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Otro sábado encerrados...
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Otro sábado encerrados...
No tenía nada que hacer. Nada de nada. Al fin y al cabo llevaba meses con la costumbre de, los viernes huir a casa, le gustaba estar con su familia, ver a sus primos pequeños, saludar a sus vecinos y amigos de toda la vida… además, era horrible eso de no poder decir la verdad. La mitad de su familia pensaba que estaba en un internado (no ahora, si no cuando más pequeña en Salem) y ahora, bueno, sabían que estaba en Inglaterra, pero la tenían por una universitaria de una universidad prestigiosa muggle, nadie sospechaba nada… pero claro, ahí estaba sin acceso a internet, no podía responder a los mails de sus amigas, y el móvil… bueno, cuando le daba por funcionar dentro de la escuela, pues tampoco es que pudiera ponerse a hablar con ellas como loca, al fin y al cabo estaba en otro país, al otro lado del gran charco. Aquel encierro “momentáneo” la estaba volviendo loca, pues ella no podía usar lechuza para hablar con la mitad de las personas a las que quería.
En definitiva, estaba extrañando muchísimo a los suyos, por más amigos que tuviera ahí… no era lo mismo, ni por asomo, toda una vida compartida a cambio de ¿Qué? ¿Un semestre?¿Unos meses? Bueno… al menos ella tenía suerte, su madre comprendía lo que era el enclaustramiento y se dedicaba a mandarle correo con cosas necesarias, las revistas de actualidad, tabaco para su disfrute personal, algunas cositas de arreglo personal (tales como pociones propias para mantener el cabello brillantísimo y cosas así) y bueno… lo más importante para ella, que eran las cartas que supuestamente sus amigas mandaban a la facultad pero que siempre llegaban a su casa y así ella podía contestarlas, les había dicho que prefería hacerlo así porque era más retro, la verdad no era esa, pero así al menos disimulaba un poco.
Con todo el aburrimiento del mundo en ese momento se encontraba sentada en una mesa de la cafetería, con uno de esos paquetes de su madre, por supuesto no iba a sacar el tabaco –puesto en un doble fondo o algo así, para hacer el chiste de que estaba encerrada – pero lo demás sí que le interesaba verlo tranquila, apenas serían las cuatro de la tarde y… bueno, el café humeaba tranquilamente a un lado mientras ella ojeaba una de las cartas, recibidas, siempre empezaba por ahí.
En definitiva, estaba extrañando muchísimo a los suyos, por más amigos que tuviera ahí… no era lo mismo, ni por asomo, toda una vida compartida a cambio de ¿Qué? ¿Un semestre?¿Unos meses? Bueno… al menos ella tenía suerte, su madre comprendía lo que era el enclaustramiento y se dedicaba a mandarle correo con cosas necesarias, las revistas de actualidad, tabaco para su disfrute personal, algunas cositas de arreglo personal (tales como pociones propias para mantener el cabello brillantísimo y cosas así) y bueno… lo más importante para ella, que eran las cartas que supuestamente sus amigas mandaban a la facultad pero que siempre llegaban a su casa y así ella podía contestarlas, les había dicho que prefería hacerlo así porque era más retro, la verdad no era esa, pero así al menos disimulaba un poco.
Con todo el aburrimiento del mundo en ese momento se encontraba sentada en una mesa de la cafetería, con uno de esos paquetes de su madre, por supuesto no iba a sacar el tabaco –puesto en un doble fondo o algo así, para hacer el chiste de que estaba encerrada – pero lo demás sí que le interesaba verlo tranquila, apenas serían las cuatro de la tarde y… bueno, el café humeaba tranquilamente a un lado mientras ella ojeaba una de las cartas, recibidas, siempre empezaba por ahí.
Ebba Prewett- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 20/10/2012
Re: Otro sábado encerrados...
Se estaba volviendo loco, absolutamente loco, hasta había pensado en darse de baja y largarse la Universidad con eso de que ni siquiera los fines de semana podían tener libres ¿Y su trabajo, y su constancia? Estaba bien que los decanos pensaran que ir a poner música a todo volumen en un club muggle no era un trabajo, pero lo era, y además era algo que no pretendía dejar de hacer por estar en la Universidad Mágica aspirando a ser cronista de quidditch o escritor de artículos al respecto. Se había aguantado las ganas de largarse con una rabieta pensando que de todos modos los lugares donde iba a tocar ese fin de semana no eran tan buenos y que podía tomarse un descanso.
Maldito descanso, estaba resultando ser aburrido de muerte. Era un tipo de costumbres simples, así que después de deambular por el bosque sin encontrar la paz que mucha gente encontraba al estar en contacto con la naturaleza, se metió a la cafetería sin encontrarle mucho de atractivo a la idea de pasar un rato ahí, y lo único rescatable de todo el asunto era que traía audífonos puestos y podía estar haciendo su selección musical para próximos sets. Si esa tontería de un castigo impuesto a causa de quién sabe quién seguía hasta el viernes siguiente, se largaba de Brigantia. Estaba dicho.
No era su costumbre acercarse con gente desconocida a preguntarles si se podía sentar en su mesa mucho menos si esas personas parecían ocupadas bebiendo café y revisando cartas. No. La razón por la cuál terminó hablando con esa chica, y más que hablando, disculpándose, fue por que al ir dando vueltas a su música se dio un tropezón que empujó su silla, su mesa, y dejó el plato donde descansaba su taza un poco lleno de café.
-Discúlpame por favor, andaba algo distraído. Yo pago tu cuenta.
No la había visto antes, y eso era raro por que los pelirrojos eran inusuales. Seguramente no era de su facultad, o era de nuevo ingreso, o ambas cosas. Tampoco se había preocupado por socializar mucho y eso era curioso pues de Hogwarts conocía a mucha gente, no sabía por qué había optado por la discreción ahora en la Universidad. Quién sabe. Se quitó los audífonos con cara de vergüenza esperando que aceptara su manera de disculparse.
Maldito descanso, estaba resultando ser aburrido de muerte. Era un tipo de costumbres simples, así que después de deambular por el bosque sin encontrar la paz que mucha gente encontraba al estar en contacto con la naturaleza, se metió a la cafetería sin encontrarle mucho de atractivo a la idea de pasar un rato ahí, y lo único rescatable de todo el asunto era que traía audífonos puestos y podía estar haciendo su selección musical para próximos sets. Si esa tontería de un castigo impuesto a causa de quién sabe quién seguía hasta el viernes siguiente, se largaba de Brigantia. Estaba dicho.
No era su costumbre acercarse con gente desconocida a preguntarles si se podía sentar en su mesa mucho menos si esas personas parecían ocupadas bebiendo café y revisando cartas. No. La razón por la cuál terminó hablando con esa chica, y más que hablando, disculpándose, fue por que al ir dando vueltas a su música se dio un tropezón que empujó su silla, su mesa, y dejó el plato donde descansaba su taza un poco lleno de café.
-Discúlpame por favor, andaba algo distraído. Yo pago tu cuenta.
No la había visto antes, y eso era raro por que los pelirrojos eran inusuales. Seguramente no era de su facultad, o era de nuevo ingreso, o ambas cosas. Tampoco se había preocupado por socializar mucho y eso era curioso pues de Hogwarts conocía a mucha gente, no sabía por qué había optado por la discreción ahora en la Universidad. Quién sabe. Se quitó los audífonos con cara de vergüenza esperando que aceptara su manera de disculparse.
Josh Zapata- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 13/11/2012
Re: Otro sábado encerrados...
Ya había leído las tres cartas que llegaron en esa ocasión. No iba a ponerse a responderlas en ese momento, sobre todo porque se había dejado sus cosas en el dormitorio. A ellas no podía escribirles con pluma y pergamino, una cosa era utilizar una forma de mantenerse en contacto tan vieja como escribirse cartas mutuamente y otra muy diferente sería que le llegara un trozo de pergamino, ya parecería una puta chiflada. Pero bueno, aquello la había mantenido abstraída de la realidad del colegio por un buen rato.
Y justo así estaba cuando alguien se chocó (por accidente o no) contra ella, su silla y su mesa. Por supuesto su reflejo primero fue mover las cartas de lugar, alejarlas del café por si se derramaba más o algo así, lo último que quería era perder esa valiosa información que a la noche volvería a revisar para que no le olvidara decirle a Marie-Ann que el idiota de su novio era eso, idiota, pero en el fondo un santo (y otras tonterías similares).
Desde luego la preocupación por las cartas se le pasó en cuanto se dio cuenta de que realmente el chico estaba arrepentido y no iba a ponerse a mover la mesa como un loco desquiciado que quería tirarlo todo. Conocía a unos pocos así, y bueno, ser hija de licantropa (cosa que casi todos sabían, para bien o para mal) y de muggle, pues no ayudaba a ser bien tratada por toda la sociedad.
- No te preocupes, no ha sido casi nada – le sonrió abiertamente y ya sí que sí, soltó las cartas sobre el paquete que había a un lado en la mesa y miró el café, se había derramado en buena parte pero como ya había bebido un poco no podía decirse que él fuera el culpable de que ya quedara bien poco ni nada – más que pagarme la cuenta, te perdonaría a cambio de que me dijeras que oyes, siempre, hace demasiado tiempo que no añado música nueva a mi ipod.
Le sacó la lengua, distraída. Obviamente estaba de broma, aunque igual él, que no la conocía, no lo captaría. Realmente al verlo… bueno pues lo primero en lo que se fijó fueron en los auriculares que se había quitado, signo más que obvio de que iba oyendo música, aún no había conocido a ningún mago de esos idiotas pijos que supieran siquiera que eran esos aparatos. Además, no lo conocía, y por su aspecto general, le parecía un tipo interesante, como poco.
Y justo así estaba cuando alguien se chocó (por accidente o no) contra ella, su silla y su mesa. Por supuesto su reflejo primero fue mover las cartas de lugar, alejarlas del café por si se derramaba más o algo así, lo último que quería era perder esa valiosa información que a la noche volvería a revisar para que no le olvidara decirle a Marie-Ann que el idiota de su novio era eso, idiota, pero en el fondo un santo (y otras tonterías similares).
Desde luego la preocupación por las cartas se le pasó en cuanto se dio cuenta de que realmente el chico estaba arrepentido y no iba a ponerse a mover la mesa como un loco desquiciado que quería tirarlo todo. Conocía a unos pocos así, y bueno, ser hija de licantropa (cosa que casi todos sabían, para bien o para mal) y de muggle, pues no ayudaba a ser bien tratada por toda la sociedad.
- No te preocupes, no ha sido casi nada – le sonrió abiertamente y ya sí que sí, soltó las cartas sobre el paquete que había a un lado en la mesa y miró el café, se había derramado en buena parte pero como ya había bebido un poco no podía decirse que él fuera el culpable de que ya quedara bien poco ni nada – más que pagarme la cuenta, te perdonaría a cambio de que me dijeras que oyes, siempre, hace demasiado tiempo que no añado música nueva a mi ipod.
Le sacó la lengua, distraída. Obviamente estaba de broma, aunque igual él, que no la conocía, no lo captaría. Realmente al verlo… bueno pues lo primero en lo que se fijó fueron en los auriculares que se había quitado, signo más que obvio de que iba oyendo música, aún no había conocido a ningún mago de esos idiotas pijos que supieran siquiera que eran esos aparatos. Además, no lo conocía, y por su aspecto general, le parecía un tipo interesante, como poco.
Ebba Prewett- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 20/10/2012
Re: Otro sábado encerrados...
Estaba apenado con lo ocurrido, y definitivamente iba a insistir con lo de pagarle el café, o comprarle otro, o lo que mejor le pareciera. No parecía ser una chica desagradable de esas que le gritarían que mejor se largara antes de que llamara a seguridad (nadie llamaba a seguridad en una universidad, eso sólo ocurría en los clubs. O en los strip clubs) y de hecho le quitaba importancia al asunto, lo que le hizo sonreír. Se disculpó una vez más y llamó a la chica que atendía, de verdad no pensaba quedarse mirando su café derramado sin más.
Confirmaba que no se veía una chica desagradable sino muy por el contrario y hasta se le olvidó que había llamado a la chica del café para terminar sentándose en su mesa. Le gustaba que alguien le preguntara por su música aunque sabía que el techno puro y duro no iba a ser del gusto de cualquiera. Estaba escuchando un set de Misstress Barbara en Barcelona así que decidió mentir en favor de ser más accesible, aunque tampoco estaba mintiendo tanto.
-Ah, tienes un iPod, vamos por buen camino Se quitó los audífonos y se los puso, como hacía siempre que alguien le pedía compartir su música, quizás una de sus cosas favoritas en la vida, aunque prefiriera hacerlo a gran volumen y con quinientas personas alrededor. Por cierto, usaba unos buenos audífonos, nada de esos cablecitos raquíticos que ofrecían un sonido basura. Esos bloqueaban el sonido y eran pura calidad portátil.
La chica del café llegó y se tomó la libertad de ordenarle otro mientras escuchaba su música, solamente por que se sentía en deuda, y para sí mismo, agua mineral. Era una opción extraña, pero nunca había sido fanático de las bebidas calientes, y la cafeína sólo le gustaba contenida en una sola bebida energética para quitarle el sueño y fastidiar su sistema cardiaco, seguramente.
-¿Qué tal? ¿Te taladra los oídos?
Él no era de los que no escuchaban nada de música mágica, pero tampoco tenía muchas bandas favoritas. Alguna vez en un set había mezclado algo de una banda de gnomos alemanes que cantaban dos notas a la vez o algo así, y había funcionado en un loop rodeado de ritmos que lo ocultaran un poco. Eso sí taladraba los oídos.
(música)
Confirmaba que no se veía una chica desagradable sino muy por el contrario y hasta se le olvidó que había llamado a la chica del café para terminar sentándose en su mesa. Le gustaba que alguien le preguntara por su música aunque sabía que el techno puro y duro no iba a ser del gusto de cualquiera. Estaba escuchando un set de Misstress Barbara en Barcelona así que decidió mentir en favor de ser más accesible, aunque tampoco estaba mintiendo tanto.
-Ah, tienes un iPod, vamos por buen camino Se quitó los audífonos y se los puso, como hacía siempre que alguien le pedía compartir su música, quizás una de sus cosas favoritas en la vida, aunque prefiriera hacerlo a gran volumen y con quinientas personas alrededor. Por cierto, usaba unos buenos audífonos, nada de esos cablecitos raquíticos que ofrecían un sonido basura. Esos bloqueaban el sonido y eran pura calidad portátil.
La chica del café llegó y se tomó la libertad de ordenarle otro mientras escuchaba su música, solamente por que se sentía en deuda, y para sí mismo, agua mineral. Era una opción extraña, pero nunca había sido fanático de las bebidas calientes, y la cafeína sólo le gustaba contenida en una sola bebida energética para quitarle el sueño y fastidiar su sistema cardiaco, seguramente.
-¿Qué tal? ¿Te taladra los oídos?
Él no era de los que no escuchaban nada de música mágica, pero tampoco tenía muchas bandas favoritas. Alguna vez en un set había mezclado algo de una banda de gnomos alemanes que cantaban dos notas a la vez o algo así, y había funcionado en un loop rodeado de ritmos que lo ocultaran un poco. Eso sí taladraba los oídos.
(música)
Josh Zapata- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 13/11/2012
Re: Otro sábado encerrados...
Asintió a sus palabras, si, tenía un Ipod, ella era algo así como música-adicta y aunque dentro d de la facultad lo llevaba lo mínimo posible dentro de sus posibilidades, eso se debía a que, como a él le había pasado, se abstraía tantísimo con sus auriculares y su música que terminaba chocando con gente y llegando tarde a todas partes porque se despistaba muchísimo.
Cuando de pronto se vio como los audífonos del chico en los oídos y oyendo la música que él iba escuchando sonrió ampliamente. No era “su” tipo de música, pero en ningún momento la llamaría ruido, se escuchaba calmada incluso para ser de la forma en la que era. Ni se dio cuenta de que él había vuelto a pedir café para ella y por lo tanto no se resistió a ese hecho, se había despistado oyendo la música.
–Ni de lejos, me gusta – dijo siendo sincera, no tenía motivos para mentirle y en cuanto se apartó un poco la música de los oídos (porque lo que si costaba era oír algo con eso puesto, le dedicó una amplísima sonrisa devolviéndole su aparato –por cierto, creo no nos conocemos ¿verdad? Soy Ebba… y aunque prefiero la música rock, también soy buena fan del techno y la música electrónica en general, aquí donde me ves, prefiero salir por discotecas de Londres que ir a la garita de Hogsmeade a no hacer nada – dijo aquello bromeando, obviamente, porque una vez había oído esa música y visto ese aparato dio por hecho y por sabido que aquel chico no era un maldito purista loco que la pondría contra la mesa por despreciar en cierto sentido el pueblo mágico más conocido de Inglaterra.
Tras aquella cortísima presentación le hizo una señal para que se sentara él también, de pronto se sintió un poco incómodo para por estar de pie en medio de la cafetería, además la chica llegó con el café que él le había pedido y lo miró con cara enfurruñada por un segundo. A ella la dejó marchar porque no era cosa suya y entonces apartó ya del todo las cosas que tenía allí en medio, por la mesa.
–Ya te dije que no hacía falta, hoy ni modo hay de que salgamos, creo que tener más cafeína de la cuenta en vena no me hará ningún bien… pero de todas formas, gracias, supongo. ¿Tu no querías nada? – claro que le vio la botella de agua, pero aquello no era “nada”, no para ella que encantaba de todo tipo de bebidas, desde los cafés, hasta el simple jugo de calabaza.
Cuando de pronto se vio como los audífonos del chico en los oídos y oyendo la música que él iba escuchando sonrió ampliamente. No era “su” tipo de música, pero en ningún momento la llamaría ruido, se escuchaba calmada incluso para ser de la forma en la que era. Ni se dio cuenta de que él había vuelto a pedir café para ella y por lo tanto no se resistió a ese hecho, se había despistado oyendo la música.
–Ni de lejos, me gusta – dijo siendo sincera, no tenía motivos para mentirle y en cuanto se apartó un poco la música de los oídos (porque lo que si costaba era oír algo con eso puesto, le dedicó una amplísima sonrisa devolviéndole su aparato –por cierto, creo no nos conocemos ¿verdad? Soy Ebba… y aunque prefiero la música rock, también soy buena fan del techno y la música electrónica en general, aquí donde me ves, prefiero salir por discotecas de Londres que ir a la garita de Hogsmeade a no hacer nada – dijo aquello bromeando, obviamente, porque una vez había oído esa música y visto ese aparato dio por hecho y por sabido que aquel chico no era un maldito purista loco que la pondría contra la mesa por despreciar en cierto sentido el pueblo mágico más conocido de Inglaterra.
Tras aquella cortísima presentación le hizo una señal para que se sentara él también, de pronto se sintió un poco incómodo para por estar de pie en medio de la cafetería, además la chica llegó con el café que él le había pedido y lo miró con cara enfurruñada por un segundo. A ella la dejó marchar porque no era cosa suya y entonces apartó ya del todo las cosas que tenía allí en medio, por la mesa.
–Ya te dije que no hacía falta, hoy ni modo hay de que salgamos, creo que tener más cafeína de la cuenta en vena no me hará ningún bien… pero de todas formas, gracias, supongo. ¿Tu no querías nada? – claro que le vio la botella de agua, pero aquello no era “nada”, no para ella que encantaba de todo tipo de bebidas, desde los cafés, hasta el simple jugo de calabaza.
Ebba Prewett- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 20/10/2012
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