Defensas bajas

Ni idea tenía de porqué podía haber enfermado sin haber descuidado su salud y sin haber hecho nada que diese indicios a ello. Mentira. En cierto momento o mas bien época, de la vida de Blake D. Thomas, cuando era mas bien un crío, había ciertas ocasiones en las que sus defensas bajaban y a consecuencia de ello enfermaba bastante de seguido.

En esos momento estaba algo preocupado por que no sabía si en ese semestre le estaban yendo muy bien las cosas. Quizás, no, seguramente los nervios eran los culpables de que su salud hubiese empeorado de golpe, y entonces la única solución que le quedaba era la de ir a al enfermería a exponer su situación y que ya, el enfermero, enfermera o quien quiera que estuviese allí para atenderle, le diese lo que mas acorde creía para su estado.

Los nervios le habían dado fiebre y nauseas. La fiebre llegó a darle un dolor de cabeza que incluso el menor ruido que escuchaba cerca suyo, e incluso alrededor, conseguía hacerle fruncir el ceño por pura molestia, gesto bastante raro de ver en el Blake que era desde que vivía con su padre, madrastra y hermanastra, ya que el chico era prácticamente una sonrisa permanente desde entonces.

Fue a primera hora después de que acabaron sus clases, yendo de forma tranquila, sin prisa para no tratar de marearse o cualquier cosa con la fiebre y las nauseas.

Una vez en el mismo piso de la enfermería se sentó apenas un rato y quedó con la espalda apoyada sobre la pared, fría, que llegaba a aliviar un poco el calor que le hacía sentir aquella maldita e insoportable fiebre. No tardó en separar la misma al notar que, por haber hecho aquella estupidez su cuerpo se había destemplado, y ahora ya casi con un temblor general en el cuerpo, tiritando, siguió su camino hacia la enfermería.

Entró dentro y tras mirar alrededor y no encontrar a nadie en el lugar, volvió a fruncir el ceño y suspiró un poco pesadamente, algo agotado, o mas que eso cansado de tener que seguir por un rato sintiéndose enfermo. Ya llevaba un par de días así, pero no había conseguido como quien dice sacar algo de tiempo a una hora medianamente normal para acudir a la enfermería sin causar molestia alguna.

Se tomó la pequeña libertad de acercarse a una de las camas que adornaban la enfermería, y se sentó sobre una de estas, una de las mas cercanas a la puerta, para que en cuanto el encargado de atender ahí apareciese, ir a decirle lo que le pasaba y demás para retirarse sin causar muchas molestias o importunios en el momento en el que se le diese la cura a su enfermedad.

Todo había sido culpa de unas aparentemente inocentes plantas sobre las que se había quedado dormida con un libro de la carrera encima. Eran unas florecillas que parecían inofensivas, color lila y muy pequeñitas, pero en cuanto Pearlie se había dormido, las flores esas se habían puesto rudas y habían resultado ser venenosas. Por lo general solo provocaban picor, pero Pearlie había estado cerca de ellas tanto tiempo que todo el brazo se le había puesto muy pero que muy mal. Rojo, lleno de sarpullido y bastante hinchado. Una cosa asquerosa, tan asquerosa que ni siquiera había dejado que Joe la viera hasta que le pusieron una venda con ungüentos varios que se suponía que debía ir a cambiarse en algún momento de la tarde, cuando sintiera que estaba poniéndose dura como yeso, para poner más ungüentos y una venda nueva. Según el enfermero, para el otro día ya estaría curada. Al menos ya no se veía que tenía el tamaño de un barril, su brazo.

Total que era la hora de cambiar la venda, porque ya sentía todo cada vez más rígido. Caminó hasta la enfermería saludando a la gente que conocía a medias, sin detenerse a platicar con nadie porque no quería que le preguntaran por el brazo, tampoco que se pusiera más rígido.

Al entrar a la enfermería no vio señales del enfermero o alguien más, una enfermera o algo, sino a Blake, sentado en una cama y con un semblante medio preocupante. Frunció los labios y se acercó un poco.

-Parece que la falta de profesor titular afecta a los de leyes físicamente. ¿De qué te sientes mal?

No lo conocía muchísimo ni mucho menos, pero de todos modos se sentó cerca, sin considerar que podría tener alguna enfermedad contagiosa rara espantosa. Lo miró con cara de circunstancias. Lo conocía lo suficiente como para tener derecho a preocuparse, y todo el tiempo él había sido muy muy amable con ella.

-¿Sabes dónde está la enfermera? ¿o Michael? Me deben cambiar esta venda.

Le enseñó el brazo vendado agitándolo en el aire.

Se puso a hacer algo de tiempo simplemente mirando alrededor, esperando que no tardase demasiado en llegar alguien a la enfermería para contarle de sus dolencias, para ya poder salir de allí tras que le diesen lo necesario para que se le pasase la fiebre y las nauseas.

Cuando la puerta de la enfermería se abrió en vez de encontrarse con el esperado enfermero o enfermera, se encontró a Pearlie, a la cual en cuanto vio le dedicó una sonrisa, aún sin haberse movido del sitio.
No evitó reír por la gracieta que hizo y asintió un poco con la cabeza, sin perder la sonrisa en ningún momento mientras veía como la chica se acercaba. - Hola Pearlie, preciosa. - Saludó como siempre solía hacer con ella, añadiendo aquél apelativo cariñoso con ella.

- Tengo algo de fiebre y nauseas, pero probablemente sea por nervios o algo parecido. Es algo que pensé que ya no pasaría mas, apenas enfermaba con facilidad cuando era mas niño. - Hizo un gesto con la mano con el que trató de quitarle importancia al asunto y le hizo un gesto a uno de sus lados para que la chica se acomodase a su lado. Al menos ya no estaría muriendo de aburrimiento si la chica se quedaba. - Con que me den algún tipo de poción que quite al menos la fiebre, con eso me conformo, cualquier sonido algo alto me molesta. - Él mismo hablaba en un tono de voz que no era demasiado alto, pero igual de calmado y cálido de siempre.

En el momento que Burroughs tomó asiento junto a él giró un poco el cuerpo para poder tenerla algo mas de frente, y entonces escuchó porqué ella misma se encontraba en la enfermería.

Negó a sus palabras y suspiró. - La verdad es que no tengo ni idea. Como mucho llevo aquí sobre unos diez o quince minutos y no ha aparecido nadie mas que tú. - Sonrió un poco. - Al menos supongo que ahora será mejor ya que puedo disfrutar de tu compañía.

Vio el brazo de ella y tras dudar un momento decidió ofrecer su ayuda. - Yo si no necesitas mas que cambiar la venda, si quisieras y confiases en mi. - Se permitió bromear un poco. - Podría cambiarla y así no tienes que desaprovechar tu tiempo aquí. - Negó un poquito y sonrió con un gesto algo divertido. - Aunque creo que te pediré que olvides esa propuesta para así poder gozar de tu compañía, al menos por un rato mas, Pearlie.

Le puso cara de preocupación y hasta adelantó la mano no vendada para tocarle la frente, que efectivamente estaba caliente. Se sentó a su lado, echando un vistazo a la puerta a ver si alguien llegaba, pero nada. Ella sabía dónde estaban guardadas algunas pociones del botiquín y estaba segura de poder identificar las de la fiebre pero los decanos andaban tan estrictos que decidió arriesgarse a robar medicina solo si las condiciones eran totalmente extremas.

Le sonrió, porque era lindo lo de disfrutar de su compañía, aun en la enfermedad. También movió la mano quitándole importancia a eso del tiempo, no tenía nada vital que hacer y en todo caso, haber sido atacada por las flores le daba un permiso especial de enfermedad y punto. Habría pasado el tiempo buscando a Frank con Shadow para estrechar relaciones o algo así, o desquitándolo con Joe cuando saliera de sus clases de historia, pero nada.

-¡No! Te tengo una propuesta mejor. Me cambias la venda antes de que se haga un yeso espantoso duro y terrible. Y yo te hago compañía de todos modos. Me da miedo que se haga piedra y no pueda mover nada el brazo.

Olvidando que había temido saquear el botiquín, se levantó rápido para ir hasta un mueblecito donde guardaban vendas, parches, pedazos de tela para a saber qué y algunos frascos. De ahí sacó una venda nueva y del bolsillo de su falda sacó un frasquito que le habían dado anteriormente para el picor posterior, cuando no trajera venda.

-Ay, pero el brazo está lleno de puntitos rojos, se ve horrible. No me vayas a hacer caras de asco, eh!

Suspiró resignada. En medio segundo debía decidir si le importaba más su vanidad o su brazo. Y por supuesto, terminó importándole más su brazo, porque si no se le curaba luego iría a peor.

-¿Entonces eras enfermizo de niño? ¿Y estás nervioso por algo en particular o por qué crees que te haya dado fiebre?

Le preguntó para hacer conversación y distraerlo de su brazo lleno de puntitos rojos que iría a revelar pronto, mientras se quitaba el broche de la venda y comenzaba a retirarla poco a poco, desenrollándola, sintiéndose como momia.

Sintió la mano de Burroughs sobre la frente y entrecerró un momento los ojos, suspirando, notando incluso algo de alivio con el cambio, el contraste de temperatura de su frente al de la mano de la chica.

Al ver a sonrisa de ella, él mismo le devolvió el gesto. Y en cuanto la chica se puso a hablar, clavó sus ojos claros en los de ella para escuchar con detenimiento, todas y cada una de sus palabras. Cuando ella comentó que tenía una mejor propuesta, Thomas asintió con la cabeza, como dándole pie a que siguiese con la explicación. - Me parece algo más que perfecto. No es que poner vendas sea algo muy complicado. - Añadió antes de mirar el brazo vendado de la muchacha antes de volver a mirarle a los ojos.

La vio incorporarse y caminar en dirección a un mueblecito de donde cogió las vendas que él mismo le tendría que poner. Pearlie volvió a donde él ofreciéndole ambas cosas y cogió en cada una de las manos una cosa, en una la venda que acababa de coger y en la otra el frasquito que la chica se había sacado del bolsillo.

Se rió un poco al escucharle decir aquello sobre el brazo y negó con la cabeza. - No creo que un brazo delicado de una chica pueda verse feo por tener puntitos rojos en él. Además de que tampoco es algo que vaya a espantar a nadie. Y si ves que pongo caras raras te dejo que te vengues de mi marchándote de aquí según te ayude. - Le sonrió y terminó por reír un poquito, negando con la cabeza. - No te preocupes, no tengo ninguna razón para ello.

La vio empezar a deshacerse de las vendas y miró a los ojos de ella de nuevo, no queriendo que estuviese incomoda. - La verdad es que si, de pequeño solía enfermar con algo de frecuencia... por una cosa o por otra mis defensas bajaban y yo enfermaba con facilidad. Así que supongo que esta vez habrá sido algo parecido. A no ser que simplemente haya cogido algo de frío pero... - Negó con la cabeza. - Estoy casi seguro que es por la primera opción. Estoy algo nervioso por que no sé como me irá este semestre, y puede que haya influido.

Cuando Burroughs ya se deshizo de la venda, Blake se puso en pie y con cuidado abrió el frasquito para aplicar el ungüento donde la chica le iba indicando, hacinedolo con sumo cuidado, y tras hacer aquello, cogió las vendas para empezar poco a poco a enrollarlas en el brazo de ella, con el mismo cuidado que había estado teniendo en el momento en el que le había estado poniendo la cura para lo que quiera que tenía en el brazo.

- ¿Y qué hiciste tú para acabar siendo casi una momia? - Le dijo bromeando un poco cuando ya iba como medio brazo de la chica vendado.

Bueno, al menos Blake era caballeroso y aseguraba que no se iba a asquear por su brazo lleno de puntos rojos. Le sonreía cuando se encontraba con su mirada, porque no todos eran de los que miraban a los ojos. Y mientras continuaba quitándose la venda lo escuchaba hablar de su infancia con enfermedades. Su abuela siempre había sido mucho de las que se preocupaban y compraban en las tiendas pociones y otros remedios para mantener las defensas de sus nietos altas. Algunas de esas sabían espantosas. No se lo contó inmediatamente por estar pendiente de su venda.

El brazo se veía menos terrible que hacía unas horas cuando la locura estaba reciente. Todavía estaba enrojecido, hinchado de algunas partes y con algunas motas rojas aunque en menor cantidad. No se veía precisamente hermoso pero tampoco era el asco del principio, menos mal que la curación primera sí había funcionado. Le enseñó donde tenía que aplicar esa cosa y por un momento se quedó callada mientras el chico hacía su parte del trabajo, hasta que vino la pregunta.

-Quedarme dormida como una holgazana, eso hice. ¿conoces las clemátides híbridas? Pues son lilas y son hermosas. Pero venenosas, yo no lo sabía, debí poner más atención a herbología. Total que dormía y aprovecharon para sacarme este horror en el brazo que tenía junto a ellas.

Frunció los labios y bajó la vista hacia su brazo vendado. Se sentía bastante reconfortante tener un vendaje nuevo, ungüento fresco y la calma de una curación renovada, al menos no daba comezón.

-Y bah! No te preocupes por el semestre, tienes cara de chico listo, seguro que te va la mar de bien. Además no es como si nuestro profesor se haya portado a la altura y no creo que el nuevo que llegue a suplantarlo pida milagros sabiendo que tuvimos un inicio de semestre flojo.

O podía ser que el papá de Milena llegara hecho un auténtico tirano, pero no se trataba de darle a Blake más estrés. Miró hacia la puerta esperando que llegara alguien de la enfermería para atender al chico, pero nada.

-Oye, ¿no es mejor idea que te acuestes? Si te sientes muy mal creo saber donde están las pociones para controlar la fiebre y me arriesgaré a convertirme en una momia del delito de robo del botiquín de la enfermería, ¿te sientes muy mal?

Lo empujó un poquito por el pecho, no como mandona insufrible o con violencia, sino como si de verdad lo estuviera animando a recostarse con sutileza.

Mientras estaba en su tarea de ayudar a Pearlie untándole el ungüento, escuchó la explicación que estaba estaba dándole en respecto al porqué del estado de su brazo. - Creo que algo se de esa flor. - Sonrió un poco y se mordió la boca, tratando de evitar reírse, pero finalmente terminó por reír un poquito bajo. - Lo siento. - Se disculpó por haberse reído.
Si que tenía algunos conocimientos sobre la herbología, a fin de cuentas la que él mas consideraba madre, la pareja actual de su padre, era aficionada a la herbología y hacía sus pinitos con la misma, incluso tenía una tiendita mas bien pequeña donde vendía sus cosas, si no eran por encargo.

Cuanto terminó se limpió las manos tras haber ido a tirar las vendas viejas a una papelera cercana, y cuando estuvo como si nada hubiese pasado, volvió caminando despacio a donde la chica para ocupar el mismo sitio de antes.

Rió un poco cuando le dijo aquello de chico listo y negó con la cabeza. - No creo que tenga cara de chico listo. - Le sonrió de forma tierna y se pasó un poco la mano por el pelo, aprovechando el gesto para dejar la mano quieta sobre la frente para controlar un poco que tal iba la fiebre, esperando que simplemente no hubiese ido a más; con eso se conformaba.

Lo cierto era que las palabras de Pearlie le habían conseguido calmar un poco. Si se pensaba fríamente era cierto lo que decía, y habían tenido un semestre bastante flojo... solo esperaba que no fuese a pasar nada malo con el nuevo profesor que fuese a entrar, no quería sorpresas, al menos no tan de golpe. O sino, viendo como había acabado después de taanto tiempo por unos simples nervios, no quería ni imaginarse como sería si un profesor nuevo aparecía de golpe pidiéndoles cosas de las que ni tenían idea.

Giró el rostro para sonreír de nuevo a Burroughs al verle hacer aquél gesto y negó con la cabeza suave, llevando una de sus manos a una de las de la chica y apoyándola sobre la misma. - No te preocupes, nunca dejaría que fueses una momia del delito del robo.

Al sentir las insistentes manos de la chica en aquél gesto que le indicaba que quería que se tumbase, suspiró y negó un poco con la cabeza, terminando por hacer caso de su gesto, terminando por quedar tumbado bocarriba en la cama, mirando a la chica que seguía sentada a un lado. - Espero no quedarme dormido... por suerte estas tu para hacerme compañía y eso no sucederá. - Le dijo completamente seguro.

Suspiró un poco y se permitió recostarse apenas ligeramente para mirar mejor a la chica. - Si no fuera una indiscreción te invitaría a que te tumbases conmigo. - Rió un poco. Claramente bromeaba, él no era de esos tipos.

Miró con curiosidad a la chica en el momento que mencionó en un tono animado que ya sabía que hacer, una vez él ya estuvo tumbado en la cama. - ¿Remedio de abuela?

La vio quitarse la chaqueta y ladeó un poco la cabeza, queriendo preguntar que qué era lo que iba a hacer, pero ni tiempo le dio pues la chica ya se había puesto manos a la obra, resolviendo la duda que se le hubo creado a Thomas. Suspiró un poco y negó con la cabeza. – No era necesario, Pearlie.
No había evitado reírse un poco en el momento en el que el hechizo que estaba conjurando con soltura se le enturbió un poco haciendo que algo inesperado le sucediese, después viendo como sus mejillas se teñían en tonos rosados y le hizo un gesto con la mano para que se calmase.

Entonces la chica le dio una respuesta que hizo que Blake se riese y asintiese de paso un poco con la cabeza. - Si, pero creo que soy educado y a fin de cuentas no haré la propuesta. - Le devolvió aquél gestito de sacarle la lengua y terminó por quedar tranquilamente tumbado, sin apartar los ojos de la chica a ver que era lo que seguiría haciendo.

La vio alejarse a dejar el pedazo de hielo que se formó sobre uno de los lavabos, después continuar de nuevo con el hechizo y terminar finalmente por preparar aquél remedio que la chica le había mencionado.

Cuando sintió la mirada de ella sobre si mismo asintió un poco con la cabeza y, en el momento en el que entrecerró los ojos notó como la prenda mas helada que cualquier otra cosa se la ponía sobre la frente y de paso también la pasaba por el cuello. Suspiró un poco y asintió. En un principio el gran contraste hizo que se le erizase el vello de la piel, pero ahora que mas o menos se acostumbró al frío de la prenda asintió. - Si... la verdad es que se siente mejor así. Ya no parece que la cabeza me vaya a estallar de un momento a otro. - Comentó y le regaló una de sus sonrisas.

Se dejó hacer apenas un ratito en el que aprovechó para quedarse con los ojos cerrados, pero no tardó en abrirlos de nuevo para fijarlos en los ojos verdes de la chica. - No quiero hacerte perder el tiempo Pearlie, si quisieras podrías retirarte para hacer cosas. O para estar con tu novio... seguro que si se entera trataría de matarme aunque no haya hecho nada. - Comentó y rió un poco, sabiendo de los rumores hacia el novio de ella y algún pequeño mal encontronazo que hubo tenido con el chaval. - Eres demasiado dulce. - Terminó por decir, apartando con cuidado la mano de ella de si mismo para incorporarse y quedar sentado en la cama, mirándole.

- No quiero entretenerte preciosa, seguro que tienes cosas mas importantes que hacer que cuidar de un pobre enfermizo. - Trató de comentar con seriedad pero no evitó reír un poco por su exageración. Apenas tenía fiebre y algunas nauseas, nada extremo.

- Aunque a este paso para cuando vuelvas a cambiarte las vendas seguro que sigo aquí.

Hizo un gesto en el que le restó importancia a las palabras de agradecimiento de Burroughs y suspiró de nuevo, acomodándose un poco en la cama, aún sentado, y se quedó tal cual, mirándola a ella, devolviéndole de nuevo la sonrisa cuando ella le sonrió. No le desagradaba estar sonriendo, de hecho era algo raro en él, no tener una sonrisa para alguien que le sonreía.

Se rió sin poder evitarlo al escuchar que dudaba de que fuera a ser asesinado por manos del novio de ella, pero no por esa negativa, sino por el hecho de que añadió aquello de “menos luego de todo mi esfuerzo cuidándote”. Le había hecho gracia, todo había que decirlo. Hizo un gesto para dejar aquél tema abandonado y se encogió de hombros. A fin de cuentas él no sabía realmente quien era él, solo lo sabía por que le vio en la fiesta con Pearlie y una vez antes hubo hablado con él diciéndole que debería de tener al menos un mínimo de educación mientras le otro le amenazaba, cosa que realmente le dio bastante igual. Unas amenazas no iban a intimidarle al fin y al cabo.

Tema a parte.

Negó en cuanto escuchó la primera pregunta de ella y cuando terminó de hablar le respondió.
- No, nunca te diría que te fueras. - Puso una mueca de algo de molestia. - No es bueno quedarse solo, quiero decir. - Rió un poco. - Siempre es bueno estar en compañía, y si dicha compañía es buena, ¿Qué mejor que eso?

Hizo una pequeña pausa y se recostó un poco mejor en la cama, acabando por quedarse tumbado una vez mas, bocarriba, mirando a la chica. De pronto había notado unas nauseas de golpe y no quería arriesgarse, así que simplemente se acomodó tal cual y se quedó un momento con los ojos cerrados, cogiendo una honda bocanada de aire y expulsando el mismo por la nariz, queriendo calmarse y dejar de sentir aquella molesta sensación.

- Quería ir a visitar a mi familia... vamos, a mi padre, mi madrastra y a Magda... pero me da que aún voy a tener que esperar para eso. - Abrió apenas un momento a los ojos para mirarle. - No creo que eso haya tenido nada que ver, sé que mi familia está bien, así que no puede haberme afectado algo así. - Susurró en un tono bajo de voz antes de volver a cerrar los ojos.

Se quedó un momento en silencio y terminó por hablar para que la chica a parte de estar ahí dándole su tiempo y compañía, no se aburriese o algo. - Gracias por estar aquí conmigo Pearlie.

Sonrió a la chica cuando le preguntó sobre quién trataba de ser Marga, y si, en la misma pregunta la chica había acertado. - Si, Magda es mi hermana, menor para ser mas exactos, apenas tiene cinco años. - Blake estaba bastante contento con la familia nueva que tenía, contento de que su padre se hubiese separado de su madre biológica y se hubiese decidido por juntar con quien ahora era como su verdadera madre, aunque no lo fuera por sangre. A él no le molestaba para nada responder a preguntas, y si esas resultaban ser un tanto indecorosas, él mismo con toda la educación del mundo, se encargaría de esquivar la pregunta o no responderla a las claras.

Le sonrió de nuevo cuando escuchó decir aquél hipotético caso del porqué podría estar enfermo, y terminó por querer quitarle importancia al asunto. - No te preocupes, lo importante es que no tardará en desaparecer con lo que quiera que vayan a decirme que tome.

Negó con la cabeza a la pregunta que ella formuló. No había estado, peor si que había escuchado todo lo que la gente había hablado sobre ello, y también por que se lo habían contado de primera mano mientras él compartía unas cervezas fuera, habiendo escapado de la celebración del Samhain. - No, la verdad es que no estuve mucho mas desde que te saludé. - Le aclaró antes de continuar para responder mejor a su pregunta. - ¿Con la chistosada te refieres a lo de verter agua sobre todo el mundo? - Negó y sonrió un poco. - Apenas comenzó a sonar la música me marché fuera a tomar una cerveza. - Confesó. - No soy de estar mucho en celebraciones en las que la gente se pone a bailotear. - Se rió un poco y entonces vio como la chica, con un simple gesto, acercaba una de las camas contiguas a la que él estaba ocupando.

Asintió a lo que dijo y en el momento que escuchó aquella orden por parte de ella, volvió a coger la prenda que Pearlie le había cedido para utilizarla, y la colocó bien sobre su frente tras apartar un poco el pelo, suspirando y cerrando un poco los ojos. - Eres un poquito mandona, Pearlie bonita. - Le dijo bromeando, por que reía mientras lo decía. - Creo que serías una buena enfermera, o quizás incluso hasta una buena profesora estricta. - Le sacó un poco la lengua, aún riéndose.

Apenas quería que el ambiente no estuviese demasiado aburrido, no quería que la chica se aburriese por su culpa, así que dijo aquél par de tontadas con al esperanza de que no se molestase, y si lo hacía, se disculparía en el mismo instante.

Frunció un poquito el ceño como si estuviese dudando de si aceptar o no aquella invitación indirecta y de paso también rechazada que le había dicho. Pero el gesto se le borró en apenas unos segundos y empezó a reírse un poco. - Loca, no nos veo realmente en muy buena posición bailando, seguro que nos pisaríamos mucho el uno al otro. - Aquello no era cierto, o al menos por su parte. Él había tenido que aguantar algunas clases de baile por su madre, cuando era pequeño, y quisiera o no, aquello no se le podía dar mal después de lo menos dos años practicando aquello, aunque fuese con toda la desgana del mundo.

Con la broma que hubo iniciado llamando a Perlita mandona, se alivió de que a la chica no le hubiese molestado, sino que en cambio incluso le pareció divertido, pues ella se estaba riendo. Le siguió un poquito la broma con aquello de ser una profesora estricta, y la continuó también mencionando algo de llegar a un cargo importante del ministerio.

- Seguro que si lo propones podrás llegar a ser una Joven Representante Británica del Wizengamot y todo lo que tu quieras, preciosa. - Era un cumplido, pero a parte también era cierto. Sabía lo persistente que podía llegar a ser la chica que tenía tumbada al lado cuando quería algo, y sabía que tenía la cabeza bien amueblada para con lo que eran las leyes y esos temas que rondaban la carrera que cursaban ambos. Al menos, eso era lo que a él le parecía de lo poco que ambos se conocían.

Y entonces el tema de conversación dio un giro bastante notorio.

La chica le preguntaba si tenía hambre, a lo que el alemán simplemente negó con un suave gesto, sin haberse apartado la prenda helada de la chica. - No, no es necesario. - Le sonrió agradecido por su preocupación. - Puedes ir tú a comer algo si quieres, pero yo prefiero mil veces estar aquí contigo, con tu compañía, evitando que vaya a morir de aburrimiento mientras espero que la enfermera o alguien acuda a darme algo para que se me vayan los males. - Rió un poco por sus últimas propias palabras.

- En serio, no es necesario, estoy bien. Además que creo que si como algo solo será peor, al menos en estos precisos instantes. Solo quédate haciéndome compañía si no necesitas marcharte, preciosa.

Se rió sin esconderlo ante la exclamación de la chica y le sacó un poco la lengua, como burlándose. - No creo que si me pisases fueras a hacerme daño, te ves muy liviana.

Miró abriendo un poco más los ojos de lo normal al ver como aparecía la enfermera con aquél chico flotando tras ella. Negó un poco con la cabeza. Por el atuendo parecía ser un jugador de Quidditch. ¿Realmente su padre había estado insistiendo tanto para que él se metiese a la carrera de Quidditch profesional? Apenas lo había jugado un par de veces por diversión, pero... el no se había imaginado nunca como un jugador de aquello, y menos aún profesionalmente, por eso siempre se negó a seguir con el oficio de su padre. Y ver a aquél chico desangrándose con la cabeza abierta, no ayudaba a que Blake confiase mucho en cambiar de carrera tal y como su padre llevaba insistiéndole por un par de años.

La enfermera pasó a una parte algo mas apartada de donde ellos estaban con el cuerpo del chaval flotando, y tras acomodarlo – supuso – sobre la cama, ya con las cortinas de al rededor corridas, salió de nuevo.

Sintió la mirada de la enfermera y miro a Pearlie en el mismo instante en que ella abrió la boca para explicar el porque estaban ahí, y aque la encargada de la enfermería parecía con todas las intenciones de echarles de ahí.

Saludó educadamente a la enfermera, apenas sin tener como quien decía ni voz ni voto en esos instantes, ya que estaban manteniendo toda al conversación entre Pearlie y la sanadora, y cuando le tendió esta última la poción, la cogió entre ambas manos y giró a mirar a su compañera de estudios. - Creo que será mejor que nos marchemos de aquí, preciosa. - Se incorporó y suspiró un poco, quitándose la prenda de la chica d encima y con un hechizo, él mismo, secándola para que volviese a estar tal y como en un principio.

La prenda totalmente como si no hubiese sido una compresa fría, volvió a estar sobre los hombros de ella por un gesto caballeroso de Thomas. - Vámonos. - Susurró contra su oído, tomándose la libertad de, coger con la mano que no sostenía la poción, la cálida y delicada mano de Burroughs, saliendo juntos, de aquella forma, de la enfermería.

Una vez fuera soltó su mano y se giró para quedar mirándole de frente. - No estoy seguro que esto tenga muy buen sabor... - Murmuró mientras destaponaba el frasquito, y acto seguido lo olisqueó, arrugando un poco la nariz.

Asintió a eso de que se marcharan aunque no parecía buena idea irse de buenas a primeras si a Blake le iba a atacar una migraña aunque durara solo unos segundos. Igual no quiso parecer alarmista y se levantó echando un último vistazo a las cortinas corridas del cubículo donde le estaban cosiendo la cabeza al tal Hall. Agradeció con una sonrisa que secara y le colocara su ropa y se alisó la falda cuando se levantó para no llevarla toda fruncida. Fue de la mano con Blake hasta la salida de la enfermería, no vio raro el gesto porque ella también lo hacía bastante seguido –aunque no era lo mismo hacerlo con un chico que con sus amigas, claro- y una vez afuera, se quedó mirando el frasco de la poción, que tampoco le daba un buen presentimiento.

-Yo tampoco, además me da la impresión de que es espesa…

O sea, que no sería fácil de tragar. Pero se suponía que solo eran dos sorbitos de nada.

-Ven, vamos a buscar un lugar donde puedas sentarte para tomarla. Si la migraña te da fuertísima no quiero que te desmayes o algo y azotes. Soy muy chiquita, no podría salvarte de un golpe contra el suelo. A menos que lo haga con un hechizo pero luego no quiero llevarte levitando de vuelta a la enfermería como a ese tal Hall. Qué mala vida llevan los jugadores de quidditch, ¿verdad? Hace una semana el islandés andaba en muletas y todo.

De pronto se dio cuenta de que había hablado mucho y muy rápido. Y de muchas cosas. Soltó una risa y le pidió disculpas con gestos de las manos, a veces se le iba así la pinza, pero era señal de comodidad.

-A ver a qué huele…

Dijo jalándole un poco la muñeca para que le dejara olisquear la poción también, haciendo que frunciera la nariz y luego volviera a reírse, deseándole suerte con la empresa de tragársela. Lo volvió a jalar levemente por la muñeca para que la siguiera hasta unos banquitos que estaban en el pasillo al doblar la esquina. Una vez ahí lo invitó a sentarse.

-Bueno anda, al mal paso de las medicinas, darle prisa.

Con el dato que dio la chica sobre que la poción tenía aspecto de ser espesa, movió un poquito el frasco y ahí pudo comprobarse lo que acababa de decir Pearlie. Incluso podría decirse que espera era decir poco.

Escuchó lo que la chica se puso a decirle, él tampoco quería tener que desmayarse e importunar a Burroughs haciéndole cargar con él inconsciente ni cualquier cosa semejante. No dejó de prestar atención a sus palabras ni cuando las misas se volvieron algo que no tenían nada que ver con ambos dos ni con el tema de la poción ni nada. La chica hablaba sobre Quidditch y el reciente acontecimiento que habían visto a raíz de ese juego: un chico con la cabeza abierta en la enfermería.

Negó un poco cuando ella se disculpó, añadiendo verbalmente que no pasaba nada. - No te preocupes. - Sonrió y después suspiró mientras negaba un poco con la cabeza. - Y pensar que mi padre quería que yo siguiese su ejemplo y me metiese a jugador de Quidditch. - Musitó más como una autoreflexión que para esperar una respuesta de la chica que tenía en frente. Lo cierto era que en mas de una ocasión había pensado en cambiarse de carrera, dejar las leyes y meterse a jugador de Quidditch, aunque realmente él no se veía muy capacitado para ello, o al menos no para ser, al igual que su padre, golpeador.

Le vio alcanzar el frasco que él mismo tenía sujeto y que con anterioridad había olisqueado, para ver a ella hacer lo mismo, riéndose un poco con su comentario y asintiendo levemente con la cabeza en un gesto suave y calmado.

Sonrió a Pearlie en el momento que sintió su mano volvió a rodearle la muñeca y conducirle a un lugar donde había unos bancos haciendo esquina, lugar en el que terminaron sentados ambos.

Asintió a lo que dijo y tras coger una bocanada de aire y expulsarla, se llevó la boquilla del frasco a los labios e hizo lo que la enfermera le dijo que hiciera. Costó un poco que aquél mejunje resbalase por el bote de cristal, pero cuando lo hizo dio dos pequeños sorbos, poniendo una mueca de desagrado según apartó la poción de sus labios, cerrándola de paso mientras se relamía para eliminar cualquier resto de aquello. - Creo que más que dolor de cabeza me va a dar dolor de estómago. - Dijo mirando el remedio con mala cara, suspirando y terminando por guardar el frasco en el bolsillo interior de la capa.

Miró a Pearlie y le sonrió, viendo como la chica parecía estar tratando de evitar sonreír, reírse.

Y de pronto se acordó. - ¡Cierto! Felicidades atrasadas Pearlie, preciosa. - Su cumpleaños habría sido en el día siguiente a la celebración del Samhain, pero con todo no pudo felicitarla antes. Le dedicó una amplia sonrisa a la chica y acercó sus labios a una de las mejillas de ella con intención de ir a besarle.

Asintió a su pregunta, él mismo no tardando en reírse y contagiándole la risa a la chica por lo que pareció, pero entonces Thomas salió con el tema del cumpleaños de Burroughs y quedó de lado el mal sabor de la poción. Estaba seguro de que era una de las peores cosas que había tenido que tomar en sus veintidós años de vida.

Sonrió un poco al ver como Pearlie se dejaba besar de forma más cómoda sobre la mejilla, y cuando se separó, se quedó mirándole un momento a los ojos, después escuchando sus palabras. Ni idea tenía de que se había formado una fiesta después de toda aquella locura en la que él ni había estado presente, y simplemente hizo un gesto con la mano de quitarle importancia al asunto. - No te preocupes, no pasa nada. No se yo si hubiese sido muy cómodo estar allí apenas conociendo a la cumpleañera que estaría con todas las atenciones del resto. - Le guiñó el ojo algo juguetón y se rió, negando con la cabeza, como indicándole con aquél simple gesto que olvidase el tonto comentario que acababa de hacerle.

- La verdad es que pensé en prepararte algo como regalo, pero con todo el lío de Samhain y con que vetaron las salidas... no pude salir a comprarte nada. - Suspiró un poco e hizo un gesto que dennotaba que en realidad le habría gustado prepararle algo. - Aunque como mínimo hubiera sido un ramo de rosas. - Se rió un poco y terminó por dar como zanjado aquello. Ya le regalaría algo en compensación en algún otro momento. Le cogería mas por sorpresa y seguro le haría más ilusión.

Acto seguido sintió el dorso de la mano de la muchacha sobre la frente. Blake asintió sobre lo de deberle una celebración y suspirando y negando con la cabeza, terminó por cerrar los ojos. - No es necesario que estés en silencio... no me molesta tanto como para tener que te quedes callada. - La verdad es que el dolor no fue prácticamente instantáneo, tardó un poco, pero lo justo para que al menos pudiesen cruzar algunas palabras y no se aburriesen completamente.

Llevó una de sus manos a la de la chica y con cuidado la apartó, aprovechando también para cogerla un poco y sostenerla un poco antes de soltarsela. - Gracias. - Agradecía a la chica el estar ahí haciéndole compañía, no era muy complicado de interpretar.

Sonrió al ver que con la simple noticia de que había tenido intención de regalarle algo la chica se había puesto completamente feliz. Ya en uno de los siguientes días que fuese a salir se ocuparía de prepararle algún detallito aunque fuese algo tonto, pero así por lo menos habría cumplido su plan inicial y de paso, haría que Burroughs estuviese un poquitín más feliz, al menos por un rato.

Negó sobre lo de haber robado unas flores, lo había pensado pero no habría sido correcto, así que hubo descartado la idea en el mismo momento que se le hubo pasado por la cabeza.

Sonrió un poco con el comentario de la chica, invitándole a que fuesen a comer juntos algo al comedor, y con un leve asentimiento de cabeza y tras esperar un poco para dejar de notar aquél dolor, se puso en pie con cuidado de no marearse por incorporarse bruscamente, y giró el rostro para mirarla. - Entonces vayamos, te debo un rato de mi humilde compañía por haber estado cuidando de mi tan bien, preciosa.

Suspiró un poco y haciéndole un gesto suave, empezaron a caminar. Ya aprovecharía el camino que tenían que hacer para responder a la duda que parecía haberle surgido a la chica.
- La verdad es que me he planteado en más de una ocasión de cambiarme de carrera, dejar Leyes y meterme a Quidditch. Así haría bastante feliz a mi padre. - Comentó riéndose un poco y terminando por negar con la cabeza. - Pero la verdad es que no me veo yo mucho como jugador de Quidditch. - Se miró a si mismo. No es que tuviese un cuerpo flacucho que diese la impresión de que con cualquier golpe fuese a romperse, de hecho solía mantener bien su físico haciendo ejercicio, pero... temía por acabar sin dientes o fracturándose bastante a menudo, sobre todo teniendo en cuenta que su salud era bastante floja.

Sin dejar de caminar miró a la chica y le sonrió de lado.

- Si, trabaja en Austria como golpeador, pero apenas como un entretenimiento, por diversión. - Le aclaró y sonrió al recordar lo feliz que solía llegar su padre de esos entrenamientos, alardeando de que aún se sentía totalmente joven, como si no hubiesen pasado los años. - Pero en realidad es entrenador. - Aclaró, ya que quizás la chica no supiese ese dato.

Se humedeció los labios con la punta de la lengua. - Hay que decir que el juego me entretiene y me gusta, no tanto como para apasionarme igual que a mi padre, pero además de ello no creo tener las aptitudes necesarias, ya sabes.

Se rió un poco con aquello de que debía tener pasión por el quidditch, pero era cierto lo que decía. Le gustaba, pero no le apasionaba realmente. - Supongo que esos genes de ansia por el quidditch se quedaron a medias en mi. - Se rió de nuevo con una amplia sonrisa en los labios y se pasó un momento la mano por la frente, notando como la fiebre se había ido.

- La verdad es que con las leyes tienes también razón, pero creo que es de lo que mejor pueda labrarme un futuro, o algo que simplemente se me da bien. También podía haberme apuntado a herbología, mi madrastra lo es y suelo ayudarle a veces. - Si que era efectivo aquello, más de lo que se habría esperado, la verdad... Se sentía bastante bien ya.

La siguiente pregunta ya tenía una respuesta muy clara en su cabeza desde hacía tiempo. - Supongo que si jugase a quidditch también me gustaría ser cazador, o en su defecto ya buscador, pero prefiero cazador. - Asintió un poco y siguió hablando con una sonrisa. - Y mi equipo favorito no se si lo conocerás. - Rió un momento, no era un equipo muy conocido, la verdad.

- Mi padre formó parte de ese equipo durante un tiempo, luego lo dejó para seguir en el que aún esta ahora. Ventidos veces campeones de la Liga de Irlanda y Gran Bretaña y dos veces semifinalistas de la Copa de Europa. - Estuvo un momentito en silencio, esperando ver si Pearlie adivinaba de cual se trataba el equipo, pero al ver que no, sonrió y terminó por decírselo él mismo. - Los Puddlemere United.

Para cuando acabaron de hablar sobre quidditch ya estaban frente a las puertas del comedor. No se demoraron más en entrar al lugar y buscar un sitio con la mirada, o al menos él. - ¿Hay alguien a quién conozcas y con quién también quieras comer? Sino por mi está bien que simplemente estemos solos, eres una bonita compañía Pearlie, lo sabes.