Tenemos que hablar

El comentario no fue enteramente de su agrado pero Adair disimuló bastante bien su reacción, enterrando su rostro en su cuello, besando y dejando hacerse por la chica aunque su mente pensaba maneras para solventar todo aquello aunque Brackminster era bastante despreocupado en ese tema, si ella estaba con él, era porque quería no porque él la obligara así que estaba tranquilo. La mano de la chica tocando su miembro, provocaron en Adair una carcajada nerviosa pero ese día estaba completamente convencido, iba a ir lento, estuviera ella como estuviera y si ella buscaba con su mano, volverlo loco, bien, apelaría a una fuerza de voluntad mística y única para ir despacio.

- ¿Qué estás buscando? – tras el comentario, busco con su propia mano la de la chica para sacarla aunque hubiera deseado sentir sus dedos y mordió el cuello de Sofie aprovechando que la rubia entregaba su cuello en bandeja, enterrando el rostro entre la almohada y él – No, no – añadió y dejó la mano custodiada por una suya, apresándola para que no osara volver a viajar hasta allí después de haberla cortado. Dejó sus ojos sobre los de Sofie, sonrió con picardía y metió la otra mano libre por entre sus cuerpos, buscando la unión de los muslos de la muchacha, viajando desde su rodilla hasta su cadera, metiéndose en medio y acariciando la cara interna de su muslo aún sin querer invadir más, tentando.

- ¿Crees que uno no tiene sentimientos? – la verdad es que el comentario perdía intención cuando soltaba eso con cierto retintín semejo a como lo haría Sofie para burlarse de su falta de tacto a decir las cosas. Apretó los labios contra su cuello, soltó la carcajada, mordió y liberó aquella mano que retuvo para evitar que tocara – Ahora debes compensarme, tengo el corazón roto y herido – y se carcajeó con más ganas, ahora si, retomando el humor y dejando apartada la culpabilidad.

- No te rías. Está roto y sin apaño – aunque la carcajada brotaba sola por sus labios mientras dejaba caer su cuerpo de espaldas a la cama y ayudaba a Sofie con las manos para colocarse encima de él. Cerró los ojos para corresponder a sus labios y acarició los muslos, delineando caminos imaginarios con las dos manos desde el trasero desnudo de la rubia hasta su rodilla, repetidas veces mientras saboreaba el beso y gruñía satisfactoriamente – Solo si te echas el helado por encima y me dejas lamer – no había novedad en sus palabras, estaba salido y perturbado, más si ella apretaba y relajaba los muslos de esa manera tan deliciosa que obligaban a Adair a enterrar los dedos en su pálida piel para obligarla a que hiciera otra vez eso.

- Un bate no te voy… - en verdad cortó las palabras para enarcar una ceja y ver como Sofie iba perdiéndose bajo las mantas. Mató un “¿qué haces?” en sus labios porque estaba claro dónde iba a ir a parar con tanto beso provocador y tiró la cabeza hacia atrás para dejarse hacer, no muy seguro que fuera a terminar sus intenciones, ya había asesinado sus ilusiones en la acampada.

No pudo retener el suspiro profundo que emanó de sus labios cuando ella besó tan sensible zona pero el sueño duró solo unos segundos pues ella con toda la osadía, volvió a subir y él no quedó de otra que apretar dientes. La recibió con los brazos, apretando su pequeño cuerpo contra él y en cuanto escuchó las palabras, susurradas de forma candente a su oído, asintió con la cabeza, volteó enrollando más las sábanas entre sus cuerpos, separó las piernas de las chicas cuando estuvo encima de ella y tras sonreír, mencionó un – Eres una condenada mujer pero… a sus órdenes – y sellando el trato con un beso, la hizo suya.