Word Nerd

Que se recostara hacía para Hákan todo más fácil y también lo tomaba como una buena señal de que quería que no se detuviera, su lenguaje corporal le daba buenas bienvenidas. Poco podía saber Hákan de su pasado, para él en ese momento solo era una chica deseable que lo estaba dejando besarla, por la razón que fuera. Aunque hubiera sabido de sus antecedentes, tampoco hubiera dejado pasar la oportunidad, porque el pasado era el pasado, no iba a mentir diciendo que Sky le hubiera llamado la atención igual en cualquier momento de su vida solo por sus lindos ojos.

También estar haciendo eso le ayudaba a bloquear sus incipientes deseos formales. Sabía que había cosas que se tomaba muy enserio y en cuanto Shadow le diera el sí definitivo no iba a estar buscando chicas guapas para llevarlas a jardines afrodisiacos y besarlas, se iba a tomar en serio su relación.

Igualmente quería bloquear sus incipientes confusiones que estaban aflorando día con día y que deseaba callar a toda costa porque tampoco buscaba enamorarse perdidamente de nadie todavía, le daba un poco de miedo. Fiel sí era, pero en ese momento no le debía nada a nadie y seguramente Sky tampoco porque parecía el tipo de chica que le hubiera puesto un alto.

No le molestó que interrumpiera el beso y se riera. Le tomó suavemente la mano con la que se cubría el rostro y trató de mirarla a los ojos, un tanto contagiado por su risa aunque no supiera qué le pasaba por la cabeza, quería saberlo. –Cuéntame qué piensas- le pidió besando su boca otra vez pero rápido para dejarla hablar. Luego bajó hasta su cuello, queriéndola escuchar pero ya con poca disposición para detenerse y dejar de besarla.

También volvió a tocar su piel bajo su camiseta de cuadros, pasó la mano por su vientre y repetidas veces por la cintura y después volvió a subir hasta apenas poder sentir con la punta de los dedos el borde de su sostén.-¿Te estás riendo de mi? Porque sería de mala educación- Ya estaba diciendo tonterías pero parecía ser mejor no apresurarse, llevárselo con calma y seguirla haciendo entrar en confianza. No era ningún tipo de técnica para ver si lograba acostarse con ella pero tampoco iba a engañar a nadie diciendo que no le estaban dando ganas.

Era intimidante, todo él lo era, más por ser un chico guapo pero no la clase de chicos que me gustaban de siempre. Yo siempre iba por esos que sonreían más, que eran un poco más bobos, demasiado amables, un poco como yo en ese sentido. Hákan era algo misterioso, serio pero no cerrado, como uno de los que jamás me hubieran mirado en el colegio. Intenté sostenerle la mirada, lo logré apenas unos segundos y después bajé la mirada, terminando por cerrar los ojos cuando me besaba una vez más después de preguntarme qué pensaba.

Qué importaba qué pensaba, la verdad era que no pensaba en muchas cosas más que en saber qué iba a sentir si seguía besándome, si él querría detenerse en algún momento o si yo querría hacerlo, suspirando cuando me tocaba la piel bajo mi camisa a cuadros que me venía un poco grande y poniéndome sonrojada y nerviosa cuando tocaba el borde de mi sostén, un sostén blanco sin ningún interés. Me volví a reír cuando me preguntaba si me reía de él.

-Claro que no, son los nervios. Soy muy tonta

Acaricié un poco su cara, su cabello cortísimo y le sonreí sintiendo que la cara se me vería enorme y redonda, y para no pensar en eso lo besé de nuevo, atreviéndome a poner la mano en su espalda y buscándo un poco su espalda bajo la camiseta, sintiendo su piel que no era suave como la mía, como la de Bones cuando nos habíamos dormido en un campamento muy cerca por que hacía mucho frío, nada parecido. Era la piel de un chico, la primera que tocaba, aunque fuera mejor que él no lo supiera. No sabía si era mejor dejarse llevar sin decir nada o confesar que nunca había besado a nadie estando yo recostada bajo él y bueno, el dilema sólo me hacía mover un poco la lengua, abrir y cerrar los labios suavemente, pensando en lo que a mi me gustaría pensar que era un buen beso.

-¿Beso bien? Es que no soy muy experta... ¡No te rías de mi!

Hákan no estaba pensando en si la cara de Sky se veía enorme y redonda, en especial porque no se veía así. Iba lento, tampoco era demasiado agresivo. No hacía falta leer mucho más para darse cuenta de que Sky no era experta en encuentros casuales y además ya se lo había confirmado de viva voz. Eso no le suponía ningún problema, pero tampoco se iba a poner en el papel de experto maestro. No tenía prisa tampoco y si ella no lo quitaba de encima podía seguir con eso hasta que ella se cansara.

-No tienes que estar nerviosa-Se iba a ahorrar las frases cliché de que harían lo que ella quisiera, o repetirle que lo detuviera cuando se sintiera incómoda o la peor, que él le iba a enseñar el camino para la relajación, que iba a conocer el cielo o esas estupideces que algunos todavía decían como si eso funcionara. Le decía que no lo estuviera, pero era estimulante saber que estaba nerviosa y creer que él lo ocasionaba, además el toque de inocencia de una chica siempre tenía algo de morbo extra.

El islandés dejó notar una media sonrisa cuando la mano de Sky fue bajo su camiseta, hacia su espalda, que ya sabía que no era suave sino áspera, alguien alguna vez le había dicho que por favor se pusiera crema pero todavía no llegaba a eso aunque había visto a algunos de sus compañeros hacerlo en los vestidores del campo de quidditch.

-No me voy a reír de ti- Sí se reía, pero no con burla, sino un poco contento, medio eufórico y un poco más creído de lo normal de saber con seguridad que estaba siendo privilegiado en que ella lo dejara hacer eso apenas conociéndolo. Le acarició la cara cesando un momento las caricias bajo su camiseta de cuadros e intentó que el beso fuera más profundo, acarició su lengua con la de él, fue suave y lento para buscar a lo que ella reaccionaba mejor. Luego volvió a llevar la mano bajo su camiseta y empezó con el mismo camino, primero pasando por la cadera, luego rodeando su cintura y después intentó abrirse paso por debajo del sostén sin desabrochárselo, o sin abrirle la camiseta. Ese había sido hasta el momento el gesto más agresivo, aunque tampoco terminaba de ser una muestra de hambre desenfrenada. Besó suavemente su cuello mientras lo hacía para luego mirarla, convirtiendo eso en la única forma de preguntarle si quería que siguiera, aunque no quería dejar de acariciarla, sus pechos se sentían tal como se los había imaginado con todo y la ropa encima.

Pues podría pensar que no tenía que estar nerviosa aunque lo estuviera, pero el hecho de que lo mencionara era razón para intentar relajarme, y respiré profundo después de sentir que al menos él notaba que eso no era cosa de todos los días, ni de todos los meses para mi. Aún así no había mucho tiempo de pensar en nada más que en el tacto de su espalda en las yemas de mis dedos y en cerrar los ojos para sentir sus besos, cada vez más profundos, despertándome un hambre extraña por esperar que siguiera haciéndolo, que no se detuviera por ninguna de mis tonterías de ponerme tímida.

Y su risa no me parecía ofensiva por que yo conocía esas a fondo, aunque me puse un poco seria al sentir que acariciaba mi cara y después seguía explorando la piel bajo mi camisa que me parecía uno de los lugares más prohibidos del mundo, por que detestaba que cualquiera me picara la panza o algo parecido. Pero lo dejé hacer por que se sentía demasiado bien y me gustó que dejara de pedir permiso y aún sobre la ropa me tocara; no se lo iba a confesar pero yo misma sabía que nadie nunca había pasado la mano por mis pechos antes, ni siquiera sobre la ropa. Fue una descarga de nerviosismo y ansiedad tan intensa que sólo pude tomarlo por la nuca para seguirlo besando.

-Me haces cosquillas

Se lo dije por los besos en e cuello pero no sentí cosquillas sino una ola de calor que me hizo presionar un poco su espalda contra mi para sentir un poco el peso de su cuerpo encima. Todo se trataba de esas sensaciones, y sabía ahora que era difícil de frenar una vez te involucrabas en eso. Me daban ganas de saber qué podía hacer yo por él pero no hice nada más que responder a sus besos y dejarlo seguir en una pasividad curiosa que sólo quedaba exteriorizada en mi mirada.

El islandés se volvió a reír por la declaración de que le hacía cosquillas, le gustaba cuando las chicas decían esa frase. Ya sabía que era inexperta en eso pero no se le ocurría tomar el papel de ningún tipo de maestro que le dijera lo que tenía que hacer, no se le pasaba por la cabeza decirle que lo tocara de cierta forma o que lo besara de algún modo, estaba demasiado ensimismado con el olor sutil de su piel y con ese encanto inocente que terminaba siendo muy embriagador como para besarla y besarla sin parar esperando que ella solo se dejara hacer, que era justo lo que hacía.

No se iba a detener por que ella se pusiera tímida, en especial porque ya había entendido que si no lo estaba quitando de encima eso ya era darle entrada para que siguiera y que si se sentía incómoda se lo iba a decir tal como le decía que sentía cosquillas, así que él también dejaba de sentirse inseguro por los pasos que dar o las señales que tenía que captar.

Volvió a besarla en el cuello y con una mano, porque con la otra se recargaba para no estar completamente encima de ella y molestarla con el peso de su cuerpo, empezó a desabotonar su blusa, mirándola mientras lo hacía y sonriéndole. No solía ser una persona sonriente cuando estaba así con alguien, pero Sky le transmitía ese tipo de confianza.

Repartió besos por la superficie que iba quedando a la vista hasta llegar a su sostén, que no levantó hasta volver a encontrar su boca y seguirla besando. Se tomó su tiempo como nunca para que sus dedos por fin sintieran directamente la textura de la piel de sus pechos. Solo entonces le dieron ganas de apresurarse pero lo demostró intensificando el beso, recordándose que debía ser paciente. Sabía que estaba ya demasiado excitado pero tampoco se iba a abrir los pantalones y a bajar los de ella para hacer lo inevitable, solo se movió encima de ella para que lo sintiera entre sus piernas mientras la seguía tocando y mantenía el ritmo de sus besos.

Le dijo en islandés que era muy guapa, fonéticamente no sonaba muy bien decir Þú ert falleg en un momento como ese a comparación de cómo sonaba su inglés pero ya que apenas era un susurro no importaba, tal vez ni siquiera lo había escuchado porque había terminado siendo un suspiro entrecortado en su oído.

Era demasiado raro que mi eterno monólogo interno se silenciara al sentir los besos de Hákan, que no eran demasiado distintos al segundo que me había dado, por ejemplo, pero sí tenían un carácter cada vez más adictivo, sobre todo si su mano también acariciaba mi piel y peor, si desabotonaba mi blusa. Tuve que mirar un poco hacia abajo sin poder creer que un encuentro de lo más casual terminara con mi blusa siendo medio quitada. Por supuesto que no iba a confesar que era la primera vez que un chico intentaba quitarme la ropa, mucho menos que lo lograba, y que el tacto de sus manos sólo me hacía besarlo con más ganas.

Lo detuve instintivamente después de sentir que me acariciaba, negando suavemente con la cabeza, pensando que no estaba bien que alguien hiciera eso cuando tenía pocas horas de conocerme pero no dejaba de suspirar y de seguir dejando el cuerpo lánguido sin oponer real resistencia. Era el primero en tocarme de esa manera y no podía ocultarlo, aunque no sabía si él pudiera leerlo, mi entrecejo un poco fruncido, un leve temblor de miedo, unas ganas enormes de que no se detuviera.

No sabía qué estaba diciendo, pero sonó lindo. Intenté encontrarle correspondencia fonética por que me encantaban los idiomas pero no di con nada y mientras no estuviera diciendo eres una sucia zorra o una cosa así, me daría por bien servida.

Quería pensar que decía cosas lindas como de quien disfruta el momento y dejé de ser paranoica quizás por la calidez de su aliento mezclado con la voz cuando articulaba palabras, sintiendo que era aún más sensual que lo hiciera. Volví a suspirar y a removerme bajo él como si me quisiera apartar pero sentir esa decisiva firmeza en él contra mi cuerpo me hacía quedarme ahí, a pesar de que me intimidara demasiado y una parte de mi quisiera salir corriendo. Era tan horriblemente virgen que sentía que se me notaría en cualquier momento.

-¿Qué haces? Ya déjame, no quiero...

Se me habían terminado los chistes bobos, y si decía eso era por que me sentía excitada. Así, con esas palabras, excitada como cuando me ponía a imaginar cosas, pero con una intensidad cien veces mayor. Aunque le decía que me dejara y no lo quería cerca mi mano presionaba un poco su espalda y la otra acariciaba su cabello cortísimo y después su rostro para besarlo otra vez.

Estaba sintiendo cada vez más adicción a ese cuerpo que parecía temeroso a recibirlo. El islandés seguía sin saber si ese arrebato de verdad era cosa de esporas afrodisiacas en el aire, pero no importaba. Sus señales de pronto no eran tan claras y él nunca había estado con una chica primeriza como para entender, como todo un experto, lo que estaba pasando por su cabeza solo leyendo su cuerpo, tampoco era tan así.

Por eso cuando parecía quererse alejar se detenía solo un poco para poner atención a todas las señales y buscó encontrar en su mirada si era verdad que quería que la dejara y que no siquiera, pero fue respondido casi en el acto porque su mano seguía presionando su espalda y ella lo volvía a besar, eso quería decir que eso no le estaba desagradando y que se podía dar el lujo, tal vez de ser menos directo, si eso era posible, y seguir siendo paciente en sus movimientos.

Siguió tocándola pero sus caricias fueron más lentas, lo más suave que podía. Recorría la redondez perfecta de sus pechos con las yemas de los dedos, siguió besándola antes de llenar sus manos de ella aumentando más la intensidad con la que la tocaba. –Tranquila…-no era una orden, solo le estaba pidiendo que confiara en él, no iba a hacer nada que ella no quisiera de verdad, por más ganas que tuviera, tampoco iba a abusar de ella ni de nadie como un loco insaciable.

Volvió a besar su cuello y se removió un poco encima de ella para poder bajar por su cuerpo, ahora que tenía la blusa desabrochada y el sostén mal puesto. Verla desde esa posición le gustaba, sobretodo porque era mucho más apetecible de lo que había podido adivinar viéndola con la ropa bien puesta. Besó su clavícula y luego, sin tantear el terreno antes pero creyendo que si de verdad lo quería lejos lo empujaría, se levantaría y ya, pasó la lengua por sus pechos y esperó las reacciones de su piel, escuchar si le gustaba, si tenía algún gesto para permitirle que siguiera y si estaba disfrutando eso en dado caso de que fuera la primera vez como lo sospechaba. Se trataba solo de ella, podría pensar que nunca había sido tan dadivoso, de no ser porque mucho de su propio placer iba en lo que podía provocarle, fuera experimentada o no lo fuera.