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Historia de la Magia I
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Universidad Brigantia de Estudios Mágicos :: Facultades :: Facultad Cerridwen :: Aulas :: Historia de la Magia
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Historia de la Magia I
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Ha pasado demasiado tiempo desde que mi predecesor había iniciado sus proyectos, ordenado sus cosas y hecho la limpieza en la aburrida aula de historia... ¿Cuanto habría pasado desde que me encontré con la habitación mohosa y los libros empolvados? ¿Dos meses? Si, debieron de ser dos meses... Dos meses de trabajo arduo y sin descanso para llevar la sala a lo que era ahora. Dos meses en los que tuve que mantener aquella zona aislada de los ojos curiosos de alumnos y otros profesores... Ciertamente un plazo de tiempo muy movido y bastante fastidioso, pero una vez que podía ver los resultados, siento que todo valió la pena. Había tenido que destruir la mayoría de los muebles que ocupaban la sala, guardando solamente los libros, materiales didácticos y algunas de las repisas del antiguo maestro, solo las que yo consideré que fueran realmente de buen gusto. Lo demás fue destruido con fuego y mandado hacia los brazos de Lucifer, tal y como debía ser. "Para crear hay que destruir, como dicen por ahí". Aquello me tomó tan solo unas semanas, y eso que fue la parte sencilla de la faena.
El espacio del arcaico cubículo-aula de Historia de la Magia en el tercer piso de la facultad era demasiado reducido, y a mí me gusta moverme con libertad por la habitación cuando estoy hablando y explicando... ¿Como podía solucionar esto sin destruir las amadas paredes del edificio, tal como los jefes me habían dicho que hiciera? ... Estuve dando cabezazos contra las paredes del aula (literalmente) durante lo que quedaba de ese mes, hasta que la respuesta llegó a mí en una visita a Gringots... ¿Por que no maximizar el espacio? Esos gnomos endemoniados podían hacerlo ¿Por que yo no? Claro, fue una jornada de investigación antes de conseguir realizar los encantamientos correctos de la manera correcta. El resultado: Un gigantesco laberinto de libreros repletos de libros de todos tamaños y colores, literalmente tapizado de textos en diferentes idiomas y cuadros de antiguos magos famosos, quienes observaban con limitado interés la habitación que era ahora su nuevo hogar. Algunas estatuas de mármol en forma de dragón, junto con numerosos mostradores con libros abiertos en su interior, adornaban las esquinas de los improvisados pasillos que formaban los espacios entre libreros. Y en el fondo de aquella habitación, en la única zona que parecía relativamente despejada y que tenía acceso a una ventana en toda la biblioteca, se hallaba una mesa rectangular de madera oscura, justo adelante del mullido sofá gris que me había acompañado durante varias jornadas educativas. A un lado de la mesa, flotando sobre el suelo por otro encantamiento, se hallaba una gran pizarra verdosa y tizas de varios colores; y al frente, varias mesas ubicadas en forma de una U abierta hacia ella, donde pronto llegarían los alumnos. Me había dado el tiempo de escribir en la pizarra un hermoso mensaje de esperanza y amistad para mis estudiantes cuando llegaran.
"Mmm... Solo unos minutos más~" -Susurré con cierta emoción contenida, jugueteando con un lapiz en mi boca mientras me balanceaba en el sofá- "... Unos minutos más y ya~"
El espacio del arcaico cubículo-aula de Historia de la Magia en el tercer piso de la facultad era demasiado reducido, y a mí me gusta moverme con libertad por la habitación cuando estoy hablando y explicando... ¿Como podía solucionar esto sin destruir las amadas paredes del edificio, tal como los jefes me habían dicho que hiciera? ... Estuve dando cabezazos contra las paredes del aula (literalmente) durante lo que quedaba de ese mes, hasta que la respuesta llegó a mí en una visita a Gringots... ¿Por que no maximizar el espacio? Esos gnomos endemoniados podían hacerlo ¿Por que yo no? Claro, fue una jornada de investigación antes de conseguir realizar los encantamientos correctos de la manera correcta. El resultado: Un gigantesco laberinto de libreros repletos de libros de todos tamaños y colores, literalmente tapizado de textos en diferentes idiomas y cuadros de antiguos magos famosos, quienes observaban con limitado interés la habitación que era ahora su nuevo hogar. Algunas estatuas de mármol en forma de dragón, junto con numerosos mostradores con libros abiertos en su interior, adornaban las esquinas de los improvisados pasillos que formaban los espacios entre libreros. Y en el fondo de aquella habitación, en la única zona que parecía relativamente despejada y que tenía acceso a una ventana en toda la biblioteca, se hallaba una mesa rectangular de madera oscura, justo adelante del mullido sofá gris que me había acompañado durante varias jornadas educativas. A un lado de la mesa, flotando sobre el suelo por otro encantamiento, se hallaba una gran pizarra verdosa y tizas de varios colores; y al frente, varias mesas ubicadas en forma de una U abierta hacia ella, donde pronto llegarían los alumnos. Me había dado el tiempo de escribir en la pizarra un hermoso mensaje de esperanza y amistad para mis estudiantes cuando llegaran.
W E L C O M E T O H E L L
"Mmm... Solo unos minutos más~" -Susurré con cierta emoción contenida, jugueteando con un lapiz en mi boca mientras me balanceaba en el sofá- "... Unos minutos más y ya~"
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El aula se hallaba separada del resto de la facultad por una pesada puerta de hierro sólido, encantada para permanecer cerrada en el pasillo hasta que diera una señal desde adentro, y encantada con una trampa caza-bobos que inmediatamente lanzaría bolas de pintura de colores al mínimo intento de forzarla. Esperé un par de minutos luego de la hora de entrada para finalmente abrirla, permitiendo el acceso del pequeño grupo de alumnos hasta la primera zona del aula, donde había un pequeño grupo de sillas de madera que esperaban tranquilamente a que alguien se sentara en ellas, cada una con una nota indicando el nombre del alumno al que le correspondía sentarse allí. Una trampa de lo más evidente, a decir verdad, pues cada silla estaba embrujada para aprisionar a aquel que se sentase en ella atándolo al respaldo y a las patas de la silla, transportándolo en un tour a toda velocidad por la biblioteca hasta la zona donde se llevaría a cabo la clase. Era eso o el camino a pie... A decir verdad estaba deseando que alguien ignorase la trampa y se aventurase en el laberinto de libros allí presente, pero considerando que debía ser "cortés" con mis alumnos, decidí poner aquella salida fácil y rápida para pasar rápidamente a lo pedagógico.
-----------------------------------------------------------------------------------------------
Bien, decidí empezar con algo diferente a las clases acostumbradas. No se quejen, vamos, estamos en un maldito mundo mágico ¿Que esperaban?~
En este momento tienen dos opciones: El susto de la montaña rusa en su silla (?) o adentrarse directamente en el laberinto. En el caso de decantarse por la primera opción, llegarán directamente a la clase y seréis liberados de sus sillas, allí ya tienen libertad de acción para decir o hacer lo que deseen. Si deciden adentrarse en el laberinto requerirán de al menos 2 post para llegar al despacho, tratad de describir con la mayor cantidad de detalle lo que ven o les llama la atención, recuerden que en este lugar hay un gran número de libros, no todos referidos a la historia, incluso podéis inventar algunos si así lo quieren con tal de enriquecer el rol. No hay ningún tipo de castigo por la opción que vayan a elegir, pero recuerden que la clase ha empezado desde ya y la evaluación no solo se basa en conocimiento teórico o práctico, sino que en calidad del post y que tan bien se desenvuelven en cada situación. También recuerden que yo también soy libre de tomar el curso de acción que quiera... :3 ...
Os amo~
Johan Pétrikov- Mensajes : 6
Fecha de inscripción : 24/11/2012
Re: Historia de la Magia I
Iría a historia por pura curiosidad, porque se moría de ganas de ver que carajos había dentro de esa habitación que tanto tiempo llevaba en “reformas”, que era tan importante como para que ni por una mísera ventana pudieran asomarse… y es que bueno, Ebba era muchas cosas, muchísimas cosas, y la principal de todas, curiosa. Sentía que si no sabía algo y estaba en su mano averiguarlo debía hacerlo, o sea, ella debería saber que había en la clase de historia que despertaba tantísimo su curiosidad, debía entrar, palpar e incluso oler (exagerando un poco) para quedarse a gusto sobre que había ahí dentro y que se había dedicado a hacer aquel guapo profesor nuevo en ese cubículo aburrido que siempre había sido la clase de historia.
La mayor suerte de Ebba era que siempre llegaba unos minutos tardes, si no, seguro que habría intentado forzar la entrada como loca obsesiva para ver de una vez que había dentro, pero no, cuando llegó ya estaba abierta, así que toda feliz entró y se quedó como con la boca abierta, aquel lugar era enorme, no como el aula amargantemente enana que había antes de la remodelación. Cuando vio una silla con su nombre, pobre inocente, corrió a sentarse en ella, esperando que realmente el profesor llegara pronto y les dejara curiosear por allí, fue mayúscula su sorpresa cuando repentinamente notó como la silla la ataba, por el torso y por las piernas y se le escapó un gritito al notar cómo se movía sola. ¿Qué clase de profesor chiflado tenían ahora como sustituto? Pensado aquello, se dio cuenta de cuan emocionante le parecía empezar así la clase.
Cerró los ojos por un instante. Aquello se parecía tantísimo a una montaña rusa de un parque de atracciones que se sintió obligada a gritar alguna que otra vez, por la velocidad, y terminó abriendo los ojos, dándose cuenta de que la aparente aula era también una biblioteca, enorme y que esa silla al fin parecía llevarla al final del camino.
Efectivamente se dio cuenta de que era así cuando la velocidad aminoró, se puso en pie, se arregló el pelo y con una enorme sonrisa en la boca saludó al profesor (no podía ser otro, estando ahí sentado).
–Esto… Profesor – no conocía su nombre, era la primera vez que Ebba cursaría historia y solo porque había oído de la finalización del aula nueva –¿se puede ir atrás? Digo… ¿da tiempo? Es que con el viaje tan rápido ni tiempo da a ver el aula y es como una enorme biblioteca – le apasionaba leer, y ahí casi lo demostraba ¿no? –¿o al final de la clase dará tiempo para ello?
A veces le costaba un poco mantener las formas con los profesores, sobre todo cuando hacían esas cosas, no parecía un aula si no un parque de atracciones, no era su culpa que se le olvidara que debía comportarse seriamente como en una universidad normal.
La mayor suerte de Ebba era que siempre llegaba unos minutos tardes, si no, seguro que habría intentado forzar la entrada como loca obsesiva para ver de una vez que había dentro, pero no, cuando llegó ya estaba abierta, así que toda feliz entró y se quedó como con la boca abierta, aquel lugar era enorme, no como el aula amargantemente enana que había antes de la remodelación. Cuando vio una silla con su nombre, pobre inocente, corrió a sentarse en ella, esperando que realmente el profesor llegara pronto y les dejara curiosear por allí, fue mayúscula su sorpresa cuando repentinamente notó como la silla la ataba, por el torso y por las piernas y se le escapó un gritito al notar cómo se movía sola. ¿Qué clase de profesor chiflado tenían ahora como sustituto? Pensado aquello, se dio cuenta de cuan emocionante le parecía empezar así la clase.
Cerró los ojos por un instante. Aquello se parecía tantísimo a una montaña rusa de un parque de atracciones que se sintió obligada a gritar alguna que otra vez, por la velocidad, y terminó abriendo los ojos, dándose cuenta de que la aparente aula era también una biblioteca, enorme y que esa silla al fin parecía llevarla al final del camino.
Efectivamente se dio cuenta de que era así cuando la velocidad aminoró, se puso en pie, se arregló el pelo y con una enorme sonrisa en la boca saludó al profesor (no podía ser otro, estando ahí sentado).
–Esto… Profesor – no conocía su nombre, era la primera vez que Ebba cursaría historia y solo porque había oído de la finalización del aula nueva –¿se puede ir atrás? Digo… ¿da tiempo? Es que con el viaje tan rápido ni tiempo da a ver el aula y es como una enorme biblioteca – le apasionaba leer, y ahí casi lo demostraba ¿no? –¿o al final de la clase dará tiempo para ello?
A veces le costaba un poco mantener las formas con los profesores, sobre todo cuando hacían esas cosas, no parecía un aula si no un parque de atracciones, no era su culpa que se le olvidara que debía comportarse seriamente como en una universidad normal.
Ebba Prewett- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 20/10/2012
Re: Historia de la Magia I
Era su obligación moral ir a Historia de la Magia. Su papá había sido muy claro respecto a sus exigencias educativas que incluían tomar esa materia como oyente, religiosamente, y ser tan cumplida con la materia como si se tratara de las mismísimas Leyes. Un montón de veces le había dicho la historia de que esa carrera era un complemento para la suya y que si quería una verdadera educación integral no tenía que esperar a que Leyes Mágicas le diera todo sino forjar ella misma el camino eligiendo cosas nuevas para aprender y complementándolo todo y demás sermones que tenía bien grabados. Y bueno, sí que tenía genuino interés por la Historia así que sumando una cosa con la otra, su presencia ahí era inevitable.
¿Lo bueno de todo eso? No solo un verdadero gusto por el saber, sino también que Joe estaría ahí y hasta donde sabía, también Sofie o eso le había dicho aunque no estaba segura de si llegaría al final. Y se había sentido súper ridícula de esperar a su novio en el salón de convivencia para ir juntos a la clase pero también le había gustado la sensación. Al final llegaba con él al aula sintiéndose flamante, y animándose al ver los cambios que le habían hecho con respecto a cómo había estado antes.
-Luce más prometedora que nunca tu carrera.
Le dijo a Joe dándole un beso en la mejilla antes de, como era obvio, sentarse en la silla que tenía su nombre. De haber sabido que se podría elegir en lugar de ir directamente a sentarse hubiera preferido el camino a pie, pero ya que no tenía ni idea de que esa también era una opción, hizo lo lógico. Como Ebba, se sentó en su silla y también dio un brinco y soltó un grito tonto de niña al sentirse apresada. Y casi cerró los ojos con el trayecto vertiginoso por esa biblioteca enorme de la que apenas y pudo ver nubarrones de colores.
Cuando la silla se detuvo respiró profundo y buscó con la mirada a Joe, o al profesor, o a quién fuera. ¿Qué diablos había sido eso? Soltó una risa de nervios cuando la silla la liberó y se levantó inmediatamente para alisarse el vestido como si el camino se lo hubiera arruinado, aunque solo era acto reflejo por la intempestiva sorpresa de la silla loca.
Escuchó la pregunta de Ebba y tuvo la misma inquietud, aunque también era porque el regreso iba a preferir hacerlo a pie en lugar de volver a treparse a esa silla infernal. Sí, infernal como el anuncio a colores del que no sabía si preocuparse seriamente o volverse a reír.
¿Lo bueno de todo eso? No solo un verdadero gusto por el saber, sino también que Joe estaría ahí y hasta donde sabía, también Sofie o eso le había dicho aunque no estaba segura de si llegaría al final. Y se había sentido súper ridícula de esperar a su novio en el salón de convivencia para ir juntos a la clase pero también le había gustado la sensación. Al final llegaba con él al aula sintiéndose flamante, y animándose al ver los cambios que le habían hecho con respecto a cómo había estado antes.
-Luce más prometedora que nunca tu carrera.
Le dijo a Joe dándole un beso en la mejilla antes de, como era obvio, sentarse en la silla que tenía su nombre. De haber sabido que se podría elegir en lugar de ir directamente a sentarse hubiera preferido el camino a pie, pero ya que no tenía ni idea de que esa también era una opción, hizo lo lógico. Como Ebba, se sentó en su silla y también dio un brinco y soltó un grito tonto de niña al sentirse apresada. Y casi cerró los ojos con el trayecto vertiginoso por esa biblioteca enorme de la que apenas y pudo ver nubarrones de colores.
Cuando la silla se detuvo respiró profundo y buscó con la mirada a Joe, o al profesor, o a quién fuera. ¿Qué diablos había sido eso? Soltó una risa de nervios cuando la silla la liberó y se levantó inmediatamente para alisarse el vestido como si el camino se lo hubiera arruinado, aunque solo era acto reflejo por la intempestiva sorpresa de la silla loca.
Escuchó la pregunta de Ebba y tuvo la misma inquietud, aunque también era porque el regreso iba a preferir hacerlo a pie en lugar de volver a treparse a esa silla infernal. Sí, infernal como el anuncio a colores del que no sabía si preocuparse seriamente o volverse a reír.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: Historia de la Magia I
- te digo que el otro día intenté abrir la puerta, por curiosear un poco y terminé empapada de colores... No voy a tocar esa trampa infernal de nuevo - Comentaba Sofie a una compañera que no solo no le creía si no que ya estaba haciendo su intento propio, y la trampa no se hizo esperar - Te lo dije!... - Casi se burló de su compañera, la rubia apoyándose en el muro contiguo, sacudiendo un pie como si el salpicado en su zapato fuera a desaparecer. La chica huyó, pintada y ofendida, y Sofie esperó a ver si alguien más venía o es que el anuncio de la clase había sido un error...
Pero luego de unos minutos en soledad, y de intentar un fregoteo inútil a su zapatilla, la puerta se abrió sola y Sofie asomándose poco a poco terminó entrando completamente, solo cruzando los dedos para que hubiese un hacha infernal que pendiendo del techo terminara por degollarla. A veces tenía una imaginación demasiado volátil. No fue por distracción de no haber visto las sillas con los nombres sino por curiosidad, que se adelantó unos cuantos pasos revisando por arriba estanterías y gárgolas, y pensando en volver a la silla correspondiente cuando alguien más se presentase. Mientras podría chusmear un rato, no iba el profesor a ofenderse porque ella mientras esperaba al resto, viera con detenimiento lo que él habría procurado hacer.
Así que sin mayores dilemas mentales se paseó por entre los volúmenes, hasta que uno que decía ÁBREME!, la obligó a obedecer... No era una obligación real, no era un imperio ni una varita al cuello, pero si un libro decía "ábreme!" como iba Sofie a no hacerlo? A ojos dispuesto, tomó el lomo, lo quitó del estante y lo abrió. PUFF. el primer renglón rezaba - -Usted está en la sección novena, frente a un libro llamado "Arte del desprecio", fue escrito por Robenta Smitt en 1875, a su derecha encontrará la sección octava, y a la izquierda el fin del camino... esto es una tontería! Concluyó Sofie en voz alta aunque fuera para si misma comenzando a reír, estaba convencida que no había libro frente a ella pues ELLA LO HABÍA TOMADO! lo tenía en la mano!!! el volumen que se llamaba ÁBREME!
Levantó la vista y no reconoció absolutamente nada, NADA, NADA, más que un volumen gigante y verde que decía "arte del desprecio". Miró a la derecha y un cartel flotaba dos metros sobre el suelo anunciando que desde allí en más empezaba la sección octava. Ya con susto, miró a la izquierda y no había piso! NO HABÍA SUELO, piso! baldosas! maderitas! alfombra, un par de tablas mal puestas, cemento! MARMOL, ALGO!!!...NADA!... ni tierrita volátil. Primero Sofie dio dos pasos a la derecha para no estar tan cerca del precipicio. Y segundo comprendió, que el libro que había tomado la había trasladado caprichosamente del centro en planta baja de la biblioteca, a una callejuela en el segundo piso, que para colmo terminaba en la nada... La sección 8 eran dos metros y pared, la sección nueve tenía un HUECO en el camino!! y la sección 10 se veía muuuucho más allá!
- tonto libro! voy a llegar tarde a clase! llévame a planta baja! - lo cerró y volvió a abrir esperando aparecerse en otro sitio pero nada... - uhh... llévame a la sección 10? - lo cerró y nada. Buscó su bolígrafo muggle en el bolso porque ya había entendido, seguro en la hoja en blanco debía escribir la dirección, y entonces cerrando y abriendo el libro lograría ir a otro sitio. Bien, sosteniendo el volumen con un brazo, escribiendo con el otro, dándose cuenta de inmediato que el pergamino rechazaba la tinta muggle y simplemente se hacían manchones como si fuera impermeable o...
- Oh que diablos!?!?!?...agggrrr ... tontos brujos que no se adaptan a lo muggle! ... no me importa! sabes porqué? Porque puedo aparecerme! tengo licencia! - y le sacó la lengua al libro cerrándolo con bronca, guardando su bolígrafo e intentando una aparición que nunca logró!... Evidentemente si el profe se había procurado tanto en encantar la puerta con trampas de pintura, menos que menos podría uno aparecerse de un lado a otro por más mínimo que fuera el recorrido.
((lo dejo ahí, porque entendí que debe llevarme dos turnos llegar a clase!... pero igual y capaz nunca lo logre y tengan que venir a rescatarmeeeeeee AYUDDDAAA xDDDD))
Pero luego de unos minutos en soledad, y de intentar un fregoteo inútil a su zapatilla, la puerta se abrió sola y Sofie asomándose poco a poco terminó entrando completamente, solo cruzando los dedos para que hubiese un hacha infernal que pendiendo del techo terminara por degollarla. A veces tenía una imaginación demasiado volátil. No fue por distracción de no haber visto las sillas con los nombres sino por curiosidad, que se adelantó unos cuantos pasos revisando por arriba estanterías y gárgolas, y pensando en volver a la silla correspondiente cuando alguien más se presentase. Mientras podría chusmear un rato, no iba el profesor a ofenderse porque ella mientras esperaba al resto, viera con detenimiento lo que él habría procurado hacer.
Así que sin mayores dilemas mentales se paseó por entre los volúmenes, hasta que uno que decía ÁBREME!, la obligó a obedecer... No era una obligación real, no era un imperio ni una varita al cuello, pero si un libro decía "ábreme!" como iba Sofie a no hacerlo? A ojos dispuesto, tomó el lomo, lo quitó del estante y lo abrió. PUFF. el primer renglón rezaba - -Usted está en la sección novena, frente a un libro llamado "Arte del desprecio", fue escrito por Robenta Smitt en 1875, a su derecha encontrará la sección octava, y a la izquierda el fin del camino... esto es una tontería! Concluyó Sofie en voz alta aunque fuera para si misma comenzando a reír, estaba convencida que no había libro frente a ella pues ELLA LO HABÍA TOMADO! lo tenía en la mano!!! el volumen que se llamaba ÁBREME!
Levantó la vista y no reconoció absolutamente nada, NADA, NADA, más que un volumen gigante y verde que decía "arte del desprecio". Miró a la derecha y un cartel flotaba dos metros sobre el suelo anunciando que desde allí en más empezaba la sección octava. Ya con susto, miró a la izquierda y no había piso! NO HABÍA SUELO, piso! baldosas! maderitas! alfombra, un par de tablas mal puestas, cemento! MARMOL, ALGO!!!...NADA!... ni tierrita volátil. Primero Sofie dio dos pasos a la derecha para no estar tan cerca del precipicio. Y segundo comprendió, que el libro que había tomado la había trasladado caprichosamente del centro en planta baja de la biblioteca, a una callejuela en el segundo piso, que para colmo terminaba en la nada... La sección 8 eran dos metros y pared, la sección nueve tenía un HUECO en el camino!! y la sección 10 se veía muuuucho más allá!
- tonto libro! voy a llegar tarde a clase! llévame a planta baja! - lo cerró y volvió a abrir esperando aparecerse en otro sitio pero nada... - uhh... llévame a la sección 10? - lo cerró y nada. Buscó su bolígrafo muggle en el bolso porque ya había entendido, seguro en la hoja en blanco debía escribir la dirección, y entonces cerrando y abriendo el libro lograría ir a otro sitio. Bien, sosteniendo el volumen con un brazo, escribiendo con el otro, dándose cuenta de inmediato que el pergamino rechazaba la tinta muggle y simplemente se hacían manchones como si fuera impermeable o...
- Oh que diablos!?!?!?...agggrrr ... tontos brujos que no se adaptan a lo muggle! ... no me importa! sabes porqué? Porque puedo aparecerme! tengo licencia! - y le sacó la lengua al libro cerrándolo con bronca, guardando su bolígrafo e intentando una aparición que nunca logró!... Evidentemente si el profe se había procurado tanto en encantar la puerta con trampas de pintura, menos que menos podría uno aparecerse de un lado a otro por más mínimo que fuera el recorrido.
((lo dejo ahí, porque entendí que debe llevarme dos turnos llegar a clase!... pero igual y capaz nunca lo logre y tengan que venir a rescatarmeeeeeee AYUDDDAAA xDDDD))
Sofie Luttrell- Mensajes : 524
Fecha de inscripción : 08/09/2012
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