonrió y asintió con la cabeza. - Si... - Apretó la mano de él entre la propia y suspiró un poquito. - Muchas gracias por haber venido aquí... por dejarme estar contigo... - Murmuró un poquito y cerró los ojos, aguantandose las ganas de darle un abrazo.
Abrió los ojos y alzó la vista para mirarle. - Umm... no creo que pensasen mal por que fuese dada de la mano de nadie... tú sabes que es algo que si se puede me gusta hacer, aunque Hyun diga que no se puede. - Puso morritos y suspiró. - Fui... fui a la fiesta con una amiga, para acompañarla,... quien me dio el vestido. - Al decir aquello se descubrió de la capa y le enseñó la prenda, sonriéndole, antes de volver a cubrirse. - Fui dándole la mano en el camino. - Aclaró un ejemplo acerca de lo de ir de la mano.
Lo siguiente que Adnan dijo ya le hizo fruncir un poco el ceño y quedarse mirándole fijamente a los ojos un momento, a la cara. - ¿En serio...? Abrazarte no me importa pero... ¿Besarte con ese aspecto? No sé... se me haría muy... muy muy muy raro.
Dejando eso de lado, antes de que Yesenes pudiese decir nada, habló enseguida. - No creo que haya ninguna alarma ni nada... teniendo en cuenta que hoy es una festividad importante de la escuela y que incluso va a venir gente de fuera como acompañantes y demás... sería muy raro, vamos. Así que supongo que por poder se podría entrar...
La duda que quedó en el tono de voz del egipcio hizo que ella misma dudase al acabar de hablar. - Pero sera mejor que por si acaso no entremos, no sé...
De pronto le fue una idea a la cabeza, pero no era valida, así que simplemente negó con la cabeza. Ya no servía. - Ad-... Ayyûb... ¿por qué no le pediste a Hyun que te diese lo necesario par la poción? Habría sido mas fácil, bobo. - Supuso que el aspecto que adquirió fue con una multijugos.
En el momento en el que escuchó la propuesta del chico asintió segura con la cabeza. A ella le daba igual a donde mandar las cartas mientras le pudiesen llegar, eso lo sabía de sobra. Se mordió la boquita y haciendo memoria de las cosas que su chico le había contado sobre su hermano, habló. - ¿Entonces con hacer que las cartas fuesen a donde los hipogrifos, en tu casa de egipto, ya bastaría? - Recordaba que le contó que trabajaba allí, y también que no era muy parecido a él. - Pero... ¿A tu hermano no le molestará? Siempre... podrías decirle que son apuntes o cosas que están pasando por la universidad, no se. - Se encogió de hombros y suspiró. - Decirle que es algo importante para que no pueda negarse.
Insistió a poder abrazarle, y se quedó esperando una respuesta con una suave sonrisita, hasta que escuchó aquél no, se le hizo morderse el labio inferior, y agachar la cabeza. A ese paso el brillo de labios que tenía puesto apenas le duraría.
Le vio incorporarse y parpadeó un poco antes de ver como le tendría la mano para que ella también se pusiera en pie, y entonces, apoyando su mano fría sobre la de él, se incorporó, notando como realmente el trasero se le había helado un tanto al haber estado sentada ahí por ese ratito con el frío que hacía.
Los pensamientos del frío se fueron en el momento que el egipcio siguió hablando, y entonces, sonrió y asintió con la cabeza. - Si... - Apretó la mano de él entre la propia y suspiró un poquito. - Muchas gracias por haber venido aquí... por dejarme estar contigo... - Murmuró un poquito y cerró los ojos, aguantandose las ganas de darle un abrazo.
Abrió los ojos y alzó la vista para mirarle. - Umm... no creo que pensasen mal por que fuese dada de la mano de nadie... tú sabes que es algo que si se puede me gusta hacer, aunque Hyun diga que no se puede. - Puso morritos y suspiró. - Fui... fui a la fiesta con una amiga, para acompañarla,... quien me dio el vestido. - Al decir aquello se descubrió de la capa y le enseñó la prenda, sonriéndole, antes de volver a cubrirse. - Fui dándole la mano en el camino. - Aclaró un ejemplo acerca de lo de ir de la mano.
Lo siguiente que Adnan dijo ya le hizo fruncir un poco el ceño y quedarse mirándole fijamente a los ojos un momento, a la cara. - ¿En serio...? Abrazarte no me importa pero... ¿Besarte con ese aspecto? No sé... se me haría muy... muy muy muy raro.
Dejando eso de lado, antes de que Yesenes pudiese decir nada, habló enseguida. - No creo que haya ninguna alarma ni nada... teniendo en cuenta que hoy es una festividad importante de la escuela y que incluso va a venir gente de fuera como acompañantes y demás... sería muy raro, vamos. Así que supongo que por poder se podría entrar...
La duda que quedó en el tono de voz del egipcio hizo que ella misma dudase al acabar de hablar. - Pero sera mejor que por si acaso no entremos, no sé...
De pronto le fue una idea a la cabeza, pero no era valida, así que simplemente negó con la cabeza. Ya no servía. - Ad-... Ayyûb... ¿por qué no le pediste a Hyun que te diese lo necesario par la poción? Habría sido mas fácil, bobo. - Supuso que el aspecto que adquirió fue con una multijugos.
Park Hye Rang- Mensajes : 327
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 29
Re: No quiero estar allí...
En un principio no le respondió a aquello de su hermano, era algo que debería hablar con él, sintió que no había estado bien haberle dado esperanzas antes de poder asegurarle que podía estar ahí, estaba mal, desde luego que si… pero es que si Ayyûb descubría que eran cartas de su novia lo más seguro es que se negara a llevárselas.
Notó su mano helada entre la propia, él era cálido, su piel lo era al menos, y aprovechó el sostenerle la mano para al menos transmitirle un poco de calor. También le había puesto mejor la capa, envolviéndola casi por completo. Se le había un poco mal el oírla decir esas cosas. Que la dejaba estar con él. Pues si por él fuera la raptaría y sacaría de allí para que pudieran estar juntos todo el maldito día, carajos, no solo ese momentito de esa nochecita de mierda. Pero no iba a decirle aquello, nada de darle ideas raras, ella estaba estudiando y no podía arriesgarse a perder ella también la matricula por salir un rato con él.
Negó un poquito con la cabeza.
-No pasa nada porque vayamos de la mano, ya te lo he dicho, solo que… – oyó su explicación y se quedó callado, sin palabras, al verla con ese vestido. De pronto parecía tan adulta… él la había considerado una niña, es lo que era. Aún más pequeña que Ban, y ella ya solía parecerle una cría. Pero en ese momento era jodidamente adorable y estaba incluso… ¿sexy? – me alegro que fueras con una amiga, debiste quedarte allí, seguro que ella al final te sale a buscar…
Suspiró un poco, se sentía culpable por ella, por dejarla sola y tan triste, no había sido culpa suya (no del todo) que lo expulsaran, pero aún así tenía que admitir que si tenía la culpa de no haber cuidado más su actitud, él podría haberlo evitado.
Y con sus palabras se le fue el ánimo al suelo. Ahora que la había visto así se le habían aumentado las ganas de abrazarla y comerle la boca, a las claras, pegarla contra él y sentir cuán mujer podía ser de verdad… pero ella ahora decía que con ese aspecto no quería nada más que darle algún que otro abrazo. Tendría que joderse. Era su castigo por no poder estar con ella, seguramente si, aquello sería.
No hizo comentario alguno al respecto, no instantáneamente.
-Me hubiera sentido muy raro siendo Young. Mi intención era colmarte a besos y atenciones y creo que me habrían mirando muy mal todos si llego diciendo que soy tu primo y me pongo a comerte la boca ¿no crees?
Suspiró un poco y la instó a parar por un momento mirando alrededor y la abrazó, envolviéndola con sus brazos, queriendo darle calor y de paso poder sentirla bien cerquita.
-Yo… estoy bien con solamente estar contigo, pero no quiero que tengas frío, si pudiéramos pasar, aunque sea… no sé… a algún aula, o podríamos resguardarnos un poco en el bosque, ahí correrá menos viento – no se sintió con ánimo de volver a decirle que si, que quería besarla, que le daba igual como se viera por fuera, pero es que ella tenía razón. Él, en ese momento, no era Adnan, si lo besaba así sería como si besara a otro ¿no? –podríamos ir a la cafetería a comprar algo caliente si te apetece… igual la tienen hasta abierta. No sé.
Notó su mano helada entre la propia, él era cálido, su piel lo era al menos, y aprovechó el sostenerle la mano para al menos transmitirle un poco de calor. También le había puesto mejor la capa, envolviéndola casi por completo. Se le había un poco mal el oírla decir esas cosas. Que la dejaba estar con él. Pues si por él fuera la raptaría y sacaría de allí para que pudieran estar juntos todo el maldito día, carajos, no solo ese momentito de esa nochecita de mierda. Pero no iba a decirle aquello, nada de darle ideas raras, ella estaba estudiando y no podía arriesgarse a perder ella también la matricula por salir un rato con él.
Negó un poquito con la cabeza.
-No pasa nada porque vayamos de la mano, ya te lo he dicho, solo que… – oyó su explicación y se quedó callado, sin palabras, al verla con ese vestido. De pronto parecía tan adulta… él la había considerado una niña, es lo que era. Aún más pequeña que Ban, y ella ya solía parecerle una cría. Pero en ese momento era jodidamente adorable y estaba incluso… ¿sexy? – me alegro que fueras con una amiga, debiste quedarte allí, seguro que ella al final te sale a buscar…
Suspiró un poco, se sentía culpable por ella, por dejarla sola y tan triste, no había sido culpa suya (no del todo) que lo expulsaran, pero aún así tenía que admitir que si tenía la culpa de no haber cuidado más su actitud, él podría haberlo evitado.
Y con sus palabras se le fue el ánimo al suelo. Ahora que la había visto así se le habían aumentado las ganas de abrazarla y comerle la boca, a las claras, pegarla contra él y sentir cuán mujer podía ser de verdad… pero ella ahora decía que con ese aspecto no quería nada más que darle algún que otro abrazo. Tendría que joderse. Era su castigo por no poder estar con ella, seguramente si, aquello sería.
No hizo comentario alguno al respecto, no instantáneamente.
-Me hubiera sentido muy raro siendo Young. Mi intención era colmarte a besos y atenciones y creo que me habrían mirando muy mal todos si llego diciendo que soy tu primo y me pongo a comerte la boca ¿no crees?
Suspiró un poco y la instó a parar por un momento mirando alrededor y la abrazó, envolviéndola con sus brazos, queriendo darle calor y de paso poder sentirla bien cerquita.
-Yo… estoy bien con solamente estar contigo, pero no quiero que tengas frío, si pudiéramos pasar, aunque sea… no sé… a algún aula, o podríamos resguardarnos un poco en el bosque, ahí correrá menos viento – no se sintió con ánimo de volver a decirle que si, que quería besarla, que le daba igual como se viera por fuera, pero es que ella tenía razón. Él, en ese momento, no era Adnan, si lo besaba así sería como si besara a otro ¿no? –podríamos ir a la cafetería a comprar algo caliente si te apetece… igual la tienen hasta abierta. No sé.
Adnan K. Yesenes- Mensajes : 479
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 33
Re: No quiero estar allí...
Se quedó en silencio, simplemente esperando a que el fuese a decir algo, cualquier cosa.
Sonrió feliz al escucharle decir que no pasaba nada por que fueran de la mano, y es que era así como estaban en ese mismo momento, y la coreana, por mucho que Adnan fuese a quejarse de ello, tenía totalmente claro que no le iba a dar la gana de soltarle.
Vio como le miraba y sonrió un poco tímida, después escuchándole decir aquello de que tendría que estar con su amiga. Ella simplemente negó con la cabeza y suspiró, mordiéndose la boquita. Sintió como él mismo le arropaba con la misma túnica y suspiró, entrecerrando un poquito los ojos, sintiendo la calidez del cuerpo del chico a pesar de estar en la intemperie. - Ella fue a saludar a la gente que conoce... yo realmente solo fui a acompañarla... pero al ver a tanta gente... - Utilizando aquella palabra por no decir “parejas”. - Te eché mucho de menos. No podía quedarme allí, así que me marche. - Aclaró un poquito por encima el porqué estaba ahí fuera.
Suspiró un poco mientras caminaban muy despacito, de la mano, y mientras la coreana, de vez en cuanto, lanzaba alguna que otra mirada hacia el egipcio. Esta llegó a sonrojarse por el termino de “comerte la boca”, cuando Adnan se puso a dar la razón de porqué no se habría sentido cómodo con el aspecto del primo de la coreana. Esta simplemente asintió un poquito con la cabeza.
Sonrió un poquito de nuevo y suspiró, volviendo a mirar al frente para seguir con el camino. Aunque de aspecto no fuese Adnan, era él, y eso era todo lo que a ella le importaba.
Entonces se detuvo cuando el chico le instó a ello parándose él también, y se quedó mirándole fijamente a la cara. - ¿Qué pasa? - Preguntó curiosa, sin saber por que se habían parado. Pero en el mismo momento en el que sintió el abrazo del egipcio suspiró, cerrando los ojos con fuerza y correspondiendo al mismo enseguida, sacando los brazos de debajo de la túnica para poder pegarse por completo en aquél abrazo con él. - Te quiero... - Susurró en un susurro contra su oído, girando un poquito el rostro para besarle la mejilla.
- Si quieres... podemos entrar a la fiesta, o a algún aula, o quedarnos en el pasillo que da al comedor que es donde se ha organizado la fiesta... si eso,... si viésemos que alguien se acercase o algo podríamos entrar en la fiesta y “escondernos” entre la gente. - Se mordió la boquita y suspiró, encogiéndose de hombros. La verdad es que no tenía ni idea de que hacer, o mas bien, de qué idea dar que a Adnan le fuese a parecer buena, aceptable o cualquier cosa así.
Se separó un poquito de él y tragó saliva, dudando por un momento. Miró alrededor de forma rápida, constatándose de que no había nadie alrededor, y entonces, aprovechando que se había alejado un poquito mas, y la posición, terminó de ponerse de puntillas lo que le faltaba (los tacones ayudaban a que se tuviese que poner menos de puntillas.), y le besó en los labios, con las mejillas sonrojadas, quedándose tal cual por un momentito.
Sonrió feliz al escucharle decir que no pasaba nada por que fueran de la mano, y es que era así como estaban en ese mismo momento, y la coreana, por mucho que Adnan fuese a quejarse de ello, tenía totalmente claro que no le iba a dar la gana de soltarle.
Vio como le miraba y sonrió un poco tímida, después escuchándole decir aquello de que tendría que estar con su amiga. Ella simplemente negó con la cabeza y suspiró, mordiéndose la boquita. Sintió como él mismo le arropaba con la misma túnica y suspiró, entrecerrando un poquito los ojos, sintiendo la calidez del cuerpo del chico a pesar de estar en la intemperie. - Ella fue a saludar a la gente que conoce... yo realmente solo fui a acompañarla... pero al ver a tanta gente... - Utilizando aquella palabra por no decir “parejas”. - Te eché mucho de menos. No podía quedarme allí, así que me marche. - Aclaró un poquito por encima el porqué estaba ahí fuera.
Suspiró un poco mientras caminaban muy despacito, de la mano, y mientras la coreana, de vez en cuanto, lanzaba alguna que otra mirada hacia el egipcio. Esta llegó a sonrojarse por el termino de “comerte la boca”, cuando Adnan se puso a dar la razón de porqué no se habría sentido cómodo con el aspecto del primo de la coreana. Esta simplemente asintió un poquito con la cabeza.
Sonrió un poquito de nuevo y suspiró, volviendo a mirar al frente para seguir con el camino. Aunque de aspecto no fuese Adnan, era él, y eso era todo lo que a ella le importaba.
Entonces se detuvo cuando el chico le instó a ello parándose él también, y se quedó mirándole fijamente a la cara. - ¿Qué pasa? - Preguntó curiosa, sin saber por que se habían parado. Pero en el mismo momento en el que sintió el abrazo del egipcio suspiró, cerrando los ojos con fuerza y correspondiendo al mismo enseguida, sacando los brazos de debajo de la túnica para poder pegarse por completo en aquél abrazo con él. - Te quiero... - Susurró en un susurro contra su oído, girando un poquito el rostro para besarle la mejilla.
- Si quieres... podemos entrar a la fiesta, o a algún aula, o quedarnos en el pasillo que da al comedor que es donde se ha organizado la fiesta... si eso,... si viésemos que alguien se acercase o algo podríamos entrar en la fiesta y “escondernos” entre la gente. - Se mordió la boquita y suspiró, encogiéndose de hombros. La verdad es que no tenía ni idea de que hacer, o mas bien, de qué idea dar que a Adnan le fuese a parecer buena, aceptable o cualquier cosa así.
Se separó un poquito de él y tragó saliva, dudando por un momento. Miró alrededor de forma rápida, constatándose de que no había nadie alrededor, y entonces, aprovechando que se había alejado un poquito mas, y la posición, terminó de ponerse de puntillas lo que le faltaba (los tacones ayudaban a que se tuviese que poner menos de puntillas.), y le besó en los labios, con las mejillas sonrojadas, quedándose tal cual por un momentito.
Park Hye Rang- Mensajes : 327
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 29
Re: No quiero estar allí...
Su abrazo, sus palabras, eran todo lo que quería y todo lo que podía pedir, de verdad. Sus ideas sobre que hacer fueron, al igual que las propias, un tanto vacuas. ¿Ir a la fiesta? No, por Merlín, solo había estado allí cosa de cinco minutos y ya había sentido deseos de matar a todos los que se cruzó, no era cuestión de empeorar aún más eso, sobre todo teniendo en cuenta que la chica tampoco parecía con ganas reales de ir allí, y él no la iba a obligar, ni de coña.
-Podemos estar aquí, sin más, lo decía por tu bien, por tu calor más bien… no quiero que te hieles… – suspiró mientras se acomodaba con ella y de pronto notó ese beso, tan ansiado. Fue muy rápido y superficial, pero él ayudó a que aquello no quedase así, la cogió de la cintura y la mantuvo a la altura adecuada por un momento, correspondiendo al beso y dándole un par más según la dejaba que se quedase normal, sin estar de puntillas – pensaba que no me querías besar mientras estuviera así – susurró aquello contra sus labios, aún estaba medio inclinado sobre ella pero no tardó en separarse. Carraspeando para aclararse la garganta. Maldita voz de marica.
Dio un paso atrás, le ofreció la mano de nuevo y se dispuso a caminar otra vez, ya sabía a dónde irían para que ella no pasara frío y donde nadie los encontraría. Los invernaderos. Había uno abierto al alumnado, a esas horas se suponía que debería estar cerrado ya, pero los “frecuentes”, como era él, sabían entrar sin necesidad de llave ni permiso.
-Ya sé donde podemos ir para que no te hieles.
Una sonrisa más amplia que las anteriores y tiró un poquito de ella para que acelerase el paso, dejándola plantada por un momento delante de los invernaderos, cuando, al rato de caminar, llegaron. Él había ido a rebuscar al lugar adecuado, vio que aún seguía abierta la entrada que se habían hecho entre los colegas que usaban aquello y la instó a pasar. Ahí dentro se estaba bien. El clima artificial creado para que las plantas las plantas sobrevivieran sin problemas facilitaba aquello.
-Aquí tendrás menos frío y nadie vendrá a interrumpirnos ¿no crees?
-Podemos estar aquí, sin más, lo decía por tu bien, por tu calor más bien… no quiero que te hieles… – suspiró mientras se acomodaba con ella y de pronto notó ese beso, tan ansiado. Fue muy rápido y superficial, pero él ayudó a que aquello no quedase así, la cogió de la cintura y la mantuvo a la altura adecuada por un momento, correspondiendo al beso y dándole un par más según la dejaba que se quedase normal, sin estar de puntillas – pensaba que no me querías besar mientras estuviera así – susurró aquello contra sus labios, aún estaba medio inclinado sobre ella pero no tardó en separarse. Carraspeando para aclararse la garganta. Maldita voz de marica.
Dio un paso atrás, le ofreció la mano de nuevo y se dispuso a caminar otra vez, ya sabía a dónde irían para que ella no pasara frío y donde nadie los encontraría. Los invernaderos. Había uno abierto al alumnado, a esas horas se suponía que debería estar cerrado ya, pero los “frecuentes”, como era él, sabían entrar sin necesidad de llave ni permiso.
-Ya sé donde podemos ir para que no te hieles.
Una sonrisa más amplia que las anteriores y tiró un poquito de ella para que acelerase el paso, dejándola plantada por un momento delante de los invernaderos, cuando, al rato de caminar, llegaron. Él había ido a rebuscar al lugar adecuado, vio que aún seguía abierta la entrada que se habían hecho entre los colegas que usaban aquello y la instó a pasar. Ahí dentro se estaba bien. El clima artificial creado para que las plantas las plantas sobrevivieran sin problemas facilitaba aquello.
-Aquí tendrás menos frío y nadie vendrá a interrumpirnos ¿no crees?
Adnan K. Yesenes- Mensajes : 479
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 33
Re: No quiero estar allí...
Asintió un poquito a sus palabras y terminó por besarle cuando este mismo acabó de hablar. Aprovechó el momento después de la duda par besarle, notando como el egipcio le levantaba un poco, como correspondía al beso y, en el mismo momento en el que la bajaba de aquel amarre en el que le había alzado un poco para que no tuviese que estar de puntillas, sintió los besos que cortaron el anterior.
Suspiró un poquito y se quedó mirando a su novio con lo ojos entreabiertos, sonriendo suavemente, con las mejillas algo sonrojadas, escuchando las palabras de él.
- Ya... bueno. - Se mordió la boquita de nuevo, un poco a penas. - Supongo que sabiendo que eres tú y cerrando los ojos... está bien. - Comentó susurrandolo contra sus labios, del mismo modo que el egipcio le había hablado a ella contra sus labios.
Suspiró de nuevo y cuando se separaron y este le tendió la mano, la chica la cogió, asintiendo un poquito como queriendo decir que estaba todo bien, y comenzaron de nuevo a andar a paso algo tranquilo, sin soltarse en ningún momento de la mano del chico, que a la vista de cualquier persona sería alguien cualquiera, pero para ella, que sabía que en realidad era Adnan, aunque su aspecto no lo fuese, era Adnan.
Cuando al poco de que estuviesen andando le escuchó al chico decir aquello, frunció un poquito el ceño y ladeó la cabeza. - ¿Si? ¿A donde? - Le preguntó realmente llena de curiosidad, queriendo saber a donde pretendía llevarle que no fuese la fiesta, como ya había quedado claro.
Notó el tironcito y aceleraron el paso, viéndose en apenas un momento sola, esperando frente a la puerta de los invernaderos, esperando a que Adnan volviese, al menos, antes de que cualquier otra persona pasase por ahí y le preguntase cualquier cosa, como que qué hacia o cualquier cosa que pudiese estropear el estar con el chico.
No tardó Adnan en volver y le hizo un gesto para que le siguiese. Ella fue detrás, andando un poquito rápido en el momento y terminó por pasar por donde el chico le indicó.
Suspiró un poquito y negó con la cabeza. Agradecía enormemente que se hubiesen podido meter en los invernaderos, el clima era muchísimo mas agradable ahí dentro, incluso era cálido en comparación con la temperatura de fuera. Puso morritos y le miró. - ¿A-ayyûb... no nos acabamos de colar en los invernaderos? - Preguntó con la cabeza muy ligeramente ladeada antes de negar con la cabeza.
- Da igual... puedo estar contigo y no tener tanto frío como antes... - Susurró antes de, sin avisar ni nada, abrazarle con fuerza, suspirando, cerrando los ojos incluso, descuidando el estado en el que ya estaría la rosa que el egipcio le había regalado en un principio.
Suspiró un poquito y se quedó mirando a su novio con lo ojos entreabiertos, sonriendo suavemente, con las mejillas algo sonrojadas, escuchando las palabras de él.
- Ya... bueno. - Se mordió la boquita de nuevo, un poco a penas. - Supongo que sabiendo que eres tú y cerrando los ojos... está bien. - Comentó susurrandolo contra sus labios, del mismo modo que el egipcio le había hablado a ella contra sus labios.
Suspiró de nuevo y cuando se separaron y este le tendió la mano, la chica la cogió, asintiendo un poquito como queriendo decir que estaba todo bien, y comenzaron de nuevo a andar a paso algo tranquilo, sin soltarse en ningún momento de la mano del chico, que a la vista de cualquier persona sería alguien cualquiera, pero para ella, que sabía que en realidad era Adnan, aunque su aspecto no lo fuese, era Adnan.
Cuando al poco de que estuviesen andando le escuchó al chico decir aquello, frunció un poquito el ceño y ladeó la cabeza. - ¿Si? ¿A donde? - Le preguntó realmente llena de curiosidad, queriendo saber a donde pretendía llevarle que no fuese la fiesta, como ya había quedado claro.
Notó el tironcito y aceleraron el paso, viéndose en apenas un momento sola, esperando frente a la puerta de los invernaderos, esperando a que Adnan volviese, al menos, antes de que cualquier otra persona pasase por ahí y le preguntase cualquier cosa, como que qué hacia o cualquier cosa que pudiese estropear el estar con el chico.
No tardó Adnan en volver y le hizo un gesto para que le siguiese. Ella fue detrás, andando un poquito rápido en el momento y terminó por pasar por donde el chico le indicó.
Suspiró un poquito y negó con la cabeza. Agradecía enormemente que se hubiesen podido meter en los invernaderos, el clima era muchísimo mas agradable ahí dentro, incluso era cálido en comparación con la temperatura de fuera. Puso morritos y le miró. - ¿A-ayyûb... no nos acabamos de colar en los invernaderos? - Preguntó con la cabeza muy ligeramente ladeada antes de negar con la cabeza.
- Da igual... puedo estar contigo y no tener tanto frío como antes... - Susurró antes de, sin avisar ni nada, abrazarle con fuerza, suspirando, cerrando los ojos incluso, descuidando el estado en el que ya estaría la rosa que el egipcio le había regalado en un principio.
Park Hye Rang- Mensajes : 327
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 29
Re: No quiero estar allí...
Sonrió al sentir como volví a llamarlo como si fuera su hermano, ahora estaban solos, pero aún prefería que siguiera llamándolo así, por si las molas, nunca se sabía quién iba a aparecer ni cuándo.
Se dejó abrazar, feliz de poder estar con ella y en cuanto rompieron el abrazo, cogiéndola de la mano, la guió a una zona donde había un pequeño banco donde poder sentase, aunque se dio cuenta de que estaba demasiado a la vista desde fuera, así que lo que hizo al final fue quitarle la capa (ahí dentro no hacía frío alguna) y ponerla en el suelo para que ambos se pudieran sentar encima.
-Si, nos hemos colado en los invernaderos, pero nadie pasa nunca por aquí, estaremos más seguros que ahí fuera y más calentitos también.
No quería que ella corriera riesgos de ser castigada (o expulsada), todo su afán sería protegerla e iba preparado. Si alguien llegaba y la veía con él, para empezar, la mandaría marcharse, que se quitara de en medio, y después, iba dispuesto a hacer cualquier cosa contra cualquiera que les importunara, como si tenía que dedicarse a lanzar maldiciones por ahí, todo fuera por evitarle un mal momento a la coreana.
-Se te ha… estropeado la flor – susurró cogiendo ahora la rosa del vestido de la chica de nuevo y mostrándosela, ladeó un poco la boca, torciendo el morro, era increíble que él se estuviera preocupando de una triste flor, pero no le daría más vueltas, simplemente suspiró, sacó la varita y apuntando a la misma conjuró un hechizo que volvió la misma a su estado original, aunque seguía siendo azul – así mejor…
Volvió a dársela mientras sonreía y se sentó cómodamente haciéndole un gesto a ella para que le imitara.
-Ahora que podemos hablar bien… ¿qué tal estos días? ¿Pasó algo nuevo en la escuela?
Él, por supuesto, no tenía ni idea de que su nombre había salido en un informe amarillista con mierda sobre su relación y su expulsión, de ser así posiblemente su enfado con la universidad sería aún peor, pero su preocupación no era sobre eso, si no como le estaban yendo las cosas a su chica.
Se dejó abrazar, feliz de poder estar con ella y en cuanto rompieron el abrazo, cogiéndola de la mano, la guió a una zona donde había un pequeño banco donde poder sentase, aunque se dio cuenta de que estaba demasiado a la vista desde fuera, así que lo que hizo al final fue quitarle la capa (ahí dentro no hacía frío alguna) y ponerla en el suelo para que ambos se pudieran sentar encima.
-Si, nos hemos colado en los invernaderos, pero nadie pasa nunca por aquí, estaremos más seguros que ahí fuera y más calentitos también.
No quería que ella corriera riesgos de ser castigada (o expulsada), todo su afán sería protegerla e iba preparado. Si alguien llegaba y la veía con él, para empezar, la mandaría marcharse, que se quitara de en medio, y después, iba dispuesto a hacer cualquier cosa contra cualquiera que les importunara, como si tenía que dedicarse a lanzar maldiciones por ahí, todo fuera por evitarle un mal momento a la coreana.
-Se te ha… estropeado la flor – susurró cogiendo ahora la rosa del vestido de la chica de nuevo y mostrándosela, ladeó un poco la boca, torciendo el morro, era increíble que él se estuviera preocupando de una triste flor, pero no le daría más vueltas, simplemente suspiró, sacó la varita y apuntando a la misma conjuró un hechizo que volvió la misma a su estado original, aunque seguía siendo azul – así mejor…
Volvió a dársela mientras sonreía y se sentó cómodamente haciéndole un gesto a ella para que le imitara.
-Ahora que podemos hablar bien… ¿qué tal estos días? ¿Pasó algo nuevo en la escuela?
Él, por supuesto, no tenía ni idea de que su nombre había salido en un informe amarillista con mierda sobre su relación y su expulsión, de ser así posiblemente su enfado con la universidad sería aún peor, pero su preocupación no era sobre eso, si no como le estaban yendo las cosas a su chica.
Adnan K. Yesenes- Mensajes : 479
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 33
Re: No quiero estar allí...
Cuando escuchó que sí, que efectivamente se habían colado en los invernaderos simplemente suspiró, mordiéndose un poco la boca pero negando enseguida, queriendo olvidar esa idea. Aunque se hubiesen colado... era por estar con Adnan, eso no era malo.. no podía ser malo. No iban a robar nada de allí, solo estaban allí para evitar que ella misma fuese a morir de frío, ¿no?
Le había visto hacer, como en un primer momento pareció que fuesen a moverse, pero no muy lejos de por donde habían entrado, la capa se la quitó el egipcio para ponerla en el suelo.
Hizo un pequeño mohín al escuchar como decía aquello de la flor, la miró y en cuanto vio como Adnan lo arregló, le sonrió de manera tierna, suave y cogió la flor entre las manos, oliéndola un poquito antes de volver a mirar a su chico. La dejó a un lado, con cuidado en una zona donde no fuese a terminar aplastada y ladeó un poquito la cabeza mirándola, después volviendo la atención, toda su atención, al egipcio.
Cuando él se sentó y le hizo a ella un gesto para que le acompañase, la coreana dudó un momentito pero terminó por sentarse encima de las piernas de Yesenes, abrazándole por el cuello, suspirando, con los ojos cerrados mientras se acurrucaba un poco contra él. - Dejame... estar así un poquito... estamos solos y... nadie va a venir... dejame al menos estar así un poquito... - Musitó contra su cuello, dándole en el mismo un suave beso y quedándose con los ojos cerrados.
Al escuchar las preguntas que le hizo se encogió de hombros y negó con la cabeza. – No, la verdad es que no... - Ella no es que estuviese al tanto de las noticias que corrían por el sitio, pero... Era bastante desinteresada en ese aspecto y en esas cosas sin importancia. A ella lo que le preocupaban allí eran los estudios, sacarse bien las carreras, y también estar con Adnan, por supuesto.
Pero de pronto recordó algo que había escuchado comentar en la habitación, y frunció el ceño un poquito. Se mordió la boca y miró al egipcio a los ojos. - Aunque bueno... creo que hay alguien sin nada de vida que se ha dedicado a escribir una especie de periodico de la escuela... pero es bastante penoso... Se mete en la vida de la gente, sin conocerles de nada, y comenta sobre las mismas. - Le comentó y miró de nuevo a los ojos tras haber desviado la vista a sus labios un momento antes. - Por lo que me pareció escuchar... hablaba de quienes fueron expulsados, algo de los puristas, sobre Pearlie y su novio o algo así, algo de nosequien en los vestuarios de Quidditch... y también insinuaron que me drogo. - Arrugó la nariz. Eso era, de todo, lo que mas claro le quedó por que una de sus compañeras de habitación le señaló eso en la misma noticia en el momento en el que lo leyeron y lo pudo leer.
Resopló y miró a Adnan. - Puedo buscar eso y te lo mando si quieres... - No iba a decirle en ese momento que ellos salían en aquél intento de periodicucho de tres al cuarto, y que Adnan por partida doble. No quería arruinar el tiempo que estaría con él.
Le había visto hacer, como en un primer momento pareció que fuesen a moverse, pero no muy lejos de por donde habían entrado, la capa se la quitó el egipcio para ponerla en el suelo.
Hizo un pequeño mohín al escuchar como decía aquello de la flor, la miró y en cuanto vio como Adnan lo arregló, le sonrió de manera tierna, suave y cogió la flor entre las manos, oliéndola un poquito antes de volver a mirar a su chico. La dejó a un lado, con cuidado en una zona donde no fuese a terminar aplastada y ladeó un poquito la cabeza mirándola, después volviendo la atención, toda su atención, al egipcio.
Cuando él se sentó y le hizo a ella un gesto para que le acompañase, la coreana dudó un momentito pero terminó por sentarse encima de las piernas de Yesenes, abrazándole por el cuello, suspirando, con los ojos cerrados mientras se acurrucaba un poco contra él. - Dejame... estar así un poquito... estamos solos y... nadie va a venir... dejame al menos estar así un poquito... - Musitó contra su cuello, dándole en el mismo un suave beso y quedándose con los ojos cerrados.
Al escuchar las preguntas que le hizo se encogió de hombros y negó con la cabeza. – No, la verdad es que no... - Ella no es que estuviese al tanto de las noticias que corrían por el sitio, pero... Era bastante desinteresada en ese aspecto y en esas cosas sin importancia. A ella lo que le preocupaban allí eran los estudios, sacarse bien las carreras, y también estar con Adnan, por supuesto.
Pero de pronto recordó algo que había escuchado comentar en la habitación, y frunció el ceño un poquito. Se mordió la boca y miró al egipcio a los ojos. - Aunque bueno... creo que hay alguien sin nada de vida que se ha dedicado a escribir una especie de periodico de la escuela... pero es bastante penoso... Se mete en la vida de la gente, sin conocerles de nada, y comenta sobre las mismas. - Le comentó y miró de nuevo a los ojos tras haber desviado la vista a sus labios un momento antes. - Por lo que me pareció escuchar... hablaba de quienes fueron expulsados, algo de los puristas, sobre Pearlie y su novio o algo así, algo de nosequien en los vestuarios de Quidditch... y también insinuaron que me drogo. - Arrugó la nariz. Eso era, de todo, lo que mas claro le quedó por que una de sus compañeras de habitación le señaló eso en la misma noticia en el momento en el que lo leyeron y lo pudo leer.
Resopló y miró a Adnan. - Puedo buscar eso y te lo mando si quieres... - No iba a decirle en ese momento que ellos salían en aquél intento de periodicucho de tres al cuarto, y que Adnan por partida doble. No quería arruinar el tiempo que estaría con él.
Park Hye Rang- Mensajes : 327
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 29
Re: No quiero estar allí...
Si tenía constantes migrañas por las prácticas constantes de su doble visión, las tenía al doble desde que había puesto un poco de empeño en intentar cuadrar al alumnado. Primero había sido el conato de borrachera que Pearlie Burroughs, quisiera o no, había encabezado, después Malik y Nikonova ensabanados en su propia facultad, ya sin mencionar el altercado que había ocurrido en la cafetería, que había desatado todo. Era la noche de Samhain, y por esa razón ella había doblado la seguridad junto con Suberland. No por nada habían pedido la presencia de aurores en la Universidad.
¿Qué pensaban, que eran ingénuos? La presencia de los aurores, además, hacía que se pasara lista de todo el que entraba y salía, y las vías de transporte mágico estaban escrupulosamente vigiladas por el Departamento de Transportes Mágicos. Así como la Red Flú, había maneras de controlar las entradas por trasladores, aunque las de aparición eran mucho más complicadas de rastrear.
Tomaba cuenta de cada dato que le daban los aurores, estaba notificada de la dramática salida de Hye Park Rang del baile con dirección al bosque. La dejó estar tomando el tiempo de su ausencia, aunque si se demoraba más de una hora entonces iba a averiguar por sí misma si no terminaba flotando boca abajo en el Lago de Dagda. Pues no. Resultaba que había alguien metiéndose a los invernaderos en una hora donde sólo sería aceptado estar en el baile o en las facultades, pues como todos sabían, nada de eso era obligatorio.
Con un lumos bastante poco discreto, caminó hacia dicho lugar, con su bien puesto hechizo para no hundir los tacones de sus botas en la tierra. Abrió la puerta también con magia y a una distancia prudencial, iluminó a los amantes secretos. Entornó la vista con sospechas al no reconocer ni un poco al tipo con el que la alumna Park estaba.
-¿Se le olvidaron tan pronto las reglas de esta institución, señorita Park? Me extraña de usted. Tiene exactamente un minuto para explicarme quién es su acompañante, antes de verme obligada a consignarlo con la seguridad del Ministerio que llamamos hoy. Sabe perfectamente que nadie ajeno a esta institución puede estar aquí. Estoy esperando-.
De primer momento, todo parecía una inocentada, pero al no reconocer al estudiante con el que la coreana estaba, se puso de inmediato en posición defensiva, teniendo la varita bien lista para cualquier cosa. Si no era un estudiante, era alguien ajeno que tendría que salir inmediatamente. Y si se estaba ocultando con una presencia anónima, entonces era alguien que en definitiva no debía estar ahí, y lo sabía.
Estaba esperando explicaciones.
¿Qué pensaban, que eran ingénuos? La presencia de los aurores, además, hacía que se pasara lista de todo el que entraba y salía, y las vías de transporte mágico estaban escrupulosamente vigiladas por el Departamento de Transportes Mágicos. Así como la Red Flú, había maneras de controlar las entradas por trasladores, aunque las de aparición eran mucho más complicadas de rastrear.
Tomaba cuenta de cada dato que le daban los aurores, estaba notificada de la dramática salida de Hye Park Rang del baile con dirección al bosque. La dejó estar tomando el tiempo de su ausencia, aunque si se demoraba más de una hora entonces iba a averiguar por sí misma si no terminaba flotando boca abajo en el Lago de Dagda. Pues no. Resultaba que había alguien metiéndose a los invernaderos en una hora donde sólo sería aceptado estar en el baile o en las facultades, pues como todos sabían, nada de eso era obligatorio.
Con un lumos bastante poco discreto, caminó hacia dicho lugar, con su bien puesto hechizo para no hundir los tacones de sus botas en la tierra. Abrió la puerta también con magia y a una distancia prudencial, iluminó a los amantes secretos. Entornó la vista con sospechas al no reconocer ni un poco al tipo con el que la alumna Park estaba.
-¿Se le olvidaron tan pronto las reglas de esta institución, señorita Park? Me extraña de usted. Tiene exactamente un minuto para explicarme quién es su acompañante, antes de verme obligada a consignarlo con la seguridad del Ministerio que llamamos hoy. Sabe perfectamente que nadie ajeno a esta institución puede estar aquí. Estoy esperando-.
De primer momento, todo parecía una inocentada, pero al no reconocer al estudiante con el que la coreana estaba, se puso de inmediato en posición defensiva, teniendo la varita bien lista para cualquier cosa. Si no era un estudiante, era alguien ajeno que tendría que salir inmediatamente. Y si se estaba ocultando con una presencia anónima, entonces era alguien que en definitiva no debía estar ahí, y lo sabía.
Estaba esperando explicaciones.
Vernice Orlowsky- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 03/09/2012
Re: No quiero estar allí...
La dejó estar así, abrazada a él de aquella forma, por un momento, ahora le diría que era lo que le preocupaba de que estuviera así. Si alguien llegaba, quien fuera, y la encontraba en esa posición saldría perjudicada, por eso prefería guardar las distancias, pero al menos por un momento, se lo permitiría. No iba a patearle lejos ni nada… pero seguía inquieto, aquellos no eran modos de encontrarse con ella, carajos.
Suspiró bastante aliviado al saber que no le había pasado nada en su ausencia, que su expulsión no la había perjudicado, por un momento había pensado que alguien la podría pagar con ella, era su novia y eso, para bien o para mal, lo sabía ya todo el mundo. Y por algún motivo pensaba que si alguien quería joderlo a él iría a joderla a ella y eso no solo le resultaba incómodo sino también preocupante.
No pudo evitar fruncir el ceño, de manera muy notoria al oír aquello del periódico de la escuela, si se lo comentaba es porque tenía algo que ver con ellos, si no lo habría pasado por algo y según hablaba todo empeoró, que hablara de él le daba igual. Que hablaran de Pearlie, de quien follaba donde u hostias así, todo el daba igual pero lo último le jodió. Demasiado.
Se había enfadado. Las drogas no eran algo con lo que jugar, que insinuaran que su novia, una persona íntegra y sana se metía o lo que fuera, era algo bastante serio, sobre todo porque podría perjudicarla a ella. Podrían hacer pensar a los profesores que era realmente así y teniéndolo a él como novio pues la cosa no mejoraba, era un puto camello, joder.
Hizo que se separara de su cuerpo, que dejara de abrazarla y simplemente la miró de frente.
-Rang, eso es muy serio. Será un periódico del tres al cuarto, tendrá poco de oficial y todo, pero deberías de poner una queja con Immëndorff. Si algún profesor llega a creer que eso es cierto te puede caer una buena, y eso sin hablar de las repercusiones sociales que puede crearte. Si yo siguiera aquí podría…
Sus palabras se interrumpieron cuando, de pronto, sin discreción ni cuidado apartó a la chica de su lado, dejándola probablemente con el trasero dolorido pero a una distancia prudencial, que si, quien les había iluminado los vería juntos, obvio, pero al menos no la pillaría encima suya en una posición tan jodidamente comprometida.
-¿Algún problema…? – había oído todo aquello, dicho a su novia, pero él fue quien respondió, se puso en pie y claramente había reconocido a la decana, pero no podía dar muestras de ello. En el peor de los casos lo mandarían al Ministerio y se metería en un lio… notable, en el mejor, bueno, simplemente lo correrían de allí a base de varitazos por haberse colado, dejándolo en mal lugar pero al menos sin más problemas que ese – he de suponer que usted es… ¿una profesora? – no se había identificado, pero aquello era de suponer, pues la mujer no tenía apariencia de ser una simple vigilante, suponía - permítame que me presente por mí mismo, pues ella parece ahora mismo estar un poco intimidada, ha llegado usted demasiado imponente – ni sabía cómo debía verse con su nueva apariencia pero aún así sonrió como buenamente podía – me llamó André Pelletiér – dijo el nombre de uno de sus antiguisimos compañeros de Durmstrang, el tipo al que encarnaba era Alemán, al menos el tono de voz lo mantenía – soy el… ¿cuñado? Ni sé, su prima es mi novia, futura mujer, algo así es ¿no? Park me mandó una lechuza para que viniera a buscarla porque al parecer en esta universidad han emitido falsos testimonios sobre ella, y como soy licenciado en leyes quería ver si se podía hacer algo. Y mire como me la encontré, llorando y muerta de frío, en principio no sabía que iba a quedarme aquí por más de diez minutos, habría avisado de no ser así, pero creo que ya ve como está, no la iba a dejar sola.
Se encogió de hombros, llevaba toda su vida mintiendo, como buen drogadicto que era, no sabía hasta que punto colaría, pero no perdía nada por intentarlo. Según la reacción de ella podría aparecer con Rang a cuestas y convertirla en una expulsada más (que sabía que ocurriría eso) o joderse él…
Suspiró bastante aliviado al saber que no le había pasado nada en su ausencia, que su expulsión no la había perjudicado, por un momento había pensado que alguien la podría pagar con ella, era su novia y eso, para bien o para mal, lo sabía ya todo el mundo. Y por algún motivo pensaba que si alguien quería joderlo a él iría a joderla a ella y eso no solo le resultaba incómodo sino también preocupante.
No pudo evitar fruncir el ceño, de manera muy notoria al oír aquello del periódico de la escuela, si se lo comentaba es porque tenía algo que ver con ellos, si no lo habría pasado por algo y según hablaba todo empeoró, que hablara de él le daba igual. Que hablaran de Pearlie, de quien follaba donde u hostias así, todo el daba igual pero lo último le jodió. Demasiado.
Se había enfadado. Las drogas no eran algo con lo que jugar, que insinuaran que su novia, una persona íntegra y sana se metía o lo que fuera, era algo bastante serio, sobre todo porque podría perjudicarla a ella. Podrían hacer pensar a los profesores que era realmente así y teniéndolo a él como novio pues la cosa no mejoraba, era un puto camello, joder.
Hizo que se separara de su cuerpo, que dejara de abrazarla y simplemente la miró de frente.
-Rang, eso es muy serio. Será un periódico del tres al cuarto, tendrá poco de oficial y todo, pero deberías de poner una queja con Immëndorff. Si algún profesor llega a creer que eso es cierto te puede caer una buena, y eso sin hablar de las repercusiones sociales que puede crearte. Si yo siguiera aquí podría…
Sus palabras se interrumpieron cuando, de pronto, sin discreción ni cuidado apartó a la chica de su lado, dejándola probablemente con el trasero dolorido pero a una distancia prudencial, que si, quien les había iluminado los vería juntos, obvio, pero al menos no la pillaría encima suya en una posición tan jodidamente comprometida.
-¿Algún problema…? – había oído todo aquello, dicho a su novia, pero él fue quien respondió, se puso en pie y claramente había reconocido a la decana, pero no podía dar muestras de ello. En el peor de los casos lo mandarían al Ministerio y se metería en un lio… notable, en el mejor, bueno, simplemente lo correrían de allí a base de varitazos por haberse colado, dejándolo en mal lugar pero al menos sin más problemas que ese – he de suponer que usted es… ¿una profesora? – no se había identificado, pero aquello era de suponer, pues la mujer no tenía apariencia de ser una simple vigilante, suponía - permítame que me presente por mí mismo, pues ella parece ahora mismo estar un poco intimidada, ha llegado usted demasiado imponente – ni sabía cómo debía verse con su nueva apariencia pero aún así sonrió como buenamente podía – me llamó André Pelletiér – dijo el nombre de uno de sus antiguisimos compañeros de Durmstrang, el tipo al que encarnaba era Alemán, al menos el tono de voz lo mantenía – soy el… ¿cuñado? Ni sé, su prima es mi novia, futura mujer, algo así es ¿no? Park me mandó una lechuza para que viniera a buscarla porque al parecer en esta universidad han emitido falsos testimonios sobre ella, y como soy licenciado en leyes quería ver si se podía hacer algo. Y mire como me la encontré, llorando y muerta de frío, en principio no sabía que iba a quedarme aquí por más de diez minutos, habría avisado de no ser así, pero creo que ya ve como está, no la iba a dejar sola.
Se encogió de hombros, llevaba toda su vida mintiendo, como buen drogadicto que era, no sabía hasta que punto colaría, pero no perdía nada por intentarlo. Según la reacción de ella podría aparecer con Rang a cuestas y convertirla en una expulsada más (que sabía que ocurriría eso) o joderse él…
Adnan K. Yesenes- Mensajes : 479
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 33
Re: No quiero estar allí...
Casi se ríe cuando el "desconocido" le preguntaba que si había algún problema. Los niveles de cinismo manejados esa noche empezaban a dispararse, mucho más con la falsa calma que hablaba alguien que a todas luces rompía reglas de la universidad, como si lo estuviera viendo en su oficina para aclarar asuntos de manera oficial. Lo veía y no lo creía. No necesitaba ser jefa de investigaciones criminales para saber que eso de mire cómo la encontré, llorando y muerta de frío, fuese el pretexto más barato jamás inventado. Con los brazos cruzados para no perder la paciencia, ladeó el rostro escuchando el montón de incoherencias que tenían que contarle para encubrirse. Y por supuesto que no iba a presentarse como una aldeana. Si eran estudiantes, sabrían quién era.
-Pues la señorita Park, con amnesia momentánea, olvidó que en esta institución no entra nadie, salvo los invitados especiales del Decanato, con fines académicos. ¿El asunto era absolutamente necesario? Hubiera ido a buscar a McReary para que le concediera el permiso. Así que su cuñado licenciado en leyes vino hasta aquí en medio de la noche a tratar asuntos de suprema importancia como lidiar con la inseguridad de una adolescente por lo que un pasquín publica de ella, escabulléndose en los Invernaderos. Todo suena tan coherente...
La señorita Park tendrá que aprender que en el mundo real habrá ataques hacia cualquier persona que se destaque en algo, y va a tener que aprender a lidiar con ellos. De otro modo, no podrá sobrevivir, ni en esta universidad ni en ningún lado. Y no exagere, no la veo en peligro de tener nada más que un colapso nervioso, no tiene seis años. Si vino a esta Universidad es por que es una bruja independiente que sabe manejar sus problemas...
Estableció contacto visual con el tipo, aún sin saber si era un metamorfomago o llevaba encima una poción pero con la intuición indicándole que no era, ni por asomo, quien decía ser. Él escucharía la voz de la decana en su mente, sólo para él.
-Ahora, escúchame bien quien quiera que seas. Si vas a tener el valor de seguir mintiéndome a la cara, en nada Immëndorff y la seguridad del Ministerio de Magia aparecerán aquí. De otro modo, le doy un minuto para dejarse de tonterías y decirme qué está haciendo aquí, sin mayores consecuencias. Le estoy confiriendo el privilegio de tomar una decisión.
-Pues la señorita Park, con amnesia momentánea, olvidó que en esta institución no entra nadie, salvo los invitados especiales del Decanato, con fines académicos. ¿El asunto era absolutamente necesario? Hubiera ido a buscar a McReary para que le concediera el permiso. Así que su cuñado licenciado en leyes vino hasta aquí en medio de la noche a tratar asuntos de suprema importancia como lidiar con la inseguridad de una adolescente por lo que un pasquín publica de ella, escabulléndose en los Invernaderos. Todo suena tan coherente...
La señorita Park tendrá que aprender que en el mundo real habrá ataques hacia cualquier persona que se destaque en algo, y va a tener que aprender a lidiar con ellos. De otro modo, no podrá sobrevivir, ni en esta universidad ni en ningún lado. Y no exagere, no la veo en peligro de tener nada más que un colapso nervioso, no tiene seis años. Si vino a esta Universidad es por que es una bruja independiente que sabe manejar sus problemas...
Estableció contacto visual con el tipo, aún sin saber si era un metamorfomago o llevaba encima una poción pero con la intuición indicándole que no era, ni por asomo, quien decía ser. Él escucharía la voz de la decana en su mente, sólo para él.
-Ahora, escúchame bien quien quiera que seas. Si vas a tener el valor de seguir mintiéndome a la cara, en nada Immëndorff y la seguridad del Ministerio de Magia aparecerán aquí. De otro modo, le doy un minuto para dejarse de tonterías y decirme qué está haciendo aquí, sin mayores consecuencias. Le estoy confiriendo el privilegio de tomar una decisión.
Vernice Orlowsky- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 03/09/2012
Re: No quiero estar allí...
Según hablaba la decana ladeó ligeramente la cabeza, era totalmente lógico que no se lo hubiera creído, él mismo ya había pensado que aquello fue como lanzar una moneda a la fuente pidiendo un deseo, quien de verdad esperara que eso sucediera….
Pero tuvo que intentarlo, sabía que no había modo de decir la verdad y salir bien parado y en realidad ni tanto le importaba, pero sabía que él había sido el culpable de meter en ese problema a Rang y por ello había intentado arreglarlo “por las buenas”.
Fingiendo seguir en ese papel que había adquirió asintió a todas sus palabras y se puso un poco por delante de la coreana que parecía al borde del colapso, como bien decía la profesora, la conocía y aquello era mucho peor que saltarse una clasesita, y ya por eso lo pasaba mal.
Pero cuando la decana dejó de hablar, de mover los labios y él siguió oyéndolo supo que, en cierto modo, la chica no estaba en tal mala posición como él, de no ser así los habría amenazado a ambos. ¿No? Igualmente no sabía si ella podría leer su mente, así que él habló en voz alta, prefería pensar que no sabía que pensaba.
-Está bien. Habría sido mucho pedir que por un día concedieran el don de la duda a un completo desconocido, pero lo que sí es cierto es como me la encontré y como está ahora, de modo que me gustaría pedirle que la dejara irse por ahora, si tiene algo que hablar con ella después de que yo se lo aclare todo supongo que no tendrá muchas dificultades para hacerlo.
Sabía que estaba pidiendo un milagro o algo así, que dejara ir a Rang con todo aquello, concedió un momento, unos segundos, antes de negar con la cabeza, ya lo había dicho, si la decana estaba dispuesta a concederlo lo haría, o lo habría hecho ya, y si su pareja quería irse, lo mismo, así que él simplemente carraspeó un poco más, aquella voz le era incómoda y volvió a hablar.
-No hace falta que amenace con que viene nadie, supongo que ni yo me creí todo lo que le había dicho – suspiró un poco, se apartó el incómodo mechón de pelo que le colgaba a aquel inútil sobre los ojos – tal y como dice todo fue una buena mentira, ni Rang me llamó ni nadie lo hizo, mi intención en un principio era meterme en la fiesta y darle a ella una sorpresa. Supongo que igualmente rompí mil normas para entrar pero debería quedarle claro que fui yo y no ella, y creo que muchos en la fiesta debieron verme entrar a buscarla así que eso lo puede comprobar – aunque dudaba de que nadie fuera a hablar por él de ser necesario una vez se supiera quién era, pero eso ya sería otro problema –imagino que ya con esa información y diciéndole que, Decana Orlowsky, usted estaba presente durante mi expulsión, ya debería saber quién soy. Por cierto decana, puede bajar la varita, no vengo con intenciones de nada y por si no lo ve, la mía sigue a buen recaudo, en estos momento no tengo intención de armar problemas – la miraba a la cara a los ojos, al fin y al cabo el temor no era por sí mismo si no por ella, él no era más que un pequeño desecho de la sociedad creado por una serie de malas coincidencias en la vida, pero ella prometía demasiado como para que una escapadita en mitad de la noche le valiera el futuro.
[off: he dado por hecho que la deja irse pero sin decirlo, por si no lo hace ò_ó. De todas formas si no se va Adnan la mantiene detrás suyo como si la fueran a morder xD]
Pero tuvo que intentarlo, sabía que no había modo de decir la verdad y salir bien parado y en realidad ni tanto le importaba, pero sabía que él había sido el culpable de meter en ese problema a Rang y por ello había intentado arreglarlo “por las buenas”.
Fingiendo seguir en ese papel que había adquirió asintió a todas sus palabras y se puso un poco por delante de la coreana que parecía al borde del colapso, como bien decía la profesora, la conocía y aquello era mucho peor que saltarse una clasesita, y ya por eso lo pasaba mal.
Pero cuando la decana dejó de hablar, de mover los labios y él siguió oyéndolo supo que, en cierto modo, la chica no estaba en tal mala posición como él, de no ser así los habría amenazado a ambos. ¿No? Igualmente no sabía si ella podría leer su mente, así que él habló en voz alta, prefería pensar que no sabía que pensaba.
-Está bien. Habría sido mucho pedir que por un día concedieran el don de la duda a un completo desconocido, pero lo que sí es cierto es como me la encontré y como está ahora, de modo que me gustaría pedirle que la dejara irse por ahora, si tiene algo que hablar con ella después de que yo se lo aclare todo supongo que no tendrá muchas dificultades para hacerlo.
Sabía que estaba pidiendo un milagro o algo así, que dejara ir a Rang con todo aquello, concedió un momento, unos segundos, antes de negar con la cabeza, ya lo había dicho, si la decana estaba dispuesta a concederlo lo haría, o lo habría hecho ya, y si su pareja quería irse, lo mismo, así que él simplemente carraspeó un poco más, aquella voz le era incómoda y volvió a hablar.
-No hace falta que amenace con que viene nadie, supongo que ni yo me creí todo lo que le había dicho – suspiró un poco, se apartó el incómodo mechón de pelo que le colgaba a aquel inútil sobre los ojos – tal y como dice todo fue una buena mentira, ni Rang me llamó ni nadie lo hizo, mi intención en un principio era meterme en la fiesta y darle a ella una sorpresa. Supongo que igualmente rompí mil normas para entrar pero debería quedarle claro que fui yo y no ella, y creo que muchos en la fiesta debieron verme entrar a buscarla así que eso lo puede comprobar – aunque dudaba de que nadie fuera a hablar por él de ser necesario una vez se supiera quién era, pero eso ya sería otro problema –imagino que ya con esa información y diciéndole que, Decana Orlowsky, usted estaba presente durante mi expulsión, ya debería saber quién soy. Por cierto decana, puede bajar la varita, no vengo con intenciones de nada y por si no lo ve, la mía sigue a buen recaudo, en estos momento no tengo intención de armar problemas – la miraba a la cara a los ojos, al fin y al cabo el temor no era por sí mismo si no por ella, él no era más que un pequeño desecho de la sociedad creado por una serie de malas coincidencias en la vida, pero ella prometía demasiado como para que una escapadita en mitad de la noche le valiera el futuro.
[off: he dado por hecho que la deja irse pero sin decirlo, por si no lo hace ò_ó. De todas formas si no se va Adnan la mantiene detrás suyo como si la fueran a morder xD]
Adnan K. Yesenes- Mensajes : 479
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 33
Re: No quiero estar allí...
Estaba helada, completamente, no sabía que podía hacer, ni que decir, ni caso hizo siquiera al notar como el egipcio le movía de sitio de forma brusca, no se quejó, solo se incorporó casi a la par que él. Trató de hablar, pero no salían palabras de sus labios. Tenía a una de las decanas frente suyo, hablándole dándole una reprimenda de por qué estaban ahí.
Por suerte el egipcio se adelantó, aunque realmente de entre sus labios no habrían escapado ningunas palabras en realidad... estaba demasiado nerviosa, shockeada incluso.
Podían expulsarla, podían suspenderla... podía haber arruinado su vida por el simple hecho de haberse metido en los invernaderos. - Y-yo... - Musitó un poco pero las palabras de ambos, dialogando, aunque de una forma con un tono un poco alto... taparon apenas sus pocas y muy escuetas palabras.
Escuchó que la mencionaban, y simplemente apretó un poco los puños, con las manos puestas sobre el regazo a pesar de estar de pie... no podía decir nada e incluso se notaba a punto de echarse a llorar, temblorosa. Cerró los ojos con fuerza en un momento ene le que dejó de escuchar de fondo las voces de ambos, pero entonces, Adnan habló a la decana Vernice, y la coreana abrió los ojos, con estos llorosos amenazando con echarse a llorar. No sabía por que Adnan le acababa de hablar cuando en un principio habían estado por un rato en silencio.
Estaba todo demasiado tenso...
Y entonces escuchó aquella especie de declaración un poco escondida y clavó los ojos llenos de preocupación primero en el egipcio y después en la profesora.
- Lo siento... - Fue lo único que atinó a decirles a ambos antes de llevarse las manos al pecho. Su cerebro no conseguía reaccionar, ni sus cuerdas vocales, ni su cuerpo. Notaba una presión dese hacía rato en el lugar en donde había apoyado las manos. Los nervios, el miedo... le costaba incluso respirar, tenía el pulso acelerado y no le faltaban para nada las ganas de llorar. Le temblaban las piernas, sintiéndolas incluso flaquear un poco. Si seguía así no tardaría en darle un ataque de ansiedad o algo parecido.
No tenía idea de que podía hacer, sentía que todo aquello era su culpa. Ella tenía que haber insistido para no entrar ahí... que por algo tan tonto pudiese ser expulsada...
- Decana Orlowsky... lo siento... - Apenas consiguió decir antes de hacer una reverencia, quedando con la cabeza inclinada hacia la misma, con el cuerpo aún en aquella inclinación que estaba usando para disculparse, para pedir perdón. - Todo lo que vaya a pasar por esto... prefiero que recaiga sobre mi toda la culpa...
Sentía como ya las lagrimas no pudieron ser por mas tiempo retenidas, y sin dejar aquella posición, las lagrimas empezaron a brotar de sus ojos, cayendo al suelo del invernadero en donde estaban.
Por suerte el egipcio se adelantó, aunque realmente de entre sus labios no habrían escapado ningunas palabras en realidad... estaba demasiado nerviosa, shockeada incluso.
Podían expulsarla, podían suspenderla... podía haber arruinado su vida por el simple hecho de haberse metido en los invernaderos. - Y-yo... - Musitó un poco pero las palabras de ambos, dialogando, aunque de una forma con un tono un poco alto... taparon apenas sus pocas y muy escuetas palabras.
Escuchó que la mencionaban, y simplemente apretó un poco los puños, con las manos puestas sobre el regazo a pesar de estar de pie... no podía decir nada e incluso se notaba a punto de echarse a llorar, temblorosa. Cerró los ojos con fuerza en un momento ene le que dejó de escuchar de fondo las voces de ambos, pero entonces, Adnan habló a la decana Vernice, y la coreana abrió los ojos, con estos llorosos amenazando con echarse a llorar. No sabía por que Adnan le acababa de hablar cuando en un principio habían estado por un rato en silencio.
Estaba todo demasiado tenso...
Y entonces escuchó aquella especie de declaración un poco escondida y clavó los ojos llenos de preocupación primero en el egipcio y después en la profesora.
- Lo siento... - Fue lo único que atinó a decirles a ambos antes de llevarse las manos al pecho. Su cerebro no conseguía reaccionar, ni sus cuerdas vocales, ni su cuerpo. Notaba una presión dese hacía rato en el lugar en donde había apoyado las manos. Los nervios, el miedo... le costaba incluso respirar, tenía el pulso acelerado y no le faltaban para nada las ganas de llorar. Le temblaban las piernas, sintiéndolas incluso flaquear un poco. Si seguía así no tardaría en darle un ataque de ansiedad o algo parecido.
No tenía idea de que podía hacer, sentía que todo aquello era su culpa. Ella tenía que haber insistido para no entrar ahí... que por algo tan tonto pudiese ser expulsada...
- Decana Orlowsky... lo siento... - Apenas consiguió decir antes de hacer una reverencia, quedando con la cabeza inclinada hacia la misma, con el cuerpo aún en aquella inclinación que estaba usando para disculparse, para pedir perdón. - Todo lo que vaya a pasar por esto... prefiero que recaiga sobre mi toda la culpa...
Sentía como ya las lagrimas no pudieron ser por mas tiempo retenidas, y sin dejar aquella posición, las lagrimas empezaron a brotar de sus ojos, cayendo al suelo del invernadero en donde estaban.
Park Hye Rang- Mensajes : 327
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 29
Re: No quiero estar allí...
En efecto, había sido mucho pedir. El horno no estaba para bollos, menos sabiendo los antecedentes de la Universidad, menos con los recientes sucesos que habían llenado las páginas del Profeta con la supuesta falta de capacidad de respuesta de la autoridad universitaria para impedir la muerte de un estudiante. Si hacía esas cosas, además de su prestigio como dirigente, era por el bien común. Enarcó una ceja cuando insistía en que dejara ir a la coreana, por que a su parecer ambos eran igual de culpables por la falta, no conocía los pormenores y hasta el momento tampoco había indagado.
-Me temo que no puedo dejarla ir sin más. Si ella sabe de su identidad, también sabe que no tendría por qué estar aquí y por tanto es su cómplice. No hay inocencia en ello
Sonrió con condescendencia con todo aquello de que bajara la varita por que no pretendía armar un lío o mejor dicho, estaba consciente de sus capacidades. Era casi para reírse, y de no saber que su familia tenía cierta parte de utilidad para con la nueva causa purista, lo hubiera hecho callar de un bofetón mágico. Era demasiado inocente y aparentemente sólo quería ver a la chiquilla, pero claro, no iba a dar todo por sentado sin más, ni a hacer lo que a él le pareciera lo más conveniente.
Y por supuesto, la coreana que había permanecido básicamente sumida en un silencio de shock o algo parecido, empezaba a tener el tan anticipado ataque de pánico. Sabía que no esperaban su intervención (NADIE esperaba intervenciones sorpresa cuando se hacía algo indebido, naturalmente) pero ¿Tenía qué reaccionar de esa manera? No era como si hubiera gritado que iba a quitarle la matrícula por ese desacato, aunque podía hacerlo si le daba la real gana. Frunció levemente el ceño como quien escucha un grito muy agudo al escuchar el montón de disculpas a media voz que decía.
-Está bien basta, basta de ridiculeces, no puedo con ustedes. Uno en su papel de príncipe valiente y la otra martirizándose por algo que ni siquiera se ha hecho. Deje de llorar y compórtese, esto es el mundo real, y se pondrá mucho peor, así que hágase un favor y forje un poco de carácter, al menos atrévase a mirar de frente y admita sus errores sin que tenga que humillarse. Por cierto Yesenes, aprenda algo de la señorita y sea un poco humilde, con esa actitud no llegará a ningún lado
Y el acento de sus palabras se refería, por supuesto, a lo que podría llegar a lograr si se proponía seguir al nuevo orden. Se cruzó de brazos, guardando silencio un momento, reflexionando sobre lo que haría enseguida y mirando a ambos indistintamente.
-Largo de aquí, Yesenes. Desaparezca en este instante y nadie sabrá de su falta, de lo contrario jamás sería readmitido aquí. Y usted, Park, no vuelva a jugar a la niña ingénua frente a mi, estoy segura que sabe lo que hace, y si no, entonces empiece a dejar de ser menos manipulable. ¿Le interesa su estancia aquí? No ropa las reglas. Punto. Ahora vaya a su dormitorio, me aseguraré de que lo haga, y no pregunte como, tengo mis medios
No los iba a dejar solos, por supuesto. Lo desaparecer era literal. Que desapareciera como el mago que era y quizás, en breve, el decanato renegociaría su admisión en la Universidad.
-Me temo que no puedo dejarla ir sin más. Si ella sabe de su identidad, también sabe que no tendría por qué estar aquí y por tanto es su cómplice. No hay inocencia en ello
Sonrió con condescendencia con todo aquello de que bajara la varita por que no pretendía armar un lío o mejor dicho, estaba consciente de sus capacidades. Era casi para reírse, y de no saber que su familia tenía cierta parte de utilidad para con la nueva causa purista, lo hubiera hecho callar de un bofetón mágico. Era demasiado inocente y aparentemente sólo quería ver a la chiquilla, pero claro, no iba a dar todo por sentado sin más, ni a hacer lo que a él le pareciera lo más conveniente.
Y por supuesto, la coreana que había permanecido básicamente sumida en un silencio de shock o algo parecido, empezaba a tener el tan anticipado ataque de pánico. Sabía que no esperaban su intervención (NADIE esperaba intervenciones sorpresa cuando se hacía algo indebido, naturalmente) pero ¿Tenía qué reaccionar de esa manera? No era como si hubiera gritado que iba a quitarle la matrícula por ese desacato, aunque podía hacerlo si le daba la real gana. Frunció levemente el ceño como quien escucha un grito muy agudo al escuchar el montón de disculpas a media voz que decía.
-Está bien basta, basta de ridiculeces, no puedo con ustedes. Uno en su papel de príncipe valiente y la otra martirizándose por algo que ni siquiera se ha hecho. Deje de llorar y compórtese, esto es el mundo real, y se pondrá mucho peor, así que hágase un favor y forje un poco de carácter, al menos atrévase a mirar de frente y admita sus errores sin que tenga que humillarse. Por cierto Yesenes, aprenda algo de la señorita y sea un poco humilde, con esa actitud no llegará a ningún lado
Y el acento de sus palabras se refería, por supuesto, a lo que podría llegar a lograr si se proponía seguir al nuevo orden. Se cruzó de brazos, guardando silencio un momento, reflexionando sobre lo que haría enseguida y mirando a ambos indistintamente.
-Largo de aquí, Yesenes. Desaparezca en este instante y nadie sabrá de su falta, de lo contrario jamás sería readmitido aquí. Y usted, Park, no vuelva a jugar a la niña ingénua frente a mi, estoy segura que sabe lo que hace, y si no, entonces empiece a dejar de ser menos manipulable. ¿Le interesa su estancia aquí? No ropa las reglas. Punto. Ahora vaya a su dormitorio, me aseguraré de que lo haga, y no pregunte como, tengo mis medios
No los iba a dejar solos, por supuesto. Lo desaparecer era literal. Que desapareciera como el mago que era y quizás, en breve, el decanato renegociaría su admisión en la Universidad.
Vernice Orlowsky- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 03/09/2012
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