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Te juro que esto no es raro
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Te juro que esto no es raro
Había veces en las que hasta ella necesitaba tomarse un respiro y desacelerar, por muy raro que pudiera parecer en un primer momento el verla en un plan introspectivo y meditabundo. No siempre podía estar corriendo de aquí para allá dando de saltos y doblándose en carcajadas, ¿verdad? No, tomarse unos minutos de calma al día, aunque fueran breves, era algo que le sentaba bien.
Como por ejemplo, al terminar la jornada de clases del día. Que amaba lo que hacía, sentía una verdadera y genuina pasión por la hechura de pociones, pero después de siete horas corridas claro que terminaba con la cabeza martilléandole y las sienes a punto de explotarle. Su madre contaba a veces, de sus días como universitaria, que las ingenierías en el mundo muggle te dejaban sintiéndote de forma parecida, y eso le causaba gracia. Alguna vez se le había ocurrido decirle con una sonrisilla muy cínica en los labios que iba a ser ingeniera como ella. No le había hecho mucha gracia su comentario.
Había pasado por la cafetería a buscar algo que picar y aguantar hasta la hora de la cena, que estaba en ese estado incómodo en que en el momento no tenía demasiada hambre, pero estaba demasiado consciente que o se llevaba algo al estómago o no iba a aguantar hasta que la comida fuera servida de manera oficial en el comedor. Un emparedado, un refresco, y con eso sobreviviría sin morir de inanición.
No se había quedado dentro a comer. En vez de eso había llevado sus cosas a sentarse a la sombra de un árbol que daba hacia el local. Se colgó los audífonos al cuello, con el volumen lo suficientemente alto como para poder escuchar su música sin dejar de estar al pendiente de todo lo demás. Y sólo por no perder la costumbre sacó un libro que acomodó sobre sus piernas cruzadas, un pergamino que extendió sobre este y la pluma aquella de magos muy magos que estaba encantada para escribir sin tener que remojarla cada cuatro líneas en el tintero. Que sí, que el bolígrafo bic de siempre nunca fallaba, pero la sensación de la pluma rasgando el pergamino era algo que le encantaba, así que se había acostumbrado a ella casi desde el primer momento en Hogwarts.
Y los trazos comenzaron sin pensárselo mucho, clavando la vista en alguien a quien había visto al otro lado del patio, haciendo sus cosas con toda la naturalidad del mundo sin saber que se había decidido a tomarlo de modelo por el momento. Por nada en especial, más que el que sus gestos le hubieran resultado interesantes y porque necesitaba despejarse la cabeza y así era como le funcionaba.
Lo curioso fue cuando el contacto visual se hizo, porque si alguien te miraba con tanta insistencia en algún momento te ibas a dar cuenta. Y eso siempre resultaba un poco incómodo, porque aquello de sentirte observado por un cuasi acosador pues incomodaba lo suyo, claro. Y le sonrió por disimular, claro, sin darse cuenta que alguien más ya se acercaba a ella.
Como por ejemplo, al terminar la jornada de clases del día. Que amaba lo que hacía, sentía una verdadera y genuina pasión por la hechura de pociones, pero después de siete horas corridas claro que terminaba con la cabeza martilléandole y las sienes a punto de explotarle. Su madre contaba a veces, de sus días como universitaria, que las ingenierías en el mundo muggle te dejaban sintiéndote de forma parecida, y eso le causaba gracia. Alguna vez se le había ocurrido decirle con una sonrisilla muy cínica en los labios que iba a ser ingeniera como ella. No le había hecho mucha gracia su comentario.
Había pasado por la cafetería a buscar algo que picar y aguantar hasta la hora de la cena, que estaba en ese estado incómodo en que en el momento no tenía demasiada hambre, pero estaba demasiado consciente que o se llevaba algo al estómago o no iba a aguantar hasta que la comida fuera servida de manera oficial en el comedor. Un emparedado, un refresco, y con eso sobreviviría sin morir de inanición.
No se había quedado dentro a comer. En vez de eso había llevado sus cosas a sentarse a la sombra de un árbol que daba hacia el local. Se colgó los audífonos al cuello, con el volumen lo suficientemente alto como para poder escuchar su música sin dejar de estar al pendiente de todo lo demás. Y sólo por no perder la costumbre sacó un libro que acomodó sobre sus piernas cruzadas, un pergamino que extendió sobre este y la pluma aquella de magos muy magos que estaba encantada para escribir sin tener que remojarla cada cuatro líneas en el tintero. Que sí, que el bolígrafo bic de siempre nunca fallaba, pero la sensación de la pluma rasgando el pergamino era algo que le encantaba, así que se había acostumbrado a ella casi desde el primer momento en Hogwarts.
Y los trazos comenzaron sin pensárselo mucho, clavando la vista en alguien a quien había visto al otro lado del patio, haciendo sus cosas con toda la naturalidad del mundo sin saber que se había decidido a tomarlo de modelo por el momento. Por nada en especial, más que el que sus gestos le hubieran resultado interesantes y porque necesitaba despejarse la cabeza y así era como le funcionaba.
Lo curioso fue cuando el contacto visual se hizo, porque si alguien te miraba con tanta insistencia en algún momento te ibas a dar cuenta. Y eso siempre resultaba un poco incómodo, porque aquello de sentirte observado por un cuasi acosador pues incomodaba lo suyo, claro. Y le sonrió por disimular, claro, sin darse cuenta que alguien más ya se acercaba a ella.
Robin Hartmann- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 08/11/2012
Re: Te juro que esto no es raro
Llevaba desde las cinco de la mañana en pie y necesitaba un café, fueran o no las siete de la tarde, iba a tomárselo y bien cargado. Había terminado las clases hacía veinte minutos y tras la ducha obligada, guardó las cosas en la taquilla, cargó el petate que usaba como mochila y fue directo hacia la cafetería a ver si de paso veía a Sofie aunque suponía que estaría con sus amigas parloteando cual pájaro desquiciado y aunque el plan de ir a sabotearles la conversación era tentador (incluso secuestrarla minutos después) decidió dejar el tema de lado porque realmente su cuerpo pedía cafeína o quizás una bebida o poción energética, cualquier cosa que devolviera el alma a su cuerpo.
Ya estaba vislumbrando la cafetería cuando una lechuza cruzó delante su campo de visión. Adair detuvo el paso, miró hacia arriba y puso el brazo para servirle de apoyo a la mensajera que traía una carta. Desató el envió, acarició la cabeza del animal como premio (no tenía más nada que ofrecerle) y la instó a que tomara el vuelo a la lechucería o dónde quisiera. Leyó el remitente y frunció el ceño, era de Elizabeth. Parecía urgente pero igual la guardó en el bolsillo delantero de sus tejanos y entró a la cafetería, yendo directamente a la barra para pedirse la bendita bebida energética que gracias a los magos venía enlatada porque no tenía ganas de pasar el rato encerrado entre tanta gente.
Fue hacia afuera con la esperanza de encontrar algún árbol cómodo donde echarse una siesta tardía tras leer la carta y beber la bebida pero vislumbró a Robin sentada bajo la sombra de un árbol y no la veía desde la clase de Zoología Mágica así que decidió ir a preguntarle que tal estaba la criatura que tenía por hijo. La chica parecía tan entretenida mirando hacia un punto y haciendo cosas con un pergamino que casi no se dio cuenta de su llegada pero Adair se hizo notar, tirando el petate delante de las piernas de Robin y sentándose a su lado, medio espatarrado y además sin permiso.
- ¿Qué tenemos hoy? – le quitó uno de los auriculares del iPod y lo metió en su oreja para ver que música escuchaba la chica, empezó a mover la cabeza ligeramente pero terminó dándole un sorbo a su bebida – Me gusta, es perfecto para una siesta – mostró una sonrisa ladeada y apoyó la cabeza en la corteza del árbol sacando la carta de su hermana pero sin quitarse el auricular - ¿Cómo estás? – abrió sin miramiento el sobre para sacar el pergamino con la letra de Elizabeth y agregó de forma distraída porque estaba leyendo un – Deberías traer un día a tu hijo a casa de mi madre, tiene una cría de oso – era su forma indirecta de preguntar por la criatura pero estaba frunciendo el ceño demasiado con la lectura para formular la pregunta tal cual.
Ya estaba vislumbrando la cafetería cuando una lechuza cruzó delante su campo de visión. Adair detuvo el paso, miró hacia arriba y puso el brazo para servirle de apoyo a la mensajera que traía una carta. Desató el envió, acarició la cabeza del animal como premio (no tenía más nada que ofrecerle) y la instó a que tomara el vuelo a la lechucería o dónde quisiera. Leyó el remitente y frunció el ceño, era de Elizabeth. Parecía urgente pero igual la guardó en el bolsillo delantero de sus tejanos y entró a la cafetería, yendo directamente a la barra para pedirse la bendita bebida energética que gracias a los magos venía enlatada porque no tenía ganas de pasar el rato encerrado entre tanta gente.
Fue hacia afuera con la esperanza de encontrar algún árbol cómodo donde echarse una siesta tardía tras leer la carta y beber la bebida pero vislumbró a Robin sentada bajo la sombra de un árbol y no la veía desde la clase de Zoología Mágica así que decidió ir a preguntarle que tal estaba la criatura que tenía por hijo. La chica parecía tan entretenida mirando hacia un punto y haciendo cosas con un pergamino que casi no se dio cuenta de su llegada pero Adair se hizo notar, tirando el petate delante de las piernas de Robin y sentándose a su lado, medio espatarrado y además sin permiso.
- ¿Qué tenemos hoy? – le quitó uno de los auriculares del iPod y lo metió en su oreja para ver que música escuchaba la chica, empezó a mover la cabeza ligeramente pero terminó dándole un sorbo a su bebida – Me gusta, es perfecto para una siesta – mostró una sonrisa ladeada y apoyó la cabeza en la corteza del árbol sacando la carta de su hermana pero sin quitarse el auricular - ¿Cómo estás? – abrió sin miramiento el sobre para sacar el pergamino con la letra de Elizabeth y agregó de forma distraída porque estaba leyendo un – Deberías traer un día a tu hijo a casa de mi madre, tiene una cría de oso – era su forma indirecta de preguntar por la criatura pero estaba frunciendo el ceño demasiado con la lectura para formular la pregunta tal cual.
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Te juro que esto no es raro
Ni se sobresaltó asustada por sentir que alguien llegaba y se plantaba a su lado ni le puso a Adair cara de sorpresa por no haberlo visto en mil años cuando se dio cuenta que era él. Tan solo sonrió a medias, sin apartar la vista del dibujo medio comenzado que tenía en el pergamino. Eso sí, se rió cuando le quitó uno de los audífonos para poder escuchar lo que sonaba.
- Si, claro, sírvete, anda, nada más no me lo dejes todo grasiento por favor, yo no se hace cuanto que no te limpias las orejas. -
Exageraba, vamos, no iba a quedarse tan tranquila si sospechara que en realidad eso de compartir aparatitos con él pudiera resultar anti higiénico. Le dio un golpecito con el codo cuando decía sobre que era buena música para tomar siestas y se rió con más ganas entonces. Sus gustos eran suyos por algo, y además estaba en su momento de relajación. Música para fiestas sería entonces.
- Haciendome la vaga, ¿y tú? ¿Ya estás recibiendo correo de fanáticas, Señor Joven Promesa del Quidditch? Nada más que no se entere tu novia. -
Es decir, que estaba bien. Tampoco lo que decía era una especie de velado reproche porque el muchacho estuviera pasando demasiado tiempo con su novia. Pues vamos, que para eso eras novio de alguien, para pasar tiempo con él. A ella para variar le daba gusto verlo tan contento y comprometido con una niña, aunque a Sofie Luttrell todavía no la conocía, pero ya eran ellos dos algo así como parejita popular en el campus, con todo y los rumores de lo que había pasado en el Samhain del que por supuesto no iba a preguntarle nada. Últimamente todo el mundo andaba de novio muy comprometido y enamorado. O refraseando, últimamente todos los chicos que entraban en un concepto de compromisofóbicos andaban de novios muy comprometidos y enamorados con chicas con las que, desde el punto de vista del espectador externo y entrometido, algo no encajaba bien. O hablaba por lo menos de Angus, Joe y hasta el amigo de ellos Malik. Por lo menos la tal Sofie tenía pinta de ser un poco más... accesible.
- ¿De oso? ¿¿Oso en serio?? ¿Peludo y regordete y todo? -
Ahh, claro que lo llevaría, porque obviamente confiaba en Amy y sus habilidades místicas de zoóloga, y eso de ver un oso bebé en vivo y a todo color no ocurría todos los días. Si era seguro para Thaddeus lo era para su Muppet también, y amén.
- ¿Qué lees tan concentrado? ¿Ya te están proponiendo matrimonio por carta o te empezaron a mandar bragas en el correo? -
Se mostró muy curiosa con lo que leí, para luego darle un mordisco a su emparedado y un sorbo a su refresco (el de Adair, no el propio, nada más por fastidiar un poco). No le preocupaba el quedar como metiche o lo que fuera, que a fin de cuentas estaba leyendo muy concentrado ahí pegadito a ella. Obvio que la curiosidad le iba a poder.
- Si, claro, sírvete, anda, nada más no me lo dejes todo grasiento por favor, yo no se hace cuanto que no te limpias las orejas. -
Exageraba, vamos, no iba a quedarse tan tranquila si sospechara que en realidad eso de compartir aparatitos con él pudiera resultar anti higiénico. Le dio un golpecito con el codo cuando decía sobre que era buena música para tomar siestas y se rió con más ganas entonces. Sus gustos eran suyos por algo, y además estaba en su momento de relajación. Música para fiestas sería entonces.
- Haciendome la vaga, ¿y tú? ¿Ya estás recibiendo correo de fanáticas, Señor Joven Promesa del Quidditch? Nada más que no se entere tu novia. -
Es decir, que estaba bien. Tampoco lo que decía era una especie de velado reproche porque el muchacho estuviera pasando demasiado tiempo con su novia. Pues vamos, que para eso eras novio de alguien, para pasar tiempo con él. A ella para variar le daba gusto verlo tan contento y comprometido con una niña, aunque a Sofie Luttrell todavía no la conocía, pero ya eran ellos dos algo así como parejita popular en el campus, con todo y los rumores de lo que había pasado en el Samhain del que por supuesto no iba a preguntarle nada. Últimamente todo el mundo andaba de novio muy comprometido y enamorado. O refraseando, últimamente todos los chicos que entraban en un concepto de compromisofóbicos andaban de novios muy comprometidos y enamorados con chicas con las que, desde el punto de vista del espectador externo y entrometido, algo no encajaba bien. O hablaba por lo menos de Angus, Joe y hasta el amigo de ellos Malik. Por lo menos la tal Sofie tenía pinta de ser un poco más... accesible.
- ¿De oso? ¿¿Oso en serio?? ¿Peludo y regordete y todo? -
Ahh, claro que lo llevaría, porque obviamente confiaba en Amy y sus habilidades místicas de zoóloga, y eso de ver un oso bebé en vivo y a todo color no ocurría todos los días. Si era seguro para Thaddeus lo era para su Muppet también, y amén.
- ¿Qué lees tan concentrado? ¿Ya te están proponiendo matrimonio por carta o te empezaron a mandar bragas en el correo? -
Se mostró muy curiosa con lo que leí, para luego darle un mordisco a su emparedado y un sorbo a su refresco (el de Adair, no el propio, nada más por fastidiar un poco). No le preocupaba el quedar como metiche o lo que fuera, que a fin de cuentas estaba leyendo muy concentrado ahí pegadito a ella. Obvio que la curiosidad le iba a poder.
Robin Hartmann- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 08/11/2012
Re: Te juro que esto no es raro
El oso preparado para enfrentar un ejercito de mortífagos que él mismo estaba entrenando en su tiempo libre aunque solía ser un mar de paciencia cuando Thaddeus se acercaba hasta él para agarrarle, literalmente, los cojones y tirar de ellos hasta que el animal se iba a refugiar en brazos de su madre adoptiva, gimoteando y escondiendo el rostro bajo sus zarpas. Terminó de leer la carta con un asentimiento de cabeza – Oso pardo. Creo que unos cazadores furtivos mataron a su madre y mi madre que no tiene dos dedos de frente, lo adoptó – miró la carta que tenía entre las manos, la dobló de nuevo para lanzarla encima del petate que descansaba un poco más adelante y puso las manos en su nuca antes de hablar.
- No, aún no llegaron las bragas aunque próximamente… las coleccionaré cual fetiche – sonrío de manera ladeada – era mi hermana, la pequeña que sigue en Hogwarts. Parece que tiene problemas con mi padre y su excesivo control. Quiere dejar el equipo de Quidditch – encogió los hombros, no sabía como él había aguantado aún la presión de tener la mirada inquisitiva de su padre todo el rato sobre su nuca en cuanto ponía un pie en el aire – me pide consejo como si yo fuera el mejor para eso – quitó una de las manos de la nuca para coger su bebida energética de nuevo y pegó un largo sorbo – Que hubiera escrito a Autumn – aunque iba a ayudarla, no sabía como pero si había pedido ayuda urgente no iba a dejarla de lado aunque ante todo el mundo pareciera como si a Adair le sudara.
- ¿Tu también sabes que tengo novia? – era una pregunta retórica pues ya sabía la respuesta de antemano. Estaba sorprendido de la rapidez con la cual las noticias sin importancia volaban como saetas de fuego por toda la universidad, extendiendo los rumores antes del parpadeo, claro que él tampoco se escondía por los rincones para una vez que elegía estar con alguien mejor hacerlo con todas las de la ley – ¿Sabes quien también tiene novia? Crawford – aún tenía cierto resquemor por todos los partidos que Joe había estado desconcentrado por parte de Robin, soltó el comentario solo por picar a la muchacha aunque sabía de sobras que aquella relación ya estaba superada aunque hubiera un niño de por medio – Ahora viene el mejor chiste: las dos niñas ricas, sangre puras y casualidades del mundo, amigas. – un poco más de mejunje energetico antes de seguir – y no, no las busquemos juntos. ¿Qué dibujas? - estiró la mano para intentar coger con dos dedos el dibujo.
- No, aún no llegaron las bragas aunque próximamente… las coleccionaré cual fetiche – sonrío de manera ladeada – era mi hermana, la pequeña que sigue en Hogwarts. Parece que tiene problemas con mi padre y su excesivo control. Quiere dejar el equipo de Quidditch – encogió los hombros, no sabía como él había aguantado aún la presión de tener la mirada inquisitiva de su padre todo el rato sobre su nuca en cuanto ponía un pie en el aire – me pide consejo como si yo fuera el mejor para eso – quitó una de las manos de la nuca para coger su bebida energética de nuevo y pegó un largo sorbo – Que hubiera escrito a Autumn – aunque iba a ayudarla, no sabía como pero si había pedido ayuda urgente no iba a dejarla de lado aunque ante todo el mundo pareciera como si a Adair le sudara.
- ¿Tu también sabes que tengo novia? – era una pregunta retórica pues ya sabía la respuesta de antemano. Estaba sorprendido de la rapidez con la cual las noticias sin importancia volaban como saetas de fuego por toda la universidad, extendiendo los rumores antes del parpadeo, claro que él tampoco se escondía por los rincones para una vez que elegía estar con alguien mejor hacerlo con todas las de la ley – ¿Sabes quien también tiene novia? Crawford – aún tenía cierto resquemor por todos los partidos que Joe había estado desconcentrado por parte de Robin, soltó el comentario solo por picar a la muchacha aunque sabía de sobras que aquella relación ya estaba superada aunque hubiera un niño de por medio – Ahora viene el mejor chiste: las dos niñas ricas, sangre puras y casualidades del mundo, amigas. – un poco más de mejunje energetico antes de seguir – y no, no las busquemos juntos. ¿Qué dibujas? - estiró la mano para intentar coger con dos dedos el dibujo.
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
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