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Rumbo Sur
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Rumbo Sur
Como la primera vez que habíamos salido, quedé de ver a Milena cerca del Caldero Chorreante, la entrada (o salida) muggle del callejón Diagon, por que la había invitado a casa, aunque no sería precisamente parecido a una invitación formal a cenar y a sentarse frente a los padres a ser interrogado. Para empezar, no había padres, sólo Tahira, y ella no cocinaba y rara vez se sentaba a comer en una mesa mirándole las caras a otros. Todo el estilo de vida de la que era mi madre pero no tenía ese título salido de mis labios, era bastante incompatible con el estilo de vida de cualquier otro.
Me sentía jodidamente culpable. Primero que nada, por haberla hecho enojar luego de que me invitara a la carrera de no sé qué a Dubai con el Marqués de los mil diablos y sus corte de lamebotas o algo así. Estuve a nada de decirle eso, o más bien sólo había usado sinónimos y habíamos terminado muy enojados.
Pero ese, la verdad, era el menor de mis problemas. Si estaba hecho un novio dócil y complaciente era por el detalle de haber estado con una de sus mejores amigas. No quería pensar que la mejor, más bien quería pensar que se odiaban en secreto o algo así, pero sólo estaba siendo autocomplaciente o intentaba mitigar lo mal que había estado (y que estaba) enredarme con Pearl bajo todo el contexto. Además, estaba Joe y en eso tampoco quería pensar. Ya había tenido una buena dósis de insomnio que traté de equilibrar con un porro, y no resultó del todo mal. Así que ahí estaba, siendo el peor novio del mundo, compensando con agasajos la culpabilidad que me provocaba estarle siendo infiel.
Si no salimos juntos de la Universidad fue por que tuve que entregar algunos pergaminos después de que ella quedara libre y nuestros horarios no coincidieron del todo hasta la hora de nuestra cita. Estaba sospechando que mi hogar familiar, si así podía llamarlo, iba a parecerle grotesco, pero tenía que darle ese voto de confianza. Y relajarme un poco, después de todo. Pasar un buen día dedicado a ella seguro me iba a sacar de la cabeza todo lo demás, Pearl iría con Joe y todos dejaríamos los errores del pasado ahí, en el pasado. Y seríamos felices para siempre, claro.
Estaba fumándome un cigarrillo mientras la esperaba, y tenía guardado en el bolsillo algo que le había comprado, ayudado por Peach por que yo mismo no tenía la menor idea de qué regalar cuando tenía que volver a poner a Milena contenta luego de decirle de su ghetto de ricos. Y claro, para expiar mi culpa de la manera más baja posible, pero eso no lo sabía nadie. Me había gastado una buena cantidad de libras en Covent Garden para comprarle eso que, según Peach, era lindo y esforzado pero sin parecer demasiado. Pues bueno, eso sería.
Me sentía jodidamente culpable. Primero que nada, por haberla hecho enojar luego de que me invitara a la carrera de no sé qué a Dubai con el Marqués de los mil diablos y sus corte de lamebotas o algo así. Estuve a nada de decirle eso, o más bien sólo había usado sinónimos y habíamos terminado muy enojados.
Pero ese, la verdad, era el menor de mis problemas. Si estaba hecho un novio dócil y complaciente era por el detalle de haber estado con una de sus mejores amigas. No quería pensar que la mejor, más bien quería pensar que se odiaban en secreto o algo así, pero sólo estaba siendo autocomplaciente o intentaba mitigar lo mal que había estado (y que estaba) enredarme con Pearl bajo todo el contexto. Además, estaba Joe y en eso tampoco quería pensar. Ya había tenido una buena dósis de insomnio que traté de equilibrar con un porro, y no resultó del todo mal. Así que ahí estaba, siendo el peor novio del mundo, compensando con agasajos la culpabilidad que me provocaba estarle siendo infiel.
Si no salimos juntos de la Universidad fue por que tuve que entregar algunos pergaminos después de que ella quedara libre y nuestros horarios no coincidieron del todo hasta la hora de nuestra cita. Estaba sospechando que mi hogar familiar, si así podía llamarlo, iba a parecerle grotesco, pero tenía que darle ese voto de confianza. Y relajarme un poco, después de todo. Pasar un buen día dedicado a ella seguro me iba a sacar de la cabeza todo lo demás, Pearl iría con Joe y todos dejaríamos los errores del pasado ahí, en el pasado. Y seríamos felices para siempre, claro.
Estaba fumándome un cigarrillo mientras la esperaba, y tenía guardado en el bolsillo algo que le había comprado, ayudado por Peach por que yo mismo no tenía la menor idea de qué regalar cuando tenía que volver a poner a Milena contenta luego de decirle de su ghetto de ricos. Y claro, para expiar mi culpa de la manera más baja posible, pero eso no lo sabía nadie. Me había gastado una buena cantidad de libras en Covent Garden para comprarle eso que, según Peach, era lindo y esforzado pero sin parecer demasiado. Pues bueno, eso sería.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: Rumbo Sur
Con Milena ocurrían dos cosas. La primera de ellas, que el enojo a causa de la discusión no era algo que le hubiera pasado así como así, y se quedara contenta y en paz con la misma rapidez en que había escalado todo, por mucho vodka y muchas distracciones en las que se hubiera volcado para mejor ya no pensar en eso, era una espinita que iba a traer clavada por varios días de la manera más irracional y caprichosa de todas, pero se conocía y sabía que así iba a ser.
La segunda situación con la que lidiaba era que justo se sentía tremendamente culpable por sus reacciones, que por mucho que se conociera y por mucho que tratara de no alterarse demasiado, tarde o temprano el enojo se le terminaba saliendo de las manos. Odiaba terminar gritando como arpía histérica con la que no se podía razonar y se sentía horrible consigo misma después de que eso pasaba, porque racionalmente sabía que era dada a exagerar y eso no estaba bien, pero visceralmente el sentimiento le ganaba. Y todo eso terminaba en que, según Milena, en el fondo era una ridícula horrible y tocaba a ella disculparse. Incluso había temido que después de la discusión Karim decidiera dejar las cosas así. Porque haberle dicho medio broma medio en serio que tenía pésimo genio cuando se molestaba no era lo mismo a mostrárselo así, tal cual era, y se sentía insegura en cuanto a que por mucho que peleara consigo misma y tratara de poner de su parte, lo de la sangre veela no terminaba de justificar sus exabruptos. Porque no, no daba su brazo a torcer con que lo de Karim había sido un berrinche muy injusto, pero sí, ella también había sobre actuado.
¿Que si sospechaba que ahí había algo más ocurriendo además de diferencias de opinión? Por supuesto que no. No había motivos para ello ni razones para desconfiar de nadie. Y que Karim la invitara a conocer a su madre era buena señal. Por eso claro que había dicho que sí al instante, y tampoco había pensado nada raro de quedar en verse frente al Caldero Chorreante que al final se había entretenido comprando algunas cosas en lo que daba la hora que habían acordado.
No se había arreglado demasiado, sino que se quedó tal cual salió de clases. Iba un poco nerviosa, no lo iba a negar, ¿y qué si Tahira también pensaba que era una clasista de decadentes pantomimas elitistas y de esa idea no la podía sacar? Había comprado una botella de vino élfico cuya etiqueta estaba en cirílico. La llevaba cargando en una bolsa de uno de tantos locales en Diagon, que era de pésima educación llegar de visita con las manos vacías, o por lo menos así era en su país, que hasta nombre especial tenían para el invitado desconsiderado.
Lo vio ahí esperándola y sin titubear ni tardarse más se acercó a él por detrás para abrazarlo y pegar el pecho a su espalda mientras lo rodeaba por la cintura. Pues claro, después de histeriquearse se volvía dócil y cariñosa porque no quería que pensaran mal de ella. Le besó el cuello y apoyó la barbilla sobre su hombro, sonriendo y sin importarle quien les viera en plena demostración de afecto público, como hacía dentro de la universidad y seguiría haciendo. Como si nunca se hubieran peleado y nada hubiera pasado. - Yaaaa, deja el cigarrillo y voltéate para poder besarte. -
La segunda situación con la que lidiaba era que justo se sentía tremendamente culpable por sus reacciones, que por mucho que se conociera y por mucho que tratara de no alterarse demasiado, tarde o temprano el enojo se le terminaba saliendo de las manos. Odiaba terminar gritando como arpía histérica con la que no se podía razonar y se sentía horrible consigo misma después de que eso pasaba, porque racionalmente sabía que era dada a exagerar y eso no estaba bien, pero visceralmente el sentimiento le ganaba. Y todo eso terminaba en que, según Milena, en el fondo era una ridícula horrible y tocaba a ella disculparse. Incluso había temido que después de la discusión Karim decidiera dejar las cosas así. Porque haberle dicho medio broma medio en serio que tenía pésimo genio cuando se molestaba no era lo mismo a mostrárselo así, tal cual era, y se sentía insegura en cuanto a que por mucho que peleara consigo misma y tratara de poner de su parte, lo de la sangre veela no terminaba de justificar sus exabruptos. Porque no, no daba su brazo a torcer con que lo de Karim había sido un berrinche muy injusto, pero sí, ella también había sobre actuado.
¿Que si sospechaba que ahí había algo más ocurriendo además de diferencias de opinión? Por supuesto que no. No había motivos para ello ni razones para desconfiar de nadie. Y que Karim la invitara a conocer a su madre era buena señal. Por eso claro que había dicho que sí al instante, y tampoco había pensado nada raro de quedar en verse frente al Caldero Chorreante que al final se había entretenido comprando algunas cosas en lo que daba la hora que habían acordado.
No se había arreglado demasiado, sino que se quedó tal cual salió de clases. Iba un poco nerviosa, no lo iba a negar, ¿y qué si Tahira también pensaba que era una clasista de decadentes pantomimas elitistas y de esa idea no la podía sacar? Había comprado una botella de vino élfico cuya etiqueta estaba en cirílico. La llevaba cargando en una bolsa de uno de tantos locales en Diagon, que era de pésima educación llegar de visita con las manos vacías, o por lo menos así era en su país, que hasta nombre especial tenían para el invitado desconsiderado.
Lo vio ahí esperándola y sin titubear ni tardarse más se acercó a él por detrás para abrazarlo y pegar el pecho a su espalda mientras lo rodeaba por la cintura. Pues claro, después de histeriquearse se volvía dócil y cariñosa porque no quería que pensaran mal de ella. Le besó el cuello y apoyó la barbilla sobre su hombro, sonriendo y sin importarle quien les viera en plena demostración de afecto público, como hacía dentro de la universidad y seguiría haciendo. Como si nunca se hubieran peleado y nada hubiera pasado. - Yaaaa, deja el cigarrillo y voltéate para poder besarte. -
Milena Nikonova- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 16/09/2012
Re: Rumbo Sur
Si supiera que Milena se estaba sintiendo culpable por haberse molestado me hubiera sentido la pus de las cloacas infectas de aguas negras, algo así de bajo. Lo único que rescataba eso era mi bendita ignorancia por esa situación, y también la suya por lo que yo había estado haciendo con Pearl. Por cierto, no es que lo tuviera en la mente en ese momento, tenía la intención de pasar un buen día con Milena y eso fue justo lo que llenó mi mente en cuanto la vi, o mejor dicho en cuanto la sentí por que no es que hubiera llegado directo frente a mi.
Llevaba un vestido que se pegaba a todo su cuerpo y se veía preciosa, lo supe cuando me di la vuelta y dejé el cigarrillo a un lado aunque seguía prendido. No me gustaba besar inmediatamente después de estar fumando pero no quedaba remedio, y tuve que atacar sus labios con más ganas, como si no la hubiera visto en meses. Qué podía decir, era preciosa, era adorable, una novia como pocas. Y aún así le estaba haciendo una putada, pero tenía la mejor intención de enmendarme y de intentar ser un buen novio para ella, sin tener en la mente el detalle de la infidelidad. Ese pequeño detalle.
-Tengo sabor a cigarrillo
Se lo dije entre besos, me dieron igual los magos ancianos que nos miraban mal y hasta bajé una mano a su trasero sin mucha discreción. Me daba gusto que no pareciera muy enojada por el berrinche estúpido del asunto de Dubai y pensé en preguntarle qué tal había estado la carrera pero preferí no hacerlo a riesgo de que pensara que estaba siendo sarcástico. Tuve que tomar su mano y le di un beso en el dorso, antes de mirarla a los ojos.
-Perdóname, Mila. Me porté como un imbécil.
Yo me refería sólo a nuestra pequeña pelea pero sentí que también lo hacía por la otra gran razón en calidad de ultrasecreto, algo que sólo confesaría con veritaserum y una tortura de por medio. Le sonreí a medias y volví a besarla, antes de sacar de mi bolsillo la pequeña bolsa de terciopelo que me había costado un huevo, aunque Peach insistía en que era adecuado por que no daba la apariencia de ser algo ostentoso. Tampoco es que fuera una circonia de kilataje demencial ni nada, sólo algo bonito y no una baratija.
-Te compré algo. ¡Y espera! no es por que crea que lo resuelve todo, quería hacerlo desde antes. Te quiero ¿Eh?
Llevaba un vestido que se pegaba a todo su cuerpo y se veía preciosa, lo supe cuando me di la vuelta y dejé el cigarrillo a un lado aunque seguía prendido. No me gustaba besar inmediatamente después de estar fumando pero no quedaba remedio, y tuve que atacar sus labios con más ganas, como si no la hubiera visto en meses. Qué podía decir, era preciosa, era adorable, una novia como pocas. Y aún así le estaba haciendo una putada, pero tenía la mejor intención de enmendarme y de intentar ser un buen novio para ella, sin tener en la mente el detalle de la infidelidad. Ese pequeño detalle.
-Tengo sabor a cigarrillo
Se lo dije entre besos, me dieron igual los magos ancianos que nos miraban mal y hasta bajé una mano a su trasero sin mucha discreción. Me daba gusto que no pareciera muy enojada por el berrinche estúpido del asunto de Dubai y pensé en preguntarle qué tal había estado la carrera pero preferí no hacerlo a riesgo de que pensara que estaba siendo sarcástico. Tuve que tomar su mano y le di un beso en el dorso, antes de mirarla a los ojos.
-Perdóname, Mila. Me porté como un imbécil.
Yo me refería sólo a nuestra pequeña pelea pero sentí que también lo hacía por la otra gran razón en calidad de ultrasecreto, algo que sólo confesaría con veritaserum y una tortura de por medio. Le sonreí a medias y volví a besarla, antes de sacar de mi bolsillo la pequeña bolsa de terciopelo que me había costado un huevo, aunque Peach insistía en que era adecuado por que no daba la apariencia de ser algo ostentoso. Tampoco es que fuera una circonia de kilataje demencial ni nada, sólo algo bonito y no una baratija.
-Te compré algo. ¡Y espera! no es por que crea que lo resuelve todo, quería hacerlo desde antes. Te quiero ¿Eh?
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: Rumbo Sur
- ¿Me veo como que me importa? -
Le respondió entre besos, porque ni el regusto a tabaco iba a desalentarla para separarse de él ni aunque fuera un centímetro. No estaba esperando tanto entusiasmo de su parte en un beso ahí, en medio del callejón, cuando acababan de verse hacía cosa de nada en la universidad, pero no iba a ser ella quien mirara con malos ojos eso. Suponía que era cosa de la pelea, que como ella también estaba tratando de enmendar las cosas, pero no quería darle demasiadas vueltas al asunto. Simplemente se dejó llevar, metiendo los dedos en su cabello mientras se pegaba a él. Rio cuando bajó la mano hacia su trasero y antes de poner un poco de distancia, la necesaria para tomar aire, le dio un mordisco en los labios y tiró de este, mirándolo a los ojos.
Lo que le hizo cambiar los ánimos, porque irremediablemente tocar el tema, aunque fuera un roce superficial al que la disculpa hacía alusión, le provocaba una opresión incómoda en el pecho. Porque el gesto de besarle la mano era delicado y dulce, y ella se había portado de todo menos eso. Esbozó una tenue sonrisa y al tiempo que se pasaba un mechón tras la oreja, nerviosa, le tomó la mano con esa que le acababa de besar.
- Perdóname tú a mi. Pierdo la cabeza fácil con.... bueno, tonterías. -
Agachó la mirada un segundo, porque seguía sintiéndose horrible y culpable, una neurótica culpable dada al dramatismo, y por eso mejor le tomó el rostro entre las manos cuando la volvía a besar, queriendo tenerlo tan cerca como le fuera posible. Iba a enmendarse y mostrarle lo mucho que lo quería, que aunque estuviera algo loca y las cosas se le fueran de las manos no perdía de vista eso.
Abrió lo ojos sorprendida cuando le decía que le tenía algo, y se quedó con el "no debiste" en la boca. Alzó una ceja y lo miró con una media sonrisa antes de negar suavemente con la cabeza. A nadie iba a engañar si decía que no, que a ella no la habían malcriado con regalos o que no le gustaban que se los hicieran. Que la táctica del obsequio después de un desacuerdo se la sabía al derecho y al revés y sí, se aprovechaba de ella, pero por alguna razón no le supo del todo bien. Sin embargo no iba a cuestionarlo, sino que colocó una mano sobre su mejilla y lo besó como la (ingenua) enamorada que era.
- También te quiero, muchísimo, hippie testarudo. -
Tomó la bolsita y la abrió para sacar el collar que, por supuesto, le hizo sonreír. Lo volvió a besar para agradecerle pero no pudo enfocarse nada más en sus labios, sino que comenzó a repartirle besos desordenados por todo el rostro como si fuera un juego hasta terminar en su cuello. Le pidió que le ayudara a ponérselo, haciéndose todo el cabello a un costado para que fuera más fácil abrochar el seguro.
- Pues le compré vino a tu mamá, ruso, de verdad. Regalando licor como buena patriota. Y no, no es de reserva de rico elitista. - Se volteó un poco y le sacó la lengua, sonriéndole, decidida a tratar de tomárselo de la mejor manera posible, a no hacer más berrinche y a quitarle el aire de incomodidad al asunto porque no quería tratarlo con pinzas. Y vino, no vodka, porque sentía que quedaba un poco raro.
- ¿Nos vamos ya? ¡Si es en el autobús otra vez yo quiero pagar! -
Le respondió entre besos, porque ni el regusto a tabaco iba a desalentarla para separarse de él ni aunque fuera un centímetro. No estaba esperando tanto entusiasmo de su parte en un beso ahí, en medio del callejón, cuando acababan de verse hacía cosa de nada en la universidad, pero no iba a ser ella quien mirara con malos ojos eso. Suponía que era cosa de la pelea, que como ella también estaba tratando de enmendar las cosas, pero no quería darle demasiadas vueltas al asunto. Simplemente se dejó llevar, metiendo los dedos en su cabello mientras se pegaba a él. Rio cuando bajó la mano hacia su trasero y antes de poner un poco de distancia, la necesaria para tomar aire, le dio un mordisco en los labios y tiró de este, mirándolo a los ojos.
Lo que le hizo cambiar los ánimos, porque irremediablemente tocar el tema, aunque fuera un roce superficial al que la disculpa hacía alusión, le provocaba una opresión incómoda en el pecho. Porque el gesto de besarle la mano era delicado y dulce, y ella se había portado de todo menos eso. Esbozó una tenue sonrisa y al tiempo que se pasaba un mechón tras la oreja, nerviosa, le tomó la mano con esa que le acababa de besar.
- Perdóname tú a mi. Pierdo la cabeza fácil con.... bueno, tonterías. -
Agachó la mirada un segundo, porque seguía sintiéndose horrible y culpable, una neurótica culpable dada al dramatismo, y por eso mejor le tomó el rostro entre las manos cuando la volvía a besar, queriendo tenerlo tan cerca como le fuera posible. Iba a enmendarse y mostrarle lo mucho que lo quería, que aunque estuviera algo loca y las cosas se le fueran de las manos no perdía de vista eso.
Abrió lo ojos sorprendida cuando le decía que le tenía algo, y se quedó con el "no debiste" en la boca. Alzó una ceja y lo miró con una media sonrisa antes de negar suavemente con la cabeza. A nadie iba a engañar si decía que no, que a ella no la habían malcriado con regalos o que no le gustaban que se los hicieran. Que la táctica del obsequio después de un desacuerdo se la sabía al derecho y al revés y sí, se aprovechaba de ella, pero por alguna razón no le supo del todo bien. Sin embargo no iba a cuestionarlo, sino que colocó una mano sobre su mejilla y lo besó como la (ingenua) enamorada que era.
- También te quiero, muchísimo, hippie testarudo. -
Tomó la bolsita y la abrió para sacar el collar que, por supuesto, le hizo sonreír. Lo volvió a besar para agradecerle pero no pudo enfocarse nada más en sus labios, sino que comenzó a repartirle besos desordenados por todo el rostro como si fuera un juego hasta terminar en su cuello. Le pidió que le ayudara a ponérselo, haciéndose todo el cabello a un costado para que fuera más fácil abrochar el seguro.
- Pues le compré vino a tu mamá, ruso, de verdad. Regalando licor como buena patriota. Y no, no es de reserva de rico elitista. - Se volteó un poco y le sacó la lengua, sonriéndole, decidida a tratar de tomárselo de la mejor manera posible, a no hacer más berrinche y a quitarle el aire de incomodidad al asunto porque no quería tratarlo con pinzas. Y vino, no vodka, porque sentía que quedaba un poco raro.
- ¿Nos vamos ya? ¡Si es en el autobús otra vez yo quiero pagar! -
Milena Nikonova- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 16/09/2012
Re: Rumbo Sur
-Qué ¿De verdad? ¿De verdad te sientes mal por enojarte? Ya te dije que te ves adorable enfadada, y lo sostengo.
Pues no estaba mintiendo, claro que la quería. Las cosas que pasaban con ella no tenían que ver con ninguna otra cosa y hubiera sido infiel o no, me parecía absurdo que se sintiera culpable por haberse enojado. Yo me había portado como un idiota, y ella había reacciondo con naturalidad, punto. No sabía todavía qué clase de traumas acarreaba Milena respecto a su madre y el asunto de las vellas que yo seguia sin encontrar ni la mitad de grave de lo que a ella le parecía, pero así eran las cosas. Seguramente yo también magnificaba cosas que a los demás podrían parecerles nada, como el asuntito ese de tener principios de clase social.
Se le veía lindo el colgante, había valido la pena. No estaba comprando mi boleto al cielo, ya sabía que no funcionaba así, pero me agradaba la sensación de darle algo por que sí, y que la hiciera sonreír. Asentí como si le dijera que qué buena niña era al llevarle un presente a Tahira, con esas buenas costumbres que tenía de no llegar a casa de nadie con las manos vacías. La madre de Finnerty siempre le decía que hiciera lo mismo, pero rara vez le hacíamos caso, a menos que estuviéramos intentando quedar bien con alguien.
-Está bien, deja el tema o haré que leas Das Capital por la fuerza. Negué con la cabeza cuando preguntaba por el autobús. Llegar desde Westminster a Hounslow en autobus era básicamente una pesadilla de hora y media aproximadamente, Londres no era Hogsmeade y no se podía llegar en autobús a todos lados. Bueno, técnicamenet sí, pero involucraba perder mucho tiempo e ir sentados al lado de gente con olor de malo a pésimo, si teníamos suerte.
-Lamento decepcionarte, pero iremos en metro... aunque eso sigue tomando mucho tiempo. Podríamos aparecernos y ya, Hounslow es casa del diablo. Mira, antes que nada, te haré un par de advertencias: en esa casa hay mucha gente, no me preguntes quiénes son por que no los conozco a todos. También es su casa, así que de privacidad nos podremos olvidar y ... bueno, no sé, es un lugar impredecible. Hay como quince gatos, también. No serás alérgica ¿No?.
Pues no estaba mintiendo, claro que la quería. Las cosas que pasaban con ella no tenían que ver con ninguna otra cosa y hubiera sido infiel o no, me parecía absurdo que se sintiera culpable por haberse enojado. Yo me había portado como un idiota, y ella había reacciondo con naturalidad, punto. No sabía todavía qué clase de traumas acarreaba Milena respecto a su madre y el asunto de las vellas que yo seguia sin encontrar ni la mitad de grave de lo que a ella le parecía, pero así eran las cosas. Seguramente yo también magnificaba cosas que a los demás podrían parecerles nada, como el asuntito ese de tener principios de clase social.
Se le veía lindo el colgante, había valido la pena. No estaba comprando mi boleto al cielo, ya sabía que no funcionaba así, pero me agradaba la sensación de darle algo por que sí, y que la hiciera sonreír. Asentí como si le dijera que qué buena niña era al llevarle un presente a Tahira, con esas buenas costumbres que tenía de no llegar a casa de nadie con las manos vacías. La madre de Finnerty siempre le decía que hiciera lo mismo, pero rara vez le hacíamos caso, a menos que estuviéramos intentando quedar bien con alguien.
-Está bien, deja el tema o haré que leas Das Capital por la fuerza. Negué con la cabeza cuando preguntaba por el autobús. Llegar desde Westminster a Hounslow en autobus era básicamente una pesadilla de hora y media aproximadamente, Londres no era Hogsmeade y no se podía llegar en autobús a todos lados. Bueno, técnicamenet sí, pero involucraba perder mucho tiempo e ir sentados al lado de gente con olor de malo a pésimo, si teníamos suerte.
-Lamento decepcionarte, pero iremos en metro... aunque eso sigue tomando mucho tiempo. Podríamos aparecernos y ya, Hounslow es casa del diablo. Mira, antes que nada, te haré un par de advertencias: en esa casa hay mucha gente, no me preguntes quiénes son por que no los conozco a todos. También es su casa, así que de privacidad nos podremos olvidar y ... bueno, no sé, es un lugar impredecible. Hay como quince gatos, también. No serás alérgica ¿No?.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: Rumbo Sur
Que va, los traumas son justo eso porque resulta difícil dejarlos ir. Era algo intimidante y arraigado muy profundo dentro de ella pero en verdad que no quería ponerse a ahondar en eso justo ahora. Medio sonrió un poco avergonzada cuando le decía que le seguía pareciendo adorable aún y enfadada. En serio que esperaba que así fuera y no se lo dijera tan sólo porque sí, porque era más que probable que fuera a pasar muy a menudo. Daba igual, tenía la firme intención, como siempre, de seguir trabajando con ello y no dejar que el impulso le ganara.
Impulso como el de romper en carcajadas cuando le aseguraba que iba a ponerle a leer obligada si no dejaba el tema por la paz. - ¡Oye! Como que obligarme, yo lo leería. - Se encogió de hombros de manera casual. Por supuesto que en su vida había escuchado sobre Karl Marx, ni quien era o porque querría hacerla leerlo, pero no se cerraba ni siquiera en cuanto a sus opciones para literatura se referían, que seguía siendo practicante de aquella enorme curiosidad que le había llevado a acercarse a él en primer lugar.
- El metro es el tren bajo tierra, ¿verdad? Da igual, quiero pagar, nada más me dices como. -
Que lo que quería era involucrarse más con todo. Además, Aquila vivía ahora en ese mundo. Quería aprender a moverse en él, saber cuanto era un galeón en su dinero, qué hacer y cómo y sin dar la impresión de que acababan de sacarla de debajo de una roca en la que había estado escondida los últimos 20 años.
Lo escuchó muy atenta cuando empezaba a contarle sobre su casa. No tenía una idea muy concreta sobre qué encontrar, aunque fuera lo que fuera estaba ya segura que no iba a ser nada como lo que conocía en casa de sus amigos o de cualquiera de sus otros novios, porque él no era como ninguno de sus otros novios, y eso para ella estaba bien. Le hizo un gesto con la mano de que no se preocupara, no iba a escandalizarse - creía - ni correr asustada cuando llegaran. No podía ser un lugar tan malo si él había crecido ahí.
- O si quieres que nos aparezcamos nos aparecemos, no es problema. Y no, no soy alérgica a los gatos. Relájate, no va a pasar nada. ¿Saben ahí sobre la magia? Por saber y que no se me vaya la lengua, nada más. - Porque a menos que alguien supiera leer ruso ahí nadie iba a saber que el vino era de hechura élfica, así que eso no le preocupaba mucho. - ¿Nos vamos? - No sin antes besarlo una vez más, por supuesto, porque nunca era suficiente.
Impulso como el de romper en carcajadas cuando le aseguraba que iba a ponerle a leer obligada si no dejaba el tema por la paz. - ¡Oye! Como que obligarme, yo lo leería. - Se encogió de hombros de manera casual. Por supuesto que en su vida había escuchado sobre Karl Marx, ni quien era o porque querría hacerla leerlo, pero no se cerraba ni siquiera en cuanto a sus opciones para literatura se referían, que seguía siendo practicante de aquella enorme curiosidad que le había llevado a acercarse a él en primer lugar.
- El metro es el tren bajo tierra, ¿verdad? Da igual, quiero pagar, nada más me dices como. -
Que lo que quería era involucrarse más con todo. Además, Aquila vivía ahora en ese mundo. Quería aprender a moverse en él, saber cuanto era un galeón en su dinero, qué hacer y cómo y sin dar la impresión de que acababan de sacarla de debajo de una roca en la que había estado escondida los últimos 20 años.
Lo escuchó muy atenta cuando empezaba a contarle sobre su casa. No tenía una idea muy concreta sobre qué encontrar, aunque fuera lo que fuera estaba ya segura que no iba a ser nada como lo que conocía en casa de sus amigos o de cualquiera de sus otros novios, porque él no era como ninguno de sus otros novios, y eso para ella estaba bien. Le hizo un gesto con la mano de que no se preocupara, no iba a escandalizarse - creía - ni correr asustada cuando llegaran. No podía ser un lugar tan malo si él había crecido ahí.
- O si quieres que nos aparezcamos nos aparecemos, no es problema. Y no, no soy alérgica a los gatos. Relájate, no va a pasar nada. ¿Saben ahí sobre la magia? Por saber y que no se me vaya la lengua, nada más. - Porque a menos que alguien supiera leer ruso ahí nadie iba a saber que el vino era de hechura élfica, así que eso no le preocupaba mucho. - ¿Nos vamos? - No sin antes besarlo una vez más, por supuesto, porque nunca era suficiente.
Milena Nikonova- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 16/09/2012
Re: Rumbo Sur
Me reí cuando la escuchaba insistir cone so de que quería pagar, cosa que seguramente no iba a dejar que hiciera, o tal vez sí, sólo por recordar que cuando iba con Tahira al mundo mágico antes de siquiera saberme mago también me gustaba que me dejara pagar con sickles y knuts, y tenía algunos guardados del primer año de Hogwarts, dándome igual que fueran exactamente las mismas monedas que traía en el bolsillo cuando necesitaba pagar con dinero mágico. Pasé un brazo por sus hombros y le di un beso en la mejilla.
-Sí, el tren bajo tierra, pero Hounslow es el fin del mundo, nos tomaría al menos una hora y un cuarto. Prefiero la magia a nuestro servicio, además es cerca del aeropuerto y a esta hora estará asqueroso.
Lo bueno era que seguíamos en Diagon y no había que cuidarse de la mirada de nadie para desaparecerse, así que la tomé de ambas manos e hice el conjuro. El metro no me parecía nada exótico, mucho menos en dirección a Heathrow en fin de semana, y preferí sacrificar la experiencia de entrar en el metro por una sana y rápida desaparición, aunque no fue directamente frente a casa sino fuera de la estación de Hounslow Central, la casa quedaba a unas calles de ahí y podíamos caminar. Hacía un día bueno, con sol y todo lo demás aunque la temperatura, como siempre en Londres, no fuera precisamente cálida, ni precisamente fría. En alguna película había escuchado que era el clima ideal para los taimados, nunca muy frío, pero nunca caliente, y siempre carente de sol. Salvo por ese día, teníamos suerte.
Estuvimos ahí y la besé tomándome un poco más de tiempo que antes, por alguna razón me gustaba besarla entre un montón de muggles desconocidos a los que le dabamos igual. No había nada especial en los alrededores de Hounslow Central, con sus cruces de calles, sus pubs malolientes y los tesco express en alguna esquina. Lo iba a notar, era una zona de inmigrantes bengalíes, indios y pakistaníes, se hacía muy evidente apenas avanzar unas calles.
-Oh, no estoy nervioso. Sólo es un lugar... particular. No sé si saben de magia por que no tengo ni idea de quién vaya a estar ahí ¿Sabes? A veces los conozco y a veces no, o a veces creí conocerlos y resulta ser que son otras personas y cosas parecidas; de todos modos cada quién estará en su asunto, no te van a mirar con lupa. Si lo hacen será sólo por que estás preciosa... más preciosa que otros días, ven acá.
La besé en un camellón antes de cruzar la calle y fui yo quien mordió un poco su labio inferior, la abracé por la cintura pegando su cuerpo al mío antes de sonreírle de nuevo y darle otro beso rápido, estaba guapísima, como siempre.
-Sí, el tren bajo tierra, pero Hounslow es el fin del mundo, nos tomaría al menos una hora y un cuarto. Prefiero la magia a nuestro servicio, además es cerca del aeropuerto y a esta hora estará asqueroso.
Lo bueno era que seguíamos en Diagon y no había que cuidarse de la mirada de nadie para desaparecerse, así que la tomé de ambas manos e hice el conjuro. El metro no me parecía nada exótico, mucho menos en dirección a Heathrow en fin de semana, y preferí sacrificar la experiencia de entrar en el metro por una sana y rápida desaparición, aunque no fue directamente frente a casa sino fuera de la estación de Hounslow Central, la casa quedaba a unas calles de ahí y podíamos caminar. Hacía un día bueno, con sol y todo lo demás aunque la temperatura, como siempre en Londres, no fuera precisamente cálida, ni precisamente fría. En alguna película había escuchado que era el clima ideal para los taimados, nunca muy frío, pero nunca caliente, y siempre carente de sol. Salvo por ese día, teníamos suerte.
Estuvimos ahí y la besé tomándome un poco más de tiempo que antes, por alguna razón me gustaba besarla entre un montón de muggles desconocidos a los que le dabamos igual. No había nada especial en los alrededores de Hounslow Central, con sus cruces de calles, sus pubs malolientes y los tesco express en alguna esquina. Lo iba a notar, era una zona de inmigrantes bengalíes, indios y pakistaníes, se hacía muy evidente apenas avanzar unas calles.
-Oh, no estoy nervioso. Sólo es un lugar... particular. No sé si saben de magia por que no tengo ni idea de quién vaya a estar ahí ¿Sabes? A veces los conozco y a veces no, o a veces creí conocerlos y resulta ser que son otras personas y cosas parecidas; de todos modos cada quién estará en su asunto, no te van a mirar con lupa. Si lo hacen será sólo por que estás preciosa... más preciosa que otros días, ven acá.
La besé en un camellón antes de cruzar la calle y fui yo quien mordió un poco su labio inferior, la abracé por la cintura pegando su cuerpo al mío antes de sonreírle de nuevo y darle otro beso rápido, estaba guapísima, como siempre.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: Rumbo Sur
- Pues entonces tomamos el metro a donde sea después. - Así, todo resuelto tan sencillo, porque era algo que en verdad tenía muchos deseos de hacer y no iba a quedarse conforme hasta pagar el boleto, subirse al vagón y trasladarse en él, aunque no tuviera nada realmente espectacular o no fuera a diferir mucho de un tren mágico salvo por el hecho de que por las ventanas lo único que iba a ver serían túneles y no paisajes (porque sí, sabía que se movían por túneles bien construidos, no cavernas de roca). Todo era parte de la experiencia.
Claro que si resultaba mejor opción el aparecerse no iba a renegar al respecto. Menos mal nunca había sido una de esas personas a las que la aparición les provocaba malestar. Tenía sus anécdotas al respecto, eso sí, que no es que sus primeros intentos en dominar el conjuro hubieran sido limpios y sin ningún inconveniente, como la vez que por alocarse apareciéndose por toda la casa había roto una ventana por un mal cálculo. Con la nariz. Rompió la ventana con la nariz. Y a ver cómo lo explicaba y quién se lo creía después, bendita magia que todo lo arreglaba.
Por alguna razón no se sintió nerviosa como quizá hubiera imaginado iba a estarlo en esa situación, y mejor que la sensación le durara. Sensación que, había que decirlo, quedaba relegada un par de niveles más abajo en su escala de prioridades cuando la besaba. Y seguía sin importarle en absoluto quien los mirara ni con qué intenciones, porque además de todo también encontraba bastante refrescante que ahí no fueran nada más que una pareja de esas que ponían incómodos a todo el mundo alrededor porque no se quitaban las manos de encima. Que si, en Brigantia hacían lo mismo, pero eso de ser material de escritura para El Escuchón incordiaba.
Caminaba con confianza a su lado, y aunque a él pudiera parecerle que no había nada en especial, Milena seguía bebiendo con la mirada todo lo que alcanzaba a ver, aunque cuidando de no pasarse de grosera si fijaba los ojos en alguien demasiado tiempo. Sentía también unas cuantas miradas encima, pero no era nada a lo que no estuviera habituada. No se sentía intimidada, no aún, aunque tal vez todo fuera porque aún no llegaban a su casa y no se topada de frente con el pequeñísimo detalle de conocer a su madre (Tahira, Milena. Tahira, no Señora Malik; había que recordarlo).
- ¿Es como una casa de huéspedes? - Porque era el referente más cercano que se le venía a la mente con la manera en que le explicaba como eran las cosas en su casa. Y le dio risa eso de que a veces hasta confundía a las personas que ahí vivían.
Cuando la besó de esa manera se estremeció un poco y no aguantó las ganas de deslizar los dedos debajo de su camisa, clara pero sin ser demasiado escandalosa, que no es que fuera a desnudarlo ahí a mitad de la calle. Sonrió cuando la atraía más hacia él, también cuando le mordió el labio, lo que le hizo mirarlo con aquel brillo tan característico en la mirada y que la delataba cuando su imaginación comenzaba a irse por otros rumbos.
- Pues mientras haya espacio poder follarte como a mí me de la gana no me importa si a ratos hay 50 personas en la habitación de al lado. - Eso se lo dijo sin dejar de sonreírle, acariciandole el pecho con los dedos antes de volver a besarlo, esta vez más rápido y con un matiz más de juego. - Oye, ¿y el vino está bien? A lo mejor debí traer algo más fuerte. Todavía me da curiosidad eso de como las duras calles de Hounslow te curtieron. - Se rio, porque no era algo de lo que una buena damita de sociedad se jactara y por eso según en qué compañías bebía como pajarito (ja), pero sabía aguantar su licor de buena manera. Y no, lo de la fiesta del Samhain no contaba, porque las bebidas estaban adulteradas.
Claro que si resultaba mejor opción el aparecerse no iba a renegar al respecto. Menos mal nunca había sido una de esas personas a las que la aparición les provocaba malestar. Tenía sus anécdotas al respecto, eso sí, que no es que sus primeros intentos en dominar el conjuro hubieran sido limpios y sin ningún inconveniente, como la vez que por alocarse apareciéndose por toda la casa había roto una ventana por un mal cálculo. Con la nariz. Rompió la ventana con la nariz. Y a ver cómo lo explicaba y quién se lo creía después, bendita magia que todo lo arreglaba.
Por alguna razón no se sintió nerviosa como quizá hubiera imaginado iba a estarlo en esa situación, y mejor que la sensación le durara. Sensación que, había que decirlo, quedaba relegada un par de niveles más abajo en su escala de prioridades cuando la besaba. Y seguía sin importarle en absoluto quien los mirara ni con qué intenciones, porque además de todo también encontraba bastante refrescante que ahí no fueran nada más que una pareja de esas que ponían incómodos a todo el mundo alrededor porque no se quitaban las manos de encima. Que si, en Brigantia hacían lo mismo, pero eso de ser material de escritura para El Escuchón incordiaba.
Caminaba con confianza a su lado, y aunque a él pudiera parecerle que no había nada en especial, Milena seguía bebiendo con la mirada todo lo que alcanzaba a ver, aunque cuidando de no pasarse de grosera si fijaba los ojos en alguien demasiado tiempo. Sentía también unas cuantas miradas encima, pero no era nada a lo que no estuviera habituada. No se sentía intimidada, no aún, aunque tal vez todo fuera porque aún no llegaban a su casa y no se topada de frente con el pequeñísimo detalle de conocer a su madre (Tahira, Milena. Tahira, no Señora Malik; había que recordarlo).
- ¿Es como una casa de huéspedes? - Porque era el referente más cercano que se le venía a la mente con la manera en que le explicaba como eran las cosas en su casa. Y le dio risa eso de que a veces hasta confundía a las personas que ahí vivían.
Cuando la besó de esa manera se estremeció un poco y no aguantó las ganas de deslizar los dedos debajo de su camisa, clara pero sin ser demasiado escandalosa, que no es que fuera a desnudarlo ahí a mitad de la calle. Sonrió cuando la atraía más hacia él, también cuando le mordió el labio, lo que le hizo mirarlo con aquel brillo tan característico en la mirada y que la delataba cuando su imaginación comenzaba a irse por otros rumbos.
- Pues mientras haya espacio poder follarte como a mí me de la gana no me importa si a ratos hay 50 personas en la habitación de al lado. - Eso se lo dijo sin dejar de sonreírle, acariciandole el pecho con los dedos antes de volver a besarlo, esta vez más rápido y con un matiz más de juego. - Oye, ¿y el vino está bien? A lo mejor debí traer algo más fuerte. Todavía me da curiosidad eso de como las duras calles de Hounslow te curtieron. - Se rio, porque no era algo de lo que una buena damita de sociedad se jactara y por eso según en qué compañías bebía como pajarito (ja), pero sabía aguantar su licor de buena manera. Y no, lo de la fiesta del Samhain no contaba, porque las bebidas estaban adulteradas.
Milena Nikonova- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 16/09/2012
Re: Rumbo Sur
Me sonreí al escuchar su comparativo por que la verdad era que no, no tenía mucho que ver con una casa de huéspedes, pero no me molestó que lo intentara. Era algo complicado de explicar incluso para un muggle por que en definitiva no era el estilo común de vida. Si le preguntaban, por ejemplo, a Miriam, qué significaba vivir en esa casa de locos, iba a responder que era un templo de la libertad en medio de una vida regulada por el consumismo, la mercantilización y el paternalismo gubernamental, esa clase de palabras que les encantaba decir, sólo cuando alguien que no estaba ahí siempre llegaba.
-No, realmente no. Es más bien como una... sociedad alternativa en miniatura. Entre ellos no existe la idea de "familia" como institución, ni de trabajo con horarios, nada de convenciones. Y como a muchos les gusta viajar e ir a donde las da la gana, pues vienen y van. Y bueno, no creas que Tahira es la dueña ni que es un negocio, es sólo que cree en el valor de la reciprocidad o algo así. En fin, ya lo verás.
Le sonreí después del beso, notando esa miradita suya que ya había aprendido a descifrar. La tomé de la mano una vez más para seguir caminando pensando que el vino era incluso excesivo; la verdad no tenía ni idea de lo que Tahira fuera o no a hacer ese día, sólo le había mencionado que llevaría a Milena ese día y me había dicho que estaba bien. Me temía que estuviera esperando una mesa puesta con cubertería ordenada y una conversaciónsobre qué hacía de bien con su vida. Era mejor así, quizás por esa razón no estaba nervioso de llevarla.
-¿Como a ti te de la gana? Debes tener algo muy sucio en mente.
Doblamos en una calle y en unos metros más estuvimos frente a la famosa casa. No era muy distinta a las que había a un lado, había muchas bicicletas y muchos gatos, el jardín era algo caótico por que había macetas con letreros por doquier y unos árboles enanos. La puerta siempre estaba abierta, literal y figuradamente. En la entrada había una chica de mediana edad hablándole a un bebé, a ella sí la conocía, así que la saludé, y pasé una mano por la cabeza apenas cubierta de cabello del niño. . Seguía llevándola de la mano hasta que entramos.
-Entra, ah... no sé si Tahira esté en casa. Da igual, vamos a la estancia.
Que curiosamente estaba sola. Tenía una gran alfombra, muchas almohadas, un solo sillón que no estaba dispuesto como si fuera una sala y libreros repletos. No quería pasarme todo el tiempo explicando ese lugar por que había terminado un poco harto de él, razón por la que había terminado huyendo al sillón de Finnerty. Me senté en una almohada cerca de la ventana para liar un porro y le hice una seña para que se sentara cerca de mi.
-No, realmente no. Es más bien como una... sociedad alternativa en miniatura. Entre ellos no existe la idea de "familia" como institución, ni de trabajo con horarios, nada de convenciones. Y como a muchos les gusta viajar e ir a donde las da la gana, pues vienen y van. Y bueno, no creas que Tahira es la dueña ni que es un negocio, es sólo que cree en el valor de la reciprocidad o algo así. En fin, ya lo verás.
Le sonreí después del beso, notando esa miradita suya que ya había aprendido a descifrar. La tomé de la mano una vez más para seguir caminando pensando que el vino era incluso excesivo; la verdad no tenía ni idea de lo que Tahira fuera o no a hacer ese día, sólo le había mencionado que llevaría a Milena ese día y me había dicho que estaba bien. Me temía que estuviera esperando una mesa puesta con cubertería ordenada y una conversaciónsobre qué hacía de bien con su vida. Era mejor así, quizás por esa razón no estaba nervioso de llevarla.
-¿Como a ti te de la gana? Debes tener algo muy sucio en mente.
Doblamos en una calle y en unos metros más estuvimos frente a la famosa casa. No era muy distinta a las que había a un lado, había muchas bicicletas y muchos gatos, el jardín era algo caótico por que había macetas con letreros por doquier y unos árboles enanos. La puerta siempre estaba abierta, literal y figuradamente. En la entrada había una chica de mediana edad hablándole a un bebé, a ella sí la conocía, así que la saludé, y pasé una mano por la cabeza apenas cubierta de cabello del niño. . Seguía llevándola de la mano hasta que entramos.
-Entra, ah... no sé si Tahira esté en casa. Da igual, vamos a la estancia.
Que curiosamente estaba sola. Tenía una gran alfombra, muchas almohadas, un solo sillón que no estaba dispuesto como si fuera una sala y libreros repletos. No quería pasarme todo el tiempo explicando ese lugar por que había terminado un poco harto de él, razón por la que había terminado huyendo al sillón de Finnerty. Me senté en una almohada cerca de la ventana para liar un porro y le hice una seña para que se sentara cerca de mi.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: Rumbo Sur
No dijo nada y se limitó a sonreír. Muy muy sucio, lo que se dijera escandaloso, probablemente no fuera. Sin fustas de cuero ni cera derretida o demás fetiches de aquellos que resultaban difíciles de compartir, pero qué iba a decir, la perspectiva de poder estar con él a solas sin tener que estar escabulléndose por ahí para evitar incidentes como el de Orlowsky era muy prometedora. Se sonrió inocente, cuando la realidad era muy distinta a esa. Ya se vería, por mientras estaba bien tomándolo de la mano y bajando por la calle hasta llegar a donde querían.
Y era cierto, en una primera impresión, la casa no parecía tener mucho de distinto contra todas las demás que había recorrido con la mirada por el camino. Las bicicletas le llamaron mucho la atención, pero más que ellas los gatos, y más que los gatos todavía, el jardín repleto de macetas en las que cada planta parecía ser más exótica que la anterior. Hizo un ruidito entre los labios por probar suerte y ver si conseguía que uno de los gatos se le acercaran, pero nada, porque el más cercano a ella parecía estar mucho más interesado en dormir bajo la luz del sol que milagrosamente brillaba ese día de noviembre. Y ahí se podía dar una idea de qué tanto movimiento había en ese lugar, que todos aquellos gatos parecían estar más que acostumbrados al ir y venir constante de gente, porque ninguno se había siquiera dignado bostezar cuando pasaba por entre ellos, así de habituados se veían a lo suyo.
Le sonrió a la mujer y también al bebé pero no se detuvo a conversar, por más curiosidad que sintiera y muy bonito que estuviera el niño. Lo siguió hasta la estancia donde, había que decirlo, fue a gravitar primero que nada hacia los libreros.
- ¿Y todo esto es de ella, tuyo o de todos? -
"De todos", por la manera en que le comentaba se manejaban las cosas ahí. Dejó la botella de vino en donde la pareció más práctico y no tardó nada en irse a acomodar junto a él, arrodillada sobre otra almohada mientras miraba a través de la ventana. Esa atmósfera que había ahí distaba mucho de cualquier cosa que hubiera conocido, pero estaba decidida a aprender sobre todo y aquella experiencia no iba a ser la excepción.
- ¿Y si nos vamos a ver el musical que nunca pudimos después de comer y todo eso? ¡O llévame al futbol! Así como a Pearlie, quiero conocer a los Leones, porque soy fanática y son mi equipo. - Ingenua ella que no veía nada realmente amenazador en la amistad que tenían, porque confiaba ciegamente, más aún en ella con todos aquellos años de historia y de amistad que compartían. No sospechaba nada, aunque sí, le había dolido un poco que cuando se pusieron de acuerdo para aquella salida sin ella. Con las ganas que tenía de conocer...
Se acomodó en la almohada y se acercó a él para recargar la cabeza en su hombro mientras liaba el cigarrillo. Detalles como ese serían los que harían que su padre amenazara con encerrarla en la torre más alta que pudiera encontrar, pero a ella le tenía sin cuidado. Besó su cuello, lentamente, acariciandolo después apenas con un roce de sus labios.
- ¿Me vas a dar o te haces el interesante nada más? -
Y era cierto, en una primera impresión, la casa no parecía tener mucho de distinto contra todas las demás que había recorrido con la mirada por el camino. Las bicicletas le llamaron mucho la atención, pero más que ellas los gatos, y más que los gatos todavía, el jardín repleto de macetas en las que cada planta parecía ser más exótica que la anterior. Hizo un ruidito entre los labios por probar suerte y ver si conseguía que uno de los gatos se le acercaran, pero nada, porque el más cercano a ella parecía estar mucho más interesado en dormir bajo la luz del sol que milagrosamente brillaba ese día de noviembre. Y ahí se podía dar una idea de qué tanto movimiento había en ese lugar, que todos aquellos gatos parecían estar más que acostumbrados al ir y venir constante de gente, porque ninguno se había siquiera dignado bostezar cuando pasaba por entre ellos, así de habituados se veían a lo suyo.
Le sonrió a la mujer y también al bebé pero no se detuvo a conversar, por más curiosidad que sintiera y muy bonito que estuviera el niño. Lo siguió hasta la estancia donde, había que decirlo, fue a gravitar primero que nada hacia los libreros.
- ¿Y todo esto es de ella, tuyo o de todos? -
"De todos", por la manera en que le comentaba se manejaban las cosas ahí. Dejó la botella de vino en donde la pareció más práctico y no tardó nada en irse a acomodar junto a él, arrodillada sobre otra almohada mientras miraba a través de la ventana. Esa atmósfera que había ahí distaba mucho de cualquier cosa que hubiera conocido, pero estaba decidida a aprender sobre todo y aquella experiencia no iba a ser la excepción.
- ¿Y si nos vamos a ver el musical que nunca pudimos después de comer y todo eso? ¡O llévame al futbol! Así como a Pearlie, quiero conocer a los Leones, porque soy fanática y son mi equipo. - Ingenua ella que no veía nada realmente amenazador en la amistad que tenían, porque confiaba ciegamente, más aún en ella con todos aquellos años de historia y de amistad que compartían. No sospechaba nada, aunque sí, le había dolido un poco que cuando se pusieron de acuerdo para aquella salida sin ella. Con las ganas que tenía de conocer...
Se acomodó en la almohada y se acercó a él para recargar la cabeza en su hombro mientras liaba el cigarrillo. Detalles como ese serían los que harían que su padre amenazara con encerrarla en la torre más alta que pudiera encontrar, pero a ella le tenía sin cuidado. Besó su cuello, lentamente, acariciandolo después apenas con un roce de sus labios.
- ¿Me vas a dar o te haces el interesante nada más? -
Milena Nikonova- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 16/09/2012
Re: Rumbo Sur
Una natural manera de mantener la supuesta indiferencia sobre lo que pasaba con Pearl y conmigo era no exagerar en reacciones, aunque el hecho de que lo mencionara, y lo hiciera precisamente respecto a ese día me hacía sentir una mierda, aunque me iba a esforzar por no arruinarnos el momento. Si estaba teniendo el descaro de acostarme con una amiga suya, no iba a echarme a llorar de culpabilidad con su sola mención. Tenía que ser cauteloso, pero sobre todo, normal. ¿Qué más normal habría que disculparse con ella por no haberla invitado al fútbol?
-Ahh discúlpame, pensé que ibas a estar ocupada con las evaluaciones de fin de mes, tan linda y responsable que eres. Pearl ya conoció este lugar también, creo que lo que más le gustó fueron los gatos. ¿Y sabes qué, cariño? Creo que algún hincha del Millwall te hubiera robado para hacerte dos o tres hijos- mejor decir la verdad antes que tener que disimular al doble si acaso Miriam llegaba y soltaba alguna cosa como "¿Y la otra chica?" por que la creía muy capaz. Mejor que fuera así, limpio y sin secretos, aunque claro, con muchas verdades a medias.
Le di un beso en el cabello cuando se recargaba en mi hombro y sonreí un poco al sentir sus besos en el cuello, queriendo comérmela en ese momento pero teníamos la suerte de no tener prisa alguna ese día.-Pero te llevaré, te tomarás algunas cervezas y cantarás... nobody likes us, we don't care, nobody likes us, we are Millwalll... Si dejaba de cantar era por que la besaba con calma, imposible no hacerlo teniéndola así de cerca, y lo único que hizo que me separara fue que me había pedido del porro que liaba. Seguramente al señor Nikonov no le agradaría en absoluto que en una supuesta reunión con mi madre (qué incómodo llamarla así) resultaba que estaba liando porros en una estancia donde ni siquiera había dónde sentarse como la gente decente. Me dio curiosidad saber si acaso ella le había comentado algo, de mi, en general.
En ese instante me sentí un poco extraño al respecto, pensando que quizás Mila tomaba eso menos en serio de lo que pensaba y ahí estaba yo pensando que estaba loca de enamorada. Yo la quería, seguía enloqueciéndome sólo mirarla y pasaba buenos ratos con ella, ingredientes más que suficientes para afirmar que nos iba bien, pero nada realmente daba cuenta de lo que el otro pensaba. Me estaba poniendo estúpidamente paranoico y sin razones, aunque lo que yo hacía con Pearl, lo sostenía, no tenía nada que ver en lo que ocurría ahí, en ese momento. Le acerqué el porro sin encender y tuve que incorporarme un poco para darle fuego.
-Tenemos toda la tarde ¿A dónde quieres ir? lo del musical tengo que planearlo, mover mis conexiones, ya sabes... ¿Entonces? ¿Lanzarte al vacío desde Tower Bridge y desaparecer antes de matarte? Lo hice una vez con Finnerty, hace años. Oye ¿Qué dice tu padre de todo esto? Lo he visto por ahí y he tenido qué ser casi indiferente, eso está mal...
-Ahh discúlpame, pensé que ibas a estar ocupada con las evaluaciones de fin de mes, tan linda y responsable que eres. Pearl ya conoció este lugar también, creo que lo que más le gustó fueron los gatos. ¿Y sabes qué, cariño? Creo que algún hincha del Millwall te hubiera robado para hacerte dos o tres hijos- mejor decir la verdad antes que tener que disimular al doble si acaso Miriam llegaba y soltaba alguna cosa como "¿Y la otra chica?" por que la creía muy capaz. Mejor que fuera así, limpio y sin secretos, aunque claro, con muchas verdades a medias.
Le di un beso en el cabello cuando se recargaba en mi hombro y sonreí un poco al sentir sus besos en el cuello, queriendo comérmela en ese momento pero teníamos la suerte de no tener prisa alguna ese día.-Pero te llevaré, te tomarás algunas cervezas y cantarás... nobody likes us, we don't care, nobody likes us, we are Millwalll... Si dejaba de cantar era por que la besaba con calma, imposible no hacerlo teniéndola así de cerca, y lo único que hizo que me separara fue que me había pedido del porro que liaba. Seguramente al señor Nikonov no le agradaría en absoluto que en una supuesta reunión con mi madre (qué incómodo llamarla así) resultaba que estaba liando porros en una estancia donde ni siquiera había dónde sentarse como la gente decente. Me dio curiosidad saber si acaso ella le había comentado algo, de mi, en general.
En ese instante me sentí un poco extraño al respecto, pensando que quizás Mila tomaba eso menos en serio de lo que pensaba y ahí estaba yo pensando que estaba loca de enamorada. Yo la quería, seguía enloqueciéndome sólo mirarla y pasaba buenos ratos con ella, ingredientes más que suficientes para afirmar que nos iba bien, pero nada realmente daba cuenta de lo que el otro pensaba. Me estaba poniendo estúpidamente paranoico y sin razones, aunque lo que yo hacía con Pearl, lo sostenía, no tenía nada que ver en lo que ocurría ahí, en ese momento. Le acerqué el porro sin encender y tuve que incorporarme un poco para darle fuego.
-Tenemos toda la tarde ¿A dónde quieres ir? lo del musical tengo que planearlo, mover mis conexiones, ya sabes... ¿Entonces? ¿Lanzarte al vacío desde Tower Bridge y desaparecer antes de matarte? Lo hice una vez con Finnerty, hace años. Oye ¿Qué dice tu padre de todo esto? Lo he visto por ahí y he tenido qué ser casi indiferente, eso está mal...
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: Rumbo Sur
Se pasó los dedos por el cabello. Ni caso tenía el ahondar más en el asunto porque a fin de cuentas ya había pasado hacía varios días, aún antes del fiasco con las carreras en Dubai. Y era extraño, porque por un lado no estaba acostumbrada a eso de consultar con sus novios todos los horarios y los planes. Cuando tenía ganas de hacer algo sola o que no los involucraba a ellos lo hacía sin más, y por lo mismo correspondía de la misma manera. Que si él se hubiera ido a ver el partido con Angus y Joseph solos y no vuelto hasta tres días después por la borrachera compartida pues era cosa suya. Pero Pearlie era su amiga, y ella quería conocer el fútbol. Aún y si hubiera estado enterrada de trabajo hubiera dicho que sí de haberle preguntado si quería ir.
En fin. Se encogió un poco de hombros y hasta se rio con lo de que hubieran intentado robarla. - Ah, pero ningún hincha del Milwall se ha llevado picotazos de semiveela. Eso te lo puedo hasta apostar. - Ya, como si realmente pudiera ser peligrosa hasta ese punto. Sonrió cuando le besó el cabello y cerró los ojos. Incluso comenzó a seguirlo en la canción al Milwall, de manera muy torpe porque obviamente no conocía ni la tonada ni la letra. - Nobody likes us, we don't care, nobody... se oye muy raro si lo canto yo, ¿verdad? We are Millwall... - Porque si además del desconocimiento de la melodía le sumaba su acento lo que resultaba era de lo más peculiar.
Metió los dedos a su cabello cuando la besaba de esa manera, tomándose todo el tiempo del mundo en la manera en que sus labios se acoplaban y tomaba la iniciativa de explorar su boca con la misma calma, como si quisiera alargar ese momento lo más que pudiera. Le sonrió apenas se separaron, pero nunca dejó de recargarse en su hombro, ni siquiera cuando le entregaba el cigarrillo y se lo encendía. Ni qué decir que la primera vez que había probado uno había sido con él.
- ¿Cómo? ¿Lo dices en serio? ¿Se puede hacer eso? - Y ni idea de cuál era el Tower Bridge pero se escuchaba como la cosa más emocionante para hacer que pudiera ocurrírsele. No había contemplado que la conversación iba a girar hacia su familia ni sabía el cómo había hilado pensamientos hasta llegar ahí. Dio la primera calada al cigarrillo y se lo pasó a él, soltando el humo después.
- Bueno, sigue sin estar muy convencido. No lo dice tal cual pero creo que de hecho estaba esperando conocerte en... las carreras. - Porque bueno, en definitiva era un ambiente de menos presión que una cena en toda la extensión de la palabra con, entonces sí, toda la cubertería extendida y la más tensa de las formalidades. - Le dije que no habías podido ir porque Tahira te había necesitado aquí ese día. - Nada de decirle que se habían peleado, y peor, el por qué, que entonces sí todo lo que llevaba hablando con él para hacerlo ceder un poco se habría ido por la coladera. - Pero creo que madre y yo lo estamos ablandando a la idea. Ella también quiere conocerte, de tanto que le hablo de ti dice que te oyes como alguien interesante. - La palabra exacta había sido "entretenido", pero su madre, bueno, era un caso especial.
Se levantó de su almohada pero tan solo para irse a acomodar en sus piernas, dejando un muslo a cada uno de sus costados y viéndolo de frente. Le enlazó los brazos al cuello y lo miró a los ojos. - Aunque la verdad si le parece o no eso es cosa de él. Yo tengo muy claro que quiero estar contigo, así que si te lo topas salúdalo. Ya lyublyu tebya, león. ¿Qué tal se oye? Te lo digo en francés si quieres. - Y decirlo en voz alta, intimidaba al mismo tiempo que resultaba increíble, aunque él no entendiera ruso. Apoyó su frente a la de él y lo besó lentamente, disfrutando de esa calma de no tener que estar al pendiente del reloj y sus caprichos. Porque sí, la verdad era que ella estaba loca de enamorada.
En fin. Se encogió un poco de hombros y hasta se rio con lo de que hubieran intentado robarla. - Ah, pero ningún hincha del Milwall se ha llevado picotazos de semiveela. Eso te lo puedo hasta apostar. - Ya, como si realmente pudiera ser peligrosa hasta ese punto. Sonrió cuando le besó el cabello y cerró los ojos. Incluso comenzó a seguirlo en la canción al Milwall, de manera muy torpe porque obviamente no conocía ni la tonada ni la letra. - Nobody likes us, we don't care, nobody... se oye muy raro si lo canto yo, ¿verdad? We are Millwall... - Porque si además del desconocimiento de la melodía le sumaba su acento lo que resultaba era de lo más peculiar.
Metió los dedos a su cabello cuando la besaba de esa manera, tomándose todo el tiempo del mundo en la manera en que sus labios se acoplaban y tomaba la iniciativa de explorar su boca con la misma calma, como si quisiera alargar ese momento lo más que pudiera. Le sonrió apenas se separaron, pero nunca dejó de recargarse en su hombro, ni siquiera cuando le entregaba el cigarrillo y se lo encendía. Ni qué decir que la primera vez que había probado uno había sido con él.
- ¿Cómo? ¿Lo dices en serio? ¿Se puede hacer eso? - Y ni idea de cuál era el Tower Bridge pero se escuchaba como la cosa más emocionante para hacer que pudiera ocurrírsele. No había contemplado que la conversación iba a girar hacia su familia ni sabía el cómo había hilado pensamientos hasta llegar ahí. Dio la primera calada al cigarrillo y se lo pasó a él, soltando el humo después.
- Bueno, sigue sin estar muy convencido. No lo dice tal cual pero creo que de hecho estaba esperando conocerte en... las carreras. - Porque bueno, en definitiva era un ambiente de menos presión que una cena en toda la extensión de la palabra con, entonces sí, toda la cubertería extendida y la más tensa de las formalidades. - Le dije que no habías podido ir porque Tahira te había necesitado aquí ese día. - Nada de decirle que se habían peleado, y peor, el por qué, que entonces sí todo lo que llevaba hablando con él para hacerlo ceder un poco se habría ido por la coladera. - Pero creo que madre y yo lo estamos ablandando a la idea. Ella también quiere conocerte, de tanto que le hablo de ti dice que te oyes como alguien interesante. - La palabra exacta había sido "entretenido", pero su madre, bueno, era un caso especial.
Se levantó de su almohada pero tan solo para irse a acomodar en sus piernas, dejando un muslo a cada uno de sus costados y viéndolo de frente. Le enlazó los brazos al cuello y lo miró a los ojos. - Aunque la verdad si le parece o no eso es cosa de él. Yo tengo muy claro que quiero estar contigo, así que si te lo topas salúdalo. Ya lyublyu tebya, león. ¿Qué tal se oye? Te lo digo en francés si quieres. - Y decirlo en voz alta, intimidaba al mismo tiempo que resultaba increíble, aunque él no entendiera ruso. Apoyó su frente a la de él y lo besó lentamente, disfrutando de esa calma de no tener que estar al pendiente del reloj y sus caprichos. Porque sí, la verdad era que ella estaba loca de enamorada.
Milena Nikonova- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 16/09/2012
Re: Rumbo Sur
-Se escucha jodidamente sexy, pajarito. Dios, qué bien te queda ese vestido... ¿Lo hiciste a propósito, verdad?
Alcancé a besarla antes de que le diera una calada al porro y la miré con la estúpida admiración con que siempre la había visto aunque se pensara que era cínico al respecto. Pues no, seguía pensando que era demasiado suertudo con esa chica cerca de mi morreándome y queriéndome y andando por la vida de mi mano. Sonreí cuando se entusiasmaba con la idea suicida del Tower Bridge, yo tenía siglos sin hacerlo pero seguían dándome ganas de hacer esas tonterías; también se me ocurría meternos al palacio de Buckingham, o a la National Gallery a follar frente a un cuadro de Stubbs. Recibí el porro y le di una calada mucho más generosa que la de ella, siendo un experto fumeta, claro.
-Pues le hubieras dicho la verdad, cariño. Que hay cosas que yo no haré, por que sería como traicionar la manera en que me educaron ¿Sabes?. No te lo estoy diciendo como un insulto velado, ni para creerme mejor que nadie, pero hay cosas que tengo muy claras, como mis ideales. Si vas a estar conmigo, ten claro que si lo creo, lo puedo decir frente a cualquiera.
Pues sí, era cierto. Así como jamás iría a un festejo de la corona inglesa aunque me prometieran tragos y comida gratis por que me parecía absurdo y decadente, no iría a esas fiestas en el mundo mágico sólo por tener novia de sociedad. Esas cosas me daban igual y yo no iba a prestarme a ninguna pantomima, Tahira no había pasado una vida educando a un hijo de extrema izquierda para salir con tonterías, por más enamorado que estuviera. Seguramente eso no le iba a gustar nada al señor Nikonov, pero qué decir, ser un mal yerno tenía su encanto alternativo. Le di un beso en los labios, y le guiñé un ojo. Había cosas que para mi no estaban abiertas a negociación, y esa era una de ellas. Si Milena me iba a poner malas caras, estaba dispuesto a discutir el asunto, pero no iba a ceder. Había pocas cosas en las que uno podía creer en esa vida, y no iba a renunciar a ellas.
-Me alegro de que al menos tu madre quiera conocerme. La mía también, pero ya sabes, su espíritu libre no cree en citas y esas cosas, la verdad es que seguramente fue por comida, pero no creas que la traerá de un restaurante de segunda, es mejor que eso... Me detuve un instante después de escuchar lo que decía, frunciendo el ceño aunque sin dejar de sonreír -¿Qué dijiste, cariño? No has tenido la delicadeza de enseñarme ruso. Te diría algo en árabe pero ya ni siquiera sé hablarlo...
Correspondí a su beso lento, y aunque su vestido de verdad le quedaba bien, era demasiado poco discreto como para intentar tocarla bajo la ropa. Casi me dieron ganas de mirar al reloj para saber si Tahira tardaría mucho y llevarla a una habitación para desnudarla, pero no sabía si ella iba a perder la actitud de "conocer a la madre del susodicho" que seguramente traía en mente, aunque ese porro iba a relajarnos un poco. Por cierto, si me separaba de ella era sólo para fumar de nuevo antes de que la hierba se consumiera sin aprovecharse. Antes de soltar el humo le hice una seña como para que supiera que iba a pasárselo con la boca.
-Es mejor fumar así ¿No?... ahora dime qué dijiste ¿Qué dijiste, eh? dímelo. Y claro que esa insistencia iba acompañada de unas cosquillas tontas que hicieron que estuviéramos ahí casi acostados entre esos almohadones casi planos de tanto uso, revolcándonos como niños.
Alcancé a besarla antes de que le diera una calada al porro y la miré con la estúpida admiración con que siempre la había visto aunque se pensara que era cínico al respecto. Pues no, seguía pensando que era demasiado suertudo con esa chica cerca de mi morreándome y queriéndome y andando por la vida de mi mano. Sonreí cuando se entusiasmaba con la idea suicida del Tower Bridge, yo tenía siglos sin hacerlo pero seguían dándome ganas de hacer esas tonterías; también se me ocurría meternos al palacio de Buckingham, o a la National Gallery a follar frente a un cuadro de Stubbs. Recibí el porro y le di una calada mucho más generosa que la de ella, siendo un experto fumeta, claro.
-Pues le hubieras dicho la verdad, cariño. Que hay cosas que yo no haré, por que sería como traicionar la manera en que me educaron ¿Sabes?. No te lo estoy diciendo como un insulto velado, ni para creerme mejor que nadie, pero hay cosas que tengo muy claras, como mis ideales. Si vas a estar conmigo, ten claro que si lo creo, lo puedo decir frente a cualquiera.
Pues sí, era cierto. Así como jamás iría a un festejo de la corona inglesa aunque me prometieran tragos y comida gratis por que me parecía absurdo y decadente, no iría a esas fiestas en el mundo mágico sólo por tener novia de sociedad. Esas cosas me daban igual y yo no iba a prestarme a ninguna pantomima, Tahira no había pasado una vida educando a un hijo de extrema izquierda para salir con tonterías, por más enamorado que estuviera. Seguramente eso no le iba a gustar nada al señor Nikonov, pero qué decir, ser un mal yerno tenía su encanto alternativo. Le di un beso en los labios, y le guiñé un ojo. Había cosas que para mi no estaban abiertas a negociación, y esa era una de ellas. Si Milena me iba a poner malas caras, estaba dispuesto a discutir el asunto, pero no iba a ceder. Había pocas cosas en las que uno podía creer en esa vida, y no iba a renunciar a ellas.
-Me alegro de que al menos tu madre quiera conocerme. La mía también, pero ya sabes, su espíritu libre no cree en citas y esas cosas, la verdad es que seguramente fue por comida, pero no creas que la traerá de un restaurante de segunda, es mejor que eso... Me detuve un instante después de escuchar lo que decía, frunciendo el ceño aunque sin dejar de sonreír -¿Qué dijiste, cariño? No has tenido la delicadeza de enseñarme ruso. Te diría algo en árabe pero ya ni siquiera sé hablarlo...
Correspondí a su beso lento, y aunque su vestido de verdad le quedaba bien, era demasiado poco discreto como para intentar tocarla bajo la ropa. Casi me dieron ganas de mirar al reloj para saber si Tahira tardaría mucho y llevarla a una habitación para desnudarla, pero no sabía si ella iba a perder la actitud de "conocer a la madre del susodicho" que seguramente traía en mente, aunque ese porro iba a relajarnos un poco. Por cierto, si me separaba de ella era sólo para fumar de nuevo antes de que la hierba se consumiera sin aprovecharse. Antes de soltar el humo le hice una seña como para que supiera que iba a pasárselo con la boca.
-Es mejor fumar así ¿No?... ahora dime qué dijiste ¿Qué dijiste, eh? dímelo. Y claro que esa insistencia iba acompañada de unas cosquillas tontas que hicieron que estuviéramos ahí casi acostados entre esos almohadones casi planos de tanto uso, revolcándonos como niños.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: Rumbo Sur
Se mordió los labios y se encogió un poco de hombros. Podría haberle dicho, pero no lo veía buena idea, por la manera en que las cosas sucedieron, sobre todo. Creía que no necesitaba saber todo lo que pasaba porque a fin de cuentas esas eran cosas entre ellos dos, que además ir a decirle No papá, no va a venir porque cree que es una pantomima elitista e inmoral no habría hecho otra cosa más que crear fricciones. Por eso se había sacado cualquier excusa de la manga. Y bueno, también porque estaba enojada y quería cortar de tajo con el tema para evitar que estuviera encima de ella preguntándole todo el tiempo por él.
- No quiero que hagas cosas con las que no estés de acuerdo por darme por mi lado. Quiero decir, no me molestó que no quisieras ir, fue... - Hizo una seña con las manos porque no atinaba a expresarse como quería, dando a entender con el gesto un todo lo demás, porque todas las cosas que se habían dicho sí que le habían parecido insultos velados y aires de superioridad, que había terminado haciéndola sentir como si fuera lo peor de la sociedad. - Me gusta que sostengas las cosas en que crees, lo respeto, en serio. Y claro que voy a estar contigo. - Besó su cuello porque era lo que más cerca le quedaba, dejando el rostro apoyado en esa curvatura. Era muy sincera en todo lo que decía. No había pretendido tocar el tema de nuevo pero si lo estaban hablando así, pues qué mejor. Que distintas eran las cosas cuando lo hablaban con calma a cuando lo hacían gritándose indignados y furiosos. Se rió porque tenía que ser cosa del porro. O eso, o resultaba que podían manejar las cosas bien.
- Ya veré de que cuando te lleve a conocerlos no se pongan muy ridículos, sobre todo mamá. Nada más no te pongas muy idiota cuando la mires. - Se rió y le picó con un dedo el costado. Ya tenía más que asimilado que todos los chicos que llevaba a casa, fueran amigos o fueran novios, en algún momento se quedaban como perdidos cuando la miraban por primera vez. Qué tanto les duraba el efecto pues ya era cosa de cada quien. Ya mejor se lo tomaba como motivo de anécdotas, aunque entrando a la adolescencia sí que le había molestado bastante.
Esperar a Tahira no le importaba, tampoco era que se estuviera de hambre, aunque para cuando el porro se terminara quizá la cosa cambiaría en ese sentido. Claro que cuando le preguntaba por lo que había dicho se hizo la desentendida, riendo por lo bajo. - Es que tú no has tenido la delicadeza de pedirme que te enseñe, ¿ves? -
Claro que estar sentada sobre sus piernas, teniéndolo tan cerca y besándola también le daban ganas de pedirle que atrancara la puerta o algo. Le cruzó por la cabeza el pensamiento que no debió haberse puesto las medias, pero ya qué. Se acercó cuando se lo pedía para recibir el humo en la boca. Soltó el humo, y la risa que le dió bien podía ser por la hierba o las cosquillas que le hacía a las que intentó resistirse forcejeando y muriendo de risa. - No, ¡no! Te voy a patear, suéltame, noooo, ya te digo, ¡ya te digo!... - Agarraba aire a bocanadas entre risas, dándole igual que el cabello se le alborotara. Se acomodó encima de él y lo sujetó por las muñecas para que dejara de hacerle cosquillas de una vez.
- Te dije que te amo. - No se habría ido a conocer a su madre ni estaría buscando que él conociera a su familia si no se tomara las cosas con él en serio. Y era la primera vez que se lo decía tal cual, pero si se lo decía en ruso se lo decía en inglés también. Casual, porque así eran las cosas con ellos, no se veía haciendo un gran alboroto al respecto. No iba a mentir, se sintió nerviosa, porque ya eran palabras mayores, pero realmente lo sentía y estaba demasiado enamorada. Y lo besó con demasiadas ganas, sintiendo que lo necesitaba ya mismo, ansiosa porque no sabía qué iba a escuchar o cómo se lo iba a tomar. - Y cuando te diga trahni menya te digo que me folles. Porque quiero que lo hagas siempre, y yo ahora mismo quiero chupártela. - Se había acercado a su oído para susurrarle, delineandole la mandíbula con besos. En serio que quería hacerlo ahí, en la estancia de su casa mientras fumaban, antes que su madre llegara y después de decirle que lo amaba.
- No quiero que hagas cosas con las que no estés de acuerdo por darme por mi lado. Quiero decir, no me molestó que no quisieras ir, fue... - Hizo una seña con las manos porque no atinaba a expresarse como quería, dando a entender con el gesto un todo lo demás, porque todas las cosas que se habían dicho sí que le habían parecido insultos velados y aires de superioridad, que había terminado haciéndola sentir como si fuera lo peor de la sociedad. - Me gusta que sostengas las cosas en que crees, lo respeto, en serio. Y claro que voy a estar contigo. - Besó su cuello porque era lo que más cerca le quedaba, dejando el rostro apoyado en esa curvatura. Era muy sincera en todo lo que decía. No había pretendido tocar el tema de nuevo pero si lo estaban hablando así, pues qué mejor. Que distintas eran las cosas cuando lo hablaban con calma a cuando lo hacían gritándose indignados y furiosos. Se rió porque tenía que ser cosa del porro. O eso, o resultaba que podían manejar las cosas bien.
- Ya veré de que cuando te lleve a conocerlos no se pongan muy ridículos, sobre todo mamá. Nada más no te pongas muy idiota cuando la mires. - Se rió y le picó con un dedo el costado. Ya tenía más que asimilado que todos los chicos que llevaba a casa, fueran amigos o fueran novios, en algún momento se quedaban como perdidos cuando la miraban por primera vez. Qué tanto les duraba el efecto pues ya era cosa de cada quien. Ya mejor se lo tomaba como motivo de anécdotas, aunque entrando a la adolescencia sí que le había molestado bastante.
Esperar a Tahira no le importaba, tampoco era que se estuviera de hambre, aunque para cuando el porro se terminara quizá la cosa cambiaría en ese sentido. Claro que cuando le preguntaba por lo que había dicho se hizo la desentendida, riendo por lo bajo. - Es que tú no has tenido la delicadeza de pedirme que te enseñe, ¿ves? -
Claro que estar sentada sobre sus piernas, teniéndolo tan cerca y besándola también le daban ganas de pedirle que atrancara la puerta o algo. Le cruzó por la cabeza el pensamiento que no debió haberse puesto las medias, pero ya qué. Se acercó cuando se lo pedía para recibir el humo en la boca. Soltó el humo, y la risa que le dió bien podía ser por la hierba o las cosquillas que le hacía a las que intentó resistirse forcejeando y muriendo de risa. - No, ¡no! Te voy a patear, suéltame, noooo, ya te digo, ¡ya te digo!... - Agarraba aire a bocanadas entre risas, dándole igual que el cabello se le alborotara. Se acomodó encima de él y lo sujetó por las muñecas para que dejara de hacerle cosquillas de una vez.
- Te dije que te amo. - No se habría ido a conocer a su madre ni estaría buscando que él conociera a su familia si no se tomara las cosas con él en serio. Y era la primera vez que se lo decía tal cual, pero si se lo decía en ruso se lo decía en inglés también. Casual, porque así eran las cosas con ellos, no se veía haciendo un gran alboroto al respecto. No iba a mentir, se sintió nerviosa, porque ya eran palabras mayores, pero realmente lo sentía y estaba demasiado enamorada. Y lo besó con demasiadas ganas, sintiendo que lo necesitaba ya mismo, ansiosa porque no sabía qué iba a escuchar o cómo se lo iba a tomar. - Y cuando te diga trahni menya te digo que me folles. Porque quiero que lo hagas siempre, y yo ahora mismo quiero chupártela. - Se había acercado a su oído para susurrarle, delineandole la mandíbula con besos. En serio que quería hacerlo ahí, en la estancia de su casa mientras fumaban, antes que su madre llegara y después de decirle que lo amaba.
Milena Nikonova- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 16/09/2012
Re: Rumbo Sur
Ya no quise responderle "Pues no las haré" cuando me decía que no quería que hiciera cosas con las que no estaba de acuerdo por ella; sólo me quedé pensando que tenía muy claro qué clase de persona era yo, y si no había aceptado ni siquiera un reclamo por medio ligotear para disimular frente a Pearl, mucho menos iba a entrar en el papel de agachón por que un ruso tradicionalista no quisiera que mancillara a su hijita. Pero no quise echar más leña al fuego, por que recién habíamos hecho las paces luego de la discusión del asunto de Dubai. Podíamos llevarla tranquila sin tocar el tema, aunque empecé a sospechar que, con el tiempo, las diferencias esenciales entre nosotrs harían mella. Era realista, no de los que creían que el amor lo podía todo.
-¿Crees que sería capaz de babear por tu madre? Cariño, creo que poseo un poco de raciocinio. Si no, el día mismo de la fiesta de Finnerty te hubiera arrinconado contra tu voluntad.
Seguí con una risa floja después de las cosquillas rindiéndome cuando me tomaba por las muñecas y escuchándolo en mi idioma natal, que no era el suyo, por cierto. Le sonreí y acaricié su rostro, antes de besarla con mucha más cautela que como había hecho antes. No quería ser un mierda y pensar que sólo estaba deslumbrada por el exotismo o algo así, le daba crédito, y la quería, no estaba mintiendo. De otro modo, de verdad, hubiera buscado sólo la manera de revolcarme con ella sin meterme en más líos. Acaricié su cabello y la miré directamente.
-Lo sé, pajarito. Yo también te amo.
O sea, sabía lo que había dicho, pero algo me hizo buscar escucharlo con todas sus letras, y no podía decir que no me sintiera también un poco intimidado, pero aún así seguí teniéndola cerca y aceptando el peso de esas palabras, que le había devuelto. Nunca las había devuelto sin ser sincero, y podía seguir diciendo eso, aunque en mi idea de las cosas el hecho de estarme acostando con otra chica, y no cualquier otra chica, no influía para mal en que pudiera decírselo y que, para mi manera de ver las cosas, fuera cierto. Sonreí cuando el tema ya iba a ese aspecto en el que, desde la primera vez, nos habíamos entendido sin mayor problema.
-¿Aquí, en medio del lugar más público de Londres? No querrías hacerlo...
Lo pensé un segundo sabiendo que sólo la mención de lo que quería hacer me la ponía dura, pero no iba a arriesgarme. De verdad que no, ese no era en absoluto terreno seguro, y no quise llevarla a la habitación de mi infancia, así que corriendo otro riesgo, pero mucho menor que la estancia, decidí que el mejor escenario para follar antes de que Tahira llegara era su propia habitación.
-Pero podemos hacerlo en la habitación de tu suegra, ya que estás tan audaz hoy día
-¿Crees que sería capaz de babear por tu madre? Cariño, creo que poseo un poco de raciocinio. Si no, el día mismo de la fiesta de Finnerty te hubiera arrinconado contra tu voluntad.
Seguí con una risa floja después de las cosquillas rindiéndome cuando me tomaba por las muñecas y escuchándolo en mi idioma natal, que no era el suyo, por cierto. Le sonreí y acaricié su rostro, antes de besarla con mucha más cautela que como había hecho antes. No quería ser un mierda y pensar que sólo estaba deslumbrada por el exotismo o algo así, le daba crédito, y la quería, no estaba mintiendo. De otro modo, de verdad, hubiera buscado sólo la manera de revolcarme con ella sin meterme en más líos. Acaricié su cabello y la miré directamente.
-Lo sé, pajarito. Yo también te amo.
O sea, sabía lo que había dicho, pero algo me hizo buscar escucharlo con todas sus letras, y no podía decir que no me sintiera también un poco intimidado, pero aún así seguí teniéndola cerca y aceptando el peso de esas palabras, que le había devuelto. Nunca las había devuelto sin ser sincero, y podía seguir diciendo eso, aunque en mi idea de las cosas el hecho de estarme acostando con otra chica, y no cualquier otra chica, no influía para mal en que pudiera decírselo y que, para mi manera de ver las cosas, fuera cierto. Sonreí cuando el tema ya iba a ese aspecto en el que, desde la primera vez, nos habíamos entendido sin mayor problema.
-¿Aquí, en medio del lugar más público de Londres? No querrías hacerlo...
Lo pensé un segundo sabiendo que sólo la mención de lo que quería hacer me la ponía dura, pero no iba a arriesgarme. De verdad que no, ese no era en absoluto terreno seguro, y no quise llevarla a la habitación de mi infancia, así que corriendo otro riesgo, pero mucho menor que la estancia, decidí que el mejor escenario para follar antes de que Tahira llegara era su propia habitación.
-Pero podemos hacerlo en la habitación de tu suegra, ya que estás tan audaz hoy día
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: Rumbo Sur
- ¿Y tú cómo estás tan seguro que hubiera sido contra mi voluntad? - Se irguió tras haberle soltado las manos, mirándolo bastante divertida por ello. Pensar que había llegado a esa fiesta por pura curiosidad siguiendo a Martin, a quien hacía días que no veía. Tampoco a Leslie, ya puestos en ello. No se le olvidaba que la nueva escoba que tenía ella la había escogido y todo cuanto había dicho sobre su funcionamiento había resultado ser razón. Que las cosas en el Samhain entre ellos dos se habían puesto horribles, pero no iba a ponerse a pensar en eso justo ahora.
Que el cosquilleo en el cuerpo nada tenía que ver ya con los forcejeos agitadas y las amenazas de patearlo por puro reflejo. Lo miró a los ojos y sonrió como nunca, sintiéndose demasiado eufórica de que le correpondiera de esa manera, sin titubear o buscando la manera de darle la vuelta. No iba ni siquiera a plantearse el si lo había dicho con sinceridad o solo le había respondido así porque era lo que se esperaba, porque justo acababan de acordar que no iba a hacer nada con lo que no se sintiera cómodo. Para ella ese momento era todo lo que necesitaba, y esa la única verdad que le interesaba conocer.
Por supuesto que aquella euforia y los latidos acelerados de su corazón no hacían otra cosa más que alimentar los deseos tan fuertes de buscar arrancarle la ropa y sentirlo dentro de ella, completamente suyo, en ese mismo instante. Cerró los ojos y ladeó la cabeza dócil a la manera en que le acariciaba, aunque pronto la necesidad de tener sus manos tocándola por cada curva en el cuerpo se imponían a toda intención que tuviera pudiera tener de mantener el momento tierno y romántico, porque a decir verdad, no se le ocurría nada más perfecto que el que la follara ahora mismo..
Buscó sus labios, acariciándole el cuello con ambas manos antes de separarse un poco y escucharlo decir cosas con las que era imposible no reírse. - ¿Y por qué no? Prúebame. - Le respondió mientras se acomodaba encima suyo de tal manera que podía sentir lo duro que se ponía. Su propio cuerpo lo buscaba, sentada sobre su cintura y moviendo las caderas de manera sinuosa y muy lentamente, casi como si quisiera que pudiera sentir lo mojada que ya estaba a pesar de seguir los dos completamente vestidos.
Que propusiera, de todos los lugares posibles en esa casa, el cuarto de su madre fue algo que provocó una descarga casi eléctrica que le recorrió de punta a punta la columna. Nunca había ido a hacer algo similar y en ese momento ni se le ocurrió el preguntarle porqué mejor no iban a la de él, porque el imaginarlo tendido en la cama de su madre y ella de rodillas con el rostro entre sus piernas era tan indebida como excitante y prometedora, no importaba que no tuviera ni idea de cómo fuera la habitación de Tahira.
- Mira, o me llevas de una vez a quieres que te la chupe o me va a dar igual quien venga y se asome por la ventana, porque ya no aguanto, la tienes demasiado dura como para esperar... - Que si bien se rio como si fuera un juego no hubo nada de inofensivo en la manera en que llevó la mano hacia su sexo para tocarlo sin ningún pudor y lo besaba mientras le bajaba el cierre del pantalón, sonriéndole cómplice. Le miró directamente cuando deslizaba la mano dentro, y sin saber bien si trataba de empujarlo a que la llevara donde quisiera o que se rindiera y la dejara hacer ahí mismo lo besó, envolviéndolo con su mano, y se humedeció los labios al tenerlo, porque era en momentos así cuando lo sentía más suyo que nunca.
Que el cosquilleo en el cuerpo nada tenía que ver ya con los forcejeos agitadas y las amenazas de patearlo por puro reflejo. Lo miró a los ojos y sonrió como nunca, sintiéndose demasiado eufórica de que le correpondiera de esa manera, sin titubear o buscando la manera de darle la vuelta. No iba ni siquiera a plantearse el si lo había dicho con sinceridad o solo le había respondido así porque era lo que se esperaba, porque justo acababan de acordar que no iba a hacer nada con lo que no se sintiera cómodo. Para ella ese momento era todo lo que necesitaba, y esa la única verdad que le interesaba conocer.
Por supuesto que aquella euforia y los latidos acelerados de su corazón no hacían otra cosa más que alimentar los deseos tan fuertes de buscar arrancarle la ropa y sentirlo dentro de ella, completamente suyo, en ese mismo instante. Cerró los ojos y ladeó la cabeza dócil a la manera en que le acariciaba, aunque pronto la necesidad de tener sus manos tocándola por cada curva en el cuerpo se imponían a toda intención que tuviera pudiera tener de mantener el momento tierno y romántico, porque a decir verdad, no se le ocurría nada más perfecto que el que la follara ahora mismo..
Buscó sus labios, acariciándole el cuello con ambas manos antes de separarse un poco y escucharlo decir cosas con las que era imposible no reírse. - ¿Y por qué no? Prúebame. - Le respondió mientras se acomodaba encima suyo de tal manera que podía sentir lo duro que se ponía. Su propio cuerpo lo buscaba, sentada sobre su cintura y moviendo las caderas de manera sinuosa y muy lentamente, casi como si quisiera que pudiera sentir lo mojada que ya estaba a pesar de seguir los dos completamente vestidos.
Que propusiera, de todos los lugares posibles en esa casa, el cuarto de su madre fue algo que provocó una descarga casi eléctrica que le recorrió de punta a punta la columna. Nunca había ido a hacer algo similar y en ese momento ni se le ocurrió el preguntarle porqué mejor no iban a la de él, porque el imaginarlo tendido en la cama de su madre y ella de rodillas con el rostro entre sus piernas era tan indebida como excitante y prometedora, no importaba que no tuviera ni idea de cómo fuera la habitación de Tahira.
- Mira, o me llevas de una vez a quieres que te la chupe o me va a dar igual quien venga y se asome por la ventana, porque ya no aguanto, la tienes demasiado dura como para esperar... - Que si bien se rio como si fuera un juego no hubo nada de inofensivo en la manera en que llevó la mano hacia su sexo para tocarlo sin ningún pudor y lo besaba mientras le bajaba el cierre del pantalón, sonriéndole cómplice. Le miró directamente cuando deslizaba la mano dentro, y sin saber bien si trataba de empujarlo a que la llevara donde quisiera o que se rindiera y la dejara hacer ahí mismo lo besó, envolviéndolo con su mano, y se humedeció los labios al tenerlo, porque era en momentos así cuando lo sentía más suyo que nunca.
Milena Nikonova- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 16/09/2012
Re: Rumbo Sur
Sólo pude mirar alrededor cuando se me ponía encima en un extraño ataque de pudibundez por mi parte que al final sólo me hacía reír un poco y mirarla directo a sus ojos claros, apartando el cabello de su rostro pensando que era una suerte que esa chica quisiera estar conmigo. Me volvió a dar risa su osadía repentina, y me puse a pensar que quizás todo había empezado con que lo hiciéramos en mi habitación con la premisa de que podría entrar cualquiera en cualquier momento aunque fuera más bien improbable. Tomé su mano para que no siguiera y le di un beso rápido antes de incorporarme e ir a donde pensaba ir.
Tuvimos que subir las escaleras, ver bajar a alguien que me saludó en persa pensando que yo lo iba a entender (entendí el saludo pero si hubiera dicho otra cosa no hubiera ocurrido lo mismo) y después en el pasillo abrí la puerta de una habitación con ventana al árbol del jardíon de la entrada. Como todo en esa casa era pequeño, o de tamaño estándar. Tenía una cama estrecha y casi todo era blanco, aunque muy saturado de artesanías extrañas, carteles y cualquier cantidad de cosas, un montón de almohadas (blancas) y un caos ordenado bastante parecido al mío. Me aseguré de echar el seguro a la puerta por que en casa del prójimo había que tomar esas precauciones.
No esperé a que ella hiciera algo, más bien fui yo quien fue a levantar su vestido aunque no lo hice con muchas prisas y me tomé un tiempo para recorrer sus piernas y llegar hasta su cintura aunque me di cuenta que antes tenía que quitarle el cinturón. Decidí que se veía bien con las medias puestas, pero el vestido podía irse directamente al piso alfombrado de la habitación de mi santa progenitora. Por supuesto lo primero que hice fue acariciar sus tetas aún bajo el sostén, aunque busqué de inmediato sentir con mis dedos cómo su piel respondía a mi tacto y sonreí a medias antes de volver a besarla.
-Me están dando unas ganas enormes de comerte ¿Ahora vamos a pelear por quién lo hace primero?
Un beso más, nunca eran suficientes. Presioné con los dedos sus pezones erizados, seguramente ya sabía que iba a hacerlo pero nunca perdía interés, siempre buscaba ese punto en el que el dolor estaba cerca de llegar, pero no llegaba. Después, hice que la palma de mi mano los rozara con delicadeza, sonriendo un poco más al sentirlo, haciéndolo lento antes de volver a presionar un poco más. No sabía exactamente cuánto tiempo teníamos, pero estaba seguro que nadie iba a ir a buscarnos por todas las habitaciones si no nos veían en la estancia.
Tuvimos que subir las escaleras, ver bajar a alguien que me saludó en persa pensando que yo lo iba a entender (entendí el saludo pero si hubiera dicho otra cosa no hubiera ocurrido lo mismo) y después en el pasillo abrí la puerta de una habitación con ventana al árbol del jardíon de la entrada. Como todo en esa casa era pequeño, o de tamaño estándar. Tenía una cama estrecha y casi todo era blanco, aunque muy saturado de artesanías extrañas, carteles y cualquier cantidad de cosas, un montón de almohadas (blancas) y un caos ordenado bastante parecido al mío. Me aseguré de echar el seguro a la puerta por que en casa del prójimo había que tomar esas precauciones.
No esperé a que ella hiciera algo, más bien fui yo quien fue a levantar su vestido aunque no lo hice con muchas prisas y me tomé un tiempo para recorrer sus piernas y llegar hasta su cintura aunque me di cuenta que antes tenía que quitarle el cinturón. Decidí que se veía bien con las medias puestas, pero el vestido podía irse directamente al piso alfombrado de la habitación de mi santa progenitora. Por supuesto lo primero que hice fue acariciar sus tetas aún bajo el sostén, aunque busqué de inmediato sentir con mis dedos cómo su piel respondía a mi tacto y sonreí a medias antes de volver a besarla.
-Me están dando unas ganas enormes de comerte ¿Ahora vamos a pelear por quién lo hace primero?
Un beso más, nunca eran suficientes. Presioné con los dedos sus pezones erizados, seguramente ya sabía que iba a hacerlo pero nunca perdía interés, siempre buscaba ese punto en el que el dolor estaba cerca de llegar, pero no llegaba. Después, hice que la palma de mi mano los rozara con delicadeza, sonriendo un poco más al sentirlo, haciéndolo lento antes de volver a presionar un poco más. No sabía exactamente cuánto tiempo teníamos, pero estaba seguro que nadie iba a ir a buscarnos por todas las habitaciones si no nos veían en la estancia.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: Rumbo Sur
Casi le ganaba la risa cuando se encontraron con aquel hombre en las escaleras. No iba a ponerse a pensar que tal vez con tan solo verlos subir ya se imaginaba que estaban escondiéndose para poder follar. Y si se lo imaginaba pues daba igual, que ella no iba a cohibirse por eso, porque tampoco habría sido muy difícil deducirlo considerando que Karim iba por ahí con el cierre de los pantalones abajo.
Lo siguió a donde quería, esta vez sin detenerse a preguntar por las cosas que veía a su alrededor colgadas en los muros o en alguna repisa por aquí y por allá, que tenía la cabeza enfocada en otros asuntos. Tal vez ya luego entonces sí que querría saber la historia detrás de cada estatuilla pero ahora mismo lo que necesitaba con urgencia era sentirlo sin ropa y que él la tocara en todos los lugares y todas las formar que mejor le placiera. Era una adicción, una a la que no planeaba renunciar. El sexo siempre había sido algo que disfrutaba y que buscaba, y es que si sobre todo además de amarlo como lo hacía se entendían tan bien de esa manera, no había nada más que pudiera pedir. O tal vez sí, que se quitara la camisa de una vez y que por toda la magia, la desnudara al fin.
La calma con la que se tomaba el desvestirla a ella le ponía cada vez más un poco más ansiosa, y esa urgencia que sentía por tenerlo así, todo el tiempo, era algo que le hacía sonreír. Nunca era suficiente. Se contuvo en las ganas de quitarse ella misma la ropa para dejarlo que lo hiciera, y mientras tanto se sujetó por los costados de su camisa para atraerla más a ella, Se mordió los labios en cuanto comenzó a tocarla y al momento de besarlo no se contuvo en nada, porque aunque estuviera tomándose su tiempo cuando buscaba las caricias de su lengua la excitación que sentía era cada vez más fuerte y eso se traducía en sus labios, en sus manos.
Que le dijera de las ganas que tenía de comerla le hizo sonreír y sintió que se mojaba más con solo esa mención, porque no lo decía solo por exagerar, sino que en verdad le encanaba como lo hacía. Si por ella fuera no lo dejaría que se detuviera nunca y lo tendría todo el tiempo con así, con la lengua entre sus piernas. Le desabotonó la camisa pero sin quitársela por completo, tan solo queriendo sentir su piel, su calor. Y besó su cuello, su hombro, dando un mordisco antes de llevar una mano hacia su sexo por encima del pantalón, entreabriendo los labios al sentirlo endurecido. Lo acarició así, sin prisa pero sin suavidad, humedeciéndose los labios cuando sus rostros quedaban a apenas un par de centímetros de distancia cuando se besaban.
– ¿Pelear? Claro que no, yo dije primero. – Le respondió y se rio en medio de otro beso, como si chupársela fuera un capricho que iba a cumplirle porque era lo que ella quería hacer. No era una cuestión de retribuir o hacerlo solo porque a él le gustaba, era que genuinamente disfrutaba de cada jadeo, cada vez que la sujetaba del cabello y como lo sentía tensarse cuando estaba a punto de acabar. Sobre todo eso, que podía sentirlo todo de una manera muy distinta a cuando estaba dentro de ella. Se arrodilló en ese momento, mirándolo a los ojos cuando le bajaba los pantalones y se acercaba a él. Lo recorrió entero con la lengua una y otra vez. Hubiera decidido no llevarlo a su boca hasta escucharlo pedirle que lo hiciera ya, cuando no aguantara más aquella urgencia, pero no iba a torturarlo. Lo dicho, tenía demasiadas ganas de hacerlo desde hacía rato.
Lo siguió a donde quería, esta vez sin detenerse a preguntar por las cosas que veía a su alrededor colgadas en los muros o en alguna repisa por aquí y por allá, que tenía la cabeza enfocada en otros asuntos. Tal vez ya luego entonces sí que querría saber la historia detrás de cada estatuilla pero ahora mismo lo que necesitaba con urgencia era sentirlo sin ropa y que él la tocara en todos los lugares y todas las formar que mejor le placiera. Era una adicción, una a la que no planeaba renunciar. El sexo siempre había sido algo que disfrutaba y que buscaba, y es que si sobre todo además de amarlo como lo hacía se entendían tan bien de esa manera, no había nada más que pudiera pedir. O tal vez sí, que se quitara la camisa de una vez y que por toda la magia, la desnudara al fin.
La calma con la que se tomaba el desvestirla a ella le ponía cada vez más un poco más ansiosa, y esa urgencia que sentía por tenerlo así, todo el tiempo, era algo que le hacía sonreír. Nunca era suficiente. Se contuvo en las ganas de quitarse ella misma la ropa para dejarlo que lo hiciera, y mientras tanto se sujetó por los costados de su camisa para atraerla más a ella, Se mordió los labios en cuanto comenzó a tocarla y al momento de besarlo no se contuvo en nada, porque aunque estuviera tomándose su tiempo cuando buscaba las caricias de su lengua la excitación que sentía era cada vez más fuerte y eso se traducía en sus labios, en sus manos.
Que le dijera de las ganas que tenía de comerla le hizo sonreír y sintió que se mojaba más con solo esa mención, porque no lo decía solo por exagerar, sino que en verdad le encanaba como lo hacía. Si por ella fuera no lo dejaría que se detuviera nunca y lo tendría todo el tiempo con así, con la lengua entre sus piernas. Le desabotonó la camisa pero sin quitársela por completo, tan solo queriendo sentir su piel, su calor. Y besó su cuello, su hombro, dando un mordisco antes de llevar una mano hacia su sexo por encima del pantalón, entreabriendo los labios al sentirlo endurecido. Lo acarició así, sin prisa pero sin suavidad, humedeciéndose los labios cuando sus rostros quedaban a apenas un par de centímetros de distancia cuando se besaban.
– ¿Pelear? Claro que no, yo dije primero. – Le respondió y se rio en medio de otro beso, como si chupársela fuera un capricho que iba a cumplirle porque era lo que ella quería hacer. No era una cuestión de retribuir o hacerlo solo porque a él le gustaba, era que genuinamente disfrutaba de cada jadeo, cada vez que la sujetaba del cabello y como lo sentía tensarse cuando estaba a punto de acabar. Sobre todo eso, que podía sentirlo todo de una manera muy distinta a cuando estaba dentro de ella. Se arrodilló en ese momento, mirándolo a los ojos cuando le bajaba los pantalones y se acercaba a él. Lo recorrió entero con la lengua una y otra vez. Hubiera decidido no llevarlo a su boca hasta escucharlo pedirle que lo hiciera ya, cuando no aguantara más aquella urgencia, pero no iba a torturarlo. Lo dicho, tenía demasiadas ganas de hacerlo desde hacía rato.
Milena Nikonova- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 16/09/2012
Re: Rumbo Sur
Pues no, no era la primera vez que llevaba a alguien a follar en la habitación de Tahira, aunque nunca había sido premeditado como si fuera una particular perversión mía. Si antes lo había hecho era por que solía ser el lugar más limpio de la casa y las chicas solían ponerse audaces sabiendo que era la habitación de mi sacrosanta progenitora. Intercambié mi aliento con el suyo cuando se quedaba cerca de mi y empezaba a tocarme, sonriendo a medias cuando veía que seguía firme en sus intenciones de hacer lo que había dicho, también me dio risa que pareciera decirle está bien, hazlo como si fuera un gran sacrificio para mi.
Por supuesto que la seguí con la mirada, era una imagen poderosa la de contemplarla arrodillándose frente a mi, tanto que recordaba todas las veces que alguna chica lo había hecho para mi, si bien no a detalle, no me sentía capaz de olvidar ninguna. Mis labios se entreabrieron apenas sentir su lengua y hasta desvié la mirada a otro lado por un instante, como si no fuera capaz de manejar la sensación y también mirar como lo hacía, así que mis ojos se perdieron en la primera capa de cortinas blancas sobre la ventana de esa habitación, ondeándose apenas con una corriente de aire que nunca habían podido tapar.
Mi respiración se hizo más evidente a medida que seguía haciéndolo y volví a bajar la vista, acariciando el dorado de su cabello en contraste con el color de mis manos, sin sentirme ya capaz de sonreír, sólo contemplar esa escena que, como bien había dicho, siempre era una imagen demasiado poderosa aunque la excitación me hiciera cerrar los ojos en breves intervalos de tiempo. Tragué saliva y humedecí mis labios antes de volver a acariciarla y gemir con un poco más de fuerza aunque seguía siendo sutil.
-Espera... no quiero venirme, quiero que sea dentro de ti...
En ese insante, en el piso, sobre el alfombrado y el tapete persa regalo de quién sabe quién, quería sentirla y tocarla y tenerla encima de mi hasta que me viniera como seguramente haría si seguía chupándome de ese modo. Tenía cierta afición por el piso, ni siquiera se me había ocurrido que quería llevarla a la cama.
Por supuesto que la seguí con la mirada, era una imagen poderosa la de contemplarla arrodillándose frente a mi, tanto que recordaba todas las veces que alguna chica lo había hecho para mi, si bien no a detalle, no me sentía capaz de olvidar ninguna. Mis labios se entreabrieron apenas sentir su lengua y hasta desvié la mirada a otro lado por un instante, como si no fuera capaz de manejar la sensación y también mirar como lo hacía, así que mis ojos se perdieron en la primera capa de cortinas blancas sobre la ventana de esa habitación, ondeándose apenas con una corriente de aire que nunca habían podido tapar.
Mi respiración se hizo más evidente a medida que seguía haciéndolo y volví a bajar la vista, acariciando el dorado de su cabello en contraste con el color de mis manos, sin sentirme ya capaz de sonreír, sólo contemplar esa escena que, como bien había dicho, siempre era una imagen demasiado poderosa aunque la excitación me hiciera cerrar los ojos en breves intervalos de tiempo. Tragué saliva y humedecí mis labios antes de volver a acariciarla y gemir con un poco más de fuerza aunque seguía siendo sutil.
-Espera... no quiero venirme, quiero que sea dentro de ti...
En ese insante, en el piso, sobre el alfombrado y el tapete persa regalo de quién sabe quién, quería sentirla y tocarla y tenerla encima de mi hasta que me viniera como seguramente haría si seguía chupándome de ese modo. Tenía cierta afición por el piso, ni siquiera se me había ocurrido que quería llevarla a la cama.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
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