Plantas y mierdas

Adnan simplemente se encogió de hombros mirando a su compañero. A él, personalmente, no le parecía un desperdicio de tiempo el hecho de ir a comprar ingredientes. Aprovecharía para pillar un par de cosas más que necesitaba para sus propias pociones, con Stall no le importaba comprar determinadas cosas, sobre todo porque él sabía de sobra la mierda que se metía al cuerpo (compañeros de habitación desde hacía unos pocos años) y nunca había dado muestras de importarle en demasía si lo hacía o no. Vamos, que él no iba a empezar con el rollo moralista sobre que debía fumarse y que no, como otros hacía, fingiendo que el tabaco era menos droga que la coca, una gran mentira para Adnan.

-Supongo que si se podría hacer, el decano, cuando quiere, es permisivo – lo dijo simplemente porque a él lo había dejado volver a la facultad aún cuando pareció arder en ira y furia cuando lo vio en la cafetería con aquella pelea… pero mira, no iba a ponerse a hacerle la pelota, él ni siquiera sabía si realmente había sido cosa de él o de alguien más, como suponía - lo que deberían de hacer en realidad es poner aquí una puta tienda en condiciones - se quejaba mientras cumplimentaba su parte del papeleo - es un rollo tener que estar apareciéndote en la otra punta del país cada vez que mandan algo un poco fuera de la línea, y sobre todo, cuando se necesita algo para fines personales, ahí ya, olvídate de que lo tengan.

Después de haberse aparecido y darse cuenta de que ni siquiera estaba ahí el puto ingrediente ambos salieron con las manos vacías de la tienda. No iba a comprar nada si ahora tenían que ir a otra parte a buscarlo, joder.

- Supongo que lo que tenemos que hacer es mandar a la mierda las tiendas convencionales y buscar alguna un poco menos legal para encontrarlo – él se refería a ir al mercado negro a buscarlo, pero bueno, la solución que planteaba Draken también podría ser interesante, al menos en gran medida, porque si no se equivocaba esa planta solo crecía rodeada de otras plantas mágicas de las que poder absorber ciertas cosas, así que quizás hasta encontraban algo curioso e interesante para usar en un futuro no muy lejano -aunque supongo que podríamos hacer lo que tú dices primero, buscamos y si ya no encontramos vamos a mi plan, así con suerte nos ahorramos un buen pastón.

Y ahí estaba el segundo motivo por el cual le pareció más interesante, el dineral que se ahorraría y quizás con algo de suerte podrían revender algo de lo encontrado entre compañeros que no hubieran podido salir o no la encontrasen.

- Creo saber porque zonas podríamos encontrarla, pero mejor nos aseguramos ¿hay por aquí alguna biblioteca? ¿o en la librería esa dejarán mirar libros sin comprarlos? Porque es una gilipollez, tengo un ejemplar en la habitación donde viene todo de estas plantas, pero como vuelva pierdo el día…

Lo que decía él sí que era cierto, podrían ponerse a mirar y dar con el libro adecuado y si el librero les decía algo lo mandarían al carajo, no pensaba que fueran a tener problemas reales con ello, vamos, como que a él se la sudaba si un tipo viejo les miraba un poquito peor o un poquito mejor… le era totalmente indiferente.
Pero al ver como él se había puesto a rebuscar en vete a saber qué tipo de bolsa que llevaba siempre colgada frenó el paso. En ese momento de su vida cualquier tipo de ahorro le venía a bien, sobre todo después del pastizal que se había dejado en el puto cumpleaños de su novia, debió ser un poco más preventivo y no gastar tanto porque ahora venía estando bien pillado de pasta.

En el rostro del egipcio se había dibujado una sonrisa amplia, de modo que el metamorfomago se dedicaba a ir por la vida cargado de libros de pociones y otras cosas similares pero ni sabía que podría haber en dichos libros. Oyó lo dijo sobre el granate y él mismo se inclinó a cogerlo, queriendo acelerar aquello lo más posible. Con un poco de suerte antes de volver a la escuela podría encontrarse con Ayyûb.
Se puso a ojear el libro, ignorando las quejas del inglés, no le interesaba en absoluto lo que dijera si no es que de pronto encontraba lo que buscaba, el egipcio era hombre de poca paciencia y sentía que el otro con tanta queja escondida entre gruñidos podría acabar con la misma.

- Aquí está.

Fue escueto en su anotación pero era bastante como para el otro muchacho se inclinara sobre el libro que él estaba mirando y Adnan se lo mostró, venía casi al final, en el anexo.

- No es muy concreto, en realidad acota bastante poco… - en ese momento estaba siendo él quien se quejaba sin más, pero bueno, como tampoco había dicho nada en voz alta el otro chico no tendría motivo para replicar - al parecer solo florece en zonas donde llueve mucho, supongo que toda la zona de Islandia cumple ese requisito - dijo haciendo mención obvia a la universidad. Quizá Immendorff había mandado comprar aquello para ver si eran capaces de encontrar ingredientes por ellos mismos - además pone que crece en zonas muy frondosas, quizás… oye… ¿y si resulta que puede crecer en el bosque de la facultad y por eso nos mandó buscarlo? – frunció el ceño, casi molesto por haber gastado el día (ahora si) en buscar algo que podrían conseguir por si mismos en las profundidades del bosque - o quizás si vamos a algún pantano boscoso también lo podamos encontrar… no sé, podemos empezar buscando en algún sitio de esos, de todas formas hay un conjuro para encontrar plantas, sabiendo el nombre no debería ser del todo complicado.

No iba a dudar de sus palabras, si el chico decía que en la facultad no había sería cierto, sobre todo porque Stall era como un freak de los ingredientes. Se pasaba media vida recolectándolos y solo había que ver el puto maletín que tenía con todos ellos organizados y el armario y toda esa mierda. Adnan, lo de buscar ingredientes, lo hacía por pura necesidad, Draken, a veces por placer.
Asintió a sus palabras, a aquellas de que fueran a un lugar poco explotado, estaba más que claro que si la tienda aquella no lo tenía sería porque se había consumido demasiado en los últimos tiempos y a la vez porque habían pasado un verano muy seco en aquella parte de Reino Unido, seco sobre todo comparando con como era el resto de los años.

En cuanto oyó la palabra glaciar a Adnan se le abrieron mucho los ojos ¿Cómo coño iban a ir a un glaciar? Para ir a alguna parte apareciéndose debían conocer el sitio y él no se conocía ninguno y dudaba que Draken sí. ¿Qué clase de loco iba…? Vale, en cuanto oyó sus palabras supo que ÉL era esa clase de loco. Suspiró y asintió, si él sabía dónde ir… pero claro, ni modo, ni tiempo a decirle que vale. Era un puto cabrón ¿y si resultaba que él no quería ir?

Frunció el ceño y sintió como trastabillaba al llegar, ser remolcado durante una aparición no era nada agradable. Miró al chico mientras hablaba.

- Estás jodidamente loco Stall.

Miró a su alrededor, lo había dicho por el simple hecho de que, joder, se encontraban en un lugar que al parecer contenía bastante magia en si mismo, él había dicho antes que eso aparecía y desaparecía según sus propios antojos, y cogía y los hacía aparecer allí ¿y si no estaba? Podrían haber caído al agua helada que habría bajo la superficie todo eso.

- Mira, te voy a perdonar que me hayas remolcado hasta aquí simplemente porque acabo de ver algo que me gustó.

Sonrió y segundo y abandonó a su amigo y compañero para acercarse a una de esas… lágrimas heladas que caían entre las plantas, la olisqueó un poquito y sonrió, en una de ellas estaba lo que le llamó la atención, una especie de musgo que solo crecía sobre agua, muy raro porque necesitaba lugar sólido con agua constante, como paredes de cascadas y cosas así.

- Esto es una mina… anda, busca tu lo de la clase mientras veo como coger esto, que ni mis cosas traigo.

Por supuesto, no tenía frascos, ni nada, no había salido para hacer esas cosas, carajo.

Notó como Stall se acercó a él, a donde estaba más bien, seguramente llamado por la curiosidad de ver que cojones había ido a mirar con tantas ganas, pero es que ni tiempo le había dado a decirle nada porque en cuanto lo vio tuvo la necesidad de ir a constatar que realmente era eso lo que él quería, desde hacía tanto tiempo. Era un liquen un tanto… alucinógeno.

Se giró para ver que le estaba diciendo que cogiera, eran frascos, y guantes y… su mala cara habitual, suspiró con resignación ¿Qué esperaba? ¿Qué le montara una fiesta? En parte lo haría solo porque, joder, llevaba buscando aquello como una eternidad y de pronto estaba ahí, pero por otras parte Draken debería saber de sobra lo seco que era con casi todo el mundo.

- Gracias - le dijo en voz más bien alta cuando lo vio separándose de él. Tampoco tenía la urgente necesidad de ir a darle un abrazo de agradecimiento, y suponía que Stall tampoco. Se giró de nuevo hacía la plantita y tocando el hielo sintió, incluso a través de los guantes lo frío que estaba, y la escueta capa de agua helada que corría sobre su superficie y de la cual se alimentaba el musgo aquel. Raspó un poco, como buenamente pudo, con lo que sería la uña y dejó que trocitos de la planta se desprendieran dentro del frasco, al ver que no podría coger mucho más se giró para buscar más en otras sin éxito y entonces decidió seguir al metamorfomago, para que no se quejara demasiado por no haber tenido ayuda.

- Parece que tienes miedo de pisar una mierda, Stall – dijo burlándose un poco, tras, al haber corrido un poquito, haberle dado alcance. Allí olía fatal así que suponía que Draken habría encontrado el lugar adecuado para hallar la maldita planta - escogiste un buen lugar, supongo que podría ser yo quien cogiera la flor y la cubriera, para, compensar supongo…

Ahora si estaba mostrándose agradecido a su manera. Preparó la varita en la mano por si les aparecía algo poco simpático por allí y empezó a escrutar con la mirada en el momento en el que la varita de Draken dio señas de que ya estaban en el lugar. Vio un pequeño conjunto de plantas, había algo que podría parecer una mandrágora aunque dudaba que lo fuera y tras eso estaba el capullo de la fétida flor. Sería mejor que no se abriera o desearían no haber empezado la búsqueda.

- Creo que está ahí detrás. En el libro ponía algo así como que si se corta solo el capullo de manera rápida no puede abrirse y soltar toda la pestilencia… lo que necesitamos es la raíz, una para ti, otra para mi, así que, podría hacer el corte y levitar la parte pestilente de la flor mientras tu coges la raíz, o como prefieras.

Draken pensaba exactamente como él. También se le había ocurrido lo de revender las plantas, si es que cogían más de las que expresamente necesitaban para uso personal o la clase de pociones. Adnan de pronto pensó que con un poco de suerte podrían replantar aquello, pero claro, dar las condiciones adecuadas (mucha agua, muchas plantas…) era difícil, aunque tampoco es que le apeteciera cuidar una planta que olía así de mal. Ni de coña.

- ¿Tanto frío tienes? Y eso que te has criado en Inglaterra… te recuerdo que yo vengo de Egipto - lo dijo más en broma que en serio pero él no se reía. La verdad es que había pasado media vida en el Londres más muggle de todos y la otra media en Durmstrang por lo que no tenía sentido decir que venía del desierto, pues allí solo había pasado largos y calurosos veranos… pero daba igual, la cosa era reírse un poquito de él, o incluso picarle - supongo que nos vendría bien coger más de la cuenta, nos repartimos las ganancias a medias y ya – era una forma de decirle que sí, que cogiera todo lo que pudiera en lo que él alejaba aquella cosa fétida de ambos, porque si la dejaba ahí terminarían muriendo del asco - prepárate, no sé si lo del corte funcionará en serio.

Puso mueca de auténtico asco y apuntó con la varita a la planta, agachándose hasta poder apuntar más bien a la parte baja del capullo, aplicando un hechizo “corte” aprendido en los muchos años de herbología que llevaba, y en cuanto el hechizo funcionó realizó un wingardium leviosa para mantenerla en alto, un par de pétalos se abrieron dejando salir un poco de mal olor, pero no tanto como debería, al parecer había medio funcionado aquello del corte rápido.

- ¿Pasará algo si la tiro lejos? – la mantenía en alto, lo más alejada posible de si mismo y de Draken dentro de los límites de aquel sencillo conjuro, había pensado en simplemente lanzarla muy lejos, pero no sabía si sería peor o si atraería a posibles animales o qué.

Moría de ganas de hacer algún otro conjuro para hacer que aquella pestilencia desapareciera, sabía que no había forma, no al aire libre como estaban, pero joder, es que aquel olor iba a matarlos del todo y encima Drake le pedía que no se pusiera a tirarla por si acaso. Él solo observaba, si no quería que la planta se cayera al suelo y por lo tanto volviera a plantar raíces (si, el capullo podía volver a auto replantarse, así de pro resultaba ser) hasta el momento en el que vio como el otro chico se levantaba rápidamente.
Asintió a lo que él le dijo, sabía que soltaría la fetidez en cuanto la soltara.

- Puedes si quieres alejarte un poco mientras lo bajo y suelto, yo lo haré, todo lo que el conjuro me permita – mientras le decía aquello había ido retrocediendo despacio, viendo a la vez como Draken también se alejaba algo más rápido que él, seguramente queriendo salvar su olfato de una muerte segura. Adnan, para evitar que el conjuro se rompiera de golpe por irse lejos, fue bajando la planta hasta dejarla a centímetros del suelo y ya sí que se alejó corriendo, aún varita en alto.

Aún con todo lo lejos que se pudieron poner cuando la planta soltó el mal olor a ambos les llegó, seguramente impregnando un poco sus ropas incluso, y Adnan lo supo en el momento en el que vio como una nube tono marrón (un tanto densa para ser puro gas) le llegaba hasta las pantorrillas, por suerte, al estar lejos, solo fue hasta ahí y no más alto.

- Creo que apestaremos queramos o no… eso o nos quitamos los pantalones y los ponemos a quemar en cualquier rincón.

Su expresión era de asco total, tanto como podría ser, había olido cosas peores y a veces incluso hecho, pero joder, ahora le tocaría convivir con ese mal olor por horas, lo sabía.

- Dime que al menos podremos conseguir algo más útil por la zona, y yo no sé tú, pero pienso irme del alcance de esta nube que tiene que ser hasta tóxico.

Dicho eso comenzó a correr hasta que dejó de ver la humeante nube cobriza que adornaba el suelo gracias a la planta.

- Pues menos mal que no fue donde antes… porque hostia, espero que esa flor no la cultive nadie, yo no lo soportaría, creo – le dijo aquello según empezaba a seguir sus pasos, dirigiéndose a la zona donde el chico decía haber encontrado algo que podría resultar útil - ¿Qué viste? Dices que tenía pinta de algo útil pero ¿no lo conocías?

Se le hacía incluso raro que Draken no reconociera una planta que pudiera ser utilizable, le llamó la atención porque quizás no era una planta conocida pero si podía tener aspecto de algo curioso o quizás parecerse a algo o cualquier chorrada así y por eso él podría querer verla un poco mejor.

Adnan se encogió de hombros con su pregunta, iba a ir a comprar a la tienda un par de ingredientes pero eran todos artificiales, en realidad con el musgo que había encontrado iría más que feliz, eso con un poquito de disolvente en pociones, y algún que otro ingrediente extra que le ayudara a hacerlo más manejable (mentalmente hablando) le ayudaría a empezar su pequeña desintoxicación personal, contaba como droga, pero era tan natural que no producía sensación de dependencia por lo que era un buen sustituto temporal.

- No venía buscando nada especial pero eso que dices suena bien, no tengo plumas de esas y nunca se sabe cuando serán necesarias, además, creo que hay un tipo de piedra que podría haber por aquí ¿estamos en zona montañosa, no? Digo… es… azul. Linarita, es un mineral y pues, hay tan pocos que no se suele extraer para vender, quizás encuentre algo por pura suerte, nunca se sabe. Si se hace polvo da tono azul a las pociones y sirve como neutralizante de los ácidos – se lo explicó porque no era algo muy utilizado, él lo había descubierto haciendo tonterías con las pociones.

Seguían caminando y buscando mientras el chico hablaba, ya casi estaban de nuevo en la zona a la que llegaron.

Se preguntaba si Draken sabría que era aquello que él había pillado pero tan solo lo fingía ignorar por compañerismo o si realmente no sabía lo que era y con tal de no preguntar (para no quedar como tonto) no le preguntaba. Fuera como fuera a él le venía bien, no le agradaba hablar de esas cosas, de lo que ingería y lo que no, menos aún tener que compartirlo cuando tenía tan poca cantidad, pero a él, si se lo pedía podría darle un poco, al fin y al cabo era un alucinógeno bastante bueno, más aún después de ser tratado, claro.

Cuando Draken le señaló cuales eran él las reconoció por fotos pero realmente nunca las había usado, no modo reconocible, pues ni sabía cómo se llamaba, igual en alguna poción, como polvos, o vete a saber…

- ¿Las quieres para vender? Pensaba que te hacían falta o algo… aunque bueno, la tienda de ingredientes está cada vez más vacía así que no les vendrá mal y a mi no me viene mal el dinero así que te echaré una mano en cogerlas.

Él no sentía vergüenza ni pudor por decir que le hacía falta el dinero, si que se había criado en un ambiente de opulencia y sabía que los buenos magos, los de buena familia, solían ser gente de dinero y con buenos fondos en los bancos, grandes casas y ni decir de sus egos, pero joder, él se sabía buen mago, puro, con ideales perfectos, no necesitaba presumir de dinero ni de educación teniendo lo demás. Había casi desconectado durante su explicación de usos pero su cerebro reaccionó muy rápido cuando oyó que se trataba de ingrediente para drogas. Casi se regañó a sí mismo y suspiró, también era natura ¿no? Podría probar y si no enganchaba usarla como la otra, para ayudarse en la terapia o algo así.

- Si quieres tu aplicas el corte con magia y yo las cazo al vuelo, no es algo que se me dé mal, y si veo que va a caer hago un accio o algo así – se encogió de hombros y le pidió, por supuesto, un recipiente mayor para poder guardarlas, un frasquito como el de antes no le serviría y en cuanto se la dio se preparó para jugar a cazar flores, esperando a que su compañero empezara con el trabajo de cortarlas.

Casi se podía decir que aquello era divertido. Tenía que esperar a que el metamorfomago hiciera el corte, calcular donde caería y poner el frasco para no tener que ensuciar más los guantes cogiendo flores que además no sabía como de nocivas serían para la piel.
Alguna se le cayó al suelo pero no las recogió hasta que no estuvo el frasco casi lleno y siendo llenado de esa forma. El trabajo en equipo resultaba mucho menos arduo de lo que habría resultado de estar solo, pues el simple hecho de tener dos varitas (o en esta caso varita y brazos) para hacer aquello hacía que hubieran tardado la mitad de lo normal y aún así tuvieran suficientes como para disponer de una buena cantidad para uso personal y también para lucrarse, y al parecer ambos estaban muy interesados en este último punto.

Aún sentía toda la curiosidad del mundo por saber de la bolsa que el chico llevaba siempre colgada. Le preguntaría más tarde cuando no estuviera totalmente abstraído mirando a ver si podían conseguir algo más de por allí.

- [color=NavyBlue]Mira - si que había oído todo lo que había dicho, pero él no estaba preocupado por responder cortésmente si no por ahorrarle tiempo al muchacho ya que no tenía muy buen aspecto y estaba bastante pálido, por frío, seguramente - creo que te refieres a ese tipo de arbustos. Voy a echar un vistazo y nos largamos ya.

Dicho aquello se acercó, notando como el metamorfomago iba tras él, seguramente con la intención de encontrar él también alguna pluma o cosa parecida. Eran arbustos altos de frutitos rojos, seguramente de los que se alimentaban los pájaros y por eso mismo Adnan se dedicó a mirar y rebuscar bien, encontrando no una pluma, sino varias, bastantes a decir verdad. Sacó de entre las ramas unas siete, bastante grandes.

- Mira, no hace falta que te agaches a buscar porque no hay más – se le habían rasgado un poco las mangas pero no tanto como para decir que estaba muy roto, en un rato haría un reparo y listo - te cedo la mitad, así no mueres de frío y podemos ir a tomarnos algo caliente al caldero chorreante, antes de volver a la escuela, sobre todo porque prefiero llegar apestando a taberna que hacerlo oliendo… así.

Dejó que el metamorfomago le arreglara la manga del chaleco solo porque él tenía las manos llenas en ese momento. Salir de esa forma de vez en cuando no estaba mal del todo, el aire libre era liberador (valga la redundancia) y buscar cosas útiles le hacía sentir que realmente estaba utilizando bien su tiempo y no perdiéndolo en cualquier tontería digna de un yonki, sí, en cierto modo aquella tontería le hacía sentir bien consigo mismo.

Dejó que asomara una media sonrisa en su rostro ante el comentario de la alarma, era un exagerado pero realmente sí que apestaban y los dos igualmente, así que no tendrían modo de pasar desapercibidos por los pasillos, en absoluto. Dejó que él guardara las plumas, como todo, y sin más lo vio desapareciera, no le preocupaba que pudiera querer quedarse con todo lo que habían pillado, al fin y al cabo dormían en la misma habitación, no había forma de que realmente ese chico pudiera “escapar” de él si es que hacía alguna tontería como sería aquello.

Él también se apareció sin tardar demasiado, era una pena no tener ni puta idea de donde estaba ese lugar para poder aparecerse allí, ya le preguntaría a Draken. Cuando llegó vio que el muchacho estaba a unos pasos de él, se acercó y le hizo un gesto para entrar, no tenía ganas de quedarse en la calle, si no de tomarse una… cerveza, si, solo una cerveza.

-Estar de excursión por la montaña me dio sed y algo de hambre, así que vamos – entró él primero y allí dentro apenas si se notaba su pestilencia el olor a alcohol y comida frita llenaba el local de una manera dulce (para él, al menos en ese instante) - nos sentamos aquí mismo ¿no?

Esperó su aceptación y no tardó en coger asiento en una mesa apartada de la barra, por si tenían que hablar de algo más o cualquier mierda así.

-Tendrás que decirme la localización exacta de ese sitio, me gustaría poder volver allí alguna otra vez y es un poco complicado sin saber dónde está.

Le gustó el dato de que Draken no fuera “avaricioso” con sus lugares, o sea, él no tenía porque compartirle aquella información, podría joderlo y no decírselo, pero al parecer no le importaba en realidad, era un buen tipo.
El egipcio se había quitado la capa nada más entrar y la tenía en la mesa contigua, lo suficientemente cerca como para no perderla de vista. Por supuesto él también pidió cerveza, eso y algo para picar, unas patatas especialidad de la casa, por supuesto las dejaría a compartir, se le había abierto el apetito pero dudaba mucho que pudiera con un plato de la dimensión de los que solían poner en ese lugar.

- Si, además yo aquí no tengo lugar donde guardar nada y preferiría no perder estas cosas – dicho aquello cogió su cerveza (recién aparecida) y al ver como su compañero se encendió un cigarro él mismo sacó una caja del bolsillo de la capa y con rapidez y pericia se lio uno propio, volviendo a guardarlo todo - no te ofrecí, pues ya tienes, pero puedes coger tantas patatas como quieras - dijo aquello haciendo referencia al cigarro, el cual fumaba apaciblemente.

Él mismo, tras una calada, se metió una patata en la boca y tras eso un trago a la cerveza y se quedó mirando a su compañero.

- ¿Que cojones ese tu bolsa? Digo… es de esas que solo puedes usar tu y no tiene fondo ¿o cómo? Porque me intriga muchísimo, te veo sacar de todo siempre.

Era una forma de hablar de algo, pues en realidad una vez salían del tema que tenían en común, pociones, ingredientes y demás, ya se quedaba sin tener ni puta idea de que podría decirle a aquel tipo, no es que hubieran compartido grandes cosas ni muchísimas salidas o algo así.

Asintió a sus palabras, al parecer Draken de niño se había aburrido y puesto a inventar cosas que ya existían pero personalizadas para él y su disfrute personal, como el puto conjuro de la puta puerta que tantas veces los había hecho discutir porque al tipo se le antojaba quedarse dentro haciendo vete a saber que hostias con sus amigos y él no tenía modo de entrar a su habitación.
Pero claro, por muchas discusiones que tuvieran siempre tendían a volver a llevarse bien, y ahora, tras oír aquello de la bolsa pareció quedar satisfecho, era un buen truco, mejor que el usual, porque eso de que solo uno pueda meter y sacar cosas, pues era un poco coñazo cuando tenías que darla algo a otro y demás.

Cogió la bolsa, mirando el fondo y en cuanto metió la mano lo tocó, el fondo, no había nada.

- Esto puede llegar a resulta realmente útil, sobre todo a nivel de que te puedan robar, supongo que… – se le cortaron las palabras cuando de pronto pudo meter medio brazo allí y a palpo notó las cosas que habían metido hacía un momento. No toqueteo demasiado las cosas y sacó la mano, ahora que sabía de lo que iba no tenía mucho más que hacer que mirarla y devolverla – supongo que en algún momento de mi vida te pediré que me hagas una igual, si es que te acuerdas. Porque tiene pinta de ser viejísima. Por supuesto, te pagaría por ello.

No bromeaba, sino que más bien al contrario, iba totalmente en serio, no quería ir por ahí con una bolsa colgada todo el día, pero sí que quería poder llevar a todas partes su kit de pociones, el maletín con el caldero portátil, los ingredientes básicos, instrumentos y sobre todo la parte en la que tenía mil y una pociones distintas (o algo así). Quería uno, joder. Era muy útil poder llevarlo siempre encima.

- Pareces un puto maniático del orden - ahora reía con lo último que dijo, tomó un poco de cerveza y un par de patatas más, aquel chico era una puta caja de sorpresas en cuanto a hechizos y cosas útiles - ¿Cuánto querrías por una mierda como esa? Realmente me parece jodidamente útil.