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In Wiltshire
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Re: In Wiltshire
El entrecejo de la rubia se frunció a todo que daba ante su frase sobre convertir una noche en la mejor de su vida, sonaba exagerado y fuera de lugar pero Othilia borró toda alegación de sus labios en cuanto las miradas volvieron a cruzarse por undécima vez en la noche. Respiró profundo, Charles iba acercándose a ella y preparó los labios para recibir los suyos, humedeció los labios frotando el uno con el otro antes de entreabrir los labios y cerró los ojos cuando la cálida mano del inglés posó delicadamente sobre su cuello.
Empezó a besarlo suavemente a penas rozando los labios y sin atreverse aún a hacer del beso algo más profundo, resiguiendo cada resquicio de su boca, jugando con la punta de su lengua el contorno de los mismos cuando estaban cerca de los suyos. El tomó un segundo para volver a jurar todas las promesas y aunque la respuesta pareció general, Othilia estuvo conforme, incluso dibujó una sonrisa pues ahora sí, estaban donde querían: justo antes de Dubai y ya no importaba la poca confianza que mostró hacia él cuando tomó la decisión de unirse a un señor oscuro por su cuenta.
Escaló sus manos desde la cintura de Charles hasta ese chaleco que aún de viejo gustaba a Othilia, lo afianzó para tener un punto de agarre y sin saber porque retrocedió un paso, besando aún los labios de Charles pero tras el segundo paso, terminó chocando contra la pared del invernadero e inevitablemente, provocado por el contacto contra la pared, brotó un largo suspiro por sus labios entreabiertos contra los de Charles acompañados de un nimio pero perceptible gemido. Un nuevo jalón de su chaleco hacia ella para tenerlo más cerca y besó con algo más de ímpetu sus labios, entreabriendo aún más sus labios para hacer del beso algo más intenso y ladeando la cabeza por el cuerpo demandaba.
Pero el jalón provocó que el codo de Othilia chocara contra una de las plantas del alfeizar y una de las borgoñas cayera hacia el suelo, estallando a sus pies con un ruidoso golpe. Estaba aún besando a Charles cuando abrió los ojos y giró la cabeza un poco, rozando todos los labios del chico y quedando pegada en la comisura de sus labios para ver donde estaba tanto escándalo (los magos no quisieran que estuvieran siendo espiados). Cerciorado que el problema era una maceta, levantó la mirada para encontrarse a Charles y subió una de su mano para acariciar de modo entretenido con la yema de los dedos el cuello de su prometido, volviendo a tomar una buena bocanada de aire, cerrando un segundo los ojos para abrirlos lentamente junto a sus largas pestañas negras – Creo que ya perdimos la casa en Gales.
Empezó a besarlo suavemente a penas rozando los labios y sin atreverse aún a hacer del beso algo más profundo, resiguiendo cada resquicio de su boca, jugando con la punta de su lengua el contorno de los mismos cuando estaban cerca de los suyos. El tomó un segundo para volver a jurar todas las promesas y aunque la respuesta pareció general, Othilia estuvo conforme, incluso dibujó una sonrisa pues ahora sí, estaban donde querían: justo antes de Dubai y ya no importaba la poca confianza que mostró hacia él cuando tomó la decisión de unirse a un señor oscuro por su cuenta.
Escaló sus manos desde la cintura de Charles hasta ese chaleco que aún de viejo gustaba a Othilia, lo afianzó para tener un punto de agarre y sin saber porque retrocedió un paso, besando aún los labios de Charles pero tras el segundo paso, terminó chocando contra la pared del invernadero e inevitablemente, provocado por el contacto contra la pared, brotó un largo suspiro por sus labios entreabiertos contra los de Charles acompañados de un nimio pero perceptible gemido. Un nuevo jalón de su chaleco hacia ella para tenerlo más cerca y besó con algo más de ímpetu sus labios, entreabriendo aún más sus labios para hacer del beso algo más intenso y ladeando la cabeza por el cuerpo demandaba.
Pero el jalón provocó que el codo de Othilia chocara contra una de las plantas del alfeizar y una de las borgoñas cayera hacia el suelo, estallando a sus pies con un ruidoso golpe. Estaba aún besando a Charles cuando abrió los ojos y giró la cabeza un poco, rozando todos los labios del chico y quedando pegada en la comisura de sus labios para ver donde estaba tanto escándalo (los magos no quisieran que estuvieran siendo espiados). Cerciorado que el problema era una maceta, levantó la mirada para encontrarse a Charles y subió una de su mano para acariciar de modo entretenido con la yema de los dedos el cuello de su prometido, volviendo a tomar una buena bocanada de aire, cerrando un segundo los ojos para abrirlos lentamente junto a sus largas pestañas negras – Creo que ya perdimos la casa en Gales.
Othilia van Lieshout- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: In Wiltshire
Othilia retrocedía porque Charles acortaba las distancias. Primero fue inevitable querer pegarse a su cuerpo, luego debió ser hasta conscientemente buscado cierto ambiente de arrinconamiento, aunque no estuviera pensando en ello exactamente, sino en alguna cosa entre proponer y atender. Prestar atención a que si aferraba su chaleco iba por buen camino, pero sí en cambio tensionaba sus labios había retrocedido… Podía ser algo torturante, tener que seguir usando el cerebro en plena búsqueda del goce físico, pero de algún modo se había acostumbrado a la metodología y sobraba decir que había cierto encanto en eso.
Lo mismo en mantener una mano ocupada en el cuello de Othilia, justo allí donde se convertía en rostro, pues además de descubrir su piel tersa y sentir con otra parte más del cuerpo la voluntad de las bocas moviéndose, había claramente una intensión de guía, que momento a momento daba paso de la instrucción a la simple propuesta. No quiso dejar de besar por el ruido, pero sus pies reaccionaron buscando otra ubicación, y fue cuando ella giraba que hizo lo propio con el rostro, queriendo desestimar el problema pues de todos los modos posibles, los vegetales le importaban absolutamente nada.
Ni en la infancia, ni en pociones, ni que fueran las flores de su madre, y menos si mantenía la ilusión de llegar a meter mano esa noche, más allá de repasar una y otra vez, la seguramente bella y costosa tela del vestido. Sonrió liviano, a lo que interpretó como un chiste, poniendo la expresión que Othi olvidaba al conjurarlo y descendió a su oído para susurrar alguna cosa. – Hace falta más que eso… - le rosó el cuello, identificando la Begoña a los pies, recordando la luna y las indicaciones de su madre, a buen tiempo para saber que Max o la misma Cecile aparecerían por allí en cualquier momento.
- Es hora de abandonar la escena del crimen – bromeó rodeándola con toda la extensión de su brazo por la cintura para aparecerse en el pasillo de la planta superior, justo al momento que a su espalda aparecía Max entrando al invernadero. Pero Charles no se enteró, solo tenía en mente no perder extremidades en el camino y preparar sus pies para recibir el piso alfombrado del segundo nivel. Se separó de ella a tres tiempos, arrastrando la palma por la cintura hasta que viajando llegó al pomo de la puerta que correspondía, pues si algo le salía de lujo a Charles eran las apariciones. Y lo hizo por dos motivos uno, la propio Othilia y sus reticencias a ser tocada de más; dos, los cuadros y personas presentes en la casa costumbres del hogar y de las formas reservadas de Charles. Y por lo mismo acotó lo siguiente en voz baja – esta es tu habitación… sacaré a Andromeda. – sí, vil pero necesaria escusa para meterse allí y quedarse un rato, quizá dos ratos.
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Lo mismo en mantener una mano ocupada en el cuello de Othilia, justo allí donde se convertía en rostro, pues además de descubrir su piel tersa y sentir con otra parte más del cuerpo la voluntad de las bocas moviéndose, había claramente una intensión de guía, que momento a momento daba paso de la instrucción a la simple propuesta. No quiso dejar de besar por el ruido, pero sus pies reaccionaron buscando otra ubicación, y fue cuando ella giraba que hizo lo propio con el rostro, queriendo desestimar el problema pues de todos los modos posibles, los vegetales le importaban absolutamente nada.
Ni en la infancia, ni en pociones, ni que fueran las flores de su madre, y menos si mantenía la ilusión de llegar a meter mano esa noche, más allá de repasar una y otra vez, la seguramente bella y costosa tela del vestido. Sonrió liviano, a lo que interpretó como un chiste, poniendo la expresión que Othi olvidaba al conjurarlo y descendió a su oído para susurrar alguna cosa. – Hace falta más que eso… - le rosó el cuello, identificando la Begoña a los pies, recordando la luna y las indicaciones de su madre, a buen tiempo para saber que Max o la misma Cecile aparecerían por allí en cualquier momento.
- Es hora de abandonar la escena del crimen – bromeó rodeándola con toda la extensión de su brazo por la cintura para aparecerse en el pasillo de la planta superior, justo al momento que a su espalda aparecía Max entrando al invernadero. Pero Charles no se enteró, solo tenía en mente no perder extremidades en el camino y preparar sus pies para recibir el piso alfombrado del segundo nivel. Se separó de ella a tres tiempos, arrastrando la palma por la cintura hasta que viajando llegó al pomo de la puerta que correspondía, pues si algo le salía de lujo a Charles eran las apariciones. Y lo hizo por dos motivos uno, la propio Othilia y sus reticencias a ser tocada de más; dos, los cuadros y personas presentes en la casa costumbres del hogar y de las formas reservadas de Charles. Y por lo mismo acotó lo siguiente en voz baja – esta es tu habitación… sacaré a Andromeda. – sí, vil pero necesaria escusa para meterse allí y quedarse un rato, quizá dos ratos.
Charles Luttrell- Mensajes : 109
Fecha de inscripción : 28/10/2012
Re: In Wiltshire
La proximidad de Charles y el silencio del lugar, incitaron a Othilia a cerrar los ojos, evocando un nuevo suspiro por sus labios entreabiertos. Inusualmente relajada, acogió el susurro de su prometido formando palabras, el cálido aliento del inglés acarició su oído derecho y la reacción innata e inmediata de su cuerpo, fue estremecerse ante la cercanía de su cuerpo. La caricia en su cuello por los húmedos labios que acababa de besar, robó otro suspiro desde su interior y asintió débilmente ante sus palabras, clavando con suavidad la yema de sus dedos en el cuello de Charles, dando inconsciente un paso hacia delante para buscar su cercanía.
Los párpados de la rubia volvieron a abrirse ante la frase del crimen, Othilia sonrío suavemente y ladeado ante la broma (que milagrosamente había captado), aprovechando la proximidad para acoplarse a Charles a fin de facilitar la aparición. En un último destello fugaz, vislumbró la figura de Max aparecer por la puerta del invernadero y cuando aparecieron en el piso superior, esperó la reacción de Charles aunque por dentro agradeció el detalle de desaparecer antes que los cacharan haciendo semi indecencias en lugares perdidos de la casona.
Siguió la estela del muchacho hasta parar delante de su habitación, miró su rostro cuando propuso descolgar la chillona de Andrómeda ya posicionada en su habitual expresión neutral, asintió porque no pareció mal plan. Claro que Othilia desconocía las segundas intenciones de Luttrell, en ese aspecto no encontraría nadie nunca malicia en sus decisiones, ella no entendía las dobles intenciones que muchos captaban con un abrir y cerrar de ojos.
Besó la mejilla de Charles para agradecer la ayuda con el cuadro y llevó su mano derecha hasta el pomo para colocarla sobre el reverso de la que ya había, acariciando, obligó a girar el pomo para no alargar más ese momento, no deseaba encontrarse con Cecile después del episodio de las borgoñas. ¿Qué si la mujer tenía un instrumento mágico que indicaba el estado de sus plantas? (su abuela tenia uno en casa). No era temor hacia el daño físico o emocional, más bien, quería evitar perder el favor de la francesa cuando era la única que había usado su encanto maternal en mucho tiempo hacia ella.
Entró en la habitación la primera y caminó hacia la cama dispuesta a acomodarse para dormir después de una larga noche. Una rápida ojeada para cerciorarse que la túnica de Chloe estaba ya echada sobre el cuadro, hecho que venía a traducirse como que Cecile ya había pasado por allí. Satisfecha, volvió la mirada hacia el frente y vislumbró una bata de seda encima de la cama, Cecile pensaba en todo, así que fue a sentarse para quitarse los abalorios mientras dejaba a su prometido con la ardua tarea de descolgar un cuadro. Primero la pulsera, luego los pendientes y por último el camafeo que dejó sobre la mesita de noche. Tomó la bata para ponerse más cómoda e hizo una señal a Charles para decir que iba a ir un segundo al baño de la habitación. Tras un par de minutos, salió enfundada en la bata negra de seda que llegaba a cubrir hasta medio muslo y el vestido colgando de la mano, vestido que dejó encima de la cama adecuadamente doblado.
- Vi a tu padre entrar en el invernadero antes de desaparecer, seguro ya estamos en búsqueda y captura… como mi papá – apuntó por seguir la broma apoyada de espaldas con las manos en los pies del somier de la cama. Abandonó por un segundo la cama para quitarse el guardapelos y soltar su cabello ondulado rubio platino. No sabía que decir así que apuntó algo necesario - ¿Te quedarás un rato? – a hablar o planear el porvenir, no sabía, estaba cansada pero no para dormir.
Los párpados de la rubia volvieron a abrirse ante la frase del crimen, Othilia sonrío suavemente y ladeado ante la broma (que milagrosamente había captado), aprovechando la proximidad para acoplarse a Charles a fin de facilitar la aparición. En un último destello fugaz, vislumbró la figura de Max aparecer por la puerta del invernadero y cuando aparecieron en el piso superior, esperó la reacción de Charles aunque por dentro agradeció el detalle de desaparecer antes que los cacharan haciendo semi indecencias en lugares perdidos de la casona.
Siguió la estela del muchacho hasta parar delante de su habitación, miró su rostro cuando propuso descolgar la chillona de Andrómeda ya posicionada en su habitual expresión neutral, asintió porque no pareció mal plan. Claro que Othilia desconocía las segundas intenciones de Luttrell, en ese aspecto no encontraría nadie nunca malicia en sus decisiones, ella no entendía las dobles intenciones que muchos captaban con un abrir y cerrar de ojos.
Besó la mejilla de Charles para agradecer la ayuda con el cuadro y llevó su mano derecha hasta el pomo para colocarla sobre el reverso de la que ya había, acariciando, obligó a girar el pomo para no alargar más ese momento, no deseaba encontrarse con Cecile después del episodio de las borgoñas. ¿Qué si la mujer tenía un instrumento mágico que indicaba el estado de sus plantas? (su abuela tenia uno en casa). No era temor hacia el daño físico o emocional, más bien, quería evitar perder el favor de la francesa cuando era la única que había usado su encanto maternal en mucho tiempo hacia ella.
Entró en la habitación la primera y caminó hacia la cama dispuesta a acomodarse para dormir después de una larga noche. Una rápida ojeada para cerciorarse que la túnica de Chloe estaba ya echada sobre el cuadro, hecho que venía a traducirse como que Cecile ya había pasado por allí. Satisfecha, volvió la mirada hacia el frente y vislumbró una bata de seda encima de la cama, Cecile pensaba en todo, así que fue a sentarse para quitarse los abalorios mientras dejaba a su prometido con la ardua tarea de descolgar un cuadro. Primero la pulsera, luego los pendientes y por último el camafeo que dejó sobre la mesita de noche. Tomó la bata para ponerse más cómoda e hizo una señal a Charles para decir que iba a ir un segundo al baño de la habitación. Tras un par de minutos, salió enfundada en la bata negra de seda que llegaba a cubrir hasta medio muslo y el vestido colgando de la mano, vestido que dejó encima de la cama adecuadamente doblado.
- Vi a tu padre entrar en el invernadero antes de desaparecer, seguro ya estamos en búsqueda y captura… como mi papá – apuntó por seguir la broma apoyada de espaldas con las manos en los pies del somier de la cama. Abandonó por un segundo la cama para quitarse el guardapelos y soltar su cabello ondulado rubio platino. No sabía que decir así que apuntó algo necesario - ¿Te quedarás un rato? – a hablar o planear el porvenir, no sabía, estaba cansada pero no para dormir.
Othilia van Lieshout- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: In Wiltshire
Entró en la habitación detrás de Othilia, tomándose un segundo para observar como observaba, para luego ir hacia la tía Andrómeda y anunciarle que hoy no era su noche. La mujer que parecía una notaria enfundada tras gruesos lentes pluma en mano y pergamino eterno choreando por su falda, bufó y se fue del cuadro pero de todos modos Charles la descolgó y abriendo una puerta del armario la lo ocultó allí, lanzando un hechizo de impermeabilización sonora también.
Se recargó espalda contra el armario caoba y detuvo su mirada en Othi y esa prolijidad con la que se quitaba las joyas, tomaba las prendas y desaparecía hacia el servicio. Tuvo que cerrar los ojos un momento y respirar profundo para quitar ideas inconvenientes de su mente y también por ayudarle a esto explicó pared de por medio lo que sucedía con Andrómeda – ella está aquí para controlar a los huéspedes ocasionales… Que Cecile haya pedido de descolgarla es positivo, sabes?...- No positivo en el sentido que Charles hubiera querido, eso lo tenía bien claro, pero era un signo de absoluta confianza para con la futura esposa de su hijo. Debía tener tan claro Cecile que Othilia no era quien no decía ser que no necesitaba corroborarlo de ningún modo.
Tomando una nota que en la almohada yacía, aguardo la aparición de Othilia. Y si no cayó de culo al piso al verla, es porque similar vestida la había visto en Dubai, antes de que todo se fuera a la mierda por descubrir la marca en su brazo. Eso no quitó que de todos modos sus ojos se perdieran reconociéndola desde los pies hasta los ojos azules – ah sí?... – musitó sonriéndose del chiste compartido que habían construido juntos sin premeditación alguna, aunque por dentro sabía que Max no le iba a dejar pasar ni una falta, Othilia no tenía por qué enterarse.
- Puedo quedarme un rato – afirmó y pidiendo permiso se sentó en la cama ajena, extendiendo la nota a Othilia, comentándole que su madre la había dejado sobre la almohada. La nota agradecía a Othilia nuevamente el haberse quedado y que para ahorrarle los mayores inconvenientes posibles, había una bata de Chloe y en el aparador tres vestuarios para el día siguiente, calzado incluido. Que si bien no tenía un labial del color que le había visto llevar, allí le dejaba en el baño un baúl de mano con cosméticos y pociones de ocasión…. Cecile siempre estaba en todo, tenía el don para las atenciones sociales.
-Quiero aclararte algo.... no es por mis padres sino por Chloe que te he pedido que ocultes la marca hoy… ella no está aun en momento de entender esas cosas – Podía estar subestimándola un poco, pero así se llevaban ciertos temas en esa casa. – y hacerte una pregunta… el novio de Sofie también es Brackminster, Que es de tu padre? Y tuyo?.- no tenía muy claro ese tema y para él era importante clarificar quien era quien en el panorama general.
Se recargó espalda contra el armario caoba y detuvo su mirada en Othi y esa prolijidad con la que se quitaba las joyas, tomaba las prendas y desaparecía hacia el servicio. Tuvo que cerrar los ojos un momento y respirar profundo para quitar ideas inconvenientes de su mente y también por ayudarle a esto explicó pared de por medio lo que sucedía con Andrómeda – ella está aquí para controlar a los huéspedes ocasionales… Que Cecile haya pedido de descolgarla es positivo, sabes?...- No positivo en el sentido que Charles hubiera querido, eso lo tenía bien claro, pero era un signo de absoluta confianza para con la futura esposa de su hijo. Debía tener tan claro Cecile que Othilia no era quien no decía ser que no necesitaba corroborarlo de ningún modo.
Tomando una nota que en la almohada yacía, aguardo la aparición de Othilia. Y si no cayó de culo al piso al verla, es porque similar vestida la había visto en Dubai, antes de que todo se fuera a la mierda por descubrir la marca en su brazo. Eso no quitó que de todos modos sus ojos se perdieran reconociéndola desde los pies hasta los ojos azules – ah sí?... – musitó sonriéndose del chiste compartido que habían construido juntos sin premeditación alguna, aunque por dentro sabía que Max no le iba a dejar pasar ni una falta, Othilia no tenía por qué enterarse.
- Puedo quedarme un rato – afirmó y pidiendo permiso se sentó en la cama ajena, extendiendo la nota a Othilia, comentándole que su madre la había dejado sobre la almohada. La nota agradecía a Othilia nuevamente el haberse quedado y que para ahorrarle los mayores inconvenientes posibles, había una bata de Chloe y en el aparador tres vestuarios para el día siguiente, calzado incluido. Que si bien no tenía un labial del color que le había visto llevar, allí le dejaba en el baño un baúl de mano con cosméticos y pociones de ocasión…. Cecile siempre estaba en todo, tenía el don para las atenciones sociales.
-Quiero aclararte algo.... no es por mis padres sino por Chloe que te he pedido que ocultes la marca hoy… ella no está aun en momento de entender esas cosas – Podía estar subestimándola un poco, pero así se llevaban ciertos temas en esa casa. – y hacerte una pregunta… el novio de Sofie también es Brackminster, Que es de tu padre? Y tuyo?.- no tenía muy claro ese tema y para él era importante clarificar quien era quien en el panorama general.
Charles Luttrell- Mensajes : 109
Fecha de inscripción : 28/10/2012
Re: In Wiltshire
Quitó importancia con la cabeza cuando Charles demandó con diplomacia permiso para tomar asiento sobre la cama. Recibió la nota con dos dedos, dejando el guardapelos encima de la cama para apoyar una mano en el somier, empezando a pasar los ojos claros por encima de la prolija letra de la señora Luttrell a fin de leer la nota que la mamá de Charles había escrito con esmero, sonriendo casi imperceptiblemente por la cordialidad recibida esa noche, además, Othilia había pensado en enviar un patronus a su casa para que un elfino trajera algo de su vestuario hasta la casa pero si tenía ropa por usar, ya no debería preocuparse a la mañana siguiente.
- ¿Qué cosa? – preguntó rauda a la petición de Charles y parpadeó algo confusa, doblando de nuevo la nota para tomar el guardapelos, caminando hacia la mesilla para dejar todos los objetos. La mención de Chloe en el asunto captó aún más la atención de la rubia pues aunque pareciera mentira sentía algo de cariño por la menor de los Luttrell así que atenta, tomó asiento justo al lado de su prometido en la cama, girando un poco sobre su cuerpo para ver directamente sus ojos mientras hablaba. La chica asintió a pesar de no estar completamente de acuerdo con Charles, ella a los diecisiete ya había tomado muchas decisiones así que mimar a Chloe no iba a beneficiarla pero podía ser indulgente y entender que se trataba de un sentimiento fraternal del que ella no tenía referencias.
- Sí, son Brackminster – y no solía hablar de ese tema con nadie primero porque revelaría su paternidad pero también porque daba vergüenza que una rama de una familia tan importante como ellos hubiera terminada mezclada con sangre sucias y haciendo deshonor a su linaje. Miró a Charles, reflexionando mientras humedecía su labio inferior si ya tenían ese punto de confianza donde Othilia podía contarle esas cosas – Es mi primo – sí, definitivamente después de Dubai, el muchacho había ganado parte de su confianza – Es decir, mi padre y el padre del chico son hermanos – estaba haciendo una gran confesión pues solo el círculo van Lieshout conocía esa historia, nadie más, además de los que conocían en personas por temas laborales a su padre – Los Brackminster siempre fuimos una familia reconocida por ser puristas. Mi abuelo, el papá de mi papá, era un mortífago conocido mundialmente pero resultó que mi “tío” – puso una mueca de asco cuando dijo la palabra – decidió hacer un gran deshonor a la familia, desinvolucrandose de él para años después durante la guerra, matarlo.
Claro que la niña no conocía la historia por la otra parte ni había vivido la difícil vida de su tío para saber como fue su abuelo con él, ni tampoco que obligó a su padre a tomar el camino del purismo – El resto de la historia ya la sabes – hizo una pausa mirando hacia el gran ventanal para tomar una bocanada de aire – papá fue buscado y terminó huyendo para no ser capturado y mi tío se casó con una sangre sucia – miró a Charles – así que tu prima esta con el hijo de esa unión.
- ¿Qué cosa? – preguntó rauda a la petición de Charles y parpadeó algo confusa, doblando de nuevo la nota para tomar el guardapelos, caminando hacia la mesilla para dejar todos los objetos. La mención de Chloe en el asunto captó aún más la atención de la rubia pues aunque pareciera mentira sentía algo de cariño por la menor de los Luttrell así que atenta, tomó asiento justo al lado de su prometido en la cama, girando un poco sobre su cuerpo para ver directamente sus ojos mientras hablaba. La chica asintió a pesar de no estar completamente de acuerdo con Charles, ella a los diecisiete ya había tomado muchas decisiones así que mimar a Chloe no iba a beneficiarla pero podía ser indulgente y entender que se trataba de un sentimiento fraternal del que ella no tenía referencias.
- Sí, son Brackminster – y no solía hablar de ese tema con nadie primero porque revelaría su paternidad pero también porque daba vergüenza que una rama de una familia tan importante como ellos hubiera terminada mezclada con sangre sucias y haciendo deshonor a su linaje. Miró a Charles, reflexionando mientras humedecía su labio inferior si ya tenían ese punto de confianza donde Othilia podía contarle esas cosas – Es mi primo – sí, definitivamente después de Dubai, el muchacho había ganado parte de su confianza – Es decir, mi padre y el padre del chico son hermanos – estaba haciendo una gran confesión pues solo el círculo van Lieshout conocía esa historia, nadie más, además de los que conocían en personas por temas laborales a su padre – Los Brackminster siempre fuimos una familia reconocida por ser puristas. Mi abuelo, el papá de mi papá, era un mortífago conocido mundialmente pero resultó que mi “tío” – puso una mueca de asco cuando dijo la palabra – decidió hacer un gran deshonor a la familia, desinvolucrandose de él para años después durante la guerra, matarlo.
Claro que la niña no conocía la historia por la otra parte ni había vivido la difícil vida de su tío para saber como fue su abuelo con él, ni tampoco que obligó a su padre a tomar el camino del purismo – El resto de la historia ya la sabes – hizo una pausa mirando hacia el gran ventanal para tomar una bocanada de aire – papá fue buscado y terminó huyendo para no ser capturado y mi tío se casó con una sangre sucia – miró a Charles – así que tu prima esta con el hijo de esa unión.
Othilia van Lieshout- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: In Wiltshire
Aun le era necesario sostenerle la mirada, como si buscara afianzar las confianzas y dar los espacios necesarios para la comodidad. Podía decirse que se conocían desde hace tres años, pero no era así. Desde septiembre y en el ámbito de la universidad que se frecuentaban con cotidianidad y esa relación recién estaba encontrando sus puntos de apoyo. A veces Othilia espetaba que él no era lo suficientemente estricto con sus supuestos ideales compartidos, a veces Charles era quien dudaba de los propósitos de Othi. Por eso, como en aquella estupidez del contacto físico, a cada cuestión había que generarle el marco correspondiente para no ser mal entendido, pero tampoco dejarse amedrentar.
Le comentó por acompañar, que él había escuchado historias sobre su abuelo. Así como también algunas hazañas del suegro, cosa que no venía al caso comentar. Ahora entendía donde enganchaba Adair en todo eso, y no era que les había copiado o robado el apellido: eran parientes. – A este punto todos tenemos desertores en las familias – no lo decía por consolar, pero si por compartir y posándole una mano en la espalda. – la cosa es… como nos relacionamos con ellos y si dejamos que nos desluzcan. – sonrió con algo de autosuficiencia que Othi entendería bien y la acercó a él, levantándose un poco volviéndose a sentar ya sin espacio intermedio entre los muslos propios y ajenos – La madre de Sofie es la escoria mayor, el Tio Luis también, pero él ya desistió... – volvió al punto de Jessy – pero eso no significa que yo voy a ignorar a Sofie, solo porque a su madre se le ocurrió que lo muggle era mejor. La pobre no tiene la culpa… por ahora. Hay gente a la que solo basta persuadirla de buen modo. – Se acercó para rosar sus labios contra la mejilla de Othilia, como si ella entrara en el grupo, por otras cuestiones, pero siguió hablando a su oído – igual no hay que fiarse de nadie. – y eso era muy cierto.
Sin quererlo, ya estaba tan cerca de ella que buscó con la otra mano su cuello y le guió el rostro para besarla en los labios, sin profundizar nada pero atrapándolos entre los suyos, una dos tres veces. La miró a los ojos, pensando en decir “donde nos habíamos quedado en Dubai?”, pero no eran modos eso, así que volvió a acordar distancia para cerrar los propios o con ellos, la palma sobre el cuello terso de Othilia.
Le comentó por acompañar, que él había escuchado historias sobre su abuelo. Así como también algunas hazañas del suegro, cosa que no venía al caso comentar. Ahora entendía donde enganchaba Adair en todo eso, y no era que les había copiado o robado el apellido: eran parientes. – A este punto todos tenemos desertores en las familias – no lo decía por consolar, pero si por compartir y posándole una mano en la espalda. – la cosa es… como nos relacionamos con ellos y si dejamos que nos desluzcan. – sonrió con algo de autosuficiencia que Othi entendería bien y la acercó a él, levantándose un poco volviéndose a sentar ya sin espacio intermedio entre los muslos propios y ajenos – La madre de Sofie es la escoria mayor, el Tio Luis también, pero él ya desistió... – volvió al punto de Jessy – pero eso no significa que yo voy a ignorar a Sofie, solo porque a su madre se le ocurrió que lo muggle era mejor. La pobre no tiene la culpa… por ahora. Hay gente a la que solo basta persuadirla de buen modo. – Se acercó para rosar sus labios contra la mejilla de Othilia, como si ella entrara en el grupo, por otras cuestiones, pero siguió hablando a su oído – igual no hay que fiarse de nadie. – y eso era muy cierto.
Sin quererlo, ya estaba tan cerca de ella que buscó con la otra mano su cuello y le guió el rostro para besarla en los labios, sin profundizar nada pero atrapándolos entre los suyos, una dos tres veces. La miró a los ojos, pensando en decir “donde nos habíamos quedado en Dubai?”, pero no eran modos eso, así que volvió a acordar distancia para cerrar los propios o con ellos, la palma sobre el cuello terso de Othilia.
Charles Luttrell- Mensajes : 109
Fecha de inscripción : 28/10/2012
Re: In Wiltshire
Era bien cierto que todos tenían desertores que manchaban el linaje tan bien construido por sus antepasados pero tanto Othilia como Jev tenían una buena idea de cómo deshacerse de la escoría familiar aunque los métodos tenían dudosa moralidad y no pretendía exponerlos en ese momento para alarmar a Charles quien parecía ir aceptando poco a poco su promesa con la marca. Lentamente acotó un paso, levantandose un poco para volver a caer un paso más cerca, empujada por la demanda de Charles y observando como él también hacia lo suyo para que sus cuerpos quedaran cercanos aunque prestó atención a la mención de Sofie y aunque parecía ir por mal camino, juntandose con su primo, todo era cuestión de convencer como decia el muchacho a su oído.
Cerró los ojos cuando notó el leve cosquilleo de sus labios contra su mejilla y respiro profundo antes de estremecerse una vez más por las palabras que acariciaban su oído derecho – Esas son palabras mías – la confianza era costosa como difícil de mantener. No opuso resistencia cuando las manos de Charles buscaron su cuello y acompañó el gesto, girando el rostro hacia él para encontrarse con sus cálidos labios una vez más en la noche. Esperó paciente a que rozaran y los recibió con los labios entreabriendo, suspirando como bienvenida contra ellos mientras usaba una de sus manos para sujetarse en su cintura y la otra, apoyada sobre las colchas, arrugaban con un leve apretón la tela entre sus dedos.
Tenía tiempo justo para tomar una bocanada de aire entre ellos y una vez sus manos se cerraron en su cuello, Othilia llevó la mano de las colchas hasta el reverso de la mano de Charles para comprobar que no iba a apretar más de la cuenta, no era algo personal más bien instintivo aunque fue cesando en su agarre hasta solo acariciar con la yema de los dedos, primero su mano para ir descendiendo por su brazo hasta perderse en su hombro. Apoyó la frente sobre la de él, rozó con su nariz la de Charles y tras mirarle a los ojos, gustosa de estar otra vez en esa actitud que tanto recordaba aquella funesta noche en Dubai, cazó con los dientes y suavemente, un poco de la carne de su labio inferior, no llegó a presionar pues la única finalidad del movimiento era atraer esos labios hacia ella para darle un beso por iniciativa propia, más largo y profundo, sin llegar a ser lascivo por la lentitud del momento.
Movió la mano del hombro hasta su chaleco, jugó con el filo como tanto venía gustandole en toda la noche y terminó sin querer acariciando su torso con las manos y suspirando contra sus labios nuevamente mientras uno de sus dedos se colaba sin intención por uno de los huecos que dejaba la camisa de Charles entre botón y botón acariciando a penas y con la yema su cálida piel con el frío tacto de su mano. El contraste de temperatura, hizo que retirara la mano y quedara solo sujetando el chaleco mientras continuaba besando los labios del muchacho.
Cerró los ojos cuando notó el leve cosquilleo de sus labios contra su mejilla y respiro profundo antes de estremecerse una vez más por las palabras que acariciaban su oído derecho – Esas son palabras mías – la confianza era costosa como difícil de mantener. No opuso resistencia cuando las manos de Charles buscaron su cuello y acompañó el gesto, girando el rostro hacia él para encontrarse con sus cálidos labios una vez más en la noche. Esperó paciente a que rozaran y los recibió con los labios entreabriendo, suspirando como bienvenida contra ellos mientras usaba una de sus manos para sujetarse en su cintura y la otra, apoyada sobre las colchas, arrugaban con un leve apretón la tela entre sus dedos.
Tenía tiempo justo para tomar una bocanada de aire entre ellos y una vez sus manos se cerraron en su cuello, Othilia llevó la mano de las colchas hasta el reverso de la mano de Charles para comprobar que no iba a apretar más de la cuenta, no era algo personal más bien instintivo aunque fue cesando en su agarre hasta solo acariciar con la yema de los dedos, primero su mano para ir descendiendo por su brazo hasta perderse en su hombro. Apoyó la frente sobre la de él, rozó con su nariz la de Charles y tras mirarle a los ojos, gustosa de estar otra vez en esa actitud que tanto recordaba aquella funesta noche en Dubai, cazó con los dientes y suavemente, un poco de la carne de su labio inferior, no llegó a presionar pues la única finalidad del movimiento era atraer esos labios hacia ella para darle un beso por iniciativa propia, más largo y profundo, sin llegar a ser lascivo por la lentitud del momento.
Movió la mano del hombro hasta su chaleco, jugó con el filo como tanto venía gustandole en toda la noche y terminó sin querer acariciando su torso con las manos y suspirando contra sus labios nuevamente mientras uno de sus dedos se colaba sin intención por uno de los huecos que dejaba la camisa de Charles entre botón y botón acariciando a penas y con la yema su cálida piel con el frío tacto de su mano. El contraste de temperatura, hizo que retirara la mano y quedara solo sujetando el chaleco mientras continuaba besando los labios del muchacho.
Othilia van Lieshout- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: In Wiltshire
Claro que era palabras de ella, mejor aun que fueran palabras de ambos, más interesante incluso dichas al oído casi condensando vapor en las mejillas ajenas. Mucho después, o al menos así se le figuraba a Charles, de que Othi hubiera comprobado que no iba a ejercer fuerza demás y se dejaba llevar buscando caminos propios hacia él con las manos y los labios, Charles vislumbró preciso dejar de entretenerse con nimiedades de acariciar su cuello para recorrer a tres dedos la extensión del mismo, y encontrar queriendo la curvatura que se convertía en hombros por debajo de las sedosas telas.
Desanduvo el camino, por no tentar que sus movimientos terminaran quitando ropas, volviendo por la línea de la clavícula, hasta apoyar la palma entera en aquel cuello preciado y afianzar la intimidad de las bocas que Othilia misma había propuesto. Pero sus intenciones se vieron contrapuestas a las de la chica que como nunca estaba buscándolo. Charles podía no enterarse en ese instante de cómo apresaba la colcha, o que su chaleco era objeto de deseo irrefrenable, pero del tacto frío contra el centro de su piel no podía evadirse ni de mente, ni de cuerpo, y afianzar su mano en la espalda para erguirla y pegarla a él fue menester e instinto puro.
Fue él, quien sin dejar de besarla para que no prestara demasiada atención en lo que iba a hacer, llevó su mano a sus botones para desprender el primero y el segundo, para buscar luego la mano de Othi en su torso, repasarla con sus yemas enredar sus dedos y terminar por conducirla hacia arriba de nuevo, repasando con ella su piel al descubierto hasta dejarla libre en su cuello. Volver con serenidad por su brazo a tomarla por el rostro ahora a dos manos, creyendo haber abierto camino y permisos a que ella se animase a hacer lo que quisiera, que a todo esto si Charles estaba allí era por ella y por nadie más.
Pero ella podía no animarse a seguirle el juego, e igual él no iba a ofenderse, pues por estúpido o galante se conformaba con lo que podía obtener, y no siempre estaba pensando en las necesidades, como se había planteado en alguna charla. A veces solo era disfrutar el momento de tenerla al alcance de sus brazos, de reconocer sus hombros, desnudarlos de la seda, volverlos a cubrir como si nada, bajando por la línea del escote y volviendo antes de resultar pecaminoso a rosar su mandíbula, por el simple y no menospreciable placer de tocarla.
Desanduvo el camino, por no tentar que sus movimientos terminaran quitando ropas, volviendo por la línea de la clavícula, hasta apoyar la palma entera en aquel cuello preciado y afianzar la intimidad de las bocas que Othilia misma había propuesto. Pero sus intenciones se vieron contrapuestas a las de la chica que como nunca estaba buscándolo. Charles podía no enterarse en ese instante de cómo apresaba la colcha, o que su chaleco era objeto de deseo irrefrenable, pero del tacto frío contra el centro de su piel no podía evadirse ni de mente, ni de cuerpo, y afianzar su mano en la espalda para erguirla y pegarla a él fue menester e instinto puro.
Fue él, quien sin dejar de besarla para que no prestara demasiada atención en lo que iba a hacer, llevó su mano a sus botones para desprender el primero y el segundo, para buscar luego la mano de Othi en su torso, repasarla con sus yemas enredar sus dedos y terminar por conducirla hacia arriba de nuevo, repasando con ella su piel al descubierto hasta dejarla libre en su cuello. Volver con serenidad por su brazo a tomarla por el rostro ahora a dos manos, creyendo haber abierto camino y permisos a que ella se animase a hacer lo que quisiera, que a todo esto si Charles estaba allí era por ella y por nadie más.
Pero ella podía no animarse a seguirle el juego, e igual él no iba a ofenderse, pues por estúpido o galante se conformaba con lo que podía obtener, y no siempre estaba pensando en las necesidades, como se había planteado en alguna charla. A veces solo era disfrutar el momento de tenerla al alcance de sus brazos, de reconocer sus hombros, desnudarlos de la seda, volverlos a cubrir como si nada, bajando por la línea del escote y volviendo antes de resultar pecaminoso a rosar su mandíbula, por el simple y no menospreciable placer de tocarla.
Charles Luttrell- Mensajes : 109
Fecha de inscripción : 28/10/2012
Re: In Wiltshire
Los dedos de Othilia se movieron entorno la cintura de Charles hasta encontrar el filo de un cinturón que apresó con sus uñas cuando en un movimiento inesperado la apretó contra su cuerpo, provocando que el aire de la chica saliera en medio de un suspiro y gemido, liviano y tenue pero audible. En medio del beso, notando su respiración más acelerada de lo habitual mientras sus labios intentaban imponerse a los de Charles por una cuestión de dominancia, sin perder el ritmo lento que habían dictado sus cuerpos desde el principio de la velada, notó la mano del muchacho sobre la suya y su primera reacción fue apartarla, en realidad, deslizó la mano hacia abajo pero los dedos del muchacho atajaron su huída para guiar su fina mano hacia arriba hasta tocar la propia piel de Luttrell.
Notó un escalofrío por el cambio de temperatura y aunque era reacia a empezar a explorar, terminó posando los dedos encima de la piel. Movió las puntas con suavidad, temerosa por descubrir qué tanto podía gustarle aquello, olvidó ese pensamiento cuando notó la piel cálida del chico bajo su tacto, así que después, una vez las manos de Charles fueron a centrarse de nuevo en su cuello, tomó el control de la situación, acariciando con suavidad, primero uno y luego otro dedo, resiguiendo desde el nacimiento del cuello, resiguiendo la clavícula pasando a continuación por deslizar paulatinamente los dedos hasta alcanzar el fin de la obertura.
Pareció ser poco, necesitaba ver qué más había debajo de aquella camisa y olvidando de pedir permiso, empezó a deshacer uno a uno, tomándose tiempo para acariciar con la punta de las uñas el espacio que iba abriendo a su paso y para centrarse en la tarea, buscó apoyo en la frente de Charles, besando de tanto en tanto sus labios para que no pensara que se había olvidado de ellos pero estaba ojeando la piel del chico bajo su camisa, algo bastante fascinante hasta el momento.
Dedicó una mirada a los ojos del muchacho para saber si comprobar si iba por buen camino pero como no hubo señal de lo contrario, ascendió otra vez sus manos por el torso de Charles, esta vez usando las palmas de sus manos y cuando llegó a sus hombros, las metió detrás por detrás, bajando la camisa por sus brazos y llevándose el chaleco con el movimiento. Volvió a mirar a Charles y como no encontró palabras qué decir después de ese momento, cerró los ojos y volvió a besarlo eso parecía gustarle (y a ella también).
Notó un escalofrío por el cambio de temperatura y aunque era reacia a empezar a explorar, terminó posando los dedos encima de la piel. Movió las puntas con suavidad, temerosa por descubrir qué tanto podía gustarle aquello, olvidó ese pensamiento cuando notó la piel cálida del chico bajo su tacto, así que después, una vez las manos de Charles fueron a centrarse de nuevo en su cuello, tomó el control de la situación, acariciando con suavidad, primero uno y luego otro dedo, resiguiendo desde el nacimiento del cuello, resiguiendo la clavícula pasando a continuación por deslizar paulatinamente los dedos hasta alcanzar el fin de la obertura.
Pareció ser poco, necesitaba ver qué más había debajo de aquella camisa y olvidando de pedir permiso, empezó a deshacer uno a uno, tomándose tiempo para acariciar con la punta de las uñas el espacio que iba abriendo a su paso y para centrarse en la tarea, buscó apoyo en la frente de Charles, besando de tanto en tanto sus labios para que no pensara que se había olvidado de ellos pero estaba ojeando la piel del chico bajo su camisa, algo bastante fascinante hasta el momento.
Dedicó una mirada a los ojos del muchacho para saber si comprobar si iba por buen camino pero como no hubo señal de lo contrario, ascendió otra vez sus manos por el torso de Charles, esta vez usando las palmas de sus manos y cuando llegó a sus hombros, las metió detrás por detrás, bajando la camisa por sus brazos y llevándose el chaleco con el movimiento. Volvió a mirar a Charles y como no encontró palabras qué decir después de ese momento, cerró los ojos y volvió a besarlo eso parecía gustarle (y a ella también).
Othilia van Lieshout- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: In Wiltshire
Creyó tener todo controlado, saber exactamente lo que estaba haciendo al proponer caricias, pero no contó, en absoluto previó, que Othilia iba a hacer más, que iba a desabotonar sus botones con tanta destreza y tanto descaro, que iba a profundizársele la respiración hasta el punto de olvidarse de lo necesario que era el aire. Separó los labios para juntar las frentes, la miraba a los ojos mientras ella observaba otros sitios y llevó sus manos a las caderas ajenas para no estorbar en el proceso.
Cruzaron miradas y Charles no hizo más que sostenerlas en silencio con aquella expresión de contentura velada que venía trayendo. Había cierto pasmo en él producto de la sorpresa pero no era lo fundamental ya, sino seguir haciendo como si nada, aprovechar la naturalidad con que volvían a darse las cosas y besar, llevándose ambas manos cruzadas a los bordes inferiores de su ropa, alejándose un varios segundo y centímetros, mientras a espalda encorvada, se quitaba por sobre la cabeza toda molestia y volvía a inclinarse para besarla corto, ahora a torso desnudo.
Porqué no la besó intenso? Pues era necesario mirarla a los ojos y saber ambos que así habían quedado las cosas en la habitación de Dubai. Justo al momento en que Charles, igual que ahora, se levantaba un poco de la cama, para hacer deslizar desde los hombros la bata de seda que ella traía, y descubrir desde lo más alto la extensión de sus brazos con cada extremidad de sus manos, contagiándose sus yemas la blancura de la piel ajena que se erizaba perceptiblemente, por ejemplo al pasar por el revés de sus codos.
Pero esta vez no iba a detenerse por la presencia sorpresiva de ningún tatuaje, y a un punto, inclinándose sobre ella con tal de que pegara su espalda a la cama, mirándola a los ojos pero preservando las distancias necesarias solo cuestión de que sus labios se unieran a los otros una vez más, creyó visceralmente que nada podría interrumpirlo esa vez. Que sus ansias extremas de hacerla suspirar para él, de verla desnuda de una vez por todas, de reconocer su cuerpo entero a fuerza de contacto con el propio, habían vuelto y se convertían con cada cambio en sus respirar en irrefrenables.
Le tomó una mano y la llevó a su cuello, volvió por su brazo hasta encontrar el hombro desnudo y el rostro ajeno. Le besó los labios, la comisura, el cuello repetidas veces, acariciaba su escote con suavidad extrema, y no es exagerar, mientras con la otra mano se ocupaba en sostenerse sobre la cama, para estarse a distancia prudente del cuerpo femenino, ese espacio no aplastante y permisivo a las caricias, que aunque lejano torso con torso seguía siendo invasivo. Y volvió a sus labios para que ella le mordiera, porque hasta creía ya saber lo que Othilia gustaba hacer.
Cruzaron miradas y Charles no hizo más que sostenerlas en silencio con aquella expresión de contentura velada que venía trayendo. Había cierto pasmo en él producto de la sorpresa pero no era lo fundamental ya, sino seguir haciendo como si nada, aprovechar la naturalidad con que volvían a darse las cosas y besar, llevándose ambas manos cruzadas a los bordes inferiores de su ropa, alejándose un varios segundo y centímetros, mientras a espalda encorvada, se quitaba por sobre la cabeza toda molestia y volvía a inclinarse para besarla corto, ahora a torso desnudo.
Porqué no la besó intenso? Pues era necesario mirarla a los ojos y saber ambos que así habían quedado las cosas en la habitación de Dubai. Justo al momento en que Charles, igual que ahora, se levantaba un poco de la cama, para hacer deslizar desde los hombros la bata de seda que ella traía, y descubrir desde lo más alto la extensión de sus brazos con cada extremidad de sus manos, contagiándose sus yemas la blancura de la piel ajena que se erizaba perceptiblemente, por ejemplo al pasar por el revés de sus codos.
Pero esta vez no iba a detenerse por la presencia sorpresiva de ningún tatuaje, y a un punto, inclinándose sobre ella con tal de que pegara su espalda a la cama, mirándola a los ojos pero preservando las distancias necesarias solo cuestión de que sus labios se unieran a los otros una vez más, creyó visceralmente que nada podría interrumpirlo esa vez. Que sus ansias extremas de hacerla suspirar para él, de verla desnuda de una vez por todas, de reconocer su cuerpo entero a fuerza de contacto con el propio, habían vuelto y se convertían con cada cambio en sus respirar en irrefrenables.
Le tomó una mano y la llevó a su cuello, volvió por su brazo hasta encontrar el hombro desnudo y el rostro ajeno. Le besó los labios, la comisura, el cuello repetidas veces, acariciaba su escote con suavidad extrema, y no es exagerar, mientras con la otra mano se ocupaba en sostenerse sobre la cama, para estarse a distancia prudente del cuerpo femenino, ese espacio no aplastante y permisivo a las caricias, que aunque lejano torso con torso seguía siendo invasivo. Y volvió a sus labios para que ella le mordiera, porque hasta creía ya saber lo que Othilia gustaba hacer.
Charles Luttrell- Mensajes : 109
Fecha de inscripción : 28/10/2012
Re: In Wiltshire
La bata de seda cayó caprichosamente por sus hombros, deslizándose suave sobre la piel lechosa y estancándose en el ángulo de los codos, allá donde estaba erizada por el suave, lento y delicioso contacto. Una rápida mirada para cerciorarse del inútil uso de la tela sobre su cuerpo precedió a un nuevo contacto visual, perdió su mirada en sus ojos, entreabrió los labios, evocó un suspiro largo y pausado antes de sentir un liviano escalofrío de placer. Los extremos de las falanges del chico recorriendo con mimo la tesitura de su piel, esos ojos que venían a recordarle el incidente de Dubai y también admitían que esta vez no habría contratiempos o el torso desnudo de Charles bañando sus orbes azules hacían vibrar su cuerpo casi sin necesidad de caricias explícitas.
También tuvo miedo de ser rechazada como en aquella ocasión pero ahora las cosas eran diferentes pues él ya conocía la verdad, sabía que bajo esa fina capa de tatuaje estaba su promesa con la Marca y ya no habría más sorpresas, no aquella noche así que apabullada por la realidad de los hechos, deseosa ante la expectativa pero temerosa como toda mujer que empieza a sentir caricias en su cuerpo, terminó apoyando la espalda sobre las colchas y a su vez, puso las manos en el pecho de Charles, pidiendo algo de espacio temporal para ubicarse en la situación y acomodarse a la nueva perspectiva que recibían sus ojos.
Mordió su labio inferior, sosteniendo la necesidad de decir algo, cuando la mano de Charles buscó de nuevo la suya para llevarla hasta su cuello. Othilia obedeció, ladeando la cabeza suavemente para apreciar mejor como sus dedos buscaban el relieve de su cuello mientras él tomaba toda la lentitud para volver sobre sus pasos pero a cada beso tuvo que romper el contacto visual para cerrar los ojos y corresponder a la atención con suspiros que brotaban empujados por la perseverancia del chico. Llegados a este punto hubiera sonado muy hipócrita decir que no sentía nada o estaba detestando la situación, ambos sabían que Othilia rompía bruscamente cuando perdía el dominio sobre las acciones pero esa vez se mantenía sumisa como si el peso de Charles sobre ella o el calor que emanaba su cuerpo fuera suficiente para estarse quieta y disfrutar del momento.
Bastó una mirada de Charles para entender que pretendía cuando volvió a acercar sus labios, apresó su boca con suavidad, besándola primero corto para luego volver a atrapar en un pellizco de dientes la carne de su labio inferior, acotando la distancia entre sus bocas, sentir el aliento contra la suya, antes de cubrirlos para deleitarse con la rugosa textura de su superficie. Usando la mano del cuello para asegurar la posición, clavando el pulgar bajo su mentón para sujetar la línea definida de su mandíbula con los dedos, recordó que tenía otra mano y que podía usarla para hacer algo más que dejarla descansar en el torso de su prometido, asi no se hizo derogar y usando esa suavidad innata, empezó a descubrirla piel cálida de Charles allá donde tocaba. Rodeó su cintura para empezar a arañar sin llegar a presionar ni a dejar marcas, la espalda del chico, resiguiendo la forma de su columna, una vez para abajo y otra para arriba hasta perder los dedos en su corto pelo, enredándolos y presionando su nuca para que bajara unos centímetros más y no tener que esforzarse tanto en alargar el cuello.
- Charles… - su voz sonó tan suave casi rota por el nuevo ritmo de su respiración, quería decir algo pero toda palabra murió en su garganta cuando apoyándose en su nuca con la mano, terminó por levantar su torso, pegando el nacimiento de sus pechos, allá donde la fina tela rosácea no cubría y continuó besándolo, ahora con un poco más de avidez.
También tuvo miedo de ser rechazada como en aquella ocasión pero ahora las cosas eran diferentes pues él ya conocía la verdad, sabía que bajo esa fina capa de tatuaje estaba su promesa con la Marca y ya no habría más sorpresas, no aquella noche así que apabullada por la realidad de los hechos, deseosa ante la expectativa pero temerosa como toda mujer que empieza a sentir caricias en su cuerpo, terminó apoyando la espalda sobre las colchas y a su vez, puso las manos en el pecho de Charles, pidiendo algo de espacio temporal para ubicarse en la situación y acomodarse a la nueva perspectiva que recibían sus ojos.
Mordió su labio inferior, sosteniendo la necesidad de decir algo, cuando la mano de Charles buscó de nuevo la suya para llevarla hasta su cuello. Othilia obedeció, ladeando la cabeza suavemente para apreciar mejor como sus dedos buscaban el relieve de su cuello mientras él tomaba toda la lentitud para volver sobre sus pasos pero a cada beso tuvo que romper el contacto visual para cerrar los ojos y corresponder a la atención con suspiros que brotaban empujados por la perseverancia del chico. Llegados a este punto hubiera sonado muy hipócrita decir que no sentía nada o estaba detestando la situación, ambos sabían que Othilia rompía bruscamente cuando perdía el dominio sobre las acciones pero esa vez se mantenía sumisa como si el peso de Charles sobre ella o el calor que emanaba su cuerpo fuera suficiente para estarse quieta y disfrutar del momento.
Bastó una mirada de Charles para entender que pretendía cuando volvió a acercar sus labios, apresó su boca con suavidad, besándola primero corto para luego volver a atrapar en un pellizco de dientes la carne de su labio inferior, acotando la distancia entre sus bocas, sentir el aliento contra la suya, antes de cubrirlos para deleitarse con la rugosa textura de su superficie. Usando la mano del cuello para asegurar la posición, clavando el pulgar bajo su mentón para sujetar la línea definida de su mandíbula con los dedos, recordó que tenía otra mano y que podía usarla para hacer algo más que dejarla descansar en el torso de su prometido, asi no se hizo derogar y usando esa suavidad innata, empezó a descubrirla piel cálida de Charles allá donde tocaba. Rodeó su cintura para empezar a arañar sin llegar a presionar ni a dejar marcas, la espalda del chico, resiguiendo la forma de su columna, una vez para abajo y otra para arriba hasta perder los dedos en su corto pelo, enredándolos y presionando su nuca para que bajara unos centímetros más y no tener que esforzarse tanto en alargar el cuello.
- Charles… - su voz sonó tan suave casi rota por el nuevo ritmo de su respiración, quería decir algo pero toda palabra murió en su garganta cuando apoyándose en su nuca con la mano, terminó por levantar su torso, pegando el nacimiento de sus pechos, allá donde la fina tela rosácea no cubría y continuó besándolo, ahora con un poco más de avidez.
Othilia van Lieshout- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: In Wiltshire
Recorriendo su cuerpo, afirmó la mano en la curvatura de su espalda, aprovechando el acercamiento espontaneo de ella para afianzar esa posición, reteniendo el contacto entre sus torsos lo más que fuera posible. Segundos bastaban para deslizarse por su espalda, llegar a la redondez de su cola y tener que seguir camino abajo por el lado de su pierna pues puto punto de apoyo era el culo en el colchón. Reconoció su muslo hasta la rodilla y volvió, inmiscuyéndose entre la tela del vestido de noche, para sentir esa piel extremadamente suave, hasta donde pudiera.
Sus yemas rosaron las bragas y sus dedos se hicieron un lío con vestido estorboso, que parecía querer arrugarse sobre la cintura de Othilia, pero no terminaba de ceder en aquel juego de intenciones demasiado sutiles. Mientras respondía a los besos cada vez más intensos, y no se concentraba en el respirar ajeno pues el suyo ya era un lío importante, y pensando en volver cuanto antes a tomarle del rostro para dejarse de idioteces pretenciosas de querer desnudarla, acariciaba en ese camino la espalda de Othi, y con el pulgar su estómago sometiéndolo a cierta presión para darse cuenta al casi llegar a su busto que había más ropas aun allí abajo.
Podía ser una realidad deprimente, telas y telas y telas de por medio, y lo fue para Charles por un instante, aunque más interesados estaban sus labios en los otros que en las mierdas de la castidad, pero como no había mal que por bien no viniese y preso de esa locura posesa de la calentura irremediable; luego de acariciar su busto suave y por un ínfimo momento, se afianzó en sus rodillas para sostenerse por completo, llevar ambas manos de los breteles de Othilia hasta lo más bajo del camisón, recorriendo su escote, su busto y su estómago a dos manos, alargando las distancias entre ellos lo máximo y tomando finalmente la prenda para jalar hacia arriba, ocultar un segundo el rostro de la chica y volverlo a descubrir por completo para con él, toda la ropa interior.
Hubo una mirada lasciva, clara e inevitable como su erección, con la que la recorrió entera desde las caderas hasta el rostro en el camino inverso que pretendían sus manos. Pero ni a sus ojos ni a sus dedos hizo caso, pues ya estaba recostándose de nuevo sobre Othi para tomarle el rostro a dos manos, besarla de nuevo, creerse capaz de evadirse de todo, de sus ganas tremendas y acumuladas de follársela incluso, solo por disfrutar y alargar lo bueno que el momento tenía sin esperar mejores cosas a cambio.
Sus yemas rosaron las bragas y sus dedos se hicieron un lío con vestido estorboso, que parecía querer arrugarse sobre la cintura de Othilia, pero no terminaba de ceder en aquel juego de intenciones demasiado sutiles. Mientras respondía a los besos cada vez más intensos, y no se concentraba en el respirar ajeno pues el suyo ya era un lío importante, y pensando en volver cuanto antes a tomarle del rostro para dejarse de idioteces pretenciosas de querer desnudarla, acariciaba en ese camino la espalda de Othi, y con el pulgar su estómago sometiéndolo a cierta presión para darse cuenta al casi llegar a su busto que había más ropas aun allí abajo.
Podía ser una realidad deprimente, telas y telas y telas de por medio, y lo fue para Charles por un instante, aunque más interesados estaban sus labios en los otros que en las mierdas de la castidad, pero como no había mal que por bien no viniese y preso de esa locura posesa de la calentura irremediable; luego de acariciar su busto suave y por un ínfimo momento, se afianzó en sus rodillas para sostenerse por completo, llevar ambas manos de los breteles de Othilia hasta lo más bajo del camisón, recorriendo su escote, su busto y su estómago a dos manos, alargando las distancias entre ellos lo máximo y tomando finalmente la prenda para jalar hacia arriba, ocultar un segundo el rostro de la chica y volverlo a descubrir por completo para con él, toda la ropa interior.
Hubo una mirada lasciva, clara e inevitable como su erección, con la que la recorrió entera desde las caderas hasta el rostro en el camino inverso que pretendían sus manos. Pero ni a sus ojos ni a sus dedos hizo caso, pues ya estaba recostándose de nuevo sobre Othi para tomarle el rostro a dos manos, besarla de nuevo, creerse capaz de evadirse de todo, de sus ganas tremendas y acumuladas de follársela incluso, solo por disfrutar y alargar lo bueno que el momento tenía sin esperar mejores cosas a cambio.
Charles Luttrell- Mensajes : 109
Fecha de inscripción : 28/10/2012
Re: In Wiltshire
Otro suspiro robado cuando la mano de Charles reconoció la piel bajo el camisón e involuntariamente la pierna de la rubia se estiró, buscando el suave contacto y dejando esa mano surcar esos páramos desconocidos, respondiendo agitadamente los besos intentando no resultar desordenada y siguiendo el ritmo impuesto por el chico, buscando con la yema de sus manos los límites del fuerte músculo del cuello para reseguir su extensión hasta llegar a su clavícula. Olvidó como de importante era respirar en el punto donde los pulgares de Charles trazaba un camino imaginario desde su cintura hacia arriba, alcanzando los límites de la ropa interior superior. Lentamente abrió los ojos y dejó escapar su aliento contra él, respirando lentamente y volviendo a cubrir sus orbes claras con los párpados para continuar con los besos.
La tregua otorgada por la boca de Charles cuando descansó su peso sobre las rodillas, buscando con los dedos las tiras del camisón, entrecortó de nuevo la respiración de Othilia que seguía con la mirada las acciones del chico, estremeciéndose a cada roce y respirando a continuación agitada. Rozó con la cara interna de la rodilla, la cadera de Charles cuando él tomó los bordes de su camisón y humedeciendo sus labios para sentir aún el sabor del chico sobre ellos, accedió a quitarse el camisón pues ya empezaba a molestar con el incipiente calor que sentía a lo largo y ancho de su cuerpo, bajo su piel y directamente desde su interior.
Un intercambio más de miradas y Othilia fue consciente de la situación. Ella misma estaba confundida, no sabía si hacer caso a ese instinto que nunca creyó poseer o guiarse por esa voz interna que gritaba histérica detener aquello antes que fuera inevitable, por un momento, creyó matar esa voz interna por los besos que ardían en sus labios y robaban suspiros profundos pero supo que debía hacerle caso cuando la fría brisa sacudió su cuerpo semi desnudo, era pronto, demasiado pronto aún para entregarse a él.
Reuniendo fuerzas, buscó con sus manos el torso de Charles para empujarlo contra la cama y cuando cedió, no dejó un segundo que ya estaba encima de él, más por saber que en aquella situación tenía ella el control que por buscar algo carnal aunque el imprevisto cambio de posiciones conllevo un imprevisto encuentro de su entrepierna con la abultada de él que provocó un gemido contra su boca. Tardó un segundo en recordar cual era su nombre y abrazando su nuca con las dos manos, se incorporó para sentarse erguida, llevándose a Charles con ella para también sentarlo en la cama pero a cambio, no dejó de besarlo – No puedo aún – susurró contra sus labios, acariciando con sus manos ahora sus hombros lentamente y besando su labio inferior, tomó un segundo para mirarlo otra vez a los ojos – espérame… – susurró contra sus labios, acariciándolos con los suyos porque gustaba de ellos. No, no podía aún, no estaba preparada o tal vez su cuerpo ya podía y deseaba a Charles pero otra cosa era su mente que aún estaba asimilando todo aquello – por favor – añadió y con eso pedía algo más de paciencia de la mucha que él ya descargaba a diario pero no es como si las cosas fueran a volver a su punto anterior, había cambiado algo.
En un acto reflejo acomodó su cuerpo mejor encima de él, provocando un nuevo roce del cual contuvo el gemido por andar besando a Charles de forma voluntaria y profunda, jugando con los dedos encima de su torso, dibujando formas abstractas – pero quédate
La tregua otorgada por la boca de Charles cuando descansó su peso sobre las rodillas, buscando con los dedos las tiras del camisón, entrecortó de nuevo la respiración de Othilia que seguía con la mirada las acciones del chico, estremeciéndose a cada roce y respirando a continuación agitada. Rozó con la cara interna de la rodilla, la cadera de Charles cuando él tomó los bordes de su camisón y humedeciendo sus labios para sentir aún el sabor del chico sobre ellos, accedió a quitarse el camisón pues ya empezaba a molestar con el incipiente calor que sentía a lo largo y ancho de su cuerpo, bajo su piel y directamente desde su interior.
Un intercambio más de miradas y Othilia fue consciente de la situación. Ella misma estaba confundida, no sabía si hacer caso a ese instinto que nunca creyó poseer o guiarse por esa voz interna que gritaba histérica detener aquello antes que fuera inevitable, por un momento, creyó matar esa voz interna por los besos que ardían en sus labios y robaban suspiros profundos pero supo que debía hacerle caso cuando la fría brisa sacudió su cuerpo semi desnudo, era pronto, demasiado pronto aún para entregarse a él.
Reuniendo fuerzas, buscó con sus manos el torso de Charles para empujarlo contra la cama y cuando cedió, no dejó un segundo que ya estaba encima de él, más por saber que en aquella situación tenía ella el control que por buscar algo carnal aunque el imprevisto cambio de posiciones conllevo un imprevisto encuentro de su entrepierna con la abultada de él que provocó un gemido contra su boca. Tardó un segundo en recordar cual era su nombre y abrazando su nuca con las dos manos, se incorporó para sentarse erguida, llevándose a Charles con ella para también sentarlo en la cama pero a cambio, no dejó de besarlo – No puedo aún – susurró contra sus labios, acariciando con sus manos ahora sus hombros lentamente y besando su labio inferior, tomó un segundo para mirarlo otra vez a los ojos – espérame… – susurró contra sus labios, acariciándolos con los suyos porque gustaba de ellos. No, no podía aún, no estaba preparada o tal vez su cuerpo ya podía y deseaba a Charles pero otra cosa era su mente que aún estaba asimilando todo aquello – por favor – añadió y con eso pedía algo más de paciencia de la mucha que él ya descargaba a diario pero no es como si las cosas fueran a volver a su punto anterior, había cambiado algo.
En un acto reflejo acomodó su cuerpo mejor encima de él, provocando un nuevo roce del cual contuvo el gemido por andar besando a Charles de forma voluntaria y profunda, jugando con los dedos encima de su torso, dibujando formas abstractas – pero quédate
Othilia van Lieshout- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: In Wiltshire
Charles también era consciente de la situación, o no. Quizá de a ratos. Primero había creído que tardaría siglos en lograr que Othi se sumara a esas situaciones, y así postergó pensar en las obligaciones. Luego simplemente se dejó llevar por el disfrute, inocente a un punto, de robarle besos, de acariciarle la rodilla por ponerla incómoda, de sugerir con la mirada sus ganas de espiar más allá del escote o como hasta hace un segundo, de acariciarle los costados del cuerpo sin terminar de desnudarla siquiera…
… ahora con Othi sobre él, frotándose sobre su sexo, volvía a debatirse si era acaso que la chica lo hacía apropósito y jugaba malsanamente con él, o que en verdad no sabía la rubia a qué punto estaba llevando las cosas. Pues sí, había que admitir, que mientras ella se negara era mucho más sencillo estarse seguro que nada pasaría. Si ahora gemía entre sus brazos y buscaba el contacto, pues… a la mierda todo! También lo que se debía y lo que no.
Se dejó sentar, la abrazó a él hasta que pegó su propia espalda contra la cabecera de la cama y le siguió los besos, ajustando el movimiento de sus cuerpos con una mano en la cintura de ella, y la otra enredándose con los cabellos rubios para buscar su nuca, casi intentando que ella ni se despegase para hablar. Pero igual lo hacía y Charles quiso desestimarlo simplemente volviéndola a besar, más tranquilo como si quisiera con suavidades convencerla. Pero le miró a los ojos y no pudo hacer más que observarla también, mientras abandonaba su nuca para acariciarle espalda a bajo hasta posar ambas manos en sus caderas vestidas.
El “por favor” hizo mella en la boca de su estómago, y huyó de sus ojos negando apenas con el rostro hasta ponerse a la faena de besarle el cuello y los hombros, quizá la clavícula o sus brazos, entretenerse con eso, distraerse disfrutar. Pero no era una negación de que no le hacía caso a sus palabras, para colmo pedido explícito, sino una infantil de querer seguir en aquel mundo cachondo un rato. Claro que Othi podía entenderlo como quisiera o como pudiera, dado que el caso no era claro en absoluto.
Charles no tenía claro que quería, o si… por ejemplo en esa posición justa solo podía pensar en: de a poco desprender su sostén, recorrer su espalda desnuda con ambas palmas mientras se perdía su nariz entre el aroma de su cabello y el de su cuello perfumado, llevar una mano a su baja espalda para al tiempo que flexionaba nada las rodillas Othi se acomodara aun mejor sobre él, haciéndolo sentir mil cosas de nuevo, una y otra vez, a puro sexo con sexo y por más telas que hubiera, despegar se a poco sus torsos para mirarla un segundo a los ojos, y trazar un camino descendente que le permitiría con la barbilla empujar el sostén por el frente y besar sus pechos.
De todo su plan, llegó hasta el encuentro con sus orbes azules, y allí se quedó unos buenos segundos, mientras deslizaba los dedos por la espalda ajena, y acompasaba su respiración antes de poder sonreír de lado y hablar. – Me quedo un rato si quieres… pero no puedo dormir aquí o desayunaremos pastel de boda… - bromear, que más en semejante situación -… en el mejor de los casos. – el peor sería un avadazo, no? Se acercó a besarla una vez, luego otra vez, buscando volver a prender su sostén sin lograrlo y se confesó – mis manos se resisten a vestirte… te das cuenta? -
… ahora con Othi sobre él, frotándose sobre su sexo, volvía a debatirse si era acaso que la chica lo hacía apropósito y jugaba malsanamente con él, o que en verdad no sabía la rubia a qué punto estaba llevando las cosas. Pues sí, había que admitir, que mientras ella se negara era mucho más sencillo estarse seguro que nada pasaría. Si ahora gemía entre sus brazos y buscaba el contacto, pues… a la mierda todo! También lo que se debía y lo que no.
Se dejó sentar, la abrazó a él hasta que pegó su propia espalda contra la cabecera de la cama y le siguió los besos, ajustando el movimiento de sus cuerpos con una mano en la cintura de ella, y la otra enredándose con los cabellos rubios para buscar su nuca, casi intentando que ella ni se despegase para hablar. Pero igual lo hacía y Charles quiso desestimarlo simplemente volviéndola a besar, más tranquilo como si quisiera con suavidades convencerla. Pero le miró a los ojos y no pudo hacer más que observarla también, mientras abandonaba su nuca para acariciarle espalda a bajo hasta posar ambas manos en sus caderas vestidas.
El “por favor” hizo mella en la boca de su estómago, y huyó de sus ojos negando apenas con el rostro hasta ponerse a la faena de besarle el cuello y los hombros, quizá la clavícula o sus brazos, entretenerse con eso, distraerse disfrutar. Pero no era una negación de que no le hacía caso a sus palabras, para colmo pedido explícito, sino una infantil de querer seguir en aquel mundo cachondo un rato. Claro que Othi podía entenderlo como quisiera o como pudiera, dado que el caso no era claro en absoluto.
Charles no tenía claro que quería, o si… por ejemplo en esa posición justa solo podía pensar en: de a poco desprender su sostén, recorrer su espalda desnuda con ambas palmas mientras se perdía su nariz entre el aroma de su cabello y el de su cuello perfumado, llevar una mano a su baja espalda para al tiempo que flexionaba nada las rodillas Othi se acomodara aun mejor sobre él, haciéndolo sentir mil cosas de nuevo, una y otra vez, a puro sexo con sexo y por más telas que hubiera, despegar se a poco sus torsos para mirarla un segundo a los ojos, y trazar un camino descendente que le permitiría con la barbilla empujar el sostén por el frente y besar sus pechos.
De todo su plan, llegó hasta el encuentro con sus orbes azules, y allí se quedó unos buenos segundos, mientras deslizaba los dedos por la espalda ajena, y acompasaba su respiración antes de poder sonreír de lado y hablar. – Me quedo un rato si quieres… pero no puedo dormir aquí o desayunaremos pastel de boda… - bromear, que más en semejante situación -… en el mejor de los casos. – el peor sería un avadazo, no? Se acercó a besarla una vez, luego otra vez, buscando volver a prender su sostén sin lograrlo y se confesó – mis manos se resisten a vestirte… te das cuenta? -
Charles Luttrell- Mensajes : 109
Fecha de inscripción : 28/10/2012
Re: In Wiltshire
Othilia no podía mesurar el placer y deseo que experimentaba en aquella posición, sentada sobre él y pegada a su cuerpo. Notaba sus labios explorar bajo sus hebras platinadas y embargada por el deseo, cerraba los ojos, tiraba la cabeza hacia atrás e inconscientemente ladeaba para dejar más espacio a su boca, no quería interrumpir tan ardua labor. Las manos que habían estado dibujando sobre su torso ahora dedicaban sus esfuerzos en posarse planas sobre su torso, reconociendo con toda su extensión el calor insano que emanaba del cuerpo del chico y poco importaba en ese momento que la osadía de Luttrell, hubiera llevado a Charles a desprender el sujetador por la parte trasera y ahora, infame, recorriera su espalda a dos manos provocando un escalofrío placentero en Othilia que se estremeció bajo sus brazos.
Claro que volvió a cuestionarse el valor de sus palabras cuando Charles flexionando las rodillas, terminó colocada mejor encima de él y con colocada se refería a sentir la palpitante presión bajo su sexo que desencadeno una oleada de calor irrefrenable a su cuerpo y una humedad en la zona baja. Mordió el labio inferior con fuerza para evitar soltar un nuevo gemido y tragó saliva sin saber si con aquel gesto podría deshacer el nudo cosquilleante en la boca de su estómago. Los ojos de Charles volvieron a buscar los suyos, Othilia cazó su mirada durante unos largos segundos e involuntariamente, cuando él sonrío de lado, ella torció los labios un poco hacia la derecha formando una liviana sonrisa.
Tenía aún la respiración agitada, reflejada en el subir y bajar de su pecho que amenazaba con desprender el sujetador de su cuerpo para deslizarlo entre los dos cuerpos y poco a poco así sucedió, la prenda rosácea, iba deslizándose mientras las manos de Othilia ahora subían hasta el cuello de Charles y una vez allí, apretando suavemente, inmiscuyó sus dedos en su cabello, acariciando para enredarlos en sus dedos mientras escuchaba como hablaba y una suave carcajada, algo inimaginable en Othilia, escapó por sus dientes cerrados ante el “algo peor” pues pensaron lo mismo solo que contextualizado diferente pues quien avadaba a Charles era Jev en un ataque de celos fraternales desenfrenados quien siempre se mostró reacio a aceptar el matrimonio entre su hija y uno de los herederos Luttrell.
- Quizás tus manos deberían estar quietas si no saben controlarse – añadió más bien por seguir la broma tras ser besada una vez tras otra pero cuando volvió a por ella la última vez, apartó el rostro evitando el siguiente beso pero en el segundo siguiente como si se arrepintiera, volvió a acercarse otra vez a por el beso prohibido pero cuando ya rozaba sus labios, volvió a apartar su boca y sonrío con malicia, consciente del agradable juego pero en uno de esos vaivenes el sujetador terminó por caer entre ellos.
Fue como una bofetada mental y consciente que eso no iba a ayudar a las manos inquietas de Charles, aún con sus dedos enredados en el corto pelo de su prometido, movió sus caderas sobre él para pegar su pecho desnudo al torso de Charles y esta vez, fue ella quien cubrió con sus labios los del chico para distraerlo de la situación (Además de disimular el gemido), bajando lentamente las manos hasta atrapar su rostro a dos manos y así evitar que moviera los ojos hacia la zona desnuda - ¿Un rato? – añadió entre besos pero consciente que su respiración no era la adecuada, terminó mordiendo su labio inferior y tirando un poquito de él para separarse aunque aún rozaba sus labios con los suyos - ¿Cómo se mide ese rato? -con curiosidad sujetó con su dedo índice bajo su mentón mientras miraba los ojos de Charles directamente – Un rato puede conllevar desde minutos hasta horas – hizo una pausa - preferiría horas que minutos - no sabía exactamente qué decía. Acomodó su cadera mejor sobre él y volvió a morderse el labio inferior por la deliciosa presión bajo su entrepierna, debería bajarse de encima pero su cuerpo estaba cómodo sobre Charles.
Claro que volvió a cuestionarse el valor de sus palabras cuando Charles flexionando las rodillas, terminó colocada mejor encima de él y con colocada se refería a sentir la palpitante presión bajo su sexo que desencadeno una oleada de calor irrefrenable a su cuerpo y una humedad en la zona baja. Mordió el labio inferior con fuerza para evitar soltar un nuevo gemido y tragó saliva sin saber si con aquel gesto podría deshacer el nudo cosquilleante en la boca de su estómago. Los ojos de Charles volvieron a buscar los suyos, Othilia cazó su mirada durante unos largos segundos e involuntariamente, cuando él sonrío de lado, ella torció los labios un poco hacia la derecha formando una liviana sonrisa.
Tenía aún la respiración agitada, reflejada en el subir y bajar de su pecho que amenazaba con desprender el sujetador de su cuerpo para deslizarlo entre los dos cuerpos y poco a poco así sucedió, la prenda rosácea, iba deslizándose mientras las manos de Othilia ahora subían hasta el cuello de Charles y una vez allí, apretando suavemente, inmiscuyó sus dedos en su cabello, acariciando para enredarlos en sus dedos mientras escuchaba como hablaba y una suave carcajada, algo inimaginable en Othilia, escapó por sus dientes cerrados ante el “algo peor” pues pensaron lo mismo solo que contextualizado diferente pues quien avadaba a Charles era Jev en un ataque de celos fraternales desenfrenados quien siempre se mostró reacio a aceptar el matrimonio entre su hija y uno de los herederos Luttrell.
- Quizás tus manos deberían estar quietas si no saben controlarse – añadió más bien por seguir la broma tras ser besada una vez tras otra pero cuando volvió a por ella la última vez, apartó el rostro evitando el siguiente beso pero en el segundo siguiente como si se arrepintiera, volvió a acercarse otra vez a por el beso prohibido pero cuando ya rozaba sus labios, volvió a apartar su boca y sonrío con malicia, consciente del agradable juego pero en uno de esos vaivenes el sujetador terminó por caer entre ellos.
Fue como una bofetada mental y consciente que eso no iba a ayudar a las manos inquietas de Charles, aún con sus dedos enredados en el corto pelo de su prometido, movió sus caderas sobre él para pegar su pecho desnudo al torso de Charles y esta vez, fue ella quien cubrió con sus labios los del chico para distraerlo de la situación (Además de disimular el gemido), bajando lentamente las manos hasta atrapar su rostro a dos manos y así evitar que moviera los ojos hacia la zona desnuda - ¿Un rato? – añadió entre besos pero consciente que su respiración no era la adecuada, terminó mordiendo su labio inferior y tirando un poquito de él para separarse aunque aún rozaba sus labios con los suyos - ¿Cómo se mide ese rato? -con curiosidad sujetó con su dedo índice bajo su mentón mientras miraba los ojos de Charles directamente – Un rato puede conllevar desde minutos hasta horas – hizo una pausa - preferiría horas que minutos - no sabía exactamente qué decía. Acomodó su cadera mejor sobre él y volvió a morderse el labio inferior por la deliciosa presión bajo su entrepierna, debería bajarse de encima pero su cuerpo estaba cómodo sobre Charles.
Othilia van Lieshout- Mensajes : 143
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