¿Readmitido?

Aún estaba un tanto preocupado por lo ocurrido en la fiesta del Samhain, a Ayyûb no le había contado nada por todo lo que aconteció después, que poco tenía que ver con la coreana. Su hermano no sabía que había una ínfima posibilidad de que fuera readmitido, no se lo diría hasta que no se lo comunicaran a él, aunque en cierto modo estaba preocupado por esa forma de incomunicárselo ¿Cómo lo harían? Él no estaba en casa, y al apartamento no llegarían nada, ni una mísera carta, era imposible dado como lo tenía él todo dispuesto.
Suponía que los decanos –todo poderosos ellos como siempre daban a entender- encontrarían la forma de que le llegara la noticia en eso de que pudiera volver a entrar…

Con ese pensamiento daba vueltas por el apartamento, la cocina humeaba con un fluido bastante denso azul que provenía de una poción que estaba haciendo, aquella especie de humo raro no impidió a Adnan dejar haciéndose (mágicamente, por supuesto) un par de platos, de buena comida para cuando su hermano regresara. Se sentía un poco estúpido, hacía pociones y comida a partes iguales desde que vivía con él, no quería meter allí un elfo domestico y lo tenía que andar haciendo él todo, un coñazo, pero no era como para quejarse demasiado, al fin y al cabo era mover la varita un par de veces y todo listo y arreglado.

Oyó en el salón como aparecía su hermano, no evitó una sonrisa y con un movimiento de varita hizo que le humo empezara a salir por la ventana de la cocina la cual abrió (por única vez en el día, para airear, ahí fuera había muggles… puaj) y el ambiente dejó de ser azul en menos de un segundo, volviendo a cerrarla y apagando el fuego que había bajo el caldero.

-Yub yub – lo llamó hacía la cocina, para intentar que el chico fuera a buscarlo – estaba terminando de hacer la poción que me pediste para el hipogrifo aquel… – le explicó, era para un espécimen que al parecer estaba un tanto enfermo o algo así y él, como se aburría, le hacía parte del trabajo – creo que ya está lista, eso y la comida.

Vio a su hermano hacer las comprobaciones, olisquear, mirar consistencia y demás. Sabía que no era porque no se fiara de él si no porque no quería errores en algo que fuera para los animales a los que mejor cuidaba (y más apreciaba, había que decirlo).

-No es nada, con gusto.

Sonrió de medio lado, solo por la satisfacción de saber que lo había hecho bien, a la perfección, y no era por ser engreído, es que la había realizado ya demasiadas veces como para fallarla.

-¿Despedida? ¿Por qué lo dices? – se le había cortado la sonrisa de golpe, no le gustaba que su hermano soltara esa cosas así sin más, vamos, él no le había dicho nada, igual estaba practicando para aprender legeremancia o algo así. Se quedó mirándole de frente, haciendo que no mirase más la comida, la había hecho porque sí, no como despedida o algo así.

Cogió la carta que fue la única explicación que recibió por lo dicho anteriormente. Era una del colegio, así se habían asegurado que llegara hasta él… y bueno, “asegurarse” porque si a Ayyûb se le hubieran cruzado los cables podría no habérsela dado, así sin más, que Adnan no lo sabía, pero realmente a su hermano no le agradaba aquel cambio, al parecer.

Abrió la carta, entusiasmado pero intentando no demostrarlo, no estaba muy seguro de cómo hacer para no molestarle por aquello, él deseaba que realmente fueran buenas noticias. Leyó detenidamente y no pudo evitar una sonrisa en el rostro, medio escondida por el pergamino.

-Es de la universidad – dijo de manera estúpida – creo que… estoy readmitido.

Se mordió la mejilla por dentro, aguantándose las ganas de la sonrisa que tanto deseaba mostrar. Rang, con él de nuevo. Era increíble, romper las reglas y por eso ser readmitido…

-Yo… de todas formas no pienses que esto es una despedida, idiota. Ni modo… – negó con la cabeza, la readmisión tendría lugar ese fin de semana que se acercaba, aún tenía algo de tiempo para terminar con todo y bueno, sin más estaba feliz, no sabía cómo no demostrarlo.

Conocía a su hermano lo suficiente como para saber que estaba molesto, sus gestos y que le diera la espalda, todo eso le indicaba lo que pasaba con él y no le agradaba demasiado. Vamos, que para su gusto el hecho de recibir esa noticia debía ser algo bueno para todos, no solo para él. Joder, Brigantia era la universidad más importante a ese lado del mundo, no podía aspirar a más sin viajar hasta América o a Asia quizás y quisiera o no, el hecho de estar en el mismo continente ayudaba a que los viajes fueran mucho más fáciles de realizar, y carajos, que aquel profesor era algo así como una eminencia en pociones, quería aprender de él.

Cuando se giró y oyó sus palabras los ojos de Adnan se pusieron en blanco de manera casi automática, no iba a perder el tiempo que habían pasado juntos ni iban a perder el contacto ni hostias, y mucho menos lo iba a echar de allí ¿Por qué demonios pensaba eso?

-¿Y a ti qué coño te ha picado? – le dijo dándole un golpe en la cabeza, un buen golpe, nada de mariconadas – ¿Por qué coño ibas a volver a casa? ¿Por qué hostias piensas que vamos a perder el contacto? Eres un puto gilipollas, podrías alegrarte un poco por mí, joder.

Suspiró tras decir aquello y se quedó tal cual, derecho, mirándole a la cara y con el ceño fruncido, no sabía porque hostias pensaba irse o porque se ponía como si aquello fuera el final de todo o qué, solo volvían a estar como al principio.

-Te me relajas, gilipollas, si piensas voy a dejar que te vayas a Egipto de nuevo vas mal, porque como te encuentre en casa de nuestro padre seré yo quien te de las peores hostias de tu vida. Y si piensas que no nos vamos a ver más, pues muy bien, eso es lo que tu has escogido pensar y si prefieres no aprovecharé cada salida que haga para pasar por aquí… como prefieras.

Se había picado y molestado y estaba dispuesto a darle otra buena hostia para ver si se espabilaba o que mierda.

Ver como su hermano se alejaba un poco de él por el golpe le hizo pensar que igual había logrado lo que quería, que se “asustara” un poco o algo parecido. Igual lo había intimidado al darle a entender que podría pegarle si seguía diciendo idioteces, pero en cuanto abrió la boca se le fue de la cabeza eso. El muy idiota seguía con lo mismo, con la misma gilipollez de antes, le estaba tocando la puta nariz. Él nunca había antepuesto los estudios a su hermano, no de forma “directa” o algo así. Más bien… bueno, era cierto que había estudiado fuera de casa, pero era por su padre, él lo había mandado fuera, al parecer, en cierto modo, le tenía repugnancia, Yesenes conocía su secreto y él era tan jodidamente purista como todos sus hijos.

-Eres un completo idiota – susurró según lo vio irse, justo después de recibir aquel golpe, le había dolido, si, pero era muchísimo peor pensar que su hermano pensaba así de él… joder, que llevaba cuidándolo desde crío, lo supiera él o no. Siempre había intercedido entre su padre y el menor, siempre que había podido, claro, y para colmo, bueno, no le dejaría ese apartamento a nadie que no fuera él. Ni tan siquiera su chica había pisado aquel lugar, nunca.

-Eres un completo idiota, gilipollas y un puto imbécil – lo siguió y lo vio con la mochila ya puesta incluso, cosa que le hizo fruncir el ceño, se cabreó y se acercó a él, tiró de la misma, por suerte solo la llevaba en un hombro, la dejó caer al suelo sin cuidado alguno rápidamente porque en ese mismo instante le empujó con más fuerza de la que tenía constancia que usaría – eres un maldito capullo, joder. ¿Cómo puedes siquiera dar a entender que no quiero verte? ¿Qué no quiero estar contigo? Te juro que te mataría en este mismo momento por tu idiotez. Joder

El menor de los hermanos no tuvo más remedio que caer en la cama con el golpe que el otro le había dado, tanto por la fuerza empleada como por la posición que tenía antes del golpe.

-Como se te ocurra poner un solo pie fuera de este apartamento te juro que lo haré – se refería a lo obvio, a lo que había dicho antes, a que le daría tal paliza que desearía mejor estar muerto, joder – no le veo el sentido a que te pongas así, nunca te he dejado tirado cuando me has necesitado, nunca, en todo el tiempo que llevamos juntos, te he dejado solo. No me vengas jodiendo con que antepongo nada a ti, si estudié fuera de casa es porque padre quiso, y soy el único de nuestros hermanos que lo hizo así que no cuesta imaginar que no me quería cerca. Y la facultad sabes que es porque quiero labrarme un jodido futuro desvinculado de los Yesenes. Largarme de Egipto y tu, joder, tú te vas a largar de allí conmigo. Quiera o no.

Estaba jodido y dolido por la actitud de Ayyûb y en ese momento, con su hermano en la cama y él de pie, se moría de ganas de golpear algo, así que como se le ocurriera hacer o decir algo indebido se iba a llevar otra buena hostia para la colección.

En ese instante no le estaba gustando poder mirar a su hermano desde arriba, no porque los motivos que le habían llevado a empujarlo a esa posición no eran gratos para él, en lo absoluto. Por todos los demonios, ni sabía ya que más decirle y él parecía totalmente cabezón y seguro de lo que decía.

Notó como le empujaba y dio un par de pasos atrás. Si, necesitaba ser reconocido, pero no por si mismo, si no para que los demás no tuvieran más remedio que aceptarlo. Su intención no era abrir un tugurio y vender mierda a cuatro loco que quisieran consumir drogas (no toda su vida al menos), él quería algo que lo mantuviera sin necesidad de matarse a trabajar, quería ser un puto pocionista bien reconocido, terminar abasteciendo un hospital con todo lo que fueran pociones curativas o mejor dicho… ¿Qué no podría ser él quien realizara las pociones para su bando? ¿Ser él quien tuviera en su mano la vida de cientos de miles de muggles? ¿Podría, gracias a sus nuevos conocimientos, idear una poción tan letal que aniquilara poblaciones enteras de esos putos ratas asquerosos? No lo sabía si no lo intentaba y no seguía estudiando, rascando conocimientos de alguien mucho mejor. Pero eso Ayyûb no lo entendía y no lo entendería, jamás.

-¿Qué te pasa? ¿A qué viene eso ahora? No necesito que lo reconozcan para saber YO que lo sé… ni necesito que te lo reconozcan a ti para lo mismo, pero si quiero llegar a aspirar a un buen puesto como pocionista si que lo necesitaré, y me gustaría poder hacerlo, trabajar para tener una puta vida en condiciones y no esta mierda que heredé de la puta de mi madre – no lo decía por el apartamento, obviamente, si no porque siempre había sentido que su vida era mierda solo por ser hijo de quien era y por haber empezado de forma tan jodidamente funesta.
Pero esa especie de enfado se le pasó un poco, quizás más de lo que él habría imaginado al verlo tan desmoralizado, en la cama, con esa pose. Suspiro y se sentó a su lado. No tenía ni puta idea de que decirle, esa mierda actitud que había escogido tener ante su readmisión había jodido el buen humor que tenía el egipcio hacía tan solo un momento, de modo que ahora se sentía un tanto confuso en cuanto a forma de comportarse.

-Ya te lo he dicho, gilipollas, no voy a dejar de venir, nada me lo podría impedir…

Negó con la cabeza aún cuando él no podía verle, le pasó un brazo por los hombros y le acarició un poco el brazo en un gesto que buscaba ser conciliador, y de paso cariñoso, un gesto de amor fraternal y de consuelo.

-Yub yub, eres mi mejor amigo y mi hermano. Ninguna universidad por más importante que sea, va a cambiar ese hecho. Te quiero como a nadie… jodido cabrón – sonrió un poco y la mano que hacía un momento estuvo en su brazo pasó a estar en su cabeza, revolviendo su pelo – anímate, joder, que te he hecho la comida, la poción y si quieres hasta te hago una novia de goma – no pudo evitar una broma y no se apartó, si tenía que recibir un golpe lo recibiría, sin más – si lo que temes es que no sale de allí para venir a verte… podrías buscar la forma de entrar tu, aunque no creo que puedas compaginar ningún otro trabajo con el de ser cuidador.

Se lo había esperado, el golpe. Estaba claro que a nadie le gustaba que le recordaran que no tenía pareja, o que era ya mayorcito como para buscar una, o cualquier variedad de aquello. Era obvio que Adnan nunca había pensado en ellos dos con novia, siempre los había imaginado como perros solitarios, viejos y haciéndose compañía mutuamente. Si decía aquello estaba claro que era de broma, aunque bueno, el golpe de su hermano le dio a entender que él no estaba muy de broma en ese momento, ni preparado para las mismas.

-Ya te he dicho que si, joder, y como quemes toda esa mierda de colegio como lo llamas tú, te van a buscar hasta dar contigo y probablemente te encerrarán en cualquier prisión mágica, así que menos ladrar, ya me aseguraré yo de poder ser un hermano responsable y todo lo demás.

Cuando sintió el abrazo, tan repentino, rápido y fuerte se quedó totalmente paralizado, ya estaba medio acostumbrándose a ser abrazado gracias a Rang, pero su hermano se parecía en nada a ella, era grande y bastante fuerte, sentir sus brazos alrededor de su cuello y su espalda no era nada agradable, menos así tan de pronto.

-No me llames cabrón, si lo fuera te habría dado una hostia por lo que acabas de hacer y no lo he hecho – le dijo aquello más como una queja que cualquier otra cosa. Era bastante obvio que el chico lo hacía porque en cierto modo, como cualquier persona normal, necesitaba cariño, mimos, como lo quisiera llamar, y bueno, no era tan raro que dependiera de su hermano mayor para esas cosas. A nadie le gustaba estar solo y el pobre sabía que se quedaría bastante aislado de nuevo en cuanto se fuera. Se sentía bastante mal y culpable por ello, así que lo dejaría, sin poner mucha pega – quédate así tanto tiempo quieras, joder.

Él mismo giró un poquito el cuerpo, para poder medio abrazarlo, solo medio, porque ya le estaba costando moverse para poder hacerlo con el amarre del otro que no parecía dispuesto a soltarlo en absoluto.

-¿Quieres hacer algo hoy? No me voy hasta… bueno, quizás mañana o pasado, no sé, pero podríamos aprovechar ahora que estamos aún juntos y todo eso… – no es que quisiera volver a sacar el tema ni nada, solo que bueno, no estaba del todo cómodo sin saber que hacer o que decir siendo abrazado por él.. se le hacía raro y aún pensaba en el primer día expulsado y eso, y todo se volvía un poco más raro en su mente.

Suspiró y ya no dijo más, dejó a su hermano estar así, estar quejándose en el idioma que le diera en gana y de paso estar… bueno, quizás jodiendo un poco o algo, porque sabía muy bien que no le gustaba oírle hablar en árabe, cojones, intentaba acostumbrarlo a dejar eso de lado, no quería que siguiera con esa puta rutina, quería que dejara de pensar que él era puramente egipcio (por mucho que él sí que lo fuera) y que se mimetizara un poco mejor con el resto del mundo.

Observo cuando (al fin) se rompió el abrazo como su hermano hacía que todo volviera a su lugar, sonriendo de manera disimulada por haber logrado calmar al menor de los dos, no le hacía ni puta gracia pensar que se iría a su casa de nuevo o a ninguna otra parte, carajos, él estaba bien con su hermano y quería que su hermano estuviera bien con él.
Por supuesto, ante su comentario, el ceño del mayor se había fruncido, bastante molesto, incómodo además. No estaba ahí para proveer a su hermano de drogas, habían consumido juntos, lo justo para no caer en el mono horrible que estaba a veces, pero joder, no era como para andar regalándole así porque si, sin más.

Suspiró después cuando el otro siguió hablando, intentando arreglar quizás lo que había dicho, o alguna cosa similar.

-Mira, ni me hables de darme dinero porque el tuyo no lo acepto – dijo como ya otras veces le había mencionado, la mayoría era como escusa para no “venderle” nada, pero en esa ocasión era cierto y real – voy a darte algo, pero ni pienses que vas a poder elegir - le dijo aquello bromeando y salió junto a él del dormitorio. No iba a dejar que su hermano se enmonase y tampoco pensaba dejar que el chico consumiera vete a saber que mierda de quien, así que le dejaría lo suficiente como para que estuviera el tiempo que el faltaría, una semana, iría verlo cada fin de semana aunque fueran diez minutos, y ahí le volvería a dejar un poco de todo.

Caminó delante de él, iba hacía la cocina, ya que hablaba de comida… miró lo que había preparado y por suerte no se había tostado, ni quemado ni nada… o lo podría matar por hacerlo despistarse.

-Es comida ligera, ahí tienes – señaló el lugar frío donde guardaba todo – algo de ensalada que hice porque en un principio no tenía hambre, pero después me dio el gusanillo y pues… también arroz con trozos de carne, si no te apetece me lo como todo yo, no sé, no tenía ni puta idea de que hacer y por un momento me sentí totalmente como un puto elfo doméstico así que solo cogí lo primero que se me antojó.

Era una medio queja medio escusa por la mierda comida que había hecho, dejó a su hermano en la cocina y desde la puerta señaló.

-Ve sirviendo, voy a sacarte tus cosas. Las que te dejaré. Así miras si piensas que falta algo y demás.

Se refería a la droga y para cuando su hermano saliera de la cocina lo vería a él sentado en el sofá con un buen alijo de, cigarros –made in Adnan –, aliño para los mismos, un poco de maría, polvos de adormidera y demás, además de una poción que mataba el mono (varias dosis) y algo de droga un poco más fuerte para cuando quisiera, pero poca de esa.

-Lo hice para los dos, no seas imbécil – le dijo aquello cuando mencionó que él también comería, justo antes de ir a arreglar todo el tema de cosas que iba a dejarle para que pasara el tiempo que él no estuviera sin necesidad de acudir a nadie más.

Cuando su hermano salió con los platos de ambos y se sentó tal cual a empezar a comer él se quedó por un rato mirándolo, se le hacía muy raro que no se hubiera puesto a toquetear todo aquello que le había plantado delante suya en la mesa, a mirarlo y comprobar que había de todo. Quizás es que estaba hambriento… suponía que si, sería eso, sobre todo porque siempre se mostraba realmente ansioso por recibir ese tipo de cosas por mucho que el muy idiota aún no estuviera realmente enganchado a esas sustancias.

-¿Qué quieres para beber? Tengo cerveza y un par de refrescos también… lo de siempre, ya sabes – esperó a que le diera la respuesta. Aún no había probado bocado pero suponía que estaría bueno, sobre todo viendo como el chico comenzaba a saborearlo con esa ansia, disfrutando de la comida. Él no se molestó en ponerse en pie, con un simple accio llevó una cerveza para si mismo y la bebida que Ayyûb le pidió también – pues aquí tienes, ahora come más tranquilo que no quiero que te ahogues ni nada.

Podía sonar a broma por el tono, pero era en serio, parecía a punto de ahogarse al comer con tanta ansia. Como si llevara meses sin comer o algo así. Sonría por su actitud, parecía un crío y bueno… siempre había sido un poco crío comparándolo con él, la primera que lo vio era un niño de nueve años y él acababa de salir de la peor experiencia de toda su vida, el nivel de madurez en ese punto era demasiado diferente.

-Supongo que con esto que te dejo tendrás suficiente para bastante tiempo, si necesitas algo más me lo dices con un mensaje, lechuza o lo que sea, no vayas a buscar a ninguna otra parte y no vayas a consumir más que esto, tienes que cuidarte, no quiero que termines como yo.

A su hermano le daba bastante igual terminar “como él” y lo sabía, se lo había dejado entredicho más de una vez, pero seguiría insistiendo en ello siempre.

Afirmó sobre su duda, era una semana, pensaba haberlo dejado bastante claro cuando se lo dijo por primera vez, que iría a verlo semanalmente, al menos mientras pudiera y no se agobiara demasiado, además, aunque saliera con Rang siempre podría aparecerse allí rápidamente para saludar por un momento, no hacía falta que pasara ahí el día entero ni nada.


Ya al fin ambos habían terminado la comida y bueno, a pesar de que como dijo Adnan no fuera gran cosa, al parecer ambos quedaron bastante saciados. El mayor de los dos se reacomodó en el sofá, estirándose para quedar mirando al techo. Menudo alivio… pensar en que podría volver a la facultad estaba tan centrando en aquello que apenas notó como su hermano se medio recostaba en él, sintiendo su cabeza en el hombro, tranquilo, no iba a decirle nada si no que simplemente suspiró un poco, se alegraba de que todo volviera a su cauce original.

-Creo que no hay mucho para hacer… como tu dices… – ladeó el gesto, realmente no tenían nada muy interesante con lo que entretenerse, podrían salir a cualquier parte si querían, ir a comprar para llenarle la despensa al menor y así no tener que estar después haciendo compras ni nada parecido. Pero también podían pasar el día entero juntos haciendo el vago, como solían hacer demasiado a menudo – ¿te parece salir hoy a comprar cosas para que tengas en casa? Podríamos salir y de paso cenar fuera más tarde… también podríamos entretenernos un rato practicando hechizos o cualquier cosa. No quiero que te oxides usando ciertas cosas.

Lo decía a modo de entrenamiento, obviamente, nada de conjuros estúpidos e infantiles. Pero realmente en ese momento pocas ganas tenía de moverse, quizás más tarde si, cuando le bajara un poco la comida del estómago, cuando sintiera que un depulso no le haría vomitar toda la comida que llevaba dentro.

Se estiró un poco y terminó con una mano sobre los hombros de su hermano, regalándole una medio caricia en el mismo, estaba medio tonto solo de pensar que al fin podría ir a ver a Rang de nuevo, más aún saber que ya no lo tendría que hacer vistiendo el cuerpo de un mugroso muggle.

La broma tonta sobre la cita le había hecho fruncir un poco el ceño, no tan molesto como podría parecer por su cara pero sí que estaba ligeramente incómodo por aquel comentario. Él no pensaba en su hermano como una niña, por mucho que pudiera parecerlo por aquel plan, él simplemente había intentado dejarle las cosas resueltas y la parte de cenar fuera fue por lo obvio, no tener que hacer él mismo la cena, carajos.

Después de la hostia que se había ganado y las risas de su hermano decidió dejar el tema de lado, pues ale, si no quería tener más comida en casa ni ahorrarse tener que hacer la cena allá él, no iba a insistir más, no si eso iba a significar que le diera a entender que quería tema con su hermano, carajos… había que estar loco para pensar eso (o simplemente haberlo visto semanas atrás, pero ese era otro tema, agua de otro costal, como se suele decir).

-Si estás cansado vale con que digas eso, no tendrías que dar a entender que estoy pidiéndote una cita ni nada parecido, joder. Somos hermanos y solo quería dejarte con provisiones para que no tengas que andar comprando todo el día, joder.

Aún estaba un poco picado pero en cuanto Ayyûb le dijo que tendría que ayudarle y le mencionó aquello del garrazo se le pasó directamente el pequeño enfado, joder. ¿Y ahora l avisaba? En cuanto se quitó la camiseta y le dio la espalda le dio un golpe en el cuello, un pequeño guantazo por llamarlo de alguna foma.

-Eres gilipollas ¿Cómo se te ocurre no empezar por aquí? Joder… – con el ceño fruncido rápidamente conjuró un accio para que el botiquín del piso volara hacía el salón, tenía la espalda manchada de sangre reseca y una herida… fea no, lo siguiente – vas a tenerte que joder con mis primeros auxilios básicos y chapuceros, y con mi mala cara, carajos. No sé cómo puede no dolerte esto.

Negó con la cabeza y del botiquín sacó vendas, algodón y alcohol. Le aplicaría los conjuros básicos para sanación de heridas pero parecía haberse infectado así que antes tendría que limpiarla o algo. Pero…

-Toma – además de eso había cogido un papel y algo de marihuana, había liado un porro en tiempo record y se lo cedía su hermano – los efectos analgésicos de la maría te van a venir muy bien cuando empiece a echarte alcohol encima, así que… bueno, fuma un poco antes de nada.

Esperó a que lo cogiera y empezó simplemente a limpiar la espalda con magia, haciendo que la sangre reseca desapareciera poco a poco, dándole tiempo al cuerpo de su hermano a absorber aquello que estaba fumando.

-¿Se puede saber cómo demonios te las has apañado para hacerte esto?

La escusa de que “ya no le dolía” era como una puta mierda, mentira. Obvio que si le dolería, pero se habría acostumbrado a ello, igual que pasaba con las heridas causadas por su padre, sería una gilipollez pensar que se habían hecho inmunes al dolor, eso no ocurría nunca, pero si que era cierto que llegaba un momento en el que era muy fácil ignorar el mismo.

-Para que digas que no te molesta…. - había notado los movimientos de su hermano, disimulaba como buenamente podía, pero era obvio que el mayor los notaba a fin de cuenta no podía disimular como se le erizaba un poco el vello de la espalda y demás – eres un cabezota – se encogió de hombros y oyó la explicación del como había terminado con una herida como aquella, que aunque su hermano no lo notase crecía a lo largo de casi toda la espalda y si no se ponía algo terminaría con una cicatriz realmente fea. Mientras él hablaba (para que estuviera medio distraído) fue cuando le echó el alcohol en la herida principal. Ya no le quedaban restos de sangre seca así que era el momento – Ves como si dolía…

En cuanto vio como el alcohol había burbujear la herida no pudo evitar sonreír un poco y lanzar un conjuro para que se comenzara a cerrar más o menos la herida.

-No te pongas aún la camisa, voy a ir a buscar la poción para evitar que te queden marcas… eres un puto desastres Khâliq – se levantó y fue a la habitación donde tenía todas las pociones, cogiendo la que había creado él mismo para evitar marcas y cicatrices por las heridas de látigo de su padre. Volvió rápidamente para que su hermano no se helase – tardará un poco más en sanar si te pongo esto, pero al menos no te dejará un bonito recuerdo.

Asintió sin que su hermano pudiera verlo siquiera y alargó la mano sobre su hombro, quería una calada del porro así que lo cogió sin más, se la dio y se lo devolvió, aún con el humo en su interior, aplicándole despacio el mejunje sobre la herida.

-Debes tener cuidado, hay formas más seguras de separar a dos hipogrifos y te las conoces todas… más te valdría ponerlas en práctica – le preocupaba pensar que su hermano podría terminar mal herido por ese trabajo, pero sabía que era parte de su vida… no podía hacer nada para impedirle comportarse así con los animales – si en un rato te sigue molestando la cura me lo dices y te doy algún calmante.

-Lo sé, se cuanto te importan y por eso me da igual tener que cuidarte las heridas que ellos te hacen, solo te decía que tuvieras cuidado. Si te hacen daño real serás tú el que termine jodido y entonces no podrás cuidar ni a uno ni a ninguno.

Cuando finalmente terminó con la extensión del ungüento sobre la herida le dio un par de palmaditas suave en el hombro, cogió un par de vendas y mediante un conjuro sencillo estas se quedaron cubriendo la herida del chico para que la crema no se pegara en su camiseta e hiciera bien su efecto por completo.

-Si, supongo que ya te la puedes poner. A la noche te cambiaré el vendaje y la crema y ya para mañana debería estar prácticamente sanada la herida.

Aquella especie de reflexión era más para si mismo que para él, había querido dejar todo resuelto antes de volver a la universidad, al menos todo lo que estuviera realmente en su mano, y sanar la espalda de su hermano era una de esas cosas que podría hacer.

-¿Has pensado realmente la opción de dejar mi apartamento? – dijo sonando un poco desganado, era algo que había estado pensando todo ese rato, quizás su hermano de verdad quisiera tener un lugar “propio” donde vivir sin depender de él y por eso había amenazado con dejar su casa y buscar donde quedarse – a mi me gusta saber que al volver aquí estarás tu… pero si realmente necesitas un lugar propio donde vivir supongo que debería aceptarlo. Solo que antes lo dijiste de un modo que supongo que me resultó un tanto molesto, incómodo.

Se reclinó en el sofá y medio escondió el rostro tras una mano, mano que arrastró por la propia cara en un gesto cansino antes de buscar con la mirada el porro prácticamente consumido que tenía su hermano entre los dedos.

-No quiero cohibirte ni manejarte como haría nuestro padre, a veces se me sale el gen Yesenes, supongo.

Aquella preocupación realmente había surgido casi de la nada pero quería solventarla, no viviría tranquilo pensando que realmente su hermano no quería estar ahí.

Sintió una oleada inmensa de alivio al oír aquella negativa. Si de verdad su hermano no tenía intención de abandonarlo no tenía de que preocuparse. Ni por su bienestar, ni por su localización, pues encontrarlo siempre era más bien complicado.

-Pareces un crio molesto cuando pones esa cara – el grado en el que se había relajado era tal que hasta se permitía a su mismo bromear un poco, menos mal… no quería ni pensar en perderlo, en sentirse abandonado por él. no es que lo hubieran dejado así en muchas ocasiones ni nada parecido, no, su trauma no iba por ahí… pero joder, que era su hermano – está bien… supongo que no me parezco a él, siempre me han dicho que al menos por fuera no me parezco en nada, es lo único bueno de tener a la madre que tuve, me desvinculó físicamente de los Yesenes al menos en ciertas cosas, porque carajos, hay rasgos que tu y yo tenemos idénticos… es imposible que no seamos hermanos – lo último lo dijo solo para hacer medio sonreír a su hermano. Siempre se había querido parecer a él, igual oír que se consideraba igual le hacía sentirse bien o algo así ¿no?

No pudo evitar estremecerse bastante al notar el aliento del chico en su cuello según le hablaba teniendo ahí el rostro. Nervioso, no le agradaba aquello, no del modo sano en que debería agradarle a un hermano ser abrazado por el otro, al menos.

-Quita… no hagas eso, joder – gruñó ignorando sus palabras, había notado un pellizco en el estómago por todo aquello, se había puesto nervioso y en ese momento se sentía incapaz de decir si los nervios provenían de sus estúpidos dramas infantiles, por sentir a alguien abrazándole de esa forma, por notar a alguien exhalando contra su cuello, o si simplemente todo se debía a que era ÉL y no otro quien lo hacía – no te pongas así… Yub… idiota.

Se había apartado, a golpes de ser necesario y ahora respiraba un poco entrecortadamente, angustiado por todo no saber el porqué se ponía así.

-No me parezco a nadie, soy yo, y tu eres tú y si no te apreciara ni te quisiera yo también ya te habría tenido que dar un buen par de hostias porque eres un jodido niño caprichoso, joder. Sabes que no me agrada que hagas esas cosas así de pronto – le temblaba un poco una mano y se la pasó por el cuello, al fin y al cabo había sido… ¿agradable? Ni de coña – anda, enano. Tráeme la poción verde que hay en la mesita de noche del dormitorio.

No lo iba a decir pero casi prefería no ponerse en pie, aquella especie de ataque de pánico o de nervios sin más (no era capaz de identificar que había sido) lo había dejado un poco trastocado y ni hablar de hacer magia para llamar la poción, además si terminaba contra una pared se rompería el frasco…