Word Nerd

Además de la adivinación y todas sus posibles técnicas, si algo me apasionaba era la gramática y las palabras. Ya sé, no es el hobbie que me fuera a hacer la chica más popular del mundo y de hecho la historia ya me lo había confirmado. Cuando estaba en Hogwarts tenía una especie de club llamado The Word Nerds donde nos juntábamos para compartir palabras inusuales, tanto de orígen mágico como muggle, y a veces hasta hacía improvisaciones de poesía. Sonaba tonto pero la verdad era que lo extrañaba.

Extrañando esos tiempos me encontré en la biblioteca mirando un enorme diccionario en distintos idiomas del mundo mágico. Empecé diciendo unas cosas en voz alta de sirenio pero la lengua se me enredaba y empecé a mirar con atención el capítulo del pársel.

Era en sí un diccionario explicativo, pues todo el mundo sabía que ese no era un idioma que uno aprendiera como el chino mandarín con esfuerzo y estudio, tenía un poco más que ver con el don y esas cosas pero también me preguntaba para qué querría uno hablar con serpientes. Tal vez tuvieran cosas interesantes qué decir, o tal vez no. Estaba divagando tonterías, como casi siempre que estudiaba algo sobre lenguaje, por que bueno, finalmente, ese era mi hobbie. Así como algunos coleccionaban estampillas, yo investigaba sobre idiomas sin intenciones académicas ningunas. Me dieron ganas de buscar un libro más de Parsel y me levanté de mi asiento, dejando el diccionario en el carrito de los libros consultados.

No me dio temor pasar por una pequeña reja, pues estaba abierta, aunque esa sección era mucho más oscura y por qué no decirlo, algo atemorizante. Pasé mis dedos por encima de un libro que tenía un par de pequeñas serpientes doradas en el lomo y al tocarlo, cambiaron de posición. No tenía la menor idea de qué podría tratar.

Pero empecé a temer, en el momento en que escuché unos pasos hacia el pasillo donde estaba, sospechando que sería un profesor preguntándome qué hacía en esa sección y seguramente haciendo que mi facultad perdiera puntos por curiosa.

Hákan estaba sorprendido de lo que podía llegar a encontrar en el mundo mágico. Había crecido sabiendo casi toda su vida que era un mago pero a pesar de llevar tantos años con eso y de haber visto muchas cosas bastante sorprendentes, había veces que seguía encontrándose con cosas tan mágicas, aunque fuera redundante, como estúpidas.

La cosa rara de ese día se la encontró en un libro de historia del quidditch que estaba consultando para hacer un trabajo que tendría que entregar dentro de una semana. Pero Hákan era un alumno responsable y no pensaba dejar todo para el final.

En un capítulo sobre normativa que no pensaba seguir porque no era el tema que le interesaba, había una ilustración sobre las formas de los mangos y las colas de las escobas, que Hákan pasó de largo en búsqueda del capítulo IX.

La sorpresa fue cuando a las escobas no les gustó ser ignoradas y comenzaron a salir del libro, una por una hasta formar un ejército de cinco escobas miniatura que empezaron a golpearlo en todas partes. Molesto cerró el libro de golpe a ver si desaparecían, pero nada, lo siguieron persiguiendo. Lanzó muchos hechizos pero aunque desaparecían momentáneamente volvían a luchar para salir de entre las páginas del capítulo ignorado.

Era una tontería, Hákan probó de todo pero no pararon hasta que leyó el estúpido capítulo de normativa y volvieron a su lugar. Exhausto y odiando el libro, decidió meterlo donde nadie lo encontrara otra vez y por eso caminó hasta la sección menos visitada, excepto por los alumnos de Suberland y Hollando, eso había visto. Siempre se metían ahí todos misteriosos y salían pálidos. Sería buen escarmiento para un estúpido libro de quidditch.

Al entrar ahí primero no se fijó en la chica sino que fue directo a lanzarlo sobre un carrito de libros con saña. Luego sí que la vio.-¿Puedes creer que un montón de escobas salidas de un libro me persiguieron durante media hora? Es la estupidez más grande que me ha pasado en mucho tiempo. Cuidado con esas serpientes, en cualquier momento te saltan encima y te matan.

En mis tiempos había sido una Ravenclaw con ganas de saberlo todo. Eso incluía quidditch, su historia, y por supuesto, también sus libros. La verdad no pensaba que esa memoria me fuera a regresar algún día, pero ocurría justo ese por que alguien me lo recordaba así, igual que estaba en mi memoria. Me volví a él con los ojos de plato por que pensé que iba a bajarme puntos y recordé que en Brigantia no había prefecturas, momento en que sonreí con notable alivio, haciendo un ademán ridículo de uff, me libré de esta.

-¡Claro! "Historia muy completa del Quidditch", no es que esté más completa que otros libros, es que la aprenderás completa o el libro te atacará. Es de una editorial de viejos magos profesores que querían implementar ese sistema, no pensé que siguieran publicando...

Sentí por un momento que me estaba como hablando a mi misma y de nuevo me disculpé con una sonrisa. Cuando alguien decía algo sobre temas que yo conocía hablaba de más, y no pasaba tan seguido, quizás por eso lo hacía. Volví a mirar el libro de las serpientes que cambiaban de posición al pasar los dedos por ahí y me reí, no parecían ser agresivas pero seguro que un libro de historia tampoco, con la magia nunca se sabía. Entorné los ojos al ver el título del libro, The Awakened Self sonaba a algo que me podría interesar, así que lo saqué. Pero sabía que antes que cualquier otra cosa, estaba acompañada, y eso no me ocurría seguido.

-Soy Sky ¿Cómo te llamas?

Una conversación de biblioteca, ocurrían aproximadamente cada veinte años si no era entre los ñoños de siempre, o sea, quizás entre Bonnie y yo por que por el momento no conocía a otros. Esperaba que siguiéramos hablando, de cualquier cosa, pero un temblor extraño en las estanterías me hizo volver la vista a donde había quitado el libro. Ocurrió que se abrió un corredor escaleras arriba, estrecho, como por donde apenas podría caber una persona. Me quedé con los ojos más abiertos que cuando él me había hablando y lo voltée a ver como si esperara, ahora, que él tuviera una respuesta para mi.

Señaló a Sky Berrycloth porque había dado en el clavo del libro solo con la referencia lo que hacía que el islandés se sintiera menos estúpido por que entonces no debía ser el primero al que le pasara eso de las escobas atacantes del capítulo más aburrido de la historia. Era un método opresivo y malvado. Escupiría con gusto sobre la tumba del autor.

–Tenía pinta de ser un libro muy viejo, así que creo que yo equivoqué mi bibliografía selecta para investigar, de haber sabido eso no lo hubiera ni abierto.-No se le hizo raro estarle haciendo conversación a una chica desconocida de esa manera, cuando había llegado a Brigantia se había sentido desorientado, confundido y con demasiadas fallas en el idioma como para ser tomado en serio pero ahora estaba mucho más seguro de sí mismo, fuera una chica bonita como esa, o cualquier otra persona.

-Hákan- Le dijo secamente aunque sin intenciones de ser grosero solo que seguía enfadado por lo molestas que habían sido las escobas.-¿Eres aspirante a auror? ¿de artes oscuras?-Preguntó para compensar la respuesta que por un momento parecía que no iba a seguir con la conversación, que viera que sí tenía interés.

No tenía ni puta idea de qué pasaba con el corredor. Lo miró aparentemente inexpresivo y luego se fijó en la expresión de Sky que parecía estar esperando explicaciones. Se encogió de hombros, negó con la cabeza y hasta se rió un poco, volviendo a ponerse de buen humor por la sorpresa.

-¿Crees que si seguimos el corredor nos espere una muerte horrible? ¿Qué dices, lo hacemos?-Parecía que todo era buena coincidencia para socializar, decidiera lo que decidiera Sky aunque a él si le estaban dando ganas de seguir su instinto explorador. –Yo por delante con un lumos-Dio unos pasos hacia el frente pero sin poner un pie en ninguno de los escalones todavía.

¡Un extranjero! Al fin tenía un poco de suerte y me topaba con uno, sabía que en Brigantia había gente de todos lados pero por el momento todo habían sido ingleses tan sosos como yo o más bien todo había sido Bonnie, haciendo de la universidad una extensión de lo que había sido el colegio, aunque eso tampoco estaba tan mal. Me gustó su nombre, tenía una sonoridad extraña, aunque se había perdido en mi memoria y sentí que no podía repetirlo en el acento en que él había hecho.

-No no, nada de eso, adivinación...

Me asomé un poco a esas escalerillas que se veían algo iluminadas con una luz mortecina, no era ninguna boca de lobo. Mis dotes adivinatorios no me decían absolutamente nada de ese escondrijo, lo que según mis aprendizajes de Ávalon era algo bueno, por que los malos presentimientos suelen ser sensaciones fuertes que se manifiestan con claridad cuando son realmente terribles. Nada de eso estaba pasando así, pero claro, podía estarme equivocando. Además, Hákan sonreía, y yo siempre sonreía de vuelta, hasta a los extraños en la calle, era costumbre que nunca había perdido.

-¿Crees? No sé... mira, no tengo ningún mal presentimiento, pero una vez monté una motocicleta mágica diciendo que no me daba mala espina y me partí la clavícula. Bueno, eso fue por idiota. Tú por delante

Lo dicho, era una escalerilla de piedra por donde cabía una sola persona, y el techo era bajo, o sea, que en definitiva tenía qué llevar a alguna parte. Lo único que temí fue que la entrada se cerrara detrás de nosotros así que, por cualquier cosa, traje conmigo el libro que había quitado y, de paso, dejé uno entre la duela de la biblioteca y la entrada de piedra, como si acaso pudiera atrancarlo en el peor de los casos. Sí, era curiosa, pero también precavida.

-¿Ves algo, a dónde lleva? Cuidado con las arañas.... Le sacudí una chiquita de la espalda.

Hákan siempre había sido de esos que desconfiaban de la adivinación, o que no lo consideraban una rama de la magia demasiado importante. Pero no era de esos que dejaban ver su incredulidad enfrente de los adivinos porque lo consideraba ofensivo. Era como cuando decían que lo del quidditch era solo para descerebrados que no podían hacer otra cosa. A él en lo particular nunca le había tocado que la adivinación le sirviera para algo y tampoco era una persona intuitiva e instintiva. Su padre sí lo había sido, siempre parecía saber cuando Hákan o sus hermanas le estaban mintiendo pero eso era porque era legeremago, un dato que Hákan no sabía.

Se rió poniéndose de buenas olvidando lo de las escobas atacantes por la anécdota de la motocicleta mágica que contaba Sky pero no porque le diera risa la desgracia ajena sino por el contexto en el que la contaba, siendo humilde con sus dotes adivinatorias. -¿Sabías montar motocicletas muggles?-Preguntó alzando la varita iluminando el camino aunque tampoco era un agujero negro completamente. Tenía que ser cauteloso porque en el mundo mágico nunca se sabía qué podía pasar.

Le tendió la mano a Sky no por coquetear, era para sentirla afianzada y que no se había separado de él, pero antes se dio cuenta de cómo ponía ese libro para que la puerta improvisada no se cerrara.-Muy lista, ¿ravenclaw?-ya había aprendido más o menos cosas de las casas de Hogwarts aunque le seguía pareciendo un método que segregaba y creaba enemistades. –Mi padre fue ravenclaw, ¿o no fuiste a Hogwarts?.

Su voz con acento marcado hacía eco en las escaleras que parecían no tener fin. No le importaban las arañas- No, parece que no llevan a ningún lado- pero sí lo hacían y terminaban en una sala triangular, llena de revisas de piso a techo con muchos frascos con líquidos de colores, pequeñas pociones de todos los tipos. Era como un tesoro brigante. Seguían corriendo pequeñas arañas por el piso pero no les hizo caso. -¿Crees que si tocamos alguna nos caiga una maldición? ¿Tienen etiquetas?

¡Motocicletas muggles! Si era sincera, yo pensaba que las motocicletas las había inventado un mago, todo eso, claro, antes de haber sabido que los magos las habían adaptado mágicamente para volar y esas cosas. Lo supe después de accidentarme, pero la verdad era que insistía con que el tema de las motocicletas era casi una cuestión filosófica tipo qué fue primero, la gallina o el huevo. Me reí, no sabía montar motocicletas muggles y todo lo había hecho por una cuestión impulsiva, algo que muchos no creían que yo tuviera.

-¡No! para nada. Me encantaría, pero no tengo quién me enseñe. Y sí, Ravenclaw

Sonreí, la única razón para que preguntara si había ido a Hogwarts era por que él no, o esa era mi lógica. El caso es que si hubiera ido, me hubiera dicho su casa, esa era una reacción casi inmediata para cualquier ex-alumno, una cuestión de orgullo como "yo fui a tal casa". Una cosa que funcionaba muy bien, uno aprendía a amar sus cualidades, pero él lo decía como si fuera algo raro y exótico de lo que acababa de aprender, aunque mencionara a su padre. Por cierto, seguíamos subiendo escaleras y yo perdía un poco el aliento.

Miré alrededor, las pociones y las arañas. Había aprendido a no tocar nada de lugares secretos, pero sí que podía mirar, y enfoqué la mirada a esas etiquetas en otros idiomas con pociones de colores en frascos caprichosos. Sí, parecía un almancén especializado por que nada de lo que leía se me hacía familiar.

-Mira, una escalera más. Ahora yo voy primero

SI lo hice fue por que se alcanzaba a ver lo que había arriba, y era intemperie. Era una escalera de caracol, metálica y muy pulida, de la que llegaba un frío de temperatura ambiente. Seguramente era un jardín en las alturas por que había un montón de plantas, cielo abierto y un potente aroma a cosas que no distinguía, seguramente plantas con las que hacían las pociones de los frascos de esa habitación. Al menos el jardín era lindo, y había unas flores que parecían ronronear.

A Hákan le decía el instinto que se llevara una de las pociones que estaban ahí o que se detuviera a investigar más pero hacerlo era el equivalente a poner todo en riesgo porque si estaban protegidas, podría poner en peligro a Sky. Con el mundo mágico y más en los edificios como ese, no se podía dejar de ser demasiado cuidadoso, aunque fuera por mera lógica. Si un libro de historia era capaz de atacarte con escobas para que lo leyeras, un lugar así seguramente era mucho más peligroso. También estaba el otro lado de la moneda, que encontrar un lugar así fuera una recompensa y ellos nada más estuvieran siendo idiotas sin aprovecharlo.

Se acercó a una de las repisas y se aguantó de llevarse un frasco muy extraño con una poción color bermellón que tenía una etiqueta en sirenio o algún lenguaje parecido. Puso mala cara por no poder hacer nada pero se el olvidó la frustración porque Sky encontró más escalera. Caminó hasta ella rápido cuidando de no pisar una araña güera que pasó por entre sus pies con mucha prisa como si tuviera un objetivo en la vida y siguió a la chica.

La escalera estaba fría, pero a donde se llegaba no lo estaba tanto y para él hasta era una buena temperatura. Le sorprendió el lugar de buena manera aunque no era la primera vez que se encontraba con lugares extraños en territorios todavía más extraños. En las grutas había encontrado varias zonas agradables, aunque ese jardín parecía sacado de alguna película infantil.

-¿A quién crees que pertenezca esto, a la profesora de herbología? ¿a Immëndorff?-debía estar alguien a cargo, porque el jardín se veía completamente bien cuidado. Se acercó a ver esas flores que ronroneaban, pero le enseñaron una hilerilla de dientes cuando se acercó de más, raro porque no tenían ni ojos, ni boca real. Y no le hacían el mismo gesto amenazador a Sky así que debían ser plantas especiales como eso de los unicornios con las vírgenes.

-Ahí hay un estanque también- era pequeño pero el agua estaba muy clara, había en el fondo algún tipo de planta submarina. Se avergonzaba de decir que no conocía ni una sola de las especies que estaban ahí, no venían en los folletos y definitivo tampoco las había visto en un libro.

Estaba bastante entretenida mirando las plantejas que había ahí, bastante inusuales y en definitiva no las de un invernadero escolar, aunque quizás sí uno universitario. De todos modos nunca había oído de ese lugar y seguramente era un lugar que estaba planeado para que muy poca gente pudiera entrar, pero la curiosidad me había podido y no me arrepentía de haber subido las escaleras, aunque me di cuenta que estaba con un chico del que no sabía nada más que su nombre. Me encogí de hombros con su pregunta, sospechaba que ese microparaíso era de algún decano.

Me asomé un poco al estanque sin atreverme a meter la mano y quedándome sentada en el piso. Tenía un clima agradable el jardín, como si estuviera acondicionado por algunos hechizos para mantener una temperatura ideal aunque pareciera estar a la intemperie. Eso me tranquilizó, o sea, no estábamos atrapados en ninguna cloaca maloliente por andar de curiosos ni tampoco en un calabozo donde terminaríamos podridos sin que nadie pudiera escuchar nuestros gritos. Sentí la confianza suficiente para quitarme los zapatos, había algo ahí que transmitía cierta calma.

-Con esas se elaboran antídotos, hasta donde se son carísimas, por que no tienes que cortarle las hojas para obtener la sustancia ¿Ves sus filos tornasol? Bueno, sólo tienes que quitarlos, y retoñan o algo así

Me acordaba de mis clases de herbología pero lo cierto es que nunca había visto una de esas plantas en vivo, sólo en diagramas. Pero en fin, no estábamos ahí para saber de herbología, él era un jugador de quidditch profesional y a mi me interesaba la adivinación, si recordaba esas cosas era sólo por mi innata ñoñez, tema que se agotaría pronto. Lo miré sonriendo con la cabeza ladeada y estiré mis manos hacia él para tomar la suya y echarle un vistazo.

-¿Quieres que te lea la mano?

Yo siempre quería practicar, y si hubiera traído mis cartas las hubiera sacado, pero se habían quedado en mi mochila. Por cierto, mi mochila seguía abajo en la mesa donde la había dejado y empecé a rogar en silencio que ahí siguiera y ese supuesto sistema de autoprotección que tenía cuando la compré en Diagon entrara en acción.

Podría ser jugador de quidditch profesional pero sí estaba interesado en la herbología, porque él mismo se fabricaba sus pociones para sentirse mejor, para que no le doliera el cuerpo y esas cosas que el resto parecía buscar en diagon o en la enfermería. Era oyente de pociones solo para mejorar esas aptitudes, pensaba vivir del quidditch pero no quería que esa fuera su única virtud. -¿Quitarlos con algún método especial? ¿crees que si lo intento nos depare algún destino horrible? –no lo preguntó con el afán de burlarse de la profesión de Sky porque hasta se le había olvidado un momentito que era adivina.

Ella no pareció tomárselo a mal y Hákan decidió olvidar el tema porque era arriesgarse mucho aunque a la vez se quedó con la espina de que era una oportunidad demasiado buena para no tomarla. Se alejó un poco del estanque de la tentación y no se quitó los zapatos como Sky pero compartió esa sensación de tranquilidad con el resto de las cosas.

Le sorprendió su pregunta y se lo pensó. No sabía cuál era el grado de profesionalismo de esa chica pero si algo le preocupaba era quedarse tocado por alguna predicción que tal vez ni se hiciera realidad a futuro pero a él lo dejara siempre pensando en la posibilidad. Dejó que Sky le tomara la mano y la dejó en puño mientras lo pensaba, mirándola a los ojos buscando que le dijera que era broma pero parecía que no lo era.

-Sí, pero prométeme que si ves que me voy a morir mañana o en un mes, no me lo vas a decir ¿estamos? No quiero vivir atemorizado lo que me reste de tiempo si va a ser poco- Abrió el puño y dejó ver su palma blanca y huesuda, bastante áspera y con zonas enrojecidas por efecto de la manera en que agarraba la quaffle sin guantes.

-¿Cuántas veces has hecho esto antes?-Le preguntó no porque quisiera cuestionar su experiencia o calidad, lo hacía porque le ponía nervioso que estuvieran a punto de darle probabilidades sobre su futuro y quería hacer conversación para no sentirse estúpido por eso.

-Lo puedes hacer con un diffindo . Le respondí, por que a pesar de la primera impresión parecía interesado en las hierbas, o en los antídotos, o quizás en esas plantas en particular. A mi la herbología no me interesaba mucho salvo para esa clase de pociones y menjurges que inducían el estado de la doble visión o algo así. En pocas palabras, las drogas místicas, pero para los que estudiábamos adivinación esas cosas ayudaban mucho a la intuición y sobre todo a evaluar sin prejuicio la naturaleza de nuestras visiones. No había visto ningún hongo ahí, por que de hecho los que servían para tal menester casi siempre eran silvestres.

Miré sus ojos pequeños y brillantes y le sonreí por que todavía tenía la mano en puño como si le tuviera miedo a una inocente lectura de manos. Siempre había pensado que tocar la palma de alguien era demasiado íntimo, madre detestaba las lecturas de manos por que no le gustaba darle la mano a cualquiera y la enloquecía que accidentalmente su mano rozara con la de un desconocido. Quizás por eso nunca le había tenido mucho respeto a lo que yo había decidido estudiar aunque ella se dedicara a vestir brujas para tomarles fotografías y ponerlas en una revista, tampoco es que salvara vidas.

Reí por que hablaba de muertes, yo nunca había visto cosas tan claras como eso, mucho menos algo tan trágico, por eso lo tranquilizaba con un asentimiento mientras eché un primer vistazo a su mano grande y marcada como cualquier jugador de quidditch. Enfoqué la mirada y usé mi otra mano para pasar las yemas de los dedos por encima, sintiendo que estaba áspera y curtida; levanté un poco su manga para poder verla bien y me encogí de hombros con su pregunta.

-Ya perdí la cuenta, es lo que mejor sé hacer, después del tarot de arcanos mayores... wow, tienes una línea de la vida muy particular.

Estaba toda entrecortada y muy marcada. Eso no significaba que iba a tener diez mil infartos y a volver a la vida de todos ellos, sino que tenía muchas cosas por descubrir y vivir, agitadas y complejas. Era una de las líneas de la vida más intrincads que había visto, por eso sonreí a medias y la recorrí con mi dedo índice. Levanté su mano para mirar lo pronunciado que estaba su monte de Venus y me reí, siempre iniciaba una lectura de mano con eso, para aligerar el humor.

-¿Sabes qué significa el monte de Venus?. dije pasando mis dedos sobre la altura del músculo de su pulgar -Mientras más elevado esté, más satisfactoria será tu vida sexual

El islandés esperaba que lo de la línea de vida particular no fuera porque iba a tener poco tiempo y que Sky cumpliera su promesa.-¿Particular, qué quieres decir con particular?-eso le importó más preguntar que qué carajos eran los arcanos mayores. En Islandia ni siquiera había tenido gente cercana que se hubiera interesado por la adivinación aunque sí muchos que se habían interesado por la astronomía, no sabía si tenían que ver con lo de los signos o eso, o si nada más estaba pensando tonterías para no ponerse idiota con la línea de vida muy particular.

Estaba aguantándose las ganas de decirle que ya era suficiente de lecturas del futuro por esa tarde y ya lo iba a hacer cuando tuvo que negar que no sabía lo que significaba el monte de Venus, ni siquiera sabía que se llamaba así el lugar que Sky le estaba acariciando (no se lo acariciaba pero a él se lo parecía y podía fantasear con eso si se le daba la gana). Se rió y se olvidó de las paranoias cuando le decía lo que significaba que estuviera abultad y hasta se agachó un poco para vérselo mejor sin tener que quitarle la mano a Sky porque eso la desconcentraría.

Hasta entonces su vida sexual no había estado nada mal pero esperaba ahora sí que esa predicción fuera precisa y certera para que en los años venideros tuviera buena suerte con sus elecciones. En Islandia le había ido bien pero mucho se debía a la fama de su padre y a las posteriores habladurías durante 7º curso sobre su supuesta beca de quidditch en el extranjero, ahora en ese otro país tampoco se podía quejar mucho, aunque no llevara tanto camino recorrido.

-¿Me estás coqueteando?-fue un arranque de ego lo que le hizo hacer esa pregunta, no otra cosa, aunque con la chica no había sentido vibraciones raras de coqueteo en ningún momento, no pudo resistirse a preguntárselo. Le termino ganando la risa y movió un poco la mano haciéndola seguir-Si me dices que ves en mi futuro que mi monte de venus indica que me voy a acostar con una chica que conocí en la biblioteca en un jardín extraño, comenzaré a pensarlo en serio- pero fuera de esas bromas que no se podía tragar estaba interesado en que Sky siguiera con eso de contarle su futuro leyéndole la palma.

Se me salía una de esas rías feas medio contenidas y no que terminaban siendo como una tos, justo después de que me preguntara si le estaba coqueteando. Yo jamás coqueteaba, para empezar ni sabía cómo una decidía que estaba coqueteando o estaba solo siendo amistosa, pero él no tenía por qué conocer mi pasado de atrofias sociales así que sólo me quedó contener la risa y negar con la cabeza.

-No, estoy leyendo tu mano, soy profesional

Era semi-profesional mejor dicho pero lo había hecho muchas veces y le diría al menos un par de cosas sobre su vida que no podían fallar, aunque con el nerviosismo que me había provocado su pregunta había perdido un poco de la concentración inicial, lo que era bueno era escucharlo reír también. Lo miré cn un poco más de detalle, su cabello cortísimo, los ojos pequeños y brillantes que le había visto antes y esa boca que parecía fácilmente dibujar sonrisas aunque no fuera de los que sonrieran todo el tiempo y a todo el mundo. Sabía observar a la gente, una buena adivinadora tendría qué obligarse a ello al menos.

-¡Sólo quería que no te pusieras nervioso!. Y era cierto, me reí con ganas después de que soltara sus insinuaciones por que además me dejaban en claro que la gente de la universidad ya tenía sexo por todos lados como conejos y yo seguía siendo una inexperta en el extremo en que una chica de quince años lo estaba. Era mejor hacerme la pudorosa, y bueno, no tenía qué hacerme nada, era pudorosa, inexperta y todo lo que quisieran decir al respecto. -Ahora me pusiste nerviosa a mi, espera, tengo que concentrarme de nuevo.

Pues sí, me reí otra vez como una tonta y todos los colores se me habían subido al rostro, le había dejado de tomar la mano y miraba a cualquier lado como para normalizar mi respiración y ponerme tranquila. No podía creer que tuviera reacciones tan extremas a un coqueteo superficial que quizás ni siquiera era coqueteo en toda regla, pero qué le iba a hacer, nunca estaba preparada para esas cosas.

-Ya que quieres saber del amor y esas cosas, vamos directo a esa línea... a ver... parece que estás en un periodo de descubrimiento intenso. Has conocido a mucha gente que llama tu atención y... pareces no decidirte cuál te gusta más o algo así Lo peor era que después de esa risa inicial todo lo que le dijera me sonaba a que seguía coqueteándole y sólo bastaba decirle algo como "pero aquí dice que te lo pasarás bien con alguien que te leerá la mano", o sea, algo que yo jamás de los jamases haría. De verdad había visto eso en su palma, pero ahora temía que no se estuviera tomando en serio nada de lo que decía.

Para Hákan las reacciones de Sky fueron sumamente adorables y le sacaron una sonrisa de ternura que jamás hubiera pintado en su cara de estar en otra situación. Las chicas tímidas solían gustarle por razones raras, como que le llamaba la atención saber si en otro contexto serían unas salvajes o esas estupideces que pasaban por la cabeza de vez en cuando, pero la risa de Sky en conjunto con sus gestos que mostraban todo el pudor del mundo le parecieron como algo incorruptible a lo que no iba a responder con cualquier barrabasada sexual para romper ese halo de ternura sorpresiva.

Se rió por haberla puesto nerviosa y que lo admitiera y decidió en ese preciso instante que era suerte encontrarse con gente de ese tipo, hasta el momento no había tenido ningún encuentro que lo hubiera puesto de malas, como si esos ultraconservadores de los que le habían hablado un poco estuvieran ya escondidos debajo de las piedras, o fumigados. Podía ser que el islandés solo tuviera mucha suerte porque solo se había topado con cosas positivas. –Perdón, perdón, lo estabas haciendo perfectamente, no te desconcentro más- aunque se veía bonita desconcentrada, apenada y todo eso que hacía a ciertas chicas absolutamente adorables.

Se volvió a reír por la siguiente interpretación, que aunque no le hubiera gustado admitirlo era muy acertada. Hubiera tomado lo que estaba diciendo para seguirla poniendo nerviosa pero como la chica estaba diciendo algo acertado, dejó estar por un momento sus afanes y hasta puso gesto de extrañeza-Sí, llevas algo de razón- llevaba mucha razón.

Mucha gente llamaba su atención aunque él tenía claro que había una persona con la que lo pasaba mejor que con nadie más, solo que igual de claro le quedaba que esa persona no tenía interés romántico en él y había decidido que no le importaba mientras la tuviera cerca, como amiga. Nunca había tenido una amiga así y quería conservarla en vez de malgastar la vida en tonterías sin objetivo. -¿Y no dice con quién me quedaré? Déjame adivinar-Hizo gesto de estar mirando de cerca su mano también-…con la bonita de la biblioteca.

Le guiñó el ojo, pero para no incomodarla con más cosas de eso y solamente dejar en el ambiente que ese coqueteo no era una presión para que se le desnudara aprovechando el jardín, hizo una pregunta que demostraba que se tomaba en serio lo que estaban haciendo, solo que no era tan abierto.-¿Y ves algo del quidditch?-

Esperaba que el chico no tuviera novia desde hacía diez años o algo así, lo que inmediatamente invalidaría mi lectura, pero no lo creía. Su silencio me daba buena espina aunque ca´bia la posibilidad de que sólo lo hiciera por ser amable y no confesarle que no podía estar más equivocada. Volví a concentrarme en sus líneas, mirando que había una isla en medio de tantas líneas cortadas, o sea que alguien sería determinante en su vida, y lo sería pronto. Me volví a reír con sus coqueteos, más por que dijera que era bonita.

No me gustaban mis risas en situaciones nerviosas, sonaban feas y contenidas como de perro con asma, o eso decía mi hermana cuando daba el rarísimo caso de que ella me hiciera reír por que era una chicam uy seria. Su guiño me hacía pensar que no estaba incómodo ni con mi lectura ni con sus coqueteos pero no me tranquilizaban, los guiños nunca me tranquilizaban. Me reí agachando la mirada antes de seguir en mi buen oficio.

-¡Es sólo la palma de tu mano! no me da nombres ni coordenadas

Era cierto, esa lectura hablaba de cosas muy generales, había otros métodos adivinatorios más específicos pero igual sabía que él estaba bromeando como para llevar eso en plan tranquilo o algo así, o por que quizás era uno de los tantos que no se tomaban muy en serio las artes adivinatorias. Enfoqué la mirada en su línea del destino, tomando en cuenta también la de la vida y al de la cabeza. La mano no hablaba de profesiones, sólo de situaciones importantes de vida, y él mismo me decía que para el el quidditch era algo más que importante. Ahora que lo pensaba, eso de estar pasando los dedos por su palma sí que podía ser tomado como un coqueteo.

-Aquí... aquí parece que tendrás una relación íntima con, no sé ¿En tu familia hay algún equipo de tradición? Parece que todo te llevará a querer repetir ese camino. Como si buscaras revivir algo, algo que es importante para ti pero no conociste. No sé si eso tenga que ver con el quidditch, pero es lo que hay sobre tu profesión y tu vida. Y sí, tu monte de Venus es alto, por si lo querías saber

A Hákan lo último que le importaba era el sonido de la risa de Sky porque en realidad ni siquiera era tan feo como ella pensaba. Le había tocado escuchar risas en verdad muy feas pero la de ella no era el caso, solo era una risa contenida y nerviosa. Además le hacía más fácil responder con risas igual de abiertas porque las risas que no eran cantarinas contagiaban más, por eso le pareció más gracioso lo de los nombres y coordenadas, aunque le hubiera venido bien que sí se las diera.

Hizo gestos preguntándose con quién tendría una relación íntima. Lo de Siobhan se había ido muy lejos y lo de Shadow avanzaba muy lento, aunque la chica rubia sí había encontrado modo de hacerlo íntimo a su modo, pero todavía no eran novios formales y por eso se daba el lujo de coquetear con Sky porque de otra forma no lo habría hecho. O pudiera ser que solo estuviera hablando de amistad cercana y en ese caso podía estar hablando de Sofie o de Lady. O tal vez Lady significara todo junto, de no ser porque ella no daba ni la más mínima señal de querer algo de él que no fuera trato de compañeros extremos.

Otra vez pensaba tonterías pero Sky las borró del panorama hablando de cosas acertadas. No le daba datos concretos pero lo que decía era coherente y se compenetraba bien con lo que estaba pasando en su vida con respecto a los descubrimientos que hacía de su padre. Estaba la tradición del quidditch pero como ya bien sabía, estaba también la tradición de ese liberalismo radical del que la mamá de Jessy le había hablado.

-No hay equipo de tradición, soy el segundo mago de mi familia, pero dijiste cosas acertadas, mucho. Eres buena. Ahora ¿qué sigue? Para que tu lección sea funcional me dejas besarte, como comienzo- ya estaba siendo mucho más directo en su coqueteo pero a ella parecía no molestarle mucho y además le seguía el juego. Había algo muy atractivo en una chica pasando los dedos por la palma de la mano de uno. Una chica bonita y no una vieja bruja adivina de mal aspecto, porque la sensación agradable no hubiera sido igual si Sky no hubiera sido guapa.

-Ya perdóname, debe haber algún aire afrodisiaco en este jardín-no era así, pero por si ella se había cansado de eso, de alguna manera tenía que justificarse. -¿La lectura fue gratis?-

Que se quedara en silencio, intepretaba, era motivo de que estaba pensando seriamente algunas cosas. Era curioso pero para perfeccionar la adivinación me había servido mucho aprender de teorías psicológicas muggles que hablaban del lenguaje corporal ¿Por qué? Por la simple razón de que alguien podía mentir, pero su cuerpo no con tanta facilidad, y el cuerpo podía decirme si le estaba diciendo algo acertado o si sólo guardaba un silencio protocolar para no humillar al adivinador. Resultaba que Hákan sí estaba pensando al menos un par de cosas con detenimiento.

No supe qué, me concentré en seguir su línea donde al parecer le auguruaban dos o tres hijos y dos mujeres muy importantes en su vida. Estuve a punto de decírselo pero me quedé con que hablábamos de su vida profesional y sonreí un poco cuando decía que había acertado, de nuevo, haber estudiado algo de lenguaje corporal me decía que no estaba mintiendo, o si mentía, lo hacía condenadamente bien. Me encogí de hombros con modestia cuando decía que era bueno hasta que salía con eso de las lecciones funcionales. Me volví a reír por que era la única manera en que yo podía reaccionar a un coqueteo.

-¡Cómo comienzo, dices! Estás loco... Se lo había dicho pocos segundos antes de su disculpa. No pensé que hubiera nada afrodisiaco en el ambiente por que de ser así hubiera contestado cosas más adecuadas a un coqueteo y al final sólo me reía y lo echaba para atrás aunque no podía decirse que estuviera a la defensiva.

-¿Sabes qué decía mi tía abuela? Que cualquier lectura de la suerte tenía que cobrarse, así me dieras un knut o una semilla de girasol o lo que fuera, hacerlas gratis es de mal agüero. Todavía no termino mi lectura, pero entonces ve pensando qué ofreces... ¿Qué ofreces, eh?

¿Estaba coqueteando? Pues un poco, me había hecho sentir segura al respecto, y así funcionaban las cosas. Si no sabía cómo hacerlo era por que antes nadie me hubiera dado entrada, y una vez que ocurría ese subidón de ego que provocaban los halagos velados y esas cosas, todo se llevaba de una manera distinta. Toqué su línea de la cabeza y la analicé a consciencia.

-Doble línea de la cabeza... significa que tienes un talento innato para eso que quieres hacer, pero... no sé ¿Alguien te inspira demasiado a hacerlo?Puedes estar dependiendo mucho de una musa. Por musa no me refiero necesariamente a una chica a la que le dediques tus triunfos, puede ser un concepto más abstracto...

El método de paga de las mujeres adivinas le parecía como honorable a Hákan, aunque en realidad no encontraba un adjetivo correcto para definirlo. Además generalizaba porque seguramente no todas cobraban así y decían cosas como que a las adivinas les debían pagar no menos de 15 galeones. Lo que de verdad importaba de eso era que Sky por fin le estaba contestando un coqueteo de otra manera. Para su pregunta, como respuesta, nada más alzó las cejas sin responderle todavía qué le ofrecía, como aumentando el misterio. No creía tener nada en los bolsillos de su pantalón que sirviera como pago así que tendría que arreglárselas. Sus cosas también se habían quedado en la biblioteca.

Se sintió orgulloso de sí mismo de que tuviera un talento innato para lo que quería hacer. Y asintió ya que sí estaba muy inspirado a hacerlo por la figura paterna que en primera le había heredado el don y que en segunda quería emular porque había sido bueno. –Alguien me inspira mucho a hacerlo, tienes toda la razón-no era una chica a la que le dedicara sus triunfos, por el momento, aunque sí le gustaría tener una en un concepto literal y no abstracto como ella lo decía. No le iba a decir que se trataba de su padre, ni se iba a poner a hablar de eso porque no quería darle pistas a propósito.

Era la primera vez que encontraba una señal de que la adivinación no era tan porquería como muchos la pintaba. Él mismo había sido un poco escéptico con todo aunque Sky le estaba dando una muy buena lección de que había que ser menos prejuiciosos con las cosas que no se entendían.

-Primera vez que me leen la mano y ya estoy alucinando. ¿Esto de los adivinos también es talento innato, no?- Se refería a que él no podía meterse de oyente a una clase como esa y pretender que podía entender o lograr algo. –Siempre me pareció una tontería eso del futuro y las palmas y los restos del café, pero me estás sorprendiendo de verdad. –No se lo había dicho pero además le había dicho muchas cosas personales aunque no fueran literales sino acertadas nada más, cosas que no hablaba con nadie. - Sigue, quiero saber más cosas, también que me sigas manoseando-

Tenía qué decir que el ambiente ayudaba mucho. No sabía si ese jardín extraño de plantas inusuales estaba diseñado también para que la adivinación fuera fructífera, pero lo estaba siendo. Imaginé que no era lo mismo estar entre un montón de gente hablando, entrando y saliendo en la cafetería o en el bar que en ese sitio apacible y silencioso, con un flujo de agua tranquilizante y sin nadie más alrededor. En definitiva eso tenía que ver, me hacía notar cada gesto en él, cada movimiento y reacción a lo que decía.

Me reí un poco con eso del talento innato, por que era como ser buen dibujante o tener oído musical. O sea, que el talento ayudaba y despertaba el interés general, pero no lo era todo, y aunque muchos alardearan de sus trances y visiones, eso podía llegar a ser tan inútil como tener talento para hacer nudos con rabos de cereza en la lengua o algo así. Yo no había nacido sabiendo del futuro ni nada por el estilo, pero tenía una intuición muy aguda y cuando había desconfiado de ella, me había ido mal.

-No es tan así, se parece a cualquier otro talento, como el quidditch. La persona menos dotada puede trabajar mucho y ponerse al nivel de los talentosos, pero le costará el doble de trabajo, y todo es natural ¿Sabes? Como quien tiene la disposición mental de ser ordenado con las pociones, esa misma satisfacción que le da hacerlo bien despierta su interés por seguir haciéndolo y así. Es lo mismo con la adivinación, o el quidditch, o las criaturas mágicas

También el entorno ayudaba, o frustraba, dependía. En casa estaba algo influída por la tradición de algunas Berrycloth de ser buenas adivinadoras, y con esa premisa tenía un incentivo aunque a madre no le gustara en absoluto ese arte y le pareciera poco serio. La vida y el futuro no eran fáciles de escudriñar, y para tener intuiciones acertadas había que tomar en cuenta muchas cosas, ser muy observador, y no creer en las coincidencias. Se parecía un poco a ser detective, pero la lógica en esto no tenía mucho papel, esa era la gran diferencia.

-Ya, es que hay muchos charlatanes por ahí, es fácil aprender la fórmula de la estafa con esto. Pasa siempre con las cosas así de indefinidas, no me ofende que lo digan... pero todo el mundo en el fondo sabe que hay ciertas cosas en el mundo que no forman parte de los dominios de la lógica, y no todo se puede racionalizar

Más risa, sentí luego de sus palabras como si le hubiera quitado la camiseta para mejores efectos de la lectura o algo así. Su línea del destino, marcada al principio, decía que tendría un periodo de grandes descubrimientos en su juventud. -Vives tus años más agitados, estás descubriendo muchas cosas respecto a todo, ya después estarás más tranquilo, y no andarás pidiendo que te sigan manoseando y esas cosas. Agarré su mano entre las mías como diciéndole que no tenía mucho más que decir. Sí tenía pero me estaba desconcentrando mucho y no iba a ir a la charlatanería de recitar lo que recordaba del libro. -Págame

Hákan se quedó pensando en lo que Sky dijo sobre el trabajo, el doble esfuerzo y todo eso que significaba que en realidad cualquiera podía hacer cualquier cosa mientras trabajara duro para destacarse o para conseguir lo que quería. A él le gustaba la idea de que los que tenían talento innato eran mejores pero eso era solamente por egolatría y porque eso a él le funcionaba bien. De cualquier manera Joachim Ayres lo había hecho trabajar y le había demostrado que sin entrenamiento adecuado y con una buena guía, además de trabajo duro, no había exprimido ni la mitad del posible talento.

Estaba de acuerdo con ella en que no todo se podía racionalizar, tan solo el mundo en el que vivían le parecía imposible de racionalizar. Tal vez en alguna parte de Arianrhod ya habían descubierto los secretos de la magia y todas esas cosas que él no comprendía y que no le interesaba comprender. La magia le gustaba tal y como era y no sentía necesidad de desentrañar todos sus principios.

Sonaba bien lo de vivir sus años agitados y eso significaba que entonces los tenía que aprovechar. Pero igual de bien le sonaba lo de la tranquilidad, no era alguien que pretendiera vivir una vida agitada por siempre, le gustaba estar con una sola chica, procurarla y todo eso. Y sí quería comprometerse con Shadow como novio cuando ella lo aceptara, hasta le había pagado su boleto para la fiesta esa que organizaba no sabía quién y pensaba portarse a la altura, etcétera, etcétera.

Eso no significaba que mientras ella no le diera un sí, él estuviera totalmente atado de manos, por eso con el tema de la paga, Hákan no lo pensó dos veces para sonreírle a Sky y luego inclinarse a besarla, metiendo un poco la mano que le había leído entre su cabello. No fue un beso osado, ni metió su lengua hasta la garganta, se limitó a acariciar los labios de Sky con los suyos –Sí cuenta eso como pago, ¿no?- le preguntó soltándola y haciéndose un poco para atrás para evitar que le soltara una cachetada.

-Ahora ayúdame con esas plantas, tengo que aprovechar y llevarme al menos algo, tenemos que aprovechar, los dos- aunque él ya había aprovechado lo suficiente ese lugar, le habían hecho una buena lectura de mano, le habían dado buenos datos y había besado a una chica muy bonita.

Seguí pensando que sus maneras de intepretar lo que decía no significaban que le hubiera hablado tonterías y guardara silencio por estar siendo amable. Era una buena lectura por que no lo conocía de prácticamente nada y aparentemente le había dicho cosas que tenían al menos algo que ver con lo que sentía o pensaba. En el papel de adivinadora mi persona no tenía nada qué ver y eso también me gustaba, por que era como enfocarse completamente en el otro, y sabía que eso a la gente le gustaba, así que nadie tenía qué esforzarse mucho por hacer que una persona hablara de sí misma. Sonreí un poco más antes de mirar un poco alrededor, viéndonos cerca de unas flores que creían cerca del estanque sin necesida de maceta, violetas y diminutas, que parecían parpadear como estrellas.

Le correspondí a la sonrisa como hubiera hecho con cualquier otra y no me vi capaz de apartarme cuando lo noté inclinándose y tocando mi cabello. Por supuesto que cerré los ojos como una primeriza o mejor dicho como alguien que creía que un beso era siempre una cuestión de tener demasiada suerte. Abrí los ojos hasta que lo sentí separarse de mi, y bueno, no es que me hubiera quedado con los labios juntos como niña de doce años, pero tampoco había sido muy efusiva. Al final sólo me quedó reír un poco, acariciándome el cabello que él había tocado antes y bajando la mirada.

-Claro que no cuenta como pago, ahora me debes el doble

Se lo dije en un arranque de seguridad que muy pocas veces me ocurría. No iba a culpar a ninguna planta alrededor nuestro de esa repentina desenvoltura que me invadía, pero sí me parecía raro que todo se hubiera dado de esa manera. Tal vez él sólo era un chico de esos que sabían como ser seductores y yo había caído, sin más. Me sentí un poco como en Hogwarts con eso de "ahora ayúdame..." tipo quien pensa que después del favor de besarme tendría qué hacer algo por ellos. El arranque de seguridad se había esfumado.

-Bueno, supongo que tendrás que meter la mano en el agua, por que hay que mantener las hojas estiradas cuando haces ese corte, para no cortar la hoja entera... oye, besas bien

Si el islandés hubiera sabido que había borrado la seguridad de Sky en los coqueteos con ese “ahora ayúdame…” se hubiera sentido muy mal porque esa no había sido su intención para nada, pero por querer no ponerla incómoda había hecho todo lo contrario. No había querido que la chica pensara que estaba aprovechando ese jardín y esa soledad para aprovecharse de ella, además cualquiera podía llegar por ahí siguiendo el mismo camino que ellos si encontraban la puerta atrancada por el libro que había dejado Sky así que la soledad tampoco era un factor completamente aprovechable. Nada era aprovechable, solo seguir la línea del coqueteo.

Puso toda la atención a sus instrucciones mientras se acercaba al estanque y miraba con interés su objeto de estudio, haciendo lo posible por que su mirada no se fuera hacia Sky para empezar a notar que era más bonita ahora, que parecía tener unas prometedoras tetas debajo de la ropa o que le parecía todavía más adorable que se hubiera dejado besar luego de mostrarse tan tímida.

Era simple supervivencia, si quería tomarse en serio lo de Shadow y la posibilidad de que sí fueran novios cuando la chica estuviera lista y quisiera hacerlo, el islandés tendría que dejar de escudarse tras la excusa de que todavía no eran novios para hacer lo que se le daba la gana hacer.

El halago de que besaba bien lo hizo hacer justo lo que había evitado, mirarla. Ya había metido la mano en al agua para hacer lo que le había dicho pero la volvió a sacar para acercarse a ella y tocarle la cara con la mano mojada para luego volver a hacerlo, lo de besarla, incluso mordiendo un poco su labio inferior.

–Puedes detenerme cuando quieras –le pareció importante decírselo. No creía que la chica no fuera lo suficientemente decidida como para alejarlo cuando se le diera la gana, pero era como una manera no muy dada a la patanería, según sus estándares, de decirle que lo que estaba pasando estaba fuera del registro, que no se iba a casar con ella al otro día y esas cosas. Si se sentía incómoda podía mandarlo al diablo en ese instante con sus besos y sus coqueteos. –Pero esa lectura de mano fue muy estimulante y estoy descubriendo cosas, ¿te acuerdas?.

Estaba toda temblorosa luego del beso aunque me hubiera puesto a hablar de diffindos a las hojas del estanque, quizás con la intención precisamente de no notarme nerviosa. Miré de reojo a Hákan con sus antebrazos de jugador de quidditch y sonreí un poco aunque intenté seguir casual y como si nada, como si cada chico con el que hablara casualmente terminara besándome, y claro no iba a decir yo que no había contribuído un poco a que ocurriera. No me sentía mal al respecto, sólo que sentía que me estaba poniendo demasiado roja.

Apenas lo miré cuando supe que se acercaba para hacerlo de nuevo y volví a cerrar los ojos, aunque la piel de los brazos se me erizaba por sentir el agua fría en la mejilla y más aún por sentir la sutil mordida con la que acompañaba su beso. Me sentí acalorada al instante, siempre me pasaba con los besos, más si era un chico guapo el que los daba por que de no haberme gustado ni siquiera hubiera propiciado la situación. Y no, no era suficientemente segura como para alejarlo sin reparo alguno, pero qué decir, era imposible negarse a un buen beso ¿Qué no? Me reí con eso de que lo detuviera cuando quisiera.

-En adelante justifica cualquier cosa que quieras hacer diciendo que una adivina te lo recomendó. Nadie te pondrá un pero

Siempre hacía chistecitos bobos así, sobre todo cuando estaba nerviosa, por que lo estaba. No estaba pensando en eso como un potencial novio, realmente, era extraño por que cuando me daban ganas de besar a alguien casi siempre estaba acompañado de meses y meses de enamoramiento irremediable. Acababa de descubrir que no siempre era necesario, y de cierta forma era un alivio. Sonreí y esta vez fui yo quien lo buscó, primero pasando la mano por su cabello cortísimo y después besándolo en la mejilla, luego más cerca de la boca, luego en la comisura de sus labios, momento que aproveché para agachar un poco la cabeza y sonreírme con esa estúpida timidez que no me dejaba, pero al final lo hacía y terminaba besándolo de nuevo.

-Ay disculpa, esto es muy raro, yo no hago estas cosas. Debe haber alguna hierba afrodisiaca por aquí...

Al islandés le dio risa el chiste bobo, aunque no creía que pudiera justificar de ahora en adelante todas sus locuras poniendo a Sky como pretexto. Ni siquiera era dado a hacer locuras aunque pareciera lo contrario. Hasta ese momento no había ido a Brigantia con el propósito fijo de conseguirse a cuantas chicas pudiera, había ido con un objetivo muy fijo en la cabeza sobre su carrera y eso seguía siendo lo primordial, solo se podía decir que había aprovechado las oportunidades hasta el momento. Solo un idiota no lo hubiera hecho.

Y era lo que estaba pasando en ese instante, tenía a Sky cerca con su timidez adorable y sus ojos grandes, dándole besos pequeños antes de volver a besarlo. Parecía que temía hacer acciones totalmente directas o que estaba más nerviosa de lo que parecía, pero eso también tenía su atractivo para él, más por la situación. Por la forma en la que se habían encontrado no se hubiera imaginado terminar haciendo eso en un lugar tan raro, pero las cosas pasaban y ya, no había porque darle muchas vueltas.

No tenía nada por lo cual disculparse, su beso había sido perfecto por su dosis de timidez y le creía que no era algo que hiciera muy a menudo, además que lo ayudaba a aumentar su ego. Había muchas chicas que decían que ellas no hacían esas cosas pero se movían como expertas en el terreno de lo casual, Sky le daba una impresión diferente.

Hierba afrodisíaca o no, quería tocarla. Podía adivinar el cuerpo que tenía bajo la ropa, pero nada era mejor que adivinarlo por el tacto. Ella no le había dicho que no se detuviera así que con la mano que todavía tenía un poco húmeda intentó tocar la piel de su cadera pasando por debajo de la ropa y luego la piel de su cintura. Volvió a besarla. Si había algo ahí que lo estaba orillando a eso, entonces tenía que aprovechar que seguro en ella tendría el mismo efecto. No se sentía distinto para nada, pero no iba a disertar sobre los especímenes de herbología que hubiera ahí mientras ella no se cansara de besarlo.

Se acercó a ella lo más que pudo, aunque la cercanía le iba a provocar más excitación de la que podía provocarle un beso. Buscó sus ojos antes de seguir haciendo algo, aunque ya se moría de ganas de subir la mano hasta poder comprobar lo que ya se imaginaba respecto a lo apetecible de sus pechos, solo que quería ir con cuidado. –No se me ocurre ninguna hierba afrodisiaca, ¿qué le echan al amortentia?- no le interesaba, solo quería hacerle conversación por si comenzaba a sentirse incómoda, él la verdad ya cada vez tenía menos ganas de hablar.

Yo me ponía a hablar y hablar cuando estaba nerviosa, seguramente Hákan ya lo había notado. No decía nada sobre la tontería que había dicho de que yo no hacía esas cosas, tan horriblemente trillada pero en mi particular caso cierta, y no era algo de lo que me sintiera muy orgullosa. Si no lo hacía era por que a mis veinte años muy poca gente había tenido ganas de besarme, y lo peor era que no podía realmente dejar de pensar en eso y seguía influyendo en mis acciones presentes.

Lo que había de cierto en esa situación era que los besos causaban adicción y no tenía tiempo de negarme a nada cuando el islandés se me volvía a acercar y más cuando me tocaba con la mano levemente mojada, por debajo de mi camisa de cuadros en absoluto ceñida. Un escalofrío hizo que me estremeciera y me volviera a reír cuando buscaba mi mirada, que era una mirada como para esperar que le detuviera, pero no tenía muchas ganas. No era usual eso de conocer a un chico en la biblioteca, encontrar un pasadizo y terminar besándolo en un jardín secreto. Posibilidad uno en un millón.

-¡No sé! si quieres investigamos...

Sí sabía, pero no quería que pensara que era una loca que alguna vez había preparado amortentia. Lo había preparado por que una chica de Gryffindor estaba muy obsesionada con alguien y me pagó por hacerlo, y me sentí fatal de ver a un pobre tipo babear tras ella hasta que alguien se apiadó de él y le dieron un antídoto. Por puras ganas me recosté mientras lo besaba, tomándolo un poco por la nuca para que siguiera haciéndolo, y para no estarme torciendo hacia él y estar a nada de dislocarme un disco de la columna.

De lo que me daba cuenta era que estar besando a alguien hacía perder la cabeza rápidamente. No por nada una de cada generación terminaba embarazada de su primer novio y cosas así, yo solía cuestionarme mucho el poco control que tenía la gente sobre sus impulsos cuando me enteraba de casos así, pero ahora lo entendía perfectamente, era demasiado fácil bloquear la cordura sintiendo la cercanía y los besos de alguien. Lo peor era que recordé a Ruth con su consejo de "Todos los chicos quieren una sola cosa" y y pensando "pues de mi sólo quieren la tarea de Astronomía". Me dio risa pensar en eso, interrumpiendo el beso y cubriéndome el rostro con una mano.